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Aníbal

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Para otros usos de este término, véase Aníbal (desambiguación).

Aníbal
Aníbal Barca (En Púnico Aníbal significa Gracia de Baal y Barca deriva de baraq,
Rayo) (* 247 adC – † 183 adC) fue un general cartaginés, que destacó por sus campañas
contra los romanos.
Tabla de contenidos
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 1 Infancia
 2 Ascensión a general y campañas en Iberia
 3 Hacia Roma
 4 Regreso a Cartago
 5 Enlaces relacionados
 6 Bibliografía

 7 Enlaces externos

[editar] Infancia
En 237 adC, tras el fin de la Primera Guerra Púnica, su padre Amílcar fue enviado por
el Consejo cartaginés a Iberia, acompañado por su yerno Asdrúbal el Bello. La leyenda
cuenta que Amílcar no era partidario de llevarse a su hijo, de tan sólo nueve años, a la
ardua empresa de la conquista de Iberia, si bien consintió finalmente en llevar a su hijo
a condición de que jurara enemistad eterna hacia Roma.
El objetivo de Amílcar era someter las antiguas factorías fenicias de la costa,
asegurando su lealtad a Cartago, y asentar el dominio púnico en las tierras del interior,
tierras dominadas por las tribus ibéricas. Esta empresa tenía como finalidad garantizar
tanto la explotación directa de las ricas minas de Sierra Morena para el pago de la
indemnización de guerra, como la posesión directa de un territorio que podía
suministrar a Cartago importantes recursos, tanto materiales como humanos, en vistas a
una nueva confrontación con Roma.

[editar] Ascensión a general y campañas en Iberia


A la muerte de Amílcar en 228 adC, Asdrúbal el Bello quedó al mando del ejército
cartaginés en Iberia y, asesinado éste en 221 adC, el ejército eligió a Aníbal como
estratega. Sin embargo, como sucediera con Asdrúbal, en Cartago el nombramiento fue
mal recibido entre los aristócratas, denominados "Los Viejos", defensores del
nombramiento de Hanon Barca, ya que consideraban que era peligroso convertir el
mando del ejército en un cargo hereditario y más cuando lo ostentaban miembros de una
familia demócrata, como era el caso de los Barca. A pesar de ello, el Consejo púnico
confirmó el nombramiento hecho por la tropa.
Vistas las dificultades finalmente superadas de su nombramiento, Aníbal decidió
lanzarse a realizar conquistas que demostraran su pericia en el mando y saciaran la sed
de oro de los avariciosos aristócratas que tanto habían desconfiando de la oportunidad
de su mando. Recorrió el interior de la península ibérica durante dos años alcanzando
con su campaña renombre militar, la confianza de sus soldados y tesoros inmensos para
Cartago, llegando de esta manera a una situación en la que sí podría enfrentarse a los
romanos. Para evitar una inminente confrontación entre Roma y Cartago, Asdrúbal,
yerno de Amílcar Barca y general de los ejércitos cartagineses a la muerte de éste,
estableció un tratado por el cual no se podía extender la influencia cartaginesa más allá
del norte del río Ebro. La alianza entre Roma y Sagunto, firmada posteriormente al
tratado, vulneraba este tratado debido a estar la ciudad en la órbita de influencia
cartaginesa. Esa es la razón por la que Aníbal atacó Sagunto en el año 219 adC,
provocando el estallido de la contienda.
La oportunidad se presentó a las puertas de Sagunto, a la sazón aliada de Roma, la
misma ciudad que casi veinte años antes su padre había respetado al considerar que
Cartago no se encontraba aún preparada para la guerra. Enfrascada en un pleito sobre
los límites territoriales con Túrbula (la actual Teruel) atacaron a territorios
pertenecientes a Cartago y Aníbal, con la autorización del Consejo cartaginés, respondió
a las agresiones destruyendo por completo a la ciudad en el año 219 adC, tras un sitio
que se prolongó durante ocho meses.
Aprovechando este hecho como excusa, una embajada de Roma declaró la guerra contra
Cartago, una guerra que estaba planeada hacía mucho tiempo, pero que había sido
postergada por el escaso apoyo popular romano. Aníbal le confió la defensa de Iberia a
su hermano Asdrúbal y partió en la primavera del 218 adC con 100.000 infantes, 12.000
caballos y 50 elefantes a la conquista de Roma. Su ejército estaba formado por libios
(africanos) y mercenarios íberos que se habían ido uniendo al ejército cartaginés a
medida que, primero su padre, luego Asdrúbal, y finalmente el propio Aníbal,
conquistaran el territorio. De esta forma, Aníbal pretendía desviar el golpe mortal que
recaería sobre la metrópolis cartaginesa mediante un ataque desesperado directo al
corazón de la República Romana.

Ruta de Aníbal en su invasión de Italia


Dirigiéndose hacia el norte, llegó a vadear el Ebro, frontera con el territorio romano, sin
hallar resistencia entre los pueblos que encontró a su paso. En este punto confió a
Hannón 11.000 hombres para mantener las comunicaciones entre el Ebro y los Pirineos,
lugar hasta el que continuó, atravesándolo y avanzando luego hasta el Ródano. A pesar
de sostener algunos combates con los galos que encontró a su paso, consiguió firmar
pactos con algunos de ellos, ofreciéndoles las riquezas que encontraran más allá de las
montañas.

[editar] Hacia Roma


A medida que avanzaban hacia Roma, la infantería de Aníbal se redujo a la mitad,
mayoritariamente por la deserción de algunas tropas novatas ibéricas que se habían
unido a último momento motivadas por la fama adquirida por el estratega luego de sus
victorias. Cuando Aníbal estaba preparando a sus tropas para cruzar el Ródano, un gran
contingente de volcos, que habitaban en las cercanías del río, se situó en la otra orilla
con la intención de evitar que los cartagineses cruzaran el río. Consciente de que por la
fuerza no podría cruzar el río, Aníbal envió a Hannón con un destacamento de
mercenarios íberos río arriba, con el fin de que cruzasen el río sin ser vistos y
sorprendieran por la retaguardía a los volcos.
Así, remontaron el río hasta un lugar donde era menos profundo y al día siguiente, estas
tropas bajaron hasta el campamento enemigo, cayendo sobre él y ahuyentando a los
celtas, al tiempo que Aníbal cruzaba el Ródano.
A finales de octubre Aníbal llegó al nacimiento del río Isère, al pie de los Alpes,
emprendiendo sin demora la ascensión a las altas y nevadas cumbres. Desde una de
ellas (quizá el monte Ginebra, el Col d’Argentière o acaso el monte Cenis) el general
mostró a los suyos la llanura del Po y las campiñas romanas; nadie hasta entonces había
cruzado por tales lugares con un ejército. Veinte siglos después, Napoleón conseguiría
repetir tal hazaña.
A pesar de la oposición de los nativos (galos cisalpinos) y de la dureza del descenso,
logró cruzar los Alpes pisando por fin suelo romano, dando al traste con los intentos de
los romanos de mantener su territorio al margen de la guerra. Pero las bajas habían sido
terribles; no quedándole más que 20.000 infantes y 6.000 caballos para hacer frente a un
pueblo que podía oponerle un ejército de 80.000 soldados.
Tras un pequeño descanso para reparar su exhausto ejército, se enfrentó a los taurinos
(de Taurini, la actual Turín), derrotándoles y prosiguiendo su avance a lo largo del río
Po obligando a los romanos a evacuar la Lombardía por la superioridad de su caballería.
La mayor parte de los galos cisalpinos (celtas), que conservaban el resquemor de la
reciente derrota sufrida a manos de los romanos, se incorporaron al ejército de Aníbal,
sobre todo tras su victoria en la batalla del Trebia, río afluente del Po, en diciembre de
(219 adC) en las cercanías de Placencia, primera batalla formal entre Aníbal y los
romanos de la Segunda Guerra Púnica.
Tras la victoria y asegurada su posición, Aníbal decidió acuartelar sus tropas para
invernar, pero sospechando la deserción de los galos, determinó atravesar los Apeninos
buscando al sur una base de operaciones más segura. Marchó en primavera de 217 adC
sobre Arezzo, tan pronto como se lo permitió la estación, siguiendo los caminos
pantanosos a lo largo de los ríos Arno y Clani que se encontraban en aquella época del
año casi intransitables. A causa de un poco de barro, perdió un ojo y durante un tiempo
fue llevado a lomos del único elefante que le quedaba tras el paso de los Alpes Y las
batallas con los romanos, su elefante Surus.
Aníbal Barca según representación de François Girardon en 1704, situado en el Patio
Puget del Louvre. Aníbal se representa contando los anillos romanos tomados en la
batalla de Cannas, el 216 adC
Atravesados los Apeninos y después de derrotar en la batalla del lago Trasimeno al
cónsul Flaminio, que pereció en la batalla, avanzó hacia Roma, donde Quinto Fabio
Máximo había sido nombrado dictador. En su avance derrotó a Marco Minucio Rufo y
luego, en la batalla de Cannas en agosto de 216 adC, derrotó a los cónsules Cayo
Terencio Varrón y Paulo Emilio recientemente nombrados y a su poderoso ejército de
80.000 legionarios con un ejército de tan sólo 30.000. Ese mismo año, tras un largo
sitio, conquistó Capua, la segunda ciudad más grande de Italia, convirtiéndola en su
nueva base.
A pesar de sus victorias no pudo aún marchar sobre Roma, que podía resistir un largo
sitio gracias a sus murallas y su constante aprovisionamiento por mar. Tampoco era
viable el asedio de la ciudad, porque Aníbal carecía de material de asedio y hombres
suficientes. De modo que envió a su hermano Magón a solicitar refuerzos a Cartago. La
respuesta, por boca de Hannón el Grande, no pudo ser más desalentadora: Si Aníbal es
vencedor, no los necesita; si es vencido, no es digno de ellos, así Hannon demostraba su
odio a Aníbal sin importarle el daño que le hacía a su patria. Sin ayuda exterior, su
posición en el sur de Italia se fue dificultando, al tiempo que su objetivo de conquistar
Roma se tornó cada vez más remoto. Por otra parte, le resultaba cada vez más difícil
defender a los pueblos que habían estado bajo el yugo romano y que ahora se aliaban
con Aníbal porque veían en él a su libertador dada la falta de efectivos. En los años
siguiente ocupó las ciudades de Tarentum (actual Tarento) en 211 adC y Samnium en
210 adC, aunque también sufrió algunos reveses, como la pérdida de Capua.

[editar] Regreso a Cartago


Con la pérdida de Tarentum (actual Tarento) en 209 adC y la gradual reconquista
romana, su posición en el sur de Italia estaba perdida. En 207 adC, Aníbal volvió sobre
Apulia, donde quería concentrar sus fuerzas en espera de la llegada de su hermano
Asdrúbal para lanzarse sobre Roma. Pero su hermano, aunque logró entrar en Italia, fue
derrotado, falleciendo en el combate. Enterado, Aníbal se replegó en las montañas a
esperar refuerzos; sin embargo, el resultado de la guerra, extendida ya por España y
Sicilia, se fue tornando favorable a los romanos. El joven cónsul Publio Cornelio
Escipión El Africano, que consiguió someter Sicilia y posteriormente Hispania , decidió
trasladar la guerra a África para alejar a los cartagineses de Roma. Cartago, viéndose en
peligro llamó a Aníbal que acudió, no sin antes saquear por el camino el tesoro público
de muchas ciudades, dando así rienda suelta a su ira por tener que abandonar la lucha
que durante 16 años había mantenido en tierra ajena sin lograr su propósito.
Una vez en Cartago, consciente del peligro que acechaba la ciudad, rehusó el
enfrentamiento a pesar de las críticas del Consejo y se reunió con el general Escipión en
la ciudad de Zama, 160 km al sur de Cartago, para negociar la paz, pero ante la falta de
acuerdo los generales se retiraron a sus campamentos. Poco después, en el campo de
batalla cercano a la citada ciudad, el ejército cartaginés cayó derrotado por la gran
superioridad de la caballería romana (202 adC). Tras la derrota, el Consejo, por
iniciativa de Aníbal, envió embajadores para que aceptasen el convenio de paz ofrecido
por Roma, con lo que finalizaba la Segunda Guerra Púnica.
De regreso a Cartago, Aníbal se hizo nombrar sufete, equivalente al cónsul romano,
cargo desde el que mostró sus dotes de estadista llevando a cabo algunas reformas por el
bien de la república, como por ejemplo, poner coto a los abusivos tributos exigidos por
Roma para la firma de la paz, de forma que pudieran satisfacerse a plazos sin necesidad
de imponer al pueblo impuestos adicionales extraordinarios. Siete años después de la
derrota de Zama, los romanos, recelosos de la nueva prosperidad de Cartago, enviaron
embajadores a la ciudad; intuyendo Aníbal que pretendían que se les entregase su
persona, embarcó en secreto para refugiarse en la corte de Antíoco III, en Siria.
Captado el afecto del rey, pensó en coaligarlo con Filipo V de Macedonia y los
cartagineses para invadir Italia por segunda vez. Con el propósito de informar a sus
amigos del plan, envió un hombre a Cartago. Sin embargo, el plan fue descubierto y su
emisario obligado a huir mientras la República renovó sus promesas de lealtad a Roma.
Cornelio Nepote afirma que tres años después de su huída de Cartago, Aníbal se acercó
con cinco barcos a las costas de Cirene para inducir a los cartagineses a la guerra contra
Roma, pero que fracasado su proyecto, volvió a Siria. En 190 adC, Antíoco es derrotado
en una batalla de la desembocadura del río Eurymedon.
Tras la derrota de Antíoco en Sipilo, Roma impuso la entrega de Aníbal como condición
para la firma de la paz. Avisado por Antíoco, Aníbal huyó a Bitinia para ponerse bajo la
protección de Prusias. Sin embargo, Roma consiguió descubrir el destino de su mortal
enemigo, enviando una embajada de la que formó parte Flaminio, para solicitar de
Prusias la entrega de Aníbal.
Temeroso de la reacción que pudiera causar en Roma una negativa, pero sin querer
faltar al deber de la hospitalidad, Prusias accedió pero diciéndoles a los embajadores
que procediesen ellos mismos a su captura, ya que no les sería difícil encontrar su
morada. La encontraron y rodearon con soldados todas las salidas del castillo. Aníbal,
enterado de que no había escapatoria, tomó un veneno que siempre llevaba en su anillo
y pronunció sus últimas y célebres palabras Libremos a Roma de sus inquietudes, ya
que no sabe esperar la muerte de un anciano. Ese mismo año, en Italia fallecería
también Escipión.

(1)El nombre púnico de ciudad nueva, no se sabe si fue en recuerdo de la antigua ciudad
ibérica: Mastia o de Carthago, con el mismo nombre e idéntico significado; los griegos
lo tradujeron en Kaine Polis, también Karthagedon (Karchedon), a veces Karthagedon
Nea; los romanos lo romanizaron en Carthago Nova; el nombre de Cartagena viene a
través del acusativo Chartaginem.

[editar] Enlaces relacionados


 Baal
 Guerras Púnicas
[editar] Bibliografía
 VV. AA. (1887–1910), Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de
Literatura, Ciencias y Artes, Barcelona, Montaner y Simón Editores. Texto de
dominio público..
 Encyclopædia Britannica, 11ª edición (1911).

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