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Resumen: Este artículo tiene por fin reflexionar sobre la utilización de las categorías y
teorizaciones de la sociología en la historiografía, poniendo especial atención en las
diferencias sustanciales de las dos disciplinas, sus posibilidades de acercamiento y las
paradojas epistemológicas que pudieran surgir.
Abstract: The final goal of this article is to reflect on the use of the categories and
theorizations of Sociology and Historiography, emphasizing the substantial differences of
the two disciplines, their possibilities of rapprochement and the epistemological paradoxes
that could emerge.
1
Dr. © en Historia Contemporánea. Docente Depto. de Cs. Históricas y Sociales, Universidad de Concepción
(davidoviedo@udec.cl)
2
Estudiante Magíster en Análisis Sistémico, Universidad de Chile. Licenciado en Historia, Universidad de
Concepción, Becario CONICYT (fperezsolari@ug.uchile.cl).
*Agradecemos los certeros comentarios de Julio Labraña, cualquier error u omisión es responsabilidad de los
autores.
*Manuscrito inédito sujeto a cambios.
Introito
En el primer punto de este artículo, intentaremos hacer una breve mirada del
desarrollo de la historiografía (y su vertiente social) como disciplina y sus propios debates
con las otras ramas de la historia. Al igual que la teorización que realizó sobre sus campos
de acción y la concepción de sociedad con la que trabajó. Posteriormente, nos dedicaremos
a observar a la historia social y la sociología, haciendo el énfasis en su relación. Desde los
fundadores de ambas disciplinas las relaciones han sido cercanas en algunos puntos y
lejanas en otros, el objetivo es ver cuán cerca y cuán lejos han estado ambas perspectivas
hasta hoy.
3
A la que llamaremos paradoja de Goldthorpe
El desarrollo de la Historia Social
En los años setenta la historia social entró en una crisis que su propio desarrollo
había creado. En su afán de convertirse en más científica y acercarse a las ciencias sociales,
los historiadores se terminaron dando cuenta que habían preguntas que no podían ser
respondidas desde los métodos hasta la época defendidos. La experiencia individual no era
posible ser estudiada con un estructuralismo demasiado rígido o con métodos cuantitativos.
Entendiendo estos últimos métodos como serializaciones que despojaban de la cotidianidad
a los sujetos históricos4. Las revueltas estudiantiles de Paris y Berkeley, con su rechazo a la
forma en que se estaban realizando, no sólo las ciencias sociales, sino el conocimiento y la
vida en general ayudaron a un giro culturalista (Moreyra 2006)
Para Peter Burke, la Nueva Historia tiene algunos problemas que resolver. 1)
problemas de definición: al adentrarse en campos nuevos muchas veces faltan los soportes
metódicos para trabajar con conceptos ajenos a la disciplina, que necesitan ser
restructurados y reacondicionados a la investigación que se lleve a cabo. 2) Problemas de
fuentes: al enfocarse a nuevos problemas serían necesarias nuevas fuentes o novedosas
formas de trabajar las antiguas. 3) Problemas de explicación: la historia como disciplina
necesita ahondar en preguntas que sociólogos y otros científicos sociales se han hecho hace
décadas; preguntas de este tipo serían ¿Quiénes son los verdaderos agentes de la historia,
los individuos o los grupos?, etc. 4) Problemas de síntesis: la historia al desdoblarse y poder
hablar los lenguajes de diversas áreas (v. gr. economía, antropología, sociología, etc.) se ha
ido dispersando y siendo arrastrada a la incapacidad de hablar entre sí los distintos
historiadores y sus preferencias (Burke 1993:21-37). Beatriz Moreyra ve problemas
parecidos después del giro cultural realizado por la historia social, proponiendo un nuevo
4
Para una descripción de la serialización cuantitativa ver Meuvret et al (1976)
5
Aunque discrepamos con Moreyra en esta afirmación puesto que el lenguaje puede ser concebido como
estructura, nos referimos a las investigaciones inspiradas en Ferdinand de Saussure.
giro social desde las nuevas perspectivas que brindan las ciencias sociales (Moreyra
2006:10-12).
Nos inclinaremos por Max Weber para una comprensión más profunda sobre la
primera Teoría Social y su relación con la historia dada la cercanía con la disciplina del
pensador en cuestión, tanto con la historia económica como con la cultural. En sus escritos
metodológicos, Weber, hace una separación radical entre el científico que analiza y la
realidad analizada, pero no en la idea positivista que meramente diferencia entre sujeto
cognoscente y objeto cognoscible dando por supuesto que el objeto tiene una realidad
objetiva ontológica de existencia distinta del sujeto que conoce. Para el autor de Economía
y Sociedad la investigación sigue estructuras dadas por la realidad; no es que salgan de la
nada. Pero tiene en cuenta que realidad es infinitamente compleja y que no puede ser
aprehendido en su totalidad por el investigador (Kocka 1989:28). Las decisiones
investigativas tienen un componente valórico no-científico que puede ser controlado por el
método (pero nunca anulado). O sea, todo conocimiento para Weber es sobre una realidad
que es superior a cualquier sujeto que conoce y que nunca será la completa. De ahí su
constitución de los tipos ideales.
6
Nos referimos específicamente a “El suicidio” [1897] de Emile Durkheim y a “La ética protestante y el
espíritu del capitalismo” [1905] de Max Weber, por citar un par de casos paradigmáticos. Lo anterior no
quiere decir que la historiografía haya sido desalojada por la tradición clásica fuera de los casos mencionados.
Lo anterior acerca al sociólogo (o historiador) alemán a la crítica al positivismo,
tanto en ciencias sociales, como a la posibilidad de llegar a una replicación de la realidad
por medio de la disciplina histórica7. Cabe mencionar que March Bloch y Lucien Febvre
por esos mismos años comenzaban a criticar la pretensión de realidad a la que aspiraba el
método historicista, así como su enfoque personalista. Weber será partidario de un
individualismo radical, pero que le permita observar los cambios por medio de relaciones
entre el individuo y la estructura, aunque distanciándose de una explicación causal (Juliá
1989:60-61). El devenir sociohistórico, posee afinidades electivas entre los procesos que no
son unicausales y deterministas, sino que por una similitud y temporalidades concretas
pueden llegar a conectarse i.e. el capitalismo tradicional y una particular forma de
calvinismo en el nacimiento del espíritu capitalista moderno (Weber 2008) (Gil 2008)
Después de la II Guerra Mundial, los sociólogos fueron abandonando cada vez más
a la historiografía en la formulación de sus teorías sobre la sociedad. El caso paradigmático
es el de Talcott Parsons, que aunque discípulo de Weber8, llevó la gran teoría social a
postulados que eran a-históricos y que tenían grandes problemas a la hora de conceptualizar
el cambio social. Ante estas críticas y otras, Parsons se vio obligado a reconocer la
incapacidad de tematizar el cambio social puesto que la sociología no estaba aún en el
estado de desarrollo empírico correspondiente para hacerlo9. Desde una vereda y otra
salieron voces de defensa del sociólogo norteamericano (Nisbet 1988) y otros intentando
dejar de lado la gran teoría y ser menos ambiciosos10. Asimismo, la rigidez de los modelos
que intentaban explicar toda la historia y todos los eventos culturales de la vida diaria y la
relación de la acción social en todas sus dimensiones fue criticada principalmente por
Harold Garfinkel. El llamado padre de la etnometodología, diría que la teoría parsoniana
concebía a los seres humanos como idiotas culturales11
7
Como lo que sostiene el historicismo más ortodoxo. Mas el mismo Ranke nunca tuvo la aspiración de una
replicación de la realidad (1979)
8
De hecho a Parsons se le debe la primera traducción de La ética protestante y el espíritu del capitalismo en
1930 y la introducción de la obra weberiana en EEUU.
9
Cabe mencionar que Parsons posteriormente se hizo cargo de la crítica. i.e. la diferencia entre cambio social
y proceso social ver Gerhardt (2002:225)
10
Merton (1964) y sus teorías de alcance medio.
11
“(…) por idiota cultural me refiero al hombre-en-la-sociedad-del-sociólogo, hombre que produce las
características estables de la sociedad del actuar de acuerdo con las alternativas preestablecidas (sic) y
legitimas de la acción suministradas por la cultura común.” (Garfinkel 2006:82)
Pero la sociología no fue la única que dejó de lado a la historia, el estructuralismo
francés también hizo lo suyo creando un método que estudiaba a las sociedades alejadas en
el espacio y también en el tiempo. Algunas corrientes del marxismo, también por su lado,
siguieron esta línea reivindicando una historia sin sujeto que sólo se preocupa de los
elementos y su relación.
Para Peter Burke, existen varias razones para la vuelta de la sociología a la historia.
El cambio social, las deficiencias del enfoque puramente funcionalista (ya clásico hoy en
día) y la amputación de las intencionalidades de los actores 13. Dado esto la pregunta sobre
¿qué es la historia social?, se vuelve muy relevante, pues la crítica por ser una disciplina
invertebrada cobra mayor relevancia al introducirse los sociólogos con sus teorías y
métodos más sofisticados (Burke 1993:32).
12
Existe una edición en español: (Merton 1984)
13
Haciendo la salvedad de los sociólogos más cercanos a la fenomenología como los etnometodólogos y los
sociólogos representantes del interaccionismo simbólico, que sí tienen una proximidad mayor con la historia.
Parsons que se preguntaron por la estabilidad sistémica, perturbaciones, etc.; y por otro
lado, las más cercanas a la teoría weberiana que no está interesada en interpretar y/o
explicar causalmente procesos históricos de regularidades causales. Sino que su interés está
en el uso sistemático de la metodología comparativa (Juliá 1989:68)14
14
Discrepamos con Santos Juliá en la descripción del método weberiano. Antes que un método explicativo, el
autor de “Economía y sociedad” se inclina por una sociología de la comprensión que está íntimamente
relacionado con la construcción de “tipos ideales”. Asimismo, más que causalidades históricas lo que buscaba
era una “afinidad electiva” de procesos donde uno no fuera directamente precursor de otro sino que una
relación de grados de afinidad. En la “Ética protestante y el espíritu del capitalismo” se observa a Weber
decantarse por un particular tipo de Calvinismo, no el Calvinismo en su totalidad.
como evidencia por medio del “trabajo de campo” que pueden realizar en el presente
(Goldthorpe 1990:7).
La diferencia es obvia: los historiadores cuentan con vestigios sobre un pasado que
por medio de un análisis y un método histórico, les permite realizar una reconstrucción del
pasado –repetimos, siempre imperfecta–; en contraste, los sociólogos trabajan en el
presente y sus preguntas (en general) son muy contemporáneas a lo vivido por el
investigador. Aquí es donde lo “nomotético” de la sociología hace su aparición al no estar
la disciplina atada a espacios temporales determinados. i. e. si se quiere hacer una
teorización sobre las sociedades del riesgo 15 no necesariamente necesita apoyarse en
vestigios (pasados) y puede generar sus indicadores de análisis más fácilmente con la
evidencia creada en el presente (Goldthorpe 1990:7-8).
Por otro lado, existe la aplicación de una gran teoría sobre procesos amplios
temporalmente y espacialmente diferentes, que buscan las grandes comparaciones para
poner a prueba teorías sobre el funcionamiento de la sociedad en su conjunto. Herbert
Spencer en 1904 dijo, bastante despectivamente, al comparar a la sociología con la historia
que: “de la misma manera que en una enorme edificación se dispone de los montones de
piedras y ladrillos que están alrededor” (Spencer 1904:85 en Goldthorpe 1990:15) siendo el
edificio la sociología y el montón de piedras la historia. En otro texto sentenciaba que “el
15
Como lo hace Ulrich Beck (1998) en La sociedad del riesgo.
16
Como la realizada en La ética protestante y el espíritu del capitalismo por Weber.
17
Aquí se observa la ventaja del sociólogo convencional que puede crear entrevistas, unidades de análisis,
cuadros comparativos, etc. con mayor facilidad que el historiador.
oficio más grande que puede desempeñar el historiador es el de narrar de tal forma la vidas
de las naciones, que suministre materiales para una sociología comparada” (Spencer
1861:129 en Goldthorpe 1990:24). La frase anterior considera a la historia como una
disciplina subyugada y menor que la sociología. Pero más importante que eso: que puede
reconstruir un pasado que realmente ocurrió y se puede utilizar. Es decir, que la opinión de
Spencer es partidaria y defensora de que la historia, por su método, puede llegar a
interpretar e inferir lo suficiente como para reconstruir el pasado y entregarle ese
conocimiento al sociólogo para hacer las comparaciones. La postura es tremendamente
historicista (positivista), negando al observador, encontrándose ahí su gran tropiezo.
La crítica más dura es en contra de los sociólogos históricos que ocupan grandes
teorías y que no hacen el trabajo de historiador, fiándose de fuentes secundarias (trabajos
de historiadores) que se recolectan y se (re)interpretan con el fin de construir los modelos
empíricos para poner a prueba la teorización previa. Goldthorpe 18 ataca implacablemente
que se tome tan a la ligera el trabajo del historiador. Para su ataque, analiza el caso de una
de las obras más importantes escrita por la sociología histórica: Los orígenes sociales de la
dictadura y la democracia: El señor y el campesino en la formación del mundo moderno de
Barrington S. Moore (2002). El autor, acusa a este último de no estar al tanto del debate
historiográfico ingles sobre el periodo anterior a la revolución inglesa y decantarse por los
autores que le son funcionales a su modelo de acceso a la modernidad política (Goldthorpe
1990:17)
18
Que presume de tener formación de historiador.
19
Al problema de ahora en adelante lo llamaré paradoja de Goldthorpe.
dejado. Dicho en otros términos, Goldthorpe señalaría que los sociólogos utilizan la
observación histórica per se.
La Paradoja de Goldthorpe
Si tuviéramos que situar a Burke dentro del problema que estamos desarrollando,
sería en la utilización en historia de los conceptos de la sociología pero teniendo siempre en
cuenta que se debe estar circunscrito a un periodo de tiempo delimitado y espacial. Un
ejemplo es él mismo, que al escribir su ensayo expone la utilización de los conceptos y las
metódicas sociológicas desde una perspectiva del siglo XVI y XVII europeos, porque es el
que mejor conoce y, porque así podrá poner a prueba conceptualizaciones que, en su
mayoría, fueron creadas después de la Revolución Industrial (Burke 1987:36).
Santos Juliá por su parte argumenta que la diferencia de las dos disciplinas no tiene
que buscarse más en la clásica dicotomía entre conocimiento nomotético y deductivo. Las
dos formas de conocimiento con el pasar de los años han ido variando y ampliando sus
horizontes. La historia ya no es sólo episódica y la sociología teórica. La diferencia es en el
énfasis del tipo de trabajo, puesto que el sociólogo histórico busca regularidades y trabajar
con los grandes modelos conceptuales propios de su trabajo, siguiendo el historiador con el
trabajo primario. Si quisiera hacer un trabajo cómo el del sociólogo histórico se tendría que
realizar todas las etapas de la investigación para no ser acusado de ser tentado por el
“invasor” de las investigaciones históricas clásicas (Juliá 1989:78-84). Queda claramente
explicitado que Juliá no es capaz de resolver la paradoja de Goldthorpe para el caso de la
sociología histórica, de hecho ni se cuestiona el problema de la posible acusación de
historicismo realizada por Goldthorpe.
20
Nos referimos al British Journal of Sociology.
21
“Rationally constructed laws” en el texto
22
“(…) they look at nation states, pre-industrial empires or ancient city-states, their approach tends to be
holistic without being theological.”. Las cursivas son del original
Para continuar con su defensa, al igual que Goldthorpe, toma el libro de Barrington
Moore23 diciendo que las tres rutas a la modernidad política están explicadas no en
términos de leyes, sino como una colección de actores y sus complejas estrategias. El
holismo no-teológico de Moore intenta hacer un balance entre generalidad y contexto; un
recuento que no se encuentra presente en la pura descripción histórica y por el otro extremo
en las generalizaciones vagas que han dado a la sociología un mal nombre en estos temas.
Se puede comparar con Spencer a los funcionalistas más duros que llegan a ser a-históricos
en sus investigaciones, pero la comparación con los sociólogos históricos que hacen
grandes comparaciones es errada. Asimismo, sobre la crítica de que Moore habría
“acomodado” el debate historiográfico para que cuadrara con sus premisas, Mouzelis
poniendo a Goldthorpe contra sí mismo se pregunta: ¿Cómo es que puede hacer esa crítica
si es que no ha realizado una investigación sobre el tema desde las fuentes primarias? El
punto más álgido de la respuesta es cuando trata directamente lo que hemos llamado la
paradoja de Goldthorpe. Para Mouzelis es un problema cierto que los sociólogos históricos
no accedan a las fuentes [relics], pero ya que vivimos “en un mundo imperfecto y todas las
metodologías y aproximaciones a la historia entablan ventajas y desventajas”24 es absurdo
ver en esta desventaja una razón para rechazar las comparaciones macro-históricas. Existen
muchas formas de reducir los riesgos de no usar fuentes primarias [primary sources]
(Mouzelis 1994). Dice además, que para Goldthorpe las fuentes que ocupa Moore son
“pocos firmes” [shaky] para sustentar su aparato teórico, pero los historiadores que llevan a
cabo grandes trabajos de síntesis también basan sus investigaciones en fuentes secundarias
y caerían, por tanto, en el mismo problema de la paradoja. Entonces, ¿cómo los
historiadores pueden observar el cambio en la long durée?, ¿tenemos que dejar afuera al
que no pueda realizar el tránsito de revisar las fuentes primarias primero antes de realizar
comparaciones macro-históricas?, ¿vamos a olvidar que a pesar de que las interpretaciones
macro-históricas sean “tenues y arbitrarias”, nos permiten generar nuevas hipótesis y
nuevas interpretaciones sobre las fuentes o eventualmente descubrir algunas nuevas?
23
Los orígenes sociales de la dictadura y la democracia: El señor y el campesino en la formación del mundo
moderno al que nos referimos más arriba.
24
“(…) in an imperfect world and that all methodologies and approaches to history entail advantages and
disadvantages”
Para el sociólogo ateniense, Goldthorpe no responde ninguna de estas preguntas; he
ahí su gran debilidad. En gran problema quedamos entonces, puesto que ahora se han
agregado a los historiadores y sus macro-análisis a la paradoja, pero esta sigue intacta y no
se ha resuelto.
Pero John Goldthorpe publicó (para suerte nuestra) una respuesta a las críticas que
le hicieron25. En su respuesta, comienza haciendo un recuento de los argumentos centrales
de su escrito: 1) que la sociología y la historia no son lo mismo, 2) que aparte de la
diferencia de énfasis (nomotético e ideográfico), existe una diferencia en la naturaleza de la
evidencia que ocupan ambas disciplinas y 3) que los sociólogos son capaces de generar sus
datos en el presente y los historiadores tienen que ceñirse a las fuentes que puedan utilizar
para reconstruir el pasado. Las principales críticas que le realizan tienen que ver con el
tercer punto (Goldthorpe 1994:63). Sobre la semejanza entre los “grandes sociólogos
históricos” y el método propugnado por Herbert Spencer, Mann (1994:37-54) en su artículo
defiende su descendencia de Spencer atacando a los historiadores por su deficiencia
intelectual, por lo tanto, la modestia y compostura que les atribuye Mouzelis a los
sociólogos históricos no sería tal. De igual forma, proponer leyes abstractas de desarrollo
de la historia no es la única forma de positivismo con respecto a los hechos históricos; la
inducción analítica defendida por Theda Skocpol para justificar metodológicamente a la
“gran” sociología histórica también lo sería (Goldthorpe 1994:65).
25
Por motivos de espacio no podremos desarrollar las otras críticas y compararlas con la respuesta de
Goldthorpe. Los otras críticas directas son Bryant, J.M “Evidence and explanation in history and sociology”;
Hart, N. “John Goldthorpe and the relics of sociology”; Mann, M. “In Praise of Macro-Sociology: A Reply to
Goldthorpe” y la ya trabajada de Mouzelis. El mismo Goldthorpe responde en la introducción de su respuesta
que considera que lo que le atribuyen los autores anteriores fue “mal entendido” por ellos y que fueron sus
errores de lectura los que llevaron a varios mal entendidos, siendo la crítica más atingente la que realiza
Mouzelis; viéndose así respaldada nuestra selección. Asimismo, toda esta parte del debate se puede encontrar
en el Volumen 45 N°1 de Marzo de 1994 de la British Journal of Sociology.
circunstancia ineluctable de cómo se refieren al pasado. A la crítica del sociólogo ateniense
sobre cómo es posible que Goldthorpe critique a Moore si él no ha visto las fuentes
primarias sobre la Guerra Civil inglesa, este la responde que su referencia era al debate
historiográfico de la época en la que Moore escribió su libro. Goldthorpe saca a relucir que
por motivos de investigación él si ha tenido contacto con fuentes primarias y ha realizado el
trabajo de historiador (Goldthorpe 1994:68). A pesar de que se tenga la intención de
continuar con los grandes modelos de la “gran sociología histórica” el problema
metodológico inexorablemente seguirá ahí. Sobre el argumento del sociólogo de origen
griego, contra los historiadores que intentan observar la long durée, Goldthorpe no se
refiere puesto que ya ha atacó la medula de la argumentación contraria.
En fin, a pesar de tratar el tema directamente las críticas no han podido derribar el
argumento que sostiene la existencia de la paradoja de Goldthorpe.
Conclusión
Los problemas de carácter epistemológico que hemos observado no han podido ser
resueltos por medio de los argumentos expuestos. Hemos recurrido a obras y artículos
clásicos sobre la materia que se refieren explícitamente a la paradoja y otro que no, pero
que reflexionan sobre la relación entre historiografía e historia social y sociología.
Como vimos una de las principales críticas de Goldthorpe a Moore era el haber
conducido las tesis de los historiadores que estaban de acuerdo con su macromodelo de
acceso de las naciones a la modernidad política. Por tanto, no estaba de acuerdo con las
observaciones de la realidad extrínseca interpretada desde las fuentes. El problema es el
siguiente: ¿y si lo hubieran estado? ¿sería más real?. Amparándonos en el constructivismo
radical podemos sostener que la realidad simple y llanamente no existe como un ente
ontológica per se, sino como un continuo re-computando de las observaciones que
podemos hacer (Von Foerster 1988). Desde este punto de vista lo que realiza el sociólogo
histórico no es menos real que el acuerdo extrínseco entre historiadores o sociológos sobre
su propia conformación de la realidad. Es más, el problema es meramente metodológico.
Para ejemplificar, hay variados historiadores que generan grandes modelos de explicación
para llegar a certezas26 sin realizar muchas veces “todo” el trabajo de historiador.
26
Muy reputados como el mismo Braudel (2002).
Bibliografía
Aguirre, C. (1986). Hacer la historia, saber la historia: entre Marx y Braudel. Cuadernos
Políticos(48).
Gil, F. (2002). Contexto de la polémica que llevó a Max Weber a escribir en 1910 su texto:
"Mi palabra final a mis críticos". Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales,
XLV(186), 209-273.
McRaild, D., & Taylor, A. (2004). Social Theory and Social History. New York: Palgrave
McMillan.
Merton, R. (1984). Ciencia, tecnología y sociedad en la Inglaterra del Siglo XVII. Madrid:
Alianza.
Moreyra, B. (2006). La historia social más allá del giro cultural: Algunas reflexiones.
Revista de Historiografía y Ciencias Sociales de la Argentina(1).
Spencer-Brown, G. (1972). Laws of Form (2nd ed.). London: The Julian Press.