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Los Días del Génesis

La Rebelión de Satanás

“El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero
mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando
salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del
padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues,
tiene cizaña? Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que
vayamos y la arranquemos? Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con
ella el trigo.” (Mateo 13:24-29) Hace mucho tiempo hubo una rebelión en la Creación. Hemos oído
hablar mucho aunque no, lógicamente, sobre el causante de dicha sedición. Esta contienda contra la
verdad y contra los seres humanos entorpeció el avance espiritual de las razas humanas en el
cosmos y destruyó la pureza genética de sus criaturas.

La rebelión fue física, mental y espiritual. Hubo división y guerras en todos los niveles. Este problema
vino a la Tierra, que era la expectativa para un nuevo desarrollo de la vida humana del código
“ADAM”. El Plan no se desarrolló de la forma esperada pero era menester que aún con las
desavenencias del sistema satánico los objetivos continuasen adelante. Y fue escrito: “Porque la
creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en
esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la
libertad gloriosa de los hijos de Dios; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud
de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.” (Romanos 8:20-21) De manera que, el
cosmos fue sujetado a inestabilidad por un tiempo para que no sólo la humanidad terrestre fuese
libertada sino el resto de afectados por “el virus del mal”, que se disgregó por quién sabe cuántas
galaxias, y esta ayuda les llegaría de la mano de los propios seres humanos de este mundo que
hayan alcanzado la iluminación y visualización del plan, quienes no se hayan escondido de
lasnecesidades de sus semejantes y hayan vivido en sanidad.
El profeta escribió: “¡Cómo caíste del cielo, Lucero, hijo del alba! Fuiste [lanzado] delante de la
presencia de la Tierra, Fénix hacia las gentes. Y tú dijiste en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, en
medio de las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los
lados del norte; sobre los lugares elevados en la nube, y seré semejante al Altísimo. Mas tú en
dirección del Sheól [has sido lanzado], a los lados del abismo.” (Isaías 14:12-15) El nombre “Fénix”
traduce del hebreo “Jolesh”, también como palabra compuesta “Jol-Esh” (arena-fuego). Muchas de
estas palabras aparecen una sola vez en la Biblia y su raíz etimológica es difícil de rastrear. Es
posible que Fénix venga del mito del ave que resurge de sus propias cenizas, como podría ser una
ilustración de fuego y arena como alegoría de un castigo ejemplar o una gran condenación.

El Génesis

Las teorías sobre el origen de la vida y del significado del Génesis han espoleado la mente de muchos
estudiosos a lo largo de los siglos. Los trabajos de Félix Guttmann Van Katz asumen que el Génesis
es de hecho el relato de la reorganización del reino de los cielos tras la famosa Rebelión de Satanás.
Otros investigadores como Zecharia Sitchin, aseguran que el Génesis de Moisés está inspirado en el
texto sumerio denominado “Enuma Elish” o “Epopeya de la Creación” sumeria, la cual describiría la
“construcción” de la Tierra o su parte de formación tras un impacto de un satélite del planeta Nibiru
con Tiamat (la antigua Tierra que, según Sitchin, estaría llena de agua y sería dos veces más grande,
y de la cual se habrían desgajado la Tierra y la Luna). No obstante, los creacionistas convencionales
sostienen que el Génesis es literalmente la narración de la creación de la Tierra hace unos 10.000
años. Olvidando las otras muchas narraciones hebreas sobre el origen de la vida y la creación, o la
infinidad de mitos del mundo sobre el susodicho, los investigadores han seguido sus propias, ya a
veces limitadas, líneas de investigación; como es potencialmente el caso de los creacionistas clásicos
o los propios evolucionistas que hablan del “diseño inteligente”.

El profeta Enoc narró la creación casi en la misma época que el Enuma Elish mesopotámico,
describiendo puntos muy similares a los hallados en textos como 2ª y 3ª de Baruc, 4ª de Esdras,
Apocalipsis de Sofonías, Libro Secreto de Juan, Evangelio de Felipe, Libro de Set, Evangelio de los
Egipcios, Libro de los Jubileos, Apocalipsis de Adán, Apocalipsis de Moisés, Copto de la Rebelión y
otros cuantos más, que desconciertan bastante por su cierta afinidad con ideas propuestas por Félix
Guttmann Van Katz e incluso con Zecharia Sitchin.

Se suele decir que Moisés escribió el libro del Génesis, así como los otros cuatro libros que
componen la Torá (Pentateuco), y los críticos creen que él tomo su “inspiración” de fuentes
mesopotámicas, cuando sólo con el Libro de Enoc y el Libro de los Jubileos, carecía de necesidad de
tomar referencias extranjeras –además de que él nunca pudo codificar la Torá (según el matemático
judío Elahu Rips), ni se inventó nada humanamente “porque nunca la profecía fue traída por voluntad
humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2ª
Pedro 1:21). Ciertamente se cree que Teraj (Taré), el padre de Abraham, era sacerdote en Nippur
(nombre que en sumerio significa: “del cruce”, o “ibrí” en acadio semítico, de donde viene el vocablo:
“hebreo”, y que hoy lleva a pronunciar la voz: “ibérico”), la ciudad de culto y religión de la antigua
Sumer tiempo después del abandono de Babili y la construcción del zigurat con el que se pretendía
“llegar al cielo”. Esto llevaría a suponer que Abraham tenía pleno conocimiento del Enuma Elish
sumerio, y además de los textos de su pariente Enoc, que pasarían de generación en generación
hasta los días de Moisés.

Un gran abismo

El Génesis parece comenzado al revelar que lo primero ya eran “Tohú ve Bohú” (caos y oscuridad),
así que, ¿antes de la luz ya estaba la oscuridad? Vemos que posteriormente dice: “hágase la luz”.
Claramente la luz hace de “las cosas invisibles” cosas visibles. Gracias a la luz podemos ver las
figuras y los colores, cada cosa bajo el espectro o nivel de intensidad lumínica: existen diferentes
campos de la luz, como luz infrarroja, luz visible y la ultravioleta. Sin el rebote o retorno del impacto de
la luz contra un objeto y su regreso al receptor (el ojo) no veríamos nada. Por esta razón
comprendemos la escritura que dice: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la
palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” (Hebreos 11:3) Primero
fueron hechas grandes cosas y posteriormente apareció la luz, para que las viésemos. Entonces,
¿vivíamos en un universo que “no se veía” antes que “fuese la luz”? Sin irnos muy lejos, tratando
únicamente con la fuente bíblica, encontramos que “había tinieblas sobre la faz del abismo”; cosas ya
creadas.
Ese abismo milenario fue “cubierto” o “recubierto” con masa de roca firme: “Desde el principio tú
fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos.” (Salmo 102:25 y Hebreos 1:10) ¿Dios dio
“fundamento” a la Tierra? Es decir, sobre un lugar informe, oscuro, invisible y/o inmaterial él “hizo roca
dura” –como reitera el profeta Enoc. La Tierra parece entonces estar “cimentada” sobre “columnas” o
“soportes” que antes no estaban: “El fundó la tierra sobre sus cimientos; No será jamás removida.”
(Salmo 104:5, 82:5, 18:7, Isaías 24:18, 51:16 y Miqueas 6:2)

La teoría de la terra-formación terrestre no es nueva ni exclusiva de las mitologías antiguas, ya que se


dice que ésta fue construida como cuerpo cóncavo que “diferenciaría” el abismo, debajo de la capa de
tierra –y que sería ahora su “cobertura”- y el cielo o universo, el uno del otro. ¿Estaban tratando de
aislar el abismo? ¿Con qué objetivo? Tengamos en cuenta que la Teoría de la Tierra Hueca no se
aplica únicamente a la Tierra sino a todos los cuerpos celestes.

Además de esto, se habla ya de “aguas”, y sobre esto hay más hipótesis: unas sugieren literalmente
que el agua ya existía; otras afirman que el agua son “naciones, pueblos, muchedumbres y lenguas”
(referencia de Apocalipsis 17:15); otras sugieren que la composición del agua (2 moléculas de
Hidrógeno y 1 molécula de Oxígeno) estaba disgregada por el cosmos y fue “reunida en un solo
lugar”, creando lo que llamamos “agua” (lo que explicaría por qué hay aguas encima del cielo –
Salmos 148:4) y mares. En todo caso no olvidemos que en este sentido hablamos de un solo plano,
siendo que Set, Enoc, Baruc, Isaías, Pablo y Juan en sus textos anexos, hablaron de más de 3 planos
existenciales o cielos –concretamente hasta 7-, los cuales no pertenecen a esta dimensión.

Otro punto que no tiene sentido es decir “fue la tarde y la mañana un día”. De la tarde a la mañana (la
noche), en el Ecuador terrestre, hay una media de 12 horas; por ende, ni es un día (24 horas), ni es
“de día”, si hablásemos aún de un juego de palabras. Esto lleva a deducir que habla de intervalos “x”
de tiempo para cada evento que estaba teniendo lugar “durante la noche”, o en medio de las tinieblas,
y cuyo concepto luego ya se volvió un costumbrismo. En todo caso, carecería de sentido tener que
“diferenciar” día de noche, puesto que el sol y la Tierra hacen esta función con el solo hecho de
existir. Entonces, puede que además de hablar del desarrollo o construcción de nuestro mundo, esté
hablando de la luz como “hijos de la luz” y de tinieblas como las “fuerzas de las tinieblas”.
El abismo y las aguas de arriba y abajo

Lo que parecen explicar Enoc, Moisés y Zecharia Sitchin –quien dice sacar su información de tabillas
sumerias-, es una separación de la masa de agua ya existente. Otras teorías hablan de
“distanciamiento” entre grupos que permanecían en la Tierra y en moradas celestes tras la rebelión, y
a quienes no se les había prefijado una ubicación concreta. Los puntos más importantes a los que el
investigador y estudioso del Génesis debe atender, son las referencias a dichas masas de “agua”, el
tan repetido “abismo” y los incomprendidos “cielos”, porque juegan el roll decisivo en la comprensión
de cómo fue construida la Tierra, y puede que simultáneamente otros planetas (pero es un tema que
ahora no abordaré).

Al parecer existía un abismo en un “universo” o “dimensión” que al ojo físico no era, o es, perceptible.
También habrían otras “moradas” o “mundos” imperecederos que vinieron con “la Palabra”; entonces
se hizo “luz” para que todo lo invisible del cosmos fuese visible. Aquí vemos que ese abismo quedó
dentro de la “tierra creada”, donde primero hubo “agua” y posteriormente “roca sólida”. La escritura
dice al respecto: “Éstos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la
palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por
lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua…” (2ª Pedro 3:5-6) O sea, que la tierra “viene
del agua”, tal como vemos hoy, que hay planetas que son inmensos almacenes de minerales y
compuestos de la Tabla Periódica de los Elementos, y como no, entre ellos está el agua como tal.
Evaluemos esto recordando los reportes que dicen que hoy NASA cuenta fábulas sobre planetas con
agua como el nuestro (digo “fábulas”, porque NASA sabe que hay planetas como el nuestro, más sin
embargo nos ocultan la verdad desde hace décadas). En este caso, ¿Tiamat sería una gigantesca
masa de agua? Hay muchas teorías posibles, pero lo claro es que el abismo estaba desde los inicios
y era una zona que debía ser limitada: “Antes de los abismos fui engendrada; Antes que fuesen las
fuentes de las muchas aguas.” (Proverbios 8:24, Salmos 33:7, 71:20, 135:6-7). También encontramos
que dice: “Con su ciencia los abismos fueron divididos, Y destilan rocío los cielos.” (Proverbios 3:20).
E igualmente hallamos: “Puso límite a la superficie de las aguas, Hasta el fin de la luz y las tinieblas.”
(Job 26:10) Está claro que el abismo debía ser limitado y el cielo separado de “los que estaban en el
abismo”: “Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; Cuando trazaba el círculo sobre la faz del
abismo; Cuando afirmaba los cielos arriba, Cuando afirmaba las fuentes del abismo…” (Proverbios
8:27-28)

Desarrollo de la vida

En el Libro de los Jubileos, Moisés escribió que en el Primer Eón Jehovah Elohim hizo “siete grandes
obras”, concretamente: la creación del SHAMAIM (en acadio: “Gente del Cohete”, y en hebreo: “Allá
hay Pueblos”) que está encima de la Tierra; lo segundo serían las MAIM (aguas); luego todos los
espíritus que sirven al Señor, es decir, los ángeles; luego los espíritus del resto de criaturas que están
en la SHAMAIM y los que están en la ARETZ (Tierra); el TEHOM (Abismo) de las JOSHEJ (Tinieblas)
y la LAILA (Noche); por último, la OR (Luz), el EREB o SHAJAR (Alba) y el IOM (Día [de luz]).

Posteriormente se menciona la división de las aguas y las tres grandes obras del Tercer Eón: las
aguas reunidas en un solo lugar, la tierra seca, las semillas y los árboles, y el Jardín del Edén.
Entonces, en el Cuarto Eón aparecen el sol, la luna y las estrellas, junto con las estaciones y los
ciclos, tanto para servir de señales del tiempo como para separar la luz de las tinieblas.

Para el Quinto Eón crea los seres vivos: TANINÍM (Dragones) en las TEHOMOT HA MAIM
(Profundidades de las aguas), los peces y demás criaturas acuáticas, los ZVUVÍM (voladores), y OF
(ave); para dar lugar al paso del sol el cual trajo el mantenimiento de la vida y los resultados del fruto
de la Tierra y de los árboles. Entonces llega el día de la aparición humana, pero no sin antes dar lugar
a la vida de las BEHEMA (bestias), NEFESH JAIÁ (almas vivientes) Y HA REMESHET (los reptantes),
que seguramente sean los famosos dinosaurios. Esto pasa entonces a la última fase que es la
creación del ADAM (humano), tanto ISH (varón) como ISHÁ (varona).

La luz y la vegetación

Existen innumerables ideas sobre la producción de las semillas y las plantas, así como la formación
de los astros. Enoc afirmó que había un enorme paralelismo entre los astros y los ángeles de Dios,
así como en su creación. De esta manera, tal como habrían “luces” en el cielo para iluminar
físicamente “la noche” o el espacio, también habrían, espiritualmente hablando, luces para luchar
contra la “oscuridad”, es decir, ángeles buenos para contrarrestar a los ángeles malos, o míticos
“dioses”. De la misma manera, al tiempo que aparecían las semillas (ya que la tierra daba vida vegetal
por si sola hasta que comenzó la hambruna y las sequías, en épocas de dichos dioses mitológicos)
también empezó a llegar el “alimento espiritual”.

Después se habla de “dos grandes lumbreras”, que podrían ser el sol y la luna, a pesar de que hay
interrogantes sobre esto: Si es el sol, ¿qué iluminaba al principio?, si es la luna, ¿acaso ella no refleja
la luz del sol? Cierto o no, mitos antiguos dicen que al principio en la Tierra no había luz, o sea, no
estaban aún ni el sol ni la luna, únicamente había oscuridad en la gigantesca masa de agua que
estaba suspendida en el espacio, en la Primera Creación, la cual dejó de ser cuando tuvo lugar el
Diluvio. Otras suposiciones llevan a pensar que pudiese tratarse de dos emblemáticas figuras
angélicas: Gabriel y Miguel, uno para encargarse del ministerio de la luz y otra para luchar contra las
tinieblas. En la 1ª Enoc capítulo 23 se habla de una luminaria que anda sin cesar y que guía a las
otras luminarias, pero no dice si es una mayor o una menor. No obstante, sí habla más adelante sobre
una “lumbrera menor”, diciendo: “Después de esta ley, vi otra ley, que trata sobre la pequeña
luminaria, cuyo nombre es luna.” (1ª Enoc 73:1) Y más adelante, en el capítulo 75 habla de“las
lumbreras que iluminan la Tierra”, refiriéndose a ángeles que cumplen funciones específicas, lo cual
nos lleva al mismo principio básico: los planetas y estrellas están interrelacionados con figuras
angélicas tal como con los dioses.
Complemento esto con el propio capítulo 78 que dice: “Y esos [son los] nombres de Shamash (el Sol):
el primero Ur-Jerem (Luz Picante) y el segundo Jama (Ardiente). Y la luna [tiene] cuatro nombres: el
primer nombre es Ishonia (La que Duerme), el segundo [es] Lebana (La Blanca), el tercero [es] Ben-
Kese (“Hijo Asentado” o “Amanecer de Luna Nueva”) y el cuarto [es] Iareaj (Luna); Esas dos meorot
(“luminarias” o “enseñadoras”), [son] las grandes circulares, porque [están] alrededor de los cielos y la
circularidad de ellos dos [tan] grandes [es] semejante.” Dice que la circularidad como “circunferencia”
o perfección circular es idéntica, es decir, son perfectamente redondos y se desplazan en órbitas.

Animales

La aparición de la vida es ahora el escenario en el que todos quieren coincidir, muchos atribuyéndola
al azar y otros a la mano mágica divina. Los sumerios creían que sus dioses crearon los animales de
campo (vacuno, principalmente) cuando empezó a escasear el alimento, pero nunca se menciona a
los dinosaurios. La referencia sumeria más antigua a reptiles es precisamente la tablilla de arcilla más
vieja jamás hallada: “Los reptiles verdaderamente descendieron. La tierra está resplandeciente como
jardín bien regado. En aquella época Enki y Eridu no aparecían. La luz del día no brillaba, la luz de la
luna no emergía”. Lo más extraño de esta escritura es que dijera que “los reptiles bajaron”. Es
también en el ámbito creacionista un gran problema, ya que a pesar de las justificaciones en la
datación de los estratos, estos enormes reptiles son tremendamente antiguos para entrar en el record
convencional. Es curioso, pero dice Génesis: “produzcan las aguas”, y esto parecería un concepto
milagroso o evolutivo, porque las aguas produjeron la vida, según el evolucionismo, pero es extraño
que diga que “las aguas produzcan aves”.

En este sentido, Enoc dice lo mismo que Moisés, pero en la 2ª de Baruc encontramos que dice que el
Señor creó a los “grandes monstruos marinos”, que en hebreo es realmente “tanín” (dragón). De
manera que fueron creados dragones, no monstruos marinos –en todo caso serían “chacales”, que es
otra traducción que tiene la voz “tanín” en algunos casos. Podríamos creer que Dios creó los
dinosaurios, pero está escrito que estos dragones “están destinados para el día y la hora del Señor”, y
son leviatanes o serpientes (Leviatán y Behemot o Leviatán Serpiente Veloz y Leviatán Serpiente
Tortuosa) destinados para la guerra del fin de los tiempos. Tal como sugiere R. A. Boulay el término
“serpiente” o “dragón” podría ser una descripción genérica. La podríamos utilizar para denominar a la
mítica raza reptil, a los dinosaurios, a los reptiles comunes o a las carrozas divinas gigantes
Así que el misterio de dichos animales se acrecienta. Las aves que crea, por ejemplo, tienen la orden
de “volar en la Tierra por la vacuidad de los cielos”, o sea, estar en la Tierra volando. Pero, ¿son
animales o son otra cosa? Vemos narrado en el Nuevo Testamento: “Y [Pedro] tuvo gran hambre, y
quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que
descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en
el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz:
Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o
inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú
común. Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo.” (Hechos 10:10-16)
Pedro se reuniría con Pablo y éste le informaría que Jesús le mandó a predicar a los gentiles. Pedro
comprendió entonces que esos animales que vio simbolizaban a las gentes de las naciones.
Viéndolo de otra forma, oficialmente las formas de vida que primero existieron en la Tierra fueron
dinosaurios (reptiles) y luego vinieron los mamíferos. Aquí se nombran dos géneros: “nefesh jaiá”
(almas vivientes) del agua y “of me ofef” (volador que vuela), ¿serían reptiles acuáticos y reptiles
voladores de la prehistoria? Lo cierto es que hay pocas referencias a esto, o que puedan refutar
conceptos sencillos, como diría el principio científico de la Navaja de Occam. Después aparecen los
animales de la tierra, en un verso que el traductor nuevamente tergiversa, ya que solamente
menciona “bestias y reptiles”. Ciertamente esos dos son los géneros básicos de los animales de la
Tierra, pero así como en los conceptos de los astros, de la luz y la oscuridad, y de los leviatanes
míticos, hay un contexto simbólico que esconde otra cosa. Por esto hay que leer bien cuando dice:
“Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.” (Génesis 2:1) O sea, fueron
hechos los cielos y la Tierra, pero además “todo el ejército” de ambos. ¿En qué momento apareció
ese ejército? Es como si nos contasen dos historias paralelas: mientras una parece netamente
creacionista, la otra simula la disposición de cuestiones militares y alegóricas a la situación espiritual
de entes malignos y seres angélicos en otrora.

Fin de la obra

Al finalizar al primer capítulo del Génesis se habla de Adán y Eva, y del Día de Reposo. Jesús dijo
algo desconcertante para los que no comprendían el significado de estos últimos dos intervalos de
tiempo, llamados “días”: “También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el
hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.”
(Marcos 2:27-28) Adán y Eva aparecen en escena y luego se concluye la obra “pare seguir haciendo”,
pero ¿el día de reposo fue hecho “por causa” del hombre? Entonces, ¿Qué es el hombre y qué es el
día de reposo?

Las Setenta
La Visión de Daniel

Como en todo objetivo, en las cosas celestiales existe un PLAN. Este plan fue enseñado a varios
profetas y se desglosa en toda la historia de Israel. En el caso del profeta israelita Daniel en la tierra
de Babilonia, y por boca del príncipe Gabriel, se le hace saber todo cuanto sucedería desde sus días
hasta el tiempo del fin, de una forma muy peculiar, y no sólo en una ocasión sino en varias visiones.
Éste comandante le dijo en una de sus apariciones: “70 conjuraciones están determinadas sobre tu
gente y sobre tu sagrada ciudad, para acabar la trasgresión (y sellar), [y terminar] los pecados
(pecaminosos), y cubrir la iniquidad, traer la rectitud perdurable, sellar la visión y la profecía y ungir al
Santo de los santos. Sabe, pues, y se prudente, que desde la salida de la palabra para retornar y
construir Ierushalaim (Jerusalén) hasta el Mesías Superior (líder), habrán 7 conjuraciones y 62
conjuraciones; se volverán a edificar la plaza y la trinchera en tiempos [de] tribulación. Después de las
62 conjuraciones será cortado (destruido) el Mesías, y ya no estará. Y la ciudad y el santuario serán
arrasadas por gente de un líder que vendrá, su final llegará [como] en inundación, y hasta el fin de la
guerra durarán las devastaciones. Y [él] fortalecerá convenio con muchos [por otra] semana, y a la
mitad hará cesar el sacrificio y el tributo (ofrenda). Y al finalizar [vendrá] abominación desoladora para
culminar, y lo decidido se derretirá sobre el desolador”. (Contexto hebreo de Daniel 9:24-27).

El plan giraba en torno a:

Su gente: Israel.
Su santa ciudad: Jerusalén.

Si miramos las versiones bíblicas convencionales, veremos que las traducciones no son fidedignas. El
texto hebreo no dice: “shibím shavuot” (70 semanas), sino: “shabeím shibeím” (70 conjuraciones). El
número “7” en hebreo es: “sheba” o “shbá”, la palabra: “séptimo”, es: “shivá” o “shiví”, de donde
deriva: “Shabeí” (Sh-b-a/e). Por otro lado, en hebreo la palabra “semana” es: “shavua”, y
conjuraciones es: “shibeím”.

Mirando el texto, observamos la separación entre 7 objetivos y 62 objetivos, tras ellos el Mesías es
“quitado”. Estos objetivos entraban en un determinado patrón de tiempo:
Desde: La salida de La Palabra para regresar y edificar Jerusalén.
Hasta: El Mesías líder.
Luego: viene la desolación que continuará hasta la condenación de Satanás.

Es posible que esas 7 etapas se dieran desde esos días hasta la llegada de Jesús, o simplemente
englobasen el “plan” con la Casa de Israel desde Adán. Digamos, de momento, que las “Shabeím
shivá” (7 conjuraciones), que se mencionan como inicio, corresponden con las “shivá iomím” (siete
lapsos) del Barashit (Génesis), mal llamados “siete días del Génesis”. Las otras 62 conjuraciones
corresponden con Jesús. Él mismo hace que se cumplan. Por último, después de estas 69
conjuraciones (7 + 62), queda una “última conjura” a la que sí se le llama “Ha Shavua” (La Semana).
En esta “semana” es cuando el Mesías hace “llamamiento” a muchos y hace “convenio” con ellos. En
este intervalo de tiempo hay un “intermedio” en el cual son sacados de la tierra un número selecto de
personas la cuales viven en constante “sacrificio”. También son sacados los muchos de ellos que
yacen en el Seno de Abraham y son la “ofrenda” de los resucitados que el Hijo va a llevar al Padre.
Este proceso hace parte del denominado “rapto” o “arrebatamiento”. Es decir, Jesús llevaría a cabo,
en resumen, estos dictámenes principales:

Control del mundo de los muertos: La Resurrección.


Llamamiento y convenio con el “sacrificio continuo”: vivos y muertos: La Esposa.
El Arrebatamiento, Rapto o Abducción ante la venida del Anticristo: La Apostasía.

Entonces al finalizar este espacio de tiempo, viene la Abominación Desoladora y en su cúspide final
Satanás es muerto y echado al Gehena (El Lago). Pero llevemos el desarrollo del tema por partes:

7 conjuraciones: A pesar de parecer similar a los 7 Días del Génesis, es posible que se refiera
efectivamente al retorno de los judíos desde Babilonia en tiempos de Ciro y la restauración de
Jerusalén hasta la concepción de Jesús.

62 conjuraciones: El desarrollo del Plan por parte del Mesías.


1 conjuración (La Semana): Desde que el Mesías es “sacado” de La Tierra hasta el día en que
Satanás muere y se establece el Gran Juicio. (Esa “semana” constituye lo expuesto en el Libro del
Apocalipsis)

El Plan de Dios en manos del Mesías

El objetivo de Iehovah Elohim, giraba en torno al “pueblo” (Israel) y a la “santa ciudad” (Jerusalén) de
la persona a quien le estaban hablando (Daniel), y este PLAN debía sacarse adelante mayormente
por medio del Mesías, que no es otro sino Jesús, el Hijo del Dios Viviente. Este PLAN, en su conjunto,
estaba explicado de esta manera:
Acabar la transgresión y sellarla: Jesús pagó por los pecados del mundo.

Terminar los pecados: empezar a erradicar la práctica del pecado en el mundo. Ya no se ejecutará
más desde que Satanás muera.
Cubrir la iniquidad: el perdón de pecados para no constar en el Libro de la Vida.
Traer la rectitud perdurable: viene la justicia, la honradez y la vida correcta a los hombres.
Sellar la visión y la profecía: Establecen y hacen oficial el cumplimiento de la venida del Hijo de Dios.
él morará entre los hombres.
Ungir al santo de los santos: Investir y coronar al Mesías.

“El aguijón del pecado es la muerte”, así que desde que hubo pecado también reinó la muerte. Escrito
está: “No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés…” (Romanos 5:14), y esto sucedió por
dos razones principales:

1. Aparecieron “seres” que se hicieron pasar por dioses y dominaron el mundo. La guerra contra ellos
nunca ha cesado pero el mundo quedó a la merced de dichos “señores” mientras Dios llamaba a
Abraham.

2. No hubo Ley. No existía Ley. No fue sino hasta Moisés que fue establecida la Ley (Los 10
Mandamientos) que la humanidad tuvo “luz de conciencia”.
De manera que, con Moisés se podía identificar todo aquello que tenía a la raza humana “muerta”
(separada de Dios) en el sentido espiritual. Pero aún el hecho de practicar el pecado llevaba al
“distanciamiento” entre Dios y los hombres. Por esa razón se les enseñó a sacrificar animales como
pago o “expiación” de pecados. ¿Qué hizo Jesús sobre este respecto? ¿Acaso no dio su propia vida
por los pecados de todos? Jesús rompió el molde establecido del holocausto de animales dando su
propia vida, pero “una sola vez”, y a partir de ahí todo aquel que se sujeta a Cristo está bajo la
cobertura de la “expiación de pecados” (la gracia), es decir, “no está muerto”. Así entendemos que
con Cristo hemos sido “resucitados”, ya que cuando éramos del mundo estábamos muertos en las
transgresiones, pero en Cristo hemos vuelto a “vivir”, a tener “relación con el Padre Creador”, y
entonces así ser lo que debemos ser: Hijos de Dios. por ello nadie que no naciere de nuevo no podrá
heredar el reino de Dios.

Lo más probable es que las primeras 7 conjuraciones fuesen objetivos a cumplir desde la expatriación
de los judíos a tierra de Babilonia hasta que llegase Jesucristo, y los 7 intervalos del Génesis hiciesen
parte del “bloque” o “plan” anterior, antes del establecimiento de Israel como nación. De manera que
entendemos que por Cristo fue “cubierta la iniquidad”, se nos enseñó a vivir en sanidad, para “acabar
la transgresión” y “terminar los pecados”. Así mismo, Jesús enseñó lo que era la Vida Eterna y el
Reino de los Cielos, con lo cual así mismo nos enseñó a comportarnos como “dioses” (Hijos de Dios),
trayendo la “rectitud perdurable”.

Entonces, con su propia venida cumplió lo profetizado sobre él desde los tiempos antiguos y cumplió
todo en sí mismo. Así, “hechas todas las cosas nuevas” y efectuando todo el PLAN que estaba
esperando por él, para que él las ejecutara, fue “sellada la visión y la profecía”. Y también él mismo
fue “ungido”, entendiendo que él, Cristo Jesús, es el Mesías, el “santo de los santos”.

Ahora bien, Gabriel dijo a Daniel sobre otros eventos que sucederían:

Después de las 62 conjuraciones será “quitado” el Mesías y ya no estará: Jesús murió, resucitó y fue
alzado al cielo.
La Ciudad (Jerusalén) y el Santuario (el Templo) serán arrasados: Esto ocurrió en el año 66-70 d.C.
cuando el emperador romano Tito mandó sus ejércitos contra Jerusalén y la arrasó.

Su final llegó como inundación: Lo que quedaba de Israel fue desterrada en el año 135 d.C. bajo el
mandato del emperador romano Adriano.

Hasta el fin de los tiempos durarán las devastaciones: Esa tierra siempre ha estado en guerra, desde
que llegaron a la Tierra Prometida dominada por los cananitas, y así seguirá hasta el tiempo del
Armagedón –incluso en días del levantamiento de Gog.

Él fortalecerá convenio con muchos: Jesús llama a muchos a hacer parte de su equipo, y “pacta” con
ellos una vez aceptan a Jesús “en su corazón” como su “rey, señor y salvador” y creen que él es “el
Hijo de Dios”.

Hará cesar el sacrificio y el tributo (ofrenda): Muchos de estos elegidos vivían, viven y vivirán en
“aflicción”, porque habitan en el mundo. Estos son conscientes de que no son parte de este mundo,
pues este mundo, como hoy está, es del Enemigo, y así será hasta que él sea quitado. Ellos esperan
en Cristo “sacrificándolo” todo y son el “ofrecimiento” que Jesús llevará al Padre como “testimonio”.
Pero eso sucederá en el denominado “Arrebatamiento”, que pronto ha de acaecer.

Vendrá la Abominación Desoladora: Tras ese evento aparecerá el Hijo de la Perdición, que es un
falso mesías y aun anti-cristo. Él reinará por poco más de 3 años y medio, y hará toda su voluntad en
La Tierra, recibiendo todo el poder de todos los gobiernos.
Lo decidido se derramará sobre el Desolador: El Hijo de la Perdición reinará hasta que llegue el
momento determinado cuando el “Desolador” (Satanás) page por todo lo que ha hecho y recaiga
sobre él todo lo que ha sido juzgado y profetizado.

Y este Plan ha sido señalado sobre el pueblo de Dios (Israel) para dar luz al mundo, pero hoy el
mundo ya tiene la luz (la Biblia) y puede acceder al Cuerpo de Cristo por sí mismos, si así lo
considera el Espíritu Santo y el propio Jesús.
Anexo

Observemos algunos puntos interesantes que habíamos pasado por alto, en Daniel 9:22 Gabriel dice:
“he salido”, pero, ¿de dónde ha salido? ¿Por qué no dice: “he bajado” o simplemente “he venido”?
Querrá decir que “a salido de la guerra” con tal de venir y llegar hasta Daniel a revelarle las cosas.
Luego en Daniel 9:23 Gabriel afirma: “Al principio de tus ruegos fue dada la orden”, pero, ¿cuál
orden? Precisamente la orden de que se manifestara lo que Daniel estaba suplicando. Daniel pedía
por su pueblo, para que fuesen devueltos a Jerusalén de la deportación a la que los llevó
Nabucodonosor.
Unos veros más abajo, en Daniel 9:25 escribió el traductor que reza: “Plaza y muro”, cuando en
hebreo dice: “Rehob ve-Jarutz”, que significa: Rehob = amplio, calle ancha, plaza; Jarutz = oro,
decisión, diligente o foso. Entonces tenemos: plaza y oro. ¿Estará refiriéndose a la Nueva Jerusalén?
(ver: Apocalipsis 21:18) Además, esa plaza y ese oro se levantarán “en tiempos angustiosos”. ¿Qué
tiempos angustiosos hubo en días del profeta Esdras o del rey Artajerjes? Ha habido conflictos desde
siempre en todas partes, y en Jerusalén sólo hubo algunos legalistas que se reusaban a la
reconstrucción del Templo, pero eso fue todo (ver: Esdras 4:7). Así que, ¿en qué lugar fueron tiempos
angustiosos? ¿Lo habrán sido para los babilonios cuando los medo-presas los vencieron o lo serían
después para los persas en días del macedonio Alejandro Magno? O más bien, como cita en hebreo:
“tiempos atribulados” conforme a lo de “arriba”. Creo que se refiere a que esas 7 y 62 (desde el
levantamiento de “esa” Jerusalén -7- hasta la muerte del Mesías -62- = 69) serían en tiempos de Juan
el bautista y Jesús: “Desde los días de Juan bautista el reino de los cielos sufre violencia y los
violentos lo arrebatan.” (Mateo 11:12)

Analizando a la luz del idioma hebreo en Daniel 9:25, dice correctamente que “desde la salida de la
Palabra para regresar y construir Jerusalén”. Tenemos pues aquí una aparente mención al regresar
de los deportados, pero junto con la construcción de la Jerusalén celestial, puesto que no menciona
absolutamente nada sobre la reconstrucción del Templo, sino de “Jerusalén”. Aunque se puede
asumir que se refiera a ambas cosas. El hecho es que en ningún momento menciona el Templo.

Luego, Daniel 9:26 nos lleva a otro punto clave en torno a la explicación de Gabriel: “hasta el fin de la
guerra durarán las devastaciones.” ¿Hasta el fin de cuál guerra? ¿El conflicto en oriente próximo?
Posiblemente, pero visualicemos el contexto general para aducir que se esté refiriendo precisamente
la misma guerra que cita antes sobre los “tiempos angustiosos”, y que tiene que ver con la “violencia”
que comenzó en días de Juan, allá arriba. Si no fuese esta guerra, y hablase de la invasión de Tito o
Adriano, ¿acaso no es una obviedad que las devastaciones no culminan hasta el final de una guerra?
Además, no hubo realmente ninguna guerra en aquellos días ni con las referencias que da Gabriel,
salvo que se hable del Armagedón. Las batallas y revueltas de los días de los macabeos eran guerras
de guerrillas, con lo cual puede estar hablando del fin del enfrentamiento allá arriba. Además, Daniel
es particularmente propenso a escribir sobre este evento “celestial” desde el capítulo 7 hasta el fin de
su libro.

Entonces, ¿era una guerra en la Tierra o era una batalla cósmica? Daniel 10:1 dice que “el conflicto
era grande”, ¿cuál conflicto? Evidentemente del que ya se venía hablando bajo pseudónimos como
“rey del norte y del sur” o “el macho cabrío y el carnero” o “los reyes de Persia y Media contra Grecia”.
Aquel enfrentamiento allá arriba, porque de otra manera no tiene ninguna lógica que Gabriel le diga
que “el príncipe del reino de Persia se le opuso durante veintiún días”. ¿Cómo se come eso de que al
mismísimo Gabriel se le oponga el “zar” (líder) del Paras (Persia)?, y además añade que “Miguel, uno
de los principales príncipes, “vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.” (Daniel 10:13)
¿Quedó allí? ¿Allí dónde? Ya Daniel está en Persia, bajo el reinado de Ciro, así que ¿de qué
enfrentamiento estaba hablándole Gabriel? Además de que Gabriel no da nombres propios cuando
los profetas sí dan nombres propios, para que quede constancia de todo. Sobre lo del “zar” –no dice
“nasik” (príncipe) ni dice “nagid” (soberano)- tenemos claro que no es un rey (melej) aunque se le
llama “el” príncipe. ¿Acaso no hay más príncipes? De hecho, dice: “quedé allí con los príncipes”.

Otra cosa es que, si fuese con los dioses con quienes se están enfrentando, ¿por qué no
decirlo? Muy posiblemente porque no estaba permitido hablar de ellos ni se les iba a referir como
dioses (ver: Josué 23:7). En Daniel 10:20-21 Gabriel dice: “ahora tengo que volver para pelear contra
el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá. Pero yo te declararé lo que
está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.” Y
añade en Daniel 11:1: “Y yo mismo, en el año primero de Darío el medo, estuve para animarlo y
fortalecerlo.” Claramente no hay problema en citar los nombres de los gobernantes terrestres, así que,
¿Por qué no dijo quiénes eran esos “zares” contra los cuales se enfrentaban él y Miguel? Y vuelve la
pregunta: ¿desde cuándo los arcángeles pelean con príncipes terrestres? Y si así fuera, ¿cómo es
posible que fuesen refrenados por ellos? ¡Incluso por 21 días!

Gabriel aclara que después de enfrentarse al príncipe de Persia tendrá que enfrentarse al de
Grecia, que claramente no es en la región del Peloponeso, pues esta estaba bastante dividida
políticamente. Lo que se intuye es que no habla de los reyes y príncipes de dichas naciones sino de
los “zar” (líderes) que los manejan desde arriba. En el libro del ruso Zecharia Sitchin sobre “Las
Guerras de los Dioses y los Hombres”, el escritor explica cómo los dioses dejaron de hacer acto de
presencia ya en tiempos de Abraham, para únicamente respaldar a los reyes que ellos mismos
subían al poder, mientras los propios dioses se mantenían alejados de los hombres y sus ciudades
cada vez más. En sus trabajos, Sitchin, lleva a pensar que efectivamente los dioses controlaban las
regiones y al haberse cansado de las guerras entre ellos mismos, utilizaban a los reyes puestos por
ellos mismos sobre las ciudades, donde a “ellos” (los dioses soberanos del país) se les daba culto, se
enfrentaban en guerras por el poder. De ahí el hecho de que les construyesen estatuas en ciudades
concretas o se consagrase una ciudad en honor a su dios regional.

La Semana

La Semana

Apocalipsis

El libro del Apocalipsis constituye el último y definitivo plan de Elohim para erradicar a Satanás de la
faz del cosmos y restablecer el orden. Se trata de “La Semana” a la cual hace mención Daniel como la
última de las 70 conjuraciones. No obstante, los eventos no fueron advertidos hasta Juan, el discípulo
de Jesús, aunque Isaías recibió una visión concreta de los hechos al menos 600 años antes. El libro
de la Revelación (griego: “apocalipsis”) consta de varias partes que encausan los eventos que
representan los casi 2000 años de historia de la Tierra desde Juan Zebedeo hasta el Juicio.

El libro de la Revelación de Juan se esboza de la siguiente manera:


- Carta a las 7 Congregaciones.
- La Organización de Dios.
- El libro con los 7 sellos.
- Los 144.000.
- Las Trompetas.
- Misión de Juan para la Gran Tribulación.
- El Armagedón.
- La guerra celestial en simbología.
- La Bestia.
- La caída del imperio satánico fuera de la Tierra.
- El gobierno del Hijo de la Perdición.
- La Ira de Dios y las Copas.
- Encarcelamiento de Satanás.
- El regreso de Jesucristo y la Nueva Jerusalén.
- El Milenio Mesiánico y la muerte de Satanás.
- Las cartas a las 7 congregaciones terminan dando comienzo a los vaticinios del fin de los tiempos. A
Juan le explican cómo es la organización celestial:
Dios
- 24 ancianos (reyes)
- 4 almas vivientes
- 7 espíritus o arcángeles
- Los Sellos

Para empezar a presentarle el futuro, le muestran que por el sacrificio de Jesús ahora se pueden
desarrollar los últimos acontecimientos. Los 7 sellos:
1. El Caballo Blanco: la Victoria de Cristo.
2. El Caballo Rojo: las guerras que se han desatado.
3. El Caballo Negro: el hambre y las pestes.
4. El Caballo Amarillo: la muerte y el Hades.
Algunos estudiosos de la escatología creen que estos fueron los eventos que tuvieron lugar desde la
resurrección de Cristo, las guerras de la Edad Media hasta hoy, la aparición de plagas y el hambre en
todo el mundo, seguidas del caos cada vez más reinante en nuestro orbe. Otros en cambio,
consideran que la victoria de Cristo es el rapto, seguida por guerras, hambres, pestes, muerte y el
Armagedón.

5. Investidura de los mártires y muertos por el ministerio de Cristo.


6. Un estremecimiento de todos los establecimientos políticos y religiosos, junto con la guerra en el
sistema solar.
7. La Gran Tribulación: El toque de las 7 trompetas.

Las Trompetas

Así como Cristo revela los eventos sellados, ese último sello es la orden de desarrollar esos 7
acontecimientos. De manera que son ejecutados al sonar de cada una de las trompetas:
1. Lo primero que es destruido es gran parte del conocimiento en la Tierra.
2. El imperio satánico se aproxima a la Tierra y comienza el derramamiento de sangre entre sus
habitantes.
3. Satanás empieza a “caer” a la Tierra y contamina a toda la élite del planeta, trayendo así mismo la
amargura a la humanidad.
4. Ante lo que acontece, toda respuesta o justificación gubernamental o religiosa desaparece,
enmudece. Los ángeles abandonan la Tierra para hacer frente al conflicto militar.
5. Satanás y sus ejércitos caen a la Tierra y sacan a todas las huestes del abismo para crear el caos.
Este caos se manifiesta en guerras tácticas donde los hombres –que para ese entonces tendrán
implantado un chip de control- no podrán matarse ni tener voluntad sobre ellos mismos.
6. Se reúnen 200 millones de soldados en el Valle de Josafat (las afueras de Jerusalén) para desatar
la más grande guerra en la historia de la Galaxia. Jerusalén es hoyada por las naciones de alrededor,
la tercera parte de la humanidad muere, y entonces los ángeles de Jesús llegan y detienen la guerra.
7. El reinado de Cristo se establece en la Tierra por mil años.

El Dragón y la Bestia
Posteriormente, en el capítulo 12 se hace una referencia simbólica a todos estos acontecimientos: las
fuerzas armadas de Satanás luchan contra Miguel. Se enfrentan en guerra en el espacio exterior.
Posteriormente aparece la Nueva Jerusalén, y las fuerzas militares de Satanás tratan de destruirla y
evitar el Arrebatamiento (Rapto) y no lo consiguen. La Nueva Jerusalén es llevada lejos por 3 años y
medio, mientras Satanás toma control de la Tierra por medio de su hijo.

También aquí, en el capítulo 13 se hace referencia al sistema denominado “La Bestia”, como Imperio
Global que ejercerá ley marcial en la humanidad y esclavizará a la raza de los hombres por medio de
un chip financiero-identificativo. A través de este chip subcutáneo o “marca” los hombres serán
rastreados, controlados, manipulados y subyugados. Todo al amparo de ese Nuevo Orden Mundial.

Luego, en el capítulo 14, Jesús presenta sus primicias de los resucitados a Dios, que son 144.000
niños de las 12 tribus de Israel, consagrados para ser Sacerdotes Celestiales. Mientras esto ocurría
Juan vio como se veía la sangre en el Valle de Megido, que se suele expresar bajo la representación
de las “7 copas de la Ira de Dios”.

Las Copas

1. Lo primero en ocurrir fue una úlcera maloliente y virulenta en todos los hombres que se habían
implantado el chip del sistema global “La Bestia”.
2. Lo segundo fue la manifestación de la muerte arrasando a diestra y siniestra dentro de toda la
región de la Galaxia involucrada en la Rebelión de Satanás.
3. Discordia, desacuerdos y división entre todos los líderes del planeta, toda su élite estaba escindida.
Todos ellos eran culpables de la muerte y persecución de los justos.
4. El siguiente evento es descrito como un gran calor del sol que quemó a los hombres, como son las
mareas solares que se esperan en breve; aunque simbólicamente también representa la
manifestación sistemática de los engaños holográficos de la élite del Hijo de la Perdición para mentir a
los hombres sobre la nueva religión que quiere implantar.
5. El quinto evento vino sobre el reinado del Hijo de la Perdición, quien tuvo que tragarse sus propias
palabras y llenarse de impotencia al recaerle las consecuencias de sus actos.
6. Se seca el río Éufrates para que puedan llegar por tierra todos los ejércitos desde el Oriente.
Además de esto, 3 representantes del sistema satánico –uno por el sistema de la Bestia, otro por el
imperio militar y otro de parte del Falso Profeta- van a los reyes de la Tierra a incitarlos a la guerra en
el Valle de Megido.
7. Y cuando todo esto se desató vino el último evento por mano de este ángel, para que se culminara
todo. Cayó del cielo fuego y arrasó con los enemigos de Israel, y así mismo descendieron las fuerzas
armadas de Miguel.

Una vez todo esto fue ejecutado, la Bestia y el Falso Profeta fueron atrapados y lanzados al Gehena,
y Satanás es entonces puesto en una prisión. También, terminado esto, Jesús regresa con la Nueva
Jerusalén para reinar en la Tierra. Esto es apreciado claramente por Juan, que ve la magnificencia de
la Gran Ciudad. De manera que se establece un Nueva Entidad Arriba y una Nueva Entidad en la
Tierra, y Dios empieza a habitar entre los hombres.

Después de Mil años de reinar Jesús en la Tierra, Satanás es suelto de su prisión y termina de reunir
a todas las fuerzas de la resistencia para destruir Jerusalén. Sin embargo, él y los suyos son
destruidos por fuego que desciende del cielo. Ergo, que se ejecuta un Gran Juicio sobre todos
aquellos que no fueron hallados inscritos en el Libro de la Vida, y el resto, los de Cristo, van a otros
mundos a llevar la Palabra de Dios.

La Biblia

¿Cómo podemos iniciar hablando sobre temas importantes y basarnos en la Escritura Sagrada
hebrea si antes no aclaramos lo que son esas “escrituras”?

La Biblia fue constituida como tal en el año 325 d.C. en el Concilio de Nicea, bajo el mandato del
emperador romano Constantino. En esta reunión se decretó principalmente al azar que 72 libros de la
Historia Patria de Israel conformarían “La Palabra de Dios” y serían los únicos escritos aceptados
como “inspirados por Dios”. Esta versión fue llamada la “Vulgata”. Posteriormente se descatalogaron 6
libros más, dejando un total de 66 libros que conforman la Biblia convencional. El resto de libros
fueron guardados (en griego: “apokripuos”), de dónde vino el llamarlos “apócrifos”, aunque también se
habla de escritos “Deuterocanónicos” (Defto-Kanon), es decir: “Fuera del Canon” o “descartados”. La
palabra “kanon” proviene de la raíz griega: “medido”. La palabra “deuto”, también viene de la raíz
“deúteros”, que significa: “segundos”, es decir: “medidos secundarios” o “considerados secundarios”.

La palabra “Biblia” procede de la lengua griega, y significa “Librería” (en griego moderno) o
“Compilación de Libros” (bajo el prisma del griego antiguo), de ahí que digamos “Biblio-teca”. Ésta fue
dividida en dos grupos importantes: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento tomando como
referencia para esta separación el nacimiento de Jesús.

Antiguo Testamento

Empieza con la historia de la creación, de la formación del ejército del Dios Iehovah y posteriormente
habla de la creación de Adán y Eva, y la descendencia de ellos como “linaje de Adán” para establecer
más tarde una nación, con el llamado que tuvo Abraham. Su nieto recibe el nombre de Israel y
comienza la historia de las 12 tribus. Más adelante, el Antiguo Testamento (Antiguo Pacto) habla
sobre las leyes de este pueblo, los jueces, profetas, reyes y guerras de la nación, hasta el momento
en que son desterrados de su tierra, primero por mano de los asirios, luego por los babilonios y al final
por los romanos. Debido a que Dios hace un pacto con Abraham este se considera el “Antiguo Pacto”
que tiene vigencia hasta Jesús, pasando por Moisés y la ley establecida en el desierto.

Originalmente no se denominaba “Antiguo Testamento” –de hecho, esos son términos inventados por
el romanismo-, sino “TANAJ” o “TANAK” (T.N.K), que son las iniciales de los 3 grupos de escritura en
ella compilados: Torá, Ketuvím y Neviím.

1. Torá: Son los 5 primeros libros. Estos fueron denominados en griego: “Pentateuco” (Cinco Pilares)
y constan de los libros del Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Los nombres no
fueron ajustados por la Iglesia Católica Apostólica Romana acorde a la lengua original para de esta
manera quitar derecho al idioma hebreo y cambiar el significado de la verdad ahí resguardada. La
palabra “Torá” proviene del hebreo “Or” (luz) y quiere decir: “Et ha Or” (Esa la Luz).
Génesis: Proviene de la lengua griega, y en ella significa “generaciones”. Esta voz es equivalente al
hebreo: “toldot”, de donde viene el nombre de la ciudad española de “Toledo”, ya que este nombre
genéricamente establece las genealogías de la raza humana descendiente de Adán hasta Jacob, el
padre de la nación de Israel. Originalmente este libro se llama “Barashit”, que proviene del arameo
“Ba-roshit” (En lo Encabezado), o también del hebreo como: “En lo Creado”.

Éxodo: Proviene de la voz griega que traduce “Salida”, y originalmente se denomina “shemot”, que
del hebreo significa: “nombres”. Se le conoce popularmente como “Salida” pues relata la travesía de
Israel al abandonar Egipto y entrar a la Tierra Prometida. Aquí se enseñaron los Diez Mandamientos.

Levítico: El nombre romano fue puesto debido a una de las 12 tribus de los hijos de Israel,
concretamente la tribu de “Leví”. En los levitas recaía la responsabilidad espiritual de la nación, y en
este libro es donde se decretan la mayoría de las ordenanzas que Moisés enseña al pueblo para
mantener la higiene y el orden público. No obstante, el nombre original de este libro es “Bikrá”, que
quiere decir: “Llamado”, pues es cuando se entiende que Dios llama a su pueblo de Israel a servirle.

Números: Es el cuarto libro, pero su nombre original es “Ba Midvar”, es decir “En el Desierto”.
Consiste en el final de las enseñanzas de “la Ley”, que vino por medio de ángeles que se la dieron a
Moisés para enseñarlas al pueblo: “Entonces, ¿para qué sirve la Ley? Fue añadida a causa de las
transgresiones (pecados), hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada
por medio de ángeles en mano de un mediador (Moisés).” (Gálatas 3:19), Y también está escrito: “…
vosotros [los judíos] que recibisteis la Ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis.” (Hechos
7:53), Y así mismo dice: “Porque si La Palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda
transgresión y desobediencia recibió justa retribución…” (Hebreos 2:2)

Deuteronomio: Proviene de la voz griega “Deúteros-nómos”, que traduce en español: “Segunda Ley”,
pero en hebreo es “Ha Tvarím” (Las Cosas). Y este culmina la historia de la nación de Israel en el
desierto y el inicio de la vida en su Tierra Prometida.
2. Ketuvím: Son todo el resto de escritos históricos de la nación, tales como los libros de los jueces,
de los reyes, de las guerras, de las invasiones y en general, todos los eventos trascendentales. Se
llama “ketuvím” debido a que en la lengua hebrea eso significa: “Escritos”.

3. Neviím: Son todos los libros de los profetas de Israel, tales como Jeremías, Abdías, Nahum,
Habacuc, Nehemías, Isaías, Ezequiel, Daniel, Esdras, Zacarías, Sofonías, Malaquías, Joel, Oseas,
Jonás y Amós. Por esta razón lleva ese nombre. Nevií significa en hebreo “vidente” o “profeta”.

La historia de la TANAK comprende varias fechas: Las de la Torá (Pentateuco) que rondan entre el
10.500 a.C. y el 7.000 a.C. si nos referimos al inicio del Barashit (Génesis) hasta el 1.300-1.500 a.C.,
cuando Israel sale de la tierra de Egipto e inicia el libro de Shemot (Éxodo); posteriormente los libros
de Bikrá (Levítico), Ba Midvar (Números), y Deuteronomio (Ha Tvarím) giran desde esos años hasta la
entrada a la Tierra Prometida en Canaán, lo cual comprende un intervalo de únicamente 40 años.
Este bloque de 5 libros fue bien, entregado por los ángeles a Moisés o él lo trascribió por mandato e
instrucción directa de ellos en el monte Sinaí.

La historia de los Ketuvím (Escritos) va desde los jueces, al inicio del desarrollo de la vida de la nación
de Israel en la Tierra Prometida en Canaán, así como de los reyes y otros personajes importantes.
Los Ketuvím posiblemente también incluyen los Salmos y Proverbios de David y Salomón.

La historia de los Neviím (Videntes/Profetas) empieza con el profeta Samuel que se menciona en el
libro de Los Reyes sobre el año 1.000 a.C. y termina con el profeta Juan, quien bautiza a Jesús, en
tiempos del rey Herodes. En el caso del judaísmo, el último profeta citado es Zaacarías y le primero
es Enoc.

Nuevo Testamento

Llamado en hebreo “Brit Ha Hadashá” (El Nuevo Pacto) constituye toda la historia que comprende
desde el nacimiento de Jesús, bajo el imperio romano, hasta la Revelación de Juan (el libro del
Apocalipsis) sobre el año 70-90 d.C., pasando por todo el ministerio de Jesús y de sus misioneros.
Realmente el Nuevo Pacto empieza la noche de Pascua cuando Jesús bendice el pan y el vino, y
luego es entregado por Judas Iscariote.
La Vulgata
La versión latina “Vulgata”, fue de donde se mantuvo la versión bíblica de la Iglesia Católica, con 6
libros más, aunque la versión original conserva algunos breves escritos más: 1ª de Esdras y 4ª de
Esdras, Judith, Tobías, 1ª y 2ª de los Macabeos, Sirácida, Sabiduría y Canto de Manasés. ¿Pero son
validos estos libros? Escrito está: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra.” (2ª Timoteo 3:16-17)

Otros textos sagrados

El Señor se ha manifestado a la humanidad de diferentes maneras y en distintas épocas, por eso


vemos que igualmente a dado palabra a otras naciones, como describe el libro de Mormón: “¿Por qué
murmuráis por tener que recibir más de mi palabra? ¿No sabéis que el testimonio de dos naciones os
es un testigo de que yo soy Dios, que me acuerdo tanto de una nación como de otra? Por tanto, hablo
las mismas palabras, así a una como a otra nación. Y cuando las dos se junten, el testimonio de las
dos se juntará también. Y hago esto para mostrar a muchos que soy el mismo ayer, hoy y para
siempre; y que declaro mis palabras según mi voluntad. Y no supongáis que porque hable una
palabra, no puedo hablar otra; porque aún no está terminada mi obra; ni se acabará hasta el fin del
hombre; ni desde entonces para siempre jamás.” (2ª Nefi 29:8-9) Pero ¿es posible que el Señor
hiciera otras obras en otros lugares y con otras personas que no fuesen los de la casa de Judá? Lo
cierto es que Jesús mismo dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil;aquéllas
también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.” (Juan 10:16)

Hay mucho material histórico de Israel, pero es bueno que siempre se investigue con lupa.
Textos complementarios han sido hallados desde 1945 hasta fechas recientes, y todos ellos
complementan más el bagaje cultural hebreo, israelita, judío y mesiánico
La Salvación
La salvación

¿En qué radica el salvar?


“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo
por él.” (Juan 3:17) ¿En qué radica esa salvación? ¿Salvar de qué? Si bien existe una condenación y
en la otra mano una salvación de esa condenación. Podemos ver en la Palabra que el Señor da
“cobertura” a los que le sirven, los salva de todo mal y peligro. No obstante ¿qué ocurrirá con nosotros
al final? ¿No nos salvará de la muerte? Ciertamente le es dado al hombre la muerte para que tenga
una vida, para poder cambiar y buscar la salvación, de otra manera, si fuese eterno ¿Qué quita que
sea eternamente cruel o eternamente tirano? Pero si morimos hemos de resucitar, pues esa es la
esperanza que nos ha dado Dios. Esa resurrección ¿será para Vida Eterna –entendiendo que es
“disfrutando de la creación”? ¿O será de condenación? Jesús dijo a una mujer cananea, refiriéndose a
los gentiles: “Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la
salvación viene de los judíos.” (Juan 4:22) ¿Qué salvación es esa que viene de los judíos? ¿En qué
consiste esa esperanza? “Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros
teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación.” (Hechos 13:26) ¿Esa palabra de
salvación es la Biblia? ¿O es acaso el “evangelio” (Buena Notica) que Jesús dijo a sus discípulos que
enseñasen?
¿Cuál era el objetivo que los discípulos debían cumplir por mandato de Jesús? Escrito está: “Porque
así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, A fin de que seas para
salvación hasta lo último de la tierra.” (Hechos 13:47) De manera que la salvación que fue prometida
al pueblo de Dios, viene ahora a los que no eran de la “casa de Israel”: “Digo, pues: ¿Han tropezado
los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los
gentiles, para provocarles a celos.” (Romanos 11:11) Así que en la misericordia de Dios está el que
todos sus hijos se salven de la “separación” o “distanciamiento” eterno en condenación y más bien
que participen de la creación, es decir, del universo con cuerpos inmortales.
La condenación venidera
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como
pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.” (Mateo 23:14) Si aún los
judíos ortodoxos de ayer o líderes católicos de hoy, están predestinados a una condenación, siendo
que presumen de ser la “Autoridad de Dios”, ¿Cuánto más los que están fuera? No se trata de decir
que alguien pertenece a una religión lo que lo vaya a salvar, ya que “No todo el que me dice: Señor,
Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos.” (Mateo 7:21) Y ¿cuál es esa voluntad? Jacobo, el hermano de Jesús, dijo: “Visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.” (Santiago 1:27) Y
Jesús mismo dijo: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el
reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de
comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me
cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán
diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y
cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o
en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo
hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” (Mateo 25:34-40)
Jesús dijo a los religiosos –y no crean que fue a los de antaño únicamente- muy sinceramente:
“¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del Gehena?” (Mateo
23:33) Jesús no condenó a nadie ni juzgó a nadie, pero fue claro sobre los que tenían la
responsabilidad sobre las ovejas, como hoy vemos en el Vaticano: “…Guardaos de los escribas, que
gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las
sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; que devoran las casas de las viudas, y por
pretexto hacen largas oraciones. Éstos recibirán mayor condenación.” (Marcos 12:38-40) Vemos por
tanto que en resumidas cuentas “ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres
amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo
malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica
la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” (Juan 3:19-21)
Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida
eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo:
Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.
Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y
también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto;
porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo
bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.”
(Juan 5:24-29) Habrá vida en Dios para unos y condenación para otros, pero, a diferencia de lo que
enseñan las vertientes religiosas, será después de que todos hayan resucitado.
Pero la condenación no viene para todos, sino para los que son del mundo, es decir, viven según el
mundo y no sobre las cosas espirituales: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están
en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” (Romanos 8:1)
Igualmente tengamos presente: “Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la
tierra, ni por ningún otro juramento; sino que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para que no
caigáis en condenación.” (Santiago 5:12) Y esa condenación vendrá después de la resurrección, tanto
de justos como injustos; y habrá un juicio en donde se determine su destino: “Y vi a los muertos,
grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el
libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según
sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los
muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades
fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro
de la vida fue lanzado al lago de fuego.” (Apocalipsis 20:12-15)
La salvación en Cristo
Debido al problema que desarrolló Satanás, la humanidad estaba llamada a una condenación. Hemos
de conocer cómo escapar de dicha condenación. Existe entonces un llamamiento para una salvación
del alma y el espíritu, y por esa regla para el recibimiento de un cuerpo incorruptible: “…obteniendo el
fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras alma.” (1ª Pedro 1:9) Y así mismo entendemos que
hay una restauración para nuestro cuerpo, pero un nuevo cuerpo, uno glorificado y no corruptible
como el que ahora tenemos, ¿Y cómo se consigue esa salvación y ese nuevo cuerpo divino? El
apóstol escribió: “Portanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también
obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna.” (2ª Timoteo 2:10) Entonces esa
salvación viene por confesar a Jesús en nuestro corazón, aceptarle como Señor y salvador, y vivir por
él y para él, ¿pero cómo se entiende esto en su contexto, en su sentido elemental y en la práctica?:
“…y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la
salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” (2ª Timoteo 3:15) Por consiguiente, el conocimiento es el
primer paso hacia esa salvación, seguido de la voluntad. Vemos en el Antiguo Pacto que Iehovah era
la salvación de su pueblo, pero en Cristo hay una nueva esperanza, una mayor gloria, una salvación
más grandiosa: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:12)
Entonces, ¿los que estaban antes de Jesús fueron condenados? De ninguna manera, porque “la fe de
Abraham le fue contada por justicia”. Jesús nos facilitó el acceso a la inmortalidad y la restauración
física –caminando hacia una evolución espiritual-, por lo que escrito está: “Porque la gracia de Dios se
ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y
a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la
esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,
quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo
propio, celoso de buenas obras.” (Tito 2:11-14)
No descuidar la salvación
Una vez aceptamos que sólo en Cristo hemos de alcanzar dicha salvación para vida eterna ¿Cuáles
son esas “buenas obras” en las cuales debemos guardar celo? Fue dicho a los judíos: “¿cómo
escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada
primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con
ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su
voluntad.” (Hebreos 2:3-4) Ese ministerio debe venir acompañado de acciones para las cuales el
obrero será respaldado por poder del cielo, cosas sobrenaturales. Esta obra debe ir guiada por el
Espíritu Santo, que es quien debe repartir los dones y facultades a cada hombre y mujer para que así
ejerzan su ministerio dentro de la institución y el plan de Dios. Pero es difícil ganarse la salvación si se
abandona el ejercicio de la “abstinencia del pecado” y si el hombre “se esconde de su hermano”, es
decir, de las necesidades de este, y viviendo únicamente para sí mismo, olvida el altruismo. La
Palabra dice: “Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?” (1ª
Pedro 4:18)
¿Cuándo llegará esa salvación?
Esperamos en Cristo la resurrección física de quienes hayan perecido en el cuerpo –es decir, están
metafóricamente dormidos-, y la resurrección espiritual en los que se hallaban muertos en sus
transgresiones; ergo, de la misma forma, los que podamos ver a Cristo –los mismos que no conozcan
la muerte física- si viene pronto, tenemos la esperanza en que una vez resucitados del mundo
(limpiados del pecado) seamos inmortalizados. Pero esa salvación de la muerte (el distanciamiento
que tenemos con Dios) debe llegar en el día del Señor: “Entonces oí una gran voz en el cielo, que
decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo;
porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de
nuestro Dios día y noche.” (Apocalipsis 12:10) Todo esto ha de empezar a dar resultados ahora
mismo en la vida de cada uno, y así ganar la vida eterna cuando definitivamente el Enemigo sea
neutralizado.
Entonces ¿por qué Dios no se manifiesta a todos los hombres de manera sobrenatural y los cambia?,
Eso es porque está escrito: “…Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
(Hechos 2:47) Dios no obliga, respeta la libre voluntad de cada uno de sus hijos, y más bien él ya
sabe qué personas han de buscar la salvación y quienes terminarán dentro de los caminos de la
rectitud. ¿Esto quiere decir que es el Señor el que determina quienes quiere Él que se salven? Está
escrito: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos
los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1ª Timoteo 2:3-4) Es decir, de
entrada el Señor quiere que todos los hombres vengan a la vida eterna, pero sabe que no todos
quieren despertar su conciencia y dejar su vana manera de vivir. ¿Y qué pasa con aquellos que ya el
Señor sabe que serán tropiezo o cuyo corazón es negro y son del Enemigo? ¿O con los de Israel que
no debían aceptar al Mesías para que los gentiles recibiesen también la salvación? Jesús habló
directamente a sus discípulos: “…A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los
que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan
y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.” (Marcos 4:11-12)
Ciertamente la salvación fue prometida desde tiempo inmemorial aún en los que no vinieron con
Abraham: “Sí, y he aquí, os digo que Abraham no fue el único que supo de estas cosas, sino que
hubo muchos, antes de los días de Abraham, que fueron llamados según el orden de Dios, sí, según
el orden de su Hijo; y esto con objeto de que se mostrase a los del pueblo, muchos miles de años
antes de su venida, que la redención vendría a ellos.” (Helamán 8:18. Libro de Mormón)
¿Qué debemos hacer para conservar la salvación que hemos recibido por gracia?
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se
enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que
están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas
obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:14-16) Hemos de predicar con el
ejemplo y dando lo que del Señor hemos recibido: palabra de verdad y poder de Dios. Y esto es lo
que nos fue enseñado: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene
obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del
mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les
dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene
obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin
tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú creesque Dios es uno; bien haces. También los
demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?”
(Santiago 2:14-20) Aquel que se crea que es salvo o que agrada a Dios pero no hace nada para
elevar su condición espiritual, culturizarse, ser mejor hijo de Dios, ayudar a su prójimo o desarrollar
sus dones, no será contado dentro de las ovejas del redil.
Todo se remite a lo que dijo Jesús: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” (Juan 14:15); “Así
que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros
con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” (Mateo 7:12); “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primero y grande
mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mateo 22:37-40)

Por:
Frederick Guttmann R

La Resurrección

La Vida Eterna

Para hablar de Resurrección, hemos de comprender que no es un regreso a la vida para


posteriormente morir de nuevo, ya que “…está establecido para los hombres que mueran una sola
vez, y después de esto el juicio…” (Hebreos 9:27). La Resurrección, al volver a la carne implica que
nuestro destino final, eterno, está en la “fisicalidad”; aunque cada vez más seamos criaturas
espirituales como el Padre, el cual es espiritual y es Señor de los espíritus. La Palabra dicha por el
príncipe Gabriel al profeta Daniel fue decisiva: “…pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos
los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán
despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.” (Daniel 12:2) Y
añade la Escritura por boca de Jesús: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al
que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De
cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y
los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el
tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.
No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su
voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a
resurrección de condenación.” (Juan 5:24-29)

Debemos entender que la Vida Eterna es dada para todos los hombres porque la muerte será
destruida, pero no todos gozarán de la Creación. Y ¿Qué es esto de que la muerte será destruida? Ya
nadie morirá, y todos los que hayan fenecido volverán a la vida, tal como dijo Pablo: “He aquí, os digo
un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y
cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados
incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista
de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad […] entonces se cumplirá la palabra que está
escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu
victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.” (1ª Corintios
15:51-56)

Es posible que algunos crean que el mundo se colmará de zombis o muertos vivientes, pero la
Palabra de Dios afirma tajantemente que Él “pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a
los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que
son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia.” (Romanos 2:6-8) Y
esto no será en putrefacción o sin alma, sino en “incorruptibilidad”, con un cuerpo inmortal. “Hay
quienes tienen miedo de resucitar desnudos y por eso quieren resucitar en carne: éstos no saben que
los que están revestidos de carne son los desnudos. Aquellos que [osan] desnudarse son
precisamente [los que] no están desnudos. «Ni la carne [ni la sangre] heredarán el Reino [de Dios]».
¿Cuál es la (carne) que no va a heredar? La que llevamos encima. ¿Y cuál es, por el contrario, la que
va a heredar? La (carne) de Jesús y su sangre. Por eso dijo Él: «El que no come mi carne y bebe mi
sangre, no tiene vida en sí». Y ¿qué es esto? Su carne es el Logos (la Palabra) y su sangre es el
Espíritu Santo. Quien ha recibido estas cosas tiene alimento, bebida y vestido. Yo recrimino a los
otros que afirman que (la carne) no va a resucitar, pues ambos yerran. Tú dices que la carne no
resucitará. Entonces dime: ¿qué es lo que va a resucitar?, para que podamos hacerte los honores. Tú
dices que el espíritu (está) dentro de la carne y que también esta luz está dentro de la carne. Mas el
Logos (la Palabra) es eso otro que asimismo está dentro de la carne, pues —cualquiera de las cosas
a que te refieras— (nada podrás aducir) que se encuentre fuera del recinto de la carne. Es, pues,
necesario resucitar en esta carne, ya que en ella está todo contenido. En este mundo, aquellos que se
ponen un vestido valen más que el propio vestido. En el reino de los cielos valen más (sin embargo)
los vestidos que quienes se los han puesto por agua y fuego, que purifican todo el lugar.” (Felipe 1:23-
24)

El más importante mensaje de Jesús

Jesús dijo: “Y ésta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él,
tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.” (Juan 6:40) También dijo: “El que come mi
carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.” (Juan 6:54) ¿Qué es
la carne de Cristo? ¿No es acaso hacer parte de su cuerpo? Y ¿Qué es un cuerpo? ¿No es acaso
una “institución”? Así como los son el Cuerpo de los Bomberos o el Cuerpo de Policía. Uno en su
nombre es llamado “bombero” o “policía”, porque todos son uno e identifican al cuerpo. Si algo
debemos anhelar es hacer parte de esa “institución” para recibir la vida eterna disfrutando de la
Creación y de todo aquello que promete el director de esta institución: Cristo. “Así también vosotros,
hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que
resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.” (Romanos 7:4) Isaías escribió,
conforma a una visión que tuvo, sobre el día que el Hijo de la Perdición muera y sobre venga del juicio
y la muerte de Gog, que habría una futura resurrección: “…habrá [una resurrección y] un juicio en
medio de ellos en esos días, y el Amado provocará un incendio al salir de él, y se consumirá [a] todos
los impíos, y serán como si no hubieran sido creados.” (Asunción de Isaías 4:18)
La profecía de Baruc

“…Y para mostrar [a] los que no saben [oh Señor], que […] Lleves a su fin, […], de ahora en adelante
la mortalidad. Y en consecuencia repruebes al ángel de la muerte, y la aparición de su gloria, [de
manera que] dejes que el poder de su belleza se conozca, y dejes que se cierre el Sheól para que a
partir de este momento no sea posible que reciba a los muertos, y dejas que las almas atesoradas
[sean] restauradas, [así] los que se incluyen en ella (en el Sheól). Se han producido muchos años
como los que están desolados desde los días de Abraham, Isaac y Jacob, y de todos los que son
como ellos, que duermen en la tierra, en cuya cuenta dijiste que habías creado el mundo. Y ahora
muestra rápidamente tu gloria, y no aplaces lo que prometiste.” (2ª Baruc 22:12-25)
También escribió el profeta: “Y [para] todos los que han dormido en él (el Sheól) la esperanza de
ascender de nuevo. Y viene a ocurrir en ese momento que el atesoramiento será inaugurado, en el
que se conserva el número de las almas de los justos, y que saldrán, y una multitud de almas será
vista junta en el ensamble de un pensamiento, y los primeros se regocijarán, y los últimos no se
afligieron.” (2ª Baruc 30:2) Y así nos recuerda Baruc la esperanza que debemos tener puesta en el
Señor: “…en las alturas del mundo estarán eternamente, Y se harán semejantes a los ángeles, Y
deberán ser iguales a las estrellas, Y que se transformen en cualquier forma que deseen, De belleza
en belleza, Y de la luz en el esplendor de la gloria.” (2ª Baruc 51:10)

¿Cuándo ocurrirá todo esto?

“En esos días devolverá también la Tierra lo [que ha sido] depositado en ella; y [el] Sheól devolverá
también lo que en él había, tal como lo recibido, y Abadón se pondrá atención al exponerse. Por los
mismos días el Elegido se levantará y de entre ellos seleccionará a los justos y a los santos, porque
se acerca el día en que serán salvados.” (1ª Enoc 51:1-2) La resurrección se desarrolla en 3 partes
históricas, básicamente, una ya ha sido, otras las esperamos en breve y la última será para el Día del
Gran Juicio; aunque se distinguen como 2 grupos, siempre dando prioridad a los muertos en Cristo:
“Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado
hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.” (1ª Tesalonicenses 4:15)

La Primera Resurrección:
En los días de Jesús. Él resucitó muertos, como el caso de su amigo Lázaro que llevaba 4 días
muerto: “Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió,
atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle,
y dejadle ir. Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo
que hizo Jesús, creyeron en él.” (Juan 11:43-45).

La niña que enfermó y murió: “Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que
lloraban y lamentaban mucho. Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está
muerta, sino duerme. Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre
de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le
dijo: Talita levántate. Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía 12 años. Y se espantaron
grandemente. Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer.”
(Marcos 5:38-43)

Jesús mismo resucitó: “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que,
exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha
derramado esto que vosotros veis y oís.” (Hechos 2:32-33) Más adelante está escrito: “Mas Dios le
levantó de los muertos. Y él se apareció durante muchos días a los que habían subido juntamente con
él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo.” (Hechos 13:30-31)

Muchos resucitaron con Jesús, tras él y durante los 40 días que predicó después de su resurrección,
hasta que fue alzado al cielo: “Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se
partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se
levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y
aparecieron a muchos. El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y
las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo
de Dios.” (Mateo 27:50-54)
En la segunda venida de Cristo (el rapto, arrebatamiento, apostasía o abducción): “Porque si creemos
que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.” (1ª
Tesalonicenses 4:14) Y añade: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y
con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego
nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” (1ª Tesalonicenses
4:16-17)

“Nadie os engañe en ninguna manera; porque [Cristo] no vendrá sin que antes venga la apostasía, y
se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo
que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios,
haciéndose pasar por Dios.” (2ª Tesalonicenses 2:3-4) Los que se hallen vivos subirán mientras los
muertos resucitarán y entonces también subirán.
Para el Milenio Mesiánico. Los que no se dejaron marcar: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los
que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús
y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la
marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo 1.000 años. Pero los otros
muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron 1.000 años. Ésta es la primera resurrección.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene
potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él 1.000 años.”
(Apocalipsis 20:4-6)

La Segunda Resurrección:

Serán resucitados para vida eterna, pero aislados del universo todo aquellos que no se hallaron
inscritos en el Libro de la Vida: “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros
fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por
las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había
en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno
según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte
segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” (Apocalipsis
20:12-15)
Los que se hallen inscritos en el libro resucitarán y los vivos que se hallen inscritos serán todos una
gran familia de los cielos: “Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella.” (Salmos
37:29)

Otros puntos de vista

En un documental, con sus pros y contras, podemos ver algo curioso que comentan sobre lo que va a
ocurrir en la “restauración”: “Es difícil entender que pasará exactamente con nuestro cuerpo físico,
pero escritos antiguos de religiones paganas, monoteístas, grupos místicos y órdenes fraternales
secretas, ofrecen algunos indicios de cómo podría ser esta experiencia.” (Agenda Esotérica) También
los textos de Centro América dicen: “Si la humanidad desea evolucionar y salvarse de la destrucción
de la biosfera, deberá volver a vivir en el tiempo natural.” (Pacal Votan) Y un texto hallado en el
Yucatán esgrime: “El hombre está en el proceso de cambiar a formas de luz que no son de este
mundo.” (Tablillas Esmeralda de Thoth)

En el Libro de Mormón podemos encontrar: “No soportaréis los dolores de la muerte, cuando venga
en mi gloria. Seréis cambiados en un abrir y cerrar de ojos, de mortales a inmortales.” También está
escrito en este compendio de libros que recuperó Joseph Smith: “He aquí, te digo que no hay
resurrección, o en otras palabras, quiero decir que este cuerpo mortal no se viste de inmortalidad,
esta corrupción no se viste de incorrupción, sino hasta después de la venida de Cristo. He aquí él
efectuará la resurrección de los muertos […] He aquí, se ha señalado una época en que todos se
levantarán de los muertos. Mas cuando vendrá este tiempo, nadie lo sabe; pero Dios sabe la hora que
está señalada.” (Alma 40:2-4)

También podemos ver los escritos de aquellos días en que Jesús murió y resucitó: “Y un sacerdote
llamado Fineo, y el maestro de escuela Addas, y el levita Ageo llegaron los tres de Galilea a
Jerusalén, y dijeron a todos los que estaban en la Sinagoga: A Jesús, por vosotros crucificado, lo
hemos visto en el Monte los Olivos, sentado entre sus discípulos, hablando con ellos y diciéndoles: Id
por el mundo, predicad a todas las naciones, y bautizad a los gentiles en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo. Y el que crea y sea bautizado será salvo. Y, no bien hubo dicho estas cosas a
sus discípulos, lo vimos subir al cielo. Al oír esto, los príncipes de los sacerdotes, los ancianos del
pueblo y los levitas dijeron a aquellos tres hombres: Glorificad al Dios de Israel, y tomadlo por testigo
de que lo que habéis visto y oído es verdadero. Y ellos respondieron: Por la vida del Señor de
nuestros padres, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, declaramos decir la verdad. Hemos oído a
Jesús hablar con sus discípulos y lo hemos visto subir al cielo. Si callásemos ambas cosas,
cometeríamos un pecado.” (Evangelio de Nicodemo 14:1-3)

Por:
Frederick Guttmann R

¿Por qué estamos aquí?

La muerte como destino

Deberíamos iniciar preguntándonos quiénes somos; una interrogante para lo cual la Escritura tiene
respuesta: “Yo dije: Vosotros sois dioses, Y todos vosotros hijos del Altísimo; Pero como hombres
moriréis, Y como cualquiera de los príncipes caeréis.” (Salmo 82:6-7) ¿Desde cuándo mueren los
dioses? Se entiende que una de las cualidades de un dios es la inmortalidad, así que ¿Por qué
sufrimos enfermedades, porqué envejecemos y porque nos morimos? De hecho, la Escritura añade:
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Génesis
1:27) Si somos imagen de Dios ¿cuál es esa imagen? ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué razón nos
degeneramos físicamente? Ya que es cierto lo que escribió el salmista cuando dijo “Pues verá que
aun los sabios mueren; Que perecen del mismo modo que el insensato y el necio, Y dejan a otros sus
riquezas. […] mas el hombre no permanecerá en honra; Es semejante a las bestias que perecen.”
(Salmos 49:10-12)
La Biblia dice: “He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos
buscaron muchas perversiones.” (Eclesiastés 7:29) ¿Es posible que nuestra situación de deterioro
radique en la trasgresión de la raza humana? “…Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron,
y están destituidos de la gloria de Dios…” (Romanos 3:22-23) Y Pablo añade más adelante: “Porque
la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
(Romanos 6:23) De forma que somos dioses que por causa de la trasgresión (en latín: “pecatus”, de
donde sale la palabra “pecado”) nos hemos corrompido. Sin embargo, ¿por qué esto no ha ocurrido a
las fuerzas del mal? ¿Por qué ellos no se deterioran por su maldad o se mueren? ¿Por qué a nosotros
sí se nos corrompe el cuerpo? Podemos leer: “Y dijo Iehovah Elohim: He aquí el Adam (hombre) es
como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome
también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Iehovah del Gan del Edén, para
que labrase la tierra de la que fue tomado.” (Génesis 3:22-23) Entendemos pues que por causa de la
trasgresión de Adán no se le permitió “alargar su mano” y ser un inmortal perpetuamente, como debía
ser.

¿Y ahora qué? ¿Este es nuestro destino: morirnos? ¿Entonces qué sentido tiene la vida? “… ¿qué me
aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos.” (1ª
Corintios 15:32) Pero tenemos esperanza, ya que Pablo escribió: “Porque así como en Adán todos
mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” (1ª Corintios 15:22) Y la Escritura es clara al
recordarnos que somos Hijos de Dios y llamados a exigir nuestra herencia y nuestro derecho: “Mas
ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la
santificación, y como fin, la vida eterna.” (Romanos 6:22)

No debemos olvidar la palabra escrita por parte de Juan que dice: “Amados, ahora somos hijos de
Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste,
seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.” (1ª Juan 3:2) Y lo reitera Pablo: “El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también
herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para
que juntamente con él seamos glorificados.” (Romanos 8:16-17)
Pero tenemos que la muerte nos ha sido puesta en el camino para que no fuera que siendo
inmortales ya no buscásemos a Dios, sino que sirviésemos a la “serpiente”: “Y así vemos que le fue
concedido al hombre un tiempo para que se arrepintiera; sí, un tiempo de probación, un tiempo para
arrepentirse y servir a Dios.” (Alma 42:4. Libro de Mormón)

Un propósito establecido

¿Para qué fuimos creados? Vemos lo escrito por Moisés: “Tomó, pues, Iehovah Elohim al Adam
(hombre), y lo puso en el Gan Edén, para que lo labrara y lo guardase.” (Génesis 2:15) Ya de entrada
fuimos hechos para “cultivar” y “proteger” las cosas hechas por el Padre Creador. Es decir, somos
Ministradores y Administradores de las cosas de Dios como “co-creadores” y para “re-crear” todo lo
hecho, a semejanza de los dicho por Pablo: “Así, pues, téngannos los hombres por servidores de
Cristo, y administradores de los misterios de Dios.” (1ª Corintios 4:1). Sobre Adán tenemos: “Entonces
dijo Elohim: Hagamos al Adam (hombre) a nuestra imagen [espiritual], conforme a nuestra semejanza
[inmortal]; y señoree en El Pez del mar, en El Ave de los cielos, en las bestias, en toda la Tierra, y en
todo animal que se arrastra sobre la tierra.” (Génesis 1:26) Esto puede sonar a que Dios dio a Adán el
trabajo de Tarzán, pero no es así. Lo puso a “señorear”, es decir, Adán era un Señor (Lord) con poder
y autoridad para reinar sobre toda hegemonía y establecimiento. “Así también está escrito: Fue hecho
el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán,espíritu vivificante.” (1ª Corintios 15:45)
Entonces hay un enorme paralelismo entre Adán y Jesús, lo cual no debería desecharse sino más
bien debe estudiarse con detenimiento.

Entendemos entonces que hubo un distanciamiento entre Dios y los hombres desde Adán por el
incumplimiento de la Ley, hasta que esta fue dada a Moisés, mucho después: “No obstante, reinó la
muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán,
el cual es figura del que había de venir.” (Romanos 5:14) ¿Quién era el que debía de venir sino
“Cristo” en la persona de Jesús? Así que Adán era la “figura” de Cristo, por lo cual tenía el mismo
señorío, gloria, poder, horna y ministerio que luego vino a traer su sucesor (Jesús), quien sí cumplió
con su objetivo. Así que Adán tenía la misión de ser “Rey de la Tierra” y su linaje debía ser “realeza
divina”, lo cual explica que Pedro reiterara a los judíos: “Mas vosotros sois linaje escogido, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os
llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora
sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis
alcanzado misericordia.” (1ª Pedro 2:9-10)
Adán y su descendencia fueron llamados como “linaje escogido”, para hacer de “sacerdocio” de Dios
en una línea “real”. Para que guardaran su pureza y fuesen utilizados por Dios para “anunciar sus
virtudes”. Ergo, esto no ocurrió. Pero ¿qué es un sacerdote? En las religiones actuales un sacerdote
es quien precede una misa y anteriormente quien ofrecía sacrificios. Si bien, eso no es igual a cómo
se desarrollaba en la antigüedad, no bajo los parámetros de Dios. Un verdadero sacerdote es quien
está dedicado y consagrado a hacer de mediador entre la Deidad y los hombres. En este caso,
Israel debía presentar el Dios de la Verdad a todas las naciones, pero debido a que los israelitas no lo
entendieron ni se mantuvieron firmes Dios modificó su Plan y lo hizo aún más sublime y justo para
todos.

La Esposa de Cristo

La raza humana ha estado perdida desde tiempos muy remotos y ha dependido de entidades
superiores para su avance espiritual. La división entre facciones celestes ha causado mucho mal
entre la sociedad humana. Aún así la Deidad trabajó con el linaje de Abraham y continuó su magnífico
plan con la raza de los hombres. La llegada de Jesús dio comienzo a la liberación del planeta y al
inicio de una nueva era bajo la esperanza de la resurrección de los muertos y la vida eterna en el
cosmos. Escrito está: “…conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que
es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde
antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la
predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador…” (Tito 1:1-3) Así que
nuestra mira debe estar dirigida a la Esperanza en la Vida Eterna, gozando de la Inmortalidad y
disfrutando del gran Universo. Pero lo que queda aún es comprender que Dios en su Plan determinó,
no sólo salvar a su pueblo (Israel) sino llamar también a los pueblos de las naciones, de toda tribu y
lengua. A todos aquellos que confiesen a Jesús en sus corazones y acepten que Él es el Señor a
quien el Padre a dado toda autoridad. A ellos les es ofrecida una nueva y majestuosa esperanza de
incorruptibilidad y gloria si son capaces de soportar el “yugo de Jesús”.
Jesús al mismo tiempo continuó otro plan, mientras su pueblo original no le aceptó –salvo algunos
que debían hacerlo- él ha llamado a todos los que en él crean, puedan ser parte del “sacerdocio” que
él llama “Esposa de Cristo” (intercesores entre Dios y los hombres), para continuar la Misión que no
se completó con Adán, tal como escribió Abraham: “Yo soy de la raza de Adán y mis hijos son de la
raza de Adán, que tienen que salvar a la raza primera que pobló la Tierra; Porque Adán y su familia
vinieron con luz y sabiduría de Elí (Mi Dios).” (Texto del Testamento Secreto de Abraham 1:5) Así es,
Adán no fue el primero, él debía salvar a la humanidad, ser su Mesías. Pero ahora Cristo ha cumplido
el objetivo y debemos, no sólo hacer lo que no hizo el linaje de Adán sino ir más allá: “…y de aclarar a
todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las
cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la
Congregación a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme alpropósito eterno
que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor…” (Efesios 3:9-11)

Nuestra mira debe estar arriba, en los cielos y en la vida eterna, no abajo, en la Tierra ni en cosas
pasajeras. “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo
sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” (Colosenses
3:1-2)

Por:
Frederick Guttmann R

La Navidad

Christmas

La palabra “Navidad” se dice que proviene de “Natividad”, o “Natal” (de natalidad), pues se
conmemora supuestamente en este tiempo el nacimiento de Jesús. Equívocamente se cree que por
esa razón también se dice “Chistmas Day” o “Día de Cristo”, aunque realmente no es esto lo que
quiere decir en lengua inglesa, sino que viene del latín “Cristes Maesse” (Christmas), que traduce:
“Misa de Cristo” o “Funeral de Cristo”. La versión histórica hace conocer que originalmente la navidad
no estaba destinada al nacimiento de Jesús sino que era una festividad en honor al Sol, o al dios del
Sol, es decir, a Apolo y a Horus, aunque otras versiones lo atribuían a Saturno. Por no tener certeza
de la fecha del nacimiento de Jesús, Roma adoptó la fecha de la Fiesta del Sol, donde se ofrecían
presentes en su honor, para entonces dedicarla desde entonces a Jesús; a pesar de que otros
afirman que se utilizó de excusa para preservar las fiestas en honor a los dioses. Un criterio muy afín
a la filosofía del romanismo.

La Iglesia Católica Apostólica Romana, en un principio, celebro el natalicio de Jesús, el 6 de enero,


para la fiesta de Epifanía (Los Reyes), otra de las tantas fiestas inventadas por el romanismo –hoy día
la principal y más promovida excusa para aumentar el estatus económico del comercio. En el año 274
d.C., el emperador Aureliano, encontró que era conveniente tomar el día que se celebraba en honor al
dios sol o Mitra, para celebrar el cumpleaños de Cristo. Así el 25 de diciembre ya no sería más el
“cumpleaños del sol invicto” (Birthday of the Unconquered Sun) sino aparentemente el
cumpleaños del Hijo de Dios. Un problema grande al ver que también Apolo se consideraba entre los
helenos, como el hijo de dios (Zeus), y entre los egipcios Horus era así mismo el hijo de dios (Osiris).

En el año 326 d.C., aparece por primera vez en el calendario romano, el 25 de diciembre como día de
observancia, e indicándolo que era la fecha en que había nacido Jesús. Después el Papa Julius I,
confirmó esta farsa, haciendo del 25 de diciembre la fecha oficial para celebrar el nacimiento del
salvador del mundo. Si bien, Jesús no nació en diciembre, ya que los pastores que vieron a los
mensajeros que anunciaron su nacimiento estaban con los rebaños, y esto no lo hacen en invierno:
“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su
rebaño.” (Lucas 2:8) Algunas fuentes dicen que Jesús nació a mediados de septiembre o a principios
de marzo, pero en ninguno de los casos en invierno, o más concretamente en diciembre. Es más,
recalculando la fecha del nacimiento de Jesús, se ha llegado al día 11 de septiembre del año 3 a.C.

El Niño Jesús

La navidad y su emblemático árbol no tienen origen con Jesús ni en los principios de la era cristiana.
La verdadera fiesta inició en Mesopotamia. Nimrod o Ninus, el primer hombre después del diluvio que
entabló nuevamente la lucha contra Dios, fundo Nínive (La Habitación de Ninus), y fue su primer rey,
restableciendo las antiguas ciudades de los dioses Anunnaki: Acad y Babel, en la milenaria Sumer
(Sinar). “Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Éste fue vigoroso
cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de
Jehová. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar. De esta tierra
salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehobot, Cala, y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad
grande.” (Génesis 10:8-12)

Nimrod habría tenido un hijo con su propia madre Semiramis, al cual llamaron Tamuz. Se afirma que
Semiramis dio a luz a ese vástago un 25 de diciembre de hace unos 2.600 años antes de Jesús.
Semiramis fue transformada por los griegos a Venus, por los romanos a Afroditi, por los egipcios a
Isis, y parecía tener relación con la Ishtar de los sumerios. Por su parte, su hijo Tamuz (el niño-dios)
fue muchas veces llamado por los cananitas Moloc o Baal. Entonces, de acuerdo a algunas
tradiciones, el propio Nimrod se identificaba con el dios nórdico Odín, y los tres formaban una trinidad
–muy posiblemente de ahí vengan tradiciones y credos como el de Atanasio. Sin embargo, lo más
significativo radicó en que a Semiramis se le identificaba con su niño en brazos, lo que el catolicismo
transformó en la imagen de la Virgen María sosteniendo al Niño Jesús. Es menester saber que
Semiramis afirmaba que ella quedó fecundada siendo virgen, pues Nimrod, se dice que ya muerto, un
día descendió y la poseyó nuevamente, quedando ella embarazada. El concepto de Semiramis es
similar a la figura griega de Atenea con el pequeño Heracles (Hércules) o al de la figura egipcia de
Nefertiti.

Tamuz fue conocido como Baal-Bereth (“Dios del Pino” o “Señor del Pino”), por esa razón en su
honor, y en honor de su padre Nimrod, los pueblos, empezando por Mesopotamia y siguiendo por el
norte de Europa, metían en invierno un árbol, principalmente de pino, en sus casas y lo adornaban,
para así recordar la memoria de Nimrod (recordatorio del dios Odín, más tarde transformado en San
Nicolás, y que simboliza la rebelión contra Dios) y a Tamuz (el Niño Dios).

El Árbol de Navidad

Algunas fuentes afirman que Nimrod significa “rebelión”, pues es culpable, entre otras cosas, de
inspirar a los babilonios a reconstruir el Eshagila (la Puerta de los Dioses), que luego se llamó Torre
de Babel o “Babili”. Se dice que Nimrod murió con pocos años, o que fue asesinado, y su madre y
esposa Semiramis afirmaba que en el lugar donde fue sepultado surgió un árbol que ella consideró
que era la reencarnación de Nimrod. De esta manera, cada año Semiramis visitaba su tumba y
colmaba el árbol con decorativos y presentes, así que éste tomó el nombre de “Árbol del Natalicio de
Nimrod”.

Los romanos continuaron con esta celebración y la trasladaron a la Fiesta de la Saturnalia en honor al
dios Saturno o Cronos (según algunos investigadores, este sería el “Baal” de los cananitas), titán y
deidad grecorromana del tiempo y de la agricultura. Nimrod fue rápidamente identificado con el sol a
raíz de que la leyenda asumió que a su muerte se había ido al sol, pero se inventó lo mismo sobre su
hijo Tamuz, diciendo que se volvió parte de Venus, y que Semiramis al morir se dirigió a la Luna. Esto
implica que si Nimrod era deificado como el mismísimo Sol, ha de tenerse en cuenta que todo el
zodiaco gira en torno a esta, nuestra estrella local, y por tanto lo hace centro de la astrología y
panteón de dioses paganos.

Así se enseñó que Nimrod al morir subió al cielo y como sol recibió el nombre de Bel-saman –puede
que de ahí naciera la palabra “Balsamo”- o “Señor del Cielo”. Pero si los símbolos más importantes de
Nimrod eran el sol y el árbol ¿qué guardaron los pueblos después sino esa enseñanza? En el siglo
VIII un monje católico llamado Bonifacio, persuadió a los pueblos paganos que vivían en lo que ahora
es Alemania, que dejaran de adornar y adorar al sagrado roble en honor al dios Odín (moderno Santa
Claus) y que adornaran el pino (inglés: “Fir Tree”) en honor del niño Jesús (la excusa para honrar a
Tamuz).

La Saturnalia

Tamuz era identificado por los romanos como Saturno (Cronos), y por tanto su madre Semiramis sería
Gea (Gaia, la Tierra), y su padre Nimrod sería Urano (el Cielo, o los hijos del cielo). Todo este
simbolismo venía a manifestarse para representar la caída de los Hijos de las Estrellas (Los Ángeles
Caídos o Anunnaki) y su unión con las hijas de los hombres. Si bien, ese evento de la caída fue muy
anterior, pero los pueblos conmemoraban y rendían culto a imágenes para recordar dichos sucesos,
siempre representados y renacidos en nuevos personajes, ideologías, épocas y culturas, aunque
realmente se tratase de una completa mezcolanza de creencias paganas en dioses contrarios a
Iehovah, a Alá o al Hijo de Dios, Jesucristo, por ejemplo.

La celebración a Saturno es igual de antigua y es el inicio de la fiesta navideña. Por esta razón, una
de las más antiguas festividades que recuerda la historia de la antigua Roma es la famosa
conmemoración llamada la Saturniana o Saturnalia. La Saturnalia no era una fiesta de un solo día
sino que se celebraba desde el 17 al 24 de diciembre. El 25 de diciembre venía la celebración del
cumpleaños del dios Mitra, dios de la luz y el sol, y la fiesta se cerraba con la Fiesta de las Calendas
el 1 de enero que era el Año Nuevo de losromanos. Tener presente que para los judíos, cuyo
calendario es al menos 3.000 mayor, el nuevo año partía de septiembre, y no estaba basado en el sol
sino en la luna.

En la fiesta de la Saturnalia, un pontífice se paraba en frente del templo de Saturno y exclamaba:


“Saturnalia Ho Saturnalia”. La palabra se esparcía de boca a oído a los largo del forum y a través de
las calles y todo el pueblo se daba a una salvaje “alegría”. El periodo de la Saturnalia fue
caracterizado por procesiones, santos, luces, adornos de las casas con hojas verdes y hojas de laurel,
se daban presentes –todo exactamente a como es hoy-; los hombres se vestían como mujeres o se
enmascaraban en pieles de animales.

La fiesta al principio duraba tres días, después se alargo a siete. Solamente el primer día de la fiesta
tenía algún significado religioso, el resto del tiempo se pasaba en borracheras. Se intercambiaban
regalos como cirios, imágenes pequeñas y las muñecas eran las preferidas. También se regalaban
monedas de oro, plata o cobre. Pero lo más importante de la fiesta de la Saturnalia era celebrar el 25
de diciembre el cumpleaños del dios Mitra, el dios de la luz y dios del sol, la adaptación a la
deificación de Tamuz.

Santa Claus, el Papá Noel

Antiguamente a Santa Claus no se llamaba así, sino que era conocido en los países nórdicos como
Odín, el dios más grande de la mitología de las tribus celtas y teutónicas del norte de Europa. Para los
escandinavos el dios Odín era el que regía el mundo. Él era el patrón de todas las ciencias; el inventor
de la poesía y la magia. Los escandinavos creían que el dios Odín poseía un maravilloso caballo de
ocho patas, llamado Sleipner. También manejaba una lanza mágica y tenía un anillo talismático. Un
punto que también lo caracterizaba bastante y que lo asociaba a la imagen del demonio Belial o el
“Anticristo”, era el hecho de que fuese “tuerto”, un concepto muy típico en las alegorías el hijo de
Satanás.

Durante la fiesta del Yule Log de los celtas y teutónicos –importante por el ícono del árbol-, se
suponía que el dios Odín no podía faltar ya que él tenía que presidir la fiesta para dar los premios o
castigos a quien se lo merecía. Alrededor del siglo IV un obispo católico cambió la historia de la
navidad convirtiéndose en el símbolo más importante, no obstante, en poco tiempo se incorporó la
deificación a Odín en dicha imagen. Es decir, Papá Noel no es ni más ni menos que el dios Odín. Se
han tejido tantas historietas fantásticas acerca de este personaje y se le han atribuido tantos milagros
que los europeos lo tienen casi a la altura de Jesús. Se dice que es el protector de las doncellas y que
hay que pedirle a él para encontrar un buen esposo. Ama mucho a los niños y les trae juguetes y se
los tira por la chimenea la noche navidad. Es de saberse que el altar preparado para la mítica diosa
Berta –otra deidad pagana- llegaba a ser la chimenea de la casa.

A un cura posterior a todas estas novelas, el señor Seinte Klass, los americanos le sacaron sus
vestimentas sacerdotales y le pusieron un traje verde, botas negras; le quitaron el caballo y le dejaron
el trineo del dios Odín. Con la única diferencia que el trineo del dios Odín según la mitología
escandinava, es tirado por caballos, y la de Santa Claus tirada por venados. También al cura lo
hicieron subir de peso. Y así luce cada año gordo y sonriente y en común acuerdo con los padres
engaña a los niños diciéndoles que los visitará llevándoles todo lo que ellos le pidan en Noche Buena.
El sacerdote católico Nicolás, obispo de Mira en el tiempo del emperador Diocleciano (siglo IV), entre
todas sus prácticas religiosas, acostumbraba en época de “navidad” a dar regalos y presentes a los
niños. Luego de su muerte, la Iglesia de Roma lo elevó a los altares y desde ahí que pasó a ser “San
Nicolás” o “Santa Claus”. Más tarde, este “san Nicolas” adoptó el nombre de “papá Noel” de la raíz
francesa que a su vez deriva del latín “Natalis, natal”, o sea “padre de la navidad” o “padre de la
natividad”, a pesar de que no guardaba absolutamente ningún vínculo con el nacimiento de Jesús o
con su historia.
Aquel “papa Noel” trascendió hasta occidente y ya en época contemporánea, fue introducido en
diversas historias que hablaban de su aparente origen, relacionándolo con el Polo Norte, con la
participación de gnomos y renos que lo trasladaban en su tarea de repartir “regalos” por todo el
mundo. Pero la implicación de llevarlo al Polo Norte es porque en lo hielos perpetuos es donde
reinaba él, Odín, y donde mayor influencia tenía sobre los pueblos de antaño.

Más adelante, en 1931, la empresa multinacional Coca-Cola tomó a este popular personaje y lo vistió
con sus colores corporativos (rojo y blanco) y es ahí donde se produjo una verdadera explosión y
propagación de la creencia en este “súper ser”, que era la excusa perfecta para reemplazar cualquier
veneración a Jesucristo o para conmemorar su nacimiento

La Fe

Emuná, la Verdad y la Firmeza

Vemos, buscando esta palabra en el Antiguo Testamento: “He aquí que aquel cuya alma no es recta,
se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.” (Habacuc 2:4). Aquí “en su fe” se dice en hebreo: “be-
emunato”, es decir: “por su visualización”. También vemos esto bajo la palabra griega “pistis” (fe). La
frase se reitera en la Brit ha-Hadashá (Nuevo Testamento) en la carta de Pablo a los romanos (1:17),
a los gálatas (3:11) y en la epístola que se escribió a los hebreos (10:38): “Mas el justo vivirá por fe; Y
si retrocediere, no agradará a mi alma.” La Palabra también dice: “Porque vino a juzgar la Tierra.
Juzgará al mundo con justicia, Y a los pueblos con su verdad.” (Salmo 96:13) En este caso “verdad”,
se traduce también del hebreo: “be-emunato”, como en la primera cita mencionada arriba.

“Porque Iehovah es bueno; para siempre es su misericordia, Y por todas las generaciones [es] su
fidelidad.” (Salmo 100:5) Según RVA 95 es “fidelidad” y según RVA 60 es “verdad”. En hebreo
partimos nuevamente de “emunato”. (*RVA: “Reina Valera”. Una de las principales casas editoriales
que traducen la Biblia al español) “Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una
piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno
de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.” (Éxodo 17:12)
En esta ocasión, la palabra “emuná”, se traduce como “firmeza”.
La palabra hebrea “emuná”, traducida como “verdad”, es más común que traducida como
tradicionalmente la conocemos: “fe”. Algunos ejemplos son: “Él es la Roca, cuya obra es perfecta,
Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y
recto.” (Deuteronomio 32:4); “Confía en Iehovah y haz el bien; habitarás en la tierra y te apacentarás
de la verdad.” (Salmo 37:3); “Escogí el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí.”
(Salmo 119:30), y Salmo 119:83, Proverbios 12:17 y 22; Jeremías 5:1 y 7:28 hablan de lo mismo:
“Iehovah, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos
antiguos son verdad y firmeza.” (Isaías 25:1) Aquí termina con “emuná omen”, cuando las dos
palabras provienen de la misma raíz: “emet”.

Definitivamente, la palabra “emuná”, viene de “emét” (verdad), y así mismo, de la raíz “laamín” (creer),
de donde vemos que también sale: “amén”, entendido como “¡así sea!” o “¡lo creo!”. De manera que,
la parte de Habacuc 2:4 que dice que “el justo por su fe vivirá”, más bien diría que “el justo por la
verdad de él vivirá”. Puede que no haga referencia a su propia verdad, sino la verdad de Dios; esa
misma verdad por medio de la cual Iehovah juzgará a los pueblos (Salmo 96:13), o quiere decir que
Dios juzgará a los hombres de acuerdo a su corazón y visualización. Esto se aclara cuando vemos la
carta de Pablo que dice: “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de
las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las
obras de la ley.” (Romanos 3:27-28) ¿La ley de la visualización? Claro. El que visualiza sabe lo que
debe hacer, por eso Jacobo dijo: “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe
sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” (Santiago 2:18) Y si entendemos el Plan de Dios y
no actuamos consecuentemente, entonces somos condenados: “Vosotros veis, pues, que el hombre
es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue
justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el
cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” (Santiago 2:24-26)

La fe como visión

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella
alcanzaron buen testimonio los antiguos.” (Hebreos 11:1-2) Hay una “certeza” en algo que se espera,
pero ¿si no se sabe qué es, qué es lo que se espera o cómo se entiende? Es una “convicción” de algo
que, aunque aún no ha sido, y por tanto no se ve, es algo que se comprende; es algo que se
visualiza. Todo esto está detallado en el libro de Hebreos en todo el capítulo 11. De ahí que Pablo
dijera: “…para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por
la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” (Gálatas 3:14) Con lo cual, para tener visualización de las
cosas, hay que entenderlas y “velas en la mente” aunque no se vean aún con los ojos. Para esto hace
falta tener conocimiento de las cosas. Todo sigue un hilo y esta información lleva al creyente a
comprender las cosas de Dios, visualizarlas y, se supone, que actuar en consecuencia (producir
obras). “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios
crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11:6) ¿Cómo podemos saber
que Dios existe si no le vemos? Precisamente porque uno debe culturizarse sobre el conocimiento de
Dios y entonces comprender su grandeza, ya que la eternidad consiste en conocer a Dios. A este
respecto escribió Salomón: “Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de
Dios.” (Proverbios 2:5) Así miso escribió el profeta: “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y
conocimiento de Dios más que holocaustos.” (Oseas 6:6) Cuando vamos conociendo a Dios, su plan y
las Escrituras, nuestra fe va aumentando ya que entendemos y visualizamos más todas las cosas del
Reino de los Cielos.

De aquí las exhortaciones y bendiciones que dicen: “…para que andéis como es digno del Señor,
agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios…”
(Colosenses 1:10) Y “Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro
Señor Jesús.” (2ª Pedro 1:2) O sea, que hay que buscar conocer más a Dios y a Jesús, y esto
aumentará nuestra fe. Así podremos saber con base a qué pedimos, con base a qué esperamos, con
base a qué desarrollamos nuestro ministerio en la obra: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque
el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a
otra.” (Santiago 1:6) Sobre esto hay mocho más que decir, pero sería propio también del estudiante y
discípulo que se empape también en esto por su cuenta.

Pístis, la Confianza
En griego encontramos que el equivalente a “fe” es “pístis”, que también se entiende como
“confianza”, “creer”, “dar crédito”, “dar fe”, “fidelidad”, “garantía”, “juramento”, “compromiso” o “verdad”.
En el capítulo 17 de la epístola de los Hechos de los Apóstoles, encontramos: “…por cuanto ha
establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe
a todos con haberle levantado de los muertos.” (Hechos 17:31). Esto se entendería como “testimonio”;
es decir, Cristo dio testimonio a todos con su resurrección.

En griego también dice: “La pístis (creencia) es esperanza de la sustancia (confianza, aseguramiento),
la cuestión de convicción en lo que no se ve.” (Hebreos 11:1-31). Es decir, es cuando esperas y
confías en aquello en lo que se está seguro –no sobre algo en lo que no se cree o sobre lo que se
duda. Es lo que tiene que ver con la convicción sobre cosas que no se ven, por ejemplo, algo que aún
no ha sucedido. ¿Pero cómo se llega a esa seguridad? Para estar uno convencido de algo tiene que
haberle ocurrido algo trascendental en su vida, debe haber visto, oído o sentido algo que le haya
generado esa certeza en su interior, esa confianza y esa esperanza, aunque aún no lo haya visto
“cumplido”. Es decir, por lo que se les visualizó a los que oyeron y/o leyeron los escritos antiguos, o
bien, porque el Señor se los dijo, entendieron que fue hecho el universo por la Palabra de Dios.
Aunque no estuvieron ahí para verlo por ellos mismos, aún así lo creen, lo imaginan en su mente, lo
visualizan y lo aceptan como verdadero. Eso es la fe.

El Señor se manifestó a Abraham y le habló sobre una promesa, y con base a lo que Abraham
entendió, actuó, porque tenía la esperanza puesta en aquella certeza, de que sucedería. Abraham
visualizó lo que Iehovah deseaba hacer y actuó consecuentemente; Noé creyó a Iehovah que le dijo
del advenimiento de un diluvio, y aunque parecía absurdo, él “creyó” a Iehovah, y creyó a lo que
“había entendido” que Dios iba a hacer, la razón por la cual eso debía ocurrir, y lo que Iehovah
esperaría de su descendencia. Todos los que actuaron por medio a esta “creencia”, lo hicieron
habiendo recibido una “visión”, ya fuese de forma literal o explicativa, y fueron “fieles” a su
“convicción”, y fieles al “poder de Dios” y fieles al “plan de Dios”. Todo esto es la fe. Muchos de los
que mayor fe demostraron tener, fueron quienes tuvieron conocimiento del Plan de Dios y de su
incomparable amor para con sus criaturas.
¿Hubo muchas personas que entendieron el Plan de Dios? ¿Hubo muchos hombres cuya convicción
fue un ejemplo para todos?: “Hijo de hombre, cuando la tierra pecare contra mí rebelándose
pérfidamente, y extendiere yo mi mano sobre ella, y le quebrantare el sustento del pan, y enviare en
ella hambre, y cortare de ella hombres y bestias, si estuviesen en medio de ella estos tres varones,
Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia librarían únicamente sus propias vidas, dice Iehovah el Señor.”
(Ezequiel 14:13-14 y 14:20) Dice ahí “por su justicia” (rectitud), es pues que fueron hombres justos
ante los ojos de Iehovah. De modo que podríamos creer que vieron cosas que consolidaron
grandemente su credo, pero no fue así. Ellos vieron cosas extraordinarias como también las vieron
Moisés, Abraham, Adán, Samuel o David; también hubo otros hombres tan justos y piadosos como
Abel, Elías, Isaías o Isaac. Ergo, su confianza puesta en Iehovah no se puede confundir con la
esperanza de que pudiese ser, porque realmente lo creyeron. Pero, ¿qué diferenció a estos tres
hombres del resto?

La fe de Noé

“…Él me dijo: "Noé, tu destino ha llegado hasta mí, un destino sin mancha, un destino de amor y
rectitud. Ahora los ángeles están construyendo una casa de madera y cuando terminen su tarea,
extenderé mi mano sobre ella y la preservaré y la semilla de vida germinará de ella y se producirá un
cambio para que la Tierra no quede desocupada. Yo consolidaré tu linaje ante mí para siempre,
diseminaré a los que viven contigo y no será estéril, sino será bendecida y multiplicada sobre la
superficie de la Tierra en el nombre del Señor".” (1ª Henoc 67:1-3. Fragmento escrito por Noé)

“…Y tras un tiempo, mi hijo Metushelaj (Matusalén) tomó para su hijo Lemej (Lamec) una mujer, y ella
concibió de él y dio a luz un hijo. Cuando el niño nació su carne era más blanca que la nieve mas roja
que la rosa, su pelo era blanco como la lana pura, espeso y brillante. Cuando abrió los ojos iluminó
toda la casa como el sol y toda la casa estuvo resplandeciente. Entonces el niño se levantó de las
manos de la partera, abrió la boca y le habló al Señor de justicia. El temor se apoderó de su
padre Lamec y huyó y fue hasta donde su padre Matusalén. Le dijo: "He puesto en el mundo un hijo
diferente, no es como los hombres sino que parece un hijo de los ángeles del cielo, su naturaleza es
diferente, no es como nosotros; sus ojos son como los rayos del sol y su rostro es esplendoroso. "Me
parece que no fue engendrado por mí sino por los ángeles y temo que se realice un prodigio durante
su vida. "Ahora, padre mío, te suplico y te imploro que vayas al lado de Janoj (Henoc) nuestro padre y
conozcas con él (por él) la verdad, ya que su residencia está con los ángeles. […] [Le dijo Henoc:]
Habrá […] gran cólera y diluvio sobre la tierra y se hará gran destrucción durante un año. "Pero ese
niño que os ha nacido y sus tres hijos, serán salvados cuando mueran los que hay sobre la tierra.
Entonces descansará la Tierra y será purificada de la gran corrupción.” (1ª Henoc 106:1-7; 6º libro de
Henoc, fragmento del libro de Noé)

La fe de Job

Vemos que Jobab (Job) cuenta que un arcángel se le apareció una noche para responderle sobre
una inquietud, y le explicó: “…a quien el pueblo quema libaciones y ofrendas, no es a Dios, sino que
este es el poder y la labor del Seductor que actúa astutamente con el pueblo. […] caí a tierra y me
prosterné diciendo: "O mi Señor, que hablas por la salvación de mi alma. Te ruego por este ídolo de
Satanás, que me permitas ir y destruirlo, y purificar este lugar. Pues no hay ninguno que me lo pueda
prohibir, ya que soy el rey de esta tierra, de modo que aquellos que vengan a ella ya no se pierdan''. Y
la voz que hablaba desde la llama me respondió: "Tú puedes purificar este lugar. Pero he aquí que yo
te anuncio lo que el Señor me ordenó que te dijera […]: Si destruyes y echas fuera la imagen de
Satanás, el propio Satanás con ira vendrá a la guerra contra ti, […] Él te traerá numerosas y graves
plagas, […] Él te quitará a tus niños, y te causará muchos males. Luego debes luchar como un atleta y
resistir el dolor, y seguro de tu recompensa, superar pruebas y aflicciones. Pero cuando tú dures y
resistas, haré famoso tu nombre en todas las generaciones de la tierra hasta el final del mundo. Y te
voy a restaurar todo lo que hubieras tenido, y el doble de lo que hayas de perder te será dado […] Y
en la resurrección has de despertar para la vida eterna. Entonces tú harás saber que Dios es justo y
verdadero y poderoso".” (Testamento de Job 1:11-26) En vez de ver cosas de parte de Dios, lo único
que Job recibió fue dolor, pero sabía lo que quería recibir de Iehovah cuando sus penurias
desapareciesen.

La fe de Daniel

“Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a
Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre. Y fue traída una piedra y puesta
sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que el
acuerdo acerca de Daniel no se alterase. […] El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue
apresuradamente al foso de los leones. Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y
le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido
librar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió su
ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado
inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo.” (Daniel 6:16-22) Podemos encontrar
en su libro, que a Daniel el Señor se le manifestó tras su devoción y obediencia, obrando primero
Daniel con confianza y fe. Más adelante sabemos que a Daniel se le explicó el Plan de Dios (Daniel
9:24) porque sirvió a Dios de todo corazón. De hecho, en el caso en el que Daniel pasó ese tiempo en
el foso con los leones, ni siquiera Iehovah le permitió pasar hambre, y fue fiel con Daniel porque es fiel
con aquellos que le son fieles: “Se tiró a Daniel en [el foso de] los leones, y él estuvo allí durante seis
días. Hubo siete leones en la guarida, y cada día se les había dado dos cuerpos y dos ovejas, pero
ahora no se les dio nada, para que devorasen a Daniel. Ahora estaba el profeta Habacuc en Judea, el
cual había hecho un guiso y había partido el pan en un tazón, e iba entonces por el terreno para
llevarlo a los segadores. Pero el ángel del Señor dijo a Habacuc: "Toma los alimentos que tienes a
Babilonia, [llévalos] a Daniel, [a quien han puesto con] los leones". Habacuc dijo: "Señor, yo nunca he
visto Babilonia, y no sé nada acerca de la madriguera". Entonces el ángel del Señor le llevó por la
corona de su cabeza y lo llevaron por su cabello, con la velocidad del viento le puso en Babilonia, a la
derecha en la madriguera. Entonces Habacuc gritó: "¡Daniel, Daniel! Toma la comida que Dios te ha
enviado". Daniel dijo, "Te has acordado, oh Dios, y no has abandonado a los que te aman." Entonces
Daniel se levantó y comió. Y el ángel de Dios [tomó a] Habacuc [y fue] devuelto inmediatamente a su
propio lugar.” (Apócrifo de Bel 1:31-39)

La Religión

¿Qué es la religión?

En la antigüedad, la religión y la ciencia estaban tan estrechamente asociadas que eran parte de la
misma escuela. La religión era más o menos algo como el estudio del conocimiento espiritual, el
desarrollo de la mente, la búsqueda de la ascensión espiritual y la vida dedicada a lo sagrado: una
vida sana o “santa”. Con los siglos y con el establecimiento de dogmatismos, sectas y nuevos
movimientos de creencias, la religión se apartó de la ciencia para convertirse en una partidaria de la
devoción a dioses paganos, la deificación a estatuas, ataduras, remordimientos, la acumulación de
fortunas, el control de las masas –alejándolos de la libertad espiritual-, la manipulación del
conocimiento y la visión de un credo basado en fantasías, fábulas, legalismos y lecturas
tergiversadas.

La palabra religión proviene del latín “re-ligare”, que traduce: “volver a ligar”, o “volver a unir”. Significa
esto porque se entendía que la religión, en antaño, servía para acercar a los hombres al conocimiento
espiritual y reconciliarlos con El Todo, el Creador, el Padre Universal. En griego encontramos la voz
“thriskeía”, que aparece en una carta de Pablo como “culto”: “Que nadie os prive de vuestro premio
haciendo alarde de humildad y de dar culto a los ángeles (metiéndose en lo que no ha visto),
hinchado de vanidad por su propia mente carnal…” (Colosenses 2:18). Esto también nos lleva a otra
traducción donde ponen “culto”: “Porque el culto de los ídolos sin nombre es principio, causa y fin de
todo mal…” (Sabiduría 14:27) Y yéndonos a la 4ª de Macabeos 5:7 vemos algo similar sobre el culto,
religión o prácticas judías.

Las religiones son tan antiguas como nuestra propia historia conocida, o historia oficial. Ya en textos
como “el Documento Troano” de los mayas o “Las Tablillas Esmeralda de Thot”, halladas en el
Yucatán, se habla de la espiritualidad de los pueblos de otrora y su conexión con el mundo mental y
espiritual, así como la conexión del alma entre los humanos, como un único vínculo; estrecho y fuerte,
una sola mente, una sola forma de pensar, una única visión del TODO (Dios).

Tenemos pues que las religiones se han vuelto un motivo de sujeción, control y dominio sobre las
masas, siendo que Cristo llamó a la libertad: “Si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos
del mundo, ¿por qué, como si vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: "No uses",
"No comas", "No toques"? Todos estos preceptos son solo mandamientos y doctrinas de hombres, los
cuales se destruyen con el uso. Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría, pues
exigen cierta religiosidad, humildad y duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los
apetitos de la carne.” (Colosenses 2:20-23 – RVA 1995)
Las otras religiones

Todos los caminos espirituales conducen al Padre, pero no todas las enseñanzas evaden los
intereses subjetivos de nuevas tendencias o motivaciones mundanas para controlar a los creyentes y
sacar lucro de su hambre y sed de conocimiento. Y si bien es cierto, el Enemigo se goza con tantas
especulaciones, ceguera, reglas, humillaciones, robotismo, engaño y preceptos de tantas doctrinas y
religiones. Es posible que todas las religiones del mundo empezasen con buenas intenciones, pero
también es posible que todas hayan sido “manipuladas” para terminar convirtiéndose en más
“sistemas de atadura” humana. Pero entonces ¿cuál es la religión verdadera? Uno de los hermanos
menores de Jesús, llamado Jacobo, dijo: “Si alguno se cree religioso entre vosotros, mas no refrena
su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mancha
delante de Dios el Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y
guardarse sin mancha del mundo.” (Santiago 1:26-27) Santiago significa: “Saint-Iacof”, es decir: San
Jacobo.

Este inciso demuestra que lo que realmente importa en un credo es “ayudar al prójimo” y “abstenerse
de la mundanalidad”. Evidentemente, para ello no existe nombre de una denominación en concreto,
ya que cualquier persona, del credo que fuese, puede cumplir estos requisitos que Jacobo enseña.
No obstante, si la ley enseñada a Moisés es aquello que nos explica qué nos tiene alejados de Dios
¿cómo es posible que otras religiones la apliquen? Pablo habló sobre esto: “Porque cuando los
gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley,
son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su
conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por
Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.” (Romanos 2:14-16)

Guerra entre religiones

Todas las religiones profesan ser la verdadera, pero todas subyugan a sus feligreses y evitan que
ellos den frutos. De hecho, han existido y existen instituciones religiosas, que en el nombre de Dios,
hacen todo lo que el Señor reprueba: “Porque sucederá en aquel día que las iglesias que se hayan
establecido, mas no para el Señor, dirán la una a la otra: ¡He aquí que yo, yo soy la del Señor!; y dirán
las demás: ¡Yo, yo soy la del Señor! Así hablarán todos los que hayan establecido iglesias, mas no
para el Señor; y contenderán una con otra; y sus sacerdotes disputarán entre sí, y enseñarán con su
conocimiento, y negarán al Espíritu Santo, el cual inspira a hablar. Y niegan el poder de Dios, el Santo
de Israel, y dicen al pueblo: Escuchadnos y oíd nuestro precepto; pues he aquí, hoy no hay Dios,
porque el Señor y Redentor ha acabado su obra y ha dado su poder a los hombres; he aquí,
escuchad mi precepto: Si dijeren que hay un milagro hecho por la mano del Señor, no lo creáis, pues
ya hoy no es un Dios de milagros; ya ha terminado su obra. Sí, y habrá muchos que dirán: Comed,
bebed y divertíos, porque mañana moriremos; y nos irá bien. Y habrá también muchos que dirán:
Comed, bebed y divertíos; no obstante, temed a Dios, pues él justificará la comisión de unos cuantos
pecados; sí, mentid un poco, aprovechaos de alguno por causa de sus palabras, tienden trampa a
vuestro prójimo; en esto no hay mal; y haced todas estas cosas, porque mañana moriremos; y si es
que somos culpables, Dios nos dará algunos azotes, y al fin nos salvaremos en el reino de Dios. Sí, y
habrá muchos que de esta manera enseñarán falsas, vanas e insensatas doctrinas; y se engreirán en
sus corazones, y tratarán afanosamente de ocultar sus designios del Señor, y sus obras se harán en
las tinieblas. Y la sangre de los santos clamará desde la tierra contra ellos. Sí, todos se han salido de
la senda, se han corrompido.” (2ª Nefi 28:3-11. Libro de Mormón)

Porque ciertamente, “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a
los padres por los profetas…” (Hebreos 1:1) Nos ha dado a conocer la Palabra, no sólo a la casa de
Israel sino a muchos de otras naciones, para que la justicia de Dios sea manifiesta, en que él no hace
acepción de personas (Romanos 2:11) y además, quiere que todos sus hijos se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad (1ª Timoteo 2:4). Las religiones no salvan, sino las obras de los hombres y
su corazón.

Dios ha hablado en todos los tiempos de diferentes maneras; no obstante, los hombres han
tergiversado sus palabras y se han inclinado a lo negro de sus corazones: “Aunque hubiéramos hecho
que los ángeles descendieran a ellos, aunque les hubieran hablado los muertos, aunque hubiéramos
juntado ante ellos todas las cosas, no habrían creído, a menos que Dios hubiera querido. Pero la
mayoría son ignorantes.” (El Corán 6:111). Dios ha dado muchas oportunidades a muchos hombres,
en muchas épocas y en muchos lugares, para que toda lengua, tribu y nación conozcan al Dios de la
verdad, pero los hombres hanescogido sus propios caminos y han pensado antes en el “control”, el
“poder” y las “riquezas”, y no en el Reino de Dios: “¿Quién sino el necio de espíritu puede sentir
aversión a la religión de Abraham? Le elegimos en la vida de acá y en la otra vida es, ciertamente, de
los justos. Cuando su Señor le dijo: “¡Sométete!”. Dijo: “Me someto al Señor del universo”. Abraham
ordenó hacer lo mismo a sus hijos varones, y también Jacob: “¡Hijos míos! Dios os ha escogido esta
religión. Así, pues, no muráis sino sometidos a Él.” (El Corán 1:130-132)Pero estas enseñanzas
fueron cada vez más tergiversadas y manipuladas al grado de crear guerra, violencia, intolerancia,
radicalismo, antisemitismo, xenofobia, odio, resentimiento, obsesión e ignorancia, porque cualquier
religión que no se establezca en el “AMOR”, no tiene ninguna validez.

Pero la tolerancia, el respeto y el amor, superan toda barrera, todo obstáculo y todo credo; porque se
nos vino a enseñar el AMOR, y de cada forma que Él consideró fue traída esta enseñanza: “Decid:
“Creemos en Dios y en lo que se nos ha revelado, en lo que se reveló a Abraham, Ismael, Isaac,
Jacob y las tribus [de Israel], en lo que Moisés, Jesús y los profetas recibieron de su Señor. No
hacemos distinción entre ninguno de ellos y nos sometemos a Él.” (El Corán 1:136). Todo camino
espiritual puede conducir al Padre, siempre y cuando esté encausado en esta verdad: Amar a Dios,
por encima de todas las cosas y al prójimo como a sí mismo (Mateo 22:37-38), ya sea de la
denominación religiosa que sea, pues Dios ama a todos los hombres por igual. Claramente esto no
nos salvará de la Gran Tribulación ni nos hará partícipes de las promesas de Cristo, pero la decisión
está en cada persona. Cada uno ha de elegir hasta dónde quiere llegar y si sus ganas de estar con
Cristo y su miedo a la condenación venidera, son más fuertes que la comodidad y justificaciones que
ofrece el mundo.

¿Sirve de algo señalar a otras religiones?

Lo realmente importante en esta vida es buscar a Dios y la espiritualidad: “…esto explica por qué el
budismo, que es la religión psicológicamente más sofisticada de todo el mundo, no aborda la cuestión
de Dios. Y esto es así porque Buda no abordó la cuestión de Dios mientras seguía estando en el
cuerpo que llamas “buda” […] Cuando Buda dijo: ‘Estoy despierto’, quería decir que se había dado
cuenta de que ya no participaba en la ilusión, sino que era el hacedor de toda la ilusión. Aún así, hace
falta un paso más, y ese paso se produce cuando la mente, que es la hacedora de la ilusión, elige ir
completamente en contra de sí misma y a favor de Dios. Por supuesto que alguien con la tremenda
realización de Buda tuvo vislumbres de esto, pasando rápidamente a tener exactamente la misma
conciencia que Jesús. Pero Buda logró esto en una vida de la que el mundo ni siquiera sospecha. No
es anormal que haya personas que alcancen el nivel de iluminación de Jesús en el anonimato, y que
la gente piense que lo alcanzaron en una vida en la que fueron famosos, cuando en realidad no
fue así. La mayoría de los que alcanzan la verdadera maestría espiritual no están interesados en ser
líderes.” (Enseñanza de los apóstoles Tomás y Judas Tadeo a Gary Renard, “La Desaparición del
Universo”)

En una mesa redonda sobre religiones le preguntaron al Dalai Lama cuál era la religión verdadera, a
lo que contestó: “La mejor religión es la que te aproxima más a Dios, al Infinito. Es aquella que te hace
mejor.” Cuando le preguntaron qué lo hace a uno mejor, afirmó: “Aquello que te hace más compasivo,
más sensible, más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético... La
religión que consiga hacer eso de ti es la mejor religión.” En este respecto, Juan, a sus más de cien
años de edad, y cuando su hora estaba próxima, escribió: “Ésta es la auténtica religión: la que libera a
los hombres de las presiones sacerdotales o de las castas, hallando su manifestación más pura en lo
más sagrado del propio hombre: su corazón.” (Testamento de San Juan. Capítulo 3. Transcrito por
J.J. Benítez)

“Habéis conocido muchas religiones. Pues bien, yo os digo que aquellas que buscan afanosamente
liberar al hombre de las cargas propias de la vida son religiones nacidas en la desesperanza. Fijaros,
hijos queridos, que sólo buscan y ansían el aniquilamiento, bien por el sueño, el descanso o la
muerte. Ésas no son religiones de vida. La de Jesucristo glorioso es una religión que enaltece la vida,
llenándonos de fe, esperanza y amor. En esto sabemos que le conocemos. No os aflijáis, por tanto,
ante el turbio presente de este mundo en crisis. La verdad ya ha germinado. Dejadla que crezca. […]
Jesús no rehuyó jamás las contrariedades de la vida. Las afrontó y dominó, incluyendo el amargo
cáliz de su muerte. Y mirad que nunca le vimos refugiarse en la religión para liberarse de la vida y de
sus ataduras. Os lo repito: la religión del Engendrado de Dios no huye de la vida, por más que
creamos en otra existencia futura y eterna. La religión que él practicó —y a la que me referiré en
breve con mayor atención— rezuma paz y alegría porque supone el descubrimiento de una nueva
existencia espiritual. Una forma de ser y de concebir la vida que la ennoblece. No confundáis la
religión del Cristo con la adormidera de falsos dioses. Toda religión que narcotiza al pueblo es religión
humana, no divina. En ello, justamente, distinguimos la religión de la Palabra: en que su deseo de
progreso espiritual es fuente inagotable. Ésta es la gran palanca que mueve y moverá al mundo.”
(Testamento de San Juan. Capítulo 3. Transcrito por J.J. Benítez)

Por sus frutos los conoceréis

Escrito está: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los
abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen
árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado
y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.” (Mateo 7:16-20) Un Hijo de Dios no
puede dar malos frutos ni del mal puede salir palabra de amor y unión con el Creador: “Considera a
los otros como si fueran tú mismo; […] Si alguien te abofetea, te apalea o te arremete con un cuchillo,
debes renunciar a los impulsos y no proferir palabras malvadas; […] Renunciad a matar, ni con palo ni
con espada; […] No os fijéis en las faltas de los otros ni en lo que los otros han hecho o hayan dejado
de hacer; mirad lo que vosotros mismos habéis hecho y habéis dejado de hacer.” (Príncipe hindú
Siddhartha Gautama, “El Buda”. Año 566 a.C.)

“…Dios grande, poderoso, Iehovah de los ejércitos es su nombre; grande en consejo, y magnífico en
hechos; porque tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar
a cada uno según sus caminos, y según el fruto de sus obras.” (Jeremías 32:18-19)

El Ministerio de Jesús

¿Quién era Cristo?

El nombre “Cristo” es el vocablo griego (jristos) que viene del hebreo Mashiaj, es decir “Mesías”
o “Ungido” (Juan 1:41). Quienes han experimentado lo que es conocer a Jesús lo relacionan
con el Ungido que había sido prometido desde antes de la fundación del mundo (1ª Pedro
1:20). El mismo que fue figura por medio de la cual todos los hombres del universo fueron
creados (Mateo 16:13 y Juan 10:29-34), el Hijo del Padre Universal. ¿Cuál fue su objetivo?
Enseñarnos con su ejemplo y poder –que recibió del Padre- lo que es ser realmente un hombre
(Hijo de Dios: Juan 1:12), darnos la redención por nuestros pecados y cumplir la promesa de la
resurrección, tomando poder del Hades. Su intención era cambiar a cada hombre que creyese
en lo que él significaba y aceptase que él (Jesús) era el legítimo heredero del gobierno del
planeta Tierra y del universo (Hebreos 1:2). A quién creyese en él y le aceptase le brindaría la
oportunidad de vivir eternamente de forma incorruptible y física (Daniel 12:2). Esta autoridad la
recibió del Padre Universal.
Jesús llama a los hombres a que vivan de la forma como viven los hijos del universo: en moral,
ética, salud, armonía, confraternidad, amor y altruismo. Este llamamiento implica un cambio
personal el cual ha de manifestarse con la actitud (ejemplo). Si bien, una vez comprendido
esto, Jesús espera que esta persona comparta lo que sabe y ha entendido (Romanos 6:4).

El Ministerio

Existe una oposición a que la raza humana sea liberada de la esclavitud y rompa sus ataduras
que no le dejan evolucionar espiritualmente (Efesios 6:12). A sabiendas de esto, Jesús dio
unas enseñanzas (Luz y Pan de Vida) concisas a sus discípulos instándoles a que continuasen
con esa cadena:

Amar a Dios, y hacerlo por encima de todo (Lucas 10:27).

Amar al Hijo de Dios (1ª Juan 5:1)

Amar al prójimo (Romanos 13:9).

¿En qué modo se desarrollaría esto? Los discípulos entendieron y pusieron en práctica que
sólo con Jesús podría conseguirse una verdadera salvación (2ª Timoteo 2:10) y se podría
tomar parte de un colectivo que trascendería este mundo (Romanos 12:5), empezando por
cambiar su vida presente. Es decir, habría que comenzar a trabajar para una institución que
ofrecía nada más ni nada menos que MILAGROS (Hechos 8:13, 19:11 y 2ª Corintios 12:12),
cosas sobrenaturales, imposibles para el hombre (Marcos 10:27). El orden de cambio es
siempre de dentro hacia afuera:

Interceder mentalmente con conversación (Lucas 21:36) por tomar el camino correcto. (todo
esto siempre entre el hombre y Jesús) Oración.

Dar ejemplo como ser humano, cumplir los 10 mandamientos, ser laborioso, amar
abnegadamente y perdonar toda ofensa (Mateo 5:48).

Interceder por medio de la oración por que el Espíritu que viene de parte del Padre transforme
hacia el camino correcto a la pareja, la familia, los amigos y lo que está alrededor de uno (1ª
Corintios 7:16).

Conocer plenamente la historia de Jesús y sus enseñanzas para ser capaz de redargüir y llegar
al prójimo aún si está convencido de conceptos materialistas que no le llevarán a esta
salvación mesiánica que Cristo promete (2ª Timoteo 3:16).

Conocer el ministerio de los apóstoles para empezar a trabajar plenamente en los objetivos y
desarrollar las facultades y talentos (Santiago 2:18 y Mateo 7:16-20).

Preparar discípulos con el mismo orden (Mateo 28:19).

El Cuerpo y los objetivos

Para hacer parte del Cuerpo hay que tener un cambio sincero de actitud y una voluntad firme
para nacer de nuevo:

Aceptar a Jesús en el corazón (Juan 3:18).

Aceptar a Jesús como Señor de nuestra vida y aceptar su liderazgo poniendo nuestro enfoque
“arriba” (Colosenses 3:1).
Recibir al Espíritu Santo, por medio del cual se nos dará inspiración de “arriba” para saber
distinguir entre lo que es correcto y lo que es incorrecto, y para que él nos lleve al conocimiento
de todas las cosas inaccesibles (Juan 16:13).

Instruirse en todo, educarse, formarse y capacitarse como lo haría un soldado (Efesios 6:11-
13).

Comprometerse en la Institución que Cristo ha venido formando por más de 2000 años –
porque ya muchos creyeron en él ANTES siquiera de que llegase. Esto es por medio de
alguien que ya esté dentro que le “sumerja” (Hechos 8:16) con el símbolo del agua (testimonio
ante la creación).

Desarrollar los dones y talentos naturales y espirituales para trabajar en la obra y producir
frutos (Romanos 12:6-8 y 1ª Corintios 12:1-10).

Formar gente con los mismos conceptos y bajo los mismos parámetros (1ª Pedro 3:8,
Romanos 15:5 y 2ª Corintios 13:11).

El verdadero discípulo

Jesús nunca planteó su ministerio como algo fácil y cómo, aunque mucho malinterpreten
tendenciosamente sus palabras: “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es
fácil y ligera mi carga.” (Mateo 11:29-30) Jesús habla de que llevemos “su yugo” sobre
nosotros. ¿Qué es un yugo? Una responsabilidad. Si realmente le queremos seguir y obedecer,
hemos de llevar sobre nosotros la responsabilidad que él tiene sobre sus hombros. Hemos de
aprender de él en todo, principalmente de su comportamiento. El resultado, en la práctica, será
una “liberación” de nuestra alma atribulada; no el concepto de darnos bienes materiales y
entregarnos todo lo que le pedimos: somos nosotros los que debemos sujetarnos a lo que él
exige. Jesús es claro al referirse a “su carga”, porque no dice que no exista obligaciones o que
todo sea color de rosas comúnmente la gente que acepta a Jesús cree que todos sus
problemas se van a acabar; esto es una increíble falta de conocimiento y de fe.

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: -- Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame, porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el
que pierda su vida por causa de mí, la hallará.” (Mateo 16:24-25) De entrada, si alguien
realmente desea seguir a Jesús, debe olvidarse de “sí mismo” (cosas que le gusta hacer,
estabilidad del mundo, apegos sentimentales, apegos materiales, vicios y rebeldías). De lo
contrario, quien quiera salvar la vida que tiene la perderá, ya que Jesús aclaró: “Entonces se
acercó uno y le dijo: -- Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: --
¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino uno: Dios. Pero si quieres entrar en la vida,
guarda los mandamientos. Le preguntó: -- ¿Cuáles? Y Jesús le contestó: -- No matarás. No
adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre. Y amarás a
tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: -- Todo esto lo he guardado desde mi juventud.
¿Qué más me falta? Jesús le dijo: -- Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dalo
a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Al oir el joven esta palabra, se fue
triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: -- De cierto os
digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo que es más fácil
pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Sus discípulos,
al oir esto se asombraron mucho, y decían: -- ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Mirándolos
Jesús, les dijo: -- Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible.
Entonces, respondiendo Pedro, le dijo: -- Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido;
¿qué, pues, tendremos? Jesús les dijo: -- De cierto os digo que en la regeneración, cuando el
Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido, también os
sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que haya
dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi
nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” (Mateo 19:16-29) ¿Quién pues
enseñó que hemos de atesorar riquezas, si Jesús llamó al desapego de las cosas del mundo?

Los discípulos habían dejado sus pertenencias, sus hogares y su trabajo para seguir a Jesús.
Incluso la gente que iba conociendo el mensaje fue comprendiendo el significado y profundidad
de esto: “Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas:
vendían sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.
Perseveraban unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían juntos
con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo. Y el
Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.” (Hechos 2:44-47) ¿Esto es
prosperidad? No, es confianza en lo que uno ha comprendido y visualizado sobre lo que es
verdaderamente el plan de Dios, la obra y el dar frutos: “Así que no había entre ellos ningún
necesitado, porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el producto
de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su
necesidad. Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que
significa "Hijo de consolación"), levita, natural de Chipre, vendió una heredad que tenía y trajo
el producto de la venta y lo puso a los pies de los apóstoles.” (Hechos 4:34-37)

Jesús no llamó a montar iglesias e ir todos los domingos para luego llamarse uno a sí mismo
“practicante” o “cristiano”, sino que dijo antes de subir al cielo: “…Toda potestad me es dada en
el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas
que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Amén.”
(Mateo 28:18-20) Jesús llamó a “hacer discípulos” no a hacer “ovejas”. Jesús dijo que le
siguiéramos, que fuésemos primero discípulos y luego “apóstoles” (misioneros), siendo que la
base de un discípulo es la “disciplina” y la “obediencia”, y la de un misionero es la
“inestabilidad” y la “aflicción”, no la comodidad. Una vez hecho esto se deben dar resultado de
ello: “En esto es glorificado mi Padre: en que llevéis mucho fruto y seáis así mis discípulos.”
(Juan 15:8) Y: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto
para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre
en mi nombre, él os lo dé.” (Juan 15:16)

“Y esta es la condenación: la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que
la luz, porque sus obras eran malas, pues todo aquel que hace lo malo detesta la luz y no viene
a la luz, para que sus obras no sean puestas al descubierto. Pero el que practica la verdad
viene a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” (Juan
3:19-21)

El Amor

¿Qué es el amor?

“Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al Rey.” (1ª Pedro 2:17) ¿Qué
rey? Jesús, porque Roma se regía por emperadores no por reyes. Bien pues, equívocamente
la sociedad nos ha enseñado que el amor se remite a “desear” a alguien o “sentirse atraído”
por esta persona. Esto no es el amor. El verdadero amor es el “amor de Dios”, pues
confundimos atracción y el “querer” –como dependencia- con el amar, pero no sabemos lo que
realmente es el verdadero amor: “Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda
ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada
soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo
para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.” (1ª Corintios 13:2-3); “El amor no hace
mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.” (Romanos 13:10) Y esto es cierto,
que el amor debe salir del corazón: “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo
bueno.” (Romanos 12:9) Porque de nada sirve que hagamos las cosas por hacer, o sepamos
todos los conocimientos, pues el ejercicio del amor es lo que nos hace ser Hijos de Dios: “El
conocimiento envanece, pero el amor edifica.” (1ª Corintios 8:1) Lo que hemos de conocer a
ciencia cierta es el significado del amor, que reiteró el misionero Pablo en su primera carta a
los corintios:

El amor es sufrido
El amor es benigno
El amor no tiene envidia
El amor no es jactancioso
El amor no se envanece
El amor no hace nada indebido
El amor no busca lo suyo
El amor no se irrita
El amor no guarda rencor
El amor no se goza de la injusticia
El amor se goza de la verdad
El amor todo lo sufre
El amor todo lo cree
El amor todo lo espera
El amor todo lo soporta
El amor nunca deja de ser

“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el
amor.” (1ª Corintios 13:4-13); Si nos cimentamos en amor, nada somos: “…para que habite
Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis
plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la
profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para
que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” (Efesios 3:17-19) Hemos de mantenernos en la
esperanza y certeza de lo que ha de venir viviendo en verdadero amor.

Debemos así mismo distinguir entre los 3 tipos de amor que existen y que son apreciables
desde la perspectiva de la lengua griega: Ágape, Eros y Filio. Nosotros traducimos los tres
como “amor”, pero no son lo mismo:

Ágape: Afecto, aprecio, valoración, admiración, cariño hacia alguien cercano. Relacionado con
el amor a Dios.

Eros: Pasión. La atracción, deseo o sentimientos entre hombres y mujeres.

Filial: Algo fraternal, simpatía, amistad. Como el amor de un padre a un hijo o el amor existente
entre la familia.

¿Cómo se manifiesta el amor de Dios?


¿Qué amor sentimos por Dios? ¿Qué entendemos por “amor de Dios”? Dios amaba a Abraham
y por ello le dijo que destruiría Sodoma y Gomorra, donde residía su sobrino Lot, y por el amor
que tuvo a Abraham, Dios envió a sus mensajeros y sacaron de la ciudad a Lot y a su familia
antes de exterminar a toda carne (Génesis 18:31); pero Abraham fue contado como “amigo de
Dios” y por eso fue escrito: “Y se le apareció Iehovah aquella noche, y le dijo: Yo soy el Dios de
Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y yobendeciré, y multiplicaré tu
descendencia por amor de Abraham mi siervo.” (Génesis 26:24) ¿Cómo llegaron Dios y
Abraham a tener semejante amistad, y amor el uno por el otro? O ¿Cómo Jesús predicó el
amor de Dios? ¿No fue acaso con el ejemplo?: “Como el Padre me ha amado, así también yo
os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi
amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.”
(Juan 15:9-10)

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16); “Antes, en todas estas
cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro
de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por
venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,
que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:37-39); “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la
fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20)

¿Cómo debemos amar?

Si Jesús fue capaza de dar su vida por nosotros, por amor a sus amigos, ¿cuánto más no
hemos de apr4nder de estas lecciones para visualizar lo que es el Creador? “El que ama su
vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” (Juan
12:25) y dice: “Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis
amigos, si hacéis lo que yo os mando.” (Juan 15:12-14) Lo que quiere decir que esta vida que
ahora vivimos no es de Dios si la dedicamos a las cosas del mundo. Esperamos una “vida
mejor”, que es eterna; y esta no está sujeta a los valores de este mundo actual.

“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será
amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.” (Juan 14:21) Jesús nos dice que él
se dará a conocer a nosotros si guardamos sus mandamientos, porque además, de esa
manera mostramos que evidentemente le amamos. “Un mandamiento nuevo os doy: Que os
améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto
conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros.” (Juan 13:34-35)

“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los
que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro
Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover
sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No
hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué
hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos,
como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” (Mateo 5:44-48) Hemos de cumplir a
Dios perdonando, no guardando rencor a nadie y dando ejemplo si realmente el espíritu de
Dios mora en nosotros. Y todo esto es en lo que se resume la vida eterna: el amor. Porque
Dios nos promete cosas más grandes de las que hoy vemos:

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.


Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el
reino de los cielos.
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de
mal contra vosotros, mintiendo. “Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los
cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.” (Mateo 5:3-12)

Jesús nos enseña por cuáles obras y por cuáles frutos seremos justificados, galardonados y
salvados; los cuales son la manifestación excelsa del amor: “Cuando el Hijo del hombre venga
en su gloria y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y
serán reunidas delante de él todas las naciones; entonces apartará los unos de los otros, como
aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su
izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el
Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo, porque tuve hambre y me disteis
de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me
vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme". Entonces los justos le
responderán diciendo: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te
dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos, o desnudo y te vestimos? ¿O
cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?". Respondiendo el Rey, les dirá:
"De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí
lo hicisteis". "Entonces dirá también a los de la izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego
eterno preparado para el diablo y sus ángeles, porque tuve hambre, y no me disteis de comer;
tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me
vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis". Entonces también ellos le responderán
diciendo: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la
cárcel, y no te servimos?". Entonces les responderá diciendo: "De cierto os digo que en cuanto
no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis". Irán estos al castigo
eterno y los justos a la vida eterna.” (Mateo 25:31-46)

“A la luz del Espíritu de Verdad, vuestros hijos y los gentiles de tierras remotas son una misma
cosa: el fruto del amor del Padre. Id por el mundo con el afán de triunfar, pero hacedlo con la
moneda del amor. El odio se desmorona ante una sonrisa amorosa; ante un silencio
comprensivo y ante una respuesta favorable, que no humille o lastime. Hermanos: el que odia
es desgraciado. No suméis nuevas angustias a su atormentado corazón.” (Testamento de San
Juan. Capítulo 3. Transcrito por J.J. Benítez)

El Carnaval

¿Qué es el Carnaval?

Conocemos esta festividad como un evento anual que en la actualidad se celebra en los 3 o 4
días anteriores a una conmemoración católica denominada “Miércoles de Ceniza”, que da inicio
a “la Cuaresma” -estas fiestas precedían supuestamente a un tiempo de recogimiento y
ayunos. Como muchos saben, el Carnaval consiste en un festival al aire libre donde
básicamente las personas se disfrazan, beben y danzan. Los orígenes del Carnaval, según
algunos historiadores, se pueden remontar más allá del tiempo de los egipcios, naciendo en
Sumer hace más de 5.000 años. Estos ritos se fueron trasladando con los siglos hasta llegar a
un gran esplendor bajo el reinado de Roma. Aquí se consagraron en honor al dios Baco
(Dionisio), el dios del vino, y las gentes estaban durante días en una fiesta que compartían
como iguales junto a los esclavos, algo que únicamente sucedía durante esa celebración.
También se promovieron con las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban
en honor del buey Apis egipcio. Con la llegada de los europeos a América en el siglo XV, la
fiesta del Carnaval se introdujo en el nuevo continente.

Se especuló que el origen de la palabra “Carnaval” era latino, y venía de “carnelevarium”, y que
se refería al hecho de quitar la carne, algo relacionado con la prohibición del consumo de carne
en la cuaresma católica. No obstante, etimológicamente el significado correcto es “carna-baal”
(carne para Baal), es decir, ofrecer el cuerpo a Baal, en honor a esta deidad. El concepto
equivocado de la palabra Carnaval nació a comienzos de la Edad Media cuando la Iglesia
Católica propuso una nueva idea para celebrar el culto a Satanás, bajo el latín “carne-levare”
(abandonar la carne, lo cual justamente era la prescripción obligatoria para todo el pueblo
durante todos los viernes de la Cuaresma), pero que realmente inducía a no refrenar la carne,
o sea, dar rienda suelta al cuerpo: una fiesta donde todo vale.
Algunos autores consideran que para la sociedad rural, fuertemente estructurada por el
catolicismo, el tiempo de “carnestolendas” ofrecía mascaradas rituales de raíz pagana y un
lapso de permisividad que se oponía a la represión de la sexualidad y a la severa formalidad
litúrgica de la Cuaresma. Pero a finales del siglo XX varios autores comenzaron a sospechar el
origen pagano del nombre. Se descubrió otro significado oculto: Carna es la diosa celta de las
habas y el tocino, y también estaría conectada con fiestas indoeuropeas dedicadas al dios
Karna (que en el Mahabharata hindú aparece como un ser humano, hermano mayor de los
Pándavas, hijo del dios del Sol y la reina Kuntí). Por ejemplo, hay lugares donde los hitos más
importantes dentro de las ceremonias de carnaval son el desentierro y el entierro del “Diablo de
Carnaval”.

¿Qué desea Baal?

El libro hebreo de los Reyes en los capítulos 18:26 y 28:29 explica que los profetas de Baal
tomaron carne de buey y la prepararon para holocausto sin poner fuego debajo, e invocaron el
nombre de Baal clamando a grandes voces, saltando cerca del altar que habían hecho,
sajándose con cuchillos y lancetas hasta chorrear la sangre sobre ellos conforme a su
costumbre y tradición, y gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio. Pero
no hubo fuego que descendiese del cielo, no hubo voz alguna que les escuchase, ni quien
respondiese. El ritual, desde Sumer, constaba en mover el cuerpo a manera de posesión –
como lo siguen celebrando muchas tribus africanas- en donde se entra en estado de transe o
éxtasis para que seres pan-dimensionales de origen satánico puedan tener una “simbiosis” con
el huésped. Los sumerios y egipcios pasaron esta enseñanza de honrar a los dioses y despojar
el “ser” de todo pudor moral y ético, para agradarles, de ahí las tradicionales danzas egipcias o
hindúes en forma de serpenteo, imitando a las culebras.

Con el engaño de los dioses egipcios, las mascaras tomaron un significado importante. Ello
permitía que cualquiera pudiese hacer lo que desease sin que se conociera su identidad.
También este ritual era acompañado de pactos de sangre con Satanás sajándose con cuchillos
o simplemente hiriendo a otros, prácticas muy habituales aún hoy en sectas y sociedades
secretas. Sumado a esto vinieron las borracheras con el imperio romano y el honor a Baco,
dios del vino, y en el presente las drogas, para cada ves más llevar al estado de “desconexión”
de la realidad a su máximo límite. Por eso Dios el Altísimo a su pueblo, cuando fueron a entrar
a Canaán: “Destruirás a todos los pueblos que Jehová, tu Dios, te entrega. No tendrás piedad
de ellos ni servirás a sus dioses, porque te será tropiezo.” (Deuteronomio 7:16)

Si por Baal fuese, sus fiestas de honor sería con más sacrificios humanos –como sucede con
las guerras, que son sacrificios de la élite del poder mundial en honor a los dioses-, pero
engrandecer su valor y poder por medio de la unión afín para la mundanalidad, el bullicio, la
explosión de energía vital y el estado de descontrol, es suficiente. Esto hacían, de hecho,
muchas tribus para apaciguar a los dioses o para pedirles ayuda. “…antes dije en el desierto a
sus hijos: No andéis en los estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, ni os
contaminéis con sus ídolos.” (Ezequiel 20:18) Y esto era tan serio que precisamente el
mandamiento más importante de Dios a Israel fue “no servir a sus dioses” ni “dar culto a sus
ídolos”. Aquí comienza el peligro de practicar estas celebraciones o asistir a ellas: “Por tanto,
no harás alianza con los habitantes de aquella tierra, no sea que cuando se prostituyan
siguiendo a sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten y comas de sus sacrificios; o que
tomen de sus hijas para tus hijos, y al prostituirse ellas tras sus dioses, hagan que tus hijos se
prostituyan también yendo tras los dioses de ellas.” (Éxodo 34:15-16)

¿Quién es Baal?

“No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa
del Señor, y de la mesa de los demonios.” (1ª Corintios 10:21) El culto a los deseos de la carne
y las obras de la carne fueron enseñadas y llegaron a su máximo esplendor con un hito
histórico: la Caída. La Caída o “usurpación de la deidad” fue un evento que trajo lugar a estos
ritos y la evocación a los muertos y a los demonios, por medio de danzas rituales, sexo, estado
de trance, borrachera, éxtasis y descontrol voluntario –sin excluir la práctica de sacrificios de
niños y vírgenes. Ellos se hicieron pasar por dioses siendo que no lo eran: “Ciertamente, en
otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses…” (Gálatas
4:8)
Baal significa “señor” o “amo”, y representa la idolatría y el culto a los demonios y dioses
fatuos. De ahí deriva la palabra “Belcebú” (Baal-zvuv. Que significa “Señor de los voladores-
zumbadores”) y según historiadores es el equivalente grecorromano del dios Cronos/Saturno -
de ahí la veneración importante de Roma a este dios con las fiestas Saturnales. Algunos han
sugerido en cambio que Baal es el equivalente al hijo de Saturno: Júpiter/Zeus, que
corresponde al legendario símbolo del Toro -el dios hitita/hurrita Teshub- y antiguamente
ocupaba el lugar de la letra “A”, que posteriormente Abraham reemplazó para otorgársela al
Altísimo. Desde entonces la Alef (A, hebrea) identificaba al Padre Universal en vez de a
Zeus/Toro, el emblema o significancia de la rebelión y caída de los ángeles rebeldes. El
misionero Pablo dijo sobre todo esto: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos,
iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgias, y cosas
semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto ya os lo he dicho antes, que los que
practican tales cosas no heredaran el reino de Dios.” (Gálatas 5:19 – 21).

Incluso Pablo llegó a ser muy restrictivo con sus alegaciones, diciendo además: “¿No sabéis
que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni
los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros,
ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.” (1ª
Corintios 6:9-10) Cosa dura es entender a Pablo y aspirar al Reino de los Cielos que Jesús
ofrece, pero Jesús lo dijo claro: “…porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva
a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:14)

Tradición

Muchos creen que ya todo esto es una mera costumbre de las que siguen participando sin
hacerlo con malas intenciones. ¿Acaso alguno asistiría a un sepelio donde se celebra con
regocijo la muerte de un pariente cercano? Muchos no sólo no asistirían, aunque fuese una
costumbre familiar, sino que se encolerizarían, entrarían y romperían todo, por tal agravio y
ofensa. Esto es lo que pasa: “Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os
ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. Mas si alguien os dijere:
Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos
de conciencia...” (1ª Corintios 10:27-28) Algunos investigadores van más allá y afirman que el
origen del Carnaval es de hecho la conmemoración de la Rebelión de Lucifer. El día en que
levantó su puño contra la creación y preparó todo con sus secuaces para atacar el Reino de los
Cielos y enseñar lo que el universo no conocía, ni concebía ni jamás había visto: asesinatos,
violaciones, muertes, guerras, depravaciones y terror.

“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones
de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” (Colosenses 2:8).
Folklore es una palabra inglesa que significa “ciencia del pueblo”. Aquello que enseña la
llamada “ciencia del pueblo” y que atenta contra los mandamientos que nos da la “ciencia de
Dios”, es decir, la Palabra de Dios, debe ser erradicado de las costumbres del pueblo. Si
verdaderamente esta fuese una celebración cristiana debería dar estos frutos: “Pero la
sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacifica, amable, benigna, llena de
misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.” (Santiago 3:17) Porque fue
escrito: “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias
y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los
deseos de la carne.” (Romanos 13:13-14) Incluso el rito a Baal se perpetúa principalmente en
el horario en que reina el sistema satánico: “Habiendo estado con vosotros cada día en el
templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de la
tinieblas.” (Lucas 22:53), Y Jesús aclaró lo mismo diciendo: “…andad entre tanto que tenéis
luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde
va.” (Juan 12:35), “…pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.” (Juan
11:10)

Y sobre esto, quienes han entendido el mensaje de Cristo deben recordar lo dicho: “Porque
sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el
reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene
la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en
otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el
fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al
Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas;
porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas,
cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que
manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te
alumbrará Cristo.” (Efesios 5:5-14)

¿Importa algo si asistimos a dichos cultos aunque creamos que no participamos de ellos?
Escrito está: “Y no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de
vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación.” (Levítico 20:23)
Y también fue dicho: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros
gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido,
ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los
cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con
avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le
habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.” (Efesios
4:17-21) Además, si somos luz, debemos también dar ejemplo: “Pero mirad que esta libertad
vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes
conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil,
¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se
perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los
hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a
mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.”
(1ª Corintios 8:9-13) Esto está claro, no hace falta justificarse, ponerle peros o buscarle alguna
trampa a la ley: “No seas sabio en tu propia opinión, sino teme a Jehová y apártate del mal…”
(Proverbios 3:7)

El Día de Reposo

Confusiones
Muchos cristianos eluden el mandamiento de guardar el Día de Reposo (Sábado),
excusándose de pasajes bíblicos del Nuevo Testamento que ni siquiera comprenden. Jesús
mismo dijo: “Si no os abstenéis del mundo, no encontraréis el Reino; si no hacéis del sábado
sábado, no veréis al Padre.” (Tomás 1:27) Otra versión traduce: “…si no guardáis, ni respetáis
el sábado, como sábado, no veréis a Dios.” Con todo y esto muchos de los que se llaman a sí
mismos “creyentes”, tratan de evadir este mandamiento, básicamente porque no entienden qué
significa o cuál es su profundidad. Algunos sacan ideas populares parajustificarse.

Entre dichas ideas está la filosofía gregoriana, o punto de vista del calendario de Gregorio. La
base de estas ideas parte de la concepción antigua sobre los astros y los nombres que se
colocaron a los días de la semana: lunes era el día en honor a la Luna (Moon-Day. Culto a
Selene y Atenea); martes en honor a Marte (culto a Ares); miércoles en honor a Mercurio (culto
a Hermes); jueves en honor a Júpiter (también llamado Jove. Culto a Zeus); viernes en honor a
Venus (culto a Afrodita o Astarté); sábado en honor a Saturno (Saturn-Day. Culto a Cronos); y
Domingo en honor al sol (Sun-Day. Culto a Apolo y a Horus). El catolicismo romano continuó
venerando al sol, por lo que transformó la tradición judía, en la cual se respetaba el Sábado,
acomodando el Día de Reposo al Domingo. Otro punto de confusión vino a radicar en la
festividad romana llamada “saturnalia”, en honor al dios Cronos (deidad del tiempo, también
llamado Saturno o Baal).

Antes de que estas tradiciones romanas, que vinieron importadas de Egipto y Mesopotamia,
tomasen lugar, los israelitas ya guardaban el Séptimo Día en honor a Jehová, de acuerdo a las
tradiciones que tomaron de Moisés en el desierto del Sinaí (cerca del 1.500 a.C.). El Séptimo
Día o Sábado, era el tiempo o eón en el cual Elohim descansaba de la obra que había
realizado en la creación. Por consiguiente, para los hebreos los días tenían otro significado, y
no comenzaban con el día Lunes: Iom Rishon (Día Primero. Equivalente al día Domingo de
occidente), Iom Shení (Día Segundo. Lunes), Iom Shlishí (Día Tercero. Martes), Iom Rebií (Día
Cuarto. Miércoles), Iom Jamishí (Día Quinto. Jueves), Iom Shishí (Día Sexto. Viernes), y Iom
Shabat (Día Séptimo. Sábado).

La Ley
“Adorarás a tu Padre Celestial en la tarde del Shabat. […] Con todos los ángeles del Padre
Celestial habrás de comulgar para que tu alma pueda bañarse en la Fuente de Luz y entrar en
el Mar de la Eternidad. El séptimo día es el Shabat: lo guardarás y lo mantendrás como día
sagrado. El Shabat es el día de la Luz, de la Ley, de tu Dios. En él no harás trabajo alguno,
sino buscarás la Luz, el Reino de Dios y todas las cosas se te darán. Pues sabe que durante
seis días trabajarás con los ángeles, ya que el séptimo día moraras en la Luz del Señor que es
la Ley Sagrada.” (Libro Esenio de Moisés) Comúnmente los legalistas se esconden tras frases
hechas, sin entender su contexto, y se aplican únicamente lo que suena bonito o lo que les
conviene. Por ejemplo, unos toman la frase “no somos justificados por las obras” o “no estamos
sujetos a la ley”, para desmeritar cosas elementales y básicas de la estructura del Plan de
Dios. No somos justificados por obrar conforme a la ley de las 613 ordenanzas enseñadas en
el Sinaí, pero nadie ha abolido los 10 Mandamientos. Los pueblos gentiles ni judíos están
sujetos a la Ley, pero ¿qué ley? Esa misma que obligaba a seguir 613 normativas y
legislaciones en el Sinaí y básicamente en torno al Tabernáculo de Reunión y el Templo. Cada
uno según su interés acomoda las cosas como le place.

Nadie abolió jamás los 10 Mandamientos, lo que quedó “atrás” fueron las 613 ordenanzas: “No
será quitado el cetro de Judá ni el bastón de mando (legislador) de entre sus pies, hasta que
llegue Shiloah; a él se congregarán los pueblos.” (Génesis 49:10) ¿Preguntémonos si el propio
Jesús negó los 10 Mandamientos?: “Los mandamientos sabes: "No adulterarás; no matarás; no
hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre". Él dijo: -- Todo esto lo he
guardado desde mi juventud. Al oir esto, Jesús le dijo: -- Aún te falta una cosa: vende todo lo
que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.” (Lucas 18:20-22)
Jesús no habló de las leyes mosáicas, sino de las leyes elementales: “Y uno de ellos, intérprete
de la Ley, preguntó para tentarlo, diciendo: -- Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la
Ley? Jesús le dijo: -- "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con
toda tu mente". Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante:
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo". De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y
los Profetas.” (Mateo 22:35-40) Una cosa es la Ley, no genérica, sino concretamente la del
desierto del Sinaí, y otra muy diferente son los Mandamientos.
Algunos aluden a que Jesús abolió la Ley, pero él mismo dijo: “No penséis que he venido a
abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque de cierto os digo que
antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se
haya cumplido.” (Mateo 5:17-18) Otros se apoyan del hecho de que Jesús no guardase el Día
de Reposo (Sábado) como tradición. Sobre esto el mismo Jesús, que sí entendía las cosas,
dijo: “Si supierais qué significa: "También les dijo: -- El sábado fue hecho por causa del hombre,
y no el hombre por causa del sábado. Por tanto, el Hijo del hombre es Señor aun del sábado.”
(Marcos 2:27-28) Si Jesús tiene “señorío” aún sobre el Sábado, ¿cómo va a estar sujeto a él?
Y si el Día de Reposo se hizo por causa del hombre, y no el hombre por causa del Día de
Reposo, significa que el Sábado está hecho “para el hombre”. Es el día de su instrucción
espiritual, su liberación, su tiempo familiar, su tiempo para comulgar con el creador y su
espacio para dejar la rutina de la semana y consagrarse al hogar. El propio Jesús tenía por
costumbre, precisamente, el hacer esto: “Vino a Nazaret, donde se había criado; y el sábado
entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.” (Lucas 4:16) Él mismo
tenía la rutina de ir el Sábado al Templo de Dios. Jesús fue hombre de disciplina, rutina y
respeto a las leyes de su Padre. “De día enseñaba en el Templo y por la noche salía y se
quedaba en el monte que se llama de los Olivos.” (Lucas 21:37)

Un mandamiento conciso

De manera que, vayámonos a los Diez Mandamientos: “Acuérdate del día de reposo para
santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para
Iehovah tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni
tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Iehovah los
cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por
tanto, Iehovah bendijo el día de reposo y lo santificó.” (Éxodo 20:8-11 RVA ‘60) ¿Día de
Reposo para Jehová? ¿Acaso Dios como Todopoderoso, se cansa? Está diciendo que ese día
es para consagrarlo a Dios; es día de descanso el cual se dedica al altísimo. ¿Qué sentido
tiene todo esto? Recordando la razón por la cual fue establecido el Shabat (palabra que del
hebreo traduce: “Siete”, “Sentarse” y “Sábado”) hemos de visualizar un problema humano para
el cual debía darse una solución: “También [Jesús] les dijo: El día de reposo fue hecho por
causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo.” (Marcos 2:27)

Esto parece una contradicción, puesto que dice en Génesis que Dios consagró el Shabat
porque en él descansó de su obra –aunque Dios no se puede cansar, no es humano-, no
obstante, Jesús dice que la razón fue “por el hombre”. Ergo, se reitera que ya la humanidad
existía antes de Adán, y esa humanidad deplorable necesitaba a Dios. Por esa razón fueron
elaboradas ciertas determinaciones, es decir, “por causa [de la situación] del hombre”, que
estaba alejado de Dios y necesitaba re-ligarse (de donde viene la palabra “religión”).

Simbolismo

Shabat proviene de la raíz hebrea “SH-B”, de donde sale “Sheva” (siete), “Shev” (verbo
“Lashevet”. Sentarse) y “Shabat” (Sábado). Era el “séptimo” periodo determinado en Génesis y
el momento en que Iehovah se sentó para descansar de lo hecho y “evaluarlo”. Empezando por
ver lo bien que había salido todo y cómo empezaría a funcionar a partir de ese momento. Por
eso fue un evento tan trascendental que lo consagró. Eso, como implica nuestra salvación, nos
fue puesto como consigna para respetar y guardar consecuentemente: “Si retrajeres del día de
reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de
Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni
hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las
alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová
lo ha hablado.” (Isaías 58:13-14)
Algunos símbolos importantes del Día de Reposo son las velas. Las velas representan el
sostenimiento de la luz, es decir, de la verdad de Dios, la esperanza y la iluminación espiritual:
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a
todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:14-16)
Igualmente está escrito por Pablo de Tarso: “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del
día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino
velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan,
de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos
vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.” (1ª
Tesalonicenses 5:5-8)

Hay dos velas: 1 representa a Dios (Padre) y 2 representa a Jesús (Hijo). Al ser nosotros la luz
del mundo, representamos la tercera vela (los hijos del Universo y el Espíritu Santo). Al ser un
objetivo magno que debe empezar de adentro hacia afuera (1º un cambio personal, 2º un
cambio en la pareja, 3º un cambio en la familia, 4º un cambio fuera del hogar…), la primera luz
la enciende la mujer de la casa. Pues ella fue puesta por Dios para “dar a luz” (traer la vida),
porque alegóricamente está escrito sobre esto: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo
hombre, venía a este mundo.” (Juan 1:9). Le fue dado el mando a la mujer sobre la
espiritualidad del hogar: “Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, porque ella sería la madre
de todos los vivientes.” (Génesis 3:20. Barashit). Y el Señor Iehovah añadió sobre lo que la
mujer haría en el hogar (su función) señalando a la serpiente: “Y pondré enemistad entre ti y la
mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el
calcañar.” (Génesis 3:15) Dios establecería que la mujer traeríaHijos de Dios al mundo, los
cuales harían la guerra contra las tinieblas impuestas por Satanás en la Tierra. Ella los
educaría como dioses en todo conocimiento celestial en la guerra del linaje de Adán contra el
linaje de Satanás. Por eso ella le golpeará a él en la cabeza (en su autoridad, desprestigiándolo
y exponiéndolo) y él a ella en su talón (puntos débiles).

La segunda vela es encendida por el varón de la casa, porque representa la cabeza espiritual
(Efesios 5:21-33). El hombre está sujeto directamente a Cristo, el Hijo, y por ello él bendice la
segunda luz del Shabat. Entonces agradeciendo la semana que ha pasado, se bendice la que
vendrá, evaluando [sentados] (La-Shebet) lo que se va a hacer en la siguiente semana
DENTRO DEL PLAN DE DIOS para el MINISTERIO DE LA SALVACIÓN (la razón primigenia
por la cual fue instituido el Shabat), ya que si se hace en desorden, para deshonra, como
ritualismo o de forma inadecuada no es grato a Dios: “De manera que cualquiera que coma
este pan o beba esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del
Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan y beba de la copa. El que
come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.” (1ª
Corintios 11:27-29) Así que antes de celebrar el Kabalath Shabath (Ceremonia del Sábado)
hay que discernir qué es ser el Cuerpo de Cristo o la Esposa de Cristo, y dónde entra uno en
esta historia.

Desarrollo

El Shabat no debe hacerse de forma inapropiada, sin entender de qué se trata o porqué se
celebra (se hace los Viernes desde que sale la primera estrella y termina al salir la primera
estrella del Sábado). En la costumbre esenia (una secta judía que se desligó de los fariseos y
saduceos) ellos guardaban, por ejemplo –no es que fuese una ley-, el Shabat incluso sin
comida: “Y no olvidéis que cada séptimo día es santo y está consagrado a Dios. Durante seis
días alimentad vuestro cuerpo con los dones de la madre tierra, mas en el séptimo
díasantificad vuestro cuerpo para vuestro Padre Celestial. Y en el séptimo día no comáis
ningún alimento terrenal, sino vivid tan sólo de las palabras de Dios. Y estad todo el día con los
ángeles del Señor en el reino del Padre Celestial. Y en el séptimo día dejad que los ángeles de
Dios levanten el reino de los cielos en vuestro cuerpo, ya que trabajasteis durante seis días en
el reino de la madre tierra. Y no dejéis que ningún alimento entorpezca la obra de los ángeles
en vuestro cuerpo a lo largo del séptimo día. Y Dios os concederálarga vida sobre la tierra,
para que tengáis vida eterna en el reino de los cielos. Pues en verdad os digo que si no
conocéis más enfermedades sobre la tierra, viviréis por siempre en el reino de los cielos.”
(Libro Esenio de Jesús 14:10-18)

La cultura hebrea común guardaba el Shabat en relación a la ley dada a Moisés, pero en
principio siempre tuvo el mismo fin: dedicar el día a Dios. Algunos confunden esta cláusula
como una de las “obras de la ley” (una de las 613 ordenanzas de Moisés, de la tradición
llamada “judía”), pero es un gran error. Se trata de uno de los 10 Mandamientos, o sea: LA LEY
UNIVERSAL. Ya las normas mosáicas no son validas – a pesar de tratarse de principios de
higiene, ética y orden público-, pero los 10 Mandamientos siempre lo han sido, tanto desde
Moisés como desde Jesús, y son además las leyes que están establecidas en el cosmos.
¿Entonces no debemos hacer nada el día sábado? Es un día para dedicar a Dios, a la
espiritualidad, a leer la Biblia, para dedicar a la familia, para evaluar el plan de Dios en la vida
de uno, para preparar la semana siguiente en torno al ministerio que tenemos y para dar
prioridad al plan de salvación. En otras palabras, prepararse cada semana para la obra. “Pero
el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo, dijo a la
gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en día
de reposo. Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata
en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de
Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura
en el día de reposo?” (Lucas 13:14-16) Así que 6 días trabajamos en el sistema pero uno, al
menos, hemos dedicárselo a Dios enteramente.

El Nuevo Shabat

Pablo dijo a los creyentes de Corinto: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he
enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado
gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced
esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo:
Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en
memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la
muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.” (1ª Corintios 11:23-26)

¿Por qué exactamente el Pan y el Vino? “El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, Y
cualquiera que por ellos yerra no es sabio.” (Proverbios 20:1) De manera que el vino no se
debe beber como una cuestión de borrachera o abuso sino como algo meramente simbólico.
Porque los seres humanos somos simbólicos (todo lo entendemos y lo representamos con
símbolos), la mejor simbología para el vino es la sangre: “…Y de la sangre de la uva bebiste
vino.” (Deuteronomio 32:14) El vino representa el regocijo, y será así cuando Jesús vuelva. Por
ello enfatizó que no probaría de este “gozo” hasta que vuelva: “Y os digo que desde ahora no
beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el
reino de mi Padre.” (Mateo 26:29)
Aunque el Vino en sí mismo es el ícono del “pacto de Cristo” para la salvación, por su parte el
Pan es el alimento celestial, el alimento de la verdad. “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el
que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás […] Yo soy el
pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan
que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.” (Juan 6:35-51) El Pan es
el símbolo del Cuerpo que es tanto alimento (pan, como comida física y estructural, es decir,
conocimiento) como institución. Por ejemplo, existe el cuerpo de los bomberos, el cuerpo de
policía… y por encima de todo, El Cuerpo de Cristo, su organización, a la cual nos ha invitado a
ser partícipes.

Jesús no abrogó la enseñanza de guardar el Día Séptimo, sino que añadió otro simbolismo, el
que cada viernes por la noche recordásemos quiénes somos, por qué estamos aquí, qué hizo
Dios por nosotros (Génesis 1), cómo debemos entender nuestra existencia, además de
refrescar nuestra mente sabiendo que somos obreros y hemos de prepararnos para el trabajo
del ministerio de Cristo de cada semana. Además de eso, Jesús nos hace recordar que dio su
vida por nosotros, que recibiremos conocimiento verdadero (pan), regocijo (vino), que somos
salvos y que ¡él viene pronto!
Tan solo 24 horas dedicadas al Señor para unos es todo un reto. “Así también vosotros,
hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro,
del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.” (Romanos 7:4)

La Creación

La Palabra hecha acción

“En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios. Éste era en el
principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho,
fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.” (Juan 1:1-4) ¿De qué
Palabra está hablando el misionero Juan? Cualquiera que fuese esa Palabra, era la razón,
motivación o fuerza que creó todo lo existente. Dice Juan que “en argí” (desde la eternidad) ya
“era” o “estaba” la Palabra, es decir, La Palabra de Dios –no la Biblia, sino el poder de su
“orden”- fue lo primero que existió. Por medio de esta Palabra, que era con Dios y en sí misma
era Dios, todas las cosas fueron hechas, y si no fuese por la Palabra, nada de lo que ha sido
hecho habría sido hecho. En la Palabra estaba la Vida Eterna, y ésta era la “luz” que guiaba a
los hombres del universo, la que los “alumbraba”.

Dios dijo a Enoc: “Si yo volteo mi rostro, entonces todas las cosas serán destruidas.” (2ª Henoc
33:5) Así mismo escribió: “Yo ordené [que de] las muy bajas partes, que las cosas visibles
debían venir abajo de las invisibles, y Adoil vino abajo muy grandioso, y yo le contemplé, y
bajó. Él tenía un vientre de luz grandiosa. Y yo le dije: Se desecho, Adoil, y deja lo visible venir
fuera de ti. Y él vino a deshacerse, y una grandiosa luz salió. Y yo estaba en la mitad de la gran
luz, y tal como allá es nacido luz de la luz, vino adelante una grandiosa edad, y mostró toda
creación, cual yo tuve pensado el crear. Y yo vi que eso era bueno. Y yo instalé para mí un
trono, y tomé mi asiento en ello, y dije a la luz: Ve por lo tanto arriba a lo alto y repárate a ti
misma por encima del trono, y se una fundación para las cosas elevadas. Y por encima de la
luz no hay nada más, y entonces yo doblé y miré arriba desde mi trono.” (2ª Henoc 25:1-4) Más
de esta información está en el libro apócrifo de Juan (Libro Secreto de Juan) y en el apócrifo de
Set (Evangelio de los Egipcios o del Gran Espíritu Invisible).

La creación gira en torno a Jesús

Y ¿qué es eso de la “luz” que guiaba o “alumbraba” a los hombres del cosmos? Esa luz que
manifestaba la Palabra de Dios vino en la persona de Jesús: “Aquella luz verdadera, que
alumbra a todo hombre [en el universo], venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo
por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo (la obra) vino, y los suyos (judíos) no
le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad
de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de
carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y aquella Palabra fue hecha carne, y habitó entre
nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
(Juan 1:9-17) Esto da a entender que el universo fue creado por la Palabra de Dios y esa
misma Palabra fue la luz que nos fue manifestada en la persona de Jesús.
No podemos suponer que esa luz que alumbra a todo hombre ya estaba aquí, porque sino
¿para qué la iba a traer? Y si quiere decir que esa luz actúa ahora en la humanidad gracias a
que vino antes ¿por qué está el mundo como está? Evidentemente, esa luz de la que habla fue
traída de otro sitio donde sus habitantes sí viven en ella, es decir, de otros mundos.

“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron
creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e
invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por
medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten…”
(Colosenses 1:15-17) Entonces es cierto que Jesús fue predestinado para ser Rey del
Universo, y todo lo existente fue preparado para este cometido.

Incluso Juan es enfático cuando escribió que “el mundo, por causa de Cristo fue hecho”.
Entonces comprendemos que el mundo (cosmos) fue “establecido” porque todos los hombres
tenían la esperanza de ver al unigénito (único de su genética) y primogénito (primero de su
genética), porque esta era la imagen corpórea del Dios invisible, aunque él no fuese Dios en sí
mismo. Y así fue hecho por Dios “Porque él dijo, y fue hecho; El mandó, y existió.” (Salmo
33:9); “…Porque las cosas invisibles de él (Dios), su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas
hechas…” (Romanos 1:19-20) Es decir, el Padre se manifiesta en su creación. Le podemos ver
a través de todas las cosas que existen en el universo.

El código ADAM

Pero ¿qué es el mundo? La palabra mundo viene del griego: “cosmos”, que quiere decir:
“universo viviente”, y del hebreo: “olám”, que significa prácticamente lo mismo: “universo de los
vivientes”. Así que, a lo que nosotros llamamos “mundo” como esfera planetaria, la escritura y
la legua antigua lo refiere al cosmos lleno de todo tipo de formas de vida, especialmente la
“humana”. Esa misma raza humana que preparó principados, potestades, reinos y todo
estamento gubernamental y administrativo para la venida del Rey de reyes: el Hijo de Dios. El
mismo que se llamaba a sí mismo “Hijo del Hombre”, porque un “hijo” es el “resultado” y “fruto”
de una cosa, y en este caso es “el resultado o fruto del código Adán”. El código Adán (A-DM =
Dios-Sangre) es el código genético de Dios.

Antes y después de la Rebelión de Satanás

Jesús enseñó cómo era la vida en el cosmos antes de la Rebelión de Satanás. Por causa de
ésta sedición, Jehová sacó adelante un propósito de salvación, primero con una nación y luego
con todo el mundo que aceptase al Hijo de Dios. Jesús enseña esto en una parábola donde
dijo que el Reino de los Cielos era semejante al Hijo del Hombre, que sembró el código
genético de los Hijos del Reino en el Universo; pero estando ellos en ingenuidad, vino el Diablo
y sembró cizaña (Hijos de la Iniquidad) entre los buenos y entre todo lo hecho enla creación, y
luego se fue. Cuando sus acciones dieron resultado se vio que en el fruto de los hijos del
universo había buenos y malos, y había consecuencias buenas y malas. Entonces vinieron los
siervos del Padre Todopoderoso y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu
campo-universo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?”, y Él les dijo: “Un enemigo ha hecho esto.” Y
los siervos le dijeron: “¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?” Él les dijo: “No, no sea
que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.”

El Padre quería evitar un derramamiento de sangre y un juicio deliberado. No quería actuar sin
antes saber qué disposición tenía el corazón de cada uno y hacia dónde se inclinaban sus
obras. Así que el Padre les dijo a sus siervos que dejasen que cada cosa se desarrollase por sí
sola hasta el “Fin del Siglo”, que es el tiempo cuando enviará a sus ángeles y echaran a los
que sirven de tropiezo e iniquidad al lago de fuego (Mateo 24:43).

Hecho lo visible de lo invisible

Lo mismo que dijo Juan fue reiterado por otro contemporáneo: “Por la fe (visualización)
entendemos haber sido constituido el Universo por la Palabra de Dios, de modo que lo que se
ve fue hecho de lo que no se veía.” (Hebreos 11:3) Entonces había “algo” que no se veía, y de
donde salió todo cuando ahora se puede ver. Así que lo que hoy es manifiesto de la creación
viene de un mundo o universo anterior del cual éste es una viva imagen o réplica, un tipo de
diseño inicial que dio como resultado a nuestro universo.

Lastimosamente, prácticamente todas las fuentes que hablan del universo antes de la Rebelión
de Satanás no están compiladas en la Biblia. Casi todas están en escritos antiguos guardados
en museos, en el Vaticano, fueron encontrados hace poco o simplemente fueron “puestos a
una lado” (canonizados). Pero teniendo acceso a algunos textos recuperados en Nag Hammadi
(Egipto) y en Qurman (Israel) a mediados de los años 40, podemos sintetizar que “la vida
eterna” era la “luz de los hombres” que vivían en el cosmos: terrestres, intraterrestres,
extraterrestres y ultraterrestres.

Los libros secretos

El profeta Baruk escribió: “… ¿O el mundo se vuelva a su naturaleza de ante-tiempo, y volver al


silencio de [la] edad primigenia?...” (2ª Baruk 3:6) Él estaba entendido en estas cosas y habló
sobre la naturaleza del mundo “antes del tiempo”, es decir, antes de que se establecieran los
tiempos; la misma era primigenia que estaba en el “silencio”. También dijo: “[Dios], usted
muestra grandes actos a los que no saben; [usted] que rompe la caja-estructura de los que son
ignorantes, Y lo más ligero es oscuro, Y [usted] revela lo que está oculto a la materia pura…”
(2ª Baruk 54:5) Por tanto, existen “realidades” trascendentales fuera del nivel de la “materia”,
cosas “ocultas” que sólo Dios hace manifiestas.

Todo lo existente vino del silencio, de lo invisible, de la Mente del Creador, del mundo del
Pensamiento, y se manifestó en lo visible, en la dimensión de la materia: “Entonces se
manifestó un Pensamiento en un silencio y un silencio viviente del Espíritu, y así una Palabra
del Padre y [esta fue la] luz.” (El Gran Espíritu Invisible, Evangelio de los Egipcios 5:58-59.
Biblioteca de Nag Hammadi II) Entonces apareció la “imagen” de los hombres: “Entonces llegó
la gran [Palabra] auto-engendrada viviente, [el] Dios verdadero, la naturaleza ingénita, […] que
es [el] Hijo del [Altísimo,] Cristo, que es el Hijo [del] Silencio indecible [que] llegó a ser desde el
gran [universo invisible] e incorruptible [ser]. El [Hijo del Silencio y en] Silencio se manifestó.”
(El Gran Espíritu Invisible, Evangelio de los Egipcios 5:60) Algunas palabras importantes del
patriarca Abraham sobre los mundos que existen en el cosmos: “Elí uno, Creador Universal, no
tiene principio: es eterno. Los hombres son sus hijos y Él su herencia. Los mundos son infinitos
y el hombre ha de vivir en todos los que hoy existen; pero la creación sigue y no se acaba.
Todos los mundos se comunican unos con otros en amor y justicia, Y Elí en ello se
engrandece.” (Texto del Testamento Secreto de Abraham 1:1-3)

“A medida que sigamos adelante, al menos vas a tener la oportunidad de encontrar tu camino -
con la ayuda del Espíritu Santo-, atravesando los velos del olvido, para regresar al lugar donde
en verdad perteneces. Los símbolos no pueden expresar realmente lo que pareció ocurrir justo
antes de la fabricación el universo. La magnitud de la mente transtemporal es demasiado
grande para capturarla con palabras. Podemos, no obstante, darte un vislumbre de lo que está
detrás de la denominada caída del hombre, y que muchos han llamado el pecado original.
Podemos contarte que el resultado fue el evento que soléis llamar Big Bang. Ningún científico
podrá jamás rastrear lo que ocurrió antes de eso, excepto a nivel teórico. Pero es posible
recordar el principio mismo y cambiar de mentalidad al respecto.” (Judas Tadeo y Tomás. La
Desaparición del Universo)

Dios

La deidad

“Es hora ya de mirar a Dios cara a cara y no como al Eterno de los Ejércitos. Es llegada la hora
de proclamar su paternidad sobre todos nosotros, olvidando el equivocado concepto de un
Jehová colérico y justiciero. Siempre temimos al Todopoderoso porque, sencillamente, no le
conocíamos.” (Testamento de San Juan. Capítulo 3. Transcrito por J.J. Benítez) La palabra
“Dios” proviene del latín “Deus”, y ésta del griego “Theos”, “Thea” y “Tei”, que se refieren a la
deidad. El nombre Theos deriva del significado de “el que Todo lo Ve”, o de “Thea”: “Visión”. La
raíz de este vocablo es mucho más antigua. Si nos vamos a lenguas primigenias, ahí
encontramos, igual que Thea, el nombre “Ra” (Ver o Visión) y que se simbolizaba con un “ojo”.
En el idioma inglés se denomina a este ser supremo “God”, de las lenguas antiguas donde
consideraban a “Thot” –la transformación de Thot a God- uno de sus dioses más emblemáticos
–de ahí también podemos encontrar a “Thor”, un dios nórdico muy importante en la mitología
escandinava. Sorprendentemente, ambos nombres: “Ra” y “Thot”, aparecen en la historia de
los dioses egipcios y se pueden apreciar en las historias de las Tablillas Esmeralda halladas en
el Yucatán, y en el Documento Troano de los mayas. A estos dos personajes se les reconocía
por ser los sabios atlantes de la era antigua que edificaron las pirámides de Egipto, antes del
nacimiento de las dinastías faraónicas.

La asimilación de estos nombres es tan legendaria como extensa, pero entendemos como
“Dios” al ser supremo del monoteísmo (Una Deidad), del pueblo de Israel, del mundo
musulmán y del mundo cristiano –incluyendo las creencias bahai y del sijismo-, a quienes los
hebreos denominaban: “Adonai” (El Señor), “Elohim” (Dios, en plural), “Iehovah Sabaot”
(Jehová de los Ejércitos), “Elyón” (El Altísimo), Ha Shem (El Nombre), “Ehié asher Ehié” (Soy el
que Soy) o simplemente “Eihé” (El que Soy).

La raíz hebrea “El” (Dios), y la árabe “Alá” (Dios) vienen de lenguas mesopotámicas, de hecho,
los propios cananitas llamaban a su mayor deidad pagana: “El”. Por ejemplo, los acadios
llamaban a sus dioses “altos” o “ilustres”, o sea, los “Ilu”, aunque la divinidad máxima de los
sumerios –padres de los acadios- era “An” o “Anu”, de donde salen voces como: “One” (“Uno”,
en inglés), “A” o “An” (“Un”, en inglés), “Uno” (1), “Aní” (“Yo”, en hebreo), “Ena” (“Uno”, en
griego) y “Año” o “anual”. Así mismo la “A” identifica el “Inicio”, el número “1”, así como a
la máxima deidad, que los pueblos de otrora relacionaban con el toro. También del nombre Anu
sale la denominación del planeta “Urano” (Luz de Anu), un planeta asociado a dicha deidad
sumeria.

El primero

La primera letra del alfabeto arameo, acadio y fenicio estaba dedicada al “Toro”, no obstante,
Abraham la adoptó para dedicarla al “Dios Único”, en la lengua hebrea. La letra “A” (Alef) es de
donde derivan los nombres “El”, “Alá”, “Elohim” o “Elyón” (“El Grande” o “El Altísimo”). Sobre
este “Supremo”, se lee en la revelación de Juan: “Y los cuatro almas vivientes […] no cesaban
día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es,
y el que ha de venir.” (Apocalipsis 4:8) ¿Pero qué es tres veces santo? Ahora expondré que el
Padre Creador no guarda relación con la deidad monoteísta que muchos pueblos han
encasillado.

La sustancia divina

Los hombres siempre hemos querido saber quién es el Padre, de dónde salió, cómo es, dónde
está, cuándo apareció, quién le hizo; pero el Padre puede no estar tal lejos de nosotros: “Y
nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el
que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.” (1ª Juan 4:16) Entonces si
estamos en amor Dios está en nosotros, pero entonces ¿él y nosotros somos el mismo? “Y dijo
Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es
carne.” (Génesis 6:3) Aquí se nos aclara que nosotros somos carne y Él no lo es. Entonces
somos UNO con Él en el espíritu si habitamos en el amor.

Escrito está por boca de Jesucristo: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los
que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en
mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me
enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos
uno.” (Juan 17:20-22) Hemos de comprender que se nos habla espiritualmente como a seres
espirituales que somos, y no bajo los parámetros de la carne, porque en este orden nadie verá
a Dios; pues él no es carne, de hecho, Él no es nada de lo que Él mismo haya creado porque
esto lo haría inferior a su propia creación. Nada puede crearse a sí mismo.

Podemos leer claramente la Escritura: “Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a
otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.” (1ª Juan
4:12), Así mismo está escrito: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno
del Padre, él le ha dado a conocer.” (Juan 1:18) De manera que como nadie puede ver a Dios
en lo físico, porque no es materia, Él envió a su Hijo para que a través de la carne, que es de la
dimensión de la materia, pudiésemos contemplar lo que del Todopoderoso es manifiesto: amor,
benignidad, inmortalidad, eternidad, vida, bondad, majestad, misericordia, paciencia, paz,
armonía, sabiduría, inteligencia, poder y dominio.
Jesús tuvo que venirnos a presentar al Padre porque nosotros no le podemos discernir ni
apreciar, pues “En Dios hay una majestad terrible. Él es Todopoderoso, al cual no alcanzamos,
grande en poder; Y en juicio y en multitud de justicia no afligirá. Lo temerán por tanto los
hombres; Él no estima a ninguno que cree en su propio corazón ser sabio.” (Job 37:22-24) Ya
que estamos muertos en el pecado de nuestra raza adámica y por misericordia llamados a la
“redención”. Moisés quiso ver a Dios, pero Iehovah le contestó claramente y “Dijo más: No
podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. Y dijo aún Iehovah: He aquí un lugar
junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura
de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y
verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.” (Éxodo 33:20-23)

Quién es Él

Si indagamos en la Palabra, descubrimos que el Padre es espíritu, y no habita donde hay


maldad, como lo dijo el rey Salomón al construirle el primer Templo: “Pero ¿es verdad que Dios
morará sobre La Tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener;
¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?” (1ª Reyes 8:27) En lo que respecta al Padre,
se sabe que “delega” su creación, y que ha instituido quienes deben “sujetar” la creación en
tanto que exista maldad en ella. Por esta razón fueron hechos los estamentos de la
creación actual: “Así dice Iehovah Elohim, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que
extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a
los que por ella andan…” (Isaías 42:5); “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él
hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni
es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos
vida y aliento y todas las cosas.” (Hechos 17:24-25)

Pero la verdad del Único Dios Verdadero fue claramente descrita por su Hijo Unigénito a Juan
mucho tiempo después de la resurrección de Jesús: “Cuando [yo, Juan,] le pregunté si podría
comprender esto, él (Jesús) me dijo: “El Uno es un soberano que no tiene nada sobre él. Es
Dios Padre de todos, el Uno Invisible que esta sobre todo, que es imperecedero, que es luz
pura que ningún ojo puede ver”. “Es el Espíritu invisible. Uno no debe considerarlo como un
dios, o igual que un dios, Pues es más grande que un dios, porque no tiene nada sobre él y
ningún señor sobre él. No existe dentro de nada que sea inferior a él, ya que todo existe
únicamente dentro de él. Es eterno, toda vez que no necesita nada. Porque es absolutamente
completo: nunca ha carecido de nada para ser completo. Sino que siempre ha sido
absolutamente completo en la luz. Es ilimitable, toda vez que no hay nada que lo limite. Es
insondable, toda vez que no hay nada ante él que lo sondee. Es inconmensurable, toda vez
que no había nada ante él que le midiera. Es inobservable, toda vez que nada le ha observado.
Es eterno, y existe eternamente. Es inexpresable, toda vez que nada podía comprenderlo para
expresarlo. Es innombrable, toda vez que no hay nada ante él que le dé nombre”. “Es la luz
inconmensurable, pura, santa, brillante. Es inexpresable, y es prefecto en su inmortalidad.”
(Libro Secreto de Juan 2:1-9)

Pero su descripción no termina acá: “No es que forme parte de la perfección, o de la


bienaventuranza, o de la divinidad; es mucho más grande. No es corpóreo ni incorpóreo. No es
grande ni pequeño. Es imposible decir: “¿Cuánto es?” o “¿De qué clase es?” pues nadie puede
comprenderlo. No es una entre muchas cosas que existen: es mucho más grande. No es que
sea realmente más grande. Sino que como es en sí mismo, no es una parte de los mundos ni
del tiempo, porque cualquier cosa es parte de un mundo fue producida una vez por otra cosa.
No le fue asignado tiempo, toda vez que no recibe nada de nadie. Eso sería un préstamo. El
que existe primero no necesita nada de uno que es posterior. Al contrario, el posterior alza la
vista ante el primero en su luz”. “Porque el perfecto es majestuoso; es puro e
inconmensurablemente grande. Es el Mundo que da un mundo, la Vida que da vida, el bendito
que da bienaventuranza, el Conocimiento que da conocimiento, el Bueno que da bondad, la
Misericordia que da misericordia y redención, la Gracia que da gracia. No es que sea
realmente así. Sino que da luz inconmensurable e incomprensible”. “¿Qué debo deciros sobre
él? Su reino eterno es imperecedero: es tranquilo, es silencioso, está en reposo, y está ante
todo. Es la cabeza de todos los mundos, y los sostiene por medio de su bondad”. “Sin
embargo, no sabríamos…, no comprenderíamos lo que es inconmensurable, de no ser por uno
(Jesús) que ha venido del Padre y nos ha dicho estas cosas”.” (Libro Secreto de Juan 2:10-22)

Jesús termina diciendo: “Porque el Perfecto se contempla a sí mismo en la luz que lo rodea.
Este es el manantial del agua de vida que produce todos los mundos de todas las clases. El
Perfecto contempla su imagen, la ve en el manantial del espíritu y se enamora del agua
luminosa. Este es el manantial de agua pura, que rodea al Perfecto”.” (Libro Secreto de Juan
3:1-2) Abraham escribió hace unos 4.000 años: “Elí uno, Creador Universal, no tiene principio:
es eterno. Los hombres son sus hijos y Él su herencia.” (Texto del Testamento Secreto de
Abraham 1:1)

El profeta Enoc escribió: “Y Rafael, Miguel, Uriel y Gabriel dijeron al Señor del cosmos: ‘Tú eres
nuestro gran Señor, el Señor del cosmos, el Dios de dioses, el Señor de señores y el Rey de
reyes; los cielos son el trono de tu gloria por todas las generaciones que existen desde
siempre; toda la tierra es el escabel ante ti para siempre, y tu nombre es grande, santo y
bendito por toda la eternidad. Eres tú quien todo lo ha creado y en ti reside el poder sobre
todas las cosas; todo es descubierto en toda su desnudez ante ti; tú lo ves todo y nada se te
puede esconder’.” (1ª Henóc 9:4-5)

Es trascendental entender quien es el Padre porque en ello radica el desarrollo de la Vida


Eterna: “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo,
a quien has enviado.” (Juan 17:3) La vida consiste en conocer al Padre, y para esta labor la
única herramienta valida es ser inmortal, ya que una vida no es suficiente para comprender los
que Él es

El Arrebatamiento

El Rapto

La palabra “Arrebatamiento” que se utiliza en el mundo creyente no hace referencia al


enajenamiento causado por la vehemencia de alguna pasión o por la ira. Su aplicación correcta
es la “acción de arrebatar”, en este caso, arrebatársele la Esposa de Cristo al sistema, un
sinónimo de “Rapto” –no confundir con el delito de robo o una acción de éxtasis. Este término
se aprecia en la Brit Jadashá (Nuevo Testamento) diciendo: “Luego nosotros los que vivimos,
los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir
al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” (1ª Tesalonicenses 4:17)

Se entiende por Rapto de la Esposa (los Escogidos o el Continuo Sacrificio), una acción de
“abducción masiva” o “distanciamiento” (griego: “apostasía”) de este planeta, citado en
contadas ocasiones en los evangelios e incluso en la TANAK (Antiguo Testamento): “Aun se
engrandeció contra el príncipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el
lugar de su santuario fue echado por tierra. Y a causa de la prevaricación le fue entregado el
ejército junto con el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y
prosperó. Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que
hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora
entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados? Y él dijo: Hasta 2.300 tardes y
mañanas; luego el santuario será purificado.” (Daniel 8:11-14) Habla de unos 76 meses (6,38
años) desde el comienzo de los eventos de la visión del profeta hasta que acabe.

¿Cuándo ocurrirá?

Se sabe que habrá gran agitación y caos, el Inicuo querrá dar la solución definitiva a la crisis
económica y a la locura global que estará reinando, y entonces el susodicho evento tendrá
lugar. Una importante referencia sobre el Arrebatamiento dice: “Y desde el tiempo que sea
quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa
días.” (Daniel 12:11) La frase aquí y en el capítulo 8 no están bien traducidas, el texto hebreo
diría realmente, al final del 8: “Y desde [el] tiempo de Ha-Usar el Constante y Ha-Latet [la]
detestable desolación [pasarán] 1290 días.” (Daniel 8:13) La palabra “Ha-Usar” traduciría: “dar
tregua”, “dar descanso”, “irse”, “desaparecer”, o básicamente “apartar”. Posteriormente, la
palabra “Ha-Lalet” traduciría: “dé”, “ponga” o “sea puesto”. Por consiguiente, ahí dice que
desde el tiempo en que sea apartada la perpetuidad o quienes se sacrifican constantemente y
tenga lugar la Abominación Desoladora, hasta el final, habrá 3 años y medio. No dice que
desde el “Continuo” hasta el evento “Asolador” haya 1290 días, sino que sitúa a los dos en el
mismo momento y hace referencia al tiempo que transcurrirá desde ahí “hasta que venga la
consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.” (Daniel 9:27)

Así que ese evento ha de tener lugar durante o al iniciar esa abominación, la cual está
relacionada con el asedio a Jerusalén. Jesús habló claramente sobre esto y está en el libro de
Mateo, en el capítulo 24. Aquí Jesús dijo que las señales finales serían estas: habría falsos
profetas, falsos mesías, habría rumores de guerras, conflictos bélicos, nuevas enfermedades,
gran hambre, terremotos y persecuciones. Advirtió que esto sería el principio, y que debía ser
avisado al mundo, tanto lo que está ocurriendo como lo que sobrevendrá, y entonces vendrá el
fin. Una vez Jesús profetizó lo que ocurriría en los tiempos finales, de una forma breve, fue al
grano para que supiésemos la señal clara de aquel día: “Por tanto, cuando veáis la
abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que
lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes. El que esté en la azotea,
no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no
vuelva atrás a tomar su capa.” (Marcos 13:14-16)

Algunos escatólogos han creído que dicha advertencia tendría lugar poco más de 30 años
después de que Jesús lo mencionó, cuando Judá fue atacado por los romanos y luego, en el
135 d.C. fueron todos expulsados de su tierra. Pero si fuese así, ¿cuándo, entre el año 30 y el
135, hubo grandes guerras en países extranjeros, terremotos, pestes, hambres, prodigios en el
cielo, etc.? Además de esto, si Jesús les advertía el huir lejos para no ser alcanzados, ¿por qué
dijo: “El que esté en la azotea, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa”?
En vez de decirles que salgan de su casa y huyan lejos, les da a entender que esperen en la
azotea, en los lugares altos, ¡que estén a la vista! Así que cuando ese asedio a Jerusalén
suceda, sabremos que ha llegado la hora. Pero el Inicuo se dejará ver inmediatamente antes:
“Nadie os engañe en ninguna manera; porque [Cristo] no vendrá sin que antes venga la
apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se
levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo
de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.” (2ª Tesalonicenses 2:3-4)
¿A dónde serán llevados?

Juan nos relata conforma su revelación: “Y cuando vio el Dragón que había sido arrojado a la
Tierra, persiguió a la mujer (Nueva Jerusalén) que había dado a luz al hijo varón. Y se le dieron
a la mujer las dos alas de la Gran Águila (nave nodriza), para que volase de delante de la
serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de
un tiempo.” (Apocalipsis 12:13-14) Esta simbología afirma que por 3 años y medio estos
Escogidos estarán en esta gigantesca nave, que también describió Juan como una enorme
ciudad en forma de dado: “La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su
anchura; y él midió la ciudad con la caña, 12.000 estadios; la longitud, la altura y la anchura de
ella son iguales. Y midió su muro, 144 codos, de medida de hombre, la cual es de ángel. El
material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; y
los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer
cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; el quinto, ónice;
el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo,
crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. Las doce puertas eran doce perlas;
cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente
como vidrio. Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y
el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria
de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.” (Apocalipsis 21:16-23)

Juan escribió también: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía
contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la
presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos […] Entonces
uno de los ancianos habló, diciéndome: […] Éstos son los que han salido de la gran tribulación,
y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están
delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el
trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más
sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los
guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.”
(Apocalipsis 7:9-17)
¿Quiénes se irán?

“Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando
en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el
diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. Entonces estarán
dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en
un molino; la una será tomada, y la otra será dejada.” (Mateo 24:38-41) Esto es evidente para
los creyentes: aquí no dice que Jesús vendrá por todos los que sehacen llamar cristianos, sino
únicamente por un grupo de Escogidos. Pero ¿por qué sólo unos pocos? “No todo el que me
dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre
que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y
entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” (Mateo 7:21-
23)

Jesús dijo lo mismo a los judíos, y esto fue registrado en los evangelios: “Y alguien le dijo:
Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta;
porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia se
haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo:
Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a
decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os
digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el
llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en
el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. Porque vendrán del oriente y del occidente, del
norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Y he aquí hay postreros que serán
primeros, y primeros que serán postreros.” (Lucas 13:23-30)

¿Quiénes serán dignos?


“Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les
entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a
su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con
ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.
Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y
llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco
talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le
dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo
de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me
entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen
siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres
hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve
miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor,
le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no
esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido
lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será
quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de
dientes.” (Mateo 25:14-30)

Y dicho de otra manera, también Jesús enseñó: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha:
Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del
mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui
forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la
cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero,
y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y
vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno
de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la
izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui
forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no
me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces
les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más
pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida
eterna.” (Mateo 25:34-46)

Entonces Jesús dijo lo que luego aclaró Pablo: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo
Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas.” (Efesios 2:10) ¿Buenas obras? ¿Acaso seremos salvados por obras? No las obras de la
ley mosáica, de 613 normativas, sino por obras ministeriales, obras misioneras, obras fruto de
lo que hay dentro de nuestro corazón, con base a nuestra fe: “…haced el árbol bueno, y su
fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol.”
(Mateo 12:33) ¿Qué tipo de árbol somos? ¿Qué tipo de fruto damos? Algunos creen que no
están capacitados para obrar, pero escrito está: “…Subiendo a lo alto, llevó cautiva la
cautividad, Y dio dones a los hombres.” (Efesios 4:8) Por tanto, no tenemos excusa.

Así que si tenemos fe pero no actuamos en consecuencia, nos es inválido, y si hacemos cosas
para la obra sin amor, como también dice el apóstol, es inválido. Bien, uno de los hermanos
menores de Jesús lo dijo así: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene
fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y
tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz,
calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué
aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú
tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.
Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres
saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham
nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó
juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura
que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.
Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.
Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los
mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así
también la fe sin obras está muerta.” (Santiago 2:14-26)

“Y os dirán: "Helo aquí" o "Helo allí". No vayáis ni los sigáis, porque como el relámpago que al
fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del
hombre en su día.” (Lucas 17:23-24) Si queremos saber cómo escapar de lo que se viene,
analicemos las palabras del propio salvador que ha prometido levarse a los que le sean fieles:
“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas,
salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas,
tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; pero las prudentes tomaron aceite en sus
vasijas, juntamente con sus lámparas. Como el novio tardaba, cabecearon todas y se
durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: "¡Aquí viene el novio, salid a recibirlo!"
Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas
dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan". Pero
las prudentes respondieron diciendo: "Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más
bien a los que venden y comprad para vosotras mismas". Pero mientras ellas iban a
comprar, llegó el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a la boda, y se cerró la
puerta. Después llegaron también las otras vírgenes, diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!". Pero
él, respondiendo, dijo: "De cierto os digo que no os conozco". Velad, pues, porque no sabéis el
día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir.” (Mateo 25:1-13) Aunque aquí habla de
“unción”, el resto de referencias las podéis encontrar en las parábolas de Jesús sobre “las
minas” y “los talentos”.

“Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino
de Dios. "De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. "Mirad también por vosotros mismos,
que vuestros corazones no se carguen de glotonería y de embriaguez y de las preocupaciones
de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día, porque como un lazo vendrá sobre
todos los que habitan sobre la faz de la tierra. Velad, pues, orando en todo tiempo que seáis
tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del
Hijo del hombre".” (Lucas 21:31-36)

El Diezmo de Abraham

Cuando Isaac, hijo de Abraham, envió a Jacob en busca de mujer, él hizo un juramento con
Dios: “E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que
voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre,
Iehovah será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo
que me dieres, el diezmo apartaré para ti.” (Génesis 28:20-22) ¿De dónde tuvo Jacob esta
enseñanza de separar la décima parte de todo lo que la tierra le diese? Esto no pudo ser una
tradición de Moisés, porque esto ocurrió siglos antes de Moisés. Décadas antes, Abraham se
vio obligado a ir a defender a su pariente de sus enemigos y liberar a su sobrino Lot: “Cuando
[Abram] volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de
Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de
Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram
del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que
entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram [a Melquisedec] los diezmos de todo.”
(Génesis 14:17-20) ¿Por qué, si Abraham había vencido contra Quedorlaomer, todo el diezmo
de lo que tomó de botín lo dio a este sacerdote de Dios?

“Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a
Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los
diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de
Salem, esto es, Rey de paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días,
ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.
Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del
botín. Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento
de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos
también hayan salido de los lomos de Abraham. Pero aquel cuya genealogía no es contada de
entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. Y sin discusión
alguna, el menor es bendecido por el mayor. Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres
mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive. Y por decirlo así, en Abraham
pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos; porque aún estaba en los lomos de su
padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.” (Hebreos 7:1-10)

Los Sacerdotes

La enseñanza del diezmo es similar al pago de tributos o impuestos del estado: “Y le enviaron
los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: ‘Maestro, sabemos que eres amante de la
verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no
miras la apariencia de los hombres. Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o
no?’ Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ‘¿Por qué me tentáis, hipócritas?
Mostradme la moneda del tributo.’ Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ‘¿De
quién es esta imagen, y la inscripción?’ Le dijeron: ‘De César’. Y les dijo: ‘Dad, pues, a César
lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios’.” (Mateo 22:16-21) Hay dos formas de ver esta
enseñanza: una es que a Dios hay que darle las cosas santas y lo que Él espera de uno, y al
sistema lo que es del sistema; no obstante, en el contexto se entiende que hay que dar al
mundo (impuestos) lo que pertenece al mundo, y a Dios (diezmos) lo que a Él pertenece. No
nos equivoquemos, puesto que no se le hace un favor a Dios ni uno ha de esperar nada a
cambio, ya que cuando uno paga impuesto al gobierno no hace un favor al estado sino que
cumple con una obligación. También este punto podría recordar el tiempo en que un pueblo
pagaba a un héroe para que les defendieran de fuerzas hostiles, pero comprendiendo las
cosas de Dios, es decir, que como regla divina es también un método para sustentar a los que
ministra al pueblo, siendo esta labor más importante que trabajar la tierra. Este principio fue
adoptado por el pueblo de Israel, pero ya Abraham entendía de qué se trataba y por qué razón
debía dársela a un sacerdote. El sacerdote realmente –no como los sacerdotes católicos o
egipcios- era en antaño el intercesor entre los hombres y los dioses. Era el mediador que
recibía las palabras, poderes, conocimientos y sabiduría de los seres inmortales y las traía al
pueblo. Por esta razón el sacerdocio consistía en mantener la purificación, orar por la nación y
dar el alimento al pueblo.

En el tiempo que hubo gran hambre, en los días de José, administrador de la tierra de Egipto,
él compró la tierra para el imperio, a excepción de la zona de los sacerdotes, porque ellos
comían de lo que comía el rey: “Entonces compró José toda la tierra de Egipto para Faraón;
pues los egipcios vendieron cada uno sus tierras, porque se agravó el hambre sobre ellos; y la
tierra vino a ser de Faraón. Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades, desde un extremo al otro
del territorio de Egipto. Solamente la tierra de los sacerdotes no compró, por cuanto los
sacerdotes tenían ración de Faraón, y ellos comían la ración que Faraón les daba; por eso no
vendieron su tierra.” (Génesis 47:20-22) ¿Por qué ellos comían de la casa de faraón y no de su
propio trabajo? Pues porque su trabajo era administrar las cosas sagradas, santas, todo cuanto
tenía que ver con la deidad. Si los sacerdotes dejaban de hacer esto ¿quién hacía su labor? Y
si ellos se dedicaban a esto por sí solos ¿de qué se alimentarían? “Ninguno puede servir a dos
señores, porque odiará al uno y amará al otro, oestimará al uno y menospreciará al otro. No
podéis servir a Dios y a las riquezas.” (Mateo 6:24) O se hace una cosa o se hace la otra, pero
las dos cosas no compaginan simultáneamente.

También Israel tuvo sacerdotes, una tribu en concreto, una de las doce tribus de los hijos de
Israel: Leví. Y ellos no iban a la guerra, como aún hoy no van a la guerra los datiím (religiosos
judíos), sino que se encargaban del tabernáculo de Dios: “Y todos los contados de los hijos de
Israel por las casas de sus padres, de 20 años arriba, todos los que podían salir a la guerra en
Israel, fueron todos los contados 603.540. Pero los levitas, según la tribu de sus padres, no
fueron contados entre ellos; porque habló Iehovah a Moisés, diciendo: ‘Solamente no contarás
la tribu de Leví, ni tomarás la cuenta de ellos entre los hijos de Israel, sino que pondrás a los
levitas en el tabernáculo del testimonio, y sobre todos sus utensilios, y sobre todas las cosas
que le pertenecen; ellos llevarán el tabernáculo y todos sus enseres, y ellos servirán en él, y
acamparán alrededor del tabernáculo. Y cuando el tabernáculo haya de trasladarse, los levitas
lo desarmarán, y cuando el tabernáculo haya de detenerse, los levitas lo armarán; y el extraño
que se acercare morirá. Los hijos de Israel acamparán cada uno en su campamento, y
cada uno junto a su bandera, por sus ejércitos; los levitas acamparán alrededor del tabernáculo
del testimonio, para que no haya ira sobre la congregación de los hijos de Israel; y los levitas
tendrán la guarda del tabernáculo del testimonio’.” (Números 1:45-53)

Así mismo, los levitas no recibirían heredad y posesión de tierra alguna, sino que su herencia
sería Dios y su salario el diezmo de la nación: “Mas los levitas harán el servicio del tabernáculo
de reunión, y ellos llevarán su iniquidad; estatuto perpetuo para vuestros descendientes; y no
poseerán heredad entre los hijos de Israel. Porque a los levitas he dado por heredad los
diezmos de los hijos de Israel, que ofrecerán a Iehovah en ofrenda; por lo cual les he dicho:
Entre los hijos de Israel no poseerán heredad. Y habló Iehovah a Moisés, diciendo: Así
hablarás a los levitas, y les dirás: Cuando toméis de los hijos de Israel los diezmos que os he
dado de ellos por vuestra heredad, vosotros presentaréis de ellos en ofrenda mecida a Iehovah
el diezmo de los diezmos. Y se os contará vuestra ofrenda como grano de la era, y como
producto del lagar. Así ofreceréis también vosotros ofrenda a Iehovah de todos vuestros
diezmos que recibáis de los hijos de Israel; y daréis de ellos la ofrenda de Iehovah al sacerdote
Aarón. De todos vuestros dones ofreceréis toda ofrenda a Iehovah; de todo lo mejor de ellos
ofreceréis la porción que ha de ser consagrada. Y les dirás: Cuando ofreciereis lo mejor de
ellos, será contado a los levitas como producto de la era, y como producto del lagar. Y lo
comeréis en cualquier lugar, vosotros y vuestras familias; pues es vuestra remuneración por
vuestro ministerio en el tabernáculo de reunión. Y no llevaréis pecado por ello, cuando
hubiereis ofrecido la mejor parte de él; y no contaminaréis las cosas santas de los hijos de
Israel, y no moriréis.” (Números 18:23-32)

“En aquel día fueron puestos hombres sobre los depósitos de los tesoros, de las ofrendas, de
las primicias y de los diezmos, para almacenar en ellos las porciones que la Ley otorga a
sacerdotes y levitas, las cuales llegaban de las ciudades; porque era grande el gozo de Judá
con respecto a los sacerdotes y levitas que servían. Ellos cumplían en el servicio de su Dios, y
en el servicio de la expiación, junto con los cantores y los porteros, conforme al estatuto de
David y de Salomón, su hijo. Porque desde el tiempo de David y de Asaf, ya de antiguo, había
un director de cantores para los cánticos, las alabanzas y la acción de gracias a Dios. Y todo
Israel, en días de Zorobabel y en días de Nehemías, daba alimentos a los cantores y a los
porteros, cada cosa en su día. Entregaban asimismo sus porciones a los levitas, y los levitas
entregaban su parte a los hijos de Aarón.” (Nehemías 12:44-47)

La Ley de la Décima Parte

Dios enseñó la ley del diezmo a los hijos de Israel para recibir bendición y prosperidad, ¿cómo?
Al sustentar a quienes intercedían por el pueblo; y les recalcó: “Y el diezmo de la tierra, así de
la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Iehovah es; es cosa dedicada a
Iehovah. Y si alguno quisiere rescatar algo del diezmo, añadirá la quinta parte de su precio por
ello. Y todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, el diezmo será
consagrado a Iehovah. No mirará si es bueno o malo, ni lo cambiará; y si lo cambiare, tanto él
como el que se dio en cambio serán cosas sagradas; no podrán ser rescatados. Éstos son los
mandamientos que ordenó Iehovah a Moisés para los hijos de Israel, en el monte de Sinaí.”
(Levítico 27:30-34) Y estos diezmos llegarían a los levitas, y ellos, los sacerdotes, a su vez,
darían también su parte al sumo sacerdote: “Así hablarás a los levitas, y les dirás: Cuando
toméis de los hijos de Israel los diezmos que os he dado de ellos por vuestra heredad, vosotros
presentaréis de ellos en ofrenda mecida a Iehovah el diezmo de los diezmos. Y se os contará
vuestra ofrenda como grano de la era, y como producto del lagar. Así ofreceréis también
vosotros ofrenda a Iehovah de todos vuestros diezmos que recibáis de los hijos de Israel; y
daréis de ellos la ofrenda de Iehovah al sacerdote Aarón.” (Números 18:26-28) Así que la
enseñanza de Dios era para que quienes se encargasen de los temas espirituales no tuviesen
que depender de un trabajo externo, el cual les quitaría el tiempo dedicado a Dios y su estado
de purificación y santidad, sino que se consagrasen exclusivamente a las cosas de Dios y a
ministrar los libros de la ley y que enseñasen la palabra de Dios al pueblo.

Por esta razón, cuando Jesús vino y vio que no hacían conforme su objetivo, se airó contra los
que debían cumplir esta función y siempre les recriminó, que en vez de enseñar y ayudar al
pueblo, sólo vivían de zánganos y parásitos abusando de todos, enseñando cosas falsas y
condenando al pueblo –exactamente lo mismo que en estos siglos viene haciendo el Vaticano-:
“Pero ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos
delante de los hombres, pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando. "¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, y como
pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación. "¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito y, cuando
lo conseguís, lo hacéis dos veces más hijo del Gehena que vosotros. "¡Ay de vosotros, guías
ciegos!, que decís: "Si alguien jura por el Templo, no es nada; pero si alguien jura por el oro del
Templo, es deudor". ¡Insensatos y ciegos!, porque ¿cuál es mayor, el oro o el Templo que
santifica al oro? […] "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque diezmáis la
menta, el anís y el comino, y dejáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la
fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y
tragáis el camello! "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis lo de fuera
del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego!, limpia
primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera quede limpio. "¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que
por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de
muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a
los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad. "¡Ay de vosotros, escribas
y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos
de los justos, y decís: "Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no habríamos sido
sus cómplices en la sangre de los profetas". Con esto dais testimonio contra vosotros
mismos de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. ¡Vosotros, pues, colmad la
medida de vuestros padres! ¡Serpientes, generación de víboras!, ¿cómo escaparéis de la
condenación del Gehena?” (Mateo 23:13-33)

¿Y el apóstol Pablo? Este mismo que pregonó el evangelio a los gentiles, ¿Qué dice sobre
esto? ¿Citó que esa ley fuese abolida? Pablo lo explicó de otra manera más obvia: “Contra los
que me acusan, ésta es mi defensa: ¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber? ¿No
tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros
apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de
no trabajar? ¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come
de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? ¿Digo esto sólo
como hombre? ¿No dice esto también la ley? Porque en la ley de Moisés está escrito: No
pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por
nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que
trilla, con esperanza de recibir del fruto. Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es
gran cosa si segáremos de vosotros lo material? Si otros participan de este derecho sobre
vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo
soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo. ¿No sabéis que los que
trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar
participan? Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del
evangelio.” (1ª Corintios 9:3-14) Evidentemente, ¿cómo podía Pablo predicar sin comer o
beber? Y si trabajaba ¿qué tiempo tendría para el evangelio?

El profeta Malaquías dijo que robamos a Dios, pues no le damos lo que es de él, y el mandato
que nos dejó para que en el evangelio también halla orden y sostenimiento de los ministros:
“Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis.
Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Iehovah de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En
qué hemos de volvernos? ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y
dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con
maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí
y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Iehovah de los ejércitos, si no os
abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la
tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Iehovah de los ejércitos. Y todas las
naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Iehovah de los
ejércitos.” (Malaquías 3:7-12) El profeta Malaquías añade que obrandode esta manera, el
Señor quitará al enemigo del fruto de nuestro trabajo para que no lo afecte.

Pero, ¿es lo mismo diezmar que ofrendar? Por supuesto que no. El diezmo es de Dios, al
dárselo cumplimos con Él lo que nos corresponde; no le hacemos ningún favor, más bien nos
lo hacemos a nosotros mismos. Pero el que ofrenda, y se entiende que lo hace de corazón, si
está regalando algo y colaborando con el sostenimiento de la obra. Gracias a las ofrendas
fueron sustentados, tanto el Primer Templo como el Segundo Templo, y los que se encargaban
de las cosas santas podían centrarse en ello enteramente: “Dad a Jehová la honra debida a su
nombre; traed ofrendas y venid a sus atrios.” (Salmo 96:8) Y añade la escritura sobre el
Tabernáculo de Reunión: “…sino que el lugar que Jehová, vuestro Dios, escoja entre todas
vuestras tribus, para poner allí su nombre y habitar en él, ese buscaréis, y allá iréis. Allí
llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos y la ofrenda reservada de
vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias y las primicias de vuestras
vacas y de vuestras ovejas; allí comeréis delante de Jehová, vuestro Dios, y os alegraréis,
vosotros y vuestras familias, de toda obra de vuestras manos en que Jehová, tu Dios, te haya
bendecido.” (Deuteronomio 12:5-7) Esa comida que “comeréis” no solo será de alimento físico
sino de la palabra de Dios: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de
la boca de Dios.” (Mateo 4:4)

Espíritu Santo

El Ruaj

“Y sucedió que cuando oyeron todos la voz del Espíritu Santo, todos adoraron de rodillas, y
glorificaron al Dios de la verdad, el Altísimo, que está en el mundo superior y que se sienta en
las alturas del Santo y que reposa entre sus santos.” (Ascensión de Isaías 6:8) El nombre de
“Espíritu Santo” viene de la fuente hebrea “Ruaj Ha-Kodesh”, que quiere decir “Viento el
Sagrado”. Dado que la voz “ruaj” significa espíritu y viento, se suele confundir muchas veces a
la hora de traducir. Esto mismo ocurre en el griego con “pneuma” (aire) y que también se utiliza
para hacer referencia a cosas espirituales. Todo esto tiene que ver con la palabra latina “spiritu”
que significa: “sutil”. De manera que cada vez que hace alusión a algo casi imperceptible, algo
efímero, algo excelso, algo que no comprendemos, algo que está aunque parece no estar, nos
referimos a “spiritu”, “pneuma” o “ruaj”. También ruaj se asocia con la “fuerza”, la “motivación”,
la “energía”, el “poder”, como si dijésemos “este joven tiene espíritu aventurero”, “tiene espíritu
de superación”, “tiene espíritu deportivo” (no quiere decir que el joven esté poseído sino que
hay una fuerza viva en él).
La palabra “kedesh” o “kodesh” hace referencia algo sacrosanto, sagrado, santo, inmaculado, o
a la sanidad, tal como se dice en latín: “santi”. La raíz de todos es la misma: “sano”. Este
nombre de Fuerza Sagrada aparece en los textos más antiguos sobre la creación del universo
y está estrechamente ligada a una energía, ser, motivación o entidad que está con el Padre
Celestial. Este nombre no es utilizado tal cual en la TANAK (Antiguo Testamento) sino
únicamente en la Brit Ha-Jadashá (Nuevo Testamento), en casi 90 versos. Se entiende por
tanto que esta Energía o Fuerza Sana, o ser sagrado, vino a aparecer en escena oficialmente
tan solo con Jesús: “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada Miriam su madre
con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su
marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en
esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas
recibir a Miriam tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.” (Mateo
1:18-20)

Después de esto la aparición del Espíritu Santo va ligada al ministerio de Jesús, y sobre esto
dijo el bautista: “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras
mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu
Santo y fuego.” (Mateo 3:11) Algunos creen que el Espíritu Santo es lo mismo que Jesús y lo
mismo que Dios, pero Jesús dijo algo importante sobre él: “A cualquiera que dijere alguna
palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu
Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.” (Mateo 12:32) Pero ¿cuál sería
la diferencia para que Jesús dijese que sobre él un pecado sería perdonado pero no contra el
Ruaj? Si claramente el Ruaj es “quien nos da de comer”, ¿cómo vamos a morderle la mano?

El Ruaj y Cristo

Jesús dijo que la misión clave de quien llegase a la “adultez” en el evangelio era hacer
discípulos bautizándolos bajo tres nombres, los de tres figuras o identidades diferentes: “Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo…” (Mateo 28:19) Un nombre es un “objetivo” y una “figura”, y es claro
que las gentes de las naciones debían conocer al Único Dios Verdadero, a Jesús, con quien
tenemos esperanza en la resurrección y la vida eterna, y en el Ruaj, el cual será nuestro guía.
A pesar de esto, los discípulos nunca bautizaron en estos tres nombres, dado que no todas las
personas ignoraban las tres figuras, sino mayormente la identidad del Ruaj y de Jesús.

¿Estuvo el Espíritu Santo en el mundo antes del Pentecostés (pasados 50 días de la


resurrección de Jesús)? Pero si este Ruaj no estuvo presente con anterioridad, ¿por qué Jesús
dijo que David habló inspirado por él?: “Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el
Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus
pies.” (Marcos 12:36) Encontramos que el Ruaj está vinculado con la “inspiración divina”. A tal
grado es así que Jesús también dijo a sus discípulos: “Pero cuando os trajeren para
entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere
dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu
Santo.” (Marcos 13:11) Y Pablo complemente: “…porque nunca la profecía fue traída por
voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el
Espíritu Santo.” (2ª Pedro 1:21) Y añade Isaías sobre la venida de Jesús: “Y que muchos de los
que crean en Él hablarán por medio del Espíritu Santo.” (Ascensión de Isaías 3:19)

Este Ruaj estaría trabajando con Jesús aún cuando él mismo trajo la concepción en Miriam: “Y
tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante
de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su
madre.” (Lucas 1:14-15) Y el ángel añadió: “…El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado
Hijo de Dios.” (Lucas 1:35) De manera que Jesús es llamado Hijo de Dios porque el Espíritu
Santo vino sobre Miriam, y además dicho hecho fue cubierto por el poder del Altísimo. Felipe
entra más en detalle afirmando que el Espíritu Santo es un poder femenino: “Algunos dicen que
María ha concebido por obra del Espíritu Santo: éstos se equivocan, no saben lo que dicen.
¿Cuándo jamás ha concebido de mujer una mujer?” (Felipe 1:17) Definitivamente este poder
que viene del lo alto, de parte del Padre, tiene que ver con el Espíritu que se mueve en el reino
de los cielos y por medio del cual Dios trae inspiración divina. “El Espíritu Santo apacienta a
todos y ejerce su dominio sobre [todas] las Potencias, lo mismo sobre las dóciles que sobre las
[indóciles] y solitarias.” (Felipe 1:40)
Desde entonces vemos que la aparición del Ruaj para “llenar” a sus anfitriones es nombrada
constantemente, empezando en la historia de Jesús y Juan el bautista, con la vida de Miriam,
Simeón (Lucas 2:25), Elizabeth y Zacarías, el padre de Juan el bautista. Tenemos entonces
que este Ruaj empezó a manifestarse como nunca antes, no sólo trayendo al mundo a Jesús
sino a Juan el bautista. Algo increíble y sin precedentes estaba entonces ocurriendo: esta
fuerza se dejaba ver incluso físicamente tomando la forma que considerase: “Aconteció que
cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y
descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo
que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.” (Lucas 3:21-22) En la historia de
Pablo también sucede algo similar: “...Y [se dirigió a él], diciendo: ¿Qué camino [tomaré] para
subir a [Jerusalén]? El niño [contestó diciendo]: Di tu nombre, a fin de que te [muestre] el
camino. Sabía [quién era Pablo]. Quiso mostrarse afable con él por medio de sus palabras a fin
de hallar excusa para conversar con él. El niño tomó lapalabra y dijo: Sé quién eres, Pablo, que
tú eres el que fue bendecido desde el vientre de su madre. Ahora bien, yo [he venido] a ti a fin
de que [subas a Jerusalén] hacia tus colegas [apóstoles]. Por esto [has sido llamado]. Yo soy
[el Espíritu que hace camino] contigo. [Alerta] tu mente, Pablo […]. Entonces, el [Espíritu]
Santo, que conversaba con él, lo arrebató hacia lo alto, hasta el tercer cielo.” (Apocalipsis de
Pablo 1:18-19) Entonces desde los días de Juan el bautista el Espíritu Santo moró en Jesús y
él fue lleno de este Ruaj, incluso para empezar su ministerio: “Jesús, lleno del Espíritu Santo,
volvió del Jordán, y fue llevado por el Ruaj al desierto por cuarenta días, y era tentado por el
diablo.” (Lucas 4:1-2)

La llegada del Ruaj

Estaba profetizado desde hacía mucho tiempo, que el Espíritu de Dios descendería: “…He aquí
yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, Y os haré saber mis palabras.” (Proverbios 1:23) Así
como Salomón, el profeta Isaías escribió: “Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y
ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus
renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas.” (Isaías 44:3-
4) Esta fue una promesa que ratificó Jesús antes de ser subido al cielo.
“Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado
Dios a los que le obedecen.” (Hechos 5:32) Jesús enseñó que él se iría pero los suyos
trabajarían a partir de ahora con esta fuerza o ser que tomaría su lugar para ayudarnos, una
vez naciesen de nuevo y estuviesen en obediencia a Dios: “Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13) Pero el Ruaj no debía tomar lugar hasta
que Cristo no fuese alzado, y entonces, él se encargaría de la obra, porque no pueden haber
dos personas dirigiendo un barco: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen
en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
(Juan 7:39) Así que todo lo que llegó por inspiración celestial ha venido, y viene, por obra del
Ruaj: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Juan 14:26) Por tanto,
Jesús cedió su lugar al Ruaj y lo hizo con símbolo y autoridad: “Entonces Jesús les dijo otra
vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto,
sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos;
y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.” (Juan 20:21-23) Y Juan añadió años después:
“Este Espíritu de Verdad se esparció con el fin de animar a los creyentes a trabajar más intensa
e ilusionadamente en la proclamación del evangelio del reino.” (Testamento de San Juan.
Capítulo 3. Transcrito por J.J. Benítez)

Vemos pues que también la relación entre perdón de pecados y el trabajo del Ruaj van muy de
la mano: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2:38) Y
como no, también el Ruaj está unido al PODER: “…pero recibiréis poder, cuando haya venido
sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria,
y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8) Y así ocurrió, que diez días después de ver subir al
cielo a Jesús, se cumplió la palabra de que recibirían al Ruaj: “Y de repente vino del cielo un
estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban
sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada
uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas,
según el Ruaj les daba que hablasen.” (Hechos 2:2-4)

También la Escritura habla del poder que viene con el Ruja y de que la imposición de las
manos era importante para que se cumpliese el trabajo: “Cuando los apóstoles que estaban en
Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a
Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo;
porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido
bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu
Santo. Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el
Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que
cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu
dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.”
(Hechos 8:14-20)

“El segundo puente entre Dios y las criaturas mortales del tiempo y del espacio es establecido
a través de las múltiples facetas del que llamáis Espíritu Infinito. A sus órdenes, legiones de
ángeles y de otras inteligencias celestiales os socorren y se aproximan a los humanos, velando
por vuestro destino. El propio Espíritu Infinito ha descendido igualmente sobre la Humanidad,
instalándose en el alma humana.” (2º Apocalipsis de Juan. Capítulo 1. Transcrito por J.J.
Benítez) El Ruaj ha venido de arriba para llenar a quien entre en el Caminos: “A éstos se les
reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son
anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo;
cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.” (1ª Pedro 1:12) ¿Anhelan mirar los ángeles?
¿Es que aún no entendemos el privilegio que nos ha sido dado? El propio Gabriel es emisario
del Ruaj para traer el mensaje de salvación: “Y que (Gabriel), el ángel del Espíritu Santo, y
Michael, el jefe de los santos ángeles, en el tercer día se abrirán el sepulcro…” (Ascensión de
Isaías 3:16)

Más cosas sobre el Ruaj


“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la
redención.” (Efesios 4:30) El profeta Isaías, advirtió de cómo los hombres terminarían por
desviarse del mensaje de Jesús y así el Espíritu Santo ya no trabajaría con ellos: “Y habrá
mucha calumnia y vanagloria en el enfoque del Señor, y el Espíritu Santo se retirará de
muchos.” (Ascensión de Isaías 3:26) Si verdaderamente hemos recibido al Ruaj, no hagamos
lo que le desagrada para que su plenitud reine en nosotros “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros?” (1ª Corintios 6:19) Y es en él que nos son repartidos los dones, según su criterio:
“¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo
sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando
Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del
Espíritu Santo según su voluntad.” (Hebreos 2:3-4)

Así que todo lo que vino en el pasado fue efectivamente inspirado por el Ruaj, y por él hablaron
los profetas. Ahora él ha venido a morar en el templo de cada hombre. Jesús dijo que el Ruaj
nos hará saber en qué estamos pecando y así mismo nos hará conocer toda verdad del reino
de los cielos: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero
cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su
propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de
venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre
es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.” (Juan 16:12-15)

“Quede bien claro, hijos míos, que la primera y más importante misión del Espíritu consiste en
personalizar la Verdad. Sólo la inteligente comprensión de esa Verdad nos dará paso y nos
permitirá poseer la más pura y elevada forma de libertad humana. El segundo gran beneficio de
la llegada del Espíritu también ha sido experimentado por éste, vuestro hermano. Al principio,
cuando él fue ejecutado, la tristeza y la desesperación se instalaron en nuestros corazones. Y a
pesar de haberlo visto resucitado, su partida de este mundo nos dejó huérfanos. No sabíamos
vivir sin su compañía. Pero él envió al Espíritu y esos sentimientos de abandono y orfandad se
extinguieron. Es de ley pensar que, sin el Espíritu de Verdad, todos los creyentes estaríamos
hoy indefensos y condenados a la soledad individual y colectiva. La presencia de este Espíritu
nos ha empujado —y así será hasta el fin de los tiempos— a proclamar y extender la realidad
de la llama divina del Padre que late en el alma de cada mortal. En cierto modo, el Espíritu de
Verdad es, a la vez, el espíritu del Padre Universal y el del Hijo Creador. Os escribo esto, no
porque desconozcáis la verdad, sino porque esa verdad os ha sido mostrada a medias.
Queridos en Cristo: no caigáis en el error de confiar en vuestro intelecto para reconocer e
identificar al Espíritu de Verdad, extendido ya sobre la Humanidad. Este Espíritu jamás crea
una conciencia de sí mismo. Su misión es otra: consolidar y hacer visible el espíritu del Hijo.
Desde el principio, Jesús lo dijo: «El Espíritu que os enviaré no hablará por sí mismo.» La
prueba, por tanto, de vuestra comunión con el Espíritu de Verdad no se halla en su
reconocimiento —circunstancia que jamás lograréis— sino en una creciente, clara e
inconfundible conciencia de la presencia viva del Hijo en lo más profundo de vuestros
corazones. Si gozáis de la luz íntima de Jesús, entonces habréis descubierto al Espíritu que
mora en vosotros. Pero el Espíritu, hijos míos, está en todos. Los que aún permanecen en las
tinieblas son sólo rezagados en el amor infinito y compasivo del Padre. […] El Espíritu, hijitos
míos, vino para ayudar a los hombres a recordar y a comprender las enseñanzas del Maestro e
iluminar nuestras vidas. El Espíritu, hijitos míos, vino para ayudar a los creyentes a que
comprobaran la sabiduría de la Palabra y el excelso valor de su vida en la carne. El Espíritu,
hijitos, vino también para recordarnos que la Palabra vive hoy y siempre en lo más profundo de
cada uno de los creyentes de esta y de todas las generaciones futuras. Porque no es ésta una
obra de mortales, sino de Dios. Y el Espíritu es su conductor. Él nos guía hacia la verdad
última: la conciencia espiritual de que estamos abocados a la felicidad. Y si me preguntáis qué
es la felicidad, sólo podré recordaros lo que ya sabéis y nos fue dado como el más antiguo de
los mandamientos: hacer la voluntad del Padre.” (Testamento de San Juan. Capítulo 2.
Transcrito por J.J. Benítez)

Diez Mandamientos

La Primera Ley
“Aunque el cielo y la tierra perezcan ni una letra de la Sagrada Ley cambiará ni perecerá. Pues
en el principio fue la Ley y la Ley fue con Dios y la Ley era Dios.” (La Séptuple Paz. Libro
Esenio de Jesús 1:149-150) Alrededor del 1.350 a.C. y el 1.500 a.C. y tras la derrota del faraón
Ahmosis (del hebreo significa: “Hermano de Moisés”) y sus dioses (Éxodo 12:2 y Números
33:4) contra Iehovah, Israel caminó 40 años por el desierto del Sinaí en dirección a la tierra de
promisión, dominada por los Cananitas y donde vencieron a 7 naciones. Toda esta historia,
desglosada en el Pentateuco (Torá, 5 primeros libros de la Biblia), fue básicamente una nueva
enseñanza para un pueblo educado en costumbres politeístas egipcias y en doctrinas
demoniacas. Para empezar su nueva formación y una educación como “hijos”, Iehovah, el Dios
de los hebreos, les enseñó 10 mandamientos –aunque por su desobediencia y rebeldía contra
Iehovah fueron multiplicados por 10, o sea, una media de 1.000 obligaciones. Por su tozudez
se les añadió un mayor yugo y se les exigieron más directrices por cumplir, que de forma
sencilla se pueden especificar en 613 normativas de todas estas leyes, ramificadas de los Diez
Mandamientos que Iehovah dijo a Moisés: “El Señor llamó a Moisés desde la Montaña,
diciendo: ‘Ven a Mí, porque voy a darte las leyes para tu pueblo, que será un convenio para los
Hijos de la Luz. Y Moisés subió hasta Dios. Y Dios habló en estas palabras, diciendo: ‘Yo soy la
Ley, tu Dios, que te libró del cautiverio de las tinieblas. No tendrás otras leyes ante Mí. No
harás imagen alguna de la Ley en cielo ni en la tierra. Yo soy la Ley invisible, sin comienzo y
sin final. No harás leyes falsas, porque Soy la Ley y la Ley de todas las Leyes. Si me
desertaras, serás visitado por desastres de generación en generación. Si guardas mis
mandamientos entrarás en el Huerto Infinito donde está el Árbol de la Vida, en medio del eterno
mar. No violarás la Ley. La Ley es tu Dios, que no te considerará sin culpa’.” (Libro Esenio de
Moisés)

Moisés subió a recibir la Ley, pero al observar el pecado de idolatría del pueblo, la destruyó: “Y
aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro [de oro] y las danzas, ardió la ira
de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte.” (Éxodo 32:19)
Entonces volvió a subir al monte para que Dios con “su dedo” volviese a reescribirlas. Pero
¿Serían estas segundas tablas similares a las primeras? Las primeras tablas tenían el doble de
normativas (20) pero no eran rígidas: “[El Señor dijo a Moisés:] ‘Honra a tu Madre Terrenal para
que tus días puedan ser muchos en la tierra y honra a tu Padre Celestial para que la vida
eterna sea tuya en los cielos, pues los cielos y la tierra te son dados por la Ley, que es tu Dios.
[…] A todos estos ángeles de la Madre Terrenal habrás de saludar, y de consagrarte a ellos,
para que puedas entrar al Huerto Infinito donde está el Árbol de la Vida. Adorarás a tu Padre
Celestial en la tarde del Shabat. […] Con todos los ángeles del Padre Celestial habrás de
comulgar para que tu alma pueda bañarse en la Fuente de Luz y entrar en el Mar de la
Eternidad. El séptimo día es el Shabat: lo guardarás y lo mantendrás como día sagrado. El
Shabat es el día de la Luz, de la Ley, de tu Dios. En él no harás trabajo alguno, sino buscarás
la Luz, el Reino de Dios y todas las cosas se te darán. Pues sabe que durante seis días
trabajarás con los ángeles, ya que el séptimo día moraras en la Luz del Señor que es la Ley
Sagrada. No tomaras la vida de cosa viviente alguna. La vida sólo viene de Dios quien la da y
la toma. No degradaréis el Amor. Es el sagrado regalo del Padre Celestial. No cambiarás tu
alma, presente inapreciable del amante de Dios, pues las riquezas del mundo, que son cual
semillas plantadas en terreno pedregoso, que por no tener raíz, tan sólo un corto tiempo duran.
No serás testigo falso de la Ley, para usarla contra tu hermano: Sólo Dios conoce el principio y
el final de las cosas, pues Su ojo es único y Él es la Ley Sagrada. No codiciarás las posesiones
de tu prójimo. La Ley te dará presentes mucho más grandes, la tierra y los cielos, si guardares
los mandamientos del Señor tu Dios.’ Moisés escuchó la voz del Señor y selló en su corazón la
alianza entre el Señor y los Hijos de la Luz. Y volvióse Moisés, y bajó de la Montaña, y las
tablas de la Ley estaban en sus manos. Y las tablas eran la obra de Dios y la escritura de Dios,
grabada en las tablas. Y el pueblo no sabía que había sido de Moisés, se reunieron y
desprendiéronse de sus ornamentos de oro e hicieron un becerro fundido. Adoraron al ídolo y
le ofrecieron ofrendas quemadas. Y comieron y bebieron y danzaron ante el becerro de oro que
habían hecho y se abandonaron a la corrupción y al mal delante del Señor.” (Libro Esenio de
Moisés)

Las Obras de la Ley

Debido a la rudeza de este pueblo, de su rebeldía y la facilidad con la que volvían a la


veneración de las estatuas y dioses paganos, Iehovah les impuso 10 mandamientos duros de
cumplir y 10 veces más sobre estas 10 de normativas desglosadas, cuya práctica o ejercicio
sería conocido como “Las Obras de la Ley” o el “Cetro Legislador”. Así que a partir de ese
momento, ellos debían acatar estas palabras al pie de la letra, si bien no abandonando nunca
los Diez Mandamientos primigenios, pues son una ley universal y el principio de toda Ley; pero
las otras ramificaciones –que podemos llamar “las 613 ordenanzas”- sólo caerían cuando
llegase el Mesías: “No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta
que venga Shiloaj; Y a él se congregarán los pueblos.” (Génesis 49:10)

Esta ley universal (los Diez Mandamientos), aplicable a cualquier época, región y cultura, no se
debe confundir con las Obras de la Ley o “Ley Moisáica”, pues son conceptos elementales que
nos explican por qué estamos destituidos del Concierto Universal, ya que “Cuando los gentiles
que no tienen la Ley hacen por naturaleza lo que es de la Ley, estos, aunque no tengan la Ley,
son ley para sí mismos, mostrando la obra de la Ley escrita en sus corazones, dando
testimonio su conciencia y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos en el día en que
Dios juzgará por medio de Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.”
(Romanos 2:14-16). Es cierto esto, pues existen confusiones entre obedecer a las Obras de la
Ley mosáica, es decir, de Moisés, y las Obras de Cristo. Y esto es así debido a lo escrito por el
benjaminita: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:10) Y esto fue
aclarado por un hermano de Jesús cuando dijo: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si
alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? […] Así también la fe, si no
tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras.
Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” (Santiago 2:14-18)

Entonces, ¿Pablo y Santiago estarían hablando de las tradiciones judaicas del cetro legislador
dado a Moisés? Pablo aclaró: “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál
ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es
justificado por fe sin las obras de la ley.” (Romanos 3:27-28) Debemos discernir a qué se
refieren cuando hablan de Ley, a qué se refieren cuando hablan de Obras, y a qué, cuando
hablan de las Obras de la Ley (Gálatas 2:16, 3:2-5 y Santiago 2:14-26), ya que existe así
mismo la Ley de la Fe o “Parámetros basados en la Visualización”. Se entiende entonces que
Israel debía cambiar de las tradiciones y educación egipcias a la de Iehovah, y entonces abriría
el camino a la Ley de la Gracia que vino con Cristo Jesús. Obvio, no con esto los Diez
Mandamientos –no las 613- quedaban abolidos, porque el mismo Jesús dijo: “No penséis que
he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.”
(Mateo 5:17)

¿Qué son los 10 Mandamientos?

Tras la desobediencia de Israel y su gran pecado, Moisés, por orden de Iehovah, dijo a su
pueblo: “Estas son las leyes que vuestro Dios os ha dado: ‘No tendréis otro Dios fuera de Mí.
No os haréis imágenes talladas. No tomaréis el nombre del Señor tu Dios en vano. Recordarás
el Shabat, para santificarlo. Honrad a vuestro Padre y a vuestra Madre. No matareis. No
cometeréis adulterio. No robaréis. No daréis falso testimonio contra tu prójimo. No codiciaréis
los bienes de tu prójimo, ni a la esposa de tu prójimo, ni cosa alguna que pertenezca a tu
prójimo.’ Y hubo un día de duelo y expiación por el gran pecado contra el Creador, que no
terminó. Y las tablas rotas de la Ley Invisible vivieron escondidas en el pecho de Moisés, hasta
que sucedió que los Hijos de la Luz aparecieron en el desierto y los Ángeles caminaron sobre
la tierra.” (Libro Esenio de Moisés)

Encontramos en el libro del Éxodo: “Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: ‘Yo soy
Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”:

No tendrás dioses diferentes delante de mí (Éxodo 23:24, José 23:7 y Salmos 81:9).

No te harás imagen/estatua, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en


la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo
soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la
tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que
me aman y guardan mis mandamientos (Deuteronomio 4:28, 28:36-64, 2ª Reyes 19:18, Isaías
37:19 y Daniel 5:4-23).

No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que
tomare su nombre en vano (Salmos 139:20, Jeremías 5:2, Mateo 5:33 y Santiago 5:12).
Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el
séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija,
ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en
seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó
en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó (Mateo 12:1-7 y
Marcos 2:27).

Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te
da (Efesios 6:2 y Mateo 5:4).

No matarás (Éxodo 23:7, Mateo 5:21 y Santiago 2:11).

No cometerás adulterio (Malaquías 3:5, Lucas 18:11-13, 1ª Corintios 6:9, Romanos 13:9, Mateo
5:27-32, Proverbios 6:32-33 y Hebreos 13:4).

No hurtarás (Proverbios 6:30-31, 29:24, Ezequiel 18:10-24, Zacarías 5:3-5, Juan 10:1-15, 1ª
Corintios 5:11 y 1ª Pedro 4:15-16).

No hablarás contra tu prójimo falso testimonio (Proverbios 28:18, Levítico 6:5, 19:2,
Deuteronomio 19:18-19, Jeremías 14:14, 29:23, Mateo 26:59-61, 1ª Timoteo 6:20 y Tito 1:2).

No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su


criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo (Deuteronomio 7:25, Proverbios
1:19, 21:29, Isaías 57:17, Habacuc 2:9, 2ª Pedro 2:14 y Romanos 7:7).

“Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte


que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés:
Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no
muramos. Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para
que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis. Entonces el pueblo estuvo a lo
lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios. Y Jehová dijo a Moisés: Así
dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros. No
hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis.” (Éxodo 20:1-23 y Deuteronomio
5:6)

La Verdadera Ley

“Y el propio Jesús se sentó en medio de ellos y dijo: ‘En verdad os digo que nadie puede ser
feliz, excepto quien cumple la Ley’. Y los demás respondieron: ‘Todos cumplimos las leyes de
Moisés, nuestro legislador, tal como están escritas en las sagradas escrituras’. Y Jesús les
respondió: ‘No busquéis la Ley en vuestras escrituras, pues la Ley es la Vida, mientras que lo
escrito está muerto. En verdad os digo que Moisés no recibió de Dios sus leyes por escrito,
sino a través de la palabra viva. La Ley es la Palabra Viva del Dios Vivo, dada a los profetas
vivos para los hombres vivos. En dondequiera que haya vida está escrita la ley. Podéis hallarla
en la hierba, en el árbol, en el río, en la montaña, en los pájaros del cielo, en los peces del mar;
pero buscadla principalmente en vosotros mismos. Pues en verdad os digo que todas las cosas
vivas se encuentran más cerca de Dios que la escritura que está desprovista de vida. Dios hizo
la vida y todas las cosas vivas de tal modo que enseñasen al hombre, por medio de la palabra
siempre viva, las leyes del Dios verdadero. Dios no escribió las leyes en las páginas de los
libros, sino en vuestro corazón y en vuestro espíritu. Se encuentran en vuestra respiración, en
vuestra sangre, en vuestros huesos, en vuestra carne, en vuestros intestinos, en vuestros ojos,
en vuestros oídos y en cada pequeña parte de vuestro cuerpo. Están presentes en el aire, en el
agua, en la tierra, en las plantas, en los rayos del sol, en las profundidades y en las alturas.
Todas os hablan para que entendáis la lengua y la voluntad del Dios Vivo. Pero vosotros
cerráis vuestros ojos para no ver, y tapáisvuestros oídos para no oír. En verdad os digo que la
escritura es la obra del hombre, pero la Vida y todas sus huestes son la obra de nuestro Dios.
¿Por qué no escucháis las palabras de Dios que están escritas en Sus obras? ¿Y por qué
estudiáis las escrituras muertas, que son la obra de las manos del hombre?’ [Y ellos le
preguntaron:] ‘¿Cómo podemos leer las leyes de Dios en algún lugar, de no ser en las
Escrituras? ¿Dónde se hallan escritas? Léenoslas de ahí donde tú las ves, pues nosotros no
conocemos más que las escrituras que hemos heredado de nuestros antepasados. Dinos las
leyes de las que hablas, para que oyéndolas seamos sanados y justificados’. [Entonces] Jesús
dijo: ‘Vosotros no entendéis las palabras de la Vida, porque estáis en la Muerte. La oscuridad
oscurece vuestros ojos, y vuestros oídos están tapados por la sordera. Pues os digo que no os
aprovecha en absoluto que estudiéis las escrituras muertas si por vuestras obras negáis a
quien os las ha dado. En verdad os digo que Dios y sus leyes no se encuentran en lo que
vosotros hacéis. No se hallan en la glotonería ni en la borrachera, ni en una vida desenfrenada,
ni en la lujuria, ni en la búsqueda de la riqueza, ni mucho menos en el odio a vuestros
enemigos. Pues todas estas cosas están lejos del verdadero Dios y de sus ángeles. Todas
estas cosas vienen del reino de la oscuridad y del señor de todos los males. Y todas estas
cosas las lleváis en vosotros mismos; y por ello la palabra y el poder de Dios no entran en
vosotros, pues en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu habitan todo tipo de males y
abominaciones. Si deseáis que la palabra y el poder del Dios Vivo penetren en vosotros, no
profanéis vuestro cuerpo ni vuestro espíritu; pues el cuerpo es el templo del espíritu, y el
espíritu es el templo de Dios. Purificad, por tanto, el templo, para que el Señor del templo
pueda habitar en él y ocupar un lugar digno de él. Y retiraos bajo la sombra del cielo de Dios,
de todas las tentaciones de vuestro cuerpo y de vuestro espíritu, que vienen de Satán’.” (El
Evangelio de la Paz. Libro Esenio de Jesús 2:26 al 3:12)

El mayor de todos los mandamientos: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la Ley?


Jesús le dijo: -- "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu
mente". Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: "Amarás a tu
prójimo como a ti mismo". De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.”
(Mateo 22:36-40) En añadidura Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis
unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán
todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros.” (Juan 13:34-35). Juan
mismo repitió años después: “Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo
mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. Y
este es el amor: que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis
en amor, como vosotros habéis oído desde el principio.” (2ª Juan 1:5-6)

Oración
¿Qué es Orar?

“Oye, oh Iehovah, una causa justa; está atento a mi clamor. Escucha mi oración hecha de
labios sin engaño.” (Salmo 17:1) Decir: “orar”, es decir: “conversar” (oratoria); y es
precisamente el único y verdadero paso para conectar con un plano que no es visible. Sin una
comunicación con el Alto Mando, un soldado en guerra puede perderse, morir, no recibir ayuda
militar, no puede recibir alimentos o no ser rescatado. Entre mayor sea la comunicación con el
ejército, mejor será la situación de un soldado, y si menor es su comunicación y más se hace el
valiente por valerse de sí mismo, más rápido caerá como mártir. “…Pero vosotros sed cautos
como las serpientes y sencillos como las palomas.” (Tomás 1:39)

Jacobo escribió sabiamente: “…La oración eficaz del justo puede mucho.” (Santiago 5:16)
¿Qué es una oración eficaz? Jesús dijo: “Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque
ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de
los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu
aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo
secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles,
que piensan que por su palabrería serán oídos.” (Mateo 6:5-7)

El nivel físico o material es donde está la carne, y el espiritual nada tiene que ver con él. Par
que la carne no doblegue a la mente y la mente doblegue al corazón, hay que permitir que el
espíritu domine el alma, corazón, mente y cuerpo. Esto no es posible sin la oración, puesto que
la carne es débil y lo realmente poderoso, valioso, inmortal y vivo es el espíritu.

¿Cómo Orar?

“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro
de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos
a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el
reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” (Mateo 6:9-13)
Honra a Dios. Reconocimiento que está en la perfección (en los cielos) y en la justicia (Salmo
93:4).

Bendecir al Padre Creador. Este es mandamiento con promesa y primer dictamen de los 10
Mandamientos (Salmo 150:1).

Abandonar el orgullo y el ego. Aceptar la voluntad de Dios antes que la de uno mismo, morir a
sí mismo y olvidarse de sí mismo, es el principio de la obediencia para hallar gracia a los ojos
del Todopoderoso (Lucas 9:23).

Pedir el alimento espiritual de cada día –del físico ya él sabe que tenemos necesidad. No
preocuparse por mañana, porque “cada día tiene sus propias preocupaciones” y cada día Dios
proveerá el alimento para el cuerpo y el aliento para el espíritu, pues ciertamente esto es lo
más importante (Gálatas 6:8).

Pedir perdón por las trasgresiones. ¿Qué son las deudas? Cada pecado es una deuda más al
acreedor (Satanás) quién nos cobra por cada céntimo que le debamos. El Padre obra con
justicia y perdona nuestras deudas, tanto las que hacemos para nuestro propio daño como lo
que a él debemos desobedeciendo sus lineamientos (Malaquías 3:8-9).

No dejar que estemos en peligro de caer: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado
de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que
cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.” (Santiago
1:13-14)

De Dios es la creación. Todo es suyo y él da a cada uno conforme él considere. Esto es algo
que hemos de reconocer. La oración no parte de pedir y pedir, sino de agradecer y honrar al
Altísimo.

La profundidad de la oración
Juan Zebedeo relató en Éfeso: “Y si os hablo de la oración, no puedo omitir lo que él
también nos enseñó y que, no obstante, sus íntimos olvidamos con frecuencia, más pendientes
de nuestra voluntad que de la voluntad del Padre. Jesús de Nazaret nunca oró por obligación.
Para él, la oración era una expresión sincera de su comportamiento espiritual; una
consecuencia de su amor hacia el Padre. El Maestro le dio a la oración un profundo sentido de
acción de gracias. Jamás le oímos pedir para él. La oración fue una exaltación del intelecto, en
íntima asociación con Dios; un reforzamiento de las tendencias humanas superiores; una
consagración del impulso; una rendición incondicional a la voluntad de Dios; una sublime
afirmación en la confianza humana en la Divinidad; una revelación del valor y la proclamación
de su descubrimiento; una confesión de devoción suprema y una técnica, en suma, para
contrarrestar las dificultades, movilizando a los poderes del alma para resistir el egoísmo y el
pecado. Su ininterrumpida comunión con Dios fue consecuencia de este nuevo estilo de
oración al que todos estamos llamados. No os limitéis a orar en los templos, tal y como algunos
pretenden. La oración en las iglesias de piedra es tan válida como la que nace en el campo, al
amor de la lumbre o en el fragor de la tormenta, pero nunca superior. ¿O es que la sonrisa de
un hijo a su padre es más virtuosa y de agradecer porque haya sido dibujada bajo el terrado de
la casa que en la fuente o a orilla del camino? Los templos, si olvidáis el auténtico mensaje
sobre la paternidad de Dios, terminarán por transformarse en cárceles del alma, donde sólo los
tibios y mediocres encontrarán consuelo a sus eternas dudas. No busquéis a Dios en la
penumbra de esas casas donde habitan epíscopos, diáconos o presbíteros. Ellos parecen
ignorar que la chispa divina, directamente desgajada del Padre, está dentro de cada uno de
nosotros. Saulo vuelve a errar cuando escribe: «Ante todo recomiendo que se hagan plegarias,
oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los
constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad
y dignidad.» La oración no es un trueque. Dios no concede mayor bienestar porque nuestras
oraciones sean más numerosas, intensas o clamorosas. Quien así piensa y escribe no ha
comprendido el mensaje de Jesús. El amor del Padre hacia sus hijos es tal que no necesitamos
de la súplica. Él otorga la vida, y cuanto conlleva, mucho antes de que nosotros percibamos
esa necesidad. Es posible que a vuestros padres terrenales tengáis que recordarles sus
obligaciones y rogarles este o aquel favor. Esto no ocurre con el Padre de los cielos. Os lo
repito: buscad primero su reino. El resto vendrá por añadidura, como una lógica consecuencia
de ese infinito amor.” (Testamento de San Juan. Capítulo 5. Transcrito por J.J. Benítez)

¿Cuándo Orar?

“Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las
ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y
daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.” (Daniel 6:10 10) Daniel tenía una
buena costumbre de orar profundamente tres veces al día. Adán escribió en su Testamento
sobre la adoración continua de la creación, y llama la atención cuando menciona la “Décima
Hora”, durante la noche: “Décima hora: Adoración de los hombres. La puerta del cielo se abre
para que la plegaria de todo lo que vive pueda entrar; se postran y luego se retiran. A esta
hora, todo lo que el hombre pide a Dios se le concede, mientras los Serafines baten sus alas o
canta el gallo.”

Jesús mismo pasaba muchas horas orando, contantemente, incluso podía estar toda una
noche en oración y sin dormir. Otras veces prefería irse lejos y quedarse en soledad:
“Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y
allí oraba.” (Marcos 1:35) De manera que, muchas son las horas en las que hay que estar en
conversación con el Todopoderoso, y muchos los momentos correctos para alabarle y
buscarle. Por consiguiente, ¿Cuál es la mejor hora para orar con mayor ímpetu? Adán dice que
antes de amanecer. Él la llama la hora de la “Adoración de los Hombres”, el momento que debe
ser dedicado a entrar en la presencia de Dios; hora en la que los cielos se abren y el hombre
conecta con su Creador. Adán escribió que en ese momento “todo lo que el hombre pide a Dios
se le concede”, y entonces viene el salir del sol con las bendiciones del día.

“Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Iehovah Dios mío, oyendo
el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti; que estén tus ojos abiertos de noche
y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas
la oración que tu siervo haga en este lugar.” (1ª Reyes 8:28-29); “Cuando Daniel supo que el
edicto había sido firmado, entró en su casa; abiertas las ventanas de su habitación que daban
a Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, oraba y daba gracias delante de su Dios como
solía hacerlo antes.” (Daniel 6:10)

Poder de la oración

Si bien, no comprendemos el poder y la profundidad de la oración. Las alabanzas a Dios, la


meditación en el Todopoderoso, la oración profunda, las peticiones, la intercesión en equipo, el
ungimiento diario, la adoración, y demás formas de comunicación espiritual son fundamentales
para convertirse uno en hijo de la Luz y verdadero ser espiritual. También es importante porque
al dominar el espíritu a los pensamientos, las emociones, las acciones y los deseos de la
carne, nos alejamos de los lazos del Diablo: “Acontecerá en aquel tiempo que su carga será
quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.” (Isaías
10:27) También es esta oración constante la que debilitará la presencia de los espíritus
malignos en la vida de uno, hasta el grado de que no soporten acercarse a uno. De otra
manera somos reos del peligro: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la
verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” (Marcos 14:38)

Las alabanzas humillan a Satanás y a sus huestes y honran al Dios del cielo. La música genera
vibraciones que se mueven en distintas frecuencias y cambian la armonía y aura del entorno.
También generan una cobertura para que Satanás y sus fuerzas oscuras no puedan penetrar
en el tiempo que se da loor al Invisible: “Alabad a Jehová, invocad su nombre, Dad a conocer
en los pueblos sus obras. Cantad a él, cantadle salmos; Hablad de todas sus maravillas.
Gloriaos en su santo nombre; Alégrese el corazón de los que buscan a Jehová. Buscad a
Jehová y su poder; Buscad su rostro continuamente. Haced memoria de las maravillas que ha
hecho, De sus prodigios, y de los juicios de su boca…” (1ª Crónicas 16:8-12)

La meditación en el Señor del silencio crea armonía y paz, y nos enseñan a oír a Dios en la
soledad. Nos ayuda a analizar nuestro proceder y evaluar nuestras acciones: “Temblad, y no
pequéis; Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad.” (Salmo 4:4)
La oración profunda es la comunicación con el Padre, es la comunicación con el Hijo y/o con el
Espíritu Santo, para llenarse de poder de lo alto, de unción y de espiritualidad: “Yo amo a los
que me aman, Y me hallan los que temprano me buscan.” (Proverbios 8:17) Es el tiempo más
importante y significativo de todo el día, y sin el cual no se puede empezar la mañana: “Mas yo
a ti he clamado, oh Jehová, Y de mañana mi oración se presentará delante de ti.” (Salmo
88:13) Esta es la practica sobre la cual se nos llama mayormente “orando en todo tiempo con
toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica…”
(Efesios 6:18) Esto es “oración en el Espíritu Santo”, ya que se está entregado enteramente a
los brazos del Espíritu de Verdad: “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra
santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la
misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.” (Judas 1:20-21)

Las peticiones son las necesidades con base a la obra –no pidiendo por los deleites y deseos
de la carne o los afanes del mundo: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en
vuestros deleites.” (Santiago 4:3) Las necesidades espirituales son las que sí se reciben
cuando se solicitan al Padre: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué
hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un
pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que
le pidan?” (Mateos 7:7-11) Y el médico de Antioquía escribió: “¿O si le pide un huevo, le dará
un escorpión? 13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas
11:12-13)

La intercesión en equipo es fundamental para dar liberación, sanidad, obrar milagros y


conseguir objetivos comunes: “¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está
alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos
de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe
salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán
perdonados.” (Santiago 5:13-15)
El ungimiento diario es la aplicación de aceite como medio para impregnarse del Espíritu
Santo, recibir cobertura espiritual, purificación, poder y presencia de Dios. Esto se hace
recordando al “sumo sacerdote, el cual fue ungido con el aceite santo.” (Números 35:25)
La adoración es el tiempo en que se está deleitando en la presencia del Omnipotente y del
Espíritu Santo, dando acción de gracias y gloria al Señor: “Dad a Jehová la gloria debida a su
nombre; Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.” (Salmo 29:2)

La oración obra de formas increíbles y es además parte fundamental de la vida de un siervo


que quiera escapar de las cosas que sucederán en el fin de los tiempos: “Velad, pues, en todo
tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y
de estar en pie delante del Hijo del Hombre.” (Lucas 21:36) Además, el la oración la que
mantiene la presencia del Espíritu Santo en quienes le han recibido y lleva a conocer al Padre y
al Hijo. “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino
del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde
estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre
cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” (Hechos 2:1-4); “Todos éstos perseveraban
unánimes en oración y ruego...” (Hechos 1:14)

Con oración son liberadas las personas y con oración se busca al Creador: “Buscad a Jehová
mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.” (Isaías 55:6) Si somos justos
y recibimos vituperio, Él nos responderá: “…tú oirás en los cielos su oración y su súplica, y les
harás justicia.” (1ª Reyes 8:45) Pues Dios es un Dios de misericordia que oye al de corazón
bueno, contrito, humillado, humilde y manso: “Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo:
Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he
aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.” (2ª Reyes 20:5) Tenemos un
Padre Celestial que nos oye y se deleite en que le busquemos cada día y deseemos entrar en
su presencia y conversar con Él. Así, en la aflicción, tenemos a quien acudir: “Fueron, pues,
Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, e hicieron como Jehová les dijo; y Jehová
aceptó la oración de Job. Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus
amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.” (Job 42:9-10) ¿Entonces
hemos de orar para recibir posesiones? Por supuesto que no, porque esperamos la herencia
en los cielos, no en la Tierra donde todo se corrompe.

Una Vida con Propósito

Una vida sin propósito es una muerte prematura

¿Cuál es el objetivo que tenemos para el día a día? ¿Qué quieres conseguir con tu
actividad habitual (estudios, deporte, ministerio, trabajo o proyecto)? La Escritura dice:
“Deléitate asimismo en Iehovah, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a
Iehovah tu camino, Y confía en él; y él hará.” (Salmo 37:4-5) Y bien que el Padre Celestial nos
enseñó el verdadero Camino, y esto lo complementa el verso que sigue: “Encomienda a
Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como
el mediodía. Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que
prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. Deja la ira, y desecha el enojo; No
te excites en manera alguna a hacer lo malo. Porque los malignos serán destruidos, Pero los
que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.” (Salmo 37:5-9)

¿Cómo puedes deleitarte ante el Altísimo para que escuche tu causa? Haciendo todo
aquello que a Él le agrada y desechando todo lo que Él rechaza. Si bien, incluso tus objetivos
deben estar encaminados a la causa de Dios y/o a tu propia edificación. Por consiguiente “…
hágase todo decentemente y con orden.” (1ª Corintios 14:40) Pero ¿Cómo saber si lo que uno
hace es de edificación o no?: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia…”
(Mateo 6:33) Y así mismo: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.”
(Colosenses 3:2) Primero hay que buscar lo que está alineado o afín al Reino de los Cielos, y si
cuanto uno hace se acomoda a esto, entonces bendecir, consagrar y obrar en este respecto.

Pero, ¿A quién das honra con las cosas que haces? Escrito está: “Dad a Iehovah la
honra debida a su nombre; Traed ofrenda, y venid delante de él; Postraos delante de Iehovah
en la hermosura de la santidad.” (1ª Crónicas 16:29) ¿Qué es la “santidad” sino guardarse en
“sanidad” dentro y fuera? Incluso desde temprana edad el Padre Universal nos llama a
encausarnos en la senda correcta: “Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en
los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero
sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita, pues, de tu corazón el enojo, y
aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.” (Eclesiastés 11:9-
10)

Encomendar correctamente

Moisés escribió por orden de Iehovah en el monte Sinaí: “No cambiarás tu alma, presente
inapreciable del amante de Dios, pues las riquezas del mundo, que son cual semillas plantadas
en terreno pedregoso, que por no tener raíz, tan sólo un corto tiempo duran.” (Libro Esenio de
Moisés) Pero aún así los hombres ofrecen su voluntad, su vida, su ser y su integridad a
valores, deidades o “tesoros” que ningún valor tienen, que de nada aprovechan y que
ciertamente le conducirán a no heredar la Vida Eterna. Jesús dijo sobre esto: “Porque donde
esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (Mateo 6:21) ¿Cuál es nuestro tesoro
y a dónde está dirigido nuestro corazón? Mientras otros venden el alma al Diablo, a sabiendas
o sin tener conocimiento de ello, ¿Por qué no encomendar nuestra vida al que Vive? Pero,
¿Crees que encomendando a Jesús tus actividades, las cosas cambiarían?, ¿Acaso haciendo
las cosas a tu manera hasta hoy, has conseguido cumplir tus sueños? Sobre esto el Señor
dice: “El caballo se alista para el día de la batalla; Mas Iehovah es el que da la victoria.”
(Proverbios 21:31)

¿Crees que por mucho que te esfuerces conseguirás algo si Dios no te respalda o si no
es de agrado el sendero en el que te aventuras?: “Si Iehovah no edificare la casa, En vano
trabajan los que la edifican; Si Iehovah no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.” (Salmo
127:1) Pero, ¿Crees que Dios te respaldará en algo si no estás “sano” física, mental y
espiritualmente? Ya que la Escritura dice: “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la
eternidad, y cuyo nombre es el Santo: ‘Yo habito en la altura y la santidad, y con el
quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el
corazón de los quebrantados’.” (Isaías 57:15) ¿Si Él vive en la santidad y con los humildes, no
es acaso en esa frecuencia en la que debemos vibrar?: “Seguid la paz con todos, y la santidad,
sin la cual nadie verá al Señor.” (Hebreos 12:14)
El valor de la disciplina

La disciplina es la continuidad estricta o cumplimiento constante de parámetros para llevar a


una persona a la rectitud. ¿Crees que guardar una disciplina o una línea de conducta u orden
cambia en algo el resultado final de un objetivo o empresa? Lo último que Jesús dijo a sus
discípulos, entretanto estuvo con ellos, fue: “Por tanto, id, y haced discípulos de todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles
que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mateo 28:19-20) Pero, ¿Qué es un discípulo? De la
palabra “discípulo” viene “discipulado”, y éste proviene de: “disciplina”. La disciplina, según el
diccionario español, es la doctrina, instrucción de una persona, específicamente en lo moral o
en un “buen régimen”. De la palabra “doctrina” viene “adoctrinar”, que es dar una enseñanza
completa sobre algo; la palabra “régimen” viene de mantenerse en una línea u ordenamiento.

Dios nos ha llamado a servirle pero sin guía o sin antes ser discípulos ¿Cómo
podemos hacerlo? Jesús mismo tuvo discípulos y fue su guía: “Yo soy el buen pastor; el buen
pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son
propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las
dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy
el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y
yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.” (Juan 10:11-15) Pero, ¿Trabajará Jesús
con ovejas rebeldes? Él mismo dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si
tuviereis amor los unos con los otros.” (Juan 13:35)

Por lo tanto, ¿Crees que cosas como, la puntualidad, la asistencia, la dedicación, el trabajo en
equipo y el sacrificio, dan buenos frutos? La Biblia nos aclara esto cuando expresa: “Ninguno
que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por
soldado. Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente. El
labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.” (2ª Timoteo 2:4-6) Entonces Dios
no llamó a la gandulería, a la pereza o al desorden, sino mas bien su hijo, Jesús, nos anima y
alienta diciendo: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos
procurarán entrar, y no podrán.” (Lucas 13:24) Y Pablo, dirigiéndose a los corintios y a los que
después recibiríamos sus cartas, escribió: “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y
esforzaos.” (1ª Corintios 16:13)

También está escrito: “La pereza hace caer en profundo sueño, Y el alma negligente
padecerá hambre. El que guarda el mandamiento guarda su alma; Mas el que menosprecia sus
caminos morirá.” (Proverbios 19:15-16) Así pues, Pablo escribió sabiamente a los efesios: “Por
lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.
Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien
el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál
sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien
sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales,
cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y
Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” (Efesios 5:14-20)

El inicio de un nuevo camino

Hay que recomenzar la rutina con nuevas aras. Ningún soldado va a la guerra sin
antes tener instrucciones ni conectar con su oficial al mando. De la misma manera, nosotros no
podemos empezar el día sin consagrarlo y bendecirlo. No podemos salir de puertas de casa
hacia afuera sin antes comunicarnos con el Padre y sin consultar su Palabra (Biblia). No
podemos ir al campo (mundo) sin que nuestro espíritu trabaje en simbiosis con el Espíritu
Santo, por lo cual hay que estar en oración constante y pedir al Ruaj que obre en uno.

Dos cosas, después de consagrar el día, orar y consultar al Señor, son las que un
VERDADERO creyente debe hacer para vencer cada día: Instrucción y Obediencia. Lo que el
Señor nos diga y enseñe es lo primero que espera de nosotros y lo primero que nos va a dar
resultados en nuestra vida. Posteriormente, y no menos importante es que, siendo aprendices,
es que nos cultivemos, leyendo, estudiando, indagando, evaluando y escudriñando las
escrituras. Sin esto, en vano nos enfrentamos al mundo. Sin esto, no nos extrañe que nuestra
vida no cambie, ni el Señor se manifieste en nuestra vida.
Oración.

Consultar al Señor.

Meditación en el Espíritu Santo.

Obediencia.

Estudio de la Palabra.

LA FAMILIA

La unión hace la fuerza

¿Qué entiendes por “familia”? ¿Qué es para ti una familia? “Y le dijo uno: He aquí tu
madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él (Jesús) al que le
decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano
hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la
voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.” (Mateo
12:47-50)

Pero ¿acaso no da Dios importancia a nuestros padres terrenales? Puesto que también
escribió el médico Lucas: “Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó
la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Y él dijo:
Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.” (Lucas 11:27-28) Incluso
los padres de Jesús, cuando se preocuparon por él una vez que fueron a Jerusalén, no le
encontraron, pero “…aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en
medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se
maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando le vieron, se sorprendieron; y le
dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con
angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi
Padre me es necesario estar?” (Lucas 2:46-49)

Una vez más parece que Jesús no diese importancia a la familia: “Entonces también
dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.
Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el
reino de Dios.” (Lucas 9:61-62) Pero luego tenemos que dice uno de los diez mandamientos:
“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Iehovah tu Dios
te da.” (Éxodo 20:12) Así que entonces Jesús hablaba de objetivos y deun plan más excelso
que todos los asuntos y criterios humanos. Por esa razón reiteró: “Porque Dios mandó
diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera
irremisiblemente. Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi
ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a su
madre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.” (Mateo 15:4-6) De
manera que Jesús llama a dejar todo para seguirle. Juan Zebedeoescribió: “He visto con mis
propios ojos cómo muchas de las comunidades de creyentes veneran a la familia terrenal de
Jesús, habiendo poco menos que divinizado a María, su madre. Sabed que María y uno de los
hermanos del Maestro formaban parte de aquel grupo de ciento veinte discípulos que fue
colmado por el Espíritu de Verdad. Pero ellos no recibieron más que el resto. Ningún don
especial le fue otorgado a la familia humana del Justo. No hay, por tanto, familias santas. Sólo
el Padre es santo. El recuerdo y el respeto hacia la memoria de los que nos han precedido son
prácticas elogiables y beneficiosas. Mas no caigáis en la tentación de santificar a los que
tuvieron algo que ver con el Maestro.” (Testamento de San Juan. Capítulo 3. Transcrito por J.J.
Benítez)
El respeto y la honra

Pero ¿honramos nosotros a nuestros padres o a nuestro hermano? Y por esa regla
¿honramos a Dios?, “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso.
Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha
visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su
hermano.” (1ª Juan 4:20-21) ¿Y qué ocurre si menospreciamos a nuestros padres?, “Al que
maldice a su padre o a su madre, se le apagará su lámpara en oscuridad
tenebrosa.” (Proverbios 20:20) Y “El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es
maldad, compañero es del hombre destruidor.” (Proverbios 28:24)

¿Cómo agradamos a Dios en relación a la actitud que tenemos con nuestros padres?,
“Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve
hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y
acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no
fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De
cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.
Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las
rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.”
(Mateo 21:28-32)

De forma que, Dios nos llama a estar unidos en familia, no sólo de la misma sangre,
sino entre quienes estamos unidos en Cristo: “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos
bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” (Gálatas 6:10) No olvidemos con esto
que primero es el Reino de Dios, ya que Jesús dijo: “El que ama a padre o madre más que a
mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no
toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.” (Mateo 10:37-38) Y reiteró también
Isador, alumno de Mateo Leví, al escribir: “Entonces respondiendo Pedro, le dijo: ‘He aquí,
nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?’ Y Jesús les dijo:
‘De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de
su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar
a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o
padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará
la vida eterna’.” (Mateo 19:27-29)

¿Y qué si el hijo ofende al padre o el padre al hijo?: “También dijo: Un hombre tenía
dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me
corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor,
se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y
cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a
faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su
hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que
comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de
mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi
padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu
hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún
estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y
le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser
llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un
anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y
hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y
comenzaron a regocijarse. Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de
la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era
aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por
haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre,
y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no
habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis
amigos. Pero cuando vinoeste tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho
matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis
cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era
muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.” (Lucas 15:11-32)
El mismo yugo

Debido a que las familias deberían estar trabajando con un mismo objetivo, es por lo
que fue dicho: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y
serán una sola carne.” (Génesis 2:24) Y reitera el apóstol: “No os unáis en yugo desigual con
los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión
la luz con las tinieblas?” (2ª Corintios 6:14) Los objetivos deben ser los mismos para poder
sacar adelante un plan. Por esa razón Jesús aclaró que si la familia no trabaja para el plan de
Dios, el que es llamado debe dejar, aún si fuese, su propia familia y seguir a Cristo; puesto que
nada, ni familia ni riquezas, nos darán la vida eterna. Sobre esto Jesús sabía que en el propio
hogar sería donde más difícil se podría avanzar o destacar: “Y se escandalizaban de él. Pero
Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa.” (Mateo 13:57) Y
dijo además sobre esto: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para
traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a
la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de
su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija
más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno
de mí.” (Mateo 10:34-38)

A sabiendas de que el mayor impedimento para la obra serían las disensiones entre
tradiciones, creencias y conceptos entre hijos y padres, Jesús habló muchas de estas palabras,
incluso dando ejemplo con su propia familia terrenal. Los hijos han de honrar a los padres, pero
también los padres deben respetar a sus hijos: “…Yo soy Jehová, tu Dios, fuerte, celoso, que
visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que
me aborrecen, y hago misericordia por millares a los que me aman y guardan mis
mandamientos.” (Éxodo 20:5-6) Saulo también aconsejó sobre estos asuntos: “Hijos, obedeced
a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros
hijos, para que no se desalienten.” (Colosenses 3:20-21)

La justicia y la rectitud
Procuremos entonces, para trabajar unidos, ser hijos correctos y padres justos:
“Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos,
desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores,
intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados,
amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la
eficacia de ella; a éstos evita.” (2ª Timoteo 3:2-5) Y Pablo añade: “Hijos, obedeced en el Señor
a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer
mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y
vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y
amonestación del Señor.” (Efesios 6:1-4)

¿Crees que Dios nos llamó a la paz, la confraternidad y la misericordia? La TANAK


dice: “Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, […] y mires con malos ojos a tu
hermano menesteroso para no darle; porque él podrá clamar contra ti a Iehovah, y se te
contará por pecado. Sin falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando le des; porque
por ello te bendecirá Iehovah tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas. Porque
no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu
mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra.” (Deuteronomio 15:9-11)

La familia de los cielos

Además de la familia terrenal, existe una más excelsa: la celestial. Así que, ¿Cuál es la
familia en la que Dios nos incluye en su ser por medio de su Hijo?, “Así que ya no sois
extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de
Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del
ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un
templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada
de Dios en el Espíritu.” (Efesios 2:19-22)

Porque si somos llamados a ser Esposa de Cristo somos entonces llamados a una
familia que no es de carne, aunque si la de la carne es llamada, más grande sería nuestro
regocijo. Por esta regla, ¿Existen también familias en otros mundos? ¿Nos uniremos a ellos en
un futuro próximo como una gran familia del universo? ¿Conformaremos con otros reinos
celestes una sola línea de hijos de Dios? Pablo dijo al respecto: “…me fue dada esta gracia de
anunciar […] el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar […] el misterio
escondido desde los siglos en Dios, […] para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora
dada a conocer por medio de la congregación a los principados y potestades en los lugares
celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, […] Por esta
causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda
familia en los cielos y en la tierra, […] para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a
fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender […]
cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que
excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” (Efesios 3:8-
20)

Somos pues llamados a ser esposa de Cristo; a orar por nuestra familia terrenal para
que todos sean salvos (1ª Corintios 7:15-16 y 1ª Timoteo 2:4); a ser parte de la gran familia
celestial y a ser verdaderos hijos de Dios: “Yo dije: Vosotros sois dioses, Y todos vosotros hijos
del Altísimo; Pero como hombres moriréis, Y como cualquiera de los príncipes caeréis.
Levántate, oh Dios, juzga la tierra; Porque tú heredarás todas las naciones.” (Salmo 82:6-8)

El Ayuno

¿Qué es Ayunar?

“Le preguntaron sus discípulos diciéndole: «¿Quieres que ayunemos? ¿Y de qué forma
hemos de orar y dar limosna, y qué hemos de observar respecto a la comida?» Jesús dijo: «No
mintáis ni hagáis lo que aborrecéis, pues ante el cielo todo está patente, ya que nada hay
oculto que no termine por quedar manifiesto y nada escondido que pueda mantenerse sin ser
revelado».” (Tomás 1:6) La costumbre del ayuno en las religiones ha sido muchas veces el
pasar hambre, como si de esta manera Dios se complaciese; aunque en otras, simplemente lo
han rechazado o lo han tildado de carente de valor. Los musulmanes toman ejemplo del largo
ayuno de su profeta Muhamad (Mahoma), los judíos de los 40 días que Moisés estuvo en el
monte Sinaí para recibir las tablas (tiempo durante el cual no comió ni bebió nada y que repitió
al tener que regresar por unas tablas nuevas), y Jesús –que no vino a abolir, sino a cumplir-
también hizo un ayuno de 40 días, después de ser bautizado por Juan, hijo de Elizabeth, antes
de comenzar su ministerio. El valor del ayuno, como tal –no pasando hambre innecesariamente
sino cambiando la vibración espiritual- es tan profundo que incluso en Asia, los orientales, lo
tienen en alto estima para alcanzar niveles mayores de espiritualidad.

Pero, ¿entonces hay que pasar hambre para que Dios le escuche a uno? Eso es
incorrecto: “¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su
cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día
agradable a Iehovah?” (Isaías 58:5) Eso no es ayuno realmente, y Jesús lo ratificó diciendo:
“Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros
para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero
tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas,
sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en
público.” (Mateo 6:16-18)

En la propia tradición judía el ayunar era muy notorio: “Entonces vinieron a él los
discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus
discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre
tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y
entonces ayunarán. Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo
tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera
los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en
odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.” (Mateo 9:14-17) Entre lo que Jesús
expresó aquí, dio a entender que los discípulos no necesitaban ayuda por medio del ayuno,
porque ya tenían a su ayudador con ellos.

Jesús sobre esto volvió a decir: “El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de
esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos,
adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo
que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se
golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.” (Lucas 18:11-13) No sólo el
ayuno, es para expiar pecados y para conectar de forma más sublime con el Creador, sino para
conseguir objetivos y vencer al mundo: “Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron
aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera [el espíritu inmundo]? Y les dijo: Este
género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.” (Marcos 9:28-29)

Ayuno por expiación de pecados

La mayoría de veces que el pueblo de Israel cometía pecado ante de los ojos de Dios o
eran llamados a una obra importante, toda la nación entraba en ayuno: “Por eso pues, ahora,
dice Iehovah, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad
vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Iehovah vuestro Dios; porque
misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del
castigo. ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y
libación para Iehovah vuestro Dios? Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad
asamblea. Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños
y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. Entre la entrada y el
altar lloren los sacerdotes ministros de Iehovah, y digan: Perdona, oh Iehovah, a tu pueblo, y no
entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han
de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?” (Joel 2:12-17)

“[Le] dijeron: «Ven, vamos hoy a hacer oración y a ayunar». Respondió Jesús: «¿Qué
clase de pecado he cometido yo, o en qué he sido derrotado? Cuando el novio haya
abandonado la cámara nupcial, ¡que ayunen y oren entonces.” (Tomás 1:104) También era
esto una forma de hallar el favor de Dios ante el provenir: “Y publiqué ayuno allí junto al río
Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para
nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes.” (Esdras 8:21)

Ayuno con propósito ministerial


Una antigua escritura del Yucatán reiteraba el poder del ayuno para vencer a fuerzas
oscuras y vencer en el reino espiritual: “El que con valor desafiare los reinos oscuros, primero
dejen que se purifique por un largo ayuno.” (Tablillas Esmeralda de Thot) Esto explica el ayuno
de Moisés, Daniel, Jesús o Mahoma. “Y Iehovah dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras;
porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel. Y él estuvo allí con
Iehovah cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las
palabras del pacto, los diez mandamientos.” (Éxodo 34:27-28)

“En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas. No comí
manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se
cumplieron las tres semanas. […] Entonces [Gabriel] me dijo: Daniel, no temas; porque desde
el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios,
fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de
Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales
príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.” (Daniel 10:2-13). En el
Nuevo Testamento encontramos también que dice: “Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del
Jordán, y fue llevado por el viento al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y
no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre.” (Lucas 4:1-2)

El Verdadero Ayuno

El profeta Isaías explicó mejor el significado del ayuno, el que agrada realmente al Dios
Altísimo. Esto es observable claramente en el capítulo 58:6, en conciso orden, desde dentro
(sanándose uno a sí mismo) hacia afuera (el altruismo verdadero) y recibiendo las
consecuencias a estos principios (bendiciones):

Primero (Sacar las Maldiciones del Ego):


- Desatar ligaduras de impiedad
- Soltar cargas de opresión
- Dejar ir libres a los quebrantados
- Romper todo yugo
Segundo (Altruismo):
- Partir el pan con el hambriento
- Albergar en casa a los pobres errantes
- Cubrir al desnudo cuando lo veas
- No esconderte de tu hermano
Tercero (Resultados):
- Nacerá tu luz como el alba
- Tu salvación se dejará ver pronto
- Tu justicia irá delante de ti
- La gloria de Iehovah será tu retaguardia

Cuarto:
- Invocarás y te oirá Iehovah
- Clamarás y dirá él: “heme aquí”
- Si quitases de en medio de ti el dedo amenazador
- Si quitas de en medio de ti el hablar vanidad

Quinto:
- Si dieres tu pan al hambriento
- Si saciases el alma afligida
- En las tinieblas nacerá tu luz
- Tu oscuridad será como el medio día

Sexto:
- Iehovah te pastoreará siempre
- En las sequías saciará tu alma
- Dará vigor a tus huesos
- Serás como huerto de riego y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan
- Los tuyos edificarán las ruinas antiguas
Séptimo (El Shabat):
- Si retrajeres del Día de Reposo tu pie, de hacer tu voluntad en el día Santo del Señor,
- Si lo llamares “delicia, santo, glorioso de Iehovah”
- Y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus
propias palabras
- Entonces te deleitarás en Iehovah y él te hará subir sobre las alturas de la Tierra
- Él te dará comer la heredad de Jacob

La Explicación de Jesús

¿Cómo resumiría Jesús, 550 años después de Isaías, sus palabras? Esto lo podemos ver en el
evangelio de Mateo (cap. 25:31-46), cuando dice:

 Tuve hambre, y me disteis de comer


- Tuve sed, y me disteis de beber
- Fui forastero, y me recogisteis
- Estuve desnudo, y me cubristeis
- Estuve enfermo, y me visitasteis
- Estuve en la cárcel, y vinisteis a mí

“No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina
al hombre. […] Respondiendo Pedro, le dijo: Explícanos esta parábola. Jesús dijo: ¿También
vosotros sois aún sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al
vientre, y es echado en la letrina? Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto
contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los
adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son
las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.”
(Mateo 15:11-20) Y esto, de que la boca es la que contamina y la que puede matar, no solo a
uno mismo sino al prójimo, lo enfatiza explicando: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas
el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el
Gehena.” (Mateo 10:28)

Ayuno para liberación

La liberación es también importante para poder acceder a Dios, ya que “sin santidad nadie verá
al Señor”. La liberación es la necesidad de que los espíritus malos abandonen nuestro cuerpo
para que el Espíritu Santo pueda recibir total control en nosotros y para que seamos libres de
las enfermedades y males físicos. Los esenios guardaron en Qumran (Mar Muerto) pergaminos
muy valiosos de Israel, entre ellos sus experiencias con Jesús, donde les enseñaba a
purificarse: “En verdad os digo que Dios y sus leyes no se encuentran en lo que vosotros
hacéis. No se hallan en la glotonería ni en la borrachera, ni en una vida desenfrenada, ni en la
lujuria, ni en la búsqueda de la riqueza, ni mucho menos en el odio a vuestros enemigos. Pues
todas estas cosas están lejos del verdadero Dios y de sus ángeles. Todas estas cosas vienen
del reino de la oscuridad y del señor de todos los males. Y todas estas cosas las lleváis en
vosotros mismos; y por ello la palabra y el poder de Dios no entran en vosotros, pues en
vuestro cuerpo y en vuestro espíritu habitan todo tipo de males y abominaciones. Si deseáis
que la palabra y el poder del Dios Vivo penetren en vosotros, no profanéis vuestro cuerpo ni
vuestro espíritu; pues el cuerpo es el templo del espíritu, y el espíritu es el templo de Dios.
Purificad, por tanto, el templo, para que el Señor del templo pueda habitar en él y ocupar un
lugar digno de él. Y retiraos bajo la sombra del cielo de Dios, de todas las tentaciones de
vuestro cuerpo y de vuestro espíritu, que vienen de Satán. Renovaos y ayunad. Pues en
verdad os digo que Satán y sus plagas solamente pueden ser expulsados por medio del
ayuno y la oración. Id por vuestra cuenta y ayunad en solitario, sin descubrir vuestro ayuno a
hombre alguno. El Dios Vivo lo verá y grande será vuestra recompensa. Y ayunad hasta que
Belcebú y todos sus demonios os abandonen […] Pues en verdad os digo que a no ser que
ayunéis, nunca os libraréis del poder de Satán ni de todas las enfermedades que de Satán
vienen. Ayunad y orad fervientemente, buscando el poder del Dios vivo para vuestra curación.
Mientras ayunéis, evitad a los hijos de los hombres...” (Evangelio de la Paz 3:4-19)
“Buscad el aire fresco del bosque y de los campos, y en medio de ellos hallaréis el ángel del
aire. Quitaos vuestro calzado y vuestras ropas y dejad que el ángel del aire abrace vuestro
cuerpo. Respirad entonces larga y profundamente, para que el ángel del aire penetre en
vosotros, en verdad os digo que el ángel del aire expulsará de vuestro cuerpo toda inmundicia
que lo profane por fuera y por dentro. Y así saldrá de vosotros toda cosa sucia y maloliente,
igual que el humo del fuego asciende en forma de penacho y se pierde en el mardel aire. Pues
en verdad os digo que sagrado es el ángel del aire, quien limpia cuanto está sucio y confiere a
las cosas malolientes un olor agradable. Ningún hombre que no deje pasar el ángel del aire
podrá acudir ante la faz de Dios. Verdaderamente, todo debe nacer de nuevo por el aire y por
la verdad, pues vuestro cuerpo respira el aire de la Madre Terrenal, y vuestro espíritu respira la
verdad del Padre Celestial. Después del ángel del aire, buscad el ángel del agua. Quitaos
vuestro calzado y vuestras ropas y dejad que el ángel del agua abrace todo vuestro cuerpo.
Entregaos por entero a sus acogedores brazos y, así como el aire penetra en vuestra
respiración, que el agua penetre también en vuestro cuerpo. En verdad os digo que el ángel del
agua expulsará de vuestro cuerpo toda inmundicia que lo mancille por fuera y por dentro. Y
toda cosa sucia y maloliente fluirá fuera de vosotros, igual que la suciedad de las vestiduras,
lavada en el agua, se va y se pierde en la corriente del río. En verdad os digo que sagrado es
el ángel del agua que limpia cuanto está sucio, y que confiere a todas las cosas malolientes un
olor agradable. Ningún hombre a quien no deje pasar el ángel del agua podrá acudir ante la faz
de Dios. En verdad que todo debe nacer de nuevo del agua y de la verdad, pues vuestro
cuerpo se baña en el río de la vida terrenal y vuestro espíritu se baña en el río de la vida
eterna. Pues recibís vuestra sangre de nuestra Madre Terrenal y la verdad de nuestro Padre
Celestial. Pero no penséis que es suficiente que el ángel del agua os abrace sólo
externamente. En verdad os digo que la inmundicia interna es, con mucho, mayor que la
externa. Y quien se limpia por fuera permaneciendo sucio en su interior, es corno las tumbas
bellamente pintadas por fuera, pero llenas por dentro de todo tipo de inmundicias y de
abominaciones horribles. Por ello, en verdad os digo, que dejéis que el ángel del agua os
bautice también por dentro, para que os liberéis de todos vuestros antiguos pecados, y para
que asimismo internamente seáis tan puros como la espuma del río jugueteando a la luz del
sol.” (Evangelio de la Paz 3:20-39)
“Y si queda después dentro de vosotros alguno de vuestros antiguos pecados e inmundicias,
buscad al ángel de la luz del sol. Quitaos vuestro calzado y vuestras ropas y dejad que el ángel
de la luz del sol abrace todo vuestro cuerpo. Respirad entonces larga y profundamente para
que el ángel de la luz del sol os penetre. Y el ángel de la luz del sol expulsará de vuestro
cuerpo toda cosa fétida y sucia que lo mancille por fuera y por dentro. Y así saldrá de vosotros
toda cosa sucia y fétida, del mismo modo que la oscuridad de la noche se disipa ante la
luminosidad del sol naciente. Pues en verdad os digo que sagrado es el ángel de la luz del sol,
quien limpia toda inmundicia y confiere a lo maloliente un olor agradable. Nadie a quien no deje
pasar el ángel de la luz del sol podrá acudir ante la faz de Dios. En verdad que todo debe nacer
de nuevo del sol y de la verdad, pues vuestro cuerpo se baña en la luz del sol de la Madre
Terrenal, y vuestro espíritu se baña en la luz del sol de la verdad del Padre Celestial.”
(Evangelio de la Paz 3:53-60)

“Los ángeles del aire, del agua y de la luz del sol son hermanos. Les fueron entregados al Hijo
del Hombre para que le sirviesen y para que él pudiera ir siempre de uno a otro. Sagrado es,
asimismo, su abrazo. Son hijos indivisibles de la Madre Terrenal, así que no separéis vosotros
a aquellos a quienes la tierra y el cielo han unido. Dejad que estos tres ángeles hermanos os
envuelvan cada día y habiten en vosotros durante todo vuestro ayuno. Pues en verdad os digo
que el poder de los demonios, todos los pecados e inmundicias, huirán con presteza de aquel
cuerpo que sea abrazado por estos tres ángeles. Del mismo modo que los ladrones huyen de
una casa abandonada al llegar el dueño de ésta, uno por la puerta, otro por la ventana y un
tercero por el tejado, cada uno donde se encuentra y por donde puede, asimismo huirán de
vuestros cuerpos todos los demonios del mal, todos vuestros antiguos pecados y todas las
inmundicias y enfermedades que profanaban el templo de vuestros cuerpos. Cuando los
ángeles de la Madre Terrenal entren en vuestros cuerpos, de modo que los señores del templo
lo posean nuevamente, entonces huirán con presteza todos los malos olores a través de
vuestra respiración y de vuestra piel, y las aguas corrompidas por vuestra boca y vuestra piel y
por vuestras partes ocultas y secretas. Y todas estas cosas las veréis con vuestros propios
ojos, las oleréis con vuestra nariz y las tocaréis con vuestras manos. Y cuando todos los
pecados e inmundicias hayan abandonado vuestro cuerpo, vuestra sangre se volverá tan pura
como la sangre de nuestra Madre Terrenal y como la espuma del río jugueteando a la luz del
sol. Y vuestro aliento se volverá tan puro como el aliento de las flores perfumadas; vuestra
carne tan pura como la carne de los frutos que enrojecen sobre las ramas de los árboles; la luz
de vuestro ojo tan clara y luminosa como el brillo del sol que resplandece en el ciclo azul. Y
entonces os servirán todos los ángeles de la Madre Terrenal. Y vuestra respiración, vuestra
sangre y vuestra carne serán una con la respiración, la sangre y la carne de la Madre Terrenal,
para que vuestro espíritu se haga también uno con el espíritu del Padre Celestial.” (Evangelio
de la Paz 4:1-15)

En el Principio fue el Hijo

El descenso de la luz

Según los textos del Nag Hammadi (Egipto), Jesús venía de otra parte, a pesar de
nacer en Belén en algún momento entre el año 3 a.C. y el año 6 a.C. Pablo escribió a los
colosenses sobre Jesús, afirmando que “él es antes de todas las cosas…” (Colosenses 1:17)
¿Cómo fue eso posible? Jesús reiteró a sus congéneres: “…‘de cierto os digo: Antes que
Abraham fuese, yo soy.’ Tomaron entonces [ellos] piedras para arrojárselas; pero Jesús se
escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.” (Juan 8:58-59)

Por consiguiente, Jesús existía ya antes de haber nacido. Incluso encontramos sobre
él que se le identifica como “la luz verdadera”, y que “Aquella luz verdadera, que alumbra a
todo hombre, venía a este mundo.” (Juan 1:9) Pero si ya él existía como “luz verdadera”, ¿de
dónde vino? Claramente procedía de un lugar donde había hombres a quienes esa luz
alumbraba, dado que su luz aquí en la Tierra, no alumbra a todo hombre; si así fuera,
viviríamos en su luz: con paz, armonía, amor, alegría, gozo, felicidad, amistad, regocijo, bueno
voluntad, respeto, misericordia y benignidad. A eso se suma la frase de Jesús al procurador
romano Poncio Pilatos: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis
servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.”
(Juan 18:36) Aún si Jesús no fuese esa luz, sino que él trajese la luz, y así mismo él se
identificase con la luz, su procedencia era sublime: “Porque Beliar fue [lleno] en gran ira en
contra de Isaías en razón de la visión [que el profeta había tenido], y debido a la exposición con
que había expuesto [a] Sammael, y porque a través de él (Isaías) la salida del Amado del
séptimo cielo se había dado a conocer, y [también se sabría] de su transformación y su
descenso y la semejanza en la que debe ser transformado [la cual es] la semejanza del
hombre, y la persecución con que deben ser perseguidos, y los verdugos, con los cuales los
hijos de Israel le torturarán, y la llegada de sus doce discípulos, y la enseñanza de la [luz], y
que debe ser antes del sábado crucificado en el madero, y debe ser crucificado junto a los
hombres malos, y que debe ser enterrado en el sepulcro…” (Ascensión de Isaías 3:13) Isaías
ya había visto todo antes de que sucediera, incluyendo que Jesús venía del Séptimo Cielo. Por
esta razón el demonio Beliar hizo que le matasen, porque además había expuesto a su padre
Sammael a vergüenza pública.

Hablando sobre los inicios de la creación del universo, uno de los textos egipcios más
significativos de la biblioteca de Nag Hammadi, descubiertos en 1945, relata: “El Padre penetró
a Barbeló con una mirada, con luz pura, brillante, que rodea al Espíritu invisible. Barbeló
concibió, y el Padre produjo un rayo de luz que se parecía a la luz bendita pero no era tan
brillante. Este rayo de luz era el Vástago único del Padre común que había salido, y el único
retoño y el Vástago único del padre, la luz pura. El Espíritu virgen invisible se alegró de la
luz que fue producida, que salió primero del primer poder, el pensamiento Anterior, o Barbeló.
[…] Cuando el Vástago recibió esto del Espíritu, en seguida glorificó al Espíritu Santo y al
Pensamiento Anterior perfecto, pues a través de ella había nacido. El Vástago pidió que se le
diera Mente como compañera con la cual trabajar, y el Espíritu invisible accedió. Cuando el
Espíritu accedió, apareció la Mente y se puso al lado de Cristo, y glorificó a Cristo y a Barbeló.
Todos estos seres, empero, nacieron en silencio.” (Libro Secreto de Juan o Apócrifo de Juan
4:1-9) Esto se asemeja al relato de Set, en su libro “Del Gran Espíritu Invisible”, también
recuperado en Nag Hammadi.

Además de existir escritura que hablaba sobre el origen de Jesús antes de nacer,
había igualmente vaticinios de su venida a este mundo. Por ejemplo, una piedra tallada en
forma de pirámide, descubierta en Ecuador y cuya antigüedad ronda los 17.000 años, decía en
su base, en pre-sánscrito: “El Hijo del Creador viene”. Isaías añadiría: “Y [los discípulos] que
van a enseñar a todas las naciones y todas las lenguas de la resurrección del Amado, y los que
creen en su cruz serán salvos, y en su ascensión al séptimo cielo de donde vino.” (Ascensión
de Isaías 3:18)

El Hijo del Hombre

El título de Hijo del Hombre quiere decir, que es el resultado o fruto del molde o diseño
que se conoce como Adam (humano) en el universo. En otras palabras, los Hijos de la Luz, ya
sea en este universo o en esta dimensión como en niveles superiores y otras realidades. Jesús
fue llamado Primogénito del Padre, es decir: “primero de la genética” o “primero de los que
fueron generados”. Si cuando nació –hace casi 2.000 años- ya existía la humanidad, ¿fue
primero de cuál genética? La universal conocida como “hombre”, ya fuera terrestre,
extraterrestre, intraterrestre o ultraterrestre. Así que él fue producido hace mucho como el
primero, pero no fue manifiesto en este mundo hasta hace dos milenios: “…Cristo, […] ya
destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos
por amor de vosotros…” (1ª Pedro 1:19-20) Por eso está escrito igualmente: “Él es la imagen
del Dios invisible, el primogénito de toda creación.” (Colosenses 1:15) Y fue dicho a los
hebreos: “Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: ‘Adórenle todos los
ángeles de Dios’.” (Hebreos 1:6)

Jesús fue llamado Unigénito, o sea: “único de su genética”, o “único generado”. Y


vemos la escritura que dice: “Y aquella Palabra-Ley fue hecha carne, y habitó entre nosotros (y
vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14)
Y se ratifica esta realidad y el hecho de que igualmente él vino a manifestar al invisible, cuando
se dice de él: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le
ha dado a conocer.” (Juan 1:18) Y es el Hijo de Dios, único de su genética y único generado de
esta forma y aguardando en el seno del Padre el tiempo señalado para ser revelado: “El que en
él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en
el nombre del unigénito Hijo de Dios.” (Juan 3:18) Y Juan vuelve a decir: “En esto se mostró el
amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que
vivamos por él.” (1ª Juan 4:9)
Dios manifestado

Además del verso 1:18 de Juan, hay otros apartes que aclaran que Dios es espíritu
invisible que ningún ojo puede ver. Dios se reveló de diferentes maneras en la antigüedad, pero
nunca se vio como tal: “Dijo más [Iehovah a Moisés]: No podrás ver mi rostro; porque no me
verá hombre, y vivirá. Y dijo aún Iehovah: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la
peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi
mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás misespaldas; mas no se
verá mi rostro.” (Éxodo 33:20-23) De manera que Dios no puede verse, pero es apreciable a
través de su creación y de su hijo: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad,
se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las
cosas hechas…” Romanos 1:20)

El Padre Universal no puede auto-limitarse ni reducirse porque es inconmensurable. El


propio Salomón le dijo: “Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los
cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he
edificado?” (1ª Reyes 8:27) Dado que es imposible que Dios, COMO TAL, estuviese en la
Tierra o fuese visible, el Padre se manifestó a la creación por medio de su Hijo; no siendo el
Padre en esencia el Hijo mismo, sino manifestando todas las cualidades del Padre. Jesús
habló claro sobre esto a su discípulo Felipe: “Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos
basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido,
Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el
Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no
las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme
que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De
cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun
mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” (Juan 14:8-13)

El joven Timoteo también habló sobre las incomparables cualidades del Padre
Universal, afirmando que es: “…solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que
tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni
puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.” (1ª Timoteo 6:15-16)

Salvación para la raza humana

El nombre “Jesús”, viene de la voz hebrea “Ieshua”, que significa “Salvación”. Tenemos
conocimiento de que otro propósito de Jesús fue salvar a la humanidad: “Porque de tal manera
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16) ¿Sabía Dios lo que vendría desde antes de la
fundación del mundo, y aún así nos hizo pasar por esto?, ¿Estaba todo predestinado? Jesús
no debía ser llamado así (Jesús), sino Imanuel (Dios con Nosotros), pero dado que hubo una
Rebelión en la Creación, vino de todas maneras; pero con otro propósito añadido: salvarnos y
darnos esperanza en una resurrección y en la vida eterna. Si el nombre con el cual estaba
predestinado (Dios con Nosotros), cambió para ser (Salvación), implica que las cosas
cambiaron en un momento dado. Esto explica el significado de la parábola del Señor de la Viña
(Lucas 20:9) y la parábola del Sembrador (Mateo 13:3), ya que ese no debía, en un principio,
ser el propósito de la venida de Jesús.

Al respecto de que debía morir, también a Daniel le fue dicho: “Y después de las
sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí…” (Daniel 9:26) Unos 550
años antes de Jesús, ya Isaías había profetizado sobre él, diciendo: “He aquí que mi siervo
será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto. Como se
asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su
hermosura más que la de los hijos de los hombres, así asombrará él a muchas naciones; los
reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que
jamás habían oído. ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el
brazo de Iehovah? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay
parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado
y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que
escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él
nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos
nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Iehovah
cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como
cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no
abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque
fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso
con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni
hubo engaño en su boca. Con todo eso, Iehovah quiso quebrantarlo, sujetándole a
padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por
largos días, y la voluntad de Iehovah será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción
de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y
llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes
repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los
pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.” (Isaías
52:13 al 53:12)

Un Rey Universal

El pueblo de Israel esperaba al Ungido de Dios, a su rey, el que cambiaría Israel y


restauraría Sión: “No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta
que venga Shiloah; Y a él se congregarán los pueblos.” (Génesis 49:10) Además, Zacarías
escribió: “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey
vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de
asna. […] y hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta
los fines de la tierra. Y tú también por la sangre de tu pacto serás salva; yo he sacado tus
presos de la cisterna en que no hay agua. Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza;
hoy también os anuncio que os restauraré el doble. […] Y Iehovah será visto sobre ellos, y su
dardo saldrá como relámpago; y Iehovah el Señor tocará trompeta, e irá entre torbellinos del
austro.” (Zacarías 9:9-14)
La forma más común de reconocerlo era llamándole “Hijo de David” (porque pertenece
a la casa de la realeza, del linaje del rey David: Lucas 1:32 y Romanos 1:3), pero en el mensaje
que el Padre dio al Hijo, que posteriormente el Hijo dio al ángel, y que dicho ángel dio a Juan,
dio a conocer que el Padre le dio todo poder y reino, a este rey de Israel: “Pelearán contra el
Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que
están con él son llamados y elegidos y fieles.” (Apocalipsis 17:14-15) Y Juan vuelve a observar:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y
Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su
cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: LA PALABRA DE DIOS. Y los
ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara
de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su
vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.”
(Apocalipsis 19:11-16)

El Hijo de Dios

El Padre siempre respaldó a su Hijo y afirmó que era el Mesías, el Hijo del Dios
Altísimo: “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le
fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo
una voz de los cielos, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” (Mateo
3:16-17) Y en otra ocasión volvió a ocurrir: “Mientras él aún hablaba, una nube de luz los
cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia; a él oíd. Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron
gran temor.” (Mateo 17:5-6) Pedro confirmó esto escribiendo: “Pues cuando él recibió de Dios
Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Éste es mi
Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo,
cuando estábamos con él en el monte santo.” (2ª Pedro 1:17-18)
Inclusive los demonios sabían quién era Jesús: “También salían demonios de muchos,
dando voces y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él los reprendía y no les dejaba hablar,
porque sabían que él era el Cristo.” (Lucas 4:41) Otros en Gadar le dijeron: “…¿Qué tienes con
nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?” (Mateo
8:29 y Lucas 8:30) Estaba claro: “…sanó a muchos que estaban enfermos de diversas
enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le
conocían.” (Marcos 1:34 y Lucas 4:41)

Jesús, el Cristo

Concluimos entonces que Jesús es el primero de la genealogía, primero de la genética,


primero del género de todas las cosas creadas, básicamente del concepto hombre. Por eso se
llama a si mimo Hijo del Hombre, pues es el fruto o resultado del código genético universal
humano. Así mismo que Jesús vino a mostrar al Padre pues al Padre nadie le puede ver. Así
que, por medio de Jesús ahora podemos ver quién es el Padre, no porque Jesús sea el Padre
–porque no lo es. Él es el Hijo- sino porque en él son manifiestas las cosas del Creador, más
de las que ya de por sí son reveladas en la propia creación.

Y como asunto principal, Jesús es la “piedra del ángulo”, “el “sumo sacerdote” según la
orden de Melkizedec” y el “redentor”, pues dio su vida por nosotros: “Yo soy el buen pastor; el
buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son
propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las
dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy
el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y
yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.” (Juan 10:11-15)
¡Dios les bendiga!

Jesús enseñó a los esenios, en el Mar Muerto: “Yo os he sido enviado por el Padre
para que haga brillar la luz de la vida entre vosotros. La luz se ilumina a sí misma y a la
oscuridad, mas la oscuridad se conoce sólo a sí misma y no conoce la luz. […] No tengáis, por
tanto, sino fe y esperanza y amor. En verdad os digo que no descaréis vuestra recompensa, si
creéis en mis palabras creéis en quien me envió, que es el Señor de todos y para quien todas
las cosas son posibles.” (Evangelio de la Paz 5:41-52)

La Muerte

¿Es bíblica la ida al Cielo?

Jesús contó una vez: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y
hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que
estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que
caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el
mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue
sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a
Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y
envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque
estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes
en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.
Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los
que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo: Te
ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para
que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le
dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si
alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a
Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.”
(Lucas 16:19-31)

La muerte es un tema que no está ajeno a miles de discusiones e inciertos, “nada es


seguro salvo la muerte”. Los escépticos y/o materialistas creen que la vida termina una vez
fenecemos; por su parte, los teístas consideran que una vez pasamos esta vida seremos
literalmente transportados al cielo; a diferencia de esto, los animistas, hinduistas, budistas y
vertientes similares creen que si no se alcanza la iluminación el hombre tiene la oportunidad de
experimentar nuevas vidas. Dado que extenderse en cada una de estas filosofías es largo y
delicado, seguiremos por la línea bíblica, que es ya el terreno de estudio que venimos
utilizando –además de que fue escrito ya: “Y de la manera que está establecido para los
hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio…” (Hebreos 9:27)

La mayoría de grupos teístas creen en la vida “etérea” después de la muerte física.


¿Pero será eso cierto?, por ejemplo: ¿Cuándo morimos vamos al cielo? Dicen los evangelios
que Jesús afirmo que en el cielo habitan “vivos”, o sea, no hay “muertos”, pues Dios es Dios de
vivos y no de muertos (Mateo 22:32, Marcos 12:27 y Lucas 20.38). Jacob daba por sentado
que al morir iría a los lados del abismo, concretamente al lugar llamado por los hebreos “Sheól”
(transcrito habitualmente como “seol”). Ese Sheól era llamado “Hades” por los griegos, y se
promovió la idea de que toda esa región era el “Infierno”. Pero, ¿Fue acaso José, hijo de
Jacob, un joven que no agradó a Dios? La escritura dice que sí agradó al Señor y por
consiguiente no merecía el Infierno. ¿Por qué su padre dijo que él iría al Sheól junto con su
hijo? ¿Por qué no dijo que subiría con él al cielo? Pues dice textualmente: “Entonces Jacob
rasgó sus vestidos, se puso ropa áspera sobre su cintura y guardó luto por su hijo durante
muchos días. Se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo, pero él no quiso
recibir consuelo, diciendo: "¡Descenderé enlutado junto a mi hijo hasta el Sheól!". Y lo lloró su
padre.” (Génesis 37:34-35). Jacob estaba convencido que al morir iría al Sheól y no al cielo:
“Pero Jacob replicó: -- No descenderá mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto y él ha
quedado solo; si le acontece algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis
canas con dolor al Sheól.” (Génesis 42:38, 44:29 y 44:31). Y de esta manera también habla de
sí mismo el propio Job, quien era hombre justo ante los ojos de Dios, deseando el descenso al
Sheól (otros ejemplos en Ezequiel 14:14 y 14:20).

Los hombres al morir no vamos al cielo, pues la Biblia dice: “Iehovah da la muerte y la
vida; hace descender al Sheól y retornar.” (1ª Samuel 2:6) Porque todos debemos retornar de
abajo. Vemos esto cuando se habla de ¡descender “en paz” al Sheól! (Job 21:13). Eso
contradice la hipótesis de que el Sheól es el infierno y de que todos los que descienden son
netamente malos a los ojos de Dios. Bajan todos, pero no todos están en el mismo sitio (1ª
Reyes 2:5-6 y 2,9, Salmos 89:48 y 141:7, Eclesiastés 9:10, 1ª Samuel 28:14, Oseas 13:14 y
Jonás 2:2) Si al morir fuésemos al cielo, entonces ¿para qué se nos promete la resurrección?
Ni la esperanza en la resurrección tendría sentido, ni tendría sentido en gran manera el
sacrificio de Jesús en la cruz y el haber entrado al Hades para tomar posesión de las llaves de
la muerte.

La propia historia de Samuel es muy clara. El profeta había ya muerto y el rey Saúl
buscó una invocadora de muertos para que llamase a Samuel de entre los muertos: “Y la mujer
le dijo: He aquí tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y
a los adivinos. ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir? Entonces Saúl le
juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto. La mujer entonces
dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió: Hazme venir a Samuel. Y viendo la mujer a
Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo: ¿Por qué me has
engañado? pues tú eres Saúl. Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has visto? Y la mujer respondió
a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra. Él le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió:
Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y
humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia. Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has
inquietado haciéndome venir?” (1ª Samuel 28:9-15) El primer gran profeta de Israel, hombre
justo a los ojos de Dios, no bajó del cielo sino que “subió” de debajo de la Tierra.

Ahora bien, para el futuro, resucitados o vivos –pues algunos no habrán experimentado
la muerte- los que se encuentran inscritos en el Libro de la Vida ¿irán al cielo? Dice la Escritura
que “heredaremos la tierra”, no el cielo (Salmos 37:9, 11, 22, 29 y 34, Isaías 60:21, y Jeremías
3:18) aunque evidentemente podremos visitar a los celestes y habitar con ellos si lo deseamos
(Efesios 3:10 y Romanos 8:16). Dice la palabra de Dios que habrán nuevos cielos y nueva
tierra, más sin embargo, si nos vamos al cielo ¿Para quién será la tierra nueva? ¿Jesús reinará
en el trono de David sin gente en su reino? El cielo ya tiene sus vivientes, sus familias (Efesios
3:15), ellos tienen sus propias patrias ¿Para qué vamos a vivir a sus tierras si tenemos la
nuestra? Evidentemente se nos permitirá ir, conocerlas, visitarlas y quedarnos donde
deseemos el tiempo que queramos, porque del Señor es el universo y su plenitud y él lo
entrega a quien quiere, pero esta es nuestra morada.
“El Justo probó la muerte porque ésa fue la voluntad del Padre. Y me preguntaréis con
justicia: ¿qué sentido tuvo su muerte? También lo dijo con claridad y yo me limitaré a
desempolvarlo del olvido. Era menester que así fuera para que comprendiéramos que la
muerte es sólo un puente que nos separa de otra realidad. Para muchos, antes de Jesucristo,
la muerte era el fin. Ahora, desde Jesucristo, la muerte es un principio. Convenía, por tanto,
que el Hijo del Hombre —a pesar de su divina naturaleza— nos precediera también en ese
trance, devolviéndonos la esperanza. Porque esperanza es lo que nos aguarda al otro lado de
esta vida. Su resurrección, de la que yo, Juan de Zebedeo, soy testigo, es esperanza. Él vive.
Murió, sí, pero está vivo. Ése fue el único fin de su crucifixión.” (Testamento de San Juan.
Capítulo 5. Trascrito por J.J. Benítez)

El Abismo

Desde los comienzos de la creación, ya sea hablaba del inframundo. Tanto las tablillas
mesopotámicas, como los pergaminos de Enoc o escritos de Moisés, afirman que la Tierra
primigenia estaba dividida en 3 secciones: arriba, el medio y abajo. Arriba estaba el Cielo, en el
intermedio estaba la superficie planetaria y así nuestra morada, y abajo estaban: las prisiones
de los ángeles caídos; el mundo de los muertos; los sistemas de control del clima, las
estaciones, las nubes, la lluvia, el mar y en general de todo el funcionamiento del planeta
Tierra; y las bases y ciudades de los ángeles. La sección de las prisiones eran llamadas
Tártaro, el mundo de los muertos era llamado Sheól/Hades, y el resto de tierras angélicas
vendrían a ser denominadas de diferentes maneras, entre ellas Agartha/Shambala por los
tibetanos; aunque toda esa región, en general, sería siempre llamada El Abismo (Tehom). Los
hebreos apodaban este sitio más explícitamente “Abadón” (Destrucción/Esclavitud) para
diferenciarlo del Sheól; mientras los griegos le llamaban Apolión, para diferenciarlo del Hades,
la morada de los difuntos.

En la región del Sheól/Hades, según el profeta Enoc, habían 4 divisiones, una de ellas
sería llamada por Jesús “El Seno de Abraham”, y por los helenos: “Los Campos Elíseos”
(Lucas 16:20). Las referencias históricas hebreas a este respecto son muy amplias, tal como lo
son las descripciones de otrora en todo el mundo, desde la denominada por los sumerios
“región del Abzu” (Sudáfrica o el Inframundo), pasando por el Mundo Inferior de los egipcios o
el “reino del Sol Esmeralda”, llamado así por otros pueblos de América. Jesús mismo tuvo que
bajar a predicar a los ángeles encarcelados (1ª Pedro3:18-20) y dar testimonio de la luz en el
Hades (Efesios 4:8-10). Jesús, quien murió y resucitó, dio testimonio de que nadie sube al cielo
si no ha resucitado y de que al conseguir la victoria sobre la muerte tomó posesión de aquel
reino de oscuridad: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí,
diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he
aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.”
(Apocalipsis 1:17-18); “Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido
primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió
por encima de todos los cielos para llenarlo todo.” (Efesios 4:9-10)

Si Jesús es ejemplo de “lo que es”, ¿cuál es su experiencia? El evangelio relata que:
“Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a
vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo:
¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y
mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como
veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos,
de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?” (Lucas
24:36-41) Entonces somos llamados a pasar por “abajo” y volver para tomar cuerpo físico
incorruptible e inmortal. Pablo dijo que la paga del pecado es la muerte, pero Jesús murió y no
fue hallado pecado en él, por lo que la muerte no es el resultado del pecado. El resultado del
pecado es el alejamiento de Dios, es decir, la muerte “espiritual”: la soledad, el vacío, la
enfermedad, los problemas, las injusticias en la vida de uno, los males, y demás vicisitudes y
tropiezos constantes, pero no la muerte. Por esa razón no le fue permitido a Adán conseguir la
inmortalidad: “Y dijo Jehová Elohim: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el
bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y
coma, y viva para siempre.” (Génesis 3:22) La muerte es nuestra oportunidad de arrepentirnos,
para que no seas enteramente pecadores, eternamente malos, eternamente como el Enemigo.
Dejemos que Juan Zebedeo explique el concepto de la bajo su propia definición:
“También ha sido escrito: «Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la
muerte, y así la muerte alcanzó a todos los hombres.» Es hora ya de desterrar estas viejas y
caducas creencias. El pecado existe; lo sabéis porque os habla un pecador. Mas no os dejéis
engañar: la muerte no es consecuencia del pecado, sino de la sabiduría del Padre. De la
misma manera que nadie osa relacionar el nacimiento con el pecado, ¿por qué hacerlo entre
muerte y pecado? Jesús de Nazaret murió y, sin embargo, jamás pecó. Mirad a vuestro
alrededor. Es la sabiduría de Dios la que así ha dispuesto las cosas. Es preciso morir, como es
preciso que la semilla sea enterrada. Preguntad al campesino si el trigo puede brotar de la
nada. Es el hombre, en su ignorancia, quien descompone la maravillosa obra del Creador. Ser
hijos de Dios —os lo he dicho— representa el inmutable don de la inmortalidad y de la
resurrección. Pero, para llegar a ambos, sólo hay un camino: el sueño de la muerte. Pecadores
y justos transitan por ese puente, porque así fue dispuesto por el Padre. No vengamos
nosotros y cambiemos la obra de Dios, manchando la muerte con la tinta de la desesperanza.
Yo anhelo la muerte, hijos queridos, porque creo en la promesa de Jesús de Nazaret. Los
pecados de mis ancestros y de mis padres no pueden ensombrecer mi futuro. ¿O es que un
Padre tan amante como Dios puede clamar justicia y venganza por lo que otros, antes que yo,
hayan podido cometer? El pecado no entró en el mundo por culpa de Adán. El pecado, hijos
amantísimos en Cristo, forma parte de la débil y limitada condición humana, siempre titubeante.
Pensad que Dios, en su infinita sabiduría, nos hizo criaturas mortales, inseguras y susceptibles
de perfección. Él sabe y conoce esas limitaciones y las acepta como un padre terrenal
comprende y perdona los errores de sus hijos. Esta nueva y tortuosa iglesia de Jesucristo está
cayendo en graves errores. Uno de los más nefastos y lamentables es atribuir la muerte y la
condenación de la Humanidad al posible error de uno solo de sus mortales. ¡Despertad a la luz!
No juzguéis a Dios con la vara de vuestra propia ceguera. Todo está escrito desde el principio
de los principios. Y nuestro futuro es glorioso. Rechazad sin temor el viejo y equivocado
proverbio: «El salario del pecado es la muerte.» El salario del pecado es la amargura, la
tristeza o la desolación, pero nunca la muerte. Conviene que evitéis el pecado, que obréis
siempre en justicia, amando a vuestros semejantes, incluso cuando os sea negada esa justicia.
Pero no huyáis del pecado por temor a la muerte porque entonces vuestro pecado será aún
mayor.” (Testamento de San Juan. Capítulo 5. Trascrito por J.J. Benítez)
El Infierno

Entonces, ¿qué pasa con la leyenda del Infierno? No existe. Fue inventada por la
Iglesia Católica. Las versiones de la Biblia que hablaban del Gehena (nombre del “Lago de
Fuego”) fueron traducidas a la voz latina “Inforno” (en calor) y mezcladas con leyendas griegas
sobre lugares de tormento en el Hades. El verdadero infierno o Gehena es el “Lago de Fuego”
(la palabra “Lago” traduce en griego: “Limni”, de donde viene la voz: “Limbo”) que será
inaugurado por el Hijo de la Perdición, y por tanto será el destino de los que se considere que
deben ser llevados ahí tras el día del Gran Juicio: “Y la bestia fue apresada, y con ella el falso
profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que
recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos
dentro de un lago de fuego que arde con azufre.” (Apocalipsis 19:20) Y reiterando que antes
será echado Satanás ahí, y luego vendrá el juicio sobre los hombres de acuerdo a su corazón:
“Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia
y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.” (Apocalipsis
20:10) Entonces la muerte será erradicada: “Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de
fuego. Ésta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado
al lago de fuego.” (Apocalipsis 20:14-15) Los justos habrán sido juzgados en vida antes del
juicio: “…porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo,
para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o
sea malo.” (2ª Corintios 5:10)

Los impíos serán quienes deban estar de pie ente el Gran Juicio del Trono Blanco: “Y
dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo
que se quiere y para todo lo que se hace.” (Eclesiastés 3:17); “Porque a los que están fuera,
Dios juzgará.” (1ª Corintios 5:13); “…a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.”
(Hebreos 13:4) Y nuevamente Juan revela: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado
en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi
a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro
fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que
estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y
la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno
según sus obras.” (Apocalipsis 20:11-13); “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y
homicidas, los fornicarios y hechiceros, losidólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en
el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” (Apocalipsis 21:8) Todos
debemos resucitar y así el Hades quedar vacío. Después, cada uno será juzgado y destinado a
donde le corresponda.

El Matrimonio

El Casamiento

Jesús dijo: “Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo,
casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron
hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.”
(Mateo 24:38-39) ¿Por qué Jesús hace estas comparaciones? Dice: “comiendo y bebiendo” y
también dice “casándose y dándose en casamiento”. ¿Acaso la vida se limitaba a estarse
casando constantemente? ¿Cada cuánto se casaban como para que esto fuese algo descrito
como cotidiano? Más bien analicemos las palabras en su profundidad. ¿A qué casamiento se
refiere? A los convenios. Los matrimonios eran convenios entre una familia y otra, y hace
aducción a los contratos comerciales y lazos de tribus para legitimar los vínculos entre familias
y reinos.

Hay que entender que los “casamientos humanos” no son lo mismo que los
“casamientos espirituales” –por llamarlos de alguna manera-, puesto que los convenios
humanos eran tratos comerciales, convenios, vínculos, unión de linajes, pactos reales y
alianzas de guerra o alianzas por territorios. ¿Puede tener este tipo de “vínculos” o
“casamientos” algo que ver con el concepto para el cual Jehová hizo al varón y la varona como
“una carne”?

Varón y varona
El concepto popular hace creer que la Biblia insta al hombre a ser líder refunfuñón,
soberbio y tozudo mientras la mujer era una sumisa ama de casa que limpiaba y paría niños,
siendo posible el ser repudiada cuando el hombre dijese. Estos conceptos llevaron a un
menosprecio de los hombres hacia la mujer y a la tiranía de muchos “cabezas” por no saber ser
hombres. Escrito está: “Tomó, pues, Jehová Elohim al hombre, y lo puso en el huerto de Edén,
para que lo labrara y lo guardase.” (Génesis 2:15) El trabajo de Adán era la labranza,
protección y administración del jardín, pero no para que el jardín produjera –porque ya
generaba por sí mismo y tenía todo hecho- sino para que todo funcionase correctamente.

Como se enseña, Adán y Eva pecaron de desobedientes y trajeron el mal sobre su


linaje. De ahí vemos la historia desvelada, tanto en el libro de Génesis como en el de Jubileos:
“Y en la primera semana del primer aniversario, Adam y su esposa se encontraban en el jardín
del Edén para la labranza y [estuvieron allí] siete años [encargándose] del mantenimiento, y
[esto es lo] que les dio trabajo y [ahí] les dieron instrucciones de hacer todo lo que es apto para
la labranza.” (Jubileos 3:10) Por lo cual el trabajo de AMBOS era la labranza del jardín y el
estar a su cargo. Podemos leer también cuando Adán contó a Set: “Ocurrió que cuando
custodiábamos el paraíso, cada uno de nosotros la parte que se nos había asignado de [parte
de] Dios. Ahora [bien, yo] vigilaba mi lote [correspondiente], el oeste y el sur [del jardín].”
(Apocalipsis de Moisés 15:2) Aquí no había distinción, ninguno de los dos lideraba, sino que
obedecían directamente al Altísimo, que era cabeza de ambos, y ninguno de los dos hacía
funciones de trabajo arduo de la tierra o de oficios de casa, porque todo estaba ya hecho y
dispuesto. Ellos solo tenían que administrar.

¿Cuándo se cambiaron las funciones? Con su pecado y DE ACUERDO A SU


PECADO. Puesto que se les hizo responsables a cada uno de ellos precisamente en lo que
fallaron. Eva tuvo “amistad” con la serpiente, por lo cual Jehová le dijo a Satanás: “Y pondré
enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza,
y tú le herirás en el calcañar.” (Génesis 3:15) Delicado sería ahora profundizar en esto, pero
vemos que la “simiente de ella” le golpearía a él en “la cabeza” (autoridad) mientras la
serpiente la atacará a ella en su “calcañar” (talón). ¿Qué quiere decir esto? Esto quiere decir
que la mujer, a partir de entonces, enseñaría a sus hijos a vencer a Satanás, golpeándole
directamente en su autoridad, formando y capacitando hijos para la obra de Dios. Por su parte,
tendría el problema de que Satanás le atacaría a la mujer por su “punto débil”. Conocemos la
historia del héroe griego Aquiles, caudillo de los mirmidones a quien su madre, una nereida
llamada Tetis, le sumergió en el agua de vida de la inmortalidad agarrado del talón. Esto llevó a
que todo su cuerpo, salvo el talón de donde le sostenía, fuese inmortalizado. Posteriormente
Aquiles fue vencido por el príncipe troyano Paris en la conquista de Troya por medio de una
flecha que le dio en el talón. Un dicho reza: “somos tan fuertes como nuestro eslabón más
débil”, y ciertamente el talón es un punto débil y vulnerable que se usa para describir esta idea.

Además de esto, Eva tendría el problema de tener hijos y no saber qué les ocurriría,
ya que desde ese momento no tendrían la protección de Jehová. Esto más adelante se volvería
un craso error, no solo para los judíos sino en un mundo dominado por el machismo. Jesús
nunca toleró la discriminación hacia la mujer y aclaró que todos somos “Hijos del Altísimo”,
figuras de Dios, puesto que dice: “hechos a su imagen y semejanza”, y Dios no es hombre ni
mujer. Las voces hebreas de “ish” (varón) e “ishá” (varona), que etimológicamente significan:
“fuego del Altísimo”. El propio Juan aclara que en Pentecostés muchos de los 120 asistentes
eran, de hecho, mujeres: “Recordad que entre aquellos ciento veinte discípulos que recibimos
el don del Espíritu, una buena parte eran mujeres. Y el Instructor descendió sin excepciones,
llenando de gracia, por un igual, a varones y hembras.” (Testamento de San Juan. Transcrito
por J.J. Benítez) También Jesús tuvo muchos discípulos y seguidores que eran mujeres,
incluso más fieles y dedicadas a la obra que los varones: “Dijo Jesús: «Dos reposarán en un
mismo lecho: el uno morirá, el otro vivirá». Dijo Salomé: «¿Quién eres tú, hombre, y de quién?
Te has subido a mi lecho y has comido de mi mesa». Díjole Jesús: «Yo soy el que procede de
quien (me) es idéntico; he sido hecho partícipe de los atributos de mi Padre». (Salomé dijo):
«Yo soy tu discípula». (Jesús le dijo): «Por eso es por lo que digo que si uno ha llegado a ser
idéntico, se llenará de luz; mas en cuanto se desintegre, se inundará de tinieblas».” (Tomás
1:61) Sobre esto confesó Juan Zebedeo, antes de morir: “Nosotros, los embajadores del reino,
asistimos en vida de Jesús —con grande escándalo por nuestra parte— a la audaz y abierta
reivindicación que el propio Maestro hizo de los derechos de las mujeres. Sabéis, aunque
muchos de nosotros lo hayamos ocultado, que él permitió y alentó la presencia, junto a los
doce, de otro nutrido grupo de hebreas, que compartió las enseñanzas, alegrías y tristezas de
la predicación y de la vida pública del rabí. Simón Pedro y algunos de nosotros fuimos
amonestados por Jesús al pretender ignorarlas o despreciarlas.” (Testamento de San Juan.
Capítulo 3. Transcrito por J.J. Benítez)

Sobre la “caída” de la pareja, se dice que a Adán le hicieron responsable de no


haberse “puesto en sus pantalones” y haber dicho “no”, y haber reconvenido a Eva sobre su
acción, siendo en cambio partícipe también de la transgresión. Por esta razón, vemos cómo a
cada uno se le hizo responsable de su acción y donde fallaron fue donde se les hizo tomar
medidas: “si no te gusta la sopa te dan dos platos”. De ahí lo que Jehová dijo a Adán: “Por
cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No
comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de
tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu nariz
comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues residuo eres, y
al residuo volverás.” (Génesis 3:17-19) Claramente Adán a partir de ahora tendría que trabajar
arduamente la tierra y con incertidumbre esperar si a lo mejor producía. Al tiempo, por haber
obedecido a Eva, ahora él tomaría las riendas, y ella por incitarle debía “soportar” estar detrás
de él: “tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.” (Génesis 3:16)

La Decisión

Antes de levantar cualquier negocio, una persona toma la decisión de hacerlo,


entendiendo las implicaciones que esto trae: “Dijo Jesús: «El reino del Padre se parece a un
hombre que tiene la intención de matar a un gigante: desenvainó (primero) la espada en su
casa (y) la hundió en la pared para comprobar la fuerza de su mano. Entonces dio muerte al
gigante».” (Tomás 1:98) A diferencia de otros parámetros bíblicos existen dos aspectos cuyo
misterio no termina de ser comprendido aunque se presume de ello: el bautismo y el
matrimonio. Se cree que se entiende su trasfondo, pero analizaremos qué tan cerca están las
ideas que se pueden tener de esto a la luz de las Escrituras. ¿Cuál es la Decisión? El sentir de
“¡queremos hacerlo!”, el cual es el primer paso que ya ante el Señor comienza a considerarse.
La “decisión” empieza a contar a los ojos del Altísimo como “deseo en el corazón” de uno, y si
se “visualiza”; ergo, nos recuerda el concepto de fe predicado por Pablo. Pero, ¿sólo por
pensar algo, sin aún hacerlo, es valorado por Dios? Dijo Salomón: “Mas Jehová dijo a David mi
padre: Respecto a haber tenido en tu corazón deseo de edificar casa a mi nombre, bien has
hecho en haber tenido esto en tu corazón.” (2ª Crónicas 6:8). Precisamente el Templo
simboliza el “cuerpo” y el hombre y la mujer son llamados a ser “una sola carne”, o sea “un solo
cuerpo”, “un solo templo”.

La Palabra

¿Dónde entra lo siguiente? La Palabra, es decir: ¡quiero hacerlo! O “queremos


hacerlo”. Aquí es donde empieza la VALIDEZ de dicho “convenio”. Por la Palabra se confiesan
las cosas una vez se piensan o sienten en el interior de nuestro ser: “Porque con el corazón se
cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” (Romanos 10:10). Pero, ¿con
el hecho de tener el deseo de unirse y decirlo al Señor es suficiente? La Escritura dice que toda
cosa hecha debe hacerse con TESTIGOS: “No se tomará en cuenta a un solo testigo contra
ninguno en cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación con cualquiera ofensa cometida.
Sólo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación.” (Deuteronomio
19:15); “Y Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois testigos hoy, de que he
adquirido de mano de Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de
Mahlón.” (Rut 4:9) Esto lo vemos reiterado en Mateo 18:16 y 1ª Timoteo 5:19. Así se confirma
que “Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto.” (2ª Corintios 13:1).
¿Y si interrogan a dos o tres testigos que estuvieren presentes cuando dichas
personas afirmaron abiertamente su decisión y los testigos dicen que susodicha afirmación no
es cierta, y no hay documento de por medio que lo certifique? Los testigos presentes no
pueden negar que hayan sido “testigos” ni decir que no estuvieron “presentes” porque no solo
mienten a los hombres sino a lo que “Dios ha unido”. Sobre esto constaba en las Tablas de la
Ley: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.” (Éxodo 20:16) y “Por tanto, lo que Dios
juntó, no lo separe el hombre.” (Marcos 10:9)

¿Esto está cubierto por Dios? ¿Está sujeto a la ley de arriba? La ley de Dios está
expresada en la Biblia y el significado de las cosas tal como sus sazones también lo están. Aún
así, si fuese por llevarlo al legalismo, la Escritura dice: “Y ante todo, tened entre vosotros
ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.” (1ª Pedro 4:8) Lo que viene a
explicar que la ley del amor es más fuerte que la ley escrita en piedra y pergamino. No
olvidando que la ley y los profetas se remiten al “amor a Dios” y “amor al prójimo”, y ¿qué
mayor prójimo (próximo) que la propia pareja? A la final, “por sus frutos los conoceréis”. Jesús
lo explica todo: “Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no
sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores;
pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye. Desde el principio no se ha
oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si éste no viniera de Dios, nada
podría hacer. Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a
nosotros? Y le expulsaron. Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú
en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús:
Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró.” (Juan 9:30-
38) Dios juzga, Dios bendice y Dios respalda. Lo que no es de Dios se cae.

La Consumación

El matrimonio se considera como tal cuando se ha sellado, y este “sellado” consiste en


dos asuntos claros: “abandonar a padre y madre” y en “unirse a su cónyuge”. La Escritura, la
cual no puede ser quebrantada, afirma rotundamente: “Dijo entonces Adán: Esto es ahora
hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue
tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán
una sola carne.” (Génesis 2:24) No obstante, ¿qué quiere decir una sola carne si a ojos
de todos siguen siendo dos carnes diferentes? ¿Por qué no más bien dice: “son un solo
espíritu”? ¿Qué simboliza la “carne”?: “Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino
que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su
cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto
respecto de Cristo y de la iglesia.” (Efesios 5:29-32).
Como símbolo de esto está el “cuerpo” (carne) de Cristo y el trasfondo de lo que
implica ser también ESPOSA de Cristo: “Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que
los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y
se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola
carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.” (Mateo 19:4-6). Es precisamente
en pascua cuando Jesús hizo la Nueva Alianza diciendo: “es la hora, glorifica a tu hijo”, y trajo
la renovación del simbolismo del pan (conocimiento y alimento) como su propio Cuerpo.

¿Y cómo se consuma este concepto, cuando se van a vivir juntos? ¿Cómo se unen?
Con la “cámara nupcial” se sella el vínculo, y este ejemplo lo vemos con Isaac y Rebeca, donde
ni siquiera hubo boda antes de la “consumación” sino la presentación a la madre: “Y la trajo
Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló Isaac
después de la muerte de su madre.” (Génesis 24:67) ¿Dónde estuvo la gran boda? Las bodas
bajo el concepto que entendemos no guardan relación con el ORDEN y SIMBOLISMO de
ARRIBA. Por eso dijo el apóstol: “¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un
cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une al Señor, un
espíritu es con él.” (1ª Corintios 6:16-17). ¿Por qué dice primero “carne” y luego “espíritu”?
Porque la unión es espiritual en lo espiritual –acomodando cada cosa en su lugar, no por
formalismos ni rituales-, y lo es conceptual en lo referente a tener UN MISMO OBJETIVO que
“se supone” que debe ser dentro del Plan de Dios; plan mismo porel cual estableció la unión
entre varón y varona, cosa que claramente el mundo no sigue ni obedece, ni entiende, por no
decir que simplemente no conoce ni percibe.

“¿Y quién ha plantado viña, y no ha disfrutado de ella? Vaya, y vuélvase a su casa, no


sea que muera en la batalla, y algún otro la disfrute. ¿Y quién se ha desposado con mujer, y no
la ha tomado? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la
tome.” (Deuteronomio 20:6-8) No tiene sentido que alguien diga que se ha casado si no se ha
unido a su mujer, una cosa sin la otra no existe, no tiene sentido. El sexo demuestra que están
unidos, por lo que nos debemos remitir a la propia historia de José y Miriam antes de que
tuviesen sus propios hijos e hijas en común.
Desposados

En el caso de estar “desposada” (cuando el matrimonio ha sido autorizado o permitido)


vemos a Miriam con José: “Estando desposada (prometida de palabra) María su madre (de
Jesús) con José, antes que se juntasen (como una sola carne = relación sexual), se halló que
había concebido del Espíritu Santo. […] lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
[…] y [entonces] recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo
primogénito; y le puso por nombre JESÚS.” (Mateo 1:18-25) Evaluemos bien:

• José y Miriam estaban, antes que nada, prometidos, o sea, les había sido permitido unirse. Lo
cual lleva a que habían tenido el “deseo” de hacerlo, lo “dijeron” a sus familias (permiso de los
padres y testigos), recibieron la “aprobación” o conformidad de ambas partes, así que entonces
se prepararon para irse a vivir juntos y unirse. El matrimonio consistía en la “aprobación de las
familias de ambos” y se sellaba cuando se “unían”.

• Antes de que ellos, una vez autorizada la unión, se juntaran, Miriam concibió del
Espíritu Santo. Importante connotación: antes de que se uniera ella con otro “espíritu” o
formase “una carne” (objetivo) con José, debía cumplir el suyo propio. Ella no podía unirse
todavía como “objetivo” con José, sino que debía obedecer al objetivo que ya tenía Dios con
ella, ni debía unirse aún a otro “espíritu” que no fuera el Espíritu Santo.

• Entonces, ANTES DE LA UNIÓN OFICIAL vino la CONCEPCIÓN ESPIRITUAL. Es


decir, primero viene el OBJETIVO DE DIOS (una sola carne) y luego viene la COBERTURA
SEXUAL (que no se quemen ni que espíritus contrarios “copulen” con sus almas ellos por su
parte. Al respecto leer el Evangelio de Felipe). Pero ciertamente el matrimonio conlleva
igualmente a proteger a hombre y mujer de las tentaciones y como resultante el posible
pecado: “Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero
si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando.” (1ª
Corintios 7:8-9) Pablo consideraba más importante el ser “un solo espíritu” con el Señor y un
“objetivo” con él, aunque lo otro no es pecado, ya que él lo veía de cara a la OBRA.
• Después de que Miriam “concibe”, ENTONCES José la “recibe”; aunque “no la conoce”
(la importancia es que si la “recibe” debería “conocerla”), con lo cual no son una sola carne sino
que José le hace de cabeza espiritual y de protección. Una vez ya están unidos él y ella tienen
sus propios hijos y cumplen su propio plan.
Nosotros mismos YA SOMOS ESPOSA de Cristo –los que lo somos- y hemos entrado en la
“cámara nupcial”, siendo que aún no han llegado ni las Bodas del Cordero ni la Cenas. El
ejemplo es el mismo, sólo que aquí se ratifica que los “banquetes” y las “fiestas” eran, y son,
para festejar el vínculo –no para acreditarlo-, para premiar, para recibir regalos, para
prepararse para una misión, y es ahí donde las familias se regocijan (existen los conceptos
humanos y sus rituales, pero los celestiales no están supeditados a los humanos porque de
hecho todo cuanto existe vino precisamente de arriba). En Cristo se supone que damos
“resultados” (hijos), como frutos u obras, puesto que eso simboliza ser UNA SOLA CARNE =
Cuerpo de Cristo, y no pueden haber cuerpos sin función –de otra manera son arrancados y
echados fuera. Los que no dan “hijos” son estériles, por ello el simbolismo antiguo de una
mujer estéril era humillante para ella, como lo es hoy para quien se considera Esposa de Cristo
y no tiene “hijos” –la fe sin obras es muerta en sí misma.

¿En qué momento entramos nosotros en la “cámara nupcial” como para ser
considerados Esposa? No dice el Señor: “desposados”, sino ¡Esposa!: cuando hemos dejado el
mundo para seguir a Cristo y ser UNO con él. Todo esto LUEGO ya se celebra, puesto que se
supone que concebimos del Espíritu Santo (se entiende que lo recibimos después del bautizo)
y nuestros frutos, hijos, resultados u obras desarrolladas son las que serán recompensadas en
las Bodas –las que hayan sido “malas” o “estériles” (hablando bajo el prisma espiritual) no
participarán de dichos galardones. Cuando uno deja la rutina del mundo, los
ídolos (videojuegos, fornicaciones sexuales, televisión, Messenger, fútbol, partidos políticos,
fiestas paganas, artistas, discotecas y justificaciones humanas), las tradiciones familiares, los
vínculos con la sociedad y, si fuese el llamado, la propia estabilidad económica –lo cual es muy
afín con el llamado de Jesús-, por seguir a Cristo, entonces ha “dejado a padre y madre”, y
puede unirse a Cristo. Tanto en el matrimonio entre humanos como con Cristo cada miembro
juega un roll importante en el “cuerpo/carne/objetivo”
El Bautismo

Sumergirse

La palabra “bautizo” proviene de la voz “baptos” (sumergirse), de la cual comenzó a


escucharse con Juan, hijo de Zacarías. Quienes conocían a Juan el Bautista o le habían oído
hablar, conocían sus palabras: “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero
el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os
bautizará en Espíritu Santo y fuego.” (Mateo 3:11) El mensaje de Juan fue claro para preparar
el camino a Jesús: “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad
calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y
lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne
juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.” (Isaías 40:3-5). Juan y Jesús no
cesaban de decir: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (Mateo 3:2) Cuán
importante es esto.

¿Qué es el bautizo, como para que uno lo haga por medio del agua y otro por medio
del Espíritu Santo y fuego? Ciertamente, cuando vemos la historia de Jesús, nunca se
menciona que bautizara a nadie por fuego o por Espíritu Santo. Primero que nada, si alguien
llega a ser bautizado en fuego, se quema. Segundo, Jesús no bautizaba, sino que lo hacían
sus discípulos. Tercero, él ¿a quién bautizó con el Espíritu Santo, si este llegó diez días
después de su asunción? Hay que entender con la mente del espíritu: “Y nosotros no hemos
recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que
Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría
humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.” (1ª
Corintios 2:12-13) Por tanto, pongamos “la mira en las cosas de arriba” y siendo “espirituales”
entendamos las cosas con ojos espirituales: “Así que, recibiendo nosotros un reino
inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y
reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.” (Hebreos 12:28-29) El fuego son las
experiencias viviendo en Cristo, y además se entiende también que las “lenguas de fuego” que
aparecieron en Pentecostés, pueden aducir a esto igualmente.
Si el bautizo de Jesús, siendo en fuego y Espíritu Santo, se entiende como algo
espiritual, ¿qué simbolizaba el bautizo de Juan? Un discípulo de Jesús recibió una revelación,
en la cual le decían que las aguas representaban: “naciones, pueblos, muchedumbres y
lenguas.” (Apocalipsis 17:15) Entonces Juan bautizaba en agua para “testimonio”, y sobre esto
Pablo añadió: “…y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar…” (1ª Corintios
10:2) Pero así como Israel fue bautizada al cruzar el mar Rojo, así todo hombre debe ser
bautizado, no solo como testimonio de su decisión, sino como “muerte al viejo hombre”. Por
esto existía el bautismo de Juan, pues hay que confesa los pecados y morir al hombre
transgresor: “…Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del
Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.” (Mateo 3:5-6) Tan es
así que “quien no nace de nuevo, no puede heredar el reino”.

El Viejo Hombre

Pablo escribió: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la


gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo
viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús,
hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para
muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente
con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;
sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo
del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto,
ha sido justificado del pecado.” (Romanos 6:1-7)

El bautismo de Juan era la primera parte del acceso al Reino de los Cielos. La razón es
porque el bautismo de Juan iba enfocado al “arrepentimiento para perdón de pecados”, pero
era solo el primer paso; como dijo el Señor Jesús: “Porque Juan ciertamente bautizó con agua,
mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.” (Hechos 1:5).
Debido a esto, lo uno sin lo otro estaba incompleto. Por consiguiente, creer en que Jesús es el
Hijo de Dios y el salvador del mundo se “sella” con el bautismo: “Y Crispo, el principal de
la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y
eran bautizados.” (Hechos 18:8)

Tenemos también la significancia por la cual Juan empezó su misión, explicada por
Saulo de Tarso: “Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de
recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo:
¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay
Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo
de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que
creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto,
fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos,
vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.” (Hechos 19:1-6)

Padre, Hijo y Espíritu

Por consiguiente, debe haber un bautismo para sumergirse en el cuerpo de Cristo, que
es a lo que Pablo se refirió en sus contadas cartas. Por eso los hombres eran “introducidos” por
los apóstoles en el nombre de Jesús. ¿Por qué no los bautizaban en nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo, como Jesús les mandó? Porque el bautismo es la aceptación pública
del Único Dios Verdadero y el compromiso en el cuerpo de Jesús, siendo muertos al viejo
hombre. Esto debe llevar a la siguiente consecuencia: recibir al Espíritu Santo. No se trata de
una fórmula mágica sino de lo que significa un “nombre” (un título).

Recordemos lo que Jesús dijo a sus discípulos al despedirse: “Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…” (Mateo 28:19-20) El
llamamiento es pues a ser bautizados, siendo discípulos, ya de Cristo como de sus apóstoles
(porque el que acepte al que Jesús envió, a Jesús acepta). Esos discípulos deben reconocer la
Paternidad de Dios, deben reconocer al Mesías de Israel y salvador del mundo, y han de ser
guiados por el Espíritu Santo, el cual les llevará a toda verdad. Esa es la razón por la cual no
bautizaban en los tres nombres, porque no era una aclaración de un concepto trinitario sino el
entendimiento de que hay “un solo Dios verdadero”, que además hay “un solo Señor”, a quien
el Padre dio toda autoridad, y hay “un solo Espíritu”, como oposición al espíritu contrario de
Satanás que envuelve al mundo.

“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los
miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un
solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o
libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo
miembro, sino muchos.” (1ª Corintios 12:12-14) También hemos de tener claro lo que es ser
bautizados en el nombre de Jesús: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios
2:10) Así que esto es entrar a hacer parte de un ejército que no para de trabajar, y para el cual
se han preparado “obras” a ejercer.

Ser de Cristo

Al aceptar a Jesús, como Señor y Salvador, ya no somos nuestros, por cuanto fuimos
comprados (redención pagada con sangre real), y ahora somos siervos de un Rey. ¿Qué es
ser “hechura” de Cristo? Cuando uno es “hecho” soldado, es para ejercer dicha función. Lo
mismo ocurre con el “cuerpo” de los bomberos o el “cuerpo” de la policía. Todos dentro del
cuerpo cumplen funciones distintas pero están formados de la misma manera. Uno debe ser
“capacitado” para ser misionero (vocablo griego: “apóstol”) de Cristo. Esto empieza con un
discipulado; y ese discipulado es una experiencia en la que uno se “olvida de sí mismo” y
“pierde su vida”, para ganarla en nombre de Jesús, o sea, con la esperanza de la resurrección
de los muertos y la vida eterna con cuerpo incorruptible, no de la imagen corruptible del hombre
actual y de esta vida.

Debido a la complejidad de esto, Jesús tuvo tan pocos discípulos (Lucas 14:26-33).
Seguirle no es fácil (Marcos 10:17-23). En ese proceso el discípulo es concientizado de las
cosas y pasa por experiencias que le cambian completamente: lo dejará TODO para seguir a
su Señor y vivirá exclusivamente por fe, y por el Poder de Dios (Mateo 6:19-34). Ese es el
“fuego” al que se refería Juan, con que serían “sumergidos” cuando llegase aquel que era
mayor que él. De manera que cualquiera que quiera seguir a Jesús, primero debe conocer
perfectamente quién es Jesús, cuál fue su enseñanza y misión (Juan 10:17-18 y 10:27-28), y
conocer el evangelio (la buena noticia de que el Reino de los Cielos se ha acercado = Hechos
1:8).

Nacer de Nuevo

El Señor dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?
¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús:
De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el
reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu
es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde
quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es
nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió
Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo, que lo
que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si
os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie
subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. Y como
Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea
levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:3-
15)

Nuestro cuerpo no puede nacer de nuevo, pero nuestro ser interior sí puede y, de
hecho, debe hacerlo. ¿Cuál ha de ser ese nuevo hombre? Quien con el bautismo ha muerto a
la criatura esclava del pecado (Juan 8:34). Un nuevo hombre que ha de forjarse en el ejemplo
dado por Jesús (Mateo 11:29), pues Jesús nos ha dejado constancia de lo que es el Camino
(Juan 14:6) hacia la Luz (Juan 8:12) del Padre, para ser “hechos” hijos de Dios (Juan 1:12). Un
Camino difícil, el cual pocos hallan (Mateo 7:14), pero que Jesús mismo cruzó (Hechos 2:28); y
lo hicieron los profetas de antaño, lo hicieron los apóstoles, y Jesús espera de los valientes que
sean capaces de hallarlo y cruzarlo, puesto que para los que lo logren “grande será el
galardón” (Mateo 5:12), y puede que sean “dignos de escapar de las cosas que sobrevendrán,
y estar de pie delante del Hijo del hombre” (Lucas 21:36).

El Soldado

El bautizo es la incursión oficial al Cuerpo de Cristo, como soldado. Ser soldado


simboliza que ya uno no es civil, sino que el ejército contrario lo ve a uno como otro paladín a
ser derribado. Un soldado no debe ser sólo bueno en armas sino en estrategia y comunicación
con el alto mando, porque en este ejército las cosas funcionan con la oración: “…No con
ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Zacarías 4:6). Un
solado sin estrategia, sin conexión con su batallón, y sin conocimiento ni experiencia es un
“blanco fácil” para caer al pie de batalla. El profeta dijo: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó
conocimiento...” (Oseas 4:6). Un soldado de Cristo debe estar firme contra los constantes
ataques del enemigo, “porque no ignoramos sus maquinaciones” (2ª Corintios 2:11). Por esto
Pablo animó a ser constantes: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar
firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino
contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda
la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar
firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de
justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo
de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la
salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda
oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica…” (Efesios
6:11-18)

Que el bautizo no sea como una alegre boda que viene acompañada de un divorcio, o
de una pareja que espera que casándose sus problemas mejoren. El bautizo requiere de
madurez y disciplina sabiendo que hay una guerra y que ahora los problemas se multiplicarán,
ya que uno recibirá poder de lo alto y autoridad de Dios contra las fuerzas satánicas y las
ataduras que el enemigo tiene sobre los hombres. Ese poder y autoridad se manifiestan a
través de la unción diaria que está en manos de uno el alcanzar y mantener.

El testimonio siguiente

Una vez creyendo en el Padre Creador y en su paternidad, en la cual estamos


incluidos, avancemos a creer en Cristo Jesús y aceptarle, y hecho esto, lo confirmamos
públicamente con el bautizo, esperando recibir el Espíritu Santo, como guía en la vida en Cristo
para ser parte de su Esposa. Esto no es fácil y hay que cuidarlo, manteniendo la oración y los
frutos del Espíritu Santo: “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para
todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas
palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así
que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil
personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el
partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas
y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían
en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos
según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo
el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y
teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser
salvos.” (Hechos 2:39-47) Pero si no perseveramos en la Unción con disciplina y obediencia, el
Poder y el reverdecimiento de la “flor” se apagarán: “Y nosotros somos testigos suyos de estas
cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.” (Hechos 5:32)

El Cristianismo Moderno

Cristiano

Orgullosamente muchos que dicen servir a Jesús se llaman a sí mismos cristianos.


Antes que nada, debemos saber que ese título está manchado de sangre. Decir que se es
cristiano nada tiene que ver con el judeo-mesianismo del Siglo I donde proliferaba el
entendimiento del plan de Dios y del evangelio. Hoy es una tradición más bien sectaria, una
forma de ver la vida para esconderse de sus problemas, una forma de sentirse mejor… ni
siquiera se ve como una filosofía. La propia sociedad confunde el cristianismo con el
catolicismo (la religión creada en el Siglo IV que mezcla las tradiciones grecorromanas y
egipcias con figuras bíblicas).

Este apelativo salió de Antioquía, en la actual Turquía, donde apodaron así a los que
pregonaban el mensaje de Jesús. Un mensaje bastante sencillo: “arrepentíos, porque el reino
de los cielos se ha acercado”. Además, estos israelitas mesiánicos, les exponían la esperanza
en la resurrección de entre los muertos y la vida eterna física, acompañado, todo esto, como
no, de prodigios y de las enseñanzas del Cristo, el Mesías de Israel. No obstante, poco
después de salir de las regiones de Israel, el mensaje se perdió, tergiversándose a grados
surrealistas y haciendo que hoy el llamado cristianismo sea más un club social de
sensacionalismo, donde las ideas conjuntas se basan en visiones contemplativas y en un
Reino Celestial plenamente etérico. No solo no tienen las ideas claras sino que no se ponen
de acuerdo es sus pobres ideas y puntos de vista.

Metas de muchos cristianos

La mayoría de miembros de las congregaciones, que se llaman a sí mismas


“cristianas”, quieren estar en un grupo de adulación a Dios, como si esto fuese la máxima
realización (a pesar de que esto es únicamente un complemento). Algunos, como mucho,
aspiran a ser pastores. Es como si todo el trabajo de Pablo en sus cartas no hubiese servido
para nada. Él dijo que Jesús le puso una misión y el orden de cómo llevar y mantener la iglesia,
y en ella estaba el orden en las agrupaciones de creyentes: “Y él mismo constituyó a unos,
apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños
fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que
para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en
amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo,
bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la
actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.” (Efesios
4:11-16)

Antes que nada, es Jesús quien constituye, no los hombres. Aquí no hay señalada
ninguna profesión en el grupo de canto (eso aparecía más bien en la historia del Templo, para
acompañamiento). Tampoco se fija el ser pastor como la máxima meta. De hecho, dice
“maestros y pastores”, porque no puede ir lo uno sin lo otro. A pesar de ello, se ventila en todo
el mundo, congregaciones con predicadores que no tienen maestría (no manejan la escritura a
la perfección) o simplemente no han sido ungidos por Cristo para dicha profesión. Encontramos
que hay más servicios, el más importante es el apostolado y luego está el más odiado –tanto
por el que lo practica como por los que le soportan- que es el de profeta: “Y corrió un joven y
dio aviso a Moisés, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campamento. Entonces respondió
Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés, uno de sus jóvenes, y dijo: Señor mío Moisés,
impídelos. Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Jehová
fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos.” (Números 11:27-29)

El gol de todo siervo ha de ser el pasar de discípulo (que lleva una estricta disciplina en
seguir las enseñanzas de Jesús) a misionero –o digámoslo en griego: “apostól”. Nadie quiere
recibir los mejores llamados (apóstol y profeta) sino estar cómodamente en un recinto cerrado
hablando. No es entonces el mejor llamado el de recibir mayores honores y aplausos, sino el
de recibir los mayores golpes: “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de
Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel
que lo tomó por soldado. Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha
legítimamente […] Palabra fiel es ésta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; Si
sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará.” (2ª Timoteo
2:3-12). Muchos pasan años esperando que se repita la caída del Espíritu Santo como en
Pentecostés para sentir un momento de euforia, y otros para hablar en un idioma que nadie
entienda y del cual ninguno se edifique: “Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en
lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en
lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.” (1ª Corintios 14:5)
¿Por qué no hay muchos que sean “llamados”? Porque sencillamente no obedecen al Padre.

Sanos sanando a sanos


Las congregaciones funcionan como sectas donde sanos quieren reunirse con sanos y
no van como médicos a salvar a los enfermos. Muchos se emocionan hablando de Jesús en su
iglesia, pero luego salen, y no solo pierden el optimismo, sino que dejan de ser cristianos. Se
envalentonan hablando con los que ya saben y se regocijan de eso, pero no se atreven a ir a
los que no saben por temor a la vergüenza y al qué dirán. ¿Para qué dijo Jesús: “vosotros sois
la luz del mundo” si después escondemos nuestra luz debajo de la mesa? ¿Para qué nos dijo
Jesús que somos “la sal de la Tierra” si no damos sabor a nadie ni a nada? ¿Por qué eludimos
Marcos 16:17? Jesús dijo: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán
fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren
cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” Por esta
regla, entonces ¿quién cree? En el pasado funcionó, ¿y hoy? “Pero cuando venga el Hijo del
Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8) Antes de osar uno a llamarse a sí mismo
“cristiano”, debería meditar en lo que eso conlleva y representa. Si uno no hace las obras de
Cristo, no es “CRIST-iano”: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y
aun mayores hará, porque yo voy al Padre.” (Juan 14:12) ¡No seamos farsantes! Acomodarse
día a día sin hacer estas obras es igual que ser “un tibio” o “un frío”.

¿Dónde están los milagros hoy? Lentamente desde que Jesús se fue, los prodigios
empezaron a cesar. A las pocas décadas de morir los discípulos de Jesús, dejaron de verse
obras extraordinarias. ¿Cuál fue la razón? Las generaciones posteriores se acomodaron al
materialismo, se aferraron a la idolatría, se llenaron de enseñanzas ajenas al mensaje de
Jesús, perdieron de vista la fe, dejaron de recibir alimento de la fuente (judíos mesiánicos),
olvidaron las palabras de Jesús y de sus discípulos y se alejaron de lo más importante: el amor
de Dios, la amistad, tener las mismas ideas en común, estar unánimes en plegarias, estar de
acuerdo en mente, espíritu y corazón, tener el temor a Dios, y tener los conceptos plenamente
claros y estructurados.

Iglesias de masas

Los líderes de la inmensa mayoría de vertientes “cristianas” quieren tener iglesias


repletas de personas, sin darse cuenta de la vergüenza que eso significa para ellos mismos: no
han profesionalizado a nadie, no han formado a nadie, no han capacitado a nadie. Solo han
tenido ovejas, no discípulos. ¿Acaso un padre se siente orgulloso de tener todavía a su hijo en
casa con 40 años? O, ¿acaso se siente un decano orgulloso de tener cada vez más alumnos
que llevan en su clase más de 5 años sin graduarse? Puede que un estudiante repita, o lo
hagan dos, o tres, pero si es toda una clase, puede que el problema sea el profesor. Hay que
avanzar y hacerse un misionero: “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de
Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del
arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la
imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.” (Hebreos 6:1-2)
Jesús mismo no pretendía estar toda su vida con sus discípulos, al grado que a los 3 años los
destetó –aunque siguiesen sujetos a él siendo su Señor-, para que ejercieran una profesión:
apóstoles: “…Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con
vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar?...” (Mateo 17:17)

Dar fruto

Jesús no montó una iglesia (voz griega que significa: “tumulto”) ni fundó nuevas
religiones. Jesús vino a darnos a conocer la vida, la realidad y la senda. Su consigna fue que
sus discípulos se facultasen. Que a su vez, ellos capacitaran más discípulos, pero sujetos a las
enseñanzas de Jesús, creyendo en el Dios de los hebreos –no en los de otros pueblos-,
aceptando a Jesús como Rey y Salvador, y sujetándose al Espíritu Santo –la oposición al
espíritu contrario, el que lleva al mundo. Con estas ideas claras, el destino de estos misioneros
–tal como lo dice el propio título- es ir a dar a conocer dicho mensaje:

- El Reino de los Cielos se ha acercado, y lo ha hecho en la persona de Jesús de Nazaret.


- La muerte no es el final. Jesús mismo lo demostró con su resurrección.
- Habrá resurrección de todos los muertos en un llamamiento a vida eterna con cuerpos
incorruptibles e inmortales.
- Los hombres han de arrepentirse de su vida vana, cambiando de actitud (dando frutos
dignos de arrepentimiento), temiendo a la condenación venidera. Pues habrá un juicio sobre
toda carne.
- Tenemos la paternidad de un Dios.
- Dios envió a su hijo a dar su vida para que fuésemos libres de la esclavitud del pecado,
transgresiones por medio de las cuales somos destinados al aislamiento eterno. Por ello,
fuimos redimidos para experimentar la vida eterna participando de la creación y escapando de
esta condenación.
- Jesús nos ha llamado a dar frutos por medio de obras que están esperando a que pongamos
en marcha. Nuestra recompensa depende de nuestro aprovechamiento en este cuerpo
institucional que es trabajar con Jesús y el Espíritu Santo, al cual envió el -Padre para
asesorarnos.

Por esta razón Jesús reiteró una y otra vez: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo
os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto
permanezca…” (Juan 15:16) No nos hagamos los locos: la mitad de las parábolas de Jesús
iban dirigidas a nosotros, los creyentes, muchos de los cuales creemos que creer –valga la
redundancia- sin hacer, lo es todo: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesúspara
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”
(Efesios 2:10) Esto no es ir los domingos a misa.

Aún los menos entendidos o doctos están llamados a dar resultados: “Muchos de los
que duermen en el polvo de la tierra serán despertados: unos para vida eterna, otros para
vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del
firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas, a perpetua
eternidad.” (Daniel 12:2-3) No temamos a la hora de reprender las obras de las tinieblas y de
ratificar lo que es correcto. Igualmente, en el camino de la asunción al conocimiento pleno, el
fortalecimiento del espíritu y la llenura de poder hay mucho trabajo por hacer: “la mies es
mucha pero los obreros pocos” (Lucas 10:2). Hay quienes las practican sin saber y otros que
incluso sabiéndolo no las practican, a pesar de que “quien sabe hacer lo bueno y no lo hace, se
le considera pecado” (Santiago 4:17). Sobre este respecto el Señor dijo: “Entonces el Rey dirá
a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros
desde la fundación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer;tuve sed y me
disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me vestisteis; enfermo
y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme". Entonces los justos le responderán
diciendo: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de
beber? ¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos, o desnudo y te vestimos? ¿O cuándo te
vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?". Respondiendo el Rey, les dirá: "De cierto os
digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis".” (Mateo 25:34-40) ¿Cuánto más no debe ser una regla general para toda iglesia que
se respete, el tener un comedor y/o servicio de Ayuda Humanitaria (primero para los propios
locales, los de dentro de la congregación)?

Pero no sólo Jesús lo mencionó: “El ayuno que yo escogí, ¿no es más biendesatar las
ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres a los
quebrantados y romper todo yugo? ¿No es que compartas tu pan con el hambriento,
que a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y
que no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba y tu sanidad se
dejará ver en seguida; tu justicia irá delante de ti y la gloria de Jehová será tu
retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: "¡Heme aquí! Si
quitas de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador y el hablar vanidad , si das tu pan al
hambriento y sacias al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz y tu oscuridad será como el
mediodía".” (Isaías 58:6-10)

Comodidad y placer

Los que se llaman a sí mismos “cristianos”, no quieren pagar el precio. Estos,


solo desean una vida cómoda y llena de beneficios. Se creen mejores que los profetas, que los
apóstoles e incluso que el propio Jesús. ¿Cómo se llamaba el burro último modelo que tenía
Elías? ¿Dónde estaba la mansión de Pedro? ¿Qué marca era el traje y los zapatos de Jesús?,
¿Quiénes nos creemos? Si Jesús, siendo Señor nuestro y Rey, se despojó, ¿quiénes nos
creemos nosotros? ¿Más especiales que él? Jesús lo dejó todo, y dijo: “Llevad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” (Mateo 11:29-30) Hermanos, para
quien no entiende lo que es un yugo o una carga, se trata de una RESPONSABILIDAD. Porque
este es su mensaje que hemos querido ignorar: “El que ama a padre o madre más que a mí, no
es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su
cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que
pierde su vida por causa de mí, la hallará.” (Mateo 10:37-39)
Los discípulos de Jesús lo dejaron todo para seguirle; Juan el bautista vivía en el desierto y
comía langostas –no de mar- mientras vestía con trapos; Jesús “no tenía dónde recostar la
cabeza”; Elías llegó a vivir en el arroyo de Querit, como quien vive tirado en la calle y morando
en las cuevas, David pasó años escondido de Saúl, y Pablo sufrió como ningún otro misionero.
No solo su estabilidad fue quebrantada, sino que lo fue su techo, su economía y sus círculos
sociales. Pero uno se avergüenza si dice lo que es real delante de los hombres, por temor a
que le miren mal. Los profetas, los apóstoles y Jesús sufrieron persecuciones y casi todos
fueron torturados y asesinados, dándonos a conocer que ese es un precio que uno debe estar
dispuesto a pagar. No fuimos llamados a atesorar en la Tierra, pues somos peregrinos. Jesús
dijo a unos que lo vendieran todo, a otros que regalasen sus posesiones y a otros, que tenían,
que administraran a favor de los necesitados, pero nunca a enriquecerse ni recaudar cosas
materiales, esperando vivir mejor en esta vida pasajera: “Dijo Jesús: ‘Quien haya llegado a ser
rico, que se haga rey; y quien detente el poder, que renuncie a él’.” (Tomás 1:81) Y también
“dijo Jesús: ‘Quien haya encontrado el mundo y se haya hecho rico, ¡que renuncie al mundo!’.”
(Tomás 1:110) Una cosa es tener para administrar de cara a la obra y los pobres, y otra muy
distinta el enriquecerse para vivir mejor. Y una vez, de tantas, “dijo Jesús: ‘Había un hombre
rico que poseía una gran fortuna, y dijo: Voy a emplear mis riquezas en sembrar, cosechar,
plantar y llenar mis graneros de frutos de manera que no me falte de nada. Esto es lo que él
pensaba en su corazón; y aquella noche se murió’.” (Tomás 1:63)

¿De qué sirve que digamos “Señor, Señor”, si después no hacemos su voluntad,
haciendo caso omiso a sus explicaciones? “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y
el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni
la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro
tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (Mateo 6:19-21) Se mezcla este concepto con la
falta de fe en los que se dicen creyentes al pensar “si no atesoro, ¿de qué viviré?”, pero ¿acaso
tiene que importarte, hombre de poca fe, la manera en que ha de sustentarte tu Señor?
Tenemos que aprender, y dejarnos guiar, para saber lo que es vivir confiados en Dios, como lo
hizo Jesús. ¿Dónde hay un soldado a sus propias expensas? Si somos soldados de Cristo, que
el cuerpo de Cristo lo sustente a uno como soldado, pues aún a los pájaros, que no son
soldados, Dios les da el pan diario. Ahora hemos de padecer, pero cuando sea el momento
tendremos nuestro galardón, “conforme sea nuestra obra”. De ahí lo escrito: “Porque habéis
muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se
manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.” (Colosenses 3:3-
4)

La paja en el ojo

Un ejemplo claro de un religioso es su afán en creer que su credo es el verdadero y


que los otros están engañados. Me pregunto, ¿cuándo Jesús habló de religión? Sabe uno
quién es religioso porque está lleno de disensiones, envidias, contiendas, críticas, egoísmo,
chismes, burlas y acomode material. Juzga según las apariencias olvidando la humildad, la
piedad y la misericordia. Desde el origen del catolicismo en adelante, las religiones son como
los escribas y fariseos de antaño en Israel, aquellos con los que se metía Jesús. No entienden
que Jesús no vino a montar religiones sino a explicarnos una realidad universal: somos hijos de
un Dios, y como tal, hemos de actuar consecuentemente: “Yo dije: Vosotros sois dioses, Y
todos vosotros hijos del Altísimo; Pero como hombres moriréis, Y como cualquiera de los
príncipes caeréis.” (Salmos 82:6-7)

Si Dios llama a un joven, los viejos se llenan de celos; si Dios llama a un neófito (uno
que lleva poco), los que llevan mucho le tildan de vanidoso e infame; si Dios utiliza a alguien de
otra denominación, entonces le consideran mentiroso y farsante; si Jesús llama a un hombre
de las naciones o que no sea de su credo, es un impostor; si no apoya las creencias que la
religión de uno apoya, entonces ese es un falso profeta. ¿No se denomina esto: egoísmo y
envidia?, ¿Cuándo vamos a madurar? Dios saca el sol para justos einjustos, Dios nunca ha
dejado de obrar, Dios ha llamado a la justicia y a la verdad a hombres de toda la Tierra, en
distintas épocas y con valores dispares. Estas ridiculeces las debaten quienes no entienden el
amor de Dios ni la rectitud universal, “porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por
naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí
mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su
conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará
por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.” (Romanos 2:14-16) ¿Si
esto lo hacen los laicos, cuánto más no lo harán los teístas, que dicen tienen temor de Dios?
¿No estamos llamados a la unidad? “Juan le respondió diciendo: -- Maestro, hemos visto a uno
que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue, y se lo prohibimos porque no
nos seguía. Pero Jesús dijo: -- No se lo prohibáis, porque ninguno hay que haga milagro en mi
nombre, que luego pueda hablar mal de mí, pues el que no está contra nosotros, por
nosotros está.” (Marcos 9:38-40)

Doctrinas y “pastor-latría”

Han dejado la idolatría a las estatuas para modernizarlas en personajes bíblicos, y los
que no lo hacen así, aún lo hacen con Jesús. Jesús mismo no buscó sino la honra del Padre,
aunque él mismo recibió reconocimiento con lo que hizo, pero nunca incitó a la idolatría. Jesús
no busca la idolatría sino que practiquen sus enseñanzas, que le obedezcan y que sean
siervos útiles y diligentes. Esto es uno de tantos errores de los “cristianos”, puesto que viven
llenos de doctrinas anti-bíblicas y ni siquiera entienden ni se creen el evangelio, aunque son
enteramente geocéntricos –o “religio-céntricos”. Tienen a sus líderes como sumos emisarios de
Dios, cuando seremos precisamente los maestros los que “recibiremos mayor condenación”,
por cuanto mayor responsabilidad se nos ha dado.

Muchos hacen caso ciego a las barbaridades de sus líderes, ya sea en sectas o
religiones, sin discutir nada, temiendo ser expulsados. Recordemos lo que escribió el hermano
de Jesús: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que
recibiremos mayor condenación.” (Santiago 3:1) Yo pregunto a los que leen: ¿los demonios
echan fuera demonios? Una casa dividida contra sí misma no puede prosperar. Y, ¿los
incrédulos hacen milagros?, o ¿los ateos profetizan? Ergo, analicen esto y abran la mente:
“Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre
echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?". Entonces les declararé:
"Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!".” (Mateo 7:22-23) Estas son
señales que “acompañan” a los que “creen en Cristo”, no son de los inconversos. Además, lo
“hicieron” en su “nombre”. ¿Serían los creyentes inseguros de las últimas sillas de una misa? O
¿no serán más bien cabecillas que han hecho uso de dicha autoridad? Si Jesús dijo esto sobre
los que dirigen las iglesias, ¿No debemos centrarnos en notros mismos y nuestra propia
salvación? Uno, solo debe honrar al Padre y al Hijo, no a hombres ni mucho menos a sus
enseñanzas, puesto que lo escrito, escrito está, y nada hay más que añadirle.

Las iglesias están monopolizadas por los líderes. Nadie puede opinar, nadie puede
tener una idea diferente ni nadie se puede quejar. ¿Qué tipo de dictadura es esta? Aún en
tiempos de Pablo se aceptaban las discusiones y debates, puesto que estas estaban apoyadas
de la Escritura y de la sensatez, no del interés en no desmoronar las doctrinas preestablecidas
y las ideas básicas de las religiones populares. Es más, los debates sanos, apoyados en la
biblia, son necesarios para tener las ideas claras y basarse en el mismo sentir. Hoy día es más
importante mantener el estatus de las enseñanzas de una religión que basarse en la Palabra
de Dios. ¿Qué piensan que opinaría Jesús sobre esto?

Ciegos guías de ciegos

Muchos guías, no solo están ciegos sino que descarrilan a todas sus ovejas. No
entrarán al reino y tampoco dejan entrar a otros. ¿Dónde está la misericordia para con los
débiles de espíritu y dónde el temor a Dios? Los cristianos ni siquiera saben lo que esperan
como cristianos, pero creen ciegamente en una “fe” sin ver y en una “salvación” inamovible. No
tienen ni siquiera buenos asesores. Asesores que no estén mancillados de tradiciones
humanas y legalistas. Los feligreses creen que por ir una vez a la semana a oír a otro hombre a
un templo ya están justificados. No parecen saber que hemos de dar FRUTOS y que por
nuestras obras se nos recompensará, para bien o para mal. Si fuese por ir a una iglesia “a
adorar”, en vano Cristo hizo lo que hizo. La gente podría seguir yendo a Jerusalén a adorar
como en otrora, pero él afirmó escuetamente: “"No todo el que me dice: "¡Señor, Señor!",
entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos. Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?". Entonces les
declararé: "Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!".” (Mateo 7:21-23)
Esto es así porque “muchos lo procurarán, más pocos lo conseguirán.” (Lucas 13:23-28)
Tanto predicadores, asistentes como meros religiosos “no practicantes”, humillan y
tienen por menos a los incrédulos, los inconversos, los laicos y a los de otras religiones. No
practican el amor de Dios, creyéndose de una casta superior, aunque luego no son capaces de
sanar enfermos ni hacer prodigios. Si no somos capaces de hacer lo más obvio como
cristianos, ¿por qué nos metemos con los demás? Es como si Jesús se hubiese lavado de
arriba abajo cada vez que salía de casa de un pecador o si se sintiese avergonzado de ellos o
los juzgara. Si no lo hizo él, ¿por qué íbamos nosotros a hacerlo? “Si supierais qué significa:
"Misericordia quiero y no sacrificios", no condenaríais a los inocentes…” (Mateo 12:7) Jesús
vino “a buscar y a salvar lo que se había perdido”, de manera que, ¿cuál es nuestro papel?
Seguir sus pasos.

Espíritu Santo o apariencias

Muchos se aferran más y más al sensacionalismo, al fanatismo, al legalismo y al


emocionalismo antes que al conocimiento de la Palabra y a la relación personal con el Espíritu
Santo. Otros simplemente se sienten poca cosa a la hora de tomar control de las circunstancias
como hijos de un Dios. Parecen haber olvidado que Jesús dio AUTORIDAD a sus discípulos y
el Espíritu Santo trajo PODER sobre los apóstoles. Pero, ¿es uno un discípulo o un asistente
dominical? ¡Idolatran tanto la Biblia, pero no la conocen! Hermanos, abran los ojos y el
entendimiento.

Les importan más las tradiciones, los círculos sociales, su religión, el quedar bien con
todos -agradando a los hombres-, que obedecer la voluntad de Dios y seguir a Jesús COMO
ÉL MANDA. Para ellos son más importantes sus propias doctrinas religiosas y tener
estabilidad, que el AMOR DE DIOS y la confianza en Él. Esto lo manifiestan en el trato que
tienen con sus semejantes. Dicen creer en Dios, pero no le creen a Dios. Si la Biblia dice una
cosa en contra de sus creencias, la rechazan, pues aún la Palabra de Dios la justifican dando
mayor crédito a su estructura religiosa. Idolatran a Jesús pero no siguen sus pasos, haciendo
caso omiso a sus incisos, volviendo nuevamente a la idolatría en vez de la concienciación y el
despertar espiritual.
Hablan de lo que no saben

“Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la


salvación viene de los judíos.” (Juan 4:22) Si la salvación viene de los judíos, ¿por qué
menosprecian la casa de Jacob? Precisamente el mensaje de la salvación y del Reino ha
venido al mundo de la mano de judíos mesiánicos –y también benjaminitas mesiánicos. Es
precisamente ése el porqué de la ira de Dios contra los escribas y fariseos: ellos tenían el
conocimiento para llevar la luz a las naciones y no quisieron darlo, ni a su pueblo ni a los
gentiles. Todo lo que los “creyentes” no entienden lo tildan de demoniaco, y todo lo que no sea
bíblico lo tildan de herejía. A pesar de que ellos mismos ni siquiera terminan de entender qué
es la Biblia y qué es la Historia en torno a la cual gira todo, sumado al papel que ha tenido y
que tiene Israel en la humanidad. Le tienen miedo a todo, cumpliendo la palabra de Cristo que
dice: “aún los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos
de la Luz.” Han dejado atrás las enseñanzas y mensaje de Jesús por seguir tradiciones y
enseñanzas humanas. Jesús dijo: “escudriñadlo todo, más retened lo bueno.” Y También nos
dijo que fuésemos “astutos como serpientes pero mansos como palomas”.

Gran cantidad de “maestros” y “guías” tienen sus congregaciones como sectas y a sus
seguidores como robots. Les prohíben ver más allá y les reprenden si despiertan su propia
conciencia espiritual. Ellos no entrarán en el reino por sus propias acciones y además serán
culpables de no dejar entrar a otros: “Dijo Jesús: ‘¡Ay de ellos, los fariseos, pues se parecen a
un perro echado en un pesebre de bueyes!: ni come, ni deja comer a los bueyes’.” (Tomás
1:102)

El Poder de Dios

La inmensa mayoría ha olvidado que si no hacemos milagros o vivimos para recibir la


unción del Espíritu de Dios, es que no somos cristianos, porque Jesús dijo que esas señales
acompañarían a los que en él creen. Además, han olvidado que Jesús nos llamó a dejarlo todo
por él: los ricos, darlo todo a los pobres, los que tienen han de dar a los que no tienen; los
verdaderos cristianos deben ser misioneros, quienes han dejado toda su vida y van solo
armados de PODER y de PALABRA (basada en el evangelio, sustentada en toda la historia
bíblica y dirigida por el Espíritu Santo). “…y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras
persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que
vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.”(1ª
Corintios 2:4-5)

¿Cómo convirtió Pedro al ciego que mendigaba? No le convirtió, sino que le sanó.
Jesús no llenaba de cátedra a los pecadores y enfermos, sino que simplemente los sanaba y
les decía: “tu fe te ha salvado”. ¿No hemos sido más bien nosotros llamados a esto? “De cierto,
de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aun mayores
hará, porque yo voy al Padre.” (Juan 14:12) La consigna constante de un verdadero cristiano
es amar al prójimo, cuidar viudas y huérfanos, visitar al prójimo en la cárcel y al enfermo;
ayudar al afligido, expulsar espíritus inmundos, consolar al pobre de espíritu y obrar prodigios.
¿Qué estamos esperando? ¿Ser considerados siervos inútiles, vírgenes que no pusieron aceite
en sus lámparas, mayordomos infieles, hacedores de maldad o trabajadores que no han
multiplicado ni sus minas ni sus talentos? Se trata de obrar y dedicarse a la oración, no de
forzar las cosas y llenarse de hacer show, de estar en reciñas, de tener envidia a los que
reciben respuestas o de tener afán de protagonismo.

Mediten en esto: “Y dijo a otro: -- Sígueme. Él le respondió: -- Señor, déjame que


primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: -- Deja que los muertos entierren a sus
muertos; pero tú vete a anunciar el reino de Dios. Entonces también dijo otro: -- Te seguiré,
Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Jesús le contestó: --
Ninguno que, habiendo puesto su mano en el arado, mira hacia atrás es apto para el reino de
Dios.” (Lucas 9:59-62) También analicen con detenimiento lo que dijo el Señor: “Dijo Jesús: ‘Un
hombre tenía invitados. Y cuando hubo preparado la cena, envió a su criado a avisar a los
huéspedes. Fue (éste) al primero y le dijo: Mi amo te invita. Él respondió: Tengo (asuntos de)
dinero con unos mercaderes; éstos vendrán a mí por la tarde y yo habré de ir y darles
instrucciones; pido excusas por la cena. Fuese a otro y le dijo: Estás invitado por mi amo. Él le
dijo: He comprado una casa y me requieren por un día; no tengo tiempo. Y fue a otro y le dijo:
Mi amo te invita. Y él le dijo: Un amigo mío se va a casar y tendré que organizar el festín. No
voy a poder ir; me excuso por lo de la cena. Fuese a otro y le dijo: Mi amo te invita. Éste
replicó: Acabo de comprar una hacienda (y) me voy a cobrar la renta; no podré ir, presento mis
excusas. Fuese el criado (y) dijo a su amo: Los que invitaste a la cena se han excusado. Dijo el
amo a su criado: Sal a la calle (y) tráete a todos los que encuentres para que participen en mi
festín; los mercaderes y hombres de negocios [no entrarán] en los lugares de mi Padre’.”
(Tomás 1:64)

El Evangelio

Buena Nueva

“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.”
(Mateo 9:35 y 4:23, Lucas 8:1, 9:6 y 20:1) La voz “evangelio” es un vocablo griego que significa
“Buena Nueva” (Buena Noticia), ¿pero en qué consiste dicho “evangelio”? Juan bautista
comenzó con esto, diciendo: “…Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”
(Mateo 3:1-2) ¿Arrepentirse de qué? De nuestros delitos y pecados, de nuestra vana manera
de vivir. Jesús lo enseñaba a quienes mejor lo entenderían: los necesitados: “Los ciegos ven,
los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a
los pobres es anunciado el evangelio…” (Mateo 11:5 y Lucas 7:22) De manera que Jesús no
comenzó con esa Buena Nueva tal como lo hizo Juan: “Principio del evangelio de Jesucristo,
Hijo de Dios. Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío mi mensajero delante de
tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti.” (Marcos 1:1-2) ¿Buena Noticia sobre Jesús o
Buena Noticia traída por Jesús? Las Nuevas sobre el Reino de Dios, un reino nuevo que
sobrevendrá.

Es necesario que la Tierra conozca este mensaje, aunque no lo quieran aceptar,


porque va a haber una condenación venidera por medio de un gran juicio. Así bien, si esto no
es dado a conocer, no puede venir el nuevo Reino, el cual no llegará sin que antes tenga lugar
la Abominación Desoladora y la Ira de Dios, mencionados en el libro de la Revelación de Juan
(Apocalipsis): “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a
todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mateo 24:14 y Marcos 13:10) Y Jesús reiteró:
“De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también
se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.” (Mateo 26:13 y Marcos 14:9) Antes de
poder juzgar algo o a alguien, se le debe dar la oportunidad de elegir. Conociendo lo que ha
ocurrido, lo que ocurre y lo que va a ocurrir, con base al evangelio de Cristo, ya el mundo no
tendrá excusa.

Misión de Juan, Jesús y los apóstoles

Una vez Juan el bautista ya no estaba en escena, Jesús comenzó fuertemente su


trabajo, continuando las palabras del bautista: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino
a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el
reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.” (Marcos 1:14-15)
Entonces, ¿era esta la misión de Jesús? El Señor dijo: “…Es necesario que también a otras
ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado.” (Lucas
4:43)

¿Cuán grande e importante es este mensaje? Jesús dijo: “Porque todo el que quiera
salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la
salvará.” (Marcos 8:35) Y reiteró posteriormente: “…De cierto os digo que no hay ninguno que
haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por
causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas,
hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida
eterna.” (Marcos 10:29-30) Hay que dejar la comodidad y los afanes sociales de la vida por
seguir a Jesús, anunciando que un nuevo Reino vendrá, en el cual reinará la justicia, donde
todos los muertos habrán sido resucitados y donde también los hombres vivirán con cuerpos
físicos, incorruptibles e inmortales. Un mensaje que anuncia que también habrá juicio sobre
toda carne para recompensar y dar lugar a cada hombre conforme haya sido su obra.

Como consigna prioritaria, Jesús indicó: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a
toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado.” (Marcos 16:15-16) Así lo hicieron sus discípulos, y así lo hizo Saulo de Tarso,
quien escribió a Timoteo: “…no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí,
preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos
salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito
suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que
ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la
muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido
predicador, apóstol y maestro de los gentiles.” (2ª Timoteo 1:8-11)

¿Qué papel tomaron, pues, los apóstoles después de Pentecostés (voz griega que
significa: “quincuagésimo”, o sea, la bajada de poder de parte del Espíritu Santo, 50 días
después de la resurrección de Jesús)? Está escrito: “Pero los que fueron esparcidos iban por
todas partes anunciando el evangelio.” (Hechos 8:4, 8:25, 11:20 y 14:21) Dijo Cefas que aún
los ángeles quisieran experimentar y conocer lo que hemos recibido, en tan grande esperanza
y oportunidad que es este mensaje, en el cual esperaron los grandes profetas: “A éstos se les
reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os
son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del
cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.” (1ª Pedro 1:12) ¿Cómo es que no
valoramos todos estos hechos?

Saulo escribió en una de sus cartas: “Porque primeramente os he enseñado lo que


asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y
después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales
muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los
apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.” (1ª Corintios 15:3-8) Y
entonces, ¿qué debe ocurrir tras conocer el evangelio y creerlo?: “Pero cuando creyeron a
Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban
hombres y mujeres.” (Hechos 8:12 y 8:35-40) Esto hicieron obedeciendo al mandato de Jesús
para aquellos que creen en Él: “…Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo. Amén.” (Mateo 28:19-20) Pero no puede haber un bautismo –a menos
que sea el de Juan (para arrepentimiento de pecados)- sin antes un compromiso y un
discipulado: seguir la disciplina de Jesús y la obediencia los mandatos de Dios.

La nueva doctrina

Doctrina significa “enseñanza”. Esta nueva enseñanza de Jesús no abolía la ley de


Moisés sino que la mejoraba y la complementaba. Ahora todo estaba claro y completo. Ahora
la luz y su verdad ha venido al mundo y ha sido anunciada y expuesta por medio del poder que
el Padre Celestial dio a su Hijo Jesús, el Mesías de Israel. Saulo expuso el significado de la
dedicad, el hombre y la creación en Grecia, ensamblándolo todo, afirmando: “El Dios que hizo
el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en
templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si
necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una
sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y
les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a
Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de
cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de
vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de
Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de
arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta
ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha
establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó,
dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” (Hechos 17:24-31)

¿Cómo se podría simplificar? Cefas, hijo de Simón, quien fue puesto sobre el equipo
de los discípulos y apóstoles, lo expuso al principio de su predicación y misión, cuando tuvo
que verse que Dios había llamado también a los gentiles: “Entonces Pedro, abriendo la boca,
dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación
se agrada del que le teme y hace justicia. Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando
el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos. Vosotros sabéis lo que
se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó
Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste
anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con
él. Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en
Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero. A éste levantó Dios al tercer día, e hizo
que se manifestase; no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de
antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. Y
nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por
Juez de vivos y muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él
creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre. Mientras aún hablaba Pedro estas
palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso.” (Hechos 10:34-44)
Dando un paso hacia adelante

Esto era lo primero, lo que venía acompañado del poder de Dios y el avance a la
plenitud por medio del Espíritu Santo. No obstante, aún muchos se quedaron en sólo una parte
del mensaje: la que adoptaba las frases más bonitas y cómodas, las cuales por sí solas están
incompletas. Aceptar a Jesús sin dar frutos es igual que tener medicina en África y no darla a
nadie. Sepan, pues, los que así piensan, que está escrito: “quien sabe hacer lo bueno y no lo
hace se le considera como pecado”. Los que hemos creído tenemos una labor que hacer, pero
con todo y eso, no debemos quedarnos únicamente en la primera parte del evangelio sin
avanzar: “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la
perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe
en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los
muertos y del juicio eterno. Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite.” (Hebreos 6:1-3)

Es pues el mensaje y trabajo de Juan bautista, Jesús, sus discípulos, Pablo, los que
creyeron y los que creemos el obrar milagros para manifestar el poder de Dios y anunciar el
Reino venidero y la necesidad imperativa de que haya un arrepentimiento de corazón y
resultados consecuentes en los que han creído. Esta Buena Noticia nos da a conocer que
Jesús es el Hijo de Dios que había sido profetizado por los antiguos, y en cuyo nombre y
enseñanzas tenemos salvación de la condenación venidera, sellando esta convicción con
nuestro discipulado y nuestro nacer de nuevo (bautismo), y avanzando a la perfección.

Después de creer está el ser partícipe y comprometerse. Quien cree y quiere entrar al
reino ha de seguir a Jesús, porque en sus solas enseñanzas y como rienda suelta nos
perderemos irremisiblemente, como si hubiésemos leído un libro más de ética, moral y filosofía:
“Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser
cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo,
dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:11-12) Y esto es complementado
por la palabra que dice que necesitamos mantener la constancia y seguir la fuente “…para que
ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino
que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es,
Cristo…” (Efesios 4:14-15) Igualmente, sin el recibimiento del Espíritu Santo tampoco podemos
mantenernos por el Camino hacia la Vida Eterna y la participación en el Reino venidero tras la
resurrección de todos los muertos. Pero, ¿entiende uno lo que esto significa? Fue escrito:
“Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás
tesoro en el cielo; y ven y sígueme.” Parece radical, y ¿es que acaso con una vida en rectitud
no es suficiente? Leamos un poco más arriba y repasemos de nuevo: “Entonces vino uno y le
dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas
bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los
mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No
dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo:
Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el
cielo; y ven y sígueme.” (Mateo 19:16-21)

Conocer al Cristo

Pero cómo seguir alguien en el que uno no cree. Tal era así que Dios hizo hincapié una
y otra vez en que le busquen y le adoren, para que el hombre halle el camino hacia la Verdad:
“Escucha, oh Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo
tu corazón, y de toda tu alma, [con toda tu mente], y con todas tus fuerzas. Y estas palabras
que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas
estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás
como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los
postes de tu casa, y en tus puertas.” (Deuteronomio 6:4-9) ¿Y es que cómo puede creer uno en
alguien a quien no conoce y mucho menos creer en su mensaje? Por lo que fue escrito a los
judíos: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a
Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11:6) Esto
entonces depende de uno, pedir al Padre el conocerle y al Hijo también, aceptarle en su vida y
pedirle que se manifieste en ella. Pues bien, conozcámosle. Los profetas hablaron del “Hijo de
David”, el cual debía venir a tomar el lugar del trono del rey David. De éste habló Gabriel, y no
mintió: “Entonces el ángel le dijo: Mariam, no temas, porque has hallado gracia delante de
Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su
padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” (Lucas 1:30-33)
El Mesías estaba destinado para sentarse en el trono del rey David y gobernar Israel, pero
Jesús no tomaría su reino inmediatamente, sino después de cumplir una misión de rescate.
Este reino de Jesús será un gobierno futuro que se levantará en la Tierra, razón por la cual
Jesús hablo de “Llave de David”, o sea, acceso a ese reino mesiánico: “…Esto dice el Santo, el
Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno
abre…” (Apocalipsis 3:7) Jesús tiene las llaves del Reino y dejará entrar al que, creyendo en él,
sea fiel y verdadero.

Los judíos no entendían porqué, si Jesús era el Mesías, no se levantaba en armas


contra la ocupación romana que dominaba Judea desde el año 63 a.C. (desde el gobierno de
Pompeyo). “Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia
del Señor, para preparar sus caminos; Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para
perdón de sus pecados, Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó
desde lo alto la aurora, Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para
encaminar nuestros pies por camino de paz.” (Lucas 1:76-79) Se habla de salvación porque
habrá una condenación, y mayormente desde los días del profeta Juan, quien bautizaba en
Judea y Galilea. “Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron
más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo,
aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que
practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.”
(Juan 3:19-21) Por eso Saulo escribió: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo,
que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino…” (2ª Timoteo 4:1)

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