Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Biomecánica de la cadera
M. F e r n An d e z F a ir é n
Recuerdo anatómico
La cadera, com o el resto de las articulaciones de la economía humana, presenta un alto
grado de eficacia en cuanto a su función de movilidad y transmisión de cargas, merced a
una adecuada disposición anatómica.
El acetábulo se presenta como una porción esférica, menor que una hemiesfera si se le
quita el borde periférico, de abertura dirigida hacia fuera, hacia delante, formando un
ángulo de 40° con el plano sagital, y hacia abajo, con un ángulo de 60° respecto al plano
horizontal.
La cabeza femoral constituye dos tercios de esfera, y está cubierta de un cartílago hialino
que se adelgaza hacia el surco subcapital, en la unión de la cabeza con el cuello femoral.
En cualquier posición de la cadera, el acetábulo está ocupado sólo por dos quintos
de la cabeza.
Esta “congruencia incongruente” permite, com o es fácil entender, un amplísimo rango
de movimientos. Ahora bien, como la función de la articulación exige además de esa
movilidad un grado racional de estabilidad, la profundidad del acetábulo aumenta al estar
rodeado por el borde, ya citado. Éste no es ni más ni menos que un ligamento fibroso,
o mejor dicho fibrocartilaginoso, que se inserta en el margen óseo del acetábulo, y
cubre la cabeza femoral más allá de su línea ecuatorial.
Otro ligamento que tiene una función primordial de contención anterior de la articulación,
dada la orientación hacia delante del cotilo y del cuello, es el ligamento iliofemoral,
o de Bigelow, que se “enrolla” alrededor del cuello femoral, desde la zona periacetabular
del ilio hasta la línea intertrocantérica.
El tamaño, la orientación y la organización subestructural del cuello femoral, son
factores de máxima importancia en la consecución de los fines señalados al principio del
capítulo. De la relación diámetro del cuello/diámetro de la cabeza, que en la cadera
humana es aproximadamente de 0,7, depende en gran medida la libertad de movimiento
antes de que el cuello choque con el reborde acetabular.
La orientación espacial del cuello es el segundo parámetro que debe considerarse al
analizar la anatomía articular en relación con la mecánica de ésta. En efecto, el cuello del
fémur forma con el fiaste femoral, es decir, con la diáfisis, un ángulo de 125135° en el
plano frontal, y un ángulo de declinación, entendiendo por tal el formado entre el eje de
los cóndilos femoralesy el eje del cuello en un plano horizontal, de 1 2 ° de anteversión,
por término medio.
Esta combinación de abertura anterior del cotilo y anteversión del cuello ya se ha
señalado
como fiindamental para permitir una gran movilidad articular, sobre todo en flexión.
186 M. FernándezFairén
Figura 121.
La materia ósea se reparte en la pelvis y en el tercio superior del fémur siguiendo el
patrón de cargas. Existe una clara correspondencia
estructural/funcional.
Esa disposición estructural se coordina con la transmisión de cargas a través de la
articulación, con una íntima relación y traducción en la ordenación y reparto de los
materiales óseos que constituyen dicha estructura.
La condensación trabecular posterosuperior que se observa en el cotilo, se continúa
a nivel de la cabeza y del cuello con un potente haz de trabéculas que se extiende desde
el polo superior de la cabeza hasta la cortical posteromedial de la diáfisis. Este haz
se conoce com ó medial y a través de él se transmiten la mayor parte de cargas en
compresión, que luego se distribuyen por la cortical diafisaria de la localización citada
(fig. 1 2 1 ).
En la zona superior y lateral del cuello existe otra form ación fascicular trabecular,
que recibe la denominación de sistema trabecular lateral, y llega hasta la base del
trocánter mayor, y es resistente a los esfuerzos producidos por la contracción de la
potentísima musculatura abductora.
El ahorro de materia que hace la naturaleza en las zonas poco solicitadas, se aprecia
también en la cadera, donde entre ambos sistemas trabeculares pueden apreciarse un
triángulo claro central cervical, o de Ward, y otro subcapital, o de Babcock.
Esta remarcable adaptación biomecánica de la estructura a los requerimientos a que
está sometida, fue mostrada por el análisis matemático de Koch, en 1917. Desde entonces
se han dedicado a esta articulación numerosísimos trabajos y estudios biomecánicos, y
no puede olvidarse que éstos en muchos casos fueron motivados por las cuestiones
derivadas de los procesos clínicos que con frecuencia inciden sobre la cadera, y por las
diferentes técnicas terapéuticas propuestas y utilizadas.
Cinemática
La cadera es una articulación de encaje esférico (ballandsocket), con posibilidad de
m ovim iento en todas las direcciones. El movimiento de la cabeza en el acetábulo se
realiza, pivotando alrededor del centro de rotación de la cabeza femoral, mediante el
deslizamiento de las superficies articulares entre sí. La dirección de este deslizamiento,
en las caderas normales, debe ser tangencial al punto de contacto de las superficies. Si no
es así, en estados patológicos, aparecen picos de compresión o distracción en
determinadas zonas, con la consiguiente alteración de las superficies articulares y del
patrón cinemático.
No se ha efectuado el análisis de los centros instantáneos de rotación respecto a los que
se efectúa el correspondiente movimiento de la articulación, dada la dificultad que supone
la realización simultánea del movimiento en tres planos.
La cinemática global de la cadera ha sido estudiada mediante métodos fotográficos,
electrogoniométricos, acelerómetros, etc., de los que se desprenden datos referentes a los
desplazamientos, velocidades y aceleraciones del fémur respecto a la pelvis. Ello tiene una
gran importancia para el conocimiento de las posibilidades funcionales de la articulación
en particular, y del individuo en general, de su afectación por trastornos patológicos,
implantes y “explantes”, la actividad y eficacia de los músculos periarticulares, y las
fuerzas y momentos que van a aplicarse sobre ella.
Rango de movilidad
Como se ha expuesto, la cadera puede moverse en todos los planos del espacio. Debido a
la orientación en anteversión de los dos componentes articulares, la máxima libertad de
m ovim iento se observa en el plano sagital, en el sentido de la flexión, que llega a ser
de 140°, mientras que la extensión sólo es de 15°. Las estructuras capsuloligamentosas se
relajan con la flexión y se tensan en extensión, impactando por su torsión la cabeza
femoral contra el acetábulo, “atornillando” la articulación.
En el plano fiontal se produce un movimiento de separación, o abducción, respecto al
eje longitudinal del cuerpo, que alcanza 30°, y otro de acercamiento, o aducción, que
puede ser de hasta 25°.
Por último, las rotaciones, en el plano horizontal o transverso, varían según la cadera
esté en extensión o flexionada. La rotación externa varía entre 60 y 90° y la interna entre
30 y 60°, dependiendo de su situación en flexión o en extensión.
Com o se ha indicado, es importante considerar la íntima relación que tiene la disposición
de la cadera en los diferentes planos con la capacidad de movimiento en ellos y las
posibilidades de acoplamiento de esos movimientos. Así, por ejemplo, la elevación
anterolateral de la extremidad, flexiónabducción de la cadera, logra su máximo
desarrollo
colocando la cadera en rotación externa, ya que de esa forma el trocánter mayor pasa a
ser posterior y no entra en conflicto con el reborde acetabular. En consecuencia de la
misma manera que puede hablarse de un aumento de la amplitud del movimiento al
combinar las rotaciones y la flexión, cabe hacerlo con la asociación
abducciónflexiónrotación externa.
La movilidad máxima que puede ostentar la cadera acoplando los sentidos simples
de movimiento descritos, se expresa gráficamente por el cono de circunducción, o cono
máximo generado por un punto distal sobre la extremidad inferior que se mueve to mando
com o centro o vértice la articulación de la cadera (fig. 1 2 2 ).
188 M. FernándezFairén
Evidentemente, durante la vida cotidiana no se utiliza ese grado extremo de libertad
de movimientos, que sólo es totalmente necesario en actividades muy específicas como la
gimnasia rítmica o el ballet.
Si se analiza un gesto tan común y repetido com o es la marcha, el momento de máxima
flexión, 3540°, corresponde al final de la fase oscilante del paso. En cambio, la cadera
está en extensión máxima, 510°, al despegar el talón.
En el plano frontal, puede existir una variación de 3° de aducción a 7° de abducción,
aproximadamente. La fase de carga se realiza con una discreta aducción, a la que se pasa
desde el cierto grado de abducción adoptado durante la fase oscilante, máximo en su
comienzo justo después del despegue de los dedos. Asimismo, la cadera se encuentra en
rotación interna durante la fase de apoyo, desde justo antes del ataque del talón, y en
rotación externa en la fase oscilante, con un promedio de rotación global de 13°.
Johnston y Smidt (1970) midieron el rango de movimiento que necesitaba la cadera
para llevar a cabo distintas actividades. La máxima movilidad en el plano sagital, en el
sentido de la flexión, se registraba al agacharse para atarse los zapatos y al ponerse en
“cuclillas” para coger un objeto del suelo. En los planos horizontal y frontal, el
movimiento desarrollado era máximo al atarse el zapato con una extremidad inferior
cruzada sobre la otra. Com o conclusión de dicho trabajo, puede decirse que para realizar
sin problemas los gestos habituales de la vida diaria la cadera precisa 1 2 0 ° de flexión,
20 ° de abducción y otros 2 0 ° de rotación externa (tabla 1 2 1 ).
Cinética
Sobre la cadera gravita el tronco y a su alrededor actúan diversos grupos musculares que
promocionan su estabilidad, el equilibrio estático y dinámico del tronco sobre la
extremidad inferior, y la función móvil de ésta. Todo esto supone la producción y
aplicación
sobre ella de una serie de fuerzas y momentos.
El conocimiento y la valoración de esas fuerzas se ha realizado por diferentes métodos,
considerando la situación estática, dinámica, de manera experimental cargando
especímenes cadavéricos, o realizando mediciones directas in vivo.
De todos estos trabajos se obtienen un gran núm ero de datos, no siempre concordantes,
ni tan siquiera congruentes, pero que analizados minuciosamente dan cierta luz
al problema.
Fuerzas aplicadas sobre la cadera
A partir de los datos antropométricos aportados por Braune y Fischer, Pauv^els (1976)
calculó, las fuerzas que actúan en la cadera en equilibrio estático bipodal y en la fase de
apoyo pleno m onopodal de la m archa, cuando el centro de gravedad del cuerpo pasa
por el mismo plano que el centro de rotación de la cadera. De esta manera, reduce el
problema a un simple análisis de fuerzas en dos dimensiones.
La fuerza de reacción experimentada por la articulación resulta de la suma del peso del
cuerpo, que provoca un momento aductor sobre la cadera, y de la fuerza producida por
la contracción de la musculatura abductora, que neutraliza dicho m omento (fig. 123).
Tabla 122.
Fuerzas aplicadas sobre la cadera según diferentes autores
Autor Actividad Número de veces el peso corporal
Pauv\íels (1976) Apoyo monopodal (estático) 2,92
Fase de apoyo de la marcha 4,5
Inman (1947) Apoyo monopodal (estático) 2,42,6
Blount(1956) Apoyo monopodal (estático) 3,4
Rydell (1966) Apoyo monopodal (estático) 2,9
Marcha 3,27
SeiregyArvikar(1975) Marcha (casiestática) 5,4
Del trabajo de Frankel (1960) puede extraerse otra deducción interesante. Debido a
la tendencia a la aducción de la cadera en carga y a la contracción simultánea de los
abductores,
la solicitación del cuello es compresiva en toda su sección, lo cual es perfectamente
asumido por su doble sistema fascicular trabecular, ya mencionado al comienzo
192 M. FernándezFairén
Solicitaciones en la cadera
Conocidas las cargas que gravitan sobre la cadera, las solicitaciones en la cadera
dependerán de aquéllas y de la superficie en la que se repartan. A su vez, esta superficie de
cargaequivaldrá, en mayor o menor medida según lo uniforme de dicha distribución, a la
superficie de contacto entre la cabeza del fémur y el acetábulo. Y, además, este contacto
será fruto de la congruencia de ambas estructuras, en primer lugar por su forma y en
segundo lugar por su deformabilidad.
La cabeza femoral tiene forma de una esfera casi perfecta, tal y como mostraron Hammond
y Charnley en un cuidadoso estudio con siete métodos diferentes. Las desviaciones
promedio de circularidad en los cortes sagital, frontal y transverso, son de 1 ,2 ,0 ,0 4 y
0,6 % respectivamente, en cabezas de alrededor de 50 mm de diámetro. También el
acetábulo muestra cierta tendencia de orden más arciforme que la cabeza femoral.
O tra cuestión es la congruencia entre esas dos estructuras. Para que sea posible la
realización de un movimiento de rotación de una respecto a la otra, es preciso que exista
un espacio evolutivo entre las superficies. No pueden concebirse dos esferas concéntricas
con el mismo radio. La congruencia se restablece en cierta medida por la deformabilidad
de los materiales, es decir, del conjunto osteocondral.
Al aplicar una carga sobre la articulación, el cartílago experimenta una deformación
“instantánea”, que de hecho ocurre en unas pocas centésimas de segundo. A esta
deformación inicial le sigue una fase de fluencia rápida en un principio, que disminuye
progresivamente con el paso del tiempo y se hace mínima al cabo de treinta minutos. Así es
posible que la cadera no sea en realidad un sistema esférico perfectamente congruente,
incompatible por otra parte con el movim iento y con la nutrición del cartílago, sino
más bien incongruente: una especie de revolución ojival cotiloidea recubriendo una cabeza
femoral que tiende a la esfericidad. La deformabilidad de la interfase condral mejora
la situación de concordancia y contacto de las superficies articulares.
Las áreas de contacto variarán pues con la forma de la cadera y con el estado y
propiedades mecánicas del cartílago que la cubra, pero además y en gran medida según
cuál sea la magnitud de la carga aplicada sobre la articulación. En efecto Greenwald y
Haynes (1972) determinaron y midieron las áreas de contacto en una serie de especímenes
cadavéricos adultos. Cargaban las caderas con 1,6 veces el peso corporal, y otras con sólo
0,2 veces dicho peso. Con la carga mayor, obtuvieron unos contactos de entre 22,19 y
33,68 cm^, con un promedio de 26,77 cm^, lo que equivalía de m anera aproximada al
70 % de la superficie articular total de la cabeza femoral. Topográficamente, se incluían
en
C a p it u l o 12. Biomecánica de la cadera 195
Figura 126.