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El primer fenómeno de este tipo evolutivo podemos hallarlo en los propios cordados

primitivos. Estos surgen en los mares paleozoicos en los que existía una extraordinaria
radiación adaptativa de formas bentónicas y lofoforadas de gran eficacia en el sistema de
alimentación consistente en la captura de partículas alimenticias en suspensión por medio
de tentáculos. Es evidente que en tales condiciones resulta muy ventajosa una alimentación
filtradora y dinámica, unida en el mismo organismo a la posibilidad del desplazamiento. Así,
en estos primeros cordados probablemente aparecieron aberturas branquiales filtradoras en
las formas larvarias, así como cilios propulsores organizados en bandas longitudinales que
posteriormente desaparecerían para, según la hipótesis de
Garstang (1928), dar lugar al canal en el que se aloja la cuerda nerviosa dorsal. Se produce
así toda una serie de transformaciones menores, corno la aparición del endostio a partir de
los cilios adorales y, rnuy especialrnente, el desarrollo de la musculatura caudal, de vital
importancia en la propulsión.

Existen razones ecológicas como la propia diversificación en los mares paleozoicos, que
planteaba frecuentes situaciones competitivas, propició un caldo de cultivo para el
surgimiento de nuevas soluciones evolutivas. El proceso parece gobernado por lo que se
puede denominar una lógica evolutiva, esto es, la aparición de un grupo que obedece a la
existencia de un determinado escenario ecológico si es que se emplea la terminología de
Hutchinson, el teatro ecológico en el que se desarrolla el drama evolutivo.

La evolución se verifica, una vez más, como respuesta a la consecución de un modo de


vida activo y capturado de alimento, en contraposición con las formas anteriores
relativamente poco activas y que se alimentaban por filtración.

El origen de los cordados se remonta a más de 500 millones de años, probablemente en el


Cámbrico. Los cefalocordados evolucionaron probablemente a partir de un tipo neoténico de
urocordado. Estos pequeños animales con aspecto de peces poseen una notocorda
persistente. Habría luego pérdida de tentáculos, aparición de la notocorda en la fase larvaria
y de hendiduras faríngeas en la fase adulta. Los ancestros de los cordados eran animales
sésiles y filtradores provistos de tentáculos. Probablemente un equinodermo.

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