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ANIMA EXPRESSIO

Dos ratones se hallaban jugando al escondite en la estela de un cometa cuando vieron al


Tiempo pasar volando a su lado.

-Vaya- exclamó uno de ellos cuando el Tiempo se perdió en la lejanía.-Llevamos un


montón jugando. Quizás podríamos ir a otro sitio, ya hemos usado todos los escondites
que hay aquí.

-Estoy de acuerdo.- Contestó el otro.- ¿Sabes qué? Seguro que el Tiempo tiene una casa
descomunal, es un pensamiento muy importante. Sería un sitio divertido para jugar al
escondite.

-¡Qué buena idea! ¿Pero acaso sabes dónde vive el Tiempo?

-Yo no… ¡Pero podemos preguntarle al Saber!

Los dos ratoncitos fueron correteando por toda la galaxia. Por suerte, sabían dónde
encontrar al Saber, habían jugado mucho al escondite en su casa, una biblioteca enorme
entre dos galaxias. Cruzaron tres sistemas estelares, luego giraron a la derecha, se
metieron por un agujero de gusano, se comieron al gusano, y, finalmente llegaron a la
oscura biblioteca donde vivía el Saber. Recorrieron los pasillos, saltaron entre las
estanterías y finalmente llegaron en frente del el Saber. Estaba desprendiendo una
poderosa luz, la única luz en todo el edificio.

-¡El Saber nos ilumina!-Gritaron los ratones.

-¡Ratas de biblioteca! Yo diría que, más bien, os deslumbro.-El Saber soltó una
carcajada.- ¿Qué venís a buscar aquí?

-¿Dónde vive el Tiempo?-exclamaron al unísono.

-¡Menuda pregunta más filosófica!- dijo, sonriendo, el Saber.- Bien, el Tiempo vive con
el Espacio en un palacio que no está en ningún lugar y no ocurre en ningún momento.

-¿Hay mapa para llegar?-preguntó un ratoncito.

-¿Cómo va a haber un mapa que te lleve a un palacio que no está en ningún lugar? No
digas tonterías.
-¿Y a donde tenemos que ir entonces?-preguntó el otro ratoncito.

-He ahí el quid de la cuestión.-Respondió, sabiamente el Saber- No tenéis que ir a


ningún lado en ningún momento. Dejad de buscar y encontraréis.

Los ratoncitos hicieron eso. No fueron a ningún lado, y acabaron por encontrarse el
palacio del Tiempo y el Espacio.

Es una residencia muy envidiable, y los roedores se dieron cuenta en seguida. Se


encontraron un palacio con infinitas habitaciones, dispuestas en cinco dimensiones.
Cada habitación conecta con todas las otras habitaciones, tanto lejanas como cercanas, a
través de dos pasillos, uno de ida y otro de vuelta. Los pasillos estaban dispuestos con
una geometría completamente inefable, al menos con el castellano. La mansión estaba
vacía. Los dos ratoncillos no pudieron esperar para jugar, en seguida uno se puso a
contar en el vestíbulo mientras el otro corría a esconderse.

Cuando terminó de contar, el ratoncillo se puso a buscar a través de las


habitaciones. Al haber un número infinito de ellas, existían todas las habitaciones
posibles. Muchas de ellas estaban vacías. Los muebles y la funcionalidad de cada una de
ellas variaban muchísimo. De repente, entro en una habitación que contenía un letrero.

“ÓPTICA”

El roedor entró y le recibió un pensamiento. Tenía gafas y era joven, bastante seductor.

-¡Hola! Soy el Lenguaje, encantado.- le dijo amablemente- ¿Le interesaría adquirir


nuestro producto más nuevo?

-¿De qué producto se trata?- Preguntó el ratón.

-¡Es un catalejo!-Lo sacó.- Este modelo se llama “Métrica Sistemática”.

-¡La Métrica Sistemática en la Óptica del Lenguaje!

Chilló el ratón. Y huyó despavorido, pues no pudo mantener la compostura ante


semejante desenfreno lírico. Mientras tanto, el ratón que debía esconderse ya lo había
hecho, en el mejor lugar que pudo, una habitación llamada A la Vista de Todos. La rata
buscadora siguió su camino y encontró una habitación hecha de personas, que formaban
una especie de castillo humano. Cuando entró, uno de ellos le ofreció un trozo de queso.
-¡Un ratón en la casa del Espacio y el Tiempo! Qué cosa más curiosa.

-¿Una habitación hecha de personas me considera extraño a mí?

-Touché.

El perseverante ratoncillo siguió buscando en la siguiente habitación. Esta estaba


completamente cubierta de trofeos de caza. Una cabeza de jabalí, un carniculoide
disecado, la cornamenta de un sierrofrús y un cuerno de narval espacial 1. En el centro de
la habitación había un hombre de rasgos británicos. Un sombrero de safari cubría su
calva cabeza. Poseía un poblado bigote pelirrojo. Tenía un monóculo y aguantaba una
vieja escopeta.

- Buenos días, amigo roedor ¿Qué te trae por ahí?


- Estoy buscando a otro como yo.
- ¿Sí? ¡Qué curioso!
- ¿Curioso por qué?
- Yo también estoy buscando a uno de tu especie. Es el único espécimen que le
falta a mi colección de animales disecados.

Nuestro diminuto protagonista salió de ahí lo más rápido que pudo. El cazador intentó
atraparlo pero el ratón era rápido. La persecución entró en una tienda de porcelana
regentada por un elefante. No hubo un buen desenlace en esa tienda. La habitación
contigua justamente era la del abogado del elefante. El cazador tuvo que pagar un
montón de teteras chinas mientras el animalito escapaba por un agujero.

Más tarde acabó en una timba ilegal de póker organizada por pulpos bielorrusos. Uno de
ellos había bebido mucho vodka2 y estaba armando escándalo. Le intentaron aguantar
entre varios. En pocos segundos solo se podía distinguir un entresijo de tentáculos
viscosos. El ratón aprovechó el jaleo para robarles un puro y se fue por ahí
fumándoselo. Cuando ya llevaba la mitad del puro, entró a una habitación-sauna. Estaba
llena de hombres híper musculados y semidesnudos. Les oyó hablar un rato.

- Oíd, ¿hoy no os sentís excepcionalmente machos?

1
Especie fundamental para el universo, su cuerno es utilizado por el Tiempo para dibujar los cráteres de
diversos astros celestes.
2
“Si tengo ocho tentáculos, me tomo ocho chupitos, ¡coño ya” diversos testigos afirman que esta fue su
justificación para alcoholizarse.
- Mira que bíceps, Dios mío.
- Estás súper tonificado, rufián.
- ¿Habéis oído hablar del Bud Sex? ¡Sexo entre amigos sin poner en riesgo la
heterosexualidad!
- ¿Una paja entre colegas?
- ¡Somos unos machotes cachondos!
- ¡Machotes cachondos! ¡Machotes cachondos!- gritaban al unísono.

El ratoncito salió de ahí pues empezaban a asomar masculinidades frágiles y otras cosas
de naturalezas diversas3. Acabó en un gran salón de baile con lámparas de araña,
completamente vacío. Sin embargo, sintió como le pisaban la cola y como chocaba
contra obstáculos inexistentes.

- ¡¿Qué narices pasa?!- gritó, agobiado por la situación.


- ¿Quién habla?

El ratón se sorprendió mucho por oír esa voz, pero aún así contestó en voz bien alta:

- ¡Yo!
- Anda mirad, si hay un ratoncito que habla.
- Que monada de animal.
- Mi hija tiene un hámster.
- Un momento, ¿Qué es todo esto?- preguntó el ratón, muy confuso.
- Oh, vaya ¿No lo sabes? Estás en el congreso anual de personas invisibles.

Hizo muy buenos amigos en aquel congreso, pero tuvo que apresurarse o el otro
animalito ganaría el juego. Fue a la siguiente habitación, dónde se encontró que una de
las paredes era únicamente un cristal. Al otro lado del cristal pudo ver a una familia
obesa al completo. Hasta el perro pesaba 123 kilogramos. Estaban comiendo palomitas.
El padre tenía un revolver en la mesita de al lado del sofá. La madre, en cambio,
sujetaba una recortada. En cuanto lo vieron, la niña de la familia exclamó:

- Look daddy! Tom & Jerry is starting!

Al roedor le dio mala espina aquello y se marchó rápidamente. En cuanto se fue


empezó a oír a la niña llorar.
3
Mal proporcionadas, teniendo en cuenta el amplio tamaño de los ‘machotes cachondos’.
- Where’s Jerry? Where’s Jerry?

A continuación, pensó en bajar al sótano. Los ratones se esconden en sótanos, pensó.


Bajo unas estrechas escaleras de caracol (llamadas así por lo mucho que se tarda en
usarlas) y llegó al primer piso bajo el suelo. Se metió en una oscura habitación. Como
había pensado, había un montón de ratas y ratones. Se puso a buscar entre la multitud.
Eventualmente, se dio cuenta de que había un hombre sentado. Estaba hablando solo,
en susurros, mientras las ratas le usaban de W.C y le mordían.

- Mi mujer no me entiende, ¿entendéis eso? Mis amigos son unos egocéntricos, en


el trabajo nadie se preocupa por mí. Soy sólo un puto engranaje para ellos 4.-
rompió a llorar.

El ratoncillo no encontró a su amigo así que salió de allí. El siguiente lugar donde entró
parecía una sala de máquinas por fuera. Numerosos tubos humeantes entraban y salían
de ella. Se oían fuertes silbidos de calderas y estridentes sonidos industriales. El ratón
entro, curioso. Se encontró una escena peculiar. Un hombre-cabra, con cuernos y
pezuñas, estaba bailando Roll Over Beethoven con muchos jóvenes confusos.

- ¿Se puede saber qué es esto?- preguntó el roedor.


- Estás en el infierno amigo.
- ¿Y la música?
- ¿No sabes a caso que el Rock n Roll es la música del diablo chico?- dijo, justo
antes de estallar a bailar.

Se fijo en el ambiente. Jóvenes de entre 60 y 75 años bailaban como locos. Aquel sitio
estaba lleno de heces, fuego y heces prendidas en fuego. De vez en cuando, alguna
atrevida jovencita se atrevía a enseñar la liga de la malla y los mozuelos a su alrededor
se quedan boquiabiertos. El ratón siguió su búsqueda, esta vez yendo hasta el ático.
Anduvo y anduvo acabó por llegar. Entró en el ático por un agujerito y se sorprendió
muchísimo. Se sorprendió porque no había nada distintivo en ese cuarto. Nada
reseñable. Llego a pensar “Quizás la única particularidad de este cuarto sea que es el
ático” incluso. Sin embargo, acabo oyendo un:

- ¡Hola!

4
Para mejor comprensión, leer “Amigas Íntimas Nocturnas” del aclamado escritor Nicolás Moschonis.
- ¿Otra vez gente invisible?
- No exactamente

El animalito se extraño. Se puso a mirar a su alrededor buscando a su interlocutor. No lo


encontró por ninguna parte. Desesperado preguntó:

- ¿Dónde estás?
- Aquí arriba.

Miro al techo y se dio cuenta, sorprendido, de que no había techo. En su lugar, las
paredes muy altas del ático culminaban en una cara. La cara de un hombre joven
rapado, con una cruz tatuada en la frente y tres líneas debajo del ojo.

- Hermano, daría la vida por verte- le dijo la cara.


- Si ya me estás viendo.
- Quiero que me hables de la muerte.
- No me cae muy bien, es arisca y fría.
- Daría la vida por verte.
- ¿Eres un disco rayado o qué te pasa?
- Quiero que me hables de la muerte5.

Como bien es sabido por todos, los ratones evitan a toda costa los bucles 6, así que salió
de allí rápidamente. Sin embargo, escapó del trueno y le cayó el relámpago justo
encima. En su prisa, se metió en una habitación que tenía una advertencia en la puerta,
sin siquiera leerla. La miró vagamente, pero entró sin pensárselo. Dentro de la
habitación había otra habitación. Entro en esta pero dentro de la habitación había otra
habitación. Entro en esta pero dentro de la habitación había otra habitación. Entro en
esta pero dentro de la habitación había otra habitación. Entro en esta pero dentro de la
habitación había otra habitación. Entro en esta pero dentro de la habitación había otra
habitación. Entro en esta pero dentro de la habitación había otra habitación. Cuando ya
llevaba un rato así, se extrañó ¡Había caído en otro bucle! ¿Qué estaba pasando? Dentro
de cada habitación había una habitación más pequeña ¡Que cosa más extraña! Y la
sucesión no terminaba nunca. Era una pescadilla mordiéndose la cola. Intentó recordar
que ponía en la advertencia ¿“Habitación menstrual”? No, la otra palabra empezaba por
5
Cualquier parecido con algún trapero real es pura coincidencia.
6
Ya que ellos pueden. En 1887, Jhon J. J. Michaels intentó negociar con el Ratomncito Pérez para que
nos enseñara a la Humanidad como evitar bucles. Las negociaciones fueron en vano.
r ¿“Habitación reglamentaria”? Tampoco. Un momento ¡Habitación recursiva! Eso era.
La ratita se asustó. La recursividad podía encerrarle en el infinito. En ese momento,
empezó a intentar salir. Salió de la habitación de donde estaba, pero se encontró otra
más grande. Salió de esa y se encontró otra más grande de nuevo. Estuvo haciendo eso
un rato bastante largo, hasta que acabó en una habitación más grande que una catedral.
A partir de ese instante, fue consciente de que no podría salir por ninguna puerta. Estaba
en un bucle infinito.

- ¿Cómo diablos voy a salir de un bucle infinito?- preguntó al aire, desesperado.


- ¡Eso es muy fácil!

Se giró y miró el lugar de donde provenía la respuesta. Había un hombre, al fondo de la


sala, sentado frente a un ordenador. El ratoncillo se acercó a él.

- ¿Me puedes decir cómo salir entonces?


- Es muy fácil, mira, te explico. No se puede salir de un bucle infinito mediante
las iteraciones, pues son infinitas. En este caso, cruzar una puerta y pasar a otra
habitación es una iteración. La manera correcta de salir de una situación así es
rompiendo el bucle.
- ¿Rompiendo el bucle?
- Rompiendo el bucle.

El ratoncillo se decidió. Iba a romper el círculo vicioso dónde se había metido. Miró la
pared más lejana a él y salió corriendo. A pesar de ser solo un ratón, la habitación era
tan grande que le dio tiempo a coger mucha carrerilla. Llegó a alcanzar la velocidad que
alcanza el Tiempo cuando se encuentra a la Diversión. Chocó contra la pared y abrió un
boquete en esta. Salió justó al lado del cártel de advertencia.

- Debería leer más, me ahorraría problemas.

Después de esto el ratón llego a una habitación-museo. Estaba llena de obras de arte.
Paseó por las galerías, observando las inconmensurables bellezas del museo del
Tiempo. Era un arte indescriptible venido de eones pasados y futuros. Se encontraba el
ratón absorto ante tanta hermosura, cuando encontró una obra tapada por un tupido
velo. Delante de ella descansaba un cártel que rezaba “La mejor obra de arte del
Espacio y el Tiempo se halla tras este velo”. El ratoncito, intrigado, corrió el velo.
Encontró un espejo. Soltó una carcajada. Le pareció un maravilloso chiste. Se puso a
hacer muecas para ver el reflejo, pero esto hizo que notara algo raro. De repente, cayó
en la cuenta.

-¡Pillado!

No era un espejo, si no una puerta que daba a otra habitación, y el ratoncito que se
escondía estaba al otro lado.

-Un escondite muy inteligente.

-Sí, estoy orgulloso de él ¿Nos vamos?

Los dos ratoncitos salieron de la casa del Tiempo y el Espacio, y cuando se encontraban
en el borde del universo, a punto de volver a entrar, vieron a una pequeña araña tejiendo
el cielo nocturno. Se metieron en sus celestiales telarañas, buscando la estela de un
cometa donde jugar al escondite.

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