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I. OBJETO
Por la presente venimos a contestar la vista conferida en los
términos del artículo 453 del Código Procesal Penal de la Nación y en tal sentido
manifestamos que MANTENEMOS el recurso de apelación interpuesto por el
señor Fiscal a cargo de la Fiscalía Federal de Primera Instancia nro. 1 de Córdoba
contra la resolución dictada el día 16 de abril de 2021 que dispuso: “Ordenar el
SOBRESEIMIENTO a favor de los imputados XXXXXX XXXXXX XXXXX
XXXXXXX, por el delito de trata de personas conforme los arts. 145 bis, 145 ter,
inciso 1 y antepenúltimo párrafo del CP y 334 y 336 inc. 3 del C.P.P.N.,
haciendo expresa mención que la formación de la presente causa no afecta el
buen nombre y honor del que hubieran gozado”
Compartimos los argumentos expuestos en su presentación, en
tanto la resolución atacada incurre en una errónea valoración de la prueba, pues las
constancias del expediente, examinadas a la luz de la sana crítica racional, dejan
en evidencia que la excusa absolutoria prevista en el citado cuerpo normativo, no
resulta de aplicación al caso.
Asimismo, por medio del presente AMPLIAMOS los
fundamentos en los términos del artículo 454 del Código Procesal Penal de la
Nación.
II. AGRAVIO
Constituye agravio del presente recurso, la decisión del Juzgado
Federal nro. 1 de Córdoba, en cuanto dispuso el sobreseimiento a favor de los
nombrados, por el hecho imputado por el Ministerio Público denominado como
“tercero”, que fue calificado oportunamente como “Trata de Personas, agravado
por haberse aprovechado de la vulnerabilidad de la víctima, por haber mediado
amenaza y por haberse concretado su explotación” (cfr. los arts. 145 bis y 145 ter,
inciso 1 y antepenúltimo párrafo del Código Penal).
De los hechos que se les atribuyeron a los imputados, surge claro
que formaban parte de una organización criminal que, comercializaba
estupefacientes bajo una modalidad que incluía la captación de personas en
situación de vulnerabilidad, a quienes obligaban a transportar esas sustancias
exponiéndolas al riesgo de ser descubiertas, mientras ellos se mantenían ocultos y
se beneficiaban con el negocio de éstas operaciones.
Este modo de funcionar de la organización, se vio reflejado en el
caso de XXXX, captada y obligada a transportar los estupefacientes abusando de
su situación de vulnerabilidad, quien además fue amenazada y atemorizada por los
imputados.
El sobreseimiento dictado por el Juzgado, escinde los hechos en
dos partes sobre la base de un errado análisis de calificación legal, soslayando la
plataforma fáctica investigada y la prueba colectada e incurriendo en una auto
contradicción, pues mientras por un lado describe el modus operandi de la
organización de la manera referida, por otro, entiende que parte de ese
comportamiento no está probado, lo que también es un error porque existe
suficiente prueba como luego se demostrará.
Lo anterior surge muy claro cuando el Juzgado dice “…si bien
los imputados se encargarían de conseguir mujeres que oficiarían de mulas para
trasladar el material estupefaciente a diferentes provincias del país…” niega que
esté probado que “XX haya sido engañada” en cuanto a lo que debía hacer, como
si este extremo fuera necesario para configurar el delito de trata de personas.
Con la sola referencia al engaño, pasaron por alto el abuso de su
situación personal o de las penurias económicas y familiares de estas mujeres, no
solo de XXX, esto es, la situación de vulnerabilidad que condiciona su voluntad,
limitando su capacidad de autodeterminarse y quedando bajo el absoluto dominio
de sus explotadores que las utilizan para su negocio ilícito
En este mismo sentido, la Procuración General de la Nación en el
dictamen de fecha 16/3/10 señaló que “…de acuerdo con las Notas Interpretativas
de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada
Transnacional), en su art. 3º, ap. a, sec. 63 el abuso de una situación de
vulnerabilidad debe ser entendido en referencia a “Toda situación en la que la
persona interesada no tiene más opción verdadera y aceptable que someterse al
abuso…” (ver CFCP, Sala I, FPA 9143/2014/TO1/CFC3, caratulada “Alfonso,
Gustavo Darío s/ recurso de casación”).
Ocurre que, cuando estamos ante un caso como el que nos ocupa,
no puede perderse de vista la situación de vulnerabilidad de la víctima por lo cual,
debe tenerse presente en todo momento al analizar las circunstancias que rodean al
caso, en tanto que, es un estado que afecta directamente la forma en que la persona
puede orientar sus acciones.
Por esa razón, se afirma que la vulnerabilidad es un estado de
indefensión absoluto frente a terceros que priva a la persona de elementos físicos y
psicológicos para resistir la explotación y lleva a que acepte cosas que en un estado
normal no se aceptarían.
Asimismo, queda evidenciado que la explotación humana tiene
en estos casos un claro componente económico, donde las víctimas son cosificadas
al extremo y sobre quienes se ejercen además algunos atributos derivados de la
propiedad, circunstancias que reflejan la intolerable agresión a los derechos básicos
de las personas.
Además, debe dimensionarse que la selección de las víctimas por
parte de las organizaciones criminales, respecto del delito de Trata de Personas, no
es aleatorias o al azar, sino que por el contrario, se elige particularmente a personas
que se encuentran atravesando circunstancias de vulnerabilidad, ya que dicho
estado impacta, en la mayoría de las veces, en la representación de los riesgos que
implican conductas delictivas –como el tráfico de estupefacientes-, especialmente
para la salud, pero también para su libertad, tornándolas más “útiles” para sus
designios criminales.
Tampoco puede pasar desapercibido que muchas de las mujeres
que incursionan en el delito de contrabando de estupefacientes, suelen ser víctimas
de profundas condiciones de pobreza y vulnerabilidad. Así, los motivos
económicos concretos y definidos que causan dicha participación encuentran su
origen, por ejemplo, en la necesidad del pago de tratamientos médicos para un
miembro de la familia o de deudas acumuladas, el desempleo y la responsabilidad
por el mantenimiento de los hijos -tal como se da en este caso- en tanto que, una de
las causas que motivó a la víctima a aceptar la realización del transporte del
material estupefaciente fue, como se verá más adelante, la interrupción del cobro
de un beneficio social y la necesidad de la manutención de sus hijos.
Dicho esto, también vale aclarar que ésta situación no es solo un
fenómeno local. La resolución 52/1 de la Comisión de Drogas Narcóticas de las
Naciones Unidas destacó la participación de mujeres y niñas en el mercado de las
drogas. Expresó su preocupación al respecto y resaltó que las mujeres y las niñas
son quienes tienen menores oportunidades de acceso a la educación, al trabajo,
servicios financieros y que tienden a ser el grupo más vulnerable en cuanto a su
utilización como correo de drogas. Por último, urgió a los Estados parte a tomar
medidas penales adecuadas contra los grupos delictivos organizados que utilizan a
las mujeres y niñas como correos de drogas.
Así, con ésta resolución errónea y escasamente fundada se está
conspirando contra una sanción eficaz de estos delitos de crimen organizado,
incluso favoreciendo que parte de los hechos queden impunes, con las
responsabilidades que esto puede generar para el Estado argentino en el ámbito
internacional.
No debe pasar inadvertido que si bien el accionar de los
imputados fue descripto como un solo hecho, respecto al Narcotráfico y a la Trata
de Personas, por ser ésta última la modalidad utilizada para consumar la primera,
estamos en presencia de dos situaciones fácticas distintas que se subsumen en
figuras penales que resguardan bienes jurídicos de diferente naturaleza, razón por
la cual y siguiendo ese orden de ideas, la decisión aquí criticada deviene en
irrazonable en tanto que ambas conductas endilgadas resultan inescindibles y es
por ello que debe ser revisada –y modificada- en ésta instancia con el objeto de
resolver la situación procesal de los imputados respecto de éste accionar factico
que también les fue atribuido.
Otra consecuencia negativa de ésta resolución es que las víctimas
que fueron captadas y explotadas por parte de la organización, sean privadas de su
derecho a recibir una reparación integral.
Al respecto, debe señalarse que, tal como reconociera
reiteradamente la Cámara Federal de Casación Penal “En el enjuiciamiento penal
el concepto de Ley Vigente abarca a la Constitución Nacional, a los Pactos
Internacionales de Derechos Humanos con jerarquía constitucional, los restantes
Pactos Internacionales, y al Código Penal y el Código Procesal Penal de la
Nación (C.F.C.P. Sala IV causas nº 1619 caratulada “Galvan, Sergio Daniel
s/recusación”, Reg. 2031.4, rta. el 31/8/1999, nº 2509 caratulada “Medina, Daniel
Jorge s/recusación”, Reg. 3456.4, rta. 20/6/2001 y nº 335 caratulada “Santillán,
Francisco s/casación”, Reg. Nro. 585.4, rta. el día 15/5/1996).
En tal sentido, debemos señalar que nuestro país, al suscribir
instrumentos internacionales sobre la materia ha asumido el compromiso
internacional de brindar a las víctimas de trata y explotación de personas las
herramientas necesarias para permitir la obtención de una indemnización y
restitución. De este modo, con la aprobación de la “Convención de las Naciones
Unidas contra la delincuencia organizada transnacional” reforzó aquéllos
principios internacionales y tomó la responsabilidad de dictar los procedimientos
adecuados que permitan a sus víctimas obtener una indemnización y restitución.
Específicamente, el art. 25.2 establece que “Cada Estado Parte establecerá
procedimientos adecuados que permitan a las víctimas de los delitos
comprendidos en la presente Convención obtener indemnización y restitución”
(art 25 inc. 2 Ley 25.632).
Por su parte, el Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar
la trata de personas, especialmente mujeres y niños, que complementa la
Convención, específicamente menciona que una de las finalidades del Protocolo es
el de “Proteger y ayudar a las víctimas de dicha trata, respetando plenamente sus
derechos humanos…”.
Con la firma del Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar
la Trata de Personas que regula la protección a las víctimas del delito de trata,
nuestro país asumió el compromiso de brindar a las víctimas de trata y explotación
de personas las herramientas necesarias para permitir la obtención de una
indemnización y restitución. Específicamente se menciona que una de las
finalidades del Protocolo es el de “…Proteger y ayudar a las víctimas de dicha
trata, respetando plenamente sus derechos humanos...”. Es por ello, que en el
artículo 6to. se enuncian un catálogo de derechos que asisten a las víctimas de trata
y se consigna expresamente que el Estado deberá adecuar su normativa interna
para permitir la reparación del daño que sufrieron las víctimas.
En igual dirección, la ley 26.364 fija como sus objetivos:
“implementar medidas destinadas a prevenir y sancionar la trata de personas,
asistir y proteger a sus víctimas”, razón por la cual, en sus artículos 6 a 9 se
dispone un piso de garantías mínimas para el ejercicio de los derechos de las
víctimas. Allí́ se regula un régimen de asistencia y de protección de las víctimas en
el que es necesario implementar acciones médicas, psicológicas, de alojamiento,
manutención, asistencia legal y reinserción o reintegración social. Todas estas
obligaciones asumidas por el Estado al ratificar el Protocolo, lo colocan en una
perspectiva jurídica de garante o responsable de los derechos humanos de las
personas bajo su jurisdicción. El Estado tiene un deber de protección de las
víctimas, hasta el logro efectivo de las reparaciones pertinentes.
Cabe agregar a lo anterior que las víctimas de delitos como el de
autos pertenecen a un colectivo en situación de vulnerabilidad y que, por ello, se
impone la adopción de medidas que resulten adecuadas para suavizar los efectos
del delito. En ese sentido, resulta apropiado recordar que en “Las 100 Reglas de
Brasilia sobre Acceso a la Justicia de las Personas en condición de
Vulnerabilidad”, se estableció que las víctimas de trata de personas se encuentran
en una especial situación de vulnerabilidad por la victimización propia del delito,
el desplazamiento interno, la edad, la pertenencia a minorías, la migración, el
desplazamiento interno, el género y la pobreza.
En este caso el menoscabo en el cuerpo y psiquis de las víctimas,
en su capacidad de decisión -al punto de ser reducida a su expresión mínima-,
llegando a una despersonalización tal que significó una cosificación. En virtud de
ello, se impone la adopción de medidas que resulten adecuadas para suavizar los
efectos del delito y que el daño que en consecuencia haya sufrido la víctima no se
profundice por su contacto con el sistema de justicia. Es decir, en estos casos
especiales en los que la víctima se encuentra en una delicada situación de
vulnerabilidad, el Estado debe hallar la forma de otorgarle un acceso integral a la
justicia, lo que debe traducirse en el sentido de no someterla a la realización de
pasos procesales o exigencias que signifiquen una nueva victimización.
En consecuencia, debe garantizarse las condiciones de acceso
efectivo a la justicia mediante políticas, medidas, facilidades y apoyo que permitan
a dichas personas el pleno goce de los servicios del sistema de justicia. Es por ello
que el Ministerio Público Fiscal se encuentra obligado a arbitrar los medios y
recursos necesarios para garantizar un real acceso a la jurisdicción y facilitar las
posibilidades de la víctima a recibir reparación integral. Debe dejarse claro que a
los fines de hacer efectivo ese reconocimiento las respuestas del Estado deben ser
eficaces, inmediatas y de ninguna manera pueden obstaculizar el acceso a la
justicia.
Ello se desprende del mandato constitucional del art. 120 que
establece que el MPF tiene por función “promover la actuación de la justicia en
defensa de la legalidad y de los intereses generales de la sociedad” y de la Ley
Orgánica del Ministerio Público Fiscal (ley n° 27.148)1 que le confiere al
organismo, entre otras, dos funciones principales: a) promover la actuación de la
2
Recomendación OSCE, Policy and legislative recommendations towards the effective implemtation of the non-
punishment provision with regard to victims of trafficking (2013), Parágrafo 12.
Así planteadas las cosas, más allá del temperamento liberatorio
adoptado por el señor Juez mediante el sobreseimiento dictado a XXX, este
Ministerio Público Fiscal sostiene que su obrar se encuentra alcanzado por el
inciso 5 del artículo 336 del Código Procesal Penal de la Nación, o bien por el
artículo 5 de la ley 26.364.
En este último supuesto, da lugar a considerar que la persona
sometida a trata puede estar en una posición similar a la de quien obra por miedo
insuperable. En función de ello, la exclusión de la pena estaría basada en la
coerción a la que se ve sometida la víctima y su consecuente limitación para
tomar decisiones en forma libre; pero además, que una persona sometida a trata
puede delinquir, ya no en razón de la violencia o coacción a la que es sometida,
sino que como consecuencia de la situación de vulnerabilidad que la llevó a
esclavizarse, sin que ello necesariamente importe en cada caso un supuesto de
temor reverencial o miedo insuperable (“Se trata de no criminalizar a las
víctimas”, GABRIEL IGNACIO ANITUA, “El delito de trata de personas -
Herramientas para los defensores públicos”, página 36).
Tanto si nos basáramos en las evidencias reunidas en la
investigación que tuvo por objeto la maniobra de tráfico de estupefacientes -de la
que resultó que XXX actuó bajo medios intimidantes-, o en las evidencias
colectadas que indican que la nombrada en realidad fue víctima del hecho de trata
de personas que tuvo como finalidad de explotación específica la del tráfico de
estupefacientes, los caminos confluirían a una misma solución del conflicto: su
sobreseimiento.
En efecto, existe un mandato internacional de no criminalizar las
conductas de las víctimas de trata de personas, plasmado en el principio 7 de las
Directrices sobre Derechos Humanos y Trata de Personas del Alto Comisionado
de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos: “Las víctimas de la trata de
personas no serán detenidas, acusadas, ni procesadas por haber entrado o residir
ilegalmente en los países de tránsito y destino, ni haber participado en actividades
ilícitas en la medida en que esa participación sea consecuencia directa de su
situación de víctimas”
Cabe destacar asimismo que ante la presencia de un evento en el
que podría estar ínsita una cuestión de Género, los Tribunales están obligados a
ponderar los hechos desde esa perspectiva, según lo establece la Ley 27.499 – Ley
Micaela- y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer.
Dicho lo expuesto, esta parte entiende que el plexo
probatorio reunido en autos es suficiente como para sostener que el hecho
que involucró a XXX se enmarca en un accionar de narcotráfico, pero
además, en un accionar de trata de personas agravada, desplegada por los
integrantes de la organización criminal investigada en autos, los imputados
XXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX.
IV. PETITORIO
Por todo lo expuesto, este Ministerio Público Fiscal solicita:
A) Se tenga por mantenido el recurso de apelación presentado
por la Fiscalía Federal de Primera Instancia nro. 1 de Córdoba contra la resolución
dictada el día 16 de abril de 2021 (artículo 453 del CPPN) y por ampliados los
fundamentos del recurso mediante el presente informe, en los términos del
artículo 454 del CPPN.
B) Se haga lugar a los fundamentos sostenidos por éste
Ministerio Público Fiscal, se proceda a revocar el fallo impugnado en cuanto
dispuso el sobreseimiento de los imputados y se ordene el procesamiento de
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXX, en orden al delito de trata de personas (arts. 145bis, 145 ter, inc.
1° y antepenúltimo párrafo del C.P.).
C) Para el hipotético supuesto que no se haga lugar a lo
solicitado precedentemente, dejamos formulada la reserva de recurrir en casación
y del Caso Federal para ocurrir ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación por
vía del Recurso Extraordinario (arts. 456, 458, inc. 1° del C.P.P.N. y 14 de la Ley
48).
Fiscalía General, 6 de mayo de 2021.