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Buenos días con todos:

La violencia de género y la violencia sexual en sus diferentes expresiones, es una realidad


vergonzosa en nuestro país. Esta tan naturalizada e invisibilizada por lo que la mayoría de las
personas que han sido víctimas de violencia sexual no denuncian. Sin embargo, los datos de
investigaciones y de fuentes oficiales, a pesar de las profundas limitaciones en el registro de estas
situaciones de violencia, dan cuenta de la magnitud del problema. Las víctimas de este tipo de
violencia son en su mayoría, niñas, adolescentes, mujeres adultas e incluso adultas mayores y
niños. La información existente permite también evidenciar que, si bien todas las mujeres están
expuestas, condiciones como la pobreza, el nivel de escolaridad, la pertenencia étnica (mujeres
indígenas y afroecuatorianas), mujeres con alguna discapacidad permanente son más vulnerables
a ser agredidas.

La violencia y de manera especial la violencia sexual pone en riesgo la salud, la vida, la integridad,
la dignidad de las personas, es decir, atentan contra los derechos humanos fundamentales.

Las causas fundamentales de la violencia de género y la violencia sexual se relacionan con


construcciones y prácticas culturales discriminatorias, con el ejercicio arbitrario del poder, sus
raíces no están solamente en actitudes y prácticas individuales sino fundamentalmente en
condiciones estructurales de un sistema organizado bajo la lógica patriarcal y un sistema simbólico
y cultural que sustenta y reproduce la subordinación, la dominación de las personas.

La violencia de género y de manera específica la violencia sexual hace daño no solo a las víctimas
sino también a la familia, a la comunidad, a la sociedad en su conjunto. Como toda construcción
social es susceptible a la resistencia y transformación, es una responsabilidad de todas y todos
poner un alto al silencio y a la impunidad, es un problema que se puede y se debe cambiar.

He aquí entonces la pregunta: ¿Cómo podemos prevenir la violencia de género y la violencia


sexual?

La prevención es un problema complejo y multidimensional como lo es la violencia sexual, uno de


los aspectos y pasos más importantes es romper el silencio, que permita visibilizar el problema y
sus raíces; trabajar para la transformación de las valoraciones culturales y simbólicas que la
sustentan y reproducen; generar una cultura de sanción social y ética frente a estos delitos; crear
otras formas de relacionamiento más democráticas y de respeto, a nivel de la familia, la
comunidad, la sociedad.
Trabajar por el empoderamiento de las mujeres, de las personas que están en una condición de
subordinación y que por lo tanto les han expropiado su cuerpo, su sexualidad, sus sueños, su
capacidad de decisión. Decirle NO a la violencia en todas sus expresiones es uno de los pasos más
importantes para la prevención.

Buscar ayuda, organizarse, participar, movilizarse para hacer efectivo el control y veeduría social a
partir del cumplimiento de protocolos y rutas de denuncia y atención.

El Estado y las instituciones públicas en su conjunto tienen la responsabilidad de garantizar los


derechos de las personas, de sancionar estos delitos, de garantizar la protección y restitución de
derechos a las y los víctimas y sobrevivientes de la violencia sexual.

Las instituciones privadas, la familia y la comunidad tienen la responsabilidad de crear y fortalecer


espacios de información, formación, prevención y exigibilidad de derechos frente a situaciones de
violencia.

La participación comunitaria y la construcción de comités de familias y redes para la prevención,


atención y sanción de la violencia sexual es una prioridad.

Uno de los aspectos clave para la prevención de la violencia sexual es trabajar en la


transformación de las valoraciones y estereotipos de género que sustentan y reproducen la
inequidad, el ejercicio arbitrario del poder, que contribuye a crear una cultura de violencia, es
decir, que se considere que es algo natural y consustancial a las relaciones humanas. Es una
cultura de tolerancia, silencio y por lo tanto de impunidad frente a hechos que denigran a las
personas, atentan contra sus derechos y ponen en riesgo la vida, la salud física, sexual, mental y
social.

Por otro lado, es importante construir relaciones de respeto y buen trato al interior de las familias
y la comunidad, valorando la diversidad y el irrestricto respeto por los derechos de las personas
independientemente de su edad, sexo, pertenencia étnica, preferencia sexual o condiciones como
la discapacidad. Es decir, trabajar por lograr una cultura de paz y de derechos que permitan
afirmar que “una familia sin violencia es posible” y una sociedad sin violencia también.

Considerando que las violencias en sus diferentes expresiones se producen por las construcciones
culturales y sociales que transforman la diversidad en desigualdad y en relaciones marcadas por el
ejercicio arbitrario del poder, son concepciones y prácticas que se pueden y deben cambiar.
El movimiento de mujeres a nivel mundial y en el país han logrado avances muy significativos
entre los cuales se puede mencionar la visibilización del problema, la normativa legal, la conquista
de algunos derechos hacia el logro de la igualdad y equidad, sin embargo, todavía hay mucho por
hacer, particularmente en torno a la violencia de género y la violencia sexual porque sigue siendo
un grave problema que afecta no solo a las mujeres o a las personas que están en condiciones de
desventaja y subordinación sino que afecta a la sociedad en su conjunto.

Por esto la importancia de trabajar con las familias, los comités de familias y la comunidad, en la
generación de capacidades para incidir de manera proactiva en cambios de los patrones y
prácticas culturales que se relacionan con la violencia, en el empoderamiento de las personas, las
familias y la comunidad para ejercer su derecho a la participación e influencia a nivel político e
institucional desde un enfoque de corresponsabilidad y ejercicio de derechos para la erradicación
de la violencia.

En este marco, el fortalecimiento y la creación de las redes comunitarias o comités comunitarios


para la prevención de la violencia constituyen una prioridad por el potencial de cambio e
incidencia en la construcción de la cultura de paz.

Recuerden:

• La prevención y erradicación de la violencia sexual es una responsabilidad de todos y todas.

• Romper el silencio frente a los casos de violencia sexual es uno de los pasos más importantes
para la prevención de estos delitos.

• La organización comunitaria, el fortalecimiento de los comités de familias y la construcción de


redes comunitarias constituyen un potencial para la prevención de la violencia de género y la
violencia sexual.

Muchas gracias por su atención.

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