E – 4-104-B-10

Actividades físicas y deportivas de niños

y adolescentes: de las creencias
a las recomendaciones de salud
C. Tanné

Resumen: Para preservar la salud de los jóvenes de entre 5-17 años, la Organización Mundial de la
Salud recomienda niveles de actividad física de al menos 60 minutos al día de actividad física moderada
o sostenida. Por tomar el caso de Francia, los jóvenes son el grupo de edad más activo y, en general,
están sanos, pero su nivel de actividad física y/o deportiva es insuficiente y disminuye de generación
en generación. La educación física y deportiva y las prácticas deportivas de ocio no son suficientes
para compensar el descenso de la actividad física en la vida cotidiana. Los análisis demuestran que la
inactividad contribuye en gran medida al sobrepeso y la obesidad, factores nocivos para la salud. Además,
se reconoce que el nivel de actividad física en la infancia/adolescencia condiciona el nivel de actividad
en la edad adulta. Las niñas y los niños tienen las mismas capacidades físicas antes de la pubertad.
Su potencial de resistencia aeróbica es muy alto, por lo que no es necesario restringirlos por miedo al
cansancio o al agotamiento durante esfuerzos de menos de 10-15 minutos. En cambio, su potencial de
fuerza es moderado y su potencial de resistencia es bajo. El niño está «preparado» para el deporte de
competición cuando busca comparar sus propias habilidades con las de sus compañeros. En el caso de los
deportes de equipo, el niño también debe comprender el proceso competitivo subyacente: la estrategia
y la cooperación dentro del grupo. Esto no suele ocurrir hasta la edad de 10-12 años. Las lesiones por
uso excesivo, el síndrome de sobreentrenamiento e incluso el síndrome de agotamiento son posibles en
los atletas jóvenes. Como las secuelas de estos trastornos pueden tener un impacto significativo en el
crecimiento óseo y en el desarrollo psicológico del joven, es importante estar alerta y reaccionar tan
pronto como aparezcan los signos prodrómicos.
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Palabras clave: Niños y adolescentes; Actividades físicas y/o deportivas (AFD); Inactividad física y sedentarismo;
Beneficios para la salud; Prevención cardiovascular; Capacidades o aptitudes físicas; Competición deportiva;
Tríada de la atleta femenina; Síndrome de sobreentrenamiento

Plan ■ Efectos adversos que hay que detectar 7

Sobreentrenamiento 7
■ Introducción 1 Tríada de la atleta femenina 8
■ Conclusión 8
■ Disminución de las actividades físicas y/o deportivas 2
Estado actual 2
Bajo nivel de actividades físicas y/o deportivas entre los jóvenes
franceses 2
■ Beneficios de la actividad y efectos nocivos del sedentarismo 2  Introducción
Pruebas de los beneficios de la actividad física 2
Pruebas que deben reforzarse para los jóvenes 3 Caminar es una de las primeras cosas que un niño quiere hacer,
Sedentarismo y aumento de las enfermedades no transmisibles 3 y una de las últimas a la que las personas quieren renunciar [1] .
Beneficios escolares y sociales infravalorados 3 Para preservar la salud de los niños y adolescentes en el grupo de
■
edad de 5-17 años, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
¿Está el cuerpo de los niños fisiológicamente preparado para
recomendó en 2010 un nivel de actividad física de al menos 60
realizar actividades físicas y/o deportivas muy intensas? 3
minutos al día de intensidad moderada a sostenida [2] . La OMS
Capacidad aeróbica 3
lanzó recientemente un programa de actividad física 2018-2030
Capacidad anaeróbica 5
con el objetivo de disminuir la inactividad física en un 10% en
Recuperación del esfuerzo 5
2025 y luego en un 15% en 2030 [3] . Además, se recomienda que
■ Actividades físicas y deportivas del niño y del adolescente: la actividad sea principalmente aeróbica y que incluya una activi-
en la práctica 6 dad más intensa tres veces por semana. Las recomendaciones de
Desarrollar las habilidades motoras básicas 6 la OMS de 2010 exigen una actividad dos o tres veces mayor que
Desarrollar habilidades deportivas 7 la de los adultos de 18-64 años (es decir, al menos 150 minutos
Edad de acceso a la competición 7 de actividad de resistencia de intensidad moderada o al menos

EMC - Pediatría 1
Volume 56 > n◦ 2 > junio 2021
http://dx.doi.org/10.1016/S1245-1789(21)45219-4

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E – 4-104-B-10  Actividades físicas y deportivas de niños y adolescentes: de las creencias a las recomendaciones de salud
75 minutos de actividad de resistencia de intensidad sostenida
durante la semana). Dada la heterogeneidad de los recursos mun-
diales, la OMS no proporciona orientación sobre la aplicación de
intervenciones y enfoques (en particular protocolos de activida-
des físicas y/o deportivas [AFD]) para promover la actividad física
en diferentes grupos de población y en los niños y adolescentes
en particular. El fundamento de las recomendaciones de la OMS
dirigidas a los jóvenes es doble:
• la AFD es un factor determinante en el desarrollo armonioso
(en particular anatómico, fisiológico, psicológico, emocional y
social) de los niños y adolescentes;
• la inactividad es responsable de una morbilidad y una mortali-
dad considerables a escala mundial en los adultos sedentarios.
Por lo tanto, estas prescripciones de AFD se centran esen-
cialmente en la prevención primaria de las enfermedades no
transmisibles, en particular cardiovasculares.
Dado que las recomendaciones de la OMS son de sentido
común, se aplican principalmente a los responsables de cada país
encargados de elaborar políticas de salud pública para hacer frente
a la pandemia de inactividad que se extiende de forma inexora-
ble por todo el mundo desde la primera mitad del siglo XX [4] .
Andersen et al [5] recuerdan la importancia de un esfuerzo colec-
tivo con los agentes sanitarios, las partes interesadas externas y
los responsables de la toma de decisiones.
La definición de la intensidad de la AFD (leve, moderada, alta o
sostenida) que realiza un niño o un adolescente no es homogénea
dentro de la comunidad científica y, por tanto, es aún más hete-
rogénea para los padres y los profesores de primaria y secundaria.
En consecuencia, no es posible planificar y poner en práctica una
secuencia de AFD sin una (in)formación previa, ni tampoco garan-
tizar el respeto de las recomendaciones de la OMS. La prescripción
de una AFD debe basarse en datos científicos/fisiológicos, pero
también en las características fisiológicas y psicológicas del niño,
que «no es un adulto en miniatura». Las características fisiológicas
y psicológicas individuales varían durante el crecimiento y el des-
arrollo. Por lo tanto, es necesario realizar AFD específicas para el
público (edad, sexo, AFD habitual y nivel de entrenamiento, etc.)
teniendo en cuenta las especificidades (canales de energía solici-
tados, intensidad de la AFD, volumen y duración de la sesión,
frecuencia, espíritu competitivo o no) y manteniendo siempre la
noción de placer que se quiere generar.
El objetivo de este artículo es, por tanto, perfeccionar y actua-
lizar el mensaje de salud pública de la OMS para poder planificar
y aplicar programas de actividad física diaria adaptados a niños y
adolescentes.
 Disminución de las actividades
físicas y/o deportivas
Estado actual
En Francia, la inflexión de la curva de la actividad física se ace-
leró mucho en el siglo XX, con la transición social y demográfica
que hizo que el porcentaje de empleos ligados a la agricultura
cayera del 65% al 4% en dos siglos, mientras que en el mismo
período, el porcentaje de empleos en el sector terciario pasó del
14% al 72% [6] . Sin duda, la disminución del nivel de actividad
física que acompaña a la mecanización de muchos trabajos peno-
sos (agrícolas, mineros, industriales, etc.), la transformación de los
medios de transporte (en particular, el abandono progresivo de la
marcha para los habitantes de las ciudades) y de las actividades de
ocio (pantallas, teléfonos inteligentes, videojuegos, etc.) han con-
tribuido en gran medida a frenar el envejecimiento prematuro de
una gran parte de la población. Esto ha provocado un aumento de
la longevidad y un incremento de la calidad de vida en las socie-
dades desarrolladas. En la actualidad, se observa un giro hacia el
sedentarismo y la inactividad física tan marcado que está creando
nuevos problemas de salud pública igual de perjudiciales para la
salud y la calidad de vida de las poblaciones (cf teorías de la tran-
sición epidemiológica o de la transición sanitaria [7] ). Y lo que es
más grave, estos estilos de vida que favorecen el transporte y el
ocio «pasivos» se están extendiendo a los países en desarrollo, lo
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que supone una doble carga para ellos debido a la menor eficacia
de sus sistemas sanitarios. En efecto, a medio plazo, acumularán
las «enfermedades de los ricos» (enfermedades no transmi-
sibles) con las «enfermedades de los pobres» (enfermedades
infecciosas).
Bajo nivel de actividades físicas
y/o deportivas entre los jóvenes franceses
Los jóvenes son el grupo de edad más activo de este país. Sin
embargo, el 80% de ellos no son suficientemente activos física-
mente. La educación física y deportiva (asignatura obligatoria
desde la escuela primaria hasta la secundaria; la inaptitud y la
exención de la educación física por motivos médicos sólo afectan
al 2,4% de las alumnas y al 0,8% de los alumnos) y la educación
física en el tiempo libre (en clubes, asociaciones deportivas o fuera
de las instituciones) no son suficientes para compensar la disminu-
ción de la AFD en la vida cotidiana. Así, a pesar del elevado número
de horas de educación física y de la fuerte implicación en el movi-
miento deportivo, sólo un 50% de los jóvenes franceses alcanzan
el nivel de AFD prescrito en el Programme National Nutrition
Santé 2019-2023 [8] . Esta cifra global también esconde fuertes dis-
paridades, ya que entre el 40-60% de los jóvenes no practican
ninguna otra AFD que las obligatorias en educación física. Ade-
más, la población juvenil francesa es muy heterogénea en cuanto
a las prácticas de AFD: por ejemplo, hay más chicos que chicas
inscritos en las federaciones. El avance de la edad también es un
factor de abandono del deporte, ya que a los 11 años, el 65% de los
niños están inscritos en un club o asociación deportiva, mientras
que a los 18 años, sólo lo está el 42%. Por último, se observa que los
jóvenes franceses de los entornos menos favorecidos socialmente
realizan más actividades de ocio «pasivo» (televisión, videojuegos,
etc.), lo que se traduce en una mayor prevalencia de sobrepeso y
obesidad en esta población. En definitiva, la comparación con las
generaciones anteriores revela que el nivel total de AFD de los
jóvenes ha disminuido casi un 40% en unas pocas décadas, lo que
se asocia de forma automática a una disminución de su condición
física [9] .
 Beneficios de la actividad
y efectos nocivos del sedentarismo
Pruebas de los beneficios de la actividad física
Los beneficios de la actividad física regular han sido alabados
desde tiempos inmemoriales. Los «sabios y/o médicos» chinos
(2600 a.C.) y luego los antiguos griegos ya preconizaban «la prác-
tica del ejercicio físico metódico para salvar y mantener las buenas
condiciones de vida» (Platón, 400 a.C.). De forma paradójica, a
principios del siglo XX la profesión médica y la opinión pública
tenían una visión diametralmente opuesta de la actividad física,
calificándola de peligrosa. Esto llevó, por ejemplo, a la prescrip-
ción de reposo total y prolongado en cama para los pacientes que
habían sufrido un infarto de miocardio. No fue hasta que Jerry
Morris publicó el primer estudio epidemiológico riguroso sobre los
efectos de la inactividad física en las enfermedades cardiovascula-
res de los trabajadores activos, en 1953 [10] , y luego el estudio sobre
la longevidad de los deportistas [11] , que la doxa volvió a inver-
tirse. Tras seis décadas de estudios científicos dirigidos a diversas
subpoblaciones (jóvenes, adultos, ancianos, sanos, pacientes de
cáncer, discapacitados, depresivos, etc.), las pruebas científicas de
nivel 1 sobre los beneficios para la salud de la AFD regular y, a
la inversa, sobre los efectos deletéreos de la inactividad, permiten
formular recomendaciones de grado A sobre las prácticas físicas
para la salud [2, 12–14] . Los beneficios inducidos por un aumento
del nivel de práctica de la AFD son mayores en personas inactivas
o activas que en deportistas consumados (Fig. 1). Así, el inicio de
la AFD a una edad temprana, o la reanudación de la AFD por parte
de un adulto sedentario durante mucho tiempo, tendrá el mayor
efecto sobre la condición física y la salud.
 Actividades físicas y deportivas de niños y adolescentes: de las creencias a las recomendaciones de salud  E – 4-104-B-10
Beneficios para la salud
Inactivo Activo Deportista
Baja intensidad Alta intensidad
Niveau des activités physiques et/ou sportives
Figura 1. Curva dosis-respuesta de la actividad física y/o deportiva
(AFD) sobre la salud. El mismo aumento de la intensidad de la AFD induce
un mayor beneficio para la salud en las personas inactivas y activas que
en los atletas.
Pruebas que deben reforzarse
para los jóvenes
La relación «dosis-respuesta» entre el nivel de AFD y el impacto
en la salud no está tan claramente establecida en niños y adoles-
centes sanos como en adultos [15] . De hecho, aunque la relación
entre el nivel de AFD y los indicadores de salud es débil en jóvenes
sanos [16] , se ha demostrado que un estilo de vida activo durante
la infancia y la adolescencia reduce los problemas de salud física
en años posteriores [17–19] , pero también el desarrollo cognitivo y
la salud mental [20, 21] . Por lo tanto, el nivel de AFD y la condición
física durante el crecimiento producirían efectos positivos en la
salud a lo largo de la vida. Pocos estudios longitudinales con un
alto nivel de prueba han permitido cuantificar de forma directa
los beneficios de la actividad física en la salud de personas sanas.
Sin embargo, los beneficios de la actividad física se extrapolan a
partir de dos tipos de estudios.
• Existe una relación entre la inactividad y la obesidad, el sín-
drome metabólico y los factores deletéreos. La inactividad
contribuye en gran medida al sobrepeso y la obesidad, factores
nocivos para la salud [22, 23] . En este sentido, el aumento de la
prevalencia del síndrome metabólico en los adolescentes esta-
dounidenses de 12-19 años muestra la urgencia de reintroducir
la práctica regular de la AFD asociada a una alimentación equi-
librada en los jóvenes. En efecto, esta prevalencia aumentó del
4,2% en 1988-1992 al 6,4% en 1999-2000 [24] ; al 8,6% en 2001-
2006 [25] y se acerca al 20% en 2016 [26] . El informe Esteban [27]
de la Agencia Nacional de Salud Pública de Francia estima que la
prevalencia del sobrepeso (incluida la obesidad) fue del 17,0%
en 2015. El estudio de Berrington de Gonzalez [28] muestra cla-
ramente la relación entre la obesidad y el riesgo de muerte
prematura (Fig. 2).
• Cada vez hay más estudios que demuestran los beneficios espe-
rados y la evolución favorable de las enfermedades crónicas y los
beneficios esperados de la actividad física [29] . Un reciente peri-
taje colectivo del Institut National de la Santé et de la Recherche
Médicale (INSERM) francés [30] confirma que «los beneficios de
la actividad física, adaptada si es necesario, superan sin duda los
riesgos incurridos, sea cual sea la edad y el estado de salud de
las personas» (Fig. 3). El campo de las patologías cuyo control
incluye la actividad física con fines terapéuticos es muy amplio,
por ejemplo: la hipertensión arterial [31, 32] , la oncología [33, 34] ,
el asma [35] , la artritis idiopática juvenil [36] , la hemofilia [37] o
la diabetes [38] . El informe del INSERM desarrolla «los múlti-
ples beneficios de la actividad física en la prevención primaria,
con un efecto aún mayor en la reducción de la mortalidad y
la incidencia de las enfermedades crónicas cuando la actividad
física es regular, intensa y sostenida en el tiempo». Por lo tanto,
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para los niños y los adolescentes, el interés de la AFD regular
durante el crecimiento y el desarrollo no se limita a los benefi-
cios inmediatos para la salud (en particular el fortalecimiento de
los huesos y los músculos, etc.); la AFD también tiene beneficios
para su salud en la vida adulta.
Sedentarismo y aumento
de las enfermedades no transmisibles
La reintroducción de la AFD en las actividades cotidianas es,
por tanto, una cuestión global. Según la OMS, en 2002, el estilo
de vida sedentario era responsable de aproximadamente 2 millo-
nes de muertes al año en el mundo [39] y es la cuarta causa principal
de muerte prematura en el mundo [40] . Se cree que el sobrepeso y la
obesidad (cuya causa principal es la inactividad física) son respon-
sables del 5% de la mortalidad mundial, lo que parece confirmarse
en el informe Esteban [27] .
En muchos países, la inactividad física tiene una gran reper-
cusión en el aumento de la prevalencia de enfermedades no
transmisibles como la obesidad, la diabetes tipo 2, algunos tipos de
cáncer, la hipertensión arterial y los trastornos musculoesqueléti-
cos, lo que afecta a la salud general de la población. En concreto,
la OMS estima que en la actualidad el 21-25% de los cánceres de
mama y colon, el 27% de la diabetes de tipo 2 y el 30% de las
enfermedades isquémicas son atribuibles a la inactividad física.
La idea de que la inactividad de los jóvenes de hoy conducirá a
un aumento de las enfermedades no transmisibles en el futuro se
apoya en el hecho de que existe un «continuum» entre la activi-
dad deportiva en la juventud y en la edad adulta. Por ejemplo, los
datos de un estudio longitudinal realizado a lo largo de 21 años
muestran que unos niveles elevados de actividad física durante
la infancia y la adolescencia (fuertemente influidos por la parti-
cipación deportiva de la familia y el nivel socioeconómico de los
padres) aumentan las posibilidades de ser físicamente activo en la
edad adulta [41] . Por último, para que un mensaje de salud pública
dirigido a la promoción de la AFD entre los jóvenes sea eficaz, debe
tener en cuenta los numerosos factores (biológicos, psicológicos,
socioculturales y ambientales) que influyen en la práctica (Cuadro
1) [42] .
Beneficios escolares y sociales infravalorados
Desde el punto de vista escolar, dos metaanálisis [43, 44] han
subrayado el beneficio de la actividad física sobre las funciones
cognitivas y ejecutivas y los resultados académicos, pero también
sobre la atención y la concentración.
Por último, parece que la participación en una AFD permite
limitar el aislamiento social y las dificultades psicosociales [45] ,
aunque hay que ser prudente sobre la importancia de la parti-
cipación ante el riesgo de sobreentrenamiento [46] .
 ¿Está el cuerpo de los niños
fisiológicamente preparado
para realizar actividades físicas
y/o deportivas muy intensas?
Debido a la falta de conocimientos científicos, la intensidad de
la AFD en los niños suele ser restringida por sus padres/maestros.
Aquí se discuten las principales características fisiológicas de los
niños. El lector puede consultar las publicaciones especializadas
para obtener más información [47–49] .
Capacidad aeróbica
La capacidad aeróbica es la capacidad de realizar una activi-
dad que requiere oxígeno como fuente principal de combustión
de azúcares para la producción de energía. Se evalúa mediante
el consumo máximo de oxígeno (VO2 máx). También se deno-
mina resistencia aeróbica (el porcentaje de VO2 máx que puede
3
E – 4-104-B-10  Actividades físicas y deportivas de niños y adolescentes: de las creencias a las recomendaciones de salud

3,5 Figura 2. Riesgo estimado de muerte por cualquier causa

según el índice de masa corporal para todos los participantes en
el estudio (curva naranja) y para las personas sanas que nunca
3,0 han fumado (curva azul). Se muestran los cocientes de riesgo
y los intervalos de confianza del 95% para mujeres blancas (A)
y varones blancos (B).
2,51
Cociente de riesgos

2,5

2,0 2,02 1,99

1,88

1,5 1,44 1,58

1,47 1,34
1,19
1,06 1,00 1,09 1,25
1,14 1,11
1,0
1,00 1,00 1,03

0,5
0,0 15,0 17,5 20,0 22,5 25,0 27,5 30,0 32,5 35,0 37,5 40,0 42,5 45,0
Índice de masa corporal
A
3,5

3,0 2,93
Cociente de riesgos

2,5

2,06
2,0 1,98
1,93

1,60 1,44
1,5
1,37 1,21 1,44
1,18
1,00 1,06
1,16
1,0
1,01 1,03
1,00 1,00 0,97

0,5
0,0 15,0 17,5 20,0 22,5 25,0 27,5 30,0 32,5 35,0 37,5 40,0 42,5 45,0
Índice de masa corporal
B

Figura 3. Esquema integrador de los efectos

Actividad física adaptada
beneficiosos de la actividad física en las enferme-
dades crónicas (del informe del Institut National
de la Santé et de la Recherche Médicale [INSERM]
↓ inmunoinflamación francés de 2019). BDNF: factor neurotrófico deri-
↑ serotonina ↑ resistencia cardiorrespiratoria
↑ neurogénesis del hipocampo ↓ estrés oxidativo ↑ masa/fuerza muscular vado del cerebro.
↑ BDNF/β-endorfinas ↓ sensibilidad a la insulina ↑ capacidad oxidativa muscular

↓ estrés/ansiedad ↓ aterosclerosis ↑ movilidad/velocidad de marcha

↓ depresión ↓ presión arterial ↑ coordinación/equilibrio
↓ dolor ↓ síndrome metabólico ↑ disnea/fatiga muscular

↓ fatiga
↓ síntomas
↓ complicaciones

Prevención secundaria y terciaria de las enfermedades crónicas

4 EMC - Pediatría

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 Actividades físicas y deportivas de niños y adolescentes: de las creencias a las recomendaciones de salud  E – 4-104-B-10
Cuadro 1.
Factores que influyen en la práctica de la actividad física y/o deportiva
(AFD) y en el gasto energético de los jóvenes (según [42] ).
Factores biológicos Factores psicológicos
Genética Sentido de autoeficacia
Nutrición; sobrepeso y obesidad Esquema personal para la AFD
Estado de salud Percepción de la AFD y sus
barreras
Maduración sexual Actitudes hacia la AFD
Capacidades motrices Creencias sobre la AFD
Condición física
Factores socioculturales Factores ambientales (físicos)
Actitudes y conductas de los Facilidad de acceso al lugar de
padres práctica
Actitudes y conductas de los Variaciones estacionales
compañeros
Situación socioeconómica Cambios climáticos
Valores étnicos y culturales Horario de ocio (en la semana, en
vacaciones)
Tiempo dedicado al ocio pasivo Consideraciones de seguridad
(televisión, ordenadores,
videojuegos, lectura, etc.)
mantenerse durante un ejercicio de una duración determinada o
la duración del mantenimiento de un ejercicio de una intensi-
dad fija a un porcentaje determinado de VO2 máx) y economía de
carrera (el VO2 utilizado para cubrir una distancia determinada a
una velocidad estabilizada determinada). El nivel de actividad que
se produce a través de esta vía no debería causar, en teoría, dolor
muscular ni dificultades respiratorias.
La influencia del sexo, la edad y el estilo de vida sedentario en
la capacidad aeróbica de los niños se conoce desde hace mucho
tiempo, en particular gracias a los trabajos de Oded Bar-Or. En
los niños prepúberes, el consumo máximo de oxígeno en relación
con el peso es de unos 45-50 ml/min/kg. Se mantendrá entonces
durante la fase de crecimiento de los niños, mientras que la aptitud
física disminuye a partir de la pubertad en las niñas. El efecto del
desentrenamiento también es bien conocido, como en los adultos,
y se observa de forma significativa, en ambos sexos, durante las
vacaciones escolares de verano.
Factores que determinan el VO2 máx en los niños
Según la fórmula Q = VES × FC (Q = gasto cardíaco, VES = volu-
men de eyección sistólica, FC = frecuencia cardíaca), resulta que
para un gasto energético comparable, el gasto cardíaco es menor
en los niños que en los adultos. En efecto, aunque la frecuencia
cardíaca puede aumentar más (frecuencia cardíaca máxima teórica
= 220 – edad), no es suficiente para compensar el menor volu-
men de eyección sistólica (porque las cavidades cardíacas son más
pequeñas). En cambio, la diferencia arteriovenosa es mayor en los
niños porque las distancias de difusión son mucho menores y la
difusión de los gases es más rápida que en los adultos. Por último,
el rendimiento muscular es estrictamente idéntico entre niños y
adultos en cuanto a las cualidades intrínsecas de la contracción
muscular. Por lo tanto, parece que los niños están adaptados a
esfuerzos intensos y breves. En los ejercicios de resistencia prolon-
gados, la termorregulación aún inmadura de los niños los limita.
Esto da lugar a una tasa de sudoración mucho menor que en los
adultos, ya que las glándulas sudoríparas son menos numerosas y
están menos desarrolladas. La sudoración es responsable del 65%
de la pérdida de calor en los adultos, frente al 50% en los niños,
lo que supone una desventaja para los deportes de resistencia.
La evolución del VO2 máx en los niños está influida por la
herencia, el desarrollo biológico, el entrenamiento y el entorno.
Durante el crecimiento, no existe una relación significativa entre
el gasto energético diario y el VO2 máx. Esto se debe a que la
mejora de la potencia aeróbica máxima requiere un esfuerzo mus-
cular repetido y relativamente intenso (es decir, un entrenamiento
específico). La mejora del VO2 máx mediante el entrenamiento del
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sistema aeróbico durante el crecimiento es indiscutible, aunque
esta parte «entrenable» parece ser menor en los niños prepúbe-
res que en los adolescentes y adultos. Por el contrario, los niños
se desadaptan menos tras una falta de esfuerzo muscular (inac-
tividad física, reposo forzado, desentrenamiento, etc.). Sabiendo
que en los niños el entrenamiento aumenta el VO2 máx en un
máximo del 5-10% y que la inactividad forzada en los niños dis-
minuye su potencial aeróbico en un 15% aproximadamente, la
plasticidad del VO2 máx puede estimarse en un 20-25% durante el
crecimiento [50] .
Capacidad anaeróbica
La vía anaeróbica funciona sin oxígeno. Proporciona una gran
cantidad de energía en poco tiempo. Existen dos tipos de procesos
anaeróbicos:
• la vía anaeróbica aláctica sin suministro de oxígeno y sin pro-
ducción de ácido láctico;
• la vía anaeróbica láctica sin suministro de oxígeno pero con
producción de ácido láctico.
El metabolismo anaeróbico (niños y niñas) es muy reducido
en comparación con el del adulto. El establecimiento progresivo
del metabolismo anaeróbico (calculado por el déficit de oxígeno)
se produce de forma gradual durante el crecimiento. En teoría,
no existe una vía anaeróbica antes de la pubertad. Esto puede
observarse en particular para el aumento de la concentración de
ácido láctico en el ejercicio máximo en los niños en función de la
edad.
• El metabolismo anaeróbico aláctico (vinculado a la fosfo-
creatina) depende del crecimiento muscular (a través del
aumento de la reserva de fosfocreatina). En las pruebas
de fuerza/velocidad, la evolución de la potencia anaeróbica
máxima con la edad relacionada con el peso anula el efecto
de crecimiento, y la mejora del rendimiento está vinculada al
aumento de la masa muscular. La masa muscular total se mul-
tiplica por 3,5 en las niñas y por 5 en los niños entre los 5 y
los 17,5 años [51] . Es probablemente en el rendimiento anae-
róbico donde se expresa más el dimorfismo sexual. La potencia
anaeróbica máxima (Pmáx), expresada como valor absoluto (W)
o relativa al peso corporal (W/kg), aumenta durante el creci-
miento tanto en las niñas como en los niños [52] . Sin embargo,
siempre es menor en las niñas que en los niños de la misma
edad, y la diferencia se acentúa después de la pubertad. A esta
edad, la Pmáx de la niña es sólo el 75% de la del niño, y esta
diferencia aumenta hasta la edad adulta.
• El metabolismo anaeróbico láctico (evaluado con la prueba de
Wingate) y la capacidad anaeróbica máxima aumentan con
la edad, incluso en relación con el peso. Esto demuestra una
verdadera maduración del metabolismo con la edad. El esta-
blecimiento de una vía anaeróbica glucolítica en el músculo se
produce después de la pubertad. El estudio de las biopsias mus-
culares ha demostrado una correlación con la menor cantidad
de enzimas glucolíticas en el músculo del niño prepúber. Aun-
que son antiguos, los estudios de biopsias musculares muestran
que las reservas musculares de fosfocreatina y glucógeno son
entre 1,6-1,7 veces menores en los más jóvenes que en los adul-
tos [53] . Así, la inmadurez del sistema glucolítico anaeróbico se
debe a la baja actividad enzimática (la actividad de la fosfofruc-
tocinasa es un 30-50% menor en los niños que en los adultos),
lo que conduce a que las concentraciones de lactato muscular
después del ejercicio sean el doble de bajas en los niños de 11
años que en los de 16 años [53] .
Cabe señalar que el rendimiento anaeróbico, que es más débil
en los niños que en los adolescentes y los adultos jóvenes,
puede mejorarse mediante un entrenamiento específico, pero
sigue estando limitado por fenómenos fisiológicos y de creci-
miento. Antes de la pubertad, las ganancias de fuerza y/o potencia
se basan principalmente en la mejora de los factores de coordina-
ción y activación neuromuscular y no en la hipertrofia muscular.
Recuperación del esfuerzo
Por lo tanto, se puede ver que los niños y los adolescentes tie-
nen la capacidad fisiológica de realizar esfuerzos intensos. En una
5
E – 4-104-B-10  Actividades físicas y deportivas de niños y adolescentes: de las creencias a las recomendaciones de salud

Figura 4. Posibles mecanismos que pueden explicar la mayor

Mayor actividad resistencia de los niños a la fatiga durante el ejercicio de alta
Más fibras I
oxidativa intensidad.
Períodos de ejercicio

Reducción Menos producción Menos insuficiencia

de la masa de metabolitos en la activación
muscular (lactatos, H+, etc.) muscular

Mayor resistencia a la fatiga en los niños durante los

esfuerzos intermitentes de alta intensidad
Períodos de recuperación

Restitución de la potencia mecánica máxima

Mayor aclaramiento de Regreso más rápido

Resíntesis más
metabolitos (lactatos, H+, etc.) a la línea base de
rápida de la
Regulación más rápida los parámetros
fosfocreatina
del equilibrio acidobásico cardiorrespiratorios

Alta actividad oxidativa + corta distancia de perfusión capilar/fibra muscular

revisión de las publicaciones, Ratel et al demuestran que los niños
son más resistentes a la fatiga que los adultos durante esfuerzos
aislados o repetidos de alta intensidad [54] , por varias razones:
• cinética de recuperación muscular (en particular mediante la
resíntesis de fosfocreatina, el retorno al pH inicial, el acla-
ramiento de metabolitos, incluidos los protones H+ y las
lactatodeshidrogenasas [LDH]) más rápido que el de los adul-
tos; los niños parecen estar equipados para las vías oxidativas
más que para las vías glucolíticas durante el ejercicio;
• pequeña distancia de difusión capilar/fibra muscular que per-
mite un mejor intercambio de gases [54] ;
• reajuste más rápido de los parámetros cardiorrespiratorios
iniciales, como la frecuencia cardíaca, la ventilación y la eli-
minación de dióxido de carbono.
Los mecanismos fisiológicos que pueden explicar la menor
fatiga por ejercicio de los niños se ilustran en la Figura 4 [54] .
El niño es un individuo con una gran potencia aeróbica, una
resistencia limitada debido a la inmadurez de los fenómenos ter-
morreguladores y muy poca potencia anaeróbica (debido a las
pocas reservas y a la inmadurez de las vías metabólicas). La inefica-
cia del metabolismo anaeróbico se compensa con las capacidades
de recuperación muy rápidas. Por lo tanto, es necesario tener
en cuenta estas especificidades fisiológicas en la supervisión y el
entrenamiento del niño.
 Actividades físicas y deportivas
del niño y del adolescente:
en la práctica
Como dijo el Premio Nobel Herbert Simon: «Hacen falta diez
años de formación exhaustiva para destacar en cualquier cosa».
Obviamente, el deporte no es una excepción a esta ley de la natu-
raleza humana, de modo que el talento sin trabajo no conduce a la
excelencia deportiva. Nadie nace siendo un deportista de élite. Es a
través de un lento y largo aprendizaje que un niño se convierte en
adulto y entra en la élite deportiva. Algunos estiman que se nece-
sitan 10.000 horas de entrenamiento y competición para alcanzar
la excelencia deportiva; esto corresponde aproximadamente a una
inversión de tres horas por semana durante 10 años [55] . Las capaci-
dades físicas (en parte determinadas genéticamente) y el desarrollo
en un entorno favorable (educador eficaz, infraestructuras adap-
tadas, etc.) condicionan el acceso al deporte de alto nivel. Es un
mito creer que esto ocurre de forma natural. Nada es posible sin
la adquisición de los fundamentos del movimiento desde una
edad muy temprana. Mientras que algunos niños desarrollan bue-
nas habilidades físicas a través del juego (ensayo y error), otros
son incapaces de hacerlo sin ayuda externa (o retroalimentación).
Estos niños, al no dominar los fundamentos del movimiento, ten-
drán grandes dificultades más adelante para adquirir habilidades
deportivas y, desanimados, serán los primeros en abandonar la
práctica de un deporte en un entorno institucional [46] . Para evitar
alimentar este círculo vicioso que facilita la entrada del adoles-
cente en la inactividad, hay que enseñar a todos los niños las
habilidades básicas (correr, saltar, lanzar y coger, nadar, deslizarse,
etc., de forma eficaz) desde el jardín de infancia. Por lo tanto, el
dominio de las habilidades motrices fundamentales es capital, ya
que es un requisito previo para la posterior participación en una
amplia gama de AFD.
Desarrollar las habilidades motoras básicas
Los niños deben aprender un repertorio motor del mismo modo
que aprenden a hablar o a leer. Cada edad de desarrollo (o mejor
dicho, cada etapa de desarrollo, teniendo en cuenta el desarrollo
precoz o tardío de algunos niños) tiene un objetivo de aprendi-
zaje motor específico y, por lo tanto, un tipo de AFD (general o
específica) que debe utilizarse [24] (Fig. 5). Además, hay que tener
en cuenta que el desarrollo motor en la primera infancia aún no
tiene el enfoque sanitario que tendrá en la adolescencia (Fig. 5). El
aprendizaje de niñas y niños menores de 6 años debe conducir al
dominio de los movimientos básicos, como correr con cambio de
ritmo y dirección, mantener el equilibrio sobre un pie, saltar obs-
táculos imaginarios, pedalear en un triciclo, etc. Hay que tener en
cuenta que estos estímulos motrices son más eficaces si los niños
los reciben en un momento en que su sistema nervioso central se
está desarrollando rápidamente (0-3 años).
A las edades de 6-8 años para las niñas y de 6-9 para los niños,
el aprendizaje se centra en los fundamentos de las habilidades

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 Actividades físicas y deportivas de niños y adolescentes: de las creencias a las recomendaciones de salud  E – 4-104-B-10
100
90 6 meses
80
Contribución relativa (%)
70
60
50
40
30
20
10
0
2 4 6 8 10 12 14
Edad (años)
Figura 5. Cambios en la naturaleza de la actividad física y/o deportiva
(AFD) durante la infancia y la adolescencia (según [50] ). Curva verde: se
centra en el desarrollo de las habilidades motrices a través de la AFD
general; curva amarilla: se centra en la adquisición de una buena salud y
en el desarrollo de habilidades físicas y técnicas deportivas a través de la
AFD específica.
motoras y en los determinantes de la aptitud motriz general (agili-
dad, coordinación, equilibrio, velocidad, etc.). Éste es el momento
ideal para aprender sobre muchos deportes, partiendo de la pre-
misa de que no todas las habilidades físicas están igualmente
implicadas en todos los deportes. Por lo tanto, es esencial que
los niños de esta edad no se encierren en un solo deporte, sino
que se les ofrezca una combinación de diferentes juegos. Además,
es un error pensar que la especialización precoz en un deporte de
especialización progresiva (es decir, todos los deportes de equipo;
por ejemplo, a continuación) elevará el nivel de rendimiento del
adolescente y, posteriormente, del joven adulto. Al estudiar a los
nadadores del equipo nacional ruso, Barynina y Vaitsekhovskii
descubrieron que los que tenían una especialización tardía en
natación alcanzaban el nivel internacional con mayor rapidez,
tenían una mayor longevidad en el equipo nacional y se retira-
ban del deporte mucho después de los que se especializaban en
este deporte de forma temprana [56] .
Desarrollar habilidades deportivas
Las habilidades deportivas básicas las aprenden las niñas de 8-
11 años y los niños de 9-12 años, es decir, en un período que
termina al inicio de la pubertad. Lo ideal es que los niños de esta
edad participen en dos o tres actividades deportivas a lo largo del
año, intentando variar las cualidades físicas que desarrollar (por
ejemplo, deportes de equipo en clubes a lo largo del año, natación
en un ciclo de educación física en el colegio, una semana de esquí
y deportes de tabla en invierno o deportes acuáticos en verano).
Este período también corresponde al de la mayor tasa de abandono
de una práctica deportiva [57] .
El inicio de la pubertad revela el dimorfismo sexual de nuestra
especie. Las chicas crecerán más rápido que los chicos, pero al
final de su crecimiento serán más pequeñas, más ligeras, menos
musculosas y más gordas que los jóvenes. Estos rápidos cambios,
característicos de las edades comprendidas entre los 11-12 y los
15-16 años, marcan el período de desarrollo de la condición física
y la mejora del repertorio motor.
Sólo después (de los 15-16 a los 21-23 años) tiene lugar el
desarrollo de las cualidades físicas y las habilidades deportivas
específicas (en disciplinas con especialización progresiva). El des-
arrollo específico y el perfeccionamiento para el ingreso en la élite
nacional e internacional sólo deben programarse a partir de los 18-
19 años y de los 22-24 años, respectivamente. Estos objetivos, que
se adaptan perfectamente a los deportes de equipo (por ejemplo,
el fútbol, el balonmano, el baloncesto, el rugby, etc.), conocidos
como deportes de especialización progresiva, están claramente
en desacuerdo con los programas de entrenamiento aplicados
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desde una edad temprana en otras disciplinas. Estos llamados
«deportes de especialización precoz» (por ejemplo, las diversas
formas de gimnasia: acrobacia, volteretas, trampolín, patinaje
artístico, saltos de trampolín, etc.) requieren el dominio de com-
plejas habilidades motrices que sólo pueden adquirirse a través de
un largo aprendizaje; esto requiere necesariamente empezar a una
edad muy temprana. La especialización precoz va acompañada de
consecuencias físicas, psicológicas y sociales (e incluso médicas
con las lesiones por uso excesivo) que pueden influir de forma
considerable no sólo en la práctica deportiva de los adultos, sino
también en el desarrollo de la identidad de los jóvenes. Los obje-
tivos de desarrollo motor (físico y luego deportivo) vinculados a
estos períodos de la infancia y la adolescencia se deben a que hay
períodos durante el crecimiento que son favorables al desarrollo
de las capacidades físicas.
16 18 20
Edad de acceso a la competición
Los diferentes tipos de actividad física van desde el simple
«pasatiempo» hasta las prácticas de «alto nivel». Los padres se
plantean regularmente la cuestión de la edad de acceso a la com-
petición. No hay límite de edad para que los niños empiecen a
competir. En realidad, esta etapa se basa más en un conjunto de
criterios de crecimiento fisiológico y psicológico, pero también en
el deporte en cuestión. El deporte puede proporcionar un entorno
positivo que puede ayudar a desarrollar el crecimiento físico y el
desarrollo psicológico del niño, pero los jóvenes deportistas tam-
bién necesitan estar en un contexto social, emocional y físico
adecuado.
Ni los criterios de edad cronológica (años/meses desde el naci-
miento) ni los criterios fisiológicos (maduración, pubertad) u
óseos (osificación de los cartílagos de conjugación, en particular)
tomados aisladamente, permiten decidir si un niño debe partici-
par en una competición. La maduración intelectual y cognitiva,
difícil de clasificar, también es importante. Los factores psico-
lógicos del rendimiento (motivación, autoestima, sensación de
eficacia, gestión «autónoma» del estrés del rendimiento, etc.) son
esenciales para que el niño acceda a la competición. En efecto,
sin estos criterios, el niño no se implica o se implica poco y
corre el riesgo de desarrollar una ansiedad patológica ante la com-
petición. El niño está «preparado» para la competición cuando
busca comparar sus habilidades motrices o deportivas con las de
los niños de su edad y busca información sobre sí mismo y sus
compañeros. Esto es especialmente importante porque, en los
deportes de equipo, el niño necesita comprender el proceso com-
petitivo subyacente, como la ayuda mutua, la cooperación y la
estrategia de equipo [58, 59] .
Por último, el niño debe ser lo suficientemente maduro como
para establecer metas y objetivos de logro personal «apropiados»
(en particular en relación con sus habilidades reales, no las
soñadas) y ser capaz de asignar un peso «razonable» a un resul-
tado deportivo (sobre todo cuando es negativo). Esto parece ser
posible cuando el niño diferencia claramente entre las habilida-
des motoras, la dificultad de la tarea y la naturaleza del esfuerzo
requerido para influir en el resultado [60] .
En resumen, aunque no hay una edad precisa para entrar con
éxito en la competición, parece que pocos niños son física y psi-
cológicamente aptos antes de los 10-12 años. En cualquier caso, la
competición no debe alterar la fuente de placer que es la práctica
del deporte para el niño, para que el estrés (naturalmente asociado
a la competición y que puede ser beneficioso) no se transforme en
angustia.
 Efectos adversos que hay que
detectar
Sobreentrenamiento
Tanto en adultos como en niños, los deportistas de alto nivel
están siempre al borde del sobreentrenamiento, que puede adop-
tar muchas formas. El sobreentrenamiento se define como un
entrenamiento intenso que conduce a una disminución prolon-
gada (>2 meses) del rendimiento acompañada de un aumento de
7
E – 4-104-B-10  Actividades físicas y deportivas de niños y adolescentes: de las creencias a las recomendaciones de salud
Estado psicológico
predisponente
Perfeccionismo
Sueño de
↑ estrés
mala calidad
↑ fatiga
o insuficiente
Síndrome
de agotamiento
Expectativas de futuro
Búsqueda del
estatus de élite
Figura 6. Elementos psicosociales que deben detectarse en los jóvenes
atletas.
los síntomas psicológicos y/o neurológicos y/o endocrinológicos
y/o inmunológicos que sólo ceden con el descanso [61] . Brenner
et al [62] proponen recomendaciones para prevenir y detectar el
sobreentrenamiento. Es el resultado de un desequilibrio entre el
entrenamiento intensivo, la fatiga y la recuperación, al tiempo que
incluye factores sociales y familiares. Los cambios que deben suge-
rir el sobreentrenamiento son una disminución del rendimiento
deportivo y escolar, dolores musculares y/o articulares persis-
tentes, aumento de la frecuencia cardíaca en reposo (signo de
una alteración del equilibrio orto/parasimpático), cansancio inu-
sual en relación con una carga de entrenamiento no modificada,
aumento de la desmotivación, trastornos del sueño (hipersom-
nia o insomnio), pérdida de apetito y de peso, y aumento de las
lesiones e infecciones. Para evitar el sobreentrenamiento, se reco-
mienda no superar los 5 días de entrenamiento a la semana para
un mismo deporte, tener al menos un día de recuperación a la
semana, tener 2-3 meses de descanso al año y no aumentar la
intensidad del entrenamiento más de un 10% a la semana. Los
diferentes elementos psicosociales que hay que detectar en los
jóvenes deportistas se resumen en la Figura 6 [46] .
Tríada de la atleta femenina
Esta entidad clínica está ahora bien descrita [63–65] , sobre todo
porque tiene consecuencias a largo plazo. Aunque anteriormente
se describía como amenorrea-osteoporosis-trastornos alimenta-
rios, la definición se extiende ahora de forma más amplia a
la combinación de trastornos del ciclo menstrual-baja densidad
mineral ósea-baja disponibilidad de energía; cada entidad tiene
un amplio espectro entre fisiológico y patológico. La prevención
y la detección de esta tríada son cruciales en las atletas jóvenes,
en particular en los deportes de resistencia o en los deportes con
clases de peso. Berz et al [64] enumeran los posibles motivos de
restricción y los puntos en los que hay que estar atentos. Las con-
secuencias a largo plazo son una disminución del rendimiento
deportivo y el riesgo de fragilidad ósea, pero también un aumento
del riesgo cardiovascular y de la disfunción endotelial.
 Conclusión
La evolución de la sociedad está llevando a un estilo de vida
sedentario que afecta no sólo a los adultos, sino también a los
niños y adolescentes, con consecuencias a corto y largo plazo. A
escala mundial (OMS), se ha vuelto urgente promover un estilo
de vida activo. Los beneficios de la actividad física regular están
demostrados y hay que desplegar todos los recursos para prevenir
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patologías y frenar lo que se ha descrito como una «pandemia»
silenciosa e insuficientemente publicitada.
Por lo tanto, es necesario repensar y reorganizar los estilos de
vida y hábitos si se pretende ver los beneficios dentro de varias
décadas. La inactividad física, que es un caldo de cultivo para
una serie de enfermedades no transmisibles, las actividades de
ocio pasivo y los desplazamientos motorizados deben desalentarse
enérgicamente entre los jóvenes.
En el caso de Francia, se ha puesto en marcha una estrategia
nacional (Stratégie Nationale Sport Santé et Programme Natio-
nal Nutrition Santé), y la dinámica de los Juegos Olímpicos de
2024 debe ser un trampolín para reforzar los vínculos entre los
agentes públicos, entre ellos el deporte, la educación, la salud,
el transporte e incluso las políticas medioambientales, así como
los agentes privados. En este contexto, también hay que sensibili-
zar y apoyar a las bases familiares (costumbres familiares, deporte
de los adultos) y escolares (educación física, deporte escolar). Las
campañas de promoción de las AFD entre los jóvenes deben incluir
información pertinente sobre el tipo de actividades que hay que
favorecer según la edad (primera infancia, pubertad, adolescen-
cia), pero también sobre las (muy buenas) aptitudes físicas de los
niños, combatiendo las creencias persistentes sobre su supuesta
fatigabilidad y fragilidad. Por otra parte, esta información no debe
ocultar los riesgos físicos y psicológicos inducidos por una impli-
cación demasiado elevada en el deporte en comparación con las
posibilidades del joven deportista.
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Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo: Tanné C. Actividades físicas y deportivas de niños y adolescentes: de las creencias a
las recomendaciones de salud. EMC - Pediatría 2021;56(2):1-9 [Artículo E – 4-104-B-10].
Disponibles en www.em-consulte.com/es
Algoritmos Ilustraciones Videos/
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Aspectos Información Informaciones Auto- Caso
legales al paciente complementarias evaluación clinico
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