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Este documento narra la historia de una ovejita recién nacida que estaba muriendo y fue rescatada y cuidada con cariño por un hombre llamado Mateo. La ovejita, a la que llamaron Pinta, se convirtió en la mascota favorita de la familia de Mateo. Eventualmente, Pinta tuvo que ser devuelta a la granja, lo que entristeció a la familia. Sin embargo, Pinta escapó de la granja y trató de volver con su familia humana, balando tristemente.
Este documento narra la historia de una ovejita recién nacida que estaba muriendo y fue rescatada y cuidada con cariño por un hombre llamado Mateo. La ovejita, a la que llamaron Pinta, se convirtió en la mascota favorita de la familia de Mateo. Eventualmente, Pinta tuvo que ser devuelta a la granja, lo que entristeció a la familia. Sin embargo, Pinta escapó de la granja y trató de volver con su familia humana, balando tristemente.
Este documento narra la historia de una ovejita recién nacida que estaba muriendo y fue rescatada y cuidada con cariño por un hombre llamado Mateo. La ovejita, a la que llamaron Pinta, se convirtió en la mascota favorita de la familia de Mateo. Eventualmente, Pinta tuvo que ser devuelta a la granja, lo que entristeció a la familia. Sin embargo, Pinta escapó de la granja y trató de volver con su familia humana, balando tristemente.
Hay en la vida algunos hechos, momentos, la presencia de pequeños seres,
que te dan una gran oportunidad de sentir la vida de otra manera, de que la ternura es algo que nos caracteriza, por lo menos eso sucedió en mí. Este gran suceso inició una mañana de setiembre, mes en que todo se ve diferente, la naturaleza resplandece, se renueva a cada instante. El niño llegó con el pequeño ovino entre sus brazos, una cosita tan pequeña, tan tierna; lástima de animalito…apenas respiraba. Luis Fabián, como se llamaba el niño, me dijo: Don Mateo, la ovejita se muere, no quiere coger el biberón, no se mueve, parece que ya está muerta. La ovejita de la historia, había nacido dos días atrás, era la tercera del parto, una de sus hermanitas, había muerto la noche anterior y ella estaba a punto de correr la misma suerte (la madre no los podía amamantar por falta de leche). Entendí que el momento era muy complicado, pero decidí que esta hermosura de animalito no merecía la misma suerte que su hermanita, la muerte aún no se vislumbraba como una posibilidad para ella. La cogí entre mis brazos, la apegué junto a mi dorso desnudo para darle calor, inicié frotando sus patitas que ya comenzaban a enfriarse, pasé mis manos sobre todo su cuerpo, la cubrí con una manta, le daba hálitos de aire en su cabeza, boca y nariz; el pobre animal, no reaccionaba. Así la tuve por casi dos horas, ya estaba desalentado…entonces… ¡milagro! Reaccionó…el pobre animalito empezó a estirarse, movió tímidamente la cabeza…yo…con gran confianza pedí al niño el biberón, se lo puse en la boca y para suerte de ella, comenzó a succionar, se tomó dos onzas de leche…esto era muy bueno…cada vez estaba más seguro que la ovejita continuaría con vida, al rato trate de ponerla en pie, con las canillas temblorosas, con mucho esfuerzo, se puso de pie… entonces dije al niño: esta ovejita ya no muere. A mediodía, me vi parado en la pista, con la pequeña ovejita en brazos, esperando la llegada del vehículo que me conduciría a mi casa. La minivan llegó, subí y me senté en el espacio que habían reservado para mí. Como compañera de asiento me tocó una simpática señorita, que rápidamente me hizo la conversación, a manera de saludo, me dijo: ¡qué lindo cabrito!...en el acto la corregí…le dije que no era un cabrito, si no que se trataba de una ovejita…ella sin hacerme mucho caso, reiteró…está linda…¿a dónde la lleva?...yo respondí entusiasmado…a mi casa!, porque en un primer momento pensé lo complicado que sería trasladarla, pensé además, que los pasajeros se incomodarían… pero no fue así…todos me miraban con simpatía…a lo mejor todos querían tocarla o hacerme alguna pregunta al respecto…puesto que mi ovejita, de verdad que estaba hermosa, tenía buena pinta, su piel de un color marrón café, su pecho blanco y todo lo que correspondía a sus extremidades y parte de su rabo tenía el color negro y que decir de sus grandes ojos. Alguien se atrevió a decir…parece un venadito, no dejaba de tener razón, parecía un venadito, un pequeño auquénido, una cosa muy bonita. Y fue eso, su buena pinta hizo que la llevará junto con mi familia…sentí que si la dejaba en la chacra iba a correr la misma suerte que su hermana…moriría de frío, de hambre o por falta de cariño y atención. Pasando una serie de situaciones, al fin llegué a casa. Mi familia, que ya sabía de tan bella compañera que venía conmigo, la esperaban agolpados en la puerta. La primera en tomar en sus brazos a mi pequeña compañera, fue mi hija May, todos, todos…estuvieron pendiente de mi llegada, pero más de la ovejita…es así como llegó un nuevo inquilino a nuestras vidas. En nuestra familia, además de May, está mi hijo Jota y mi esposa Rous y uno de los más queridos…mi perrito Lucki, un perrito muy travieso, que tiene una historia similar a la de nuestra ovejita, fue el más sorprendido, quizás por celos, o por temor…desde que la vio empezó a ladrarla…los guau..guau eran interminables. Los días fueron pasando, ahora ya no tan normales, la ovejita se convirtió en la atracción de la familia…todos la veían y la trataban con mucho cariño…a cada instante buscaban jugar con ella…Su alimentación siempre fue un ritual, recibía su leche cuatro veces al día…cada vez consumía más, combinado con algunos alimentos caseros y alguna hiervas que las traían del mercado o del parque cercano a la casa. Cuando tenía hambre y no se le brindaba atención oportunamente, sus balidos eran infernales, probablemente llegaban a escucharse en toda la manzana. Su madre…es decir su madre putativa, mi esposa Rous, se había convertido en su soporte, la que apañaba todas sus travesuras, cuantos libros, cuantos cables…medias, calzones, todos destruidos…de verdad, yo ya no podía con todo ello y es que lo que hacía nuestra tierna amiguita, era terrible. Algunos días de estar la ovejita en casa, busque un nombre para ella…sin más, la llamé Pinta, ya está demás decir el por qué…Pinta, se convirtió en la alegría de la casa, mientras era pequeña, pero conforme iba creciendo aprendía nuevas cosas, una gran saltarina, no había obstáculo que la detenga…esto lo superaba con un gran brinco…sus meeeee….meeeeeee…se escuchaban a cada instante…ya sea por hambre…por falta de compañía, puesto que se había acostumbrado a la presencia de alguno de nosotros, o a veces cuando la reñían, meeee….meeeeeee…corría en busca de su protectora…y si ella no estaba…corría a la ventana que daba a la calle y continuaba con su meeeee… meeeeee, esperando su ayuda. Los balidos, sus travesuras y sus grandes lagos, ríos que hacía al orinar, nos iban aburriendo, nos hacían ver una vez más que este hermoso animalito no podía seguir viviendo junto a nosotros. La alegría para Pinta y para nosotros, sabíamos que no iba a ser eterna…la ovejita debería volver a la chacra…debería volver con su verdadera familia…su verdadero hogar…pero este hecho se convirtió en grandes discusiones… momentos de dolor…de insomnio…no queríamos separarnos de nuestra querida Pinta. El día llegó, Pinta debería volver a la chacra, era jueves, el reloj marcaba las 3 de la tarde…el momento de la despedida llegó…todos salieron a despedirla… Lucki no se quiso quedar, sin más se trepó en el carro que habíamos alquilado. Pinta y su protectora se acomodaron en la parte posterior, junto a mí iba Lucki. El viaje a la chacra resultó muy tranquilo…los dos amiguitos, un tanto asustados, pero felices de salir a dar un paseo, pero la verdad no era un paseo cualquiera…sabíamos que era un viaje sin retorno para Pinta; ella debería quedarse en la chacra. Al llegar a la chacra…inmediatamente nos conducimos al corral…abrimos la puerta y dejamos a Pinta con los demás ovinos, su primera reacción fue intentar seguirnos…siempre lo había hecho, rápidamente cerramos la puerta, ella intentó saltar la verja, por más intentos que hizo no logró su cometido. Cuando nos íbamos alejando de los corrales empezaron los meeeee…meeeeee…meeee…. interminables, mi esposa quiso retornar a sacarla del corral, no soportaba sus balidos lastimeros, yo no lo permití, le manifesté que todo iba a estar bien, que era mejor así. Tres días estuvimos cerca de ella…esperando que se tranquilizara e iniciara a congeniar con su demás familia…por ratos esto sucedía, pero veíamos que iba a ser muy difícil y muy duro para ella y para nosotros, pensamos en algún momento dar vuelta a la casa junto con nuestra linda ovejita.
Llegó el día de volver a la ciudad, la noche anterior habíamos decidido con mi
esposa, con todo el dolor que esto embargaba, dejar a Pinta en la chacra, confiando que se acostumbraría a su nuevo hogar y confiando además que su cuidador Luis Fabián iba a encargarse de su cuidado. El mismo vehículo que nos trajo a la chacra nos retornaría a la ciudad, encargando mucho por Pinta, sin darle cara al despedirnos, subimos al carro, nos acompañaba Lucki, que en su haber lleva una gallina menos en el corral, muy travieso, ya les contaré. Por el camino de retorno, en nuestra mente, en nuestros oídos, retintineaban los balidos de nuestra dulce Pinta, meeee…meeeeee…nuestros ojos por momentos se humedecían, nuestro corazón sufría. Ya íbamos llegando, el bullicio de la ciudad y luego los quehaceres de la casa por momentos nos hacían olvidar los recuerdos de nuestra ovejita. Pensé que todo estaba consumado…la ovejita quedó en el corral…se tendría que acostumbrar a su nuevo hogar, a su nuevo espacio, a su nueva familia…esto sería así…si no hubiera recibido la llamada de un vecino de la chacra…en la que me hacía saber que había visto a mi bella Pinta camino al río, con su lastimero balido… meeeee….meeeee…meeeee…, la oveja traviesa, había saltado el cerco del corral e iba en busca de sus amos, pero por un rumbo nuevo y desconocido para ella. Rápidamente llamamos al papá de Luis Fabián y le pedimos que vayan a buscarla…que la ovejita está camino al río. Pasado quince minutos recibo la llamada del padre del niño, me dice que la ovejita fue encontrada y que ya está junto al niño saltando y jugando inocentemente, pero de rato en rato se detiene levanta la cabeza y fija su mirada al horizonte y lanza sus balidos de dolor…meeeeee.meeeeee.
JOBEN Chiclayo, diciembre 2023 Historias de Navidad