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4031
“Fray Francisco de Paula Castañeda”
2020
Carrera: Educación
Secundaria en Lengua y
Literatura
Espacio curricular:
Literatura Europea III
Profesoras: Chena, M.
Victoria y Porta, Natalia
Alumna: Sanessi, Cielo
Santa Fe, Argentina
La enfermedad del ser
Análisis filosófico de los personajes literarios Hamlet, Werther, Emma Bovary y Rodion Romanovich Raskolnikov
©Cielo Sanessi
Índice
1. Introducción...................................................................................................................................3
2. Marco teórico.................................................................................................................................3
3. Análisis..........................................................................................................................................5
3.1. Werther y Emma Bovary................................................................................................6
3.1.1. Werther........................................................................................................................6
3.1.2. Emma Bovary..............................................................................................................9
3.2. Hamlet y Rodion Raskolnikov.................................................................................................15
3.2.1. Hamlet...................................................................................................................................15
3.2.2. Rodion Romanovich Raskolnikov.........................................................................................18
4. Conclusión...................................................................................................................................22
5. Bibliografía..................................................................................................................................23
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© Cielo Sanessi, 2020.
La enfermedad del ser
Análisis filosófico de los personajes literarios Hamlet, Werther, Emma Bovary y Rodion Romanovich Raskolnikov
©Cielo Sanessi
1. Introducción
Hamlet de William Shakespeare (1600-1601), Las desventuras del joven Werther de Johann W.
Goethe (1774), Madame Bovary de Gustave Flaubert (1856) y Crimen y castigo de Fiódor
Dostoievski (1866), son algunas de las obras más emblemáticas que han quedado como clásicos y
que en la actualidad seguimos leyendo y estudiando.
Se desarrollará y analizará uno de los temas que pueden presentar en común las obras
mencionadas anteriormente, la enfermedad del ser. Ser entendido como ser del hombre, su esencia y
naturaleza. Además, se identificará qué enfermedad padecen y cómo se da esta en los personajes. Se
concluirá la ponencia con la explicación del tema elegido, y la reflexión a la que se ha llegado
exponiendo la enfermedad y el ser como conceptos filosóficos desde la mirada de Nietzsche y Edgar
Morín.
Para realizar un análisis progresivo y eficaz primero se tomarán un personaje correspondiente a
cada obra con la intención de no extendernos, en el desarrollo, hacia otros personajes, que igual de
importantes, presentan otras características que no competen en este breve análisis. Las figuras
escogidas serán: Hamlet, Werther, Emma Bovary y Rodion Raskolnikov. Ellos, todos protagonistas
principales de las respectivas obras antes mencionadas, presentan características de su personalidad
que nos permiten comprender los conceptos de enfermedad y de ser. Por lo tanto, será necesario,
para demostrar los padecimientos que cada uno sufre, mediante una reconstrucción discursiva de sus
respectivas personas, por lo que tomaremos la teoría bajtiniana sobre la reconstrucción discursiva del
otro. Esto con el objetivo de llegar a la conclusión de que padecen una enfermedad que provoca el
propio hombre y entender la raíz de esta para, luego, reflexionar filosóficamente si verdaderamente
su enfermedad es tal, como se muestra.
Palabras clave: animal, enfermedad, existencia, hombre, ser.
2. Marco teórico
En el presente trabajo será necesario aclarar el marco teórico que se empleará para llevar a cabo el
análisis de los personajes elegidos.
Para reconstruir pertinentemente a los personajes será necesario recurrir a Mijaíl Bajtín. El autor
en su obra “Yo también soy. Fragmentos sobre el otro”1, nos explica que los discursos de los demás
son los que construyen la primera visión de nosotros mismos; como somos entes únicos no podemos
1
Bajtín, M. (2000) Yo también soy (fragmentos sobre el otro). Edición Taurus (La huella del otro). D. F., México
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vernos en nuestra totalidad porque no podemos rodearnos, ver lo que está afuera, y aunque nos
viéramos en un espejo, lo que devuelve aquel artefacto es una imagen falsa de nuestra figura, solo el
Otro puede construirnos totalmente, ya que puede rodearnos, y nosotros completar con aquellos
discursos lo que somos.2 En este aspecto atenderemos a las visiones de los otros personajes, las
visiones propias de los protagonistas, lo que construye la voz narrativa, y también lo que construimos
nosotros como lectores, así podremos comprender al personaje y ejemplificar acerca de las
enfermedades que estos poseen.
Por otro lado, será necesario definir lo que entendemos por enfermedad. Según la Real Academia
Española3 la enfermedad es la alteración más o menos grave de la salud. Completando esta
definición agregamos con el acercamiento que dan Diana Aurenque Stephan y François Jaran
Duquette en “La enfermedad como rasgo humano. Hacia una consideración de la enfermedad en
cuanto a fenómeno existencial”:
“...una persona enferma es una persona que no puede hacer lo que sí podría estando
bien de salud. Se experimenta la enfermedad no como una anomalía respecto de una
norma sino más bien como una limitación en nuestras capacidades, es decir, de lo que
uno puede hacer. (...) la enfermedad entendida como limitación de las posibilidades de
vida pone de manifiesto un fenómeno existencial propio del único ser vivo que existe
4
como tal...” (2018)
Por otro lado, se tomará el concepto de ser, definiéndose desde dos fuentes, las cuales se
complementarán. Primero se recuperará la noción de la esencia misma del ser como ente, como ser
humano, que proviene del pensamiento de Heidegger que explica en “Ser y tiempo”5 que el ser es
siempre el ser de un ente. Ese ser-ente, lo entendemos como el hombre que puede pensarse, si bien,
no entenderse completamente, o no entender su existencia. Y en segunda instancia, lo uniremos con
el concepto, que retoma Antonio Petagine (2018)6, del filósofo Juan Duns Escoto sobre ser, en
cuanto al ser-hombre: “Además de ser un ente que es en sí mismo distinto de cualquier otro ente, el
individuo es también una entidad singular, perteneciente a una naturaleza específica que posee en común con
2
Bajtín, M. (2000) Yo también soy (fragmentos sobre el otro). Edición Taurus (La huella del otro). D. F., México. Según
el autor: “La verdadera apariencia de uno puede ser vista tan solo por otras personas, gracias a su exotopía espacial y
gracias a que son otros” (p. 159).
3
En: https://dle.rae.es/?w=enfermedad
4
En Aurenque Stephan, D. y Jaran Duquette, F. (2018) La enfermedad como rasgo humano. Hacia una consideración de
la enfermedad en cuanto a fenómeno existencial. Revista Alpha, Vol. N° 47. Universidad de los lagos. Osorno Chile.
(páginas de la 161- 176).
5
Heidegger, M. (1951) El ser y el tiempo. Trad. de José Gaos. Editorial Fondo de cultura económica, México. (p. 19)
6
Petagine, A. (2018) Juan Duns Escoto. Enciclopedia Philosophica (on line). Universidad Pontificia de la Santa Cruz.
Roma, Italia. Recuperado en: http://www.philosophica.info/voces/escoto/Escoto.html
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los otros individuos de la misma especie”. Aquí se podría pensar al ser-ente como un individuo que es
singular pero que pertenece a una naturaleza común con otros seres de la misma especie.
A raíz del concepto de enfermedad tomaremos los tipos de enfermedad metafórica descritos en el
artículo “Filosofía de la enfermedad: vulnerabilidad del sujeto enfermo” (2007) del Dr. Gonzalo
Pérez Marc. Este detalla las formas más comunes de enfermedad metafórica, de las cuales
seleccionamos dos: la primera es la enfermedad como castigo, esta se instaura en la literatura,
normalmente, en donde la enfermedad se considera como un castigo: los comportamientos que se
consideran como algo totalmente “peligrosos” (moralmente) llevan a que se solventen con la salud
del individuo, la enfermedad es justa para pagar lo que se ha cometido. Por otro lado, tenemos la
enfermedad como expresión del carácter; aquí es el enfermo quien crea la enfermedad, el mismo
individuo moldea su propia enfermedad. Lo que sucede es que, al no poder expresar sus emociones,
o lo que le sucede en general, se encierra psicológicamente en sí mismo, generando represión y
reforzando su enfermedad.
En última instancia, para comprender enteramente el análisis, recuperaré el concepto de Nietzsche
sobre el ser del hombre como animal/bestia que retomaremos del libro “Genealogía de la moral”
(2010), y, también, agregaremos las reflexiones desde un estudio de Diana Aurenque: “El hombre
como animal enfermo: sobre el significado de salud y enfermedad en la antropología crítica de
Nietzsche” (2018). Igualmente retomaremos a Edgar Morín (1977) con la idea de homo sapiens y
homo demens en el capítulo cuarto de “El método. La Humanidad de la humanidad” (2003) 7. El
autor explica la dualidad del hombre. Somos homo sapiens y homo demens a la vez, somos en un
polo, sapiens, y en el otro demens. Por lo tanto, en nosotros viven el animal enfermo que especifica
Nietzsche, esta bestia, o el homo demens según Morín, y en otro polo vive el homo sapiens, el homo
racional: “Somos seres infantiles, neuróticos, delirantes, al tiempo que también somos racionales” (E.
Morín, 1977).
Estas dos ideas de los respectivos autores nos ayudarán a comprender más profundamente la idea
de enfermedad y de ser.
3. Análisis
Para el análisis, se separará en dos grupos a los personajes escogidos debido a una cierta similitud
que presentan sus enfermedades y las causas de las mismas. Por un lado, agruparemos a Werther,
7
Morín, E. (2003) El método. La humanidad de la humanidad. Editorial Cátedra. Madrid, España. (p. 129)
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enamorado de Carlota, en Las desventuras del joven Werther de Johann W. Goethe, junto a Emma
Bovary, segunda esposa de Carlos Bovary, en Madame Bovary de Gustave Flaubert.
En el segundo grupo, se encontrarán Hamlet, príncipe de Dinamarca, en Hamlet de William
Shakespeare, y Rodion Raskolnikov, antiguo estudiante de derecho, en Crimen y castigo de Fiodor
Dostoievski.
8
Goethe, J. W. (2016) Las desventuras del joven Werther. Editorial Brontes. España. (p. 7)
9
Goethe, J. W. (2016) Las desventuras del joven Werther. Editorial Brontes. España. (p. 10)
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entender que era un ávido lector que sufrió de ilusionarse con aquellas lecturas y por eso se niega a
que su amigo, Guillermo, le envíe libros. Quizás este problema de lectura y elección de otras menos
“problemáticas” para él, fue decisión por un cambio de parecer debido a que algunas le generaban
rechazo, debido a que otro tipo de obras “exaltaban” sus pensamientos, sus ideas.
Existen personajes en la literatura que sufrieron cambios más bruscos por las obras que leyeron,
en donde la ficción trastoca la personalidad. Uno de esos casos, muy conocidos, es Don Quijote de la
obra de Cervantes (1605), y otro ejemplo podría ser la mismísima Emma Bovary, que analizaremos
luego de Werther.
Con este fragmento y ciertos momentos recuperados podemos construir la identidad melancólica,
soñadora y romántica de nuestro personaje. Quizás, debido a ciertas lecturas (contemporáneas a él
debido a sus ideales románticos), estas actitudes, mencionadas anteriormente, han sido creadas y
reforzadas, lo que lo ha hecho creer o idealizar ciertas situaciones.
Con respecto a por qué nombramos o intentamos perfilar su identidad como alguien melancólico
y sobre todo “idealizador”, se debe a que necesitamos entender de dónde viene su enfermedad. El
joven Werther, a partir de la carta del 16 de junio, conoce a una bella jovencita llamada Carlota S.
Esta mujer exacerba los sentimientos de nuestro protagonista que lo lleva a la locura total, incluso,
todavía no sabiendo que ella está comprometida con Alberto, este “sentimiento” de deleite hacia esta
dama lo deja completamente fuera de sí mismo, ciego, metafóricamente hablando. En la carta lo
vemos totalmente “enamorado”, confirmándole a su amigo que ha conocido a “Un ángel”10. En la
época de Werther existía una idea de que la mujer era un ángel, perfecto y bondadoso, por lo tanto,
se la idealizaba completamente.
Por lo tanto, Werther está elevando la figura de Carlota, que piensa que es su amada, y la idealiza
hasta el punto en que cree no poder vivir sin ella. Desde este momento comienza su enfermedad
delirante, su depresión total por un amor no correspondido.
Retomando la definición de enfermedad: aquella que presenta una cierta limitación de las
capacidades del hombre cuando no hay salud, o cuando se presenta alguna anomalía. Podríamos
decir que Werther sufre una fiebre de histeria y de depresión por no tener lo que desea, que es su
amor correspondido; aunque intuimos que ni siquiera lo quiere así, sino que lo llena el hecho de
sufrir por Lotte, y por lo tanto se idealiza, en la obra, la situación del sufrimiento por amor, se
romantiza esta desesperación, esta incomprensión hacia los sentimientos de un hombre que delira y
10
Goethe, J. W. (2016) Las desventuras del joven Werther. Editorial Brontes. España. (p. 20)
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Goethe, J. W. (2016) Las desventuras del joven Werther. Editorial Brontes. España. (p. 73)
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con aquello que lo hacía sentirse así, en este caso, por amor no correspondido. Incluso expone esta
angustia como algo propio, explica que él entiende al criado debido a que está tan enfermo de amor
como este. El fragmento es narrado por el editor, por lo tanto, es una visión de la voz narrativa hacia
lo que Werther pensó en esta situación: “Comprendía tan bien la desesperación que le había llevado al
crimen; le encontraba tantas excusas y comprendía con tal profundidad la situación de aquel desventurado,
que se creía capaz de participar sus emociones a todo el mundo.”12
Finalizando con Werther, deberíamos preguntarnos... ¿realmente este sujeto se ha suicidado por
amor? ¿Este individuo solamente manipuló un arma para terminar con su vida porque amaba a otra?
No concuerdo en que su enfermedad sea algo tan sencillo como suicidarse por amor, insisto que la
enfermedad “psicológica” de nuestro personaje se profundiza y se diluye en un problema más
complejo. De existencia y de esencia de un ser que ha perdido o no encuentra un sentido en su vida.
Esto se explicará luego, cuando lo relacionemos estrechamente con el siguiente personaje
seleccionado, Emma Bovary.
3. 1. 2. Emma Bovary
Una mujer inteligente, ingeniosa, nerviosa, histérica, egoísta y con una imaginación que desborda
su propia existencia. Nuestro personaje de Madame Bovary es alguien que ya padece ciertos ideales
utópicos desde el momento en que se casa con Carlos; mediante avanza la historia, nos damos cuenta
que estos pensamientos, de querer un amor idílico y también de poseer grandes bienes y ser de una
clase mayor a la que es, vienen desde pequeña, cuando en el convento leía obras románticas que
hacían enfermar y trastocar su visión de la vida, deseando algo que allí no estaba.
Construir la identidad de Emma no es muy difícil, debido a que la obra de Flaubert se basa en
descripciones muy detalladas de todo lo que allí se nombra, y más a nuestro personaje principal.
Desde la voz narrativa tenemos muchas explicaciones y también certezas que nos dan sobre Emma y
sus pensamientos: “Emma a veces le ajustaba en su chaleco el ribete rojo de sus camisetas, le arreglaba la
corbata o escondía los guantes desteñidos que se iba a poner; y esto no era, como él creía, por él; era por
13
ella misma, por exceso de egoísmo, por irritación nerviosa.” En este pasaje vemos egoísmo total, ella
necesitaba que las apariencias escondan lo que la avergonzaba: ser de una clase social media-baja.
Aunque, en realidad, se encontraban en esa clase porque su marido recién comenzaba a trabajar y,
además, la antigua esposa de Carlos, tenía más deudas que dinero en sus bolsillos, por ende, no
disfrutaba de una situación económica muy buena, no podían comprar muchos lujos, pero si vivir de
12
Goethe, J. W. (2016) Las desventuras del joven Werther. Editorial Brontes. España. (p. 99)
13
Flaubert, G. (2007) Madame Bovary. Editorial Gradifco. Argentina. (p. 55)
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buena manera. Sin embargo, Emma, se avergonzaba por no tener objetos caros, eso la ponía ansiosa
y nerviosa.
También podemos notar a una mujer que se aburre rápidamente, que nada la hace llenar el vacío
que posee y del que piensa que va a poder colmar con nuevos amores idílicos y con riquezas.
Primero fue el convento. Al marcharse, allí se extasió y decidió seguir al pie de la letra las órdenes:
rezar, leer sus amadas obras, respetar las reglas y a sus compañeras, pero luego se cansó de aquella
monótona vida, y decidió contrariar a las hermanas para que la expulsaran, y eso hicieron porque la
consideraban “poco respetuosa con la comunidad”14. Inmediatamente sucedió la vuelta al campo de
su padre. Por un tiempo disfrutó hasta que, nuevamente, la monotonía la alcanzó dejándola sin ganas
y soñando con volver al convento o hacer otra cosa que no fuera estar allí. Pasaron años y apareció
en su vida Carlos, el doctor que venía a curar a su padre, debido a una pequeña fractura. Sin
embargo, cuando se casa con él, idealiza tener otras cosas, ser adinerada, fantasea como en “...Pablo y
Virginia, (...) con la casita de bambúes...”15.
Es una mujer que se cansa de la monotonía, y me atrevería a decir que ese vacío que no puede
llenar, es existencial: no logra encontrar la razón que la hace vivir. Quizás en gran parte sean
culpables los ideales románticos, como en Werther, que ella había consumido en la literatura, o que,
tal vez, en la época, esas tendencias, todavía no se habían esfumado, por lo tanto, se vio embebida en
ellas.
Su “enfermedad” como tal, es menos presente al principio de la novela, luego empieza a mutar su
comportamiento, sufre cambios bipolares de actitud y personalidad: de una esposa atenta y cordial,
se cansa de pronto de su marido y lo trata despectivamente, incluso con su hija, la quiere e
inmediatamente la aparta haciéndola caer o lastimándola en ocasiones. Comienza a empeorar cuando
nota, luego de caer en una irreparable deuda con un prestamista y vendedor Lheureux, que su vida
verdaderamente no va a poder ser como ella sueña: vivir como las mujeres en la fiesta del marqués
de Andervilliers, La Vaubyessard o como las mujeres “libres” en París, yendo a fiestas o a
espectáculos. Otra causa de su decadencia, es que se ve en un altercado con sus amantes, los que ella
creía que jamás podría dejar de amar, ahora resulta que nunca estuvo enamorada, si no que fue un
capricho proveniente de su egoísmo. Posiblemente esta situación sucede con León, más que con
Rodolfo, ya que este la deja antes de una escapada de enamorados. Sin embargo, casi al final de la
obra, cuando Emma va a pedirle dinero, porque en algún tiempo se amaron y ella piensa que la va a
14
Flaubert, G. (2007) Madame Bovary. Editorial Gradifco. Argentina. (p. 37)
15
Ibídem, (p. 33)
10
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ayudar, se da cuenta de que todo aquello era una ilusión, que no fue real su enamoramiento por lo
que decide volver a su hogar y suicidarse con arsénico, no pudiendo aguantar la humillación de que
le quitaran lo poco que le quedaba, la poca esperanza de su utopía.
Con respecto a su enfermedad, se presenta más clínica, debido a que se narra de esa manera.
Como vimos en Werther, no es específicamente descrito su padecimiento de una forma médica,
quizás debido a que no se tomaba como tal y que aquello eran cartas del propio personaje, por lo
tanto, él no se identificaría como alguien enfermo.
Al contrario de Las desventuras del joven Werther, el narrador en Madame Bovary describe
perfectamente la enfermedad de Emma, que consta de desmayos y ataques de nervios, que Carlos
declara como “fiebre cerebral”16. Uno de estos ataques sucede luego de leer la carta de Rodolfo. Este
pasaje es la cima de su nerviosismo, en donde sus convulsiones la llevan al delirio:
“El farmacéutico, al oír el barullo que había en casa, salió corriendo hacia ella
(...) Carlos pedía socorro; Berta, asustada, gritaba; y Felicidad, cuyas manos
temblaban, desabrochaba a la señora, que tenía convulsiones por todo el cuerpo.”17
En esta escena, Emma, ya está fuera de sí, pide la carta de Rodolfo llorando, convulsiona, se
desmaya, se niega a que la ayuden. Es una situación que preocupa a su marido, que es médico. Su
mujer convulsiona sin ninguna razón, o él lo cree así; esta enfermedad avanza y tiene un segundo
ataque.
Igualmente, la protagonista decide seguir con su vida y llenándose de ilusiones. Sus cambios de
humor se vuelven cada vez más radicales. Su segunda relación, con León, la lleva a la histeria total,
quiere estar todo el tiempo con su amante y no concibe que este tenga una vida aparte de ella; llega
un momento en que no quiere esconder más su relación, pero luego retrocede en su idea, cuando
advierte que el amor que le tiene a León decae, entonces vuelve a Yonville permanentemente. Pero
igualmente cuando se ve en aprietos de dinero vuelve a Rouen, a pedirle a su amante que la ayude, y
cuando él no puede, o no quiere, conseguir ocho mil francos para pagarle a Lheureux, decide irse de
allí, sin volver a verlo, desesperada por su propia miseria.
Sin embargo, su suicidio, aún más claro que el de Werther, podemos entender que no es
solamente por amor idílico, ni por aprietos con el dinero.
Según Dr. Gonzalo Pérez Marc en su artículo “Filosofía de la enfermedad: vulnerabilidad del
sujeto enfermo” (2007), nos plantea en el subtítulo “El rasgo metafórico” (entiéndase el rasgo
16
Flaubert, G. (Ed.) (2007) Madame Bovary. Editorial Gradifco. Argentina. (p. 174)
17
Ibídem, (p. 172)
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18
Goethe, J. W. (2016) Las desventuras del joven Werther. Editorial Brontes. España. (p. 29)
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El ser humano puede estar tranquilo con su existencia hasta que le sucede algo que lo
desestabiliza (una obsesión, una muerte, o alguna situación anormal en su vida cotidiana) y, por
ende, su moral se ve afectada por esta situación, lo que supone el devenir de una enfermedad. Esta
enfermedad, que, según mi visión, no es algo clínico, sino propia e inherente al ser humano, lo
condena a sentir desesperación por un problema que afecta la tranquilidad de su propia existencia,
que lo lleva a problematizar la misma. En el caso de Werther; este es un ser totalmente pensativo que
busca la belleza, y refugia, su existencia, en la naturaleza, en el arte y en las cosas pequeñas que lo
hacen feliz, huye de las vanidades19, sin embargo, hay algo que lo persigue y lo desequilibra, que
comienza a enfermarlo, a cambiar su pensamiento tranquilo sobre la vida. Este objeto, que aflige a
Werther, es el amor: entendemos este como un constructo totalmente social, un concepto creado por
los hombres.
Según Alicia Pascual Fernández (2016)20 el amor es algo completamente construido por los
hombres, le hemos dado forma mediante el paso del tiempo. El concepto ya proviene de la antigua
Grecia, y, extrayéndolo de allí, fuimos poco a poco modificándolo hasta tener en el presente un amor
idealizado y “romántico”. Ella retoma el concepto de la Real Academia Española, que me parece
interesante para reflexionar. La rae, explica Alicia, define el amor como “Sentimiento intenso del ser
humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.”
La concepción de la RAE nos permite observar que el amor es algo tan llano como decir que es
simplemente la búsqueda de otro ser humano por insuficiencia personal. Sin embargo, algo tan
“profundo” como se supone que es el amor socialmente, si realmente fuera, así como se la describe
(inexplicable), ni siquiera podría estar expuesto en un diccionario. Por lo tanto, considero necesario
aclarar que, en este tiempo, y en el de que Werther, el amor es algo totalmente construido por la
sociedad, hasta las formas de amor lo son, me refiero a las formas de amar y, además, si “amas” de
una forma obsesiva se reprime tu comportamiento por no ser “moralmente bueno”. No obstante,
somos nosotros mismos los que hemos creado este concepto de amor romántico e idílico y lo hemos
alimentado a través del tiempo.
Werther no se enfermó y se suicidó por estar enamorado o por sentir amor por Carlota, se disparó
porque su existencia se vio reprimida por ese constructo social. El “amor”, o su forma encaprichada
de amar, generaron un problema existencial, sus ideales cayeron, ya no tenía seguridad de lo que
19
Goethe, J. W. (2016) Las desventuras del joven Werther. Editorial Brontes. España. (p. 14)
20
Pascual Fernández, A. (2016). Sobre el mito del amor romántico. Amores cinematográficos y educación. Dedica,
Revista de educación y humanidades, 10 (2016) páginas 63-78.
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quería o si quería algo, por ende, terminar con su existencia era lo más lógico que pudo pensar,
debido a que la estabilidad de esta se derrumbó luego de creer en una concepción idílica totalmente
vacía, creada por el hombre. El hecho de idealizar algo que no puede comprender, porque es
totalmente llano y no hay nada que entender allí, pero que encierra otro problema del hombre más
profundo que veremos más adelante, lo lleva a obrar mal, a corromper su moral, también entendida
como aquella que es construida completamente por el hombre.
Ya ha agotado su tranquilidad, no entiende el amor, ¿por qué no puede concretarse como se debe,
como proponen los ideales de amor románticos de la época? Porque, como dijimos, es algo
completamente llano y vacío; además, nadie comprende sus justificaciones, vistas como “inmorales”.
No le queda nada, porque si el amor que le enseñaron que existe, no es real, entonces todo lo demás
tampoco lo es, todo aquello que construyó se derrumba dejando un vació que intenta llenar
redundantemente con algo que sabe que es ilusorio y esto lo lleva a la muerte, porque si ya nada de
lo que cree es real, entonces él mismo no es, no existe.
Lo mismo sucede a Bovary. Emma cree fervientemente en su idealizado amor que leyó en sus
novelas románticas y también en la vida utópica que le han impuesto que es “mejor” para vivir, sobre
todo la cotidianeidad escandalosa de París. Sin embargo, sufre igual que Werther la misma dosis de
incomprensión acerca de su vida, no le basta, se siente vacía, por eso se aburre constantemente de la
monotonía. Su enfermedad nerviosa la crea ella misma debido a que no puede expresar sus
emociones, no solamente el adulterio que comete, sino también que esa no es la vida que quiere, que
odia a su marido y a su rol como “ama de casa”.
Por otro lado, las faltas morales que comete, el adulterio, odiar o no soportar a su propio esposo e
hija, la lleva a enfermarse, ese es el precio por aquellos “peligros” que comete, y lo termina pagando
con su muerte.
Emma sufre, el tener un gran vacío existencial genera incomprensión total de su vida y esencia
humana y para tratar de llenarlo comete estas faltas, de las que no sería capaz si verdaderamente
comprendiera lo que le sucede. Su moral se ve corrompida por el adulterio y también por los secretos
que esconde a Carlos y a todo Yonville. La moral siendo un término construido por la sociedad, en
donde se nos impone “ser buenos” o lo que una ideología cree como tal, hace automatizar esta y,
luego, cuando sucede un cambio profundo o un vacío en el hombre, en el caso de Emma provocado
por el amor y la vida idealizadas, se trastoca estimulando que la persona cometa actos inmorales que
son condenables. A su vez, estos individuos resultan ser, para la sociedad, “enfermos”. Sin embargo,
¿la “enfermedad” es real? ¿Estos personajes están enfermos? Porque si la moral y el amor son
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constructos sociales, conceptos creados por el hombre, entonces ¿el que está creando la enfermedad
es el hombre mismo? ¿Somos los propios autores de nuestra enfermedad?
En la actualidad, las enfermedades de Werther y Madame Bovary tienen nombre clínico:
enfermedad de Werther y el bovarismo. Estas explican exactamente lo que padecen Werther y Emma
en las obras: la obsesión idílica de un amor, con diferencia de que la primera consiste en el suicidio,
y la segunda más a la obsesión. Sin embargo, lo que no estamos prestando atención es que, en ambos
casos, lo que provocó la desestabilización fue el hombre mismo. Nosotros creamos el concepto de
amor y de moral. Lo impusimos, en las distintas sociedades, y luego lo alimentamos y,
simultáneamente, propusimos ciertas excepciones inmorales, pero que se desprenden del mismo
concepto. Se condena por un amor obsesivo, que los hombres mismos crearon. Por lo tanto, estas dos
construcciones no son más que eso, construcciones, que no pertenecen al ser del hombre. Pero,
igualmente se han creado para reprimir al hombre, como veremos más adelante con Nietzsche.
Al crear estos conceptos están ocultando algo que es verdadero en el hombre, que es inherente a
él, por eso establecieron ideales que le permitan “vivir” en sociedad y así controlar la propia
naturaleza. Entonces, nuestros personajes padecen una “enfermedad” que el mismo hombre les hizo
crear, pero como el amor y la moral no son inherentes a este, significaría que el que está enfermo por
naturaleza es el hombre.
Creamos cruelmente constructos que sabemos que podrían fundar enfermedades mentales.
¿Realmente lo sabemos? Sí, sino no crearíamos excepciones del “mal” en los conceptos para
expresar las cosas buenas; el amor y la moral.
Para comprender completamente lo que se quiere expresar es necesario continuar el análisis con
los dos personajes restantes que nos aportaran otro tipo de visión y que nos ayudaran a entender por
qué el hombre es enfermo por naturaleza, y qué es la enfermedad del ser.
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La enfermedad del ser
Análisis filosófico de los personajes literarios Hamlet, Werther, Emma Bovary y Rodion Romanovich Raskolnikov
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Hamlet está totalmente dolido por la muerte de su padre, se lamenta y se hunde en un profundo
pesar21; sin embargo, este desconsuelo no lo atormenta, se siente tranquilo debido a que,
supuestamente, la muerte de Hamlet padre fue algo que “podría” pasar naturalmente (la mordida de
una serpiente venenosa). Pero conforme continúa la obra, nos enteramos de la verdadera razón de la
muerte de este: fue envenenado por su hermano Claudio. Luego de que el príncipe se entera, su
juicio comienza a trastornarse. Todo lo que él creía que estaba bien se vuelve oscuro e
incomprensible. Aquella moral que pensaba real y correcta ahora se vuelve un problema que
desestabiliza su entendimiento sobre la vida. Culpa de este crimen y por el incestuoso matrimonio de
su madre22, la moral, que repito entendemos como algo construido socialmente, se torna oscura y por
ese motivo, Hamlet, queriendo vengarse, comienza a cometer actos “peligrosos”; su identidad muta,
ahora es alguien delirante, que desea matar a aquellos que lo engañaron.
Si Claudio ha matado a su hermano para conseguir la corona y reinar, entonces ¿por qué Hamlet
no puede vengarse sabiendo que el actuar de su tío fue totalmente inmoral y no ha sido condenado
por ello? Siguiendo esta lógica, el príncipe puede hacer lo mismo ya no existe creencia del bien o el
mal que lo pueda frenar de cometer actos deshonestos.
Su enfermedad parte de ese episodio con el espectro de su padre, esta locura que padece, sus
allegados, la explican como algo inentendible en el joven, ya que siempre ha sido alguien noble y de
buen juicio. En la segunda escena del primer acto, existe un cariño especial por Hamlet. Su tío
Claudio lo trata como alguien querido. Para él, Hamlet, tiene un carácter “tierno y laudable” porque
es muy fiel a la muerte de su padre, le parece noble su amor profundo y su sufrimiento por él a pesar
del tiempo que lleva muerto. También se nota una cierta obediencia de su parte: cuando le insisten
que se quede en Dinamarca y no se vaya a Wittenberg, no reprocha y decide permanecer junto a su
familia. 23
Existen escenas en donde se vuelve totalmente delirante, cambia de parecer constantemente. En
una ocasión visita a Ofelia y le dice que la ama totalmente24, pero luego, este la rechaza sin ningún
atisbo del amor.25 Hamlet está contrariado por la situación del asesinato y del incesto familiar, esto lo
hace delirar. Su demencia se advierte explícitamente en la escena en la que habla con Gertrudis, su
madre, y luego mata a Polonio, chambelán del rey Claudio, pensando que era una rata; sin embargo,
21
Shakespeare, W. (2007) Hamlet. Centro editor de cultura. Argentina. (p. 25)
22
Ibídem, (p. 39)
23
Shakespeare, W. (2007) Hamlet. Centro editor de cultura. Argentina. (p. 24)
24
Ibídem, (p. 49)
25
Ibídem, (págs.74-76)
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la reina encuentra esto como algo que sucedió debido a su locura. Gertrudis, nombra su mal juicio y
su enfermedad: “Todo esto es una invención de tu cerebro. El delirio es astuto y puede crear visiones
incorpóreas.”
En esta escena, Hamlet habla con el fantasma de su padre, y la reina entiende que su locura llegó
al punto de crear visiones. Inmediatamente, el príncipe se lleva el cuerpo de Polonio sin ninguna
impresión por haberlo matado, como un asesino a sangre fría arrastra el cuerpo hasta una habitación
para esconderlo.26 Esto representa un estado total de delirio y demencia, su enfermedad psicológica,
que actualmente nombraríamos así, ha hecho que asesine a alguien y que no se sorprenda por
hacerlo. La reina lo define como alguien que está “loco como el océano”.27
Hamlet sufre, y podemos ver en él los dos tipos de enfermedades metafóricas que encontramos en
Werther y Emma Bovary. Por un lado, su acto “peligroso” es querer vengar y matar a aquel que ha
cometido el homicidio de su padre, además de acabar con el incestuoso matrimonio de su madre, este
desear profundamente asesinar a una persona, lo lleva prontamente al desvarío y demencia total, o
sea, su pena a pagar.
Siguiendo el segundo tipo de enfermedad (véase en la página 4), el hecho de haberse enterado de
la muerte de su padre y no poderlo expresar abiertamente, comienza a reprimirlo de modo que sus
emociones se acumulan y luego salen a borbotones mediante la locura extrema. Esta desesperación
que ha trastornado la moral, que hasta el momento había calmado el ser de nuestro príncipe, de
pronto se ve fragmentada y manchada de delitos que se suponen “inmorales”, sin embargo,
igualmente se llevaron a cabo y nadie los condena como tal.
Normalmente el hombre tiende hacia una actualización de mejora de su humanidad, sin embargo,
puede presentarse una situación que desestabilice el ser del hombre, en donde todo lo que creía real
se desvanece. Sin embargo, intenta comprender qué es lo que le sucede. Tiende a filosofar sobre su
existencia y, a medida que profundiza sobre la cuestión y no logra encontrar algo que calme su sed
existencial, se torna “enfermo”, melancólico, inestable y desesperado.
Hamlet está en un estado total de incomprensión de la vida, el mismo no entiende qué es su propio
ser, como dice su famoso monólogo:
“Ser o no ser: ese es el dilema: si es más noble a la luz de la razón padecer las
pedradas y flechazos de la afrentosa suerte, o empuñar las armas contra un mar de
aflicciones y terminar con ellas combatiéndolas. Morir: dormir. No más. Y pensar que
26
Shakespeare, W. (2007) Hamlet. Centro editor de cultura. Argentina. (p. 104)
27
Ibídem, (p. 105)
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al dormir le damos fin a las congojas y a las mil desdichas naturales, herencia de la
carne.”28
Esta frase nos resume su incomprensión sobre la vida, y también la necesidad de encontrar el
entendimiento de su existencia. Nombra a la vida en sí como algo adverso, que es totalmente
“natural” que sea de ese modo, que es “herencia de la carne”. ¿Qué intentará decir con esto? ¿Intenta
decirnos que esa desdicha proviene del propio hombre, de la naturaleza misma humana? Volveremos
más tarde sobre estas preguntas uniéndolas a Raskolnikov, nuestro último personaje.
28
Shakespeare, W. (2007) Hamlet. Centro editor de cultura. Argentina. (p. 73)
29
Dostoievski, F. (2007) Crimen y castigo. Editorial Gradifco. Argentina. (p. 162)
30
Ibídem, (p. 180)
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y usurera, que suele tratar con estudiantes de clase baja como Roskolnikov. Lo que sucede, y lo que
ve Rodion, es que esta mujer hace miserable la vida de los demás con sus préstamos, los atosiga para
que devuelvan su dinero y le quita, además, sus pertenencias valiosas. Rodion, creyéndose héroe y
un hombre extraordinario decide deshacerse de alguien que no sirve.
Sin embargo, la situación no fue como él esperaba. Primero, mata a un ser inocente, Isabel
Ivanovna y, por otro, que él no es un Napoleón, como confiesa a Sonia; no es un hombre
extraordinario, sino ordinario: “Compréndeme: si tuviera que repetir aquello, es posible que no lo hiciera.
Pero entonces tenía prisa por saber si yo era un gusano como los demás o un hombre, en el verdadero sentido
de la palabra; si tenía o no en mí la energía para franquear el obstáculo, si era una criatura cobarde o si
tenía derecho...”31
La idea del “ser extraordinario”, que corroboramos que afloró en él apenas llegó a San
Petersburgo, cuando era estudiante. Esto lo podemos ver en la obra cuando va a visitar a Porfirio
Petrovich por primera vez con Razumikin y, también, en su segunda visita, cuando se vuelve
completamente loco al pensar que el juez de instrucción sospecha y sabe que él es el homicida; en
estas dos escenas vemos cómo, con fervor, quiere hacer que los demás entiendan sus ideas, pero el
juez, a su parecer, malentiende todos sus ideales y eso lo desespera, ya que los pensamientos son los
que lo mantienen “estable” mentalmente.
Sin embargo, a medida que avanza la historia, vemos que esta ideología decae. Nadie puede
comprender por qué hizo lo que hizo, se encuentra en un conflicto que tiene dos puntas: su moral y la
moral de la sociedad. Es totalmente reprimido debido a que las normas que se manejan en el mundo
lo repugnan y, en consecuencia, comienza a construir sus propias reglas morales. Pero la realidad lo
abruma, odia a todos a su alrededor, porque nadie puede comprender sus ideas, ya que estos se rigen
por reglas y normas sociales distintas a su pensamiento. Esta moral que poseen los otros, lo
estigmatiza como un “monstruo”, como un animal que ha asesinado, que merece ser condenado. Esto
explicaría, al no tener a nadie con quien expresar sus emociones y creencias, por qué se vuelve loco y
comienza a delirar.
Ha cometido un delito “peligroso”, mató a dos personas, su pena es sufrir una fiebre delirante que
lo hace atravesar una fase de demencia en donde no sabe si lo que sucede es verdadero o no. Luego
reprime sus emociones y pensamientos creando un estado de inconsciencia total.
31
Dostoievski, F. (2007) Crimen y castigo. Editorial Gradifco. Argentina. (p. 343)
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A Hamlet y a Raskolnikov le sucede lo mismo, igual que a Werther y a Emma Bovary. Sucede
que la moral, según anuncia Hugo Travesi Fuentes (2012) retomando a Marianne Goldberger 32, es un
constructo totalmente social, algo que lo automatizamos como si fuera la lengua materna, y que lo
hacemos sin consciencia, totalmente mecánico. Esta idea da pie para entender lo que ya dijimos
anteriormente, permítanme recuperarlo: “El ser humano puede estar tranquilo con su existencia hasta que
le sucede algo que lo desestabiliza (una obsesión, una muerte, o alguna situación anormal en su vida
cotidiana) y, por ende, su moral se ve afectada por esta situación, a lo que supone el devenir de una
enfermedad.” (Véase pág.12). Por ende, al ser algo que se automatiza, el hombre no logra
comprenderlo, sino que lo toma como algo “normal” y cuando le sucede algo que le hace preguntarse
por su existencia, esta moral mecánica queda sin efecto, porque no encuentra sentido en ella.
Llevados todos a la incomprensión de su propio ser, por constructos que son totalmente propios
de la sociedad, nos podemos dar cuenta que el ser humano crea sus propias enfermedades, porque el
ser humano es enfermo, la enfermedad es inherente al ser.
Lo ocurrido con Hamlet y Raskolnikov fue producto del trastoque de su propia moral, por un
cambio brusco en su vida que desestabilizó la seguridad de su propia identidad como ser humano. La
existencia de su ser como ente se vio atacada y esto conllevó a que su salud “mental” convenga ideas
que socialmente se tomen como “inmorales”. Pero como explicamos anteriormente: al ser el hombre
el creador de esos conceptos, estos hacen reprimir el verdadero ser del hombre, en tanto cohíben su
propia esencia.
Para comprender completamente la idea de la enfermedad del ser, permítanme agregar al breve
análisis conceptos propios de Nietzsche.
Friedrich Nietzsche nos propone una visión de ser del hombre como perteneciente al reino de la
naturaleza, que él llama animal, incluso hasta bestia. Sin embargo, este ser no se reduce en un ente
animal/natural, sino que esto que es natural en el ser humano, esta disfuncionalidad animal, lo
constituye enteramente como ser humano. Y el hombre, ayudándonos con el entendimiento que hace
Diana Aurenque (2018) 33 sobre el concepto hombre-animal, se diferencia de los demás animales
debido a que posee cierta plasticidad en su esencia, hay ambivalencia en su ser: animal y el
“volverse humano”.
32
Travesi Fuentes, H. (2012) Reflexiones sobre Biología de la Mente y el Psicoanálisis: Propuestas, Virtudes y Límites.
Revista de Psicoanálisis, Vol. XXIV N° 2. Asociación política colombiana, Colombia. (páginas 235-246).
33
Aurenque, D. (2018) El hombre como “el animal enfermo”: sobre el significado de salud y enfermedad en la
antropología crítica de Nietzsche. Revista Valenciana Vol. 11 N° 21. Universidad de Guanajuato, México. (páginas 235-
255).
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El querer “volverse humano”, que se impuso el hombre al darse cuenta de su propia bestialidad y,
también sintiéndose en deuda con Dios, decide reprimir esta parte “irracional”. ¿Cómo lo reprime?
Precisamente bajo una serie de normas sociales (socialización, moralidad, religión, etc.) que
restringen su verdadera esencia, y a partir de ello establecer una nueva naturaleza que oprime al
propio ser. Veamos un fragmento de “Genealogía de la moral”:
“(...) aquella voluntad de autotortura, aquella crueldad, a la que se había hecho
pasar a un segundo plano, del hombre animal hecho interno, ahuyentando hacia
dentro de sí mismo, encerrando en el <Estado> para su domesticación, y que ha
inventado la mala conciencia para hacerse daño, una vez que la salida más natural
para ese querer hacer daño estaba bloqueada, este hombre de la mala conciencia se
ha apoderado del presupuesto religioso a fin de llevar su autotortura hasta su más
tremebunda dureza y rigor. Una deuda con Dios: este pensamiento se convierte en su
instrumento de tortura.”34
De esta afirmación nietzscheana podríamos entender cómo sufre el ser humano debido a las
construcciones que nosotros mismos hacemos (normas éticas y morales) para reprimir lo que
verdaderamente somos, animales. En el caso de nuestros personajes, estos se ven reprimidos por las
normas morales y, asimismo, por las construcciones sociales de “amor”, en el caso de Werther y
Emma, lo que hace que se castiguen, enfermándose por ello.
En la “Genealogía de la moral” (2010) F. Nietzsche nos explica que la falta de sentido que se
puede constituir en el hombre por esta represión del propio ser, constituye uno de los sufrimientos
más hondos del ser humano. El hombre sufre sin razón, por una causa que no puede comprender, su
existencia, espera que este dolor le muestre la verdadera razón de existir: “El hombre, el animal más
valiente y más acostumbrado a sufrir, no niega en sí el sufrimiento: lo quiere, va en pos de él, suponiendo que
se le muestre un sentido para él, un para qué del sufrimiento. La falta del sentido del sufrimiento, no el
sufrimiento (...)”35
Por lo tanto, el hombre es un ser que sufre por su propia existencia, está en su naturaleza inherente
ser un ser doliente, enfermo, debido a la incomprensión de todo lo que es. Nuestros personajes no
están enfermos, son enfermos, son animales enfermos que sufren por su existencia, como explica
Hamlet: “Y pensar que al dormir le damos fin a las congojas y a las mil desdichas naturales,
herencia de la carne.”. Es herencia el ser así, es propio de nuestra naturaleza animal no entender si
podemos ser aquello o esto. En ese momento Hamlet sufre por no saber ser o no saber qué cosa ser.
34
Nietzsche, F. (2010) Genealogía de la moral. Editorial del Cardo. Chile. (p. 59)
35
Nietzsche, F. (2010) Genealogía de la moral. Editorial del Cardo. Chile. (p. 114)
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Esto mismo les sucede a los otros personajes, no saben qué ser porque su misma existencia los
abruma, son seres enfermos, porque la parte que los completa se ve reprimida por estos constructos
sociales (la moral, el amor, lo ético, lo social) que intenta domesticarlos, así no demuestran su parte
animal, bestial.
También Nietzsche nos da a entender que el hombre busca el sufrimiento, porque piensa que este
le va a dar un sentido a su vida si sufre. Entonces, nuestros personajes, y todos los hombres en
general son seres que buscan sufrir (por su existencia) para tratar de comprenderse y encontrar la
verdad de las cosas. En tanto, que estas actitudes, que se ven como “enfermas”, no existen, sino que
es así el ser humano por naturaleza.
4. Conclusión
Hamlet, Werther, Emma y Rodion no están enfermos, así es su naturaleza. Su enfermedad es
inherente a su propio ser, a su esencia animal y humana. Por lo tanto, ¿podríamos decir que sean
enfermos? ¿O también la “enfermedad” es un término social para encarcelar a aquellos que expresan
su propia esencia que los completa? En efecto, podríamos intentar fundamentarlo diciendo que la
enfermedad es algo que se ha inventado socialmente para esconder el ser verdadero del hombre,
debido a que en este vive el homo sapiens y el homo demens, como plantea Edgar Morín (1977), o en
términos de Nietzsche, el animal y lo que lo hace volverse humano (normas sociales, morales y
éticas) y, por lo tanto, se intenta esconder esta parte “monstruosa” del ser humano.
Retomando a E. Morín y a Nietzsche, según lo expuesto en el marco teórico (véase página 5) con
respecto a sus ideas del homo demens y homo sapiens y animal-hombre, podríamos decir que el ser
del hombre se constituye por el ser racional y el ser demente, el animal enfermo y el humano, y que
así es su naturaleza. Pero, asustado o avergonzado por su naturaleza demente intenta reprimirla
mediante una serie de reglas sociales que lo contengan para “pagar” una pena por ser alguien
destructivo. Nosotros mismos nos consideramos así, porque, ocasionalmente, realizamos actos que
son contrarios a lo que sería “humano”, o bueno; por lo tanto, generamos normas o leyes (lo ético y
lo moral) que nos permiten esconder el lado animal de nuestro ser, nuestra propia esencia.
Morín en su libro habla de las guerras (situaciones en donde la racionalidad y los conceptos de
moralidad se ven arrasados por la naturaleza demente del hombre), situaciones destructivas elevadas
y sumamente peligrosas. El animal enfermo encerrado e imposibilitado de actuar, cuando sucede
algo que lo hace soltarse, emerge desesperado por el deseo natural de bestialidad; cuando el homo
demens logra cancelar el paso racional del homo sapiens este crea pensamientos y también realiza
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actos que consideraríamos como psicóticos. Pero, sin embargo, repito: los que generan esta
“enfermedad” son los hombres, ellos intentan esconder la propia esencia, por lo tanto, al no
comprender esta existencia (por qué es así, por qué vino al mundo) sufren porque no logran
completarse, debido a que esconde la mitad de su ser (el homo demens) o lo recluye porque ese
genera destrucción.
Consecuentemente, podríamos decir que nuestros personajes realmente no padecen ningún tipo de
inestabilidad en su salud. Además, que el término enfermedad entendiéndolo como un concepto
inventado por el hombre para esconder, como hemos dicho anteriormente, a aquellos que dejan salir
lo que los avergüenza (demencia, la naturaleza animal), nos daría pie a creer que no existe tal
padecimiento. El ser no está enfermo, el hombre es, su ser es así, es animal y humano, es racional y
demente. Por ende, deberíamos cambiar el título de este trabajo a “El ser”, quitándole lo que no es,
ya que el hombre trae inherentemente las dos partes que completan su esencia.
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