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A mediados del siglo XX, la ciencia política se encontraba en una búsqueda de identidad,
enfrentando una crisis que llevó a algunos a cuestionar su capacidad para constituirse como
una disciplina autónoma. Durante siglos, el estudio de la vida política fue más una acumulación
de influencias que una disciplina estricta. Sin embargo, desde la segunda guerra mundial, la
ciencia política ha experimentado una profunda revolución, marcada por la recepción e
integración de métodos científicos y una reconstrucción teórica. La disciplina, anteriormente
sintética y centrada en instituciones políticas a lo largo de los siglos, enfrentó el desafío de
establecer un orden lógico y coherente en un vasto conjunto de conocimientos. A mediados del
siglo XX, surgieron señales de cambio en la selección de problemas de investigación,
cuestionando si la ciencia política era simplemente una disciplina históricamente condicionada
o si tenía una entidad teórica definible. La crisis de identidad llevó a la disciplina a afirmar su
autonomía, destacando su capacidad para constituirse como una disciplina teórica con una
estructura propia.
Criterios institucionales
Se distinguen dos enfoques para describir el objeto de la ciencia política. El primero,
centrado en las instituciones gubernamentales, ha sido utilizado, pero se critica por
depender en gran medida de la intuición y carecer de formalización conceptual para
diferenciar estas instituciones de otras. Este enfoque, según algunos, limita los
esfuerzos para elevar el nivel teórico de la disciplina, quedando su contenido sujeto al
consenso generacional de politólogos. El segundo enfoque, basado en el "Estado",
tiene una historia más extensa y se remonta a los siglos XVI y XVII. Sin embargo, a pesar
de su tradición, se cuestiona su utilidad teórica y su valor para comprender la vida
política. Tras la Segunda Guerra Mundial, el uso profesional del término "Estado" ha
disminuido, siendo despojado en gran medida de su contenido y reducido a un
armazón conceptual vacío. En su lugar, ha surgido el concepto de "sistema político",
menos cargado políticamente.
Criterios funcionales
Frente a las limitaciones teóricas de los conceptos institucionales en ciencia política,
surgieron intentos de desarrollar nuevos métodos para describir las variables más
importantes. El enfoque institucional, comúnmente utilizado hasta mediados del siglo
XX, ha sido criticado por depender en gran medida de la intuición y carecer de
formalización conceptual. En respuesta, se propusieron interpretaciones que
identifican el objeto de la ciencia política como una forma de actividad,
comportamiento o función. La especificación de la función política en una sociedad
permitió a los politólogos generalizar su objeto de estudio, liberándolo de limitaciones
estructurales e institucionales variables. El concepto de "poder" ganó relevancia como
perspectiva para el análisis de fenómenos políticos, rompiendo con el método
institucional y conduciendo a una formalización conceptual funcional de la ciencia
política. Sin embargo, a pesar de su eficacia para describir las relaciones de poder entre
individuos, grupos y naciones, el poder presenta un inconveniente significativo: su
ambigüedad persistente. Se ha cuestionado si las ciencias sociales deberían abandonar
la idea de poder como concepto valioso para el análisis y la investigación, o si la
dificultad radica en la necesidad de mejorar los métodos de investigación y análisis.
La descripción de la política como estudio del poder, aunque amplia, se considera
excesivamente limitada, ya que la interacción política abarca más que el simple control
o los esfuerzos para influir mutuamente. La relación política puede involucrar otras
dimensiones que podrían descuidarse al centrarse exclusivamente en el poder. La
amplia definición del poder también plantea la posibilidad de convertir todas las
relaciones sociales en objeto de estudio político, buscando una teoría general del
poder aplicable a todas las interacciones sociales.
A pesar de los intentos de definir la ciencia política mediante conceptos como el
poder, surgen desafíos al tratar de distinguir el poder político de otras formas de poder,
como el paterno, económico o religioso. La búsqueda de un criterio viable para
identificar lo político continúa siendo un desafío.
Hacia mediados del siglo XX, una variante importante y popular en la conceptualización
de la ciencia política se centró en la adopción de decisiones como objeto de estudio. Se
argumenta que el poder adquiere significado al controlar los procesos mediante los
cuales se toman y ejecutan las decisiones públicas. Sin embargo, esta interpretación
relega el poder a un segundo plano, considerándolo simplemente como un factor
condicionante de las decisiones. La descripción de la ciencia política como el estudio de
la elaboración de políticas públicas se ha vuelto común, especialmente en la ciencia
política estadounidense. Aunque la perspectiva de la adopción de decisiones ha
penetrado en diversos campos de investigación política, su uso plantea desafíos para
diferenciar las decisiones políticas de otras esferas de la vida social. La simple
definición de la ciencia política como el estudio de la adopción de decisiones
proporciona poca ayuda para distinguir las decisiones políticas de otras decisiones
sociales. Se reconoce la importancia del punto de vista de la decisión para comprender
al menos un componente del proceso político, pero se señala que las decisiones
también son características de otras organizaciones y contextos sociales. La necesidad
de un criterio claro para separar las decisiones políticas de otras decisiones persiste, y
la conceptualización actual resulta insuficiente para abordar plenamente la diversidad
de datos que la ciencia política debería abarcar.
EL SISTEMA POLITICO
Los intentos de describir la amplia gama de temas de la ciencia política han tenido
resultados limitados. Las definiciones institucionales basadas en el gobierno y el
Estado, así como las formalizaciones conceptuales funcionales centradas en el poder y
la adopción de decisiones, no han abordado completamente las temáticas que los
politólogos intuitivamente incluirían en su disciplina.
Se reconoce que cada sistema de formalización conceptual crea sus propias
perspectivas y limitaciones. La validez de una definición formal depende de su
capacidad para ofrecer una descripción lo suficientemente general del objeto de
estudio, de modo que no excluye la temática que ha sido propia de la ciencia política
en el pasado y en el presente, y que cuente con una justificación teórica convincente.
Es fundamental que los politólogos, al igual que otras disciplinas, no identifiquen su
campo de interés específico con el comportamiento total de una sociedad. La ciencia
política, en su posición teórica, representa un nivel equivalente de abstracción en
comparación con otras disciplinas, y ninguna es "más fundamental" que las demás ni
tiene prioridad sobre ellas. En lugar de centrarse en términos como gobierno, Estado,
poder o procesos de adopción de decisiones, se sugiere identificar más
provechosamente las interacciones políticas en una sociedad como su sistema político.
El sistema político se describe como el comportamiento o serie de interacciones
mediante las cuales se toman y cumplen, en nombre de una sociedad, los repartos
investidos de autoridad o decisiones vinculantes. Esta definición ofrece un punto de
partida para configurar la ciencia política como una disciplina teóricamente autónoma
e independiente, distinguiendo el sistema político de otros sistemas de
comportamiento, como el religioso, económico, psicológico y cultural.
Otros temas estudiados por la ciencia política, como la filosofía política y la teoría
empírica, no quedan excluidos de la nueva definición. La filosofía política se dedica a la
valoración ética de repartos y estructuras afines, mientras que la teoría empírica busca
sistematizar procesos de investigación y ofrecer teorías generales o parciales sobre la
elaboración y ejecución de repartos autoritativos en la sociedad.
Este catálogo de temas demuestra que la nueva definición de ciencia política está en
línea con la investigación actual. Aunque los campos secundarios mencionados no son
permanentes históricamente, representan formas convenientes de dividir el campo
para investigaciones especializadas. La formalización conceptual invita a nuevas
formulaciones y desarrollos sin excluir los problemas del pasado en la investigación
política.