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Primera edición: Lima, setiembre, 2021

2021, Historias cruzadas


Autores varios

Conjunto de crónicas, como parte del curso


Taller de Periodismo Informativo, impartido
por la docente Lilly Huamanchumo Sánchez
de la Escuela de Comunicación Social

Universidad Nacional Mayor de San Marcos


Facultad de Letras y Ciencias Humanas

Coordinación: Pamela Torralva


Maquetación: Raúl Salazar
Diseño de portada y contraportada: Marjorie Gonzales y Frank de la Cruz
HISTORIAS CRUZADAS
(autores varios)
Índice

Sobre el terremoto en Yungay, Almaquio Ortega López,


el payaso Cucharita y el profesor Pelayo Aldave Tarazona
Frank Oliver de la Cruz Gamboa ........................................................................... 1

¿Dónde estás?
Camila Yanira Gómez Hurtado ............................................................................... 9

El último baile
Marjorie Gonzales Rojas ...................................................................................... 17

Si tan solo...no hubieras muerto en ese aluvión


Ángel Monje Samamé ............................................................................................ 25

Trasvivir siendo un niño


Raúl Eduardo Salazar Becerra ............................................................................. 35

WAWQI, AYWASHUN CIRCUMAN


Pamela Jeaneth Torralva Montesinos ................................................................... 43
Sobre el terremoto en Yungay,

Almaquio Ortega Lopez,


el payaso Cucharita y el

profesor Pelayo
Aldave Tarazona

1
Almaquio Ortega López, que en esa época tenía 23
años, disfrutaba como todos los adultos jóvenes de
la transmisión junto a su hermano, en su casa en la
avenida principal, donde se tomaban los carros para
ir a Lima. Ninguno sabía que sería la última vez que
pasarían tiempo juntos.

Vivían en Yungay, la antigua, a la que alguna vez el


«sabio» Antonio Raimondi le puso «Yungay Hermo-
sura». Es que las casitas, hechas de adobe y teja
andina, formaban un tranquilizante y acogedor ambi-
ente. Estaban pintadas de blanco y los techitos eran
anaranjados. La ciudad estaba distribuida en jirones
y calles que partían del centro, la plaza, adornada
con altas y verdes palmeras: enclavada en el cora-
zón del Callejón, rodeada de ricas campiñas y con un
clima benigno y acogedor. Tenía un hermoso cemen-
terio de cinco niveles, como si fuese una torta y un
hermoso Cristo de mármol, diseñado por el arquitec-
to ruso Arnaldo Filomeno Bambaren. Esa Yungay era
más grande que sus vecinas del Callejón de Huaylas,
sí, más grande que Carhuaz, Huaraz, Ranrahirca y
Recuay.

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Al igual que en Carhuaz y Huaraz, los vecinos Pero para Yungay, la cosa era distinta, si bien era
yungaínos se aglomeraban para escuchar la muy poco en comparación a lo que iba hacia
radio, sacaban sus sillas, se acomodaban en la Ranrahirca, no había objeto, estribación, o canal
plaza, cerca de las palmeras, por ahí, donde antes que ayudase a contener la masa que iba hacia
estaba la catedral que se derrumbó. Era un Hermosura.
domingo 31 de mayo de 1970. Ese día se inaugu-
raba el mundial de fútbol en México. La radio, que Almaquio Ortega le dijo a su hermano:
era el principal medio de comunicación en la «¡vámonos!» y se apresuró a escapar corriendo.
zona, era utilizada por todo el pueblo para poder Salió raudamente, era cuestión de vida o muerte.
atender a tan importante evento, en el cual iba a Y pasó. En tres minutos, La querida Yungay del
participar la selección peruana de fútbol. El ambi- señor Ortega sería enterrada entre hielo y rocas.
ente era festivo y alegre. Este fue el primero en Hermosura, ya no sería más. Durante esos minu-
caer, luego de que todo empezó a temblar. tos, Almaquio corrió para salvarse, fue hacia el
puente Calicanto y ya no pudo volver por este, el
Los ciudadanos salían de sus casas, era un derrumbe lo había roto. Fue para el jirón Dos de
temblor, fuerte, ¡un terremoto!, uno de 7,8 grados mayo, una cuadra afuera.
en escala de Richter. Pasó el sismo y el ruido
seguía siendo atroz, como si mil aviones pasaran Pasaron los tres minutos y Almaquio seguía ahí,
por encima de Hermosura al mismo tiempo. Se en el jirón Dos de mayo, junto a una multitud de
iba a caer, del nevado más alto de Perú, el Huas- personas veinte o treinta personas. Se echó a
carán, se veía que el hielo se venía abajo Desde el llorar, un llanto de impotencia y frustración. Su
pico norte del nevado, 40 millones de metros casa, su ciudad, su familia; nueve de sus diez
cúbicos de hielo, rocas y lodo se venían sobre el seres queridos; su vida, hasta ese entonces, todo
callejón de Huaylas a más de 200 kilómetros por había sido sepultado por un alud. A los 23 años,
hora. El alud amenazó a Yungay, Huaraz y Ranra- Almaquio lo perdió todo. Cuando se calmó, tuvo
hirca. Gran parte del derrumbe fue hacia esta que apoyar a los demás sobrevivientes y ellos a
última, menos mal que el cerro Aira le sirvió de él. En tres lugares se habían quedado los sobre-
escudo a la ciudad. vivientes.

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De 20 mil habitantes, solo quedaban 415 o 420, rápidamente a la puerta del estadio. Quedó paral-
por ahí y cuatro palmeras que se salvaron gracias izado al ver como las paredes del lugar y las casi-
a que una torre de la catedral les sirvió de tas caían levantando una inmensa polvareda. Vio
escudo. Era menester que todos ayudaran como como los adultos y niños salían corriendo del
pudiesen. Los otros grupos estaban en el circo y interior de la carpa. Los pequeños, llorando
el cementerio, o lo que quedaba de estos. aterrorizados; los adultos, rezando, pidiendo por
ellos y por sus vidas. Él también se puso a rezar,
Eran las 3 de la tarde, el payaso Cucharita estaba aunque «no era muy católico que digamos», en
laburando en el circo, como debía hacerlo. El ese momento, necesitaba el consuelo de algún
circo Verolina Europeo, conformado por chilenos, dios.
había sido llevado a Yungay por un alemán. Ese
día el elenco se preparaba para la función de De repente, se oyó un ruido atronador, como si
matiné que había sido programada para las 3:30 mil aviones pasasen volando encima de Hermo-
p.m. Mucha gente cruzaba la puerta del estadio sura. Salieron corriendo despavoridos. Los
Fernández para ingresar al circo, porque este se pequeños fueron a buscar a sus padres a la
ubicaba dentro de aquel. plaza, mas no pudieron hacerlo debido al fuerte
movimiento y la amenaza que venía cayendo
El payaso estaba en el camerino, recién se había desde el pico Norte del Huascarán. Cucharita se
sacado la camisa para empezar a pintarse la había dado cuenta de esto.
cara. Dentro de la carpa, los empleados del circo
atendían a una gran cantidad de niños, quienes Rápidamente, aprovechó su influencia sobre los
habían aprovechado el dos por uno en las entra- niños y les llamó a que vuelvan al circo. Los niños
das y la fiesta que los adultos armaban en la siguieron la indicación del payaso y se apresu-
ciudad para ir a ver la función. Las graderías esta- raron de vuelta al lugar en el que tan solo minutos
ban repletas y los niños repetían «¡hora, hora!». A antes todo parecía ideal. En ese momento,
las 3:23 p.m. las preparaciones para el espectá- algunos empezaron a gritar ¡corran, corran!
culo se detuvieron, el suelo empezó a temblar. Todos salieron a la carrera cual estampida. A
Cucharita salió del camerino y fue lado de Cucharita, corría el mago Petrus, cuya

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magia se había visto inútil frente a la inclemente Encontró en el camino restos de cuerpos
naturaleza. Cucharita recibió a la gente y los llevó desmembrados, reconoció a algunos de sus com-
hacia el cerro más cercano. pañeros que no alcanzaron a salvarse. Buscaba a
su esposa, no la encontraría nunca. No podía
Cucharita volteó la mirada hacia la ciudad mien- creer que la naturaleza se haya obsesionado de
tras subían el cerro. Vio que una gigantesca ola esa forma con una ciudad tan bella, de la cual
de barro color gris y vientos huracanados iban solo quedaba parte del cementerio.
pasando por la ciudad, arrasando todo a su paso.
Luego, un silencio sepulcral, pero ya lo habían Pelayo Aldave Tarazona fue una de las personas
perdido todo. El circo Verolina Europeo había que se salvó de la desgracia por haber corrido
desaparecido completamente, no quedó nada. hacia la cima del cementerio. Había ido a Huaraz
Cucharita perdió a su esposa, Rosa Marambio, un día antes, regresó a Yungay a las 2 p.m. luego
quien había ido a hacer las compras al mercado de almorzar en El Pico de Oro, ubicado en el jirón
de Yungay, ella estaba embarazada y solo 28 de julio. Cuando se cambiaba la ropa luego de
llevaban un año de casados. una ducha, las paredes empezaron a moverse y el
techo comenzó a doblarse. Salió como estaba, se
Esa noche, las personas que se salvaron por paró en calzoncillos bajo el umbral de una puerta,
haber subido al cerro, la pasaron en la intemperie, pero tuvo que irse porque el movimiento no
temblando por el frío que calaba hasta los cesaba.
huesos, estaban cerca al nevado. Se escuchaban
más derrumbes debido a las réplicas y los En la calle, vio como las tejas andinas bailaban y
pequeños lloraban de hambre y clamaban por sus caían dejando sin techo a las casitas blancas de
padres, el ambiente era desgarrador. la ciudad y una polvareda empezaba a cubrirlo
todo. Las personas gritaban, pero nadie se
Al día siguiente, bajó del cerro. Gracias a la entendía, el ruido por el terremoto y los gritos
acción del payaso, 300 personas, en su mayoría eran ensordecedores. Estaba embrutecido por la
niños de entre 6 y 12 años se salvaron de ser anulación de parte de su esencia humana,
enterrados por el alud.

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pues a pesar de ver a las personas llorar y pedir Su pie derecho sangraba, pero iba impulsándose
clemencia, solo se quedaba observándolos, o lo con el izquierdo hacia el cementerio, otras perso-
intentaba, porque la polvareda no le permitía ver. nas reaccionaron con el mismo plan. Llegó. El
problema ahora era subir los niveles. En el último
Llegó hasta la esquina de Artemio Giraldo, quien minuto, las piedras de la segunda plataforma
le increpó por andar semidesnudo. En ese preci- cayeron y tuvo que subir saltando y trepando
so momento, se oyó un ruido estruendoso, como sobre estas. Al llegar al límite entre la tercera y
si mil aviones pasasen por Hermosura a la vez. cuarta plataforma, una piedra le cortó el pie izqui-
erdo y cayó en una zanja.
¡Aluvión! -gritó- Se viene el Huascarán, corramos
don Artemio y le tomó de la mano, pero este no Miró hacia la base del cementerio, vio a las
respondió, estaba paralizado debido a lo que se personas arrodillándose y juntando las manos
venía. Pelayo se despidió de él y corrió hacia la para rezar, algunos se abrazaban para esperar el
esquina del restaurante Los Claveles. El corazón fin juntos. En la zanja de bruces, Pelayo esperaba
le palpitaba a carreras, no podía ver nada por el lo peor a la vez que las piedras cual proyectiles
denso polvo, pero notaba que las casitas de pasaban encima de él. Finalmente, el lodo quedó
adobe y tejas andinas eran ahora escombros. Sus a tres metros debajo de donde él se encontraba.
piernas dejaron de responder y quedó tendido en El golpe del alud en el cementerio hizo remecer al
el suelo. Cristo de mármol, mientras los que habían logra-
do subir lloraban a gritos y casi no tenían lágri-
¡Levántese! -le gritó el profesor Faustino Carran- mas debido al pánico.
za- ¡corra, el aluvión ya está sobre nosotros!
Volteó la mirada al nevado y vio como una masa Pasó una noche de demonios. Entre personas
que se movía con mucha velocidad se hallaba en que lloraban con todo su ser, algunos que no
la plaza de armas arrasando con todo a su paso. podían ponerse de pie o cambiar su posición
Sacó fuerzas de quién sabe dónde, se puso sobre debido al frío y los fuertes vientos, el ambiente
sus codos y se levantó gateando. asemejaba un centro psiquiátrico lleno de orates.

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Ya en la mañana, junto al ingeniero Casaverde y el presidente Velasco Alvarado mandó a que el
geofísico francés Patzelt y su esposa decidieron lugar sea un camposanto.
salir por Utcush; el profesor Carranza le buscó
ropa entre los escombros de Utcush, se pudo También es cierto que luego, el profesor Pelayo
poner un pantalón roto, una blusa y envolvió sus Aldave Tarazona fue nombrado director del plant-
pies en papel improvisando unas sandalias. el en el colegio Santa Inés de Yungay. Que el
payaso Cucharita falleció, pero quedó inmortal-
Pusieron troncos de eucalipto como puentes y la izado dentro del libro de declaraciones que se
gente empezó a cruzar como equilibristas, una puede conseguir al visitar Yungay y, por último, es
niña casi se cae, pero la agarraron de los cabellos cierto que Almaquio Ortega López no se ha
en el último minuto. Restos sin extremidades, contagiado de COVID-19, trabaja como jardinero
cabezas y vísceras diseminadas por el lugar y recibe alegre a los turistas en el camposanto
conformaban el horripilante cuadro que tenían que forma parte del Yungay actual, la cual, para
que ver. Llorando como si fuese lo único que uno este humilde servidor, merece, por su historia y
pudiese hacer, llegaron a Cochahuain, donde se su labor en mantenerla viva, el nombre de Yungay
reunieron con otros sobrevivientes y llegaron el Hermosura.
lunes primero de junio a Pashullpampa, donde
todos se abrazaron y lloraron juntos.

Hay quien dice que el alud que cayó sobre Yungay


fue causado por un desborde de la laguna Yanga-
nuco, lo cual es falso, porque esa laguna está al
otro lado del Huascarán. Lo cierto es que quienes
se salvaron lo hicieron en tres lugares: el Jirón
Dos de mayo, el circo Verolina Europa y el cemen-
terio, desde el cual una pareja de asiáticos
capturó el desastre en video. Así como que
Yungay no fue excavada porque el

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8
¿dónde

estás?
9
Golpéame Yungay
en tu mortal herida
donde el grito tuyo
es el mío a flor de piel

Hernán Osorio Herrera

Cada 31 de mayo recuerda su nombre, su sonrisa


revive entre sus recuerdos y vuelve a sentir su
mirada, aquella que la cautivó muchísimos años
atrás. La sensación de aquel último abrazo, del
último beso, ese cruce de miradas entre los dos sin
saber que era su despedida. La última cena familiar.
Las risas, los enojos, él, su esposo, el padre de sus
hijos, el hombre que amó hasta el día de su muerte.

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31 de mayo de 1970 Al atardecer, complaciendo los deseos de su
pequeña y secretamente también los de ella,
3 años se llevaban, él, el Sr. Oliviera, de 52 y ella, marcharon de camino al circo.
Graciela, de 49. Tenían 3 hijos: Teddy, la pequeña
de 8 años; Carlos, el jóven de 26 y su hijo mayor, 3:23, otra vez el 3 presente en la vida de Gracie-
Raúl, de 28, quien vivía en Lima. Tenían su casita la. Tres años los que se llevaba con su esposo,
en Yungay, vivían y trabajaban allí. Tenían un tres eran sus hijos y tres y veintitrés, la hora en
hogar, un hogar del que pronto no quedarían más la que todo lo que ella había conocido hasta
que escombros y recuerdos. entonces, cambiaría por completo.

La noche anterior había sido preciosa, Graciela y El espectáculo en el circo entretenía a medio
su esposo bailaron juntos en un evento organiza- pueblito, las risas inundaron las calles, pero de
do por la Alcaldía. Esa última noche, entrelazaron repente, un movimiento sacudió la tierra y esas
una vez más sus almas mientras sus cuerpos se sonrisas fueron arrancadas de golpe, cambián-
movían al compás de la música. Al amanecer, el dose por miradas desesperadas y gritos
sol iluminaba las calles, el viento corría tranquila- constantes. La felicidad había sido sustituida
mente, la pureza del aire de la sierra se sentía al por el miedo, todo el mundo corría e intentaba
respirar, típico de aquellos días brillantes a los esconderse, pero la tierra se movía por todos
que acostumbraban tener en Yungay. lados y no había lugar que escapara de lo que
estaba sucediendo.
Aquella tarde, un circo se había instalado en el
estadio del pueblito. La ilusión por ver las Graciela y Teddy salieron corriendo del circo en
funciones se veía en los ojitos de todos los niños busca de un lugar seguro, desesperadas por el
y niñas yungainos. Esas pequeñas sonrisitas incansable movimiento de la tierra, vieron un
alegraban el alma, pero para Graciela, era una la cerrito cerca del Huascarán en el que podrían
sonrisita y solo un par de ojitos iluminados los estar a salvo. Empezaron a correr, asustadas,
que acariciaban tiernamente su corazón; el de su escuchando cómo los moradores les gritaban
hija, Teddy. “¡Sálvese, señora!”.

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El escenario a su alrededor se volvía borroso, su movía, al parecer ya había pasado, pero lo que
única meta era llegar con vida a aquel cerrito que Graciela no sabía, era que lo peor no era el terre-
en unos segundos se había vuelto su única esper- moto que acababa de presenciar, sino las
anza. Las personas se quedaban atrás, oían secuelas y la gran pérdida que tuvo a sus 49 años
derrumbes, gritos, llantos, o tal vez no oían nada de edad.
y solo pensaban en llegar a aquel lugar.
El terremoto había sido de 7.9 en Yungay,
El camino se acortaba, estaban cada vez más Ancash. El movimiento removió de tal manera la
cerca, cuando de pronto, ya a unos metros de tierra que ocasionó un aluvión, el cual arrasó con
llegar a su lugar seguro, un ventarrón les impidió los escombros que dejó el terremoto. Fueron la
continuar. Divinamente un viento se había cruza- combinación perfecta para la destrucción de un
do en su camino y les hizo parar, un viento divino pueblo del que no quedaron más que recuerdos.
al que segundos después le deberían la vida. Un
fugaz y arrasador aluvión pasó delante de sus El movimiento paró y Graciela corrió con Teddy a
ojos y se llevó sin piedad todo lo que encontraba buscar a su familia. En el camino se encontraron
en el camino. El aluvión fue lo más poderoso de con imágenes que desearon nunca haber visto,
la naturaleza, tanto que destruyó por completo lo casas derrumbadas, personas tiradas como si
que quedaba de Yungay. fueran parte de los escombros. Vidas perdidas,
sonrisas que minutos antes había escuchado.
El aluvión también se llevó las palabras Graciela y Miradas que una noche anterior había sentido,
Teddy, quienes habían sido salvadas por un voces que ya no volvería a escuchar.
ventarrón. ¿Obra divina? Tal vez. En ese momento
no importaba nada más que la certeza de que, de Encontró a su hijo Carlos, quien, al igual que ella
no haber sido por aquel viento, ellas hubieran y Teddy, había sobrevivido de milagro.Carlos
sido arrastradas por el lodo junto con los restos estaba vivo, eso le devolvió casi por completo la
del pueblo. Estuvieron a un paso de la muerte. vida, tenía a sus hijos a su lado después de una
catástrofe. “Obra divina”, pensó.
Muchos segundos después la tierra ya no se

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Carlos vivía en una casita cerca de la Plaza de inesperado y arrasador, era de esperarse que
Yungay, vió cómo la tierra se abría por su venta- estuviera en otro lugar, en uno mucho más
na, salió corriendo y desde afuera vió como su seguro.
casa fue arrastrada por el aluvión. Cuando todo
paró, fue en busca de su mamá y su hermana, Fueron a buscarlo. En el camino, Graciela record-
antes de encontrarlas, se cruzó con tres perso- aba fragmentos de la noche anterior:
nas, a las que logró rescatar.
“Añañau, alcaldesantzita riquecuye; imanu
Se dirigieron a casa, en el camino se dieron shumac, chipepa chipapear, mamantzig Llusha
cuenta de que probablemente su hogar ya no norac egcaque camushgca, ¿ecatag valican?’’
sería hogar, sino que serían escombros y un (Que linda está nuestra Alcaldesa se ha venido
montón de lodo, pero guardaron la esperanza de brillando como la Virgen del Rosario, ¿cuánto
encontrar aunque sea algo que reconocer. estará costando?) , dijo Olivera

No encontraron nada. Al llegar a casa, que, por Graciela sonrió y sonrojada respondió: ‘‘Gcalapa-
cierto, ya no era su casa, ahora solo era una metzu mancosino, lagyacacharchque qui’’: (No
penumbra llena de lodo y piedras. El aluvión les me provoques, mancosino, te puedo cachetear).
había quitado su hogar. No se podía reconocer
nada, las calles no eran las mismas, las casas Graciela Ángeles era alcaldesa de Yungay, llegó
vecinas tampoco existían. No estaban los al puesto por un tiempo, ya que José Lobina, un
vecinos, ni los perros, mucho menos los gallos burgomaestre que radicaba en el pueblo, se
que gritaban en las mañanas. Ya no había nada. encontraba delicado de salud. La noche anterior
a la tragedia, se organizó un baile con la gente del
Lo que tampoco encontraron, mejor dicho, a pueblo, al que asistieron Graciela, su esposo y
quien tampoco encontraron, fue al Sr. Olivares, sus hijos. Esa última noche de felicidad, Graciela
esposo de Graciela y padre de los chicos. Pensa- no solo disfrutó con su familia, sino también con
ron que a lo mejor, estaba en otro lado. El terre- los vecinos y vecinas, se rieron, bailaron, com-
moto había sido muy fuerte y el aluvión ieron, vivieron, sin saber que horas más tarde

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ya no se volverían a ver. tarde, hora de la tragedia y ahora 300 sobrevivien-
tes. El tres había dejado huella en su vida, para
Graciela, Teddy y Carlos, seguían en la búsqueda bien o para mal, pero sin duda estaba relacionado
del Sr. Olivares. Buscaron arriba y abajo, detrás a su suerte.
de los escombros. La voz desgarrada de Graciela
gritaba: “¿Dónde estás?”, pero nadie la escucha- El cuerpo del Sr. Olivares nunca se encontró, así
ba, ya no había nadie. Su esposo ya no estaba y como tampoco el de muchas otras personas.
aunque estuviera en algún lado, ya no era capaz Graciela nunca volvió a bailar con su esposo
de reconocer la voz de su mujer y salir a decirle después de aquella noche, nunca más volvió a
que estaba bien. sentir su mirada, ni a escuchar su risa. No tuvo la
oportunidad de despedirse, tal vez alguien divino
La búsqueda era cada vez más desalentadora, el lo quiso así, tal vez ese alguien divino la marcó
lodo estaba por todos lados y el cuerpo de su como desdichada al perder al hombre que
esposo por ninguno. Todo el mundo buscaba a amaba, tal vez o tal vez su gran pérdida fue el
alguien. Al hablar de todo el mundo, estamos pilar para tener una nueva visión de la vida.
hablando de solo 300 personas, otra vez el
número 3 presente en la tragedia. Desde aquel fatídico 31 de mayo de 1970, Gracie-
la y sus hijos se reúnen cada 31 de mayo para
Murieron 25.000 personas en la catástrofe de recordar lo sucedido.
Yungay en aquel año. La ciudad se hundió casi
por completo, solo sobrevivieron 300 personas, “Cada 31 de mayo siento una tristeza muy honda
quienes fundaron el Nuevo Yungay, en memoria por los que no lograron salvarse, pero también
de todas aquellas vidas perdidas aquella tarde siento mucha alegría porque mis hijos y yo volvi-
del 31 de mayo de 1970. mos a nacer. Cada año que pasa cumplimos un
año más de vida, por eso digo que hoy celebra-
Graciela estaba marcada por el número 3. El 31 mos estar aquí”
de mayo, los tres años que se llevaba con su -Lydia Graciela Ángeles Figueroa
esposo, el número de sus hijos, las 3 y 23 de la

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Luego de la tragedia, Graciela se mudó a Trujillo,
en donde vivió hasta cumplir los 100 años.
Falleció el 17 de mayo del 2021, pero dejó sus
recuerdos plasmados en prosas y versos. Publicó
un libro antes de morir: “Yungay en mis recuer-
dos”.

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el último

baile
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El Dr. Carlos Olivera Ángeles, profesional de
Odontología, un joven de 26 años recién graduado
que había regresado al pueblo donde creció, Yungay.
Estuvo lejos de su tierra por un tiempo por razones
de estudio; sin embargo, había regresado con entusi-
asmo entre los suyos y esperaba poder aportar con
todo lo nuevo que había aprendido. Cuando regresó
no tardó en instalar un consultorio bien equipado en
la ciudad, a lo cual le puso mucho empeño y entusi-
asmo.

Conforme transcurrió el tiempo, Olivera notó que la


vida en la ciudad de Yungay era muy tranquila y
serena, pero que habían una serie de cosas que aún
estaban en vía de desarrollo, con esa idea en mente
convocó a varios amigos suyos y les sugirió que
organizaran un comité cívico, ello con la iniciativa de
participar en acciones de desarrollo local que bene-
ficiarían a su comunidad. Los amigos del Dr. Olivera
no tardaron en aceptar y empezar con la organi-
zación del comité. Es allí cuando se dieron cuenta de
que ellos solos no podrían, por lo cual invitaron a las
mujeres profesionales del pueblo a unirse

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quienes también aceptaron con mucha alegría e que iluminaban todo el gran salón.
ilusión.
Era la primera vez que el Salón de Recepciones
El presidente fundador del comité cívico junto a del Municipio se prestaba para un baile social y
sus socios organizan un baile social de recep- se mostraba más resplandeciente que nunca
ción, en el cual juramentarían las nuevas socias y antes.
presentarían el Plan de Trabajo para el año 70.
Los jóvenes lucían apuestos con sus trajes que
30 de mayo de 1970 - Yungay portaban con gallardía. Las jóvenes por su lado,
se vistieron y arreglaron mejor que nunca, se
Llegó el día del baile; no obstante, Carlos notó veían bellas con sus pulcros vestidos.
que no tenía el salón adecuado para que este se
realizara y siendo de las cosas más importantes, -‘‘Si Raymondi resucitara repetiría lo que afirmó
pidió apoyo a su madre, la alcaldesa del momen- aludiendo a la mujer yungaína’’, le comentó la
to, Graciela Ángeles, ella había asumido la alcaldesa a su hijo, quien le dio la razón recordan-
alcaldía de Yungay debido a que el burgomaestre, do la frase de Raymondi “Yungay hermosura” y
José Lobina, se encontraba delicado de salud. sonrió al igual que todos los que se encontraban
Graciela gustosa le ofreció a su hijo el Salón de el baile demostrando lo complacidos que se
Recepciones del Municipio para que pudiera encontraban al estar presentes en tan importante
realizar su baile. día.

El baile inició a las 7 de la noche, todo el salón El baile transcurrió como se había planeado y
lucía espectacular, estaba decorado con un fino plasmado en el programa especial para esa
papel y con una alfombra que cubría cada noche, se llevó a cabo la juramentación después
centímetro del piso. Los muebles estaban tapiza- de la bienvenida, se brindó con champaña y final-
dos por terciopelo rojo, los cuales se reflejaban mente se realizó el baile general.
en los espejos de cuerpo entero con marco
dorado que relucían bajo las arañas elegantes Una prestigiosa orquesta trujillana empezó a

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tocar para darle inicio al baile general, rápida- Graciela, al llegar a su casa, se miró en el espejo
mente el Dr. Olivera invitó a su madre a bailar la y aún sintió el rubor en sus mejillas al notar lo
primera pieza de la noche, quien aceptó deprisa y arreglada que estaba con joyas, llevaba una
gustosa. A la pista se unieron más parejas a cadena, esclava, un reloj, aretes y sortijas.
bailar y la emoción y alegría se empezaron a Procedió a quitarse todo y dejarlo sobre su toca-
sentir. dor mientras pensaba ‘‘Señor, ¿por qué me
permites tanta vanidad? No debo adornarme
Carlos, miró con detenimiento a la alcaldesa y tanto. Señor. Si me lo quitas todo ni siquiera he
noto que ella también se había engalanado para de llorar’’.
el baile y con una sonrisa y en voz alta, pasando
sobre la música le dijo -‘‘Añañau, alcaldesantzita Graciela procedió a dormir, ya que al día siguiente
riquecuye; imanu shumac, chipepa chipapear, sería un nuevo día con nuevas cosas por realizar.
mamantzig Llusha norac egcaque camushgca, Por otro lado, el baile se prolongó hasta las siete
¿ecatag valican?’’ (Que linda está nuestra de la mañana del domingo 31, el cual fue un éxito
Alcaldesa se ha venido brillando como la Virgen total que afirmó el empeño de los profesionales
del Rosario, ¿cuánto estará costando?) a lo cual jóvenes de Yungay.
su madre le respondió bromeando ‘‘Gcalapa-
metzu mancosino, lagyacacharchque qui’’ (No
me provoques, mancosino, te puedo cachetear).

Posterior a ello, Graciela Ángeles sonrojada le


pidió a su hijo que la sacara del local, puesto que
reconoció que era la persona mayor entre los
invitados con 49 años. Se despidió y le mencionó
a Carlos que guardaran la compostura y que
tuviera cuidado con las instalaciones. Final-
mente, se retiró a su hogar viendo a todos felices
y alegres, sin saber que sería la última vez.

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31 de mayo de 1970 - Yungay tuvo, se encontraba relajada en su casa cuando
su hija menor, la pequeña Teddy de tan solo ocho
Graciela se despertó ese domingo en la mañana, año, le empezó a insistir mucho para que esta la
el cielo lucía brillante como normalmente se llevara al nuevo circo que había llegado a la
mostraba, la ciudad parecía serena, parecía un ciudad de Yungay, Graciela aceptó y partió con
día cotidiano, por lo cual hizo lo que haría normal- ella hacia el lugar.
mente un domingo.
Mientras todo ello ocurría, Carlos prefirió
Las horas pasaron, de pronto ya eran las 11 de la quedarse descansando en su casa después del
mañana, la alcaldesa se encontró con una de las exitoso, pero cansado, baile de la noche anterior.
asistentes del baile del día anterior, recordando
la linda noche que habían pasado, la joven le dijo Era un día sereno, como los días brillantes de la
‘‘Señora, estuvo lindo el baile. Disfrutamos sierra y Graciela y Teddy se dirigieron al circo
mucho de la alegría. Después de esta noche... “Verolina”, el cual ya estaba instalado en el esta-
aunque venga la muerte’’, Graciela solo negó la dio y había mucha expectativa por ver la función.
cabeza con una sonrisa en el rostro y le men-
cionó lo alegre que le ponía que todo haya salido Eran las 3:23 de la tarde cuando Graciela se
como lo tenían planeado y que lo hubieran disfru- encontraba a la espera de la función con la
tado tanto. pequeña Teddy, de repente y sin previo aviso, la
tierra comenzó a temblar, Graciela sintió un
No mucho tiempo después, otra joven invitada sacudón cuando todos se alarmaron. Rápida-
del baile la fue a visitar, tuvieron una cómoda mente intentó tomar la mano de Teddy, pero todo
charla y a la despedida la alcaldesa le regaló una temblaba y esto se le dificultó; fue en ese preciso
bonita orquídea, a lo que la joven le dijo ‘‘No creía momento cuando Graciela miró a todas partes y
yo que esta flor fuera real; la he visto y la tengo en vio cómo todos a su alrededor se encontraban
mis manos. A lo mejor me moriré pronto ¿no?’’. con cara de pánico y el terror se podía percibir en
el ambiente, la tierra se empezó a mover de
Después de los encuentros amenos que Graciela forma más violenta y de pronto vio a todas

21
las personas que se encontraban en el circo, a la Carlos se encontraba en su casa, ubicada en la
espera de la función, corriendo para poder salvar calle 2 de Mayo, a pocas cuadras de la Plaza de
sus vidas. Armas de Yungay, cuando de pronto, a las tres de
la tarde, escucha como los gallos de pelea que
Ella y la pequeña Teddy salieron corriendo del criaba en su casa empezaron a gemir, a los minu-
circo hacia un cerro cercano para protegerse, tos Carlos sintió un remezón, por lo cual se
cerca del Huascarán. “¡Sálvese, señora!”, le dirigió al exterior de su vivienda donde vio como
decían los moradores, preocupados. la tierra se abría y se cerraba por el terremoto; sin
embargo, ello no lo paralizó y se dispuso a ayudar
a las personas que fueron embarradas por el
barro que provocó el aluviónel, era una masa de
color del luto y del tamaño del cielo. Que venía
como botando chispas, precedido por un viento
atroz y un ruido de pesadilla., así como también
ayudó a algunas personas a salir debajo de los
escombros de las paredes caídas y pronto corrió
hacia el estadio donde se suponía se encontraba
su madre y su hermana, se apresuró en buscar-
las.

22
Graciela y Teddy se encontraban subiendo la
montaña cuando un ventarrón que parecía envia-
do por Dios las empujó, ambas se paralizaron y
de inmediato sintieron como les salpicaba el
lodo, lodo que era una masa de color del luto y del
tamaño del cielo, el cual venía como botando
chispas, precedido por un viento atroz y un ruido
de pesadilla. Este pasó justo al lado de ellas de
forma violenta y terrible, el alud desolador no se
detuvo y siguió destrozando todo en su camino;
sin embargo, el ventarrón las salvó.

Muchos de los que asistieron al primer, e irónica-


mente, último baile se encontraban durmiendo
cuando se produjo la catástrofe. Fueron muy
escasos los sobrevivientes que quedaron de los
cuales compartieron una grandiosa noche con
Graciela y su hijo Carlos, pero ellos nunca olvida-
ran que se despidieron bailando de la forma más
alegre que se permitieron, luciendo lo más bellos
que nunca antes, irradiando esperanza y aquel
afecto característico que poseían entre todos y
su común anhelo de hacer algo por su tierra que
se truncó antes de siquiera plasmarse.

23
24
si tan solo...

no hubieras muerto
en ese aluvión

25
El día estaba como siempre, aparentemente era un
domingo como todos los demás. Los ambulantes
iban a los mercados a ofrecer sus productos, había
tanta aglomeración que apenas las personas podían
caminar . Era una tarde cualquiera, excepto porque
se inauguraba el mundial de fútbol México 70, justo
un par de horas después de almorzar, una hora
perfecta para encender la radio e imaginar despierto
todo lo que relatan los locutores. También sabías
que hace poco había llegado el circo Verolina
Europeo a la ciudad, así que no era sorpresa ver a
niños en la calle entusiasmados por asistir al evento.
No tenías ni idea de lo que estaba por suceder.

Saliste, por alguna razón, a caminar por tu pueblo


querido, por las casitas de estilo colonial de color
verde a un lado y cemento en el otro. Ya había termi-
nado el partido inaugural entre el país local y la
Unión Soviética con un insípido empate. El reloj
marcaba las tres de la tarde y el cielo estaba bastan-
te despejado que se podía ver el imponente Huas-
carán en su máximo esplendor. Cuando de pronto a
las 3:23 de la tarde, el movimiento urbano y la vida
26
comercial de un domingo por la tarde se vio inter- cúbicos de hielo. Pensabas que el sonido
rumpida por un movimiento sísmico, un terremo- atronador que venía era del terremoto, cuando
to de casi 8 grados en la escala de Richter, que diste vuelta y miraste lo que en verdad estaba
duró 45 largos segundos. sucediendo, no sabías que hacer. Era algo que
podía suceder en cualquier momento, lo habías
En Yungay, tu pueblo, todo empezó con un petrifi- escuchado por ahí, ¿se pudo haber prevenido?,
cante ruido que rebotaba en la Cordillera Negra, ¿ya había sucedido antes?...
sentiste que el suelo comenzó a temblar y que
cada vez el movimiento se hacía más fuerte.
como las casitas se venían abajo, de un momento ***
a otro todo estaba nublado, La polvareda era tan Primer antecedente: Desaparición de la ciudad
intensa que apenas podías respirar. Las personas de Ancash
a tu alrededor gritaban al unísono y el sonido 1725
estruendoso que rebotaban entre las dos cordille-
ras se hacía más ensordecedor que te confundía A cinco kilómetros de la antigua ciudad de Yungay
más, todo sucedió tan rápido que cuando (la de antes del terremoto), existía un pequeño
comenzó a cesar el temblor, estabas hecho un pueblito homónimo al departamento: Ancash. Era
manojo de nervios. Podías ver, el panorama: era una ciudad floreciente y hermosa con cerca de
desastroso, la gente lloraba y gritaba, algunos 1500 habitantes, tenía dos calles rectas y anchas
habían perecido tratando de huir de sus casas y que dirigían hacia una extensa plaza, la cual
otros estaban arrodillados pidiendo a Dios estaba adornada de frondosos árboles y un
calmar su ira. Estabas tan estupefacto que ni templo de estilo colonial, como las que se encuen-
siquiera te diste cuenta del estremecedor ruido tran en cada ciudad peruana.
que venía del Huascarán.
Un jueves 06 de enero, pero de 1725 se celebraba
Producto del movimiento sísmico, del pico norte en dicho pueblo, la gran festividad del Día de
del nevado más alto del Perú se había desprendi- Reyes, la Epifanía de Jesucristo, donde asistieron
do una enorme cornisa de millones de metros varios cientos de pobladores para festejar como

27
se debe. Coincidentemente, ese mismo día se días de fiesta.
celebraba el cumpleaños del alcalde, quien a su
vez era el mayordomo de la fiesta, el señor El terremoto hizo que se remeciera el nevado
Melchor Punyan, un personaje muy estimado y Huandoy, de 6.395 metros sobre el nivel del mar, y
respetado en el pueblo, además era el dueño de produjera un tremendo alud que a su paso arran-
varios terrenos en la ciudad y casi todos lo caba árboles con mucha violencia y arrastraba
conocían. peñones en su siniestro paso. El movimiento del
suelo y el estruendoso sonido del hielo cayendo
Varias personas, entre yungaínas y caracinas hizo que el sonido de las quenas y el baile de los
llegaban en briosos corceles al frente de la plaza, danzantes se frene intempestivamente. La
a la vivienda del mayordomo Melchor. Todo el población no se reponía del susto cuando la
ambiente se notaba lleno de alegría, felicidad, inmensa masa hielo se combinó con lodo y
entusiasmo y trago, había casi de todo: la rubia piedras, y engulló la ciudad por completo, minutos
espumante chicha de jora, los famosos vinos de después se desencadenó una lluvia terrible con
Moro, vinos de Laria y hasta vinos de Motocachi. rayos, relámpagos y truenos. Al día siguiente todo
Si Antonio Raimondi hubiera estado ahí, la hubiera era un inmenso campo de lodo cubierto de
llamado ciudad borrachera, antes que a Carhuaz. piedras. Cualquiera dudaría que allí existió una
La música no faltaba, se escuchaba desde diver- bella y floreciente ciudad. Ahora, el lado norte de
sos ángulos, un par de bombo, unas cuantas la ciudad desaparecida de Ancash, conserva el
quenas, algunas cajas y varios tambores que nombre del mayordomo: Punyan.
atronaban los aires con la peculiar música guerre-
ra de los antiguos huancas. A medida que las ***
horas avanzaban, la gente se aglomeraba más, se
juntaban junto a las cuadrillas de danzantes, las Por más que hubieras querido pensar en una
pallas recorrían alegres la calle de aquel pueblito forma inteligente de escapar de la tragedia, los
de Ancash. No esperaban que a las dos de la tarde tres minutos que se demoró el aluvión en sepul-
se produjera un movimiento telúrico que hiciera tar a Yungay se te tornaron muy cortos y optaste
acabar con los varios por seguir la dirección de las personas que

28
corrían por instinto propio. La inmensa masa de Varios de los que corrían junto a ti voltearon para
hielo iba casi a 300 kilómetros por hora, que ni la ver qué es lo que sucedía, cuando lo hacían grita-
quebrada de 200 metros de profundidad pudo ban con terror —avalanchaaa—, y otros gritaban
detenerla. Las primeras poblaciones que —se viene el aguaa—, esos gritos hicieron que te
quedaron sepultadas fueron Yanama Chio, Aira y pongas más nervioso y ello te asustó más
Ongo, cada vez estaba más cerca a la ciudad de cuando llegaste a un punto medio en el que los
Yungay. que corrían se dispersaron. Habían varias
opciones, pero no era momento para que te
pongas a elegir a cual dirección ir, podías ir al
estadio pero no ibas a llegar y la avalancha te iba
a agarrar en el medio, podías ir al circo pero no
parecía para nada seguro, estaba también el
cerro de Atma o la pista nueva que iba hacia
Caraz. En el fondo sabías que la mejor decisión
era ir al cementerio escalonado que tenía forma
de pastel, pero de todos los lugares era el más
difícil de llegar por la cantidad de escombros que
impedían la rápida escapatoria.

***
Segundo antecedente: Aluvión de Huaraz.
1941

En Huaraz, dos semanas antes de celebrar el


nacimiento de Jesucristo, ocurrió también un
desastre. Fue, exactamente, un 13 de diciembre
de 1941 a las cinco y media de la mañana.

29
Esta vez no ocurrió un terremoto, por el contrario, iba a cubrir la población, apareció un niño vestido
fue una inundación que desencadenó en un de blanco, quien hizo un movimiento estirando el
aluvión, todo sucedió producto de las lluvias brazo. La gente dice que ese niño fue Dios, que,
torrenciales de invierno, la cualizo que las aguas por salvar a su iglesia, desvió el cauce al otro
de la laguna Cojup creciera considerablemente lado. Un cura cuenta que ha encontrado un manu-
hasta el punto que se desbordara y produzca el scrito en el que se afirma que hace 200 años se
atroz aluvión que en su recorrido iba arrastrando produjo un suceso igual.
inmensas rocas.El ruido que producía el aluvión
era semejante al de un trueno sobrenatural, el cual Sin embargo no todo se salvó; con el ruido, varios
hizo que, en la ciudad, los pobladores se levan- trataron de huir lo más pronto posible, llamaban a
taran de sus camas aterrados. gritos a sus familiares, pero la inmensa masa
negruzca avanzaba demasiado rápido hacia la
Una leyenda sostiene que, antes que se desborda- ciudad y a su paso barría con todo lo que se ponía
ra la laguna, un campesino estaba pastando a sus en su camino, otros no lograron ni salir de sus
ovejas cerca, y vio que de la laguna salió un gringo viviendas. El desplazamiento violento de la líquida
con cabello rojo como el fuego y con un machete masa destruyó la ciudad sin misericordia, arrasó
en la mano, el gringo se puso a danzar a los alred- los edificios en un instante, la inmensidad del
edores y a lanzar piedras gigantes hacia la laguna aluvión no tuvo límites, era un cuerpo amorfo que
y así estuvo por un par de horas. arrasó consigo seres humanos, animales, árboles,
lodo y piedras; y en pocos minutos el sector más
Cuando faltaban pocos minutos para que ocur- moderno de la ciudad y los pintorescos lugares de
riese la tragedia, el gringo se metió de un salto a la Quilcay, Yarcash, Auqui, Queka, Antamoco y otros,
laguna y en ese mismo momento se rebalsó el quedaron destruidos. Ese día fue declarado duelo
agua. Luego emergió el gringo montado sobre un nacional, fallecieron más de 8.000 personas.
caballo negro, y con el machete que llevaba en la
mano talaba los árboles y troncos que hallaba a su ***
paso. Pero en el mismo momento que el agua

30
Durante esos diez segundos en los que estuviste El cementerio tenía cinco grandes pisos, corrías
pensando a qué dirección ir, perdiste tiempo a zancadas para llegar a la cima; saltabas encima
valioso sin darte cuenta. Al final decidiste ir al de las personas, empujabas para todos lados, te
lugar, que a tu percepción, era el más seguro de empujaban para todos lados, incluso te caíste
todos: el cementerio de Yungay, tenías la certeza una infinidad de veces. Llegar a la cima parecía
de que la tragedia no llegaría a la cima de la imposible, ya estabas por el tercer piso, lugar en
necrópolis escalonada, donde estaba un cristo donde te sentías medianamente seguro, pero no
blanco de varios metros. Para llegar al lugar podías parar. Toda esta odisea duró un poco más
tuviste que pasar por bloques de adobes, tejas, de un minuto, mientras estabas a punto de llegar
postes de alumbrado público, hasta personas al cuarto piso, todo se tornó negro.
que habían perecido en distintas circunstancias.
Mientras corrías como si no hubiera un mañana ***
veías de reojo como la gente avanzaban ayudán- Tercer antecedente: Alud en Ranrahirca
dose o jaloneandose entre sí, también veías 1962
como otros se pisaban sin reparar en edad o
sexo.Por un momento pensaste en tu familia, Eran las seis y cinco de la tarde, de un 10 de enero
pero ya era tarde para volver, no podías hacer de 1962, cuando se desprendió una enorme corni-
nada más que seguir corriendo y empujando a sa de hielo del Nevado Huascarán en Ranrahirca, a
toda persona que se metiera en tu camino, no tres kilómetros del antiguo pueblo de Yungay. El
podías parar por las personas que se quedaban a tremendo pedazo de hielo provocó un gigantesco
morir sin mover ningún músculo. alud que primero se escuchó como un estampido,
y después como un ruido siniestro. El avance de la
Inconscientemente agradeciste que ya estabas masa de hielo junto a rocas y lodo iba a cerca de
cerca del cementerio, pero al igual que tú, cientos 180 kilómetros por hora y apenas daba tiempo
de personas habían tenido la misma idea, tenías para que la gente pudiera huir de ese lugar,
que intentar subir mientras pudieses. La entrada algunos se entregaron a la muerte por querer
fue la más difícil porque varios se pisoteaban y salvar a su familia o por querer sacar sus
golpeaban entre sí. pertenencias más preciadas,

31
quizá algún recuerdo, algo de comida o simple- sepultadas, junto al distrito de Ranrahirca y sus
mente unos cuantos soles. tradiciones.

El pueblo quedó cubierto de lodo, piedras y hielo, A raíz de este desastre, dos geólogos estadoun-
todo esto combinado a la espesa neblina de polvo idenses advirtieron sobre la inminencia de un
y la lluvia que empezó minutos después del desas- próximo desastre de proporciones gigantes, al
tre. No se veía nada, ya había anochecido, solo se observar importantes agrietamientos en el nevado
escuchaban lamentos y llantos de personas que de Huascarán.
buscaban a sus familias —Mamaaaaá, papaaá,
hijooo—, buscaban mientras clamaban socorro; ***
unos llevaban consigo frazadas y mantas que
lograron sacar de sus casas, mientras que otros Al amanecer del 01 de junio de 1970, el panorama
se pusieron a pies de unos árboles para prote- era desolador y terrorífico, toda la ciudad de
gerse de la lluvia. Avanzaba la noche y los pocos Yungay estaba sepultada. Solo sobrevivieron
sobrevivientes permanecían despiertos y trauma- cerca de 300 personas que llegaron al cerro Atma
tizados ya que del Huascarán continuaban cayen- y los 92 habitantes que llegaron a la cima del
do pequeñas avalanchas. cementerio, los que no llegaron quedaron enter-
rados. El rescate de los cuerpos fue difícil,
Las personas que sobrevivieron se quedaron apenas se podía visualizar algunas partes de
asustados esperando a que amanezca para, por cuerpos cubiertos de lodos, una cabeza por allá,
fin, ver todo lo que ha sucedido y conocer la mag- un brazo por acá, una infinidad de cuerpos muti-
nitud de la tragedia. Ya en la mañana, los que esta- lados. Duró cerca de quince días el recojo de
ban despiertos empezaron a buscar a sus seres cuerpos, en donde se podía ver cuerpos descom-
queridos, la poca voz que les quedaba la utilizaron puestos y podridos, encontrados de una manera
para pronunciar sus nombres, pero las señales de indescriptible, lleno de gusanos y lodo.
vida eran muy pocas, solo encontraban cadáveres
mutilados, o simplemente cabezas. Fueron 4.000
personas las que quedaron

32
El terremoto no pudo haberse cambiado, pero tal
vez se pudo haber hecho algo para que no
fallecieran cerca de 25.000 personas en solo
Yungay y casi 70.000 en todo Ancash. Los
antecedentes existían, los profesionales sabían
que en cualquier momento algo así podía pasar,
los pobladores se olían algo. pero nadie nunca
hizo nada para prevenir el hecho. Si tan solo se
hubieran empleado medidas urgentes, si tan solo
hubieran escuchado a los geólogos que llegaron
a alertar después del aluvión de Ranrahirca, si tan
solo la evacuación hubiera sido prevista, si tan
solo hubiera sucedido todo eso, no hubieras
muerto en ese aluvión.

33
34
trasvivir

siendo un niño

35
Luis Pariamachi vive su día a día pensando
en aquel acto de magia.

Los últimos minutos de aquel niño de Huaraz se


congelaron en un hechizo irreversible, que empezó
con una semana de anticipación. Huaraz, 1970, llegó
un circo que resultaba novedoso para toda la región,
porque sí, esos días se paseó por los lugares más
representativos de Áncash. A partir de las narra-
ciones, pasajes e inclusive recortes de aquel año, se
sabe que este circo terminó siendo considerado un
acto divino en Yungay porque salvó a una cantidad
inmensa de niños ante el fatídico aluvión de tres
infinitos minutos, y el solo hecho de que se haya
paseado por todo Áncash se toma como si hubiese
sido Dios el que caminaba directamente por esos
días. ¿Para qué? Eso se supo el 31 de mayo.

Cuando Luis ingresó por primera vez a aquella carpa,


gigante para un niño de 6 años, se quedó pasmado al
ver personajes muy llamativos: los equilibristas. No
conocía nada parecido a un equilibrista; ver a perso-
nas balanceándose en una cuerda, entre la

36
estabilidad y la caída, lo mantenía completa- muy agitados. Sin embargo, hay algo que sí pudo
mente alejado de sus pensamientos más recordar con el pasar de los años: en esos segun-
inocentes. Tal concepto de ser “equilibrista” lo dos, su hermano se agarró del umbral de la
hizo propio, lo adjudicó a sí mismo de la forma en puerta y no los dejó salir, les gritó que no salieran
la que un niño hace suyo el mundo y las personas por ninguna vía, a pesar de que todos salían
que viven alrededor de él: la inocencia de la infan- despavoridos a la calle. Hizo lo posible para
cia, ya que Luis se encontraba en la balanza de lo lograr su cometido, hasta coger de la ropa, del
ya conocía y lo que iba conociendo. cabello de todos ellos, con tal de que no salieran;
Luis y sus familiares le hicieron caso. Esa fue la
31 de mayo de 1970, 3:22 P.M. Luis está en su razón por la que se salvaron, y se debe a que al
casa con sus padres, jugando con sus hermanos frente de su casa había una pared gigante que era
mayores a pararse de cabeza, queriendo conver- parte de la cochera de la casa vecina. Aquella
tirse momentáneamente en un equilibrista; está pared se vino hacia la puerta principal de la casa
ansioso por tener nuevas sensaciones. En de Luis y la rompió, y si Luis con su familia salían
palabras de Luis, “a través de mi ventana, se corriendo desesperadamente por aquella puerta,
asomaba un sol interesante que salía por las probablemente no existiría ningún recuerdo de la
tardes más o menos a esa hora, la hora que lo familia Pariamachi.
cambió todo. El movimiento empezó, y con este,
los 45 segundos más eternos que me ha tocado Luis entonces comprendió más a profundidad el
vivir”. concepto de “equilibrista”. Desde ese momento
en que él estaba jugando a ser uno de los que
La mente de un niño queda marcada más por el había visto en el circo, se mantuvo en un estado
impacto y reacción que por pasajes concretos, es de vaivén que no se ha fijado hasta ahora; se
por eso que Luis no recuerda tanto las acciones mantiene aún en movimiento. No conocía nada, y
que tomó su familia desde ese momento hasta en ese momento se sintió en la balanza entre la
que lograron salir, solo el ruido profundo, estar vida y la muerte, oscilando y pasmado en la
aferrado a la pierna de su hermano y los gritos cuerda del tiempo.
estruendosos de sus alrededores, inclusive rezos

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Entre escombros y polvo estrellas vacuas entre la oscuridad que había
absorbido cientos de vidas aquella tarde.
Fueron pocos los que sobrevivieron. En medio del
polvo perturbador, Luis caminaba sobre los Al día siguiente, la gente comenzó a regresar. Los
escombros de una plazuela perdida, de un Huaraz hermanos de Luis –el mayor de 15 años y la
perdido, y recuerdos ahora vueltos anónimos. A segunda de 14- se unieron a un grupo de rescatis-
medida que avanzaba y daba pequeños pasos, tas que iban a socorrer a los que seguían atrapa-
escuchaba a las personas enterrados. Un esce- dos. Ellos mismos contaban a todos los
nario horrible que tan solo un niño puede vivir y presentes que, a pesar de terminar su jornada,
percibir con una intensidad incomprensible para seguían escuchando gritos entre escombros. Una
cualquier persona que lo escuche. mezcla desgarradora para los habitantes:
algunos pudieron sobrevivir después del rescate,
Cuando todo se aclaraba –las emociones pero otros ya no.
también seguían este patrón-, las personas may-
ores, desesperadas, llegaban gritando que iba a Luis y los demás eran ahora errantes de su propia
acontecer un aluvión en la región. La gente tierra. Iban y regresaban tanto a lo que quedaba
estaba asustada, preocupada; al final, ellos no de la ciudad como a los campos en los días
presenciaron tal predicción, pero más de 68.000 posteriores, los mismos rescatistas trabajaron
habitantes de Yungay no pasaron la misma con el mayor de sus esfuerzos por bastante
suerte. tiempo, semanas con ayuda estatal. Acamparon
por una zona de cementerio; ahí mismo, se
Además de sus padres, las personas mayores realizó una fosa común donde los camiones
agarraron a Luis de la mano y se dirigieron a las llegaban para dejar sendos cuerpos que se enter-
zonas más altas, acampando toda la noche fuera. raron en un pequeño lapso de tiempo. Para ellos,
La tierra, por más increíble que parezca, seguía con el tiempo, dejó de ser novedoso.
temblando hasta altas horas de la noche. Recuer-
da haber sido la primera vez que dormía fuera de Días después llegó el apoyo del Estado, les
casa, viendo a los demás descansar, viendo las brindaron carpas y enviaron comida.

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Luis recuerda dos momentos impregnados en su llevaba una flor cocida en su hocico de una
mente: ver por primera vez a soldados cayendo manera completamente extraña. Nadie lo había
con sus paracaídas, indumentarias, llevándoles visto antes, nadie sabía de quién era, de dónde
comida desde los helicópteros; aquello los niños había salido ni adónde fue a parar. Algo comple-
lo tomaban como un sueño ver realizados sus tamente raro, ya que al ser pueblos chicos los
simulaciones con juguetes. El otro momento fue que se encuentran alrededor de la ciudad, todas
la oportunidad que tuvieron las familias de las personas y animales se conocen entre sí, por
comer, también por vez primera, carne de ballena. lo que se siguió comentando esta anécdota
Eso fue lo que les llevaron, además de ropa que, como si hubiera sido una forma de premonición.
a pesar de no ser de sus tallas, era una ayuda
adicional. Las personas mayores se comentaban Asimismo, los mayores comentaban acerca del
entre sí que inclusive Rusia había enviado desastre pensando que era un castigo de Dios.
helicópteros para llevarles comida. Después de Este tema sí se extendió entre personas y lugares
esas actividades, el apoyo dejó de estar presente, cercanos, debido a que llegó como noticia el
más o menos hasta que las cosas se estab- aluvión en Yungay, y se argumentaba la desapa-
lecieron en la ciudad. rición de ciudades por la trasgresión a las
normas de vida, buenas costumbres y más. Tema
Recuerdos de un niño sobre los mayores que Luis, actualmente, sabe que no es correcto.
Lo que sí comparte con los comentarios de esas
Luis recuerda que el tema del terremoto y sus semanas, es el agradecimiento que comentaban
“razones” se conversaba superficialmente entre las familias por el día en que se dio: un domingo.
los mayores. No obstante, para un niño solo Día en que las personas permanecían, en su may-
quedan grabados comentarios sumamente curio- oría, en sus casas. Se agradecía muchísimo, de
sos, como el del perro. Días después del evento, hecho, porque de haberse dado un día particular,
las personas contaban algo misterioso: unas centenares de familias se hubieran separado
horas antes de la tarde del 31, los que estaban en para siempre. Algunas nunca supieron ni siquiera
la plazuela habían visto a un perro negro cruzar dónde estaban enterrados sus fallecidos, en qué
por toda la ciudad, y ese perro, curiosamente, momento se los llevaron a los cementerios:

39
perdieron todo completamente, hasta la oportuni- detalla que sobrevivir es un acto de superación
dad de una despedida. ante un apuro muy fuerte y que no deja alguna
reflexión ni años influenciados por aquel terre-
Los últimos recuerdos de Luis estando en Huaraz moto. En cambio, Luis llama a todo este proceso
antes de partir a otras localidades con sus inicia- -después del terremoto- “trasvivir”: pasar de una
les 6 años se relacionan con haber pasado de la etapa a otra, de un mundo a otro. Su familia y él
alegría, el juego, la algarabía, jugando como un tuvieron una vida muy tranquila, y para ellos todo
equilibrista, al momento de la tristeza. Recuerda cambió en aquel momento; cambió el mundo,
que con sus hermanos rezaban todas las noches salieron de la ciudad, salieron entre polvareda y
para que Dios les regresara todo aquello que les escombros, entre casas derrumbadas, entre
había arrebatado en ese momento. Tal concep- niños y personas llorando debajo de la tierra,
ción tenían de Dios durante esos días, una espe- entre padres escarbando para recuperar el alien-
cie de mago que tuvo la capacidad de ilusion- to de sus hijos. Un cambio terrible.
arlos con el terremoto y que podía deshacer todo
lo acontecido: regresar a la normalidad. Le roga- Una vida muy tranquila en un Huaraz tranquilo, en
ron por días que deshiciera ese hechizo para que los setenta bajo la espléndida caída del sol en un
puedan ver de nuevo la realidad que conocían, cielo despejado, azul como las cornetas
pero nunca pasó. orquestales y retumbante en lo lejano desde la
tierra. Calles angostas y un ambiente sosegado,
El niño a sus 57 años tal y como recuerda todo aquel que creció en
regiones externas a la capital. Las familias esta-
51 años han pasado, muchas cosas han cambia- ban muy unidas, con pocas novedades y una
do. Pasajes horribles que, para Luis, se dinámica pasiva: es lo que recuerda Luis de la
convirtieron en protervos caminos que suele región antes del fatídico evento.
recordar de vez en cuando, aún temeroso de
ruidos estruendosos y terrenales deslices. Ser Los espacios eran más tradicionales, y la
sobreviviente no es suficiente para esclarecer lo predominancia del quechua y español como
que Luis experimentó aquella vez; él mismo lenguas conjuntas era una cualidad inherente a

40
la región. Cerca se encontraba una plazuela Un desprendimiento con la vertiginosidad y retra-
donde los más jóvenes solían recorrer a diario, y to de una catarata, al que le tomó 3 minutos tapar
los niños solían ir a jugar en las tardes o en las los recuerdos de cientos de familias. Con las
noches. Una práctica común entre ellos era meter cordilleras siendo las paredes del evento a los
la cabeza entre los barrotes de construcciones y alrededores, la vista al fondo del Cristo no fue
quedarse ahí por tiempos prolongados, riéndose más un paisaje, sino una vista de cementerio
con la felicidad en los rostros. Los días de juego, extenso con una figura de 11 metros sobre este.
de tranquilidad, de amor de padres, los paseos La mayor asociación que hace Luis es la vista de
interminables por los campos extensos y verduz- rocas gigantes que sobrepasaban el tamaño de
cos. En medio de las carencias que pudo percibir, carros y camiones que llegaban con el pasar de
resalta una felicidad que, hasta el día de hoy, los días, también se imagina el ensordecimiento
considera difícil de replicar, porque todo lo que que debieron enfrentar todas las personas para
aconteció desde el 31 de mayo de 1970, Luis lo luego escuchar un silencio permanente. Muchos
ha interiorizado como una vida completamente de esos niños, al quedar huérfanos, fueron
distinta. Como un buen sueño. adoptados en distintos países; en contraste a lo
sucedido con Luis, quien se mantuvo con su
En los años posteriores, comprendió y se familia durante todo el evento.
relacionó bastante con la experiencia acontecida
en Yungay. Aquel circo al que él mismo asistió Con sus años vividos y en el lugar donde reside
con sus 6 años fue la salvación de aproximada- actualmente (Huacho), percibe que aún las
mente 300 niños. Pudo ver entre las fotos cómo personas no tienen conciencia plena de lo que
las casas eran de adobe y teja andina, similares a conlleva un evento de esta magnitud, pero hace
las de su localidad, con estructura y espacio de lo posible para preparar a sus conocidos, dado
valle, y también cómo la avalancha se formó que él no lo estuvo aquel 31 de mayo. Quedó tan
como una colosal manta blanca que empezó a marcado en él que cuando siente un leve temblor
cubrir con sus tejidos ruidosos, empolvados y o movimiento telúrico, inmediatamente se levan-
dolorosos a familias enteras a una velocidad de ta y corre en búsqueda de la salida más
120 km/h. accesible: el pavor es el mismo de cuando era

41
niño, pero eso es lo único. Para Luis, no queda
nada del niño de aquella vez, no quedó ni una
pizca de inocencia, no quedó nada de las perso-
nas que solía ver a diario. Muchos se fueron a
rescatar a sus familiares, y muchos nunca más
regresaron.

42
WAWQI, AYWASHUN

CIRCUMAN
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“Wawqi, wawqi, aywashun circuman” -Hermano,
hermano, vamos al circo- fue la frase que salvó a
María Olivera y a su hermano. María era una pequeña
Ancashina de 6 años, aún no entendía la fiebre del
fútbol del debut de la selección blanquirroja en el
mundial de México 70. Para ella, el circo se veía más
atractivo, los colores, los payasitos, el show. “Veroli-
na” se llamaba el circo que María ignoraba que sería
el que le salve la vida.

Una hora antes del terremoto

Ya eran las 2:30 p.m., la función empezaba una hora


más tarde, pero María se encontraba ansiosa por
correr al estadio Fernandez para ser una de las prim-
eras en entrar al circo. Ella y su hermano partieron al
circo, dejando a su padre en casa, sin saber lo que
minutos más tarde le esperaría.

30 minutos antes del terremoto

La tarde del 31 de mayo era como cualquier otra


despejada tarde de cielo azul de la serranía peruana,
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con el bello nevado Huascarán de fondo, nevado
que convertiría su belleza en el terror de todo un
pueblo.

María y su hermano Ernesto, de tan solo 5 años,


se encontraban a las afueras del estadio, la
función iniciaba a las 3:30 p.m., estaban listos
para el espectáculo, pero los minutos pasaban
lentamente, del mismo modo cuando se espera
algo con impaciencia.
Solo tomó unos cuantos minutos para que la
3 minutos antes del terremoto ciudad de Yungay desapareciera, los sobrevivien-
tes se encontraban inmersos en la oscuridad, lo
Los últimos minutos de alegría al lado de su único que escuchaban eran los gritos de auxilio
hermano María casi no los recuerda, pero sí recu- de las personas que no habían sido completa-
erda escuchar el ladrido de los perros y a solo mente sepultadas por el alud.
unos minutos el sentir la tierra vibrar. Para sus
cortos 6 años María no conocía la sensación de María con mucho pesar agradece su vida al
un terremoto, ni siquiera conocía la palabra pequeño Ernesto que la sostuvo de las manos
pachakuyoq -terremoto-, porque nunca había para que el barro y los escombros no se la lleva-
vivido uno. ran, sin él ella no estaría con vida.

El sonido estruendoso que empezaba a escuchar Los 15 días después del terremoto
María lo describe como si miles de camiones
hubieran pasado al mismo tiempo, el cielo María y Ernesto corrieron con dirección a un cerro
celeste que los acompañaba pasó a ser una que se encontraba cerca al cementerio, logrando
única nube oscura por la tierra levantada de los salvar sus vidas. Fueron 15 los días que tuvieron
escombros a causa del gran terremoto. que sobrevivir en el cerro con otras personas que

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tenían alimentos, días llenos de angustia, llanto y Tras pasar varios días escondidos alcanzan a
dolor, sin saber qué podría seguir sucediendo. reconocer a un vecino que los invita a quedarse
Buscaron a su padre, día y noche, María y Ernesto con él en una carpa, dios había escuchado sus
levantaron cadáveres, movían cabezas sin cuer- súplicas, los hermanos sobrevivientes no se
pos, pero nunca lograron encontrarlo. separarían.

Poco después extranjeros enterados de lo suce- Aywashun yungaypa


dido empezaron a adoptar a los huérfanos que el
terremoto acompañado del alud había dejado, Un matrimonio fallido es lo suficiente para que
pero María no podía permitir separarse de su una familia empiece a reducirse, eso había suce-
hermano. Los extranjeros no salían por las dido con la familia Olivera. María no recuerda la
noches, era el momento perfecto para buscar imagen de sus padres juntos, ellos se habían
alimento, en la sierra el alimento abunda, pero no separado un año después del nacimiento de
cuando un terremoto ha abatido todo un pueblo. Ernesto, incluso para María su madre estaba
muerta, lo que ignoraba era que su madre había
Pero dos niños solos, sin padre, sin madre, no emigrado a Lima, para casarse con otra persona.
podían hacer mucho, solo esperar un milagro.
María rezaba todas las noches, con la esperanza El terremoto de Yungay era primera plana en todo
de encontrar a su padre o alguna forma de no periódico y noticiero limeños así es como la
separarse de su hermano, Ernesto era lo único madre de los hermanos Olivera se enteró de lo
que le quedaba de su hogar. acontecido en su tierra natal, en donde había
dejado a sus hijos. La preocupación envolvió el
cuerpo de su madre y se convirtió más grande
que la distancia, con el corazón en las manos, la
madre de María y Ernesto retorna a Yungay junto
con su nuevo esposo. Aywashun Yungaypa, qusa
-vamos a Yungay, esposo- fue la frase que cambi-
aría la vida de María.

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Una nueva vida Sueño. Pesadilla. No había diferencia.

Poco después, personal del estado sobrevoló las Lavarse, preparar el desayuno, ir al colegio, regre-
tierras de Yungay y empezó a brindar apoyo a sar para atender al marido de su madre, era el día
aquellos damnificados por el terremoto, a día de una niña de ya 8 años. El terremoto le
“terrenos y tierras para aquel que haya perdido su quitó más que su casa y su padre, le quitó la
casa y su familia, precio justo” manifestaban, y posibilidad de vivir su niñez, su adolescencia, su
aunque una tierra no le devolviera a sus famili- juventud, a veces deseaba nunca haber ido aquel
ares muertos tampoco se encontraban en la día al circo para no seguir viviendo entre tanta
capacidad de rechazarlo. crueldad. María sabía que en Yungay no le queda-
ba más que un recuerdo doloroso de la que pudo
La llegada de su desconocida madre con su ser una vida llena de alegrías a un cielo azul con
nuevo marido no fue fácil de soportar, con un oscuridad constante.
terreno gratis su llegada no tendría ida. El padras-
tro era un hombrecito de dientes de oro, rego- Su madre era lo que María, con tristeza manifies-
rdete, sin una pizca de gracia, que tenía la ta, todo lo que no quería ser, una mujer que llora-
costumbre de abusar del alcohol, golpear a su ba, sin profesión, sin dinero, sin poder darles ni
madre y aprovechar de la inocencia de María fue un sol para compartir con sus hijos, viviendo a
peor que el mismo terremoto. cuestas de un hombre que abusaba de ella.

María no olvida los constantes impactos contra Tener una profesión y salir adelante era lo que
sus mejillas cuando algo no era como su padras- más anhelaba, por ella y por los sueños que tenía,
tro lo quería, estrategia que era repetida innumer- un esposo que la quiera, una familia, ser
ables veces. “Tranquila, respira, no seas bruta” le realmente feliz e independiente. María sabía que
decía su madre cuando María sentía que no cumplir sus sueños no iba a ser fácil, no con la
podía más. Soportar golpes para que su hermani- mochila que acarreaba, pero estaba determinada
to no tuviera que correr la misma suerte, razón a lograrlo.
por la cual escapar no era una opción.

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Salir de casa era el primer paso para empezar a
lograr sus objetivos, a los 16 años, con la secund-
aria completa, María con poco dinero sale a la
capital, buscando una nueva oportunidad, pero la
despedida, a pesar de ser todo lo que había espe-
rado, no era fácil, atrás se quedaba su hermano,
ahora grande y robusto, pero para ella siempre
sería el pequeño Ernesto, se quedaba, pero María
le prometió que siempre estaría para él y que no
dudara en buscarla.

Poco a poco, con pasos firmes, María se iba acer-


cando a su objetivo, ahora en la capital tenía que
cumplir uno de sus primeros sueños, ser profe-
sional. La Universidad Nacional Federico Villarre-
al fue la casa que nunca tuvo, donde empezó su
ruta hacia una vida realmente tranquila. Obstetri-
cia, carrera que le permitió ver nacer a más de los
que había visto irse.

No pasó mucho tiempo para que conociera a su


esposo, hombre amable y cariñoso, que sería el
soporte para muchos éxitos venideros, y el apoyo
para borrar poco a poco las huellas que un terre-
moto desencadenó.

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