Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
g an zl912
© Peter Burke, 1980
© Ed. cast.: Alianza Editorial; S. A., Madrid, 1987
Calle Milán, 38, 28043 Madrid; teléf. 200 00 45 .
ISBN: 84-206-0278-7
Depósito legal: M.. 29.838-1987
Papel fabricado por Sniace, S. A.
Fotocomposición: EFCA, S. A.
Avda. del Doctor Federico Rubio y Galí, 16 28039 Madrid
Impreso en Lavel. Los Llanos, nave 6. Humanes (Madrid)
Priinted in Spain
i
para Zev
1912
Prefacio
\
i
i
9
1
Sociólogos e historiadores
Un diálogo de sordos
11
«campo» como territorio único, mas que como una com
binación única de elementos con paralelos en otros ámbi
tos. Los sociólogos están limitados en un sentido más
metafórico: la suya es una limitación de época, más que
de espacio, siempre que generalizan sobre la «sociedad»
basándose únicamente en la experiencia contemporánea,
o explican el cambio social tomando un período de treinta
años, por ejemplo, sin observar los procesos a largo
plazo.
Tanto los sociólogos como los historiadores ven la paja
en el ojo de su vecino. Por desgracia, cada grupo tiende
a percibir al otro en términos estereotipados. En Gran
Bretaña al menos, muchos historiadores todavía conside
ran a los sociólogos como personas que exponen lo obvio
en una jerga bárbara y abstracta, que carecen del sentido
del tiempo y del lugar, aprisionan a los individuos en
categorías rígidas y, para colmo, creen que estas activida
des son «científicas». Por su parte, los sociólogos ven a
los historiadores como miopes aficionados que recogen
datos sin método, cuya vaguedad sólo es comparable a su
incapacidad para analizarlos. En resumen, a pesar de la
existencia de algunos bilingües, cuya obra se mencionará
en las páginas siguientes, los sociólogos y los historiado
res no hablan la misma lengua. Su diálogo, como ha
señalado el historiador francés Fernand Braudel, suele ser
un «diálogo de sordos».
Puede ser útil observar a los historiadores y a los
sociólogos desde el punto de vista sociológico, verles no
sólo como distintas profesiones, sino también como dis
tintas subculturas, con sus propios lenguajes, valores y
formas de pensar, reforzados por sus respectivos proce
sos de aprendizaje o «socialización». Los sociólogos
aprenden a acudir a las tablas y las cifras, mientras que
muchos historiadores las evitan e intentan exponer sus
conclusiones en palabras. Los sociólogos aprenden a
S observar las pautas y con frecuencia ocultan las excepcio-
j nes, mientras que los historiadores aprenden a observar el
I detalle y a menudo son incapaces de ver las tendencias
i generales. Un contraste similar se ha establecido entre la
j tribu de los historiadores y la de los antropólogos1.
1 Desde un punto de vista histórico, está claro que las
| dos partes sufren de anacronismo. Parece que los sociólo-
| gos piensan que la historia todavía está en la fase de
1 Ranke, narrativa sin análisis; mientras que para los histo-
| riadores es como si la sociología todavía estuviera en la
i fase de Comte, grandes generalizaciones sin investigación
¡ empírica. Ambas disciplinas han cambiado en gran medi-
J da desde mediados del siglo XIX. ¿Cómo y por qué se
f desarrollaron las dos subculturas? La cuestión es histórica
| y en la siguiente sección intentaré darle una respuesta
I histórica. Será una respuesta provisional, puesto que to-
J davía no se ha escrito una historia verdaderamente histó-
? rica de la sociología2.
trata de Io único, y la ciencia natural «nomo-tética», que educación para la ciudadanía o, como otro observador
mtema. establecer leyes generales^ El principal defenSOr menos benévolo podría haber dicho, como propaganda.
mglés de este punto de vista, el filósofo-historiador R. G.
En un momento en que los nuevos estados de Alemania e
C ollingw °od, formuló la ■distinción entre el historiador y
Italia (e incluso estados más antiguos como Francia y
el científico en los términos siguientes (1935):
España) estaban divididos por tradiciones locales, la ense
ñanza de la historia nacional en las escuelas y las universi-
Cuando un científico pregunta, «¿Por qué se ha vuelto rosa ese
dades cumplía una función de integración social. El tipo
papel de tornas°l?», quiere decir «¿En qué ocasiones se vuelve
rosa el papel de tornasol?» Cuando un historiador pregunta, de historia que los gobiernos estaban dispuestos a pagar
«¿Por que apuñaló Bruto a Cesar?», quiere decir, «¿Qué pensa era, lógicamente, la historia del. Estado. Los vínculos
ba Bruto que le hizo apuñalar a César?» entre la historia y los gobiernos eran particularmente
fuertes en Alemania5. '
Según esta idea, la sociología es necesariamente una Por su parte, los teóricos sociales siguieron estudiando
pseudociencia, pues estudia al hombre con métodos que historia, pero no tenían m uy buena opinión de los histo
sol° son apropiados para el estudio de la naturaleza y no riadores. Comte, por ejemplo, aludía con desprecio a los
ha_y lugar para la historia social en el mapa del conoci «detalles insignificantes reunidos tan puerilmente por la
miento. curiosidad irracional de ciegos compiladores de anécdotas
Sin embargo, la reacción hostil a la historia social no estériles»6. Herbert Spencer declaró que la posición de la
puede explicarse en términos intelectuales únicamente. La sociología respecto a la historia era «m uy parecida a la de
predommancia de la historia política en el siglo XIX (más un edificio respecto a los montones de piedras y ladrillos
exactamente, su vuelta a la predominancia) exige un que hay alrededor». Y que «El servicio más elevado que el
anahsis en termmos sociológicos. A quí hay que hacer dos historiador puede hacer es el de narrar las vidas de las
observadones evidentes. Aunque «historiador » es un rol naciones a fin de proporcionar materiales para una Socio
social con una larga historia que se remonta a Herodoto l logía Comparativa». Estamos m uy lejos de- la coopera
si no antes, la disciplina sólo se profesionalizó en el siglo ción del siglo XVIII entre los historiadores filosóficos y los
XIX, cuando se fundaron los primeros institutos de inves filósofos de la sociedad. En el mejor de los casos, los
tigación, revistas especializadas y departamentos en las historiadores eran considerados como recopiladores de
universidades. Fue - entonces cuando el gremio de los material para los sociólogos. En el peor, eran totalmente
historiadores rechazó la historia social (como la rechaza- irrelevantes porque ni siquiera apilaban el tipo de ladrillo
n a e l gremi° de los sociólogos una generación más tarde) adecuado. Citando ■a Spencer otra vez: «Las biografías de
por ser mcompatible con las nuevas pautas profesionales. los monarcas (y nuestros hijos aprenden poco más) ape
J-jLSggunda es que los gobiernos consideraban a la histo- nas arrojan alguna luz sobre la ciencia de la sociedad»7.
m como un medio de promover la unidad nacional, de
5 Gilbert, 1965; Moses, 1975.
-Wrndelband, 1894, 6 Comte, 1864, conferencia 52
-7 Spencer, 1S>U4,
5
20 Peter Burke 21
Sociología e historia
A principios del siglo XX los principales teóricos socia que dio una aplicación más general. Era lógico que ^ s
les todavía tomaban en serio a la historia, independiente- . más historicistas de los grandes s ° a ó log °s provuneran de
mente de lo que pensaran de los historiadores. Como la nación más historicista de Europa. De hecho, Weber
Comte y Spencer antes que ellos, parece que Emile . no se consideraba a sí mismo un sociólogo. A l fin d de su
Durkheim pensaba que gran parte del trabajo. . histórico vida, cuando aceptó una ' cátedra de ' la espec k lidad en
realmente era «vana erudición». No obstante, también MUnich. comentó secamente: «Ahora resulta que soy un
creía que el pasado podía ser de utilidad para la sociología sociólogo de acuerdo con mi nombrarr:iento» .
y se inspiró en la obra de Fustel de Coulanges, con quien Durkheim y W eber no eran los umcos soció logos de
estudió en la Ecole Normale, para sus libros La D ivisión su época que se interesaban por la historia. Tonnie^ por
d el Trabajo (1893) y Las Formas E lem entales d e la Vida ejemplo i tenía una formaclon clasica y conservo su n teres
R eligiosa (1912). El propio Durkheim escribió una histo por el pasado. El tratado de Pareto sobre soció1ogía
ria de la educación en Francia. En su revista, el A nnée a ik liz ^ a con detenimiento A tenas, R oma y Y
sociologiq u e, incluía habitualmente reseñas de libros de I también tomaba ejemplos de la historia de Italia en la
historia, siempre que no trataran de lo que denominaba la j Edad M edia. Albion Small, que fue nombrado catedrati co
historia «superficial» de los acontecimientos. Es muy del primer departamento de sociol° g ía de Estados Um-
posible que hubiera estado de acuerdo con historiadores | dos (en Chicago, el año 1892^ habia sidó pio fesor de
franceses como Lucien Febvre y Marc Bloch, que una j historia anteriormente. Como D urkheim . y Spencer
generación más tarde rechazaron la historia de los s Small tenía una actitud crítica ante k profesión histórica,
acontecimientos8. J pero continuaba estudiando el pasad° . La nueva disciph-
En cuanto a Max Weber, la amplitud y la profundidad | na de la antropología también estaba pro p in a a la histon a
de sus conocimientos históricos eran realmente impresio- | en esa época. Sir James Frazer, que ocupo k primera
nantes. Escribió libros sobre las compañías comerciales j cátedra de antropología social en Gran Bretana (como
de la Edad Media y sobre la historia agraria de Roma j profesor visitante en Liverpool en 19° 7-8), era un ex-
antes de su famoso estudio de la ética protestante y el j clasicista que se dedicó a la historia comparativa del
espíritu del capitalismo. El gran estudioso clásico Theo- | pensamiento primitivo. En Estados Um dos, Franz B o ^
dor Mommsen consideraba a Weber un digno sucesor. 1 que fundó los primeros departamentos umversitanos de
Cuando se dedicó a la teoría de la organización social y j antropología (en C lark, el a¿ o 1888 y en Columbia en
económica, Weber no abandonó el estudio del pasado. j 1899) consideraba^ que su disciphna se ocupaba de las
Empleó materiales de la historia y conceptos de los ; «historias culturales» de distintas tribus, en las que basaba
historiadores, como «estado. patrimonial» o «carisma», j sus generalizaciones sobre la evolución de k humanidad.
un término que tomó de una descripción de la iglesia j Entonces, repentinamente, alrededor del ano 1920 los
primitiva del historiador eclesiástico Rudolph Sohm y al j antropólogos y los sociólogos rompieron con el pasado.
8 Bellah, 1959; Momigliano, 1970; Lukes, 1973, cap. 2 1974* Foth 1976
i 23
Sociología ee historia
Sociologia historia
22 Peter Burke
ladrillos ellos mismos. Cuanto más material recogieron y
El antropólogo formado en Gran Bretaña Bronislaw cuantas más monografías pubhcaron, más fácil f^e ^ o ,"
M alinowski descubrió y proclamó la importancia del zar sobre la base de sus propios estudios y mas dificil
«trabajo de campo», como él lo denominó; en otras encontrar tiempo para leer fuera de «su» campO- La
palabras, la observación participante. Dicha observación disCiplina se estaba institucionalizando profesionalizan
participante ' no era completamente nueva; desde 1886 do. Cuanto m ayor era la conciencia profesional de los
Boas había hecho largas visitas a los kw akiutl y Radcliffe- sociólogos, menos querían depender de material « ajeno» ,
Brown vivió los años 1906-8 en las islas Andamán. Lo tanto etnológico como histórmrn _ .
nuevo era la insistencia de M alinowski en el trabajo de Estos cambios en la disciplina coinci dieron con ? tros
campo como el método antropológico per ex cellen ce. «El desarrollos intelectuales más generales. La explicaci on de
antropólogo», declaró, «debe renunciar a su confortable las costumbres o las instituciones sociales basada. ei: el
posición en la mecedora del porche». El trabajo de campo pasado, en términos de la evoludón social y la difus(ón
se convirtió en una fase necesaria de la formación de cada social, fueron sustituidas por explicaciones de la funcion
antropólogo. El nuevo método, como la historia de Ran- s0cial de estas costumbres e institudones en el presente.
ke, era más científico; una forma más segura de estudiar Primero se les criticó a las explicaciones historicas que
las sociedades tribales contemporáneas que la historia fueran especulativas, después se las rechazó por irrelevan
evolutiva, en gran medida conjetural, que le había prece tes. Durkheim había combinado un método fund onal1sta
dido. Sin embargo, no podía aplicarse al pasado. con el interés por la historia, pero los funcionalistas
Los sociólogos también empezaron a tomar cada vez posteriores, como M alinowski, abandonaron Ia historia
más datos de la sociedad contemporánea, tanto si utiliza completamente. Según él, el pasado estaba «muerto y ■
ban las estadísticas oficiales como si realizaban sus pro enterrado», y sólo importaba la imagen d d pasado, por
pias encuestas. El Suicidio (1897) de Durkheim es un que esta imagen formaba parte de «la realidad psicologica
ejemplo del primero de estos métodos; la obra de la de h o y»10. Empleando por un mom.ento fil lenguaje fun
escuela de Chicago en la década de 1920 ilustra el segun cionalista, se podría decir que el func1onal1smo « se ajusta
do. Los miembros del departamento de sociología de la ba bien» a los nuevos métodos del trabaJO de campo. La
Universidad de C hicag° estudiaron la especial nueva orientación se extendió de la antropología a la
mente sus suburbios, in situ, como si fueran antropólogos sociología y llegó a dominarla, particularmente en Esta
sociales. Los directores del proyecto, Robert Park y dos Unidos. El intento de convertu a la soc1ología en una
Emest Burgess, estaban emulando conscientemente a «ciencia de la conducta», —usando un término americano
Franz Boas. Su método pronto fue imitado por otros de moda en los años 50— en una disciplina que contaba Y
sociólogos. medía siempre que era posible (y algunas veces, uno se
Había varias razones para este giro fundamental hacia siente tentad oa añadir, cuando-no lo era),-sólo aumentó
"el estudio del presente a expensas del pasado. Una razón i ja ¿ istancia entre los sociólogos y los historiadores.
era de índole práctica. Como los historiadores no habían ; _______
proporcionado a los sociólogos el material que necesita 10 Malinowski, 1946,
han, los .sociólogos-se vieron obligados a fabricar sns-
24 Peter Burkc
Hintze, -1 '
26 Peter Burke
13 Simiand, 1903.
28 Peter Burke | S0ciología e historia 29
en la geografía humana, aunque no era determinista. Leyó ¡ Francia y Estados Unidos son dos países donde la
a Ratzel, pero prefirió el enfoque más voluntarista del ¡ historia social se ha tomado en serio durante un período
gran geógrafo francés Vidal de la Blanche. Bolch estaba f de tiempo relativamente largo y donde las relaciones
más interesado en la sociología de Durkheim y compartía 1 entre la sociología y la historia han sido particularmente
su interés por la solidaridad social y las «representaciones! estrechas. Esto no significa que en otros sitios no haya
colectivas» (véase pág. 93 más adelante), y su compromi-1 ocurrido algo parecido. Los japoneses, por ejemplo, tie
so con un método comparativo. Bloch murió a manos de f nen una importante tradición de historial social. Eijiro
los alemanes en 1944, pero Febvre sobrevivió a la Según-1 Honjo, por mencionar un historiador que ha publicado
da Guerra M undial para tomar la dirección del establish -f en inglés, en los años 30 trabajó en la historia social del
m en t histórico francés y también del establishm ent de la| Japón Tokugawa. En Brasil estaba Gilberto Freyre, un
ciencia social como presidente de la recién fundada Ecole ¡ anfibio que igual se puede considerar como sociólogo que
des Hautes Etudes en Sciences Soci ales14 | como historiador. El estudio de Freyre The M asters and
Febvre tuvo su sucesor en Fernand Braudel, un histo-1 the Slaves («Los Señores y los Esclavos») (1933), sobre la ■
riador que cree que la historia y la sociología deben estar | sociedad de las plantaciones del noreste de su país, se ha
particularmente próximas porque los que practican am-f convertido en un clásico. En Gran Bretaña, la historia
bas disciplinas intentan, o deberían intentar, ver la expe-1 social llegó a las universidades a remolque de la historia
rienda humana como un todo15 El m undo m editerráneo | económica y ni siquiera ahora está completamente acep
en la epoca d e Felipe I I (1949) de Braudel, una «historial tada, pero el importante estudio de J. L. y Barbara
total» (histoire glob a le) que trata de geografía, sociedad y | Hammond, The Village L abourer («El trabajador del
política, con estructuras y acontecimientos, tiene derecho | campo») por citar sólo un ejemplo, es de 1911. En sus dis
a ser considerada corno la obra de historia más im pórtan-1 tintos departamentos, algunos estudiosos clásicos (espe
te de este siglo (véase la pág. 120 más adelante). Su relación | cialmente Jane Harrison) se basaron en las ideas de so
con la Ecole des Hautes Etudes, fundada en 1948, perm i-l ciólogos y antropólogos como Durkheim y Frazer para
tió el diálogo entre los sociólogos, los antropólogos y los | reinterpretar la historia de la cultura griega.
historiadores franceses en un momento en que esto era ¡ En esta breve descripción del desarrollo de la historia
difícil en otros países. En cualquier caso, parece que los | social, se ha omitido deliberadamente un nombre obvio:
historiadores franceses, al contrario que sus colegas ame-1 Marx. A pesar de su interés por la historia, y a menciona
ricanos, han aprendido mucho más de los geógrafos que j do, no parece que el marxismo haya tenido un impacto
de los sociólogos*1^ 1 serio en la escritura de la historia en Occidente hasta los
años 50 (estoy excluyendo los desarrollos de la URSS). A
pesar de similitudes obvias entre sus intereses históricos y
14 Sobre la «Escuela de Annales», véase Hughes, 1969, parte f los de ellos, en la historia total y en las relaciones entre las
1; Iggers, 1975, capítulo 1. | estructuras y los aconteci mi entosyM arx no parece haber
'5 Braudel, 1955. S sido tomado en serio por Febvre, Bloch o incluso por
i6 Planhol, 1972. ¡ Braudel cuando escribía El M editerrán eo y el m undo
30 Peter Burke 31
Sociología e historia
m editerráneo. En la primera mitad del siglo XXhabía 50, ahora se multiplican. The First N ew Nation («La
pocos historiadores marxistas, entre ellos H alvdan Koht, Primera Nueva Nación»} (1963) de S. M. Lipset, La
cuyo libro sobre las revueltas campesinas en Noruega fue Vcndée («La Vandea») (1964) de Charles T illy, Social
publicado en 1926, y Jan Romein, cuya historia social de Origins o f D ictatorship an D em ocracy («Los Orígenes
los Países Bajos apareció en 1934. S0ciales de la Dictadura y la Democracia») (1966) de Ba-
rrington Moore y The M odern World System («El Siste
ma Mundial Moderno») (1974) de Immanuel Wallerstein
La co n vergen cia d e la sociología y la historia estan entre las aportaciones americanas más famosas. A l
gunos antropólogos sociales han evolucionado en la mis
Está claro que para mediados del siglo X X se habíal ma dirección. Peasant Wars («Guerras campesinas en el
acumulado un corpus considerable de historia sociald, que| siglo X X ») (1969) de Eric Wolf y Th e Mafia o f a Sicilian
los sociólogos podrían haber utilizado si hubieran queri-1 Village («L a Mafia de un Pueblo Siciliano») (1974) de A n
do. Sin embargo, sólo fue en los años 50, y más claramen-| tón Blok, son dos ejemplos.
te en los 60, cuando la sociología y la historia empezaron! H ay razones evidentes para esta vuelta a la historia. El
a converger. En 1954 dos sociólogos americanos funda-j cambio social acelerado ha llamado la atención de los
ron un comité para «el estudio sociológico de documen-I sociólogos. También ha habido tiempo, desde su adop
tos históricos». Esto se debió a que su interés por laí ción en los años 20, para explorar el enfoque funcionahsta
historia les había dejado, en sus propias palabras, «solos y i y descubrir sus deficiencias, como el peligro de estudiar la
aislados» entre sus colegas profesionales17. N o estuvieron! vida social desde fuera sin tener en cuenta las intenciones
aislados mucho tiempo. Talcott Parsons, que una vez! de los «actores» o sus definiciones de la situación. Los
había preguntado «¿Q uién lee a Spencer ahora?», empezó sociólogos que se interesan por el punto de vista del
a interesarse por un modelo evolutivo del cambio social.| actor, tanto si se llaman «fenomenologistas», «interaccio
Dos de las mejores monografías sobre historia escritasf nistas- simbólicos» u otra cos a, están mucho más próxi
por sociólogos americanos se originaron como tesis bajo¡ mos que los funcionalistas a los historiadores que nunca
su supervisión: Tokugawa R eligion («L a Religión Toku-j han dejado de intentar observar el pasado con los ojos de
gawa») (1957) de Robert Bellah, una investigación dell los contemporáneos. Un historiador se siente tentado a
equivalente japonés a la ética protestante, y Social Change\ comentar que los sociólogos acaban de descubrir por
in the Industrial R evolu tion («Cam bio Social en la Revo-J ellos mismos lo que los historiadores han estado haciendo
lución Industrial») (1959) de N eil Smelser, que trata de lal todo el tiempo, pero también tiene que admitir que, con
estructura de la familia y las condiciones de trabajo de los ¡ una minuciosidad característica, los sociólogos están lle
tejedores de Lancashire a principios del siglo XIX. f
vando ese enfoque más lejos.
Las obras de sociología histórica, escasas en los : — P or su parteólos antropólogossociales^siempre se han
interesado por los conceptos de los pueblos que estudian,
17 Cahnman y Boskoff, 1964, introducción. pero los ráp idos cambios sociales de la última generación
les han obligado, como a los sociólogos, a preocuparse-
I
32 Peter Burke Sociología e historia 33
más por los procesos de cambio a lo largo del tiempo. | de «función» en el momento en que los sociólogos y los
Mientras tanto, los historiadores han acudido a la | antropólogos estaban planteándose abandonarlo. Ahora
historia social y se han interesado por la sociología. A | muchos historiadores están interesados en los mét0dos
pesar de los esfuerzos de algunos miembros del gremio, | cuantitativos, que se han extendido desde la historia
fue imposible detener la marea de historia social, y aquí j económica (la «nueva historia económica» o «cliom étrri
también puede ser apropiada una explicación sociológica. s ca»), también en un momento en que los científicos
Para orientarse en un período de rápido cambio social, a | sociales han dejado de dar por sentadas las ventajas de las
algunas personas les ha ayudado observar más detenida- ¡ cifras y se han convertido en tema de debate.
mente el pasado, el pasado social. • ¡ ¿Qué se puede hacer? Ahora es el momento de que
El desarrollo de la historia social hace que la pregunta | expHque mis propios valores, mi propia tendencia. Creo
«¿qué es la historia social?» sea cada vez más urgente. | que la historia social es una empresa valiosa además de
Cuando predominaba la historia política, quizá era sufi- ■ fascinante, tan merecedora de un estudio serio' como sus '
ciente definir a la historia social como la historia sin antiguas hermanas la historia política y la económica, tan
política. Una definición tan residual ya no es útil. Con necesaria para comprender el presente como sus primas la
frecuencia se le ha criticado a la historia social residual sociología y la antropología. La historia que he intentado
que fuera un tema «invertebrado», que careciera de un narrar de la división de la historia y la sociología es una
marco o estructura, en otras palabras, de un medio para | historia de errores. Esto no significa desdeñar los logr0s
enlazar las distintas informaciones sobre la vida social del | de la escuela de Ranke de historiadores políticos y de la
pasado en una descripción, narrativa o análisis coherente. | escuela de M alinowski de antropólogos y sociólogos
Este era el sentido de la crítica contemporánea que llama- | funcionalistas. Se trata simplemente de llamar la atención
ba a la historia social de M acaulay una «tienda de curiosi-1 sobre el hecho de que había que pagar un precio por esos
dades» y también de las críticas más moderadas, pero no | avances, un precio que ya no es necesario seguir pagando.
menos persuasivas, a la serie H istoria d e la Vidal Lo que a algunos nos gustaría ver, lo que estamos empe
Americana}8. De aquí las recientes llamadas a una historia | zando a ver, es una historia social, o sociología histórica
social más rigurosa definida en términos más positivos, | —la distinción debería ser irrelevante— que se interesara
tanto si se denomina «historia social estructural» o «la ! tanto por la comprensión desde dentro como por la
historia de la sociedad» u otra cosa1819 exphcación desde fuera; por lo general y por lo p a rtic u
Los historiadores que se interesan por esta historia ¡ lar; y qu e combinara el agudo sentido para la estructura
social más rigurosa han tomado conceptos y métodos de | del sociólogo con el igualmente agudo sentido para el
la sociología y de la antropología social. Irónicamente, ¡ cambio del historiador. Es para estimular esta síntesis de
como ocurre con tanta frecuencia en las relaciones inter-| lo que con demasiada frecuencia se ha considerado distin
disciplinarias, algunos de ellos han adoptadoel concepto |
to”e incluso conflictivo p o rlo ’queliefuscritoT steens^cx
Los siguientes capítulos intentarán precisar, tan concreta
18 Perkin, 1953-4; Hofstadter, 1968. y específicamente como sea posible, lo que los historiado-
-9 Laslett,- 1968; Hobsba-wm, ! 974- b
-es y-los::sociólogo.s pueden aprender unos defurifuri
2
Estructuras sociales
Sociología e historia 41
40 Peter Burki
Un estudio comparativo más ambicioso, pero mucho típiCO, que dicho modelo presenta en conjuntos de rasg °s
0 atributos. En otras palabras, «modelos» y «fipos» se
menos satisfactorio, es el extenso Study o f H istory («Es
consideran sinónimos. Los historiadores tr a d ic io n a l a
tudio de la historia») (1935-61) de A rn o ld J. Toynbee. La
menud0 niegan que tengan alguna relación con los m om
tragedia de este heróico intento de historia comparativa a
escala universal es, al menos en mi opinión, ■que Toynbee ios, pero en la práctica muchos de ellos usan modelos
como M. Jourdain usaba la prosa, sin darse cuenta. Sin
carece de un aparato conceptual adecuado. Término|
embargo, a pesar de que eviten la palabra «modelo» :i se
como «reto y respuesta», «retirada y vuelta», «estado
permiten utilizar términos generales como «feudalismo»
universal» y «proletariado externo» tienen su utilidad;
y «capitalismo», «Renacimiento» e «Ilustración» o t a
pero han resultado insuficientes para esa tarea. Si Toyn
blar sobre la forma «clásica» o «de libro de texto» de un
bee hubiera leído a Max W eber . .. pero parece que Webei
fenómeno social como la m anor (casa señorial) medieval!
no tuvo mucho impacto en Inglaterra en los años 20 y 30;
El utilizar modelos de esta forma, sin ser conscientes de
Algunos h isto ^ ^ o res, R. H. Tawney por ejemplo, cono.-
cian a Weber como el autor de un ensayo estimulante; su estatus lógico, a veces ha llevado a los historiadores a
dificultades innecesarias. Algunos debates m uy conoci
aunque precipitado, sobre la ética protestante y el espíritu
dos dentro de la profesión se han originado porque un
del capitalismo, pero no parece que sus principales obras
hist0riador no ha interpretado correctamente el modeta
fueran muy conocidas. Aparentemente, R. G. Colling:
wood, como Toynbee, no estaba fam iliarizado con el ¡ de otro historiador.
Un ejemplo de este malentendido es la conocida con
trabajo de Weber, a pesar de su relevancia para el suyo. I
troversia entre Sir Paul Vinogradoff y W. M aitland sobre
Collmgwood teorizó sobre la historia como el estudio deI
la m anor medieval inglesa. Vinogradoff28 sugirió que:
lo único, como si la historia comparativa, la historia social
e incluso la historia económica, de tradición más larga, nol
La estructura de la manor corriente siempre es la misma. Baj° k
existieran en su día. Después de todo, los historiadores
autoridad del señor encontramos dos niveles de población —los
económicos y sociales generalizan con frecuencia. Incluso siervos y los freeholders (poseedores de feudo franco) y
cuando no comparan una sociedad con otra, hacen afir territ0ri0 ocupado se divide conforme a esto en la tierra del
maciones generales sobre lugares concretos' en momentos señor y la «tierra tributaria»...Toda la población se agrupa en la
cocretos. Intentan explicar por qué subieron los precios comunidad de la aldea que se centra en torno al c°nsej°
en Espana en el siglo XVI, por qué iban los hombres al manorial que es tanto el gobierno como el tribunal. Mi investi
Parlamento en 1a Inglaterra del siglo XVIII, etc. Como los gación se conformará necesariamente a esta organización típica.
sociólogos, utilizan modelos y tipos.
Esta es la m anor medieval «clásica» tal como se t a
Historia, m od elos y tipos | dibujado en numerosas pizarras. En un destructivo análi
sis igualmente clásico, M aitland sostuvo que «describir
Podemos definir un «m odelo» en términos simples!
como una construcción intelectual que simplifica la reali-j
28 Vinogradoff, 1892, págs. 223-4.
dad a fin de destacar 1o recurrente, 1o constante y lo|
42 PeterBurke
Análisis d e encuestas
31
Kosminksy, 1935.
44 Peter Burke Sociología e historia 45
de las biografías de sus miembros, «la biografía colectiva» pero en las encuestas históricas de personas muertas surge
o «prosopografía», como algunas veces se denomina a con frecuencia el problema del muestreo. El estudio de la
este método. En estos casos, todo el grupo o, como dirían burocracia de Carlos I realizado por Gerald A ylm er trata
los sociólogos, la «población total», se ha estudiado tanto | de aproximadamente 900 hombres estudiados a partir de
como lo han permitido los documentos existentes. En una muestra de 194. Su estudio de la burocracia de la R e
tales casos puede que no sea necesario conocer los méto pública Inglesa abarca alrededor de 1.180 funcionarios a
dos del análisis de encuestas practicado en las disciplinas partir de una muestra aleatoria de 284. En este caso, las
próximas. Los historiadores de las élites y los historiado cifras que se manejaban hicieron inadecuada una proso
res de las sociedades preindustriales en las que las estadís pografía total para un estudio individualizado. Lawrence
ticas no son abundantes ni fiables deben recoger todos los Stone pudo estudiar a todos los nobles ingleses entre 1558
datos que puedan encontrar. | y 1641 porque sólo había 382; Gerald Aylm er, que tenía
Sin embargo, los historiadores de la época contemporá- s más. de 2.000 funcionarios, se vio obligado a hacer un
nea y los historiadores que estudian grandes grupos, i muestreo34.
como la clase obrera británica, o sociedades enteras, | Una encuesta social del pasado, como una encuesta
suelen tener acceso a más información de la que pueden social del presente, plantea dos problemas difíciles de
manejar y a ellos les pueden resultar útiles los métodos tratar. El problema de la fiabilidad de la evidencia o
del análisis de encuestas y de muestreo. Gilberto Freyre, «datos», y el problema de categorizarlos.
por ejemplo, al escribir la historia de Brasil a finales del El problema esencial de la fiabilidad que se le plantea a
siglo XIX y principios del X X , ha intentado encontrar mil todo el que utilice métodos cuantitativos consiste en la
brasileños nacidos entre 1850 y 1900 que representaran conocida diferencia entre datos «duros» (precisos, men
los principales grupos del país, aunque no explica con qué surables) y datos «blandos» que son lo contrario. «Con
método seleccionó esta muestra323^ Paul Thompson, cuya demasiada frecuencia los datos blandos son los valiosos y
historia social de la Inglaterra eduardiana está basada en los duros los que son relativamente fáciles de obtener».
entrevistas con 500 eduardianos sobrevivientes, seleccio Como los sociólogos, los historiadores necesitan encon
nó a las personas para la entrevista sobre la base de una trar «datos duros que sirvan de índices fiables de los
«muestra por cuotas», en la que había una proporción blandos»^. Un «índice» puede definirse como algo mensu
entre hombres y mujeres, ciudad y campo, norte y sur, rable que varía ( «co-varía») respecto a algo que no lo es.
etc., similar a la proporción que existía en el país en En los años 30, por ejemplo, los sociólogos americanos
aquella época3-\ descubrieron que el tipo de casa en que vivía una familia,
Freyre y Thompson son tanto sociólogos como histo e incluso el m obiliario de su cuarto de estar, se correspon
riadores y han realizado sus encuestas de personas vivas, día bien con sus ingresos y su ocupación, y por lo tanto
32 Freyre, 1959; cf. Skidmore, 1964. 34 Aylmer, 1961, 1973; Stone, 1965.
33 Thompson, 1975, págs. 5-8. 35 Wootton, 1959, pág. 311.
46 Peter Burke
tenemos que comprimir los datos alguna vez, por mucho deCir, seleccionar las p regu n ta a resp °nder (diez J?[egun"
que intentemos construir categorías que los respeten lo tas en este caso) y categorizar las respuestas p°sibles de
máximo posible al tiempo que nos permitan llegar a íormü «perforable». Para la pregunta «¿Dónde ^ i 0
conclusiones. Los métodos cuantitativos del análisis de X ?» por ejemplo, había nueve respuestas des<de
encuestas no han introducido las categorías; simplemente «T acana» (perforar un orificio en la prim era posición de
hacen la tarea de clasificación más consciente. El ordena la primera columna), a «desconocido» (novena poíncmn
dor sólo acepta un « s í » o un «no» directo por respuesta. de la primera columna). A la pregunta «¿Calal era la
Si un historiador desea usar un ordenador o clasificador ■ ocUpación del padre de X ? » tamfuén había nueve res
de tarjetas, tiene que codificar los datos de forma que se puestas, desde «noble» a «desconocida»- y así sucesiva
puedan perforar en tarjetas IBM o en cinta4® mente. En total había sesenta y tres respuestas Posibles a
Mi -propio trabajo sobre la biografía colectiva de 600 las diez preguntas y el ordenador, equipado con un
artistas y escritores que trabajaron en la Italia renacentista pr0grama de análisis de encuestas e s ú ^ a r , im pnm ió las
es un buen ejemplo de los tipos de problemas relaciona sesenta y tres categorías horizontal y verticalm ente, de
dos con la codificación de la evidencia histórica. No me forma que para saber cuántos toscanos hafua en al grupo
basé ni en la población creativa total (que hubiera sido que fueran hijos de nobles, sófu había que leer a lo largo
imposible de definir), ni en una muestra aleatoria, sino de los dos ejes. . , ,
que seleccioné los 600 nombres más conocidos en sus U n punto que hay que destacar es la dificultad de
campos respectivos tomándolos de obras modernas es decidir, en algunos casos, qué categoría era la mas apr o
tándar de referencia. Se podría argumentar que hubiera piada. Por ejemplo, ¿el padre de M igual Angel se describe
sido mejor seleccionar a las 600 personas más famosas en mejor como «noble» o como «profesional»?. Es necesan o
su época, en vez de a las 600 más conocidas actualmente; eiegir. Si para una categoría determinada los casos margi
en otras palabras, más abogados canónicos y teólogos, y nales se acumulan y las opciones parecen í^ fu ^ a n ^ es
menos pintores. Sin embargo, esta opción hubiera sido mejor no usar esa categoría. Tenía pensado incluir una
inadecuada dado el problema original, que era explicar el pregunta sobre la psicología de los artistas y escritores
extraordinario florecimiento del talento en lo que deno usando categorías del siglo XVI como «m alancólico», pero
minamos el Renacimiento italiano. El enfoque cuantitati la abandoné exactamente por ese motivo. «Nacido en
vo simplemente me obligó a hacer explícitos los criterios T0scana» es un dato duro, que se puede tratar cuantitati
de selección implícitos de otros historiadores modernos. vamente sin distorsión; «m elancólico» es uno blando’ que
Después de seleccionar los nombres, el siguiente paso fue depende de las actitudes, valores y prejuicios de la
recoger información sobre cada individuo y grabarla en fu en te^ .
las tarjetas. El tercer paso fue codificar la información; es
44 Merton, 1948.
45 Thomas, 1971.
-----46 Shils y Young. 1953.
Sociología e historia 53
47 N elson, 1975.
54 PeterBurklJ
48-Burke,-4-974,
56 PeterBurke
51 Birnbaum, 1955,_________
52
Leach, 1954, introducción.
58 Peter BurKl
R ol social
58 C f. G ellner,1958.
Sociología e historia 61
59 Goffman, 1958.
60 Aries, 1960. ~
62
Peter Burke:
Sociología e historia 63
D esgraciadamente, no hay acuerdo sobre la defiJ co mo el sociólogo, intenta descubrir es la forma en que
Ci0n r est 0s tres tiP0S de estructura familiar. Una fon# están estructuradas las relaciones familiares. No obstante,
de tiefinirlos es en fu n cita del tamaño y la co rn p o su S es posible que el tamaño de la vivienda no revele esta
d ^ v m enda, que a menudo puede descubrirse analiza-? estructura. La familia no es sólo una unidad de residencia.
d°. los da,tos de censos y otras fuentes oficiales. Esta es lí También es, o puede serlo en ocasiones, una unidad
orientacion asociada con el Grupo de Cambridge par! S económica o jurídica. Un grupo de parientes puede po
Histon.a de la Poblaci0n y la Estructura Socialp y ¿ seer y explotar una propiedad en común. Es evidente que
paruim l^ con .peter L aslett, que distingue tres tipo! la familia también es un grupo con el que sus miembros se
pnnapalr* de vivienda famrliar. Está la «niVienda f a m iS identifican, con el que están unidos emocionalmente. Esta
simple>, que co„ sta de una «unidad fam iliar conyuaall multiplicidad de funciones plantea problemas tanto a los
como una pare; a casada o una viuda y sus hijos; § historiadores como a los sociólogos. Las unidades -econ0-
« v m enda familiar ampliada» (una unidad familiar conyu-' mica, legal, residencial y emocional claramente tienen
gal «ci)n la adici°n de Ezno o más parientes que no sean los puntos comunes, pero no es necesario que coincidan. Por
hijo<>»), y finalmente, la «vivienda familiar m últiple», qUe esto, es posible que un índice basado en la residencia no
mcluy e « dos o más unidades familiares conyugales 4 indique a los historiadores lo que más necesitan saber '
por parentasco o por m atrim onio»69^ sobre la estructura familiar en un lugar y un momento
El enfoque de la vivienda familiar es maravillosamente dados. Por ejemplo, unos parientes que vivan en casas
p r e c ia , per° sus peligros. En prim er lugar, puede separadas pueden vivir cerca unos de otros y verse prácti
ocurn r que ías diferencias entre las viviendas descrito camente cada día, una situación que llamó la atención en
nom° <<niúltiple;>, « am/ l iada» o «sim ple» no representen un estudio sobre la clase obrera del Este de Londre/h
nada más que fases del ciclo de desarrollo del mismo - Aquí, una casa «conyugal» coexiste con una mentalidad
gr‘upo domestico, que se amplía mientras la pareja joven «ampliada», al menos en lo que respecta a las relaciones
tiene hiios, y se contrae de nuevo cuando los hijos se de la esposa con su madre. En la Italia del siglo XV
pa^an y se trasladan- Este punto, que fue planteado encontramos una situación parecida, al menos entre los
pnm ero por los antrop0logos sociales, ha quedado de patricios. En Florencia, por ejemplo, los parientes nobles
mostrado claramente en un estudio sobre la familia cam
a menudo vivían m uy cerca, se reunían regularmente- en la
pesina en Austria en el siglo XVIII^0.
loggia familiar, actuaban como una comunidad económi
Una. segunda objeci0 n al tratado d e l . tamaño y la ca y colaboraban estrechamente en los asuntos políticos.
composici0n de, í a vivienda como un índice de la estructu La historia de la familia patricia en Florencia. (o Venecia,.
ra tfamiliar nos lleva de nuevo a la cuestión de la relación 0 Genova) no puede escribirse únicamente en relación a la
entre los datos duros y blandos. Lo que el historiador, vivienda7^ .
69 Laslett, 1972.
71 Young y Willmott, 1975.
70 Goody, 1958; Berkner, 1972.
72 Heers, 1974 ; Kent, 1977.
Socialización, desviación y control social ¿
75
Bourdieu,.1-972; Bourdieu-y-Passeron, 1977.
francés o del británico, o mejor, del sistema de aprendil
zaje, escrita en esos términos. Cuando se haya escrito á
historia, será más fácil juzgar las ventajas y los punto!
débiles del enfoque de Bourdieu. Lo mismo ocurre conlf
estim ulante y controvertido análisis que hace Basil Berni¡
tein de la socialización en códigos de habla «elaborados^
y «restringidos»76. Pero la lingüística retrospectiva apenáf
acaba de empezar. Lo más parecido que tenemos a u¡tí|
análisis de la «violencia simbólica» en el pasado quizá seas1
la obra reciente sobre los ataques del clero de la Contra?
rreforma en el siglo XVI a la religión popular y el procesé
por el que se persuadió a los campesinos para que viera¿
su cultura tradicional como «supersticiosa» e «idólatra»!
incluso «diabólica», y cambiaran sus normas77. *
Desde luego, no siempre se observan las normas. La;
«desviación», el término sociológico para el comporta
miento que viola las normas de un sistema social dado,,
tiene la ventaja de facilitar la comprensión de las actitudes,
hostiles hacia grupos tan distintos en los demás sentidos
como los locos, los criminales, los misioneros y los
revolucionarios. «Desviación» implica un consenso del
que algunas personas se desvían, pero el término no
coincide con la aceptación de una concepción consensúa!
de la sociedad opuesta a una concepción conflictiva. Se ha
sugerido que «los grupos sociales crean la desviación*
estableciendo las reglas cuya infracción constituye la;
desviación, y aplicando esas reglas a personas concretas y~
etiquetándolas como extraños»78. La conclusión sería que
la desviación debe verse en términos de un choque entre
dos grupos sociales con intereses y valores distintos, los
76 Bernstein, 1970.
77 Delumeau, 1971; Muchembled, 1978.
78 Becker, 1963.
eóquetadores (que tienen el poder) y los etiquetados (los
que no lo tienen).
La teoría de la «etiquetación» ofrecería otra perspectiva
útil para la brujería, tratada anteriormente (págs. 53, 58)
en términos de «función». Parece que no hay duda de que
las autoridades, en particular los inquisidores, crearon la
brujería en la Baja Edad M edia describiendo a las m uje
res sabias y a otras personas como heréticas y haciéndoles
confesar que estaban aliadas con el diablo. Esto no signi
fica que en este período nadie intentara dañar a otras
personas por medios sobrenaturales, sino sólo que los
maleficia de este tipo eran únicamente un elemento del
estereotipo de la bruja79.
La ventaja de analizar la caza de brujas en los siglos XVI
y XVII en términos de la etiquetación de los desviados es
que estimula a los historiadores a preguntarse quién está
etiquetando y por qué. De la misma forma, parece útil
estudiar el problema de los supuestos «mendigos de
constitución fuerte» (sturdy b egga rs) de la Inglaterra
isabelina en términos de los etiquetadores así como de los
etiquetados, y preguntarse por qué la clase dirigente veía
a los vagabundos sanos, que posteriormente serían descri
tos como «desem pleados», simplemente como holgaza
nes. En su famoso libro sobre la historia de la locura,
Michel Foucault también ha estudiado la locura desde un
punto de vista parecido. Foucault interpreta lo que él
denomina el «Gran Confinamiento», la fundación en
París en 1656 del Hópital Général para pobres y demen
tes, seguida de la fundación de hospitales similares en las
provincias, como «un ejemplo de orden, del orden mo
nárquico y burgués que se estaba organizando en Francia
durante este período», los primeros años de Luis XIV80.
79 Cohn, 1975.
80 Foucault, 1961.
Peter Burke’ Sociología e historia
73
83
81 Merton, 1949. 84 Roethlisberger y Dickson, 1941; Stouffer et al., 1949.
82 Davis, 1971; E. p. Thompson. 19T)_____________
Braudel, 1949, págs. 74V54.
^T entler, 1974.
74 Peter Burke*
..... >
«iiCTii■
un litan
Sociología e historia 77
90 Veblen, 1899.
91 Weber, 1920-1.
92 Parkin, 1971, págs. 40-7.
Sociología e historia 79
93
Ossowski, 1957, cap. 12.
94
Porshnev,- 1948i
80 Peter Burkc •
95 M o u s n i e r , 1 9 6 9 .
1
Sociología e historia 81
96-Daumard y Furet^l961.
97 Mousnier, 1964.
peter. $S ía e historia 83
ra social algo distinto. Se refiere al pueblecito de
dun entre 1525 v 1 7 XQ i , bleCito de Chat ■tY Thompson las resume en la paradoj a de « lucha de
Furer *. 1525 v l 789' Jgual que el estudio de Daur
Jases s in clases» ■ ., , ,
la evidenciI edae7od°mC0tnn m:oUndí0 d ;0rdeer: a:!bOI7 se Este breVe resumen de un tema controvertido, el mas
complicado conceptualmente de la historia social, sugiere
C O n ^ ^ n e ? . c o m o ig u a L s o c i l S Z 0 f i
te, sus CUatro categorías sociales básicas sOn 2 7 “ ! jos conclusiones provisionales . La primera es el argu-
r
Fmuerne cmáns S eqnUe lC e r r c e c a ^ t ¿ ¡t i Hjgnto de Ossowski de que las modelos opuestos pueden
n contribuir al análisis de la misma s ociedad . El utiÜzar
p es supére«res),nae.,tees in1oeso; 1conU PÓ StT y 7 ° reS * rou£¡ categ0rías del INS para analizar la sociedad parisina de
mas bajos (basses co u ch es/ « ’ V Ios estrat»S 1749 tiene la ventaj a de perm itir comparaciones y con
traSteS con el París de 200 aüos mas t arde. p or otra parte,
s á g ^ x Pír ur 's a;Iíjo;mmbíéFranc¡^ o a ^ c o : r aclorS: ^ ¿ un análisis en termmos de las categorías del siglo XVIII
ppermiite comprender mas fácilmente el comportamiento
c o n to a n tr^ d " 7 ^ ^ - n c / f e del Sigl0 xv m . De nuevo el modelo de «clase» y eí
U n ¡das» de 1aso dedad inglesaaen 1“d O Z f ”' Nacio" «; ‘ m0delo de «estado» d e s c u le n al usuario algunas de las
V la gentry sobre todos log demas 15on’ec|0n 1 relaciones soci aks en Francia en el siglo XVI11 al precio de
ounltar otras. Es poco probable que W eber, que hab' a
8 ^ , ^ Z Z Z 7^
var¡as profes¡oneIs gIoa ;C reaI ’ el que- ^llamado la atenctón sobre caso s de «acción de clase» en Ia
na se habían elevado.............. ■ h° ’ la ¡.gIcs¡a X Iomedid- Europa preindustrial, se hubiera sorprendido ante esta
Para el siglo xvC ;;noS^?etma^; ruaCi;re^°c,Cd°ercla conclusión.
a los grupos de |a l > . . ] de caracterizar Un segundo punto es que aunque ambos modelos nos
Thompson, que ha vueho sU Z d a m Í Edwaid ayudan a comprender ambos tipos de so ciedad, el model°
a «la formación de la Z anterior de grnpos de status parece especialmente apropiado para
P lebe» del siglo X V n t , obrera bnta" c a » , habla de «la las sociedades preindustriales y el modelo de clase para las
del XIX. u " K 0 en contras' e con la «clase obrera. industriales. Las deriniciones formales de la jerarquía,
conciencia de dase L o ' m Z j 0* P0rque carecía de social tienen mas peso en e1 primer caso , las definiciones
mas que ladCs:lod:r!•daa^0ll;doar rZdoandt0VCr;;Caltodovíopcsaba: informales en el segundo. La creciente interdependencia
solidaridad vertical no era r 0f Por otra Parte, la d: distintas regiones en la economía capitalista fav°rece
Plebe no se r e S ^ taen “ Z Z S Z namralmente el desarrollo de la conciencia de clase101.
rCVUeIt0S’ Pero tomobon distinta fo^noStq0ubeCI;:sdOdelHsOgl:
84 Sociología e historia 85
Peter Burke
co es aquel que administran funcionarios empleados en que estaban teniendo lugar en Alemania al mism°
jornada completa, nombrados mediante procedimientoS tiempo108.
formales (como exámenes), preparados especialmente pa Las preguntas de W eber también se han planteado
ra su trabajo, organizados en una jerarquía formal, utili respecto a la administración de la Europa preindustrial,
zando documentos escritos y actuando en áreas fijas de especialmente sobre Prusia en el siglo XVIII y sobre
jurisdicción. El sistema patrimonial puede definirse como Inglaterra en el XVII109. Con esto se ve que había una
lo contrario de todo esto, con funcionarios a tiempo tendencia a largo plazo hacia un sistema burocrático, pero
parcial, una organización informal, instrucciones orales, también que el cambio era muy lento. La Francia del elgfu
jurisdicciones confusas, y poca distinción entre lo público XVII, la Francia de Richelieu y Colbert, de Le Tellier y
y lo privado. Weber consideraba el sistema burocrático Louvois era, de acuerdo con los criterios de W eber uno
«racional» en oposición al «tradicional» y creía que el de los estados más burocráticos de Europa, pero perafuim
proceso de burocratización era una de las tendencias muchas prácticas patrimoniales. Richelieu, por ejempfu,
principales en la historia del capitalismo de tipo occiden c0nsideraba los documentos oficiales como su propiedad
tal, con el que estaba relacionado107. privada y en el testamento dejó muchos de ellos a su
Será obvio que las reformas administrativas de Gran Sobrina. Escogía a sus subordinados por razones persona
Bretaña en el siglo XIX, como abrir a concurso los puestos les, más que impersonales; es decir, no buscaba los hom
de la administración y la abolición del patronazgo, supo bres más capaces para cubrir un puesto, sino que intenta
nen un avance hacia lo que Weber denominó el modelo ba colocar a sus seguidores, sus clientes, sus «criaturas»»
«burocrático». Bajo la influencia de W eber, algunos his como decían en el siglo XVII n0- Si no hubiera actuado de
toriadores de la administración han estado haciendo re esta forma no habría sobrevivido políticamente. Neceel-
cientemente preguntas más sociológicas, los historiadores taba subordinados en los que pudiera confiar y, aparte de
de Prusia en particular, lo que es lógico puesto que el los parientes, sólo podía confiar en sus criaturas, iguel
sistema prusiano, como el chino, era una de las burocra que los príncipes sólo podían confiar en sus favorit°s
cias más famosas del mundo y sin duda influyó en la (véase la pág. 161). Por esto, los historiadores del gobierno
tipología de Weber. Así, un reciente estudio de la buro de la Europa preindustrial no sólo deben mostrar cuándo
cracia prusiana «en crisis» a mediados del siglo XIX y por qué surgió la burocracia, sino también analizar
adopta una perspectiva weberiana, centrándose en los cómo funcionaba el sistema patrimonial. En este área, los
modelos de reclutamiento y preparación, y en el desarro antropólogos sociales, que están m uy interesados en el
llo de «formas de pensamiento cada vez más racionales y funcionamiento del patronazgo y la facción, pueden ser
funcionales», relacionando la modernización de la buro
cracia prusiana con la industrialización y la urbanización
108 Gillis, 1971.
109 Rosenberg, 1958; Aylmer, 1961, 1973.
107 no Ranum, 1963.
W e b e r, 1 9 2 0 -1 .
90 Peter Burke
M entalidad e ideología
L. « •• • u iiiiiiiilllllin I mííTI
Sociología e historia 93
Le Goff, 1974.
94 Peter Burke
m v im iH ii ■■ii« «m u l l í itl 11
Sociología e historia 97
125
Goldmáññ, 1955!
126
Hay, 1975.
inconscientemente? ¿Acepta la clase dominante limitacio
nes jurídicas o religiosas a su propio comportamiento?
¿Todas las ideas de una sociedad dada sirven para justifi
car el orden social o algunas de las ideas (la científicas,
quizá, o las estéticas) son autónomas? El problema del
concepto de ideología es que, aunque no la exige, induce a
una forma elemental de reduccionismo en la que la reli
gión, el derecho y otras formas de cultura se consideran
simplemente como un mecanismo para mantener a la
clase dominante en el poder.
Es para evitar este reduccionismo por lo que algunos
teóricos han sustituido el concepto de ideología por el de
«hegemonía» cultural, un término utilizado por el mar-
xista italiano Antonio Gramsci para referirse a la acepta
ción por parte de las clases subordinadas de la cultura de
la clase dominante, sin que los gobernantes o los goberna
dos sean necesariamente conscientes de las consecuencias
o de las funciones políticas de su aceptación. «Lo decisi
vo», explica Raym ond W illiams en su exposición del
concepto, «no es sólo el sistema consciente de ideas y
creencias, sino el conjunto del proceso social vivido
organizado prácticamente por significados y valores espe
cíficos y dominantes», organizado de tal forma que «las.
presiones y los límites de lo que en últim o término puede
considerarse como un sistema económico, político y cul
tural específico nos parezca a la m ayoría de nosotros
como las presiones y los límites de la simple experiencia y.
el sentido común127.
La idea de hegemonía cultural es el punto de conver
gencia entre los historiadores que trabajan con una pers
pectiva de las «mentalidades» y los historiadores que
piensan en términos de ideología. Entre los historiadores.
' -i'
í
1
3
El cambio social
101
102 Peter Burke Sociología e historia 103
Pero ¿qué es exactamente el cambio social? El término perficial y mecánica, puede ser conveniente destacar el
es ambiguo. En su sentido más estricto puede definirse hecho de que en manos de Tarde y Veblen no fue ninguna
como «un cambio en la estructura social, por ejemplo, el de estas dos cosas. Ambos estaban interesados en las
tamaño de una sociedad, la composición o el equilibrio de diferencias de receptividad a la innovación. Veblen, por
sus partes, o el tipo de su organización» 13C\ En su sentido ejemplo, examinó la «propensión al préstamo» especial de
más amplio, el término abarca el proceso de cambio los alemanes, los escandinavos y los japoneses.
económico, político y cultural, en otras palabras, cual No obstante, en un breve capítulo probablemente sea
quier alteración de la estructura. Este capítulo se centrará mejor que nos limitemos a desmenuzar los dos modelos
en la definición estricta, pero en ocasiones nos desviare principales de cambio social que se usan actualmente, el
mos a la periferia. modelo del conflicto y el de la modernización, Marx y
Como las filosofías de la historia, de las que no es Spencer.
posible separarlos completamente, hay varios modelos
principales de cambio social. Bien son cíclicos, como el
modelo de Sorokin de las «fluctuaciones» sociales y El m od elo d e S pencer
culturales, o el de Toynbee, el de Spengler, o los modelos
existentes en el Renacimiento, y en Grecia y Rom a; o son «Spencer» es una abreviatura conveniente para el mo
lineales, como las filosofías de la historia judeocristiana y delo de «m odernización», que pone de relieve su interés
marxista. Bien destacan los factores internos del cambio y por la «evolución» social. La evolución social podría
utilizan metáforas orgánicas como «crecim iento», «evo definirse como el cambio social gradual y acumulativo
lución», «enfermedad» «decadencia», o ponen el acento («evolución» opuesta a «revolución»); esencialmente de
en los factores externos y utilizan términos como «difu terminado desde dentro («endógeno» opuesto a «exóge-
sión», «préstamo» e «im itación». A comienzos de este no»); y que implica lo que frecuentemente se denomina
siglo eran populares los modelos difusionistas. No sólo «diferenciación estructural», el cambio desde lo simple,
los preferían los arqueólogos y los antropólogos, sino genético e informal a lo complejo, especializado y formal,
también los sociólogos como Gabriel Tarde, cuyo libro o en las propias palabras de Spencer, desde la «homoge
T e Laws o f Irnitation■(«Las Leyes de la' Imitación») neidad incoherente» a-la «heterogeneidad coherente». En
(1890) le llevó a una controversia con Durkheim, y términos generales, éste es el modelo de cambio social
Thorstein Veblen, cuyo estudio Im perial G erm any and empleado por Durkheim y Weber.
the Industrial R evo lu tio n "(«La Alem ania Imperial y la Durkheim, que no estaba de acuerdo con Spencer en
Revolución Industrial») (1915) se centraba en el concepto muchos puntos, sí le seguía en su descripción del cambio
de «préstamo». Como actualmente se condena con fre social en términos esencialmente evolutivos. Lo interpre
cuencia al d.ifusionismo, por considerarlo una teoría su- taba como la sustitución gradual de la simple «solidaridad
mecánica» (la solidaridad de lo similar) por la compleja
«solidaridad orgánica» (la solidaridad de lo complemen
Ginsberg, 1958.- tario), gracias a la creciente divisíofrdel trabajo en la
4
104 Peter Burke
Sociología e historia 105
sociedad 13h Por otra parte, Weber tendía a evitar la y el precedente. En la sociedad moderna, las personas son
palabra «evolución», pero en todo caso interpretaba la
muy conscientes del cambio y las acciones se legitiman en
historia universal en términos de la tendencia gradual virtud del progreso. A estas distinciones básicas se han
pero irreversible hacia formas más racionales, complejas e añadido todo tipo de contrastes. Algunos sociólogos han
impersonales de organización social como el capitalismo sugerido que la cultura de la sociedad tradicional es oral,
y la burocracia. Por lo tanto, no es difícil hacer una religiosa y mágica, mientras que la cultura de la soci edad
síntesis de Weber y Durkheim en cuanto al cambio social, moderna es escrita, secular y científica, y que la familia
y esto es precisamente lo que han hecho teóricos contem ampliada es la dominante en el prim er tipo de sociedad,
poráneos de la modernización como Talcott Parsons. mientras que la nuclear es dominante en el segundo.
Sería injusto presentar su teoría de forma simplificada y El proceso por el que las sociedades del prim er tipo han
después criticarla por simplificación. Parsons ha distin dado paso a las sociedades del segundo se- suele ver
guido cinco tipo^ de sociedad en una secuencia evolutiva
como un proceso de desarrollo desde dentro en el que el
desde la «prim itiva», pasando por la «primitiva avanza entorno exterior sólo actúa para proporcionar el estímulo
d a , «arcaica» e «intermedia avanzada», hasta la «moder
a la «adaptación». El cambio social se resume en términos
na» 1313213. Pero no sería injusto decir que los teóric0s de de urbanización, secularización y diferenciación estructu
la modernización han tendido a presentar la «sociedad
ral. No obstante, se reconoce que los distintos sectores de
tradicional» y la «sociedad moderna» como dos tipos la sociedad no cambian al mismo ritmo. Como la socie
antitéticos en las líneas siguientes. En la «sociedad tradi- dad está compuesta de partes mutuamente dependientes,
* cional» la jerarquía social se basa en el nacimiento ( «ads un cambio en un sector requiere cambios en los otros, y
cripción» ), y la movilidad social es baja. Por el contrario, hasta que esos cambios tienen lugar hay un desajuste o
en la «sociedad moderna», la jerarquía se basa en el logro «desfase cultural» temporal134^
y la movilidad es alta^^ En la sociedad tradicional cada
Las conexiones entre este modelo de cambio social y los
uno vive en una comunidad personali zada (Gemeins- modelos actuales de crecimiento económico y desarrollo
ch a ft) . Después de la modernización, todos viven en una político están suficientemente claras. Los teóricos del cre
sociedad impersonal (G esellschaft) y la vida social esta
cimiento económico han destacado el «despegue» desde
organizada formando una variedad de ' asociaciones vo
una sociedad preindustrial estática a una sociedad dinámica
luntarias para fines específicos. En la sociedad tradicional, en la que el crecimiento es el estado normal y «el interés
las personas no son conscientes del cambio o son hostiles compuesto se incorpora, por así decirlo, a sus hábitos y es
a él, y las acciones se legitiman en virtud de la costumbre tructura institucional» 135- Los teóricos del desarrollo político
observan el aumento de «participación» política (o, usando
un término más pasado de moda, de «democracia»), así ■
131 Durkheim, 1893; cf. Zukes, 1973, cap. 7. como el aumento de la burocracia estudiado por Weber.
132 Parsons, 1966.
133 Compárese la distinción entre «estados» y «clases», pags.
m Ogburn, 1923, págs. 200-1.
77 y ss.
Rostow, 1960.
106 Peter Burke Sociología e historia 107
Los historiadores no son los únicos que ven defectoS en los siglos XVI y XVII han sugerido que estas sociedades
este modelo, pero los historiadores de las sociedades cada vez eran menos móviles, pasando del logro a la
tradicionales complejas como la Roma imperial, la China adscripción en vez de al contrario. Los historiadores de
Ming y la Francia borbónica suelen sentirse particular Europa Oriental en el mismo período observan una
mente incómodos con «Spencer». El modelo se elaboró decadencia más que un auge de las ciudades, el comercio
en los años 50 con referencia especial al cambio en los y la burguesía. En resumen, el hecho de que «urbaniza
países «subdesarrollados» (como se les llamaba en aquel ción», «secularización» y, sobre todo, «diferenciación
momento) y con alguna referencia a la industrialización estructural» sean términos de procesos sin sus contrarios
del siglo XIX, pero prestando poca atención a la historia nos dice más sobre los supuestos de los sociólogos que
anterior a 1800. «La sociedad tradicional» era una especie sobre la naturaleza del cambio social.
de categoría residual, definida como lo contrario de la El término «modernización» sugiere un proceso lineal,
sociedad en la que vivía el sociólogo. No es extraño que pero los historiadores intelectuales son muy conscientes
los historiadores de la Europa preindustrial hayan visto de que la palabra «moderno» (que ya se usaba en el
que el modelo no es adecuado para las sociedades que período que denominamos la «Edad M edia») ha tenido
estudian. En particular, han expresado tres tipos de du significados m uy diferentes en distintos momentos. La
das: sobre la dirección, la dinámica y la explicación del forma en que Ranke y Burckhardt que creían que la
cambio social de acuerdo con ese modelo. modernización («la historia moderna») empezó en el
En primer lugar, el cambio social no siempre es un siglo XV, emplearon el concepto, hoy parece curiosamen
movimiento desde la simplicidad a la complejidad. La te anticuada. Ranke destacaba la construcción de los
historia no es «una calle de una dirección»136. Desde la estados y Burckhardt el individualismo; ninguno de los
Revolución Industrial las tendencias sociales suelen ser dos tiene nada que decir sobre la industrialización. H a
tendencias hacia la complejidad, pero sería erróneo basar biendo heredado esta tradición, los historiadores del siglo
una teoría universal simplemente en dos siglos de la XX se han visto obligados a acuñar el término contradic
historia del mundo. Los especialistas en períodos anterio torio de «moderno temprano» para referirse al período
res no tienen dificultades para señalar cambios en el entre el final de la Edad Media y el comienzo de la
sentido opuesto. Los historiadores de la últim a época del ' Revolución Industrial. El problema de la modernidad es
Imperio romano y de las «invasiones bárbaras» general que cambia constantemente.
mente analizan el cambio social en términos de la deca Una crítica más precisa a algunas versiones del modelo
dencia de las ciudades, las descentralización o el colapso de Spencer se centra en su interpretación de la historia de
del gobierno, y la sustitución de actitudes seculares por la familia, especialmente en Europa, vista como la historia
otras místicas, que es lo contrario del modelo de la de la contracción gradual desde el «clan» (en el sentido de
modernización. Los historiadores de España e Italia en un grupo numeroso del mismo linaje) a principios de la
Edad Media, pasando por la familia indivisa o unida de la
época moderna, hasta la familia conyugal o nuclear carac
136 Stone, 1977, pág. 666. terística de la sociedad industrial. La teoría de la «nuclea-
108 Peter Burke Sociología e historia 109
rización progresiva» ha sido puesta en tela de juicio por ral necesariamente el mismo cambio? El modelo de Spen-
los historiadores, especialmente por Peter Laslett, que ha cer hace poca referencia a la dinámica del cambio y esta
señalado que el tamaño de la vivienda familiar en Inglate falta de análisis explícito nos induce a asum ir una direc
rra apenas varió de una media de 4,75 entre los siglos XVI ción única. Hace que el proceso de modernización apa
y XVII, y que, en general, las viviendas de este tamaño rezca como una secuencia regular, uniform e y virtual
eran características de la m ayor parte de Europa y Japón mente automática de fases, como si todo lo que las
desde hacía tiempo137- sociedades tuvieran que hacer fuera subir por una escalera
El tamaño de la vivienda familiar no es la única forma automática. El estudio de Rostow de las cinco etapas del
de medir las unidades familiares (véase p ág. 166) y La- crecimiento económico, desde «la sociedad tradicional»,
wrence Stone ha propuesto para Inglaterra una versión pasando por el «despegue», hasta «la edad del consumo
revisada de la teoría de la nuclearización, según la cual la masivo», es un ejemplo inusualmente explícito del m ode
«familia de linaje abierta» dominante a finales del sig lo XV lo de la escalera automática. Puede compararse con el
y principios del XVI fue sustituida primero por la «familia enfoque del historiador económico. Alexander Gershen-
nuclear patriarcal restringida» y después, en el siglo XVIII, kron. En su famoso ensayo sobre «Retraso económico en
por la «familia nuclear doméstica cerrada»138- Pero esta la perspectiva histórica», Gershenkron sostiene que los
opinión ha sido cuestionada por Alan Macfarlane, que últimos países en industrializarse, como R usia, no encaja
sostiene que no sólo la familia nuclear, sino también el ban en el modelo de los que 'se industrializaron prim ero
trabajo asalariado y la propiedad individual, ya existían como Gran Bretaña. En los últimos el papel del Estado
en Inglaterra en el siglo XIII; en otras palabras, que la fue más importante y la motivación del beneficio menor.
Inglaterra medieval era «una economía capitalista de mer Los últimos en llegar no podían seguir el modelo de los
cado sin fábricas» 139^ Esta conclusión sugiere que no' primeros precisamente porque eran los últim os, y tenían
debemos pensar tanto en términos de las consecuencias prisa por alcanzar a los primeros en industrializarse14^
de la industrialización para la sociedad, como del ajuste De nuevo, en su modelo de modernización basado en
entre la estructura social y la industrialización. Parece que las comunicaciones, una variante de Spencer, Daniel Ler-
las estructuras sociales tradicionales han sido más varia ner ha afirmado141 que:
das y también más resistentes al cambio de lo que permite
el modelo de la modernización. En todas partes...la creciente urbanización ha tendido a aumen
En segundo lugar, ante este modelo, los historiadores tar la alfabetización; el aumento de la alfabetización ha tendido
han expresado dudas sobre la dinámica del cambio social. a incrementar el acceso a los medios de comunicación; el
¿Siguen los cambios que tienen la misma dirección gene creciente acceso a los medios de comunicación ha «ido con» una
participación económica (renta per cápita) y política (votacio-
•«ífilV *» m*
110 Peter Burke
í
112 Peter Burke
El m odelo de Marx
150
Moore, 1966; Anderson, 1974a, 1974b.
116 PeterBurke
«te
121
Sociología e tastom
120 Peter Burkl'
y los pobres estaba aumentand° en este períod°. En la
le interesaba a Braudel en este extenso libro no era Felipe última parte del siglo XVI, tanto en el im perio O tomano
l ! m siquiera el Mediterráneo, sino la naturaleza. del con en el Habsburgo, d a sockded tendía a l a n z a r s e
tiempo. Braudel sugiere que los cambios tienen lugar a por una parte en una nobleza rica y fuerte que se habia
distintas velocidades y que conviene distinguir tres de reconstituido en dinastías poderosas que teman inmensas
estas velocidades en particular. Dedica una sección de su propiedades y, por otra, en una gran masa cada vez más
libro a cada una. Está el tiempo que transcurre rápida numerosa de pobres y desheredados». .
mente de los acontecimientos, el tema de la hist0ria El último pasaje puede recordar a M arx por _quien
narrativa tradicional (histoire é v é n em en tielle); el tiemp0 Braudel tiene considerable respeto, pero hay una deferen
de los «si stemas económicos, estados, sociedades y civili cia importante entre sus opiniones sobre el siglo XV I.
zaciones», con sus «ritmos lentos, pero perceptibles» Braudel no piensa en términos deí ascenso de la burgue-
(histoire co n jo n d u relle); y, finalmente, la historia del sla. Por el contrario, está interesado en lo que denom ina
hombre en relación a su entorno, «una historia cuyo paso la «defección de la burguesía» o su «bancarrota» (fa lllte
es casi imperceptible... una historia de repetición constan de la bou rgu eoíse). En este p e r ic o los del
te, de ciclos recurrentes» (hístoíre structurale). mundo mediterráneo frecuentemente abandonaban el ^co
La primera parte del libro, dedicada a la historia del mercio, adquirían tierra, se comportaban como nobles Y a
entorno («geohistori a», como la denomina Braudel algu veces compraban títulos de nobleza. En términos de la
nas veces), es la mas revolucionaria, pero es la segunda teoría de la modernización, el perlodo fue menos «m *-
. parte la que mas nos interesa aquí, pues trata de «los derno» que el que le precedió. De hech°,_ Braudel ^e*1^ a
sistemas económicos, los estados, las sociedades y las pensar no en términos de progreso, sino de Ciclos, la
civilizaciones». «Si la expresión no se hubiera desvi ado de alternancia de fases de expansión y de fases de contrac
su significado», escribe Braudel, «se la podría llamar ción, «fases A» y «fases B» utilizando el lenguaje de
historia social». Historia social en el más amplio de los Frangois Simiand, un economista-historiador de p rin a-
dos sentidos de cambio social examinados anteriormente pios del siglo XX que ha tenido en Francia una m íluencia
(pag. 101). En esta parte de su libro Braudel trata de la considerable. Si El M editerráneo ilustra alguna teoría
explosión de población y la revolución de los. precios del sociológica del cambio ■es la de Pareto, cuya «circulaci° n
siglo XVI. Analiza las estructuras políticas, sugiriendo que de las élites» implicaba la alternancia de « especuladores»
en este período, a diferencia del que le precedió y del que y «rentistas», más que la de M arx.
le siguió, la historia favoreció unidades políticas grandes Para un historiador, una de las c rític a más obvias y al
como los imperios Otomano y Habsburgo. También mismo tiempo más fundamentales de los modelos so a o -
trata de la difusion del arte y las ideas, y de la resistencia a lógicos del cambio es que son demasiado superficiales, en
la difusion, como la resistencia del mundo mediterráneo el sentido de que ponen demasiado énfasri en los procesos
al protestantismo. Una sección del libro está dedicada al a corto plazo, una generación meramente unos
cambio social en el sentido estricto del término, con la años. A pesar de su interés o fid d por el reinado de Felipe
Hustorta-dedam ohkza^krdeur^uesía-yriesq^ehresT-La-tesi^ II (1556-98)7 la obra deBraudel es-el libro mas imp.ortante
basica de Braudel es que la distancia social entre los ricos
122
Peter Burke
a situar en el otro lado de la escala. Le acompaña un breve
artículo en el que Braudel hace explícitas sus opiniones
sobre la importancia del proceso a largo plazo (la longue
d u rée) e intenta abrir un diálogo con las ciencias
sociales158.
W illiam H. McNeill también se ha interesado por la
historia del Imperio Otomano, pero desde un punto de
vista algo distinto, concentrándose en lo que denomina
«la frontera esteparia de Europa». McNeill admira mucho
a Braudel, pero su libro159 tiene al menos la misma deuda
con un predecesor americano, Frederick Jackson Turner
(véase las págs. 25-6). Puede que no sea casualidad que
el autor del libro fuera del Medio Oeste.
El tema principal de McNeill es la relación cambiante
entre el centro y la periferia del Imperio Otomano y en
este marco construye su modelo de cambio social. Su tesis
es que «el centro podía sostener un poder militar organi
zado a gran escala durante un período de tiempo prolon-
.gado sólo con la rapiña de las comunidades periféricas, al
mismo tiempo que mantenía una base segura». Esto
significaba que el imperio estaba obligado a la conquista
continua. El botín obtenido evitaba que el régimen opri
miera al campesinado de las provincias centrales. Además
— aunque McNeill podría destacar este punto algo más—
el denominado «tributo de niños» que se recogía de la po
blación cristiana sometida permitía el funcionamiento de
un sistema centralizado de meritocracia (véase la pág. 85).
No obstante, en algún punto tenía que cerrarse la
frontera y detenerse la conquista, aunque sólo fuera por
razones logísticas. «El único límite efectivo a la expansión
del poder turco», sugiere McNeill, era la distancia a la que
■we- Barriés,“í95"4.
Sociología e historia 125
lll
^Sociología e historia 127
126 Peter Burke
cripción de Le R oy Ladurie del cambio social que en la de ■medieval, radica en su presentación de un modelo de
cambio social en el que la población desempeña una parte
Braudel. Le R oy Ladurie se centra en el conflicto s0cial y
en la protesta social para mostrar cómo percibían los v i tali63_
El cuarto y último estudio monográfico a examinar
contemporáneos el cambio social y cómo reaccionaban
ante éste. En la fase A, la fase de expansión, habla de los aquí también es francés, Los v en cid o s, los in dios d el p erú
carnavales en la ciudad de Romans, en Dauphiné, el año -fren te a la conquista española, de Nathan W achtel. Este
1580, durante los cuales los artesanos y los campesinos ; análisis de la conquista española del Perú trata de la
declararon que «los ricos de su pueblo se habían enrique . «crisis provocada por la conquista» y el proces° de
cido a costa de los pobres». En la fase B, la fase de cambio social en Perú entre 1530 y 1580. Los términos
contracción, Le Roy Ladurie analiza la revuelta de Viva clave del modelo de W achtel son «desestructuración» y
rais en 1670, con la consigna tradicional de «Larga vida al " «aculturación».
rey, abajo los cobradores de impuestos», como «una Por «desestructuración» se entiende la ruptura de los
reacción instintiva más que racional a la crisis rural». vínculos que unían a las distintas partes del sistema social
No nos quedamos con la impresión de que esas protes tradicional en un todo. Algunas instituciones y costum
tas tuvieran un impacto apreciable en el curso del cambio bres sociales sobrevivieron después de 1530, pero la vieja
social. No obstante, en un análisis de un libro sobre la estructura se desintegró. El tributo sobrevivió, por ejem
política del Sarthe (una región noroccidental francesa que plo, pero sin el antiguo sistema de redistribución por el
vota a la derecha mientras sus vecinos votan a la izquier Estado del que había formado parte. Los jefes locales
da), Le Roy Ladurie señala que los acontecimientos, en este sobrevivieron, pero su relación con el gobierno central y a
caso la contrarrevolución local de 1793, pueden destruir no era la que había sido en los días de los incas. L a
las estructuras tradicionales y crear otras nuevas que religión tradicional sobrevivió, pero se convirtió en un
persistan durante siglos. El acontecimiento puede ser una culto no oficial, en realidad un culto clandestino, que los
* 1¿1 misioneros españoles consideraban una «idolatría» e hi
«m atriz» .
Si hay una lección general a extraer del libro sobre el cieron todo lo posible por desarraigarlo.
Languedoc, es que en las sociedades preindustriales el ¿Cómo reaccionaron los incas ante este proceso de
factor más importante en el cambio social es el crecimien desestructuración? W achtel analiza sus respuestas en tér
to o descenso de la población. Esta es una conclusión minos de «aculturación», que él define (en un artículo que
hacia la que han evolucionado un grupo de historiadores hace su modelo más explícito) como el contacto de
franceses, incluyendo marxistas como Pierre Vilar y Guy culturas en una situación en la que una sociedad es
Bois161162. El valor del libro de Le Roy Ladurie sobre el dominante y la otra subordinada^4. Algunos indios acep
Languedoc, como el estudio de Postan sobre la Inglaterra taron los valores de sus conquistadores, aunque la acepta-
m c n s k M 'iiiiiiiiiiiliiill l i l i l í
128 129
Peter Burke Sociología e historia
c¿ón aparente acu n as veces cubre la persistencia cori político del contacto cultural (basándose en la teoría de
Ciente 0 mCOnsciente, de las formas tradicionales cle nJ:., Gramsci de la hegemonía cultural), su distinción entre
samiento. E 1 cromsta Gua:nan Poma de Ayala, por e*e,ri.~ forma cultural (categorías, modelos) y contenido (infor
p 1^ rnsm o una gran cant:nad de información ocdcfomJ mación), y su interés por las formas en que los miembros
en su descn pcion de perú, pero las categorías fundamen- de dos culturas se perciben recíprocamente dan nuevas
ales de su pensamiento, tales Como Su concepcfon del posibilidades al antiguo modelo de aculturación.
espacio y el ; iempo, sigui eron siendo indígenas. Lo im La obra de Wachtel converge con la de otros antropo -
portante aqrn' no s0lo es el contacto objetivo de culturas- logos e historiadores. W alter Neale y Bernard Cohn han
smo un d emento su bJ etivo, colectivamente subjetivo eS destacado la repercusión de la m capacidad britafuca para
la imagen que Ia cultura subordinada tiene de la Comprender la naturaleza' de la sociedad india tradicional
cultura de los conqmstadores, la «visión de los vencidos» en el proceso de cambio social en la India del siglo XIX.
cor:io 1a 11ama Wach tel. Tambie n es necesario destacar k L0s zamindars, por ejemplo, en cierto sentido co bradores
variedad de reaca oneS ante los españoles y su cultura de impuestos, eran considerados y tratados como terrate
Algunos mdios asim ilaron la cultura española, miemnas nientes porque los miembros de la Compañía de las
que otros se resistieron a la aculturación con la revuelta ,Indias Orientales pensaban en términos del sistema britá
c0mo eí caJso ide Ios que Participaron en el movimiento nico de terratenientes y arrendatarios. Este malentendido
n:iilenano de Taqui Ongo en defensa de los dioses tradi sobre la estructura social condujo necesariamente al cam
cionales. Otros cambiaron para poder seguir igual, como bio en ésta, dado el elemento subjetivo de la estructura
|os araucanos, que adoptaron el caballo para poder hacer social y la posición dominante de los británicos166.
frenm mejor a los españoles que lo habían introducido. Una reciente aportación de interés es la 'adaptación del
uede parecer extraño proponer que los sociólogos v modelo de aculturación por los historiadores franceses
los antr°p ólogos utilicen el modelo de aculturación de . para analizar su propia sociedad. Robert Muchembled ha
Wachtej, puesto que el término «aculturación» fue acuña estudiado la «aculturación del mundo rural» en el noreste
do onginalmente por los antropólogos (en Estados Uni francés a finales del siglo XVI, observando que la persecu
dos, a fmales del siglo x ix ) y la m ayoría de ellos ya no lo ción de las brujas coincidió con el ataque de la Contrarre
consideran seriamem e165. No obstante, Wachtel es más forma a la «idolatría» y con el aumento de la alfabetiza
que. simplemente un caso interesante de desfase discipli- ción en el campo. El centro estaba intentando convertir a
nano. Como ocurre con frecuencia en los casos de con la periferia, los gobernantes intentaban cambiar los valo
tacto entre discipl1nas, así como entre culturas, los histo- res de los gobernados. En ese sentido, no hay mucha
nadom shan transformado lo que tomaron. Wachtel no es diferencia entre Perú y el Cambrésis167. En The Peasants
un simple difusionista. Su interés por el contexto social y o f L an gu edoc («Los Campesinos del Languedoc») se
165
Para una
jyéa_seJFo^ster,_156Cfuotra^exploración_ 166 W. C. Neale, 1957; Cohn, 1961.
de las consecuencias de la conquista españfua. 167 Muchembled, 1978.
130 Peter Burke
135
*■'” Yeter lSurke 13/
{Sociología e historia
127-50. [Edición española: El fin de las ideologías , Tecnos ‘ B0urdieu, P. Esquisse d’une théork de la, pra,tique,■París 1972.
Madrid, 1964J. ’
Bourdieu, P. y Passeron, J. C. La Répr°duction socia,le, París
Bell, Q. «Confomity and nonconformity in the fine arts», en 1970. [Edición española: La reproducción , Laia, ' 1981].
Culture and Social Character, eds. S.M. Lipset y L. Lowent- Braudel, F. La Méditerranée, París, 1949. [Edición española: El
hal, Nueva York, 1961, págs. 389-403. Mediterráneo y el mundo Mediterráneo, F°nd° de Cultura
Bdlah, R. N. «Durkheim and history», American Sociological
Económica, 1976].
Review, 1959, vol. 24, reimpreso en Emile Durkheim, ed. R. Braudel, F. «Histoire et sociologie» (1955), reimpreso en sus
A . Nisbet, Englewood Cliffs, 1965, págs. 153-76.
_ Ecrits sur l’histoire, París, 1969, págs. 97-121.
Bendix, R. Max Weber, an Intellectual Portrait, Nueva York, Braudel, F. «Histoire et sciences sociales», Annales ESC, v°l.
1960. [Edición española: Max Weber, Amorrurtu Editores 13, 1958. [Edición española: La Histofia y las Ciencias Socia,-
1979]. ’
Bendix, R. « The comparative analysis of historical change», en les, Alianza Editorial, 1982].
Burke, P. Culture and Society in Rennaisancc h a ly , Londres,
Social Theory and Economic Change, eds. T. Burns y S. B.
Saul, Londres, 1967, 'reimpreso en Scholarship and Partisans- 1972.
Burke, P. Venice and Amsterdam, Londres, 1974.
hip, eds. R. Bendix y G. Roth, Berkeley, 1971, págs. 207-24, Burrow, J. Evolution and Society , Cambrldge, 1966.
Bendi^ R. y Lipset, S. M. «Karl Marx’s theory of social Cahnman, W. y Boskoff, A. Sociology and History, Glencoe>
classes», en Class, Status and Power, eds. R. Bendix y S. M.
Lipset, Glencoe, 1953, págs. 26-35. [Edición española: Clase, 1964. . . , .
Castiglione, B. II Cortegiano, Venecia, 1528. [Varias traducci0-
estatus y poder, Euramérica, 1972].
Berger, P. Invitation to Sociology, Nueva York, 1963. nes españolas].
Chapin, F. S. Contemporary American Institiiticm^ Nueva
Berkner, L. K. «The stem family and the developmental cycle of
the household», American Historical Review, 1972, vol. 76, York, 1935.
pags. 398-418. Clarke, D. L. Analytical Archeology, Londres, 1968 [EdiCión
española: Arqueología analítica, Bellaterra Ediciones, 1984].
Bernstein, B. «Social class, language and socialisation», en su Cochran, T. C. Railroad Leaders, 1845-1890, Cambridge Mass.,
Class, Codes and Control, vol. 1 , Londres, 1970, pa gs. 170
87. 1953. ■ . t
Cohn, B. S. «From Indian status to British contract», J w m a l of
Birnbaum, N. «Monarchs and sociologists», en Sociological
Economic History , •1961, vo1. 21, págs. 613-28
Review, 1955, vol. 3, reimpreso en su Toward a Criticad Cohn, B. S. «An anthropologist among the historians», South
Sociology, Nueva York, 1971, págs. 57-80. [Edición española:
Hacia una sociología crítica, Edicions 62, 1974]. Atlantic Quarterly, 1962, vol. 61, págs. 13-28
Cohn, N. Europe’s Inner Demons, Londres, 1975. [EdiCión
Bloch, M. Les Rois thaumaturges, París, 1923. española: Los demonios familiares de Europa, Adún^ Edi
Bloch, M. «Pour une histoire comparée des sociétés européen-
nes», Revue de synthese historique, 1928. ■ torial, 1980].
C0llingw00d, R. G. «Human nature and human history»
Bloch, M. La Société féodale, 2 vols., París, 1939-40. i (1935), reimpreso en su The Idea o f History, Oxford, I946,
Bois, G. Crise du féodalisme, París, 1976.
Bois, P. Paysans de l’ouest, París, 1960. i págs. 205-31.
¡ Collini, S .' «Sociology and idealism in Britain, 188°-192°»,
Bos^ J. The English Catholic Community 1570-1850, Lon I European Journal o f Sociology., 1978, vo1. 10, págs- 3-5°. ^
dres, 1975.
| C0mte, A. Cours de philosophie positive, 1864, v°l. 5, París.
U'J
138 Peter Burke Sociología e histoiru
[Edición española: Curso de filosofía positiva, Magisteri0 Eisenstadt, S. N. Tradition, Chrnge and Modernity, Nueva
Español, 1977]. York, 1973.
Couturier, M. Recherches sur les structures sociales de Cha- Elias, N. Ueber den Prozess der Zlvúisatlon, 2 vols., Basilea
teaudun, París, 1969. 1939.
Dahrendorf, R. Soziale Klassen und Klassenkonflikt in der Elton, G. R. The Practice o f History, Londres, 1967.
industriellen Gesellschatf, 1957. [Edición española: Las clases Erikson, K. T. «Sociology and the historical perspective», The
sociales y su conflicto en la sociedad industrial, Rialp, 1979]. American Sociologist, 1970, v°L 5, págs. 331-8.
Daumard, A. y Furet, F. Structures et relations sociales a Paris, Evans-Pritchard, E. E. Witchcraft Oracles a n d Mag icam ong the
París, 1961. Azande, Oxford, 1937. [Edición esp añ o l B ^ l a , magia y
Davis, N. Z. «The reasons of misrule» Past and Present, 1971, oTÓculos entre los Azande, Anagrama, 1976].
n. 0 50, rei mpreso en su Society'and ■
Culture in Early Modern Febvre, L. Le Probleme de l’incroyance au 16e ñecle,
France, Londres, 1975, págs. ' 97-123. 1942. .
Delumeau, J. Le Catholicisme entre Luther et Voltaire, París, Foster, G. Culture and Conquest Chicago, 196°.
1971. [Edición española: El catolicismo de Lutero a Voltaire, Foulcault, M. Folie et déraison, París, 1961
Labor, 1973]. Frank, A. G. Capitalism and Underdevelopment in Latin Ame
Dening, G. M. «History as a social system», Historical Studies, rica, Nueva York, 1967.
1971-3, vol. 15, págs. 673-85. - Freyre, G. Ordem e Progresso, Río, I'959.
Dibble, V. K. «The comparative study of social mobility»; Furetiere, A. Le Roman bourgeois (1666), en Romanciers du 17e
Comparative Studies in Sociology and History, 1960-1, vol. 3, siecle, ed. A. Adam, París, 1958, págü. 900-1104.
págs. 315-9. Gellner, E. «Time and theory in social anthropology» (1958)>
Dilthey, W. Einleitung in die Geisteswissenschaften, Leipzig, reimpreso en E. Gellner, Cause and Me.ani.ng in the S°cial
1883. [Edición española: Introducción a las ciencias del espíri Sciences, Londres, 1973, págs. 88-106.
tu ! Alianza Editorial, 1980]. Gershenkron, A. «Economic backwardness in historical pers-
Donajgrodzki, A. P. Social Control in Nineteenth-Century pective» (1956), reimpreso en A. Gershenkron, F.conomic
Britain, Londres, 1977. Bdckwardness in Historical Perspecciv e , Cambridge, Mass^
Duby, G. «The diffusion of cultural patterns in feudal society», 1962, págs. 5-30. [Edición española: El atras° económico en
Past and Present, 1968, no. 39, págs. 1-10. su perspectiva histórica. Arlol. 1968].
Duby, G. Les Trois Ordres, París, 1978. [Edición española: Los Gilbert, F. «The professionalisation of history», en íiiütory, ed.
tres órdenes o lo imaginario del'feudalismo, Petrel; 1979]. ■ J. Higham, .Englesacd. Cliffa, 1965, p ^ s. 320-39. .... _
Durkheim, E. De la división du travail social, París, 1893. Gillis, J. The Prussian Bureaucracy in Crisis 1840-6°, Stanford,
[Edición española: La división del trabajo social, Akal Ed., 1971. .
1982]. Ginsberg, M. «Social change», British ] otnmal o f Soa°logy,
Durkheim, E. Les Regles de la Méthode sociologique, París, 1958, vol. 9, págs. 205-28.
1895. [Edición española: Las reglas del método sociológico, Gluckman, M. Custom and Conflict: in Africa, Oxford, 1955.
Akal Ed., 1978]. Goffman, E. The Presentation o f Self in Everydag U fl, Nueva
Eisenstadt, S. N. The Political Systems o f Empires, Glencoe, York, 1958. [Edición española; La presentación de la persona
1963. [Edición española: Los sistemaspolíticos de los imperios, en la vida cotidiana, Amorrurw Editores, 1971].
Revista de Occidente, 1966]. Goldmann, L. Le Dieu caché, París, 1955.
140 Peter Burke Sociología e historia 141
Goody, J. The Developmental Cycle in Domestic Groups, Cam Kocka, J. Klassengesellschaft im Krieg, BeHm, 1973.
bridge, 1958. Koenigsberger, H. G. Review of Stone (1972), J°urnal o f M°-
Hay, D. «Property, Authority and the Criminal Law», en dern History, vol. 46, 1974, págs. 99-106.
Albion’s Fatal Tree, ed. D. Hay et al., Londres, 1975, págs. Kosminsky, E. A. Studies in the Agrarian History o f England
17-63. ’ (1935). Oxford, 1956.
Heers, J. Les Clans familiaux au moyen age, París, 1974. Lander, J. Confl.ict and Stability in Fifteenth-Century England,
[Edición española: El clan familiar en la Edad Media, Labor, Londres, 1969. . ,
1978]. Lanternari, V. Movimenti religiosi di liberta, 1960. [Edidón
Hexter, J. «A new framework for social history» (1955), reim española: Movimientos religiosos de libertad y salvacion, Seix
preso en su Reappraisals in History, Londres, 1961, págs Barral, 1965].
14-25. ‘ Lanternari, V. «Désintégration culturelle et processus d’accul*
Hilton, R. H. The transition from Feudalism to Capitalism, turation», Cahiers intemationaux de sociologie, v°L 41, 1966,
L°ndres, 197^ ^E^aón española: La transición delfeudalis- págs. 117-32.
mo al capitalismo, Crítica, 1982]. Laslett, P. «History and the social sciences», Internaúonal
Hintze, O. «The individualist and the collectivist approach to Enryclopaedia o f the Social Sciences, ed. D. J. Nueva
history» (1897), en The Historical Essays o f Otto Hintze, ed. York, 1968. .
F. Gilbert, Nueva York, 1975, págs. 357-67. Laslett, P. Household and Family in Past Time, Cambridge,
Hintze, O. «The commissary and his significance in general 1972.
European history» (1919), en The Historical Essays o f Otto Leach, E. Política Systems o f Highland Burna, L° ndres, 1954.
Hintze, ed. F. Gilbert, Nueva York, 1975, págs. 267-301. [Edición española: Sistemas políticos de la Alta Birmania,
Hobsbawm, E. J. «Class consciousness in history», en Aspects Anagrama, 1977].
o f History and Class Consciousness, ed. I. Mészáros, Londres, Le Bras, G. Etudes de sociologie religieuse, 2 vols., París, 1955-6.
1971a, págs. 5-19. Lee, J. J. The Modernisation o f Irish Society 1848-1918, Dublín,
Hobsbawm, E. J. «From social history to the history of socie- 1973. _
ty», Daedalus, Winter, 1971b, págs. 20-43. Le Goff, J. «Les mentalités», en Faire de l’histoire, voL 3 eds. J .
Hofstadter, R. «History and sociology in the US», en Sociology Le Goff y P. Nora, París, 1974.
and History, ed. S. M. Lipset y R. Hofstadter, Nueva York, Lerner, D. The Passing o f Tradicional Society, Glenco^ 1958.
■1968; págs. 3-18. ' ' Le Play, F. L’Organisation d e la famille, París, 1871.
Hopkins, K. Conquerors and Slaves, Cambridge, 1978. [Edi Le Roy Ladurie, E. Les Paysans de Languedoc, París, 1966.
ción española: Conquistadores y esclavos, Ediciones 62, Le Roy Ladurie, E. «The “event” and the “long term” m social
1981]. history» (1972), en su The Territory o f the Historian, Has-
Hughes, H. S. The Obstructed Path, Nueva York, 1969. socks, 1979, págs. 111-31.
Iggers, G. New Directions in European Historiography, Middle- Lipset, S. M. y Bendix, R. Social Mobility in Industrial Society.,
town, Conn., 1975. Berkeley, 1959. [Edición española: Movilidad social en la so
Jones, G. S. «From historical sociology to theoretical history», ciedad industrial. EUDEBA, Buenos Aires, 1963].
British Journal o f Sociology, vol. 27, 1976, págs. 295-305. Lloyd, P. C. «Conflict theory and Yoruba kingdoms», en
Kent, F. W. Household and Lineare in Renaissance Florence, __ History and Social- Anthropology, ed. I. M. Lewis, Londres,
Princeton, 1977. 1968, págs. 25-58.
142 Peter Burke
Prefacio................................................................................... 9
1. Sociólogos e historiadores. Un diálogo de
so rd o s............................................................................. 11
2. Estructuras sociales....................................... ........... 35
3. El cambio social......................................................... 101
B ibliografía....................... .................................................... 135
147