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El objetivo del estudio “El sistema educativo chileno: una perspectiva histórica y
político-social” es poner en evidencia las fases fundamentales del proceso educativo
chileno, orientado a la construcción de una identidad nacional y de un proyecto de
sociedad, desde sus albores hasta la actualidad, con sus aciertos y debilidades.
En efecto, los debates sobre la construcción del sistema educativo estuvieron marcados por
los acontecimientos que el Estado chileno enfrentó en lo político, económico y social, lo
que permite señalar que es imposible estudiar la historia de la educación de un país
descontextualizada de las transformaciones, luchas y resistencias que se dieron en los
entornos donde se desarrollaron los sistemas educativos, pues un proyecto educativo
siempre es asimilable a un modelo de sociedad.
De ahí que en las diferentes partes del estudio se analizan los primeros intentos normativos
chilenos para impulsar una educación pública para toda la población- con miras al progreso
económico y social del país-, los modelos educativos adoptados en las diversas fases del
proceso, la creación de institutos pedagógicos para preceptores y alumnos y luego de
universidades, las luchas del movimiento de mujeres para acceder a la instrucción en
igualdad de condiciones y oportunidades, las reivindicaciones del magisterio en el marco
de las demandas del movimiento obrero y de una clase media en ascenso, y -finalmente-
las peticiones del movimiento indígena, en términos territoriales y educativos.
También se estudian las reformas educativas más recientes del Estado y sus propósitos
(antes, durante y después de la dictadura militar de 1973), el activismo estudiantil y sus
requerimientos de una mayor participación en la toma de decisiones en los estamentos
educativos, la reforma universitaria y sobre todo la necesidad de terminar con la visión
neoliberal de la “educación como un bien de consumo” para sustituirla con la noción de
“derecho social”.
El trabajo termina con una descripción del proceso constitucional en curso y de los
desafíos que impone en términos educativos; es decir, redefinir el propósito y sentido del
sistema educativo en función de los requerimientos de la sociedad actual y de los
principios que deberían regirla y de su contenido, que requieren generar procesos
inclusivos, interculturales y no sexistas.