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Todo cuanto necesitas es… filosofía


El hombre está condenado a conocer la realidad no directamente sino a través de ese rodeo que son las palabras
que lo interpretan

JAVIER GOMÁ LANZÓN 20 ENE 2015 - 12:21 CET

Archivado en: Filosofía Ensayo Literatura Cultura

La filosofía es parte de la cultura general.


En concreto, la filosofía es el momento de
máxima conciencia de esa cultura.

El mundo objetivo está fuera de nuestro


alcance. No lo podemos conocer. Todo
cuanto vemos, oímos, palpamos o
saboreamos lo perciben nuestros sentidos
mediado por el lenguaje. No existen las
sensaciones puras porque éstas nos
vienen ya interpretadas por las palabras
que usamos para designarlas. Vemos
aparecer la figura de una persona querida
y nos decimos: “Ya ha venido mi amigo”.
La amistad es una palabra cargada de
significados que mutan de una sociedad a
'Escuela de Atenas', de Rafael
otra, de una época a otra. No se es amigo
siempre de la misma manera. Nos
comunican que ha fallecido un familiar y
resuena en nuestro interior la palabra “muerte”, una voz que evoca un universo entero de sentido o de
sinsentido experimentado de manera distinta en la Grecia clásica, en la Edad Media o en nuestra
época. Sentimos la dureza heladora de una mañana de invierno y exclamamos: “¡Qué frío!”. Frío es
una palabra que remite a una vivencia grata para algunos, dolorosa para otros muchos; pero incluso
entre este último grupo, hay quien, como el asceta, busca ese dolor para dar firmeza a su carácter y
quienes, como los deportistas de montaña o los exploradores de los polos, se entrenan
voluntariamente en él para superar luego situaciones extremas.

El hombre está condenado a conocer la realidad no directamente sino a través de ese rodeo que son
las palabras que lo interpretan. Todas las personas sin excepción poseen por fuerza una interpretación
del mundo. Interpretar lingüísticamente es ya un quehacer genuinamente filosófico. En este sentido,
todas las mujeres y todos los hombres del planeta son filósofos y no pueden dejar de serlo sin dimitir
de su condición humana. La filosofía es un “universal antropológico”, lo que quiere decir que -como el
amor, la mortalidad o el arte- encontraremos filosofía siempre que nos hallemos ante lo humano
dotado de los rasgos que lo hacen identificable precisamente como humano.

Del universalismo de la filosofía no se sigue, sin embargo, que todas las


interpretaciones valgan lo mismo. Por supuesto, hay interpretaciones más
contrastadas, reflexivas y decantadas que otras. El lenguaje de unos será Se adivina la
más inteligente, refinado y articulado, el de otros más elemental, instintivo importancia
y vulgar. Se adivina la importancia trascendental de educar ese lenguaje
trascendental de
con el que no sólo nos comunicamos unos con otros en el comercio con la
sociedad sino también nos comprendemos y nos hablamos a nosotros educar ese lenguaje
mismos en el secreto de la soledad. con el que nos
Y es entonces cuando interviene la filosofía en la segunda de las comprendemos"
acepciones, más restrictiva que la primera: filosofía ahora no como esa

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interpretación del mundo muchas veces inconsciente y heredada adherida al lenguaje natural cuyo
uso cotidiano compartimos con los demás miembros de la misma comunidad, sino como esa visión
del mundo hiperconsciente y personal contenida en las obras literarias compuestas por unos
escritores llamados filósofos. La filosofía en esta segunda forma y manifestación ya no es universal
sino achaque de unos pocos. Quienes escriben estas obras constituyen una minoría social porque, de
hecho, sólo un pequeño número de personas en cada época caen presos de una vocación literaria tan
específica. Esta vocación implica, primero, una visio de la totalidad del mundo, donde los fragmentos
de la experiencia común, aparentemente absurdos, se ensamblan en un cuadro general completado
por la imaginación adquiriendo dentro de él una cierta razón de ser; y en segundo lugar, una missio
que apremia por encerrar esa visión primera en un sistema ordenado de conceptos, literariamente
expuesto.

Otras disciplinas se ocupan de regiones particulares de la realidad mientras que sólo la filosofía está
llamada a hacerse cargo del todo de ella. Y eso tanto en su aspecto metafísico como en el pragmático.
En el metafísico, la filosofía interroga sobre el “ser” general (aquello que hace inteligible al mundo y a
los entes particulares que lo componen). En el pragmático, no se preocupa tanto de lo que es –el
cometido de las ciencias- como de lo que debe-ser y propone un ideal prescriptivo: de conocimiento,
de verdad, de justicia, de belleza, en suma, un ideal de lo humano. Podríamos decir, en conclusión,
que la filosofía es una actividad intelectual esencialmente no-positivista y no-especializada, aunque,
por supuesto, no desdeña los resultados de la ciencia positiva y especializada cuando le convenga a
sus fines propios.

Lo único El tempo de la filosofía es geológico, al margen de los ritmos supersónicos


de la actualidad política, empresarial, social y periodística. Pero es que
verdaderamente
alguien debe ocuparse también del largo y larguísimo plazo, más allá del
importante es la balance económico anual o de los cuatro años de una legislatura. Ese
filosofía. Porque el lenguaje que usamos para comunicarnos y para hablar con nosotros
mismos está hecho de palabras que tomamos en préstamo de la sociedad:
dinero satisface los
aunque forman parte de nuestra identidad más íntima, no las hemos
deseos humanos inventado nosotros sino personas del pasado, creadoras de palabras o
pero es la filosofía la creadoras de nuevos significados para palabras ya existentes: libertad,
que los moldea" dignidad, felicidad, amor, bondad, belleza. Luego esos creadores –de los
tres, cuatro, cinco últimos siglos- se nos deslizan sigilosamente en el
interior de nuestra mente y con el diccionario que nos prestan nos ayudan
a interpretar y a pensar el mundo de hoy.

Y, ¿quién creará el diccionario de las palabras que tomarán en préstamo las generaciones futuras? Los
actuales fundadores del lenguaje: novelistas, poetas, dramaturgos y, con especial conciencia, los
filósofos. Auténtico escritor es, al final, quien logra hacerse dueño de un glosario propio y de un
puñado de metáforas eficaces. El filósofo de hoy suministra el vocabulario y la semántica que servirán
para construir las interpretaciones del futuro. En su mano está moldear la visión del ser y el ideal
moral de las generaciones venideras a fin de que su vida sea mejor y más propicia a la convivencia.
¿Cabe imaginar una responsabilidad superior a ésta?

Cuando a veces me preguntan para qué sirve la filosofía, como si su mismo estatus estuviera
cuestionado por los apremios de esa clase de necesidades serias que satisface el dinero, suelo
responder invirtiendo los términos. Lo único verdaderamente importante es la filosofía. Porque el
dinero satisface los deseos humanos pero es la filosofía la que los moldea.

Oeconomía ancilla filosophiae.

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