Está en la página 1de 3

Selección de LAS FLORES DEL MAL (1857)

Charles Baudelaire

AL LECTOR
HIMNO A LA BELLEZA
La estupidez, el error, el pecado, la tacañería,
ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos, ¿Vienes del hondo cielo o sales del abismo,
y alimentamos nuestros blandos remordimientos, Belleza? Tu mirada, infernal y divina,
como los pordioseros nutren sus gusanos. vierte confusamente beneficios y crímenes,
por lo que compararte se puede con el vino.
Nuestros pecados son tercos, nuestro arrepentir débil;
con creces nos hacemos pagar las confesiones, Contienes en tus ojos el poniente y la aurora;
y volvemos alegres al camino fangoso, esparces los perfumes cual noche tormentosa;
creyendo nuestras manchas lavar con viles lloros. tus besos son un filtro y un ánfora tu boca
que hace cobarde al héroe y al niño hace valiente.
En la almohada del mal es Satán Trimegisto
quien largamente acuna nuestro encantado espíritu, ¿Surges del negro abismo, desciendes de los astros?
y el precioso metal de nuestra voluntad El destino encantado, te sigue como un perro;
íntegro lo evapora ese sabio alquimista. tú siembras al azar la dicha y los desastres,
y lo gobiernas todo sin responder de nada.
Es el Diablo quien tiene loa hilos que nos mueven!
Atractivo encontramos en cosas repugnantes; Marchas sobre los muertos y te burlas, Belleza;
cada día al Infierno descendemos un paso, el Horror, de tus joyas, es la más atractiva,
sin horror, a través de tinieblas que apestan. y el Crimen, entre todos tus más hermosos dijes,
en tu vientre orgulloso danza amorosamente.
Cual pobre depravado que besa y que devora
el seno flagelado de una antigua ramera, El deslumbrado insecto vuela hacia ti, candela,
robamos al pasar un placer clandestino arde, crepita y dice: “Bendigamos la antorcha”!
que muy fuerte exprimimos como naranja vieja. El amante jadeando sobre su mujer bella
parece un moribundo que acaricia su tumba.
Apretado, hormigueante, como un millón de helmintos,
un pueblo de demonios se harta en nuestros cerebros, Que vengas del infierno o del cielo, qué importa
y cuando respiramos, la Muerte a los pulmones Belleza! , monstruo enorme, inocente y temible!
baja, invisible río, con apagadas quejas. Si tus ojos, tu risa, tu pie, me abren la puerta
de un Infinito que amo y jamás conocí?
Si el estupro, el veneno, el puñal, el incendio,
no bordaron aún con graciosos dibujos De Satán o de Dios, ¿qué importa? Sirena o Ángel,
el banal cañamazo de nuestro ruin destino, qué importa, si tú vuelves, - hada de ojos de seda,
¡ay! , es que nuestra alma no es bastante atrevida. ritmo, perfume, luz, mi única soberana! -
menos horrible el mundo, más ligero el instante.
Pero entre los chacales, las panteras, las perras,
los buitres, las serpientes, los monos y escorpiones,
los monstruos gruñidores, aullantes, trepadores,
en el infame circo de nuestros propios vicios,

¡hay uno que es más feo, más malo, más inmundo!


Aunque no gesticule y ni gritos profiera,
haría con placer de la tierra una ruina

y en medio de un bostezo se tragaría el mundo;

¡es el TEDIO!- los ojos cargados de un llanto


involuntario,
él sueña con patíbulos mientras fuma su pipa,
tú conoces, lector, al monstruo delicado,
- hipócrita lector, - mi prójimo, - ¡mi hermano!
EL ENEMIGO
CORRESPONDENCIAS
Mi juventud fue sólo tenebrosa tormenta,
atravesada a veces por soles centelleantes; La naturaleza es un templo donde vivos pilares
las lluvias y los rayos hicieron tal estrago, dejan salir a veces sus confusas palabras;
que pocos son los frutos bermejos del jardín. por allí pasa el hombre entre bosques de símbolos
que lo observan atentos con familiar mirada.
Ahora, que he tocado el otoño de la idea,
es hora de emplear las palas y rastrillos Como muy largos ecos de lejos confundidos
y agrupar como nuevas las tierras inundadas, en una tenebrosa y profunda unidad,
donde las aguas cavan sus pozos como tumbas. vasta como la noche, como la claridad,
perfumes y colores y sones se responden.
¿Quién sabe si las flores nuevas con las que sueño
hallarán en el suelo lavado como playa Hay perfumes tan frescos como carnes de niños,
el místico alimento con que harán su vigor? dulces como el oboe, verdes como praderas,
y hay otros corrompidos, ricos y triunfantes,
-¡Oh dolor! ¡Oh dolor! Come la vida el Tiempo,
y el oscuro Enemigo que el corazón nos roe que la expansión poseen de cosas infinitas,
con sangre que perdemos crece y se fortifica. como el almizcle, el ámbar, el benjuí y el incienso,
que cantan los transportes del alma y los sentidos.
RECOGIMIENTO
UNA CARROÑA
Sé sabia, Pena mía, y quédate más tranquila.
reclamabas la Noche; ya desciende, hela aquí: Recuerda aquel objeto que vimos, alma mía,
una atmósfera oscura envuelve la ciudad, una suave mañana estival:
a algunos lleva paz, a otros, preocupación. al codo de un sendero, una carroña infame
en un lecho sembrado de piedras,
Mientras que la gran masa de los viles mortales,
bajo los latigazos del placer, su verdugo, con las piernas al aire, como una mujer lúbrica,
van a recoger culpas en la fiesta servil, ardiendo y sudando venenos,
Pena mía, dame la mano; ven por aquí, abría de manera despreocupada y cínica
su vientre de exhalaciones pleno.
lejos de ellos., ve inclinarse los años muertos
sobre el balcón del cielo, con anticuadas ropas; El sol resplandecía sobre esa podredumbre,
del fondo de las aguas surgir la nostalgia burlona; como para cocerla a punto,
y devolver centuplicado a la Naturaleza,
el Sol ya moribundo, se duerme bajo un puente, todo lo que junto reuniera.
y, cual larga mortaja que se arrastra al Oriente,
escucha, amada, escucha la noche que camina. Y el cielo contemplaba la soberbia osamenta
que se abría como una flor.
PERFUME EXÓTICO La pestilencia era tan fuerte, que sobre la hierba
te creíste desvanecer.
Con los ojos cerrados, en la noche otoñal,
respirando el aroma de tu cálido pecho, Las moscas bordoneaban sobre ese vientre podrido,
sucederse contemplo las riberas felices del que salían negros ejércitos
que un monótono sol deslumbra con sus fuegos; de larvas, que corrían cual un espeso líquido
a lo largo de aquellos vivientes harapos.
da la naturaleza en la isla perezosa
árboles singulares y frutos sazonados; Todo aquello descendía, subía como una marea,
los hombres tienen cuerpos delgados, vigorosos, o se volcaba crepitando;
y las mujeres ojos que en su franqueza asombran. hubiérase dicho que el cuerpo,inflado por un soplo
indefinido,
Guiado por tu aroma hacia encantados climas, vivía multiplicándose.
veo un puerto repleto de velas y de mástiles,
fatigados aún por las olas del mar, Y ese mundo producía una extraña música,
como el agua corriente y el viento,
en tanto que el perfume de verdes tamarindos, o el grano que un cosechador con movimiento rítmico,
circulando en el aire distiende mi narina, agita y revuelve en su tamiz.
y en mi alma se confunde con cantos de marinos.
Las formas se borraron y no fueron sino un sueño, SPLEEN (IV)
un esbozo lento en concretarse,
sobre la tela olvidada, y que el artista acaba Cuando como una tapa el cielo denso pesa
solamente para el recuerdo. sobre el gimiente espíritu presa de largos tedios;
cuando abrazando el círculo de todo el horizonte
Detrás de las rocas una perra inquieta nos vierte un día oscuro más triste que las noches;
nos vigilaba con mirada airada,
Espiando el momento de recuperar del esqueleto cuando el mundo se torna húmedo calabozo,
el trozo que ella había lamido. en donde la Esperanza, semejante a un murciélago,
se va golpeando muros con sus tímidas alas,
— Sin embargo serás como ese desperdicio, y dando la cabeza contra techos podridos;
como esa horrible infección,
estrella de mis ojos y sol de mi universo, cuando la lluvia extiende sus vastísimos rastros
¡Tú, ángel mío, mi pasión! e imita los barrotes de una enorme prisión,
y cuando un pueblo mudo de arañas repugnantes
¡Sí! así serás tú, oh reina de las gracias, viene a tender su red al fondo del cerebro,
después del último sacramento,
cuando vayas, bajo la hierba y las flores, las campanas, de golpe, furiosamente, saltan
a enmohecerte entre los huesos. y lanzan hacia el cielo un aullido espantoso,
semejante a las almas errantes y sin patria
¡Entonces, mi belleza, diles a los gusanos cuando a gemir se ponen desesperadamente.
que con besos te comerán,
que he guardado la forma y la esencia divina - Y fúnebres carrozas, sin tambores ni música,
de mis amores descompuestos! desfilan lentamente por mi alma; la Esperanza,
vencida, se lamenta; la Angustia atroz, despótica,
El ALBATROS en mi cráneo inclinado planta su pendón negro.

Por divertirse, a veces, la gente marinera, A UNA TRANSEÚNTE


atrapa los albatros, grandes aves del mar,
que siguen, indolentes compañeros de viaje, La calle aturdidora en torno de mí aullaba.
al navío que surca los amargos abismos. Alta, fina, de luto, dolor majestuoso,
una mujer pasó, que con gesto fastuoso,
Cuando apenas han sido dejados en cubierta, recogía las blondas que su andar balanceaba.
los reyes del azur, torpes y vergonzosos,
sus grandes alas blancas tristemente abandonan Ágil y noble, con esa pierna de escultura.
semejantes a remos, arrastrando a sus lados. Por mi parte bebí, como un loco crispado,
en su pupila, cielo del huracán preñado,
¡Qué torpe y débil es el alado viajero! placer mortal y a un tiempo fascinante dulzura.
Él, antes tan hermoso, cuán cómico y cuán feo!
Uno el pico le quema acercando una pipa, Un relámpago...¡y noche! Fugitiva beldad
otro rengueando imita, al cojo que volaba! cuya mirada me ha hecho de golpe renacer,
¿no he de volver a verte sino en la eternidad?

El Poeta es igual a este rey de las nubes ¡Lejos de aquí! ¡O muy tarde! ¡O jamás ha de ser!
que habita la tormenta y ríe del arquero; Pues dónde voy no sabes, yo ignoro a dónde huiste,
exiliado en el suelo, en medio de abucheos, ¡tú, a quien yo hubiera amado, tú, que lo comprendiste!
sus alas de gigante le impiden caminar.

También podría gustarte