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Hija, hijo: ¿Qué estabas haciendo?

Sin duda, es inevitable para todo padre y madre, llegar a esa etapa de la
vida de nuestros hijos donde empiezan a explorar su cuerpo y a descubrir nuevas
sensaciones que antes no habían sentido y que de una u otra forma encuentran
agradables; y ahí, es cuando pasan por la mente de los adultos cientos de
preguntas tales como, ¿Dónde aprendió eso?, ¿Quién le enseñó?, ¿Dónde lo
vio?, ¿Le habrá pasado algo?, ¿Estará siendo abusado?, ¿Estará bien?, ¿Estará
mal?, ¿Será muy pronto para que empiece a hacer eso?, muchas interrogantes
que intentaremos responder en la medida que avanzamos la lectura de este texto.

No es fácil para los padres abarcar la sexualidad con


sus hijos, sobre todo para la generación de padres que
fueron criados bajo el taboo del sexo, donde éste era
mal visto, donde era prácticamente un pecado el
autodescubrimiento y motivo por el cual, muchos eran
castigados, y recalcándoles que “eso no se hace”. Pero
esa barrera generacional ya está siendo menos
evidente, y gracias a los estudios sobre el desarrollo
humano, la sicología, e incluso, en parte las clases de biología en los
establecimientos educativos, podemos hablar con un poco mas de tranquilidad y
naturalidad sobre aquellos temas que son propios de nuestra naturaleza como ser
humano, como lo es la sexualidad con nuestros hijos.

Por una parte, para los padres de hijos adolescentes es considerado como
algo propio de la edad, sin embargo el hablar con ellos de estos temas suele ser
muy incómodo tanto para los padres como para los hijos, ya que, los adolescentes
quienes no tuvieron “esa conversación” con sus padres, mucho aprenden de lo
que ven tanto en plataformas digitales, como por lo que le enseñan sus amigos,
entonces, cuando llega el momento en que los padres quieren tratar el tema con
ellos, son indiferentes en parte, porque es un tema del que se supone ellos “ya
saben”. Por otro lado, tenemos padres de hijos pequeños, quienes, al ver ciertos
comportamientos sexuales de sus hijos, se alertan inmediatamente pensando que
estas conductas son propias de niños que están sufriendo abuso, y lo toman con
una preocupación que en gran parte no es necesaria, es por eso, que tenemos
que mantener la calma, y detenernos a pensar sobre qué está pasando, y como
vamos a abordar estos temas con los niños según la edad en la que estén.

En primer lugar, hay que tener claro, que somos seres


humanos, y que somos seres sexuados por naturaleza, ya
desde la fecundación estamos destinados a tener un género,
a tener ciertos genitales, y ciertas hormonas; ya en la primera
infancia y en la medida que vamos creciendo, también se va
desarrollando nuestro cuerpo, y nos prepara para la
reproducción, es por eso que hay que tomar la sexualidad
desde el nacimiento como algo propio del ser humano,
completamente natural y normal; “la sexualidad de niños y niñas tiene una serie
de características que la hacen diferente a la de los adultos; más aún, las
expresiones de la sexualidad reflejan el propio desarrollo” (García-Piña CA.
Sexualidad infantil: información para orientar la práctica clínica. Acta Pediatr Mex
2016;37:47-53.) también hay que entender que existen conductas propias de
nuestra sexualidad, y éstas surgen desde que somos pequeños, es por eso que
hay que conocerlas, y tomarlas con la misma naturalidad y normalidad con la que
la toman nuestros hijos.

En segundo lugar, tenemos que pensar que estos comportamientos son


propios de nuestro desarrollo psicosexual, no hay que preocuparse de que estas
conductas son libidinosas o que para ellos tienen un sentido por decirlo de alguna
manera “pornográfico”, sino que, ellos tienen momentos de descubrirse y sienten
que hay partes de su cuerpo que les provoca cierto placer, y tenemos que
entenderlo como tal. De hecho, considerando que la sexualidad no tiene que ver
solamente con el concepto de la genitalidad sino que también con el género y con
lo lazos afectivos que generemos, existen diversas manifestaciones de la
sexualidad infantil que son completamente normales y saludables, y pueden
definirse según el área que abarcan.

Tenemos las conductas relacionadas al género, que definen al niño o niña


de acuerdo al genero que se siente representado, por ejemplo el preguntar sobre
diferencias entre niños y niñas, jugar al papá y la mamá, o juegan a colocarse la
ropa de sus padres independiente del sexo; hay conductas también que son
referentes a vínculos afectivos, como la curiosidad sobre el matrimonio, interés por
enamorarse, sufren por rechazos afectivos de sus pares o brindan afecto a
juguetes y mascotas; hay conductas además que son eróticas (que tienen que ver
con la curiosidad sobre su cuerpo y la búsqueda del placer), como por ejemplo
frotar sus genitales con sus manos o contra otros objetos, abrazos y besos entre
sus pares, juegan al doctor, a los esposos, explorando sus cuerpos y genitales; y
por último tenemos comportamientos sexuales que tienen que ver con la
reproducción, como lo es jugar al papá y a la mamá, expresar sus deseos de tener
un bebé o preguntas frecuentes sobre el matrimonio y el origen y nacimiento de
los bebés.

Ahora que tenemos más o


menos claro que los niños tienen
comportamientos sexuales que les
son propios por su condición de seres
sexuados, debemos mantener la
calma y pasar a la etapa de tratar
este tema con nuestros hijos; es así que debemos aprovechar estas situaciones
como una oportunidad propicia para hablar con ellos, porque, el que sea un
comportamiento normal, no significa que debe ser un comportamiento que
pasemos por alto o ignorarlo, hay que tratarlo también con la importancia que
corresponde, ya que, debemos también enseñarles a los niños y niñas la
importancia de la privacidad y de la moral, que estas conductas que involucran
partes de nuestro cuerpo que son privadas, deben mantenerse también en la
privacidad, incluso de nuestros amigos y amigas.
Algo muy importante al momento de conversar con nuestros hijos es, no
forzar el momento, debemos considerar que la situación es incómoda tanto para
ellos como para nosotros, y debemos traspasarles la seguridad y la confianza de
que estamos listos para escuchar todo lo que nos tengan que decir.

En el caso de niños mas pequeños, hay que tener claros dos factores, uno
de ellos es el de información básica, que son aquellos datos concretos que le
brindan a nuestros hijos la confianza de hablar con nosotros sin ser juzgados ya
que estamos planteando situaciones que no sentencian su conducta; hay que
mencionarles que niños y niñas somos diferentes, que a medida que vamos
creciendo vamos cambiando, que tenemos genitales, los cuales tienen nombres
específicos, y desde pequeños tratar a los genitales con los nombres
correspondientes, una vez que conozca y diferencie las partes de su cuerpo y de
los demás, hay que dejarle claro que hay partes propias de nuestro cuerpo que
son privadas, y que tienen mantenerse cubiertas y no tocar las partes privadas de
otras personas, y mencionarle que al momento de tocar sus partes privadas puede
sentir una sensación agradable, que es completamente normal lo que siente, pero
que, el tocarse sus partes privadas es algo que tiene que hacer como lo dice el
nombre, en privado. Y también además de brindarle confianza mediante la
información básica, hay información que les entrega seguridad, la cual tiene que
ver mucho con el autocuidado como por ejemplo, mencionarle la diferencia entre
caricias apropiadas (aquellas que son agradables, que nos generan bienestar, y
que en palabras simples “están bien”), mencionarle además que su cuerpo es
suyo y que tiene todo el derecho a decir “no” a ser tocados o acariciados tanto por
adultos, como por sus pares cuando no quieren o no se sienten cómodos, al igual
que nuestro hijo debe respetar cuando otra persona le diga lo mismo, y por
supuesto que, cuando es forzado tanto a ser tocado como a tocar a otra persona
cuando no quiere, tiene que avisar de manera inmediata a sus padres, y nosotros
como tales, debemos estar siempre atentos y receptivos a lo que nos digan
nuestros hijos en momentos así, y tomarlo con la preocupación y a su vez con la
prudencia que sea posible.
Es así, que dentro de la naturalidad del desarrollo sexual de nuestros hijos,
hay ciertas actitudes a las cuales debemos poner mayor atención, ya que
podríamos estar frente a signos que no son propios de una sexualidad normal y
natural de nuestros niños, sino que podríamos estar frente incluso a signos de
abuso: por ejemplo conductas que van mucho mas allá de la edad de desarrollo
sexual del niño o niña (como por ejemplo que un niño de 4 años trate de besar los
genitales de un adulto), también que las conductas propias estén acompañadas de
forcejeo o agresividad, o que hayan emociones exacerbadas en el niño o niña
como lo son la rabia o la ansiedad. Es ahí que tenemos que estar mas alertas y
pedir apoyo en como tratar estas situaciones, siempre velando por la contención,
seguridad y bienestar de nuestros hijos.

Ahora que ya sabemos que los


niños y niñas poseen dentro de su
naturaleza como seres humanos
conductas y comportamientos propios de
su desarrollo y que los preparan en un
futuro para la reproducción y la
mantención de la especie, no debemos alarmarnos al saber que nuestros hijos ya
empiezan a explorar su cuerpo y a disfrutar de él, pero si hay algo que debemos
entender sobre las conductas sexuales de nuestros niños y niñas es que, “estas
son expresiones que requieren una participación activa de los progenitores para
su orientación y permitir que la comunicación, la confianza, la verdad y el respeto
sean los ejes de la educación sexual en la familia” (García-Piña CA. Sexualidad
infantil: información para orientar la práctica clínica. Acta Pediatr Mex 2016;37:47-
53.) recordemos que estamos formando a futuros adultos que sean capaces de
generar y mantener lazos afectivos y por supuesto sexuales basados en la
comunicación y en el respeto al otro para un desarrollo sexual integral y saludable
del ser humano en desarrollo.

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