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Lo que cuesta seguir a Cristo

Lucas 14:25-27
Reina-Valera 1960

25 Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo:


26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos,
y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi
discípulo.
27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi
discípulo.
Lucas 14:25-27
Traducción en lenguaje actual
Condiciones para ser discípulo de Jesús
25 Una gran cantidad de gente caminaba con Jesús. De pronto, él se volvió
y les dijo:
26 «Si alguno de ustedes quiere ser mi discípulo, tendrá que amarme más
que a su padre o a su madre, más que a su esposa o a sus hijos, y más que
a sus hermanos o a sus hermanas. Ustedes no pueden seguirme, a menos
que me amen más que a su propia vida. 27 Si ustedes no están dispuestos
a morir en una cruz, y a hacer lo que yo les diga, no pueden ser mis
discípulos.

Introducción

 Caminar por fe y vivir por la fe es una situación de sometimiento y


obediencia no es nada fácil es una tarea bastante complicada, porque
usted humanamente no entiende los métodos y los procedimientos de
Dios los cuales son perfectos y aceptamos su soberanía.
 Servir a Dios es un privilegio, es una responsabilidad y exige sacrificio
 Hoy en día vivimos en una sociedad donde todo es soñado. Donde
ser estudiado e inteligente es la moda de hoy en día, en donde tener
una estabilidad económica y una posición social es lo maravilloso,
todos incluyéndonos quisiéramos tener dinero, tener abundancia de
riquezas y material, que lindo es soñar con una profesión y ejercerla,
que lindo es tener un hogar estabilizado, una buena esposa un buen
esposo, unos buenos hijos.
 Todos aquí tenemos proyectos, tenemos ideales cosas que
quisiéramos ejercer en este mundo terrenal y no está mal mientras
sea para tu propio bienestar no es malo estudiar y prepararse al
contrario es una bendición tener conocimiento.
 Pero hay cosas que Dios exige en tu vida, creo que nadie
humanamente le gustaría cargar una cruz pesada llena de problemas,
angustias, enfermedades, y muchas cosas más que trae el
sufrimiento de cristo.

 ENTREGA A DIOS – PARTE UNO – (Lucas 14:25-27)


 25 Como grandes multitudes lo seguían, Jesús se volvió a ellos y les
dijo: 26 ‘Si alguno viene a Mí, y no renuncia a su padre y a su madre,
ni a su mujer y sus hijos, ni a sus hermanos y hermanas, y ni siquiera
a su propia vida, no puede ser Mi discípulo.
 La idea de DARLE el control de tu vida A OTRA PERSONA es
totalmente contraria a la mentalidad de nuestra cultura de hoy. No
queremos que nadie nos diga lo que tenemos que hacer. ¡Queremos
estar en control de nuestra propia vida!
 Pero, paradójicamente, nunca seremos realmente libres HASTA
QUE NO NOS HAYAMOS ENTREGADO TOTALMENTE A LA
PALABRA Y A LA VOLUNTAD DE DIOS. Cuanto más te entregues a
Él, más descubrirás, que Jesús tiene TU MEJOR INTERÉS EN
MENTE, y que Su voluntad es buena y aceptable y perfecta.
 Cuando Jesús les dijo que renunciaran a su familia, Él les estaba
recalcando, QUE EL AMOR POR ÉL, tiene que ser más grande que
todos los otros amores de su vida. LO QUE JESÚS LES ESTABA
DICIENDO era intensamente personal… y práctico. Él no hablaba en
generalidades.
 El identificó claramente las cosas que debían entregarse. Nuestras
relaciones, nuestros afectos, nuestros cuerpos físicos, nuestros
derechos, y nuestras posesiones. Ningún lazo familiar debe
desviarnos del camino de total obediencia al Señor.
 Es una cosa tener una experiencia emocional durante un retiro o
conferencia, donde eres inspirada, y hasta retada a entregar el control
de todo a Dios. Y es otra cosa, VIVIR ESTA ENTREGA, una vez que
las emociones del momento hayan pasado.
 Cuando regresamos A LA REALIDAD DE NUESTRA CASA después
de un retiro … Cuando pierdes tu trabajo, y las cuentas siguen
viniendo.
 Cuando estás esperando tu quinto hijo en siete años… Cuando tu
esposo es diagnosticado con una enfermedad incurable. ¡Ese es el
laboratorio de la vida! Nuestra entrega a Cristo es probada. Es
demostrada a diario… elecciones y respuestas momento a
momento… a lo que te rindes a la soberanía y voluntad de Dios.
 La cruz de Jesús fue resultado de una vida coherente con sus
opciones fundamentales, la Cruz de Jesús fue el resultado de su
estilo de Vida.
 Tomar la cruz, es tomar la opción radical de pararse frente a todos los
que se creen dioses en este mundo y decirles que nosotros no
metemos en el mismo saco a César y a Dios, una cosa es el poder
político, militar, económico, pero esa no es la vara desde donde
medimos al hombre ni la vida, sino desde Dios. Este Dios Padre que
se acerca a los más desvalidos, que es protector de los que viven al
desamparo de los privilegios del sistema. Ese será nuestro lente
desde donde veremos la Vida y el mundo.
 Hay un gran malentendido con respecto a lo que significa tomar tu
cruz. Un vecino gritón no es tu cruz. La artritis no es tu cruz. La
presión económica no es tu cruz.
 Los vecinos, las enfermedades, y las finanzas no son tu cruz. ¡SON
PARTE DE LA VIDA! Son las cosas comunes que les pasan a los
cristianos, y a los no cristianos. JESÚS NOS DEMOSTRÓ LO QUE
LA CRUZ ES, al entregar Su vida por nosotras.
 La cruz es la forma, como nosotros morimos a nosotras mismos, para
que otros puedan ser salvados, ayudados, redimidos y restaurados. ∐
Tomar la cruz significa sacrificio total EN TODO. El camino a la
verdadera vida es el camino hacia la muerte. ¡LA MUERTE AL YO!
PREPÁRATE PARA ENTREGAR TODO, HASTA TUS
RELACIONES, PARA SEGUIR A JESÚS.
 La condición de la bendición de Dios es ¡ENTREGA TOTAL! Si
nuestros corazones están dispuestos A HACER ESO, entonces no
habrá límite a lo que Dios hará por nosotros, y la bendición que Él nos
concederá.
 Dios no nos pide una ENTREGA TOTAL por nuestras propias
fuerzas, o por el poder de nuestra voluntad. ¡NO! ¡DIOS ES QUIEN
HACE LA OBRA EN NOSOTROS!
 Gary Thomas dijo, “Llegará el momento en nuestra vida cristiana…
QUE, COMO JACOB, lucharemos toda la noche con Dios… pero al
final terminaremos diciendo, “Muy bien, mi Dios, ¡Tú ganas! No mi
voluntad sino la Tuya.”

¿Qué significa amar a Dios con todo tu corazón?


El Señor Jesús dijo en Marcos 12:30:
“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con
toda tu mente y con todas tus fuerzas”.
¿Qué significa amar al Señor con todo nuestro corazón, con toda nuestra
alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas? ¿Tenemos tan
siquiera la capacidad de amarlo con todo nuestro ser así?
Tenemos que admitir que aunque amemos a Dios hasta cierto punto, Él no
es el Único al que amamos, y a veces no es a quien amamos más. Muchas
otras cosas tiran de nuestro corazón. Entonces, ¿cómo podemos obedecer
el mandamiento del Señor de amarlo con todo nuestro corazón?
El Señor está muy consciente de que no somos capaces de tal amor en
nosotros mismos. Necesitamos darnos cuenta de que cuando Dios hace
una demanda, Él tiene la intención de satisfacer esa demanda por nosotros.
Así que en 1 Juan 4:19 podemos ver que nuestro amor por Dios se origina
de Dios mismo:
“Nosotros amamos, porque Él nos amó primero”.
“Dios nos amó primero porque Él nos infundió Su amor y generó en
nosotros el amor con el cual lo amamos a Él y a los hermanos (vs. 20-21)”.
Dios es la fuente verdadera de nuestro amor por Él. Él nos amó primero y
nos infundió Su amor. Infundir significa llenar, impregnar, incluso empapar.
¡Estamos siendo empapados del amor de Dios! Ahora el amor de Dios en
nosotros es el amor con el cual podemos amarle en correspondencia.
El amor no es sólo un sentimiento. Dios es amor. Dios nos ama y llegó a ser
un hombre llamado Jesucristo. Él demostró Su amor por nosotros al máximo
al morir en la cruz. No es de extrañar que cuando escuchamos el evangelio
de Jesucristo, nuestros corazones respondieron a Su amor y nos abrimos
para recibirlo como nuestro Salvador. A partir de ese día, comenzamos a
amar al Señor con el amor que Él infundió en nosotros.
A medida que disfrutamos del amor de Dios, lo amaremos en dependencia
cada vez más.
Amar a Dios con todo nuestro corazón
Amar al Señor con todo nuestro ser comienza desde nuestro corazón. En
una entrada anterior hablamos de qué es el corazón según la Biblia.
Podríamos pensar que nuestro corazón es simplemente la sede de nuestras
emociones. Pero podemos ver en la Biblia que es más que eso.
Nuestra parte emotiva es una parte de nuestro corazón, pero nuestro
corazón también incluye nuestra mente, voluntad y conciencia. Nuestros
sentimientos, pensamientos, decisiones y el sentir de condenación o culpa
que sentimos cuando hemos hecho algo malo, todo esto surge de nuestro
corazón.
Dios es un Dios amoroso y nos creó con un corazón para que lo amemos
completa y absolutamente. Pero en nuestra experiencia sabemos que
nuestro corazón ama muchas otras cosas aparte de Dios.
Entonces, ¿qué hacemos? Simplemente tratar de no amar esas cosas no
funciona. Pero el apóstol Pablo escribió esta palabra reconfortante en 2
Corintios 3:15-16:
“El velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando su corazón se
vuelve al Señor el velo es quitado”.
Cuando nuestro corazón se aparta del Señor y se fija en cosas tales como
pecados, preocupaciones egoístas y placeres mundanos, tiene un velo
puesto. No podemos ver al Señor.
Pero cuando volvemos nuestro corazón a Él, el velo es quitado y podemos
ver al Señor nuevamente. Vemos Su belleza, Sus virtudes y cuán
maravilloso es. Entonces Él nos infunde más de lo que Él es, incluyendo
amor, dentro de nosotros. De esta manera, nuestro amor por Él crece.
Nosotros podemos volver nuestros corazones al Señor Jesús en cualquier
momento orando a Él, invocando Su nombre, confesándole nuestros
pecados y pasando tiempo en Su Palabra. Estas prácticas sencillas pueden
quitar el velo de nuestro corazón, restaurar nuestra comunión con el Señor y
reavivar nuestro amor por Él.
Amar a Dios con toda nuestra alma
Nuestra alma está compuesta de nuestra mente, parte emotiva y voluntad,
por lo cual es una gran parte de nuestro corazón. Dios creó nuestra alma
para que pudiéramos expresarlo, pero debido a la caída de la humanidad,
nos expresamos a nosotros mismos. Tenemos nuestros propios
sentimientos, opiniones y decisiones que son independientes de Dios.
Pero cuando volvemos nuestros corazones al Señor, nuestro amor por Él
crece. A medida que Él se infunde en nosotros, Sus pensamientos llegan a
ser nuestros pensamientos, Sus sentimientos llegan a ser nuestros
sentimientos y Sus decisiones llegan a ser nuestras decisiones.
A medida que Él realiza Su obra transformadora en nosotros,
espontáneamente comenzamos a expresar a Dios y a glorificarlo. Otros
verán a Cristo expresado en nosotros al nosotros amarlo con toda nuestra
alma.
Amar a Dios con toda nuestra mente
Nuestra mente es la parte principal de nuestra alma. Dirige el resto de
nuestro ser e influye en lo que amamos y lo que elegimos. Puede ser
puesta en muchas cosas. Pero Dios quiere que nuestra mente esté puesta
en el espíritu, donde está Cristo.
Romanos 8:6 dice:
“Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el
espíritu es vida y paz”.
Cuando ponemos nuestra mente en la carne o las cosas de la carne, nos
sentimos sin vida e inquietos porque estamos apartados de Cristo en
nuestro espíritu. Pero cuando ponemos nuestra mente en el espíritu,
estamos en paz y llenos de vida. Al poner nuestra mente en nuestro espíritu
todo nuestro ser está centrado en Dios.
Una manera de poner nuestra mente en el espíritu es leer la Biblia. La
Palabra de Dios revela quién es Cristo para nosotros. Cuando usamos
nuestra mente para leer la Palabra, vemos más de la preciosidad del Señor.
Por ejemplo, cuando leemos en los cuatro Evangelios acerca de la clase de
vida que vivió el Señor Jesús, las palabras de vida que Él habló y cómo Él
cuidó de todo tipo de personas, estamos llenos de apreciación por Él.
Cuanto más lo consideramos más lo amamos.
Amar a Dios con todas nuestras fuerzas
Toda nuestra fuerza se refiere a la fuerza física de nuestro cuerpo. Cuando
volvemos nuestro corazón al Señor y ponemos nuestra mente en Él, nuestro
cuerpo le seguirá.
A medida que el amor por el Señor impregne nuestro corazón y alma,
incluso las acciones externas de nuestro cuerpo se verán afectadas.
Nuestra actitud hacia las cosas que solían ocupar nuestro tiempo, interés y
energía también cambiará. Amamos al Señor y queremos más de Él. Así
que incluso nuestra fuerza física, es decir, nuestro tiempo y energía, se
gastará en ir en pos de Cristo.
Amar a Dios con todo nuestro ser comienza hoy
Amar a Dios con todo nuestro ser es un ejercicio. No siempre nos
despertamos por la mañana con el corazón inclinado hacia el Señor. Pero
podemos comenzar el día volviendo nuestros corazones a nuestro querido
Señor Jesús. Podemos decir: “Señor Jesús, vuelvo mi corazón a Ti esta
mañana. ¡Te amo!” Podemos decirle al Señor que lo amamos todos los
días.
También podemos orar: “Señor Jesús, haz que te ame más hoy que ayer.
Quiero amarte con todo mi ser”. Seguramente Él responderá a tal oración.

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