• ¿Qué nos dicen los descubrimientos arqueológicos
en relación con los orígenes del pueblo hebreo, de los Patriarcas de Israel, Abrahán, Isaac y Jacob? • No hace falta decir que de estos personajes no aparecen mayores referencias más que en la Biblia. • Los relatos acerca de los Patriarcas, como los cantos homéricos sobre la guerra de Troya, eran poemas históricos que no se pusieron por escrito hasta muchos siglos después de circular oralmente. • Los primitivos hebreos estaban organizados según una forma tribal patriarcal de sociedad. • Es decir tribus familiares dirigidas por un patriarca o dirigente familiar dominante. • Los escritores hebreos realizaron un proceso de reelaboración de los relatos y modernizaron algunos detalles históricos. • Así, por ejemplo, en el Génesis hay varias alusiones al camello, como cuando un siervo de Abrahán toma consigo una caravana de camellos y marcha hacia Aram en busca de una esposa para Isaac (Gn 24). • La arqueología nos informa, sin embargo, de que el camello no estaba generalizado como animal doméstico por aquella época, por lo que deberíamos leer «asno» en vez de «camello». • Otro caso es la noticia de que en la costa sur de Palestina se hallaban asentados los filisteos (Gn 21,34; 26), pero hoy sabemos que esto no ocurrió hasta cinco o seis siglos más tarde. ¿Cuál era el trasfondo étnico de los Patriarcas, según el Antiguo Testamento? • מי אֹבֵ֣ד ָא ִִּ֔בי ֙ ִּ ( ֲא ַרWTT) «Un nómada (o fugitivo) arameo fue mi padre» (Dt. 26:5 ). • Debemos entender que su país de origen, era el «Campo de Aram» o «Aram de los dos ríos». • Los amorreos fueron un pueblo constituido por tribus nómadas muy belicosas que ocuparon Siria, Canaán y la región al oeste del río Éufrates, desde la segunda mitad del tercer milenio antes de nuestra era. • En el curso de sus correrías llegaron a conquistar en dos ocasiones la ciudad de Babilonia. • Se cree que el rey Hammurabi era descendiente de amorreos. • Durante la época de la III dinastía de Ur, había dos grupos de amorreos diferentes. • Los primeros llevaban ya sedentarizados desde hace mucho tiempo en parte de Canaán (Líbano, Anti- Líbano, el valle de Orontes) y se estaban expandiendo por el norte de Siria y el sur de Canaán. A estos amorreos se refiere la Biblia. • Los segundos, de mayor importancia histórica sobre todo para Mesopotamia, eran nómadas que recorrían el desierto entre Palmira y Mari y flanqueaban el Éufrates para que su ganado pastase en la estepa mesopotámica. • Como se ha dicho, algunos se establecieron entre los ríos Tigris y Éufrates, haciéndose sedentarios y mezclándose con la población sumeria, como consecuencia subirían al poder dinastías de origen amorrita en distintas ciudades del centro y sur de Mesopotamia. • La más importante en Babilonia, ya que el propio Hammurabi sería amorreo. • A los inicios del imperio paleo-babilónico la población era pues una mezcla acadio-amorrita. • Los amorreos no introdujeron muchas novedades, se limitaron a asimilar la cultura preexistente. • Una de sus aportaciones sería la introducción del símil que presenta al rey gobernante como pastor-guía de su pueblo. • En lo religioso, los amorreos apenas introdujeron nuevos dioses, pues la similitud de su idioma con el acadio favoreció que sus dioses se identificaran con algunos de los ya existentes. • Su principal aportación religiosa fue su dios principal, Amurru, que tras la dinastía amorrea de Babilonia sobrevivió como un dios secundario hasta que más adelante los babilonios lo elevarán a dios nacional, bajo el nombre de Marduk. • El amorreo es una lengua semítico-occidental y que se conoce únicamente a través de nombres propios no acadios transmitidos por escribas acadios durante la época de dominio amorrita en Mesopotamia. • Se trata de un idioma de gran semejanza con las lenguas cananeas. • Además de ser poco conocida fue una lengua de escasa importancia ya que los amorritas con el tiempo usaron el acadio, que en aquella época se parecía mucho a su idioma y era el idioma principal de Mesopotamia. • Esto queda demostrado en unas tablillas encontradas en la ciudad de Mari fechadas entre el 1800 y el 1750 a. C., en las que los amorreos hablaban un dialecto del acadio y que mostraban muchas formas y construcciones semitas del noroeste. • A los inicios del imperio paleo-babilónico la población era pues una mezcla acadio-amorrita. • La tradición bíblica, por consiguiente, es que los Patriarcas eran arameos, miembros de un pueblo que más tarde se haría famoso en la historia por sus emprendedores comerciantes y que llegaría a crear un gran Imperio con capital en Damasco. • Los parientes de jacob, Betuel y Labán, son llamados «arameos», es decir, «hombres de Aram» (Gn. 25:20; 28:5; 31:20,24). Cuando Isaac tenía cuarenta años, tomó por esposa a Rebeca, hija de Betuel, arameo de Padán Aram ( ) ָ ָֽה ֲא ַר ִִּ֔מי ִּמ ַפ ַ ַּ֖דן ֲא ָ ָ֑רם, y hermana de Labán, arameo ( )הָ א ֲַר ִּ֖מי. (Gen 25:20 BNP, WTT) • G. Ernest Wright, nos entrega sus conclusiones respecto a la procedencia histórica de los patriarcas hebreos (Arqueología Bíblica, Ediciones Cristiandad, S. L. Madrid 1975) 1)El primer dato interesante consiste en que muchos de los nombres que llevan los antepasados de Abrahán en el relato de Gn.11 han resultado ser nombres de ciudades situadas en las inmediaciones de Harán. • Tenía Téraj setenta años cuando engendró a Abrám, Najor y Harán. (Gen 11:26 BNP) a) Uno de los hermanos de Abrahán se llama Harán ( ָה ָ ָֽרןWTT), casi igual que la ciudad ( ָח ָ ַּ֖רןGen 11:31 WTT) una próspera comunidad de los siglos XIX y XVIII y es mencionada en reiteradas ocasiones en cartas y documentos de la época. b) El segundo de los hermanos de Abrahán es Najor ( נָ ַּ֖חֹורGen 11:26 WTT), igual que la ciudad a la que Abrahán envió a su sirviente en busca de Rebeca (Gn. 24:10). • También Najor ( )נָ ָֽחֹורnos es bien conocida como ciudad, por los textos de Mari y los documentos asirios. • Aunque el montículo que la oculta no puede ser identificado hoy con absoluta seguridad, se trata sin duda de una ciudad vecina de Jarán. • Lo mismo puede decirse del padre de Abrahán, Téraj ( ת ַרח ַּ֖ Gn.11:26 WTT), que aparece con el nombre de otra ciudad: Til-Turákhi. • El bisabuelo de Abrahán fue Serug ( ְׂש ַּ֖רּוגGn. 11:22 WTT), cuyo nombre coincide con el de otra ciudad (Sarugi) situada al oeste de Jarán. • Estos nombres bíblicos de los hermanos y antepasados de Abrahán son probablemente otros tantos nombres de clanes patriarcales que éstos pudieron dar a las ciudades que fundaron o tomar de las ciudades y aldeas de que se hicieron dueños durante las perturbaciones ocurridas en torno al año 2000 a. C. 2) El segundo dato de Wright, se refiere a la primera oleada de migración amorrea. • Poco después del 2000 a. C., según sabemos, aparecen estados «amorreos» por toda aquella zona. • Mari, Jarán, Najor, Catna, Ugarit son otras tantas ciudades «amorreas», con reyes «amorreos». • La misma Babilonia se convirtió en capital de un estado amorreo que hacia 1700 (según la cronología más reciente) aparece gobernado por el gran Hammurabi. • La oleada de los «amorreos» es una de las primeras grandes invasiones semíticas que conoce la historia. • Lo que a nosotros nos interesa de todo esto es que la zona de Jarán, de donde procedían los Patriarcas, fue uno de los nuevos centros de asentamiento de pueblos semitas justamente en la época en que se supone que vivieron allí esos Patriarcas. • Por añadidura, los nombres «Abram» en la forma Abamram) y «Jacob» (en la forma Jacob-el) son conocidos como nombres personales entre los amorreos 3) El tercer argumento de Wright son los paralelos entre las costumbres patriarcales y las tablillas de Nuzi. • En Gn.15:2 aparece Abrahán quejándose a Dios de que no tiene ningún hijo y que habrá de heredarle un tal Eliezer, al parecer «el más viejo de su casa, que administraba cuanto poseía» (Gn. 24:2). • Algunas tablillas de Nuzi nos lo aclaran. Era costumbre que las parejas sin descendencia adoptaran a alguien como hijo. • Este quedaba obligado a cuidar de sus padres adoptivos mientras vivían y ocuparse de que al morir tuvieran una honrosa sepultura. A cambio de estos servicios heredaba todas las propiedades. • La venta que hace Esaú de sus derechos de primogenitura a Jacob tiene también paralelos en las tablillas de Nuzi, en que un hermano vende un bosque que ha heredado por tres ovejas. • Las bendiciones orales y las últimas voluntades eran tenidas por válidas tanto en Nuzi como en la sociedad patriarcal. Aquellas bendiciones eran algo muy serio y se consideraban irrevocables. • Raquel se apoderaba de los dioses o ídolos domésticos. Si bien se ha discutido en qué podían consistir exactamente estos terafim (Gn. 31:19), de lo que no cabe duda es de que se trataba de los dioses domésticos. • Al parecer, y según las noticias de Nuzi, poseer aquellos ídolos era de la mayor importancia. • No sólo garantizaban una vida próspera, sino que también aseguraban a quien los tuviera en su poder la posesión de la herencia. • Parece que los Patriarcas trajeron consigo de Mesopotamia algunas de las tradiciones relativas a la creación, el paraíso, el diluvio, los relatos sobre Nemrod (Gn.10:8ss) y la torre de Babel (Gn.11). • ¿Cómo explicar de otro modo que Israel los poseyera y que Canaán los ignorase? • Efectivamente, en las tabletas de Mari y Nuzi de los s. XIX y XVIII a.C., aparece el nombre de Abraham; y en general, los nombres de los Patriarcas se asemejan a los nombres amoritas (amorreos) de dichos textos. • Asimismo, los documentos excavados en Nuzi presentan un cuadro de la vida social y económica de una ciudad del norte de Mesopotamia, del s. XV a.C., entre los cuales se han descubierto paralelismos con las costumbres y usos legales de los textos bíblicos Patriarcales. • Por otro lado, el conocimiento que se tenía, por el código de Hammurabi, sobre las costumbres y leyes del antiguo Oriente se ha ampliado con nuevos descubrimientos de otros códigos sumerios, babilonios, hititas y asirios. • Según los cuales se confirman también usos y costumbres semejantes a los que aparecen en el ambiente bíblico de los Patriarcas. • Estos usos y costumbres habían desaparecido mucho tiempo antes de ponerse por escrito estos relatos y estaban prácticamente olvidados. • Lo cual confirma indirectamente la historicidad de los relatos patriarcales. • Pese a que las narraciones sobre los Patriarcas reflejan con notable fidelidad un periodo histórico mucho más antiguo de aquel en que fueron escritas, sobre las personas o hechos bíblicos concretos no existen, sin embargo, testimonios fuera de la Biblia. • A ello se debe que la cronología de Gn.12-50 permanezca general e imprecisa. • Antes de deducir la interpretación de un relato bíblico conviene acercarse lo más posible a la intención de dicho relato. • Esto ocurre especialmente con los relatos patriarcales. • Sin embargo, todo lo anterior es radicalmente cuestionado por arqueólogos modernos como Israel Finkelstein y Neil Silberman • En su obra La Biblia desenterrada (Ediciones siglo XXI, 2003) nos declara: El estilo de vida pastoril de los patriarcas parecía cuadrar bien, en términos generales, con lo que los arqueólogos de los primeros años del siglo xx habían observado en la vida beduina contemporánea de Oriente Próximo . La idea académica de que el modo de vida beduino se había mantenido en esencia sin cambios durante milenios prestaba cierto aire de verosimilitud a las descripciones bíblicas de una riqueza calculada en ovejas y cabras (Génesis 30:30-43), conflictos de clanes con aldeanos asentados por los pozos de agua (Génesis 21:25-33) y disputas por las tierras de pasto (Génesis 13:5-12). Además, las referencias notorias a localidades de Mesopotamia y Siria, como Ur, lugar de nacimiento de Abraham, y Jarán, a la orilla de un afluente del Eufrates (donde la mayoría de su familia siguió viviendo tras haber emigrado él a Canaán), parecían corresponderse con los hallazgos de las excavaciones arqueológicas en el arco oriental del Creciente Fértil, donde se habían encontrado algunos de los primeros centros de la antigua civilización de Oriente Próximo. Sin embargo, había algo mucho más profundo, mucho más íntimamente ligado a la moderna creencia religiosa, que impulsaba a los estudiosos a buscar a los patriarcas «históricos». Muchos de los primeros arqueólogos bíblicos habían recibido una formación clerical o teológica. Estaban convencidos por su fe de que la promesa de Dios a Abraham, Isaac y Jacob —la primogenitura del pueblo judío, transmitida a los cristianos, según explicaba el apóstol Pablo en su carta a los gálatas — era real. Y, si lo era, había sido hecha, probablemente, a unas personas reales y no a creaciones imaginarias de la pluma de algún antiguo escriba anónimo. Sin embargo, la búsqueda de los patriarcas históricos no llegó a tener éxito, pues ninguno de los periodos próximos a las fechas sugeridas por la Biblia ofrecía un trasfondo totalmente compatible con los relatos bíblicos. La supuesta migración hacia el oeste de grupos que habrían marchado de Mesopotamia a Canaán —la llamada migración amorrea, en la que Albright situaba la llegada de Abraham y su familia— resultó más tarde una ilusión. La arqueología desmintió totalmente la suposición de que en aquel momento se había producido un movimiento demográfico repentino y masivo. Y los aparentes paralelismos entre las leyes y costumbres de Mesopotamia en el segundo milenio a. de C. y las descritas en los relatos de los patriarcas eran tan genéricos que podían valer para casi cualquier periodo de la historia antigua de Oriente Próximo. • Finkelstein ofrece a cambio las siguientes propuestas: 1) Los árameos, no se mencionan como un grupo étnico diferenciado antes de c. 1100 a.C. • A comienzos del siglo IX a. de C. llegaron a ser un factor dominante en las fronteras septentrionales de los israelitas, con la aparición de varios reinos árameos en toda la zona de la moderna Siria. • Entre ellos, el reino de Aram-Damasco fue unas veces aliado y otras rival del reino de Israel en el dominio de los ricos territorios agrícolas situados entre los principales centros del valle alto del Jordán y Galilea. • En realidad, el ciclo de relatos que hablan de Jacob y Labán expresa metafóricamente las relaciones complejas y con frecuencia tormentosas entre Aram e Israel durante muchos siglos. 2) Los pueblos de la creciente fértil tendían a llevar nombres similares y podían encontrarse a muchos kilómetros de distancia, como lo es caso de Ur. 3) En los relatos de los patriarcas aparecen también claramente reflejadas las relaciones de Israel y Judá con sus vecinos orientales. Sus contactos con los reinos de Amón y Moab habían sido con frecuencia hostiles a lo largo de los siglos VI y V a. de C. 4) Las historias de Jacob y Esaú —el hijo delicado y el fornido cazador— están hábilmente modeladas como leyendas arcaizantes para reflejar las rivalidades de la época monárquica tardía entre Israel y Edom. 5) Varias genealogías incluidas en las historias de los patriarcas nos ofrecen un cuadro detallado de los pueblos de los desiertos del sur y el este durante los últimos tiempos de la monarquía y explican —una vez más a través de la metáfora de las relaciones familiares— qué función desempeñaron en la historia contemporánea de Judá. 6) Dado que ninguno de estos nombres eran importantes o ni siquiera estaban presentes en la experiencia del pueblo de Israel antes del periodo asirio, no parece haber muchas dudas de que esos pasajes genealógicos fueron elaborados entre los siglos VIII y VI a. de C. 7) Finalmente, algunos textos asirios mencionan localidades situadas en la zona de Jarán con nombres que se parecen a los de Téraj, Najor y Sarug, ascendientes de Abraham. Es posible que fueran antepasados epónimos de esas localidades. 8) Las tradiciones patriarcales deben considerarse, pues, como una especie de «prehistoria» piadosa de Israel en la que Judá tuvo una función decisiva. Describen la historia primitiva de la nación, trazan los límites étnicos, hacen hincapié en que los israelitas eran forasteros que no formaban parte de la población indígena de Canaán y engloban las tradiciones del norte y el sur, subrayando en última instancia la superioridad de Judá.