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VAYELEJ
CAPITULO XXXI
1- FUE, PUES, MOSHE Y HABLO. Al sentir su muerte próxima Moshé se dio cuenta de que
aún le quedaban dos misiones por cumplir. La primera era tranquilizar a los hijos de Israel sobre
su inevitable desaparición; la segunda, darles ánimo para las guerras por venir, en las cuales ya
él no sería su guía. Estas dos preocupaciones aparecen claramente en los versículos siguientes.
Najmánides describe la situación de esta manera: “Cuando terminó de hablar, todos ellos:
hombres, mujeres y niños, que estaban reunidos, pasaron delante de él regresando a sus tiendas;
Moshé pasó entonces, en honor de ellos, del campamento de los Levitas al campamento de Israel,
como un hombre que, teniendo la intención de dejar a un amigo, viene a pedirle permiso para
alejarse de él.
Pero el Zóhar subraya la tristeza de la partida de Moshé: “El fue” solo, significa que él fue sin
Aharón, su brazo derecho, aquel que, “durante la marcha, acompañaba la diestra de Moshé con
su brazo glorioso” (Yeshayáhu LXIII, 12). El maná deja de caer, casi cinco semanas después
(Jos. V, 12). Cuando Moshé interpretaba la Ley, el sol parecía resplandecer: Cuando Yehoshú'a
comenzó a interpretarla fue como si la luna aclarara las palabras de la Ley. Se explica así lo que
dice Rashí sobre Núm. XXVII, 20: “que el rostro de Moshé era como el sol, el de Yehoshú'a
como la luna”. Se concibe así la alusión de Rashí, aquí, para explicar las palabras “ir y venir”:
(para dirigiros) “en la Toráh, lo que nos enseña que las Tradiciones y las Fuentes de la Sabiduría
le habían sido entonces cerradas”.
2 – Y LES DIJO: “SOY DE EDAD DE CIENTO VEINTE AÑOS ESTE DIA; NO PODRE
YA SALIR NI ENTRAR MAS”; Y ADONAI ME HA DICHO: TU NO ATRAVESARAS
ESTE YARDEN.
¿Por qué entonces no se trata de este pecado en toda la Sidrá consagrada a la muerte de Moshé?
Puede ser que él ha querido, por lo menos, hacer alusión a ésta con las siguientes palabras: Dios
me ha dicho: “No atravesarás el Yardén”. Es muy posible también que Moshé haya considerado
su muerte como un decreto Divino relacionado con una ley de la naturaleza; este era un decreto
inalterable, bajo todo punto de vista. Estas consideraciones ya ha , donde se comenta que las
razones dadas a Moshé para su muerte no son sino “pretextos”, dado que la verdadera razón se
encuentra en la ley de la naturaleza humana.
4 – Y HABA ADONAI CON ELLAS COMO HIZO CON SIJON Y ‘OG, REYES DE LOS
EMORITAS, Y CON SU TIERRA, A QUIENES DESTRUYO.
4 – COMO HIZO CON SIJON Y ‘OG. Rashí dice (Números XXVII, 17): “… no según la
costumbre de los reyes de otros pueblos, que permanecían en sus casas y envían a sus ejércitos
al combate, sino como Yo lo he hecho: Yo he combatido contra Sifón y ‘Og, como estaba dicho
(Núm. XXI, 34) “no le temas”; y como lo hará Yehoshú'a, de quien se ha dicho (Jos. V, 13)
“Yehoshú'a le abordó diciéndole: “¿Eres tu para nosotros o para nuestros adversarios?”. Y el (el
hombre) le dijo: “no, sino que soy capitán del ejército del Eterno,.. ” y así se ha dicho acerca de
David (I Sam. XVIII,16) “…para que él saliera y entrara delante de ellos”: él salía y entraba a la
cabeza de ellos”.
5 – LOS ENTREGARA ADONAI DELANTE DE VOSOTROS. Ver Rashí, Deut. II, 31: “El
Eterno obligó al ángel tutelar de los emoritas a colocarse bajo los pies de Moshé y éste le pisaba
el cuello”.
9 – Y ESCRIBIO MOSHE ESTA LEY. “La víspera del siete de Adar, día de la muerte de Moshé,
éste escuchó una voz celestial anunciándole su próxima muerte. De inmediato se puso a escribir
trece copias de la Toráh de forma milagrosa; escribió doce para las doce tribus, y una que depositó
en el Arca Sagrada, para que si alguno se tomaba la libertad de falsificarla se pudiera siempre
consultar, ya que permanecería intacta. Moshé pensó además: si yo me ocupo todo el día de la
Toráh, el ángel de la muerte no tendrá poder sobre mí. Pero el sol resplandeció hasta que Moshé
hubo terminado su trabajo” (Deut. Rabbá).
10 – Y LES MANDO MOSHE. Aparece una última ley. Está relacionada con la lectura pública
y periódica de la Toráh que Moshé confía a su Pueblo, lectura que será hecha por el rey en persona
cada séptima celebración de la Fiesta de Sucót, en el Año Sabático. Contrariamente a otras fiestas
de peregrinaje, a las cuales los hombres sólo debían asistir por obligación, esta Asamblea
Nacional del séptimo año reuniría, sin excepción, a todos los miembros, adultos o no, del Pueblo.
Desde el momento en que un niño podía comprender, incluso a su manera, el sentido de una
Mitzváh, participaría en la gran reunión. Allí, por medio de la palabra de su representante
autorizado, el Pueblo renovaría la antigua promesa, “para que ellos escuchen, para que ellos
aprendan, para que ellos teman a Dios” (Rabí S.R. Hirsch).
Rabí Aharón ha-Leví, se explica en estos términos: “La Toráh era la base fundamental del Pueblo
de Israel. Convenía que todo el Pueblo se reuniera una vez cada siete años para celebrar y
glorificar este tesoro, por medio del cual se distinguía de todas las otras naciones, pero por el cual
podía también merecer las delicias del mundo futuro. Nadie estaba excluido de esta reunión:
hombres, mujeres y niños, incluso esclavos, todos participaban en ella para aprender a temer a
Dios”. Flavio Joséfo (Antigüedades IV, 8) ve en esta ley ante todo, la ocasión de advertir
públicamente a toda la Nación de no violar las palabras de la Toráh: “Nadie podía transgredir
una orden al afirmar que ignoraba que se tratase de una prescripción de la Toráh. Cada uno era
llamado a presentarse ante el Sumo Sacerdote o ante quien leía la Toráh en medio de la
Comunidad, sobre un estrado. Este conocía tan bien la prohibición como el castigo y estaba al
corriente del valor eterno de las palabras Divinas”.
Observemos ahora la opinión de Maimónides en su (Hiljót Jaguigáh III, final): “Los extranjeros,
que no comprenden la lengua, están obligados a concentrar su pensamiento y a prestar oído para
escuchar con temor y respeto mezclado con alegría, como en el día en que la Toráh fue dada en
el Sinái. Incluso los grandes Sabios, que se saben la Toráh de memoria, están obligados a
concentrar su pensamiento. La Toráh lo ha ordenado para reafirmar la Ley y su verdad: para que
cada uno tuviera el sentimiento de recibirla ahora”.
AL FIN DE CADA SIETE AÑOS. Rabí Bajyéh comenta: “Al igual que la {shemitáh…año
sabático) hace alusión a lo que dice el Talmúd (Rosh Hashanáh 31a) sobre el orden cosmológico,
que el mundo subsistirá seis mil años y que mil serán abolidos (estos mil años representan la
{shemitál}, así sucede con esta Mitzváh, que situándose después del ciclo comienza en el octavo
año: leemos la Toráh al comienzo del octavo año, para querer decir que Dios mira en la Toráh
con el fin de reconstruir un nuevo mundo, al igual como la ley del Shabbat va seguida de la
palabra Pa'asót…por hacer, por perfeccionar], lo que quiere decir que después del año del séptimo
ciclo, Dios reconstruirá el mundo (Sanh. 97a).
11 – LEERÁS. Se considera aquí, que aquel que leerá, sea el Rey de Israel: así está escrito en la
Mishnáh Sotáh VII, 8. Yehoshú'a fue un tiempo Rey de Israel: él ha hecho la lectura pública en
calidad de tal. Pero algunas Autoridades nuestras nos enseñan que, cuando no haya más
monarquía en Israel, será el Sabio de la Comunidad quien deberá leer: este puede ser el Sumo
Sacerdote o quien presida el Sanhedrín.
13 – TODOS LOS DIAS QUE VIVIEREIS SOBRE LA TIERRA. Para las prácticas de esta ley
ver Maimónides (Hiljót Jaguigáh III).
14 – HE AQUI, SE ACERCAN LOS DIAS. Rabí Bajyéh estudia aquí extensamente el fenómeno
de la muerte. La considera como una ley natural contra la cual no hay remedio. Comparte así el
punto de vista que hemos desarrollado en el cap. XXXI, 2. Sin embargo, Rabí Bajyéh cita un
texto Talmúdico que nos enseña que “los niños, la duración de la vida y la subsistencia no
dependen de los méritos, sino de los astros” (Mo'éd Katán 28a). Esto no quiere decir que nuestro
destino esté irrevocablemente inscrito en las estrellas. Sin duda, se puede por la duración de la
vida, ejercer una influencia con la intervención de la plegaria dirigida a Dios, para que él
modifique lo que está inscrito en las estrellas. Rabí Bajyéh nos da el ejemplo de personajes
Tanájicos que han vencido así lo que estaba escrito en los astros, por ejemplo Rajel, que ha tenido
hijos contra su naturaleza estéril (Gén. XXX, 22), el Rey Jizkiyáhu, a quien se le regalaron quince
años más de vida gracias a su plegaria (Yeshayáhu XXXVIII, 5); finalmente Eliyáhu y Elish'á,
quienes fueron alimentados de manera milagrosa en medio de un período de hambruna (1 Rey.
XVII, 8; II Rey. VII, 8). Sin embargo, la literatura Medráshica le da otra significación más al
versículo “He aquí que tus días se acercan a su fin…” En Deut. III, 26 Dios le había dicho a
Moshé, ante su insistencia de querer atravesar el Yardén: “¡Bastete, no vuelvas a hablarme sobre
este asunto!” ¿Cómo entonces ha podido Moshé continuar rogando a Dios? En Deut. Rabbá IX,
2, se nos enseña que la plegaria de Moshé duró siete días enteros, al final de los cuales Dios le
dijo: “He aquí que tus días se acercan a su fin”. Esto ocurrió al final de una elocuente y brillante
defensa, llena de refinados argumentos. Pero ésta chocaba con la oposición del Eterno hacia
Moshé, quien deseaba resistirse a los decretos Divinos. Tal vez Moshé había comprendido la
palabra del Eterno, “¡Basta! ¡no Me hables más de este asunto!” al igual que había comprendido,
cuarenta años antes, la frase Divina: “¡Déjame, y que se encienda Mi cólera contra Israel y lo
aniquile!” Moshé ha visto en esta frase una invitación para que él interceda, por medio de la
plegaria, en favor de su Pueblo (Ver Com. Exo. XXXII, 10). Así, Moshé actúa de igual manera,
pensando que la fórmula “¡Basta! ¡no Me hables más de este asunto!” significa también una
invitación a la plegaria.
PARA QUE YO LE IMPONGA MIS CARGOS. Ahora bien, en todos los textos donde se trata
de la orden dada a Moshé para designar a Yehoshú'a como su sucesor, aparece escrito: “Toma
contigo a Yehoshú'a… hombre en quien está el espíritu [la Inspiración Divina]… Y luego de
haberle presentado delante de El'azár, el sacerdote, y delante de toda la congregación, le darás el
cargo delante de ellos” (Núm. XXVII, 18-19); “Manda empero a Yehoshú'a, y fortalécele y
anímale; porque él les hará poseer la tierra que tú verás” (Deut. III, 28). Leemos en nuestra Sidrá:
“Llama a Yehoshú'a y presentáos en el Tabernáculo, Yo le daré Mis órdenes”. Y ¿cuáles fueron
por último las órdenes dadas por Dios a Yehoshú'a? En toda la secuencia que sigue, no hay nada
de esto. Fue a Moshé a quien Dios comunicó Sus órdenes; las cuales tuvieron una significación
indirecta para Yehoshú ‘a. El Zóhar nos explica: “Cuando él recibió la “revelación”, le deslumbra
como el sol, con una claridad resplandeciente. Pero, cuando el sol se pone, tiene la tarea de
iluminar a la luna. “Ahora bien, esta es también tu tarea, desde el más allá tú iluminarás la figura
de Yehoshú'a y él enseñará y ordenará en tu nombre”. Porque, incluso desde el más allá, el
Maestro tiene una influencia decisiva sobre su discípulo”.
16 – Y DIJO ADONAI A MOSHE: “HE AQUI QUE TE VAS A ACOSTAR CON TUS
PADRES; Y SE LEVANTARA ESTE PUEBLO Y PROSTITUIRÁ EN POS DE LOS
DIOSES EXTRAÑOS, LOS DE LA TIERRA EN MEDIO DE LA CUAL EL ESTA PARA
ENTRAR: EL DEJARA Y QUEBRANTARA MI PACTO QUE HICE CON EL.
16 – HE AQUI QUE TE VAS A ACOSTAR CON TUS PADRES. El Medrásh Tanjumáh relata:
Cuando Moshé escuchó decir {hen karevú yaméja lamút…se acercan tus días para morir}, objetó
enseguida: “Maestro del Universo, con {hen}, Te glorifiqué, como está dicho (Deut. X, 14) {hen
la-Ado-nái Elo-héja ha-shamáyim ushmé ha-shamáyim…al Eterno, tu Dios, pertenecen los cielos
y el firmamento], ¡y es con la {hen} que Tú decretas sobre mí la muerte!”. El Eterno le respondió:
“Yo te hago participar de las delicias del mundo futuro”. La palabra {hinejá… he aquí que te} se
dirige entonces a cualquiera que está listo para recibir las delicias que se le quieren conceder. En
efecto, la palabra {hen} es una palabra “única”. Comprende dos consonantes, cada una de las
cuales necesita de otra de igual valor para llegar al complemento natural. Así la (he) 5 = ה, se ve
completado hasta 10 por medio de una segunda cifra 5, [quiere decir de otra “he “]; lo mismo
sucede con la {nun} 50 = נ, que no necesita sino de otra {nun} נpara llegar a 100. Moshé escogió
la palabra {hen} הן, que es única, cuando se ha referido a la gloria de Dios; se sorprendió de que
Dios le haya respondido asimismo con un {hen} .Recibió entonces como explicación que el
mundo de aquí abajo y el mundo futuro no forman sino una unidad y que él tendrá en el mundo
futuro el complemento natural de este mundo de aquí.
EN POS DE LOS DIOSES EXTRAÑOS. Como ya dijimos en Deut. IV, 19 estas son las
constelaciones y los astros, cuyos movimientos contienen alusiones válidas para los destinos de
los pueblos. Pero los hijos de Israel no reconocen sino al Dios único, que está por encima de las
fuerzas de la naturaleza. Así — nos dice Rabí Bajyéh — se puede leer en los libros de los antiguos
astrólogos que la constelación de Escorpión se refiere al país de los yishma'élitas, la constelación
de Sagitario a los persas, la de Capricornio a los filisteos y finalmente la de Virgo o la de Libra
a los edomitas. Existe entre esta visión del zodíaco y la visión de la “Mercabáh” del Profeta
Yejezkél, un cierto paralelismo. Se basa sobre el hecho de las cuatro caras del zodíaco (que
corresponden a las cuatro estaciones del año) y las cuatro fases representan los cuatro soportes
del Trono Divino (Yejezkél I, 10-14). Ver los comentarios de Rabí Moshé de Narbone y Efódi
en la Guía de los Desc. III, 1 de Maimónides.
Maimónides (Guía de los Desc. III, 6) plantea la siguiente pregunta: “El Profeta Yeshayáhu nos
ha descrito con claridad la Mercabáh (o el cuadro celeste), pero no nos la ha enseñado sino de
manera resumida, sin creer necesario entrar en los detalles mismos: Yo vi al Eterno, dice él,
sentado sobre un trono alto y elevado, cuyos bordes llenaban el Templo; los serafines
permanecían por encima de El (Yeshayáhu VI, 1-2). Ya los Sabios nos han expuesto todo esto, y
nos han hecho el mismo comentario, diciendo que la percepción que tuvo Yejezkél era
exactamente la misma que la que tuvo Yeshayáhu. Ellos han comparado el caso con dos hombres,
uno de la ciudad y otro campesino, que han visto al soberano montar en un caballo; el de la
ciudad, sabiendo que los habitantes de la ciudad conocían la manera de montar a caballo del rey,
no se preocupan por describirla, contentándose con decir: he visto al soberano; el otro, queriendo
hacer esta descripción a las gentes del campo, que no conocen nada de su séquito, les expone en
detalle la forma en que monta a caballo, el estado de sus tropas, de sus servidores y de aquellos
que hacen ejecutar sus órdenes. Esta es una observación muy útil. He aquí como se explican en
Jaguigáh I: “Todo esto que Yejezkél ha visto, también lo ha visto Yeshayáhu; pero Yeshayáhu
parece un ciudadano, tal como éste ha visto al rey, mientras que Yejezkél parece un campesino,
como lo ha visto éste”. Rabí Israel de Rizin ha empleado la misma alegoría para justificar a
Yejezkél ante Aristóteles; según él, Yejezkél es comparable al ciudadano y Aristóteles al
campesino.
Sin duda, el Talmúd quería afirmar que los milagros de salvación del Pueblo Judío son de origen
Divino, aún cuando la Meguiláh de Esther no contiene una sola vez el nombre de Dios. Si
entonces, el Eterno se ha apartado de los judíos durante el exilio de Babel, en el curso del cual se
ha desarrollado la historia de Esther, Israel no por eso se ha beneficiado menos de Sus milagros
y prodigios. Este hecho constituye un consuelo para la Nación de Israel: el Eterno está ausente,
pero sin embargo no ayuda menos a Israel, empleando caminos indirectos.
POR TODO EL MAL QUE HIZO. Frente a todas las maldiciones y castigos que el Pueblo de
Israel deberá sufrir, le quedan algunos consuelos. A pesar de todo, “incluso ahora, cuando estarán
en el es a ellos a quienes se dirige la exclamación “¡no habíais conocido jamás la ocultación del
rostro Divino!” (Rabí Bajyéh).
19 – Y AHORA, ESCRIBIOS ESTE CANTICO. Rashí explica que se trata del Cántico de {ha-
Azínu}. Sin embargo, la Tradición Judía acepta las palabras de Maimónides, quien ha adoptado
la siguiente fórmula: “Es un deber para cada judío escribir un {Séfer Toráh} para sí mismo. Pues
está dicho “Escribid este Cántico”: esto quiere decir “escribid la Toráh en la cual se encuentra
este Cántico”, puesto que no se escribe la Toráh en capítulos recortados. Incluso aquel a quien
sus padres le han dejado como herencia un {Séfer Toráh}, es una Mitzváh para él escribir uno,
él mismo. Si se ha escrito un {Séfer Toráh} con la propia mano, es como si se hubiera recibido
en el Monte Sinái. Quien no sepa escribirlo por si mismo, otros pueden escribirlo por él.
Quienquiera que reemplace una letra de un {Séfer Toráh}, es como si lo hubiera escrito
completamente. (Hiljót Séfer Toráh VII, 1). Escribir un {Séfer Toráh} para su propio uso es la
última Mitzváh de la Toráh. Ella aparece aquí como el remedio general contra todos los males
físicos y morales que han sido evocados en las últimas Sidrót. Así Rabí Aharón Haleví, exalta el
valor de esta Mitzváh en sus diferentes sentidos. Ahora parece dudoso que la Mitzváh en cuestión
tenga en nuestros días el mismo valor de antes. Rabí Abrahám Danzig de Vana escribe lo que
sigue: “Algunos dicen que desde nuestros días la Mitzváh se cumple cuando se compra el Tanáj,
la Mishnáh, el Talmúd, las Responsas Legislativas, y que esto tiene prioridad sobre la acción de
copiar la Toráh. Era, sobre todo antes, cuando se aprendía la Toráh de memoria, que cada uno
debía tener su ejemplar. Pero, en nuestros días, más vale aprender de los libros bien impresos.
Otros dicen que en todo caso es preferible escribir igualmente un {Séfer Toráh}, y aquel que
tema [y respeta] a Dios se libere de todas sus responsabilidades, si los medios se lo permiten. De
todas maneras, vale más financiar a los Sabios Talmudistas, que hacer como la gente, que imagina
que no hay deber más noble que el de escribir un {Séfer Toráh} y que en esta ocasión va a hacer
una ceremonia y dispensar grandes sumas para golosinas”. Para las modalidades de esta Mitzváh
ver Yoréh De ‘áh § 270.
La Fiesta de Purim, subsistirá siempre, porque es la expresión del milagro permanente otorgado
por Dios para la salvación de los hijos de Israel. Cuando en Egipto el decreto real señalaba
sacrificar a los niños y no a las niñas; la Fiesta de Purím, por el contrario, rememora el milagro
otorgado a los niños y a las niñas, todos amenazados de muerte a la vez (Esther III, 13). Es por
esto que la Fiesta de Purím tiene prioridad sobre la Fiesta de Pésaj; en cuanto al Día de Kipúr,
permanecerá igualmente por todos los tiempos, ya que es el signo del perdón otorgado por Dios
a Su Pueblo (Esther IX, 28).
22 – MOSHE, PUES, ESCRIBIO ESTE CANTICO EN AQUEL MISMO DIA. El Zóhar hace
resaltar que la palabra “cántico” está escrita aquí en el femenino, {shiráh}. Cuando el Rey
Shelomó compuso un cántico lo intituló {Shir ha-Shirím ashér li-Shlómo} en masculino;
asimismo el Rey David escribió el {Mizmór shir li-yóm ha-Shabbat}. La diferencia entre Moshé,
por una parte y el Rey Shelomó y el Rey David, por la otra, es la siguiente: Moshé se encontraba
en vía de ascensión al Cielo, y ofreció al Rey de Reyes su himno, que era todo un elogio de Dios
pero, en tanto que sólo accesorio a la gloria Divina, se expresa en el femenino. Por el contrario,
los Reyes Shelomó y David compusieron himnos de gloria relacionados con el Eterno, pero
destinados a los hombres o al Shabbat; así sus cánticos dirigidos al Rey de la paz, {ashér li-
Shlómo}, o al día del Shabbat {li-yóm ha-Shabbat}, van expresados en el masculino. Porque son
un saludo a Dios, que nos tiende Su mano derecha. Sin embargo, el Rey David compuso un
cántico dedicado a Dios, poco antes de su muerte, “el día en que fue librado de la mano de todos
sus enemigos”. Este cántico está también en el femenino (II Sam. XXII,1). Pero entonces el Rey
David se encontraba ya en vía de ascensión al Cielo, y es por esto que su himno aparece
excepcionalmente en el femenino. El Zóhar se encuentra, de esta manera, en controversia con el
Medrásh Exo. Rabbá XXIII, 11. Este afirma que todos los cánticos que contemplan el mundo de
aquí abajo están en el femenino, porque las situaciones felices a las cuales van dirigidos
engendran nuevos sufrimientos. Pero los cánticos que contemplan el futuro del Pueblo de Israel
van en masculino, porque el advenimiento Mesiánico será definitivo (Medrásh Cánticos Rabbá
I, 37).
Cabe resaltar que la Toráh misma se entiende a veces como un cántico, {shiráh}. Ya hemos
explicado en el Com. Exo. XV, 1 cómo el hombre necesita elevarse a un concepto superior al de
la Historia para ver en ella, no el resultado de simples hechos materiales, sino la acción
concertada de la Providencia Divina. “El debe inspirarse en la fuente que anima el espíritu de los
profetas para tener la visión de Dios, que pasa por encima de las naciones y preside su destino.
Esta visión casi profética está marcada de un carácter exaltante, que se explica no en la prosa
ordinaria, sino en la poesía y en las sinfonías musicales” (Rabí J.L. Bloj).
27 – POR CUANTO CONOZCO TU REBELDIA. Se puede hacer notar que esta fórmula
aparece varias veces en las últimas profecías de Moshé. No se trata de un conocimiento virtual
del futuro, sino más bien de un conocimiento que se funda en las faltas anteriores. Es el mismo
conocimiento que le ha hecho decir a Yeshayáhu, al arengar a su Pueblo: “Porque yo sabía que
eres terco, que tu cerviz es una barra de hierro y tu frente de bronce; desde antes te he informado,
te he instruido sobre los hechos que aún no han llegado, para que no digas: Mi ídolo los ha
realizado, mis estatuas de piedra y de metal lo han ordenado” (XLVIII, 4-5). ¿Si Moshé no se
hubiera fundado en las experiencias del pasado, no hubiera debido decir como el Profeta
Yeshayáhu (I, 19-20): Si consentís en obedecerme, disfrutaréis de las delicias de la tierra; si
rehusáis y no os mostráis dóciles, seréis devorados por la plebe” (Najmánides).
¡CUANTO MAS LO SEREIS DESPUES DE MI MUERTE! ¿Cómo ha podido Moshé llegar a
esta conclusión a fortiori a pesar de su conocimiento del alma de Israel? ¿No habría podido
ocurrir en su tienda con él el mismo fenómeno que se produjo en casa de Rabí Zerá ? Aquel
habitaba en el vecindario de una banda de granujas. Cuando él murió, los bandidos dijeron:
“Hasta el presente este es el Rabí que rogaba por nuestro bienestar; ahora, ¿quién rogará por
nosotros?” Entonces decidieron regresar a Dios (Sanh. 37a). Rabí S. Edels responde a esta
cuestión explicándonos que para los hijos de Israel el pecado era otra cosa. Ellos interpretaban la
Ley de manera diferente a Moshé y se permitían toda suerte de conclusiones contrarias a la
Tradición. Es por esto que Moshé les dice: “¿Si os permitís ya esto mientras vivo, qué será
después de mi muerte?”
Y PONGA A LOS CIELOS Y A LA TIERRA POR TESTIGOS CONTRA ELLOS. Esto marca
la intención de convocar como testigos al cielo y la tierra. Porque convocar contra ellos la Toráh,
como se ha dicho antes, es un medio bastante débil. En efecto, podía ser que después de la muerte
de Moshé los hijos de Israel se olvidaran completamente de la Alianza. El cielo y la tierra, por el
contrario, permanecen como los testigos más seguros y duraderos, como Rashí va a explicarlo en
la siguiente Sidrá XXXII, 1.
Así se escribe la vav de {vea'ídah), “voy a tomar un testigo” como [con] una mayúscula; es decir,
como cabeza de columna. Es ahora a los “grandes testigos” que Moshé hace llamar (Maim., Hiljót
Séfer Toráh VII, 10).
29 – PORQUE YO SE QUE DESPUES DE MI MUERTE OS CORROMPEREIS DE
SEGURO Y OS APARTAREIS DEL CAMINO QUE OS HE PRESCRITO, Y ASI OS
SOBREVENDRÁ EL MAL EN LOS DIAS VENIDEROS, CUANDO HAYÁIS HECHO
LO QUE ES MALO A LOS OJOS DE ADONAI, PROVOCÁNDOLE IRA CON LAS
OBRAS DE VUESTRAS MANOS”.
30 – HASTA SU CONCLUSION… {‘AD TUMAM}. La Toráh fue dada a los hijos de Israel por
escrito (vers. 24) y de modo verbal (aquí), cada vez que la Toráh subraya que fue dada “hasta su
conclusión”. Esta es una alusión a que la Toráh fue dada, como todas las cosas Sagradas que se
hacen con la mano de Dios, de manera automática; tal fue el caso del Templo y de sus utensilios
(I Reyes VI, 7; Exo. XXXIX, 32). Sin duda, se quiere decir que este era el día del 7 de Adar y
que la Toráh había sido dada por Moshé a los descendientes de la Tribu de Leví (vers. 9); es
entonces cuando los hijos de Israel se rebelan y dicen a Moshé: “si tú no la das sino a los hijos
de tu tribu, los otros podrían decir mañana que no tienen participación en la Toráh” (ver Rashí
XXIX, 3). Al escuchar esto Moshé se puso a escribir ese mismo día doce libros de la Toráh para
dar un ejemplar a cada tribu. Pero como este trabajo hubiera podido parecer milagroso, pues no
se comprendía como Moshé podía escribir normalmente una obra tan considerable en un solo
día, por esta razón se ha precisado “hasta su conclusión”; es decir, de manera automática. Esto
significa que las letras fueron escritas gracias a su santidad, {kedushah}, por sí mismas, sin
intervención humana. Las palabras {‘ad tumám} significan así que la Toráh ha sido escrita por
la mano de Dios hasta la última letra. Otra explicación tiende a probar que las dos palabras {‘ad
tumám} deben comprenderse en el mismo espíritu que las palabras que se vuelven a encontrar
en el Salm. XIX, 8: {Torát Ado-nái temimáh}, la Toráh Divina es perfecta, completa y universal.
Cuando Moshé escribió la Toráh, se esforzó por hacerla de acuerdo con el fin declarado en el
Salmo antes citado: “perfecta, completa y universal”.
No indica fin de la parasha.