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Carrera

TÉCNICO EN FISIOTERAPIA

Terapia
Muscular

Evaluación final

Actividades:
Manual de cuidados y terapias
“Terapia Muscular”

Nombre: Jessica Corona


Vázquez
Matrícula: 2229725

Fecha de entrega: 10/11/2023


Jessica Corona Vázquez
MANUAL DE CUIDADOS Y TERAPIAS EN EL ADULTO MAYOR CON LESIÓN DE CADERA

MANUAL DE CUIDADOS Y
TERAPIAS EN EL ADULTO
MAYOR CON LESIÓN DE
CADERA
Elaborado por Jessica Corona Vázquez

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Índice

Introducción………………………………………………………Página 4

Articulación de cadera y prótesis……………………….Página 5

Valoración Funcional………………………………………….Página 6

Entrenamiento Muscular……………………………………Página 8

Tipos de Ejercicio Terapéutico……………………………Página 8

Programa Inicial transcurridas


6 semanas de operación…………………………………….Página 10

Programa de entrenamiento
tras la décima semana de operación………………….Página 11

Metabolismo Muscular………………………………………Página 12

Nutrición Aplicada……………………………………………..Página 13

Conclusiones y recomendaciones………………………Página 15

Fuentes de Consulta………………………………………….Página 16

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Introducción

En la actualidad, la asistencia a los pacientes con fracturas de la cadera (que generalmente tienen
edades por encima de los 65 años), debe contemplarse bajo un punto de vista multidisciplinario,
ya que esta asistencia no queda reducida solamente al tratamiento local de la fractura (que
básicamente ha de ser quirúrgico), sino también a todas las actuaciones que hay que realizar
desde el mismo momento de la caída y que comprenden las llevadas a cabo durante las fases de
emergencia y urgencia, pasando por el tratamiento médico de la fase aguda, la recuperación
funcional y los cuidados continuados y de rehabilitación, tanto hospitalarios, como a domicilio, y
en los diferentes centros residenciales. Por otra parte, existe en la actualidad un interés
plenamente justificado por la prevención de las fracturas osteoporóticas, en general, y sobre todo,
de manera particular, por las que tienen lugar a nivel de la cadera. Esto ha supuesto que se hayan
desarrollado estrategias preventivas con medidas farmacológicas y no farmacológicas, que
independientemente de su mayor o menor eficacia, son motivo de permanente debate. También
es de gran interés tener un conocimiento de los aspectos epidemiológicos de estas fracturas y de
la situación de su prevalencia e incidencia.
Conscientes de estos problemas y del interés que suponen para una gran parte de los
profesionales sanitarios se ha realizado el siguiente manual con el fin de informar, analizar y
prevenir sobre los cuidados que debe tener el paciente geriátrico para su pronta recuperación tras
una lesión de cadera y mejorar así su calidad de vida.

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Articulación de la cadera y prótesis

La articulación de la cadera o coxofemoral es la articulación que une el tronco con la extremidad


inferior, concretamente la parte superior del fémur con la pelvis. El extremo superior del fémur
tiene forma de esfera cóncava y se llama cabeza femoral. La pelvis tiene un receptáculo de forma
convexa, llamado acetábulo, en el que se encaja la cabeza femoral.

La cabeza femoral se mueve dentro del acetábulo al movernos, al andar y al desplazarnos. Tanto la
cabeza femoral como el acetábulo están recubiertos de cartílago, que facilita el deslizamiento y la
congruencia de ambas estructuras, sin que se produzca dolor. Además toda la articulación está
rodeada por ligamentos y tejido fibroso que forman la cápsula articular. La cápsula (junto con la
musculatura) ayuda a estabilizar la cadera y está rellena de líquido sinovial, que actúa como
lubricante facilitando el desplazamiento de las superficies entre los dos huesos.

La prótesis de cadera consiste en la sustitución total o parcial de la articulación de la cadera por


una articulación artificial en un procedimiento quirúrgico. Existen diferentes tipos de prótesis de
cadera y diferentes modos de anclar la prótesis al hueso.

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Valoración Funcional

Es muy importante saber a qué nos referimos cuando hablamos de recuperación funcional, ya que
la fractura de cadera puede afectar a todas las áreas de la funcionalidad del anciano. Por esto, hay
que ser cuidadosos a la hora de planificar las estrategias rehabilitadoras y al analizar los resultados
conseguidos.

Diversos estudios destacan la importancia de los factores clínicos, sociodemográficos, funcionales,


mentales y asistenciales en relación con la recuperación funcional de los pacientes ancianos
intervenidos de fractura de cadera. Además, es evidente el interés de la comunidad científica en la
elaboración y adopción de estrategias de intervención en relación a los aspectos físico, funcional y
psicosocial tras la cirugía de cadera en ancianos.

Por lo que se pretende, que el paciente recupere la capacidad que tenía antes de la fractura para
caminar, la independencia para la realización de las actividades de la vida diaria (AVD) básicas
(AVDB) (vestido, aseo, uso de váter, transferencias, alimentación, continencia) o la independencia
para la realización de las actividades instrumentales (utilizar el transporte público, realizar tareas
domésticas, etc.). Para valorar la consecución de los objetivos propuestos en cada una de estas
áreas es imprescindible conocer perfectamente la situación previa a la fractura y utilizar escalas
validadas para ver la evolución.

Para la recuperación funcional del anciano con fractura de cadera son necesarios 4 factores:

— Que el paciente no fallezca.

— Que la intervención quirúrgica tenga éxito y se permita la carga.

— Que la situación del paciente le permita seguir un programa de rehabilitación adecuado.

— Que los cuidados iniciados en la fase hospitalaria puedan tener continuidad en las siguientes
semanas o meses.

Cada uno de estos 4 factores puede depender, a su vez, de otras variables que pueden interactuar
influyendo decisivamente en la recuperación funcional. Estas variables pueden clasificarse,
siguiendo una excelente y reciente revisión , en: factores demográficos (edad, sexo); clínicos
(enfermedades concomitantes, tipo de fractura y complicaciones posquirúrgicas); funcionales
(situación funcional previa a la fractura tanto en la capacidad de caminar como en la
independencia para las AVD); mentales (demencia, depresión, cuadro confusional tras la fractura);
sociales (red de apoyo familiar, residencia previa a la fractura), y asistenciales (seguimiento por
especialistas en la fase aguda, retraso entre la fractura y la cirugía, tiempo de retraso en iniciar la
rehabilitación e intensidad de ésta, estancia hospitalaria y continuidad de los cuidados al alta
hospitalaria). El conocimiento de los factores predictivos positivos y negativos de mortalidad y de
recuperación funcional puede ser de gran utilidad a la hora de identificar pacientes de riesgo y
establecer planes de tratamiento específicos.

El análisis de la recuperación de la independencia para las AVD, tanto AVDB como instrumentales
(AVDI), es otra manera de medir el impacto funcional de la fractura de cadera. Los trabajos
describen que sólo un 30-35% de los ancianos que se fracturan la cadera recuperan el grado previo
de independencia para las AVDB, y sólo el 20-25% lo hace para las AVDI. Como marcadores de

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buen pronóstico de recuperación funcional en relación con las AVD se han descrito la edad (los
más jóvenes), el estado funcional previo a la fractura (los que mejor estaban), el menor número de
coenfermedades, la ausenGuía de buena práctica clínica en Geriatría. FRACTURA DE CADERA 78
cia de complicaciones médicas postoperatorias y una buena situación sociofamiliar. Para analizar
la evolución de las AVD tras la fractura de cadera pueden ser de utilidad cualquiera de los tests
que habitualmente se utilizan en geriatría: Barthel, Lawton, etc.

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Entrenamiento muscular

Uno de los objetivos más importantes en el tratamiento del anciano con fractura de cadera es
conseguir recuperar el grado de deambulación que tenía antes de la fractura. Para ello, es muy
importante conocer con detalle la situación funcional previa y, además, utilizar escalas validadas
para valorar la consecución o no de los objetivos propuestos.

Una escala útil para valorar la marcha es la descrita por Holden et al6 , que clasifica el grado de
independencia para la marcha en 5 tipos, con independencia del tipo de dispositivo de ayuda que
necesita (bastón, etc.):

— Tipo 0: marcha nula o ayuda física de 2 personas.

— Tipo 1: marcha con gran ayuda física de una persona.

— Tipo 2: marcha con ligero contacto físico de una persona.

— Tipo 3: marcha solo pero necesita supervisión de una persona.

— Tipo 4: marcha independiente en llano, no en escaleras.

— Tipo 5: marcha independiente en llano y en escaleras.

El entrenamiento específico de fortalecimiento muscular tras una prótesis de cadera es básico ya


que la propia musculatura se ve afectada durante la cirugía. Debemos recuperar esta musculatura
para corregir y prevenir complicaciones a largo plazo que puedan afectar a la marcha, el equilibrio
y la coordinación. Pasadas 6 semanas desde la operación es importante iniciar un programa de
fortalecimiento muscular específico. En esta primera fase entrenaremos con baja intensidad. No
será hasta pasadas las 12 semanas cuando podremos incorporar ejercicios con una intensidad más
alta. Un aspecto muy importante que debemos tener en cuenta es evitar en todos los ejercicios
una flexión de cadera superior a los 90º a largo plazo.

Tipos de ejercicio terapéutico

Es deseable que el paciente pueda sentarse cuanto antes, es decir, que pueda ser operado lo antes
posible y que pueda sentarse al día siguiente de la cirugía, para comenzar a cargar en cuanto sea
posible, y una vez retirados los tubos de drenaje, si éstos se hubieran colocado.

En este entrenamiento previo a la operación debemos tener en cuenta el dolor y las restricciones
de movilidad que nos podemos encontrar en la articulación y el objetivo será, principalmente,
reducir los desequilibrios musculares. Durante el período previo a la operación intensificaremos el
ejercicio todo lo posible, concentrándonos en el fortalecimiento de la región lumbar, pélvica y de
cadera, así como de la cintura escapular (importante para el uso de muletas). Tras una operación
con endoprótesis total de cadera sin complicaciones será posible iniciar el ejercicio con bajas
intensidades transcurridas, al menos, 6 semanas. Por regla general, los pacientes ya han realizado
anteriormente sesiones de rehabilitación y fisioterapia y se adaptan bien al ejercicio dinámico y al
entrenamiento de fortalecimiento muscular.

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Por otro lado, mientras el paciente esté encamado debe evitarse la rotación externa del pie,
mediante la colocación de un tope en el borde exterior de éste. También debe evitarse el decúbito
contralateral. Es necesario realizar ejercicios de contracción muscular de las piernas para favorecer
el retorno venoso y minimizar el riesgo de trombosis venosa profunda.

También es recomendable la fisioterapia respiratoria con incentivadores que disminuye el riesgo


de infecciones respiratorias. En cuanto al tratamiento rehabilitador específico, sus objetivos son:

— Ampliar la movilidad articular de la pierna operada.

— Fortalecer la musculatura del miembro operado, especialmente el cuádriceps y los glúteos.

— Reeducar la marcha bipodal lo más pronto posible.

— Aliviar el dolor con un uso apropiado de los analgésicos.

La reeducación de la marcha se iniciará en las barras paralelas. En cuanto sea posible, se utilizará
un andador; luego 2 bastones ingleses, después, un bastón, y finalmente, a los 2 meses
aproximadamente, se probará a prescindir del último bastón si el paciente está suficientemente
seguro. Conviene insistir siempre en la necesidad de utilizar adecuadamente el tratamiento
analgésico, porque es frecuente que los ancianos consuman menos de lo que necesitan. Así, se
facilitará la rehabilitación y se evitarán marchas aberrantes secundarias a reiniciar la marcha con
dolor.

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Programa inicial transcurridas 6 semanas de la operación

Leg Press
Fortalecimiento de la musculatura de extremidad inferior, cuádriceps,
isquiotibiales y glúteos. Evitar la flexión de cadera superior a 90º.

Glúteos
Fortalecimiento de glúteos teniendo en cuenta una amplitud de
movimiento en abducción no dolorosa. Ir progresando en amplitud y
peso, partiendo de una posición recostada media y rotación externa de
cadera. Muy importante para conseguir una buena estabilidad de la
cadera y la prótesis y una buena movilidad en la articulación.

Pullover
Fortalecimiento de la zona dorsal de la espalda para combatir las
posibles molestias y desequilibrios musculares causados por el uso de
caminadores o muletas durante la fase inicial de la recuperación.

Torso Arm
Fortalecimiento de trapecio inferior, dorsal ancho y bíceps. Muy útil
para combatir molestias y desequilibrios musculares asociados a la
zona dorsal de la espalda y ganar fuerza en los brazos para el uso de
muletas.

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Seated Dip
Fortalecimiento de pectoral mayor, tríceps braquial y trapecio inferior
para ganar fuerza en la extremidad superior por el uso de
caminadores y/o muletas.

Cervical Extension
Fortalecimiento especifico de los extensores cervicales para
combatir las molestias en la región cervical, muy típicas en esta fase
de la recuperación por el uso de muletas al caminar.

Programa de entrenamiento tras la décima semana de operación

Leg Extension
Fortalecimiento de cuádriceps para potenciar la extremidad inferior.

Seated Leg Curl


Fortalecimiento de isquiotibiales para potenciar la extremidad inferior.

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Aductores
Fortalecimiento de la parte interna de la pierna teniendo en cuenta los
mismos aspectos que en el fortalecimiento de glúteos. Amplitud de
movimiento y peso progresivo y posición media del tronco junto a
ligera rotación externa de cadera.

Metabolismo muscular

Las fracturas osteoporóticas aumentan con la edad y constituyen uno de los problemas más
relevantes en los ancianos debido a la mortalidad y morbilidad que generan. En su desarrollo
intervienen fundamentalmente dos factores: la fragilidad ósea y el traumatismo. Tanto la pérdida
de masa ósea, al aumentar la fragilidad del hueso, como la muscular, al facilitar las caídas,
contribuirían al desarrollo de las fracturas. A partir de los 40 años se produce una pérdida
progresiva de masa ósea con la edad que aumenta en las mujeres durante los años que siguen al
cese de la actividad ovárica. Estos cambios son debidos a la existencia de modificaciones en el
funcionamiento de las unidades de remodelación que guardan relación con diversos factores
(nutricionales, hormonales, paracrinos, mecánicos y genéticos). Por otra parte, la masa corporal
magra también disminuye entre los 35 y los 70 años, sobre todo debido a la pérdida de masa
muscular esquelética y a la progresiva disminución del número y el tamaño de las fibras
musculares. Este proceso se conoce con el nombre de «sarcopenia» y contribuye de manera
evidente a la pérdida de fuerza y actividad funcional en los ancianos. En la patogenia de la
sarcopenia parecen intervenir varios factores, como la denervación del tejido muscular, los
cambios en el metabolismo proteico o en las concentraciones de diversas hormonas y otros
factores como el déficit de vitamina D.

Además del calcio y la vitamina D, existen otros factores nutricionales que pueden desempeñar un
papel en la pérdida de hueso asociada a la edad, entre los que se encuentra la ingesta proteica y el
comportamiento alimentario en general. La malnutrición calórico-proteica es relativamente
común en los ancianos. Este trastorno puede actuar directamente sobre el hueso estimulando la
resorción e inhibiendo la formación, aunque probablemente también interviene a través de otros
mecanismos como la reducción en la secreción de IGF1.
El déficit de vitamina K podría contribuir a aumentar la pérdida de hueso al reducirse sus efectos
sobre la carboxilación de algunas proteínas de la matriz ósea como la osteocalcina.

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Nutrición Aplicada

La predisposición de padecer una fractura de cadera se relaciona con factores muy diversos como
la edad avanzada, sexo femenino, fracturas anteriores, enfermedades sistémicas, medicación,
estilo de vida, discapacidad funcional y malnutrición. La presencia de desnutrición o riesgo
nutricional en el momento de la fractura es un factor que se relaciona además con un aumento de
la duración de la estancia hospitalaria tras la intervención, así como un aumento del riesgo de
complicaciones, morbilidad y mortalidad.

Por ejemplo, el déficit de calcio y vitamina D constituye probablemente el factor más relevante en
los ancianos. Cuando disminuye el calcio ingerido con la dieta, desciende su absorción y baja la
calcemia, lo que estimula la secreción de parathormona (PTH). La acción de esta hormona
aumenta la reabsorción ósea, la reabsorción renal de calcio y la producción renal de calcitriol. Éste,
a su vez, aumenta la absorción intestinal y reabsorción tubular de calcio y, en el hueso, favorece la
acción resortiva de la PTH. De esta manera, el balance entre entradas y salidas del organismo
tiende a ser neutralizado, con estabilidad de los valores plasmáticos de calcio, pero a expensas de
un balance negativo del mismo en el hueso.

Numerosos estudios indican una elevada prevalencia de desnutrición en pacientes ingresados por
rotura de cadera, si bien las cifras varían ampliamente en función de los diferentes marcadores
nutricionales y valores de referencia utilizados para establecer los distintos tipos y grados de
desnutrición. La mayoría de los estudios contemplan indicadores antropométricos y bioquímicos y
son escasos los que realizan una valoración de la ingesta dietética antes de la fractura o durante la
estancia hospitalaria. Una ingesta baja en energía, conlleva un déficit importante en proteínas y
micronutrientes y es el primer paso para el desarrollo de una desnutrición. En el caso de las
patologías óseas, un adecuado estado nutricional en proteínas, calcio y vitamina D se relaciona
con un contenido adecuado de masa magra, que se refleja en una mayor fuerza muscular y mejor
capacidad funcional y una mayor densidad ósea, factores que pueden reducir el riesgo de caídas y
fracturas de origen osteoporótico.

Calcio: El calcio puede hallarse en los alimentos ricos en este mineral, así como en los
suplementos.
Alimentos ricos en calcio. La mejor fuente de calcio es una dieta variada y equilibrada. En general,
la leche y los productos lácteos, el tofu, los batidos de soja, los pescados que se toman enteros
(con las raspas), los frutos secos y las verduras frondosas son ricos en calcio.

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Vitamina D: Las fuentes alimentarías más importantes de vitamina D son los pescados azules,
como arenques, sardinas, salmón, caballa y boquerones y, en bastante menor medida, los huevos,
la leche, los quesos y los champiñones. Pero estos alimentos no suelen cubrir las demandas de
vitamina D por sí solos, en parte por el bajo consumo de pescados grasos. Aunque la mayoría de
expertos opinan que debería aumentar el aporte de vitamina D en toda la población, su absorción
es muy variable y un exceso es tóxico y aumenta el riesgo de hipercalcemia e hipercalciuria, por
ello es difícil llegar a un consenso en cuanto a cómo y en qué cantidades suplementarla.
Actualmente, se recomiendan 200 UI para adultos, 400 UI para mayores de 50 años y 400800 UI
para ancianos.

Proteínas: Un bajo consumo de proteínas, como ocurre en muchas personas mayores, disminuye
la concentración sanguínea de albúmina y afecta negativamente al calcio sérico, especialmente
cuando se produce una fractura. Por tanto, lo ideal es seguir las recomendaciones de la dieta
equilibrada, sin exceso ni defecto proteico y con un mayor porcentaje de proteínas vegetales que
animales.

Vitaminas: La vitamina K es esencial para formar osteocalcina, proteína que fija el calcio a los huesos

y evita que se una a las arterias. Las verduras de hoja verde y una buena salud intestinal son básicas

para tenerla en cantidad suficiente.

La vitamina A, abundante en el hígado, leche, huevos, zanahorias y verduras de hoja verde también

participa en el crecimiento óseo.

Fibra: Los alimentos ricos en ácido oxálico como las espinacas y las acelgas o aquellos ricos en ácido

fítico como los cereales integrales limitan la disponibilidad del calcio y del fósforo, pero parece que

no supone un problema en el contexto de una dieta variada y sólo puede suponer un problema para

personas que ingieran más de 30 g diarios de fibra.

Ejercicio físico: En adultos, los ejercicios aeróbicos, de resistencia y, particularmente, los ejercicios

con carga son efectivos para aumentar la densidad ósea de la columna lumbar, también en mujeres

posmenopáusicas. Caminar también es efectivo, además, para la cadera y es la recomendación más

fácil de seguir. En la tercera edad no está tan claro que el ejercicio físico aumente la densidad ósea

pero es muy útil para evitar caídas. En este grupo de edad se recomiendan los programas tanto de

fortalecimiento muscular como de entrenamiento del equilibrio (como el tai-chi, por ejemplo).

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Conclusiones y recomendaciones

Se han comentado varios factores que pueden influir en la evolución del anciano con fractura de
cadera, tanto en lo que respecta a la mortalidad como a la recuperación de la capacidad funcional
previa a la fractura. Sobre muchos de estos factores no es posible actuar: edad, enfermedades
crónicas, demencia, etc. Sin embargo, sobre otros se puede influir decisivamente. Por ello, el
geriatra debería participar en:

— Mentalizar a los ancianos para que adquieran y/o mantengan la mejor capacidad funcional
posible, lo que se consigue insistiendo en mantener el mayor grado de actividad física posible.
Cuanto mejor esté, más podrá recuperar en el caso de una fractura de cadera.

— Insistir para que el anciano con la cadera fracturada sea operado lo antes posible (grado de
recomendación B). Si es necesario, estabilizar los problemas médicos.

— Insistir en permitir el apoyo lo antes posible (recomendación de buena práctica).

— Insistir en iniciar la rehabilitación lo antes posible y de una manera intensiva (recomendación de


buena práctica).

— Evitar las complicaciones en el postoperatorio, bien sean reagudizaciones de enfermedades ya


conocidas, bien complicaciones nuevas: cuadro confusional, neumonía, desnutrición,
deshidratación, etc.

— Utilizar la analgesia de forma adecuada para garantizar un buen alivio del dolor sin efectos
secundarios perjudiciales (grado de recomendación B).

— Procurar una educación sanitaria al paciente y a los cuidadores. Explicarles adecuadamente el


objetivo que se desea conseguir (en general, recuperar el estado funcional que tenían antes de la
fractura) y enseñarles el tipo de ejercicios que deberán realizar en su domicilio, indicarles durante
cuánto tiempo, e insistirles en la utilización apropiada de los analgésicos (grado de recomendación
B).

— Garantizar la continuidad de los cuidados, contactando con el equipo de atención primaria o el


médico y la enfermera de la residencia donde vive, para explicarles los objetivos que se pretenden
conseguir y la situación en la que el paciente será dado de alta (grado de recomendación B).

— Explicar al paciente y a los cuidadores los recursos que pueden utilizar para, una vez en su
domicilio, continuar con la recuperación: centros de día, asistencia domiciliaria, etc.

— Cuando el paciente no puede ser dado de alta a su domicilio, antes buscar la ubicación más
adecuada (residencia, centro de convalecencia) en la que intentar conseguir la mayor
recuperación funcional posible.

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Fuentes de Consulta

1. https://www.wundertraining.com/ejercicio-y-entrenamiento-de-fortalecimiento-muscular-en-
protesis-de-cadera/

2. https://www.imss.gob.mx/sites/all/statics/guiasclinicas/603GER.pdf

3. http://formacion.virtual.dif.gob.mx/docu/manual_basico.pdf

4.https://www.segg.es/media/descargas/Acreditacion%20de%20Calidad%20SEGG/Residencias/gu
ia_fractura_cadera.pdf

5. https://www.scielo.br/j/reeusp/a/mpKJ7YTwBZH85NfmfLywXJL/

6. https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112010000400022

7. https://www.elsevier.es/es-revista-reemo-70-articulo-envejecimiento-musculo-esqueletico-
13098214

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