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Para situarse
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las normas de conversación 129
Partiendo del ejemplo incluido en la sección Para situarse, uno puede imagi-
nar una simple respuesta afirmativa a la pregunta: sí. A pesar de esta posibilidad,
esta respuesta no contesta a la pregunta de forma apropiada según las normas de
conversación y las expectativas del transeúnte al preguntar ¿Sabe si hay una parada
de autobús cerca de aquí? De todas maneras, es curioso que la petición se formule de
esta manera, como si el emisor solamente quisiera saber si el receptor disponía del
conocimiento de la existencia de una parada de autobús. En realidad, la intención
de esta pregunta es averiguar no sólo si hay una parada de autobús cerca del lugar
donde se encuentran los interlocutores, sino que, en el caso afirmativo, el objetivo
también es descubrir la localización de dicha parada. En conclusión, lo que dice el
transeúnte (¿Sabe si hay. . .?) no concuerda con lo que quiere comunicar o implicar.
Es decir, la comunicación equivale a lo que se dice más lo que se implica, igual que
se ha visto en los capítulos anteriores con respecto a los actos de habla indirectos.
A pesar de ser una aserción, un enunciado como tengo sed, en un contexto deter-
minado, puede entenderse como una petición.
Paul Grice (1975), en su trabajo “Logic and Conversation”, parte de un prin-
cipio mediante el cual intenta establecer un sentido lógico para la interacción
verbal. Se entiende que cuando alguien habla, sus intervenciones no son inco
nexas, tienen que estar relacionadas y ser coherentes. Aquí es donde entra en juego
lo que este filósofo de la lengua denominó el principio de cooperación. En cual-
quier interacción, los participantes reconocen que existe un objetivo, o una serie
de objetivos en la comunicación, que pueden estar fijados de antemano. Esto no
significa que dichos objetivos no puedan variar o modificarse a medida que la con-
versación se desarrolla. El contenido del enunciado que se emite puede ser eva
luado desde el punto de vista de la verdad o de la falsedad. Volviendo al ejemplo
inicial, el enunciado que incluye la respuesta afirmativa (sí) es verdadero si el
emisor sabe que hay una parada de autobús cerca. No obstante, en la pregunta
del transeúnte hay un contenido o una información implícitos. Esto es lo que
Grice denomina implicatura. Según el principio de Grice, se entiende que existe
un acuerdo tácito, algo que no se expresa de forma explícita, entre los partici-
pantes de una conversación. Se asume que los interlocutores, cuando se comu
nican, previamente han establecido un acuerdo hipotético por medio del cual se
comprometen a cooperar para que la comunicación tenga éxito y funcione de
manera apropiada.
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1) Pa co: Cariño, ¿al final vamos a la cena en casa de Luis y Carmen esta noche?
P i l a r: Carmen no ha llamado.
Pa co: Me encanta cómo nos avisan en el último momento.
P i l a r: Y también sabes cómo son sus cenas con amigos. ¿Recuerdas la última
vez?
Pa co: Prefiero no recordarla.
a cenar en casa de unos amigos esa noche. La respuesta de Pilar (Carmen no ha lla
mado) no se ajusta precisamente a lo esperado, ya que ella debería haber respon-
dido sí o no, o quizá, no sé, si desconoce la información. Cuando Pilar explica que
Carmen no ha llamado todavía, lo que se implica es que desconoce la respuesta a
la pregunta de Paco. Su respuesta es equivalente a decir no lo sé.
En su siguiente intervención, Paco dice Me encanta cómo nos avisan en el último
momento. Si uno intenta comprender este enunciado de forma literal, se puede
pensar que él está encantado con la idea de no saber sus planes hasta el último
momento. No obstante, este tipo de respuesta se puede interpretar con un sentido
irónico dado que Paco quiere expresar lo contrario de lo que dice. La ironía, como
se verá más adelante, es un recurso lingüístico que incumple las normas que
forman parte del principio de cooperación. Por último, Pilar concluye su segunda
intervención con una pregunta (¿Recuerdas la última vez?) que Paco no contesta
directamente. A pesar de eso, Paco responde con Prefiero no recordarla, lo que en
términos prácticos se puede considerar una respuesta afirmativa a la pregunta.
Aunque esta conversación pueda parecer lógica, de acuerdo con el principio
de cooperación en la conversación, no se cumple una serie de normas que Grice
(1975: 45–47) denomina máximas de la conversación. Estas máximas se presentan
en la tabla 7.1:
1. Máxima de cantidad:
• Haga que su contribución sea todo lo informativa que el intercambio requiera.
• No haga que su contribución sea más informativa de lo que el intercambio
requiera.
2. Máxima de calidad:
• No diga lo que crea que es falso.
• No diga nada de lo que no tenga pruebas adecuadas.
3. Máxima de relación:
• Haga su contribución relevante.
4. Máxima de manera.
• Sea claro.
• Evite la oscuridad.
• Evite la ambigüedad.
• Sea escueto.
• Sea ordenado.
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En (2), si Bea supone que Ángel, su esposo, está cooperando, debe haber una co
nexión entre su deseo de querer acostarse y la llegada del vecino. Para entender el
mensaje que Ángel quiere expresar, Bea cuenta con su conocimiento del mundo
y/o el conocimiento que los dos comparten (Ej. el hecho de que el ruido del vecino
puede interferir en su sueño).
Para la máxima de manera, el interlocutor cooperativo debe expresar su
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mensaje de forma clara, concisa y ordenada. Esta norma coincide con la inclinación
natural del ser humano hacia la economía lingüística; es decir, invertir un esfuerzo
innecesario en la comunicación generalmente va en contra de los intereses del
emisor y del destinatario. Al suponer el cumplimiento de esta máxima, cualquier
mensaje que sea contrario al principio de claridad debe ser interpretado como in-
tencionado, salvo casos en los que haya algún tipo de impedimento a la produc-
ción clara (Ej. la embriaguez, la falta de concentración, la ansiedad, etc.). Uno de los
ejemplos más comunes del habla poco clara son los contratos legales que le resul-
tan incomprensibles al lector común, aunque tanta complejidad lingüística tiene
objetivos concretos, como el de cumplir con todos los requisitos impuestos por las
leyes. Otro caso conocido son ciertos textos literarios, los cuales pueden presentar
una dificultad innecesaria para el lector, pero dicha cualidad artística pertenece al
componente estético de la creación literaria. En algunos casos, la falta de claridad
es intencional porque, al fin y al cabo, la claridad es algo subjetivo. Imagine que, al
final de una clase, un profesor transmite el siguiente mensaje a sus alumnos:
3) La semana que viene, deben completar los ejercicios del capítulo 9, pero no todos
los ejercicios. Sólo los que están relacionados con los dos primeros conceptos.
El emisor puede no cumplir con una máxima para comunicar una variedad
de ideas. Según Grice, existen varias maneras de transgredir una máxima, aunque
todos los matices que él propone no son del todo transparentes. Por ejemplo, no
siempre queda claro cuándo el incumplimiento de una máxima representa una
falta de cooperación o no, ya que en algunos casos, el emisor desobedece una
máxima con la esperanza de expresar algo en concreto. De hecho, hay situaciones
en las que el emisor, para poder obedecer una máxima, se encuentra obligado a
incumplir otra. Tal situación resulta bastante común. Suponga, por ejemplo, que
usted está pasando un mal día y su vecino, con el cual usted no tiene mucho trato,
le saluda en el ascensor con una pregunta como ¿Qué tal estás? Según la máxima
de cantidad, esta situación, un saludo cortés de alguien poco conocido, sólo re
quiere una respuesta corta y amable. Es decir, no es el momento de explicarle al
vecino todas las desgracias que usted ha padecido. Por eso, se suele responder
con una fórmula convencional (bien, no me puedo quejar, regular, etc.) para no cau-
sar una mala impresión al contar demasiada información personal. Sin embargo,
si uno contesta, por ejemplo, que está bien cuando no es cierto, se considera una
violación de la máxima de calidad.
A pesar de las ambigüedades teóricas con respecto a las diferentes posibili-
dades de transgredir una máxima, lo que más importa es la idea de que, al no seguir
las máximas al pie de la letra, uno puede expresar implicaturas conversacionales.
Considere los siguientes ejemplos:
lo contrario, que el individuo en cuestión está muy cansado. En todos estos casos,
el emisor implica algo que no concuerda fielmente con el significado literal.
Para ilustrar con más detalle el concepto de implicatura, se presenta el
siguiente diálogo entre Joseph y Carlos. Joseph es un chico inglés que está de visita
en España y se ha alojado en casa de Carlos, un amigo español. Cuando Carlos re-
gresa a casa después de un día de trabajo, se encuentra que su amigo ha ordenado
y limpiado el apartamento; todo está impecable y Carlos está muy sorprendido.
Esta es la conversación que mantienen:
Entre estas dos oraciones, (8) expresa una idea lógica, mientras que (9) no tiene
mucho sentido. La razón por la cual (9) no funciona está relacionada con el hecho
de que pero señala que la cláusula subsecuente va en contra de lo esperado. Enton-
ces si una persona dice que vive en Francia, uno supone que debe de hablar francés;
por eso la implicación de pero en (8) es razonable ya que esta expectativa no se
cumple en la segunda cláusula (pero no habla francés). Por el contrario, en (9) el con-
tenido de la segunda cláusula se ajusta a la expectativa de que si una persona vive
en Francia, hablará francés.
no siempre se cumple (Ej. si uno dice algo que su interlocutor ya sabe), la expecta-
tiva de una relevancia óptima es lo que facilita el proceso de interpretación.
Para saber qué es relevante para su destinatario, el emisor debe determinar
qué es lo que ya sabe su interlocutor y cuáles son los detalles contextuales que
tendrá a su disposición en el proceso de interpretación. Considere un ejemplo
sencillo: dos personas, María y Pedro, están admirando un paisaje bonito desde la
altura de una colina. María se fija en una iglesia en la distancia y dice: He estado en
esa iglesia (Sperber y Wilson 1986: 43). Al referirse a esa iglesia, María está bastante
convencida de que la iglesia es un objeto manifiesto en la vista panorámica de
Pedro. Por lo tanto, para lograr comunicarse, María tiene que saber algo del entorno
cognitivo de Pedro. Normalmente cuando dos interlocutores ocupan el mismo es-
pacio físico, tienen alguna idea de los detalles que están mutuamente manifiestos
para los dos.
Una de las afirmaciones de esta teoría es la idea de que la relevancia óptima
sustituye todas las máximas de Grice. De hecho, Sperber y Wilson (1994) opinan
que la máxima de calidad, la de no decir falsedades, es errónea porque la gente no
siempre está tan comprometida a expresar la verdad literal. Un ejemplo ilustrativo
trata de la costumbre de redondear números en las interacciones cotidianas. Si
alguien le dice a una amiga que un libro que acaba de comprar costó $10.00 dólares
cuando sabe que costó $9.75, no está diciendo la verdad, pero según la teoría de la
relevancia, el emisor no tiene la obligación de expresar la verdad, sino algo que sea
relevante. En la mayoría de los casos, cuando uno redondea números, supone que
el número exacto no es lo más relevante. Sin embargo, en ciertos casos para lograr
la relevancia óptima se tendría que dar el número preciso. Imagine que el cajero
de una tienda ve a una niña contando todas las monedas que lleva en la mano. Si
la niña se acercara luego al cajero para preguntarle cuánto costaba una barra de
chocolate, el cajero sabría que el precio exacto era relevante para la niña porque la
intención de ella es asegurarse de que tiene suficiente dinero. De modo que en esta
situación, para expresar la relevancia óptima, habría que dar el precio exacto.
En conclusión, este capítulo se ha centrado en uno de los medios que se em-
plea para transmitir ideas a otras personas mediante la conversación. Se han in-
cluido las normas propuestas para explicar cómo los interlocutores cooperan en la
transmisión de significados implícitos, aunque dichas normas tienden a presentar
un modelo idealizado de la conversación. Además, se han presentado algunos de-
talles sobre los casos en que se originan el significado implicado y las implicaturas.
Esperamos que estos elementos sirvan para hacer reflexionar a los aprendices de
español sobre algunos aspectos de la conversación. Al fin y al cabo, hay que tener
140 las normas de conversación
Para resumir
Grice.
Para practicar
3. Complete el texto sobre el principio de cooperación con las palabras que se ofre
cen a continuación:
____________”.
por el resto.
4. Lea el siguiente diálogo que tiene lugar en una ferretería y conteste las siguientes
preguntas: ¿Cuál es la intención del cliente? ¿Ha incumplido el dependiente al
guna máxima de la conversación? Si su respuesta es afirmativa, explique cuál de
ellas.
1. ¿Cree que la realización de peticiones directas (Ej. Dame un café) o indirectas (Ej.
¿Sería tan amable de servirme un café?) violan las máximas de conversación? Re
flexione desde el punto de vista de un hablante no nativo de español.
2. ¿En qué medida y de qué modo la comunicación a través de los mensajes cortos
de texto (SMS) entra en conflicto con el principio de cooperación en la conver-
sación?
3. ¿Hay algún tipo de interacciones en las que sería aceptable romper las máximas
de la conversación? Justifique su respuesta.
4. Las mentiras piadosas (“white lies”), las cuales violan la máxima de calidad, a
veces se usan para dar excusas cuando uno no quiere hacer algo. A pesar de esta
violación, ¿cree Ud. que están justificadas?
5. ¿Es más difícil para Ud. ser cooperativo/a en una conversación cuando habla en
español, su segunda idioma? Si es así, ¿puede dar ejemplos concretos de qué
máximas representan dificultades?
Escandell Vidal, María Victoria. 2003. Introducción a la pragmática (capítulo 5). Barce
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