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La atrofia vulvovaginal o vaginitis atrófica es una inflamación crónica y

progresiva de la vagina (y del tracto urinario inferior) debido al adelgazamiento y


contracción de los tejidos vaginales y se presenta, a menudo, acompañada por otras
patologías de la vulva o urinarias. Estos síntomas se deben a la falta de
estrógenos, hormonas sexuales femeninas. Al menos la mitad de las mujeres
postmenopáusicas experimentan atrofia vulvovaginal.1 Sin embargo, ésta puede
aparecer en otras circunstancias que provocan una disminución de estrógenos, como
la lactancia materna o el uso de ciertos medicamentos.

La vaginitis atrófica tiene un “gran impacto negativo en la calidad de vida de las


mujeres postmenopáusicas”,2 que apuntan a una reducción “del placer en su actividad
sexual” y una disminución general de su bienestar.

Hay expertos que han propuesto dejar de usar los términos atrofia vulvovaginal y
vaginitis atrófica y sustituirlos por “síndrome genitourinario de la menopausia”.3

Terminología
Los términos utilizados para referirse a esta condición y su conjunto de síntomas
suelen ser atrofia vulvovaginal y vaginitis atrófica. Sin embargo, hay quienes los
consideran imprecisos para describir todos los cambios que se producen en el
sistema genitourinario después de la menopausia.

El término vaginitis atrófica sugiere que la vagina está inflamada o infectada.


Aunque puede ser así, la inflamación y la infección no constituyen los principales
cambios en la vagina durante la posmenopausia. Además, estos términos no
describirían los efectos negativos en el tracto urinario inferior, que pueden ser
los síntomas más problemáticos de la menopausia para las mujeres. Por tales
motivos, dos sociedades profesionales afirman que el concepto “síndrome
genitourinario de la menopausia” (GSM por sus siglas en inglés) es más preciso.4 A
su vez, vaginitis atrófica tampoco reflejaría los cambios relacionados con los
labios vaginales, el clítoris, el vestíbulo vulvar, la uretra y la vejiga.5

Señales y síntomas
Después de la menopausia, el epitelio de la vagina cambia y reduce su grosor.6
Algunos de los signos y síntomas que acompañan a la menopausia se producen por la
vaginitis atrófica.7 Los síntomas incluyen:

Sequedad
Dolor
Picor
Quemazón
Molestias
Presión
Flujo vaginal blanco
Flujo maloliente
Relaciones sexuales dolorosas
Sangrado tras el coito8
Micción dolorosa
Sangre en la orina
Aumento de la frecuencia urinaria
Incontinencia
Mayor susceptibilidad a las infecciones
Disminución de la lubricación vaginal
Infecciones del tracto urinario
Dolor al orinar
Molestias al sentarse
Molestias al limpiarse
Incidencia y causas
Hasta el 50 % de las mujeres posmenopáusicas presentan al menos algún grado de
atrofia vaginal. Es probable que esté infradiagnosticada y, por tanto, tratada
inadecuadamente.

Diagnóstico
Dado que las mujeres pueden presentar signos y síntomas atribuibles a otras causas,
el diagnóstico se produce cuando tales síntomas no se pueden justificar mejor con
el de otra condición o trastorno. Los test de laboratorio no suelen proporcionar
información relevante que ayude en el diagnóstico. Un examen visual es útil. Los
siguientes síntomas pueden indicar unos menores niveles de estrógenos: poco vello
púbico, pérdida de grasa labial, adelgazamiento y reabsorción de los labios menores
y estrechamiento de la abertura vaginal.

Un examen interno revelará la presencia de un bajo tono muscular vaginal y el


revestimiento de la vagina aparecerá liso, brillante, blanquecino y con pérdida de
pliegues. El fórnix vaginal puede desaparecer y el cuello uterino, aparecer
alineado con la parte superior de la vagina. La inflamación es evidente cuando el
revestimiento vaginal sangra con facilidad y aparece hinchado. El pH vaginal se
medirá a 4,5 o más.9

Tratamiento
Es poco probable que los síntomas del GSM se resuelvan sin tratamiento. Las mujeres
pueden presentar bastantes o algunos de los síntomas, en función de los cuales se
indica el tratamiento más adecuado para cada una de ellas. Si padecen otros
problemas de salud, pueden tenerse en cuenta para indicar el tratamiento más
apropiado. Para aquellas que tienen síntomas relacionados con la actividad sexual,
puede ser suficiente un lubricante. Si hay síntomas urinarios y genitales, la
terapia local con dosis bajas de estrógenos puede ser efectiva, pero las mujeres
que han sido pacientes con cáncer hormonodependientes pueden necesitar tratamientos
más prudentes. Algunas mujeres pueden presentar síntomas que estén extendidos o
encontrarse en riesgo de sufrir osteoporosis; estrógenos y adyuvantes pueden ser la
mejor opción.

El tratamiento tópico con estrógenos es eficaz cuando los síntomas son graves y
alivia la alteración del pH para restaurar el microbioma de la vagina. Cuando los
síntomas incluyen los relacionados con el sistema urinario, se puede usar un
tratamiento sistemático. Las recomendaciones para el uso de la dosis efectiva más
baja durante el período más breve posible ayudan a prevenir efectos endometriales
adversos.10

Nuevos tratamientos han sido desarrollados más recientemente. Incluyen moduladores


selectivos del receptor de estrógenos, dehidroepiandrosterona vaginal y terapia con
láser. Otros tratamientos están disponibles sin receta, como los lubricantes
vaginales y los humectantes. Los dilatadores vaginales pueden ser útiles. Dado que
el GSM también puede causar problemas urinarios relacionados con la disfunción del
suelo pélvico, hay mujeres que pueden beneficiarse de los ejercicios de
fortalecimiento del mismo.

Investigación
La Agencia Americana del Medicamento (FDA) ha aprobado el uso del láser en el
tratamiento de muchos trastornos. El GSM no se menciona específicamente en esta
lista de trastornos de la FDA, pero los tratamientos con láser han tenido cierto
éxito, aunque aún se necesitan estudios más completos.

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