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DESPUÉS DE CLASE.

DESENCANTOS Y DESAFÍOS DE LA ESCUELA ACTUAL

MARIANO NARODOWSKI

En el texto, el autor habla acerca del ocaso de la escuela moderna, así mismo se abordan
las posibilidades y los riesgos que el presente ofrece en este sentido, tratando a la vez de
comprender las concepciones que se han conformado en torno a la pedagogía y la
representación que se tiene de la institución escolar. De ahí, que Narodowski señala que
así como la escuela que se conoce, constituyó un acontecimiento de cáracter mundial , su
declive y caída también es generalizada (Narodowski, 1999).

Inicialmente, el autor hace alusión a la didáctica magna, de Jan Amos Comenius, la cual
expresa el paradigma transdiscursivo de la pedagogía moderna, y habla de lo que somos
como educadores o de lo que pretendemos ser; además, ésta obra constituye una
estructura de saber acerca de la educación en la infancia y la juventud a través de una
novedosa tecnología social: la escuela.

Respecto a lo mencionado, uno de los elementos de la pedagogía moderna que cobra


mayor importancia son las utopías educativas, las cuáles cumplen la función de delimitar
las finalidades que guían el orden de las prácticas (punto de llegada que orienta y a la vez
disciplina el discurso pedagógico y la práctica escolar). En la obra comeniana, es posible
hallar dos dimensiones en la formulación de utopías: una relativa al orden social y la otra
propia de la actividad educadora (Narodowski, 1999).

La primera dimensión consiste en las grandes finalidades relativas al orden social en el


que está inmersa la institución escolar, la utopía pedagógica conforma una narración en la
que se relata el camino (la educación escolar) desde el punto actual en el que se halla el
educador al punto final de la realización de los grandes ideales. Todas las pedagogías
han coincidido en que educar es educar a un hombre para una finalidad totalizadora que
se construye a partir de sus repercusiones sociales, es por ello, que ésta utopía produce
en el pedagogo una permanente sensación de disconformidad e insatisfacción respecto
del mundo en que vivimos, por lo que se convierte en el motor de la rebelión, así como de
la transformación social y educativa (Narodowski, 1999).

El autor plantea que la clave de las utopías sociopolíticas anidadas en la pedagogía, se


encuentran plasmadas en el ideal denominado pánsofico, de Comenius: el cual constituye
la pretensión universalista y democratizante de enseñar todo a todos los que concurren en
la escuela, sin distinción de clase social, etnia, orientación sexual, religión o capacidad
mental.

La segunda dimensión corresponde a la utopía metodológica ó la utopía del orden en


todo, se trata de la pretensión pedagógica de acabar con la incertidumbre respecto del
proceso de educación escolar y reducirlo todo a la razón pedagógica: la voluntad racional
del pedagogo estará dirigida al orden escolar, será capaz de eliminar el azar y la
imprevisión en las escuelas por medio del recurso del método didáctico, ya que para
educar es necesario disponer de una secuencia ordenada de pasos (Narodowski, 1999).

Es por ello, que la ideología de la utopía sociopolítica es fundamento de la ideología


didáctica, particularmente en aquellos educadores que consiguen una continuidad entre
los ideales que persiguen socialmente y las tecnologías que aplican didácticamente en la
escuela; ésta coherencia se expresa en movimientos pedagógicos que unifican a los
educadores y las prácticas educativas tras líneas políticas, sociales, ideológicas y
didácticas.

De otro lado, Narodowski (1999) plantea que una revisión de la literatura pedagógica
actual, permite evidenciar que la pedagogía ha moderado su componente disciplinador
que orientaba y establecía lo que era adecuado en la formación de niños y jóvenes y ha
tomado una posición flexible, que tolera la convivencia de todas las teorías educativas y
sus respectivas utopías. Además, ahora las utopías didácticas son a la carta, porque su
elección no obedece a un universo ideológico o político determinado, sino que están
supeditadas a la demanda de la realidad escolar y al imperativo de conseguir resultados.

Respecto al escenario planteado anteriormente, el autor asume una postura crítica y de


cuestionamiento, señalando que la educación escolar, no pudo conformar una oferta
pansófica consistente en enseñar todo a todos, la escuela no ha conseguido ser motor de
justicia e igualdad, el proyecto totalizador del “todos”, dió como resultado un
disciplinamiento irreflexivo y un desprecio por el diferente, adicionalmente, la escuela se
convirtió en el campo experimental que reservamos para toda la sociedad, y de ser un
medio, la hemos convertido en un fin.

Así mismo, el mayor indicador del derrumbe del paradigma comeniano, lo constituye la
situación de los pedagogos, ya que es el horizonte del mercado lo que predomina, por lo
que han sido sustituidos por especialistas, técnicos y tecnopolíticos, para quienes la
repercusión social y política de su práctica no es fuente de preocupación. Por tal razón,
los actuales pedagogos mantienen un perfil profesional aséptico, cultivan la neutralidad y
su discurso está basado en una lógica argumentativa donde lo técnico muchas veces se
cosifica a tal punto de perder su identidad social (Narodowski, 1999).

En este contexto, el pedagogo Paulo Freire, simbolizó el final de un ciclo en la producción


pedagógica, en el que la sociedad apostó a la educación, además sus posiciones teóricas
y experiencias como educador nos dilucidaban hacía dónde había que educar y cuáles
eran los riesgos a evitar, ya que Freire constituía una coherencia política, ideológica y
educativa. No obstante, con su fallecimiento, muere también una época de certidumbres
educativas con un sentido revolucionario, en la que la insatisfacción por este mundo es el
primer paso para alcanzar la utopía del mundo verdadero (Narodowski, 1999).

De esta manera, se consolida una época fragmentada e incierta, de pedagogos


específicos que conocen técnicamente solo una parte y no la totalidad, en la que los
docentes eligen a la carta sus métodos didácticos, y parece surgir una nueva pedagogía,
sin utopías y sin grandes pedagogos, época para la que educar no tiene por que llegar a
ser un acto liberador.

Para concluir, Narodowski (1999) expresa que resulta inquietante el reclamo por parte de
muchos educadores por un retorno a las viejas utopías de la totalidad, ya que éstas
configuraban un componente de ordenamiento y discriminación práctico, teórico y político,
por lo que la utopía pedagógica, conducía a la educación hacia lo inevitable, en un mundo
dominado por la fragmentación y la pluralidad. En relación al ideal pansófico, el autor
menciona que parece existir el supuesto de que la educación no va a contribuir por sí
misma a una sociedad más justa, los gobiernos y los organismos internacionales ya no
propenden por los enunciados en los que la humanidad se salvaba por medio de la
educación.

Respecto a los planteamientos enunciados previamente, coincido con la postura critica


que asume el autor en relación al papel que ha asumido la educación escolar, la cual no
ha tenido la repercusión y el alcance que debería, esto se evidencia en las brechas y
barreras de acceso (las cuales corresponden a un orden social, económico y político) que
aún persisten para gran parte de la población; lo que pone de manifiesto que las acciones
que se han emprendido en este sentido han sido ineficaces e insuficientes.

Otro elemento, con el cual concuerdo, y que representa gran parte de las problemáticas
educativas, es la perspectiva y naturaleza que han asumido los pedagogos, quienes han
dado mayor relevancia a las demandas del mercado y al imperativo de demostrar
resultados, es por ello que las utopías didácticas ya no corresponden a un universo
ideológico, social o político determinado; de ahí, que se ha desdibujado el sentido de la
práctica pedagógica, y se ha ido restando significancia a los procesos de transformación
social y educativa, que acontecen en el aula y en los aprendices.

Por tanto, como docente en proceso de formación, me auno a la necesidad e importancia


de realizar una mirada reflexiva acerca de los procesos de pedagogía, didáctica y
enseñanza que estamos desarrollando, a través de interrogantes, tales como: ¿por qué
enseño?, ¿para qué enseño?, ¿qué herramientas o metodologías empleo? y ¿hago
reflexión sobre mi práctica pedagógica?. Todos estos interrogantes dirigidos ha seguir
manteniendo la educación como esa fuente de poder transformador.

Por último, considero que los hallazgos e ideas desarrolladas por parte de Narodowski,
trazan una línea, que permite dar a conocer parte de las falencias presentes en el ámbito
educativo, y como éstas han desviado el sentido que debe orientar a la educación. Por tal
razón, se pone de manifiesto la necesidad e importancia de construir e implementar
acciones cooperativas y conscientes, por parte de todos los actores que participan en los
procesos de enseñanza, con el próposito de contrarrestar el declive de la escuela y la
pedagogía, y encauzar su significado y trascendencia.

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