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Los caballeros de la orden

del Temple
Los Templarios

Varios años antes del reafirme de Jerusalén en 1099, un grupo


de caballeros había actuado como guías y protectores de los
cristianos que peregrinaban a través de las tierras santas. Esos
Caballeros vivieron en una hostería cerca del Templo de Solomón en
Jerusalén en el momento de la Primer Cruzada. De ellos, cuyos
nombres eran Hughes de Payns y Godofredo de Saint Omer, nace la
idea de incorporar a los caballeros formalmente como un orden en
1119, tomaron el nombre de Orden de los pobres Caballeros de Cristo,
pero fueron conocidos mas popularmente como Los Caballeros del
Templo de Solomón o Los Caballeros Templarios. Desde su
nacimiento tuvo un fin militar, por lo que la Orden se diferenciaba a
este respecto de las otras dos grandes órdenes religiosas del siglo XII
los Caballeros de San Juan de Jerusalén y los Caballeros Teutónicos,
fundadas como instituciones de caridad. La Orden fue reconocido
formalmente por la Iglesia en el Concilio de Troyes en 1128, y San
Bernardo de Claraval, el clérigo más influyente de la época, fue
comisionado para escribir los reglamentos por la que ellos se debían
regir. San Bernardo tomó la causa del Templarios con entusiasmo, y
Hughes de Payns fue el primer Gran Amo de la Orden.

La austeridad noble de los Templarios contrastó fuertemente


con el lujo, vanidad, codicia y violencia de los caballeros seculares. La
idea de los monjes-caballeros militares se recibió con gran
entusiasmo. Un grupo de Templarios recorrió Francia y Inglaterra
para reclutar a los miembros, y también para solicitar regalos de
dinero y propiedad para que la Orden pudiera apoyar sus actividades
militares en la Tierra Santa. La Orden Templaría estaba encabezada
por un gran maestre (con rango de príncipe), por debajo del cual
existían tres rangos: caballeros, capellanes y sargentos.
Los primeros eran los miembros
preponderantes y los únicos a los que se
les permitía llevar la característica
vestimenta de la Orden, formada por un
manto blanco con una gran cruz latina de
color rojo en su espalda.

Su servicio defendiendo el
reino Cristiano de Jerusalén era
distinguido, aunque un poco estropeado
por sus malas relaciones con los
Hospitalarios, que por el año 1240 se
habían deteriorado a tal magnitud que
caballeros de cada Orden estaban
luchando abiertamente en las calles de
Acre. Fueron famosos por la ferocidad en
la lucha.
Después de la Batalla desastrosa de Hattin en 1187,
Saladín tomó a prisionero aproximadamente 200 Templarios y
Hospitalarios, incluyendo a ambos Grandes Amos, y dio orden de
ejecutar a todos. Con Jerusalén en manos de los musulmanes su
cuartel general se localizó sucesivamente, en Antioquia, Acre, Cesárea
y por ultimo en Chipre. Como los Caballeros Templarios enviaban
regularmente dinero y suministros desde Europa a Palestina,
desarrollaron un eficiente sistema bancario en el que los gobernantes
y la nobleza de Europa acabaron por confiar. Se convirtieron
gradualmente en los banqueros de gran parte de Europa y lograron
debido a esto y a la exención del pago de impuestos y diezmos (no
estaban sujeto a la ley secular, y sólo respondían al Papa), amasar
una considerable fortuna.

En 1307, sin embargo, el Rey Felipe IV se quiso de Nogaret,


confabularon para acusar a los Templarios de herejía y abolir la Orden.
Esto fue hecho; en 1307, todos los Templarios Franceses, incluido el
gran maestre francés Jaques de Molay, fueron arrestados (sólo trece
escaparon) y se les "interrogó" bajo tortura o la amenaza de tortura. La
conspiración tubo éxito y todos los caballeros confesaron múltiples e
increíbles crímenes que iban desde escupir u orinar en el crucifijo a
sodomía. Después muchos caballeros retractaron sus confesiones
pero era demasiado tarde; el daño a su reputación era renuentemente
irreversible .
En 1312 Papa Clemente V estaba de
acuerdo en emitir una bula papal que
suprimiese la Orden y sus miembros
fueron quemados en la hoguera. El
Papa pidió que las propiedades de los
Templarios sean dadas a los
Hospitalarios, pero aunque esto se hizo
en Alemania, en Francia y Inglaterra la
mayoría fueron a la corona. En España
y Portugal la Orden fue refundada bajo
nuevos nombres.

Las Cruzadas

Los cristianos de Europa occidental realizaron expediciones


militares, normalmente a petición del Papa, que comenzaron en 1095 y
cuyo objetivo era recuperar Jerusalén y otros lugares de peregrinación
en Palestina, en el territorio conocido por los cristianos como Tierra
Santa, que estaban bajo control de los musulmanes. Estas
expediciones fueron llamadas Cruzadas. Los historiadores no se
ponen de acuerdo respecto a su finalización, y han propuesto fechas
que van desde 1270 hasta incluso 1798, cuando Napoleón I conquistó
Malta a los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, una
orden militar establecida en esa isla durante las Cruzadas. El vocablo
cruzada (de 'cruz', el emblema de los cruzados) se aplicó
también, especialmente en el siglo XIII, a las guerras contra los
pueblos paganos, contra los herejes cristianos y contra los enemigos
políticos del Papado.

El origen de las Cruzadas está


enraizado en el cataclismo político que
resultó de la expansión de los Selyúcidas en
el Próximo Oriente a mediados del siglo XI.

La conquista de Siria y Palestina llevada a


cabo por los Selyúcidas islámicos alarmó a
los cristianos de occidente. Otros invasores
turcos también penetraron profundamente en
el igualmente cristiano Imperio bizantino
y sometieron a griegos, sirios y armenios
cristianos a su soberanía.
Las Cruzadas fueron, en parte, una reacción a todos estos
sucesos. También fueron el resultado de la ambición de unos papas
que buscaron ampliar su poder político y religioso. Los ejércitos
cruzados fueron, en cierto sentido, el brazo armado de la política
papal. Las explicaciones acerca de las Cruzadas son variadas, pero
los avances en la investigación sobre el tema indican que los cruzados
no pensaron encontrarse con los peligros de enfermedades, las largas
marchas terrestres y la posibilidad de morir en combate en tierras
lejanas. Las familias que quedaron en Europa tuvieron que combatir
en muchas ocasiones durante largos periodos de tiempo para
mantener sus granjas y sus posesiones.

La idea de que los cruzados obtuvieron grandes riquezas es


cada vez más difícil de justificar; la Cruzada fue un asunto
extremadamente caro para un caballero que tuviera el propósito de
actuar en Oriente si se costeaba por sí mismo la expedición, ya que
probablemente le suponía un gasto equivalente a cuatro veces sus
ingresos anuales. Sin embargo, a pesar de ser una empresa peligrosa,
cara y que no daba beneficios, las Cruzadas tuvieron un amplio
atractivo para la sociedad contemporánea.

Su popularidad se cimentó en la comprensión de la sociedad


que apoyó este fenómeno. Era una sociedad de creyentes, y muchos
cruzados estaban convencidos de que su participación en la lucha
contra los infieles les garantizaría su salvación espiritual. También era
una sociedad militarista, en la que las esperanzas y las ambiciones
estaban asociadas con hazañas militares.

Templarios notables [editar]


Los Nueve Fundadores [editar]

1. Hugo de Payens
2. Godofredo de Saint-Omer
3. Godofredo de Bisol
4. Payen de Montdidier
5. André de Montbard
6. Arcimbaldo de Saint-Amand
7. Hugo Rigaud
8. Gondemaro
9. Rolando

Grandes maestres de la Orden [editar]


Jacques de Molay, el último gran Maestre de la orden.
Artículo principal: Grandes Maestres del Temple

1. Hugo de Payens (1118-1136)


2. Robert de Craon (1136-1146)
3. Evrard des Barrès (1147-1151)
4. Bernard de Tremelay (1151-1153)
5. André de Montbard (1154-1156)
6. Bertrand de Blanchefort (1156-1169)
7. Philippe de Milly (1169-1171)
8. Eudes de Saint-Amand (1171-1179)
9. Arnaud de Torroja (1180-1184)
10. Gérard de Ridefort (1185-1189)
11. Robert de Sablé (1191-1193)
12. Gilbert Hérail (1193-1200)
13. Phillipe de Plaissis (1201-1208)
14. Guillaume de Chartres (1209-1219)
15. Pedro de Montaigú (1219-1230)
16. Armand de Périgord (1232-1244)
17. Richard de Bures (1245-1247)
18. Guillaume de Sonnac (1247-1250)
19. Renaud de Vichiers (1250-1256)
20. Thomas Bérard (1256-1273)
21. Guillaume de Beaujeu (1273-1291)
22. Thibaud Gaudin (1291-1292)
23. Jacques de Molay (1292-1314)

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Los Caballeros Templarios

La Orden de los Caballeros Templarios, llamada también los Caballeros Pobres de


Cristo y del Templo del Rey Salmón, fue fundada en 1.118 por Hugues de Payes
Caballero de Borgoña y Godfroid de San Omer Caballero del Norte de Francia, con el
fin de proteger a los peregrinos en Tierra Santa. La Orden del Temple aparece como
referencia insoslayable en la historia del esoterismo occidental. En efecto el mito ha
superado la realidad histórica y religiosa, la leyenda lo ha llevado sobre la veracidad
de los hechos y este perdurará sobre todo en la Francmasonería Templaría del s.
XVIII. Para el s. XIII la Orden estaba en su máximo esplendor, se cree que eran unos
20.000 caballeros diseminados por toda Europa y el cercano Oriente. Un aspecto
importante acerca del esoterismo lo constituía la Tierra Santa, mas entidades físico-
geográficas eran entidades espirituales, los lugares Santos eran la expresión del
microcosmos humano, de una iniciación mística y de una revelación, en tanto
Jerusalén representa un centro donde el cielo y la tierra se encuentran. Los Caballeros
Templarios trajeron del oriente un conjunto de ceremonias y símbolos pertenecientes a
la tradición Masónica, poseían ciertos conocimientos que hoy se imparten en Grado 18
del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, lo que llamamos el Sapientísimo Soberano era
un obispo o presbítero ordenado, estableciendo un amalgamamiento entre los
sacramentos egipcios y cristianos. Es cosa conocida que los Templarios formaban una
rama de Gnosticismo y que habían adoptado las doctrinas de los Ofitas, un símbolo
común en sus ceremonias era una cabeza barbuda que representaba al Dios eterno y
creador, y que llamaban Baphometus o Bafomet, palabra griega que significa
Bautismo de Sabiduría. Todo el simbolismo de la Orden evoca la doble noción
temporal espiritual, el famoso Beauseant o pendón de guerra era mitad blanco para
figurar la lealtad a los amigos, y mitad negro el terror de los enemigos. La cruz de ocho
puntas sobre el manto blanco, agregaba a la significación de la cruz, el simbolismo
mediador de número ocho, y se unía al blanco del Conocimiento y al rojo (color de la
capa) del Santo Amor, invocado en su grito de guerra.
La iniciación templaria constaba de tres grados: Novicio, Caballero y Profeso. En el
año de 1.307 la Orden fue suprimida y todos sus miembros arrestados y muchos
ajusticiados por la Inquisición. La destrucción de la Orden del Templo no significó el
final de los misterios, algunos Templarios franceses se refugiaron con sus hermanos
del Templo de Escocia, donde el mandato de disolución de la Orden no llegó a
promulgarse, y en ese país sus tradiciones llegaron a fundirse con los antiguos ritos
celtas de Heredón formando así una de las corrientes que dará origen al Rito Escocés.
De esta manera las tradiciones de venganza contra el trío formado por el Papa, el Rey
y el Traidor, se entretejió con la tradición egipcia de la Masonería Negra, culminando
con lo que hoy se llama grado 30.

LOS TEMPLARIOS

“Priedrich van Schlegel declaraba hace ya mucho: «Puede admitirse como


cierto que estos poemas de la Tabla Redonda, no sólo expresaban el ideal de
un caballero religioso, sino que contenían también gran número de ideas
simbólicas y tradiciones peculiares de algunas de esas órdenes, sobre todo la
de los templarios... De todos los poetas alemanes de esa época, el más hábil
fue Wólfram van Eschenbach, el cual escogió especialmente, entre las
historias de la Tabla Redonda, aquellas a propósito de las cuales he hecho
notar antes las alegorías de caballería religiosa que contienen no deben ser
consideradas como un capricho del autor o un juego de su imaginación, sino
que, por lo contrario, parecen estar relacionadas con las tradiciones simbólicas
de los templarios».”

“La identificación de la Orden del Grial con la del Temple en el Parzival no


ofrece duda alguna. Trevrizent le dice a Parzival: «Valerosos caballeros tienen
como morada MunsaIvresche, donde se custodia al Grial. Son los templarios
(die selben Templeise); a menudo se marchan lejos en busca de aventura...
Viven de una Piedra (sie leben von einem Steine); su esencia es todo pureza...
Se la llama lapsit exillis». En numerosos pasajes, Wólfram designa a los
caballeros del Grial con el nombre de templarios. Así es también como los
llamará más tarde en su fragmento del Titurel: «Podemos ver, entre los
caballeros del Temple, a más de un corazón afligido; ellos, a quienes Titurel
había sacado más de una vez de duras pruebas, cuando su brazo defendía
caballerescamente el Grial con la ayuda de los suyos».”

“Ahora bien, además de su función principal de asegurar la salvaguarda y


custodia del Grial en la tierra, los Caballeros de Munsalvresche tienen la de
permitir el reinado efectivo de Dios sobre las naciones al darles reyes elegidos
por Él: «Sucede a veces que un reino se encuentra sin señor; si el pueblo de
ese reino es sumiso a Dios, y desea un rey elegido entre la legión del Grial,
ese deseo es satisfecho. Es preciso que ese pueblo respete al rey así
escogido, pues éste está protegido por la bendición de Dios. En secreto es
como Dios hace partir a sus elegidos».”

“Este esbozo de una organización teocrática de la Cristiandad por medio de


una minoría selecta iniciática que reúne en sí el poder sacerdotal y el real no
es otro que el del Santo Imperio, que los herederos de la Orden del Temple
encontraron en su sucesión. Nos encontramos aquí con el doble aspecto,
ascendente y descendente, de una misión misteriosa cuyo sentido preguntare-
mos a quien hizo darle a la Orden su constitución, fijó su regla y no dejó de ser
su protector y su inspirador al propio tiempo que la más alta autoridad espiritual
y árbitro de la Cristiandad de su tiempo: San Bernardo designa a la Orden con
el nombre de militia Dei, y a sus miembros con el de ministros de Cristo
(minister Christi). En boca de quien las pronunció, esas no eran fórmulas
vanas. Para él, como más tarde para Dante, se trataba realmente de una
milicia santa, de la «mesnada particular de Dios», que realizaba, por una
especie de paradoja espiritual que la colocaba a parte y por encima de los
demás hombres, la síntesis de las grandes antinomias de la acción y la
contemplación en una vocación única, pero en una doble renuncia, que es la
de los elegidos del Apocalipsis: «Al que ... nos ha hecho reyes y sacerdotes de
Dios, su Padre ... »”

“Para San Bernardo, la residencia real de la militia Dei no era de este mundo,
era el Templo de la Jerusalén espiritual: «Es realmente el Templo de Jerusalén
el que ellos habitan, también, y, aunque no sea el mismo, desde el punto de
vista de la construcción, que el Templo antiguo y muy venerado de Salomón (el
suyo), no le es inferior desde el punto de vista de la gloria... La belleza del
primero estaba hecha de cosas corruptibles, la del segundo es la belleza de la
Gracia, del culto piadoso de los que lo habitan, y de la más regular de las
moradas (ordinatissima conversatio) Reconocemos aquí tanto el Templo del
Grial como el Templo del Espíritu Santo de los rosacruces.”

“Jules Michelet dice a este respecto: «Este nombre de Templo no era sólo
sagrado para los cristianos. Si para éstos significaba el Santo Sepulcro, a los
judíos y los musulmanes les recordaba el Templo de Salomón. La idea de
Templo, más elevada y más general que la propia Iglesia, dominaba desde lo
alto, de algún modo, toda religión. La Iglesia pasaba; el templo, no. Con-
temporáneo de todas las épocas, él era como un símbolo de la perpetuidad
religiosa».”

“Existen tantos menos motivos para extrañarse de una participación común


consciente del Cristianismo y el Islam en el Misterio profético permanente
designado por la Escritura con la figura de Melki-Tsedeq, cuanto que éste es,
precisamente, quien invistió y bendijo a Abraham en nombre del Dios Altísimo,
y en él a las tres religiones monoteístas, de las que es raíz. La Escritura dice
que permanece para siempre y su Orden con él. Y porque son miembros de
esta Orden, y copartícipes de lo que Isaías llama la «sustancia de los
misterios», es por lo que. ha podido verse al Islam y al Cristianismo, uno dar y
el otro recibir esa asistencia secreta que ha permitido que el Grial, es decir, esa
sustancia misma encerrada en el corazón de toda tradición auténtica e intacta,
pudiera volver a florecer un momento al descubierto en Occidente. Que la
Orden del Grial no fue sino una expresión de la propia Orden de Melki-Tsedeq
o Rey del Mundo, basta para atestiguarlo la simple mención del Preste Juan en
el Parzival; y sabemos que, según el Titurel, junto al Preste Juan es donde en-
contrará el Grial un refugio que no es, de hecho, más que una repatriación.”

Hasta acá lo que la tradición occidental nos enseña sobre el Grial, pero si
vamos más allá del origen de este mito y sus símbolos y admitimos la tesis de
Guénon de que son símbolos comunes a la especie humana sin que medie
transmisión cultural alguna entre sus diferentes manifestaciones históricas, nos
vamos a encontrar con el símbolo del corazón y la copa en las tradiciones
amerindias en particular en el parque arqueológico de San Agustín Huila.
Transcribimos a continuación un ensayo que escribimos hace ya algunos años
sobre el tema:

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TEMPLARIOS Y MASONES

A menudo se ha planteado la cuestión de si existe algún ritual esotérico original


y oficial de la antigua Orden del Temple. Es obvio que tal ritual no puede existir
dado que el Temple no era una orden esotérica ni funcionaba oficialmente
como tal. Existe sí una Regla monástica bien conocida que sufrió alguna
alteración aquí y allí en el tiempo y no podría darse otra cosa. Los templarios
eran originalmente monjes caballeros y así funcionaban. Ahora bien, en el seno
del Temple surgió a mediados del siglo XIII una corriente esotérica limitada a
un círculo restringido de dignatarios de la Orden. Los rituales (si cabe tal
nombre) que puede haber tenido este círculo no nos han llegado directamente
pero hay fragmentos muy significativos que se han deslizado dentro de los
Estatutos Secretos de los templos, algunos de ellos en España.

Durante mucho tiempo se sostuvo erróneamente que el Q.·. H.·. Von Hund fue
iniciado en Paris, en 1743 por uno de los Estuardo. Se probó que esto no podía
ser así pues ninguno de los Estuardo se hallaba en Paris para esa fecha. Pero
luego se estableció que su iniciador fue otro Templario Escocés, ALEXANDER
MONTGOMERY, Conde de Eglinton, quien era el famoso EQUES a PENNA
RUBRA (Caballero de la Pluma Roja) (Fuente: Baigent y Leigh "The Temple
and the Lodge", Cap. 14, de acuerdo a los archivos del Grupo Stella
Templum). Esto contribuye grandemente a aclarar un punto oscuro respecto
del cual muchos grandes especialistas (incluso René Guénon) se equivocaron.

Karl Gotthelf, Barón Von Hund fue iniciado en 1742 en Francfort y recibió los
altos grados en 1743 en el Capítulo de Clermont en Paris. Después afirmó
haber sido recibido en un Capítulo Templario en Inglaterra en presencia de
Lord Kilmarcock por un caballero anónimo cubierto con un tocado con una
pluma roja. Esto ahora ha quedado definitivamente establecido y aclarado, de
acuerdo a lo que indicamos antes.

En realidad los únicos Ritos Mas.·. que tienen una conexión real y directa con
el Temple en cuanto filiación son el Rito Escocés Rectificado (originado en la
Estricta Observancia templaria que deriva de von Hund) y el Rito Sueco
(fundado por los templarios en el exilio y cuyo Gran Maestre es el rey de
Suecia).

En cuanto al Temple digamos que la Ceremonia de conferir Grados en mi


filiación templaria es estrictamente tradicional. Es un ritual muy simple que
viene documentadamente de antaño y al que en otras corrientes de
templarismo le han adosado un sinfín de fantasías y condimentos de tipo
religioso que están fuera de lugar, pues lo iniciático se halla muy por encima de
cualquier forma de religiosidad exotérica. Y la Caballería es por cierto iniciática.
La masonería también es iniciática (cuando se trata de una filiación válida) pero
de un nivel menor, corresponde como es sabido a las denominadas
iniciaciones artesanales.

Deseo referirme ahora al tema de las relaciones entre la Orden del Temple y la
masonería operativa medieval. No se puede hallar seriamente una vinculación
entre el Temple y la masonería especulativa nacida en el siglo XVIII con la
Gran Logia Unida de Inglaterra. Esta última fue una desviación de la recta vía
(como señala muy adecuadamente el Barón von Sebottendorf en su célebre
obra) y provocó un cambio casi inmediato de las relaciones entre la Iglesia y la
Masonería. Hasta ese momento la Iglesia había protegido a los masones que
construían sus catedrales. Pero luego de ese cambio siguieron las
excomuniones conocidas y que no es del caso enumerar ni discutir.

Existen diversas obras tendientes a probar la estrecha relación entre Temple y


Masones. Algunas de ellas son bonitas y bien escritas como la de John J.
Robinsón "Nacidos en sangre" pero la solidez de pruebas y el aparato crítico
brillan por su ausencia. No es un tema fácil y hay que recurrir en parte a
tradiciones orales y, felizmente, a las pruebas sólidas que también las hay y
muchas. En cuanto a tradiciones orales se sabe de la muerte del traidor y
delator Squieu de Floyran, apuñalado por miembros de las guildas de
constructores inmediatamente después del arresto del Gran Maestre Jacques
de Molay y de los Caballeros para ser sometidos a la infame parodia de juicio
que todos conocemos.

Pero esto no alcanza y algunos autores se dedicaron a buscar evidencias más


sólidas. Particularmente destacable en tal sentido es el francés H.·. Paul
Naudon, ya en el Or.·. Et.·. . Su obra "Les origines religieuses et
corporatives de la Franc-Maçonnerie" 4ta. edición, Dervy, Paris, 1979
contiene mucho material de gran valor al respecto y, por supuesto, este autor
aniquila las pretensiones de quienes audazmente sostienen que las relaciones
entre ambas Ordenes fueron inexistentes. Toda la primera parte de este libro
que cito, en particular los capítulos VI y VII, están dedicados a probar,
documentos en la mano, la estrecha relación entre Temple y Masones
Operativos. Y además abundan los detalles de interés en cuanto a la
continuidad del Temple a lo largo de los siglos. Esto resulta particularmente
importante para todos los que somos portadores de una filiación templaria.
Pero hay mil cosas más a destacar como el derecho de franquicia y la relación
del Temple con los franc mestiers que permitía a los oficios (en particular el de
la construcción) desempeñarse dentro de los dominios templarios (por ejemplo
las comanderías) libres de los impuestos fijados por el rey, el señor del lugar o
las municipalidades. Estas exenciones justificaban (además de el hecho de ser
ellos hombres libres y no siervos) el calificativo de franc. Pero una cosa eran
estos y otra los simplemente libres por no ser siervos (como el mismo Naudon
señala y analiza).

De particular interés para los templarios actuales es lo siguiente que no resisto


la tentación de citar debido a mi prolongado interés en el simbolismo iniciático
de la Catedral de Metz.

Traduciremos fielmente a Naudon, l.c. p.113-14 " Citemos finalmente al caso de


Metz, donde los Templarios instalaron una comandería a partir de 1133. Ella
creció rápidamente y ya se hallaba profundamente arraigada cuando San
Bernardo mismo vino a la diócesis a predicar la Segunda Cruzada en 1147. Es
interesante señalar que hacia fines del siglo XIII una fraternidad de masones se
reunía en el oratorio de la comandería de los Templarios de Metz. En 1285, se
encuentra el nombre de "Jennas Clowanges, li maires de la frairie des
massons dou Temple" (Jennas Clowanges, el alcalde de la fraternidad de
masones del Temple). Una lápida funeraria, descubierta en 1861 frente a la
capilla, recuerda la memoria de cierto "Freires Chapelens Ki fut Maistres des
Mazons dou Temple de Lorene "(Freire Capellán -o sea que fue Maestre de los
masones del Temple de Lorena) durante veintitrés años y que murió "la vigille
de la Chandelour lan M. CC. IIII. XX. VII (1287)" (la vigilia de la Candelaria el
año 1287).

Ha aparecido en los últimos tiempos otra pretendida filiación. Se trata de la


OSTI (Orden Soberana del Temple Iniciático) con sede principal en Paris. La
filiación reposa sobre la "Carta de Larmenius". Respecto de esta "Carta" que
ha sido muy discutida (dado que es un documentado evidentemente fraguado)
es muy recomendable ver la "Historia Pintoresca de la Francmasonería" de
F.T.B. Clavell (hay una versión mejicana con el título de "La Historia Secreta de
la Francmasonería", Editora y Distribuidora Mexicana, 1975) y también el libro
de Valentín Erigene "Napoleón et les Societés Secretes”, Chanteloup, Paris,
1986. Las mismas consideraciones se aplican estrictamente a todos los grupos
neotemplarios que basan su "legitimidad" en la Carta de Larmenius.

Esta Carta constituye uno de los fraudes más escandalosos que registra la
historia del neotemplarismo. Se trata de justificar pretendidas filiaciones
actuales de la Orden del Temple, todas ellas de origen muy reciente, sin la
menor legitimidad y sin la menor raíz en el pasado. Tan pronto una orden
neotemplaria invoca tal Carta pone de manifiesto que nada la vincula en
realidad a la primitiva Orden del Temple. Hagamos un poco de historia
siguiendo a Clavel. En 1715 Felipe de Orleáns revivió una sociedad fundada en
1682 por varios grandes señores de la corte de Luis XV. Este era un grupo
machista en sus finalidades, secreto en sus procederes y cuyo objetivo final
era...el total dominio del hombre sobre la mujer. Es innecesario decir que tenía
tan poco que ver con el Temple como con los viajes espaciales. Se lee en la
"Historia Amorosa de los Galos" de Bussy-Rabuttin que pertenecían a ella
Manicamp, el Caballero de Tilladet, el duque de Grammont, el marqués de
Birán y el conde de Tallard. Cada uno de los asociados llevaba un distintivo
que representaba a un hombre pisoteando a una mujer, algo parecido a las
estampitas donde vemos al Arcángel San Gabriel pisoteando al demonio...

Rápidamente ingresó al grupo un gran número de jóvenes libertinos. Había


pruebas y "novatadas" para los ingresantes a las que debió someterse incluso
el Duque de Vermandois. Incluso el Delfín terminó por ingresar pero por
respeto a su rango fue eximido de las pruebas. Con Felipe de Orleáns se
redactaron nuevos estatutos y se coloca como Gran Maestre al Caballero
Francisco Tomás Teobaldo de Alejandría. Este, en connivencia con Felipe
de Orleáns, adoptó para el grupo el nombre de Orden del Temple y se le
concedió la facultad de designar sucesor. Entonces apareció un jesuita, el P.
Bonnani, gran anticuario y erudito y además excelente dibujante. Este fraguó la
Carta de Larmenius, añadió en ella la aceptación y firmas de personajes
notables pertenecientes a diferentes épocas y asignándoles ficticias altas
funciones en el Temple a partir de Jean Marc L' Armenius (el armenio) o
Larmenius, sucesor designado por Jacques de Molay antes de morir en la
hoguera. Por supuesto todo era estricta fantasía y fraude, creando un falso
linaje sucesorio desde Jacques de Molay hasta esa fecha.

Pero no terminó aquí la historia tan pintoresca de este engendro


pretendidamente templario. Llegaron a enviar delegados a negociar con la
Orden del Cristo de Portugal (legítima sucesora del Temple pero donde la
continuidad de filiación ya se había perdido en ese mismo siglo XVIII). El rey
Juan V de Portugal (quien era además el Gran Maestre de la Orden) averiguó
por medio de su embajador en París, Luis de Cunha, los antecedentes de estos
sujetos y del grupo francés. El rey indignado mandó a encarcelarlos. Uno de
ellos pudo escapar, encontrando asilo en Gibraltar. El otro, no tan afortunado,
fue deportado después de dos años de cárcel a Angola donde murió.
La sociedad, sin embargo, siguió existiendo en Francia y, para sobrevivir, en
los años previos a la Revolución Francesa, adoptó el nombre bien vulgar de
"Sociedad del lomo de vaca". Sus miembros fueron dispersados hacia 1792. En
esa época el "Gran Maestre" era el duque de Cose-Brissac, quien fue
asesinado en Versailles durante esos años agitados.

Pero la historia no terminó ahí. El H.·. Ledru, hijo del médico del duque de
Cose-Brissac, compró en un remate un mueble que había pertenecido al
duque. Y ahí encontró ocultos la "Carta de Larmenius", los Estatutos de 1705 y
el libro de actas. Alrededor de 1804 enseña esos documentos a los HH.·. MM.·.
de Saintot y a Raymond Bernard Fabre-Pralaprat. Este último era ex-
seminarista y médico. Y ahí surgió de nuevo la idea de revivir a la Orden del
Temple. Se le propuso al H. ·. Ledru ser el Gran Maestre pero no aceptó. Por
fin se designó al H.·. Radix de Chevillon quien no quiso aceptar sino el cargo
de Regente y, con ese rango, inscribió su nombre en la carta de Larmenius
abajo de la firma del duque de Cose-Brissac (a quien jamás vio en su vida). Y a
partir de ahí nacen diversas filiaciones neotemplarias que citan orgullosamente
a la Carta de Larmenius como "prueba" de su autenticidad. La OSTI es una de
ellas y, además, oculta el nombre completo de Fabre-Pralaprat: lo designa solo
como Raymond Bernard para que se asemeje al homónimo que fuera después
dignatario de AMORC (de la que fuera expulsado) y de OSTI: prueba evidente
de engaño. Como si todo lo anterior fuera poco consiguieron el auspicio de
Napoleón Bonaparte a quien engañaron. Para ello se valieron de la Carta y,
además, de un relicario de cobre conteniendo cuatro trozos de huesos de los
templarios muertos en la hoguera, una espada de hierro que afirmaban había
pertenecido a Jacques de Molay, un casco de hierro con adornos de oro que
decían ser de Guy hermano del Delfín de Auvernia, una cruz de marfil y tres
mitras de tela y otros trastos. Todo esto, después se supo que era
absolutamente falso, según documentos depositados, entre otros lugares, en la
biblioteca de Morrison de Greenfield. Los huesos calcinados de los Caballeros
fueron preparados por Leblond y Fabre en la casa del primero, calle de
Marmouzets. El H.·. Leblond compró el pequeño relicario de cobre, la espada
que se pretendió luego que era de Jacques de Molay y los otros trastos fueron
comprados por el H .·. Leblond a un mercader de hierro viejo del mercado de
San Juan y a un casullero que vivía por ahí cerca. El H.·. Arnal fue quien
consiguió el casco con embutidos de oro, el que había pertenecido en otros
tiempos a un depósito de armaduras de propiedad del gobierno. Y todavía se
podrían añadir algunos otros pintorescos detalles...

Para esto remito a la obra citada de François Timoleón Bègue Clavel, de donde
obtuve estos datos tan valiosos y amenos. Concluyo pues este escrito que
previene de una falsa filiación templaria: la OSTI. Pero no son los únicos...

En cuanto a otras filiaciones templarias legítimas no masónicas diré lo


siguiente. La filiación muy legítima y real de la Orden del Cristo de Portugal
desgraciadamente se interrumpió en el siglo XVIII, según me informó el P. Das
Neves entonces Vicerrector de la Universidad Católica de Lisboa. Actualmente
la Orden sigue existiendo pero a los Caballeros se los nombra por decreto del
presidente de esa república (lo cual es honorífico pero nada tiene de iniciático).
SOCIEDADES SECRETAS DE LA IGLESIA
LAS TRES "ORDENES RELIGIOSAS" MAS MISTERIOSAS DE
LA IGLESIA CATÓLICA

LOS TEMPLARIOS:
GUARDIANES DE LA HERENCIA DE CRISTO

Los orígenes de la Orden del


Temple o de los caballeros
templarios, se pierden en la
noche de los tiempos. Son
muchas las teorías que les
atribuyen una misión milenaria,
enraizada en los legados que
habrían heredado antes de
constituirse en el seno de la
Iglesia Católica. En este sentido,
encontramos hipótesis que creen que eran los supervivientes de la Atlántida, o
que proceden de los antiguos druidas celtas. También se les supone un origen
ligado a cultos esotéricos cristianos, o mejor cristológicos, o a algunas
sociedades secretas islámicas, con las que tuvieron contacto durante las
Cruzadas.

Es muy probable que el Temple se creara bajo la influencia de san Roberto de


Molesmes un monje benedictino que en 1098 había fundado la orden
monástica del Cister. Esta congregación seguía un estricto voto de pobreza,
incluso en los implementos del culto y prohibía absolutamente cualquier estudio
o lectura profanos. Sus estrictas reglas fueron asentadas por san Esteban
Harding, en su «Carta de Caridad» y también por el tratado De laude novoe
militae de san Bernardo de Claraval Este monje del Cister, noble de
nacimiento, explicaba en su obra el ideal de las órdenes de caballería cristiana,
a las que llamaba la Milicia de Dios.

El concepto era típico de la época y unía el papel de monje con el de caballero,


creando un personaje dual que se dedicaba a la oración en tiempos de paz y a
la guerra cuando era necesario defender (o imponer) su fe. El Temple y otras
órdenes de caballería ¡legaron a alcanzar un gran poder, ya que se movían
tanto en el terreno religioso como en el político y militar, los tres campos
estratégicos que dominaban el mundo medieval. La creación oficial de la Orden
del Temple tuvo lugar en 1119 en Tierra Santa, tras la primera Cruzada.

Las fuerzas cristianas habían recuperado Jerusalén y su templo, pero su


posición era precaria y los alrededores estaban prácticamente en manos
musulmanas. Esto, aparte de ser una amenaza latente para la ciudad
conquistada, era un peligro real en los caminos que llevaban ella. Por ello,
Hugo de Payens, original de Champugne, y otros ocho caballeros franceses,
decidieron formar un grupo para proteger a los peregrinos y custodiar los
santos lugares. El papa Balduino II de Jerusalén les asignó como cuartelillo un
edificio contiguo al templo. Como vivían de forma austera y gracias a las
limosnas, eran conocidos como los «pauvres chevaliers du temple», de donde
derivaría el nombre de la Orden del Temple.

Hugo de Payens (o Payns) había tomado una iniciativa, pero sabía que si el
Papa no daba el visto bueno, podían acabar formando parte de una secta
minoritaria. También tenía claro que aquel movimiento no podía quedar en los
nueve voluntarios, y por tanto aspiraba a convertirlo en una orden de caballería.
Para ello era imprescindible que fuera a Roma y solicitara la aprobación del
Papa. Así lo hizo dentro del marco del Concilio de Troyes (1128). Se acordé
que los templarios adoptarían la norma de la orden benedictina, además de
tres votos perpetuos y de unas reglas de vida especialmente austeras.

Pese a la severidad de esas reglas fueron muelle?; los voluntarios que


acudieron. Existen varias teorías sobre ese punto. Algunos piensan que se
debió al extendido rumor que los templarios Poseían el secreto de ciertos
poderes mágicos Otros creen que simplemente era el mejor camino para un
caballero en tiempos de paz: estar cerca de la acción. El alud de nuevos
integrantes obligó a la Orden a establecer una jerarquía, que curiosamente era
muy semejante a la secta islámica de los.

La hermandad tenía cuatro rangos: caballero (que eran los guerreros),


escuderos (caballería ligera) granjeros y capellanes Estos dos últimos grupos
no tenían que combatir Para identificar su pertenencia a la Orden vestían el
hábito blanco de los cistercienses, al que agregaron una cruz roja en el pecho.
La Orden del Temple creció durante casi dos siglos, ya que eran muy bien
considerada tanto por los monarcas europeos como por la Iglesia. Ambas
instituciones la premiaban Con tierras, castillos y excepciones en el pago de
impuestos, lo que provocaba la envidia del resto de los acólitos del poder. Al
estar en tierras remotas, los templarios adquirieron gran independencia y poco
a poco se fueron separando cada vez más de los dictados del Vaticano.

UN TEMPLE EJEMPLAR

Los templarios eran un ejemplo de bravura en el campo de batalla y de piedad


en los monasterios. De hecho, no era tan importante su número como el
ejemplo que daban al resto de los caballeros cristianos. Se cree que en sus
mejores tiempos la orden llegó reunir 400 caballeros, monto discreto, pero con
gran poder, tanto para influir en el ámbito caballeresco como para conseguir
recursos para la guerra. Además, cuando eran capturados nunca abdicaban de
su fe que era la única posibilidad que les ofrecían los mahometanos para
poder conservar la vida. Se cree que en dos siglos murieron casi 20.000
templarios, entre caballeros y escuderos.

Ese desgaste afectó a su rectitud, pues para engrosar sus filas dejaron de ser
estrictos en la selección de los aspirantes. Bastaba con que pasaran una
prueba secreta, que hasta el momento sigue siendo un misterio y que ha dado
pábulo a todo tipo de especulaciones. La gran riqueza acumulada (se cree que
poseían más de 900 propiedades) también sirvió para pervertir sus no-bies
principios. El resto de las órdenes no veían con buenos ojos su
enriquecimiento, su orgullo y su pasión por el poder. Entre sus más tenaces
enemigos destacaba la Orden de los Hospitalarios, que se había constituido a
imagen y semejanza del Temple y que acabó siendo su mayor contrincante. Se
cree que es más que probable que estas tensiones internas favorecieran a los
musulmanes, y finalmente las huestes de Saladino los expulsaron de Jerusalén
en 1187. A finales del siglo XII las intrigas y acusaciones entre templarios y
hospitalarios se hacían ya insostenibles para la lglesia, y sucesivos Pontífices
abogaron por la fusión de ambas órdenes.

San Luis lo propuso oficialmente en el Concilio de Lyon (1274) y el papa


Nicolás IV reiteró la propuesta en 1293. Pero ambas órdenes desoyeron las
recomendaciones papales. El clima ya estaba caldeado cuando la codicia de
Felipe el II Hermoso acabó por condenar a los templarios. El monarca quería
apropiarse de la riqueza de la Orden para financiar una nueva Cruzada, pero
no podía enfrentarse con una institución protegida por la Iglesia. No obstante
convenció al Papa Clemente y, conocido por su debilidad de carácter, de que
condenara a la Orden.
El proceso inquisitorial se inició en 1307, y se basó en las murmuraciones
sobre el «demonismo» del Temple: su ceremonia de iniciación era un
misterioso rito pagano, negaban a Cristo y escupían sobre la cruz, practicaban
la idolatría, toleraban la sodomía, y otro sinfín de acusaciones tan
escandalosas como improbables. Los jefes templarios fueron arrestados el 13
de octubre de 1307, y reconocieron bajo tortura todos los crímenes que se les
imputaban. El Gran Maestre Jacques de Molay y los máximos mandatarios
fueron quemados -en la hoguera y la Orden se desarticuló. Ninguno de los
siguientes Pontífices rehabilité al Temple, que según algunos estudiosos sigue
vigente en la actualidad como una sociedad secreta.

De acuerdo a esas versiones los templarios continúan con sus negocios


tradicionales, pero actualizados a la banca y a las empresas aseguradoras.
Muchas de estas compañías tienen que guardar secreto sobre la composición
de su junta de accionistas. Los negocios escogidos tienen que ser siempre
legales y con fines lícitos. Se cree que la Orden actualmente cuenta con 15.000
afiliados, que incluye un 30% de mujeres. Tienen influencia en una veintena de
países, sobre todo en Estados Unidos, América Latina, Medio Oriente y el sur
de Europa. Los miembros tienen que vivir con austeridad y sus beneficios se
emplean para obras de caridad. Desde hace un tiempo se rumorea que los
templarios están intentando un acercamiento al Vaticano para obtener por fin la
rehabilitación de la Orden. (Ampliar este tema)

Fuente: Ángeles y Demonios de René Chandelle

SOCIEDADES SECRETAS DE LA IGLESIA


LAS TRES "ORDENES RELIGIOSAS" MAS MISTERIOSAS DE LA IGLESIA
CATÓLICA

LA PODEROSA COMPAÑÍA DE JESÚS

La Compañía de Jesús nació formalmente en


1540, por la bula Regiminis militantis ecclesiae, del
papa Pablo III. No hay duda de que surgía en el
momento oportuno, como contundente instrumento
para impedir que la Iglesia perdiera el poder que
ostentaba hasta entonces. La laxitud en las
costumbres cristianas había producido un gran
descontento y escepticismo entre los creyentes.

Calvino y Lutero captaron ese sentimiento en la


declaración de la Reforma, y distintos cultos «protestantes» se extendían por
los esta dos del norte de Europa y comenzaban a infiltrarse en los reinos
latinos, tradicionalmente fieles al Vaticano. Éste reaccionó con el lanzamiento
de la Contrarreforma, movimiento de exaltación de la liturgia y los símbolos
católicos que sirvió a la vez para solventar varios problemas dentro de la propia
Iglesia.

Pero la contraofensiva debía producirse en todos los frentes, y para eso era
necesario crear una Orden que actuara con una nueva estrategia y tácticas
más flexibles: la Compañía de Jesús. Su fundador fue, como es sabido, san
Ignacio de Loyola, una personalidad bélica y mística a la vez que imprimió ese
carácter a su congregación también conocida popularmente como los
«Soldados de Dios»

Ignacio de Loyola: el místico iluminado Este sacerdote español que como se


sabe fue fundador de la Compañía de Jesús, nació en 1491 en el solar
9uipuzcoano de Loyola perteneciente a su familia, En su juventud se enrolé
para combatir bajo las órdenes del Duque de Nájera y durante la Revuelta de
las Comunidades 1152D-152,; fue herido en una pierna Aprovechó su
convalecencia para leer numeroso5 libros religiosos, que le acercaron a la vida
espiritual Tras permanecer un tiempo recluido en el monasterio benedictino de
Montserrat, en 1522 opté por retirarse a una cueva en la que vivió rezando
durante diez meses, para después peregrinar a Jerusalén Merece la pena
resaltar que hasta hace algunos años era accesible a la ¡vista, eh ¡a iglesia de
la Capilla de Palau, en el barrio antiguo de Barcelona una urna que contenía el
colchón sobre el que meditaba y supuestamente levitaba San Ignacio de
Loyola.

La austeridad, el hambre y la profunda entrega espiritual, llevaron a San


Ignacio a padecer frecuentes alteraciones de la conciencia como delirios de
carácter místico y visiones celestiales Posteriormente, la divulgación de estos
6pisodíos hizo que algunos autores lo vincularan con los Alumbrados, en tanto
que éstos afirmaban haber sido iluminados por apariciones divinas.

En su concepción inicial la Compañía de Jesús era una organización


paramilitar centralizada, que no obstante acabó convirtiéndose en el brazo
intelectual de la Contrarreforma. Sus tres objetivos principales eran: actualizar
el credo católico desde dentro y sin fisuras, emplear la educación para asentar
el poder de la Iglesia y convertir a los pueblos de ultramar mediante las
misiones. Pese a su juramento de sumisión al Papa, la Compañía fue
adquiriendo una particular autonomía a medida que se expandía y fortalecía.

Su devoción por la ciencia y la cultura la llevó a sostener posiciones que a


menudo iban por delante de la doctrina oficial de la Iglesia, al punto que su
superior llegó a ser conocido como «el papa Negro».

Esto evitando con verdadera astucia jesuítica el enfrentamiento abierto con el


Vaticano, y manteniendo formalmente la mayor fidelidad a su Pontífice. Hubo
quien los calificó de secta satánica dentro de la Iglesia, y la Compañía acabó
siendo expulsada de numerosos países europeos incluyendo a España, donde
debió retirarse en 1767, durante el reinado de Carlos III.

Sin embargo, la Compañía de Jesús ha conseguido resistir los caprichos del


tiempo y de las jerarquías eclesiásticas. Posiblemente, sigue siendo la corriente
que aporta más ideas a la teología cristiana. Algunos creen que es la más
progresista, y otros que ese progresismo es un disfraz para mejor defender y
difundir los dogmas canónicos más tradicionales. Durante mucho tiempo ha
sido también la Orden más cercana al poder papal. aunque parece que en los
últimos años ha sido desplazada en ese puesto por el Opus Dei.

Fuente: Ángeles y Demonios de René Chandelle

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