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Lucas capítulo 13/1

Lecciones para Israel 13.1-9


La necesidad de arreglar cuentas con el adversario mientras exista la posibilidad se expande en

una serie de perícopas cuyos temas incluyen el arrepentimiento, el rechazo del pueblo judío, y la

plegaria del Señor por los suyos. El pueblo rechaza la oferta de salvación, pero otros son

invitados a la fiesta. La ilustración de la higuera demuestra que la nación de Israel está en la

mente de Jesús.

En 1-5 la indicación «En aquella misma ocasión» afirma la conexión de este episodio con 12.57-

59. Entre el gentío hay personas que aprovechan la ocasión, incitados seguramente por el

sentido de urgencia evidente en 12.54-59, para narrar una tragedia reciente en la nación. El

gobernador romano, Poncio Pilatos causó la muerte de unos galileos mientras estos sacrificaban

en el Templo. Aparte de estos detalles, nada sabemos de este evento. Ninguna otra fuente

histórica preserva datos del evento y por tanto algunos dudan de su autenticidad. Sin embargo, el

evento corresponde al carácter de este gobernador, según Josefo. 1 Además, tenemos que

considerar que simplemente porque los historiadores mas destacados de una época histórica

opinen que algunos eventos no son dignos de preservar no es razón para negar la veracidad de

ellos. ¿Cuántos de los destacado historiadores de los Estados Unidos al narrar la era colonial de

la nación incluyen datos sobre la colonia en Santa Fe, Nuevo México?

El porqué éstos llaman la atención hacia este evento no está claro en la perícopa. Algunos

intérpretes opinan que era otro intento para probar a Jesús. En este caso, sería para determinar su

alianza política. Aunque existe esta posibilidad, es mejor ver aquí un esfuerzo para desviar el

discurso de Jesús del tema que está a mano. La idea de arreglar cuentas con el acusador insinúa

que todos tienen la necesidad de saldar cuentas. Al oír esta declaración, algunos queriéndose

justificar, introducen en el argumento la tesis de que algunos («estos galileos») merecen más

1
Guerras Judías 2.9.4; Antigüedades 18.3.2.
Lucas capítulo 13/2

castigo que otros. La referencia al evento histórico y el comentario de Jesús clarifican que la

referencia al acusador en 12.57-59 es nada menos que Dios mismo. Algunos entre el gentío

comprenden muy bien las implicaciones de lo que Jesús dice y tratan de quitarle la fuerza a la

aplicación hacia ellos mismos. Su modo de pensar para proseguir de la siguiente manera, «sí

todos tenemos que dar cuenta, pero hay diferentes niveles de cuentas y algunos son peores que

otros. En realidad nosotros no estamos en situación tan severa y no merecemos tal castigo.»

En su comentario Jesús añade la referencia a otra tragedia aún más casual y así levanta la

cuestión de que si en verdad el nivel del pecador resulta en un castigo mucho peor. ¿Sería que

Dios está pagándoles a estos por lo que sus pecados merecen? Las palabras de Jesús sugieren

que la razón por cual estos eventos son tan trágicos es porque exponen la mortalidad del ser

humano. En el mundo la muerte es real y la muerte de repente es particularmente trágica, ya que

roba al ser humano la oportunidad de arreglar cuentas. Todo ser humano morirá y la tragedia

consiste en que en algunas ocasiones no existe la oportunidad para reflexionar, ni siquiera

momentáneamente, sobre la partida a la eternidad. La humanidad vive con la idea de que el

tiempo que le resta en el camino es suficiente para aliviar todas sus necesidades, aun las de

arreglar cuentas con Dios. Pero puede ser que de repente llegue al final y no tuvo oportunidad

para arreglar cuentas. Esa sí es una tragedia con consecuencias eternas. Sin arrepentimiento,

afirma Jesús, todos perecerán. «Perecer» en este caso se refiere a lo que el cristianismo designará

como «la segunda muerte», esto es, el juicio final. Por lo tanto, Jesús llama al pueblo al

arrepentimiento (metanoete), ese cambio de pensar que pone las cosas de Dios primero,

resultando en un intenso amor a Dios y al prójimo. Es tener una mentalidad centralizada en las

enseñanzas de la fe cristiana.
Lucas capítulo 13/3

6-9 La parábola de la higuera ilustra la prioridad del arrepentimiento en la nación. La higuera es

reconocida como símbolo de Israel en el AT y en la tradición judía. «Tengamos presente que las

higueras y las viñas para los Israelitas . . . eran el signo de su instalación en la tierra

prometida». 2 Plantar una higuera en medio de una viña no era extraño como notamos en 2 R

18.31 y en Mi 4.4. El hombre espera fruto de su higuera por tres años, pero no encuentra fruto

alguno. La conexión de arrepentimiento y fruto se menciona anteriormente en Lucas 3.8 donde

el Bautista pronuncia «producid fruto digno de arrepentimiento». En el episodio del Bautista,

esta declaración es seguida por tres ejemplos del fruto esperado. Los tres ejemplos tratan de las

relaciones con el prójimo. Descubriendo que su higuera no tiene fruto el hombre ordena al

viñador que corte la higuera. El sentido de justicia demanda que el lugar de la higuera sea

utilizado por otra más fértil. Sus oyentes claramente comprenden que Jesús está hablando del

pueblo escogido. La imagen era muy bien conocida. ¿Qué hará el Señor con su higuera?

Aquellos Israelitas fieles entre la audiencia, es decir aquellos quienes verdaderamente conocían

a su Señor, saben qué esperar del dueño de la higuera. Y así es como Jesús concluye la parábola.

El viñador sugiere «Señor déjala un año más, hasta que yo cave alrededor de ella y la abone»

resonando con sus palabras una de las afirmaciones más significantes del AT: «Jehová, Jehová,

Dios compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad». 3 El dueño no

abandona su higuera en su infertilidad. Sí, él espera fruto, pero hará todo lo posible para que su

pueblo produzca fruto. Cavar y abonar representan los esfuerzos del Señor Jesús (el viñador)

para conducir al pueblo al arrepentimiento. ¿Cómo responderá la higuera? No obstante la

clemencia y la misericordia del Señor, la parábola concluye con la amenaza del castigo final:

«Si da fruto en el futuro, bien; y si no, la cortarás». Los receptores de misericordia tienen una

2
Alessandro Pronzato, Las Parábolas Según San Lucas, Salamanca: Sígueme, 2003.
3
Ex 34.6
Lucas capítulo 13/4

nueva oportunidad, ¿cuánto tiempo más le queda en el camino para arreglar cuentas? Esta

incertidumbre demanda la necesidad de actuar ahora, mañana puede ser muy tarde.

Curación de una mujer en sábado


10-17 En esta perícopa Jesús usa su autoridad y su poder para sanar a una mujer lisiada por

dieciocho años, aunque el énfasis central del episodio es que éste milagro ocurrió en sábado.

Cuándo y dónde ocurre este relato es imposible de determinar ya que Lucas no nos da

información alguna. Lucas nos da detalles mínimos para comprender la enseñanza y nada más

(un sábado en una sinagoga Jesús enseña). En la asamblea se encuentra una mujer que ha sido

atormentada 4 por un espíritu maligno por dieciocho años. La expresión «que tenía un espíritu de

enfermedad» literalmente lee «un espíritu de debilidad». La frase es única en Lucas 5 y tiene el

sentido de que el espíritu se había difundido por todo el cuerpo de la mujer para encorvarla.

Aparentemente ella padecía de una deformación en la parte inferior de la columna vertebral

resultando en una posición curvada permanente, es decir, era incapaz de enderezarse.

Es una escena que da lástima y debe conmover a toda persona que se encuentre en su presencia,

incluyendo todos los congregados en la sinagoga. Viéndola Jesús, tiene compasión de ella y la

llama, diciéndole «Mujer, eres libre de tu enfermedad». Jesús pone sus manos sobre ella y al

instante se endereza. La mujer es meramente recipiente de la gracia de Dios. Ella no pide por sí

misma y Lucas no añade detalles de su fe. Esta falta de detalles sirven para enfatizar la autoridad

y el poder de Jesús para sanar en sábado. Naturalmente la mujer responde glorificando a Dios

por su curación, realizando así los deberes sabatinos, glorificando a Dios por su magnificencia y

su poder.

4
La mujer no es poseída por un espíritu inmundo ya que su conducta no es afectada. Está bajo las ataduras de un
espíritu que resulta en una condición física pobre.
5
4.37; Hch 8.7 y 19.13.
Lucas capítulo 13/5

La reacción del principal de la sinagoga (archisunagogos) 6 es muy diferente a la de la mujer.

Este se enoja porque Jesús sanó en sábado y en vez de reprender a Jesús por su obra, dice a la

gente congregada (quizás la asamblea esta glorificando a Dios por el milagro a favor de la mujer)

«seis días hay en que se debe trabajar; en estos, pues, venid y sed sanados, y no en sábado». Las

palabras son dirigidas al pueblo con la intención de advertirles sobre Jesús. Como si dijera, «Si

este fuera verdaderamente hombre de Dios, sanaría cuando es lícito trabajar y no en sábado.»

De acuerdo a la Ley no se hace trabajo en sábado. 7 Los reglamentos rabínicos prohibían 39

diferentes tipos de trabajos en sábado, entre ellos la curación. 8 Para el dignatario de la sinagoga

Jesús había trabajado. Pero consideremos lo que hizo Jesús en este episodio: habló a la mujer y la

tocó. Eso es todo.

Cuando es el turno de Jesús, Jesús acusa al principal de la sinagoga de hipocresía. Jesús ofrece

un contraste entre las necesidades básicas de animales domésticos y la atadura satánica de una

hija de Abraham. Las necesidades de estos animales exigen que sus dueños trabajen aun en

sábado. Jesús define el sábado como día de liberación mientras el dignatario lo define a través

de sus prohibiciones—hay seis días para trabajar, entonces no esperen curación en sábado.

¿Cuántas veces se había encontrado la enferma con los oficiales de la sinagoga y ellos,

careciendo la autoridad y el poder para sanarla, no le ofrecieron socorro? Aparentemente

ninguno de los otros días era licito para sanar a la mujer. Jesús al verla discierne su necesidad, se

conmueve a compasión, e inmediatamente obra la curación.

El resultado del glorioso evento es la división en el pueblo. El principal de la sinagoga y otros,

habiéndose enojado, ahora se avergüenzan mientras que el gentío se regocija.

6
Un oficial a cargo del orden en el servicio en la sinagoga.
7
Ex 20.8-11 y Dt 5.12-15.
8
m. Sáb 7.2.
Lucas capítulo 13/6

La semilla de mostaza y la levadura


18-21 Al comenzar su ministerio Jesús declara que vino a sanar a los enfermos y a anunciar el

día favorable del Señor, esto es, la venida del Reino de Dios. Concluyendo el episodio de la

mujer encorvada conduce lógicamente («Por tanto. . .») a enseñanzas del Reino de Dios. ¿Por

qué? Por la razón que el poder de Satanás, quien había atado a la mujer por 18 años, se enfrenta

a uno mucho mas poderoso, a uno que inaugura el reino de Dios.

Las parábolas del grano de mostaza y de la levadura enfatizan la aparente insignificancia del

Reino en su comienzo y la grandeza en su culminación. En el grano de mostaza encontramos

una de las semillas más pequeñas, la cual crece y llega a ser un enorme árbol digno de ser

guarida para muchísimas aves. Hay dos imágenes centrales en la primer parábola. De algo

pequeño e insignificante, crece algo enorme. Los observadores hoy no deben basar su opinión

del Reino por su condición al presente. El comienzo del Reino es pequeño, particularmente en

los ojos de los adversarios, pero su grandeza en el futuro será una maravilla. Además del

contraste entre el comienzo y el fin del Reino, la segunda imagen, un árbol que provee albergue

y sombra, es notable también. «Las aves del cielo» puede ser una referencia a la incorporación

de los gentiles en el Reino de Dios (el árbol). Toda la humanidad encuentra en el Reino toda la

protección que necesita para así realizar su potencial como creación en la imagen de Dios.

La parábola de la levadura representa la transformación inevitable de la sociedad al tener

contacto con el Reino. Una medida insignificante de levadura leuda casi cincuenta libras de

harina. La influencia del Reino no se debe analizar por la insignificancia del ahora;

eventualmente toda la creación será afectada en forma positiva por la presencia del Reino.

La puerta estrecha
22-30 El comienzo humilde e insignificante continúa siendo el tema en la enseñanza que sigue,

la puerta estrecha. En camino hacia Jerusalén, alguien pregunta «¿son pocos los que se salvan?»
Lucas capítulo 13/7

La respuesta de Jesús parece, a primera vista, ser ambigua. Los oyentes reciben instrucciones de

esforzarse por entrar, aunque algunos al esforzarse encuentran la puerta cerrada. En medio del

discurso Jesús cambia su metáfora, abandonando la puerta angosta, ahora el banquete es el punto

de comparación. Y no obstante, que la puerta es angosta y que pronto será cerrada, encontramos

multitudes participando en el banquete mientras que otros se quedan afuera.

Jesús responde a la pregunta con una exhortación que es en realidad una advertencia.

Empleando una frase atlética («Esforzaos»), Jesús exhorta a obrar diligentemente para poder

entrar por la puerta angosta. Este esfuerzo no es tanto en las obras para salvación sino en la

diligencia a estar atento a la palabra de Dios y a responder con fe. La advertencia que la puerta

pronto será cerrada indica que la oportunidad de responder está limitada a un tiempo

específico—es urgente que cada uno responda de inmediato pues no se sabe cuándo el dueño

cerrará la puerta. Además la imagen de la puerta angosta sugiere que se salvarán menos de lo

que los oyentes esperarían. Esta selectividad se expande en el cambio de metáforas. Algunos

que piensan que han entrado por la puerta angosta, encuentran que al intentar el acceso al

banquete celestial no obtienen entrada. Estos claman que habían cenado con el Señor y oído sus

enseñanzas. Sin embargo, el Señor no los conoce («No sé de dónde sois») y los describe como

hacedores de maldad. Esta es una solemne advertencia para aquellos que se creen estar cerca del

Señor. Se sentaron a la mesa con el Señor, escucharon sus palabras, fueron testigos oculares de

las maravillosas hazañas que él hizo. Tristemente esos privilegios no garantizan la entrada en el

banquete celestial (el Reino de Dios). ¿Por qué? Porque Jesús no los conoce pues estos no han

depositado su fe completa e incondicionalmente en Jesús. No han cambiado sus vidas, son

hacedores de iniquidad. Estos han vivido con falsas esperanzas, tan cerca del Reino de Dios,

pero en realidad tan lejos.


Lucas capítulo 13/8

Encontrándose afuera, los rechazados ven a otros sentados a la mesa, quienes según su opinión,

no deberían tener acceso al banquete. Entonces será el crujir de dientes, una expresión que

expresa la consternación producida al ver que los de la casa son echados fuera y los de afuera son

invitados a entrar.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén


31-35 La jornada a Jerusalén sigue adelante. Unos fariseos favorablemente dispuestos a Jesús le

alertan de que Herodes quiere matarle. Quizás en su advertencia estos sugieren que Jesús no

debe seguir su jornada a Jerusalén. Jesús responde en tono de menosprecio. Ser llamado

«zorra» describe la actitud decepcionante del designado. Pero añade que seguirá con sus planes

de ir a Jerusalén. Así que, si Herodes le quiere matar, tendrá que ir allá. No obstante la oposición

humana (Herodes) Jesús llevará a cabo su obra, pues el plan divino («es necesario») exige que

Jesús siga su camino. No importan los deseos de los poderosos, Jesús fielmente seguirá el plan

divino. No cabe duda de que la referencia al tercer día tiene como meta la resurrección al tercer

día, como acto que finaliza la obra de Jesús.

El capítulo cierra con un oráculo en forma de lamento. Demostrando afinidades con la tradición

profética, Jesús pronuncia un lamento por la ciudad de su destino, Jerusalén. Quiere proteger la

ciudad bajo sus alas, pero el pueblo no quiere acudir bajo su sombra protectora. Por tanto

«Vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el

tiempo en que digáis: «Bendito el que viene en nombre del Señor». El rechazo de Israel resultará

en la destrucción del pueblo, como ya se ha advertido en varios episodios anteriores. Dejar la

casa desolada implica que Dios abandonará el Templo.

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