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Las ratas nos dicen mucho sobre el sonido de nuestros orgasmos

¿Qué pasaría si pudiéramos encontrar comportamientos análogos entre humanos y otros animales que nos permitan inferir los
orgasmos de estos últimos?

Gonzalo R. Quintana, Conall Eoghan Mac Cionnaith - Concordia University 30/05/2019 - 15:29h

Ratas WT y TK JASON SNYDER, CC BY 2.0. /


WASHINGTON, DC, ESTADOS UNIDOS

Los mecanismos fisiológicos que hacen posible la conducta sexual en las ratas y los humanos son
prácticamente dos gotas de agua. Los científicos se preguntan si esto podría aplicarse a los orgasmos.
De hecho, gran parte de lo que sabemos sobre lo que sucede en nuestro cerebro durante el orgasmo
proviene del estudio en ratas de laboratorio.

Si bien las incógnitas respecto a lo que ocurre en nuestro cerebro durante el orgasmo siguen siendo
mayoría frente a las certezas, décadas de investigación científica han ayudado a desentrañar algunos
de sus secretos.

En nuestro laboratorio, dirigido por James Pfaus en el Centro de Investigaciones Cerebrales (Xalapa,
México) y la Universidad de Concordia (Montreal, Canadá), los animales nos ayudan a comprender
mejor qué son y cómo ocurren los orgasmos.

Al llevar a cabo esta investigación, esperamos comprender mejor los mecanismos cerebrales que
explican el porqué nos sentimos atraídos por ciertas personas, o cómo ciertos aromas o lugares
pueden evocar excitación sexual. ¿Cómo puede pasar esto sin que nos demos cuenta? ¿Y si los sonidos
que hacemos durante el sexo significan algo?

¿Qué es científicamente un orgasmo?


La mayor dificultad para estudiar los orgasmos en los animales es la naturaleza subjetiva de dicha
experiencia. Claramente, no podemos preguntar a los animales si tuvieron o no un orgasmo tras
practicar sexo.

Sin embargo, cuando se trata de orgasmos, para nosotros es difícil perderse: cada uno sabe cuándo
tiene uno.

Pero, ¿cómo se define científicamente un orgasmo? La mayoría de las definiciones se refieren a las
sensaciones fisiológicas y los atributos emocionales que convergen en un período de relajación y
éxtasis. Más específicamente, una de las definiciones más aceptadas describe los orgasmos como la
liberación de la "tensión sexual" acumulada a través de la estimulación sexual.

Una representación de vocalizaciones ultrasónicas de una mujer en respuesta a la estimulación del clítoris. Los diferentes patrones que se
muestran están asociados con efectos positivos.

Un error frecuente es suponer que los orgasmos coinciden con la eyaculación. Si bien ambos
coinciden en los hombres (aunque algunos no eyaculan durante el orgasmo), este no suele ser el caso
de las mujeres (aunque en algunas ocasiones las mujeres sí eyaculan durante el orgasmo).

Sin embargo, hasta la fecha, solo hay una manera de saber si alguien está teniendo un orgasmo: a
través de las contracciones de los músculos pélvicos. La evidencia demuestra que las contracciones
que ocurren en el momento del orgasmo son diferentes, involuntarias y prácticamente imposibles de
fingir.

No obstante, el componente subjetivo es crucial. El mejor orgasmo de una persona puede ser uno
regular para otra y la estimulación requerida para inducir un orgasmo varía enormemente de
persona a persona a raíz de las diferencias genéticas y ambientales. Esto hace que los experimentos
sean difíciles de realizar en humanos.

Por su parte, los instrumentos psicológicos estandarizados que evalúan la intensidad y la frecuencia
del orgasmo conllevan los mismos problemas que afectan a todos los estudios de autorreporte (un
método de recogida de datos en el que la fuente de información es el mensaje verbal del sujeto sobre
sí mismo), como la mentira o la falta de una comprensión adecuada de los propios estados subjetivos,
que varían de cultura a cultura.

En síntesis, con un solo un biomarcador del orgasmo, sin una técnica de imagen cerebral confiable
que pueda elucidar los mecanismos bioquímicos y las 'arenas movedizas' de las experiencias
subjetivas en la investigación del orgasmo en los humanos; los neurocientíficos nos vemos de manos
atadas.

El modelo animal al rescate


En machos de diferentes especies, la eyaculación es sinónimo de clímax sexual. Del mismo modo, las
hembras pueden experimentar tensión o contracciones uterinas y musculares rítmicas. Si bien no
podemos asumir que los animales experimentan orgasmos, tal vez podríamos dilucidar si
fisiológicamente el animal tuvo uno.

¿Qué pasaría si pudiéramos encontrar comportamientos análogos entre humanos y otros animales
que nos permitan inferir los orgasmos de estos últimos?

Los investigadores que intentan cerrar esta brecha entre humanos y animales han sugerido tres
características generales del orgasmo humano que podríamos evaluar en animales y comparar con
humanos:

1. Cambios fisiológicos.
2. Comportamientos a corto plazo.
3. Comportamientos a largo plazo.

Entonces, ¿cómo se pueden aplicar estos criterios a las ratas?

1. Cambios fisiológicos: luchar, huir o aparearse

Tanto los humanos como las ratas experimentan muchos cambios fisiológicos antes, durante y
después del sexo. En respuesta, nuestros cuerpos se preparan para luchar, huir o fornicar.

Las ratas tienen reacciones fisiológicas similares a los humanos cuando se trata de la estimulación
sexual que usualmente lleva a un orgasmo. Cuando la estimulación es de índole sexual,
fisiológicamente hablando, los humanos también experimentan un aumento de la excitación
fisiológica, el flujo de sangre a los genitales y la contracción muscular.
Una rata en el laboratorio de la Universidad de Concordia. CHRISTINE GERSON

2. Comportamientos a corto plazo: ellas toman la iniciativa

En el mundo sexual de la rata, las hembras "coquetean" proactivamente con los machos. La hembra
elige qué macho atraer y cuándo. Ella anima proactivamente al macho a perseguirla corriendo hacia
él y luego girando bruscamente para huir. Ella arquea el lomo cuando el macho la coge entre sus
patas para invitar a la consumación.

Este ciclo se repite hasta que el macho eyacula. A veces, los machos pueden llegar incluso a quedarse
dormidos. Sin embargo, para encender de nuevo la llama, la hembra salta alrededor del macho
mostrando su interés por reanudar.

A lo largo de esta maratón sexual, el macho y la hembra emiten sonidos, quizá "quejidos", en un rango
de sonido que los humanos no podemos escuchar. Usando equipos de grabación especiales, podemos
grabar y analizar estos sonidos en su rango de frecuencia. Estos sonidos emitidos por el macho son
particularmente largos y distintivos cuando eyaculan; esto nos hace pensar que dichos sonidos están
conectados a la eyaculación y, posiblemente, a los orgasmos.

Los sonidos femeninos son diferentes: son más variados y esparcidos durante el acto. Nada en sus
sonidos nos indica una conexión a un posible orgasmo.

3. Cambios a largo plazo: preferencias sexuales


Las ratas macho y hembra poseen mecanismos de aprendizaje similares a los nuestros. Por ejemplo,
después de experiencias sexuales repetitivas con parejas que tienen olor a almendra, tanto las ratas
macho como las hembras tienden a preferir una pareja que huela a almendra sobre otras posibles
parejas sexuales.

Las ratas y otros animales son conscientes de los estímulos sexuales dirigidos a ellos, por lo cual tratan
de maximizar la recompensa. Es decir, ellos prefieren aquellas claves que les recuerdan experiencias
gratificantes. Pero una vez que saltamos al mundo de las experiencias subjetivas, los científicos
navegan en un mar de aguas poco fiables.

Lecciones de animales para humanos


Durante un orgasmo (un estado altamente gratificante) es probable que el cerebro de los humanos
asocie su entorno de una forma positiva; nuestro cerebro retiene dichas claves haciéndonos
recordarlas y asociarlas con esas placenteras sensaciones. Esto ocurre muy rápidamente y sin darnos
cuenta cuando tenemos sexo, ya sea con el lugar donde ocurre, la persona con quien estamos, la hora,
y cualquier otra clave del contexto. La clave que más se asocia con el placer sexual puede variar
dependiendo de la persona.

Por ejemplo, cuando uno huele el perfume de una expareja, el cerebro rápidamente nos recuerda los
eventos más sobresalientes (como la intimidad sexual) y comenzará a "echar a andar la máquina", a
veces sin darnos cuenta.

Estos mecanismos de aprendizaje pueden configurar nuestras preferencias por quien nos sentimos
atraídos sexualmente, incluso lugares u objetos, influenciando a la larga con quién, cómo, cuándo y
dónde escogemos tener relaciones sexuales.

Un modelo animal para el estudio de los orgasmos puede permitir a los científicos explorar las
razones por las que algunas personas tienen dificultades para alcanzar el orgasmo e identificar
posibles intervenciones conductuales y farmacológicas que puedan aliviar estas dificultades. A un
nivel más fundamental, la comprensión de los orgasmos animales puede arrojar algo de luz sobre lo
que sucede en el cerebro humano durante un orgasmo.

Con nuestras técnicas de investigación actuales nunca podremos evaluar objetivamente un estado
subjetivo en una rata. Pero al combinar estos tres factores ya mencionados, podemos encontrar
algunas pistas relacionadas con los orgasmos, y estamos empezando a notar estos patrones sexuales
en ratas. ¡Y ese es un buen comienzo!

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el original aquí.
También puedes leerlo en inglés aquí.

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