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VOTO DISIDENTE
Sucre, 20 de diciembre de 2011
Sentencia: 1360/2011-R de 30 de septiembre
Expediente: 2010-22381-45-AL
Materia: Acción de libertad
Partes: Miriam Mendoza Mercado en representación sin mandato de Diego Matías Quiroz y Eliazar Puma García
contra Patricia Torrico Ortega, Jueza Segunda de Instrucción en lo Penal de Quillacollo del Distrito Judicial de
Cochabamba
Distrito:Cochabamba
Magistrado:Dr. Marco Antonio Baldivieso Jinés
Dentro del plazo previsto en el art. 47.II de la Ley del Tribunal Constitucional (LTC), el suscrito Magistrado, expresa
su disidencia con relación a la SC 0214/2011-R de 11 de marzo, de acuerdo a los siguientes argumentos:
I. El juez de instrucción como contralor de los derechos y garantías en la etapa preparatoria del proceso penal
El Tribunal Constitucional, en su reiterada jurisprudencia, ha establecido que el juez de instrucción cautelar, es la
autoridad judicial encargada del control del respeto de los derechos y garantías de las partes dentro de la etapa
preparatoria del proceso penal, y que es ante dicha autoridad que las partes deben acudir denunciando la
actuación ilegal lesiva a dichos derechos y garantías.
Efectivamente, debe considerarse que el sistema normativo penal limita la coerción penal que ejerce, en el marco
del sistema de pesos y contrapesos en el que se desarrolla el proceso penal; pues, a la eficiencia de la coerción se
contrapone la garantía de la vida, dignidad y libertad de las personas. Esta configuración teórica se plasma en
disposiciones concretas que procuran lograr un equilibrio entre esas dos fuerzas o tendencias; así a la eficiencia
de la coerción penal que supone la investigación del delito, se le contrapone la garantía del control jurisdiccional de
la etapa preparatoria (art. 54.1 del Código de Procedimiento Penal (CPP) y la actuación de la Policía y Fiscales
bajo el mismo control en el desarrollo de labores de investigación que les son propias (art. 279 del CPP).
Así fue comprendido por este Tribunal en la SC 0865/2003-R de 25 de junio, en la que señaló: “Conforme los arts.
54.1) y 279 CPP, el Juez de Instrucción tiene la atribución de ejercer control jurisdiccional durante el desarrollo de
la investigación, respecto a la Fiscalía y a la Policía Nacional, por eso la misma norma legal en sus arts. 289 y 298
in fine obliga al Fiscal a dar aviso de la investigación dentro de las 24 horas de iniciada la misma; pues es el juez el
encargado de precautelar que la fase de la investigación se desarrolle en correspondencia con el sistema de
garantías reconocido por la Constitución Política del Estado, las Convenciones y Tratados internacionales vigentes
y las normas del Código procesal penal; por ello, toda persona relacionada a una investigación, que considere la
existencia de una acción u omisión que vulnera sus derechos y garantías, debe acudir ante esa autoridad”
(negrillas agregadas).
Entendimiento que fue precisado en la SC 0957/2004-R de 17 de junio y en la SC 0181/2005-R, en la que se
sostuvo que el juez cautelar, de acuerdo al art. 54.1 del CPP, tiene la función de ejercer “el control de la
investigación, conforme a las facultades y deberes previstos en este Código”; norma que se complementa con lo
establecido en el art. 5 del Código de procedimiento penal que establece que el imputado puede ejercer la defensa
de sus derechos y garantías desde el primer momento del proceso. Conforme a dichas norma, la SC 0181/2005-R
concluyó que todo imputado que considere haber sufrido alguna lesión a sus derechos fundamentales, “…debe
impugnar tal conducta ante el juez instructor, que es el órgano jurisdiccional que tiene a su cargo el control de la
investigación, desde los actos iniciales hasta la conclusión de la etapa preparatoria…”.
II. El alcance del control jurisdiccional a las actuaciones del Ministerio Público en la etapa preparatoria
“La SC 2074/2010-R de 10 de noviembre, efectuando un análisis de la función de la autoridad judicial respecto a
las resoluciones pronunciadas por los fiscales durante la etapa preparatoria, señaló:
La SC 0227/2004-R, de 16 de febrero, ha establecido que “(…) en el sistema penal actual rige el principio
acusatorio, según el cual se tiene que diferenciar la función que tiene el Juez de juzgar y no realizar actos
investigativos y la función que tiene el Fiscal de investigar, imputar, solicitar la aplicación de medidas cautelares y
acusar, es decir que los últimos no realizan acto jurisdiccional alguno, todo en el marco establecido en la previsión
del art. 279 del CPP…”.
Conforme a lo anotado, no es posible concluir que el Juez cautelar constituye una instancia de impugnación a las
decisiones asumidas por el Fiscal de Distrito, esto en el entendido que la facultad y atribuciones que le asigna el
procedimiento penal deben ser ejercidas en el marco del sistema acusatorio donde la delimitación de funciones y
competencias del acusador y juzgador se encuentran diferenciadas; pues corresponde al Ministerio Público los
actos de investigación y la determinación de la existencia o no de suficientes elementos para formular una
imputación y posterior acusación o de requerir un sobreseimiento, y que por tal razón el control de la determinación
asumida por el Fiscal de Materia, se opera al interior del Ministerio Público, toda vez que dicha decisión es
consecuencia de la labor investigativa que corresponde de manera privativa a este órgano; en la cual, la autoridad
judicial no tiene injerencia alguna.
Sin embargo, es necesario referirse al art. 54 inc. 1) del CPP, el cual otorga a los jueces de instrucción la
competencia para controlar la investigación que se encuentra a cargo de los órganos encargados de la
persecución penal. Al respecto este Tribunal en la SC 0865/2003-R de 25 de junio, ha establecido la siguiente
línea jurisprudencial: “Conforme los arts. 54.1) y 279 CPP, el Juez de Instrucción tiene la atribución de ejercer
control jurisdiccional durante el desarrollo de la investigación, respecto a la Fiscalía y a la Policía Nacional, por eso
la misma norma legal en sus arts. 289 y 298 in fine obliga al Fiscal a dar aviso de la investigación dentro de las 24
horas de iniciada la misma; pues es el juez el encargado de precautelar que la fase de la investigación se
desarrolle en correspondencia con el sistema de garantías reconocido por la Constitución Política del Estado, las
Convenciones y Tratados internacionales vigentes y las normas del Código procesal penal; por ello, toda persona
relacionada a una investigación, que considere la existencia de una acción u omisión que vulnera sus derechos y
garantías, debe acudir ante esa autoridad”.
En ese entendido, bajo la premisa que es el Juez de Instrucción la autoridad encargada de que la etapa
preparatoria del proceso penal se lleve a cabo en correspondencia con los derechos y garantías fundamentales de
la partes, teniendo bajo su control las actuaciones que realizan los órganos encargados de la persecución penal,
no es posible concluir que una vez que el Fiscal de Distrito emite la Resolución que resuelve -en vía de
impugnación- el requerimiento conclusivo emitido por el Fiscal de Materia, el Juez cautelar pierda competencia
para ejercitar control jurisdiccional por posibles lesiones a los derechos fundamentales y garantías
constitucionales, que en su momento no fueron reparadas por el Fiscal de Distrito; no obstante, que fueron
denunciadas al momento de impugnar las Resoluciones del Fiscal de Materia, a través de los mecanismos
previstos por ley; se entiende que el Fiscal de Distrito, al constituirse en la instancia impugnativa de las decisiones
asumidas por el Fiscal de Materia tiene atribuciones para reparar posibles lesiones u omisiones incurridas de esta
autoridad. Un entendimiento contrario, conllevaría a concluir que las posibles lesiones a los derechos y garantías
ocasionadas por el Fiscal de Materia -que no fueron reparadas- y por el contrario, ratificadas por el Fiscal de
Distrito, queden al margen del control jurisdiccional del Juez cautelar.
Lo señalado precedentemente, no significa que las atribuciones del juez cautelar se mantengan indefinidamente y
sea extensiva a convertirlo en una instancia impugnativa para revisar la determinación sobre la existencia o no del
delito; sino que el rol del juez se restringe a reparar lesiones vinculadas con los derechos y garantías
fundamentales que no impliquen un cuestionamiento de fondo a las facultades privativas de los fiscales, y que en
su momento fueron denunciadas ante el Fiscal de Distrito al momento de impugnar el requerimiento conclusivo y
no merecieron pronunciamiento o reparación por esta máxima autoridad. Así también, en los supuestos en los que
el propio requerimiento del fiscal de distrito sea lesivo a los derechos y garantías. En estos casos, las partes
deberán acudir ante el juez cautelar en un plazo similar al establecido para impugnar el requerimiento conclusivo
previsto en el art. 323 del CPP, o en su caso, dentro del plazo previsto para impugnar la resolución de rechazo,
establecido en el art. 305 de la misma norma procesal.
En consecuencia, se aclara que el entendimiento contenido en la SC 0833/2004-R de 1 de junio, no limita la
posibilidad de acudir ante el juez cautelar una vez ratificado el requerimiento dictado por el fiscal de distrito.
Adoptar una interpretación restrictiva implicaría desconocer las atribuciones que el legislador le ha conferido al juez
cautelar como contralor de la etapa preparatoria del proceso, contrariando los principios de favorabilidad y pro
homine, principios que exigen que el juzgador no sólo aplique aquellas normas que resulten más favorables para la
persona, para su libertad y sus derechos, cuando es el Estado, a través de sus autoridades o servidores públicos,
quienes los lesionan, sino también que al momento de interpretar otorgue a la norma el sentido y alcance que más
favorezca al contenido y desarrollo del derecho, principios -pro homine y favorabilidad- que se encuentran
reconocidos en los arts. 13.IV y 256 de la CPE, normas que expresamente prevén que se debe adoptar la
interpretación más favorable para los derechos humanos”.
Sobre la base de dicho razonamiento, la Sentencia, analizando uno de los problemas jurídicos planteados en el
recurso, vinculado al rechazo del juez cautelar a ejercer el control jurisdiccional respecto al sobreseimiento
decretado por el fiscal, señaló:
“En el caso que se examina, el Juez cautelar codemandado mediante simple providencia de 24 de marzo de 2006,
rechazó la solicitud del accionante de revisar las actuaciones de los Fiscales codemandados, alegando “falta de
competencia” para realizar actos de investigación y que la solicitud del accionante se encontraba fuera del ámbito
del proceso penal vigente, sin constatar previamente si la solicitud del accionante se encontraba dentro de los
marcos señalados precedentemente, es decir, si lo que el recurrente solicitaba era un control jurisdiccional sobre
supuestas denuncias vinculadas a los derechos y garantías constitucionales, o si en su caso el pedido del
accionante impugnaba cuestiones de fondo sobre la determinación de la existencia de la comisión de los delitos
que acusaba a los imputados, en cuyo mérito debió pronunciar resolución motivada observando lo previsto en el
art. 124 del CPP.
Consecuentemente, la autoridad judicial incurrió en omisión al negarse a ejercer el control jurisdiccional solicitado
por el accionante sin antes verificar cuál era el sentido de su solicitud, pues cómo se ha señalado, el
pronunciamiento del fiscal de distrito que resuelve la impugnación al sobreseimiento no impide la posibilidad de
denunciar ante el juez cautelar las posibles lesiones a los derechos y garantías originadas ante el fiscal de materia
y que no fueron reparadas por el fiscal de distrito; no obstante de haber sido impugnadas ante esta última
autoridad, o en los supuestos en que el fiscal de distrito al momento de pronunciar sus resoluciones incurra en
lesión de derechos y garantías constitucionales, conforme erradamente entendió el Juez cautelar al momento de
pronunciar la providencia señalada”.
III. Naturaleza de los precedentes constitucionales
El precedente constitucional, está vinculado al derecho a la igualdad, conforme lo entendió la SC 0493/2004-R, en
la que el Tribunal Constitucional señaló:
“El principio de igualdad consagrado por el art. 6.I constitucional tiene, como no puede ser de otra manera, su
proyección en el orden procesal. Es así que de él surge un derecho subjetivo de los litigantes a obtener un trato
igual en supuestos similares. Esto implica que los órganos jurisdiccionales están obligados a resolver bajo la
misma óptica los casos que planteen la misma problemática. Para apartarse de sus decisiones; esto es, del
entendimiento jurisprudencial sentado, tienen que ofrecer una fundamentación objetiva y razonable”.
Efectivamente, la igualdad en la aplicación de la ley prohíbe diferencias de tratamiento arbitrarias, es decir que no
estén debidamente justificadas. En ese ámbito, el precedente constitucional no sólo obliga a los demás jueces,
tribunales y autoridades -vinculatoriedad vertical- sino también al propio Tribunal Constitucional que tiene que
sujetarse a las subreglas que ha creado -vinculatoriedad horizontal-, no pudiendo aplicar, en situaciones fácticas
análogas, un entendimiento diferente al contenido en el precedente.
Lo señalado implica que la propia actividad jurisprudencial del Tribunal Constitucional está limitada por los
precedentes que debe seguir; lo que significa que el Tribunal Constitucional se autolimita (self restraint) con la
finalidad de garantizar la igualdad, la seguridad jurídica y, dentro de ésta, el principio de predictibilidad judicial, en
virtud al cual, las partes dentro de un proceso pueden predecir su resultado, en virtud a la existencia de
precedentes que resolvieron supuestos fácticos análogos.
Cabe aclarar que si bien el precedente constitucional no es definitivo y, por ende, los jueces, tribunales y
autoridades pueden: a) Apartarse del mismo cuando el caso a resolver no tiene analogía fáctica total con el
precedente que se pretendía aplicar o , b) Decidir inaplicar el precedente, cuando consideren que la norma puede
ser interpretada de manera más amplia y favorable o que deben considerarse en dicha interpretación otras valores,
principios y derechos; empero, para ello, es necesario que se efectúe una adecuada fundamentación, primero
mencionando al precedente cuya aplicación se omite, luego explicando los motivos por los cuáles se considera que
dicha interpretación no es la más se ajustada a la Constitución y, finalmente, explicar la nueva interpretación que
se adopta.
Esta carga argumentativa adicional que se exige a los jueces y tribunales se justifica por el carácter vinculante de
las resoluciones del Tribunal Constitucional, el mismo que emana de la naturaleza de las resoluciones de este
órgano que ejerce el control de constitucionalidad y efectúa la interpretación de las normas legales desde y
conforme a la Constitución Política del Estado; carácter vinculante que está previsto en el art. 44 de la LTC y ahora
en el art. 203 de la Constitución Política del Estado (CPE). En este sentido, los jueces y tribunales, al apartarse del
precedente, deben justificar de manera razonada el cambio de decisión. Como sostiene Alexy, es una cuestión de
principio “la exigencia del respeto a los precedentes, admitiendo el apartarse de ellos, pero endosando en tal caso
la carga de la argumentación a quien quiera apartarse” (ALEXY, Robert, Teoría de la argumentación, Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1989, p. 263).
En palabras del Tribunal Constitucional Español, para que el “cambio de criterios aparezca suficientemente
motivado lo que ha de hacerse con carácter general mediante una expresa referencia al criterio anterior y las
aportaciones de las razones que han justificado el apartamiento de los precedentes y la estructuración de una
nueva respuesta al problema planteado, pues ello constituye la garantía tanto de la evitación de la arbitrariedad
como de la promoción de la seguridad jurídica” (STC 63/1984, de 21 de mayo).
En similar sentido, la STC 120/1987, sostuvo que, además de la justificación, el cambio de criterio debe ser
reconocido como “solución genérica conscientemente diferenciada de lo que anteriormente se venía manteniendo
y no como respuesta individualizada”.
En Bolivia, este ha sido el criterio del Tribunal Constitucional en la SC 1871/2004-R, en la que señaló que la “(…)
obligatoriedad de los precedentes no es un valor absoluto, pudiendo los jueces y tribunales apartarse de sus
propios precedentes sin importar discrecionalidad, sino con la limitación de la debida y adecuada fundamentación
de las razones que llevan a distanciarse de sus decisiones previas, por lo que el principio del stare decisis o
estarse a lo resuelto en casos anteriores, no es absoluto”.
Toda modulación o sustitución de una línea jurisprudencial y de las excepciones a la misma establecidas
jurisprudencialmente, deben estar lo suficientemente motivadas, pues en estos casos se exige una carga
argumentativa adicional, que implica que el Tribunal Constitucional debe exponer de manera fundamentada los
motivos por los cuáles no se aplica una determinada línea jurisprudencial, lo contrario implica lesión directa al
derecho, principio y garantía de seguridad jurídica, más aún cuando las resoluciones emitidas por un órgano de
cierre -como el Tribunal Constitucional- tienen carácter vinculante y obligatorio.
IV. La SC 1360/2011-R que motiva la disidencia
La accionante formula la acción de libertad aduciendo vulneración de los derechos de su representado, toda vez
que no obstante haberse emitido en su favor Resolución conclusiva de sobreseimiento y sin embargo de la
solicitud presentada para que se libre el mandamiento de libertad, ésta no fue respondida, convirtiéndose la
detención en ilegal.
La SC 1360/2011-R aprobó la Resolución de 2 de septiembre de 2010, pronunciada por la Jueza Primera de
Sentencia de Quillacollo del Distrito Judicial de Cochabamba y denegó la tutela, con el siguiente argumento: “…
una vez puesto a conocimiento del Juez de la causa el sobreseimiento, éste debe remitir al Fiscal de Distrito para
que él -según sea el caso- emita resolución de ratificación o de revocatoria al sobreseimiento; por lógica
consecuencia Jueza de la causa -ahora demandada-, aún en el hipotético caso de que no haya tomado
conocimiento del sobreseimiento, no podía emitir el mandamiento de libertad, sin antes aguardar se cumplan los
pasos y presupuestos establecidos en la norma y en la jurisprudencia arriba mencionada; es decir, debió aguardar
la Resolución emitida por el Fiscal de Distrito…”.
El Magistrado que suscribe, no comparte el criterio asumido en la Sentencia Constitucional, objeto de la disidencia,
por cuanto considera que, sostener que deba aguardarse el plazo previsto por el art. 324 del CPP, a efecto que el
Fiscal resuelva la impugnación del sobreseimiento que en realidad no son los cinco días establecidos en el referido
artículo, sino once -formales- tomando en cuenta que el plazo para la formulación de la impugnación es también de
cinco días, más las veinticuatro horas otorgadas al Fiscal de materia para la remisión de la impugnación ante su
superior jerárquico, conforme establece la norma; consecuentemente, la interpretación efectuada no analiza de
manera sistemática el art. 323 del Código de Procedimiento Penal respecto a los arts. 7, 221 y 222 del CPP, y
tampoco toma en cuenta la garantía prevista en el art. 116.I de la CPE, con el aditamento de estar modulando una
Sentencia Constitucional sin la carga argumentativa adicional suficiente, que se exige en estos casos, primero
mencionando al precedente cuya aplicación se omite, luego explicando los motivos por los cuáles se considera que
dicha interpretación no es la más ajustada a la Constitución y, finalmente, explicar la nueva interpretación que se
adopta, la cual, en todo caso, debe ser más amplia y favorable para el sistema de derechos y garantías
reconocidos en la Constitución; requisitos que en el caso analizado, no fueron cumplidos.
Fdo. Dr. Marco Antonio Baldivieso Jinés
MAGISTRADO