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Vocación migrante Y viaje intelectual.

7
ManuelUgarte.

Viajábamos para encontrarnos a nosotros mismos


Y para encontrar la
nacionalidad superior.
Manuel Ugarte,
La dramática intimidad de una generación

El intelectual desprendido de su país de origen ha sido un


fenómeno tan frecuente desde finales del siglo XIX y durante
todo el siglo XX que es posible leer gran parte de los movimien-
tos culturales de esta época como una cartografía de estos des-
plazamientos. Como ha puesto en relieve la critica anglosajona
en las últimas décadas, la estampa del escritor migrante resul-
ta insoslayable para entender las grandes renovaciones estéti-
cas modernas y contemporáneas. Para Malcolm Brad~ury
(1976), en su clásico libro sobre le emergencia del mo~er~ismo
bl de los movimientos
europeo, el viaje estético fue responsa e d w·1r ams
. 1 también Raymon i i
artísticos de comienzos d e sig o, .t innovación
. l t ales cosm.opo11 as 1a
(1997) atribuye a los 1nte ec u .ff d (l 9 97) sostiene
. , . James C1l or
de las vanguardias h1storicas. d b.16 al encuentro de es-
alisma se e H b rt
que la emergencia de 1 surre . mo modo que er e
. París del nns gada en
critores extran3eros en 'l t generation, congre t·
•b a la os . 1 prome 1-
Lottman (1994) atri uye del escritor con .
ción de la figura . 2000) el escn-
esa ciudad, la renova . t Para George Stc1n~r ( Y lengua, en
do en la década del tre1n a. do de su propio onge~ ·n redefinen
desplaza a y nac10 ,
tor moderno es un y periferia, \engu
de centro
un sistema d on
su dinámica.
_J
En el ámbito hispanoamericano se produce una comple·a
trama de desplazamientos tanto de objetos culturales como ~e
instituciones e individuos durante todo el fin de siglo. Releva-
dos del contacto directo con las culturas nacionales o provin-
ciales, los migrantes de fin de siglo se expusieron a las trans-
formaciones que acarrea la dislocación de su comunidad. En el
ambiente dinámico y moderno de las grandes capitales euro-
peas, la fuerza de la tradición pasó a un segundo plano y este
deslizamiento les permitió conformar nuevos núcleos de iden-
tidad y pertenencia. La escena exterior facilitó la adquisición
de lenguajes cosmopolitas y de espacios donde se proyectaron
como traductores, mediadores y apropiadores de normas Y
1
paradigmas metropolitanos.
Manuel Ugarte se ubica como el memorialista de esta expe-
riencia que tocó a un nutrido número de hispanoamericanos.
En su recuperación de ese contingente, al que llamó la "genera-
ción viajera", pesa algo más que el juicio más o menos enalteci-
do sobre un conjunto de escritores e intelectuales, la mayoría
de ellos muertos para la época en que se dedica a organizar sus
recuerdos. Si toda autobiografía parte de una autojustificación,
.. esta memoria colectiva de U garte acude con frecuencia a la fi-
gura del descargo que, previsiblemente, incluye a su autor. En
el primer libro donde aparece esta mirada retrospectiva, El dolor
de escribir (1933) (Ugarte 2000), los retratos oscilan entre el
,
perfil intelectual y el dato prescindible, entre la intimidad de
r l~s cua_rto~ compartidos en el faubourg Montmartre y los
d1s~:nc1amientos políticos y estéticos, prevaleciendo la recupe-
rac10n..de una suerte de juvenilia nosta'lgi·ca .2 p ero es en E scri-•
tores iberoamericanos del 900 (1 941 ) donde 1a t es1s • d e1 grupo
desplazado
. cobra cuerpo.ª Predomina nuevame n t e eI anee d o-
tario -extenso y estructural a la concepción del 1·b 1 ro-, s1• b.1en
vertebra
. ahora su. argumentación en torno a "la ver d a d era s1- •
tuac16n del escritor en América" (1951 ·· 14) • M.ira d a a u torre-

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flexiva sobre la profesión que caracteriza a los cscritorer-;
panoamericanos de la época, como es el caso, en el Río dP
Plata, de Manuel Gálvez, Horacio Quiroga o LeopoJdo Lugoncs.
Circulan en esta época tanto la teoría generacional que Or-
tega y Gasset elabora ~n el período de la entregucrra en En
torno a Galileo (1933) (Ortega y Gassct 1964 V: 29-66), como los
postulados de la historiografía literaria alemana sobre el tema.
Seguramente Ugarte tuviese conocimiento de Los generacio-
nes literarias de Julius Petersen y de sus principio::, organi-
zativos: el nacimiento en el mismo año, la homogcn..;1dad en la
formación, las relaciones personales r¡ue lle\a u a-.;urrir ~ c;uc;
integrantes la conciencia de una comunidad, la vivencia de un
acontecimiento histórico común, la existencia de un lenguaje
compartido, la voluntad de liderazgo y el anquilosamiento de la
generación precedente. 4 Con todo, Ugarte implementa catego-
ías ad hoc para definir al grupo que había intentado colocar a
cultura hispanoamericana en el concierto cosmopolita .. Estos
asgas comunes son: la expatriación por razones políticas o por
·ncompatibilidad con el medio, la consecuencia y continuidad
con los precursores, la búsqueda de una literatura nueva, la
necesidad de profesionalización, la defensa de un programa
iberoamericanista que regularmente coincide con una concien-
cia antiimperialista, la intervención pública en los sucesos de
la época y, finalmente, un desenlace prematuro o trágico. Todas
las condiciones parecen calcadas en sus propias circunstancias,
inclusive la última, que puede ser leída como una anticipación
autobiográfica, ya que U garte muere a causa de un escape de
gas en su residencia de Niza en 1951 y la sospecha de su res-
ponsabilidad sobre este acto lo relacionan con la decisión que
tomaron muchos de sus pares y amigos generacionales.
"Existencias atormentadas" es uno de los tantos modos dra-
máticos de connotar estos destinos migrantes, orienta nd0 la
lectura hacia el mismo campo semántico de tragedia Y desven-

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tura, la trama argumental central de esta biografía grupal. La
estrategia discursiva consiste en dar una épica de la pérdida al
grupo que se afianza sobre la idea de una "generación malogra-
da" o "generación vencida", sintagmas que remiten a la lost
generation norteamericana, con su espacio de confluencia tam-
bién en París. En esta construcción, U garte proyecta al conjun-
to la decepción de su propia experiencia, marcada por la exclu-
sión, el descrédito y el destierro, situaciones que siempre adju-
dicará a "la insidia, la trampa y la mala fe", como dirá en El
dolor de escribir. 5 A partir de este estigma, U garte sostendrá la
tesis de la productividad del destierro al decir que la mayoría
de estos escritores "dio su mejor fruto en el extranjero", aleja-
dos de los valores jerárquicos, cerrados o limitados del medio
intelectual americano. El viaje a Europa es además el disposi-
tivo para que las historias individuales se intercepten en un
relato mayor cuyo sentido podrá desentrañar el biógrafo
6
generacional. Dos fragmentos permiten acceder a la nómina y
el alcance atribuido a esta migración:

Me refiero especialmente al núcleo que al comenzar el siglo, formaron, entre


París y Madrid -"eje" intelectual de aquellas épocas-, Rubén Darío, Amado Nervo,
Luis Bonafoux, Gómez Carrillo, José Santos Chocano, José María Vargas Vila,
Luis Urbina, Florencio Sánchez, Francisco Contreras, Leopoldo Lugones, José
Ingenieros, Belisario Roldán y otros escritores representativos. Rufino Blanco
Fombona murió después. Entre los que viven aún, Alcides Arguedas, Hugo
Barbagelata, Gabriela Mistral, Alejandro Sux, los hermanos García Calderón,
Joaquín Edwards Bello, José Vasconcelos y quien escribe este libro (1951: 13)

Al instalarnos entre Madrid (punto de partida) y París (ambiente espiri-


tual) descubrimos dos verdades. Primera, que nuestra producción se enlazaba
dentro de una sola literatura. Segunda, que, individualmente, pertenecíamos
a una nacionalidad única, considerando a lberoamérica desde Europa en for-
ma panorámica. (1951: 204)

De la experiencia grupal del desplazamiento surge una cul-


tura supranacional aludida como la "nacionalidad superior"

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(l951: 23) que organiza un campo de identidad, el "nacionalis-
mo iberoamericano" (1951: 206). Entre las varias narraciones
continentales finiseculares articuladas sobre amalgamas cul-
turales (hispano, latino, ibero), Ugarte acude al iberoame-
ricanismo advirtiendo que esta conjunción expresa una "nueva
emoción", es decir, fundamenta su elección sobre elementos de
orden afectivo que recuperan un pasado común, como todo dis-
curso formador de comunidades (Anderson 1993). Al mismo
tiempo, es una formación "cosmopolita" que rechaza lo regional
así como el falso apego a las culturas del criollismo, indigenismo,
costumbrismo o localismo, con las que U garte establece una
distancia polémica.
El grupo migrante opera una reconquista del espacio euro-
peo ignorando las nacionalidades particulares para establecer
otros campos simbólicos, como ese nuevo dominio Paris-Madrid,
sobre el cual se proyecta un siste~a itinerante, con un "punto
de partida" o plataforma (Madrid) y una meta_ o espacio de rea-
lización (París). La polaridad de la zona demarcada entre estas
dos ciudades corresponde a esa situación migrante de "estar
eintre",en este caso, redoblada, ya que la ínter-territorialidad
no solo está tensionada entre el aquí (extranjero) y el allá (pa-
tdo-continental) sino también depositada en coordinadas mó-
Jj.lesdonde se e11tablece, provisoriamente, un espacio de opera-
W.- culturales oonjuntas. Los desp,lazamientos en el viejo
conceden una repentina famili.aridad, traducida en
9J.ll.ltúle.llt.e
--~grafla doméstica superadora del fetichismo sobre el
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culturas y acceden, por primera vez de modo generalizado y
democrático, al viaje como experiencia de formación letrada.
Frecuentan los lugares de descanso, Niza, los lagos suizos,
Mallorca, las playas francesas, de Dieppe hasta Arcachon. Al-
gunos viajes son turísticos, de reposo o terapéuticos -Darío hace
su "italoterapia", siguiendo los pasos de Goethe-, pero también
el trabajo de corresponsal los lleva a destinos tan dispares como
Inglaterra, Rusia o Argel.
Como advertimos, en la memoria de su generación, U garte
recurre con frecuencia a la retórica de la defensa, como si cons-
tantemente debiera refutar una acusación asentada en los car-
gos de ser "desertores", "epicúreos" o "parásitos". Excluye, igual-
mente, toda atribución de oportunismo político, ambición de
dinero, apetencia de gloria o arribismo de cualquier tipo. Por
eso construye la identidad grupal con elementos de la bohemia,
que si bien es un tanto démodé para la época, mantiene cierta
pervivencia en el imaginario de los escritores: "Llegamos a Pa-
rís cuando la Vie de Boheme de Murger era una especie de Bi-
blia para los jóvenes" (1951: 27). De allí el desinterés por el
dinero, el rechazo hacia toda consagración espuria u oficial, o
cualquier concesiól'l al filisteísmo "Ninguno aspiraba a merecer
la aprobación burguesa." (1951: 22). Las consignas, por el con-
trario, se concentran en la profesionalización y la autonomía
que la existencia de un mercado (editorial, de la prensa, de las
revistas) garantizaba al escritor en Europa:.

Las musas no admitían soborno. Si alguien publicaba un libro por su cuen-


ta quedaba descalificado. No cobrar en los diarios las colaboraciones era pasar
por esquirol. Había que entrar a la literatura con todas las de la ley, por la
puerta grande, con la colaboración de los editores consagrados, percibiendo un
tanto por ciento o vendiendo en firme las obras. Tendencia sana y encomiable
que cerraba la puerta del dilettantismo y afianzaba la responsabilidad profe-
sional (1951: 48)

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Esa responsabilidad profesional compromete la misión so-
cial del escritor, uno de los caracteres centrales de la nueva
figura de intelectual impulsada por Ugarte, quien, desde sus
años porteños, había rechazado la faz decadente y afrance ada
del modernismo, así como la concepción torremarfilista del es-
critor. Primero, en sus colaboraciones en la Revista Nacional ,
dirigida por José Rodó y Víctor Pérez Petit y después desde la
dirección de La Revista Literaria (1895-1896), donde da lugar a
una polémica de Francisco Moreno con Darío por la publicación
de Los raros, se aproxima a la poesía social de Almafuerte y a
las elecciones políticas de Ghiraldo. 7 En Europa y en contacto
con Ana tole France, Jean J aures, Emile Zola, Henri Barbusse
-con quien comparte el viaje a Rusia de 1927- su ideología de
escritor termina de cristalizarse. La experiencia en las gran-
des metrópolis y centros europeos le ofrecen el modelo de inte-
lectual con intervención en la vida pública que adoptará para
sí y hará extensivo a su grupo generacional. En Visiones de
Espaiia (1903) sostiene que, después del prolongado reinado
del simbolismo, las nuevas corrientes del arte -el naturalismo
el humanismo y el arte social- impulsan a "vivir con la época",
de allí que el escritor deba ser el traductor de la mentalidad de
su tiempo. Citando a Remy de Gourmont en Le Probleme du
style para quien "una forma general de sensibilidad se impone
a todos los hombres de una misma época", U garte asienta e ta
nueva sensibilidad sobre tres principios: la democracia, la na-
turaleza y la sinceridad. La tendencia hacia la naturaleza im-
plica una nueva elección de objetos y una superación del arte
"artificial y enfermizo que dominó en Francia hacia 1880". La

sinceridad debe llevar al escritor a aban d onar l a ••po. e" - el dan-
dismo tan cultivado en el período precedente - Y optar por la
sencillez, podríamos decir, una nueva pose tolstoiana. Sobr la
orientación democrática, añade:

177
• Cada 10 • d'1v1
'd uo e mpuJ·a personalmente hacia
. ese fin.
. .
Hacia la democracia. . d . otros obran al margen, sm admitir
• 1 partidos avanza os, . , .
Unos se ahstan
•, en todos
os combaten e 1 a tavismo guerrero, la t1rania del capital
clasificac1on; pero . . as declamaciones y entran de lleno en
l• • No se limitan a van . .
y el poder re 1gioso. . d' d
'b en penó icos e 1uc , ha dan conferencias en las Univers1-
la batalla; escn en se mezclan a 1 pue blo que después retratan y enaltecen en
l Y
dades b popuEares, l grandes agi·t ac1ones
. (lo hemos visto en el asunto Dreyfus)
sus o ras.
ocupan n as
resueltamente su pues to de combate. y son. al propio tiempo que bue-
nos artistas, excelentes ciudadanos. (Ugarte 1904. 158)

El fragmento caracteriza la figura del intelectual mo~e~o:


compromiso político, autonomía respecto al Estado, pa_rb~1~a-
ción pública y contacto popular. 8 Volviendo sobre los pnnc1p1os
planteados por Ugarte, democracia, naturaleza y sinceridad, ¿no
resuenan éstos en Cantos de vida y esperanza (1905) de Darío,
en algunas nuevas posiciones que en este poemario se esgri-
men, como es el tópico de la sinceridad o la imagen del escritor
inmerso en su tiempo y en contacto inevitable con las "muche-
dumbres"? Ese poeta que asume una voz continental, que in-
crepa a Roosevelt y revisa su pasado elitismo estético ("Yo soy
aquél que ayer no más decía/el verso azul y la canción profa-
na"), ¿no evidencia, acaso, una contaminación con estos postu-
lados de U garte? Darío parece responder no tan solo a Rodó en
su crítica respecto a ser o no ser el poeta de América como
sostiene Sylvia Molloy (1988), sino también dialogar ~on los
nuevos supuestos sobre el papel del escritor que textos como el
de U garte colocaban en el eje de discusión entre lo · t
• . s migran es
del novecientos. La posición de Ugarte respecto 1t
, • a emano ten-
dra mayores variantes, sino una progresiva afirmac·, d 1 .
" •
mo argumento. En Literatura de droguería" (El t el nus-
ion
mocracia, • 190 6 ) ·insiste
• • en el abandono del de d ar t· e Y a de-
"a r t e socia
• l" , que permitiría armonizar verdad ca. ent· ismo . por el
pos t eriormente,
• en "Las razones del 'arte . ,Jus
,,, 1cia y arte
. y'
la vida, 1908) discute la legitimidad del a:~:ial (Burbujas de
mueve la recuperación del rol d 1 . por el arte y pro-
e escritor como ideólogo.s
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Exposición, itinerancia y disenso fueron las actitudes pro-
pias del escritor en la diáspora finisecular, cuando la emergen-
cia del expansionismo europeo y norteamericano hizo visible
ese pacto neocolonial que señalara Tulio Halperín Donghi
(1974). Las conferencias panamericanas de 1889/1890, 1906,
1910, la guerra de Cuba de 1898, la creación del estado de Pa-
namá en 1902, así como las intervenciones en Centro América
y el Caribe, fueron algunos de los incidentes que originaron los
discursos de resistencia cultural que excedían, muchas veces,
los límites del continente. Filipinas, Argelia, Gibraltar, Pekín,
la guerra de los boers, constituyen otras tantas ocasiones para
manifestarse. Daría recorre el museo europeo autorizando su
relato con nutridas citas y homenajes a los viajeros de una tra-
dición literaria, pero la situación colonial aparece una y otra
vez en sus consideraciones. La presencia de los ingleses en Gi-
braltar es un quiste incómodo en Tierras solares, "Conviene
hablar claro y que lo proclamemos muy alto; es indispensable
que España lo sepa: existe de hecho, enclavada en los dominios
de la monarquía española, una provincia inglesa de Gibraltar,
de la cual el Peñón es la cabeza y la ciudadela" (1904: 149),
como lo eran los pabellones de las colonias inglesas -que parti-
cipaban por primera vez del evento- en la Feria del 900 en Pe-
regrinaciones, o la situación de Panamá en La caravana pasa.
Entre madonnas italianas y cuadros de la Secesión vienesa, el
viaje estético se politiza.
En el grupo París-Madrid, Ugarte se vuelve el portavoz Y
principal objetor de esta dinámica dispar entre imperios Y colo-
nias. En la tradición de José Martí y de modo paralelo a otros
hispanoamericanos, como José Ingenieros, César Zumeta, José
María Vargas Vila o Rufino Blanco Fombona, da inicioª su cam-
paña antiimperialista con la publicación de artículos en La
Época de Madrid La Revue de París y El País de Buenos Aires.
En "El peligro y;nqui" (1901), primera nota dedicada al tema,

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- -----
sostiene que las conquistas modernas se apoyan en la "hege-
monía industrial capitalista" y son ratificadas por las armas
sólo cuando ya están afianzadas por estrategias económicas y
políticas. El concepto del imperalismo moderno es muy recien-
te, así dice Eric Hobsbawn:

En efecto, los emperadores y los imperios eran instituciones antiguas, pero


el imperialismo era un fenómeno totalmente nuevo. El término (que no apare-
ce en los escritor de Karl Marx, que murió en 1883) se incorporó a la política
británica a partir de 1870 y a finales de ese decenio era considerado todavía
como un neologismo. Fue en la década de 1890 cuando la utilización del térmi-
no se generalizó. En 1900, cuando los intelectuales comenzaron a escribir li-
bros sobre este tema, la palabra imperialismo estaba, según uno de los prime-
ros de esos autores, el liberal británico J.A. Hobson, en los labios de todo el
mundo ... y se utiliza para indicar el movimiento más poderoso del panorama
político actual del mundo occidental. (Hobsbawm 1998: 69).

Las guerras imperiales de fines del siglo XIX y comienzos


del XX fueron vistas como señales de un momento internacio-
nalista y expansionista que sucedía al capitalismo decimonónico,
com_o1~ consigna Lenin en El imperialismo, fase superior del
capitalismo (1917): "Durante los últimos quince O veinte años
sobre todo después de la guerra hispano-americana (1898) y d~
la anglo-boer , .(1899-1902), las publicaciones económ 1cas, · as1-
como 1as po 11ticas del Viejo y Nuevo Mundo
, , u t·1·
1 izan ca d a vez
mas el concepto de 'imperialismo' para caracterizar 1 ,
que atravesamos." (Lenin 1965: 21). En este t t L . a epo_ca
" ¡· • . ex o en1n sostie-
ne que e imperialismo es el capitalismo en la f d d
llo en que ha tomado cuerpo la dominación d 1 ase e esarro-
del capital financiero." (1965: 115) Esta e e_ ~s monopolios y
talismo e imperialismo comenzaba tamb::phc1~ad ~ntre capi-
cia comienzos de siglo en A , . L . a visualizarse ha-
menea atina y u t ,
sus principales testimoniant . gar e sera uno de
el desarrollo de las dos A , ~s e impugnadores_ 10 Al analizar
mer1cas en El .
Española 1910 -una producto de la por_v_enirde la América
cohes1on Y el progreso la
180
otra de la balcanización y el atraso- Ugarte imprime un giro
nuevo a la clásica dicotomía norte-sur señalando el papel del
capitalismo en la expansión territorial: "Conquistan por la ex-
portación. Subyugan por los capitales." 11 Los ejes medulares de
su programa, que pueden encontrarse en La patria grande
(1922) 12, se pueden resumir en pocas consignas: la condena de
la doctrina Monroe y la propuesta de un lema alternativo, "Amé-
rica latina para los latinoamericanos", la reprobación de la "po-
lítica colonial" afianzada sobre la tesis positivista de la "raza
inferior", y la denuncia de las invasiones, intervenciones y "po-
lítica de dominación".
Ugarte propaga el ideario en lo que llama su "campaña lati-
noamericana", recorriendo durante seis meses en 1912 las prin-
cipales capitales sudamericanas. Con este hecho, inaugura la
gira proselitista continental que imprime un nuevo sentido al
viaje finisecular, difundiendo un mensaje de resistencia y uni-
dad cultural, lo que Edward Said llamaría un relato de emanci-
pación (Said 1993:13). En el marco de esta gira, que tiene con-
siderable repercusión en la prensa continental, envía su "Carta
abierta al Presidente de los Estados Unidos", Thomas Woodrow
Wilson (1913-1921), reproducida en los principales diarios de
América Latina en 1912. 13 En la carta, Ugarte advierte sobre el
peligro de convertir a América Latina en "nuevos Egiptos Y
nuevos Marruecos", equiparando la política internaciona} nor-
teamericana con la estrategia colonial europea en Asia Y Africa
en esos mismos años. U garte autoriza su mediación por su co-
nocimiento in situ de cada país: "Acabo de recorrer toda la Amé-
rica española; he observado con detenimiento la situación del
continente; y como conozco la sensatez del pueblo americano,
como sé el respeto que tiene por los principios, abrigo la certi-
dumbre de que para que cese la injusticia que nos agobia, me
bastará con denunciarla." (1994: 101). Sabemos que la exhorta-
ción al poder político fue el modo como Zola consiguió imponer

181
la revisión del caso Dreyfus. 14 La carta abierta de U garte a
Wilson constituye uno de los gestos de exhibición y confronta-
ción que practicaron los intelectuales migrantes del novecien-
tos, corno antes lo había sido el poema-interpelación de Darío
"A Roosevelt", de Cantos de vida .Y esperanza. La exterioridad '
fue la condición de estos posicionamientos.

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