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MANUEL

DE RIVACOBA
Y RIVACOBA

Función
y aplicación
dela pena

.i
MANUEL DE RIVACOBA Y RIVACOBA
Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas
y Morales (Instituto de Chile), y de la Real Sociedad Bascongada de
los Amigos del País (Comisión de Vizcaya), y correspondiente de la
Real Academia de Ciencias Morales y Pollticas (Instituto de España).
Catedrático de Derecho Penal.

FUNCIÓN Y APLICACIÓN
DE LA PENA

11

I ¡

11111

[DI CION [ S ~ BUENOS


AIRES
1993
VI VII

A la clara memoria de los profesores doctores


Ángela Constantina Romera Vera,
Amador Teodoro Alberto,
Domingo Buonocore y
Luciano Fernando Malinas, hijo;

y a la presencia vi va de don
Epifanio Romero.

I.S.B.N. 950-14-0732-2

I',

l 1

©
[DICION[S~BU["OS AIRES

Talcahuano 494
• ·t e establece la. ley 11· 723 · Derechos reservados.
Hecho el d eposi O qu A t· Printed in Argentina.
Impreso en la rgen ina.
IX

PRÓLOGO

b,'n 1991 y en 1992, en los meses, respectivamente,


,J, junio y de noviembre, expliqué en la Facultad de De-
r ,,1,oy Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de
1111 'fltJIJ Aires, dentro de las enseñanzas de especialización
,a d •ricias penales que bajo la autorizada dirección del
prtJA•sordoctor David Baigún allí se imparten, sendos cur-
lWN monográficos sobre el mismo tema y con el mismo título
,¡u, los de este libro, ateniéndome en ambas ocasiones a
"" programa que coincide en un todo con el índice del
¡,res nte volumen, sin otra variación que trasponer lo que
1

,itonces eran lecciones en lo que ahora son capítulos.


Como se colegirá, ni en aquellas clases hice ni en estas
(' J)d¡¡inas hay ningún descubrimiento ni aportaciones por-
t •1'tosas. Ni en ellas dije ni en lo que sigue encontrará,
qui •n se halle verdaderamente especializado en el Derecho
('¡
punitivo, ninguna novedad, en el doble sentido de tratarse
el ·uestiones y doctrinas de ya antigua data en el pensa-
mi nto penal y, en otro aspecto, de razonamientos y posi-
l'iones que he expuesto y sostenido en no escasas oportu-
tildades anteriores. Sin embargo, un curso de tal índole,
('1 como toda explicación sistemática de una materia, obliga
ti una revisión y compulsa de conocimi';;,,tos, a completar
la información, a replantearse los problemas, a examinar
t•rlticas y argumentaciones, a resolver y eliminar contra-
dicciones aparentes o reales, o por lo menos a señalarlas,
a organizar en una construcción armónica el pensamien-
to que el expositor sustenta, en unos términos en que de
otra manera sólo difícilmente se hubiera efectuado.
X PRÓLOGO
PRÓLOGO
XI
En este libro se recoge en lo fundamental[, pues,n~~
escrutar antes, bajo y alrededor de él, e incluso, con in-
c~n_teni.~ode dzcfi asd~x~c ~ algu~a. amplíación en cierto~
• d. h • liaciones acaso con a guna ,
quietud prospectiva, hacia adelante, coronando la recons-
dificacwn no e_,ºn natztral con un aparato bi- trucción crítica del ordenamiento que y como es con la
t tambzen como es ' d··
pu_n os: 1
~lwg_ra:::z ~~:
.' . osible proporcionar
'::a::~nsoportablemente
p",:;:;;ciendoo respetando :i:":~:
en una zser-
tediosa, pero
ei:::~:rr::::~::;e,u:~
r propuesta políticocriminal de lo que y como debe ser, la
cual, aun cuando no llegue a plasmarse en una nueva
realidad jurídica, no deja por ello de ser dinámica y fe-
cunda y de contribuír a la evolución y creación del De-
animó,_ las ideas, P:~pzasión llen 1ds sucesivas lecciones y recho.
ron obJeto
d de considerac
se esarro ll a ron • Con independencia de Así, trasladando este modo de ver y entender las cosas
el or en e7: que • f¡" iencia con que fuera tratada, a la cuestión que aquí nos importa, la magna cuestión
la modestia y aun. msu ic ha suscitado tan parvo del sentido y la función de la pena, no resulta, en modo
la materia es tan ~mportante )'. t fica no sólo haberla alguno, de recibo la admisión acrítica de la prevención'
interés en la doctrta, d~u;o~e ;1:t:~i,;,,i;nto en un curso, especial, que predomina en la doctrina actual y la ca-
contem1:Za_doy an~ iza l t scripta manent- rehacer des- racteriza, basándose sin duda, pero sin mayores análisis,
sino asimismo -verh a:º :~d imprenta cuanto constituyó
pués y entregar ª.
or . , en la monótona reiteración y proliferación de declaraciones
de dicho tenor que se observa en las legislaciones de nues-
su sustancia y or~entacwln. . nzo del capítulo primero, tra época, declaraciones de entidad simplemente verbal,
S , se advierte a com1.e .
egun • su designio y naturaleza, emz- carentes de cualquier reflejo en los criterios y las normas
el presente estudio_ ~s, Pºlhora bien una auténtica dog- de los distintos ordenamientos para determinar y ejecutar
nentemente dogmatico. l -'dar los l'undamentos las diferentes penalidades en cada caso concreto y todavía
, • de desconocer u o vi 1' .
matica no p_ue a ni los condicionanuentos
del ordenafimzento e:Íu;o~e
que lo con zguran, '
t:~io, puede prescindir de con-
n sus tareas unos y otros. Con
más en la realidad social y jurídica de los diversos países
sobre este particular. Y hasta tal punto las mencionadas
siderar y tener presentes e .. , D d 1907 "que un declaraciones, y su repetición y aceptación sumisa, no se
• l ·dad escrzbw ora o en corresponden con la realidad ni responden a una convic-
s~ ~abitua sa~aci. ci doctrina o concepción traducida ción y un propósito arraigados y efectivos, que conviven
,, codzgo • no es t sino un sirva
ara que . d e re•ala"*
o ·
En· erecto,
1'
la dog- sin dificultades ni discusiones durante largo tiempo con
exterzormen e P l exégesis presuntuosa o una nociones penales y modalidades de penar ajenas y aun
'1
mática, Pª~?' ser ta , y no u:~denamiento, o sea, para al- refractarias por su propia naturaleza a toda idea preven-
reelaboracz~n jemeJt:nfJ~d científica y posibilit<:r ~na tivista. .Con lo cual por sí sola se califica semejante doc-
ca.nzar
l • ·, ver ad cua a y pro 1 icu a de las· diversas institu-
erad .r: trina y se destituye a sí misma de cualquier atributo o
• ap zcaczon a e • o puede encerrarse en el conjunto propiedad científica.
ciones que
de normas que lo comlpoo~ne~g;an
~ ' sino que tiene que mirar y Por otra parte, con la idea de prevención especial al-
terna en las preferencias de los penalistas, y suele ser la
l 111
• • les 2 vols Librería General de predilecta entre las personas no versadas en cuestiones
• El Derecho protector de los c~1m:nare~pectiva~ portadas, pues en el
Victoriano Suárez, Madrid, 1_9~5(sernl :s del tomo 11, ya sin numerar, se penales, la de la prevención general, no obstante que nin-
prospecto editorial de las pagmas ma e
lee "1916"), tomo II, pág. 693. guna idea como ella ha acreditado con insistencia y so-
lemnidad, a lo largo de siglos y milenios, y aun de espacios
XII p R ó/L oGo
PRÓLOGO
XlII
mucho más prolongados d1 tiempo, su (alseda~, pues lle-
van los hombres centurias y más centurias castig?ndo con puede desvalorar, pero cuya personalidad hay que respe-
pertinacia y frecuentemente con crueldad unos mismos de- tar; y, lo que acaece siempre que se incurre en una equi-
litos, y éstos, muy lejos de desaparecer o decrecer, se man- vocación acerca de lo que son y para lo que sirven las
tienen constantes o en aumento, y a su lado aparecen otros cosas, ese tratamiento no ha producido ningún efecto po-
nuevos. Una vez más se comprende que, en e~to como en sitivo y esa panacea, muy a la inversa de evitar todos
todo, dista mucho d:e resultar eficaz el escarn:iento en ca- los males o siquiera algunos, ha agravado muchos y pro-
vocado más.
beza ajena. Claro es que cabe preg_u_ntarsesi por ventu~a .
lo es en cabeza propia, y, en definitiva y yendo a la raiz,_ Lo que precede no significa de ninguna manera des-
si el escarmiento es método para ninguna enseñanza ni viar, o pretender desviar, el pensamiento penal hacia los
ningún aprendizaje. . . devaneos actuales del abolicionismo. Reconociendo siem-
Salvo en el idealismo romántico de los correcciona- pre los nobles impulsos que alientan en todas las actitudes
listas, la prevención especial ~enota a las claras en sus y aspiraciones abolicionistas, se puede recordar a propó-
partidarios una actitud soberbiosa, muy pagada de su su- sito de cualquiera de ellas, y, por ende, a propósito del
perioridad, que. no ve en quien d_eli7:quemás que un ser mo~imiento abolicionista de, nuestro tiempo, lo que hace
inferior y desgraciado, por el que mtimamente no se puede varias décadas dijimos del abolicionismo de Dorado: que,
sentir sino desagrado y conmiseración y al que, en un a menos que se produzca una trasmutación en la natu-
ademán paternalista y desprendido c~m que ante todo se raleza humana y, de consiguiente, en las exigencias y las
refuerza O reafirma la propia personalidad, s~ debe ayudar instituciones sociales, no es, como en el conocido símil de
y mejorar. Que en este concepto no fc:,lta nmgun_o de los Stammler la estrella polar para los navegantes, un puerto
ingredientes esenciales de la dem~gogia, Y que asi s~ ~om- al que llegar y en el que desembarcar, sino una idea ru-
prende con facilidad su aceptacion en muchos espiritus, tilante que guía y hacia la cual tender incesantemente ,
parece obvio. un principio regulador, o sea, un módulo que mensure
Por su parte, en la prevención g~n_erallate un pod~roso el grado de perfección, que es decir de benignidad, de los
afán discriminatorio y una fe decidida en la eficacia de distintos ordenamientos punitivos. De otra suerte, creerlo
la violencia, con un trasfondo de sadism~, qu~ en much~s asequible y empeñarse por conquistarlo o alcanzarlo en
ocasiones será inconsciente y cuyas motivaciones habna nuestros días puede distraer la atención y los esfuerzos
de investigar la psicología profunda, pero ~u_eno por ell~ de quehaceres más urgentes y factibles; entre ellos, conocer
11 deja de ser indudable; con todo l~ cual su exito en la doc- a fondo y aplicar racionalmente el Derecho vigente, em-
trina y en la opinión resulta evidente. , . prender o continuar un proceso serio y consistente de des-
Para los primeros, el delincuente es un ser debil, en criminalización o avanzar por la ruta de la humanización.
cuya subjetividad se ha de obrar, y la pena, un no_bletra- O en otras palabras: que lo deseable no nos impida o arre-
tamiento que lo elevará. Para los segundos, aquel es un bate lo posible; que el vuelo maximalista hasta lo absoluto
• ser que responde en su conducta_ a estí":ulos y cuyo com- no nos frustre un Derecho penal verdaderamente mínimo ,
1 ti soportable, digno.
portamiento se puede así determinar, y esta'. una pana~ea
tremenda. En ninguna de las dos perspectivas se percibe Sin aptitud para cualquier actitud dadivosa ni sim-
al delincuente como un ser de dignidad, cuyos actos se patía por los gestos hoscos, ni tampoco ,con entusiasmo
para evadirnos de la realidad nuestra de cada día y re-
PRÓLOGO XV
XIV
montarnos hacia la esfera celestial de lo incondicionado
y absoluto, pensamos que en esta materia, como acaso en
todas, lo apropiado y sensato es contar con los datos de
hecho que nos circundan y circunscriben, mas a la vez
nos constituyen o contribuyen a constituírnos, y de los cua-
les ha de partir cada acción que tenga o aspire a tener
sentido, es decir, en lo que ahora nos preocupa, atenerse
a las prescripciones jurídicas, la naturaleza humana y
las exigencias sociales. Y en semejante plano, modesto,
pero no fantasioso, el delito, y, por cierto, también la pena,
al .punto se nos manifiestan como fenómenos de cultura,
creaciones de la cultura, inherentes a ella. En efecto, la
cultura, que, expresándolo de manera muy general, con-
siste en obrar con arreglo a fines valorados, aprecia, o
sea, quiere o prefiere, determinados objetos, cuya lesión
o peligro, por tanto, desestima y sanciona. Según es sa-
bido, una de las notas que caracterizan a los valores es
su polaridad, la existencia de dos extremos contrapuestos, . :en acil es percatarse de que las teorías de la •
vencwn
z . general
l propenden a •+--"
• pre-
sacrz, icar muchas contem
de plenitud ideal y de ausencia total, entre los cuales me-
dia vastísima serie o gradación de intensidades, de donde ~ a~on? a empeñ~ de contener la criminalidad y qu~
se sigue que no puede existir ni ser concebido un valor e~s e:t: :u~n:: ::a~~t~ di la p~evención es1:ecial se verá
sin que se dé y se nos represente su carencia y oposición . e osque¡ar una actitud escéptica
y que la cultura tanto consta del aspecto positivo de los ~i~t:~ r;~~nci~ ª afro71:tar~ resolver problemas y con-
valores como de su negación. Y cuanto más desarrollada, ni el dnimo :m arg~, ni el rigor y la firmeza de los unos
compleja y rica sea una cultura, mayor y más vario será
gaces . , fi ,
f
otros se han r~::z;~~ºe~ ;;:~rf!,adas esp_era71:zas de los
ºuzsima experiencia, más sa-
el número de objetos que valora y preserva, con la co-
(' rrespondiente _mayor cantidad y diversidad de menosca- m mlashe caces, aun al precio de desconocer lo hu-
bos, y, en concreto, de conductas delictivas, posibles. mano en e ombre.
('1 De lo anterior se desprende que ante el delito no tiene
* * *
significación racional abandonarse a las imprecaciones
tremebundas ni entregarse a reacciones impulsivas y pri-
marias. Por lo contrario, se ha de ver como lo que es,
como un infortunio propio de la condición humana y de
;[};~•'J:!:::7a~;:•
:?ó:n1~';{a;Jif ;1;;;;::
dores o propuestas de l f¡ zszon que re acta los borra-
la convivencia social, no mayor ni más temible que otros: de Código penal y de Los ~tur?s, o. (uturibles, proyectos
111
que una grave crisis económica; que una guerra, grande Ecuad . , ey e e¡ecucwn de penas para el
y prolongada o breve y pequeña; que las afiicciones que or, mientras, al levantar de vez en cuando los ojos
acompañan a muchas convulsiones políticas o sociales;
XVI PtLOGO
PRÓLOGO
XVII
y tender la mirada desde la altura del hotel, diviso la
serena majestad del Pichincha y del Cotopaxi, de un verde t d"En este tiempo fueron mue h os los argentinos. que me
cambiante, pero siempre intenso. t:~ zer~n s~ ~ª'!º Y con quienes anudé entrañable amis-
Al concluírlas, me doy cuenta de que las indagaciones . ' e'!- a vzya ciudad que fundó cabe al inmenso Paraná
y las reflexiones que componen el libro deben mucho a ;:::,.ais;n~ ~ande GaraY,-oriundos, los dos, de la noble
la Argentina, y me parece un acto de estricta justicia, no d.ª e l)la a, en el Pais Vasco-, y también, como allí
i:ólo reconocerlo, sino dedicar la obra a un grupo de es- se ~ce, en otros pagos. Entre todos, entre tantos hay
píritus selectos y personas bondadosas, sea a su memoria no":. res_que no sería digno silenciar, Y, aun a ríes' o
omitir sin querer alguno que deb. fi .. g de
o a su presencia, las que me acogieron primero en Santa , . iera gurar igualmente
Fe, cuando llegaba, contando todavía mi exilio por meses f:S ~~~unomm_ade h_onor,no puedo callar aquí los de Car-
y con el alma, a la vez, lacerada e •ilusionada, para in- s, Luis ~aria y Jorge A. Jaureguiberry, Ale 1·andro
:· Larr_wthe (hljo), José Manuel Peralta Pino ~/ · ·
corporarme a la Universidad Nacional del Litoral. Eran,
h arudiat:sky Y Benjamín Stubrin. De ellos, tr~s suªb~:~~~
todos, fervorosos admiradores y partidarios de la Repú- ace ya zen:po a la barca de Caronte, dejándonos em ero
blica Española, y tenían a gala dispensar sin tasa su ayu- un esclarecido recuerdo; a los restantes, salutem pluri~am~
da y amistad a los exiliados españoles.
Mucho después, en inolvidable ocasión, al presentar 28-30 de mayo de 1993.
a los ministros de su Gobierno, el Gobierno legítimo de
España, en el destierro, al. presidente Echeverría, de Mé- M. DE RrvACOBA.
jico, dijo de mí don Fernando Valera Aparicio que era
una vez doctor y cuatro licenciado; y como el presidente
mejicano no reprimiera en su semblante un gesto de per-
plejidad, le aclaró que era doctor en Derecho y licenciado
en Filosofía, en Derecho, de presidio y del Batallón dis-
ciplinario de Zeluán. Aún añadió con generosidad y or-
gullo las calificaciones con que había logrado mis grados
en la Universidad de Madrid. Pues bien, a pesar de ser,
todo esto, cierto, o por serlo, yo no había sido en nuestra
patria sino ayudante de Universidad y de Instituto y no
f 1
podía aspirar al profesorado ni siquiera reunía los re-
quisitos indispensables para ejercer libremente la aboga-
cía. Se comprenderá, pues, el complejo estado de ánimo
f 1 con que arribaba a Santa Fe, en cuya Universidad per-
manecí por más de ocho años, hasta que otro golpe militar,
con su desatentada intervención en las casas argentinas
lt1 de altos estudios, provocó en ellas la renuncia de casi todos
los profesores de indudable vocación científica y de au-
téntica mentalidad liberal.
XIX

ÍNDICE

DEDICATORIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VII
PRÓLOGO........................................... IX
CAPÍTULO I: La pena y su finalidad.
l. Sentido del tema. - 2. Punibilidad, pena-
lidad y pena. - 3. Finalidades del Derecho
penal y finalidades de la pena; fines de la
pena y fines de la pena de privación de li-
bertad; fines de la pena y fines de su eje-
cución. - 4. Fines y medios; necesidad de
relacionar el problema de la finalidad de
la pena con los de su aplicación (determi-
nación o imposición, ejecución) . . . . . . . . . 1

CAPÍTULO II: Las teorías acerca del fin de la pena.


l. Multiplicidad de teorías acerca del fin
de la pena y necesidad de clasificarlas. -
2. Clasificación. - 3. Consideración parti-

cularizada de algunas especialmente signi-
ficativas o importantes ................ 15
11
CAPÍTULO III: La finalidad de la pena en su relación con
las concepciones políticas y con la realidad
( 1 jurídica.
l. Finalidad única o múltiple de la pena.
- 2. Concepción política y función de la pe-
I 11
na. - 3. Retribución y prevención. - 4. Teo-
ría y realidad en el Derecho penal . . . . . . 2!)
1
ÍNDICE
XX
CAPÍTULO
IV: La retribución.
.d de retribución: caracterización,
1 L a 1 ea • • , d tras
•, d uración y distmc1on e 0
:~:::eiun~~mentación, sign~fica~~ón po_lí-
, · 2 Retr1buc10n Y sig-
tica consecuencias. - • 53
nifi~ado simbólic~ de la pena •••••••••••
I
V: Finalidad y determinación de la pena.
CAPÍTULO
1 Determinación (individualiz~ción) de _la LA PENA Y SU FINALIDAD
• 2 Consideración especial de la m-
pena. - • . . . egulación en
dividualización Judicia 1; su r .,
diversos ordenamientos (en relac1on con 1a l. Sentido del tema. - 2. Punibilidad, penalidad y pena. -
85
idea de finalidad) • • · • • • • • • • • • • • • • • • • • • 3. Finalidades del Derecho penal y finalidades de la pena; fines
de la pena y fines de la pena de privación de libertad; fines de
Finalidad y ejecución de la pena. . la pena y fines de su ejecución. - 4. Fines y medios; necesidad
CAPÍTULO VI: de relacionar el problema de la finalidad de la pena con los de
. , d 1 s penas - 2 Onen-
1 • La eiecuc10n e ª c, dº • y •eyes d e su aplicación (determinación o imposición, ejecución).
J 1
taciones actuales. - 3. o ig~ .d d de
e·ecución de las penas. - 4. eces1 a l. - La naturaleza del tema sobre el cual versa esta
j~risdiccionalizar la ejecuci?n (todo, en re-
109 monografía es dogmática por excelencia. Se trata de re-
lación con la idea de finalidad) •••••••••
171
construír científicamente la regulación que reciben en
CAPÍTULO VII: Recapitulación y conclusiones ••••••••••• nuestros ordenamientos tanto la determinación e impo-
sición de la pena en cada ocurrencia delictiva por el juez,
como, luego, su ejecución, es decir, el cumplimiento de
ella, demasiadas veces una y otra despreciadas por la doc-
trina y abandonadas a la empiria, al ojo del buen cubero,
a la rutina o, en el más afortunado de los casos, a los
esfuerzos de un espíritu sensible o de la bue.i-ia voluntad,
(' pero también, en ocasiones, a prejuicios estereotipados,
criterios coyunturales, reacciones de desquite o impulsos
('1 de sadismo.
En efecto, basta comparar, en la inmensa mayoría
de las obras sistemáticas, o aunque no rebasen la mo-
destia de una exégesis más o menos explícita, referidas
a la Parte general del Derecho punitivo, la sección que
consagran al delito, y aun la que destinan a la ley penal
Uo y sus problemas, con la dedicada a la pena, para per-
catarse de su desproporción en cuanto al detenimiento
2 MANUEL DE füVACOBA Y RIVACOBA
FUNCIÓN y APLICACIÓN DE LA PENA
3
y el espacio, mucho mayores, y el grado de elaboración, Ahora
. . , bien. ' cabe d arse cuenta fac1lmente
, .
mucho más intensa, en las dos primeras, y de la verdadera
insignificancia de la última, sea en relación con aquéllas
o considerada en sí misma; desproporción e insignificancia
~:~~::~::
:~:::º

legal, abstracta
d
Y la ejecució_n posterior de ~aq;:n:
tos que la conv1~rten de nuda hipótesis
l

que todavía se acentúan al ocuparse de la determinación creta e individ!af::~raal, en efectiva r?ali?ad social, con-
e imposición y la ejecución o cumplimiento, sin contar 1os cuales pasa aquélla de s , 0 , en otros term1nos d.
. . , me 1ante
los casos, no infrecuentes en nuestros días, de obras de sanción jurídica una sanc1·o'n er u~a sd1mple amenaza de
la Parte general -a veces, de sutil contenido e impecable '
t a 1, d e carácter ideal conmina a en la le
y ade , . . Y,Y, como
factura- que la dan por concluída al terminar el estudio plena de contenido de' e .mtas, ~nc1e~ta, a ser una sanción
de la infracción criminosa, absteniéndose, algunas, de si- , , x1s encia ob1etiva • ·t
recaido sobre un sujeto en t. 1 ~ ' c1e1 a, que ha
quiera mencionar el de sus consecuencias jurídicas, o re- triñe su vida 2 De dond pa~ ificuar y que grava y cons-
mitiéndolo, otras, a la mera promesa de un futuro incierto. ., • e se m 1ere que p .
prens10n adecuada Y el . . . , a1a una com-
Con tal actitud o proceder en el plano de la teoría, no Y riguroso de semejante:ons1gmente manejo ~nteligente
son de extrafuirh:nfesorientación y el desconcierto de los dible tener presente el con:oi;ent_os, s~ hace unprescin-
prácticos ni su falta de convicciones firmes y de una ar- tualidades ínsitas en él p o ~1smo e pena Y las vir-
gumentación consistente en que asienten los abogados y
tualicen Y cobren existe~¿~\::t~ iau::~1:::ue s~t_ac-
fiscales sus pretensiones y los jueces y los encargados y su cumplimiento. pum wa
de la ejecución penal sus decisiones. Lo cual .no denota
sino una indisimulable e imperdonable falla o deficiencia . Esto, lleva ineluctablemente a tocar cuestiones '.
de la dogmática, en su tarea de reconstruír científicamente ::: ~::=r~º~~::!~: las dogmáticas, de índole filosóK::~
el ordenamiento y su función de suministrar con ello fun- gún designio ulterio ~n su pura co~templación sin nin-
damentación racional, que es decir poder de persuasión, 1
así el valor y las p:~¡t i~i~~;;: ~artr de ella~ _Ycalibrar
a la certeza y la seguridad jurídicas, más necesarias en ordenamiento ado te d e a concepc1on que un
ésta que en ninguna otra rama del Derecho, por la mayor t'b'l•d d ~ o . eclare sobre la pena y las f. -
I I l a es de su imposición . ., ac
e incluso extrema gravedad de sus sanciones 1 . manera ar · ·¡· Y eJecucwn, Y de ninguna
p a Just1 icar o no la existencia y acción del De-
1 La dogmática hace posible, "al señalar límites y definir conceptos,
una aplicación segura y calculable del Derecho penal, hace posible sustraerle neral, Ediar, Buenos Aires 1977 93
a la irracionalidad, a la arbitrariedad y a la improvisación. Cuanto menos general, 5 vols., Ediar, Bue'nos Air:~ 19io-~~c:::do de Derecho penal, Parte
en el Manual, p. 99. ' , t. 1, p. 280. Ver asimismo,
desarrollada esté una dogmática, más imprevisible será la decisión de los
tribunales, más dependerán del azar y de factores incontrolables la condena . L_a dogmática persigue solament "h
o la absolución". Gimbernat, ¿Tiene un futuro la dogmática jurídicopenal? aplicación del Derecho en un Est d 0 ~ Dacer s~~ura para el individuo la
(en su libro misceláneo Estudios de Derecho penal, Cívitas, Madrid, 1976,
p. 290. ª e erecho · Zaffaroni, Tratado, t. I,
ps. 57-82), p. 78. Cfr. también Rivacoba, La racionalid d .
puesto de la dogmática 1·ur(d.. ·~ del ordenamiento como presu-
"La ciencia jurídica busca determinar el alcance de lo prohibido y des- .
N ueva crónica del crimen Ed zca en materia penal ( , b .
valorarlo en forma lógica (no contradictoria), brindando al juez un sistema 1~ 1 • . en su o ra miscelánea
,1) 2 A pesar de ser i~cier~:a ~I é~!'ara~so, 1981, ps. 187-211), ps. 191-197.
de proposiciones que, aplicado por éste, hace previsibles sus resoluciones y,
mamente sugestiva la teor1·a I imo ~ la palabra sanción, resulta su-
por consiguiente, reduce el margen de arbitrariedad, proporcionando seguri- que a emparienta · • .
dad jurídica", y siendo correcto en este sentido afirmar que "tiene por objeto Y que d esarrolla sobre el partícula F á d con sanguis, -1nzs (sangre)
S obre el concepto y origen d l r ern n
.. ez de E-c ¡ t .
"' a an e en su discurso '
«proyectar jurisprudencia»". Zaffaroni, Manual de Derecho penal, Parte ge- Córdoba, 1983. e a voz sanc1on, 2• edición, Imprenta Luque,
MANUEL DE RIV ACOBA y RIV ACOBA FUNCIÓN y APLICACIO.N DE, LA PENA 5
4
recho criminal y de la punición, o sea, para discutir su ytión
no evidente
de todosde sin~
he h ~óroc~nsecuencia• evidente del delito,
jústificación·, la conveniencia o necesidad de su mante- hayan sido de~cubiertos ebaqulellos que efectivamente
nimiento o las posibilidades y ventajas de su abolición, Y so re os cuales recae d
cuestiones, todas, del mayor interés e incluso apasionan- y ot ra muy diferente la punibil'd1 d . •, con ena,
evidente de Derech . .ª. , cuest10n no menos
tes, pero de calado más profundo que el que aquí nos de ser penado. o, como pos1b1hdad con arreglo a él
proponemos. Sin eludir, pues la dificult d •
2. - Antes de proseguir puede resultar beneficioso ella, obviando lo in~ec . ª '
mas sm perdernos en
reparar en que así co::r10 '! yendo al fondo, hay que
distinguir y precisar tres importantes conceptos que sue-
len tomarse, empero, como equivalentes o ser empleados no sea antijurídico que es mc~ncebible un delito que
sin la debida exactitud, es a saber, los de punibilidad, tradicción con el o~den j nº,f-1ª: e una relación de con-
delito que no sea punibl~ri ico ' tampoco es posible un
~· penalidad y pena.
a) La punibilidad, por la misma contextura de lapa- jurídicamente con una ' queNn_opueda ser sancionado
pena. mguno de 1
labra que la denota, no puede consistir sino en la aptitud e 1ementos O caracteres de la inf •, • . os restantes
como éstos a p · . · d racci_on erimmal se deduce
para ser penado, o, dicho de modo menos general y vago,
la cualidad de un acto que lo hace susceptible de ser san-
rio, z, e su mera noc1,
rango necesario· al contrario tod on,

d
iene, por ende,
píricocultural y' por con . '. ts ~n e naturaleza em-
cionado penalmente, o, todavía con más propiedad, la nota
o característica inherente al concepto de delito según la sea, contingent~ que se srien e, . e rango histórico, o
cual puede ser sancionado con el particular tipo o especie exigidos por el d~sarrollo c~?t en 1ciertos or~enamientos,
de sanción jurídica que es la pena. Esto es, aptitud, sus- valoraciones que los informanura a que responden y las
ceptibilidad, posibilidad, nociones, todas ellas, que sólo tie- desaparecen en otros E ' pero que ~ueden faltar Y
nen sentido y pueden ser actualizadas por hallarse con- sin culpabilidad y aú~ es~ efec~, un delito puede serlo
minada la perpetración de aquello a que se refieren, del de los respectiv~s ordenam~:::os e nu~st~os días eliminar
, delito, con una amenaza penal, con la amenaza de una pena. la responsabilidad objeti~a s.' 1a t·1p1c1
~o~duldtn~os
a solo ha vestigios de
advenido
Sin embargo de estar muy lejos de nuestro propósito
en un estudio como el presente el adentrarnos y ahondar 4 Un~ conducta que no esté en contr d' ••• •
correspondiente Estado "h, JI f a 1cc10n con el orden Jurídico del
en la vexata quaestio de si la pena es nota o consecuencia a ase uera de lo
un ordenamiento jurídico extraño o las
'bl (
pum e aun cuando contradiga
del delito3, tampoco podemos eximirnos de tomar partido -como en los «delitos putat1·vos d' 1·t ~ostumbres o la moral; y aun cuando
, ))' << e 1 os 1ma • •
en la controversia y razonar nuestro criterio sobre el par- erro~eamente su acción como antijurídica) fnar10~»-_ e~ ~ue actúa considere
es, sin excepciones, el presupuesto g •l da a¡ituurzdicidad de la conducta
'I
ticular, tanto por la importancia y significación intrínseca quema de Derecho penal trad .. e,~era, e ?'.punibilidad". Beling, Es-
del problema en sí, como por sus consecuencias en orden Aires, 1944, p. 22. ' ucc10n e Sebast1an Soler, Depalma, Buenos
al tema específico que ahora nos ocupa. Ahora bien, a u mvers1tana,
· En• sentido
. México
concordant e, J'1menez
, Huerta• , L anti;urzcidad,
•• • •
Ct simple vista cabe advertir que en estos términos la dis- D.F.
1952
ª Imprenta
s "E C . ' ' ' p. 11.
n e ecto, podemos concebir una acción • • •
cusión está mal planteada, pues una cosa es la pena, cues- demos tan sólo la responsabilidad b' . crmunosa sm culpa -recor-
un delito sin antijuridicidad co o ~eth1va-, pero no podemos imaginarnos
· D ' mo un ombre s • ,
(le) Cumplidamente considerada y desarrollada por Jiménez de Asúa, Tra- g1ore, erecho penal, traducción de J , J m aspecto humano". Mag-
3 Bogotá, 1954-1956, t. I, p. 383. ose • Ortega Torres, 5 vols., Temis,
tado de Derecho penal (publicados, 7 vols.), t. VII, Losada, Buenos Aires, 1970,
Concordantemente, Jiménez Huerta , 1ug. CI·t .
ps. 104-137.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 7
MANUEL DE RIVACOBA Y RIVACOBA
6
mpíricocultural y contingente, lo adventicio, puede dejar
al Derecho penal con la consagración ~el principioy de le-
8in función ni, por tanto, desplazar lo esencial y necesario.
galidad a fines del siglo XVIII o conuen_zos del XI~, la
Así se percibe y corrobora con gran claridad en los cambios
hemos visto eclipsarse dolorosamente baJo el empuJe de
le la dogmática alemana en su concepción y definición
los totalitarismos en la primera mitad d~l XX Y_ se la
del delito, impuestos por las alteraciones de su ordena-
burla con desoladora frecuencia en la actualidad, e mcluso
miento penal, cuando las mudanzas políticas suprimen
la actividad puede faltar, y en real~dad fal~a,, no ya en
en éste la legalidad y de consiguiente la tipicidad cesó
las manifestaciones más rudimentarias_ del fen~~n:no pu-
nitivo con las formas aberrantes de 1mputac10n , Y en de caracterizar aquél, y quienes habían entendido que
una depurada concepción de 1?cri~in?so sobre nla b_ase la referencia a la última hacía superflua la de la puni-
exclusiva de la personalidad 7 , smo as1m~smo e~ lo_::;
delitos bilidad y prescindieron de ella -hubieron de recurrir de
de posición o de sospecha y e~ si~u_a~10ness1m1hu ~.-:;:. nuevo a su mención para acotar suficientemente el con-
La significación de la ant1Jund1~1dad y la pumb1h- cepto de lo delictivo.
dad 8 es, no obstante, diversa. La pnme:a _noes ~n con- Sentado cuanto antecede, surge con el máximo rigor
cepto propio únicamente del De:ec?º. cnmmal, smo que lógico, y es claro, que un acto cuya perpetración esté con-
éste comparte con otras ramas Jund1cas, o sea, un con- minada con una amenaza penal, con la amenaza de una
cepto fundamental del Derecho9, ~\ en cua~to tal_, cons- pena, es y no puede dejar de ser, por ello solo, apto para
tituye el género próximo de la noc10n. de ~ehto, mientras o susceptible de ser penado, punible 11 •
que la segunda sí es un concepto pnvativ~ del Derecho b) Por penalidad se debe entender la amenaza penal,
penal, distingue y separa del abigarrado conJu1:1tode ac~?s esto es, la pena abstracta, señalada en abstracto o de
antijurídicos y culpables, reco~'ta y ~erfila d1_chanocwn manera abstracta en la ley para una hipótesis delictuosa
y constituye lógicamente su diferencia especifica. como tal, que se aplicará y hará efectiva concretamente
En este punto no cabe en verdad oponer que? _con- en y para cada caso particular en que la hipótesis se ac-
cibiendo el delito como antijurjdicidad y culpabilidad tualice, pasando de ser un mero supuesto legal a ser una
tipificadas, regidas por un mismo tipo, "puede hasta d~s- realidad humana y social.
aparecer la «amenaza penal adecuada» 1 como caractens- Menos la de muerte y las perpetuas, que, natural-
tica especial de las acciones punibles" º, pues nunca lo mente, no admiten graduación y son rígidas, indivisibles,
pero que por fortuna hoy no constituyen sino excepciones
s En las cuales, además de una vinculación subjetiv~, de or~~n psí_qu_ico, en franco descrédito, y la de confiscación, que tampoco
,. del individuo con lo que ocurra, falta, asimismo, una vrnculac10n obJetiva,
de carácter físico, o sea, causal.
se puede dividir y que al presente pertenece más bien
a la historia de lo jurídico, tales amenazas penales, penas
7 Piénsese en un neto Derecho penal de autor. .
s Ambas según se ha hecho ver, con jerarquía de notas nece~ar1as, o abstractas o, con una sola palabra, penalidades, son fle-
1'1
· faltable~ en la noción del delito en abstracto o en sí misma con~1derada, xibles, elásticas, divisibles, es decir, constan de una can-
~::,1::quiera q~te sean la caracterización que_ éste_ reciba en los, ~1fe1~ent_es tidad más o menos nutrida, y por lo general inmensa,
ordenamientos punitivos y las consiguientes exigencias q~e en ello,; se a~;d.i~
y lo constituyan y perfilen y que dogmáticamente proc~da 1~dagar Y e_sta ecm. de posibilidades, comprendidas entre un límite superior
9 Así, por ejemplo, en Stammler, Tr~tado de Filosofia/el De,echo, tra-
ducción de Wenceslao Roces, Reus, Madrid, 1930, P~·.294-~95. .,. . 11 Entiende muy de otra manera la punibilidad Zaffaroni, Manual, cit.,
10 Beling, La doctrina del delito-tipo, traducc10n de Sebastian Soler,
ps. 557-559, y Tratado, cit., t. V, ps. 11-18.
Depalma, Buenos Aires, 1944, p. 29.
8 MANUEL DE RrvACOBA Y RlvACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA
9
y otro inferior, de las cuales se deberá estimar, escoger
e imponer una, que será la que corresponda a la gravedad 3. - Hace ya mucho que en el Derecho penal se vie-
del caso delictivo que se juzga y la que en definitiva haya ne ha~!ando ?e la _i_dea.de fin 15 • Toda la comprensión,
de cumplir el condenado por razón de su responsabilidad e_voluc1ony onentac10n de esta rama jurídica, todo su sen-
en él. tido, ha dependido y ha de depender de los fines que se
e) La pena, en fin, es algo más concreto, absoluta- le rec_onozcao se le asi~e, que en buenas cuentas no pueden
mente concreto; no la amenaza que la ley designa y con ser s1~0 los fines efectivos o supuestos del castigo 16 •
que la ley conmina en abstracto para la hipótesis de una Siendo el Derecho, y, por tanto, dentro de él, el De-
determinada especie delictiva, sino la posibilidad y mag- recho penal, desde sus formas o manifestaciones más es-
nitud incluída en ella que el juez precisa e impone en p_ontáneas y elementales hasta las más elaboradas y cons-
concreto por un delito particularizado, por la ocurrencia cientes, una_ c~eación h1:1ma_na,y dadas, por otra parte,
delictiva individualizada, y el condenado debe cumplir. las caractensticas constitutivas y diferenciales del hom-
11
Ésta sí, y no su posibilidad, es consecuencia del delito. bre Y de su obrar , aquél ha de perseguir siempre fines
1
El delito, para y por serlo, es punible, pasible de pena, ha de ~er finalista ª. Ahora bien, puesto que todo el or~
con independencia de que sea o no penado 12 • Que sea den~m1ento y todo el sistema penales, es decir, en lo nor-
punible no exige ni envuelve que haya de ser penado; mativo y en lo teórico, desde sus fundamentaciones fi-
puede quedar impune. En cambio, la sanción, toda san- lo~ófic~ e histó~ica, con s_u compleja regulación y su
ción, la sanción de cualquier tipo, no es sino la conse- mm1:1c10sadoctrma del dehto, no tienen otra función y
cuencia normativa del incumplimiento de un deber; y, por sentido que establecer las bases y condiciones de la pena
tanto, la pena, como sanción jurídica que es, la especie o, e~ su caso, .de la exclusión de ella, cualesquiera qu~
más grave, y de carácter público, de que disponga el res- los fmes que se propone el Derecho punitivo sean tiene
pectivo ordenamiento jurídico, ha de ser consecuencia del que proponérselos y perseguirlos mediante la pena' 0 ex-
incumplimiento de un deber, o sea, en su caso, de un presado con mayor propiedad, como fines de la pe~a;' tie-
1
acto de la mayor intensidad antijurídica en el ordena-
(
miento de que se trate, de un delito 1 ª·14 • Y'.con gran _detenimiento y documentación, también en El del ·to d t t
1 simulado, cit., ps. 77-85. ' e con ra o
15
12
. C~r.: Von ~iszt, La idea de fin en el Derecho penal traducción de
Como es culpable, reprochable, aunque no sea culpado, reprochado. Enr~que Aimone G1bson, revisión técnica y prólogo de Manu'el de Rivacoba
Cfr.: Rivacoba, La obediencia jerárquica en el Derecho penal, Edeval, Val- Y Rivacoba, Edeval, Valparaíso, 1984.
paraíso, 1969, p. 122. 16
Cfr. ibídem, p. 56.
13 En la actual dogmática española considera asimismo la punibilidad 17
Cfr.:_ Aristóteles, Moral a Nicómaco, libro III capítulos 5 y 6 y en
"último elemento esencial" del concepto de delito y la distingue de la pena• ot1:a persp~ctiv~, Ihering, EL fin en el Derecho, tradu~ción de Leonardo 'Ro-
lidad, Polaina Navarrete, La punibilidad en la encrucijada de la dogmática dnguez, L1brena General de Victoriano Suárez , Madrid , s . f ., p . 14 ("Ob rar
(1 jurídico-penal y la política criminal, estudio contenido en su libro misceláneo Y obrar con un fi n, son términos equivalentes")
Criminalidad actual y Derecho penal, Universidad de Córdoba, 1988, ps. 11· 18 "E 1t •
n e erreno del Derecho todo existe para el fin y en vista del
46; y en la misma línea se encuentran también, más o menos nítida y de- fin; ~l Derecho entero no es más que una creación única del fin" (Ihering
cididamente, otros autores, como es de ver en nuestra obra El delito de con- ~b. cit., p. 273). "El hombre que piensa, que medita, hallará siempre, en eÍ
trato simulado, Conosur, Santiago de Chile, 1992, ps. 78-79 (de este libro terreno del Derec~o, el fin de cada una de sus instituciones. La investigación
hay edición poco anterior, de Akal, Madrid, 1992). do este fin constitu~e el objetivo más elevado de la ciencia jurídica, tanto
14 El pensamiento expuesto en este apartado 2 ya fue dado a conocer
~ sde el punto de vista del dogmatismo del Derecho como de su historia"
en nuestro libro La obediencia jerárquica en el Derecho penal, cit., ps. 99-100, (1bídcm, p. 274). '
MANUEL DE RivACOBA Y RrvACOBA FUNCIÓN y APLICACIÓN DE LA PENA 11
10
nen que ser los fines de la pena, los que ésta se proponga das de seguridad persiguen fin d •,
rehabilitación")2º Q fi /s e curac10n, tutela y
o persiga. Por lo cual, discurrir acerca de las finalidades 1
Iio congruentes ~on ~: e~~i;:: :::i:: ~:c\aradas sean o
del uno o determinarlas no es, en el fondo y con más tanto, resulten o .no factibles· q l a pena y, por
exactitud, sino reflexionar sobre las finalidades de la otra
o señalarlas. f¡~:~!:n :si~c~u::cl::daacionles '1a:embe~~~e~~~éc::z: ~~::
Asunto que, naturalmente, ha preocupado de antiguo ' s as conce 1bles y 11
sean compatibles entre , 1 , que en e os
más a los estudiosos que a los legisladores, es achaque,
más que moderno, reciente el consignar tales fines en
los textos legales, entendiendo esta expresión en su mayor
prescindiendo por aho:a ~:i:~::d
pongan y destruyan m t s1 o, por o contrario, se contra-
es otral cuestión. Pero,
?bservar que el consignar fines u :~j:~- e problema, ca~e
amplitud, comprensiva desde la constitución hasta los re-
glamentos, y, por ende, de los códigos. Sin detenernos mdole, o por las condiciones ivos por ~u p~opia
ante otras declaraciones similares 19 , recordemos, como do- ca~zables, o bien sin contar coe; ~~~i:se a~~unc1¡n, mal-
cumentos de origen y carácter muy diversos, pero bien fic1entes para llevarlos a cabo re ecua os _Ysu-
de cuya noble i·nspirac10n
. . , na'd.ievela que tales aserc10nes
significativos todos en este aspecto, el célebre art. 27 de dud , 1 • '
la Constitución italiana de 194 7 ("Las penas no pueden no pasan de ser expresiones de d ara,0 en a realidad
claraciones de · • . e_seos , a lo sumo, de-
consistir en tratamientos contrarios al sentido de huma- jurídica desde p:imc1p10s, de cuya mdole auténticamente
nidad, y deben tender a la reeducación del condenado"), • momento en que no regul d
el 19 del famoso en su momento y hoy olvidado Proyecto sí es lícito y lógico dud ar. an con ucta,
de Código Penal argentino de 1974-1975 ("Las penas que Menos aún se justifica esta l
establece este Código persiguen principalmente la reedu- ciertas finalidades para las m~ar e? o~_textos legales
cación social del condenado"), el 27 de los códigos cubanos desentendiéndose de los fi~::ª~ ~ pnvacwn de libertad,
de 1979 y de 1987 ("La sanción no tiene sólo por finalidad de los fines de 1 e as restantes penas Y
as penas en general A , •
la de reprimir por el delito cometido, sino también la de en el art. 25, 2, de la llamada Co . .·, s1, ~or eJemplo,
real t, . nstituc10n espanola -porque
reeducar a los sancionados en los principios de actitud Y ecmcamente no es m ,
honesta hacia el trabajo, de estricto cumplimiento de las de 1978 ("L . . as 9ue una carta otorgada-
as penas privativas de 1"b t d 1
leyes y de respeto a las normas de la convivencia soda- de seguridad estarán orientadas h . l er a y a~, medidas
lista, así como prevenir la comisión de nuevos delitos, serción social")21 o el 43 . . ac1a l~ reeducac10n Y rein-
tanto por los propios sancionados como por otras perso- Código Penal t.' ' mc1s0 o parrafo primero del
. ipo para lberoamérica. Ninguna r~zón
nas"), el 12 del colombiano de 1980 ("La pena tiene función
retributiva, preventiva, protectora y resocializadora. Las 20 Q •
medidas de seguridad persiguen fines de curación, tutela colombiano,men eche de menos
la mención - ca 1_code l precepto trascrito del Códio-o
de la r'en .este 0

· unc10n retributiva d
y rehabilitación") y el IX del título preliminar, sobre Prin- en a Exposición de motivos apart d -f , pue e encontrarla, empero
casil al final. ' ª
.a O re erente lo que denomina Contenido'
cipios generales, del peruano de 1991 ("La pena tiene fun- 21e on. el que '
' concuerdan el 1 de la Le or • • ' • •
ción preventiva, protectora y resocializadora. Las medi- de 26 de setiembre de 1979 ("L . . . y gamca general pemtenciaria
la presente ley tienen co·mo f' as i_nst1tdu_c10nes
penitenciarias reguladas e~
· l m primor 1al la d •-
socia de los sentenciados a penas m . ree uca_c10~Y la reinserción
9 Declaraciones análogas, en textos constitucionales y legales muy aje- Y el también 1 del Reglame t Y. ed1das penales privativas de libertad")
1
nos a veces entre sí, se las puede ver en Rivacoba, Krausismo y Derecho, mentalmente idéntico en es~e op~::~enciario, de 8 de mayo de 1981, funda~
Castellví, Santa Fe, 1963, ps. 179 y 180, notas 261 y 264.
12 MANUEL DE Rrv ACOBA y RrvACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA
13

existe ni se aduce para ello, y hay que tener presente, cons~ituyen est~dios ajenos el uno al otro, entre los cuales
por lo contrario, que, mientras que la pena es un concepto se de una ~oluc10n ~e continuidad, sino simples momentos
infaltable y permanente en el Derecho, independiente de de una misma e~tidad en el proceso de su realización,
sus concreciones en los distintos tiempos y culturas, con qu~ ~e. complementan en su sucesión; y es una distinción
una entidad precisa, que se propone determinados fines, ar~1f~c10~a,que únicamente la magia de los conceptos, 0
las penas privativas de la libertad, u otras cualesquiera, qmza sol_? de las palabras, hace presentable o atractiva
tienen un carácter eminentemente histórico, contingente, y perpetua 24 •
que no les permite poseer una entidad peculiar ni en- . _o s~a,. en ~·esumen, que carece de asidero y justifi-
trañar unos fines propios, solos de ellas y diferentes de cac10n d1stmgmr los fines del Derecho punitivo y los de
los de las demás. la pena, ~ues todo aquél no va sino encaminado y se co-
Todavía hay cuerpos legales que se refieren en par-' ro~a en esta, Y también los fines de la pena en sí, cual-·
ticular a los fines de la ejecución de la pena. Por ejemplo, quiera que s~~' Y ~os_d_ela pena privativa de la libertad,
en la Argentina, la Ley Penitenciaria Nacional, de 14 de mer~ c~ncrec10n h1stonca y contingente de ella, así como,
enero de 1958, art. 1 ("La ejecución de las penas privativas por ultiin: 0 , lo~-fines de la pena y los de su imposición
de libertad tiene por objeto la readaptación social del con- Y des~ _eJecuc10n, que no son más que momentos en que
denado"), y, después, el Proyecto de Código Penal, de Soler, su noc10n y amenaza se realiza.
de 1960, art. 34. Pretensión, ésta, difícilmente admisible,
dado que supone escindir y aun oponer la noción de pena ~- .--:-Ahora bien, el concepto de fin supone por su
y su ejecución y que aquélla puede abrigar en sí unos propia md~le ~l de medio, y, por ende, los fines de la
fines y al ejecutarla otros. pe~a, pr~scmd1endo aun de cuáles sean o puedan ser, re-
Claro es que a su propósito se puede recordar, y puede qmer~~ mexcu:..ablemente medios oportunos para su con-
reforzarla, la concepción que atribuye a la pena fines dis- secuc10n; En tal p~nto, sin largos razonamientos se com-
tintos y hasta antagónicos, según los sucesivos estadios prend~ra ~~e semeJantes medios han de venir dados por
de su iter: de prevención general en cuanto conminación su aph~ac10n, esto es, por las operaciones precisas para
contenida en la ley, retributivo en el acto de su imposición convertirla de sencilla amenaza en una efectiva realidad
por el juez y de prevención especial (reincorporación o '
0
per~cione~, ~ ~u vez, que se desdoblan en un pronun~
reinserción del delincuente en la comunidad, resocializa- ciam1ento Jud1c1al que determina la pena (el quid y en
ción) en la fase de su ejecución 22 ; concepción que Roxin ~u caso, el_quantu_m) para cada ocurrencia delictiva ~ la
llama "teoría unificadora dialéctica" 23 • No obstante, se basa impone as1 _al_delmcuente, y, de inmediato, su ejecución
en una distorsión de la realidad, pues la pena, su im- en o cumplimiento por el condenado. Sin O antes de su
posición y su ejecución sólo en el plano de lo ideal cons-
2
tituyen nociones diversas que un mero discurso lógicoabs- ~ "¡Qué misterio permite explicar convincentemente que la misma pena
tracto pueda captar por separado, pero en lo efectivo no se tras l~re Y camb_ie de naturaleza (de «mal» coactivo con el que se intenta
contramotivar al delincuente potencial a «remedio» benefactor resocializador

22 Cfr.: Roxin, Sentido y límites de la pena estatal, en su obra misce-


º1
P~~~ reo que la_experimenta), sino el fácil, pero simplista e;pediente lógic¿
en 1ca_o q~~ consiste en contemplar un mismo objeto desde enfoques distintos
lánea Problemas básicos del Derecho penal, traducción y notas de Diego-Ma- Y parciales. • Ga_rcía-Pablos, en la obra colectiva Comentarios a la legislación
nuel Luzón Peña, Reus, Madrid, 1976, ps. 11-36. penal, Ley orgánica general penitenciaria, 2 vols., Edersa Madrid 1986 t I
2a Ibídem, p. 33.
p. 28. ' , , · ,
14 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA 15

determinación e imposición y su ejecución o cumplimiento,


la pena no pasaría de ser un fiatus vocis, falto de toda
realidad jurídica, social y humana; pero "las penas no
son números solamente", decía Pacheco 25 , ni, menos, pa-
labras.
De lo cual se colige que los mencionados medios tienen
que estar y lo son en cuanto estár,. orientados en el sentido
del fin de la pena, y también que para dictarla y ejecutarla II
o hacerla cumplir o, previamente, para interpretar y apli-
car las normas jurídicas que prescriben cómo se debe dic- LAS TEORÍAS ACERCA DEL FIN
tar y ejecutar o hacer cumplir una pena hay que tener DE LA PENA
clara la finalidad de ésta. Tal es el cometido de las pá-
ginas que siguen.
l. Multiplicidad de teorías acerca del fin de la pena y ne-
cesidad de clasificarlas. - 2. Clasificación. - 3. Consideración par-
ticularizada de algunas especialmente significativas o importantes.

l. - Es de comprender que la de la finalidad o las


finalidades de la pena es una materia de gran importancia
y envergadura, que no podía dejar de interesar desde an-
tiguo a los espíritus inquisitivos y reflexivos y que ha
tenido que dar lugar así a multiplicidad de teorías que
suscitan por lo mismo la necesidad de su clasificación.
Por supuesto, el problema de la finalidad (el para
qué) de la pena no es el único que haya de dilucidar una
consideración abstracta y omnicomprensiva del Derecho
punitivo en lo que éste tiene de universal e incondicio-
nado, es decir, con independencia de su concreción en cual-
quier ordenamiento jurídico determinado, sea del pasado,
del presente o del porvenir; consideración que abarca asi-
mismo, por lo menos, los del fundamento o la justificación
(el porqué) y los elementos universales y necesarios de
semejante rama del Derecho y el método de su conoci-
miento. Pero no es menos cierto, sino todo lo contrario,
que es uno de tales temas, y que, tratándose de una rea-
2s El Código penal concordado y comentado, 5ª edición, corregida Y au-
mentada, 3 vols., Imprenta y fundición de Manuel Tel10, Madrid, 1881, t. I, lidad, por humana, eminentemente finalística, tiene una
p. 358. categoría dominante y decisiva.
16 MANUEL DE RrvACOBA Y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 17

Tanto es así que en una construcción especulativa Bentham (17 48-1832), de prevención general y prevención
de este Derecho ~abe muy bien prescindir de al~nos de especial 4, e insertando, por último, en el primero, la dis-
los ·puntos enumerados, y, singularmente, de precisar los tinción, bien actual, 5 , de prevención general negativa y
elementos universales que en todo caso hayan de cons- prevención general positiva.
tituírlo O ~l método adecuado para conocerlo, pero n1;1-nca Tales denominaciones ya se sabe que designan grupos
del télos o finalidad que se proponga o para que ~1rva; de teorías muy numerosas y diversas que, a despecho de
y por ello sin perjuicio de otros criterios y ordenac1?nes, sus oposiciones y diferencias internas, convienen en cier-
puede pr;porcionar una base ~uy indicada para clasificar tos rasgos fundamentales que las separan profunda e in-
las doctrinas de carácter filo~ofico_acere~ del Der~ch~ de salvablemente de otras y las acercan entre sí.
los crímenes y las puniciones , o, s1 se q~nere, en ter~mos Las absolutas sostienen que la pena no es medio pará
más difundidos, teniendo en cuenta la mdudable ra1fam- ningún fin extrínseco, ajeno a su propia noción, sino que
bre y significación filosófica de la palabra escuela , l_as constituye la mera sanción del delito, su función no tras-
con mayor O menor acierto llamadas escuelas p~nales. pasa los límites de su intimidad y su entidad, acción y
De todos modos, aquí no nos interes~ _el ~onJ1:1ntode finalidad se agotan en ella misma. A pesar de que' en-
los problemas que integran la consider~c10~ filosofica de tiendan de muy distinto modo la retribución, son, todas,
lo punitivo, sino más recortadamente,_ s1qm~ra dentro ~e retributivas. Según la conocida máxima que las resume,
aquél tenga significación e impor~a~cia capital, el de las significa y caracteriza, punitur quia peccatum est. Sin más.
teorías sobre el objeto de la pumc10n. Para las relativas, en cambio, la pena de un delito
pasado es medio que evita otros en lo futuro. Son, pues,
2. _ A este respecto es de suma utilidad, no obs- preventivas. Punitur ne peccetur. Esta prevención pue-
tante su antigüedad, la clasificación d~ Anton !3au~:· de obrar sobre los seres humanos en general, haciendo
(1772-1843), en teorías absolutas, relativas y. m_1x~as, que, por el espectáculo o magisterio de la pena impuesta
complementada por los conceptos, poco anterior es, de al delincuente, los demás se abstengan de delinquir 6 • Crea,
así, un clima generalizado de prevención (prevención ge-
Crítica de esta clasificación y exposición de otras, en Jimén~ 7de A~úa,
1
neral). O puede obrar sobre el propio condenado, hacien-
b ·tt II 3• ed Losada Buenos Aires, 1964, ps. 31-32. Tamb1en. _es ilus-
~r~t~~~ 1~ n'ota de.,don Fra~cisco Giner a su trad. de la obra de Roder,. Las do que, por los efectos que haya surtido en su personalidad
doctrinas {1tndamentales reinantes sobre el delito y la. pena e':, SllJ ;n~eno~~s la pena que ha sufrido, sea precisamente él quien se abs-
contradicciones. Ensayo crítico prepar~torio para la renovacwn e eret.: o
penal 3• ed Victoriano Suárez, Madrid, 1876, ps. 41-45. .,
'2 A p~;-tir de la scholé griega, ocio, y del ocio ~~ la con_cepc~onY or- crítica de todas las teorías de Derecho penal), Giittingen, 1830, ps. 270-273.
anización helénicas de la vida pública, como ocup_ac10npropia del 0~10 \º En castellano, dicha clasificación puede vérsela reproducida en Riider, ob.
falta de necesidad de entregarse a trabajos mecámcos), esto es, el J.stud1~ cit., ps. 43-47. •
y el saber y por sucesivas ampliaciones, el grupo de los que e~~u ian, e 4 En realidad, prevención particular. Cfr. Bentham, Teoría de las penas
conjunto de doctrinas que comparten y, en fin, el lugar del ~st_~ wt , El legales, 2 vols., Imprenta de J. Smith, París, 1825, t. I, p. 15.
Sobre el particular, ya nos expresamos de ~1ane~a concm. an e en . s Con Claus Roxin, Armin Kaufmann, Winfried Hassemer, Günther Ja-
t rio del nacimiento de Dorado Montero, U mvers1dad N ac10nal del, L1- cobs, Heinz Zipf, etc., y su inclinación por la prevención general positiva o
cen elnaS t F 1962 ps 67-68 y más recientemente en El correccwnalismo integradora.
tora , an a e, , • ' . 11 12 6 Quizá simplificando demasiado y exagerando un poco este pensamien-
enal Marcos Lerner Córdoba (R. Argentina), 1989, ps. - • .
p 'a Cfr su Die Wa~nungstheorie nebst einer Darstellung und Beurtheilung to, se le puede hacer más fácil de captar con la vieja frase del escarmiento
aller Strafrechtstheorien (La teoría de la advertencia, con una exposición Y en cabeza ajena.
18 MANUEL DE RIVACODA y RIVACODA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 19

tenga de delinquir, esto es, que no incurra de nuevo en


el delito, que no reincida. Cumple, así, una función pre- 3. - Aunque, lógicamente, no es factible examinar
ventiva de carácter y alcance individual o especial (pre- aquí todas las teorías que forman cada uno de estos gru-
vención especial). pos, ni siquiera la mayoría o aun cierto número de ellas
Las mixtas, corno se comprenderá, asumen ambos cri-
.
m tampoco sería de interés para nuestro intento actual,
'
terios. Para ellas, la pena mira a la vez hacia el pasado puede resultar conveniente resumir o recordar, pues son
y hacia el porvenir, retribuyendo el delito ya perpetrado muy conocidas, algunas de especial significación o impor-
y previniendo al propio tiempo la realización de otros nue- tancia. Mas antes cumple deshacer un equívoco en el cual
vos. Punitur quia peccatum est et ne peccetur. con reiteración se ha incurrido y que persiste en auto-
Todavía cabe distinguir y se distingue en nuestros rizados pensadores contemporáneos al concebir y definir
días una prevención general negativa, que es la tradi- " la pena: la cuestión de si es un bien o un mal. Todavía
cional, la conocida tradicionalmente corno prevención ge- Ant~n la define como "un mal que el Estado impone, por
neral, la que obra de manera indiscriminada sobre la so- med10 de sus órganos jurisdiccionales y con las garantías
ciedad corno freno inhibitorio de la delincuencia, y una de un proceso destinado a este fin, al culpable de una
prevención general positiva, la que la pena ejerce sobre infracción criminal como retribución de la misma y con
la sociedad, no inhibiendo en ella tendencias o impulsos la finalidad de evitar nuevos delitos", probando que sea
delictivos, sino reforzando en su lugar la confianza y ad- un mal por consistir su contenido "en una privación de
hesión social en el complejo normativo y el sistema de bienes jurídicos"ª. Y a continuación cree resolver la di-
valores que lo informa, al cual deben atenerse, por el cual ficultad que a tal criterio suscita el hecho de que algunos
deben regirse y conforme al cual deben conducirse cuantos individuos deseen, apetezcan y hasta busquen la pena,
la integran, como base de una situación institucionalizada porque ésta "se da para seres psicológicamente norm·ales,
de seguridad común y confianza mutua. en los cuales actúa siempre como aflicción" 9 olvidándose
En sentido análogo, ya había dicho mucho antes, en- sin duda, del Crainquebille, de Anatole France,' de quien '
tre otros, Ruy da Costa Antunes que "fin de la pena, esen- sería tan ofensivo como falso sostener que era un per-
cialmente, es reavivar en la conciencia común el desvalor turbado y que de ningún modo constituye un caso sólo
de la conducta violadora de la norma que ordena el respeto literario o infrecuente 10, y perdiendo de vista, asimismo,
a cierta categoría de bienes y, así, reafirmar la impor- que no toda privación de un bien jurídico causa a quien
tancia ele tales bienes y la exigencia de que sean res- q~eda despojado de él una aflicción ni le provoca un pesar,
petados" 7. smo acaso satisfacción o alegría.
Dentro de este cuadro se puede ubicar, junto a las
que en cada caso les sean más afines y bien separadas 8
Derecho penal, 2° ed., anotada y puesta al día por José Julián Her-
de las más distantes, las incontables teorías que se han nández Guijarro y Luis Benéytez Merino, Akal, Madrid, 1986, p. 509. Pres-
cindimos aquí de las severas objeciones que cabría formular a la definición
sucedido a través del tiempo concernientes al fin de la trascrita.
pena. 9 Ibídem, p. 510.
10
Sobre La edificante historia de Crainquebille, cfr. Ruiz-Funes, Idea:;
penal~~ de ¿.n~tole France, Tip. Sucesores de Nogués, Murcia, 1926, ps. 75-90.
7 Problemática da pena, Recife, 1958, p. 342. Tambien J1menez de Asúa, ob. cit., t. II, cit., ps. 22-24.
MANUEL DE R1vACOBA Y Rrv ACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 21
20

En sus más escuetos términos, la cuestión debe ser superioridad del orden ético. Por lo cual, es ley eterna de
planteada en la siguiente disyuntiva: si se enti~nde que la justicia el que al mal siga inevitablemente la pena.
es un bien (o un mal) subjetivamente, para el delmcuente Ahora bien, siendo el Estado el orden ex.terno de Dios
(desde su punto de vista), u objetivamente, para la so- sobre la tierra, o sea, la -voluntad divina que se realiza
ciedad (en atención a los intereses sociales). Si lo pri- en el tiempo, recibe de Él como una delegación el derecho
mero es de advertir que el delincuente, y, por supuesto,11 de castigar y debe preservarlo, venciendo la voluntad an-
hay que' pensar en y referirse al d e 1·mcuente norma 1 , tijurídica mediante su anulación o haciéndole padecer.
tanto puede percibirla en un sentido como en otro, te- Por lo demás, como miembro que es de la comunidad hu-
miéndola y rehuyéndola o anhelándola y entre~ánd?se a mana que el orden divino establece y gobierna, la propia
ella, según su mentalidad y convicciones, sus est1mac10nes personalidad del delincuente, desprovista de la concupis-
• e incluso sus intereses o necesidades personales, y que cencia que la desnaturaliza y hace extraña a sí misma,
tales actitudes, además, pueden variar según la _diver- exige también la pena, como postulado de su naturaleza
sidad de los períodos de su vida o de las circunstancias moral. En fin, la inmoralidad y el pecado no forman parte
en que se encuentre. Si lo segundo, supone resolver o del concepto -de delito, y por ello la pena no es un dolor
tratar de resolver una cuestión social y jurídica con ca- moral ni una condena eterna, sino un sufrimiento cor-
tegorías morales o de pura sensibilidad, desconociendo poral, cuya causa tampoco es la venganza, porque no se
la diferencia de naturaleza y alcance entre ambos planos. pena al delincuente con el objeto de que sufra, sino que
El primer criterio, sobre ser poco adecuado por su índole sufre porque se le castiga. En esta línea figuran asimis-
para enfocar un problema social y jur_ídico, es inc~erto; mo Jarcke (1801-1852), Bekker y De Maistre (1753-1821).
el segundo, inaceptable. Luego se esta en presencia de b') Aunque la idea de la retribución estética se re-
un sinsentido, que, por serlo, ha de ser desechado de toda monta a Leibniz (1646-1716), fue desarrollada sobre todo
preocupación y elaboración científica o filosófic_a. ., por Herbart (1776-1841) y continuada por Geyer (1831-
Aclarado lo cual, es oportuno pasar a la cons1derac10n 1885). El segundo dice que la justicia no es una ley de
de determinadas teorías; unas, por ser en alguna dirección la conducta, sino un criterio para juzgar la conducta; no
características, y otras, por estar grávidas de significado es una regla ética, sino un principio estético, que, como
o consecuencias. principio, tiene un valor teorético, no práctico, y como
a) Entre las absolutas, son clásicas las concepciones estético, un valor subjetivo, no objetivo. Esto hace que
de la pena como retribución divina, retribución estética, repugne todo acto que perdure sin retribución, y, apli-
retribución moral y retribución jurídica. • cándolo al Derecho penal, que el desequilibrio moral pro-
a') Para Stahl (1802-1861.), que es el más desta~ado ducido por una acción nociva exija la debida sanción, y,
representante de la primera, la justicia constituye la idea por ende, la idea estética de la justicia compensadora exi-
del mundo moral en cuanto tal, porque es "la inviolable ge la pena como una necesidad estética. En bellas ex-
conservación de un orden ético dado", disponiendo del po- presiones había afirmado mucho antes Leibniz que existe
der de reparación y el de castigo para anular al rebelde una especie o clase de justicia que no tiene por objeto
o hacerle sufrir y manifestar y restaurar así la eterna la enmienda, {li el ejemplo ni la reparación del mal, sino
que, fundada en la mera conformidad, ·exige una cierta
11 Que, por Jo demás, es el único verdadero delincuente. satisfacción que consista en la expiación de una acción
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 23
22 MANUEL DE RIV ACODA Y R!VACOBA

La lesión del Derecho consiste en la voluntad individual


mala y que satisface no sólo al ofendido, sino también a
del delincuente, y, por consiguiente, la lesión de esta vo-
los sabios, al modo como contenta a los espíritus bien dis-
puestos un elegante concento o una buena arquitectura •
12 luntad es la anulación del delito, que de otro modo sería
c') La retribución moral es propia de Kant (1724- válido, y, en definitiva, así, la reintegración del Derecho.
1804), y está expuesta en sus Principios metafísicos .del El delito es lesión o negación del Derecho, y la pena, ne-
Derecho, de 1797 13 • Comoquiera que ha de constituír el gando el delito, lo supera y restablece el Derecho. La
punto de partida para los razonamientos que serán de- pena es, pues, justa en sí; pero lo es igualmente en re-
senvueltos más adelante, queda el ocuparse de ella para lación con el delincuente, en cuya acción, como acción que
entonces 14 • es de un ser racional, hay implícito un universal, a saber,
d') Hegel (1770-1831) alumbró en su Filosofía. del De- que aquélla crea por sí misma una ley que reclama la
recho, de 1821 15 , la teoría de la retribución jurídica, que pena y que el delincuente reconoce como válida en sí,
"representa la dirección dialéctica de la retribución" 16 • A quedando comprendido en ella como bajo su propio De-
su juicio, la teoría de la pena es una de las materias recho. Por lo cual, al punirle, el delincuente, en tanto
que la doctrina jurídica de los tiempos modernos peor que ser racional, "es honrado con la pena", que pertenece
ha ahondado, y todos los errores en ella derivan de con- a su Derecho particular y le trata por lo mismo como
siderar la pena como un mal o como un bien. Piensa, persona. "Este honor no llega a él, si el concepto y la
con Klein (1743-1810), que es "contrario a la razón querer norma de su pena no se toman de su mismo acto y si
un mal únicamente porque preexiste otro mal"; y también es considerado el delincuente como un animal dañino al
es erróneo considerar la un bien, porque de lo que en el que habría que hacer inofensivo, o a los fines de la in-
fondo se trata no es de negar el delito como la producción timidación y de la corrección" 1ª.
de un mal, sino como lesión del Derecho en cuanto De- En Alemania siguió a Hegel en esta materia, con ma-
recho. Ahora bien, "la vulneración del Derecho como tal yor o menor .fidelidad, multitud de autores. Albert Frie-
es, ciertamente, una existencia positiva, exterior, que es drich Berner (1818-1907) acaso haya sido su "más directo
en sí nula. La manifestación de su nulidad es el anu- heredero" 19 , si bien, para él, la finalidad retributiva no
lamiento de la existencia de aquella vulneración; es la excluía que la pena cumpla asimismo, como fines com-
realidad del Derecho como su necesidad que se concilia plementarios y subordinados, los de intimidación y co-
consigo misma mediante la negación de su vulneración" 17 • rrección. Antes, Julius Heinrich Abegg (1796-1868) en-
contraba el lugar de la pena "simplemente al servicio de
12 No obstante su concepción retributiva, tampoco falta en Leibniz una la justicia", aunque tampoco dejaba de asignarle un sen-
idea preventiva, en el sentido, sobre todo, de la prevención general, natu- tido de satisfacción pública en relación con la colectividad
ralmente, negativa. Ver, al respecto, Elementos del Derecho y de la equidad
(en el volumen Escritos de Filosofía jurídica y política, traducción de José y de expiación en referencia al delincuente; para Christian
María Atencia Páez, edición preparada por Jaime de Salas Ortueta, Editora Reinhold Kostlin (1813-1856), la pena se justifica en la
Nacional, Madrid, 1981, ps. 121-135), p. 134. necesidad de reparar objetivamente el Derecho, pero debe
1ª Traducción de Gabino Lizárraga, Madrid, Victoriano Suárez, 1873.
14 Cfr. infra, capítulo IV, 1, d. • perseguir también el fin de intimidar y mejorar al de-
15 Traducción de Angélica Mendoza de Montero, 4• ed., Claridad, Buenos
Aires, 1955. Cfr. §§ 97-103, ps. 105-110.
1a Hegel, ibídem, § 100, p. 108 .
.is Jirriénez de Asúa, oh. cit., t. II, cit., p. 43. 19 ,Jiménez de Asúa, oh. cit., t. 11, cit., p. 44.
11 Hegel, oh. cit., § 97, p. 105.
24 MANUEL DE RrvACOBA Y RrvACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 25

lincuente, y, por último, Hugo Halschner (1817-1889), par- radica en los diversos modos que respectivamente señalan
tiendo siempre de la retribución que cancela el delito, de conseguir uno u otro de estos fines 23 •
admitía al propio tiempo, no como finalidad de la pena, a') Aunque con precedentes antiguos, el pensamiento
sino como criterio complementario para su mensura, la de la prevención general inicia en el siglo XVII con el
corrección. iusnaturalismo clásico y su reviviscencia de la idea del
Y en Italia hay algo más tarde un hegeliano puro contrato social, de Grocio (1583-1645) en adelante, una
y notorio, Enrico Pessina (1828-1916), para quien "el de- línea continuada 2 4,que se acentúa en la época de las luces
lito es la negació-,,, del Derecho", o, también, "la acción y predomina en la centuria décimonona.
2
de la libertad humana que infringe el Derecho" º, y "la Representan muy bien tal pensamiento en el siglo
violación o negación del Derecho exige la reafirmación XIX Bentham, Rdmagnosi (1761-1835) y Feuerbach (1775-
del mismo, lo cual significa que la fuerza del Derecho 1833). El primero lo expresó con la mayor precisión: ''To-
debe vencer a la actividad individual, sujetándola, subor- do individuo se dirige, aun sin advertirlo, con arreglo a
dinándola a sí misma. Es preciso, por tanto, que cierto un cómputo bien o mal formado de penas y placeres. Si
sufrimiento represente la retorsión de la fuerza del De- él presupone que la pena será la consecuencia de un acto
recho contra la actividad rebelde. Al delito, pues, debe q~e le !1grada,. obra esta idea con una cierta fuerza para
d1suad1rsele: s1 el total valor de la pena le parece mayor
suceder una restricción de los derechos, que haga sufrir
que el del placer, la fuerza repulsiva será la mayor; y
en nombre del Derecho violado y tenga por objeto reafir- no se verificará el acto" 25 • Y de esto colige que "la pre-
mar el Derecho en todo lo posible, tanto en la sociedad vención general es el principal blanco de las penas; y es
humana, en cuyo seno el delito aparece, como en la misma también la razón justificativa de ellas" 26. Semejante pre-
individualidad violadora[. .. ]. El fin de la pena es anular venci~n s~,efectúa "por medio de la publicación de la pena,
el delito" 21. y aphcac1on suya, que, según la común y adecuada ex-
b) Las relativas, por concebir la pena como un medio presión, sirve de ejemplo: porque la pena padecida por
para fines extrínsecos a sí misma, es decir, que su razón
de ser y su función consisten en disuadir, sea indistin- 2_3 Cfr.: Karl Bindi~g, Compendio di Diritto penale (Parte genera/e),
tamente a los integrantes de la sociedad, en la doctrina prefaz1one, note e traduz1one sulla ottava edizione tedesca di Adelmo Bo-
rettini, Athenaeum, Roma, MCMXXVII, ps. 381-382.
de la prevención general22, o en particular al condenado . 24 Cfr.:_ Rivacoba! Los iusnaturalistas clásicos y el pensamiento penal,
a ella, en la de la prevención especial, de la perpetración Sociedad Chilena de Filosofía Jurídica y Social, Valparaíso, 1985, pássim.
25 Lug. cit.
de nuevos delitos, tienen, todas, un signo utilitario. 26 Ob. cit., t. I, p. 16. Y prosigue: "Si no consideráramos el delito pa-
La única diferencia fundamental entre las distintas sado más que como un hecho separado que no puede volver a suceder sería
teorías, bien de la prevención general o de la especial, un trabajo totalmente en balde la pena, porque no haría ésta más que a~regar
uno a otro mal. Pero cuando se contempla que un delito impune daría rienda
suelta no solamente al mismo delincuente, sino también a cuantos tuvieran
20 Elementos de Derecho penal, traducción de Hilarión González del Cas- los m~s~o~ motivos y ocasiones de cometerle, se conoce que la pena aplicada
tillo, prólogo y adiciones de Félix de Aramburu y Zuloaga, 2n ed., anotada a un md1v1duo es la salvaguardia universal. La pena, vil medio en sí mismo
y adicionada por Eugenio Cuello Calón, Reus, Madrid, 1913, ps. 87 y 88. Y que repugn~ con todos los a~ectos generosos, se eleva a la primera clas~
21 Ibídem, p. 88. de los beneficios, cuando la miramos no como un acto de ira o venganza
22 Al hablar de la prevención general, y salvo que se puntualice otra contra el culpable o desdichado que se rinde a unas adversas inclinaciones
cosa, se ha de entender que nos referimos a la prevención general negativa. sino como un sacrificio indispensable para la común salud" (ps. 16-17). '
26 MANUEL DE RIV ACODA y RIVACODA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA
27
el delincuente ofrece a cada uno un ejemplo de lo que él fin de la pena no es momentáneo, único y actual sinÓ
tendría que padecer haciéndose reo del mismo delito" 27 • que solamente se refiere y proyecta sobre todo el futuro"·
También el último es muy preciso: "Todas las con- el fin del ~erecho penal _"no es atormentar O afligir ~
travenciones tienen su causa psicológica en la sensuali- un ser· sensible; no es satisfacer un sentimiento de ven-
dad, en la medida en que la concupiscencia del hombre ganza? no es r~vocar ?el orden de las cosas un delito ya
es la que lo impulsa, por placer, a cometer la acción. Este con:ietido, Y expiarlo, smo antes bien infundir temor a todo
impulso sensual puede ser cancelado a condición de que delmcuente, para que en el futuro no ofenda a la sociedad
cada uno sepa que a su hecho ha de seguir, ineludible- L • .] para que no se cometan delitos"ªº. Mas sin tardar
mente, un mal que será mayor que el disgusto emergente h::n:1-ºs d~ ~olver sobre las razones de esta predilección
de su impulso al hecho"; "el mal conminado por una ley dec1monomca por el pensamiento de la prevención ge-
del Estado e infligido en virtud de esa ley es la pena neral 3 1•
civil (poena forensis). La razón general de la necesidad b! Como es natural, el pensamiento de la prevención
y de la existencia de la misma -tanto en la ley como e~pecial tampoco carece de precedentes, remotos y pró-
en su ejercicio- es la necesidad de preservar la libertad x~mos, mas de manera tajante, excluyente y bien asentada
recíproca de todos mediante la cancelación del impulso solo surge muy avanzado ya el siglo XIX, con Roder (1806-
sensual dirigido a las lesiones jurídicas"; "el objetivo de 187~) Y la ~~cuela correccionalista de Derecho penal3 2 • En
la conminación de la pena en la ley es la intimidación su d1~ertac10n Commentatio an poena malum esse debeat
de todos, como posibles protagonistas de lesiones jurí- d_eG1es_sen, en 1839ªª, al cuestionarse aquél en el propi~
dicas" 28 • titulo s1 la pena debe ser un mal, está adelantando que
Y semejantemente Romagnosi: "La sociedad tiene la respuesta _ha de ser _negativa, que la pena es un bien
derecho de hacer que la pena siga al delito, como medio Y que el delmcuente tiene, por consiguiente, derecho a
necesario para la conservación de sus miembros y del es- ella. Esta_ ~scuela supone un giro antropológico del De-
tado de agregación en que se encuentra"; "es necesario recho pumti~o, que todavía se mueve, sin embargo, en
para la conservación y para la tranquilidad sociales, que ~n plano emmentemente especulativo, metafísico e idea-
el futuro malvado tema, no sólo los preliminares, sino lista, Y también filantr?pico, poco propicio para impulsar
también las consecuencias de su delito"; "si mantenemos Y lograr z:eíormas ~fectiva~ en lo jurídico; pero a poco an-
el fin único e inmutable que resulta de su misma esencia, dar adqmere semeJante giro una orientación mucho más
o sea, de su noción, es preciso concluír que el fin único concreta, ~or su índole naturalística, de carácter indi"vi-
en virtud del cual llega [este Derecho] a ser penal, consiste du_al_Ysocial, con el positivismo penal, y muy vinculado
en alejar o repeler todo daño que se le puede causar al as1m1smo a la consideración de los intereses sociales, mas
bienestar de aquel a quien pertenece dicho derecho" 29 ; "el
30
Génesis del Derecho penal, traducción de Carmelo González Cortina
Y Jorge Guerrero, Temis, Bogotá, 1956, §§ 252 258 320 348 y 39-0 105
21 Ibídem, p. 16. 107, 121-122, 131 y 150. ' ' ' , ps. ,
2B Tratado de Derecho penal común vigente en Alemania, traducción 31 Cfr. infra, capítulo 111, 2.
de la 14• edición alemana por Eugenio Raúl Zaffaroni e Irma Hagemeier, .
2
~ Cfr.: Rivacoba, Krausismo y Derecho, cit. ps. 108-181 , El ,.
Hammurabi, Buenos Aires, 1989, §§ 13, 15 y 16, ps. 60 y 61. cionalismo penal, cit. • ,} correc-
2 9 Y añade en frase lacónica y terminante: ''Por tanto, mira únicamente 33
¿peb~,ser la pena un mal?, traducción de don Vicente Romero Girón
hacia el porvenir". en la revista La Escuela de J?erecho", de Madrid, 1862. '
28 MANUEL DE RIV ACODA y RIV ACOBA

contenido siempre dentro de los límites normativos de


lo jurídico, en Von Liszt (1851-1919) 3", señalándose con
ello otros dos momentos, de común importancia en su sig-
nificación dispar, para la idea de la prevención especial.
c) Ejemplos ilustres de teorías mixtas son en el mis-
mo siglo las de Rossi (1787-1848) y Pacheco (1808-1865).
Para el primero, la pena cumple a la vez un fin de justicia
moral que remunera el mal con el mal y otro de conser- III
vación y protección del orden social, como enseñanza mo-
ral dirigida al pueblo acerca del significado de ciertos LA FINALIDAD DE LA PENA
actos y como aviso a todos los individuos para lograr que EN SU RELACIÓN CON LAS CONCEPCIONES
se abstengan de perpetrarlos 35 ; y para el segundo, el fin POLÍTICAS Y CON LA REALIDAD JURÍDICA
principal es la expiación, "porque la expiación es la esen-
cia misma y la legitimidad del castigo", siguiéndole "muy
de cerca la intimidación o el ejemplo, necesidad social, l. Finalidad única o múltiple de la pena. - 2. Concepción
política y función de la pena. - 3. Retribución y prevención. -
interés público, clamor del buen sentido", y "más infe- 4. Teoría y realidad en el Derecho penal.
riores en categoría, más accidentales y variables por de-
cirlo así, la supresión del poder de dañar y la reforma l. - Ante la variedad y riqueza de teorías existentes
de los culpables" 36 • sobre el fin de la pena, muy bien puede a primera vista
parecer· lo más recomendable y sensato asumir una po-
sición abierta, de carácter ecléctico, y, todavía más, amplia
y sincrética, que acoja la mayor cantidad posible de cri-
terios y trate de conjugarlos en una síntesis comprensiva
y superior, o sea, desechar cualquier pretensión de fina-
lidad única y exclusiva y asignarle una finalidad múltiple
que se cumpla de manera armónica. Es la que adopta
Antolisei, al estimar que la pena, actuando hacia el pa-
sado, en cuanto neutraliza la perturbación producida por
34 Cfr. principalmente ob. cit., pássim. .
35 Cfr. al respecto su Tratado de Derecho penal, traducción de don Ca- el acto criminoso, actúa también hacia el porvenir, en
yetano Cortés, Establecimiento tipográfico de Eduardo Cuesta, Madrid, 1883, cuanto previene delitos futuros 1 ; de lo cual deduce que
ps. 448-453. Antes, más concisamente, dice que el fin directo y esencial de "la represión y la prevención no son ideas contrapuestas
la justicia penal "es restablecer el orden social, atacado o a.Iterado por un
delito en alguno de sus elementos", "y esto por medio de los efectos reparadores entre sí, en cuanto, reprimiendo los delitos realizados,
y preventivos que dimanan del inmediato cumplimiento de la ley moral" (p. 192). el Estado previene la perpetración de delitos futuros. Ye-
36 Cfr. sobre el particular sus Estudios de Derecho penal, Lecciones pro- rran, por tanto, aquellos penalistas que consideran la pe-
nunciadas en el Ateneo de Madrid en 1839 y 1840, 5* ed., Imprenta y fundición
de Manuel Tel10, Madrid, 1887, ps. 253-254. Más brevemente, antes: "Estos
fines, señores, yo los ordeno en cuatro capítulos o los hago consistir en cuatro 1 Cfr. su Manuale de Diritto penale, Parte generale, 4 1 ed., riveduta e
principales ideas. Primera, la expiación; segunda, la intimidación; tercera, aggiornata, Giuffre, Milano, 1960, p. 508. Hay trad. castellana de Juan del
la imposibilidad de dañar; cuarta, la reforma de los criminales" (p. 245). Rosal y Ángel Torio, Uteha, Buenos Aires, 1960 (cfr. p. 509).
30 MANUEL DE RrvACOBA Y RIV ACOBA FuNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 31

na solamente como represión. No sólo cuando viene ame- exemplo para que los que no han pecado se abstengan
nazada, sino también cuando se la impone -conviene re- de hacerlo: la seguridad de las personas y de los bienes
petirlo-, la pena cumple una misión preventiva" 2 • "Pero ?e. l?s ciudadanos: el resarcimiento o reparación del per-
la consecuencia principal que, para nosotros, se sigue de Jmc10 cam,ado al orden social, o a los particulares" 7 •
las reflexiones expuestas es qti'~ debe darse la razón a Muy l_ejos de resolver el problema, tal posición, que,
aquella extensa corriente doctrinal que entiende que la en la :~ahd::td, no procede por elaboración, sino por acu-
verdadera función de la pena no es la retribución, sino ~ulac10n! tiene, por fuerza de la lógica, que reunir los
• el mantenimiento del orden jurídico: en otros términos, mconvementes que es dable detectar en cada uno de
la protección de la sociedad contra las acciones de los los fines que conjunta y las críticas que cabe dirigir a las
individuos que ponen en peligro su existencia o su des- teorías que los patrocinan, o multiplicar unos y otras.
arrollo y -en tal sentido- la defensa social. Esta defensa, "Los efectos de cada teoría no se suprimen en absoluto
actuada a través de la prevención general, y precisamente entre sí, sino que se multiplican"ª.
por medio de la eficacia disuasiva inherente a la amenaza Es una solución simplista que ni siquiera se encubre
y consiguiente aplicación de la pena, constituye el fin con lo que páginas atrás hemos denominado magia de
esencial de esta sanción" 3 • Está difundidísima en la doc- los conceP_tosº.de las J?alabras 9 , y, por tanto, resulta ple-
trina contemporánea 4, y se ha exagerado hasta lo incon- nam?nte msatisfactoria. En efecto, su mera enunciación
cebible en algunos códigos recientes 5 • Mas esta actitud s?~c~ta el _n~evo y más grave problema de la incompa-
conciliadora nada tiene de moderna. Sin que fuese ni mu- t1b1hdad logica entre las finalidades que se propugnan
cho menos el primero, en lo cronológico, que la sustentara, con la consiguiente imposibilidad de alcanzarlas o per~
sí puede serlo en orden a extremarla 6 Lardizábal, quien, segu~rlas al mismo tiempo; y, aun en el supuesto de su-
después de establecer como "el primero y general fin de bordmar unas a otr?s o a una sola, corno principal, todas
las penas" el de "la seguridad de los ciudadanos y la salud las restantes, en calidad de secundarias, cabría preguntar
de la república", señala "otros particulares subordinados Y discutir si la realización de aquella o aquellas situadas
a él, aunque igualmente necesarios, y sin los quales no en un nivel superior de importancia no implicaría la frus-
podría verificarse el general", a saber, "la corrección del tración de las demás.
delinqüente para hacerle mejor, si puede ser, y para que L? q?e precede puede ser predicado asimismo de quie-
no vuelva a· perjudicar a la sociedad: el escarmiento y nes d1stmguen en la pena una naturaleza retributiva
10
Y una finalidad, preventiva ; distinción q~e, bien exa~
2 Ibídem, ps. 508-509. En la trad. cit., p. 509.
Ibídem, p. 509. En la trad. cit., ps. 509-510. 7
3 J?i~curso sob:e las penas contrahido a las leyes criminales de España,
4 En la imposibilidad de mencionar a cuantos, con mayor o menor relieve, para ~acilit~r su re(orma, Joachín !barra, Madrid, MDCCLXXXII, ps. 84-85.
comparten al presente semejante posición, valga por la de todos la cita de Giu- Roxm, ob. cit., p. 19.
liano Vassalli, Funciones e insuficiencias de la pena, traducción de Andrés Ma- 9 Cfr. supra, capítulo I, 4.

riani, en el libro colectivo Estudios jurídicos en homenaje al profesor Luis Ji- 10 Así, por ejemplo, Jiménez de Asúa. Por no citar la larga serie de
ménez de Asúa, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1964, ps. 339-396. sus obras en que expuso este pensamiento, cfr. sus Les peines et les mesures
5 Más preocupados que lo que sería menester por los problemas de de süreté-Las penas y las medidas de seguridad (en su colección miscelánea
definición y teóricos en general, como el colombiano y el peruano. Cfr. supra, El Criminalista, de 17 vols., 2 1 serie, t. 11, Zavalía, Buenos Aires, 1958, ps.
capítulo I, 3. 153-1_94), ps. 16?' Y 187; La mesure de süreté. Sa nature et ses rapports avec
6 Un tanto solitariamente y a contrapelo de la corriente de prevención l?' 1;eine-La medida de seguridad. Su naturaleza y sus relaciones con la pena
general que predominaba en su época. (1b1dem, ps. 195-239), ps. 206-207, 208, 228-229 y 230, y la ponencia en el
32 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA FUNCIÓN··y APLICACIÓN DE LA PENA 33

minada, se reduce a un juego de palabras, pues la na- Para lo que ahora nos interesa, es de tener en cuenta,
turaleza no consiste sino en la esencia de la cosa en cuanto sobre todo, que las concepciones políticas, en el plano de
principio de operaciones 11, y, por ende, comprende el fin las ideas, y el Derecho político, en el de lo normativo,
de éstas. Aseverar que la pena tiene naturaleza retri- no sólo descansan sobre una imagen de la sociedad, sino
butiva y finalidad preventiva equivale, en el fondo, a sos- que también suponen una imagen del hombre, imágenes
tener que tiene fines a la vez retributivos y preventivos. que señalan y determinan la estructura y organización
de la una y, por tanto, asimismo la posición y las relaciones
2. - La cuestión tampoco carece de significación po- del otro en ella, y, de consiguiente, el sentido y la in-
lítica; al contrario, la tiene muy profunda y aun decisiva. tensidad de la acción estatal sobre el individuo, y, en de-
Ya se sabe que las relaciones más importantes del Derecho finitiva, sin necesidad de declararlo siempre en términos
penal dentro de lo jurídico son las que mantiene con el explícitos, las limitaciones o la falta de limitaciones de
procesal y con el político, pero que, mientras las primeras la función penal, la orientación del Derecho punitivo y la
poseen un carácter funcional y de aplicación, las últimas finalidad de la pena 14. Sin embargo, y a pesar de la vasta
designan el sentido u orientación del ordenamiento pu- atención que en las últimas décadas se ha acordado a
nitivo, y, por otra parte, que la consideración de estas la relación entre lo político y lo penal y la penetrante
relaciones constituye para los estudiosos un verdadero mirada con que en muchos casos se la ha examinado, y
tema de nuestro tiempo 12 . "La legislación penal es expre- de la extraordinaria y hasta capital importancia del tema
sión siempre de una determinada organización política" 13 , del fin de la pena, es escasa la aplicación que se ha hecho
sin que obste a ello el que no siempre se haya tenido del estudio de aquella relación al esclarecimiento de es.te
tema.
o no todos tengan conciencia de la existencia y la inti-
Es evidente, empero, que para una concepción y una
midad de tales relaciones, ni del hecho innegable de que
organización políticas que reconozcari la preeminencia del
apenas se produce en un país un cambio político, y quizá,
individuo humano y su dignidad inviolable, con su co-
envuelto en el cambio político o impulsándolo, un cambio rrespondiente derecho a erigirse en persona diferenciada
social, se opera asimismo en él otro, del propio volumen de cualquier otra y ser él mismo, trazándose al• efecto
y dirección, en lo penal. Es más, incluso las modifica- un plan de vida que realizar y proponiéndose fines propios
ciones técnicas, reclamadas a veces mucho tiempo antes, que conseguir o a que tender, y respetuosas, por ende,
suelen concretarse conforme a y con ocasión de las mu- del fuero de la conciencia, esto es, de la peculiar entidad
taciones que se verifican en el campo político. intelectual y moral, y de la capacidad de autodetermi-
nación, es decir, de la libertad, de cada uno, y empeñadas
tema segundo de las Jornadas internacionales de Derecho penal en homenaje o comprometidas, a la vez, en garantizar y promover la
a la. Revolución de Mayo, en su 1502 aniversario, celebradas en Buenos Aires actualización de cuantas virtualidades latan en el hombre,
del 22 al 27 de agosto de 1960, Penas y medidas de seguridad (en Actas,
Buenos Aires, 1962, ps. 101-111), ps. 103-104.
11 Cfr.: Santo Tomás, De ente et essentia, capítulo l. 14 Por la inversa, un ordenamiento punitivo siempre descubre y permite
12 Ampliamente, sobre el particular, con nutrida bibliografía, Rivacoba,
captar la orientación y la organización política y social del país a que per-
Relaciones del Derecho penal con el Derecho político, en la revista "Doctrina tenece. En frase muy aguda, Soler observa que "a un Estado siempre se le
Penal", de Buenos Aires, año 3, 1980, ps. 595-609. puede decir: muéstrame tus leyes penales, porque te quiero conocer a fondo"
1a Ibídem, p. 596. (Bases ideológicas de la reforma penal, Eudeba, Buenos Aires, 1966, p. 9).
34 MANUEL DE RlVACOBA y RIVACOBA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 35
o sea, para una concepción y una organización de au-
desinterés por el ser humano como tal y su libertad y
téntico espíritu liberal, se puede e incluso se debe des-
sus derechos eminentes, y en su consiguiente desprecio
aprobar, prohibir y sancionar aquellos actos que ofendan
e ~ncompatibilidad con una verdadera democracia, y do-
o pongan en peligro gravemente a otros individuos o las
mmados, en otro aspecto, por la preocupación de preservar
posibilidades de su desarrollo, así como, en un sentido
y aumentar el poder y proteger y acrecentar con él in-
complementario, los bienes que con arreglo al sistema de
tereses muy particularizados, de sectores nacionales o su-
valores dominantes en una sociedad 15 se juzgue en ella
pranacionales, que para su mantenimiento y prosperidad
fundamentales e imprescindibles para su subsistencia y
necesitan ejercer sobre las mayorías una continuada y
el cumplimiento de las funciones que constituyen su razón
de ser y le resultan inherentes. Ahora bien, la acción fuerte opresión o represión que impida o aniquile en su
seno cualquier discrepancia efectiva y cualquier movi-
estatal siempre habrá de subordinarse en su intensidad
y sus miras a las exigencias de la seguridad jurídica y miento y aun simple ademán de protesta y reivindicación,
la libertad individual, y la sociedad políticamente orga- o sea, en una perspectiva más o menos crudamente au-
nizada, el Estado, entendido en estos términos, nunca po- toritaria, no cabe ver el Derecho como una regulación de
drá hollar o menoscabar, para nada, tal dignidad emi- la convivencia, sino como un instrumento más de cons-
nente, considerando y empleando al hombre como medio tricción e imposición, ni, por tanto, mirar y utilizar la
para fines ajenos, cualesquiera y por nobles que sean, pena, y con la pena a quien la sufre, sino como .eficaz
y, en consecuencia, tampoco en la punición de dichas ac- medio de intimidación, que, obrando de manera indiscri-
tividades le será lícito asignar a ésta una finalidad ajena minada en la sociedad y creando en su interior un clima
a ella misma, y, en definidas cuentas, tomarla, y al in- de temor generalizado, disuada a sus integrantes de per-
dividuo a quien se impone y en quien se ejecuta, como petrar delitos y refuerce el inmovilismo y la seguridad
instrumento, para que los demás no delincan o él no rein- colectiva. En pocas palabras, la punición se convierte en
cida, con desconocimiento o desprecio de su calidad in- arma del terror, que petrifica a los hombres 16 y perpetúa
tangible de fin en sí. el goce y los beneficios del poder.
Muy a la inversa, en una perspectiva de, cualesquiera Por último, los totalitarismos, con su fondo irracio-
que sean la forma de gobierno y el nombre del Estado nalista, intuicionista y voluntarista, y por momentos un
que se adopten o se conserven, pronunciada apetencia, cierto tinte místico, conciben, entendiéndolas y caracte-
robustecimiento y concentración del poder político en una rizándolas cada uno según su respectivo condicionamiento
sola persona o, lo que será más frecuente, en pocas manos, social e histórico, unas entidades de naturaleza suprain-
pertenecientes, éstas, a grupos poco abiertos y muy com- dividual y colectiva, cuya sustantividad y existencia real
pactos y reducidos, que acaso difieran y hasta se opongan aseveran y que comprenden en sí a los individuos y tras-
entre sí, pero que por encima de todo convienen en su cienden de ellos, los cuales se sumen así como sus miem-
bros o elementos en un todo orgánico, que afirma su su-
15 Que en una sociedad democrática deben ser los más extendidos es
perioridad encarnándose políticamente en el Estado. El
d~cir, los que comparta la mayoría, pero que en sociedades de otro tipo se~án Estado es el único titular de una finalidad y un destino
simplemente los que cuentan con poder para imponerse y hacerse efectivos,
sea por el mero empleo de la violencia, por el temor o el respeto irracional 16 Literalmente,
que infundan o por la inveterada fuerza de la inercia. los aterra, esto es, les hace tierra. Cfr. Emilio Mira
y López, Cuatro gigantes del alma, El Ateneo, Buenos Aires, 1954, ps. 61-62.
36 MANUEL DE RIV ACOBA y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 37

propios, y, en consecuencia, el único que posee derechos, ponda y se ajuste con exactitud a uno de semejantes tipos,
y lo humano sólo lo es por su integración y pertenencia sin contener al mismo tiempo elementos de otro, y cuyas
al Estado, dependiendo absolutamente de él. El dogma proyecciones penales sean fiel expresión y aplicación del
estatal, en el que se concreta la sustantividad colectiva pensamiento íntimo y fundamental del correspondiente
y que se impone sin contemplaciones, dicta y establece modelo.
el modo de pensar, las valoraciones y preferencias y la Con tal salvedad puede lo anterior contribuír a fun-
conducta entera de los individuos. Quien difiere o diside damentar la oposición conceptual entre retribución y
se coloca sin apelación fuera del Estado y su protección. prevención e inferirse que con la proclamación de la ex-
Todo ello se proyecta sobre lo penal en una regulación celencia y excelsitud del individµo humano sólo son con-
que somete a trato distinto a los que forman parte de gruentes, en buenos pri11cipios, una justificación y una
la entidad colectiva que da vida al Estado y a cuantos finalidad de la pena en sí misma, o sea, una intelección
por hallarse a su margen son inferiores; que no tiene por
y proposición de ella como retribución, no como medio
qué reconocer límites de ninguna especie en su actuación
para fines extraños. Además, la concepción retributiva
represora; a la que antes importa la manera de ser que
mantiene así la pena dentro estrictamente de lo jurídico,
la de obrar de los individuos; que no puede ver el delito
como un verdadero ente jurídico, de creación y sentido
como una lesión o puesta en peligro de bienes jurídicos,
sólo jurídicos, no impulsándola o extrayéndola fuera del
sino como una violación del deber de fidelidad y obediencia
al Estado, y cuyas puniciones persiguen, por lógica, una Derecho como mero recurso para satisfacer o realizar de-
finalidad expiatoria y también de defensa encarnizada e signios sociales. En cambio, y por perfectamente discer-
inmisericorde de aquél y de sus intereses 17 • nibles que en el plano de los conceptos sean los totali-
Estas caracterizaciones, por no pretender en su la- tarismos y las a veces no muy similares entre sí
conismo más que captar lo esencial y proporcionar el con- situaciones autoritarias, en sus manifestaciones reales
cepto de determinados tipos de mentalidad y estructura, suelen imbricarse con mayor o menor intensidad rasgos
políticas particularmente significativos e importantes 18 , de los unos y de las otras, y, viniendo a la cuestión de
para extraer sus respectivas repercusiones penales, y, so- la pena, el indudable sentido utilitario con que pueden
bre todo, entre ellas, en orden al sentido de la pena, ado- entenderla y manejarla los autoritarismos, como simple
lecen de una abstracción y un esquematismo extremos. medio de prevención general, sin otras limitaciones en
La realidad, en cambio, y, por tanto, los fenómenos po- su establecimiento y empleo que su necesidad y eficacia
líticos y jurídicos, son de una complejidad mucho más social, se aviene bastante bien con la severidad y el sen-
rica y, por ende, se presentan con una pureza mucho me- tido de instrumento de la disciplina y pureza comunitaria
nor, de suerte que se hace difícil, por no decir imposible, que le son propios en los totalitarismos. Por lo demás,
encontrar en los diversos ordenamientos alguno que res- autoritarios y totalitarios convienen asimismo en su co-
mún aspiración y necesidad de alcanzar y conservar a
17 Una caracterización más detenida y precisa del liberalismo, de las toda costa y a cualquier precio, incluso los de los seres
situaciones autoritarias y de los totalitarismos y sus correspondientes rasgos humanos, una determinada estabilidad, un determinado
penales, en Rivacoba, Relaciones del Derecho penal con el Derecho político,
cit., ps. 599-601, 603-608 y 601-603, respectivamente. estado de cosas social, objetivo para cuya consecución pue-
1s Claro es que nos referimos en especial a nuestro tiempo. de servir de utilísimo instrumento la pena.
38 MANUEL DE RrvACOBA Y RrvACOBA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 39
Dado esto por sentado, hay que reconocer que se le
puede objetar, y de ningún modo es irrelevante, que en que se abstengan, en lo futuro, de delinquir" 2º. E igual-
la creación del Derecho penal liberal jugó un papel fun- mente se ha de recordar que esta etapa de creación e
damental la idea de la prevención general y que, per- instauración ~el Derecho penal moderno, de signo liberal,
sonalmente, los máximos representantes del pensamiento se pro_duce Y_discurre en un mundo en el cual, sin perjuicio
penal en la primera mitad del siglo XIX, época de in- del ahento !1beral que lo anime y los rasgos liberales que
dubitable inspiración y significación liberal, al propio 1~ ':aractericen en lo J:>olítico,lo que prevalece y da la
tiempo que grandes liberales, y no ya sólo por su pen- tomca ~s el llamado liberalismo económico, sobre cuya
samiento, sino también, lo que reviste mucho mayor im- contradicción con el político no es preciso extenderse
portancia, en su conducta y sus sacrificios, fueron en su aquí 21 , pero cuyas aspiraciones y valoraciones dorninan-
mayoría decididos partidarios de la prevención general. t~s, _de seguridad de la sociedad como sustrato irnpres-
Ante lo cual procede en primer término explicar tal rea- cmd1ble para las transacciones, de eficiencia corno criterio
lidad. Y al respecto es de tener en cuenta el hecho de mensurador de los comportamientos y de utilidad corno
que el penalisrno que en aquella sazón se perfila y los únic~ meta reguladora de la vida social, requerían un
ordenamientos que se configuran son consecuencia inrné- ambiente de espeso conformismo en los individuos o me-
diata del pensamiento ilustrado y el revolucionario de la jor, de absoluta sumisión que les impidiera incluso' con-
centuria anterior y de las trasformaciones que se van ope- cebir la posibilidad de alguna protesta e hiciera factible
rando durante ella y se precipitaron a su término, y que su más acab_ada explotación, condecían poco con cualquier
ilustrados y revolucionarios siguen y acentúan la línea respeto hacia el ser humano y habían de encontrar su
de ideas que venía desenvolviéndose y ganando terreno expr~s_i?n y satisfacción adecuadas en cuanto a la pena
en Europa desde los tiempos de Grocio con los iusnatu- concibiendola corno medio de prevención general. En con-
ralistas clásicos 19 , entre las que, entendiérase al principio sonancia, con ello, la consagración plena de la burguesía,
corno un hecho histórico que figura a la cabeza o en el que habia superado ya el proceso de su constitución y
inicio de cada sociedad o más adelante corno una hipótesis ª~,censo? en que iba influyendo en la sociedad en propor-
lógica y deontológica que explica lo que es y prescribe c10n al mcrernento de su riqueza económica, sin disponer
lo que debe ser, y lo concibieran de una u otra manera, aún del poder político, y que, con la consolidación y el
la del pacto social es indefectible y tiene una significación auge del capitalismo, había llegado a ser el sector social
verdaderamente básica. Ahora bien, haciendo radicar el efectivamente gravitante, que no reconoce superior ni con-
origen de la sociedad en el contrato y la razón de ser t~apeso, _introduce de su mano en el Derecho, según es
de éste, sea cualquiera la versión de él que se adopte, bien sa~ndo, el valor que le es genuino, la seguridad, y
en la necesidad de procurar seguridad a los individuos, la convierte en el valor jurídico preponderante, que en
es fácil de comprender que "la punición de los delitos haya materia punitiva tenía, por su propio peso, que reflejarse
de tener un propósito utilitario y preventivo, de evitar
la perpetración de otros nuevos, sea mejorando al criminal 20
Rivacoba, Los iusnaturalistas clásicos y el pensamiento penal cit
p. 31. ' .,
o, con mayor eficacia, impresionando a los demás, para 21
No. obstante, se puede ver principalmente Rivacoba Del liberalismo
a la democracia, discurso leído en el acto de su ingreso en ia Real Sociedad
19 Cfr. supra, capítulo II, 3, b, a'. Bascongada de los Amigos del País, celebrado en Bilbao el 11 de mayo de
1989, ps. 12-14. •
40 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 41

en una acción que hiciera a la gente abstenerse y apar- se cuida de advertir que, "cuando se reprocha al sistema
tarse del delito, esto es, en una conformación preventiva del autor que el mismo daría lugar a un terrorismo a
erga omnes de la pena 22 • costa de la Humanidad y de otros fines del Estado, se
La inevitable antítesis entre los corolarios lógicos del olvida que, como el autor ha declarado claramente las
liberalismo en materia penal y las consecuencias a que penas crueles operan justamente la antítesis de la 'inti-
los obligaba el desenfrenado liberalismo económico en midación, siendo una simple cuestión de sabiduría de la
que se movían, se aprecia perfectamente en la presteza legislación estatal determinar qué penas y en qué forma
con que surgen en las primeras décadas décimonónicas deben establecerse en particular, para lo cual no corres-
las doctrinas eclécticas y, sobre todo, en las limitaciones ponde tener en cuenta el fin de todas las penas, sino al
a que los grandes maestros preventivistas de la época mismo tiempo -y en la medida en que ello sea posible-
pretenden sujetar la misma idea de prevención general. el requerimiento de otros fines humanos y civiles. La teo-
Recuérdese en el primero de estos sentidos y entre otros ría de la intimidación bien entendida y el principio de
ejemplos insignes las complejas construcciones de Rossi la utilidad general de Bentham se corresponden muy
y de Pacheco 23 y en el segundo las apretadas aserciones bien" 25 •
de un Romagnosi, que compendian con la mayor concisión Hay en esta posición un reconocimiento, no por im-
y claridad un afán asaz peculiar y difundido en su tiempo: plícito menos indudable, de algo, por otra parte, obvio,
la existencia de las penas se justifica por el verdadero a saber, que la idea de prevención general tiene que des-
y absoluto derecho que asiste a la sociedad, con el objeto embocar en una agravación incesante de la pena, y, a
de defenderse de delitos futuros, asegurar su subsistencia su lado y no sin cierta contradicción, un esfuerzo por de-
y conservar su tranquilidad, de castigar el delito pasado, más loable de moderar su fuerza expansiva y sus con-
disminuyendo el bienestar de quienes lo hayan perpetrado secuencias naturales, sometiéndola a límites en esencia
el mínimo imprescindible que infunda, empero, en cual- retributivos, porque, conforme con mucha razon dice Bet-
quier posible delincuente un temor, e incluso terror, tan tiol, "la prevención general, desprovista de todo ligamen
profundo y poderoso a las consecuencias del delito, cuanto con la idea de una justa retribución, lleva directamente
sea necesario para que se convierta en obstáculo que, ha- •
a 1 t erronsmo pena l"2s . p ues d e aceptar la finalidad pre-
ciéndole desistir de la idea y el interés de delinquir, le
aparte de aquél, de tal forma y en tal medida, que más 25 Ob. cit., §§, respectivamente, 133 y 18, nota, ps. 125 y 62.
allá del mínimo imprescindible para contener el impulso Idea semejante en pensador tan dispar de Romagnosi y de Feuerbach
como Carmignani (1768-1847), luris criminalis elementa, 5º ed., caeteris auctior
criminal, ya sería violencia, no pena 24. Punto de vista et emendatior, 2 vols., Nistri Fratres, Pisis, MDCCCXXX:111-MDCCCXXXIV
con el que coincide el de Feuerbach, para quien "toda § 298, t. 1, ps. 89-90. Hay trad. castellana, por Antonio Forero Otero y Jorg~
pena tiene como objetivo principal y necesario el de apar- Guerrero, Temis, Bogotá, 1979 (cfr. ps. 118-119).
26 Diritto penale, Parte generale, 12° ed., riveduta e integrata, Cedam,
tar a todos del crimen· mediante su amenaza", sí, pero Padova, 1986, p. 826. Y continúa, citando a Guarneri: "Bien se ha dicho
que en la lógica de la prevención general hay un trágico punto de llegada:
22 Cfr. asimismo Rivacoba, Los iusnaturalistas clásicos y el pensamiento la pena de muerte para todos los delitos".
penal, cit., p. 31. En sentido concordante escribió mucho antes con su gran perspicacia
2:1 Cfr. supra, capítulo 11, 3, e, texto y notas 35 y 36. y autoridad Carrara, Programma, § 619, nota, que la intimidación, conside-
24 Cfr. oh. cit., §§ 53, 55, 170, 171, 242, 258, 259, 261 y 440, ps. 29-30, rada como fin primario de la penalidad, "lleva a un aumento perpetuamente
progresivo de las penas, pues el delito cometido, mostrando de manera positiva
31, 63-64, 103, 107 y 171.
42 MANUEL DE RIV ACODA y RIV ACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 43
ventiva de la pena se sigue que cuanta más pena, o sea, ~01:respondiente inseguridad ciudadana que, aunque ob-
cuanto las penas revistan mayor gravedad, más eficaces Jetivamente no respondan a dicha realidad, reclamará pa-
efectos preventivos surtirán, pero a la vez, con una preo- ra contrarrestarlas dosis de energía y gravedad más ele-
cupación de clara raíz liberal por no aniquilar al individuo vadas en las puniciones.
ni avasallar su dignidad y en un ademán evidentemente Con su conocida aptitud y propensión para el sar-
contrapuesto a lo anterior, se procura evitar las más ex- casmo y la fuerza demoledora con que solía acuñarlos
tremas consecuencias lógicas de la prevención, esto es, Binding señaló que la idea fundamental de las teoría~
el incremento de la pena, sin ningún otro miramiento que de la prevención general "ha sido expresada agudamente
el de su utilidad, hasta el punto que en cada situación por un juez inglés, Burnet, en su discurso a un ladrón
sea necesario para que •cumpla su mentada finalidad. condenado: «Hombre, tú no serás ahorcado por haber ro-
Y aquí se nos descubre una dificultad verdaderamen- bado un caballo, sino para evitar que en lo sucesivo se
te insalvable para la idea preventivista: la de determinar roben caballos»" 27 •
el· límite de la gravedad de la pena en relación con su
eficacia, ya que, primero, funcionando la pena en la so- 3_. - Los conceptos de retribución y de prevención
ciedad y componiéndose ésta de seres humanos, ha de constituyen una verdadera y perfecta antítesis, y, por tan-
producirse en su seno un fenómeno de progresivo acos- to, no admiten ningún grado de conciliación entre sí. Sus
tumbramiento y tolerancia de dimensiones cada vez ma- r~spectivos contenidos, la imagen del hombre y de la so-
yores, sólo por encima de cuyo nivel de aceptación con ciedad que uno y otro suponen, y los correspondientes
el consiguiente umbral de insoportabilidad en un momen- fundamentos y condicionamientos políticos que los sus-
to dado se empezará en la comunidad a juzgar que surte tentan Y envuelven, son por completo contradictorios o
,
sea, rec1procamente '
excluyentes; todo lo cual los hace in-
auténticos efectos disuasivos; segundo, una sociedad ha-
bituada al empleo y el espectáculo, e incluso la justifi- compatibles, Y, con ello, hace, también, que en sus efectos
cación y alabanza, de la violencia, lejos de rechazar las Y consecuencias resulten, según se ha visto 28 , antitéticos.
penalidades crueles, tenderá a exigirlas más y más drás- Y esto vale igual para la idea de prevención general que
ticas, y, tercero, la manipulación y desfiguración de la para la de prevención especial.
realidad en las comunidades modernas por los medios con La retribución fluye de una concepción del hombre
muy escasa propiedad llamados de información y comu- como ser capaz de conocimiento y voluntad de autode-
nicación social puede crear una extendida y poderosa sen- terminarse y obrar conforme a valores, y, ~or ende, de
sación de aumento desmedido de la delincuencia y de la dar cuenta, es decir, de responder de sus actos fundando
~ justificand~, así, ent~e la variedad de sanciones para
esto~, la sanc10n penal . En los antípodas, la prevención
que el culpable no ha tenido temor a la pena, produce la convicción de que
para infundir temor a los demás es necesario aumentarla. Éste era el estulto concibe que por procedimientos que en el fondo no difieren
argumento de Vouglans. Y como a causa de los vicios de la naturaleza hu-
mana las penas no han llegado nunca ni llegarán jamás a impedir que se 27 Oh. cit., p. 382.
delinca, la continua progresión de los delitos lleva, en virtud de este razo- 28
En el apartado inmediatamente precedente.
namiento, al perpetuo incremento del rigor, sin que haya límite". 29
Todo esto, al margen de la cuestión del libre albedrío. Ver: Rivacoba
Y a este respecto es interesantísimo lo que dice Dorado en El Derecho Con{!-guraci?n Y_desfig~tración de la pena, discurso de incorporación a la Aca~
protector de los criminales, 2 vols., Madrid, Victoriano Suárez, 1915, t. 11, dem1a de Ciencias Sociales, Políticas y Morales, del Instituto de Chile, leído
p. 40, hablando de "matar insectos a cañonazos". el 28 de mayo de 1980, ps. 13-14.
44 MANUEL DE RIVACOBA Y RIVACOBA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 45

de los que se puede aplicar a los demás ente~ _esfactible, de destituírselo o degradársele de la eminencia de fin en
como en éstos determinar su obrar (prevenc1on general) sí a la categoría de medio para fines fijados por otros":11 •
e incluso su ~er o manera de ser (prevención especial), La idea retributiva ha de llevar por sus pasos con-
incurriendo al cabo en el contrasentido de considerarlo tados a la humanización del sistema penal 32 , mientras
determinado y a la vez exigirle que responda de lo que que la preventiva culmina necesariamente en el rigor pu-
hace y sancionarle por ello hasta con la pen~. nitivo: entendida como prevención general, porque "es la
Por otra parte, es un hecho que, cuando bien ~~ exa- doctrina favorita de los caracteres y los gobiernos auto-
mina, resulta innegable el "de que toda concepc10n ~e ritarios o totalitarios, y aun en los regímenes democrá-
la pena como medio para fines_ extrínsecos a _su propia ticos la tentación que no falta en los momentos de in-
entidad termina siempre, se qmera o no se qmera Y por seguridad colectiva, cuando la mente se ofusca y la
más vueltas que se dé al problema, en la utilización del serenidad se pierde" 33 , y en su versión de prevención es-
individuo como medio para fines ajenos a sí mismo, con pecial, que es la que con distintos nombres ha prevalecido
el consiguiente desconocimiento o menosprecio de la d_ig- y continúa prevaleciendo con el imperio de una moda en
nidad humana. Lo cual, por lo demás, no puede deJar el penalismo y el penitenciarismo contemporáneos, por-
de ser así, pues la pena es nada, un vano proi:unciamien- que, con su sofisticada apariencia de altruísmo y filan-
to, un flatus vocis, si no se cumple, si no se eJecuta, pero, tropía y un seductor ademán de solidaridad social, cons-
al cumplirla, al ejecutarla, es en el hombre, en _un hombre tituye el atentado más directo e implacable contra la
concreto, determinado, de carne y hueso, en qmen se cum- intimidad humana y "el peligro más temible y refinado
ple, en quien se ejecuta, y, si se_la mira, se la to~a, se de nuestros días en el ámbito de lo penal para la libertad
la emplea y manipula como un mstrumento, ese mstru- y la dignidad del hombre" 34.
mento es nada menos que el hombre a quien se le ha Con esto no se excluye que la pena, retributiva, pueda
impuesto y que la sufre, con toda su rica y doliente hu- provocar efectos preventivos, ya de prevención especial,
manidad. De esta manera, cuando se desfigura la pena, ya, más comúnmente y con mayor eficacia, sobre todo,
se desfigura al hombre" 30 ; y "la utilización de~ ser ~umano en algunos períodos, de prevención general. Aclaremos
para fines extraños, que respla~dece con ev1~:ncia en la que al decir "en algunos períodos" nos referimos a aquellos
concepción de la pena como med10 de prevenc_1on general, de acusado rigorismo que, por responder a un súbito cam-
no resulta menos cierta, aunque no se advierta con la bio político que necesite imponerse a una resistencia muy
misma nitidez, en su concepción como medio de preven- extendida y convierta la pena en un arma de someti-
ción especial. A diferencia de aquélla, en q~e el penado miento, neutralización o aniquilamiento, o, dentro de si-
funciona como un instrumento que ha de suscitar sus con- tuaciones más o menos democráticas, a una reacción in-
secuencias en otros, en ésta los fines deben alcanzarse controlada contra el aumento de la criminalidad o de
dentro del propio sujeto, pero no dejan por ello de serle determinadas especies delictivas, agravan y encruelecen
ajenos, porque no los ha escogido y se los ha p~·op~esto sin medida las penalidades, no durando, empero, dichos
en ejercicio libérrimo de su voluntad; y, de cons1gu1ente,
por más elevados que sean, tampoco de esta suerte deja 31 Ibídem, ps. 18-19.
32 Cfr. infra, capítulo IV, l, f.
33 Rivacoba, Configuración y desfiguración de la pena, cit., p. 17.
30 Ibídem, p. 18. 34 Ibídem.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 47
46 MANUEL DE R!VACOBA Y RIVACOBA
su posición social, como son la mayoría de los delincuentes
efectos preventivos sino, en el primer caso, hasta que la políticos y por convicción en general, mayor impresión
normalidad ciudadana se recobra o, en el segundo, hasta han de causar las privaciones y los padecimientos, poco
que la sensatez vuelve por sus fueros y tales excesos se o ningún efecto disuasivo logran el exacerbamiento de las
derogan, o bien, en cualquier hipótesis, hasta que se pro- penalidades ni los tratamientos y las penas extremada-
duce en una comunidad el acostumbramiento social que mente crueles que con frecuencia se les hace sufrir; antes
haga de la violencia y la dureza su forma habitual de bien, suelen suministrarles más razones que les refuerzan
vida, con la consiguiente pérdida, en semejantes puni- y obstinan en sus ideas, sus propósitos y su conducta.
ciones, de su carácter de extraordinaria severidad y de Y aun cabría agregar y de ningún modo es de desdeñar
su vigor refrenante y contentivo. a este propósito el aleccionador espectáculo de que la man-
Estas exageraciones aparte, de la entidad retributiva tenida prohibición de ciertos actos y su castigo por lo co-
de la pena pueden sin duda derivarse consecuencias pre- mún nada benigno durante siglos y milenios no han ser-
ventivas, pero no necesariamente; sólo al modo del propio vido para hacerlos desaparecer, ni siquiera para que
de la tradición escolástica, como cualidad que; sin cons- disminuyan o permanezcan constantes en su intensidad
tituír la esencia de la cosa, se sigue, no siempre, de ella. o cantidad.
En tal sentido, con la modestia y las limitaciones que
le son naturales, subordinada en todo caso a la índole 4. :__ En estas disputas, que por momentos se aca-
y función retributiva y como posibilidad de libre acep- loran más de lo prudente, es de elemental cordura no
tación y aprovechamiento por el condenado sin ninguna perder de vista y conviene llamar la atención sobre un
presión directa ni indirecta, análogamente a como se le dato que, con toda su evidencia, a menudo se olvida o
puede proponer que mejore su cultura o asista a un es- se pretiere: que el Derecho penal no es una obra de ima-
pectáculo, nada obsta a que la pena ofrezca y que se pro- ginación ni una cuestión subjetiva en que puedan pre-
vean los medios para que ejerza una acción preventiva, valecer meros criterios formales u opciones personales.
de cualquier forma y en cualquier momento, y en par- Se trata de una dura entidad objetiva que se impone a
ticular dentro de la etapa capital que es su ejecución. los hombres con un severo poder de coerción, ante la cual
Por lo que se viene razonando, sólo con muchas re- el estudioso no puede contentarse con la pura euritmia
servas parece que quepa asentir a la opinión de Luigi y coherencia interna de su pensamiento ni con la pura
Ferrajoli, para quien, recordando a Christian Thomasius expresión de deseos y preferencias, por profundos y nobles
en el pasado (1655-1728) y Alf Ross en la actualidad (1889- que sean, sino sólo con un conocimiento adecuado, que
1979), "hay un lazo evidente entre la naturaleza retri- será lo único que funde y permita un trato inteligente,
butiva de la pena y su función de prevención general de oportuno y proficuo de la realidad.
los delitos" 35 • A riesgo de ser reiterativo, conviene precisar que el
Corrobora, en fin, el· criterio que en estas páginas estudioso no pertenece a las radiosas regiones de la poe-
se sustenta la simple observación de que en aquellas per- sía, y no es, por tanto, un creador, ni de los valores ab-
sonas en las que por su cultura, su sensibilidad e incluso solutos, y tampoco es un legislador incondicionado, sino
que ha de partir de y atenerse a un ordenamiento dado,
35 Diritto e ragione. Teoría del garantismo pena/e, prefazione di Nor-
con el designio teórico de captar y elaborar las institu-
berto Bobbio, 2ª ed., riveduta, Laterza, Roma-Bari, 1990, p. 363, y en relación
con ella cfr. p. 422.
48 MANUEL DE RIVACOBA Y RIVACOBA
Jl'UNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 49
ciones establecidas en él para fomentar y regular con- Es preciso aclarar aquí que esto no quiere decir que
ductas. los conceptos de Derecho penal de autor y de prevención
En esta perspectiva, se ha de reconocer que la pena especial sean inseparables y convengan sólo el uno al otro;
sigue como consecuencia jurídica, una vez que se ha com- puede muy bien un Derecho penal de acto proponerse una
probado la existencia, asimismo, de otros requisitos que exi- finalidad de prevención especial y un Derecho penal de
ge igualmente el concepto de delito, a la formulación de autor pretender una finalidad de distinto tipo. No obs-
una reprobación objetiva y un reproche personal, es decir, tante, que lo que a un ordenamiento punitivo importe
expresa la concreción de una desvaloración, lo cual 36 es la en particular y que su punto de partida sean determi-
quintaesencia de la retribución. Frente a esto, la idea de
nadas maneras de ser de los individuos constituirá siem-
prevención, en todas sus especies, es ajena a la desapro-
pre la base y justificación más lógica e indicada para que
bación, a la desvaloración, incluso a la noción misma de
valor, y, contra lo que ocurre en la realidad con la pena, la pena se proponga operar en su subjetividad, ora en
no tiene por qué estar vinculada a la gravedad del delito, lo intelectivo o en lo volitivo o afectivo, ora en ambos
interesada sólo en los efectos que se logren, ora en el con- aspectos o en cualquier otro, y cumplir así una acción
junto de los individuos, ora en la persona del delincuente. apropiada sobre su intimidad. Lo cual se extiende y se .
Por otra parte, el hecho indesmentible de que, con puede comprobar aun en los ordenamientos en que, a des-
todas las deficiencias y los contrasentidos de que adolezca, pecho de perseguir en ellos las puniciones otras finali-
nos hallamos en una estructura liberal, que se asienta dades, hay instituciones de indudable prevención especial,
en el reconocimiento de la dignidad de la persona, re- cuya aplicación nunca depende de consideraciones obje-
conocimiento que en lo pasado ha podido tener en la prác- tivas sobre el acto, sino de indagaciones acerca de las
tica un valor retórico, pero que en nuestros días va mol- características subjetivas, personales, de la más variada
deando progresiva e incluso aceleradamente la conciencia índole, del autor.
universal e informando los ordenamientos positivos, im- Además de la abierta disparidad o contradicción que
pone el mayor respeto y no consiente ninguna utilización muchas veces se da entre la efectiva entidad y función
penal del individuo. Y todavía más: a pesar de las in- de la pena en la realidad y las convicciones o aspiraciones
fidelidades al concepto que puedan afearlos, otro hecho de la doctrina al respecto, divergencia de la que estas
indiscutible ~s que en nuestros ordenamientos lo que en últimas salen invalidadas, tampoco son infrecuentes otras
primera línea importa es el acto en su significación sus- dos contraposiciones: que los propios autores señalen una
tantiva (Derecho penal de acto), no en la indiciaria de función a la pena y al mismo tiempo la sometan a cor-
la personalidad del agente (Derecho penal de autor), lo tapisas o propugnen instituciones que la desvirtúen y ha-
cual excluye de raíz el sustento natural de la prevención gan imposible (por ejemplo, patrocinar la prevención ge-
especial, que se basa en el sujeto, que debe ser reformado, neral y rechazar un cierto rigor en las penas o formas
y no en el acto, que no pasa de ser un síntoma del estado
o situación de aquél3 7 • un síntoma, aspirando, en consecuencia, no a combatir el delito, sino la si-
tuación interior que revela". Francisco Giner y Alfredo Calderón, Resumen
36 Conforme veremos con más detalle en el capítulo siguiente. de Filosofía del Derecho, 2 vols., Madrid, 1926, t. 11, p. 215. Cfr., asimismo,
37 ps. 199 y 219 del propio tomo; Fernando de los Ríos Urruti, Prólogo (ps. 5-36)
La teoría correccionalista, que es la expresión más depurada y ter-
minante de la idea de la prevención especial, "pone la naturaleza del delito 1e su trad. de La antropología criminal y las nuems teorías del crimen, de
Emile Laurent, Henrich y Comp., Barcelona, 1905, p. 28, y Riider, Las doc-
en el estado morboso de la voluntad del agente, del cual es aquél tan sólo
trinas fundamentales reinantes sobre el delito y la pena, etc., cit., ps. 250-251.
50 MANUEL DE RIV ACOBA y RIVACOBA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE L<\ PENA 51
o modalidades de ejecución que produzcan auténtica im-
presión en la sociedad), y que las leyes consagTen detet- lores y una determinada concepción de la vida _y de sus
minadas finalidades y no establezcan instituciones im- relaciones _con los demás hombres 41 • En relación con lo
prescindibles para cumplirlas o las establezcan de signo anterior, cómo, en una sociedad pluralista y respetuosa
opuesto (por ejemplo, proclamar la prevención especial de los diversos grupos que conviven en su seno con di-
y estatuír un sistema de penas fijas que no se ajusten ferencias culturales más o menos profundas, preferir una
a ella e inclusive no la permitan); fenómenos, ambos, que de tales opciones e imbuírla con los recursos del poder
innecesario es declarar cómo aniquilan, cómo reducen en público al condenado. En tercer lugar, si semejantes pre-
verdad a nada, semejantes esfuerzos teól'icos. tensiones o meras afirmaciones de prevención especial tie-
En los mejores tiempos de la confianza en la pre- nen consistencia alguna, desde el momento en que ni se
vención general, que ya se ha visto que fueron los de adopta en las leyes ni siquiera reclama la doctrina nin-
la primera parte del siglo XIXªª, los códigos no vacilaron guna de las instituciones precisas para llevarla a cabo
en rodear la ejecución de las diversas penas,, desde la o por lo menos ponerla en práctica, empezando por la
de muerte a otras de mucho menor gravedad y muy varia más significativa e impoi·tante para estos cometidos, es
índole, de signos exteriores llamados exclusivamente a a saber, la sentencia indeterminada 42 • En seguida, y co-
herir la sensibilidad de la gente y provocarle un impacto moquiera que ]a prevención especial se entienda, si todo
que la disuadiera y apartara de cualquier propósito cri- condenado criminalmente y aun todo verdadero delin-
minal y los representantes y defensores de dicha forma cuente necesita ser mejorado, readaptado, recuperado,
de pr~vención los justificaban con mucha razón y acierto, reeducado, reinsertado, resocializado, o, por decirlo con
pero a poco y con oscura incongruencia la propia doctrina una palabra más comprensiva, reformado; y en muchos
los estigmatizó y acabaron borrados de las leyes 39 , ¿Se países, tal vez la mayoría, no sería inoportuno preguntar
puede con tal criterio y proceder hablar en serio, en nues- si las condiciones reales de la administración de justicia
tros días, de prevención general? y, sobre todo, las de la ejecución penitenciaria, las po-
¿Y, a pesar de cuán reiterada se encuentra con unas sibilidades económicas y las perspectivas en tal sentido
u otras denominaciones en la legislación de nuestra época aun a largo plazo, y otros presupuestos no difíciles de
y de cuánto la ensalce y se enorgullezca de ella el gTueso recordar y traer a capítulo, condicen siquiera en lo más
del penalismo· contemporáneo, de la prevención especial? mínimo con los objetivos, afanes y requerimientos de la
Sobre este punto no menos de cuatro, y quizá hasta cinco, prevención especial.
cuestionamientos fundamentales cabe formular. Uno es
el que ya expresó Carrara acerca del derecho que en ver- 41 El gran maestro pisano escribió en 1875: "No es el Estado el que
dad tenga o simplemente se arrogue el Estado para im- puede decir al delincuente: tengo derecho de corregirte; de esto sólo puede
poner a los individuos 40 un determinado sistema de va- jactarse el superior de un claustro". Oh. cit., Introduzione alta seconda se-
zione: Cardini della pena, en la l0f ed., 9 vals., Fratelli Cammelli, Firenze,
1907 y SS,, t. I, p. 552.
38 Cfr. supra, capítulo 11, 3, b, a', y en el presente, 2. 42 Cfr.: Roder, Las doctrinas fundamentales reinantes sobre el delito
39 O, lo que es peor, conservados en éstas como anacrónicos y ridículos y la pena., etc., cit., ps. 247-248 y 252; Ahrens, Curso de Derec:ho natural o
apéndices de mentalidades y épocas más dcfi~i~as, sin explicación _ni uso de Filosofía del Derecho, traducción de la 6" ed. por Pedro Rodríguez Hortelano
en la actualidad; verbi gratia, la llamada pubhcidad de la pena capital. y Mariano Ricardo Asensi, 6" ed. espaüola, 5" tirada, Librería edilorial du
40 Que incluso pueden· no ser ciudadanos de él y no pertenecer, por
IJnilly-Bailliere o Hijos, Madrid, 1898, p. 204, y Giner y Calderón, ob. cil.,
tanto, a su sociedad y su cultura. t. JI, ps. 205-206. Asimismo, Jiménez de Asúa, La sentencia indcler111i11ud11.
El 1Ji1ilcmade pena1J determinadas "a postcriori", Hous, Mndrid, 191:J.
52 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACODA

El contraste de las teorías con la realidad puede des-


cubrir como en las monedas, cuál sea su ley, esto es, en
las m~nedas la cantidad o proporción que haya en ellas
43
de oro fino, aquí de acierto y de verdad •

IV
LA RETRIBUCIÓN

l. La idea de retribución: caracterización, orígenes, depu•


ración y distinción de otras afines, fundamentación, significación
política, consecuencias. - 2. Retribución y significado simbólico
de la pena.

l. - Planteada la idea de retribución, conviene, ante


todo, caracterizarla con cierta propiedad y exactitud, pues
a menudo se la ha entendido mal y confundido con otras
a que históricamente ha estado unida o con las que guarda
alguna afinidad, lo cual lleva por sí solo, luego de la im-
prescindible referencia a sus orígenes, a la depuración de
su contenido, con la consiguiente distinción de aquéllas; y,
una vez cumplida esta tarea, se impone indagar su fun-
damentación, o sea, de dónde y por qué surge, fundamen-
tación que hace ver de inmediato y con claridad su indu-
dable significación política, extrayendo, por último, de todo
ello sus naturales o lógicas consecuencias.
a) En general, retribuír consiste en compensar, co-
rresponder, y, en su sentido peyorativo, en desaprobar o
desvalorar algo malo, perjudicial. Trayendo esta acepción
al campo del Derecho y, más ceñidamente, al de lo pu-
nitivo, retribución es la desaprobación o desvaloración
pública, que se expresa o, quizá mejor, concreta en la pena,
de los actos de más grave trascendencia social, es decir,
los actos de significación más gravé para la comunidad
43 Sólo sobre cuya base cabe tomarlas de cimiento para levantar con
garantía de firmeza, es decir, sin que constituya una obra de ficción, cualquier por atentar de manera insoportable contra su existencia
construcción.
54 MANUEL DE RIVACOBA y RNACOBA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA ó
u organización o contra los bienes que con arreglo al de-
sarrollo cultural y el sistema de valores dominantes en asintiendo a las conclusiones de Beling, "para quien la
el cuerpo social estima más importantes y dignos, por idea de retribución, como verdadero y propio ideal de jus-
ello, de la protección jurídica más eficaz. La retribución ticia, puede considerarse universal"ª.
viene a ser, pues, como el alma de la pena, o, manifestado Bettiol protesta contra la aserción de N owakowski
menos figurativamente, le proporciona su naturaleza. de que la historia del Derecho penal represente, en su
Al punto se comprende, así, que no se trata de una conjunto, "una retirada continua de la concepción retri-
noción ni de una actividad naturalísticas, esto es, que butiva", y sostiene que "se trata, más bien, de su precisión
no se trata de un concepto ni de un hecho físico ni psíquico, y, por ende, de su delimitación, que es cosa diversa"\ o
sino de una entidad exclusiva y eminentemente axioló- sea, de lo que nosotros preferimos denominar su depu-
gica, sujeta, por tanto, en sus manifestaciones, a los cam- ración, lo cual implica la noción de distinción de otras
bios estimativos, valorativos, de las diferentes sociedades afines, de separación de toda ganga que envuelva e im-
en el tiempo. Tal índole axiológica, que hace de la pena purifique su esencia y concepto, dando lugar a lamen-
una expresión y concreción de una valoración negativa, una tables o interesadas confusiones 5 •
desvaloración, de determinados actos, pertenece al mundo Con todo, y sin pretender que sea el primero en co-
d la cultura y en consecuencia la opone de raíz a las lumbrar y exponer, siquiera fuese aún en términos muy
on pciones y finalidades preventivas, netamente natu- oscuros y elementales, la idea de retribución, puede ser
r111Hti<·nsy r fractarias o ajenas a los valores, que pre- oportuno recordar a este respecto, en los comienzos de
t·ou l:1.1111y H propon n por medio o como efecto de la pena la Filosofía griega, a Anaximandro, a quien probablemen-
1111 m, ro lHcho, l simple provocar una conducta, se dé te se deba la primera noción que sobre la injusticia (ádi-
t n l onjunto d la sociedad o en la persona del kía) se conoce en la historia del pensamiento, con su co-
·ond nudo, ttñadiéndose con ello una contraposición aún rrelato de la pena. En efecto, hacia la mitad del siglo
más profunda a las ya estudiadas en las páginas pre- VI antes de nuestra era concibe la segregación de los seres
cedentes entre retribución y prevención. finitos a partir del ápeiron (lo infinito, lo indeterminado)
b) Siendo la retribución connatural a la pena, su ori- como una injusticia, que aquéllos penan y expían en el
gen coincide-o se identifica con el de ésta y de consiguiente tiempo mediante su corrupción y la vuelta o reintegración
ni se puede ni tiene interés determinarlo. Otra cosa es al principio de que proceden. Hay en esta concepción un
el reconocimiento, más o menos nítido y pleno, de su exis- entendimiento de la individuación y la diferenciación del
tencia, y en este sentido dice Bettiol que "es una idea todo como injusticia, y de la reincorporación o sumisión
que ha acompañado a la humanidad a lo largo de toda a él como resarcimiento, muy agudo y fecundo.
su historia" 1 . El mismo autor afirma que "el principio La idea retributiva, empero, nace y se perfila y ex-
de la retribución es propio de todo tipo de civilización pande parí passu con la conciencia, más o menos lúcida
que no reniegue de los valores supremos y se adecue a y exigente, de la dignidad de la persona humana. "El
las exigencias espirituales de la naturaleza humana"2, hombre sólo se salva en el plano de lo penal como persona

1 Oh. cit., p. 801. a Ibídem, p. 801. •


2 Ibídem, p. 797. 4 Ibídem, p. 797.
5 Cfr. el subapartado que sigue de inmediato.
56 MANUEL DE RIVACOBA y RIV ACODA l•'uNCIÓN Y APLICACIÓN DE Lo\ PENA 57
salvando la idea retributiva" 6 • Ella es una idea-fuerza "La venganza es un mecanismo antiintelectual e in-
de la civilización y constituye la idea central del Derecho compatible con los progresos de la inteligencia, que es
punitivo 7. una fuente psicológica de la justicia. La venganza halla
e) Suele confundirse la retribución con y se la debe su terreno de predilección en la violencia. La violencia,
distinguir de la venganza, el sadismo, la expiación y el ha dicho Guyau, ahoga toda la parte simpática e inte-
talión. lectual del ser humano; es decir, lo que hay en él de más
a') La inhesión de la retribución a la venganza es complejo y elevado, desde el punto de vista de la evolución.
la más honda y poderosa y no sólo tiene una larga historia, Todo el que embrutece a los demás se embrutece a sí
sino que conserva viva actualidad. No cabe duda de que mismo, en mayor o menor escala. La violencia, agrega
tanto desde el punto de mira psicológico como desde el el filósofo francés, aunque aparez~a superficialmente co-
histórico la pena proviene de la venganza, pero de ahí mo una expresión victoriosa de la pujanza interna, acaba
a sostener que sean la misma cosa media una distancia por ser una restricción" 11 •
insalvable. Ciertamente, Alexander ·y Staub aseveran que La reacción vindicativa, por su naturaleza instintiva,
la raíz afectiva más profunda de la pena es la venganza 8 , es violenta, irracional y anómica, y, por serlo, no reconoce
mas poco después precisan que "toda la historia del De- límites. Sea, según la clasificación de Ley, homotrope (la
recho penal está llena del impulso encaminado a que que acomete contra el ser odiado) o heterotrope (la que
triunfe el principio de lo racional sobre los fundamentos trata de atacarlo en otra persona) 12, no se sacia ni cesa
irracionales e instintivos de la pena" 9 • sino con la aniquilación del individuo o las cosas sobre
Para la tradición escolástica, el apetito irascible capta que recae o una vez descargado el furor y exhaustas las
en todo ser vivo el bien sensible que conviene, no a los energías de quien la ejerce, que sólo entonces empieza
sentidos, sino a su naturaleza, y tiende hacia él, reac- a recobrar su conciencia y personalidad, a escuchar las
cionando pasionalmente en forma de ira, a la que per- palabras de cordura que le dirijan los demás y a ser capaz
tenece o que comprende la venganza, ante un mal pre- de actos inteligentes.
sente y grave, imposible de evitar, que le priva del bien La pena, en cambio, es obra de la razón y se halla
o se lo impid~. En el sutil análisis de Spinoza, la ven- plena de razones y estimaciones, está creada y reglada
ganza se engendra en el odio que producen los males in- por normas y representa una ecuación o equilibrio de
feridos o los daños sospechados; y, con mayor concisión, valoraciones, y se propone evitar la violencia, resolver
en fin, Durkheim señala que no es más que el mismo conflictos y lograr la paz social, todo lo cual significa
instinto de conservación exasperado por el peligro 10 • que se encuentra sujeta a límites y explica que se hu-
manice conforme progresan la inteligencia y la sensi-
s Bettiol, oh. cit., p. 814.
bilidad.
1 Cfr. ibídem, p. 797. Innegablemente, residuos de la venganza permanecen
8 Cfr.: Franz Alexander y Hugo Staub, El delincuente y sus jueces desde indelebles en el Derecho y la práctica punitivas de nues-
el punto de vista psicoanalítico, traducción del alemán por Werner Goldschmidt tros días 13 • Pertenecen a lo que, inspirándonos en Ali-
y Víctor Conde, 21 ed., Biblioteca Nueva, Madrid, 1961, p. 239.
9 Ibídem, p. 244.
10 Sobre estas y otras concepciones de la venganza, y su importancia 11 Ruiz-Funes, ibídem, ps. 63-64.
histórica y actual en el Derecho punitivo, ver Mariano Ruiz-Funes, Actualidad 12 Cfr. ibídem, p. 60.
de la venganza (TI-es ensayos de Criminología), Losada, Buenos Aires, 1944. 13 Cfr. ibídem, p. 54.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE L<\ PENA ,o
58 MANUEL DE RlVACOBA Y RlVACOBA
Que haya una continuidad entre la venganza y la
14
mena , cabe denominar supervivencias penales , es a sa- 15 pena y que subsistan pervivencias de la primera en la se-
ber, instituciones o expresiones en las que perviven rasgos gunda no hace desaparecer las netas diferencias que las
o modalidades propios de otras etapas de la evolución separan. "En definitiva, el momento en que con propie-
jurídica,· "verdaderos fósiles, que, si no son un capricho dad puede decirse que se pasa de la venganza a la pena
de la humanidad, como en un tiempo se creyó que los es aquel en que el instinto se somete a la razón y re-
otros fósiles eran un capricho de la naturaleza ' no son , c!mociéndose u~ hombre, o sea, un individuo raciodal y
ni pueden ser, más que los representantes del pasado" 16 • hbre, en el delmcuente, se infunde en la reacción social
"La supervivencia abre, por decirlo así, una ventana sobre contra el delito un fondo ético y valorativo" 22 •
el pasado, y nos deja ver lo que, de otra manera, hu- ~s 1?ás, el afán vindicativo, consciente o no, puede
biésemos ignorado siempre" 17 • Y es que "toda forma tuvo c?nst1tmr ':n poderoso impulso de la función punitiva,
una repercusión, aun después de parecer definitivamente sm que deJen por ello de ser realidades distintas. "La
olvidada, y hasta hoy no deja de tener algún dominio" 18 ; sanción penal es a la venganza como el matrimonio al
El propio Alimena recoge multitud de supervivencias instinto sexual", en el sentido de que "el Derecho penal
de la venganza de la sangre, del talión y de la composición, regula, sanciona y ofrece legítima satisfacción a la pasión
así como de otras prácticas penales de los primitivos, en de la venganza" 23 ; observación justísima que pone en evi-
diversas legislaciones balcánicas y asiáticas 19 ; mas, sin dencia 1a relación profunda y la clara diferencia que se
dan entre venganza y pena. Lo sexual, como la venganza,
noccfiidad de ir tan allá en el espacio ni en el tiempo,
1 fondo vindicativo del Derecho penal aflora en invoca- . son tendencias instintivas, que se mueven en el mundo
de· lo natural, e incluso en las zonas más oscuras del mun-
·ion y xpr iones que se escucha cotidianamente en •
do natural, mientras que, aunque en ciertos casos se tras-
los tribunales, como la "sombra que pide venganza" o "la
muten y satisfagan en el matrimonio o en la pena, éstas
vindicta pública" 2º, y con más vigor en la atenuante de
son instituciones jurídicas, que responden a valores y ha
responsabilidad criminal que existe en numerosos códigos
creado y regula la cultura.
para los casos en que se ha "ejecutado el hecho en vin-
Todavía cabe aducir que para algunos freudianos el
dicación próxima de una ofensa grave" 21 •
afá1? de ~engan~a es uno de los sustentos psíquicos, de
caracter mconsc1ente, de la penalidad, fruto de la reacción
14 Principii di Diritto penale, 2 vols., Pierro, Napoli, 1910-1912, t. I,
p. 77. Aunque hay traducción de la mayor parte de este tomo al castellano,
con~ra un acto hostil, igual que la expiación, pero más
por Eugenio Cuello Calón, en 2 vols., Victoriano Suárez, Madrid, 1915-HJ16, antiguo que ésta, y encaminado, no como ella a contener
se citará por la edición italiana. • los impulsos propios mediante el refuerzo del propio me-
15 En realidad, Alimena las llama sólo supervivencias, y hace notar
(oh., vol. y p. cits., nota) que el primero en aplicar esta palabra (suruiuals)
canismo de represión, del superyó, debilitado por el es-
a los fenómenos morales y jurídicos fue Tylor, en Primitive culture, 1, London,
1891, p. 16. . circunstancia 4'; guatemalteco, art. 26, circunstancia 12\ hondureño, art. 8, cir-
16 Alimena, oh. y vol. cits., p. 79.
17 Ibídem, p. 77.
cunstancia 4 1 ; y nicaragüense, art. 29," circunstancia 4 1 .
22 Rivacoba, Configuración y desfiguración de la pena, cit., p. 16. En
18 Ibídem, p. 80.
general, para cuanto antecede en relación con la venganza, cfr. en tal obra
19 Cfr. ibídem, ps. 77-79.
20 Recordadas a este respecto por Huiz-Funes, Actualidad
ps. 15-16.
de la ven- 23 James Fitzjames Stephen, General wiew of the criminal law o( En-
ganza, cit., p. 54. • gland, Macmillan, London, 1863, p. 99, cit. por Ferrajoli, oh. cit., p. 2~.,. ••
21 Cfr. el Código Penal espanol, art. 9, circunstancia 6º (hasta la reforma
urgente y parcial por la ley orgánica 8/1983, de 25 de junio); chileno, art. 11,
60 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 01

pectáculo del acto delictivo y la satisfacción que con tal tituírle por otro y emplearle como medio e impone, n
acto han logrado las tendencias agresivas y antisociales cambio, el deber de respetarle en su calidad de fin do
de su autor y de la que cuantos ajustan su conducta a sí mismo 26 , la inflicción de un padecimiento que satisfi-
las normas se ven privados, sino contra la persona que ciera o deleitara, así fuere con el más levantado de los
causa dolor, contra el criminal 24 • Ahora bien, el castigo ánimos o propósitos, a quienes lo contemplasen, contra-
suele deparar ocasión de cometer en el delincuente un diría tales supuestos, pues objetivaría, cosificaría al reo,
acto en sí idéntico o equivalente a aquel por el cual se pretiriendo en el cumplimiento de la condena su huma-
le pune, éste con licitud, es decir, con la aprobación de nidad y convirtiéndolo en medio para fines ajenos.
la conciencia social, y por esta vía, identificándose con la En este punto no es de olvidar que para un retri-
sociedad que ejerce el ius puniendi, se subliman en él bucionista tan importante y autorizado como Bettiol la
los respectivos impulsos agresivos y antisociales; con lo pena tiene carácter aflictivo y se resuelve en la producción
cual, lo que inicialmente es una fuerza instintiva, ciega, de un dolor, aunque el condenado no lo sienta efectiva-
desconocida e indomeñable aun para el sujeto en cuya mente 21• "Todas las tendencias y todas las concepciones
estructura psíquica late y se mueve, se eleva al plano que se esfuerzan por quitar a la pena su carácter aflictivo
de la razón y de la conciencia y los valores sociales. tratan de abrir brecha en la idea retributiva o la niegan
"Con razón ha dicho Beling que la venganza es la abiertamente" 28 • Ni se ha de negar que a lo largo del
retribución no sostenida por una idea moral, que se radica tiempo han prevalecido el entendimiento y la práctica de
<11 un inslinto" 26 • O en otras palabras: la venganza es la retribución como retorsión del delito mediante el dolor.
un ht ·ho p (quico, in tintivo, o sea, ciego y contradictorio Sin embargo 29 , es igualmente incontrastable la existencia
( n ·mmlo tul e cuolquior limitación, que ha podido llevar y acción de una constante, a pesar de sus retrocesos, de
n la volu ión humana y el desarrollo de la civilización sucesiva y cada día más pronunciada humanización de las
a la r tribución, y que incluso puede animarla incons- sanciones, conforme a la cual se mantiene el vigor de la
cientemente, pero distinto, por la respectiva entidad y desaprobación y desvaloración social y jurídica de ciertas
naturaleza del uno y de la otra, de esta última, que es conductas, pero desaparecen las penalidades más crueles
una actividad lúcida y valorativa. o adoptan formas de ejecución que reduzcan o acorten
b') Tampoco la retribución es, ni puede ser, crueldad su contenido aflictivo, y, sobre todo, se instituyen, ensayan
que provoque dolor más o menos intenso y refinado en o recomiendan maneras originales de punir que eviten
el delincuente y se complazca o recree en el espectáculo el sufrimiento al condenado, a sus parientes y otros alle-
de su sufrimiento. gados y a la misma comunidad. Como expresión y con-
No puede serlo, porque, fundándose en el reconoci- creción de una severa desaprobación y desvaloración so-
miento, en el penado, del hombre, y reconociendo también cial y jurídica y, por tanto, como fenómeno de cultura
en éste como ser racional su dignidad, que impide sus- que la penalidad es, reviste en la historia manifestaciones

24 Cfr. Alexander y Staub, oh. cit., p::i.229-245. También, Jiménez de 26 Cfr. el subapartado siguiente.
Asúa, Psicoanálisis criminal, 61 ed., Depalma, Buenos Aires, 1982, ps. 228- 21 Cfr. oh. cit., ps. 796-797 y 809-810.
233, y Rivacoba, Elementos de criminología, Edeval, Valparaíso, 1982, ps. 2s Ibídem, p. 810.
200-203. 29 Y sin volver aquí sobre la cuestión de si la pena es un bien o un
25 Bettiol, oh. cit., p. 803. mal, acerca de la cual nos hemos extendido en el capítulo 11, 3.
62 MANUEL DE RIVACOBA y RNACOBA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 63
distintas que van acordándose a las pautas valorativas
y, en particular, a .la resistencia de cada época al dolor y mac1on muestra con claridad la diferencia entre lo que
a su sentido de la benignidad, y es un hecho indesmentible no pasa de ser una realidad inconsciente, puramente na-
el de que desde la segunda mitad del siglo XVIII se han tural, y lo que es una valoración y, como tal, pertenece
incrementado en general a velocidad progresivamente al orbe de lo· racional y la cultura.
acelerada la sensibilidad y la humanidad, con el consi- Por lo demás, la causación de dolor y el recreo en
guiente desarrollo de la filantropía. él, muy a la inversa de lo que ocurre con la pena, no
También hay que recordar que para algunos segui- han solido merecer ni obtener el beneplácito de la civi-
dores de Freud una de las fuentes o raíces psíquicas de lización. Y es que "el infligir dolor a otros, aun bajo la
la pena 30 es la compensación del sadismo renunciado :u. • especie de retorsión, no puede ser un fin lícito por sí mis-
"La pena así es el significado de una compensación por mo a la luz del supremo ideal ético"ªª.
la renuncia al sadismo. La identificación con la sociedad e') Más alejada aún se encuentra la retribución, y
que. ejerce el ius puniendi permite al hombre justo la cuanto le concierne, de la expiación. •
posibilidad de perpetrar agresiones en una forma legal. Tiene esta última un significado o entidad moral o
Y como esta vivencia merma el número de las agresiones religiosa, referida a la interioridad del hombre y consis-
a reprimir, se facilita con ella la tarea represiva. Todo tente en un sacrificio que lo purifica, eliminando o ha-
procedimiento judicial, y especialmente la ejecución de ciendo desaparecer de él toda reliquia o mácula de una
la pena de muerte, tiene a menudo el carácter de un es- maldad o un pecado que hayan recaído sobre los demás,
poctáculo y sirve de válvula de escape a las agresiones, pero también sobre Dios o sobre sí mismo, extraña desde
lo mismo que las luchas de gladiadores en la antigua Ro- cualquier punto de vista a la desvaloración jurídica en
mo o las corridas de toros españolas" 32 • Es decir, según que consiste la primera y al carácter hace ya varias cen-
poco ha se ha señalado, la imposición y la ejecución de turias secularizado y laico del Derecho, que toma en con-
la pena proporcionan en muchas ocasiones oportunidad sideración primordialmente lo exterior, no el fuero de la
de llevar a cabo en el delincuente un acto idéntico o se- conciencia, y regula sólo el obrar externo, no los actos
mejante a aquel por el cual se le castiga, si bien ahora internos, de los seres humanos que afecte a otros huma-
con el asenso de la conciencia social, y de esta manera, nos. La expiación tiene mucho de purga o liberación in-
haciéndonos uno con la sociedad que es titular del ius terior; la retribución es un mero juicio de valor. La una
puniendi y lo aplica, se subliman y satisfacen en su ejer- tiende a lograr un mejoramiento de los hombres que los
cicio nuestros respectivos impulsos agresivos y antisocia- haga buenos o santos, según un modelo ideal de perfec-
les y somos resarcidos del sadismo que a título individual ción, mientras que la otra apenas mira a facilitar o man-
renunciamos en la colectividad y del daño que como per- tener las relaciones sociales y la convivencia humana.
sonas no hacemos. Pero el propio fenómeno de la sublí- De nuevo se debe recordar el pensamiento de ciertos
discípulos de Freud, para quienes la expiación es otra de
30 Por supuesto, inconsciente.
31 Cfr.: Alexander y Staub, oh. cit., ps. 241-245; Jiménez de Asúa, Psi- 33 Giorgio del Vecchio, Sobre el fu.ndamento de la justicia penal (Apén-
coanálisis criminal, cit., ps. 232-233; y Rivacoba, Elementos de criminología, dice a su obra La justicia, traducción de la 31 ed. italiaria por Francisco P.
cit., ps. 200-203. Lapluza, Buenos Aires, Depalma, 1952, ps. 217-248), ps. 225-226. De etite
32 Alexander y Staub, oh. cit., ps. 241-242.
estudio hay otra versión castellana por Manuel Rodríguez Ramos, publicada
en Puerto Rico y en Méjico.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 65
64 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACODA

las fuentes psíquicas, e inconscientes, de la punición 34 • En los términos más simples y comunes, el talión
Ante el triunfo e imposición de los impulsos del ello en es inferir al delincuente en concepto de pena un daño
el delito y la correspondiente satisfacción de tales im- igual al que él produjo. . ,
pulsos en el criminal, la reacción instintiva no va impelida Aunque Jiménez de Asúa piensa que Lard1zabal lo
sólo por un afán dé venganza, sino igualmente por el afán concebía como un género de pena 36 , lo cierto es que este
de expiación, y, así como el primero se dirige contra el autor lo entendía con entera corrección, como moderación
sujeto que ha causado el dolor, contra el trasgresor, in- y límite de la v~nganza 37 • Mucho antes lo -había visto
fligiéndole un padecimiento por el goce indebido que ha así San Isidoro (± 560-636): "La similitud en la venganza,
. ,,38
logrado y del que los restantes se ven privados, el segundo a fin de que cada uno padezca talmente como lo h izo ;
se dirige en cada uno contra sí mismo, contra las im- y mucho después precisa Sánchez-Tejer_in~ que "no es m~s
pulsiones propias, avivadas por el mal ejemplo y la virtud que una medida penal que puede coex1st1r con fases ~a_s
0 menos modernas" . En efecto, para las formas primi-
39
seductora de su éxito en otro, con la consiguiente rela-
jación del poder inhibidor de la represión, como medio tivas del Derecho penal "significó, indudablemente, un
de robustecerlo y asegurar el imperio del superyó. La gran progreso en épocas en que l?s excesos de I_areacción
venganza es una represalia contra el ataque ajeno, que punitiva traían como consecuencia nuevos y mas grandes4
se dispara contra el delincuente; la expiación, un esfuerzo crímenes que los que trataba de reprimir la soci_eda?" º.
por reprimir y contener las pulsiones propias. En la una En plena segunda mitad del siglo XV~II ~ant JUS~1~ca
y en la otra se trata "del mismo procedimiento anímico, lo que llama derecho del talión (jus ta_lwnzs) com~ umco
pero con un cambio de acento en cada caso, como dirigido criterio para determinar en cada dehto la especie Y la
a un destinatario diferente" 35 • Absteniéndonos, por de cantidad de la pena 41 ; Lardizábal lo halla "útil Y conve-
contado, de entrar aquí en disputa alguna acerca del acier- niente" para el homicidio _volm_itario.Y_~~!icios~ Y p~r~
to y la utilidad del psicoanálisis, mas sin desconocer que la calumnia y el falso testimomo en JUICIO, Y F1~a~gier1
aclara y explica muchas cuestiones difíciles en relación (1752-1788) lo propone asimismo para la calumma • Se
con la delincuencia y la penalidad, lo indudable es que, encuentra en el castigo que establece para el falso tes-
aunque el mecanismo inconsciente que origina y sostiene timonio contra el reo en causa criminal sobre delito grave
ésta en las honduras del psiquismo humano sea como sus
partidarios lo conciben, la sublimación sitúa la pena, y 36 Cfr. Tratado, cit., t. I, 31 ed., Losada, Buenos Aires, 1964, ps. 244-245.
dentro de ella, animándola, la retribución, en un nivel 37 Cfr. ob. cit., ps. 153-154, basándose en San Agustín, Contra Faustum
diverso, plenamente racional y valorativo. Manichaeum libro 19, capítulo 25.
as Ety~ologiae, libro V, capítulo 27, n• 24. Cfr.: Jiménez de Asúa, Tra-
Así, pues, la retribución y la expiación se mueven tado, cit., t. I, cit., p. 245. ., , .
sobre suelos diferentes y con perspectivas distintas. 39 Derecho penal espa,iol, 5• ed., con la colaboracion de Jos~ Antomo

dJ Por último, la retribución tampoco tiene nada que Sánchez-Tejerina y Sanjurjo, 2 vols., Madrid, 1950, t. I, p._29. Y lmeas de~,-
pués añade: "El talión es, por lo tanto, un límite, una medida, no una pena •
ver con el talión; ni siquiera una auténtica semejanza.
40 Ibídem.
41 Cfr. ob. cit., ps. 196-200.
34 Cfr.: Alexander y Staub, ob. cit., ps. 229-245; Jiménez de Asúa, Psi- 42 Ob. cit., ps. 160-162. . . .
43 Scienza della legislazione, 4 vols., N apoh, 1780-1783, hbro tercero,
coanálisis criminal, cit., ps. 228-233; y Rivacoba, Elementos de criminología,
cit., ps. 200-203. parte seb>i.mda,capítulo XX.XV. Trad. castellana por ,Jaime Rubio, en 10 vols.,
as Alexander y Staub, oh. cit., p. 241. Madrid, 1787; 21 ed., Madrid, 1813, t. VI, p. 145, nota l.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA (17
66 MANUEL DE RIV ACODA y RlVACOBA

al que ocasionó, existe el talión simbólico, que supono


el art. 234, para el juez que hubiere dictado a sabiendas un notable progreso y en el cual ya no se le impone un
sentencia condenatoria manifiestamente injusta en causa mal idéntico, sino uno que guarde cierta relación o simi-
asimismo criminal el 262 44 y para las amenazas con las litud con el que produjo; al principio y por lo general, la
que se exigiere alguna cantidad o se impusiére cualquier mutilación del órgano o miembro más significativo o im-
otra condición ilícita el 407, del Código español de 1848, portante para la comisión del delito, llegando en su evo-
Y continúa para los propios delitos en los arts. 332, 361, lución a formas mucho más espiritualizadas, como la pu-
362 y 507 del de 1870t 5 • Por el influjo de éste persiste nición del criininal, no en su persona, sino en la de un
en los arts. 322, 350, 351 y 491 del Código vigente en esclavo. Entre las explicaciones que se dan de éi-17,parece
Hon~uras; y resplandece con todo su rigor en el 353, para la más razonable la que lo atribuye a la imposibilidad
la primera de semejantes infracciones, en el 354, para el de aplicar en muchos casos el verdadero talión; y las san-
soborno con objeto de que se cometa falso testimonio . si ciones impuestas en su virtud suelen denominarse pena-
efectivamente se cometiere, y en el 356, para la denun'cia lidades poéticas o también a veces expresivas 48 •
o acusación falsa, así como con cierta atenuación en el Ahora bien, por grande que sin duda la importancia
232, para las amenazas, del nicaragüense 46 • Y todavía de todo esto haya sido para la evolución de la penalidad,
cabe recordar al respecto su subsistencia, por acatamiento y por mucho que realmente vestigios del talión subsistan
de prescripciones religiosas, en los países de berecho mu- en la actualidad como supervivencias penales, no se ve
sulmán. El talión, pues, ha tenido larguísima vida y de qué genuino contacto ni aun leve parecido tengan con un
ninguna manera se puede decir que haya desaparecido juicio de valor, o sea, con la retribución, y se corrobora
del todo en el mundo contemporáneo. que son entidades y conceptos, no ya independientes, pero
Además del talión material, que es el talión en su más bien, en el sentido de los lógicos, impertinentes, que
manifestación primigenia y más propia y que consiste en ni se infieren ni se excluyen entre sí.
la inflicción de un mal al infractor estrictamente igual d) Que la idea y, en particular, el hecho de la re-
tribución sean antiguos como el mundo no implica que
...
4
; Ocupándos; de est9s artículos, lo justifica para ambos delitos don
siempre se haya tenido clara conciencia de una u otro,
C1nlo Alvarez Martmez, en Alvarez y Vizmanos, Comentarios al Código Penal ni, menos, que se los haya podido razonar y fundamentar.
2 vals., Madrid, 1848, t. II, ps. 191 y 238. ·
45
' Antes al contrario, en muchos puntos de carácter moral
. Critica el "sistema taliona!" de estos artículos la Exposición de mo- y social, y aun cabría extender el aserto a los dominios
tivos (IV, Refo~mas de e~r~res materiales de técnica, e incorporación de leyes
complementarias) del Cod1go de 1932, que lo eliminó. de la naturaleza, existen a las veces cosas u ocurren fe-
~u~que la Ex~?sición de_ motivos citada no hace mención de él, hay nómenos que se ignoran o de los que sólo se alcanza una
que anad1r que tambien se sanc10na con criterio taliona! al funcionario público oscura noción y que no se pueden explicar o comprender,
que se arro~are atribucio~es judiciales e impusiere castigo equivalente a pena
corporal, s1 la pena arbitrariamente impuesta se hubiere ejecutado en el por no haberse dado todavía los supuestos intelectuales
art. 205, que fue asimismo modificado a este respecto por el Código d~ 1932 o de distinta índole que consientan hacer luz a su respecto
en su art. 193. '
46
e integrar tal realidad o su conocimiento en una concep-
Lo que resulta tanto más extraño y es tanto más censurable como
que se trata de un código nuevo, de 1974. '
.. Por influj? _asimismo español y aparte de los cuerpos legales de que 47 Cfr.: Da Costa Antunes, oh. cit., ps. 104-105.
se ha hecho mento en el texto, un resto de punición taliona! se conserva 48 Acerca del talión es sumamente interesante Del Vecchio, La justicia,
también para el falso testimonio contra el reo en el art. 208 del viejo Código cit., pássim.
chileno de 1874.
68 MANUEL DE RIVACOBA y RlVACOllA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 6!:J
ción suficientemente amplia y racionalmente elaborada
del mundo y de la vida. turia .décimoctava latía "un indudable y no menos im-
Así sucedió con la retribución hasta muy avanzado portante fondo ético" 53 •
el siglo XVIII, con su aplicación del racionalismo de los Esto aparte, lo que aquí más interesa es la trascen-
tiempos anteriores a los problemas del hombre y de su dencia del pensamiento kantiano para la cuestión 5 4 • Bien
obrar, que hizo factible concebir al ser humano como, cons- sabido es que para Kant "el hombre no es una cosa; no
titutiva y genuinamente, ser racional y, por ello, autó- es, pues, algo que pueda usarse como simple medio; debe
nomo, o sea, que, en cuanto tal, es capaz de hacer y hace ser considerado, en todas las acciones, como fin en sí'' 55 ;
sólo de los dictados de su razón, como ley general de con- "pues todos los seres racionales están sujetos a la ley de
ducta, el motivo de sus actos, y de consiguiente es libre que cada uno de ellos debe tratarse a sí mismo y tratar
Y responsable de éstos y no debe ser sometido a las im- a los demás, nunca como simple medio, sino siempre al
posiciones de otro, es decir, tomado, empleado como medio mismo tiempo como fin en sí mismo" 56 ; o sea, que "en
para fines ajenos. el reino de los fines todo tiene o un precio o una dignidad.
Tanto es así, que, aunque, sin lugar a dudas, "fue, Aquello que tiene precio puede ser sustituído por algo
sobre todo, Kant quien más contribuyó a desarrollar el equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de todo
concepto de humanidad en el sentido de la dignidad hu- precio y, por tanto, no admite nada equivalente, eso tiene
mana, la idea de que todo hombre debe ser considerado una dignidad" 57 • O en palabras de una de sus obras prin-
como un fin en sí, de que no es lícito utilizar a nadie sim- cipales y más conocidas, la Crítica de la razón práctica,
plement~ como un medio al servicio de fines ajenos" 49 , posterior en tres años 58 : "Todo lo que hay en la creación,
se ha senalado, con razón,· que un utilitarista tan repre- y sobre la parte que se tenga el suficiente poder, puédesela
sentativo como Beccaria (1738-1794) 50 , cuando asevera que usar como simple medio; únicamente el hombre, y con
la libertad no permite que "el hombre cese de ser persona él toda criatura racional, es fin en sí mismo" 59 ; ya que,
Y se convierta en cosa" 51, se anticipó al imperativo ca- al darse el sujeto racional su propia ley y ser, así, su
tegórico del filósofo de Konigsberg y al profundo respeto
que envuelve de la persona humana en su inalienable Sentís Melendo y Marino Ayerra Redín, Ediciones Jurídicas Europa-América,
Buenos Aires, 1958, p. 66.
entidad moral, exaltando y reverenciando de este modo Sobre el particular, ver también Rivacoba, La reforma penal de la Ilus-
la dignidad incomparable de lo humano 52 • Lo cual de- tración, Sociedad Chilena de Filosofía Jurídica y Social, Valparaíso, 1988,
p. 23.
muestra que bajo el utilitarismo que caracteriza a lacen- 53 Rivacoba, ibídem.
Por lo demás, sin ello resultarían inexplicables e incluso absurdos los
49
Gustav Radbruch, Introducción a la Filosofía del Derecho, traducción radicales cambiQs que se produjeron a lo ancho de Europa y a lo largo de
de Wenceslao Roces, 31 ed., México-Buenos Aires, Fondo de Cultura Econó- América hacia sus finales y en los lustros siguientes, y que elevaron el respeto
mica, 1965, p. 154. al ser humano y ennoblecieron la vida pública. 1
50 54 Cfr. supra, capítulo II, 3, a, e', texto y nota 14.
Al que el propio Kant, ob. cit., p. 201, reprocha su "sentimiento de
humanidad mal entendido (compassibilitas)". 55 Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785), traducción
51 Dei delitti e delle pene, 1764, § XXVII (según la ordenación de Mo- de Manuel García Morente, 7° ed., Espasa-Calpe, Madrid, 1981, p. 85.
rellet). La cursiva, en el original. 56 Ibídem, p. 91.

.. ,
52
Cfr.: Guido de Ruggiero, cit. por Piero Calamandrei, Prefacio a su 57 Ibídem, p. 92.
ed1c10n de De los delitos y de las penas, de Beccaria, traducción de Santiago 58 Traducción, prólogo y notas de V E. Lollini, Perlado, Buenos Aires,
1939.
59 Ibídem, p. 116.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE L.\ PF.NA 71
70 M.WUEL DE RIVACODA Y füVACOBA
que se trataba de una idea que estaba en boga, o por
voluntad, autónoma, no cabe "someter a este ser a ningún lo menos era aceptada, en la época 65 •
propósito que no sea posible según una ley que pueda Lo verdaderamente importante es que Kant insiere,
derivar del mismo sujeto pasivo" 60 , ni, por ende, usarle en una longuísima secuencia de autores y en un panorama
nunca "sólo como medio, sino que, y al mismo tiempo, casi sin excepción utilitaristas y preventivistas, un mo-
como fin" 61 • mento y una teoría éticos y retribucionistas, de innegable,
Sobre tales supuestos descansa y, a la par, de ellos aunque retardada, fecundidad.
deriva con la más sencilla, directa, rig1.1rosay contundente Agregando a la doctrina kantiana la noción de valor,
lógica la intelección de la pena como retribución. La pena que la Filosofía no aportará hasta mucho después, resulta
"no puede nunca aplicarse como un simple medio de pro- la concepción que de la retribución queda páginas atrás
curar otro bien, ni aun en beneficio del culpable o de la perfilada; y, si bien semejante doctrina tiene un indisi-
sociedad, sino que debe siempre serlo contra el culpable mulable fondo moral, la retribución en la pena ·es, tiene
por la sola razón de que ha delinquido, porque jamás un que ser, jur.ídica, es decir, conforme o con arreglo a los
hombre puede ser tomado por instrumento de los desig- valores que inspiran al Derecho, o, más concretamente,·
nios de otro ni ser contado en el número de las cosas a un ordenamiento, y que éste consagra.
como objeto de derecho real; su personalidad natural in- Para Bettiol, el principio retributivo se basa, no en.
nata le garantiza contra tal ultraje, aun cuando pueda la idea de libertad política, sino "sobre un positivo fun-
ser condenado a perder la personalidad civil. El malhe- damento moral" 66 , lo cual, siendo sin duda cierto, puede,
chor debe ser juzgado digno de castigo antes de que se
empero, en sí solo resultar peligroso, a menos que se pre-
haya pensado en sacar de su pena alguna utilidad para
cise en un sentido de reconocimiento y respeto de la dig-
él o para sus conciudadanos. La ley penal es un impe-
nidad del individuo humano.
rativo categórico; y desdichado aquel que se arrastra por
e) Si, pues, en la retribución se reconoce y se respeta
el tortuoso sendero del eudemonismo, para encontrar algo
al hombre en el condenado; si se juzga desfavorablemente,
que, por la ventaja que se puede sacar, descargase al cul-
pable en todo o en parte de las penas que merece" 62 . con arreglo a los valores consagrados por la comunidad,
Al lado de esta sólida y severa construcción·, las des- uno o varios actos aislados en la línea de su conducta,
afortunadas conclusiones o aplicaciones talionales que sin inmiscuírse en el sagrado de su conciencia y sin des- .
Kant extrae de dicho principio carecen de cualquier sus- conocer su entidad de sujeto de razón, que se da normas
tancia y tienen mucho de anecdótico' 13 , sin que sea, por y propone fines, que obra conforme a las unas para al-
lo demás, de olvidar que no recurre al talión sino como canzar los otros y que es capaz de resistirse u oponerse
criterio para determinar la especie y el grado del castigo, a cooperar en la consecución de fines ajenos, una tal con-
esto es, la calidad y la cantidad de la pena 6 4 , ni tampoco cepción en lo penal no puede en buena lógica avenirse
con ninguna concepción que en lo político contemple la
so Ibídem. sociedad como una realidad sustantiva, cuyos componen-
61 Ibídem. tes no pasan de súbditos ni son más que elementos, miem-
6 2 Kant, Principios metafísicos del Derecho, cit., ps. 195-HJ6. Las pa-

labras o frases de los párrafos que preceden de Kant que aparecen en cuni\'a,
figuran así en los respectivos originales. 65 Cfr. el subapartado que antecede, d'.
6 =1 Cfr.: Hivacoba, La reforma penal de la Ilustración, cit., p. 23, nota 29. 66 Oh. cit., p. 802.
6 4 Cfr. Principios metafísicos del Derecho, cit., p. 196.
72 MANUEL DE RIVACODA y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 7:J

bros u órganos, sometidos, en una posición de plena su- lado, considerando al ser humano como ser de razón, au-
bordinación instrumental, a sus dictados y al servicio de tónomo y fin en sí, lleva igualmente a que se le pueda
sus designios o los de quienes la gobiernen, sino sólo con desaprobar su actuar, pero no se le pueda domeñar ni
una que la entienda como un conjunto pluralista de seres manipular, o sea, al retribucionismo penal.
libres y diversos, que, no obstante, se consideran iguales Bettiol dice que la teoría de la retribución "no se halla
en dignidad y prójimos o hermanos en la tarea de vivir, necesariamente ligada a ninguna concepción política de-
que se guardan celosamente de cualquier intromisión en terminada" 68 ; y tiene razón, en cuanto de hecho se ha
la interioridad del otro y coartan el mínimo de la libertad retribuído en tiempos muy distantes y distintos y en si-
de cada uno para hacer compatibles entre sí las de todos, tuaciones muy diversas e incluso contrapuestas, pero no
y que coordinan su acción y sus esfuerzos para multiplicar refiriendo la cuestión al aspecto ideal o de los principios,
las posibilidades y la eficacia y elevar la vida de cada en el cual, así como se concilia con ciertas ideas y formas
cual; una sociedad, en suma, donde el individuo se sienta políticas, es incompatible con otras. Lo que acontece es
y sea ciudadano, esto es, dentro de los límites de lo fac- que la vida humana, la social, la política y la jurídica
tible, a la vez que obligado autolegislador. O en pocas suelen no configurarse y discurrir con entera pureza y
palabras: sólo se compadece y concuerda con una con- coherencia.
cepción y una organización liberales, y, por ello, demo- También dice, recordando a Maggiore, que, si se le
cráticas, de la vida pública. quiere atribuír un fondo político, "antes se encuentra re-
En verdad, esto se comprende con facilidad y no con- ferida a una concepción autoritaria del Estado que a una
tiene ninguna novedad después de lo que en relación con concepción liberal" 69 ; aserción poco explicable y muy difícil
ello se ha dicho en el capítulo anterior 67 , y lo corrobora. de admitir. Casi contradiciéndose, y aun sin mencionar
Por lo demás, tanto, en un plano, el liberalismo, cuanto, el liberalismo, el propio Bettiol reconoce, a renglón se-
en otro, el retribucionismo, proceden del racionalismo, de guido, que "el individuo está tutelado del mejor modo en
la exaltación de la razón, común e igual en todos los hom- el campo de la penalidad mediante la teoría de la re-
bres, como única facultad que puede conocer de manera tribución" 70 ; y concluye, algo más adelante, "que la idea
clara y distinta las cosas, juzgando y discerniendo lo ver- retributiva es la expresión más exacta de un pensamiento'
dadero de lo falso, y también conocerse a sí misma, ana- penal orientado hacia los valores éticos de la vida" 71 •
lizando y criticando sus supuestos y tomando conciencia f) Del planteamiento que se ha trazado de la retri-
de sus limitaciones. Semejante exaltación de la razón lle- bución fluye una serie de consecuencias.
va a la exaltación, asimismo, del sujeto de tal razón, del 1ª) Que, comoquiera que el Derecho regula el obrar
ser humano, lo cual, por lo que hace a la textura de la humano y que, en congruencia, los valores jurídicos se
sociedad, se proyecta en el individualismo, y, por lo que
toca a su estructura y mecanismo de gobierno, en el li- 68 Oh. cit., p. 805.
69 Ibídem, ps. 805-806.
beralismo, esto es, en situaciones, sean de carácter social 70 Ibídem, p. 806.
o político, de realce del hombre en su entidad y prestancia 71 Ibídem, p. 813.

y en la exención de trabas e imposiciones. Mas, por otro En las ediciones precedentes (la 12@,cit., ha sido revisada y actualizada
por Luciano Pcttocllo Mantovani) concluía que "la idea de la retribución es
lo mejor que el pensamiento penal, orientado hacia los valores éticos de la
67 Cfr. su apartado 2. vida, ha sabido encontrar y expresar".
74 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA

FlJNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 7


acatan y realizan o se niegan en este obrar, lo único que
se puede desaprobar, desvalorar, juzgar negativamente, lo 2ª) La retribución exige, o supone, la antijuridicidad,
único sobre que puede recaer la retribución y que, de con- es decir, que la acción sea contraria al Derecho, que lo
siguiente, puede ser objeto de pena, es un acto del hombre, haya violado 74. Ahora bien, una acción es en rigor an-
o varios actos o una repetición de ellos, no el ser del hombre tijurídica, no porque contravenga una prescripción formal
ni su manera de ser 72 • O en otros términos: que sólo cabe . del Derecho, sino porque vulnera lo que íntima y ver-
retribuír lo que se hace o cómo se hace, no lo que se sea daderamente, materialmente, lo constituye, su contenido,
ni cómo se sea, el obrar y no el ser. esto es, los principios que lo informan, los valores en que
. Dada, por otra parte, la índole del Derecho, tales actos se inspira y que trata de realizar y los fines a que tiende
no han de quedarse en la interioridad del sujeto, en su y _que procura alcanzar. •
conciencia o en su voluntad, sino que tienen que exte- De lo cual se desprende con claridad, y no admite
riorizarse y ponerse en ejecución, y, además, que referirse
·duda, que sin ofensa de un bien jurídico, sea tal ofensa •
a otros hombres.
por su efectiva destrucción, su lesión o menoscabo, su puesta
De donde inmediatamente se sigue que son de todo
en peligro o una compresión que impida o restrinja su
punto ajenos a la retribución y permanecen, por ende,
goce o ejercicio, no hay antijuridicidad 75 , y que, por tanto,
fuera de un auténtico Derecho. penal cuanto realicen los
no pueden ser objeto de retribución y de pena, además
llamados seres inferiores y, en otro aspecto, cualquier con-
de los actos justificados legalmente, los delitos de desobe-
cepción o modalidad del denominado Derecho penal de
autor, así como, en fin, los meros pensamientos, creencias diencia ni los de peligro abstracto, ni tampoco aquellos
y voliciones. En la perspectiva del Derecho penal de au- actos de apariencia criminosa que, sin estar amparados
tor, lo que en realidad hay es una discriminación y una por una causa de justificación, no atenten contra ningún
defensa frente a un peligro, o, mejor, frente a grupos, bien que el Derecho proteja 76 •
categorías o individuos a quienes se considera distintos 3ª) Asimismo, la retribución requiere, o supone, la
y peligrosos, no una valoración, siquiera sea negativa, de culpabilidad. "Mas sustancial aún aparece la idea retri-
actuación alguna. butiva, cuando se piensa que la retribución implica la
"La retribución importa que el individuo que debe ser presencia del carácter culpable en la acción antijurídica
punidohaya cometido antes una acción. No se da retribu- que se toma en consideración" 77 •
ción fuera de la acción. Así, una concepción sintomática La desvaloración en que consiste carecería de posi-
del Derecho penal, para la cual lo que cuenta a fines pre- bilidad e incluso de sentido, si el acto, además de ser
ventivos es un status del sujeto que se deduzca de su opuesto al Derecho, no ·fuese conocido y querido o acep-
acción, se encuentra en inevitable contraste con la idea tado, tanto en su entidad propia como en su calidad de
retributiva. En efecto, no se puede ser llamado a res- antijurídico, por su autor 7 8 , y si éste no se hubiese hallado,
ponder penalmente de lo que se es, a menos que este al perpetrarlo, en una situación en la que hubiera podido
modo de ser dependa de la consideración de un obrar" 73 .
74 Del mismo modo, Bettiol, ibídem.
72
75 Principio de ofensividad.
Igual o semejantemente en todo esto, como es lógico, que en las res- 76 Justificación supralegal.
tantes normaiividades de la actividad humana. 77 Bettiol, oh. cit., p. 809.
73 Bettiol, oh. cit., p. 808. 78 Lo cual, naturalmente, supone, a su vez, en tal autor la corre:opon-
diente capacidad (imputabilidad).
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 77
76 MANUEL DE RIVACOBA Y RIVACOBA

Se logra así lo que ha constituído una antiquísima


razonablemente determinarse con arreglo a la represen-
aspiración de la humanidad y fue particularmente caballo
tación del deber jurídico y se le hubiera podido exigir
que obrara conforme a él. Sólo un acto de esta naturaleza de batalla en la doctrina del siglo XVIII. Recordemos co-
puede ser sometido a un juicio de valor y ser retribuído. mo hitos más sobresalientes en ella a Beccaria, para quien
Que tal concepción envuelva o no la afirmación de la li- "la verdadera medida de los delitos", a la que deben pro-
bertad psíquica en el ser humano es cuestión en la que porcionarse las penas, es "el daño a la sociedad"ª 2 • 83 cri-
no nos engolfaremos aquí7 9 • En cambio, una imagen del terio al que se adhiere sin vacilaciones su traductor y
hombre que prescinda de su aptitud para los valores y anotador alemán Karl Ferdinand Homrnel (1722-1781) y
conciba que su actuar se determina en todo caso por es- se opone con viveza en España Lardizábal, que lo con-
tímulos, mecanismos y reacciones naturalistas, resultan- sidera demasiado simple y combina al respecto el daño
do así factible evitar la delincuencia, bien puede pres- producido por el delito con una complicada serie de cir-
cindir igualmente de la noción y exigencia de culpabilidad. . 84 , entre 1as cuales predominan o se destacan
cuns t ancias
Es más, ésta no tiene razón de ser ni significado profundo las relativas al complejo concepto que hoy denominamos
como elemento o carácter esencial del delito sino en orden culpabilidad; y también a Filangieri, quien, inspirado en
a y para fundamentar la retribución en la penaªº. Rousseau, parte, para resolver el problema de la verda-
En resumen, la retribución, como juicio de valor, juicio dera medida o gravedad de los delitos, de lo que llama
desaprobativo, y, por lo mismo, graduable, que es, necesita su cualidad, o sea, la influencia que en la conservación
asentarse en los dos elementos o caracteres valorativos del orden social tenga el pacto "al que falta el delinqüen-
y consiguientemente también graduables de la infracción te", y completa la solución con lo que denomina el grado,
criminal, a saber, la reprobación objetiva de ésta en sí, esto es, el del dolo o la culpa que se dé en el singular
o antijuridicidad, y su reproche subjetivo, tomando en cuen- suceso criminal, cualidad y grado a los que es preciso
ta la relación con el autor, o culpabilidad. proporcionar la pena 85 • Y semejante preocupación con-
4ª) La naturaleza retributiva de la pena hace que tinúa siendo capital durante gran parte del siglo XIX 86 •
ésta pueda conmensurarse en cada caso a la· gravedad Con todo, la aspiración de que la pena fuera propor-
del respectivo delito. Como escribió Bettiol, "es sobre la cional al delito era inalcanzable, mientras no cupiese con-
base de la idea de la retribución sobre la que hizo su cebir a uno y otra como conceptos realmente graduables,
ingreso en el Derecho penal el criterio de la proporcio-
lo cual requería captar su entidad valorativa y esto a
nalidad, ya que la pena retributiva es «naturalmente» '
su vez, la aparición de la Filosofía de los valores y 'su
proporcionada al comportamiento efectuado" 81 •
_82 "És~a es una de aque_llas palpables verdades que, aunque no ton¡;un
79 Sin embargo, el pensamiento del autor sobre el particular se puede nec~s1dad m de cuadrantes m de telescopios pura sor doacubi rtótt, 11inoc¡ul
ver en Co11figuració11y desfiguración de la pena, cit., ps. 13-14. estan al alcance de cualquier mediocre inteligenciu, por unu mur11vlllu o •0111
80 Por esto, más que por su insuficíencia en la dogmática del delito,
binación de circunstancias no son conocidas con docidid11 icurldud m "' 111111
resultaba insatisfactoria la teoría psicológica de la culpabilidad, completa- por algunos pocos pensadores, hombres de todos lus naclonoa y d todo1111111
mente exenta de cualquier connotación axiológica y que, por tanto, no podía siglos", prosigue.
explicar su graduabilidad ni ver en ella un criterio mensurador de la pena. 83 Cfr. ob. cit., §§ XXl1I y XXIV (según la ordenación de Morellot).
s.1 Oh. cit., p. 813. 84 Cfr. especialmente sobre este punto ob. cit., ps. 103-104.
No obstante, es de advertir que en las ediciones anteriores (cfr. supra, 85 Cfr. oh., trad., ed. y vol. cits., ps. 241-260, y en particular la 254.
nota 71 de este mismo capítulo) decía: "[ ... ] ya que la pena retributiva debe 86 Por ejemplo, en Romagnosi, Rossi, Pacheco, Carmignani, Carrera, etc.
ser estrictamente proporcionada al comportamiento precedente".
78 MANUEL DE Rrv ACOBA Y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 7)

aplicación a tales materias. Sin duda, para establecer Pues bien, en la actualidad apenas se discute que
la proporción entre sí de las respectivas concreciones _de de los elementos que componen o las notas que carac-
dos entidades abstractas, como ciertamente lo son el delito terizan el concepto de delito la ,antijuridicidad y la cul-
y la pena, estas entidades han de ser susceptibles de un pabilidad son de índole valorativa y se expresan en los
más o de un menos, o lo que es igual, han de ser gra- diferentes casos por sendos juicios de valor; con lo cual,
duables; y sólo los valores, con su característica de_;ª y sin perjuicio de su sustrato naturalístico, como fenómeno
polaridad, que ofrece y permite recorrer una gradac10n individual y social, halla su lugar adecuado y se sitúa
continua de su intensidad desde su plenitud absoluta has- en el mundo de los valores, y más definidamente en la
ta su ausencia total, hacen posible dicha graduación y, región que circunscriben en él los valores jurídicos. De
con ella, la comparación y proporcionalidad de los objetos consiguiente, es graduable 90 • Por otra parte, la retribu-
o actos referidos a un mismo valor. ción también es valorativa y está animada por los valores
Esta equiparación se verifica en distintos niveles; jurídicos, siendo, pues, asimismo graduable. Sobre esta
principalmente, en el legislativo y en el judicial, y en el base y sin desconocer las innegables dificultades de pa-
primero a través de dos pasos sucesivos. Ante todo, se- rangonar, no dtitos de hecho ni magnitudes ideales, sino
leccionando de las realidades o entidades a las que en realidades axiológicas, la proporción entre delito y pena
la perspectiva de valores e intereses de una sociedad se adquiere plena significación, resulta perfectamente ase-
reconoce o atribuye tanta importancia que se considera quible e incluso viene postulada por el propio ser de uno
necesario o conveniente resguardarlas mediante regula- y otra y por la complementariedad que guardan entre sí.
ciones jurídicas de condl!cta que les dispensen una efec- Lo injusto de una actuación punible siempre puede
tiva protección y logren o refuercen su incolumidad, al-
ser mayor o menor y es, por ende, graduable, tanto en
gunas cuya lesión 87 se disvalora y sanciona penalmente;
los tipos especiales en relación al básico 91 , como en los
y, luego, estableciendo, con un delicado equilibrio o ar-
singulares acaecimientos criminosos dentro de la misma
monía axiológica, para los diversos atentados contra cada
especie delictiva 92 , y la culpabilidad lo es en uno u otro
una, las condignas penalidades, según la relativa impor-
tancia de aquéllas y la gravedad de éstas. Y, en cuanto
90 "El concepto de delito es un «concepto graduable»". Mezger, Tratado
a la judicatura, dando actualidad, es decir, concretando, de Derecho penal, traducción de la 21 ed. alemana (1933) y notas de Derecho
ajustando y aplicando a la peculiaridad de un caso cri- español por José Arturo Rodríguez Muñoz, nueva ed., revisada y puesta al
minal la previsión penal que la ley señala en abstracto día, 2 vols., Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1955, t. II, p. 423.
91 Puede ser mayor o menor, a) por representar una lesión o un peligro
para todos los de la misma categoría delictuosa. Así se mayores o menores para el bien jurídico de que se trate, o b) por comprimirlo
cumple el viejo apotegma de Papiniano 88 , según el cual 89 más o más prolongadamente, o viceversa, cuando se trate de bienes jurídicos
poena est aestimatio delicti. indestructibles, respecto a los cuales sólo es factible impedir o restringir su
goce o ejercicio, y puede ser mayor, a) por configurar un ataque al bien jurídico
en situaciones en que su defensa o protección es inferior a la normal, o b) por
87 En sentido amplio, comprensivo de su destrucción total o parcial, entrañar la afectación concomitante de otro bien jurídico, además del carac-
el colocarlas en peligro o una compresión que impida o reduzca su normal terístico del delito; con la salvedad, en la primera de tales hipótesis, de aque-
goce o ejercicio. llas trasgresiones criminales cuyo resultado consiste en la destrucción, no
88 Dig., XLVIII, 19, 41: Papinianus libro JI Definitionum. parcial, sino total, la aniquilación, del correspondiente bien jurídico, pues
89 En la libre versión que le da Carrara, ob. cit., § 696. Poco más ade- en semejantes casos, obviamente, no cabe un injusto mayor o menor que otro.
lante, § 702, insiste en la idea y dice por su cuenta que la pena "es el precio 92 Con la salvedad, también, acabada de señalar al final de la nota
con que la sociedad paga el delito". anterior.
80 MANUEL DE RIVACOBA Y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 81

sentido sin excepciones 93 • En correspondencia, y descar- claman y complementan, y porque ambos están colmo
tando las de muerte, perpetuas y de confiscación, que hoy de significación valorativa de la misma índole, la gravedad
no constituyen sino reminiscencias teratológicas de otros del uno, dada por su injusto y su culpabilidad, se pro-
tiempos, las penas en todas las legislaciones son divisi- porciona con la de la otra y así la limita, con su lógica
bles, elásticas, adaptables a la individualidad de cada de- secuela para la seguridad jurídic_a y la libertad individual
lito particularizado y concreto, graduables. De ahí se de- en lo punitivo.
riva que la antijuridicidad y la culpabilidad no son De manera muy diversa deben en buenos principios
únicamente, en su calidad de elementos o caracteres esen- entenderse y ocurrir las cosas en cualquier concepción
ciales del delito, fundamentos de la pena, sino a la vez preventivista, donde la pena no tiene por qué sujetarse
criterios para su mensura y determinación, y que la pena a, ni reconocer, límites en la gravedad del delito pasado,
que precisa e impone el juez no es sólo consecuencia, sino sino que orientarse a, y detenerse en, la evitación de otros
asimismo medida de lo injusto y la culpabilidad 94, y con nuevos.
ello de la gravedad, del delito que está juzgando, dentro 5!!) Siendo el objeto de la retribución un acto anti-
de los de su respectiva categoría. jurídico y culpable, la pena no puede recaer más que sobre
Conmensurar dos entes, esto es, fijar la proporción el individuo cuyo es dicho acto, que lo perpetró, y tiene
entre ellos, constituye una fina operación racional, que que ser, así, eminentemente personal.
involucra otra no menor de determinar el contenido y los La personalidad de las penas ocluye toda posibilidad
límites de cada uno. Al plantearse la crítica del concepto lógica, por un lado, de la trascendencia que las caracterizó
contemporáneo de retribución, Zaff aroni sostiene que para en el pasado, cuando se las aplicaba a individuos distintos
las modernas teorías retributivas de la pena aquélla no del delincuente, más o menos próximos o relacionados a
es un concepto con contenido real, sino más bien un re- él Y7 , y, por otro, de la repercusión que suelen provocar
curso o construcción mental que procura poner un límite en la actualidad, surtiendo efectos que no por ser indi-
a la coerción punitiva del Estado mediante la proporción rectos dejan de tener en muchas ocasiones considerable
entre la cuantía de lo injusto y la de la culpabilidad y y aun extrema gravedad sobre sus allegados.
la cuantía de la pena y dejar por esta vía a salvo la se- 6!!) En fin, tratando en ella al hombre como hombre,
guridad jurídica 95 • Dejando a un lado aquí la pretendida es decir, reconociendo y respetando su dignidad, la re-
falta de contenido 96 , el orden del discurso acaso debiera tribución tiene que suscitar la humanización de las penas
invertirse: precisamente porque el delito y la pena se re- y hacer que éstas sean radical y completamente humanas,
o lo que es igual, compatibles con la noción de dignidad
93 Bien por una mayor o menor intensidad del dolo o la culpa o por y sus exigencias, proscribiendo y evitando la inflicción
un mayor o menor disvalor social de los motivos. En los delitos que Jo admitan de cualquier dolor o sufrimiento, ya físico, ya moral. Co-
o lo exijan, puede aumentar asimismo en aquellos casos que exterioricen una
personalidad particularmente adversa al Derecho y jurídicamente desapro-
mo proclama la Declaración Universal de Derechos del
bada.
94 "La graduación de la pena es medida del injusto[ . . .]. La graduación
97 "Trascendencia que encontramos en el antiguo régimen como medio
de la pena es medida de la culpabilidad". Mezger, oh. y vol. cits., p. 424. de intensificar el poder intimidante". Antón, oh. cit., p. 514.
95 Cfr. Tratado, cit., t. 1, ps. 88-91.
Acerca del tema, recuérdese la Mémoire sur la préjugé qui étend á la
96 Cuestión sobre la cual, después de cuanto se viene razonando en
famillc du coupable la honte des peines infamantes, que premió a Robespierre
esta obra, parece ocioso insistir. la Academia de Metz en 1785.
82 MANUEL DE RIVACOBA Y RNACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 83

Hombre, del 10 de diciembre de 1948, en su art. 5, "nadie las condiciones y los recursos y aceptables para la con-
será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, in- ciencia de nuestras sociedades.
humanos o degradantes". Entretanto, como una especie de consigna que ilumine
~o puede sino sorprender, hasta cierto punto, que la aplicación del Derecho penal que es y que oriente para
Bett10l, a pesar de admitir el carácter humanitario que conformar otro mejor puede servir el propósito de retribuír
debe tener la pena, lo someta a límites, y sostenga su cuanto sea preciso y hacer sufrir sólo lo mínimo indis-
naturaleza aflictiva y que en la pena deba haber siempre pensable.
algo que la conciencia individual y la social sientan como Un iusfilósofo individualista y liberal, Stammler, vin-
dolor. "Todas las tendencias y todas las concepciones que cula los principios del Derecho justo al respeto y la so-
se esfuerzan por quitar a la pena su carácter aflictivo lidaridad hacia el prójimo. No cabe duda de que en toda
tratan de abrir brecha en la idea retributiva o la niegan sanción jurídica, y más en la máxima, que es la pena,
abiertamente". Y sin rodeos afirma que la pena debe pro- hay una exigencia para el condenado y una exclusión de
ducir en su ejecución un sufrimiento 98 • Todo lo cual se él en ciertos aspectos de la comunidad; pero, según su
halla en los antípodas y en franca pugna con la necesidad pensamiento, a nadie se debe obligar ni excluír sin seguir
que la retribución impone de humanizar las penalidades viendo en él al prójimo, esto es, al próximoªª. Y un ius-
y ver en el condenado un semejante. filósofo y iuspenalista también neokantiano, Radbruch,
Hasta la saciedad hemos razonado que en la retri- recuerda la frase, muy oportuna, de Goethe: "Tanto si
bución no hay más que un juicio negativo de valor acerca se ha de castigar como si se ha de tratar con dulzura,
de, o en referencia a, ciertas acciones, desaprobación que debe mirarse a los hombres humanamente" 10 º.
se manifiesta y concreta, se hace sensible y comunica,
en la pena. Que esta última haya revestido a través del 2. - Depurada, restaurada y perfilada de este modo
tiempo y revista en nuestros días formas sumamente do- la idea de retribución, se percibe bien en ella el fuerte
lorosas no es sino la consecuencia de imposiciones cul- carácter simbólico que presenta el Derecho punitivo. Más
turales, de muy diverso género, que desfiguran y desvir- que de infligir dolor y provocar sufrimiento a nadie por
túan lo único que en realidad son y pueden ser la retribución el delito que haya ejecutado, se trata de desaprobarlo y
Y 1~_rena. Ahora bien, un juicio de valor y una desapro- significar y dar realidad a semejante desaprobación en
bac10n, y su expresión y concreción, son cosas por entero la pena. Frente a la negación en aquél de los valores
extrañas e incluso poco conciliables con la causación de consagrados por una comunidad y a cuya preservación
dolor. considera ligadas su razón de ser y su organización y
Se puede y debe buscar, y hacer que funcione la ima- acción política y jurídica, el Derecho penal los reafirma
ginación para encontrar, inéditas maneras de penar que mediante la reprobación y el reproche de los actos que
combin~~ _la retribución con el sentido de humanidad y los niegan, expresando y concretando tal reafirmación en
las pos1b1hdades con la eficacia, resultando factibles para
99 Cfr. ob. cit., p. 258, y La esencia del Derecho y de la ciencia del De-
recho, traducción de Ernesto Garzón Valdés, Universidad Nacional de Cór-
98 Cfr. ob. cit., ps. 809-812.
doba, 1958, ps. 121-122.
. En el texto se ha dicho que este pensamiento de Bettiol sorprende hasta
cierto punto, porque sus convicciones religiosas lo hacen muy explicable.
°
10 Filosofía del Derecho, traducción de José Medina Echavarría, Edi-
torial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1933, p. 212.
84 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA
8fi

su punición, es decir, denotando simbólicamente con ella


la permanencia, en la sociedad, de sus aspiraciones va-
lorativas y sus ideales de vida.
Repárese, por otra parte, en el volumen y la impor-
tancia de la cifra negra, existente en toda especie de de-
litos y abundante e inclusive abrumadora en algunas,
tanto, que no hay ·exageración en aseverar que sólo por
excepción ~e castigan. Todavía más: no hace falta gran V
imaginación para percatarse de que el conocimiento y la
sanción de todos los delitos es algo, de hecho, inviable; FINALIDAD Y DETERMINACIÓN
y se comprenderá mejor el mencionado carácter simbólico. DE LA PENA
Los casos que se condenan y la pena en ellos casi no
constituyen sino índice del notable aprecio en que una
comunidad tiene ciertas cosas y la severa desaprobación l. Determinación (individualización) de la pena. - 2. Con-
que le merecen los actos que las conculquen. sideración especial de la individualización judicial; su regulación
en diversos ordenamientos (en relación con la idea de finalidad).
Este simbolismo no resta la más mínima autoridad
y prestancia al Derecho penal; antes bien, lo realza, pues
hace que constituya representación operativa de lo que l. - Ya se ha dicho que donde o cuando la penalidad
una sociedad estima más entrañable e importante, ge- adquiere realidad jurídica, humana y social es con su de-
nuino y elevado. terminación e imposición por el juez y, posteriormente,
con su ejecución o curriplimiento 1 . Pues bien, esto acla-
rado, corresponde ahora examinar cómo se realizan los
fines de la pena al determinarla e imponerla aquél en
la sentencia, y comprobar si la regulación legal de esta
tarea se ajusta a los fines que se han sentado de la pena
y los confirma. En el capítulo siguiente se llevará a cabo
una investigación análoga en relación a la fase ejecutiva.
Sin entrar en detalles elementales y, por ello, bien
conocidos, ya se sabe que recibe el nombre de individua-
lización el proceso por el cual se adapta y concreta para
el singular suceso delictivo la abstracta previsión penal
de la ley para la especie o categoría criminosa a que per-
tenezca, escogiendo para aquél y haciendo cumplir al reo
la magnitud y la posibilidad, de las comprendidas dentro
de los límites de dicha previsión, que más o mejor se ade-
cue a las particularidades de tal suceso, siempre, claro

1 Cfr. supra, capítulo I, 4.


MANUEL DE RIV ACOBA y RIV ACOBA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 87
86

es, que el delito en cuestión se halle amena_zado, según los que la labor se distribuye entre la ley y el juez: la
es lo común en nuestra época y páginas atras ~ueda se- ley, al graduar las particulares conductas injustas, por
ñalado\ con penalidades divisibles, elásticas, flexibles, ~ra- vía de la tosca y generalizadora valoración de los tipos,
duables, o bien, lo que es menos frecuente, alternativas prescribe al juez especies y magnitudes penales, dotadas
de márgenes diversos. Labor del juez será la definitiva
o paralelas. . . . . .
• Suele repetirse que quien idea, denomm~ e 1mcia la fijación de la pena dentro de este marco" 6 • "La gradua-
teoría de la individualización de la pena es Emil Wahlberg ción judicial de la pena es medida de la pena dentro del
(1831-1885), con su monografía Das Prinzip _der Indi~i- marco penal legal" 7 •
dualisierung der Strafpflege, publicada en Viena el ano "La adecuación o medición judicial de la pena, que
1869, y que se populariza con la obra de R~ymond Sa- durante mucho tiempo fue la hijastra del Derecho penal,
leilles L'individualisation de la peine, que v10 la luz en es la actividad más importante y difícil del juez penal"ª;
París el año 1898 3 • 4 • Pero antes había ganado el concepto y no sólo ha sido la hijastra durante mucho tiempo, sino
en la mente y rondaba la palabra en la pluma de Rod~r, que continúa siéndolo en la actualidad, ya que, como es-
en Las doctrinas fundamentales reinantes so~re el d~lito cribió Roxin al principio de su contribuci6n al homenaje
y la pena ... , que apareció en Giessen el ano 1867 . colectivo a Hans Schultz en 1977, "la teoría de la de-
El caso es que "la medición de la pe~a -esto es: la terminación de la pena es una ciencia que todavía está
individualizadora selección y determinac1on de ~a pena •
en sus comienzos ,,9
. N o obstante, constituye otro verda-
frente a un autor concreto por su concreto dehto- re- dero tema de nuestro tiempo para los estudiosos del De-
presenta el término y remate de la teoría de la pena; recho punitivo 10 y ha generado inmensa bibliografía, lo
representa (Finger) «el techo que se coloca sobre las leyes». cual de ningún modo significa que esté esclarecido 11 •
La medición de la pena constituye, regularmente, una la- A despecho, pues, de su importancia, sólo muy re-
bor conjunta de ley y juez. Únicamente en raros casos ciente y parcialmente ha empezado a interesarse de ver-
excepcionales formula la ley fijas medidas penal~~• en los dad por él la doctrina, y aun hay en ésta quien considera
que la actividad judicial se limita a la subsunc1~n en el . que no es en puridad propio de la dogmática, sino de
tipo y a la apreciación de la culpabilidad. A la 1~ver~a,
la ley desconoce -a pesar de la peligrosa tendencia exis- 6
Reinhart Maurach, Tratado de Derecho penal, traducción y notas de
tente- una descarga de la total determinación de la pena, Derecho español por Juan Córdoba Ruda, prólogo de Octavio Pérez-Vitoria
y de la consiguiente responsabilidad, sobre_ los hombros Moreno, 2 vols., Ariel, Barcelona, 1962-1963, t. II, ps. 525-526.
7 Mezger, oh. y vol. cits., p. 422.
del juez; la ley dispondrá al menos la espe~ie de la pena. 8 Carlos Fontán Balestra, Tratado de Derecho penal, 7 vols., Abcledo-
Entre estos dos extremos trascurre la serie de casos en Perrot, Buenos Aires, 1966 y ss., t. 111, p. 269.
9 La determinación de la pena a la luz de la teoría de los fines de la

pena (en su libro misceláneo Culpabilidad y preuención en Derecho penal,


2 Cfr. supra, capítulo IV, 1, f, 411• . .
traducción, introducción y notas de Francisco Muñoz Conde, Reus, Madrid,
3 Hay traducción española de Juan Hinojosa, Reus, Madnd, 1914, en 1981, ps. 93-113), p. 93.
369 páginas. 10 Cfr. supra, capítulo III, 2.
4 Cfr., por ejemplo, Quintana, Compendio de Derecho penal, 2 vols., 11 Ver especialmente la monumental obra de Manuel Gallego Díaz, S.
Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1958, t. I, p. 430. J., El sistema español de determinación legal de la pena. Estudio de las
5 Cfr. trad. cit., p. 299. Asimismo, Giner y Calderón, Principios de ~e-
reglas de aplicación de penas del Código Penal, Ediciones ICAI, Madrid, 1985,
recho natural, Imprenta de la Biblioteca de Instrucción Y Recreo, Madrid, y su interesantísimo Prólogo, de José María Rodríguez Devesa (ps. XIX-XXIII).
s. a. [1874], p. 172.
88 MANUEL DE RIVACOBA Y RIV ACODA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 89

la política criminal. A la primera incumbe sólo "la sub- Ahora bien, precisamente porque con esta decisión
sunción del hecho en un tipo y del sujeto en una categoría judicial cobra realidad, o empieza a cobrar realidad, la
de responsabilidad, es decir, toda la elaboración previa amenaza penal con que se encuentra en abstracto con-
a la decisión sobre el castigo" 12 , "y a partir de ese momento minada en la ley una especie delictiva, es obvio 15 que,
se entrará en las decisiones político-criminales" 13 • Mas así como para resolver conforme a Derecho el juez ha
con gran sagacidad se le ha opuesto que "el cometido de de tener presente, y actuar y efectivizar, la noción y los
la dogmática en la determinación de la pena no se agota, fines de la pena, el estudio de las normas a que debe
sin embargo, ahí. A la dogmática le corresponde también sujetarse al condenar alumbrará y confirmará tal noción
la elaboración, interpretación y ordenación sistemática y y tales finalidades. Hace ya muchos años que Maurach
racional de los criterios y factores que han de venir en dijo: "La théorie de la fixation de la peine est la mise
consideración en la determinación de la pena, para cuya en valeur immédiate et pratique de la doctrine de la nature
et des objectifs de la peine" 16.
tarea, sin embargo, habrá de partirse efectivamente de
criterios político-criminales, particularmente de los fines 2. - La verdadera o más genuina individualización
concretos atribuídos a la pena, de su armonización y es la judicial. La ley, por su conocido carácter abstracto
jerarquización y de su coordinación con la función fun- y general, se aviene mal con la adaptación al caso singular
damentadora o !imitadora de la pena del principio de cul- y concreto, y sólo puede dar reglas o pautas -a su vez,
pabilidad, así como de los resultados particulares obte- abstractas y generales- para ella. En cambio, la indi-
nidos en las ciencias criminológicas" 14. Una dogmática que vidualización judicial es en donde la abstracta amenaza
no se ocupase más que de subsumir el hecho en un tipo penal, de carácter general y alcance más o menos amplio,
y al hechor en una categoría de responsabilidad, se re- señalada en la ley, se convierte y reduce en una concreta
duciría a una dogmática del delito y dejaría fuera de sí realidad penal, de carácter determinado y cuantía o gra-
cuanto concierne en el ordenamiento a la punición, no vedad precisa, escogida entre las posibilidades o magni-
se percibe por qué. El Derecho penal regula tanto la in- tudes contenidas en aquélla, basándose al efecto en la
fracción criminosa como su sanción punitiva, con un cri- gravedad del delito y fijándola en la sentencia. Luego,
terio de exigencia y complementariedad entre ambas, y, para acabar de hacer de la amenaza penal una realidad
penal, para completar tal realidad y que trascienda del
por ende, una auténtica dogmática debe abarcar y estu-
plano de lo normativo al de los hechos humanos y sociales,
diar por igual las dos, sin poder desentenderse ni pres- no falta sino éjecutarla. Recuérdese que los jueces sólo
cindir, dentro de esta última, de la reconstrucción cien- se ocupan de los casos singulares, individuales.
tífica de las normas que la legislación suministra al juez
para que determine e imponga a cada caso delictuoso la 1s El propio Quintero reconoce que, "cuando se decide cuánto castigo
pena condigna. • ha de padecer el reo, es el momento en el que las cuestiones fundamentales
sobre por qué y para qué se le sanciona, han de descender de lo programático
a la sentencia concreta" (oh. cit., p. 52).
12 Gonzalo Quintero Olivares, Determinación de la pena y política cri-
16 La fixation de la peine criminelle selon le Droit actuel et le Projet
minal (en la revista "Cuadernos de Política Criminal", de Madrid, 1978, n 2 4, de 1962 (en la "Revista de Ciencias Penales", de Santiago de Chile, tercera
ps. 49-70), p. 65. época, t. XXV, nº 1, enero-abril de 1966, ps. 26-39), p. 26. Y añade que "por
13 Ibídem.
ello la teoría de la fijación de la pena debe corresponderse con las exigencias
14 Gallego Díaz, oh. cit., ps. 5-6.
que se derivan de la sustancia material de la pena".
90 MANUEL DE RIV ACOBA y RIV ACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 91

Se examinará de seguido las disposiciones mediante modo recurso para aliviar la población y el presupuesto
las cuales la legislación regula la individúalización judicial, carcelarios, que la adopción de medios que obren con efi-
que acomoda la pena general y abstracta al suceso parti- cacia en el penado y una adscripción seria al pensamiento
cular y concreto, prescindiendo acaso, en algún momento, de la prevención especial. Bien lo demuestran lo circuns-
de pormenorizaciones de escaso valor, para centrar la aten- crito de su aplicación, el burocratismo e incluso automa-
ción en el sentido más auténtico y profundo de tal regulación tismo de su concesión 19 , con la consiguiente falta de reales
y de este quehacer judicial, y ateniéndose a ciertos orde- apoyos para el infractor beneficiado por una u otra de
namientos de indubitable interés en la cuestión. dichas instituciones, y, en fin, la ausencia de otras del
En primer lugar, se constata que la limitación lega- propio signo para los reincidentes y para las condenas
lista de las penalidades condice poco con cualquier pro- más prolongadas. Esta inconsistencia de los objetivos de
pósito de prevención general y no condice en absoluto con prevención, general o especial, que a veces se insinúan,
ninguno de prevención especial. Por cierto, al darse nue- se declaran o se alegan en los diferentes ordenamientos,
vas leyes especiales o reformar determinados aspectos de adelanta ya, siquiera sea de manera tácita, pero, aunque
un código antiguo en sentido agravatorio, se esgrime casi suene a paradoja, con elocuencia, que la naturaleza de
siempre el argumento, y ante coyunturas semejantes re- la pena no es sino retributiva.
volotean a menudo en la doctrina la idea y aun la frase, Por lo demás, la piedra basal o el punto de partida
de que así se disuade a potenciales delincuentes y se evita de la individualización de la pena por el juez reside en
la criminalidad o su incremento, en cantidad o en gra- su apreciación de la intensión o la extensión del perjuicio
vedad; pero tales miras, sobre o por tener un carácter inferido por el delito que está juzgando al correspondiente
más ocasional e improvisado que reflexivo y fundado 17 , bien jurídico, o de la situación de riesgo creada por aquél
suelen ser poco firmes y olvidarse o desvanecerse, quizá para éste, entendido el perjuicio en el sentido amplio y
hasta que surja otra análoga, tan pronto como desaparece variado y a la vez con la salvedad o aclaración que se
la situación en que se originaron, delatando con ello ha señalado 2 º. Un cuerpo legal que cuenta ya con cierta
que no constituyen convicciones arraigadas ni verdaderos antigüedad, mas también de reconocida perfección téc-
principios de una auténtica política criminal. Y, por otra nica, el Código Penal que rige en Italia desde el 1 de
parte, la existencia en la inmensa mayoría de los países, julio de 1931, dispone, en su art. 133, que "en el ejercicio
por no decir la totalidad, de la condena de ejecución con- del poder discrecional indicado en el artículo precedente 21 ,
dicional, o, en algunos, de otras medidas que en tiempos el juez debe tener en cuenta la gravedad del delito, de-
más próximos se han concebido para sustituír asimismo ducida: 1) de la naturaleza, la especie, los medios, el ob-
las penas más o menos cortas de privación de libertad, jeto, el tiempo, el lugar y cualquier otra modalidad de
con la pretensión de evitar la recaída del delincuente pri- la acción; 2) de la gravedad del daño o del peligro causado
mario en el delito, antes constituye un reconocimiento a la persona ofendida por e! delito" 22 ; donde se percibe
apenas velado del efecto corruptor de la prisión, la con-
sagración de una especie de ius primi criminis 18 y un có- 19 Cfr. ibídem.
20 En el capítulo anterior, 1, f, 4 1, texto y notas 87, 91 y 92.
21 Sin que su discrecionalídad exima al juez, según dicho artículo, del •
17 Y no hablemos de cuando son nudamente demagógicas. deber de "indicar los motivos que justifican el uso de tal poder discrecional",
18 Cfr. Quintano, ponencia en Actas de las Jornadas de Derecho Penal siempre dentro de los límites fijados por la ley a la pena.
celebradas en Buenos Aires del 22 al 27 de ago'sto de 1960, cit., p. 190. 22 Continúa con otras prescripciones de que se hará mérito más adelante.
92 MANUEL DE RIV ACOBA y RIV ACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA

con claridad, en el apartado segundo, lo que se termina levante en esta cuestión, está presente y late con fuerza
de señalar, y el primero sólo tiene sentido por manifestar, en la obligada consideración al respecto, según uno de
los extremos o modalidades en él consignadas, precisa- los puntos del apartado 2, de "la forma de ejecución· y
mente la gravedad objetiva de la infracción criminal, esto las consecuencias culpables del hecho"; y, es más, todavía
es, la intensidad de la lesión producida .al bien jurídico. cabe reflexionar que, cuando en delitos como las lesiones
En otro cuerpo legal, muy posterior, pero asimismo "de la ley distingue categorías que descansan en la mayor
una notable unidad y precisión técnica" 23 , el Código vi- o menor nocividad que envuelven para el correspondiente
gente en Austria desde el 1 de enero de 1975, su parágrafo bien jurídico, sería ilógico, y hasta contradictorio, y_ue la
32, apartado 3, prescribe que, "en general, la pena será mayor o menor nocividad dentro de una misma categoría
tanto más severa cuanto mayor sea el daño o el peligro no repercutiera en una mayor o menor gravedad de la
de los que sea culpable el autor". En España, desde la pena dentro, por supuesto, de los límites de la establecida
redacción del Código en 1848 se impone a los tribunales, en abstnicto para el respectivo tipo criminoso.
para la determinación última y más exacta de la pena, Esta apreciación del perjuicio o del peligro, que es,
que consideren "la mayor o menor extensión del mal pro- naturalmente, apreciación de lo injusto, comprende, en
ducido por el delito" 24. El Código argentino establece que, los ordenamientos que se ocupan de ellas por separado
para fijar la condenación en las penas divisibles por razón y regulan en particular su incidencia en la determinación
de tiempo o de cantidad, "se tendrá en cuenta: 19 ) la na- de la pena, la de las circunstancias del delito que re-
turaleza de la acción y de los medios empleados para eje- presentan un especial injusto,. menor, las atenuantes, o
cutarla y la extensión del daño y del peligro causados" 25 • mayor, las agravantes, que el propio de la infracción cri-
Otros códigos recientes en América se atienen al mismo minal por sí sola 27 •
criterio 26 • E incluso, cuando algunos, como el alemán, si- Ahora bien, encima o además de apreciar lo injusto
lencian toda referencia a la gravedad objetiva del delito el juez tiene que estimar la culpabilidad del delito que
y mencionan únicamente para la cuantificación de la pena juzga y haya de punir, estimación que implica considerar
la culpabilidad del autor, un análisis detenido de su pa- y valorar todos los elementos que componen la compleja
rágrafo 46 hace ver que la estimación de la gravedad del realidad de lo culpable. Según el mencionado art. 133 del
delito en sí, muy a la inversa de estar ausente o ser irre- Código italiano, la gravedad del delito se deduce también
"de la intensidad del dolo o del grado de la culpa", y el
23 Zaffaroni, Una experiencia notable: El nuevo Derecho penal austríaco juez debe tener en cuenta asimismo los motivos que le
(en el "Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales", de Madrid, 1980, ps. impulsaron a delinquir y el carácter del reo; y el igual-
707-729), p. 707.
24 Art. 74, regla 7ª, in fine. Hoy, art. 61, regla 7•, in fine, y en lugar
de "extensión" dice "gravedad". 27 Algo semejante ocurre en la apreciación de la culpabilidad,.y se verá
Semejantemente en los códigos de más directa estirpe o influencia his- luego, con las circunstancias relativas a ésta. Cfr. Rivacoba, Las circuns-
pánica en esta materia, como el chileno, en su art. 69. tancias modificativas de la responsabilidad criminal en la teoría general del
25 Art. 41, en relación con el 40. delito, en la obra colectiva Estudios de Derecho penal y Criminología, en
2& El boliviano, de 1973, art. 37 ("la mayor o menor gravedad del he- homenaje al profesor José María Rodríguez Devesa, 2 vols., Universidad Na-
cho"); el colombiano, de 1981, art. 61 ("la gravedad y modalidades del hecho cional de Educación a Distancia, Madrid, 1989, t. 11, ps. 183-210 (también
punible"); el panameño, de 1983, art. 56 ("la importancia de la lesión o del en las revistas "Debate Penal", de Lima, año 11, n 2 4, enero-abril de 1988,
peligro"), y el peruano, de 1991, art. 46 ("la extensión del daño o peligro ps. 73-99, y "Doctrina Penal", cit., año 11, n 2 43, julio-setiembre de 1988, ps.
causados"). 473-495).
94 MANUEL DE RIVACOBA y RIV ACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA

mente mencionado parágrafo 32 del Código austríaco con- Por contar con general aceptación, se da por sentado,
fiere singular importancia en la materia a la culpabilidad. en lo anterior, que la consideración de los motivos de un
En el Código español, y cuantos, siguiéndole, contemplan delito y de la personalidad del autor o los autores, y la
especificadamente las circunstancias modificatorias de la de quienes a cualquier título hayan participado en su per-
responsabilidad criminal y regulan con el mismo detalle petración, revelada dicha personalidad en su obrar y que
su gravitación en la medida de la pena, la culpabilidad, contribuye, por tanto, a perfilar o patentizar la significación
no obstante faltar por completo el concepto y la palabra de éste para el Derecho, integra el concepto de culpabilidad.
en ~l complicado régimen de su individualización judicial, Mirando el problema desde otro punto de vista, y ci-
se filtra con firmeza en ella a través de las circunstancias ñéndonos para ello a la gran familia española de códigos
que de uno u otro modo disminuyen o acrecientan la re- penales, al señalar invariablemente a los jueces la obliga-
prochabilidad del caso delictivo en el que concurren 28 • El ción de que consideren, no sólo el número, sino además
Código argentino, en el número segundo del artículo que la entidad de las circunstancias que se den en un suceso
se ha citado 29 , se refiere con afán minucioso a los motivos delictivo, y al reiterar que en los casos en que concurran
y la personalidad del agente. Otros códigos americanos a la vez atenuantes y agravantes se compensarán, no me-
más modernos hacen referencia a este respecto, ora de cánica ni matemática, sino racionalmente, "graduando el
manera genérica al grado de culpabilidad 30 , ora en tér- valor de unas y otras" 32 , en seguida se echa de ver que
minos más o menos escuetos a los móviles y la perso- exigen al juzgador una valoración de sus respectivos con-
nalidad 3 1• Y el alemán comienza el parágrafo en que se tenidos, ya sean de naturaleza de antijuridicidad o de cul~
ocupa de la cuestión, el 46, con el enunciado o aserto pabilidad 33 , valoración que influirá, aminorándola o aumen-
rotundo de que "la culpabilidad del autor es fundamento tándola, o que quizá, si son varias y de distinto signo y
para la cuantificación de la pena". en su ponderación se contrapesan y equilibran, no influya,
El nuevo Código portugués, en vigencia desde el 1 dejándola intacta, en la disvaloración que merezca el delito
de enero de 1983, luego de establecer en el número 1 de y que en definitiva se plasmará y reflejará en la cuantía
su art. 72 que "la determinación de la medida de la pena, que en la sentencia se imponga de la pena. Interesante es
dentro de los límites definidos en la ley, se realizará en en este aspecto el Código salvadoreño, de 1973, art. 69:14 •
función de la culpabilidad del agente", dispone, en el se-
32 Esto es, "graduando sus respectivos valores, y, en consecuencia, des-
gundo, que el tribunal atenderá especialmente al "grado
estimando ambas, o bien una, que desaparece, cuyo valor disminuye entonces
de ilicitud del hecho, el modo de ejecución de éste y la el de la otra, que subsiste". Rivacoba, Evolución histórica del Derecho penal
gravedad de sus consecuencias", "la intensidad del dolo chileno, Edeval, Valparaíso, 1991, p. 70.
o de la culpa", los motivos y los fines del agente y una Para un aspecto muy importante, aunque muy particularizado, del tema
de la compensación de las circunstancias, Mercedes Alonso Álamo, La com-
serie de puntualizaciones relativas a su personalidad. pensación de circunstancia.s generales y especiales ante la reforma del Derecho
penal, en la rev. "Cuadernos de Política Criminal", cit., 1983, n 2 19, ps. 5-17.
3 3 Cfr.: Rivacoba, Las circunstancias modificativas de la responsabi-
28Cfr. ibídem.
29 lidad criminal en la teoría general del' delito, cit., pássim.
Art. 41.
a4 Que reza: "Las circunstancias atenuantes y agravantes no se com-
3
_ °Cfr. el Código colombiano, art. 61, que se refiere, además, a "la per- pensarán entre sí en forma matemática.
sonalidad del agente". "Cuando concurran circunstancias atenuantes y agravantes en un mis-
31
Cfr. el Código boliviano, arts. 37-42; el panameño, art. 56, nos. 4-6, mo hecho punible, el tribunal valorará unas y otras, a fin de establecer la
Y el peruano, art. 46, nos. 6 y otros posteriores (en particular, el 11). justa proporción de la pena que deba imponer".
96 MANUEL DE RIV ACOBA y RIV ACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 97
Algunas leyes, como los códigos guatemalteco, de 1973, Nada tiene que ver con esto ni lo contradice el que
art. 65, y nicaragüense, de 1974, art. 78, hacen depender en el Código argentino se pene la tentativa inidónea según
el monto de la pena, aparte de lo injusto, tanto de la la "peligrosidad revelada por el delincuente"ªª, pues para
culpabilidad como de la peligrosidad; criterio poco plau- autores como Zaffaroni, con argumentos de raíz consti-
sible, por servirse al efecto, atribuyéndoles igual papel tucional, no deja de haber en tales casos un injusto, así
y valor, de un elemento o carácter del delito, que se dio y consista en la mera amenaza para el respectivo bien ju-
lo constituyó en el instante de su perpetración, y de un rídico y la producción de una perturbación o sensación
estado o cualidad del delincuente, o simple pronóstico,
de inseguridad para su titular, ni culpabilidad, ya que
que se proyecta hacia el futuro. Además, no se vislumbra
nadie sostendría que en semejantes supuestos se hiciese
qué similitud ni compatibilidad puedan tener; la primera
es una nota axiológica, mientras que la segunda una rea- responder a un inimputable, funcionando la ausencia de
lidad naturalística. Diferente es el temperamento que peligrosidad en la tentativa inútil sólo como "una causa
adoptan los códigos italiano, en la relación entre sí de personal de exclusión o de disminución de pena" 39 , y para
sus arts. 133 y 203, y argentino, en el número segundo otros realmente se trata de la reacción jurídica ante una
35
de su art. 41 , no tomando por separado, pero a la vez situación de peligrosidad, no de la punición de un delito 40 •
la culpabilidad y la peligrosidad, sino, más bien, insirien~ Puntualicemos, empero, que la peligrosidad, conforme a
do el concepto de peligrosidad en la apreciación de la per- la letra misma de la ley, sirve, en dicha especie de ten-
sonalidad del sujeto, al modo como en la doctrina pre-
conizan Max Grünhut, en 1926, Eberhard Schmidt en ilustrado, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1964, ps. 77-78; La
1932, y Jiménez de Asúa, más adelante 36 • Políticocrimi- obediencia jerárquica en el Derecho penal, Edeval, Valparaíso, 1969, p. 127,
nalmente, puede ser criticable y no resultar recomenda- y El principio de la culpabilidad en la graduación de la pena según el Código
Penal argentino (en el volumen Jornadas internacionales de Derecho penal,
ble, pero en un sentido tout court de la dogmática, que en homenaje al soeaniversario del Código Penal argentino: Actas, relatos,
se circunscriba al estudio de lo que es y renuncie a cri- ponencias y conclusiones, Cathedra, Buenos Aires, 1973, ps. 156-160), p. 159.
ticarlo y a atisbar o delinear lo que debe ser, parece en as Cfr. art. 44, p~rrafo cuarto y último.
39 Cfr. su Manual, cit., ps. 534-535, y su Tratado, cit., t. IV, ps. 464-467.
dichos países irrecusable; y por ello, sin dejar de mostrar 40 Así, por ejemplo, Ricardo C. Núñez, Manual de Derecho penal, Parte
y razonar en ninguna ocasión una viva disconformidad general, Lerner, Córdoba-Buenos Aires, 1972, ps. 271-272 ("La peligrosidad
por atentar contra el principio del acto y poner en el dis-' del autor revelada por su hecho, es, por consiguiente, el fundamento de la
paradero hacia un Derecho penal de autor, lo hemos des- aplicación y de la medida de la pena"); Fontán Balestra, Derecho penal, In-
troducción y Parte general, 31 edición, puesta al día y aumentada, Abeledo-
tacado con frecuencia en la reconstrucción científica del Perrot, Buenos Aires, 1957, ps. 380-381 ("La ley adopta un criterio subjetivo
Derecho penal argentino 37 • peligrosista, pues la razón de ser, no ya del quantum de la pena, sino de
la pena misma, es el grado de peligrosidad revelado por el delincuente"; "la
35
reducción de la pena y la exención de ella no guardan relación con el peligro
A los que en cierto modo podía agregarse el peruano de 1924, en corrido, sino con la peligrosidad del delincuente"), y Tratado, cit., t. 11, ps.
su art: 51, y el colombiano de 1936, en su art. 36. 393-394 y 399-400 ("Se adopta como fundamento de la pena el criterio pe-
36
Cfr., de éste, Tratado, cit., t. V, Losada, Buenos Aires, 1956, ps. 137- ligrosista"; "no sólo la medida, sino también el fundamento de la pena, es
138 Y 249-253. En el mismo sentido, antes, en La ley y el delito. Principios aquí la peligrosidad del delincuente"), y Gladys Romero, El delito imposible
de Derecho penal, 3 1 ed., Hermes, México-Buenos Aires, 1959, p. 357. frente al principio "nullum crimen sine lege" (en la "Revista de Derecho Penal
Ver, además, Edgardo Alberto Donna, La peligrosidad en el Derecho y Criminología", de Buenos Aires, n 2 3, julio-setiembre de 1968, ps. 34-37),
penal, Astrea, Buenos Aires, 1978, ps. 59-60. p. 37 (el Código de 1921 recoge "el criterio positivista, en pleno auge en esa
37
. De ~as numerosísimas veces que hemos tocado este punto; figuran época", responde "a sus exigencias" y "adopta como fundamento de la pena
entre las primeras en que lo hicimos por escrito Lardizábal, un penalista la peligrosidad").
98 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 09

tativa, tanto, cuando existe, para graduar la pena como significados que se acaba de indicar, las cuales, lejos <lo
cua!'l~º- falta, para eximir de ella, con lo cual la influenci~ diluírse o desvanecerse con el tiempo, han persistido y
poslt1v1sta es patente en este particular 4 1. se han visto en cierto modo reforzadas en sucesivas mo-
E~ los códigos que acogieron la noción avant la lettre dificaciones del texto legal por su conservación o por la
es decir, antes de que recibiera perfil y denominación •12' aparición de otras similares. Sin desear por tal cuestión
Y con may?r r~zón en aquellos que han consagrado co~ perder ni variar el curso de estas reflexiones, ni, por tanto,
plena conc1enc~a _l~egola coculpabilidad 43 • •14, es preceptivo someterla a un examen exhaustivo que desdibujara el hilo
d~s_carga~ del JUICIOde reproche, al formularlo, los con- y la finalidad del presente estudio, son de recordar como
d1c1m:~amientose insuficiencias sociales que lastran la per- verdaderamente elocuentes al respecto los arts. 61, reglas
sonalidad y reducen su capacidad de autodeterminación segunda, párrafo segundo, y cuarta, 67, 100, número cuar-
lo cual ha _de repercutir en una menor desvaloración ~ to, 256, 431, número segundo, y 487, número también
desapro~ac1ón_ ?el delito ejecutado y, congruentemente, en segundo 47 •
una ammorac1on, dentro de los límites que correspondan, El primero de estos preceptos permitía no imponer
de la pena._ Mas aclaremos que en un entendimiento co- la pena de muerte en los casos en que correspondiera
rrecto Y cmdados_o_de -la culpabilidad y, por consiguiente, por constituír el grado máximo de la pena prevista para
en una formulac10n adecuada y exacta del juicio de re- el delito y en los que concurriere sólo una agravante, aten-
proch~, esto se debe_hacer igual aun en los ordenamientos diendo para ello a "la naturaleza y circunstancias del de-
que mn~na mención contengan, explícita ni implícita, lito y del culpable", y ha sido derogado por la ley orgánica
del referido concepto 45 • 8/1983, de 25 de junio, de reforma urgente y parcial del
. La irrupción del pensamiento subjetivista y peligro- Código Penal. En el segundo se deja en libertad a los
s1~t~ Y de la_ ideología del Derecho penal de autor en el tribunales, "cuando no concurrieren circunstancias ate-
Cod1g~ _espanol de 1944, o, mejor dicho, en la reforma nuantes ni agravantes", para imponer la pena señalada
del Cod1go en ese año, con poco respeto por la orientación por la ley en el grado que estimen conveniente, y, desde
Y l~s Psª~edes ~aestr~s del venerable monumento legis- la propia reforma, en el grado mínimo o medio, "teniendo
lativo , mtroduJo en el algunas disposiciones del o de los en cuenta la mayor o menor gravedad del hecho y la per-
sonalidad del delincuente" 48 • En el tercero se les faculta,
41 Cfr.: Romero, ibídem. asimismo, para que en las sentencias condenatorias por
. 42 De esta suerte, el argentino, art. 41, nº 22 . Cfr.: Zaffaroni Manual
cit., p. 449, y Tratado, cit., t. IV, ps. 66-67. ' ' delitos contra las personas, la honestidad, el honor, la
43_ Como el peruano actual, arts. 45, nº 1, y 46, n 2 8. Cfr. su Exposición libertad y seguridad y la propiedad prohíban al reo volver
de _motivos, apartado sobre .4.plicación de la pena, 1, y en la doctrina Raúl
Pena Cabrera, Nu,evo ~ódigo Penal y leyes complementarias, A.F.A., Lima,
1991, P- 92, Y Jose Lms Guzmán Dálbora, El nuevo Código Penal del p , derico Castejón y Martínez de Arizala, Hacia un código penal subjetivo, en
(1991) (en "Doctrina Penal", rev. cit. año 14 nos. 55/56 • ¡- d. • b edru la revista "Estudios Jurídicos", de Madrid, año IV, n 2 VIII, fascículo de Derecho
1991, ps. 631-731); p. 642. , , , JU 10- IClem re e
penal, n 2 3, 1944, ps. 3-128.
44 Acerca de este concepto, en castellano, Zaffaroni Manual cit ps 47 Se puede citar, además, en el mismo sentido los arts. 148, 223, 252,
448-449, y Tratado, cit., t. IV, ps. 65-67. ' ' ., • 253, 318 y 511. Igualmente, el 93, relativo a la remisión condicional de la
_45 C~r.: Rivacoba, Criminología y justicia penal (en "Doctrina P • l" pena, cuando habla de los "antecedentes del reo".
rev. c1!~•ano_ 12, nº 48, octubre-dici;mbre de 1989, ps. 675-678), p. 677 ~na ' 48 Acerca de este tema, ampliamente, Ignacio Jesús Serrano Butra-
, . Cfr .. Jua~ de! ~osal Fernandez, La personalidad del delincuente en gueño, Análisis de la regla cuarta del artículo 61 del Código Penal y de la
{ª teci:ica f!enal, 2 ed1c10n! corregida y aumentada, I?acultad de Derecho de j1trisprudencia que la interpreta, en la "Revista de Derecho Penal y Crimi-
a Umvers1dad de Valladolid, 1953, pássim. Antes, téngase en cuenta a Fe- nología", de Madrid, n° 1, 1991, ps. 369-418.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 101
100 MANUEL DE RlVACOBA Y RIVACOBA

al lugar donde hubiere cometido el delito o donde resida Con posterioridad, la ley de 24 de abril de 1958, 011
la víctima o su familia, si fueren distintos, por el tiempo su art. 4, intercala en el Código el 348 bis, por el cual
que, según las circunstancias del caso, señalen, "atendien- se puede agravar la pena de la propagación maliciosa de
do a la gravedad de los hechos y al peligro que el de- una enfermedad trasmisible a las personas, entre otras
lincuente represente" 49 • En el cuarto se excluía de la re- razones, por "el grado de perversidad del delincuente".
dención de penas por el trabajo a "los delincuentes en Para el objeto de las presentes páginas, estas dis-
quienes concurriere peligrosidad social, a juicio del tri- posiciones importan, en especial, porque casi todas basan
bunal, expresamente consignado en la sentencia", y quedó la medición de la pena o la aplicación de otra privación
derogado por la ley 79/1961, de 23 de diciembre, de bases penal, sí, en la gravedad del injusto, pero no en la es-
para la revisión y reforma del Código Penal y otras leyes timación de la culpabilidad del delito, que reemplazan
penales, y los decretos 168/1963, de 24 de enero, por el por un juicio o pronóstico sobre la personalidad del de-
cual se la desarrolla, y 691/1963, de 28 de marzo, por lincuente, quebrando así, tanto la tradición liberal del
el cual se aprueba el Código Penal, texto revisado de 1963. Derecho español, como la propia tónica del Código a que
En el quinto se autoriza a los tribunales para rebajar pertenecen; ruptura todavía mayor, pues se prescinde in-
la pena al reo en los delitos de tenencia o depósito de
cluso de cualquier consideración de lo injusto, cuando no
armas o municiones, entre ·otros motivos por su escasa
peligrosidad social5°. Y, en fin, los dos úÍtimos constitu- se contempla y pune ningún acto del sujeto, sino que se
yen expresivos ejemplos de lo que puede ser un Derecho persigue su modo de vivir o la conducción de su vida.
penal de autor, que no sanciona una actividad lesiva o Y, por supuesto, en ellas no hay retribución de delito al-
riesgosa para un bien jurídico, sino un modo de ser o guno.
más bien, en estos supuestos, de vivir que no atenta contr~
bien jurídico alguno61,s2,sa_ agravado, en el art. 452 bis e, actual, que pena simplemente "al que viviere
en todo o en parte a expensas de la persona o personas cuya prostitución
o corrupción explote". Es la punición del rufián. Cfr. Rodríguez Devesa, De-
49 Este artículo, el 67, se mantiene intacto desde 1944 hasta hoy, sin
recho penal español, Parte especial, 131 edición, revisada y puesta al día por
que le haya afectado en lo más mínimo la reforma del 21 de junio de 1989 Alfonso Serrano Gómez, Dykinson, Madrid, 1990, p. 219, y Muñoz Conde,
que ha modificado los antiguos delitos contra la honestidad y los ha convertid~ Derecho penal, Parte especial, 71 edición, completamente renovada y puesta
en delitos contra la libertad sexual, lo cual da buena idea, si aún hiciera al día, Tirant lo blanch, Valencia, 1988, p. 395. Otro entendimiento da al
falta, del descuido con que se legisla en España. precepto Ruiz Antón, en la obra colectiva Código Penal comentado, Akal, Ma-
50 "Siempre que me encuentro con un precepto tan científico y humano
a la vez, com? éste, que por ser hum_ano, esto es, biopsicológico, es científico, drid, 1990, p. 840.
~od?s_los e~og1~~me par~cen pocos. Este es el camino de llegar a una perfecta El abandono de familia en el Derecho penal espaíiol, Universidad de Sevilla,
mdiv1duahzac1on penal . Sánchez-Tejerina, ob. cit., t. 11, p. 102. 1979, ps. 218, 225 y 227, se refiere en esta materia a la "exclusión del simple
51__
En -~fect_?,el _a~t.431, 112 2, castiga~ª- al que cooperase o protegiese acto aislado", "la exigencia de relativa continuidad o peculiar permanencia'.',
la prost1tuc10n, part1c1pando de los benef1c10s de este tráfico o haciendo "una forma de actitud subjetiva en la conducción de la vida social". Del propio
de él modo de vivir", y desde la citada reforma del Código en 1963 perdura, autor, ver asimismo sobre el particular su colaboración en la obra colectiva
Comentarios a la legislación penal. La ley orgánica de 21 de junio de 1989,
~2 ~on idéntica mentalidad, el art. 487, n 2 2, castiga el delito de in-
de actualización del Código Penal, 2 vols., Edersa, Madrid, 1992, en el t. II,
cumplimiento de los deberes de asistencia familiar en una de sus hipótesis,
es a saber, cuando se origina en la "conducta desordenada" del sujeto. Polaino, ps. 493-812 (en especial, ps. 634, 639 y 641).

53 De los artículos citados supra, en la nota 47, el 252, el 253 y el ampliado con el mismo espíritu, en virtud de la ley de 15 de noviembre de
1971, en el 148 bis, y el 223 y el 318 permanecen inmutables, con idéntica
511 fueron derogados, los dos primeros por la ley orgánica 4/1980, de 21 de
numeración. También el 93, en lo tocante a los "antecedentes del reo".
mayo, y el tercero por la ley orgánica 8/1983, de 25 de junio; el 148 pervive,
102 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 103
Algo semejante ocurre, pero no ya con carácter ex- de la pena, en un reino el más absoluto de la prevención
cepcional y como intromisión de un cuerpo extraño en especial; todo ello, en un plano, o mejor, en un m1:1ndo,
una ley de otra orientación y estructura, sino con carácter nudamente natural y social, de causas y efectos, acc10nes
general y radical, conformando, más que la fisonomía pe- y reacciones, ajeno por completo, si no refractario, a cual-
culiar, la fibra íntima de un texto legislativo, cuando, a quier referencia a valores. Sin embargo, acaso quepa du-
pesar de exigir para la existencia del delito la presencia dar de que haya habido en puridad y plenitud un solo
de la antijuridicidad y la culpabilidad, prescribe que la documento legislativo de esta índole en todo el mundo.
pena se determine y aplique exclusivamente "según la ma- El que por razones obvias debiera guardar a dicha con-
yor o menor peligrosidad del agente" 54 • Entonces lo in- cepción mayor fidelidad, una fidelidad cabal, el Proyecto
justo y la reprochabilidad, c<;>monotas o elementos cons- italiano de 1921, "sólo encarna en parte las teorías po-
titutivos e indefectibles de la infracción criminal, son sin sitivistas" 5ª. Con independencia de otros puntos que in-
duda fundamentos de la penalidad, pero no criterios para teresan menos para nuestro cometido de este momento,
su cuantificación ni datos que influyan en ella, ni tampoco "el estado peligroso, que debió ser el fundamento de la
cabe, por ende, afirmar que la pena represente retribución responsabilidad, sólo funciona como mensurador de las
alguna del delito. sanciones" 59 ; y, además, sujeta a muy serias restricciones
Cosa diferente es que, obedeciendo a una concepción la indeterminación de la pena, que en realidad la des-
bien definida y conocida, se centre todo el. Derecho penal virtúan 60 • Por otro lado, es de público y notorio conoci-
en la idea de peligrosidad, de la que el delito no es sino miento la influencia ejercida por el positivismo italiano
una manifestación o síntoma y la pena un medio, entre en los primeros ordenamientos soviéticos de esta rama
otros, de defensa social. El estado peligroso del individuo
jurídica. "En orden a lo que podríamos llam~r orientación
se revela en el delito, y la sociedad se defiende de tal
científica, puede afirmarse -aunque ello, disguste a los
peligro, innocuizando 55 al delincuente mediante la pena.
nacionalistas soviéticos- que los códigos penales de 1922
Por lógica, en cada caso habrá que aplicar la que sea
y 1926 se inspiraron en el positivismo italiano" 61 , orie~-
más adecuada 56 y por el tiempo que resulte necesario 57 ,
tación que se acentúa en el último. "Rusia, que, despues
constituyéndose así la peligrosidad a la par en fundamen-
de los primeros momentos de lucha fuer~ del J?~rech~,
to y en criterio para determinar el qualis y el quantum
organizó intentos legislativo-penales de tipo pohtico-cn-
minal, que culminaron en el Código de 1º de junio de
54 Tal se observa en el Anteproyecto de Código Penal para Venezuela
de 1967. Su art. 73 prescribe: "Dentró de los límites establecidos en la ley 1922, emprende franca ruta de ideario positivista, más
para cada hecho punible, el tribunal aplicará la pena según la mayor o menor
peligrosidad del agente ... "; y ver asimismo el artículo siguiente. óB Jiménez de Asúa, Tratado, cit., t. I, cit., p. 449.
55 Entendida esta innocuización en sentido amplio, comprensivo de la 59 Ibídem. Ciertamente, si bien en los arts. 20 y 74 queda sentado que
corrección, la intimidación y la neutralización. Cfr.: Von Liszt, ob. cit., ps. el juez aplicará en cada caso la sanción, "dentro de los límites fijad?~ por
112 y 114-126, y Jiménez de Asúa, El estado peligroso, Nueva formula para la ley", al delincuente según su estado de peligro, en la funda_me_nta~1ond~
el tratamiento penal y preventivo, Pueyo, Madrid, 1922, p. 90. la responsabilidad no se prescinde de la exigencia de la antlJund1c1dad m
56 "Una pena adaptada al carácter y naturaleza del agente". Jiménez
de la de dolo o culpa. , .
de Asúa, ibídem. ~ 60 El propio Jiménez de Asúa, Estudio crít~co del Proyecto de_ ~od1§0
57 "El delincuente debe estar sometido al régimen penal hasta tanto Penal italiano de 1921, Victoriano Suárez, Madnd, 1922, p. 1~5, critica el
que cese su estado peligroso, y no debe durar más que lo que reclame su casuísmo del sistema de individualizar judicialmente las sanc10nes".
temibilidad". Jiménez de Asúa, ibídem, p. 91. s1 Jiménez de Asúa, Tratado, cit., t. I, cit., p. 561.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN. DE L-\. PENA 1.06
104 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA

el principio de la imputabilidad y responsabilidad mo-


audaz que el propio Proyecto italiano de 1921, con los
rales. Por eso proclama el reinado de la peligrosidad sub-
«Principios de la legislación penal de la Confederación
y de las Repúblicas unidas», de 31 de octubre de 1924, jetiva y no habla ya de penas, ni aun siquiera de san-
que logran articularse con pleno acierto en el Código Penal ciones, sino que prefiere manejar legislativamente una
de la R.F.S.S.R. de noviembre de 1926, con vigencia desde frase más conforme a la meta perseguida: «Medidas de
1º de enero de 1927, reformado en sentido menos parcial defensa social»" 65 • Lo cual de ningún modo significa que
en la lucha de clases por la ley de 25 de febrero de 1927"62 • el Código ruso desechara para -la existencia de la ver-
Porque, "incluso penetrando en áreas teoréticas más pro- dadera responsabilidad delictuosa, la que daba lugar a
pias de libros que de leyes, el texto soviético declara en la imposición, no de medidas médicas o médicopedagó-
su art. 1º el objetivo defensista y proscribe, en el 9º, toda gicas 6 6 , sino correccionales, que no es más que una manera
finalidad retributiva y expiatoria" 63 , ya que "durante cin- distinta de denominar las penas, la exigencia de dolo o
67 68
cuenta años el llamado positivismo penal italiano postuló culpa y también de que el sujeto fuese imputable ' , ni
con tesón y ardor estas orientaciones. Cuando esa es- que consagrara una genuina adaptación de la medida pe-
cuela, un tiempo audacísima, llegaba a su extremo otoño, nal a la peligrosidad y una auténtica indeterminación.
logró cristalizar en fórmulas legislativas en el Proyecto Y para concluír este ya largo párrafo basta recordai; que
de Código Penal italiano de 1921. Muchos de sus ideales los no escasos códigos iberoamericanos en que se ha hecho
más queridos tomaron realidad en los artículos del famoso sentir 69 el peso del Proyecto de Ferri no son en modo al-
documento; pero una considerable porción de sus doctri- guno una imitación ni un calco, sino que la peligrosidad
nas pereció en el esfuerzo de adaptar a la realidad lo se alea o combina con mayor o menor fortuna en ellos
defendido desde el campo beligerante" 64 , mientras que "el con otras nociones para fundar y medir la responsabilidad
nuevo Código ruso con ademanes más resueltos asume criminal.
la postura defensista, antiexpiatoria y rotundamente pre- Al cabo de este recorrido y examen de las principales
ventiva y correccional. El Proyecto italiano que compuso posiciones teóricas y disposiciones legales acerca de la
Enrique Ferri huyó del dualismo de penas y medidas de
seguridad, pero el nombre elegido para rotular los medios 65 Ibídem. Y en la página siguiente dice: "El patrocinio íntegro de teo-
de combatir el crimen, tenía una estirpe demasiado rancia rías que se estiman fecundas, es siempre loable y acreedor a todo respeto.
Por eso el Código de la Rusia soviética merece más encomio que el Proyecto
en Derecho. El título de «sanciones» que los italianos aco-
italiano de 1921".
gieron, está más cerca del concepto penal retributivo que Sobre el Derecho penal soviético, en general, es de ver, con posterioridad,
de los fines conscientes de defensa que durante medio el libro de tal título, de don Luis Jiménez de Asúa, Tipográfica Editora Ar-
siglo habían postulado. El Código ruso de 1926 declara gentina, Buenos Aires, 1947, 358 páginas.
66 Reservadas, las primeras, para los inimputables (art. 11), y las se-
tan extemporánea la noción de pena, como arcaico resulta gundus, para los menores (art. 12).
67 Contemplados el dolo y la culpa en el art. 10, con definiciones muy

62 Jiménez de Asúa, El nuevo Derecho penal.


aceptables incluso para el desarrollo del pensamiento penal de nuestros días,
Escuelas y códigos del y la imputabilidad en el 11, sirviéndose de una fórmula que entroncaba con
presente y del porvenir, Páez, Madrid, 1929, ps. 138-139.
63 Jiménez de Asúa, Prólogo (ps. 5-18) a El nuevo Código Penal de la la famosa del viejo Código zarista.
68 Grodsinsky, en el estudio citado supra, en la nota 63, p. 24, se es-
Rusia soviética, precedido de un estudio preliminar por el profesor M. Grod- fuerza por dar otro sentido a la exigencia y distinción de dolo y culpa, como
sinsky, traducción directa de los manuscritos alemanes por L·uis Jiménez de
"síntomas de la especie y del grado de peligrosidad del acto y del autor".
Asúa y José Arturo Rodríguez Muño, Reus, Madrid, 1927, p. 14.
69 Ora directamente o por lo general a través del Código de Rocco (1930).
6 4 Ibídem, p. 15.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 107
106 MANUEL DE RIVACOBA y RIV ACOBA

determinación judicial de la pena, que por fuerza ha te- menos la tentativa que la consumación, no obstante que
nido que ser un tanto amplio y a la vez disperso, algunas en la primera la afectación del bien jurídico es inferior,
conclusiones cabe extraer: 1ª) que tales posiciones y dis- y comprender asimismo otras cuestiones análogas, como
la sanción del delito imposible, la equiparación de autores
posiciones descansan, explícita o implícita, consciente o
inconscientemente, sobre una concepción de la pena y su y cómplices, etcétera.
función o finalidad, tendiendo a y siendo medios para con-
seguirla y realizarla; 2ª) que, a la inversa, una concepción
prefigura y exige ciertos criterios de aplicación y medida,
únicamente con los cuales es viable y se realiza, exclu-
yendo de consiguiente otros contrapuestos; 3ª) que las re-
glas existentes sobre el asunto en la mayoría de los or-
denamientos, o, dicho en términos más apropiados, en
los ordenamientos de estirpe liberal y basados, por tanto,
en la actividad, representan una intelección retributiva
de la pena y suponen integrado el delito por lo injusto
y la culpabilidad, concebida ésta normativamente, de cuya
mayor o menor gravedad depende la graduación y con-
creción definitiva de su consecuencia penal; 4ª) que no
se puede negar que en muchos se impurifica la congruen-
cia entre la entidad y estructura del delito y la función
y graduación de la pena por la intrusión en esta última
de elementos relativos al delincuente y ajenos al delito
mismo que, al alterar la fiel correspondencia entre in-
fracción criminal y sanción penal, perturban también su
función retributiva; 5ª) q9e. con las incrustaciones, más
o menos frecuentes y siempre infortunadas, de elementos
del Derecho penal de autor en un texto legislativo que
se asiente en el acto, se impide o se reduce o mediatiza
la retribución; y 6ª) que de un Derecho penal de peli-
grosidad, que es incompatible con aquélla, sólo puede se-
guirse una finalidad de prevención especial, y que, para
ser lógico, requiere una indeterminación total de la pu-
nición. La oposición de la peligrosidad y la prevención
especial a la retribución y, por detrás o por debajo de
ello, su indiferencia a la noción de injusto, permiten cap-
tar, mejor que cualquier otra explicación, el porqué para
los positivistas más consecuentes no hay razón de castigar
100

VI

FINALIDAD Y EJECUCIÓN DE LA PENA

l. La ejecución de las penas. - 2. Orientaciones actuales. -


3. Códigos y leyes de ejecución de las penas. - 4. Necesidad de ju-
risdiccionalizar la ejecución (todo, en relación con la idea de fi-
nalidad).

l. - Evidentemente, en la ley la pena es una ame-


naza abstracta, más o menos dilatada en sus posibilida-
des, que se dirige indeterminadamente contra todos (san-
ción) y puede recaer sobre cualquiera que incurra en la
situación enunciada en el correspondiente supuesto de.:
lictivo (precepto), y en la sentencia un pronunciamiento
judicial que escoge y actúa una de tales posibilidades y
la dicta en concreto contra un individuo a quien se iden-
tifica en la propia sentencia y que, según se establece
en ésta, ha perpetrado el supuesto previsto al efecto, sin
que ni en la ley ni en la sentencia la pena trascienda
de la esfera de lo normativo a la de lo fáctico ni, por
tanto, afecte todavía la vida de una persona ni constituya
un fenómeno social. En cambio, al ejecutarla o hacerla
cumplir restringe o anula en el orden a que por su índole
concierna virtualidades de existencia del condenado y pro-
duce una serie más o menos amplia y varia de conse-
cuencias y repercusiones en la comunidad. De lo cual se
infiere lógica é indefectiblemente que cualquier propósito
o finalidad para que la pena sea apta, a que se tienda
o que se persiga con ella, sólo se puede lograr o pretender
110 M,\NUEL DE RIVACOBA Y RrvACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 111

mediante y en su ejecución. O sea, en palabras que es- referido casi al principio 3 • Pero, si nuestra rama jurídica,
cribió Binding hace mucho más de un siglo: "Toda pena a diferencia de las restantes, no constituye bienes jurí-
es pena-fin. El fin jurídico de toda pena, según la con- dicos ni, por ende, la ilicitud de los actos que los afectan,
cepción del Derecho vigente, todavía dominante, se al- ni, en consecuencia, se puede sostener que los proteja,
canza plenamente con la ejecución penal. Fuera de la limitándose a sancionar con su peculiar especie de san-
ejecución no hay fin de la pena" 1 . ción, la más severa de que disponga cada ordenamiento
Basta tan sencilla reflexión para percatarse de que y de índole pública, los atentados más graves y en verdad
la ejecución es la etapa o el momento final del Derecho insoportables contra ellos, o a reforzar así la sanción que
punitivo, a que se orienta en definitiva y en que se realiza les señalen otras ramas, ha de desplegar toda su actuación
en su plenitud, que regula eficazmente la vida de los hom- y descargar todo el peso de su función única y genui-
bres en sociedad y se hace sentir y surte los efectos que namente en la ejecución.
le son propios en aquéllos y en ésta. Examinando las Ésta representa, pues, mucho más que su medición,
cosas a fondo y de manera sistemática, es decir, escru- la verdadera culminación y remate de la teoría de la pena.
tándolas en sus raíces profundas y en las relaciones exis- De donde a las claras se sigue que su regulación no es
tentes entre cuestiones que a primera vista parecen muy ni puede ser, en buenos conceptos, sino una parte del
ajenas las unas a las otras, se advierte que esto es co- Derecho penal, la parte en que se corona y concluye, no
rolario obligado de la concepción que percibe en el Derecho pudiendo, por tanto, pertenecer a otra rama del árbol ju-
penal una naturaleza secundaria y un carácter ulterior- rídico, aunque de hecho haya estado y continúe incar-
mente sancionador 2 • En cambio, si tuviese o para quienes dinada o abandonada en su porción más significativa a
tiene naturaleza primaria y carácter constitutivo, si crea- alguna, ni tampoco constituír una privativa y distinta,
ra antijuridicidad y constituyera bienes jurídicos o para con sustantividad y autonomía que la separasen y dife-
quienes la crea y los constituye, la mera amenaza penal renciasen de las demás. O sea, que así queda descartada,
en la ley ha de estar protegiéndolos, mediante la función por un lado, su inclusión en el Derecho administrativo
disuasiva que desde allí ejerce sobre el común de los in- o en el procesal, y, en otro aspecto, la pretensión de un
dividuos. En tal línea hay que situar también, así no Derecho de ejecución penal o, en términos más ceñidos,
se hayan explayado sobre semejante punto, a cuantos de un Derecho penitenciario.
asignan a la pena tres funciones sucesivas, una, de pre- La introducción en el campo de las puniciones, fuera
vención general, en su simple conminación legal, otra, en la antigüedad 4 o en los albores de la modernidad 5,
retributiva, en su imposición judicial, y otra, de preven-
ción especial, durante la ejecución, a los cuales nos hemos 3 Cfr. supra, capítulo I, 3, texto y notas 22 y 23.
Esta línea se ha extendido grandemente por muy diversos países en
1 la actualidad. Entre sus últimos adherentes es de citar en Italia Tullio Pa-
Ob. cit., p. 407.
2 dovani, Diritto penale, Giuffre, Milano, 1990, ps. 389-394.
. Cfr., entre incontables otros, a Filippo Grispigni, Derecho penal ita- 4 Más remota, para la construcción de grandiosas obras públicas y mo-
li~no, traducción Y notas por Isidoro de Benedetti, 2 vols., Depalma, Buenos numentos funerarios en Egipto, o más próxima a nuestra cultura, con las
~ires, 1948-1949, t. 11, ps. 176-217, y Jiménez de Asúa, La ley y el delito, condenas ad opus publicwn o in metallum romanas.
cit., ps. 20-21, y Tratado, cit., t. I, cit., ps. 40-42, así como, matizadamente 5 Con la aparición de las galeras en diferentes Estados europeos a lo
Y con gran información, Zaffaroni, Tratado, cit., t. I, ps. 58-61. De este autor largo de las últimas décadas del siglo XV y las primeras del XVI. Cfr. es-
ver asimismo Manual, cit., ps. 34-35. pecíficamente Félix Sevilla y Solanas, Historia penitenciaria española (La
112 MANUEL DE Riv ACOBA y RlvACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 11:.1

de "un elemento extraño", el principio de la utilidad, con constituído por más de dos siglos y medio el _eje.o núcleo
sus "requerimientos especiales"6, no siguió a ninguna pre- <lel complejo punitivo, razones de avance tecmco en el
10
paración o reclamo doctrinal, sino que fue una respuesta arte de la navegación la hicieron desaparecer , y, c?n el
fácil y rápida a las exigencias de nuevas e imperiosas mismo propósito de explotar las fuerzas y. e~ trabaJ? de
necesidades o conveniencias públicas, suscitadas a su vez los condenados se la conmuta por el servic10 en mmas
11
por las trasformaciones políticas, sociales, económicas y peligrosas y, sobre todo, en los pres~dios , bi_en africa1;os,
también técnicas, y tuvo como consecuencia inmediata el bien de los arsenales, bien fronterizos, segun los paises
que, así como durante "el largo período de la penalidad y su situación y necesidades, lo que, proviniendo aquéll~s
simplemente aflictiva y eliminatoria lo característico es de las galeras, fue un destino harto natural. En los pre-
la uniformidad" y el Derecho penal era aplicado y eje- sidios no se les ocupa en actividades castrenses, tant?
cutado en exclusiva por ministros de la justicia 7, en ade- por considerárselas nobles e impropias, por ende, de cri-
lante, con la conmutación de la muerte, las mutilaciones, minales cuanto también, quizá, en el fondo, por su ca-
los castigos deformantes, el destierro perpetuo y otros rácter i~disciplinado y, en definitiva, poco proporcionado
análogos por sanciones inéditas y poco menos crueles, pero para la milicia, sino en las duras y arri~sga~as tareas
de fortificación y las faenas mecánicas e mfenores en ~l
que reportan un beneficio económico a la comunidad, "el
interior de las fortalezas. Ahora bien, por su mayor di-
delincuente, que nunca salía de la dependencia judicial ferenciación de vida y, por consiguiente, de servicios que
desde su detención o procesamiento a la ejecución de la el único y monótono trabajo posible en el ~educido á_mbito
sentencia, pasa a nuevas jurisdicciones"8, y, cual es lógico, de la galera, el presidio tiene una pot_enc~~expansiva de
convertido en elemento útil para el Estado, entra a de- que ésta carecía y origina una. orga~uzac~?n general con
pender de la Administración, que se sirve de él como medio elementos muy definidos, una diversificac10n entre los su-
• para sus fines propios. Los sufrimientos de la penalidad jetos a él y hasta un régimen discipli?-ario que habrán
primitiva se trasmutan en servicios 9 • Lo primero que el de ejercer gran influencia ulterior; y, mientras qu_ela voz
principio de utilidad generó dentro del Derecho penal en galera, aunque, luego de abolida ~~l pena, p~sara a de-
la Edad moderna fue la galera, pero, después de haber signar los establecimientos de reclusion para muJeres, acaba
12
perdiéndose en el vocabulario técnico del Derecho penal ,
galera), Apuntes de archivo, Segovia, 1917; Juan José Dichio, Servir al remo los presidios, además de conservarse la palabra, ha~ d~do
y sin sueldo, en las naves del rey, en la "Revista del Instituto de Investigaciones lugar a la estructuración moderna de la forma mas im-
y Docencia Criminológicas", de La Plata (Rep. Argentina), año 11, nº 2, 1958,
ps·. 53-62, y Luis Rodríguez Ramos, La pena de galeras en la España moderna,
en la obra colectiva Estudios penales, Libro homenaje al pro{. J. Antón Oneca, 10 En España, en 1748, restableciéndose el 31 de diciembre de ~ 784,
Universidad de Salamanca, 1982, ps. 523-538. para abolirse definitivamente el 30 de diciembre de 1803. En Francia se
6 Rafael Salillas, Evolución penitenciaria en España, 2 vols., Madrid,
suprimió en 1748. . • d
Imprenta Clásica Española, 1918-1919, t. I, p. 3. 11 o sea fortalezas militares. Muy interesantes las apreciac10_nes e
7 "No hay otra jurisdicción, desde la primera diligencia sumarial hasta don Constanci~ Bernaldo de Quirós, acerca de las vicisitudes semánt1ca_s de
la ejecución de la sentencia, que el Poder judicial. Todos los funcionarios esta palabra, en sus Lecciones de Derecho penitenciario, Imprenta Univer-
que intervienen, incluso el pregonero y el verdugo, son partes de ese Poder. sitaria, México, D.F., 1953, ps. 206-207. . . .
Se .quebranta la uniformidad al modificarse la penalidad, y ocurre esto al 12 No, en cambio, en el Diccionario de la Academia Espanola, m tampoco
intervenir con requerimientos especiales un elemento extraño". Ibídem. en el lenguaje popular, en el que aún se la emplea en algunas com_ar~as o
8 Ibídem, t. I, p. 6. ciudades españolas, como Alcalá de Henares, para designar el establcc1m1ento
9 Cfr. ibídem y, sobre todo, t. 11, p. 107.
donde cumplen la pena las mujeres.
111 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE U PENA 115

portante de penalidad. El caso es que con estas prácticas, y la de la Ilustraciónel que por impulso y obra del espíritu
para que resultara eficaz el aprovechamiento de la mano filantrópico y de beneficencia que anima y mueve a la
de obra y de la energía de los sentenciados criminalmente última se suavice la severidad y el rigor de tales esta-
había, por una parte, que congregarlos, y, por otra, qu~ blecimientos y se funden otros con el designio, bien dis-
segregarlos de la convivencia normal; reunión y seclusión tinto, de desarrollar una función de recuperación y uti-
que constituyGn la base de la reclusión, y, con la obligada lidad social, mediante un régimen moderado, humanitario
secuela de sometimiento a un régimen especial de vida y educador. Incluso su denominación denota con claridad
configuran lo esencial y característico de las sancione~ en ocasiones la nueva mentalidad y sensibilidad 13 .
de privación de libertad que con el tiempo van a aparecer Mas semejantes instituciones eran todas de idéntica
y dominar el Derecho penal. naturaleza y finalidad, aún no penal, sino simplemente
Entretanto, se debe tomar en cuenta varios factores aseguradora y preventiva, no acogiendo en puridad a cri-
que no tuvieron en sí carácter propiamente penal, pero minales, sino a los que mucho más tarde se calificará
fueron sin duda importantes en aquella época para gestar de malvivientes o peligrosos, es decir, libertinos, pordio-
la conformación de la penalidad en la que le sucedió. De seros, vagabundos, rameras, alcahuetas, menores desam-
un lado, el estímulo de la penalidad canónica, que desde parados y otras categorías parecidas, y, dentro de ellos,
el medioevo venía imponiendo la reclusión en un monas- .· no a los enfermos o inválidos, sino a los sanos y capaces
terio o en edificios especiales. De otro, el influjo de Jean de trabajar, a los que se puede hacer que aprendan un
Mabillon (1632-1707), el célebre benedictino francés de oficio y sobre quienes es dable cumplir una función tras-
inmensa nombradía y consideración en su tiempo, cuyos formadora, en un sentido útil para la sociedad. En al-
r~s_tos desca1;1-sanen la iglesia de la antigua abadía pa- gunos casos estas instituciones rindieron ciertos beneficios
nsma de Samt-Germain des Pres, en la misma capilla económicos, pero no era determinante en su inspiración
donde reposan los de Descartes, y que en sus Réfiexions ni en su motivación el afán de lucro, y sus miras de mejora
sur les prisons eles orclres religieux, publicadas en 1724 y dignificación de los individuos y repercusión en el bie-
teorizó sobre las ventajas de la reclusión celular com~ nestar de la comunidad surgieron o por lo menos fueron
pena. Y, con fuerza más viva, el ejemplo de los estable- depurándose y acentuándose en el trascurso del siglo XVIII.
cimientos, orientados en un sentido todavía más de policía El cambio radical en tales situaciones de privación de
Y prevención que de castigo y dominados del propósito libertad todavía no penales se produce hacia el cabo del
de infundir un saludable temor, que desde finales de la mil setecientos, con las profundas y decisivas mutaciones
centuria décimosexta y comienzos ele la siguiente empe- de todo orden que entonces tuvieron lugar o hicieron eclo-
zaron a crearse y fueron multiplicándose por los diversos sión. Los adelantos técnicos, las nuevas situaciones po-
países_ europeos para recoger, obligándolos a trabajar y
sometiéndolos a un régimen poco benigno, los mendigos, l3 Al respecto, son de parangonar las galeras que se crearon para mu-
vagabundos, tullidos, prostitutas y menores abandonados jeres en España desde los inicios del siglo XVII, asimilándolas en todo lo
posible a las auténticas galeras y bautizándolas con la misma temible de-
que a la sazón pululaban por ellos, a consecuencia, en nom innción, y la Casa de Corrección que se funda en San Fernando del ,Ja-
gran parte, de las guerras de religión que habían asolado rama, por iniciativa y decisión del conde de Aranda y encomendando su eje-
e! continente. En esta materia, es sumamente significa- cución a Pablo de Olavide, en 1766, destinada a la reforma de gente de vida
disoluta de ambos sexos. Cuestión aparte es el fracaso en que esta Ca/;a
tivo de la enorme distancia que hay entre dichas centurias terminó.
116 MANUEL DE RrvACODA Y RrvACODA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA ll7
líticas las luces del siglo y el humanitarismo de la época,
y en fin los reflejos de una inédita configuración histórica zados en una Dirección General del Ministerio de Justicia,
; cultu;al del mundo, fueron, primero, cambiando los ob- el cual no deja de ser un departamento de la misma Ad-
jetos en que la Administración empleaba el esfuerz,o penal ministración. En Francia, dichos servicios pertenecieron
y, luego, haciéndolos desaparecer, y con ello que~o de re- al Ministerio del Interior desde una ley de 10 de ven-
siduo sobreviviente de las ya anticuadas o fenecidas for- dimiario del año IV (2 de octubre de 1795) hasta el decreto
mas de penalidad lo que basta aquel instante no hab~a de 13 de marzo de 1911, consagrado legislativamente por
sido más que una consecuencia o propiedad de su esencia el art. 89 de la ley de finanzas de 13 de julio siguiente,
y su envoltura exterior: la mera concentración y sepa- que libra los fondos precisos para atender los gastos de
ración de los condenados y la estrecha regulación de su la administración penitenciaria en el Ministerio de Jus-
vida, o sea, la privación de libertad, privación, por otra ticia 15 ; y análogo ha sido el curso de la materia en los
parte, que consonaba a las mil maravillas con la ~xal- demás países. . ...
tación por encima de cualquier otro de los valores sociales Este largo excursus explica en virtud de qué poderosos
que a la sazón se efectuaba de la libertad individual, pues hechos la ejecución de la privación de libertad principió
en este clima de ideas su negación resultaba, por con- y persiste entregada a la Administración, cuando antes
no había sido así con las otras penas ni tampoco después
traste sumamente indicada como manera genuina de pe-
en la medida en que subsisten. Todavía hay que tener en
nar e~ los tiempos que se inauguraban, sin caer en las
cuenta y que añadir que· la ejecución de las penas pri-
crueldades de otrora ni herir, por ende, la nueva y más
vativas de la libertad es, a diferencia de la simplicidad y
tierna sensibilidad que se había extendido por doquier
rapidez de las restantes, extremadamente prolongada y com-
entre las capas más cultivadas y se había enseñoreado
pleja, como para requerir una acción permanente y mul-
del ánimo de los hombres, surgiendo así el primado ab-
titud y variedad de resoluciones complementarias que no
sorbente y casi absoluto de la pena contra la libertad 11.
se pueden prever, todo lo cual mal se aviene con las ca-
Introducida originariamente por imposiciones administra- racterísticas de la función judicial y mucho mejor se sa-
tivas y vinculada a los servicios bélicos y navales, natural tisface con los recursos y la discrecionalidad propia de
es que, al constituírse en tal pena, su ejecución quedase la actividad administrativa; y se comprenderá que con
abandonada a la propia Administración, radicándose en eLauge de las penas contra la libertad haya sido durante
España, al principio, en el Ministerio de la Guerra hasta mucho tiempo lugar común en la doctrina la afirmación
1849, y desde este año en el del Interior hasta 1887, '! de la naturaleza administrativa de la ejecución de toda
desde entonces los servicios de prisiones están centrah- pena, o, en otros términos, que su regulación pertenece
al Derecho administrativo. Respondiendo a esta convic-
14 Con lo cual no se desconoce la influencia que en este fenómeno tuviera ción generalizada, la misma legislación penal sustantiva
la primera revolución industrial, con sus movin_iientos de emigra~i~~ de vast_os
contingentes humanos desde el campo a las crndades y la apanc10n d~~ p1o-
letariado alrededor de las minas y las fábricas, hechos cuya observac1on ha 15 Sin embargo, el personal de prisiones ha continuado dependiendo
llevado en agudo análisis a estimar la cárcel como complemento lógico de del de Interior hasta el decreto-ley de 30 de octubre de 1935, y todavía en
la fábrica, pero sin reconocerle el valor determinante o preponder~nt_e que la actualidad los servicios penitenciarios están sometidos a la fiscalización
se le ha asignado, pues la cárcel y el presidio como formas y establec1m1entos de la inspección general de los servicios administrativos de este Ministerio.
de castigo se hallaban ya configuradas en la realidad y en las mentes con Y durante el gobierno de Pétain, por una ley de 15 de setiembre de 1943,
anterioridad. volvieron a Interior, como Dirección General, en el seno de una Secretaría
general de mantenimiento del orden.
118 MANUEL DE RIV ACODA y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 1111

y la procesal remiten en ocasiones la ejecución a los re- de las más leves y reducida en el Código español, despu
glamentos, disposiciones por excelencia administrativas, de su reforma por la ley orgánica 3/1989, de 21 de junio,
como ocurre en los arts. 81, 83, hasta que fue dejado sin a la reprensión pública, solo puede practicarla el juez en
contenido por la ley orgánica 8/1983, de 25 de junio, y audiencia del tribunal 19 •
84, en alguna de sus sucesivas redacciones, del Código ~ue en la variedad de penalidades las haya, por exi-
Penal español, y en el 990 de la Ley de Enjuiciamiento gencias legales o por su mera entidad, imposibles de rea-
Criminal, o en el 80 del Código punitivo chileno. De ma- lizar sino judicialmente invalida la idea de que la eje-
nera concordante, la suprema aspiración de la mentalidad cución de las penas, es decir, de cualquiera, de todas,
del penitenciarista práctico ha sido y continúa siendo la corresponde a la Administración. Por otra parte la rea-
soberanía absoluta de un director o alcaide en su prisión. lidad es siempre más rica y proteiforme que la más aguda
Ante esta doctrina y esta convicción conviene empezar y cuidadosa previsión y hasta que la más fértil y versátil
llamando la atención sobre la existencia de penas para imaginación y hay o emergen en ella residuos o novedades
cuya ejecución sólo es competente o inclusive sólo puede que éstas no pueden aprehender y someter a regulación
serlo, por la naturaleza intrínseca o la configuración legal y la vastísima y heterogénea esfera de acción de la Ad~·
de cada una, la autoridad judicial. Por no extendernos ministración pública, y la diversidad y amplitud de sus
a tal propósito acerca de las restrictivas de la libertad movimientos, requieren una flexibilidad tal en su actua-
o de la multa 16 , nos limitaremos a examinar en particular ción, que impide que esté absolutamente reglada debien-
lu de muerte y la de amonestación. En cuanto a la pri- do disponer de un margen de potestad discreci~nal in-
mera, que en cualquier ordenamiento es la más grave compatible de suyo con el estricto legalismo de lo punitivo·
y que en el español se ha conservado indefectiblemente, y por esta vía, de tener, en efecto, la ejecución, o atri~
con la única excepción del Código republicano de 1932, buírsele, naturaleza administrativa, vendría la pena, y
hasta hace unos años, su ejecución era de incumbencia de hecho viene, en aquello que resuelva y determine el
en España, sin perjuicio del recién mencionado art. 83, funcionario en ejercicio de su discrecionalidad, a quedar
de la Audiencia sentenciadora, representada en los úl- librada a ésta, e importaría, y en los hechos importa un
timos instantes por el secretario judicial que designare contenido diferente en unos casos y en otros, en abi~rta
al efecto y auxiliada por los funcionarios administrativos oposición a la fijeza, la seguridad y la igualdad que la
correspondientes 17' 18 ; y por lo que hace a la segunda, una legalidad penal procura. A lo cual aún hay que agregar,
en los países de organización federal con un código único,
16 Sin embargo, es útil ver lo que acerca del extrañamiento y el con- que, de verse en la ejecución una función administrativa
finamiento señala Alejandro del Toro Marzal en los Comentarios al Código y confiársela en consecuencia a los Estados miembros
Penal, de Córdoba··Roda, Rodríguez Mourullo y otros (aparecidos, 3 vols.), la unidad del código y el tratamiento uniforme de los con~
Ariel, Barcelona, 1972-1978, t. 11, ps. 451-452 y 458. Acerca de la multa, su
regulación en las leyes es suficientemente elocuente. denados resultarán, y en la práctica resultan, desvirtua-
17 Cfr.: Del Toro Marzal, ibídem, ps. 427-430. dos, por cumplirse la misma pena en cada uno de ellos
18 En Chile, según el art. 80 del Código Penal y el decreto 1439, de
18 de mayo de 1965, publicado el 2 de junio, que contiene el Reglamento
9
sobre la aplicación de la pena de muerte, de la ejecución de ésta está encargado : ~o?cordante y expresamente, Quintana, Comentarios al Código Pe-
en exclusiva el Servicio de Prisioneros de la República, sin ninguna injerencia n.al, 2 -e~c1~n, r;novada por el autor y puesta al día en textos jurispruden-
de la judicatura, cuyos integrantes sólo pueden asistir al fusilamiento en ciales y b1bhograficos por Enrique Gimbernat Ordeig, Editorial Revista de
calidad de espectadores. Derecho Pl'ivado, Madrid, 1966, p. 395.
120 MANUEL DE RrvACOBA Y RrvACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 121

de manera diferente y convertirse así en una pena dis- tacar la íntima relación y la armonía que deben existir
tinta. Lo cual se confirma bien en un documento como entre los fines de las penas y el régimen de su ejecución
la Exposición de motivos del Código argentino, que, par- y que la eficacia de los primeros depende de la fidelidad
tiendo de la diversidad esencial entre éste, que debe ser que les guarde el último.
"aplicado por los jueces que absuelven o condenan" 2º, y· Aunque muchísimo menos extendida, tampoco está
el régimen penal, que "depende de la autoridad admi- más fundada ni es más feliz la doctrina que sitúa la eje-
nistrativa" 21 y ~•esasí extraño a los magistrados y al Poder cución de la pena dentro del D,erecho procesal penal. Des-
judicial" 22 , ha de reconocer que "es indudable, sin embar- cuella en este pensamiento Carnelutti (1879-1965), que
go, que los fines perseguidos al imponer penas para los con su teoría de separación o continuidad entre el Derecho
delitos, pierden eficacia si el régimen carcelario no se apli- penal y el procesal penal, en vez de coordinación y pa-
ca de acuerdo con los propósitos que se tuvieron en vista ralelismo entre ambos, asigna al primero por objeto el
al fijar las represiones" 23 , y que "el sistema debe ser uno delito y al segundo la pena y su ejecución. El paso de
para toda la Nación. De lo contrario el mismo delito sería uno a otro se efectúa a través del concepto de punibilidad,
castigado de manera diferente según la provincia en que inherente al delito y que se trasforma en pena mediante
se hubiere cometido, lo que es contrario al sistema de las tres fases del proceso criminal: comprobación de aquél,
la unidad, preconizado por la Constitución" 2 4. y determinación y ejecución de ésta, pertenecientes las
En los fragmentos que se acaba de reproducir, se ad- dos primeras al proceso penal dé cognición y la tercera
vierte con facilidad una contradicción, mas culminan con al de ejecución 26 • 27 • Pero se debe reparar, ante todo, en
una afirmación correcta y evidente. Aquélla consiste en que ni el Derecho sustantivo se ocupa solamente del de-
admitir la naturaleza administrativa de la ejecución, lo lito, sino que, conforme su más difundido nombre indica,
que por sí solo lleva a que en la Argentina corresponda abarca asimismo la pena, ni el proceso concluye siempre
su regulación a las provincias, y pretender que ésta sea en ésta, pues puede excluírla por ponerse de manifiesto en
única para toda la República, lo que atenta contra la au- su tramitación la ausencia de aquél, y, por otra parte,
tonomía provincial. El acierto, en señalar que, si tal re- en que el Derecho procesal en todo caso y por su propia
gulación no es única, "el mismo delito sería castigado de índole se encuentra referido a una regulación de fondo
manera diferente según la provincia en que se hubiere y la hace viable, siendo algo vacío, que carece de todo
cometido". Cerca de tres cuartos de siglo antes, ya había sentido, y aun de cualquier finalidad, aislado en sí solo.
mostrado Pacheco que una pena ejecutada en forma dis-
tinta es una pena diversa 25 • También es otro acierto des-
26 Cfr.: Carnelutti, Teoría general del delito, traducción de Víctor Conde,
Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1941, ps. 12-14, y Lecciones
2o Código Penal de la Nación Argentina, ley 11.179, edición oficial, Ta- sobre el proceso penal, traducción de Santiago Sentís Melendo y prólogo de
lleres Gráficos Argentinos de L. J. Rosso y Cía., Buenos Aires, 1922, p. 119. Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, 4 vols., Ediciones Jurídicas Europa-América,
21 Ibídem. Buenos Aires, 1950, t. I, ps. 69-72, y t. IV, ps. 191-259, así como Cómo se hace
22 Ibídem, p. 120. un proceso, traducción de Santiago Sentís Melendo .y Marino Ayerra Redín,
23 Ibídem.
Edeval, Valparaíso, 1979, ps. 25-32 y 139-145, y otros muchos escritos del
2 4 Ibídem. En relación con estos párrafos, cfr., también, en el mismo mismo autor.
volumen, p. 233. 21 Siguen a Carnelutti en este punto otros procesalistas italianos, como
25 Y prosigue: "Las circunstancias y los accidentes, si no lo son todo, Guglielmo Sabatini, Principii di Diritto processuale penale, I, 3" edizione,
son indudablemente mucho en esa esfera". El Código Penal concordado y riveduta e aggiornata, Catania, 1948, p. 146, y también, con mayor o menor
comentado, cit., t. I, p. 445. fidelidad, algunos españoles.
122 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 123

Es más, que en su ejercicio y aplicación el Derecho penal que se acostumbra considerar su manifiesto fundacional.
sea inseparable del procesal penal significa que junta y [~n 1935 señalaba un especialista en el tema, Francesco
paralelamente a la actuación de aquél hasta la extinción iracusa, que la verdadera y propia autonomía de este
de la responsabilidad criminal por la total ejecución de Derecho venía siendo proclamada y difundida abierta y
la pena, ha de prolongarse el último, regulando la acti- virilmente en la bella y batalladora "Rivista di Diritto
vidad de cuantos intervengan en dicha actuación y ago- Penitenziario", que desde 1930 se editaba en Roma a ex-
tándose a la vez así con la ejecución la sanción y la acción pensas del Ministerio de Gracia y Justicia italiano y di-
penal; o en frase del padre Jerónimo Montes, de la Orden rigía el insigne director general de los Institutos de Pre-
de San Agustín: "La ejecución o cumplimiento de la pena vención y de Pena, Giovanni Novelli 3•1; y, por lo demás
es el último momento de la acción y la sanción penal" 28 . y aunque fuera "cediendo a la obstinada y monótona pré-
De los intentos por recortar o encontrar en el árbol dica" de éste 35 , en el III Congreso Internacional de De-
del Derecho una rama nueva cuyo objeto sea específica- recho Penal36, celebrado en Palermo durante el mes de
mente la ejecución de las penas, el más arraigado es el abril de 1933, en la asamblea plenaria y tras grandes
del pretendido Derecho penitenciario. Marc Ancel señala aplausos, fue aprobada una resolución que proclamaba
en el Prefacio de una obra de Stanislaw Plawsky 29 que la existencia del Derecho penitenciario, "constituído por
este Derecho es en gran parte una novedad del siglo XX, el complejo de las normas legislativas que regulan las
e incluso, en ciertos aspectos, de su segunda mitadªº, pero relaciones entre el Estado y el condenado desde el mo-
ya en los inicios de su segundo decenio emplea N. H. mento en que la sentencia de condena legitima la eje-
Kriegsmann en Alemania la locución Derecho penitencia- cución, y el cumplimiento de ésta en el sentido más amplio
rio 3 1 , en el siguiente se la encuentra con reiteración en de la palabra", sin perjuicio de reconocer seguidamente
Italia 32 y en 1933 publica N ovelli, también en Italia, su que "está todavía en un período de elaboración, sobre todo
célebre artículo L'autonomia del Diritto penitenziario 33 , en lo concerniente a medidas de seguridad", por lo que
"el Congreso limita su voto en el sentido de que, desde
28 Derecho penal español, 2 1 edición, 2 vols., San Lorenzo de El Escorial, este momento, se confiera a la ejecución de que se hablado,
1929, t. II, p. 518. • un ordenamiento jurídico completo" 37 •
2 9 Droit pénitentiaire, Université de Lille 111, s. a. [1977).
°
3 Cfr. ibídem, p. 7.
31 Einführung in die Gefiingniskunde, Heidelberg, 1912; traducción de 34 Cfr. sus Istituzioni di Diritto penilenziario, Milano, 1935-XIII, p. 9.
R. Pérez Bances, con el título Preceptiva penitenciaria, Madrid, 1917, p. 169, 35 Jiménez de Asúa, Tratado, cit., t. I, cit., p. 69.
y también más adelante. as "Et non seulement pénitentiaire", acota con agudeza Quintano Ri-
32 Así: De Mauro, Il problema di una scienza e di un Diritto peniten-
pollés, Les aspects modemes des institutions pénitentiaires ibéro-américaines,
ziario, en "Rivista Penale", de Roma, 1926, ps. 105 y ss.; Ugo Conti, Diritto rapport présenté au Congres pénal et pénitentiaire hispano-luso-américain
pena/e penitenziario, en la misma revista y año, ps. 125 y ss.; Tesauro, La (Madrid, juillet 1952), traduit de l'espagnol par Jacques B. Herzog (en "Revue
natura e la funzione del Diritto penitenziario, en "Rivista di Diritto Peni- lnternationale de Droit Pénal", de París, 1952, ps. 259-291), p. 270. El ori-
tenziario", de Roma, ps. 237 y ss. ginal castellano de esta ponencia se ha publicado mucho después en el Apén-
33 Originariamente, fue una conferencia pronunciada en la Real Uni- dice de los números 165 y 166 de la "Revista de Estudios Penitenciarios",
versidad de Roma el 12 de enero de 1933, y se publicó como artículo en la de Madrid, abril-junio y julio-setiembre de 1964, ps. 15-32 y 33-44, respec-
"Rivista di Diritto Penitenziario", cit., 1933, ps. 5-56. Existe traducción cas- tivamente.
tellana, de Angélica Leonor López, publicada en la "Revista Penal y Peni- 37 Cuadro de conjunto de los votos y resoluciones adoptados por los
tenciaria", de Buenos Aires, año VIII, n°•· 29-30, julio-diciembre de 1943, ps. congresos de la Asociación Internacional de Derecho Penal, en "Revue ln-
425-468. tornationale de Droit Pénal", cit., 1948, p. 403.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 125
124 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA

Cristaliza en este voto la necesidad que había seña- . ll'Celario, pero cuya elaboración se pedía y se i?-t~nta~a
lado Rappaport 38, de una neta separación entre ley penal, •n numerosos proyectos, e incluso, según puntualizo Qum-
procedimiento penal y ejecución penal, postulando la exis- lano 41 había comenzado a lograrse ya en algunos países,
tencia de tres códigos distintos, que se correspondiesen y de 1~que hoy, con la proliferación posterior de los códig~s
con los tres sujetos diversos que serían, respectivamente, o las leyes de ejecución en muchos de ellos, no cabria
el legislador, el juez y el ejecutor, según el modelo de dudar; y autonomíajurídica, que es "la más i1?portante"
la triple legislación polaca en materia civil, comprendida y la que formuló Novelli en 1933, en el s~nt1do_d~ <:J.Ue
en el Código Civil, el Código de Procedimientos Civiles tal Derecho constituye un distinto ordenamiento Jund1co,
y la Ley de Ejecución Civil. Pero Rappaport rehúye la cuyas normas, si bien contenidas por lo común ei: fue~te_s
cuestión básica de si la ejecución penal posee una entidad diversas están unidas íntimamente por una finahdad um-
propia y distinta, válida y suficiente, que la dt>tara de ca 1 la d~ realizar la ejecución en su contenido jurídico
carácter autónomo y sustancial; y, por lo demás, la sede de restricción de los bienes jurídicos del sentenciado, Y
del tratamiento legal de una materia ofrece escasa im- en su misión de readaptación social de él, habiendo de-
portancia científica, pues no es sino una cuestión de po- venido ya en aquella sazón a un grado imponente de ma-
lítica legislativa. Ahora bien, semejante pretensión su- durez sea por haber añadido y juntado a las penas las
pone el pensamiento de la independencia del Derecho medidas de seguridad, sea por la individualización en el
penitenciario, porque, como escribió Arturo Santoro 39 , "en tratamiento ejecutivo y el reconocimiento de los derechos
el fondo, la idea señalada por Rappaport y por otros, de subjetivos del condena~o. . . ,
un código de ejecución penal, distinto del código penal De la ingente cantidad de defimc10nes que se han
y del de procedimiento penal, para tener un fundamento dado del Derecho penitenciario 42 , la de quien puede ser
y una justificación racionales, debería apoyarse precisa- llamado su creador, Novelli, es la siguiente: "El conjunto
mente sobre la ejecución como rama por sí del Derecho". de normasjurídicas que regulan la ejecución de las penas
Esta autonomía es, para sus defensores 40 , completa y de las medidas de segurida~ ~esde el ~om~~t~ 43en que
y se manifiesta en un triple orden: autonomía científica, es ejecutivo el título que legitima su eJecuc~on . • Y l_o
reconocida, a su ver, en Italia, por el real decreto 1329, concibe como "la realización positiva de la ciencia pem-
de 1 de octubre de 1931, por el cual se modificó los es- tenciaria en el ámbito de una legislación determinada" 4.
4

tatutos de la entonces Real Universidad de Roma y se


instituyó por vez primera una cátedra para la enseñanza
41 .Cfr. Les aspects modernes des institutions pénitentiaires ibéro-amé-
del Derecho penitenciario; autonomía legislativa, que re-
ricaines, cit., p. 274. G ;
conocen que no existía aún en Italia ni en ningún otro 42 Mencionemos ad exemplum las de Altmann Smythe, Beeche, arcia
Estado, porque las normas relativas a la ejecución se en- Ramírez, Lahura y Plawsky.
contraban repartidas entre el código penal y el de pro- 43 Ob. cit., p. 7.
44 Ibídem, p. 49. . . . . . .
cedimiento, más las leyes y los reglamentos de carácter Para Siracusa, ob. cit., p. 5, el Derecho pemtenciano der!va d~ la Ciencia
penitenciaria como su "reflejo jurídico". Y para Be~che, S~stem_atz~a,,de _la
38 Cfr.: Stanislaw Rappaport, Per un codice di esecuzione penale in Po- ciencia penitenciaria (Ensayo) (en "Revista de Estu¡hos Pemtenciar10s , cit.,
lonia, en "Rivista di Diritto Penitenziario", cit., 1930, p. 1325. nº"· 67 a 74, de octubre de 1950 a mayo de 1951), 9, dicho Derecho es una
39 L'esecuzione penale, 2 1 edizione rinnovata, Unione Tipografico-Edi- "parte" de tal ciencia. . . .
O sea, que, para sus partidarios, este Derecho viene a ser el prec1p1tado
trice Torinese, Torino, 1953, p. 9.
40 Cfr.: Siracusa, oh. cit., ps. 10-12.
o concreción jurídica de la ciencia penitenciaria.
126 MANUEL DE RlVACOBA y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 127

Por lo cual, parece lógico, para comprender el intento de Penitenciario Internacional, de San Petersburgo, en 1890,
tal Derecho, remontarse, así sea con brevedad, a la noción si bien aún "el relator, M. Jules Lacointa, se quejaba hu-
de esta ciencia. biera lugar de «extrañarse de que la ciencia penitenciaria
Su primera señal de vida parece ser el título de una estuviera tan descuidada, cuando es el indispensable com-
obra del profesor alemán N. H. Julius, Lecciones previas plemento de la enseñanza teórica»" y la expresión "no
sobre la ciencia penitenciaria, publicada en Heidelberg es todavía de uso corriente en los textos" 48 • Luego e in-
45
en 1828 , adelantándose así en seis años al término pe- cluso en la actualidad ambas denominaciones se han iden-
nología (penology), empleado por primera vez en una carta tificado y se identifican 49 ' 5 º, pero el neologismo penología,
privada que el publicista germanoamericano Francis Lie- frecuente en otros países, fue mal recibido en Francia,
ber (1800-1872) dirigió al célebre Tocqueville (1805-1859) donde en su lugar alcanzó valor general el nombre de
15
en 1834· ; y en lo sucesivo una y otra denominación de- ciencia penitenciaria, que los franceses tomaron 51 de los
batirán para designar la disciplina que se ocupa de la cuáqueros de Pensilvania, y sabido es el influjo decisivo
fase ejecutiva de las penas, pugna en la que la primera que en semejantes ocasiones ejerce el uso francés 52 •
tendrá al cabo mejor fortuna que la segunda. No obstante Sin embargo de que a simple vista se percibe que
dicho antecedente, el uso del vocablo penitenciario, apli- la voz penología denota un contenido mucho más amplio
cado a materias penales, sólo se inicia, o se acentúa, hacia y rico que la expresión ciencia penitenciaria y que el de
1850, cuando, en oposición a la tendencia de los crimi-
nalistas prácticos, que defendían la deportación y la co-
48 Beeche, ob. cit., 2.
lonización, con la utilización en ellas de la mano de obra 49 Cfr.: Cuche, ob. cit., p. 1; René Garraud, Traité théorique et pratique
de los condenados, otros, los "penitenciaristas", estiman du Droit pénal franr;ais, troisieme édition, completement revue et considéra-
y preconizan que es preferible dejarlos en la metrópoli blement augmentée, 6 vols., Sirey, Paris, 1913 y ss., t. I, ps. 37-38, y Robert
Schmelck y Georges Picea, Pénologie et Droit pénitentiaire, Cujas, París, 1967,
para someterlos a un régimen moralizador progresivo, im- p. 42.
portado de ciertas prisiones de Norteamérica o de la Gran 50 En cambio, otros autores rechazan muy razonada y atinadamente

Bretaña, movimiento, éste, íntimamente relacionado con la identificación, pues evidente resulta que, en buenos principios, la penología
ha de referirse a las penas en general y la ciencia penitenciaria sólo a las
la aparición o el desarrollo preponderante de las penas de prisión. Cfr.: Cuello Calón, ob. cit., ps. 5 y 8, y Derecho penal, t. I (Parte
reformadoras y que se ha referido siempre con exclusi- general), 101 edición, Bosch, Barcelona, 1951, ps. 721-722; Sáinz Cantero, La
vidad a las de prisión 47 • U nido el vocablo a la palabra ciencia del Derecho penal y su evolución, Bosch, Barcelona, 1970, ps. 37-38,
y Lecciones de Derecho penal, Parte general (publicados, 3 vols.), t. I, Bosch,
ciencia en la locución Ciencia penitenciaria, empieza a Barcelona, 1979, ps. 89-90; García Ramírez, La prisión, Fondo de Cultura
u_sarse en la segunda mitad del mil ochocientos, apare- Económica-Universidad Nacional Autónoma de México, México, D.F., 1975,
ciendo ya consagrada tal denominación en el IV Congreso p. 45, y Garrido Guzmán, Manual de ciencia penitenciaria, Edersa, Madrid,
1983, ps. 5-6.
51 Según Howard Wines, Punishrnent and reformation, 31 edición, New
45
Cfr.: Ladi_slao Thot, Ciencia penitenciaria, Universidad Nacional de York, 1919, p. 2.
La Plata, 1937, p. 8, y luego otros muchos autores, como Beeche, ob. cit., 2. Nótese el origen y carácter religioso y moralizador de esta denominación,
46
Cfr.: Jiménez de Asúa, Tratado, cit., t. J, cit., p. 168, y Cuello Calón muy en consonancia con la finalidad correctiva asignada a las penas privativas
Penología., Reus, Madrid, 1920, p. 5, nota 1, basándose ambos en Howurd de la libertad y la colaboración que desde el primer momento prestaron a
Wines, Prison reform and criminal law, vol. J de Correction and prevention, su ejecución personas y asociaciones de diversas tendencias, sin nada que
New York, 1910, p. 146. ver generalmente con Jo jurídico, encendidas todas en el fuego de la caridad.
47
Cfr.: Paul Cuche, Tra.ité de science et de législation pénitcntiaires 62 Así, en Alemania se dice Gefiigninwesen (Ciencia de las prisiones)
Paris 1 1950, ps. 4 7 y ss. ' y en Italia se habla, en plural, de las Disciplirie carcerarie.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 129
128 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA

ésta cabe perfectamente o es una parte dentro de aquél, tuación de hecho creada por el Derecho, prescindiendo
6
también se comprende que la última haya ido ensanchan- de su naturaleza jurídica, penal o procesal 5 , sin ningún
do su campo de acción hasta abarcar "todas las diversas rigor jurídico y, a lo sumo, ani~adas de un_ ~spíritu _ca-
clases de penas, las medidas de seguridad, el patronato ritativo o filantrópico. Se exphca con facilidad asi lo
y las instituciones postcarcelarias" 53 , y la sinonimia de desdibujado de sus perfiles y que en consecuencia haya
hecho entre ambas, pues el fulgurante y formidable des- rebasado con prontitud los aspectos ejecutivos o de cum-
arrollo de las penas privativas de la libertad, que en poco plimiento de las penas privativas de libertad, para ocu-
más de un siglo se convirtieron en las penas por anto- parse de éstas en general y aun de las de_más, en cuanto
nomasia, arrinconando en el olvido o reduciendo a oscura quedan todavía residuos de ellas en el s1st~ma penal, _Y
penumbra las restantes y monopolizando en la realidad también que, no obstante hallarse muy leJos ~e rem~ir
la función penal, había de hacer que la disciplina que los requisitos exigidos desde cualquier punto de vista epis-
las tiene por objeto apareciera como la única en materia temológico para asumir tan ambicioso título, hay_a p~o-
de ejecución de las penas, atrajera a sí todos los aspectos curado dignificarse con el prestigioso nombr~ de cie1:1cia•.
y problemas de la privación de la libertad, incluídos los Con su mesurado criterio de jurista estricto, Kriegs-
extrapenales, y desplazara cualquier otro concepto o de- mann asigna a la ciencia penitenciaria la investigación
nominación 64 • de los medios que sirven para la realización del Derec~o
Ahora bien, no hay ningún inconveniente en ubicar penal y, por tanto, una función auxiliar y complementaria
la Penología, concebida de manera abstracta y general de éste 57 , y señala que la diversidad de fines que las res-
como tratado de la pena 55 , dentro del Derecho penal, pero pectivas teorías proponen en él para la pena hace 5
que
carece de sustento lógico pretender fundar una ciencia " b 1 ·1
aquélla se encuentre so re un sue o vac1 an e • t " ª
sobre una modalidad de penar concreta e histórica, y, por Sobre tal base, movediza y borrosa, hay que aden-
concreta e histórica, esencialmente accidental y transi- trarse hacia la entraña del Derecho penitenciario; y, como
toria, por no decir, en este caso, fugaz. Es más, lo que es de prever, nada hay en él firme ni claro. Ni siquiera
con impropiedad se ha llamado ciencia penitenciaria no acerca de su denominación reina acuerdo entre sus par-
pasa de ser un cúmulo abigarrado y heterogéneo, y, por tidarios. El propio Siracusa dice que "se puede discutir
supuesto, asistemático e inconexo, de experiencias, refle- si es más oportuno dar a esta rama del Derech? el ~~mbre
xiones, iniciativas y aspiraciones, cuando no meras des- de Derecho penitenciario o el de Derecho de eJecucwn pe-
cripciones, relativas a la privación de libertad como si- nal, como quería Rappaport, pero la terminología no afee-

56 Sáinz Cantero, La ciencia del Derecho penal, cit.,_ p. 37, Y Lecciones,


53 Cuello, Derecho penal, cit., ps. 721-722, prosiguiendo: "Como se ve,
tan amplio contenido rebasa con exceso el calificativo penitenciario, que nació cit., t. I, cit., p. 89, la concibe "como rama de la Pe~olog:¡_~que se _ocup_ade
para designar exclusivamente cierta modalidad de ejecución de las penas de la pena privativa de libertad, de_ sus mét~d-~s de eJec~~10n y aph~ac1on, Y
privación de libertad inspirada en un sentido de expiación reformadora". Con- de toda la problemática que la vida en pns10n plantea • Y a partir de t~l
forme, Sáinz Cantero, La ciencia del Derecho penal, cit., p. 37, y Lecciones, base nada tiene de particular el que ciertas definiciones del Derecho pem-
cit., t. I, cit., ps. 88-89. tenciario incluyan en él el régimen de las medidas d~ _s_egurid~d.Y hasta el
54 En sentido concordante, Beeche, oh. cit., 2. de institución tan eminentemente procesal como la pns10n prov1s10nal o pre-
56 Y no en otra parece que la entendió Lieber: "la rama de la ciencia ventiva.
criminal que se ocupa (o debe ocuparse) del castigo del delincuente" (según 67 Ob. cit., p. 141.
Howard Wines, Prison reform and criminal law, ob. y lug. cits.). 5s Ibídem, p. 142.
130 MANUEL DE RN ACOBA y RIVACOBA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA l:ll
ta a la autonomía. Desde el punto de vista científico, qui-
zá es más exacta la denominación Derecho de ejecución Mucho más grave que esta inseguridad en lo termi-
penal; pero, puesto que el núcleo más importante y vistoso nológico es que caracterizados partidarios de ~u sustan-
de éste lo constituye la ejecución de las penas de priva- tividad y autonomía reconozcan su dependenc1~ ~el De-
ción de libertad, pensamos que se adecua mejor a nuestro recho administrativo, tesis que echa en de~mtlva por
Derecho la calificación de penitenciario, término más en tierra la misma personalidad e independ~ncia que pro-
consonancia con la sustancia y la tradición" 59 • Entre los curan afirmar. De esta suerte 65, no puede sm_osorpr~n~er
españoles, Quintano, que es quien con mayor entusiasmo que nada menos que Novelli asienta al caracter l11b!'1_do
y decisión
60 se adhirió a los propugnadores de este Dere- del Derecho penitenciario, y que lo destaque Beeche 5 , Y
cho , advierte con su típica agudeza lo equívoco de la que no se trata de una aseveración aislada se comprue~a
expresión Derecho de ejecución penal 61 • Mucho después, con lo que antes había escrito Tesauroº 7 y mucho despues
García Ramírez y Plawsky distinguen entre Derecho de repite Lúder 68. Inclusive para. Siracusa, q~e traz~ con
ejecución de penas y Derecho penitenciario, concibiéndo- gran finura la distinción y relaciones entre dicho Dei echo
los en relación, el primero, de género a especie 62 , y, el y los Derechos penal y procesal pen~l ~9 , la ~jecución tiene
segundo, del todo a una parte 63 . Asimismo, para Mau- preponderantemente carácter ad~m1s~ra~1~0, en cuanto
rach, "el Derecho penitenciario (de las penas privativas realización de la restricción del bien Jurid1co ez:i qu~ se
de libertad) constituye sólo una parte, aunque con mucho concreta la pena o la medida de seguridad_, de c_onform1dad
la más importante, del Derecho de ejecución penal: se con el pronunciamiento del juez (t~tulo eJe~utlvo), que no
ocupa de la configuración práctica de las penas privativas establece los límites ni el contemdo, y solo ~n caso de
de libertad;, 64 • que durante dicha realización s1;1rjacontroversia entre la
autoridad que ejecuta la sentencia y el condenad? respec~o
59
Oh. cit., ps. 12-13. En el mismo sentido, Lahura, Derecho peniten- al contenido o los límites de tal ejecución, puede mterv~mr
ciario y ejecución penal en el Perú, Lima, 1942, p. 346.
el órgano J·urisdiccional, y son decisivas sus det_ermma-
ciones para reintegrar ese contem ·ao y esos l'1m1t e s10.n
A pesar de su característica ambigüedad y falta de posición definida,
parece admitir la sustantividad y autonomía del Derecho penitenciario, aun-
que prefiriendo la expresión Derecho de ejecución penal, Cuello Calón, Derecho
penal, cit., ps. 723 y 742.
65 Se prescinde aquí de Kriegsmann, para quien no puede caber d~da
En la Argentina, Ítalo A. Lúder, El sistema jurídico de la ejecución
penal, Instituto de Investigaciones y Docencia Criminológicas, La Plata, 1959, acerca de la caracterización jurídica del Dere~ho penitenciario, que sef refi~r~
8 una actuación del Poder Ejecutivo y constituye, por tanto, una es eJa ~
ps. 9 y 10, entiende que la denominación más precisa y comprensiva es la
de Derecho ejecutivo penal. Derecho administrativo (cfr. oh. cit., p. 169); lo cual no obsta a su depen e~c1~
6
° Cfr. Les aspects modernes des institutions pénitentiaires ibéro-amé-
ricaines, cit., p. 270.
de los principios del Derecho penal material y del Derecho procesal (cfr. 1b1-
dem, ps. 170-172).
61 66 Cfr. oh. cit., 9.
Cfr. ibídem, p. 272, con una sagaz referencia a Ferruchio Falchi en
su Diritto penale esecutiuo, 3 vols., Zannoni, Padova, 1934-1935. 67 Cfr. oh. cit., p. 237.
62 Cfr. lug. cit. 68 Cfr. oh. cit., ps. 12 y 13-14.
63
Cfr. ob. cit., ps. 29 y 30. De manera semejante nos habíamos ma- 69 Cfr. oh. cit., ps. 13-21.
nifestado nosotros en El derecho de ejecución de las penas y su enseiianza 70 Cfr. ibídem, ps. 14-20. . ., l
(en "Revista Penal-Penitenciaria", de Santa Fe, 3-4, 1965, ps. 123-141), ps. 71 En perspectiva completamente distinta, también Sebashan So er _co_~-
125 y 127. sidera al que llama Derecho penal ejecutivo, "parte del Derecho admm1s-
64
Tratado de Derecho penal, cit., t. I, p. 28. Por cierto, no acaba de trativ~", sin perjuicio por ello de r~conocerl~ 1:elativa auton_omía ~ de en,~eng~:·
configurarlo muy autónomamente, sino que parece incluírlo en lo adminis- ·ustíficado, "desde el punto de vista metod1co, un estudio aut?nomo_ . •
trativo (cfr. t. I, ps. 15-16, y t. II, ps. 505-506). !u De,.echo penal argentino, 11 ed., 2 vol s., El Ateneo, Bue_nos Aires-Cordoba,
1940, t. I, ps. 13-14. Inalterable, en lus estampas posteriores.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 133
132 MANUEL DE RN ACOBA y RN ACOBA

tenciario. Don Constancia Bernaldo de Quirós lo concibe


El rasgo verdaderamente original, significativo y va- "como una dependencia del Derecho penal, en toda su·
lioso de este intento, empero, reside en su denodado afán amplitud y su conjunto", ''un capítulo, una sección, una
por extraer de la discrecionalidad y vagarosidad de lo parte, una división del Derecho penal" 74 ; y Fran~fsco Bueno
administrativo el cumplimiento de las penas privativas Arús se limita a admitir el empleo de la expres10n Derecho
de la libertad y extender a él el imperio del principio de penitenciario "siempre y cuando se entienda en el mismo
legalidad, sometiéndolo a rigurosas y precisas normas ju- sentido (impropio) en que se utiliza cuando se habla de
rídicas e igualándolo así con la ejecución de las demás. «Derecho agrario», «Derecho de la circulación» ... o incluso
Acaso quien lo ha puesto en claro con mayor decisión y •·
«Derecho de los menores» • .
1175 76

énfasis sea Quintano, por lo cual, pese a la extensión de Es obvio el que, así corno el Derecho contempla en
la cita, merece la pena recordar con entera fidelidad sus abstracto cada especie criminosa y la penalidad corres-
palabras: "La regle nullum crimen sine lege, imperative pondiente y establece las pautas para que estas previ-
dans toute civilisation digne de ce nom, doit s'accompag- siones generales de la ley sean concr~tadas e? el opo~tt1;no
ner de la regle nulla poena sine lege, tant vis-a-vis de pronunciamiento judicial para cada smgulanda~ delictiva
la peine au point de vue abstrait, que de son exécution de la realidad tiene que regular cuantas actuac10nes sean
concrete. Le Droit ne peut pas se desintéreser du con- - precisas para' trasladar a la práctica y hacer efect~va _la
damné apres le prononcé de la condamnation et le priver pena impuesta, esto es, su ejecución. Lo que de nmgun
de sa protection supreme en le livrant a l'arbitraire aju- modo es obvio ni necesario, sino empíricocultural y, por
ridique d'une administration qui le prenne en charge sans ende, histórico, o sea, contingente y eminentemente lábil
etre tenue par les garanties juridico-judiciaires qui sont y mutable, es que en los respectivos ordenamie~tos se
la raison d'etre du Droit lui-meme. 'L'arrét de éondam- fijen unas penalidades determinadas y no ot~as d1~e~en-
nation, qui établit une peine, maintient la relation ju- tes. De donde se sigue que a los contrasentidos logicos
ridique entre la société et le délinquant bien qu'il le trans- que sin tardanza veremos que presenta cualquier inte1~to
forme" 72 ; argumento que se remacha con el siguiente: secesionista en materia de ejecución penal el referir éste
"Procéder par la voie administrative équivaut a priver
le Droit pénal de l'essence libérale inhérente a notre cul- 74 Oh. cit., p. 11. . .
ture occidentale puisque cela revient a reduire a néant 75 Sobre la autonomía del Derecho penitenciario (Notas provisionales)
le dogme impératif de la légalité" 73 • Mas tal afán, en vez (en el ''Boletín de Información" del Ministerio de Justicia, de_Madrid, n 2 741,
25 de julio de 1967, ps. 3-6, y en su libro misceláneo Estudws penales Y pe-
de apuntalar la autonomía de lo penitenciario, recaba su nitenciarios, Instituto de Criminología de la Universidad Complutense de Ma-
inclusión en lo punitivo. drid, 1981, ps. 121-124), ps. 6 y 124, respect~vamente. _ ., "
76 Jiroénez de Asúa Tratado, cit., t. I, cit., p. 68, escnb10: No creemos
Por lo demás, la opinión de los penalistas españoles que todavía pueda asumir la preceptiva penitenciaria :l pr:stigioso título
que mejor han trabajado y que de mayor autoridad disfrutan de Derecho". Prácticamente idéntico, en La ley y el delito, cit., p. 23.
en estos ternas también es desfavorable al Derecho peni- En la Argentina, para Núñez, Derecho penal argentino, 7 vols., Editorial
Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, 1959 y ss., t. 1, ps. 11 Y _12,Y_1;Ianual,
cit., ps. 9-10, y Fontán, Tratado, cit., t. I, p. 37, el Derecho de eJecucwn pen~l
12 Les aspects modernes des institutions pénitentiaires ibéro-américai- no pasa de ser un capítulo del Derecho penal, mientras que ?ara -~affarom,
nes, cit., p. 270. Manual, cit., ps. 69-71, y Tratado, cit., t. I, ps. 200-209, la eJecuc1on de las
El mismo pensamiento, en Cuello, Derecho penal, cit., p. 742. penas no es materia que corresponda al Derecho penal de fondo, y el Derecho
7 3 Les aspects modernes des institutions pénitentiaires ibéro-américai- de ejecución penal es independiente.
nes, cit., p. 278.
134 MANUEL DE RIVACOBA Y RIVACOBA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE Lo\ PENA 135
a una clase de penalidades suma la ausencia de una base todo el Derecho punitivo, hasta el postrero instante de la
normativa y conceptual adecuada, porque no se lo asienta ejecución. O sea, en resumen, que en un examen atento
sobre una noción jurídica, sino sobre una realidad his- y detenido de la cuestión no se justifica ni un Derecho
tórica, la cual nunca puede servir de fundamento, jurí- de ejecución penal, o de las penas, ni, menos, un Dere-
dicamente, para una división o rama del Derecho ni, epis- cho penitenciario.
temológicamente, para una disciplina científica que la Cuestión por completo distinta es la de las ventajas
tuviese por objeto. Es decir, no puede referirse una rama o los inconvenientes que haya en que lo que se reivindica
del ordenamiento a la ejecución de una pena, o de una como su objeto sea estudiado separadamente, pues el de
clase o especie de penas, y menos a la de una clase o disciplina científica y el de asignatura, tal vez incluso
especie tan poco estable, que no ha aparecido en los ca- con una cátedra para su enseñanza, son conceptos muy
tálogos de puniciones hasta lo que se dio en llamar Edad diferentes, que pertenecen el uno a la teoría de la ciencia
contemporánea y que, tras una vida tan intensa como y el otro a la pedagogía y se justifican el primero por
corta, lleva ya cosa de medio siglo en franca crisis 77 . la especificidad e independencia de su objeto o de su mé-
Pero que la ejecución, no ceñida a una especie par- todo y el segundo por razones docentes y discentes. Hace
ticular de pena, sino genéricamente entendida, sea un muchos años que nos manifestamos en este sentido 78 , y
contenido y un concepto necesarios del Derecho tampoco más tarde ha escrito concordantemente Ángel Latorre:
implica que exista en el ordenamiento una rama dedicada "Si un proceso de especialización es necesario, no es quizás
por separado a ella. La entidad y el objetivo tanto de aconsejable la tendencia, hoy bastante extendida, a crear
la pena en sí como de cualquier amenaza penal sólo pue- nuevas parcelas independientes en el campo del Derecho,
den hacerse realidad y cobrar efectividad en y mediante porque tiende a acortar la perspectiva del jurista y hasta
su cumplimiento. Por consiguiente, seccionar al tratado a inventar diferencias y distinciones que justifiquen aque-
de la pena su regulación y estudio lo deja, no ya gra- lla autonomía. Que ciertos sectores del Derecho ofrezcan
vemente incompleto, sino, con mayor exactitud, realmente algunas particularidades o sea conveniente su estudio o
vacío; y con tal proceder el Derecho punitivo se reduciría, su enseñanza independiente no basta para elevarlos al
en verdad, apenas a un nudo Derecho delictuoso. Ahora campo de rama autónoma, cuando no presenten la acu-
bien, como el delito reclama la pena y ésta lo supone y sada individualidad que sólo justifica esa autonomía"w.
es ininteligible sin él, de modo que ambos se complemen- A pesar de todo lo que antecedeªº, se ha de reconocer
tan y se constituyen en los dos objetos esenciales de una que la legislación que señala los delitos y las penas y
normatividad única y de la ciencia que la estudie, la eje-
cución no puede pertenecer a ninguna rama que no sea 78 Cfr. principalmente nuestro artículo El Derecho de ejecución de la;;
penas y su enseñanza, cit., ps. 124 y 127, y nuestro libro División y fuentes
la de la pena, que es la misma que la del delito, el Derecho del Derecho positivo, Edeval, Valparaíso, 1968, ps. 41-42 y 52-53.
criminal o penal. Con esto, y sin necesidad de postular 7 9 Introducción al Derecho, Ariel, Barcelona, 1968, p. 181.
80 Acerca de lo cual hemos versado con gran amplitud y nutrida biblio-
ninguna nueva rama jurídica, recibe base y queda ase-
grafía en nuestro estudio El problema de la sustantividad y autonomía del
gurado por igual el imperio de la legalidad a lo largo de Derecho penitenciario, publicado en la "Revista de la Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales", de Montevideo, año XIV, n 2 4, octubre-diciembre de 1963,
ps. 735-790, y en los capítulos I y II de nuestra tesis doctoral, calificada de
77 Cfr.: Ruiz-Funes, La crisis de la prisión, Jesús 1fontero, La Habana, "sobresaliente" por la Universidad de Madrid en 1957. También hemos trn-
1949. tado la materia más brevemente en numerosas publicaciones menores.
136 MANUEL DE RIV ACOBA y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 137

las normas que regulan su ejecución, los que aplican la No sólo en modestas leyes de ejecución campea este
una y las otras y quienes las estudian son completamente pensamiento, sino igualmente en documentos de mayor
ajenos entre sí. Se diría que constituyen dos mundos que fuste legislativo, como el en su momento bien publici-
no se tocan ni se relacionan ni comunican. Para que la tado 85 Proyecto de Código Penal que preparó para la Ar-
esquizofrenia en esta región de la vida y del saber sea gentina en 1974 una Comisión oficial, algo variopinta,
total, tampoco el régimen jurídico·y la realidad de la eje- pero inspirada sin duda en todos sus integrantes por un
cución en los hechos guardan sino algunos puntos de con- acendrado patriotismo que corría a las parejas con una
tacto o pálidas semejanzas, ni quienes se ocupan en ésta irrefrenable vocación codificadora y un denodado empeño
suelen preocuparse mucho de aquél. Como observa un por dejar inscrito su nombre en algún código punitivo,
penalista costarricense, "el campo penitenciario es uno que compusieron los doctores Carlos Acevedo, Enrique R.
de los aspectos de la vida social en donde más agudamente Aftalión, Enrique Bacigalupo, Ricardo Levene (h.), Alfredo
se evidencia el abismo que existe entre los postulados Masi y Jesús E. Porto. Su art. 19, que no fue reparado
legales y la realidad" 81 • u objetado en este punto por ninguno de sus autores 86 ,
prescribe: "Las penas que establece este Código persiguen
2. - En la actualidad, las legislaciones y la doctrina principalmente la reeducación social del condenado" 87 • Mas
concernientes a la ejecución de las penas, o, en otras pa- en ningún momento aclara cómo se logrará tal finalidad
labras, a su individualización ejecutiva o penitenciaria ª2, con la multa o la inhabilitación ni, muchísimo menos,
se orientan o declaran orientarse, en su abrumadora ma- mediante una privación de libertad en la práctica a per-
yoría, por no decir la casi totalidad, hacia la resociali- petuidad, a la que se puede llegar para los delincuentes
zación del condenado; concepto con el cual, aunque, ha- que la Exposición de motivos califica como "habituales
blando estrictamente, disten mucho de ser equivalentes,
o por tendencia". En realidad, ni esto ni otras disposi-
se puede identificar otros también en boga al respecto 83 ,
ciones, en sí o por sus efectos bastante severas, pueden
pero que se halla asimismo muy lejos, por su parte, de
ser nítido ni firme. Conforme escribió con gran razón ha-
ce años el profesor Antonio García-Pablos de Malina, "el utopía, mito y eufemismo, había aparecido antes en "Anuario de Derecho Penal
y Ciencias Penales", cit., t. XXXII, fascículo 111,setiembre-diciembre de 1979,
pensamiento de la resocialización es un cajón de sastre ps. 645-700. •
y una caja de sorpresas" 84 • 85 Pásesenos el voquible, en gracia al uso y a lo expresivo que resulta
en este caso.
86 Sin adentrarnos en las particularidades que presenta su texto, es
Bl Fernando Cruz Castro, La pena privativa de libertad (en el libro de recordar una verdaderamente extraña que singulariza este documento:
escrito juntamente con Daniel González Álvarez, La sanción penal. Aspectos que uno de sus redactores, sin haber dejado constancia de ninguna disidencia
penales y penitenciarios, San José de Costa Rica, Comisión Nacional para a lo largo del trabajo, apareció con una nutrida planilla de ellas no bien
el Mejoramiento de la Administración de Justicia, 1990, ps. 25-61), p. 31. éste estuvo concluído y publicado, y algunas de tal monta y en cuestiones
82 Que otras veces también se llama, por la sede en que se verifica, tan fundamentales, como la relativa al art. 36, sobre la individualización de
administrativa. la pena, que resulta casi incomprensible el que no se le ocurrieran al con-
83 Recordemos entre estos conceptos afines los de readaptación, recu- siderar y debatir las respectivas materias, sino sólo después, al contemplar
peración, reeducación, reforma, rehabilitación y reincorporación o reinserción la obra ya acabada, en su conjunto y sometida a la crítica pública, lo cual
social. Cfr. supra, capítulo III, 4, in fine. evidencia una subida capacidad de autocrítica y una notable versatilidad de
84 La supuesta función resocializadora del Derecho penal (en su libro juicio.
misceláneo Estudios penales, Bosch, Barcelona, 1984, ps. 17-96), p. 87. Este 87 El subrayado es nuestro. Por lo demás, conviene poner en relación
estudio, con el título La supuesta función resocializadora del Derecho penal: este artículo con el 21.
138 MANUEL DE RIVACOBA y RlVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 139

asombrar en un texto que hace continuas apelaciones a Esto aparte, es muy cierto lo que dice Francisco Mu-
la peligrosidad, designándola con su nombre auténtico o ñoz Conde: "El optimismo en la idea de resocialización ,
bajo el de personalidad; que exige para la concesión de de ello no cabe duda, ha sido quizá excesivo y hasta tal
la libertad condicional, no ya haber observado buena con- punto acrítico que nadie se ha ocupado todavía de rellenar
ducta durante la internación, sino algo tan impreciso y esta hermosa palabra con un contenido concreto y defi-
de estimación tan subjetiva como "un pronóstico favorable nitivo. Esta misma indeterminación del concepto «reso-
de conducta"; que rebaja la minoría de edad penal a los cialización» impide su control racional y su análisis crítico,
catorce años, sin ninguna atenuación ni siquiera un trato de tal forma que todo el mundo habla hoy de resociali-
más beniITTloen los delitos de cierta consideración para zación, aunque desde diversas y opuestas ideologías y,
quienes apenas superen tan corto límite, y que, para que por supuesto, con finalidades distintas también. El tér-
nada falte, hace del adulterio un delito de acción pública. mino «resocialización» se ha convertido así en un «lvlo-
Ninguno de estos extremos mereció objeción del redactor dewort», en una palabra de moda que por todo el mundo
en otros discrepante, salvo en tres casos en los que pro- se emplea, y no sólo entre los juristas, sin que nadie sepa
puso reemplazar la mención de la peligrosidad por la frase muy bien lo que se quiere decir con ello. Evidentemente
"pronóstico desfavorable de conducta", púdico eufemismo nada de esto habría ocurrido, si desde el primer moment¿
que no alcanza a compensar la longura en el lenguaje. se hubiera delimitado claramente su finalidad y su con- •
Es un cuerpo que coincide en "la atribución al Derecho tenido" 89 ' 90 • Sin embargo, ante la carencia de precisiones
penal de un sentido humanista y misionario [sic] que tiene legales, mediante cierta elaboración constructiva algún
contenido se puede obtener de la resocialización.
por norte al hombre como supremo valor, puesto que es
el creador y portador de todos los valores de la cultura", La más sencilla y clara es la ley alemana de ejecu-
ción 91 • Su parágrafo 2 dispone: "Con la ejecución de la
confesión de parte en la que es fácil percibir más de una
pena privativa de libertad ha de capacitarse al recluso
nostalgia o reminiscencia falangista. No obstante, poco
para llevar una vida, en el futuro, socialmente respon-
después de aparecido se dijo de él "que recoge como preocu-
sable sin delinquir (objetivo de la ejecución). La ejecu-
pación fundamental la discusión políticocriminal y con ello
ción de la pena privativa de libertad está al servicio tam-
del sentido y función del Derecho penal en una sociedad
democrática", y se lo puso como ejemplo o anuncio para 89 La resocialización del delincuente. A.nálisis y crítica de un mito (en
"cuando retornen los vientos democráticos" 88 • Pero ante "Doctrina Penal", rev. cit., año 2, cit., ps. 625-64..1), p. 627. Este artículo se
tamaños intentos ni los incrédulos más empecatados va- puede ver también en la rev. "Cuadernos de Política Criminal" asimismo
cit., 1979, nv 7, ps. 91-106. '
cilaríamos en impetrar del Altísimo que nos libre de se- 90 Un inteligente esfuerzo por dotar de un contenido positivo a este
mejantes "demócratas" y semejantes "mentalidades pro- término, en Bueno Arús, Notas sobre la Ley General Penitenciaria (en "Revista
gresistas". de Estudios Penitenciarios", cit., año XX.XIV,n°•· 220-223, enero-diciembre de
1978, ps. 113-139), ps. 115-116 y 131-132.
91 Ley sobre la ejecución de la pena privativa de libertad y de las me-
88 Juan Bustos Ramírez, Consideraciones respecto a la estructura del didas de seguridad y corrección privativas de libertad, de 16 de marzo de
delito en la reforma penal latinoamericana (en "Doctrina Penal", rev. cit., año 1976, modificada por ley de 18 de agosto, cuya excelente traducción al cas-
2, 1979, ps. 477-488), ps. 478 y 488. "Los vientos democráticos" han retornado tellano, con oportunas notas, de Antonio García-Pablos, se encuentra en
a la Argentina y a Iberoamérica en general hace bastante tiempo, pero el "Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales", cit., t. XX.XI, fascículo II,
Proyecto argentino de 1974 yace tranquilamente en el más profundo olvido. mayo-agosto de 1978, ps. 395-445.
140 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 141

bién de la defensa de la generalidad frente a ulteriores Cuán verdadera es la observación de que las palabras
hechos criminales". Esta idea da un sentido preciso al y su acumulación, que debieran servir para significar las
parágrafo 3, apartado 3: "La ejecución se debe orientar ideas y comunicarlas, en no pocas ocasiones las ocultan
de tal modo que ayude al recluso a reincorporarse a la o confunden, porque, en cuanto se analiza estas nociones,
vida en libertad"; reincorporación que anima luego mu- se descubre que no consisten más que en el propósito de
chos preceptos concretos y que puede incluso llevar a un evitar que el delincuente vuelva a delinquir, que recaiga
moderado acortamiento del encierro. Así, en el parágrafo en el delito, que reincida, o sea, en la vieja preocupación
16, apartado 3: "El momento de la puesta en libertad preventivoespecial de combatir e impedir la reincidencia.
puede anticiparse hasta dos días, si concurren razones Anida en ellas la misma disposición anímica que se tras-
apremiantes que lo reclamen para la reinserción del re- parenta en el refrán vulgar "quien hace un cesto, hace
cluso". un ciento", y que alienta en el infundado prejuicio de que
Harto más difuso sobre el particular es el ordena- quien comete un delito, por esto solo está vocado a cometer
miento italiano 92 • Con todo, combinando los artículos pri- otros, o, dicho más técnicamente, el concepto positivista
meros de la ley y de su reglamento, cabe concluír que de peligrosidad criminal94, que ha de ser tratada en el
la ejecución tiende a la reinserción social del penado, en- delincuente para que no desemboque en nuevos delitos.
tendida como modificación de aquellas de sus actitudes No es mucho, pues, que la resocialización y el tratamiento
que obstaculicen su constructiva participación en la so- se encuentren unidos en forma muy íntima y ·que el es-
ciedad. tudio de la una lleve de manera inexcusable al del otro.
y en España la regulación de la materia tampoco es Tales nociones son coincidentes en distintos países 95 ,
concisa ni terminante, pues la ley respectiva 93 determina y llama la atención el cuidado y detalle con que en todos
en su art. 1 el fin primordial de las instituciones peni- se regula cómo hacerlas efectivas sólo en la privación de
tenciarias, no el de la pena ni el de su ejecución. Para libertad, sin ningún interés, no ya equivalente, pero ni
dar coll éste hay que recurrir al 25, 2, de la que llaman siquiera mínimo, por la finalidad de las restantes penas,
Constitución vigente, y su sentido sólo se consigue in- • disparidad o desequilibrio ya apuntado 96 , difícil de expli-
terpretándolo sistemáticamente en virtud del 59 de la pro- car y que en todo caso disminuye grandemente el vigor
pia ley. Tras todas estas operaciones se puede definir la y la eficacia de este intento. Con independencia de ello,
resocialización o, en el lenguaje legal, "reinserción social" el ordenamiento italiano es, en cuanto a las penas pri-
como la asunción por el interno, de la intención y la ca- vativas de la libertad, de una ambición incomparable, pues
pacidad de respetar la ley penal y subvenir a sus nece-
sidades. 9 4 En el sentido preciso de Ferri, Principios de Derecho criminal. De-
lincuente y delito en la ciencia, en la legislación y en la jurisprudencia, tra-
ducción de José Arturo Rodríguez Muñoz, Reus, Madrid, 1933, p. 273.
92 Ley 354, de 26 de julio de 1975, publicada el 9 de agosto, que da
95 Sumemos aún a este propósito, en la Argentina, la Ley Penitenciaria
normas sobre el ordenamiento penitenciario y sobre la ejecución de las me- Nacional, complementaria del Código Penal (decreto-ley 412/58, de 14 de enero
didas privativas Y limitativas de la libertad, y reglamento para su ejecución de 1958, publicado el 24, y convalidado por la ley 14.467, de 23 de setiembre
(decreto 431, de 29 de abril de 1976). del propio año, publicada el 29), cuyo art. 1 comienza: "La ejecución de las
93 Ley orgánica 1/1979, de 26 de setiembre, general penitenciaria, pu- penas privativas de libertad tiene por objeto la readaptación social del con-
blicada el 5 de octubre. El Reglamento penitenciario, que la desarrolla, fue denado". En todo el texto no hay ninguna explicitación del concepto ni por
aprobado por decreto 1201/1981, de 8 de mayo, y publicado los días 23, 24 lo menos alguna base o pauta para elaborarlo.
y 25 de junio. 96 Cfr. supra, capítulo I, 3.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 143
142 MANUEL DE RIVACOBA Y RrVACOBA

la participación constructiva de los individuos en la vida del enjuiciamiento global a que se refiere el apartado an-
social, que se yergue siempre como ideal y meta inapre- terior 98 , así corno el resumen de su actividad delictiva y
hensibles en el progreso humano, es muchísimo más que de todos los datos ambientales, ya sean individuales, fa-
abstenerse de reincidir. miliares o sociales, del sujeto", y "será individualizado,
Pero lo importante es que el tratamiento constituye consistiendo en la variable utilización de métodos médi-
el medio para lograr o procurar la resocialización; Con cobiológicos, psiquiátricos, psicológicos, pedagógicos y so-
99
la mayor precisión lo dice la ley española: "El tratamien- ciales, en relación a la personalidad del interno" • Y en
to penitenciario consiste en el conjunto de actividades di- la italiana, "el tratamiento penitenciario debe responder
rectamente dirigidas a la consecución de la reeducación a las particulares necesidades de la personalidad de cada
y reinserción social de los penados" 07 • La italiana men- sujeto", y para ello se dispone su "observación científica",
ciona en el art. 1 los principios rectores del tratamiento que comenzará al inicio de la ejecución y proseguirá a
penitenciario, y en el párrafo final establece que "en re- lo largo de ésta y que pondrá de manifiesto "sus caren-
lación con los condenados e internos se debe aplicar un cias fisiopsíquicas y las demás causas de desadaptación
tratamiento reeducativo que tienda, incluso mediante con- social" ioo, rn1.
tactos con el ambiente externo, a su reinserción social. Cabe dudar de que esta concepción del delincuente
El tratamiento se realiza según un criterio de individua- como un minusválido sea correcta, pues parecen incon-
lización en· relación a las condiciones específicas del su- cusos hoy el hecho y el pensamiento de que, entre otros
jeto". Y la argentina, en su artículo también 1, señala muchos y por no repetir lo de los antipáticos y fatigosos
que "el régimen penitenciario deberá utilizar, de acuerdo delincuentes de cuello blanco, quienes se alzan en armas
con las necesidades peculiares de cada caso, los medios contra el gobie::•·nolegítimo sin conseguir su propósito de
de prevención y de tratamiento curativo, educativo, asis- derrocarle, o el sujeto de una infidelidad diplomática o
tencial y de cualquier otro carácter de que puede dis- el juez que en un tribunal supremo admite dádiva por
ponerse, de conformidad con los progresos científicos que sentenciar en un sentido determinado, no adolecen de nin-
se realicen en la materia". guna deficiencia biológica ni psicológica ni en su relación
En la ley española se aprecia mejor que en ninguna social.
otra la concepción que anima en todas al tratamiento, En el plano doctrinal, un especialista tan autorizado
del condenado como ser de humanidad deficiente, y la como Jesús Alarcón Bravo da en su valioso estudio El
naturaleza clínica de aquél, destinado a procurar una cu-
ración, entendida en sentido amplio y vario, a sus ca- os Que se refiere al "estudio científico" de la personalidad del condenado
en sus más diversos aspectos, estudio "que se recogerá en el protocolo del
rencias o insuficiencias. En efecto, el tratamiento "guar-
interno".
dará relación directa con un diagnóstico de personalidad 99 Art. 62, letras by c. Idénticamente, art. 240, by e, del Reglamento.
criminal y con un juicio pronóstico inicial, que serán emi- Si bien en la ley argentina se expresa de manera más sencilla, es el mismo
tidos tomando como base una consideración ponderada pensamiento que el de su art. l. .
100 Art. 13. En su párrafo tercero se insiste en que el tratamicnto es
rooducativo y se dice "que es integrado o modificado según las exigencias
97 ~t. 59, 1, con el cual coincide en un todo el 237, 1, del Reglam¡mto, que se perciben en el curso de la ejecución". . .
101 Contrasta con tan reiteradas alirmaciones, en diferentes ordena-
con la misma expresión "directamente dirigidas" y las mismas cacofonías en
ambos. En otros tiempos la legislación española se redactaba con mucho más mientos, de lu individualización de la pena durante su ejecución, la negativ11
cuidado y elegancia y se leía y estudiaba con mucho más agrado. do ello por Zaffaroni, en su Tratado, cit., t. 1, p. 209.
144 MANUEL DE RrvACOBA Y RlvACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 145

'
tratamiento penitenciario 102 una definición de éste que ca- grafo 4, apartado 1, de la ley alemana, se debe promover
lifica de "neutra", de "aséptica". Dice que es "una ayuda, y estimular la buena disposición del recluso para que coo-
basada en las ciencias de la conducta, voluntariamente pere a la conformación de su tratamiento y el logr~ de
aceptada por el interno, para que en el futuro pueda elegir los objetivos de la ejecución. El art. 13, párrafo qumto
o conducirse con mayor libertad, o sea, para que pueda y último, de la ley italiana dispone: "Debe _favorecerse
superar una serie de condicionamientos individuales o so- la colaboración de los condenados y de los mternos en
ciales, de cierta entidad, que hayan podido provocar o las actividades de observación y de tratamiento"; Y en
facilitar su delincuencia"; y, aun reconociendo que "no to- el 1 de su Reglamento se habla de ofrecer a los imputados
dos los delincuentes necesitan tratamiento", sostiene que sujetos a medidas privativas de la libertad "intervenciones
"sí lo necesita la mayoría", y, por otra parte, estima que dirigidas a sostener sus intereses humanos, culturales Y
el tratamiento no ha fracasado, sino que sólo se ha llevado profesionales". Y la ley española, luego de precept_os en
a cabo en ensayos aislados de corta duración y sin con- lo sustancial idénticos 105 , redondea de la manera mas ab-
tinuidad 103 • Se ignora cómo se pueda calcular que sea soluta la idea en el Reglamento: "El interno podrá re-
una mayoría de criminales los que necesitan el tratamien- chazar libremente o no colaborar en la realización de cual-
to, y no al revés, pero lo verdaderamente interesante y quier técnica de estudio de su personalida~ o ~ét?d~ de
decisivo es que, con una presentación de apariencia mucho tratamiento, sin que ello tenga consecuencias d1sc1pl~na-
más amplia y evolucionada, se mueve en el mismo terreno rias, regimentales ni de regresión de grado de trat3:m~en-
tradicional de la inferioridad, en algún sentido, del de- to. La clasificación se realizará, en estos casos, en ultimo
lincuente, llevado por sus condicionamientos individuales término mediante observación directa del comportamien-
' 1 • "106
y sociales al delito, y de la tarea que con base en las to y utilización de los datos documenta es ex1s~~nt~s •
ciencias de la conducta se debe ejercer sobre ellos. Dice muy bien Fernando Cruz Castro que la impo-
Sin embargo, el punto culminante de la cuestión re- sición coactiva de la rehabilitación (o resocialización) pre-
side en la obligatoriedad o voluntariedad del tratamiento. senta una dificultad práctica importante; esa dificultad
Para una ley ya antigua en esta materia, como la argen- se refiere al hecho de que el éxito real del afán rehabi-
tina, "el condenado está obligado a acatar en su integridad litador presupone la participación voluntaria del sujeto
el tratamiento penitenciario que se determine" 104 • Pos- en el programa de tratamiento. Tal voluntariedad debe
teriormente, este criterio ha cambiado. Según el pará- ser expresada por un asentimiento totalmente espontá-
neo, impidiéndose cualquier género de coacción, au~~u_e
1º2 Contenido en el volumen colectivo Estudios penales, II, La reforma
a veces ésta se hace con tal sutileza, que resulta d1f1c1l
penitenciaria, Universidad de Santiago de Compostela, 1978, ps. 13-41. dibujar un límite entre coacción y determinación. La au-
Otros estudios fundamentales sobre el tratamiento penitenciario: el nú- todeterminación es importante, no sólo por razones legales
mero monográfico, así intitulado, de la "Revista de Estudios Penitenciarios"
cit., año XXIV, n 2 182, julio-setiembre de 1968, y Bueno Arús, Notas sobr~
la Ley General Penitenciaria, cit., ps. 131-137. tibies de disminuír, apreciable y permanentemente, las condiciones orgánic_as
10a Oh. cit., ps. 21-22. o funcionales del condenado''; pero, aun así, "en casos de extrema urgencia,
104 Art. 2. Sólo deberá mediar su consentimiento, o, si fuese ab1;olu- bastará el informe del servicio médico, sin perjuicio de la comunicación ulterior
tamente incapaz, el de su representante legal, y la autorización del juez de al juez de la causa". .
la causa, previo informe de peritos, "si el tratamiento prescribiere la reali- 105 Art. 61, cuyos dos apartados se repiten en los dos primeros del urL.
zación de operaciones de cirugía mayor o cualquier otra intervención qui- 239 del Reglamento.
rúrgica o médica que implicaren grave riesgo para la vida, o fueren suscep- 10a Art. 239, 3.
146 MANUEL DE RlVACOBA Y RIVACOilA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 147

2
y éticas, sino por la misma esencia de lo que constituye maria, pues, consignemos ahora los siguientes puntos: 1 ,
una auténtica trasformación de la persona. El respeto el desconocimiento de la dignidad humana y el atentado
a la libertad de conciencia implica el reconocimiento del contra ella que suponen la convicción de hallarse legi-
principio de que el delincuente tiene el derecho a no ser timado para y el consecuente propósito de inculcar jurídi-
rehabilitado. No puede imponerse el cambio de la escala camente a cualquier individuo una determinada concep-
de valores a ningún ciudadano" 107 • Pues bien, la atractiva ción del mundo, de la vida o de la sociedad, y un
disposición del reglamento español recién trascrita es de determinado sistema de valores, que aquél puede no com-
una hipocresía verdaderamente exquisita y constituye en partir; 22 , inconveniente, el anterior, que se agrava hasta
el fondo una falacia rotunda, porque su aparente respeto entrar en pugna con los principios de su propio ordena-
a la conciencia y la voluntad del penado se estrella sin miento jurídico en sociedades muy heterogéneas e incluso
salvación pocos artículos más adelante con la exigencia abigarradas que se organizan políticamente sobre la bas_e
.de la "participación en las actividades de reeducación y del reconocimiento, la legitimidad y el respeto de su di-
reinserción social, organizadas en el establecimiento", pa- versidad interna y de la protección de las libertades Y
ra la obtención de los beneficios penitenciarios, entre los los derechos fundamentales de sus integrantes; 3º, la di-
cuales se cuentan algunos tan sustanciosos como el ade- ficultad para definir qué delincuente necesita y puede o
lanto de la libertad condicional y la tramitación favorable no ser resocializado, con la consiguiente desigualdad entre
del indulto particular 108 • unos y otros condenados a la hora de hacer efectiva la
Además, en seguida se advierte otra dificultad ver- pena y la asimilación de ésta y de su ejecución en ~q~ellos
daderamente grave en esta materia: que por su propia que hayan de ser resocializados, más que al cumphmie1~to
situación personal serán por lo regular los condenados de una sanción jurídica, al desarrollo de una labor asis-
que menos necesiten el tratamiento y mediante él la re- tencial; 4º, las dudas acerca de la aptitud de la pe~a en
socialización quienes se muestren más y mejor dispuestos general y de la pena de privación de libertad en particula1~
a uno y otra, mientras que los más necesitados serán a para ejercer una seria función resocializadora; y 5º, si
la vez los más reacios, por donde la eficacia de la acción en la realidad de cualquier país existen, siquiera sea en
penitenciaria y de la pena se restringe y resultará muy parte apreciable, o es de prever que existan en un plaz,o
mellada. razonable, no sólo ni principalmente los recursos econo-
Más allá o más al fondo del concepto de tratamiento, micos, sino los medios de muy diferente índole y la men-
es oportuno examinar con ojo crítico la idea de resocia- t~lidad que demandaría la puesta en práctica de tal fun-
lización. Aligeran bastante la tarea y aconsejan no exten- ción. Puntos a los cuales aún habría que agregar la
derse en insistencias superfluas, por un lado, las obser- pregunta por las posibilidades intrínsecas y la legitima-
vaciones formuladas a la idea, más amplia, de prevención ción para intentar cualquier esfuerzo resocializador que
especial, al fin del capítulo tercero, y, por otro, no escasas tengan sociedades profunda, estructuralmente divididas,
apreciaciones sobre la materia, surgidas en distintos mo- desequilibradas, insolidarias y agresivas.
mentos de las reflexiones que preceden. De manera su- A este respecto, dos fenómenos de subida elocuencia
nos limitaremos a enunciar: ante todo, la rápida conver-
101 Oh. cit., p. 45. sión del fervor inicial en Alemania por los establecimien-
10s Cfr. arts. 256 y 25 7. tos de terapia social en un destino poco brillante y pro-
148 MANUEL DE RNACOBA y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA

misorio 109 • Y también que Muñoz Conde recuerda a me- bélicas provocan a su término un ambiente propicio para
nudo 11º el contrasentido ínsito en la pretensión de educar los espejismos. Es lo que sucedió al fi1:1.de la segunda
o reeducar para la libertad en y mediante la privación guerra mundial, y uno de aquellos espeJ1smos fue la. re-
de libertad, y que Clemmer descubrió en 1940 que en viviscencia de la idea de resocialización, el creerla factible
el recluso, como en toda persona internada en una ins- y la confianza en su consecución. Como tal espejismo,
titución total, se opera un proceso de adaptación, que no suponía su admisión acrítica, o sea, rechazaba toda con-
es sino una subculturización y que llamó prisonización, sideración crítica. El fervor y el ímpetu propios del op-
de efectos negativos para la resocialización, difícilmente timismo hacen que éste perdure aun después de haberse
evitables con el tratamiento; y que propone como único experimentado sus primeros fracasos; y así se compren~e
sentido de éste ''procurar la no desocialización del de- que el legislador argentino de 1958 y sus asesores se al~s-
lincuente, evitando los efectos desocializadores que son in- taran sin reservas en las bulliciosas huestes que se dis-
herentes a toda privación de libertad". ponían a conquistar y traer a la tierra la readaptación
Con la indudable modestia de tal cometido, no parece social y el tratamiento penitenciario. Lo q~e Y~,no parece
alcanzable, por la íntima contradicción que envuelve. A igual de pertinente es que, en plena declmac1on de esta
la inversa, la desviación primaria que constituye el delito ideología y estas consignas, las adoptara un país de la
se potencia y consolida con la desviación secundaria que tradición y la sabiduría jurídica de Italia, ni que, decla-
representa la privación penal de la libertad 111• Por ello, rada francamente su crisis, todavía fueran acogidas y he-
desde un punto de vista legal, es prudente el mandato chas suyas con entusiasmo por España.
de la ley alemana de ejecución, en su parágrafo 3, apar- Sus debilidades internas y su descrédito ponen de
tado 2: "Deben contrarrestarse las consecuencias nocivas relieve el genuino carácter de estas doctrinas, que des-
de la privación de libertad". deñan el opaco ministerio de conocer y enseñar el Derecho
Por una necesidad muy natural de compensación, las y en su lugar prefieren los sugestivos destellos de las
desolaciones y crueldades de las grandes conflagraciones aspiraciones y los deseos, y acaban tomando las imagi-
naciones por realidades.
109 Sobre ellos, en castellano, Horst Schüler-Springorum, Problemática Las creaciones de la fantasía no porque sean tras-
de los establecimientos de terapia social, traducción de Antonio Zubiante, en
el volumen colectivo La reforma penal: cuatro cuestiones fundamentales, con ladadas al papel y publicadas se transustancian en rea-
Proemio de Marino Barbero Santos, Madrid, 1982, ps. 119-140, y en su libro lidad. Don Quijote vio en la planicie de su patria castillos
misceláneo Cuestiones básicas y estrategias de la política criminal, Depalma, bien guarnecidos y se trabó en descomunal combat~ con
Buenos Aires, 1989, ps. 29-46.
110 Cfr. La resocialización del delincuente. Análisis y crítica de un mito,
gigantes espantables, que Cervantes puso por _escrito y
cit.; Resocialización y tratamiento del delincuente en los establecimientos pe- Juan de la Cuesta imprimió en Madrid, pero qmen cruza
nitenciarios espa,ioles, en el volumen colectivo La reforma penal: cuatro cues- la Mancha no descubre sino ventas ni tropieza más que
tiones fundamentales, cit., ps. 101-118, y Tratamiento penitenciario: utopía
no alcanzada o simple quimera, en el volumen colectivo VI Jornadas Peni- con molinos de viento que agitan sus aspas. Análoga-
tenciarias Andaluzas, Junta de Andalucía (Consejería de Gobernación), Se- mente un legislador ilustrado y reformista puede, en el
villa, 1990, ps. 35-43. conocido ejemplo de Welzel, ordenar a las mujeres, bajo
111 Cfr.: García-Pablos, Comentarios a la legislación penal. Ley orgá-
nica genera.! penitenciaria, cit., t. I, ps. 32 y 41. la amenaza de puniciones severísimas, que a los seis me-
Muy interesante sobre el particular, Roberto Bergalli, La recaída en ses de embarazadas traigan al mundo niños viables, o
el delito: modos de reaccionar contra ella, Barcelona, 1980, pássim. también asignar a las penas fines tan altos cuanto in-
l O MANUEL DE RIVACOBA y RIV ACOBA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 151
asequib!es, lo uno y lo otro con la más escrupulosa ob-
o con el más ambicioso de códigos, y entre unos y otros
servancia de todas las formalidades que el ordenamiento
con~a~e para garantizar su validez jurídica, pero nadie de estos cuerpos se dan, como suele ocurrir en el Derecho,
vacilaria en afirmar que tales prescripciones carecen del· relaciones, ora de simple influQncia, ora que llevan a for-
más mínimo contenido material de Derecho. mar verdaderas familias.
·Por último, refiriendo la cuestión a las meras penas Cuenta ya con bastantes años en la Argentina la Ley
de encierro o reclusión, es un dato elemental, pero que penitenciaria nacional, de la que el prestigioso profesor
1?º~ eleJ?en~al -~uchas veces se olvida o se pretiere, que el peruano de Criminología y Ciencia penitenciaria Ayar
umco b1enJurid1co sobre el cual deben recaer es la libertad Chaparro Guerra dice "que ha influído evidentemente en
ambulatoria. Su objeto o contenido no es más que la li- la legislación proyectada o dictada en otros países de la
bertad de desplazamiento, que limitan severamente has- región" 112 , y que, a pesar de que según su título es com-
ta casi privar de ella por completo al condenado. Fuera plementaria del Código Penal, en la realidad lo modifica.
de tal aspecto de la libertad, no afectan ni pueden o deben Para obtener la libertad condicional, el Código exige
afectar ningún otro derecho del penado, es decir, no se desde 1921 en su art. 13, entre otros requisitos, haber
les puede ni debe dar ningún otro contenido. Que en el observado con regularidad durante la prisión o reclusión
avance_ de la cultura y el progreso de los hombres y de "los reglamentos carcelarios". Esto no obstante, la ley de
las sociedades la privación de la libertad, que en un mo- 1958 establece que el condenado, o, en su terminología,
mento determinado constituyó indudable alivio y adelanto interno, será calificado de acuerdo a la conducta que ob-
en la ruta humanizadora de las penalidades, presente en serve y al concepto que merezca. Según el art. 50, "se
la act~ialidad gravísimos inconvenientes y haya llegado entenderá por conducta la manifestación exterior de su
a se~ ~~soportable para nuestras valoraciones y nuestra actividad en lo que respecta a su- adaptación a las normas
sens1b1hdad, es otro problema, en el que quizá haya hoy disciplinarias"; y, según el 51, el concepto se deducirá,
que levantar y oponerle críticas parejas o parecidas a las "partiendo de las manifestaciones de su conducta", de "su
de otrora contra la pena capital; pero esto concierne a carácter, tendencia, moralidad o demás cualidades per-
la ~olítica criminal, que, partiendo de lo que es, mira sonales, con objeto de formular un juicio sobre el grado
hac1_alo que debe ser, en el constante empeúo por ir per- de recuperación alcanzado". Es decir, que el juicio y la
fecc10na~do, que es ir humanizando, el sistema penal. calificación de conducta atienden sólo a lo externo y tienen
Ahora bien, mientras subsista, su naturaleza es más re- un sentido más bien superficial, mientras que el juicio
sist~nte_ ~ _eficaz que cualesquiera disposiciones legales y la calificación de concepto toman en cuenta lo íntimo
Y d1sq~us1c10nesdoctrinales, que, de no atenerse a ella, de la personalidad y, por ende, tienen un sentido profundo.
se arriesgan a entregarse al muy resbaladizo y poco fe- Y en el art. 53 se tocan sus diferentes consecuencias: "La
cundo ejercici~ de suplantar, o pretender suplantar, su calificación de conducta tendrá valor y efectos para el otor-
verdadera entidad y finalidad por una ficción. gamiento" de ventajas tales como recibir visitas, corres-
pondencia, participar en actividades recreativas y otras
3. - Aun permaneciendo en gran parte enfeudada prerrogativas que los reglamentos establezcan. La cali-
ª. la ª?!ividad administrativa, en las últimas décadas la
eJecuc10n de las penas va siendo objeto de regulación en 112 Consideraciones para el tratamiento de los delincuentes. Orige,i,
cuerpos jurídicos independientes, con el nombre de leyes evolución, reglas, Universidad Nacional de San Agustín, Arequipa, 1991, p. 55.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA
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el ejército, en o con el conjunto de las fuerzas armadas,


ficación de concepto servirá de base para la concesión de esto es, de represión. Menos, entonces, podían ver unos,
beneficios tales como las salidas transitorias libertad con- y hacer ver otros, que el cambio, obligado por la des-
dicionaJ, la conmutación de la pena y el indulto". O sea, aparición física del primer actor, era poco sincero, pro-
en resumen, que la obtención de la libertad condicional fundo y espontáneo, ni que, como en los cambios de de-
no reposa ya en la mera conformidad de la conducta a coración en los teatros, quien lo había planeado Y lo
los reglamentos penitenciarios, sino que, mucho más exi- dirigía, e incluso quienes lo efectuaban, se encontraban
gontemente, necesita una recuperación de la persona en
detrás de las bambalinas, o sea, más allá de las fronteras,
su aspecto y en su capacidad de relación sociales.
y hasta con un océano en medio, dentro de u~ desi~io
Las leyes alemana e italiana de ejecución ya han sido
de dominio universal. Para el poder que hab1a surgido
mencionadas e inclusive examinadas en sus orientaciones
en Occidente de la segunda gran guerra con ambición
fundamentales, y de lo visto se habrá inferido que la pri-
y fuerzas de imperio, y que había recibido en herencia
mera e~ mucho más sobria que la segunda y que, por
poco honrosa de los regímenes totalitarios la dictadura
tanto, sm estar exenta de ellos, presenta muchos menos
española y la había sostenido con el consiguiente lucro
inconvenientes. durante ominosos decenios, era el instante de limpiar la
En cuanto a la española, nadie ignora el suceso que
pátina, ya borrosa para muchos, pero siempre infame, de
su !1P~rición en 1979 representó para el mundo iuspe-
una situación de implacable opresión, mudando en rápida
nahsbco de habla castellana. Se comprende con facilidad maniobra las formas para que la sustancia permaneciera
la acogida por el momento emotivo en que se produjo el
sin alteración, y con ella lo que es más importante: la ex-
acontec_imiento ! las circunstancias que lo rodearon, ape-
plotación real y la posibilidad de sacrificar en defensa de
nas sahdo el pa1s, casi sin darse cuenta y de una manera
intereses ajenos, bien disfrazados y quizá insospechados,
muy kelseniana, es decir, sin ruptura de ningún orden,
a los pueblos subyugados. Como siempre y como en todo,
de larguísima y crudelísima tiranía, y sin conciencia, por
lo sensato es, por ende, ver bajo las apariencias y tirar,
ello, de que este cambio puramente formal y con arreglo
no a la arboladura, sino al casco 113 • Todo lo cual, si los
a las normas establecidas y sus contenidos enmascaraba
pueblos, igual que los hombres, escarmentaran en cab~za
Y aseguraba la subsistencia de las realidades de toda ín-
ajena, no sólo en la propia, sería útil que hubiesen temdo
dole existentes, o sea, la permanencia del dominio social
o tuviesen presente en América varios países hermanos.
intel~ctual, político, administrativo y económico por lo~ En medio de este ambiente de confusión, y como una
:pro:p1?sgrupos o sectores, y con frecuencia por los mismos
de las innumerables ceremonias de la confusión, se aprobó
md1v1duos, que lo venían detentando, garantizada por
bastante teatralmente, por aclamación, dicha ley, inspi-
lo demás, en términos harto explícitos, por el madteni-
rada en la ideología, ya muy desprestigiada, de la re-
miento, en_ la cabeza del Estado, de la misma persona
Y con el mismo título escogida y designada por el dicta-
d~r, ! po~ ~l respeto, o, más bien, la sumisión, que sin ns Identificando figuradamente el rey con el casco, y recordando "las
órdenes de combate que daban los antiguos almirantes a sus artilleros, en
nmgun d1s1mulo se prestaba, o, mejor, se rendía, en el tiempos de la marina a vela", ya empleó esta imagen Blasco Ibáñez en la
nuevo estado de cosas, a los llamados, con denominación época de la lu¿ha contra la dictadura de Primo de River~- Cfr. su fol_leto
Una nación encadenada (El terror militar en España), N asc1mento, Santiago
poco eufemística, poderes fácticos, es a saber, principal-
de Chile; 1925, p. 11.
mente, la plutocracia, la Religión o la Iglesia católica y
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MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA

habilitación y el tratamiento, que no impide, sino, más el carácter científico del tratamiento, y el uso de nociones
bien, reclama, considerar la privación de la libertad como tan dudosas como la de individualización científica, con-
el eje del sistema penal y la prisión como un centro, sobre sistente "en la variable utilización de métodos médico-
todo, de obediencia y sumisión. De este modo, las con- biológicos, psiquiátricos, psicológicos, pedagógicos y socia-
tinuas apelaciones al respeto de la dignidad del conde- les, en relación a la personalidad del interno", es algo
nado, que significativamente resultan demasiado insis- excesivo, si acaso no pretencioso, y que en particular as-
tentes para no ser por lo menos retóricas, no parecen pira a realzar y beneficiar el cuerpo normativo con el pres-
compadecerse muy bien con un régimen de vida en el tigio de los saberes científicos, pues lo cierto es que en
que todo está reglamentado, ni, por otra parte, excluyen su fondo tales procederes no constituyen ninguna nove-
en el texto legal el más amplio arbitrio, que sin dificultad dad ni en los sistemas penitenciarios de otros países ni
en el .
' español, sin que en verdad, a menos que se piense
puede degenerar en arbitrariedad, de la Administración,
en materias tan importantes y delicadas como el destino en una grosera y decidida manipulación o amputación,
de los penados, y aun de los procesados, en el abanico de incluso física, del penado, quepa aseverar que su apli-
las diversas clases de establecimientos, a los que no por cación haya dado muchos frutos, ni siquiera frutos pro-
denominarlos de régimen cerrado dejan de ser de máxima porcionados al entusiasmo con que se los presenta, aparte
seguridad 114, con las extraordinarias y durísimas priva- de su incompatibilidad con el mantenimiento de penas
ciones que imponen, por el tiempo que estime conveniente, larguísimas y la propia previsión legal en el art. 72, apar-
basándose para ello en la nota hoy no poco anacrónica tado 3, que hace irrelevantes por sí solas, como no era
y desacreditada de su peligrosidad o la muy distinta y sino de esperar, la personalidad del interno y su progre-
poco asimilable a la anterior de su mera inadaptación, sión en el tratamiento para acceder al período o grado
o la facultad de suspender o intervenir las comunicaciones de la libertad condicional. Y, en fin, acerca de la cari-
orales y escritas del interno, no sólo con sus familiares catura de un juez en que consiste lo que la ley y su re-
y amigos, sino también con los representantes acreditados glamento denominanjuez de vigilancia nos extenderemos
de organismos e instit..uciones de cooperación penitoncia- en el parágrafo siguiente.
ria y hasta con su abogado y su procurador; materias, Por supuesto, al lado de la nueva normativa, con aires
así como otras muchas, que, lejos de ser mejoradas, han de ya muy añeja modernidad, se conserva la vieja re-
quedado agravadas en el Reglamento. Tampoco excluye dención de penas por el trabajo, con sus a~tieuadas de-
la vieja y nada humana sanción de encierro en celda de nominación, orientación y disposiciones, llegando esta úl-
aislamiento, acortada en la actualidad su duración a cua- tima a hacer inaplicables los beneficios penitenciarios
renta y dos días, ni el empleo de medios coercitivos, in- previstos en aquélla y a recortar o anular así uno de sus
cluso para vencer la resistencia pasiva de los internos aspectos positivos. Ciertamente, para suprimirla hace
a las órdenes del personal penitenciario en el ejercicio falta una reforma del Código Penal, pero en ninguna de
de su cargo. Asimismo, se diría que el énfasis puesto en las más que abundantes que ha sufrido en estos lustros
se la ha tocado, o, mejor dicho, sí, en la Ley de reforma
114 Que algunos, refiriéndose en particular a la de Herrera de la Man- urgente y parcial de 25 de junio de 1983, mas sólo ¡para
cha, en la provincia de Ciudad Real (cuyo nombre oficial es Centro Peniten- ampliarla a los condenados a la pena de arresto mayor
ciario de Régimen Cerrado), de odiosa fama, han llamado en España cárceles y a los procesados!, desatino que no es menestar comentar.
para fieras.
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 157
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~a r~denci?n de penas, igual que la mayoría de las ins- 4. - La figura del juez de ejecución de las penas
tituciones impuestas por el franquismo, goza de buena
es una creación del Derecho moderno, aún no existe en
salu~ en la vida española y durará, pues se halla muy gran cantidad de países, tiene corta historia y dista mucho
a~raigada en !ª mente de quienes manejan nuestra so- de haber adquirido alguna consistencia y cierto grado de
ciedad y también en la de muchos de nuestros estudiosos perfección. Incluso las vacilaciones y diferencias de las
de materias ~enales y penitenciarias, empeñados hoy, em- diversas legislaciones en su denominación denotan la falta
pero, en olvidar u ocultar los orígenes que tuvo en la todavía de ideas claras y decididas sobre la materia.
"guerra de liberación" o "cruzada" y en buscarle otros me- En la doctrina que primero lo recomendó y reclamó,
nos afrentosos, y guardándose, con tan rara cuanto ex- es decir, que primero recomendó y reclamó la intervención
presiva unanimidad, de recordar ninguno de los verda- del juez en la ejecución de la pena, contamos los españoles
dE:ros avances que se alcanzaban en este terreno por la con un nombre ilustre, el de Jiménez de Asúa, en su re-
misma época en la vitanda "zona roja" o sea dentro de lación al Congreso penal y penitenciario de Berlín, en
la legalidad y legitimidad republicana: ' 1935 115 ; y, poco después, es clásica la obra de Georges Sli-
Para hacer las cosas completas y ser por entero ve- wowsky, Les pouuoirs du juge dans l'exécution des peines
116
. races, aún habría que poner lo anterior en relación con et des mesures de sécurité priuatiues de liberté , de re-
~a realid~d que se vive en las prisiones españolas, mas cordación y cita obligada en este tema.
mc!~so sm lleg~r por pudor a semejantes extremos con En las legislaciones, "el primer país que ha tenido
fac~hdad se advierte que todo ello tiene poco que ver en un juez de ejecución de penas ha sido Brasil, tan tem-
serio con_los auténticos y efectivos fines de la pena, tal pranamente como el año 1922, en una ley federal, reco-
como estan configurados en el propio ordenamiento y has- giéndolo luego en su Código de Procedimiento Penal de
ta poco de jurídico. ' 1940" 117• En Italia se crea, con el nombre de "giudice di
~s c?mún a toda esta legislación en los diversos países sorveglianza" (vigilancia), en el art. 585 del Código de
restri?girse a las penas contra la libertad, lo que no ocu- Procedimiento Penal de 1930, en vigencia, como es sabi-
rre, sm. emb~rgo, en el interesantísimo Anteproyecto de do, igual que el Código de fondo, desde el 1 de julio
ley ~e e1ecucwn penal, para Costa Rica, de 1992, el cual, de 1931 118, y subsiste en la ley 354, de 1975, que se ha
haciendo honor a su nombre, se ocupa sucesivamente de citado 119, con la simple variación, a partir de la introduc-
la ejecución de la pena de prisión, de la de multa de las
de inhabilitación e interdicción, de la de deten~ión de 115 Cfr. de Jiménez de Asúa, El juez penal y la ejecución de la pena,

fin d_esemana, de la de prestación de trabajo de utilidad edición castellana de dicha relación, en tirada aparte de la "Revista de Derecho
Público", de Madrid, junio de 1935, 21 páginas. También, posteriormente,
púbhca, de la de limitación y prohibición de residencia El juez penal: su formaci611,y sus funciones (en El Criminalista, cit., t. III,
?e la d~ arresto domiciliario, de la de cumplimiento d~ La Ley, Buenos Aires, 1943, ps. 93-150), ps. 137-141.
11& París, 1939.
instrucciones, de la de multa reparatoria de la de amo- 117 Joaquín Martín Canivell, en la obra colectiva Comentarios a la le-
nestación y de la de caución de no ofend~r así como de gislación penal. Ley orgánica general penitenciaria, cit., t. 11, p. 1091. Se
la ejecución de las medidas de seguridad. Y algo, ya que refiere a la ley federal de 5 de setiembre de 1922.
11s Dicho artículo se refiere expresamente al 144 del Código Penal, el
no absolutamente idéntico, sí muy parecido se observa cual, por su parte, se remite a éste.
en un Anteproyecto semejante, para el Ecuador, de 1993. 11s Cfr. supra, en este mismo capítulo, nota 92.
158 MANUEL DE RIVACOBA y RlVACOBA
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 169
ción de su art. 70 ter por el 24 de la ley 663, de 10 de
octubre de 1986, de sustituir su denominación tradicional recciones geográficas y con suma rapidez. Al Derecho es-
por la de "magistrato di sorveglianza'\ y, asimismo la pañol la incorpora la Ley Orgánica General Penitenciaria,
expresión "sezione di sorveglianza" pasa a ser "tribu~ale de 1979, con la denominación, tomada del italiano 12ª, de
di sorveglianza". En Portugal aparece con la ley de 16 ''juez de vigilancia". En América existe en varios países,
de mayo de 1944, aunque, refiriéndose a ella, dice Antonio como Costa Rica, Perú y la Argentina; en este último,
desde que se da el Código Procesal Penal de la Nación
Cano, Mata que "los tribunales de ejecución portugueses
(ley 23.984), de 1991, con el nombre de ''juez de ejecución
tan solo con muy buena voluntad pueden recibir este nom-
12 penal", siendo de precisar aquí que en la bien meditada
bre" º. E~ ~rancia lo introduce el art. 721 del Código reforma procesal que se proyectó en 1986, obra funda-
de Proced1m1ento Penal de 31 de diciembre de 1957 lla-
mentalmente del profesor Maier, ya apareció lo que en
mándolo 'juge de l'application des peines", y ha sido objeto
ella, y en el Anteproyecto de ley orgánica para la justicia
de no pocas
121
disposiciones posteriores; y, "por la influencia penal y el ministerio público, que la complementaba, re-
francesa" , llega también a Polonia, tras ciertos signi- cibía la designación de "tribunal de ejecución".
ficativos antecedentes de 1957, con la Ordenanza del Mi- Así como en las épocas en que prevalecían otras mo-
nisterio de Justicia de 9 de julio de 1961, insertándose dalidades de penar su ejecución incumbía exclusivamente
luego en el Código de Ejecución de las Penas de 1969 • a los jueces con sus auxiliares 12 4,y durante el predominio
en ambos casos con la designación de 'juez penitenciario"~ y esplendor de la de privación de libertad fue una rama
~n 1977 escribía Plawsky acerca de este particular: de la Administración pública la encargada de ejecutarla
"La idea de obligar al juez a supervisar y a visitar las y los jueces se desentendieron, casi por completo, de se-
pri~iones ~a salido de la cultura jurídica formada bajo mejante cometido, con la preocupación moderna por ex-
la mfluenc1a del Derecho romano, y, si la institución del tender a la etapa ejecutiva, en lo posible dentro de las
cont_roljudicial moderno de la aplicación de las penas no limitaciones que aún subsisten, el imperio de la legalidad
es smo un producto de estas exigencias, doctrinales más y la garantía de los derechos del condenado no afectados
bien que prácticas, es curioso observar que la institución por la pena había de surgir y cobrar cuerpo la idea de
del juez de ejecución de las penas aparece en los sistemas dar intervención en las vicisitudes que se presentan y
jurídicos influídos por el Derecho romano y por la civi- las decisiones que hay que tomar a lo largo de su cum-
liza c10n
·' me dºt ,
1 erranea »122
. y a continuación señalaba que plimiento a la judicatura. Ahora bien, esto no implica
!1ab~a ª._la saz~n cinco países que habían "adoptado la por sí solo la existencia de una categoría particular de
mstituc1on del Juez en el proceso de la ejecución de las jueces a la que se encomiende específicamente e_lcono-
p_enas", que eran, precisamente, los que acabamos de men- cimiento y la resolución de las dudas o controversias que
c~o~&r. Pero la institución se ha expandido, y se han mul- se susciten en los sucesivos momentos y las diferentes
tiplicado los países que la acogen, en muy diversas di- situaciones de la ejecución. En principio, muy bien puede
resolver tales problemas el propio juez o· tribunal sen-
120 El • d • ., d •
. . ,, . Ju~z e e1ecucion e penas (en la "Revista de Estudios Peniten- tenciador. Pero no se ha de perder de vista, en primer
ciarios , cit., ano XXIII, n°•· 176-177, enero-junio de 1967, ps. 61-103), p. 85.
Se basa en Be1eza dos Santos.
121
Plawsky, oh. cit., p. 259. 123 Garrido Guzmán, oh. cit., p. 439, destaca el "estrecho parentesco"
122
Ibídem, ps. 258-259. de la institución española con el modelo italiano.
124 Cfr. supra, en este mismo capítulo, apartado 1, texto y nota 7.
100 MANUEL DE RrvACOBA Y RrvACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 161

lugar, el recargo de trabajo que suele abrumarles y de del juez de ejecución o de aplicación de las per_ia~es ~ue
hecho les imposibilitaría ocuparse de manera seria y efi- ha quebrado el equilibrio entre el p_oder adnumstrativo
c~z, como sería su deber, de las incidencias de la ejecución, y el poder judicial. El problem~ con~iste ~~ la naturaleza
m, tampoco, la complejidad de ésta en la privación de de la ejecución de las penas. Si la eJecucion de las penas
la libertad y las consiguientes formación y función es- constituye una prolongación del proceso penal, debe tener
pecializadas que demanda, no poco disímiles de la pre- carácter jurisdiccional. Si, por lo contrario, el proceso pe-
paración y la tarea precisas para establecer la realidad nal termina en el momento del juicio definitivo, como es
y gravedad de un delito y aun la intensidad de su· re- el caso de un proceso penal clásico, la ejecución de las
probación que haya de concretarse y materializarse en penas entra en el dominio de la competencia adminis-
la pena, ni, en fin, la lejanía geográfica que con frecuencia trativa" 128 •
separa a dichos órganos y a los penados; razones, todas, Sin adentrarnos en un estudio particularizado de las
más que suficientes para preconizar y sustentar la crea- atribuciones de estos jueces, se comprenderá que varían
ción de los jueces de ejecución, y para comprender que de país a país, mas, en general, se acostumbra divid~rlas
su aparición constituya un fenómeno reciente y todavía en fiscalizadoras o de vigilancia, decisorias y consultivas.
no terminado. En tal heterogeneidad de sus funciones se aprecia que
Hasta ahora, jueces y tribunales desconocían sin re- su actuación se halla muy lejos de consistir genuinamente
medio el destino de aquellos sujetos a quienes habían con- en la resolución de conflictos, en la decisión de lites, en
denado, dónde y cómo estarían cumpliendo la pena e in- juzgar y ejecutar o hacer cumplir lo juzgado, est~ es,_de
cluso, en ocasiones, si la habrían extinguido. En cambio, ser auténticamente jurisdiccional. Representa, mas bien,
con los jueces de ejecución se evita que dichos individuos una injerencia morigeradora de los jueces en l? ejec~ción
queden plenamente bajo la potestad y a merced de la de las penas, que continúa, ya que no en su mtegri~~d,
Administración penitenciaria y se asegura que permanez- sí de manera preponderante, en manos de la Adm_ims-
can en alguna medida bajo el amparo de la autoridad tración. Lo cual explica que decisiones importantísimas
judicial 126 • Por la forma que ha tenido de originarse la en la ejecución, o sea, que la adopción de medidas de
institución, la acción de tales jueces se extiende sólo a gran trascendencia en el régimen ?e _vida del penad~, en
las penas privativas de libertad 126 , aunque cabe concebirla el conjunto de privaciones o restncc10nes a que esta so-
con mayor amplitud y así se los piensa, en concreto, para metido, dependan, en las diversas legislacior_ies, no de lo_s
Costa Rica y el Ecuador. jueces, sino de los funcionarios o la~ autoridad~~ a dmi-1

Es interesante la observación de Plawsky acerca del nistrativas, y también, en consecuencia, el ~oco mt~do per-
cambio en el caráct,er jurídico de la ejecución de las penas fil y el bastante deslucido papel de sei:ne~a~tes ~ueces.
que ha traído consigo la competencia judicial en esta fase: En la ley italiana 129 , las sanciones disciplmanas, ma-
así, la "ejecución pierde su carácter puramente adminis- teria sobre cuya gravedad no es preciso insistir, son im-
trativo y se aproxima al proceso penal" 121 • Y poco después puestas por el director o por el consejo de disciplina
13
del
dice: "Lo esencial de la crítica suscitada a la institución establecimiento penitenciario; y en la alemana º, la au-

126 Cfr.: Garrido Guzmán, oh. cit., p. 437. 12s Ibídem, p. 272.
12s Cfr.: Plawsky, oh. cit., p. 253. 129 Ley 354, cit., art. 40.
127 Ibídem, p. 254. 130 Ley de 16 de marzo de 1976, cit., § 105.
MANUEL DE RIVACOBAy RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 163

toridad competente para imponer las medidas disciplina- grosidad extrema, o que no se adapten a los regí~enes
rias que en su caso correspondan es el director del es- ordinario y abierto o sean autores de graves al~erac~ones
tablecimiento en que se halle el recluso. Por lo demás, de la convivencia, parificando a estos efectos s1.h~ac10nes
cabe a éste solicitar un pronunciamiento judicial acerca muy diferentes, con sólo informar de sus dec1s10ne_s_al
de cualquier medida administrativa en las cuestiones que juez de vigilancia. A la Junta de Ré_gi~e~ y _Admm1s-
se presenten en el marco de la ejecución de la pena 131 , tración compete sancionar las faltas d1~c1plmar1as de los
y resolverá la Sala de ejecución de penas del tribunal internos con los correctivos correspondientes, a cuya ca-
en cuya jurisdicción tenga su sede la autoridad de la eje-
., • t d 1a2 p , beza figura el aislamiento en celda hasta por. catorce dí_as,
cuc10n m eresa a . ero centremonos en la legislación
y asimismo concederles recompensas y perll;11sosde salida
española, o sea, en la ley penitenciaria y su reglamento.
hasta de dos días. El director puede autonzar el empleo
Pues bien, con arreglo a ella, la JUnta de Régimen
de medios coercitivos como la fuerza física personal, las
y Administración de los establecimientos para la retención
y custodia de detenidos y presos puede destinar a estos defensas de goma y las esposas, inclusive "para vencer
133
últimos , cuando hayan sido calificados de peligTosidad la resistencia activa o pasiva de los internos a las órdenes
extrema o simplemente sean inadaptados, hasta que se del personal penitenciario en el ejercicio de su car?'o",
aprecien indicios de cambio en su actitud y sin más que y, por otra parte, intervenir o suspender las, comumca-
comunicarlo al juez de la causa, no sólo a departamentos ciones orales o escritas de aquéllos, no ya solo con sus
especiales, sino incluso a establecimientos de cumplimien- familiares y amigos, sino también con representan~~s
to de régimen cerrado, denominación con la que se designa acreditados de organismos e instituciones de cooperac1on
los de máxima seguridad, con una disciplina severísima penitenciaria y hastá con los sacerdotes o ministros de
y privaciones extraordinarias y durísimas. La Dirección su religión, ,:dando cuenta a la autorida? judicial com-
General de Instituciones Penitenciarias es soberana en petente"; y un modesto .funcionario _que mte~venga una
el destino y traslado de los condenados a los centros que comunicación oral puede suspenderla por motivos tan ~s-
estime en cada caso más adecuados, y, por supuesto, tam- peciosos como ··la utilización de t~~minos de du~os~ m-
bién para destinar a los mencionados establecimientos de terpretación o que se propale noticias cuyo cono~1~iento
régimen cerrado, hasta que desaparezcan o disminuyan perjudique al régimen o al orden del establecmuento,
las razones o circunstancias que determinaran su ingreso, "dando cuenta al jefe de servicios".
a aquellos penados que hayan sido clasificados de peli- El juez de vigilancia debe ser info~~~do, sin que le
quepa siquiera emitir ni aventurar opm10n, de asuntos
ª
1 1
Ibídem, § 109. de la importancia del destino de los c?ndenado~, a centros
132
Ibídem, § 110. hospitalarios o psiquiátricos, de la mtervenc10n de sus
En la Alemania federal, tras el interesante y brillante precedente de comunicaciones ora.les o escritas y del empleo sobre ellos
Karlsruhe en 1968 sobre esta materia, se introdujo en la ley de organización
de los tribunales, también el 16 de marzo de 1978, un título quinto A (§§ de medios de coerción fisicos o instrumentales, además de
78a y 78b), por el cual se crea en los respectivos tribunales estatales una
Sala de ejecución penal.
su destino y tras.lado al establecimiento penal que 1~ Ad-
133
En realidad, según la letra del Reglamento en su art. 34, también
ministración penitenciaria considere oportuno. De mfor-
a los detenidos. No obstante, la corta duración de la detención impedirá, marle acerca de las medidas que haya tomado en _otr?s
en la práctica, que se den o se perciban los supuestos necesarios para adoptar
tal medida.
de no menor calado puede ésta tranquilamente prescmdir.
En algunos de capital significación y graves consecuen-
FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA
165
164 MANUEL DE RIVACOBA y RIV ACOBA
137
cías, como la clasificación inicial de los penados y sus que el legislador le ha investido" • ;,, po_rsu part~! J ac-
progresiones o regresiones en el tratamiento, o las san- ques Léau:é, después de decir que la mtervenc1~n de
ciones disciplinarias, puede intervenir, pero sólo por vía un juez con sede en las prisione~ ~espor_i?e al cm~ad~
de recurso, cuando reclamaren los interesados. No hay, por moderar el poder de la Admm1strac10n en la md1-
13
pues, mucha exageración en afirmar que la función del vidualización de la ejecución de las penas" ª, señala q~e
juez de vigilancia es en no pocas ni poco importantes ma- este magistrado "prolonga la acción del tribunal, per~ sm
terias la de un buzón. disponer de un poder jurisdiccional" 139y que "obra en calidad
14
Tanto la enunciación de competencias de la Admi- de colaborador de la Administración penitenciaria" º, o,
nistración peni~enciaria como la de asuntos en que le bas- todavía más rotundamente, que "la mayor parte d: los
ta con informar al juez de vigilancia han sido formuladas actos que cumple son de· orden administrativo, de la ~1sma 141
con propósitos meramente ilustrativos, no exhaustivos, naturaleza que los de la Administración penitenciaria" ,
pero aun así resultan suficientes para percatarse del do- para concluír, con gracia, que su papel "évoque celui d'un
minio que tenga aquélla de la ejecución penal y la figura ut1·1e M a1 re J acques »142.
At
.
desdibujada y nada airosa del último. Y también la de- La idea de confiar la ejecución de la pena a los Juec_es
nominación que se tomó como modelo y se escogió para había de nacer y se desarrolla en el seno del correcc10-
él pone bien de relieve la hibridez de sus funciones y el nalismo y del positivismo penales. Al asignar ~ la pena
escaso carácter jurisdiccional de la institución. Ésta no una finalidad de prevención especial, en un se~~1d~ m~~al
representa más, en general, que una simple judicializa- 0 simplemente social, han d~ postular ~1:ª _acc10nJU~1cial
ción de la ejecución rn4,y el juez de vigilancia español, constante durante su ejecución, para d1rig1rla, cambiarl_a
en particular, "el comienzo de la judicialización de la eje- 0
hacerla cesar, sea por sí sola 143, sea haciendo intervemr
cución de las penas" 135 • al juez en organismos o comisiones mixtas, más o menos
A ello se deben las fuertes dudas de que los jueces complicadas y variopintas, en pie de igualdad ~o~ los fui_i-
de ejecución actuales sean en ningún país verdaderos jue- cionarios administrativos 144, en las que por log1ca tema
ces, es decir, las dudas acerca de la naturaleza jurídica
de la institución. Con gran propiedad las exponen 137 Ibídem. .
Schmelck y Picea: "Nada permite a priori pensar que, 13s Les prisons, Presses Universitaires de France, Pans, 1968, p. 63.
más allá de la calidad de magistrado de su atributario, 139 Ibídem.
las funciones del juez de aplicación de las penas estén 140 Ibídem.
u1 Ibídem, p. 65. .
destinadas··n tener naturaleza jurisdiccional" 136; y del exa- 142 Ibídem. "Maestro Chasquilla", se diría en el lenguaJe popular de
men de sus atribuciones aparece y "se hace preciso re- Chile. d • -- 1 •
conocer que por regla general este magistrado obra más Tal heterogeneidad de funciones en los jueces e eJecuc10n, Y a 1~-
propiedad de muchas de ellas en tanto que verd~deros jue~es, _se ~precia
bien como un administrador, en virtud del imperium del ien no obstante su entusiasmo y sus elog10s por la mst1tuc1on, en
muy b , . d z • ·, d • en la
Paul Amor, La institución franc~sa d~l JU~z e ap ica~ion ~ pen~s,_
134 Cfr.: Martín Canivell, oh. cit., t. 11, p. 1090. "Revista de Estudios Penitencianos", cit., ano XXVIII, n 192, Juho-set1embre
135 Ibídem, t. JI, p. 1089. de 1972, ps. 417-442. . l d l'
143 Así, Rtider, Las doctrinas fundamentales reinantes sobre e e !lo
"La figura española de juez de vigilancia [. .. ] responde al propósito
de judicializar la ejecución", dice Avelina Alonso de Escamilla, en El Juez de y la pena, etc., cit., p. 248. . . ., d A
144 Así principalmente, Ferri, Sociología criminal, traducc10n e n-
vigilancia penitenciaria, Cívitas, Madrid, 1985, p. 162.
136 Oh. cit., p. 191. tonio Soto y'Hernández y prólogo de Primitivo González del Alba, 2 vols.,
166 MANUEL DE RIVACOBA y RIV ACODA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 167

que predominar y acabar por imponerse la impronta de todo o en parte un juez, nada tiene que ver con lo ju-
éstos y difuminarse cualquier rasgo de genuina jurisdic- risdiccional, sino que es pura y simplemente administra-
ción; y tanto es así, que Dorado concluye dibujando un tiva. Lo cual no constituye, por lo demás, un fenómeno
procedimiento asimilado en un todo al procedimiento ad- aislado, pues los jueces, si bien lo genuino de su función
ministrativo y que se resuelve en un puro arbitrio dis- es realizar la jurisdicción, efectúan asimismo numerosos
• l 145 . Con razon,
crec1ona ' pues, sena- l a S 1racusa,
• a 1 comen- actos que, por ser suyos, son judiciales, pero que, por su
zar el capítulo octavo y postrero de sus Istituzioni 146 , que
naturaleza, no son jurisdiccionales.·
el principio de la intervención del juez en la ejecución
Ahora bien, ya se nos descubre y hace patente aquí
de la pena se manifiesta cuando aflora la idea de promover
que los fines que tenga la pena, o que se le atribuyan,
durante ella la reeducación social del condenado, para
trasformarlo de rebelde en ciudadano respetuoso de las determinan la naturaleza de la actividad ejecutiva y la
leyes 147 • de cuantos se encargan de ella y deben llevarla a cabo.
El pensamiento que parte de un propósito o una fi- Por consiguiente, no es mucho pensar que en una pers-
nalidad de prevención especial y concluye en la injerencia pectiva contrapuesta acerca de la noción y los fines de
del juez en la ejecución penal, o sea, en la judicialización , la pena será también muy distinta y de naturaleza muy
de ésta, es enteramente lógico, pero, en y por su cohe- diferente la actividad de los encargados de ejecutarla.
rencia, ha de terminar identificando la función judicial Desde un punto de vista retribucionista, la ejecución
en ella con la actividad administrativa, es decir, dotándola de la pena tiene que ser incumbencia del juez, mas no
de naturaleza administrativa. En efecto, tal actuación no ya como miembro de una comisión compleja y heterogé-
trata de decidir y resolver contiendas entre partes ni, por nea, junto con funcionarios administrativos y quizá com-
tanto, contiene ningún momento valorativo; procura sólo, ponentes de otra extracción y otro signo, encargada de
igual que cualquier tarea administrativa, acrecentar el ella, ni tampoco vigilando o supervisando la actividad ad-
bienestar público, o, a lo menos, preservar el existente, ministrativa, moderando con su prestigio el arbitrio· de
empresa muy noble, difícil e importante, y característica ésta, corrigiendo con su autoridad los excesos y garan-
de la Administración, pero ajena y aun refractaria a la tizando en todo caso el respeto de los derechos del con-
noción de valor y de índole por completo diversa de la denado, sino resolviendo por sí, como cometido esencial
• jurisdicción. Cúmplala quien la cumpla, aunque sea en y privativo de su función, cada problema o dificultad que
surja durante la fase ejecutiva, de cuya decisión depende,
Góngora, Madrid, s. a. [1908], t. II, p. 273, y también multitud de otros au- en definitiva, la concreción y realidad de la pena, lo que
tores, incluído Jiménez de Asúa, según se puede ver en la obra de éste La
sentencia indeterminada, cit., ps. 91-98. equivale a decir de la genuina consecuencia jurídica del
145
Cfr. sus Bases para un nuevo Derecho penal, nueva edición, con delito, o de su retriqución. Con lo cual, en el fondo, ape-
prólogo, bibliografía y notas por Manuel de Rivacoba y Rivacoba, Depalma,
Buenos Aires, 1973, ps. 81-85 y 97-109, y El Derecho protector de los crimi-
nas hace falta añadir o aclarar que su actuación es, así,
nales, cit., t. I, ps. 371-378. netamente- valorativa, jurisdiccional, ni que cualquier
146 Cit., ps. 333-334.
147
funcionario u otra persona que intervenga o colabore no
Acerca de la fundamentación correccionalista y positivista de la in-
tervención judicial en la ~jecución de las penas, ampliamente, Rivacoba, ca- hace sino dar efectividad a sus pronunciamientos y dic-
pítulo III de su tesis doctoral, cit., y El problema de la sustantividad y au- tados ni cumple, pues, más que una tarea subordinada
tonomía del Derecho penitenciario, cit., p. 766.
y auxiliar.
168 MANUEL DE RrvACOBA Y RrvACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 169

N aturalrnente, al y para resolver conflictos, el juez lo más interesante sea destacar que viene impuesto por
obra sobre la base de la existencia y la acción contra- la índole retributiva de la pena y que sólo así cobra co-
dictoria de partes, con intereses y pretensiones encon- herencia con la noción y entidad de ésta su ejecución,
trados o divergentes. Trayendo esta consideración gene- la cual no puede dejar de estarle subordinada ni, en con-
ral a la materia que ahora nos ocupa, lo anterior significa secuencia, de guardar conformidad con ella, por mucho
que el juez de ejecución requiere la presencia del minis- que en autores y legislaciones se presente con otras apa-
terio público y ha de obrar, en primer término, sobre lo riencias y orientaciones.
que éste inste o demande en tanto que representante y
agente o promotor de los intereses sociales, pero también,
en acatamiento de la antiquísima máxima audiatur et
altera pars 148 , y corno supuesto asimismo de su actuación
y caución de su imparcialidad, considerando lo que solicite
el condenado, sea por sí, sea por medio de su represen-
tante, con la asistencia y asesoría de un letrado, es decir,
con su patrocinio. El único a quien no hay por qué dar
audiencia ni tiene por qué intervenir en la ejecución es
el acusador privado o particular; la acción ejecutiva penal
es eminentemente públicij.
Este sistema no constituye, hablando con propiedad,
una intervención judicial en la ejecución de la pena, sino
la jurisdiccionalización absoluta de la ejecución penal 149 ,
y, con ello, el medio o procedimiento adecuado para plas-
mar una auténtica y completa retribución.
Lo hemos expuesto, razonado y defendido en innu-
merables ocasiones, y ha sido acogido por la doctrina co-
lectiva en varias reuniones internacionales 150 ; pero acaso

148 Tan antigua, que Del Vecchio, La justicia, cit., p. 201, la encuentra

ya en Séneca, Medea, versos 199-200, y antes en Aristófanes, Las avispas,


versos 725-726, con referencia a un adagio similar que se hace remontar
hasta Focilides o bien a Hesíodo.
149 Amplia fundamentación en el capítulo IV y la conclusión tercera
de nuestra tesis doctoral, cit., y también en nuestro estudío El problema de
la sustantividad y autonomía del Derecho penitenciario, cit., ps. 767-782.
°
15 Cuartas Jornadas Argentino-Uru¡,•1.iayas de Derecho Comparado, en
Montevideo, 1-4 de octubre de 1963 (cfr. la "Revista de la Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales", cit., número cit., ps. 1024-1025, y también la revista
"Universidad", de Santa Fe, n• 58, octubre-diciembre de 1963, p. 388), y X
Congreso Internacional de Derecho Penal, en Roma, 29 de setiembre-5 de
octubre de 1969 (cfr. Atti, Roma, s. a., ps. 571 y 585. También, en el mismo
volumen, ps. 341-344 y 517-518).
171

VII

RECAPITULACIÓN Y CONCLUSIONES

Al cabo de estas reflexiones parece confirmarse la pre-


misa de que partieron y también el hecho que con su
clarividencia peculiar percibió y enunció Dorado a comien-
zos de siglo, es a saber, que en la manera como sea con-
cebida la pena se halla el centro de todo sistema penal
y que de ella dependen su orientación y su eficacia. "Para
fines de venganza, no puede ser adecuado el mismo sis-
tema penal que para los fines de retribución, de repa-
ración de los daños originados por el delito, de expiación
y mero castigo; ni un sistema penal que resulte satis-
factorio para quien persiga alguno de los objetivos que
acabamos de mentar podrá serlo igualmente para quien
se preocupe sólo o en primer término de la ejemplaridad
o el amedrentamiento, de la seguridad física de los ciu-
dadanos, de la seguridad moral, de producir tranquilidad
y hacer desaparecer la alarma, de cortar las raíces de
futuros posibles delitos, de convertir en ciudadanos so-
cialmente honrados a los que al presente no lo son .. .'11 •
Por consiguient~, toda idea o propuesta de medición
de la pena sólo tiene sentido, "cuando se la concibe re-
tributivamente"2; y, al contrario, como el propio Dorado
señala con palabras de Maus que contaban con el bene-

1 El Derecho protector de los criminales, cit., t. 11, p. 25.


2 Ibídem, t. II, p. 26.
172 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE LA PENA 173

plácito de Prins, Conti y otros muchos, "toda idea de tra- de ordenamientos jurídicos y para una parte no despre-
tamiento es incompatible con la idea de pena"ª. ciable de la doctrina de muy diversos países a la pena
• ' Incurren, pues, en flagrante contradicción, o, si se le es inherente la finalidad retributiva, sea como funda-
prefiere, en una falta de consideración y adecuación entre mento o como fin único, sea como componente de una
fines y medios, cuantos sobre ordenamientos penales ba- más amplia gama de funciones", y que la generalidad de
~ados en l~ exigencia de una medida exaéta de la pena la doctrina española "parte de premisas retributivas"4.
1~s_e:tan,. sm percatarse de su incongruencia o incompa- Se ha de reconocer que la idea preventivista tiene
tib1hdad mterna, una doctrina o incluso leyes de ejecución una larga tradición y probablemente un abrumador pre-
de aqu~lla fundada~ en las nociones de rehabilitación y dominio, fluctuando, por épocas, de los afanes de preven-
t~a.tam1en_to: Por la mversa, constituiría un saludable ejer- ción general a fos de prevención especial, y distinguiendo
c1c1_0 de log¡ca y de seriedad en su pensamiento y en ¡;u en la actualidad entre prevención general y prevención
actitud~ y garantía de coherencia y firmeza en su obrar, especial positivas y negativas. Pero no será imprudente
que qmenes las sustentan ahondasen en sus posiciones preguntar si los respectivos ordenamientos se han estruc-
y ?escubrieran la persistencia de la idea peligrosista que turado internamente y operan efectivamente en uno u
ahenta en su entraña y las mueve. otro de tales sentidos, ni indiscreto examinar si, a des-
Que la pena consiste en retribución puede o no re- pecho de cualquier declaración más o menos enfática y
sultar atractivo y deseable, pero, a menos de sustituír sonora, en el fondo no han funcionado y funcionan, cons-
ciente y explícita o inconsciente y tácitamente, y con ma-
~or imaginac~ones y preferencias la realidad, es lo que
esta nos mamfiesta y acredita. Pues bien, en el mundo yor o menor acierto, como retribución.
Por lo demás, el pensamiento retribucionista perma-
de l~ ciencia y del saber en general lo único, en puridad,
nece vivo a través del tiempo y de continuo vuelve a ser
grati~cante es conocer la entidad de los objetos que se
objeto de nuevas reelaboraciones que lo van depurando
estudia; y, por otra parte, una acción inteligente y pro-
y precisando, acaso porque, "en principio, se puede decir
ficua, de cualquier orden que sea o en cualquier plano
que es inevitable sostener •que la pena tiene su esencia
a que pertenezca, no puede desconocer ni preterir lo que
retributiva" 5 •
las cosas son ni reemplazarlas por ficciones.
En este punto, puede ser oportuno fijarse en que bue-
Además, hay incontables condicionamientos de muy
na parte de los problemas y de las confusiones que en
distinta índole, entre los que pueden descollar los de ca- el último par de siglos se ha suscitado sobre semejantes
rácter político, que imponen y exigen, asimismo, que la temas es debida al monopolio indiscriminado y casi ab-
pena sea, en su esencia, retribución. soluto, en todos los países y durante todo este tiempo,
Ahora bien, no se ha de negar que en no pocos textos de las penas de privación de libertad, que hizo surgir
legales o constitucionales contemporáneos se le asigna
otra entidad y finalidad, pero tampoco parece que en tales 4 Marino Barbero Sántos, La división en dos fases del proceso penal
cas~s el propio ordenamiento provea los medios y se or- (en su libro misceláneo Estudios de Criminología y Derecho penal, Universidad
gamce para el cumplimiento de dichos designios. Sin em- de Valladolid, 1972, ps. 191-209), p. 202, texto y nota. Este artículo se había
bargo, también "es un hecho cierto que para gran número publicado en el "Anuario de Derecho Penal y Cien_ci~s Penales", cit., 1969,
ps. 269-281.
5 Edgardo Alberto Donna, Teoría del delito y de la pena, 1, Teoría de

3 Ibídem, t. 11, p. 9. la pena y la culpabilidad, Astrea, Buenos Aires, 1992, p. 30.


174 MANUEL DE RIVACOBA y RIVACOBA

FUNCIÓN Y APLICACIÓN DE L.\ PENA 175


dificultades y dio lugar a cavilaciones que en otro con-
texto, aunque también se hubieran planteado, no habrían ésta; adelanto notable, •en el cual, por muchos motivos,
tenido el mismo dramatismo ni la misma gravedad. no se puede, empero, fincar grandes esperanzas. Más
Por su origen, por la forma como se introdujo en el fundado en la naturaleza del Derecho punitivo y de la
sistema penal y por su misma entidad y naturaleza, la penalidad, con mayores y mejores raíces históricas y, por
privación de libertad llevó al contrasentido, sin preceden- todo ello, con más promisorias perspectivas futuras, apa-
tes ni analogía en otras situaciones y modalidades de la recen la necesidad y la idea, no ya de judicializar, sino,
penalidad, de que se ocupara de su eje.cución la Admi- lo que es mucho más, de jurisdiccionalizar la ejecución,
n~stración pública, desplazando de este cometido a la ju- de cualquier pena, de todas las penas; con lo cual, además
dicatura y provocando así los mayores atentados y aun de servir a la lógica de las cosas, se garantiza la posi-
aberraciones, no ya sólo contra los derechos fundamen- bilidad del pleno imperio en toda la esfera de acción del
tales de los condenados, sino incluso contra su misma Derecho penal, desde la definición de lo que se entiende
condición humana; desafueros que repercutieron en la vi- por delito y se tiene como tal, hasta la más completa ex-
sión y la vivencia social del delito y la penalidad, creando tinción, hasta el agotamiento final, de sus consecuencias
la estigmatización de quienquiera que haya pasado, aun- jurídicas, de la legalidad y, con ella, de la libertad y la
que haya sido sólo preventivamente, por la cárcel y la seguridad, o sea, del más acabado reconocimiento, tam-
existencia de vastos sectores interesados en la perm~nen- bién en este terreno, de la humanidad de cuantos hayan
cia de la prisión, y que viven de ella y, algunos, obtienen de moverse en él, y, por ende, de que son próximos, o,
pingües beneficios. lo que es igual, prójimos.
Hace ya mucho que las mentes más esclarecidas tie-
nen conciéncia de la crisis de la prisión y que se busca
y ensaya alternativas factibles y eficaces de ella. Lo que
se haya avanzado en esta dirección es cuestión en la que
no nos enfrascaremos aquí, pero en las capas más vastas
y espesas .de la sociedad, influídas y dominadas con fre-
cuencia por los denominados medios de información, que
en muchas ocasiones son más bien de deformación per-
dura el prejuicio de que frente al delito no cabe sino la
separación de quienes lo perpetran de la libre convivencia
esto es, el encierro y el trato duro. '
A pesar de todo, convergiendo en tal fenómeno fac-
t~r~s de muy distinta índole y procedencia, y con el pro-
pos1to de racionalizar la ejecución de la privación de li-
bertad, que equivale a tratar como seres humanos a los
condenados a sufrirla, se va introduciendo. en las diversas
legislaciones, con diferentes nombres, no siempre afor-
tunados, el juez de ejecución, y se va, así, judicializando
Se terminó de imprimir
en noviembre de 1993,
en Talleres Gráficos ErnGRAF S.A.,
Delgado nQ 834, BUENOS .AIRES.

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