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Anales del Instituto de Arte Americano

e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo”

nImaginarios instituidos de la vivienda: discursos


olvidados en la revista Nuestra Arquitectura, 1929-1945

Valeria Bril, Laura J. Vazquez, Johanna Zimmerman y Rocío Soffredi

Cómo citar este artículo:


Bril, V. et al. (2023). Imaginarios instituidos de la vivienda: discursos olvidados en la revista Nuestra Arquitectura, 1929-1945.
Anales del IAA, 53(2), pp. 1-19. Recuperado de: http://www.iaa.fadu.uba.ar/ojs/index.php/anales/article/view/70/71

Anales es una revista periódica arbitrada que surgió en el año Anales is a peer refereed periodical which first appeared in
1948 dentro del Instituto de Arte Americano e Investigaciones 1948 in the IAA. The journal publishes original papers about
Estéticas “Mario J. Buschiazzo” (IAA). Publica trabajos origi- the history of disciplines such as urban planning, architecture
nales vinculados a la historia de disciplinas como el urbanis- and graphic and industrial design, preferably related to Latin
mo, la arquitectura y el diseño gráfico e industrial y, preferen- America.
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Anales del IAA, 53(2): 1-19, 2023. Puesto en línea: septiembre de 2023. ISSN 2362-2024.
http://www.iaa.fadu.uba.ar/ojs/index.php/anales/article/view/70/71
Valeria Bril, Laura J. Vazquez, Johanna Zimmerman y Rocío Soffredi

Imaginarios instituidos de la vivienda:


discursos olvidados en la revista
Nuestra Arquitectura, 1929-1945
Instituted imaginaries of the house: forgotten speeches in the
magazine Nuestra Arquitectura, 1929-1945

Valeria Bril * Laura J. Vazquez **


https://orcid.org/0009-0000-4298-3015 https://orcid.org/0000-0003-1230-336X

Johanna Zimmerman *** Rocío Soffredi ****


https://orcid.org/0009-0002-2015-8545 https://orcid.org/0000-0002-5734-6796
Anales del IAA #53 (2) - julio / diciembre de 2023 - (1-19) - ISSN 2362-2024 - Recibido: 30/09/2022 - Aceptado: 01/12/2022.

n n n Este trabajo propone estudiar la vivienda en la revista Nuestra Arquitectura durante


el periodo 1929-1945, momento en el cual “el problema de la casa” ocupó el centro de los
debates disciplinares y en el que convivieron diversas posturas. Sin embargo, las explicacio-
nes posteriores sobre la historia de la arquitectura argentina y la línea editorial de la publica-
ción fueron mayormente impregnadas por la categoría de lo “moderno”. En consecuencia, hoy
se desconocen otras maneras de pensar la vivienda que coexistieron en la época. A partir
del relevamiento de la revista, se han detectado una serie de discursos centrados en “las
personas”, “las necesidades y el confort” y “las partes de la casa”, los cuales no pueden ser
explicados desde el enfoque canónico. A través de lecturas alternativas, este artículo propone
recuperar otros imaginarios y arquitectos, que han sido soslayados por no contribuir a la
construcción del imaginario “moderno” de la vivienda.
Palabras clave: imaginarios, vivienda, casa, revista, Nuestra Arquitectura.
Referencias espaciales y temporales: Argentina, 1929-1945.

n n n This research studies the house in the magazine Nuestra Arquitectura during the period
1929-1945, during this time “The problem of the home” occupied the center of the disciplinary
debates, with several approaches coexisting. However, later accounts about the history of
argentinian architecture and the editorial line of the publication, were mostly impregnated
by the category of the “modern”. Consequently, other approaches of time on the idea of “the
house” remain unaware today. By surveying the magazine, it was possible to detect a series
of discourses that cannot be explained from the canonical approach and that are centered in
“the people”, “the necessities and comfort” and “the parts of the house”. Based on alternative
readings, this article proposes to recover other imaginaries and architects that have been
bypassed for not contributing to the construction of the “modern” imaginary of the house.
Keywords: imaginary, house, home, magazine, Nuestra Arquitectura.
Space and time references: Argentina, 1929-1945.

* ** Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas. Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Universidad
de Buenos Aires (IAA-FADU-UBA).
*** Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Instituto de Arte Americano e Investigaciones
Estéticas. Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Universidad de Buenos Aires (IAA-FADU-UBA).
**** Universidad Católica de Córdoba (UCC).
Este artículo forma parte del proyecto de investigación “Las partes de la vivienda. Imaginarios disciplinarios en la revista
Nuestra Arquitectura 1929-1945”. Se encuentra radicado en la Secretaría de Investigación FADU-UBA, con sede en el
Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo” (IAA) de la misma facultad.

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n Imaginarios instituidos de la vivienda: discursos olvidados en la revista Nuestra Arquitectura, 1929-1945

Introducción

La arquitectura, como campo intelectual (Bourdieu, [1966]2002), ha legitimado ciertos dis-


cursos sobre la vivienda que han aportado a la construcción de la autonomía de la disciplina
y sus propios códigos. Este trabajo parte de la idea de que el conjunto de estos discursos,
sean escritos o gráficos, construye un imaginario específico sobre la vivienda. Es decir, cierta
forma compartida y legitimada entre los mismos arquitectos de pensarla y caracterizarla.
Mario Sabugo escribe que los imaginarios “están constituidos por la totalidad de las repre-
sentaciones en sus diferentes formas y géneros, entre ellos la ciencia, el arte, la filosofía, la
ideología, la utopía, el mito, la poesía, etc.” (2015, p. 107) y que éstos se pueden diferenciar
entre los instituidos y los alternativos. Los primeros son aquellos que “podrían ser asimilados
[…] como conjunto de significaciones que legitiman y rigen el conglomerado de instituciones
que constituyen la realidad social” (Sabugo, 2015, p. 108), mientras que los alternativos son
aquellos que resultan inconmensurables en términos de los primeros. En esta dimensión, para
comprender cómo se consolidan esos imaginarios, Cornelius Castoriadis (1993) sostiene
que el mundo real está definido y organizado a partir de un magma de significaciones imagi-
narias sociales que, una vez creadas, pueden solidificarse o cristalizarse, y constituir lo que se
denomina el imaginario social instituido. De la misma manera, en la historia de la arquitectura
pueden encontrarse interpretaciones que se denominarán “canónicas” o “instituidas”, por ser
las predominantes en las fuentes (libros fundamentalmente) tradicionales de la disciplina.1
Como consecuencia de aquellas operaciones de legitimación e institucionalización de
ciertos discursos hegemónicos es que determinadas problemáticas pujantes en una época
pueden caer en el olvido. En tanto, volver al estudio de las fuentes primarias de la disciplina,
desde el lenguaje y sus imágenes, permite un acercamiento “alternativo” para pensar cómo se
han construido los imaginarios de la vivienda. Las revistas especializadas o técnicas son gene-
ralmente consideradas de relevancia, ya que se trata de publicaciones dirigidas por ingenieros
o arquitectos, destinadas a colegas y clientes, que tienen la finalidad de difundir y legitimar
cierto tipo de arquitectura. Pero además,

En las revistas se insta al debate, se promueven conductas y modelan prácticas, se


establecen códigos que apuntan a homogeneizar el campo disciplinar, a construir la
propia identidad, a evitar los equívocos y lo confuso. En síntesis, no sólo se recepta
la “opinión pública” de los especialistas, sino —y esto es lo más importante— se
persigue generar una nueva opinión más decantada y legitimada por consenso y por
confrontación (Cirvini, 2011, p. 19).

Desde estos supuestos es que este trabajo propone analizar los discursos presentes en
Nuestra Arquitectura.2
La publicación hace su aparición en un momento marcado por la crisis sociopolítica en la
Argentina que, junto con las migraciones, establecieron en agenda el problema de la vivienda.
Hasta el siglo XIX había prevalecido una visión dicotómica acerca del programa de la casa,
dividida entre las de ricos y pobres (Ballent y Liernur, 2014). Las primeras eran las únicas que
había abordado la disciplina proyectualmente, mientras que las segundas se convirtieron para
esta época en un nuevo desafío a resolver. El incremento de la población obrera en la ciudad
puso el foco sobre la necesidad de viviendas de carácter social, a la vez que la aparición de

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Valeria Bril, Laura J. Vazquez, Johanna Zimmerman y Rocío Soffredi

una nueva clase media trabajadora demandó la especialización de los usos y funciones del
habitar doméstico, e implicó la aparición de nuevos roles (de Larrañaga, 2017). NA hizo eco
de estas nuevas problemáticas por resolver.
A pesar de estas discusiones, en el campo disciplinar lo que el canon y las fuentes tradi-
cionales mayormente destacan de aquellos años son los “inicios” de la arquitectura moderna
en Argentina.3 Sin embargo, la propia revista en su primer número de agosto de 1929 enu-
mera una serie de problemáticas más pragmáticas y vinculadas al medio local que marcarían
la producción de aquellos años:

Nunca, tampoco, fue tan complicada y tan difícil la labor del arquitecto; materiales y
métodos nuevos de construcción que imponen líneas nuevas a las fachadas; corrientes
artísticas múltiples que se diversifican y se sobreponen al infinito; [...] las necesidades
cada vez más exigentes del urbanismo en nuestras grandes ciudades y por último los
cien accesorios que hacen confortable la vida en el edificio moderno, todo requiere la
información detenida y la elección inteligente del arquitecto (Editorial, 1929a, p. 4).

Un cierre de esta etapa puede señalarse hacia 1945, con una serie de cambios tanto edi-
toriales como políticos e institucionales en el país. A partir del año 1946 NA evidencia una
merma en la cantidad de viviendas argentinas publicadas, para pasar a ocupar gran parte
de sus páginas con otras tipologías como oficinas, edificios comerciales o industriales. A la
vez, su mirada se aleja en cierta medida del ámbito local para pasar a presentar exponentes
internacionales. Algunos autores como Anahí Ballent (2004) o Ramón Gutiérrez (1994) han
vinculado estos dos hechos y aluden, de parte de la editorial, una etapa de “resistencia cultu-
ral” (Ballent, 2004, p. 203), que implicaba críticas a la acción del Estado, publicación de más
material extranjero que local y omisión de la producción de vivienda estatal.
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Adicionalmente, el estudio de NA en el periodo 1929-1945 resulta pertinente por el


significativo predominio de la tipología de vivienda en sus números. En los diecisiete años
relevados, los porcentajes de artículos dedicados a la casa ocupan entre el 60% y el 80%
de las páginas, entre el 39% y el 78% de los títulos, y alcanzan hasta el 100% en números
como el diez o el cuarenta y dos. Contrariamente al imaginario instituido, solo el 20% de los
proyectos presentados en los primeros tres años pueden emparentarse con las explicaciones
posteriores, que hablan de un lenguaje moderno caracterizado por una arquitectura despo-
jada de ornamento. Estos tipos de viviendas ganarían lugar recién a partir de 1932 (cuando
representaron el 68% de los proyectos publicados), enfatizado por el cambio de portada
donde se reemplazó el dibujo de un chalet por un diseño gráfico más geométrico (Figura 1).
Llegaron a ocupar dos tercios de los artículos hasta 1939, y luego decayeron a un quinto
hacia el final del periodo (mismo porcentaje que abarcaban durante los primeros años).
A pesar de las estadísticas, como se introdujo anteriormente, la historiografía ha abor-
dado esta revista principalmente desde su rol como propulsora de una arquitectura ligada a la
idea de lo “moderno”. Pero habida cuenta de las “otras” arquitecturas presentes, se propone
profundizar sobre una serie de categorías alternativas que surgen de los propios materiales
trabajados: “personas”, “necesidades y confort” y “partes de la casa”. Estas series, metodoló-
gicamente, se definieron desde un análisis de contenido específico, realizado sobre la unidad
palabra en todas las notas editoriales y en todas las presentaciones de obras y proyectos que
incluyeran texto.

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n Imaginarios instituidos de la vivienda: discursos olvidados en la revista Nuestra Arquitectura, 1929-1945

Figura 1: Portadas de NA en el periodo 1929-1945. Izquierda: portada del n.°1, agosto de 1929, con la imagen y tipografía que se
utilizó hasta el n.°33 de abril de 1932. Derecha: portada del n.°35, junio de 1932, con la gráfica que se utilizó hasta 1945. Fuente:
Colección de Revistas Digitalizadas de la Universidad de Buenos Aires, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Centro de
Documentación – Biblioteca “Prof. Arq. Manuel Ignacio Net”.

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Valeria Bril, Laura J. Vazquez, Johanna Zimmerman y Rocío Soffredi

La categoría “personas” agrupa términos referidos a figuras humanas en general. En los


primeros años, más de la mitad de las menciones son referidas al propietario de la casa y un
cuarto a la familia, con un quiebre hacia 1933, donde la mayoría de las menciones pasan a
ser de la familia obrera y los trabajadores. En forma análoga, la categoría “partes de la casa”
engloba más de quinientos términos, donde “habitación” es el más utilizado en todo el recorte
temporal, seguido en proporciones del 10% de la muestra por “sala”, “cocina”, “chimenea”,
“dormitorio”, “fachada” y “terreno”, así como menciones esporádicas a otras partes. La tercera
categoría, “necesidades y confort” se determinó en base a una muestra de 528 palabras.
En los primeros tres años predominan las ideas de “confort”, “moderno”, “gusto”, “higiene” e
“instalaciones”. Luego aparecería la idea de lo “funcional”, aunque la categoría perderá inten-
sidad a través del periodo.4 Se entiende que este análisis cuantitativo del discurso permite
identificar términos y ejes temáticos que pesan significativamente en la línea editorial y en las
formas de abordar el problema de la vivienda.
En este sentido, el objetivo no es la creación de un nuevo sistema clasificatorio, sino
contar con herramientas para dilucidar ciertas líneas discursivas (Bril, Soffredi, Vazquez y
Zimmerman, 2022) y aportar al debate de que, en la revista, las discusiones eran más amplias
y complejas. Con el tiempo, la categoría de “arquitectura moderna” se limitó mayormente a
identificar obras con lineamientos racionales, de volúmenes puros y sin ornamentación, cuyas
ideas podrían vincularse al Movimiento Moderno internacional. Sin embargo, la idea de una
arquitectura “moderna” incluyó en los números analizados otros aspectos que excedían los
parámetros de lo estilístico y lo formal.
A continuación, el artículo se estructura en dos partes. En una primera sección, se pre-
sentará el marco conceptual y un relevamiento de los diversos autores que han estudiado las
revistas de la disciplina en general y NA en particular. El debate sobre ideas como canon, dis-
cursos presentes e imaginarios instituidos de la vivienda, es el primer paso para entender qué
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imaginarios difundió en sus páginas y cuáles fueron las lecturas que se efectuaron posterior-
mente y que contribuyeron a instituir un discurso más bien homogéneo. Luego, en un segundo
apartado, se analizarán discursos olvidados e imaginarios alternativos, mediante la revisión de
profesionales agrupados en función a si fueron o no recuperados por la historiografía, y qué
cantidad de artículos publicaron en la revista. Finalmente, el planteo de nuevos horizontes
pretende pensar la disciplina y evidenciar que aún quedan muchas ideas por explorar sobre
el imaginario de la vivienda.

Discursos presentes e imaginarios instituidos

Como se explicó anteriormente, este artículo parte del supuesto de que en las páginas de NA
convivieron diversos discursos e imaginarios de la vivienda, pero no todos fueron “instituidos”.
Esta visión se sustenta en el entendimiento de que muchos discursos que hoy se pueden leer
en las páginas no tuvieron repercusión o relevancia en la construcción del imaginario de la
disciplina. Por ello, hoy resultan “inconmensurables”, en términos de cómo se ha consolidado
la idea de lo “moderno” dentro del campo. Esta observación forma parte de una discusión
más compleja relacionada a la existencia de un canon dentro de la historia de la arquitectura.
Trabajar con la noción de “canon” implica comprender una serie de dificultades que vienen de
la mano de la propia definición del término.

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n Imaginarios instituidos de la vivienda: discursos olvidados en la revista Nuestra Arquitectura, 1929-1945

Algunas de las acepciones más habituales de este concepto5 que se relacionan con el
enfoque de esta investigación son: 1- “regla o precepto”: el canon funciona a modo de regla ya
que prefigura qué es lo que se debe mirar o estudiar; 2- “catálogo o lista”: en esta disciplina, el
canon está compuesto por una serie limitada de obras y personajes que se deberían conocer;
3- “modelo de características perfectas”: esta idea aplica en el sentido de que aquellas obras
o autores incorporados al canon están allí por contar con una serie de características que
las hacen relevantes en un cierto momento y lugar en particular; 4- “catálogo de autores u
obras de un género de la literatura o el pensamiento tenidos por modélicos”: en este caso se
refiere al catálogo de autores u obras del pensamiento arquitectónico que son considerados
modélicos; y 5- “conjunto de normas o reglas establecidas por la costumbre como propias de
cualquier actividad”: una vez más aparece la idea de canon como regla o norma pero esta vez
establecida por la costumbre.
El concepto de canon ha sido problematizado desde diversas disciplinas, por lo que
se recuperan algunas nociones relevantes. Desde la literatura, Harold Bloom, uno de sus
defensores más reconocidos, ha escrito que: “El canon occidental, a pesar del idealismo
ilimitado de aquellos que querrían abrirlo, existe precisamente con el fin de imponer límites, de
establecer un patrón de medida que no es en absoluto político o moral” (Bloom, 1994, p. 45).
Considera que no hay cognición si no hay memoria y que el canon es el verdadero arte de la
memoria. Para Bloom, aquellos que forman parte del canon lo hacen porque, según ciertos
criterios, se destacan entre otros. Desde otro campo, Nelly Richard cita a Jacques Derrida
para definir la “función-centro” como “aquella instancia que condensa el poder de organizar
‘un número infinito de sustituciones de signos’ y de ‘ponerle límite al juego de la estructura’
de acuerdo a reglas de autoridad prefijadas” (Richard, 2010, p. 43). Para la autora, la teoría
postmoderna o crítica postmodernista

impulsa desde los márgenes de lo periférico y de lo subalterno ciertos


descentramientos del canon; revela las arbitrariedades, las censuras y las exclusiones
que se imponen en nombre de lo ‘universal’; y fuerza a las instituciones a abrirse a
relatos no canónicos, a narrativas de la otredad (Richard, 2007, p. 81).

Desde la lectura de ciertos autores, se entiende que la historia de la arquitectura se encuentra


fuertemente gobernada por un canon euronorteamericano. Tal como explica Francisco Liernur
(2022), se trata de una construcción que tiene sus orígenes en Giorgio Vasari y sus Vite. A
pesar de los diversos cuestionamientos, “lo sorprendente es que, como lo prueban Gins-
burgh y Weyers, un número importante de ellas [las obras o figuras del canon vasariano] ha
mantenido su rol canónico” (Liernur, 2022, p. 28). Esto parece dar cuenta de que, a pesar de
que las obras o autores del canon varían levemente entre una época y otra, existe un núcleo
que se mantiene estable. Pero más allá de las discusiones acerca de cómo se compone el
canon, la pregunta que subyace es: ¿se podría prescindir de él? ¿Sería factible pensar en una
disciplina sin obras o autores protagónicos? Según Liernur:

Nos guste o no, mientras la arquitectura siga siendo una disciplina cuyo conocimiento se
sustenta en una red institucional de aprendizaje y legitimación, la cuestión del canon no
puede soslayarse en la medida en que el canon es el emergente de un sistema dinámico
y plástico de ‘goals and norms’ con el que ninguna disciplina puede dejar de lidiar
(Liernur, 2022, p. 29).

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Valeria Bril, Laura J. Vazquez, Johanna Zimmerman y Rocío Soffredi

En tanto, la propuesta aquí no es lidiar con un nuevo listado de autores u obras que deberían
pasar a formar parte de ese canon, sino discutirlo y pensar nuevas formas de explicar la
arquitectura doméstica difundida por NA más allá de la dualidad moderno/tradicional.
Es frecuente detectar entre los autores que han estudiado la publicación, su caracteri-
zación como “órgano difusor de la llamada arquitectura moderna” (Sánchez, 2011, p. 190),
“el mayor espacio de difusión y consolidación del Racionalismo en la Argentina” (Ballent,
2004, p. 202), “el neto portavoz teórico de la arquitectura racionalista, eco de la primera
generación del movimiento moderno ortodoxo europeo” (Gutman, 1994, p. 131), o su identifi-
cación “dentro del campo disciplinar como portavoz de las nuevas vertientes de Arquitectura
Moderna” (Cirvini, 2011, p. 42). Fernando Martínez Nespral, en su trabajo sobre NA, incluso
da cuenta, al encuestar a un grupo de profesores titulares de la FADU-UBA, que la revista
“fue básicamente un medio de difusión de las ideas de la Arquitectura Moderna en nuestro
medio […] Todos en este bendito país hemos coincidido en ver a NA como el paladín de la
modernidad en el campo de las revistas” (1995, s/n). En general, todo este imaginario de la
revista como “exponente de la modernidad” se argumenta en que la revista tradujo artículos
de Le Corbusier, Gropius-Moller y otros representantes del llamado “racionalismo europeo”.
Se debe reconocer que la afirmación acerca de esta tendencia de la revista hacia la
“arquitectura moderna” es, parcialmente, acertada. Es cierto que la línea editorial intentó ins-
tituir un imaginario sobre la “nueva arquitectura”, que suponía fundamentalmente un nuevo rol
profesional y una nueva problemática que atender en torno al confort y la comodidad, sobre
todo orientada a las casas de clase media. Así se expresaba en los primeros años:

Debido al cambio de las condiciones económicas, al planear la casa media se le


presenta hoy al arquitecto un problema enteramente diferente del de hace una
generación. Antes la responsabilidad estaba limitada a poco más que asegurar un
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proyecto artístico y buen estilo y apariencia; hoy debe proporcionarlos también; pero
debe, al mismo tiempo, considerar la creciente demanda por los modernos elementos
de salud y confort (Editorial, 1929b, p. 76).

El arquitecto debía además seguir, con la imaginación, “cada paso de la vida diaria de sus
futuros moradores para que todo detalle que importe comodidad, higiene y economía se halle
previsto en la estructura misma de la vivienda” (Editorial, 1931, p. 857). Esta línea editorial
se mantuvo a lo largo de los años, Walter Hylton Scott escribiría para el aniversario n.°25 de
la publicación un nuevo editorial titulado nada más y nada menos que “10.000 páginas en
pro de la arquitectura moderna”. Allí reconoce claramente que “apenas aparecida en 1929,
Nuestra Arquitectura había tomado partido por las nuevas ideas que se abrían paso con la
fuerza de su irrefutable lógica” (Hylton Scott, 1954, p. 225). Aún así, reconoce la convivencia
que se dio en las páginas de la publicación, cuando afirmaba que había ciertas costumbres
que “estaban demasiado difundidas, como para que Nuestra Arquitectura le dedicara algunas
críticas" (Hylton Scott, 1954, p. 227).
Al relevar y analizar los arquitectos que se han recuperado en las fuentes tradicionales de
la disciplina respecto de todos los que publicaron proyectos de vivienda entre 1929 y 1945
en NA, se detecta que solo han sido aquellos que han diseñado y construido obras de “apa-
riencia moderna” (de acuerdo con el imaginario posteriormente instituido). Por ejemplo, si se
analizan ciertas publicaciones actuales como el Diccionario de Arquitectura en la Argentina,

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la página web Moderna Buenos Aires, la colección Maestros de la Arquitectura, o libros de


Historia de la Arquitectura del siglo XX, tanto nacionales como internacionales, es posible
encontrar figuras que aún hoy son reconocidas. En líneas generales, estos profesionales recu-
perados han sido de los que más artículos publicaron en NA. Algunos con mayor presencia
en el recorte son el Ing. Antonio y el Arq. Carlos Vilar (57 artículos) o los arquitectos Gregorio
Sanchez, Ernesto Lagos, Luis María de la Torre Campos, Wladimiro Acosta, José Aslan y
Héctor Ezcurra (aproximadamente 30 artículos cada uno). Otros más reconocidos hoy, como
Alejandro Virasoro, Alejandro Bustillo, Alberto Prebisch o Amancio Williams, publicaron solo
alrededor de 10 artículos en NA. Pero en todos estos casos, los discursos actuales de las
bibliografías coinciden en gran medida con lo que se presenta en las páginas de la revista.
Aún así, otros exponentes que tienen cantidades similares de publicaciones en NA, fueron en
general recuperados únicamente por sus viviendas de lenguaje moderno y se omitieron la mayor
parte de la producción que difundieron en las páginas de la revista. Por ejemplo, Arturo Birabén
y Ernesto Lacalle Alonso publicaron entre 1929 y 1933 ocho proyectos de viviendas. Pero es
recién a partir de proyectos como el de Blandengues n.°1951 (Figura 2) que comienzan a ser
recuperados. Allí dan cuenta de sus preocupaciones por “el problema de la vivienda de carácter
modesto”, donde enfatizan “la necesidad de dar a todos los seres una vivienda digna, como base
para la formación de la familia” (NA, 1933, 50, p. 54). Explican que se trata de “casas modestas,
sobriamente terminadas, con el mínimo de confort a que todos debieran tener derecho” con una
apariencia que “sanamente inspirada, parece ir en busca de la Belleza por el camino de la verdad”
(NA, 1933, 50, p. 59). Su discurso, si bien incluye las “líneas simples”, no deja de preocuparse por
el confort, la familia y la belleza, valores más ligados a sus casas particulares.
Casos similares son los de Alejo Martínez y Alberto Rodríguez Etcheto, de quienes por
lo general se reconoce su producción de apariencia “racionalista”, pero contemporáneamente
también publicaban viviendas particulares o “tradicionales” de familias acomodadas, sin sus-
citar contradicciones aparentes. A muchos otros, como José Aslan y Héctor Ezcurra, Alfredo
Joselevich, Alberto Ricur, Luis Aberastain Oro y Lyman o’Dudley, por mencionar algunos, se
los recupera directamente por sus aportes en obras comerciales, pero se desconoce su vasta
producción de casas particulares. Roberto Soto Acébal fue uno de los pocos reconocidos por
sus casas en Mar del Plata. En NA publicó 9 viviendas particulares y dos proyectos de interiores
en los primeros 4 años. Incluso en el primer número de 1929, a continuación de la editorial de
Hylton Scott, aparece una obra suya. Algunos epígrafes dan cuenta de que su discurso comen-
zaba a incluir ciertas variables ligadas al nuevo imaginario de vivienda, preocupado por las nece-
sidades, el confort y la mención constante a partes de la casa con funciones especializadas. Por
otra parte, sus fotografías son de las pocas que incluyen figuras humanas o animales (Figura 3).
Si bien este grupo de profesionales recuperados por la historia de la arquitectura tuvo
fuerte presencia en las páginas de la revista, sus obras publicadas representan el 51% de
los 932 artículos sobre vivienda del periodo y solamente el 18% del total de los 228 arqui-
tectos que publicaron obras entre 1929 y 1945. Este recorte de producción de arquitectos
constituye un imaginario de la “casa moderna” con el que incluso el propio editor Hylton
Scott discutirá años más tarde. En una crítica a “estos primeros ejemplares de muestra” que
interpretaron las nuevas ideas como algo estilístico, “afeitando las fachadas”, dice que “se
trataba de primeros ensayos que más bien que atraer, repelían (y que) eran sin duda la cabal
expresión de una exagerada posición polémica, pero faltaba el calor y el pathos que les diera
vida y atracción” (Hylton Scott, 1954, p. 227).

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Valeria Bril, Laura J. Vazquez, Johanna Zimmerman y Rocío Soffredi

Figura 2: Proyectos de Birabén y Lacalle Alonso. Izquierda: fotografía de casa habitación privada en 11 de Septiembre
1300. Fuente: NA, 1929, 2, p. 67. Derecha: artículo sobre casa de renta Blandengues 1951. Fuente: NA, 1933, 50, p. 54.
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Figura 3: Fotografías de casas de Soto Acébal. Izquierda: casa en Mar del Plata presentada a continuación de la editorial
n.°1 de la revista. Fuente: NA, 1929, 1, p. 5. Derecha: residencia particular en San Isidro, fotografía donde puede verse
un perro. Fuente: NA, 1931, 18, p. 713.

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n Imaginarios instituidos de la vivienda: discursos olvidados en la revista Nuestra Arquitectura, 1929-1945

Discursos olvidados e imaginarios alternativos

Se reconoce que existen estudios previos que han trabajado en pos de la recuperación de
estos discursos olvidados sobre la vivienda que no se alinea con la noción de arquitectura
moderna instaurada como categoría históricamente definida como racional, de volúmenes
puros y despojada. En esta ocasión, no se pretende volver sobre alguna línea o “estilo” en
particular, sino que se trata de recuperar algo de la producción de los arquitectos, ingenieros,
constructores o proyectistas que ocuparon el 49% de los artículos y el 82% de las autorías.
Ellos, que no forman parte del canon, permiten ver otras líneas de trabajo que, en términos de
la época, también podrían ser entendidas como “modernas”. 127 arquitectos tuvieron apari-
ciones ocasionales, con solamente una o dos obras en el periodo 1929-1945, y 59 publicaron
tres o más proyectos, lo que les otorga tanto peso en las páginas de la revista como los
recuperados por la historia de la arquitectura. A continuación, se presentan algunos ejemplos
de ambos casos, que permiten evidenciar que sus discursos también daban cuenta de los
cambios en la manera de entender la vida moderna y las nuevas necesidades de los clientes,
propietarios o habitantes, independientemente de la apariencia.
Entre los autores que no fueron recuperados y publicaron ocasionalmente, Francisco
Squirru y Ángel Croce Mujica publicaron una casa de renta en 1930 y una casa particular en
1933 (Figura 4). El primer artículo comienza por decir que: “La principal preocupación de los
arquitectos al encarar el problema planteado, ha sido obtener mayor ventilación e iluminación de
todos los locales de la casa, para asegurar la higiene de la vivienda” (NA, 1933, 11, p. 431). Su
discurso continúa con la mención de las partes del edificio —locales, dependencias, depar-
tamentos, living-room, dormitorios, baño, cocina— y de instalaciones —calefacción central,
incinerador de basuras, artefactos—. Es recién sobre el final que se refiere a la apariencia del
edificio, al alegar que “el estilo empleado ha sido el barroco español modernizado. Su plasti-
cidad y riqueza se prestan para el tratamiento arquitectónico de los edificios modernos” (NA,
1933, 11, p. 431). Lo cual da cuenta de la propia reflexión acerca de las nuevas necesidades
de las viviendas y su correlato estético. En octubre de 1933 publican la segunda obra, que si
bien sería en apariencia más despojada de ornamento, el discurso que la acompaña no alude
a las necesidades e ideas de la vivienda moderna.
También resulta un buen ejemplo del discurso de la vivienda moderna el caso del pro-
yecto “Dos casas tradicionales en Miramar” del arquitecto Ivanoe U. Giardini (Figura 5). Fue
su única obra publicada en todo el periodo en NA. El texto da cuenta de un discurso alineado
a la “nueva arquitectura”. Se describen las decisiones acerca de la elección del lote y los
materiales utilizados, la orientación del terreno, la aireación e iluminación de los locales, el
costo, la distribución de las partes, la función, las necesidades y el espacio aprovechable.
Fundamentalmente se destaca “el criterio práctico que debe regir toda vivienda de esa índole,
donde la inversión debe estar en relación con la utilidad que aquella presta, al ser solamente
habitada durante unos pocos meses al año” (NA, 1945, 189, p. 44). Aún así, el artículo cierra
con la caracterización de la vivienda como “construcción pintoresca”.
Los arquitectos Mauricio Repossini y Siperman publicaron una casa de renta en Mar del
Plata, que a pesar de ser su único artículo llegó a ser la portada del número 192 (Figura 6).
“Presentamos una casa de renta que constituye una expresión distinta del concepto corriente,
y que ha sido proyectada para adaptarla a las características de nuestra primera ciudad
balnearia” (NA, 1945, 192, p. 252). Tanto por la formulación del problema de la habitación

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Figura 4: Obras de Squirru y Mujica publicadas en NA. Izquierda: artículo sobre casa de renta San Juan 1929. Fuente:
NA, 1930, 11, p. 431. Derecha: fotografía y planos de casa particular del Dr. José Arce. Fuente: NA, 1933, 51, p. 77.
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Figura 5: Artículo “Dos casas en Miramar”,


obra del arquitecto Giardini. Fuente: NA,
1945, 189, p. 44.

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n Imaginarios instituidos de la vivienda: discursos olvidados en la revista Nuestra Arquitectura, 1929-1945

colectiva y barata como por las formas resolutivas y constructivas, es una obra que no podría
ser explicada desde los discursos instituidos. En su descripción, se mencionan las partes
—unidades, departamentos, patios, jardin, fachadas, living, chimenea, comedor—, el problema
del terreno y la implantación, y se hace evidente en sus interiores más que en sus exteriores
la búsqueda de “simpleza” y la “sensación de espacio”.
Es posible identificar un tercer grupo de profesionales, que tiene un discurso similar a
estos que publicaron ocasionalmente, pero con un peso similar en las páginas de la revista a los
recuperados o canónicos. Se trata de Alberto Sartora, Alejandro Enquin, Alberto P. Etcheverry,
S. Liaskowsky, Pablo Ploetz y Máximo Fischer, German y J. Bernardo Joselevich, José Rafael
De la Puente y Bustamante, Martín Dubovay, León N. Weissmann, Gilberto Rohde, Estrada y
Cuenca, Figueroa Bunge y Beccar Varela, Carlos de Alzaga, Enrique Stameskin, Membrives y
Palacios Hardy, J. Van Braam Houckgeest, Luis R. Graziani, Mazar Barnett y Giralt, Raúl Panelo
Gelly, Alberto Dominguez Cossio, Fernando L. Pereyra Iraola, Carlos Berro Madero, G. y A.
Frumkin, R. y E. Minvielle, Dexter Morand, Miguel M. Ibarra, Guillermo A. Peña, Roberto Juan
Cardini, Lamarca y Blagovestchensky, C. y Héctor Civelli, Roberto Champion, F. A. Donovan y J.
C. Gayol, Louis H. Waters, Juan M. O´Farrell, V. D. Romanelli, Alberto y Carlos Dumas, R. Gimé-
nez Bustamante, Walter Moll, Eduardo y Emilio Maurette, Gabriel Barroso, Reinaldo Agustoni,
Repossini, Siperman, Justo y Franzetti, Bernardo L. y Roberto E. Fontan y Jorge A. Oubiña. Se
profundizará en cuatro casos para ejemplificar la situación de estos exponentes.
El arquitecto Dubovay publicó seis artículos sobre distintas tendencias y novedades para
las viviendas en el año 1932, entre ellos un proyecto de vivienda unifamiliar para “el hogar
moderno” (Figura 7). En el mismo, habla de partes —garage, jardin, living-room, hall de entrada,
chimenea, pieza, dormitorio, baño, habitaciones—, de personas —familia, niños, servicio— y de
necesidades —costo, confort, fácil acceso, comodidades, limpieza—. Lo primero que el artículo
menciona es que “la planta ha sido proyectada con la idea de dividir claramente la pequeña
casa para una familia en tres partes: la social, la íntima y la de servicio [...] para ponerlas en el
lugar más conveniente y vincularlas en un total armonioso” (NA, 1932, 32, p. 308). Para cerrar,
destaca el hecho de que “todas las piezas tienen ventilación cruzada” (NA, 1932, 32, p. 309).
El ingeniero y el arquitecto Minivielle publicaron nueve casas en total (tres en 1941, dos
en 1943 y cuatro en 1945). En general, su discurso combina algunos aspectos más tradicio-
nales de las personas —como hombre, afectos familiares, hijos y nietos— con el discurso de
la “nueva arquitectura” acerca de las necesidades y el confort. Por ejemplo, para describir
la Villa Santa Lucía (Figura 8) se refieren a la vivienda, sus partes —garaje, piscina, fachada,
terraza verde, comedor, chimenea, living-room—, las instalaciones —calefacción y teléfono— y
la implantación en el terreno. Incluso mencionan concretamente que:

Ha primado un concepto moderno en el arreglo del paisaje en cuanto se tendió a


obtener mediante el empleo de recursos de tamaño, forma y color, los distintos planos
alejados y cercanos a los grupos, sin perder por eso la libertad para conseguir la mayor
visualidad posible desde la casa (NA, 1943, 187, p. 49).

Los ingenieros civiles y el arquitecto Frumkin también tienen seis obras publicadas en NA
entre 1942 y 1945. Su discurso continúa en una línea similar a la de los Minivielle. En una de
sus casas particulares (Figura 9), el proyecto se presenta pensado desde un criterio funcio-
nal, pero combina las nuevas necesidades técnicas y de confort con la búsqueda de sobrie-

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Valeria Bril, Laura J. Vazquez, Johanna Zimmerman y Rocío Soffredi

Figura 6: Casa de renta en Mar del Plata de Repossini y Siperman. Izquierda: fotografía del exterior en la portada del n.°192.
Fuente: NA, 1945, 192. Derecha: fotografías de interiores en el cuerpo del artículo. Fuente: NA, 1945, 192, p. 254.
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Figura 7: Artículo “Una casa de familia proyectada para el Hogar Moderno”, obra del arquitecto Dubovay. Fuente: NA,
1932, 32, pp. 308 y 309.

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n Imaginarios instituidos de la vivienda: discursos olvidados en la revista Nuestra Arquitectura, 1929-1945

dad. En tanto, la vivienda “se ha resuelto en base a estilos clásicos ingleses, simplificados y
adaptados a los conceptos modernos de iluminación y vistas” (NA, 1945, 189, p. 117). Ade-
más, presentan semejanzas en línea con la descripción de las partes —planta de recepción,
dormitorios, departamento privado, baño, cocina—, las personas —“servicio” y “dueños”— y
las necesidades, vinculadas al equipamiento, a las instalaciones y a la ventilación, aunque
sin descuidar “el gusto”: “Los dormitorios se amplían hacia el exterior por dos terrazas que
aseguran hermosas vistas” (NA, 1945, 189, p. 118).
Por último, Civelli ha publicado dos casas económicas y tres casas de renta entre 1942
y 1944, lo que da cuenta de una abundante producción alineada con la problemática de la
vivienda obrera. En la casa de renta de dos plantas publicada en 1944 (Figura 10) explica que:

Al proyectar la obra se ha tenido en cuenta la zona de ubicación, dotando a los


departamentos de ambientes de buenas dimensiones y, en la medida que permitían la
superficie del terreno y la edificada, se ha procurado asegurar los máximos beneficios
en cuanto a iluminación, asoleamiento y ventilación [y] todos los departamentos están
dotados de placards, muebles de cocina, cocinas a gas y agua caliente, [a la vez que]
en el frente, de lineamiento clásico modernizado, se ha buscado un efecto decorativo”
(NA, 1944, 181, p. 283).

Esta convivencia funcional-estética que podría parecer contradictoria, en términos de la idea


instituida de “la vivienda moderna”, no invalida el discurso “moderno” elaborado por el arqui-
tecto, vinculado a nuevos habitantes, necesidades, confort y partes de la casa de la época.

Discursos recuperados

Este recorrido por los discursos, personajes y obras publicados en NA durante 1929-1945
permite reflexionar sobre la complejidad de abordar los imaginarios de la vivienda. La pri-
mera dificultad a sortear, sobre la cual se enfoca este artículo, es reconocer los límites
entre los imaginarios instituidos y los alternativos. En este sentido, identificar que existe
un canon que ha dado forma a la historia de la arquitectura y ha legitimado un imaginario
de la vivienda es un primer paso para repensar y revisar cómo su consolidación implicó la
invisibilización de otros imaginarios o formas de abordar y proyectar la vivienda. A partir
del cuestionamiento de los discursos instituidos y las posibles relecturas de las fuentes
primarias, es posible confrontar los discursos hegemónicos que parecen ser en apariencia
universales y homogéneos.
La revisión sistemática de NA ha sido un camino posible para construir evidencias cuan-
titativas y cualitativas que demuestran que en la revista hubo una yuxtaposición de obras,
arquitectos y lenguajes que convivieron en “armonía”: se presentaban viviendas sin distin-
ción de “estilo” y todas eran explicadas en términos muy similares. Lo que en estas palabras
parece muy simple, busca marcar un quiebre en la concepción arraigada e instituida de que la
vivienda moderna era sólo aquella “racional” y despojada de ornamento. Este discurso, que se
tomó de ciertos arquitectos reconocidos como Bustillo, Sanchéz, Lagos y de la Torre, Acosta,
Williams o Martínez, era, entre líneas, algo mucho más profundo y generalizado, pero que no
fue recuperado con el transcurso de los años.

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Valeria Bril, Laura J. Vazquez, Johanna Zimmerman y Rocío Soffredi

Figura 8: Villa Santa Lucía de los Minivielle. Izquierda: fotografía exterior en la tapa del n.°187. Fuente: NA, 1945, 187.
Derecha: parte del artículo de la vivienda que muestra un espacio interior. El texto que la acompaña habla del “concepto
moderno” y las partes “públicas y privadas”. Fuente: NA, 1945, 187, p. 49.
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Figura 9: Artículo sobre una casa particular de los Frumkin. Izquierda: vistas exteriores. Derecha: vistas interiores que
muestran la cocina “equipada con dos cocinas eléctricas y la parrilla de caños de bronce para ubicar la vajilla” y el baño,
diseñados de acuerdo a los nuevos estándares de necesidades y confort. Fuente: NA, 1945, 189, pp. 117 y 121.

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n Imaginarios instituidos de la vivienda: discursos olvidados en la revista Nuestra Arquitectura, 1929-1945

Figura 10: Fachada de casa de renta de dos plantas, obra de Civelli. Fuente: NA, 1944, 181, p. 283.

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No se puede obviar que la búsqueda de visibilizar la arquitectura moderna “local” fuera


una necesidad y un mecanismo para anclarse a la historia de la arquitectura moderna “inter-
nacional”, en la cual se ponían en juego los valores e imaginarios instituidos. Tampoco se
pone en duda el discurso de la revista, sino los recortes posteriores que dejaron de lado una
producción de “vivienda moderna” más amplia y diversa. También se detecta que el empleo
de la palabra “moderno/moderna” es aún hoy una dificultad, porque ha llegado a un estadío
de “solidificación” que, ya sin definir a qué se refiere, pierde sentido al mirar una publicación
de hace casi cien años. Claramente, en el relevamiento se observa que esa vivienda moderna
estaba enfocada en “necesidades” cuyo significado fue variable, desde el “gusto” hasta la
“función”, aunque en todo el periodo se mantuvieron vigentes las ideas de lo “moderno”, el
“confort”, la “higiene” y las “instalaciones”. Contó con mayor presencia de “personas” en los
primeros años, mientras que las “partes de la casa” se mantuvieron prácticamente constantes,
con mayor o menor énfasis en algunas. A medida que transcurren los años, ese discurso deja
de estar reducido a las notas editoriales para ganar espacio entre los profesionales y en la
forma en que explican sus obras, independientemente de su apariencia.
En cuanto a los arquitectos que publicaron en este recorte temporal, no se detecta un
patrón claro del criterio por el cual algunos fueron recuperados y otros no. Esto da cuenta de
la dificultad de encontrar las reglas con las cuales se construye el canon. Por ello, el foco no
está en descifrar su código o en cuestionar quiénes le dieron forma, sino más bien en ponerlo
en crisis. Esto permite sentar las bases para otras discusiones que la disciplina podría plan-
tear. Es evidente que no es factible hablar de todos los arquitectos y de todas las obras, pero
esto dista de dar por sentado que la selección de unos casos sea realmente la representación
del total. Es necesario cuestionar la idea de universalidad instaurada y repensar el sesgo
consecuente de construir narraciones de la arquitectura a partir de determinadas categorías.
Finalmente, al hacer hincapié en los imaginarios de la vivienda, resulta evidente que existe
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un horizonte complejo en las páginas de NA que debe ser revisitado. Destacar una única
definición de “vivienda moderna” no solo resulta reduccionista, sino que se confunde con los
múltiples significados que se le otorgaron a este término a lo largo dede los siglos XX y XXI.

Notas

1 Se afirma esto en base a una investigación previa realizada sobre estudiantes universitarios acerca de sus imaginarios, la
consolidación del canon y las fuentes tradicionales de Historia de la Arquitectura. Ver Bril, Vazquez y Zimmerman (2018).
2 De aquí en adelante, NA.
3 Ver Bril, Vazquez y Zimmerman (2018).
4 El análisis de contenido realizado puede verse completo en Bril, Soffredi, Vazquez y Zimmerman (2022).
5 Definiciones tomadas de la Real Academia Española (2021).

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Valeria Bril, Laura J. Vazquez, Johanna Zimmerman y Rocío Soffredi

Valeria Bril

Magíster en Historia y Crítica de la Arquitectura, el Diseño y el Urbanismo y Arquitecta graduada con Diploma de
Honor por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (FADU-UBA). Jefa de
Trabajos Prácticos de la materia Historia de la Arquitectura en el Taller Caride e Investigadora Principal del Instituto de
Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo” (IAA-FADU-UBA). Directora del Proyecto SI “Las
partes de la vivienda. Imaginarios disciplinarios en la revista Nuestra Arquitectura 1929-1945” (FADU-UBA). Autora de
diversos artículos y ponencias sobre los imaginarios del dormitorio.

arqvaleriabril@gmail.com

Laura J. Vazquez

Arquitecta y docente por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires
(FADU-UBA). Cursó la especialización en Docencia Universitaria (FADU-UBA). Coordinadora de Seminarios de Crítica
e Investigadora asistente del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo” (IAA-FADU-
UBA). Asesora en instalaciones en el ámbito de obras privadas. Desde 2016 participa en proyectos de investigación
UBACyT y PIA SI, donde combina líneas de investigación de historia urbana, didácticas específicas, tecnologías
educativas y vinculaciones entre grado y posgrado.

laurajvazquez@gmail.com

Johanna Natalí Zimmerman

Doctora en Arquitectura por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.
Master in Arts por la New York University. Magíster en Historia y Cultura de la Arquitectura y la Ciudad por la
Universidad Torcuato Di Tella. Cursó sus estudios de maestría con una beca UBACyT y actualmente cuenta con una
beca posdoctoral de Conicet. Es Jefa de Trabajos Prácticos de la materia Historia de la Arquitectura en el Taller Caride
e Investigadora Principal del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo” (IAA-FADU-
UBA). Participa en proyectos de investigación UBACyT y PIA SI. Sus investigaciones giran alrededor de la noción de
“estilo” en la historiografía de la arquitectura.
Anales del IAA #53 (2) - julio / diciembre de 2023 - (1-19) - ISSN 2362-2024

zimmermanjoy@gmail.com

Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo”


Intendente Güiraldes 2160, Pabellón III – Piso 4°
Ciudad Universitaria
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Argentina

Rocío Soffredi

Arquitecta por la Universidad Católica de Córdoba (UCC). Jefa de trabajos prácticos de la materia “Análisis crítico
de nuestra arquitectura de los siglos XX y XXI” (UCC). Conforma los equipos de investigación del proyecto “Emilio
Morchio y Mario Souberán (1940-1970). Aportes a la construcción de la arquitectura moderna en Córdoba” (UCC)
y del Proyecto SI “Las partes de la vivienda. Imaginarios disciplinarios en la revista Nuestra Arquitectura 1929-1945”
de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (FADU-UBA). Participa como
voluntaria en la Fundación IDA (Investigación en Diseño Argentino), trabajando sobre los archivos de Wladimiro
Acosta, Antonio Bonet y Martín Eisler.

Universidad Católica de Córdoba. Facultad de Arquitectura.


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