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INTRODUCCIÓN
Las anormalidades del número de cromosomas incluyen aquellas en las que hay
cromosomas extras como las trisomías (T), falta de un cromosoma o monosomías y las
poliploidías en las que existen complementos cromosómicos anormalmente múltiples.
En su mayor parte, las trisomías resultan de la no disyunción de los cromosomas
envueltos, en las cuales hay un apropiado par de cromosomas, pero existe una falla en
la separación durante la meiosis.
El hecho que relaciona la edad a la aparición de T 21, pudiera ser que en las mujeres
de mayor edad, los cigotos han estado presentes en la primera división meiótica de la
profase desde la vida fetal y a medida que envejecen hay más tendencia a que ocurra
la no disyunción; la otra teoría es que los hábitos coitivos son más erráticos a edades
extremas y esto puede conducir al aumento de la frecuencia de fertilización de los
ovocitos más viejos, los que pudieran ser más frecuentes la no disyunción o aceptar
espermatozoides anormales (2).
Uno de los mecanismos citogénicos de su aparición, parece ser aquel en el cual una
pequeña porción del cromosoma 21 se triplica, especialmente la banda q22, que puede
ser causada por la adición de un cromosoma entero o por añadidura de la banda q22,
sola.
La T18 se conoce como síndrome de Edwards y ocurre en 1/8 000 nacimientos; gran
parte de los afectados son femeninos, pero en los abortos y mortinatos la distribución
sexual es igual; la mayoría de ellos mueren antes de la semana 10; los que nacen
vivos de término, sólo el 10 % sobrevive 1 año. El 95 % presenta cardiopatía y los
rasgos incluyen: microcefalia, occipucio prominente, pabellones auriculares rotados y
malformados con apariencia de "orejas de ciervos", fisuras palpebrales cortas, boca
pequeña, micrognatia. Las anomalías esqueléticas incluyen superposición de los dedos:
5º sobre el 4º, éste sobre el 3º, esternon corto, tórax en escudo, pelvis estrecha,
limitación para la abducción de las piernas, dislocación congénita de la cadera,
protrusión del calcáneo, "dedos en martillo", cierre espasmódico de los dedos.
Sobreviven pocos meses después del nacimiento y los que lo hacen presentan retardo
mental y del crecimiento. Aproximadamente el 8 % son causados por no disyunción
(47, XX,+ 18 ó 47, XY,+ 18).
La T13, se llama síndrome de Patau y ocurre entre 1/7 000 a 1/20 000 nacidos vivos,
con anomalías que pueden existir en cualquier órgano; sólo el 10 % sobreviven 1 año,
y muy pocos lo hacen después de los tres años de edad; la mitad muere el primer mes
de vida. Hay pronunciado retardo del crecimiento intrauterino y del desarrollo
posterior. Los defectos cardíacos ocurren en el 80 %-90 % de los casos y la
holoprosencefalia en el 70 %, se presentan con anomalías oculares (microftalmia,
anoftalmía o coloboma), paladar hendido y labio leporino, hemangiomas en cara y
cuello, baja implantación de las orejas y anomalías del hélix. La aplasia cutis y la
polidactilia sugieren fuertemente T 13.
Usualmente está asociada a no disyunción primaria: 47 + 13 y al igual que T21 se
relaciona con la edad materna, mientras tanto las translocaciones ocurren en menos
del 20 % e invariablemente están asociadas con 2 grupos cromosómicos uniéndose en
la región centromérica, translocaciones robersonianas y existe aumento del riesgo de
recurrencias (3).
En los últimos 20 años ha existido un rápido crecimiento de los métodos utilizados para
la identificación de aquellos fetos con alto riesgo de presentar anomalías congénitas y
en particular las trisomías 21, 18 y 13 (4). Se sospechaba que existía incremento de
riesgo de SD o T21, en mujeres con embarazo en edades tardías.
Cuando los dos métodos se utilizan juntos alcanzan una sensibilidad de 62 % para SD
con una tasa de selección positiva de 5 %. Algunos prefieren utilizar el término de
tamizaje positivo en lugar de falsas positivas cuando se describen este tipo de
pruebas, ya que pudiere significar que el feto tiene un problema que se está
investigando y que la prueba fue errónea; en el primer aspecto el término tiene una
connotación más suave (9). Durante tres décadas se han utilizado como marcadores
en suero materno: la AFP, hCG, estriol libre (E3l); este último y AFP se encuentran en
bajas concentraciones en los casos de T21; mientras que la hCG se encuentra elevada.
En el segundo trimestre la AFP y E3l son bajos; mientras que la β hCG y la IA están
elevadas.
Estos marcadores se han estudiado en la orina y los resultados coinciden con los de
suero materno; la β hCG libre y la fracción β-core están elevadas; mientras que el
estriol está reducido en madres portadoras de fetos con SD (12).
Desde hace algún tiempo la ultrasonografía ha sido una herramienta sensible para
detectar malformaciones congénitas fetales; tiene el inconveniente de que como la
sensibilidad aumenta a medida que lo hace la edad fetal, hay que esperar más allá del
primer trimestre para obtener confiabilidad. Ahora se han introducido nuevas
tecnologías que han mejorado las imágenes y han permitido ver más anomalías
durante el primer trimestre, que son de mucha utilidad, evitando la realización de
medidas invasivas, como la biopsia corial, amniocentesis o cordocentesis.
Varias imágenes ecosonográficas han sido utilizadas para tratar de incrementar las
posibilidades diagnósticas de T, entre ellas las mediciones de: la translucencia nucal
(TN), de los huesos nasales (HN), de la velocidad del flujo sanguíneo del ductos
venosus (FDV), del ángulo facial fronto-maxilar (AFFM), la longitud corona-rabadilla
(CRL), la frecuencia cardíaca fetal (FCF) y la observación de regurgitación tricuspídea
(RT). Las 2 primeras han tenido mucha aceptación en la práctica clínica. Últimamente
se hacen grandes esfuerzos para detectar anomalías cromosómicas con el uso de la
ultrasonografía durante el primer trimestre del embarazo y han aparecido
investigaciones con relación a la longitud del maxilar inferior, tamaño de las orejas, del
fémur, del húmero, de la vejiga urinaria o de la arteria umbilical; además se ha
estudiado la presencia de exomphalo, quistes de los plexos coroideos, pieloectasias,
hiperecogenicidad cardíaca, volumen placentario y estudios con Doppler; todos estos
aspectos se relacionan con anormalidades cromosómicas, pero cualquiera de éstas se
presentan en fetos normales y ninguna de ellas por sí sola puede detectarlas.
Longitud corona-rabadilla
Hay que señalar que aun cuando sea exacto el UPM se hace difícil saber si hay
crecimiento restringido del feto y por tanto aneuplodías en el primer trimestre de la
gestación, excepción hecha en los casos de reproducción asistida, en los cuales aunque
el CRL es significativamente menor que lo esperado, es un test mucho mas apropiado
para T13 y T18 que utilizar métodos más invasivos.
El "ductos venosus" (DV) es un vaso sanguíneo delgado que conecta la vena umbilical
con la vena cava inferior durante la vida intrauterina y provee de sangre oxigenada al
hígado. Penetra en la vena cava inferior antes de que entre en el atrium derecho; es
uno de los 3 shunts fisiológicos en la que la sangre fetal pasa después de dejar la vena
umbilical y constituye una parte del sistema de adaptación circulatoria a la vida
intrauterina (12,21).
Se realiza un corte medio-sagital ventral derecho del tronco fetal y usando Doppler a
color se identifica el DV; el Doppler se coloca en la entrada al DV y se obtiene una
clásica onda trifásica del FDV, que normalmente es dirigido hacia delante. Se considera
anormal cuando desaparece o se hace flujo reverso durante la contracción atrial en la
fase diastólica tardía, es decir, durante la onda A, la cual está asociada con otros
defectos cardíacos mayores y regurgitación tricuspídea (22,23) (Figura 1).
En toda paciente a quien se le realice ecograma del primer trimestre, debería buscarse
si existe regurgitación de la válvula tricúspide, que está presente en una gran cantidad
de defectos cardíacos mayores.
Ha sido reportada en 70 % de los fetos con T21, 50 % en los T18 o T13 y sólo en el 5
% de los fetos normales, cuando se investigó entre 11- 13 + 6 semanas de gestación
(23,27).
El ángulo facial frontomaxilar se define como aquel situado entre dos líneas
imaginarias que pasan por la superficie más superior de la mandíbula y la externa del
hueso frontal. Mide más de 85º en el 69 % de los fetos con T21 y sólo es así en el 5 %
de los normales (28). Esta promisoria medida ecosonográfica realizada entre las 11-13
semanas es utilizada más razonablemente con la finalidad de disminuir el porcentaje
de falsas positivas y debe ser menor de 90º en los fetos sanos. Los estudios
tridimensionales deberían proporcionar mejores datos, aun así, no existe relación entre
esta medida, la CRL, NT o la presencia o ausencia de HN (20).
Hueso nasal
Es de hacer notar que hay variación raciales o de grupos étnicos en el tamaño de HN,
durante el primer trimestre de gestación, siendo mayor en la blanca y más corta en los
chinos (32). También ha sido reportada su ausencia común en las afrocaribeñas (33).
En un estudio realizado en Francia, Weingertner y col. (34), no encontraron correlación
entre el tamaño del hueso nasal y el grupo étnico materno.
En las mujeres cuyo riesgo se estimó como intermedio, (> de 1: 100 a 1: 1 000)
Nicolaides y col. (24), reportaron que la presencia o ausencia de hueso nasal
determinado en un segundo cribado mejoró el porcentaje de detección a 90 % con
falsa positividad del 2 %-3 % ; de igual forma. Cicero y col. (30) expresan que debe
ser realizado solamente en pacientes con riesgo intermedio, dependiendo de los
resultados del análisis del primer trimestre y han calculado que si la presencia o
ausencia del hueso nasal se añade a la investigación rutinariamente en el primer
trimestre el porcentaje de detección de T21 podría alcanzar más del 95 % con falsa
positividad de 5 % o del 90 % con falsa positiva de 2,5 % (35). La medida del hueso
nasal es un excelente marcador ultrasonográfico para detectar T21 cuando es realizado
por ultrasonografistas muy entrenados, alcanzando casi 100 % de sensibilidad con
valor predictivo positivo de 13,6 y negativo del 99,6 %, disminuyendo las falsas
positividades al 5 %; pero es de baja confiabilidad si se hace inadecuadamente en el
primer trimestre para evaluar T21 en poblaciones no seleccionadas (34).
La TN se define como una colección de líquido en el tejido celular subcutáneo del cuello
fetal que puede o no ser tabicado y abarcar el cuerpo entero fetal. Debe ser observada
en el primer trimestre del embarazo y ecográficamente se presenta como un área
sonoluscente (36). Para su medición, puede utilizarse la vía vaginal o abdominal. Se
obtiene una imagen en posición neutral, de un corte sagital del feto a mayor aumento,
que abarque la cabeza y el tórax superior. El cáliper debe ser colocado en el borde
interno de la translucencia, entre el tejido blando de la columna vertebral y la piel,
para medir el máximo grosor perpendicularmente al eje longitudinal del cuerpo fetal;
hay que enfatizar que la membrana amniótica está separada de la piel fetal, para que
no exista confusión. Se recomienda hacer varias medidas, tomando el máximo grosor
para el análisis (37).
Fue descrita en 1985 por Benacerraf y col. (38), como un aumento del tejido blando en
la parte posterior del cuello de fetos afectados por SD evaluados en el segundo
trimestre del desarrollo mediante ecosonografía; pero el término fue introducido a la
literatura médica por Nicolaides en 1992, quien lo evaluó durante el primer trimestre
(36).
La medida del grosor de TN debe hacerse entre las semanas 11-13 + 6 de acuerdo con
la fecha del UPM; si no hay este dato debe realizarse cuando la longitud corona-
rabadilla esté entre 45 y 84 mm (39). Durante esta etapa del embarazo suelen
observarse bien con ecosonografía otras anormalidades como acrania y anencefalias,
se detectan las 4 cámaras cardíacas y la vejiga urinaria; también se logra alcanzar una
posición neutral del feto, hay menos confusión con otras acumulaciones líquidas, se
puede realizar la biopsia corial y es menos peligroso la evacuación uterina (40). Los
valores se expresan en mediana y percentil porque la TN aumenta con CRL (39); los
valores de la mediana y percentil 95 para CRL de 45 mm son 1,2 y 2,1 mm y para un
CRL de 84 mm está entre 1,9 y 2,7 mm respectivamente; el valor del percentil 99 de
TN no está influenciado por CRL y corresponde a 3,5 mm. Tampoco lo está por la raza,
paridad, número de embarazos, diabetes controlada, fumar cigarrillos, género,
sangrado del primer trimestre o uso de técnica de reproducción asistida (20).
Platt y col. (46) en un estudio patrocinado por The National Institute of Child Health
and Human Development, conocido como Grupo de estudio BUN publicaron un
análisis de 4 325 mujeres, originalmente eran 7 392, que previamente habían sido
evaluadas con TN y bioquímica en el primer trimestre (hCG total, estriol no conjugado
y AFP) con el objetivo de evaluar riesgo de T 21, hallaron que 4 145 tuvieron tamizaje
negativo y 180 positivos (> 1:270).
Del total de 4 325 muestras negativas del primer trimestre, hubo 7 fetos con T21, 6 de
las cuales fueron reveladas por las pruebas bioquímicas del segundo trimestre. Todos
los 7 casos de T 21 que fueron positivos también fueron identificados por los análisis
bioquímicos del 2º trimestre, pero con un porcentaje de selección positivas del 38 %.
Este estudio demostró que al usar estos métodos juntos de esta manera, durante el
primer y segundo trimestre, en forma secuencial, la sensibilidad es de 98 % en T 21
con porcentaje global de falsos positivos de 17 %, con punto de corte de 1:270 para
T21 (46).
Existen razones para tratar de establecer metodologías poco invasivas, que permitan
acercarse al diagnóstico prenatal de las trisomías, en particular para SD y en los
últimos 10 años han emergido combinaciones de ellas; a saber: a) utilización de TN
sola, con o sin evaluación de los huesos nasales, b) método combinado de TN y
estudios bioquímicos del primer trimestre, c) método integrado que combina TN,
marcadores bioquímicos del 1º y evaluación de 4 marcadores del 2º trimestre: hCH,
E3, AFP e IA, utilizado en el estudio FASTER (siglas inglesas de First and Second
Trimester Evaluation of Risk Trial) (47) y el más moderno el d) que utiliza marcadores
de ambos trimestres de manera secuencial y TN.
Aunque hay datos limitados en relación con la utilización de los métodos combinados,
el estudio BUN de Wapner y col. (49) establecieron que con un punto de corte de 1/
270 y porcentaje de 9 %, el 85 % de los fetos con SD deben ser diagnosticado con NT,
β hCG y PAPP-A y que los datos publicados del estudio FASTER de 2003 muestran un
90 % de sensibilidad y porcentaje de tamizaje positivo del 14 % con NT, PAPP-P y β
hCG (50).
Con menor proporción que las técnicas ultrasonográficas descritas, otras modalidades
han sido utilizadas para detectar anomalías cromosómicas, e incluyen: acranias,
excencefalias/anencefalias, encefalocele, hidrocefalias y holoprosencefalias en el
sistema nervioso central, defectos cardíacos como septos atrioventriculares, "ectopia
cordis", isomerismo de la aurícula izquierda e hipoplasia del ventrículo derecho que se
observan con relativa facilidad en el primer trimestre y cuando se asocian a TN son
bastante sensitivos. Los defectos de tubo digestivo y de la pared abdominal pueden ser
diagnosticados en el primer trimestre; pero algunos pueden traer confusiones como las
hernias que se parecen a la herniación fisiológica del intestino medio que puede ser
normal hasta la semana 12 y el onfalocele que se no observa hasta las 12 semanas o
antes de que el feto tenga un CRL de 45 mm; la gastrosquisis se puede diagnosticar
por ecografía transabdominal o transvaginal en el primer trimestre. Los riñones y la
vejiga urinaria se pueden observar durante la semanas 11 y 12, pero la enfermedad
poliquística renal a veces se observa en embarazos de mayor duración. El higroma
quístico se identifica con facilidad en el primer trimestre, se asocia a aneuploidías y
muerte fetal intrauterina, a diferencia de TN, ellos son tabicados y de gran tamaño
(52-55). Algunas de las malformaciones renales del sistema nervioso central se
asocian al síndrome de Meckel-Gruber, que es un trastorno autosómico-recesivo
caracterizado por una combinación de quistes renales y rasgos que incluyen anomalías
del sistema nervioso central- típicamente encefalocele, displasia quística-ductal
hepática y polidactilia (55).
Algunas pacientes de edades avanzadas quieren saber con exactitud que su feto no
presenta SD y ellas preferirán la utilización de la amniocentesis; otras sobrepesarán los
riesgos, exigirán mayor información sobre las técnicas no invasivas disponibles y si el
riesgo es desproporcionado declinarán de la amniocentesis.
Las células fetales pueden ser recogidas por lavado uterino o endocervical, cepillos
cervicales o aspiración del moco y también pueden enriquecerse por técnicas similares
a como se realiza en las maternas; se ha aplicado entre las 6 y 13 semanas (60). La
calidad de las células recolectadas es un factor limitante; cuando es buena, hay alto
porcentaje diagnóstico, sin embargo, este método es poco confiable (61).
DNA de células fetales en sangre materna y DNA fetal libre en sangre materna
Las técnicas para la obtención y manipulación de células fetales en sangre materna son
costosas, engorrosas y no son altamente confiables, por lo cual se ha tratado de
analizar el DNA fetal que circula libremente en la sangre materna, que ha podido ser
detectado a los 32 días de gestación, alcanzando el 6 % del total de DNA circulante al
tercer trimestre (62). Este método que ha sido utilizado para la determinación del
sexo, con casi el 100 % de exactitud (63,64) puede ser usado para diagnosticar los
trastornos genéticos ligados al cromosoma X (65).
Costa y col. (65), analizaron suero de 129 mujeres entre 10-13 semanas de embarazo
con mucho riesgo de este tipo de afección e identificaron correctamente a 70 fetos
machos y 50 femeninos. Otros estudios se han realizado con el fin de diagnosticar
hemofilia, distrofia muscular, retardo mental ligado al cromosoma X, síndrome de
Alports, deficiencia de 21 hidroxilasa, para determinar pacientes Rh negativos, aunque
a la fecha todavía se considera como un método de investigación (12).
Una técnica que puede identificar DNA fetal, que había sido un obstáculo para
distinguirlo del DNA materno ha sido ensayada y publicada recientemente por Dhallan
y col. (66), usando un simple polimorfismo de nucleótidos, y determinar el número de
cromosomas fetales presentes en sangre materna. Analizaron 57 muestras de sangre
de padre y madre de embarazadas normales y de tres embarazadas con fetos con SD,
utilizando el tratamiento con formaldehído y las muestras maternas cuantificadas como
múltiples polimorfismos de simples nucleótidos. La cantidad de DNA fetal libre en las
muestras fue variable con promedio de 34 %, pero muy bajo en el primer trimestre. La
amniocentesis realizada a los recién nacidos fue correctamente determinada en 58 de
60 muestras, identificando 56 de 57 muestras normales y 2 de 3 muestras con T21; lo
que se tradujo en 1 falsa negativa y una falsa positiva, con sensibilidad y valor
predictivo positivo de 6 % y un valor predictivo negativo de 98,2 %. Aunque la
muestra fue pequeña se piensa que podría ser utilizada en conjunción con otros
métodos de tamizaje como TN, bioquímica y ecosonogramas genéticos.
ADAM 12
Cuando utilizaron PAPP-A y ADAM 12 solos entre 8-9 semanas pudieron identificar el
91 % de los casos, con 5 % de falsas positivas; creen que su uso es eficiente en SD,
aumentando la eficiencia su uso secuencial en el primer trimestre, además puede ser
beneficioso en aquellos lugares en los que exista baja calidad de los estudios de
ultrasonido (72). Posteriormente, Christiansen y col. (73) lo utilizaron en el segundo
trimestre (14-19 semanas), en 88 mujeres con fetos portadores de SD y 343
embarazadas que sirvieron como controles e hicieron correlación con AFP, βhCG libre;
encontraron que ADAM 12 estaba significativamente aumentada en SD, con una
mediana de 1,85 MoM y un logaritmo medio de 0,268 MoM comparado con los
controles
Desde la primera publicación del síndrome conocido como síndrome de Down en 1866
se ha tratado de encontrar métodos confiables para su detección precozmente durante
la gestación y existen grandes adelantos al respecto, simples, complejos, bioquímicos,
morfológicos y genéticos; aunque con alta sensibilidad, la especificidad no alcanza al
porcentaje ideal. Se esperan nuevos avances.
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