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LA VIOLENCIA EN RELACIONES SENTIMENTALES DE LAS ADOLESCENTES

Diaz Bielich, Alexandra

Montes Antara, Alisson

Nuñez Cruces, Marianne

Resumen

Esta investigación se presenta para responder a la pregunta en torno a el porque se produce la

violencia en relaciones sentimentales, específicamente en el distrito de Ate-Vitarte. En este

sentido, se ha visto que en la actualidad las adolescentes se ven comprometidas en estas

situaciones. Es por ello, en esta investigación, se busca el perfil del agresor como son los

problemas psicológicos de este, además, la ignorancia de los derechos de la víctima; y por

último los arquetipos sociales vigentes.

Abstract

This research is to answer the question around why the violence in relationship's occurs,

specifically in the districts of Ate-Vitarte. In this sense, it has been seen that, at present, the

adolescence's are compromised in this situations. That is why in this investigation, we are

looking for the profile of the aggressor as are the psychological problems, the ignorance of

the victim's rights, and finally, the existing social archetypes.

Palabras clave

Adolescentes, violencia, maltrato a la mujer.

Keywords

Teenagers, violence, abuse of women.

1
Introducción

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en la actualidad

Perú es uno de los países en Sudamérica con los índices más altos de violencia de género y

feminicidios. Así vemos, por ejemplo, los seguidos casos de violencia televisada por la prensa

peruana, como el caso de Micaela de Osma, quien fue arrastrada en la calle por su expareja,

Martin Alonso Camino Forsyth, además de ser víctima de tentativa de feminicidio. Otra

víctima, con un trágico final fue Eyvi Agreda, una joven violentada por un compañero de

trabajo, que tras ser rechazado optó por quemarla en un trasporte público, por consecuencia,

tras una ardua lucha por parte de ella y los doctores, falleció dejando consternada a toda la

población peruana. Estos casos provocan la indignación de la sociedad, quienes consideran

que en el país no se maneja una normativa justa, ni una medida cautelar para las mujeres

quienes son asechadas, violentadas de cualquier manera por sus compañeros, parejas o

exparejas.

De este modo el tema de investigación trata sobre la violencia en relaciones sentimentales de

las adolescentes en el distrito de Ate-Vitarte en el 2018.

La pregunta radica en saber ¿Por qué se produce la violencia en relaciones sentimentales de

las adolescentes en el distrito de Ate-Vitarte en el 2018? La respuesta a esta interrogante

sostiene que la violencia en relaciones sentimentales de las adolescentes se produce por los

problemas psicológicos del agresor, la ignorancia de los derechos de la víctima y los

arquetipos sociales vigentes.

Para poder sustentar la explicación de nuestro trabajo es importante que comprendamos estos

términos esenciales. En primer lugar, es propio entender que el maltrato se puede comprender

de diferentes maneras. Así lo trasmite Rey-Anacona (2013):

2
Maltrato físico. Cualquier acto dirigido al cuerpo de la persona, que

produce daño o dolor sobre la misma (golpes, patadas, cachetadas, pellizcos,

intento de estrangulamiento, etc.).

Maltrato psicológico. Cualquier acción dirigida a:a) controlar, restringir los

movimientos o vigilar a la otra persona; b) aislarla socialmente; c)

desvalorizarla, denigrarla, humillarla o hacerla sentir mal consigo misma; d)

hacer que otros se pongan en su contra (…);e) obligarla a ir en contra de la ley

o de sus creencias morales y/o religiosas o f) destruir su confianza en sí mismas

o en la pareja.

Maltrato emocional. Cualquier acto de naturaleza verbal o no verbal que

provoca intencionalmente en la víctima una reacción de ansiedad, temor o

miedo, como la intimidación o amenazas.

Maltrato sexual. Cualquier acto obligado, no consentido por la víctima,

dirigido a satisfacer necesidades o deseos sexuales del victimario.

Maltrato económico. Forzar a la otra persona a depender económicamente del

agresor, no dejándola trabajar o por otros medios; ejercer control sobre los

recursos financieros de la víctima o explotarla económicamente.

Negligencia. No proporcionar (o no hacerlo debidamente) recursos

financieros o materiales, información o servicios a la pareja, a pesar de que el

agresor está obligado legalmente a hacerlo; no brindar ayuda económica o

material a la pareja cuando ésta lo necesitaba y el victimario estaba en

capacidad de hacerlo o no advertir a la pareja sobre algún peligro para su

integridad física o psicológica. (pp. 152-153)

3
Efectivamente el maltrato no solo es físico, podemos entender la dicha verificando que se

produce de diferentes maneras.

En segundo lugar, se entiende por adolescentes según Dávila (2018) quien toma de Delval:

Para Hall, la adolescencia es, una edad especialmente dramática y tormentosa

en la que se producen innumerables tensiones, con inestabilidad, entusiasmo y

pasión, en la que el joven se encuentra dividido entre tendencias opuestas.

Además, la adolescencia supone un corte profundo con la infancia, es como un

nuevo nacimiento (tomando esta idea de Rousseau) en la que el joven adquiere

los caracteres humanos más elevados (Delval, 1998,545). Teniendo en

consideración las diferentes concepciones que pueden relevarse en torno a la

adolescencia —clásicas y contemporáneas—, podemos encontrar algunos

rasgos más o menos comunes a ellas, sea desde el punto vista biológico y

fisiológico, en cuanto a desarrollo físico, durante ella se alcanza la etapa final

del crecimiento, con el comienzo de la capacidad de reproducción: pudiendo

decirse que la adolescencia se extiende desde la pubertad hasta el desarrollo de

la madurez reproductiva completa. (pp. 84-88)

Llegamos a la conclusión que la adolescencia es una etapa muy tormentosa por la cual

pasamos todos.

En tercer lugar, la violencia contra la mujer es según Porta de la Cruz y Suiqui (2013) tomado

de Convención Belen do Pará:

4
Cualquier acción o conducta, basada en su género que cause muerte, daño o

sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público

como en el privado. Es decir, que tenga lugar dentro de la familia o unidad

doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el agresor

comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer y que comprende

entre otros, violación, maltrato y abuso sexual. También la violencia que tenga

lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que comprende,

entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución

forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en

instituciones educativas, y establecimientos de salud o cualquier otro lugar. Y

también aquélla que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes,

donde quiera que ocurra. (p. 55)

Podemos ver que la violencia tiene varios ámbitos, y este no solo se ve en la comunidad sino

también dentro del círculo familiar.

Continuando con nuestro trabajo se debe hablar de la violencia en el núcleo de la pareja. Según

Leyton: (2005)

La violencia en el núcleo de pareja, se ha convertido en un problema de salud

pública que no solo involucra su manifestación directa en el maltrato físico o

verbal mismo que la delatan como evidente haciéndola identificable desde el

más puro empirismo, si no que se trata también de una violencia eclipsada por

factores culturales, tales como creencias, referentes a rasgos e identidad

colectiva de una comunidad , con todas las justificaciones, que sustentan la

violencia directa y estructural(…) (p. 23)

5
Definitivamente la violencia en el núcleo de pareja se lleva a cabo tanto por los factores

culturales y creencias en la misma sociedad.

Seguido de la criminalidad femenina, que según Zafaroni citado por Diaz (2016):

De acuerdo al planteamiento de Eugenio Zafaroni, la criminalidad femenina es

un problema de las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales de

un país, y por eso el tratamiento de los delincuentes debe efectuarse de acuerdo

a las necesidades de la población y sustentarse en la idea de control y justicia

social de un Derecho Penal más preventivo que sancionativo. La política

criminal debe ir en búsqueda del diseño de instrumentos con criterios jurídico-

penales que persigan la defensa social de los individuos, plantear soluciones a

los conflictos, garantizar el respeto por la libertad, el buen nombre y la honra

de las personas vinculadas penalmente a procesos; y re conceptualizar la pena,

delito, victimización, justicia, marginalización y la discriminación.48

Coincidimos en afirmar que la solución al problema planteado no está en

expedir normas sancionatorias, sino que debemos enfocarnos en dar solución

al problema otorgando normas preventivas que puedan ejecutarse en nuestro

país. (p. 167)

Podemos decir que la criminalidad femenina es un problema que afecta a toda la población y

que se deberían efectuar medias de control y justicia.

La importancia de la investigación, bajo el contexto antes descrito puede resumirse en tres

aspectos: El primero la violencia hacia la mujer es una problemática que a medida que pasa el

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tiempo se prolifera, y causa mucho daño a una sociedad que tiene como objetivo desarrollarse

de una manera igualitaria. El segundo, es importante analizar el perfil psicológico del agresor

y la víctima para así poder entender por qué se produce el ataque. Finalmente poder llegar a

dar a conocer una posible solución para así poder llegar a la sociedad peruana y así poder

compartir el conocimiento de una realidad que actualmente las adolescentes viven.

Para lograr una comprensión integra sobre el tema, se ha realizado una selección de

argumentos. Los autores presentan, en este artículo, las características de los agresores y los

contextos en que se produce la violencia con el objetivo de disminuir el riesgo que ayuden a

sostener la respuesta a la interrogante en cuanto al perfil psicológico del agresor. El primer

argumento se justifica a lo expresado por Rey-Anacona y Torres quienes presentan que los

malos tratos en el noviazgo tienden a ser menos graves que la violencia marital, ya que los

más frecuentes fueron las de tipo psicológico sino porque las conductas de violencia hacían

referencia conductas de control y manipulación sobre la pareja. El segundo y último

argumento los dos temas centrales que Díaz presenta son en primer lugar, para el abogado es

un hecho importante la creación de un sistema donde el operador jurisdiccional (como en el

caso de los juzgados de tránsito) cuente con la especialización en materia sustantiva, procesal

y ejecutiva, en los cuerpos normativos antes referidos para que se aplique una correcta

administración de justicia. Finalmente; asegura que la violencia depende de factores

biológicos, psicopatológicos, genéticos, ambientales y además socioculturales como el

desempleo, pobreza, crisis de valores, y la educación recibida desde la infancia hasta el

periodo de adultez, los cuales constituyen distractores al momento de comprender en todas

sus dimensiones las diversas manifestaciones de la no violencia.

Los problemas psicológicos impulsores de la violencia

7
Actualmente la violencia es un tema continuo el cual afecta a la población, para poder llegar

a conocerse sobre este tenemos q entender puntos vitales para así descifrar el porqué de esta

problemática, ya que es indispensable para la salud de la sociedad.

A primer instancia tenemos que entender que los varones tienen una importante cifra al ejercer

conductas agresivas hacia su pareja, no obstante en los estudios la cifra de prevalencia de los

malos tratos por parte de ambos sexos no sería reflejado por su gran variabilidad, sino su

cercana equidad. Sin embargo los varones predominan en estas cifras y con este conocimiento

es de suma importancia conocer y estudiar las distintas características de las conductas

violentas en las relaciones como la frecuencia para así discernir la problemática. (Rey-

Anacona, 2013, p. 153.)

Esto quiere decir que la violencia no es cuestión de un solo género, si no de ambas partes,

pues es ejecutada por ambas partes. Ciertamente se sabe que el varón fisiológicamente es más

propenso a ser actor principal de estos actos, y estadísticamente, con una minúscula ventaja,

es más violento que la mujer.

Se sabe también que la violencia no solo se presenta como tradicionalmente se le conoce

(física y psicológica). Por esto entre los tipos de maltratos el de tipo psicológico, físico,

emocional y sexual son lo más habituales, mientras que por su contrariedad se presentan los

de tipo económico y negligente. Notoriamente los maltratos en el noviazgo serian menos

agravante que en las relaciones maritales, ya que los maltratos en el noviazgo comprenderían

en su mayoría manipulaciones y conductas de control; mientras que las amenazas a la

integridad física y psicológica fueron de poca frecuencia. (Rey-Anacona, 2013, pp. 152-153.)

Tras estos hechos, la empatía de la sociedad genera un apego hacia el tema ya que toda la

población –y como reiteramos nuevamente- concluye que hay más probabilidades de maltrato

hacia las mujeres. También cabe recalcar que los expertos también buscan descifrar el porqué

8
de estos actos denigrables. Recientemente el estudio de las tipologías ha tenido mucho

revuelo. El interés por parte de la comunidad científica hacia las características de los hombres

violentos ha generado una visión al estudio de las tipologías de maltrato. Se concluyó que los

hombres que presentarían desordenes de personalidad, consumo de sustancias proactivas y

bebidas alcohólicas, carencias psicológicas y cognitivas, pensamientos machistas, baja

autoestima, represión emocional e impulsividad serían altos candidatos a ser violentos con su

pareja. (Torres, 2013, pp. 10-11)

Dicho esto inferimos que las psicopatologías son ciertamente un factor importante en este

desenlace ya que así podremos llegar al origen de la violencia. También se concluye que los

hombres que violentan a sus parejas muestran trastornos psicopatológicos (como lo serían los

trastornos de personalidad esquizotípico y trastorno depresivo), dependencia de las bebidas

alcohólicas y sustancias psicoactivas. Cabe recalcar que aunque los trastornos o alguna

psicopatía sean de notoriedad en el perfil de un agresor, esto no sería una característica en

particular. En cuanto al consumo excesivo del alcohol y narcóticos, tampoco estaría asociado

con la personalidad de un agresor, aunque la correlación de estos factor serian un alto factor

de riesgo. (Torres, 2013, p. 11.)

Tras arduas investigaciones podemos llegar a la conclusión de la búsqueda del perfil

psicológico nos ayuda a diferenciar y sobre todo, prevenir situaciones riesgosas.

«Sin duda, la publicación de la revisión teórica de Holtz-worth–Munroe y Stuart

(1994) en el Psychological Bulletin su-pone uno de los momentos clave para entender

la evolución de este campo de estudio. En esta revisión de estudios en los últimos 20

años donde se proponen 3 tipos de maltratadores en función de 3 dimensiones:

violencia marital, generalmente violentos, y psicopatología/trastorno de personalidad.

9
De acuerdo con los 3 subtipos descritos, encontraron que los hombres violentos sólo

en la familia (FO, Family Only), presentaban baja implicación delictiva, intensidad

moderada de la ira, niveles bajos de depresión y de abuso de alcohol. En cambio, el

subtipo disfórico/borderline (DB) presentaba baja o moderada implicación delictiva,

padecía de un trastorno de personalidad límite o esquizoide, niveles moderados de

abuso de alcohol, altos niveles de depresión e ira. El tercer subtipo, generalmente

violento/antisocial (GVA), presentaba implicación delictiva, niveles moderados de ira

y bajos de depresión, consumo abusivo de alcohol y características de la personalidad

antisocial. Esta revisión sugería que los problemas psicológicos o características de

personalidad explicarían en parte la conducta violenta hacia la mujer,

fundamentalmente la personalidad antisocial, trastorno narcisista y el trastorno límite.

El trastorno de personalidad del tipo antisocial se caracteriza por el desprecio y

violación de los derechos de los demás, el tipo narcisista por la grandiosidad, necesidad

de admiración y falta de empatía, y por último el tipo límite por presentar cierta

inestabilidad en las relaciones interpersonales, en la autoimagen y en la afectividad,

así como rasgos de impulsividad.» (Torres, 2013, p. 11.)

Por esto es necesario estudiar estos perfiles violentos, tomando en cuenta que al conocerlos

podríamos llegar a prevenir cualquier situación de riesgo, tanto física, mental y emocional.

Es importante saber que la agresión no solo se presenta en una etapa en especial como lo es la

adultez o en una etapa madura, sino en cualquier parte de la vida como lo es en la adolescencia.

«Los resultados también señalan que los malos tratos en el noviazgo se presentarían

desde las primeras relaciones de pareja, es decir, aproximadamente desde los quince

años de edad y que el porcentaje de adolescentes y adultos implicados en este tipo de

10
conductas tiende a ser alto en todas las edades, si bien el tamaño de la muestra por

edad es disímil tendiendo a concentrarse en el rango de 17 a 21 años de edad.

Asimismo, la correlación estadísticamente significativa entre el tiempo de relación y

la frecuencia promedio de malos tratos generales y con cada uno de los seis tipos de

maltrato analizados, señalan que éstos tienden a incrementarse y diversificarse,

afianzándose en la dinámica de la relación de pareja, por lo que la detección temprana

de aquellos casos en donde han comenzado a presentarse los malos tratos, permitiría

evitar que estos se incrementasen y perdurasen con el tiempo.» (Rey-Anacona, 2013,

p. 153.)

En conclusión, el saber que los malos tratos no dependen de una edad en especial, nos ayudaría

a evitar que los daños empiecen desde el punto de partida y así no dejar que prolifere.

A continuación veremos los diferentes tipos de causantes por los cuales se ejerce la violencia

en las parejas.

«Las diferentes perspectivas teóricas consideran que la causa de la violencia hacia la

mujer en las relaciones de pareja se sitúa en múltiples ámbitos. Estos niveles o ámbitos

harían referencia a: 1) el individuo (desórdenes de personalidad, anomalías

psicológicas, conductas adictivas de los maltratadores, etc.) (Dutton y Golant, 1997;

Fernández-Montalvo y Echeburúa, 2008; Murphy, Taft y Eckhardt, 2007); 2) la familia

(graves problemas de comunicación, conflictividad en la relación, relaciones

disfuncionales, ausencia de apoyo familiar, aislamiento social de la familia, etc.)

(Holtzwortz-Munroe y Stuart, 1994, para un análisis; Huang, Zhang y Cao, 2007;

Zhao, Zhang, Li, Zhou y Li, 2008); y 3) social (por ejemplo, sociedades machistas,

tolerancia social del uso de la violencia, norma de privacidad familiar, actitudes


11
sociales sobre la violencia hacia la mujer en las relaciones de pareja, etc.) (Gracia y

Herrero, 2007; Herrero y Gracia, 2005; Strauss, Kaufman y Moore, 1997)» (Torres,

2013, p. 10.)

Podemos llegar a la conclusión de que las causas por las cuales se ejerza la violencia se pueden

encontrar en diferentes ámbitos.

La violencia en el sistema jurídico

Desde hace mucho tiempo la violencia de uno u otro modo se ha visto justificada por ello les

presentaré un punto de vista.

«Según Calabrese, “la violencia y la agresión son dos caras de la misma moneda que

tradicionalmente ha sido aceptada como mecanismo de control por los individuos que

han ostentado el papel hegemónico dentro del grupo social que de uno u otro modo se

han visto justificados y, por lo tanto, legitimados en el ejercicios [sic] de esa violencia

y de ese poder arbitrario. Por su parte, Velasco Gamboa se pregunta qué es la violencia

más allá de la terminología y de la doctrina, y la respuesta que haya es la siguiente:

“Es un mal de las mismas dimensiones que el cáncer o el SIDA: que corrompe y

destruye a las personas y sociedad de manera lenta y gradual pero efectivo. Y es un

mal más antiguo que los mencionados”.8 De la rugosa mano de una herencia

psicológica inconsciente llega el delito a nuestros días, a nuestras actitudes habituales,

a nuestro pensamiento, a los actos fallidos que emitimos y que lo proclaman. Claro

está que una cosa es el delito y otra llegar a ser delincuente.9 La violencia no solo deja

huella en la vida, sino también dirige el destino de nuestra sociedad. Si la violencia ha

sido muy grave, tendremos una sociedad retrasada, dolida, sin aspiración ni

proyección. Con un país sin violencia, tendremos decisiones más acertadas. Al hilo de

12
esta argumentación que pone en relación la violencia y la agresión, el mismo CGPJ10

afirma que “conceptualmente la violencia se presenta como un estadio más avanzado

de la agresividad. No hay violencia en sentido técnico, por una agresión aislada,

esporádica, sino que esa agresión debe producirse en un contexto de sometimiento de

la víctima. El agresor —sujeto dominante— se mueve en un ambiente en el cual la

víctima se encuentra subordinada. Ello se produce paulatinamente en un contexto de

continua (…). En este sentido puede hablarse de relaciones de dominación”. Este es

un razonamiento clave que dará la pauta respecto de las características propias del

género.11 Encuadramos en ello a la violencia contra la mujer, sexo débil olvidado por

muchos años, con una desprotección normativa y un intento de protección mal

regulado en nuestro país.» (Díaz, 2016, pp. 152-153.)

Esto nos lleva a concluir que nuestro sistema judicial no está apto para tratar temas de

violencia contra la mujer.

A continuación, podemos observar que la medida de protección se adquiere luego de una

denuncia de maltrato a la mujer.

“(…) las consideramos muy acertadas; sin embargo, consideramos que no deben ser

inmediatas en su ejecución hasta que exista una verdadera valoración de la prueba,

ya que podría aprovecharse en su aplicación y perjudicar el normal desarrollo del

proceso. Consideramos no acertada la protección a la víctima35 en las actuaciones

de investigación, ya que contempla la prohibición de la confrontación entre la víctima

y el agresor; eso deja en indefensión al denunciado, violándose el derecho a la tutela

jurisdiccional efectiva, el cual, según García Morillo,36 es un derecho de todas las

personas a tener acceso al sistema judicial y a obtener del mismo una resolución

13
fundada en derecho y, por tanto, motivada, que pueda ser de inadmisión cuando

concurre una causa legalmente prevista. A ello hay que añadir el derecho a no sufrir

indefensión, es decir, a poder ejercer en el proceso, en apoyo de la propia posición,

todas las facultades legalmente reconocidas. El derecho a la tutela jurisdiccional

efectiva, reconocido en el artículo 139 inciso 3 de la Constitución Política, implica

que cuando una persona (en este caso la víctima de violencia de genero) pretenda la

defensa de sus derechos o intereses legítimos, ella tenga la posibilidad de ser atendida

por un órgano jurisdiccional, mediante un proceso dotado de un conjunto de garantías

mínimas y efectivas para la protección de tales derechos, de lo contrario ya no sería

tutela jurisdiccional efectiva. En ese sentido, la tutela jurisdiccional efectiva

comprende una serie de derechos entre los que destacan el acceso a la justicia,37 es

decir, el derecho de cualquier persona de promover la actividad jurisdiccional del

Estado, sin que se le obstruya, impida o disuada irrazonablemente, y el derecho a la

efectividad de las resoluciones judiciales.38 El citado derecho no se agota en el libre

acceso a ese recurso, es decir, en la mera posibilidad de acceder al tribunal, sino que

requiere que el órgano interviniente produzca y exponga una conclusión razonada

sobre los méritos del reclamo (derecho a la debida motivación), que establezca la

procedencia o improcedencia de la pretensión jurídica que le da origen, y también

que se garantice el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión

en que se haya estimado procedente el recurso. El recurso debe ser efectivo, por lo

que no alcanza su mera existencia formal, 39 pues la efectividad exige que sea

adecuado (que la función del recurso que sea en el sistema de Derecho interno sea

idónea para proteger la situación jurídica infringida) y eficaz (capaz de producir el

resultado para el que ha sido concebido. Los juzgados de familia en nuestro país son

insuficientes para resolver los conflictos que se contraen en familia. Los problemas

14
que más aquejan son de violencia familiar y alimentos, que muchas veces no tienen

resultados inmediatos; y de ser inmediatas muchas veces no son acertados,

violándose el principio del debido proceso. Es necesaria la creación de juzgados

especializados en violencia contra la mujer, como sucede en otros países.

Consideramos que el problema radica en el plazo máximo de 72 horas que tiene el

juzgador para evaluar el caso, plazo mínimo e insuficiente para que el juzgador de

manera motivada pueda pronunciarse sobre las medidas de protección de manera

eficaz.» (Díaz, 2016, pp. 162-163)

Esto nos lleva a concluir que nuestro poder judicial no está apto para tratar temas de violencia

contra la mujer.

A continuación, podemos darnos cuenta que en la actualidad no es una prioridad este artículo

de ley.

“(…) Consideramos acertados los servicios de promoción, prevención y

recuperación de víctimas de violencia,41 específicamente con la creación de

servicios de atención y prevención contra la violencia; sin embargo consideramos

no acertado que dichos servicios de promoción, prevención y recuperación de

víctimas de violencia se encuentren a cargo de los Gobiernos locales, regionales

y del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, ya que estos últimos a la

fecha no cumplen sus objetivos por la excesiva carga administrativa. Debemos

recordar que en nuestro país existe una protección normativa en la Ley N°

2823642 que crea hogares de refugio temporal para las víctimas de violencia

familiar, que sin embargo no es eficaz, por la falta de presupuesto para cumplir

sus fines, y sobre todo porque dejaba en desprotección a la mujer víctima del

15
maltrato. Otro aspecto importante y acertado en la ley en comento es el tratamiento

penitenciario para la reinserción social de las personas agresoras privadas de

libertad.43 Sin embargo, debemos tener presente que aún queda la tarea de

tratamiento penitenciario para reinserción social de las personas de delitos

comunes.» (Díaz, 2016, p. 164)

Así mismo, hemos podido observar que por falta de ingresos como también por una carga

administrativa, está haciendo que la ley no se practique.

A continuación, podemos darnos cuenta si es una prioridad para el estado la siguiente ley.

(…) Nos causa admiración la constitución de una Comisión Multisectorial de Alto

Nivel, la misma que estará presidida por el titular o el representante de la alta

dirección del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables e integrada por

los titulares o los representantes de la más alta dirección de las instituciones que

se determinen en el reglamento de la presente ley; que sin embargo al cierre del

presente artículo solo ha quedado en creación de la mencionada comisión.

Preocupa esta falta de articulación por parte del Estado, lo cual nos indica que no

es una prioridad de política nacional, pues no se ha destinado una partida

presupuestaria para esta ley. Queda preguntarse si se va a implementar o no, y si

la respuesta es negativa, qué sucederá con la atención de los casos de violencia

contra las mujeres. (Díaz, 2016, pp. 164-165)

Así mismo, está en duda el desarrollo de esta ley por falta de articulación.

En la siguiente ficha veremos cómo toma la sociedad la violencia en todos estos años.

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«La violencia depende de factores biológicos, psicopatológicos, genéticos,

ambientales y además socioculturales como el desempleo, pobreza, crisis de

valores, y la educación recibida desde la infancia hasta el periodo de adultez, los

cuales constituyen distractores al momento de comprender en todas sus

dimensiones las diversas manifestaciones de la no violencia.47 Por ello es

importante que el Estado otorgue las garantías mínimas para prevenir la

violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar. 2. De acuerdo

al planteamiento de Eugenio Zafaroni, la criminalidad femenina es un problema

de las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales de un país, y por

eso el tratamiento de los delincuentes debe efectuarse de acuerdo a las

necesidades de la población y sustentarse en la idea de control y justicia social

de un Derecho Penal más preventivo que sancionativo. La política criminal debe

ir en búsqueda del diseño de instrumentos con criterios jurídico-penales que

persigan la defensa social de los individuos, plantear soluciones a los conflictos,

garantizar el respeto por la libertad, el buen nombre y la honra de las personas

vinculadas penalmente a procesos; y reconceptualizar la pena, delito,

victimización, justicia, marginalización y la discriminación.48 Coincidimos en

afirmar que la solución al problema planteado no está en expedir normas

sancionatorias, sino que debemos enfocarnos en dar solución al problema

otorgando normas preventivas que puedan ejecutarse en nuestro país. 3.

Consideramos importante que en el reglamento a expedir se superen las

omisiones advertidas en la norma, entendiendo que el marco normativo materia

de análisis resulta ser un hibrido jurídico respecto a la contemplación de

instituciones jurídicas provenientes del Derecho Civil, Derecho de Familia,

Código del Niño y del Adolescente, Ley del Adulto Mayor, y las disposiciones

17
administrativas vigentes referidas a la protección de los derechos de las

poblaciones vulnerables. Es necesaria la creación de un sistema donde el

operador jurisdiccional (como en el caso de los juzgados de tránsito) cuente con

la especialización en materia sustantiva, procesal y ejecutiva, en los cuerpos

normativos antes referidos para que se aplique una correcta administración de

justicia. Esto es, se hace necesario el establecimiento de un proceso especial

como operadores jurisdiccionales especializados y juzgados de la materia, lo que

evitaría la dilación innecesaria cautelares y que para encontrar la futura

responsabilidad del denunciado tenga que remitirlo a una fiscalía especializada

en lo penal, y este a su vez al juzgado penal.» (Díaz, 2016, pp. 166-167)

Podemos ver que nos ofrecen tomar estos casos buscando algo más preventivo que

sancionativo.

A continuación, un punto de vista que lleva las decisiones ante la denuncia.

«4. La norma en comento, conforme ha sido delineada para la mayoría de los

casos de índole penal, ha convertido al juzgado de familia en una mesa de

partes de denuncias por violencia familiar y órgano resolutivo de medidas

cautelares, no otorgándole competencia para que resuelva sobre el fondo del

asunto en casos penales, los que son derivados al juez especializado en lo penal,

deviniendo esto en una acción innecesaria, perjudicando a la víctima de

violencia por género. Por último, estando a la celeridad del proceso, este

resultaría, en algunos casos por la mala fe del denunciante y/o el supuesto

agraviado, en un proceso violatorio a los derechos fundamentales del

denunciado, quien ve recortado su derecho a la defensa con las garantías de un

debido proceso ante la poca o escasa actividad probatoria, por cuanto la mera

sindicación de la supuesta víctima se está constituyendo en prueba


18
preconstituida, resultando contradictoria a los lineamientos desarrollados por

el Poder Judicial en materia penal referida a los casos en que basta la mera

sindicación para encontrar responsable al denunciado.49 5. Para concluir el

presente artículo consideramos de manera emergente la expedición del

Reglamento de la Ley N° 30364 “Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la

violencia contra las Mujeres y los Integrantes del Grupo Familiar”. 6. Debe

mencionarse que el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables es el

encargado de la dirección, asesoría y fiscalización de los diferentes sectores del

Estado sobre los temas de violencia contra las mujeres e integrantes del grupo

familiar; sin embargo, sin una articulación debida con los demás entes

encargados de su cumplimiento, la norma no va a resultar eficaz.» (Díaz, 2016,

pp. 167-168)

En conclusión, si no se sigue los pasos de la denuncia con justicia entonces la norma no se

cumplirá.

En el siguiente párrafo podemos a través de la antigüedad ver las víctimas de la violencia.

“El término de victimización fue utilizado desde las primeras épocas de la

historia, pero en la cultura griega adquirió una connotación especial a partir de

sus representaciones mitológicas y el lenguaje dionisiaco empleado para

plasmar la realidad, sus percepciones frente al mundo y los fenómenos

naturales acaecidos, como lo sucedido con el dios Apolo y su hermana

Artemisa, quien era la diosa de la caza y de las fieras, y que al igual que su

gemelo victimizaba a animales, seres indefensos y mujeres que estuviesen a

punto de traer una nueva vida.3 En la edad media y en la colonia el Feudal era

19
a quien se le concedía el privilegio de estar con la mujer virgen por ser el Jefe

encargado de dirigir este grupo de individuos, pero esto demuestra la

victimización de la mujer en los ritos religiosos de agravios, laceraciones,

extirpaciones, incisiones ocasionadas en sus genitales y otras partes del cuerpo,

de una forma u otra ha sido predispuesta a vulneraciones e incluso de los

medios masivos de comunicación4 . Las leyes de Roma, contenidas

especialmente en las Doce Tablas, mantienen el principio taliónico, pero

agregan “a no ser que la víctima lo determine de otra manera, de acuerdo con

el malhechor”; el derecho a la venganza lo tenía la víctima, pues su ejercicio

quedaba a su propia discreción. Así por ejemplo, la composición por un hombre

muerto era mucho mayor a la de una mujer. En un principio, en el sistema de

composiciones la mujer no tenía derecho a cobrar, pues se le consideraba

incapaz de ejercitar la venganza familiar. Luego se le otorgó derechos en caso

de que faltaran herederos varones.5 Una vez más vemos relegada los derechos

de la mujer por su condición de tal. Las teorías tradicionales de la criminalidad

aludían a los hombres como los principales transgresores de las leyes, debido

a la influencia de este en los distintos ámbitos de la vida, su proximidad con el

marco legal y la preponderancia de tabúes y creencias enmarcados en la

sociedad. No obstante, doctrinantes como Lombroso o Sigmund Freud

analizaban la participación de la mujer en el crimen, explicándolo desde su

comportamiento con los otros individuos y la incapacidad de ser victimaria por

su fisonomía, el complejo de castración y posteriormente el complejo de

Edipo.6 Es así que desde la creación del mundo la mujer ha estado predispuesta

para ser en primer lugar víctima del sexo opuesto por su condición de tal. A

eso se han sumado sendas investigaciones que con el transcurso de los años

20
han pretendido dar a la mujer una protección frente al agresor, pero en ese

intento de protección se han cometido errores en la norma que han dificultado

su aplicación, que a mi modesto entender se podría entender como una doble

victimización a la verdadera mujer víctima. En el Perú se vivió en la década de

1980 y 2000 una época de violencia a la cual se le llamaba “conflicto armado

interno”, el que fue iniciado por un grupo interno terrorista llamado Partido

Comunista del Perú - Sendero Luminoso, el cual sostuvo enfrentamientos

armados con las fuerzas armadas y policiales del Estado Peruano y que

ocasionaron miles de pérdidas humanas y materiales, así como una masiva

violación de derechos humanos y materiales.7 Recuérdese que las primeras

víctimas fueron los campesinos y campesinas de los pueblos alejados de

nuestro querido Perú, que por estar alejados tenían poca protección de las

fuerzas del orden» (Díaz, 2016, pp. 151-152)

Llegamos a la conclusión de que la víctima de la violencia no solo se puede ver en esta época,

sino que es algo por lo cual ha estado pasando desde hace mucho tiempo.

A modo de conclusión

Luego de desarrollar los argumentos que sostienen la hipótesis de la presente investigación es

preciso recapitular las ideas clave acerca de la violencia en relaciones sentimentales de las

adolescentes en el distrito de Ate-Vitarte en el 2018. Del primer argumento se deduce que los

problemas psicológicos como lo son los trastornos mentales, la dependencia de narcóticos y

bebidas alcohólicas influiría de manera impactante a la ejecución de la violencia. Se sabe

también que 3 diversos factores implicarían a ser un agresor, el primero trata del individuo

como tal, es decir, anomalías psicologías. De la misma forma la familia tiene un papel

21
importante, pues de no contar con un apoyo parental crearían situaciones donde la persona se

sentiría aislada, además de sentir ausencia de afecto y compresión. Por último, la sociedad

impacta en gran medida, ya que si una sociedad es tolerante a la violencia y de costumbres

machistas, es más propenso a ser agresor. Del segundo y último argumento se deduce que las

victimas por causa de la violencia no solo es una problemática de la actualidad, sino que es

un suceso que se originó hace muchos años atrás, específicamente en la edad media que según

las teorías tradicionales colocaban al hombre como principal transgresor de leyes.

Además, en esta investigación estudiamos las leyes que amparan a las víctimas que

lamentablemente viven en ignorancia de estas, a pesar de tener de justicia con carencias. Esto

nos lleva a concluir que es una necesidad de la sociedad tener un poder judicial que sea apto

para tratar temas de violencia.

Como conclusión del presente estudio que tiene gran relevancia global, se confirma la

hipótesis planteada, la violencia en relaciones sentimentales de las adolescentes se produce

por los problemas psicológicos del agresor, la ignorancia de los derechos de la víctima y los

arquetipos sociales vigentes.

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