Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PRESENTACIÓN DE LA SEMANA
Hemos nacido libres y Dios nos quiere así: en plenitud de facultades. Sin duda, la libertad
es la facultad por antonomasia del ser humano. Desde la visión cristiana, el hombre está
dotado de una dignidad singular por haber sido creado a “imagen y semejanza” de Dios. En
esa semejanza se incluye la libertad.
AL ACABAR EL DÍA
Hay personas que fueron educadas en el temor: temor a Dios, al pecado, a la condenación
eterna. Y desde el temor, la vida se les fue llenando de lazos invisibles que no les
permitieron vivir con alas desplegadas y en plenitud. Al contrario, en nuestros días se
defiende la libertad como prebenda absoluta del individuo; ante la que no hay ninguna
restricción ética, cívica, religiosa; a lo sumo penal. No es posible ser persona sin una
libertad bien educada y sustentada en una moral autónoma y libre; sabiendo que la
libertad verdadera no es absoluta y está al servicio del bien común y de los otros.
Dios nos ha regalado el don de la libertad. Desde su libertad creó lo que existe desde la
nada; desde su libertad nos dio la encomienda de cuidar y completar la creación. La
inteligencia, y el libre albedrío son dos facultades relacionas entre sí. Aunque sólo la
Bondad les permite orientarse debidamente.
Dios no quiere que le temamos. Un padre al que se le teme, es menos padre. Dios quiere
que le amemos, porque queremos y porque LE QUEREMOS. A esta forma de amar a Dios
sobre todas las criaturas y cosas, le llamamos “Temor de Dios”.
REFLEXIONA
Coge la libreta y haz dos columnas. En una pones rasgos en donde veas reflejado/a el
AMOR DE DIOS y en la otra rasgos en donde veas TEMOR A DIOS.
Date un tiempo, y tal vez percibas momentos, ante ciertas actitudes o actos, en donde te
asaltan dudas acerca del amor de Dios y en donde temas su abandono o enfado por ti.
LEE- Deuteronomio 16 1-13
El pecado existe porque existe la libertad humana. Si Dios nos hubiera creado sin libertad
no se produciría el pecado, pero tampoco tendríamos la facultad de crear, de hacer el bien.
El pecado es un desorden de nuestra libertad, que se orienta hacia lo malo; si bien Dios
sigue tocando nuestra vida y orientándola hacia lo bueno, lo bello y lo justo. Cuando
nuestra conciencia nos reclama enmendar lo que hemos hecho mal, estamos siendo
orientados por la voz de Dios. Por eso, para ejercer bien nuestra libertad responsable,
debemos educar la conciencia y también las virtudes (ese ejercicio continuo por
convertirnos en la mejor versión del ser humano).
Nuestra naturaleza humana tiene una tendencia natural a descender, a descentrarse de lo
fundamental. Algunos dirían que es fruto de “ese pecado original”, que condiciona nuestra
voluntad. Jesús, en su obra de salvación, nos proporciona no solo un modelo de conducta,
sino que nos da aquel remedio para sanar nuestra debilidad: la Gracia. Esta se actualiza
en muchos momentos; pero sobre todo en los sacramentos. Frente el límite del pecado, la
Gracia que todo lo puede.
ACTO DE CONTRICCIÓN
Señor Jesús,
rostro humano del amor de Dios,
aquí me tienes, ante Ti,
con mis pecados y pobrezas,
mi inconstancia y mi ingratitud
hacia la generosidad que incondicionalmente me ofreces
En Jesús, en su humanidad, reside la fórmula para saber quiénes somos en raíz. Nos
sorprende la libertad suprema de Jesús, su valentía para hablar, decir y contradecir.
¿Dónde aprendió a ser así? ¿De dónde nacía esa férrea libertad?
El secreto de su libertad reside en la obediencia.
Libertad y obediencia no son dos
palabras contrapuestas, aunque lo
parezcan. Jesús vivió una relación de
filiación extrema con su Padre Dios. De
tal modo, que su proyecto fue hacer la
voluntad de su Padre. La carta a los
hebreos, cap.5 nos habla de que “Cristo
aprendió sufriendo a obedecer, y llevado
a la consumación se ha convertido para
los que obedecen en autor de salvación
eterna”. Luego en la obediencia está la
clave de la libertad y la salvación. El
hombre nunca es más libre que cuando
obedece a Dios; pues en Dios encuentra
la raíz de su fundamento y el horizonte
de sus deseos. En Dios y en seguir su
voluntad radica la fuente de la plenitud
humana. Así lo vivió Jesús.
Ponte en manos de Dios. Deja silencio ahora para la oración. La oración es como un
susurro suave en tus oídos, que invade tu alma. Pídele como María de Nazaret:
“Hágase en mí según tu Palabra”.
Repite esta oración incesantemente esta noche.
Sal tranquilo de la oración con un acto de amor a Dios (Señal de la cruz, Beso a la cruz).
JUEVES- “LIBERTAD Y VALENTÍA”
¿Has oído alguna vez la palabra “parresía”? Se puede traducir como libertad o valentía. La
palabra sale en el nuevo testamento a partir de la Pascua y después del don del Espíritu
Santo a los discípulos. Se habla de que daban testimonio del Señor Jesús con
determinación y valentía; casi temerariamente, diríamos. Esta forma de ser y actuar es un
don del Espíritu santo, que va obrando en nuestra libertad, haciéndonos sencillos pero
valientes a la vez. Alegres y sanamente combativos. Obedientes y tozudos para el bien.
Jesús vivió a la sombra del Espíritu que le acompañaba. El Espíritu le concedió esa
condición filial y esa libertad propia del Hijo que se ocupa de los asuntos y del buen
nombre de su Padre.
Lee despacio el discurso de Pedro. Subraya lo que más te llame, o se quede en tu corazón.
“Es preciso obedecer antes a Dios que a los hombres”.
o Pide al Espíritu Santo lo que creas más necesario para ti. Muéstrate dócil a sus
inspiraciones para que te enseñe el camino.
o Invoca al Padre, y pídele hacer su “Voluntad”, tan distante de la nuestra.
o Invoca a Jesús: que sea El, el camino que te conduzca a la vida eterna.
VIERNES- “EL CRISTIANO, “NUEVA CRIATURA”
Hoy nuestra oración se centra en ese momento en que Cristo resucita, llevando consigo a
una “multitud de cautivos” (los que habían muerto sin conocerle), y nos abrió las puertas
del Reino de la luz y de la vida. Jesús más LIBRE que nunca, nos ha conferido la LIBERTAD
DE LOS HIJOS.
A) Comienza mirando los colores: oscuros, dorados, rojos, blancos. Gira la vista
repetidamente en torno a ellos. Vete del fondo al exterior. Centra tu atención en aquellos
que más te “gustan” o mejor “te hacen degustar” la imagen.
B) Mira el personaje central (Jesús): postura, color, gestos, acción que está realizando.
Está sacando a dos personas; mejor aún, rescatándoles del interior de unas fauces. Fíjate
cómo se aferran a Jesús las dos personas: es el buen pastor que ha ido a buscar a la oveja
perdida, y es que a Dios ninguno se le pierde. Mira que están entrando en un jardín:
seguro que es el “jardín del edén” (mira las flores del suelo). Nota el contraste con el lugar
de desolación desde el que llegan. Sin duda ese jardín nos habla del paraíso. Degústalo.
C) La oscura cueva. Puedes detenerte en esa cueva desde donde salen los personajes.
Esas fauces nos hablan de un animal feroz. En el apocalipsis se habla de una fiera enorme
y despiadada. Es muy simbólico, y nos hace recordar a ese gran pez que tragó a Jonás, y
al que Jesús alude: “No se os dará más signo que el signo de Jonás”. Hace referencia a la
resurrección al tercer día. Ese lugar del que salen las personas es el “hades” o el “seol”, el
lugar de los muertos. Nuestro credo alude a él cuando dice: “Descendió a los infiernos”. Y
descendió para traerse a todos los que no tuvieron la oportunidad de conocer a Cristo, la
Resurrección y la Vida definitiva.
ORA-
En esa escena estás tú también. Contempla que eres uno de ellos, que está siendo
salvado por Jesús. Nada temas, porque ni siquiera la muerte, y el mal podrán derrotarte.
Hay uno que ha pagado el precio de tu salvación y de tu libertad.
Agradece, contempla y festeja tu libre condición.