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CAPÍTULO 2:

PROTECCIÓN SOCIAL, GÉNERO Y SALUD REPRODUCTIVA

PROTECCIÓN SOCIAL Y SALUD MATERNO INFANTIL

Mgter. María del Carmen Grande

Introducción

En este capítulo se abordarán distintos enfoques que desde la sociedad y las


políticas públicas constituyen herramientas de abordaje de los factores protectorios.
Se entiende por protección social en salud a “la garantía que la sociedad otor-
ga, por medio de los poderes públicos, para que un individuo o un grupo de indi-
viduos, pueda satisfacer sus necesidades y demandas de salud al obtener acceso ade-
cuado a los servicios del sistema o de algunos de los subsistemas de salud existentes
en el país, sin que la capacidad de pago constituya un factor restrictivo”1

Legislación Laboral y Protección de la Mujer y el Niño


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La legislación laboral toma como uno de los elementos en su concepción el


“riesgo social” cuyo concepto hemos abordado en el capítulo anterior desde Enfo-
que de Riesgo. En la actualidad se identifican diversas contingencias como riesgos
sociales, tales como: enfermedad, invalidez, accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales, maternidad, desempleo, cargas familiares, vejez y muerte. Son estas
las que dieron origen a las prestaciones mínimas contenidas en el Convenio Nº 102
de la OIT (Organización Internacional del Trabajo-1952).
En este marco y en su sentido más amplio, la protección social formal abarca

1 http://www.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=4180:proteccion-
social-en-salud&Itemid=2075&lang=es consulta 24-05-14

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desde la legislación laboral hasta los seguros sociales, la atención a la salud pública
y la asistencia social, todas ellas estrategias para proteger la salud de la mujer y del
binomio madre-niño.
El trabajo de la mujer en las actividades comerciales e industriales se manifiesta des-
pués de la transformación económica y social conocida como la REVOLUCIÓN INDUS-
TRIAL (producida a fines del Siglo XVIII y comienzos del Siglo XIX).
Hasta entonces, era frecuente la labor femenina en tareas domésticas o en tareas
agrícolas y aun en talleres familiares. La inclusión de la mujer en el mercado laboral exigió
legislar al respecto dadas las condiciones biológicas y reproductivas que la caracterizan.
La evolución de la legislación social en general mejoró las condiciones laborales es-
tableciendo principios antidiscriminatorios, no solo en lo referido a aspectos laborales sino
también en materia remunerativa.
Desde mediados del siglo pasado y como consecuencia de los abusos produ-
cidos fue surgiendo una legislación protectora en los países industrializados. Esta
tendencia tuvo cuatro manifestaciones:
t La duración máxima de la jornada laboral.
t Los trabajos nocturnos, peligrosos e insalubres.
t El descanso semanal
t La situación de la mujer en ocasión de la maternidad
En el transcurso de los últimos años se ha producido una evolución en la
legislación laboral y se han incluido normas que garantizan la igualdad de derechos
de ambos sexos quedando en algunas legislaciones solo un tema específico y carac-
terístico de la mujer: la protección de la maternidad.
De todos modos, de nada vale hacer una declaración enfática de la igualdad
laboral y salarial si no se promueven las condiciones prácticas para que el principio
pueda realizarse.
Las primeras convenciones desarrolladas por la O.I.T. plantearon la necesidad
de reducir la protección de la mujer trabajadora limitándola solo al caso de materni-
dad (OIT Convenio 103-1952).
No obstante, el Primer Seminario Latinoamericano para la Legislación de
Protección del Niño y de la Madre (año 1984) planteó una perspectiva distinta: se
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afirmó rotundamente que la consideración legal de la mujer que trabaja no puede


hacerse sin tomar en cuenta su inserción familiar y su repercusión en ese medio.
En nuestro país, la Ley de Contrato de Trabajo (L.C.T) introdujo un cambio
importante en la regulación del trabajo femenino. Consistió en disponer normas
específicas respecto del Trabajo de la mujer (Art.172 a 179 L.C.T).

Igualdad de trato sin distinción de sexo

Este principio constitucional (Art.16 Constitución Nacional) ha sido establecido en


el Art. 17 de la L.C.T (“Por esta ley se prohíbe cualquier tipo de discriminación entre los
trabajadores por motivo de sexo, raza, nacionalidad,...).

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No obstante, el legislador ha insistido en este principio, en el Art. 172 de la L.C.T.
(“La mujer podrá celebrar toda clase de contrato de trabajo, no pudiendo consagrarse por
la convenciones colectivas de trabajo o reglamentaciones autorizadas, ningún tipo de discri-
minación en su empleo fundada en el sexo o estado civil de la misma...)
La afirmación del principio de igualdad suprimió las diferencias que existían ante-
riormente en la tipificación salarial de hombres y mujeres, estableciendo el principio de no
discriminación entre ambos sexos.
No obstante el principio de igualdad remuneratoria puede verse alterado pero no
fundado en la condición biológica de las personas sino en aspectos de otra naturaleza (por
ej. normas protectoras, la actividad del trabajo etc).

Disposiciones especiales a favor de la mujer que trabaja

Se establece en el Art. 174 L.C.T. el descanso intermedio cuando las tareas se cum-
plen comprendiendo horas de la mañana y de la tarde. (“Las mujeres que trabajen en horas
de la mañana y de la tarde dispondrán de un descanso de 2 horas al mediodía, salvo que por
la extensión de la jornada a la que estuviese sometida la trabajadora, las características de las
tareas que realice.... se autorizase la adopción de horarios continuos...”).
El Art. 175 L.C.T. prohíbe los trabajos a domicilio, pero solo cuando a su vez ellas
trabajaren en algún local o dependencia de la empresa. Es una forma de evitar la sobrecarga
de tareas.

Protección de la Maternidad

En principio la línea protectoria en materia de maternidad se refiere a dos


circunstancias principales:
t A la necesidad del descanso obligatorio por este motivo,
t A su protección frente a la posibilidad de despido en razón de dicha cir-
cunstancia.
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Prohibición de trabajar

La limitación del trabajo en el período pre y postparto de la mujer ha sufrido


modificaciones en nuestra legislación y a nivel internacional insertando propuestas
de los organismos mundiales de salud tendientes a aumentar el número de días pre-
visto por las leyes.
En este sentido, las razones se refieren a:
t Incidencia de la ausencia con relación a las necesidades laborales del em-
pleador.
t La retribución económica de la mujer durante ese tiempo
t Su gravitación en los sistemas de seguridad social.

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El régimen legal fijado en la Ley de Contrato de Trabajo establece un descanso
de noventa días que, en principio, se reparte en cuarenta y cinco días anteriores al
parto y cuarenta y cinco días posteriores a él, en los que queda prohibido el trabajo
del personal femenino. (art. 177 L.C.T).
La legislación admite cierta flexibilidad dentro de los márgenes señalados per-
mitiendo llevar una parte de los días del preparto mencionado al tiempo del pos-
tparto, que en su caso puede aumentar quince días.
Esto porque en ningún supuesto el descanso preparto puede ser inferior a
treinta días.
La determinación del tiempo se basa en la información suministrada por la
propia trabajadora y corroborada con un certificado médico.
En el mencionado certificado debe constar la fecha probable de parto. El tiem-
po de presentación no se encuentra determinado aunque en la práctica se presenta
al cumplirse el tercer mes de embarazo, en razón de que el sistema de asignaciones
familiares comprende una asignación prenatal que se abona a la trabajadora durante
el período de embarazo, y para su cobro debe comunicar su estado de embarazo al
empleador a partir del tercer mes. En definitiva el certificado de embarazo cumple
las siguientes funciones:
t Comunicar al empleador el estado de la trabajadora
t Permitir a la trabajadora cobrar la asignación prenatal como parte de las
asignaciones familiares
t Asegurar a la trabajadora su derecho a la permanencia laboral ya que se
sanciona con una indemnización agravada el despido por causa de mater-
nidad.

¿Qué sucede si el parto se produce prematuramente?


El art. 177 de LCT dispone que “en caso de nacimiento pretérmino se acu-
mulará al descanso posterior todo el lapso de licencia que no se hubiere gozado antes
del parto, de modo de completar los noventa días.”
Respecto de si el hijo nace muerto o el hijo muere enseguida del alumbra-
miento o en el caso de aborto la ley no es específica.
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Durante los referidos tiempos de receso pre y postparto la trabajadora conser-


va su empleo y gozará de las asignaciones que le confieran los sistemas de seguridad
social (obras sociales) que le garantizarán la percepción de una suma igual a la retri-
bución que corresponda al período de licencia legal.
Es decir, que durante este tiempo se suspende el pago de la remuneración que
es reemplazada en iguales términos por un beneficio de la seguridad social denomi-
nado asignación por maternidad.
En el caso de las madres que den a luz a chicos con síndrome de Down, la ley
24.716 otorga licencia y asignación especiales. De esta manera, las mujeres com-
prendidas en esta ley tienen derecho a una licencia que se extiende por un período
de seis meses, una vez finalizada la de noventa días referida en el párrafo anterior. En
ese período la trabajadora no percibe remuneraciones sino una asignación familiar

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especial cuyo monto debe ser igual a la remuneración que hubiese percibido en caso
de realizar tareas.

Derecho a prestaciones económicas y sanitarias

Dentro de estas prestaciones la ley garantiza que:


t Durante el descanso la mujer perciba una suma igual a la que corresponde
a licencia legal (LCT Art. 177) Ley 24.714 (16/10/96) Art. 11:
t Durante el período de embarazo reciba la asignación por maternidad (con
antigüedad de tres meses). Art. 9: asignación prenatal. Art. 11:
t Y al finalizar la gestación reciba una asignación por nacimiento.
t También garantiza la asistencia médica: Sistema Nacional del Seguro de
Salud, y Obras Sociales

Derecho de permanencia en el empleo.

La ley garantiza a toda mujer durante la gestación el derecho a la estabilidad


en el empleo (Art.177). Esta estabilidad se garantiza mediante una indemnización
agravada en caso de despido, si este se produjo por causa de su estado de embarazo
o maternidad. Es lo que se denomina estabilidad relativa.

Descansos diarios para la madre lactante

Desde la primera ley protectoria de las mujeres que trabajan se estableció la


posibilidad de interrumpir la jornada laboral para cumplir la obligación natural de
amamantar a sus hijos.
El art. 179 de la LCT establece que “... toda madre trabajadora podrá dis-
poner de dos descansos diarios de media hora para cumplir esa función durante
la jornada de trabajo y en un período no superior a un año posterior a la fecha del
nacimiento”. Este período puede extenderse más allá del tiempo indicado cuando
por razones médicas sea necesario.
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En diversos convenios colectivos de trabajo se dispuso el reemplazo de este


descanso con el ingreso o egreso diario de la trabajadora una hora después del pre-
visto o una hora antes del tiempo fijado como jornada normal. Cabe la pregunta
entonces si el impacto en la protección de la lactancia materna es la misma que la
planteada en el espíritu de la ley.

Salas maternales y guarderías


La LCT art. 179 dispone este beneficio que permite un lugar adecuado para
la tarea de amamantar al hijo y que la madre pudiera tenerlo cerca en su tiempo
de trabajo (este punto en total concordancia con lo planteado respecto a dos des-
cansos de treinta minutos cada uno).
Para ello la ley declara que cada establecimiento donde preste servicio un nú-

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mero mínimo de trabajadoras (sin definir proporción) el empleador deberá habilitar
salas maternales y guarderías para niños. Claramente este punto es pocas veces respe-
tado y los acuerdos alcanzados en el marco de los convenios laborales han impactado
negativamente en la promoción de la lactancia materna.

Estado de excedencia
Se denomina estado de excedencia a la situación en la que puede colocarse volunta-
riamente la trabajadora que ha tenido un hijo cuarenta y ocho horas antes de que finalice
su licencia por maternidad. Se trata de una licencia especial y cuando esta finaliza, la tra-
bajadora debe reincorporarse a su trabajo. Es un derecho que la trabajadora tiene y que el
empleador se encuentra obligado a conceder.
Durante el período de excedencia la trabajadora no percibe remuneraciones ni debe
presentarse a trabajar y su duración no puede ser menor a tres meses ni mayor a seis meses.
Como ya se refirió en el párrafo precedente, la trabajadora debe comunicar por escrito
que decidió gozar del estado de excedencia dentro de las cuarenta y ocho horas previas a
la finalización de la licencia por maternidad. En el caso que la trabajadora no notifique al
empleador de su determinación de gozar de la excedencia y no se presente a trabajar al día
siguiente que culmine su licencia, se presume que eligió unilateralmente terminar el con-
trato de trabajo.
Durante el período de excedencia el empleador no debe realizar los aportes corres-
pondientes a la seguridad social y la trabajadora no tiene el derecho a la prestación por obra
social.

Consideraciones finales

Para finalizar este tema es necesario aclarar que las nuevas formas de contra-
tación laboral, contraprestación, monotributistas, trabajador autónomo encubierto,
contratos de locación de servicio, etc. el proceso de flexibilización en curso ha deri-
vado en el surgimiento de nuevas figuras laborales tales como la triangulación labo-
ral, el tiempo de trabajo fragmentado, temporal e inestable y las relaciones de traba-
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jo dependientes encubiertas en las que los grados de protección tienden a disminuir.


De este modo, la amplia gama de empleos asalariados “atípicos” y frecuentemente
precarios, en los que se ocupa una importante proporción de mujeres, conforman
nuevos grupos de trabajadores marginados –total o parcialmente– de los sistemas
formales de protección social. En el caso de Argentina deja a este grupo vulnerable
por fuera de la cobertura de la Ley de Contrato de Trabajo.
Es entonces momento de que los Equipos de Salud debiéramos replantear a
partir de los conocimientos técnicos específicos de qué manera se ven afectados los
procesos de salud-enfermedad en el grupo materno infantil con la práctica de estas
nuevas modalidades de contratación laboral, y específicamente desde nuestra disci-
plina aportar acciones específicas para proteger la salud de la mujer y el niño.

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ENFOQUE DE GÉNERO Y SALUD DE LA MUJER

El concepto “mujer” se aborda no simplemente como el referente empírico de


la condición biológica de uno de los sexos, sino como una construcción social que
se extiende a partir de la diferencia biológica para incluir normas sobre conductas
y actitudes aceptables y esperadas. Este complejo normativo se denomina “género”
producto histórico que varía en contenido a través del tiempo y del espacio y afecta
diferencialmente las oportunidades de hombres y mujeres que se insertan en los
distintos grupos sociales.
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El contexto de la familia tradicional refuerza la diferenciación genérica, dando


actividades a varones y a mujeres; a las niñas se les destinan aquellas tareas relacio-
nadas con el hogar: servir y atender a otros; mientras que a los niños se reservan
actividades de competencia que les permiten tener un mayor control sobre el me-
dio externo, lo cual es una forma muy importante de ir delimitando las normas de
comportamiento y dejando claras las expectativas sociales hacia cada sexo. Es decir,
las diferencias sexuales físicas son una cuestión de hecho, no obstante las formas de
comportamiento y los modos en como son tratados en la sociedad varones y muje-
res, se refiere a una cuestión de valores-valoraciones socioculturales.
La concepción social y psicológica de la mujer fue cambiando a través de la
historia. Su rol específico para lo cual está preparada biológicamente es ser madre.
En los modelos de sociedad patriarcal se le exigía a la mujer una entrega total al
cuidado de los hijos y de ella se esperaba el cuidado y la organización del hogar.
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Transcurrido el tiempo, la mujer fue incorporándose a actividades extradomésticas,
en principio como un trabajo secundario al de su pareja.
En Argentina a fines de la década del cuarenta comenzó la inserción de las
mujeres en las fábricas, luego la posibilidad de ser maestras, más tarde enfermeras
con el propósito de cuidar y atender mejor a su familia. A lo largo del siglo XX,
movidas por una serie de cambios sociales, las mujeres forman parte de la fuerza de
trabajo de la familia y del sostén económico de ellas.
Esta situación no implica necesariamente una reestructuración del funciona-
miento familiar y la mujer ha visto sobrecargadas sus exigencias físicas como men-
tales lo que impacta en su salud.

Los procesos de salud/enfermedad de la mujer

Existe un conjunto de necesidades específicas de las mujeres que merece aten-


ción especial, debido a que ellas difieren fisiológicamente de los hombres, y esas di-
ferencias fisiológicas implican la presencia de condiciones, enfermedades o factores
que son exclusivos del sexo femenino o que afectan más a las mujeres. Pero también
existen necesidades provenientes de las diferencias sociales, económicas y culturales
que originan asimetrías de género, tanto en la exposición a riesgos para la salud y la
supervivencia, como en las oportunidades de acceso y de control sobre los recursos
necesarios para la protección de la salud.
A continuación se listan algunas situaciones de las más destacadas:
t Morbimortalidad asociada con la maternidad: La mortalidad materna es
aquella muerte que se produce en los cuarenta y dos días posteriores al
parto vinculada al embarazo, parto o puerperio. Las causas de la morbi-
mortalidad materna deben enfocarse desde aquellas cuya etiología es clíni-
ca y aquellas donde la etiología está relacionada a las condiciones sociales,
ambas íntimamente ligadas entre sí, pero es en esta última donde pesa más
para el desarrollo de un proceso de enfermedad la condición de género.
t El aborto: practicado por personas sin adiestramiento con instrumentos
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no esterilizados y sin higiene rigurosa es con frecuencia causa de compli-


caciones tales como hemorragias y sepsis.
t Toxemia gravídica: cuadro patológico que se vincula con hipertensión con
grave compromiso renal y cardiovascular, tiene como factor oculto la mal-
nutrición por déficit condicionada por factores de orden cultural y social.

Salud ocupacional y doble jornada:

Aunque tanto la mujer como el hombre enfrentan problemas de salud ligados


con procesos de trabajo en distintos contextos ambientales, la mujer experimenta
susceptibilidades diferentes asociadas con su biología y tiene que asumir el desgaste

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adicional de energía que implica el ejercicio de una doble jornada de trabajo: la
laboral y la doméstica.
La exposición diferente a cierta clase de riesgos laborales depende del tipo de
trabajo que concentre la mano de obra de uno y otro sexo en los distintos países.
En general, sin embargo, los riegos laborales que pesan de manera específica sobre
la mujer son aquellos relacionados a su función reproductiva. El más obvio es el
relacionado con la exposición a sustancias químicas o a contaminantes físicos (vi-
bración, ruido y radiaciones diversas) que pueden inducir al aborto, afectar la salud
del feto o la composición cuali cuantitativa de la leche materna. Un segundo tipo
de riesgo se refiere al de la realización de trabajos pesados, los cuales agravan su pro-
blema de desnutrición durante el embarazo y afectan el peso del recién nacido. Una
tercera categoría se refiere a la falta de una legislación laboral adecuada o en cierto
tipo de empleos que impiden un descanso adecuado antes y después del parto. Una
cuarta categoría de riesgo, que es común a todas las mujeres vinculadas a la fuerza
laboral, es la doble jornada, que afecta con mayor severidad a las mujeres con hijos
pequeños en las clases más populares. La mujer pobre no solo se ocupa de cuidar a
sus hijos pequeños o padres ancianos y cocinar y cumplir con el resto de las labores
domésticas, sino que debe realizar actividades productivas para el sustento diario de
su familia. Algunos estudios señalan que la jornada laboral de la mujer con empleo
se extiende entre tres o cuatro horas más que la jornada de trabajo del varón.

Regulación de la fecundidad y género

La desigualdad más profunda en cuanto al patrón de utilización de anticon-


ceptivos es la que se observa entre el hombre y la mujer en materia de asunción de
responsabilidades y riesgos asociados con la regulación de la fecundidad. Una forma
de ilustrar esta desigualdad es observar la distribución porcentual de los métodos
usados por las parejas sexualmente activas en América Latina donde en más del
80% de los casos, la responsabilidad y los riegos de la práctica anticonceptiva recaen
fundamentalmente en la mujer. En los países industrializados la mujer también es
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la que la asume en forma mayoritaria pero la distribución por sexo tiende a ser más
igualitaria.
En cuanto a los riesgos se refiere, es importante recalcar que hasta el momen-
to no se ha producido ningún método anticonceptivo que sea a la vez totalmente
eficaz, inocuo y reversible, circunstancia que aboca a la mujer sexualmente activa a
tener que asumir siempre uno de dos riesgos para su salud: el riesgo de embarazo
o el riesgo de efectos colaterales del uso de anticonceptivos, cuando no del aborto.

Violencia de género

Se denomina así en general a la violencia ejercida por los hombres sobre las

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mujeres para asegurarse los privilegios que la cultura le ha otorgado al varón y qué
rol asignado a las mujeres le proporciona: ser atendido y cuidado material y emocio-
nalmente, tener una posición dominante en la sociedad y más poder y derecho. La
violencia de pareja en el 98% de los casos la ejercen los hombres contra las mujeres.
Por tanto, aunque habitualmente la violencia se considera un problema de mujeres,
no es un problema “de” ellas sino “para” ellas; en realidad, y fundamentalmente, es
un problema de la cultura masculina/patriarcal.
Las relaciones de maltrato tienen en general años de duración, suelen perpe-
tuarse en conductas permanentes que tienen implicancias directas en la salud de las
mujeres que son las que reciben, junto a los niños, sobre sus cuerpos y psiquis las
consecuencias de la violencia, conduciendo no en pocas oportunidades la muerte.

Estado Nutricional y Género

Como resultado de su función materna, así como los cambios hormonales


que experimente durante su vida, los requerimientos nutricionales de la mujer difie-
ren de la de los hombres por ej.: entre la menstruación y la menopausia. La anemia
por carencia de hierro ha sido reconocida mundial y regionalmente como el mayor
problema nutricional de la mujer a quien, sumadas las necesidades fisiológicas espe-
cíficas, se agregan situaciones particulares tales como hemorragias por abortos, uso
de dispositivos intrauterinos que provocan pérdidas extras, y prácticas culturales que
privilegian al hombre en la distribución intrafamiliar de alimentos ricos en proteínas
cárneas, principal fuente de hierro hem. Según la FAO esta distribución desigual
desde el punto de vista de los nutrientes críticos es debida a la creencia de que los
hombres adultos, como “sostén de familia” necesitan lo mejor y la mayor parte de
los alimentos. Este tipo de malnutrición afecta fundamentalmente a las mujeres de
estratos socioeconómicos más carenciados a la que se suman otros tipos de malnu-
trición que se refuerzan entre sí para hacer a la mujer más propensa a las infecciones,
fatiga crónica y aumentar la morbimortalidad durante el parto.
Como consecuencia de la autoexclusión que las mujeres hacen a la hora de
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comer a favor de los niños y del esposo que sale a trabajar, obtienen la sensación de
saciedad en base a infusiones y pan. Ese régimen de alimentación sumado a la des-
valorización social del cuerpo de la mujer pobre, favorece un proceso de deterioro
cuyo aspecto más visible es la obesidad.
Existen evidencias de que la obesidad es más frecuente entre las mujeres que
entre los hombres, con mayor incidencia en los grupos de menores ingresos, donde
se recurre a una mayor ingesta de hidratos de carbono de diferente origen según la
costumbre y uso regional.
Para explicar por qué la obesidad en los sectores de ingresos bajos es más
visible en las mujeres que en los hombres, es necesario considerar las pautas de acti-
vidad física y de comensalismo según sexo y edad. Esas pautas son diferentes para los
hombres y las mujeres adultas por la influencia de condicionamientos y prejuicios
de género sumamente arraigados. Los hombres pobres trabajan en actividades que
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requieren mano de obra intensiva y un nivel de esfuerzo físico alto, duermen un
promedio de dos horas más que las mujeres y trabajan menos horas que ellas debido
al gran gasto energético que exigen sus labores. Además toman tres comidas y como
disponen de dinero propio, pueden tomar una comida fuera del hogar.
En contraste, las mujeres pobres realizan tareas domésticas variadas, no es-
pecializadas y aunque pueden alternar las tareas que exigen mayor o menor gasto
energético tienen una jornada laboral más larga. Su régimen alimentario comprende
muchas veces mate dulce y pan. La comida familiar es la cena donde se autoexcluyen
de los alimentos más nutritivos privilegiando a los niños y adultos que trabajan fuera
del hogar.
Una nutrición pobre durante los primeros años de vida de la mujer reduce el
potencial de aprendizaje, incrementa los riesgos de la salud reproductiva y maternal
y disminuye la productividad. Esta situación contribuye a la disminución de la ha-
bilidad de la mujer para tener acceso a otros activos más tarde en vida y socaba los
intentos de eliminar desigualdades de género.
En esencia, las mujeres con una nutrición pobre se ven envueltas en un círculo
de pobreza y desnutrición. Son estas mujeres la más expuestas a enfermedades infec-
tocontagiosas siendo las víctimas más importantes de VIH/SIDA , tuberculosis etc.
En conclusión, la desigualdad de género en el acceso y control de recursos no
solo es injusto para las mujeres y sus hijos, sino también es negativo desde el punto
de vista económico para cada comunidad o país, ya que entre otros aspectos deriva
en un aumento de los costos del cuidado de la salud, en una productividad dismi-
nuida, la profundización de la inequidad.

El análisis de la situación particular de la mujer-madre o mujer embarazada


permite visualizar las condiciones diversas que pueden afectar su salud, y cómo las
políticas públicas desde la aplicación de la legislación laboral y de atención en salud
deben considerar no solo los aspectos vinculados a su condición sexual y reproduc-
tiva, sino también de género, para lograr el desarrollo humano igualitario.
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Bibliografía

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SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA

Salud Sexual

Para la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la salud sexual es un


proceso continuo de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexua-
lidad. La salud sexual se evidencia en las expresiones libres y responsables de capacidades
sexuales que conducen al bienestar personal y social, enriqueciendo la vida individual
y social. No es simplemente la ausencia de disfunciones, enfermedad y/o malestar. Para
poder conseguir y mantener la salud sexual es necesario que se reconozcan y defiendan los
derechos sexuales de todas las personas (OPS/OMS,2000).

Salud reproductiva

Salud reproductiva es definida como un estado de bienestar físico, mental y


social y no solamente la ausencia de enfermedad en todos los aspectos relacionados
con el sistema reproductivo y sus funciones.
Cuando se habla de salud reproductiva se incorpora a esta el término de salud
sexual, cuyo propósito es el fortalecimiento de las relaciones personales y no sola-
mente el consejo y cuidado relacionado con la reproducción y la transmisión sexual
de enfermedades infectocontagiosas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Programa de Salud Re-
productiva ha establecido las siguientes metas para que la población se beneficie de
los conocimientos y habilidades necesarios que les permitan:

t Experimentar un desarrollo y maduración sexual saludable y ser capaz de


establecer relaciones equitativas, responsables y sexualmente satisfactorias
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La sexualidad humana significa más que la descripción anatómica del aparato


reproductor, abarca todo lo que un ser humano construye a lo largo de su vida desde
la perspectiva física, psíquica y social. La condición sexual le da ciertas particulari-
dades al ser varón y al ser mujer que no pocas veces los exponen a relaciones sexuales
no equitativas, sobre todo cuando se tiene en cuenta el valor que juega en la relación
de pareja la condición de género.

t Lograr sus intenciones reproductivas (número y momento de tener hijos)


en forma segura y sana.

La interrupción voluntaria de un embarazo siempre tiene implicancias para

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la salud de una mujer, el ejercicio de una procreación responsable es un factor que
evita llegar a esta situación.
La fecundidad no regulada afecta la salud no solo de las mujeres sino también
la de sus hijos. Los embarazos muy frecuentes o muy seguidos y en las edades extre-
mas del ciclo reproductivo representan, como hemos visto en el capítulo anterior,
riesgos para la salud, tanto de la madre como del hijo y son causa de elevadas tasas
de morbimortalidad materna e infantil. Estos efectos adversos de la fecundidad no
regulada se evidencian con mayor claridad, y se agravan en los estratos socioeconó-
micos bajos, en los cuales los riesgos para la salud se ven multiplicados por la falta de
servicios adecuados y las deficiencias nutricionales de madres e hijos.
Las tasas de fecundidad por lugar de residencia indican que, en general, las
mujeres urbanas tienen menos hijos que sus pares rurales.
En cuanto a la educación de la mujer, la evidencia empírica ha mostrado
invariablemente una relación inversa entre fecundidad y educación, señalando dife-
rencias tanto o más pronunciadas que las observadas según el lugar de residencia. Así
mientras las mujeres en áreas rurales tienen entre 0.1 y 3 hijos más que las mujeres
de áreas urbanas, las mujeres sin instrucción formal tienen entre 1.3 y 4.7 hijos más
que aquellas que han cursado estudios superiores.

t Evitar las enfermedades y discapacidades relacionadas con la sexualidad y


la reproducción, y recibir la atención adecuada cuando sea necesario

La falta de información conduce a los jóvenes a situaciones de riesgo, evitando


un adecuado cuidado frente a relaciones sexuales no seguras que pueden provocar el
padecimiento de enfermedades infecciosas como VIH (SIDA), HPV (virus papilo-
ma humano), este último factor de riesgo para cáncer de cuello de útero.

t Impedir injurias relacionadas con la sexualidad y la reproducción y recibir


consejo, cuidados y rehabilitación apropiados cuando sean necesarios.

El abuso y la violencia sexual se han reconocido solo recientemente como


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problemas que afectan a la salud reproductiva. Causan problemas emocionales y


conductuales, partos complicados, morbilidad materna, mortalidad reproductiva y
menguan la calidad de vida de las personas afectadas y sus familias. Últimamente
el tema del abuso y la violencia sexual ha recibido mucha atención, a pesar de que
solo empieza a reconocerse su importancia como problema social y de la salud pú-
blica, que se asocia con otros comportamientos de riesgo. Algunos de los problemas
conexos son el paralelo que existe entre el abuso sexual y la iniciación temprana de
la actividad sexual, la incapacidad para distinguir entre el comportamiento afectivo
y el sexual, una sensación permanente y abrumadora de vulnerabilidad y la inca-
pacidad para negarse a tener relaciones sexuales o usar drogas o para practicar un
comportamiento protector, como el uso del condón como protección doble contra
el embarazo no deseado y las enfermedades de transmisión sexual, incluso la infec-

35
ción por VIH. El abuso y la violencia pueden afectar a la capacidad de la persona
para gozar de unas relaciones sexuales adecuadas y de salud reproductiva. En ambos
sexos, la violencia sexual se correlaciona con comportamientos de riesgo durante la
adolescencia y, en las mujeres, con el embarazo precoz
El consenso mundial sobre la definición de Salud Reproductiva es importan-
te, ya que el empleo de diferentes conceptos causa confusión, atomiza los esfuerzos e
impide el progreso. El concepto de la salud reproductiva elaborado en la Conferen-
cia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD) ha seguido desarrollándose y
ratificándose en otras conferencias y cumbres internacionales y la OPS ha promovi-
do su difusión en la Región junto con las políticas y los servicios correspondientes.
Como resultado, se han planteado ciertas inquietudes. En primer lugar, debe quedar
claro que la salud reproductiva es un proceso de toda la vida y parte integrante del
desarrollo humano ya que contiene a la Salud Sexual. Tiene que ver con la prepara-
ción, antes de la concepción, para tener un bebé sano y, más tarde, con velar por que
el embarazo, el parto y el puerperio sean seguros. Luego tiene que ver con el niño
pequeño, a medida que se van formando sus actitudes acerca de las relaciones entre
los sexos, el comportamiento sexual y la reproducción. Más adelante, concierne al
adolescente, cuando los conocimientos y actitudes se transforman en prácticas y se
busca protección contra las enfermedades de transmisión sexual. Por supuesto, tiene
gran importancia para el adulto que piensa en formar su familia y se preocupa por
la posible aparición de problemas crónicos. Por último, tiene que ver con el anciano
frente a los cambios hormonales y de las relaciones familiares.

En realidad, la salud reproductiva constituye el eje principal de la promoción


y protección de la salud. Debido a su amplio radio de acción, es imperativo que los
gobiernos asuman un papel protagónico en la protección de los derechos humanos
y en la formulación de políticas y programas que garanticen la equidad y la calidad.

Planificación familiar y salud


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La estrategia de Planificación Familiar constituye una de las herramientas para


lograr la Salud Sexual y Reproductiva.
La OMS definió a la Planificación familiar como una manera de pensar y
de vivir adoptada voluntariamente por individuos y parejas, que se basa en cono-
cimientos, actitudes y decisiones tomadas con sentido de responsabilidad a fin de
promover la salud y el bienestar de la familia y la comunidad.

Los objetivos básicos de la Planificación familiar son:

t Respetar los derechos humanos


t Regular el aumento demográfico de la población
t Mejorar la salud de la familia y de la comunidad.

36
Los derechos sexuales y reproductivos se reconocen como derechos huma-
nos, son universales porque abarcan a todos los seres humanos desde su nacimiento,
son interdependientes porque se conectan con todos los demás derechos humanos y
son indivisibles en tanto se viven y actúan de un modo conjunto e integral.
Los derechos sexuales incluyen el derecho de todas las personas a tener con-
trol y a decidir libremente sobre asuntos relacionados con su sexualidad, sin sufrir
coerción, discriminación ni violencia. Incluye derecho a la información, para tomar
decisiones responsables sobre su sexualidad, el derecho a la privacidad y a la integri-
dad física, mental y moral al realizar una elección sexual.
Los derechos reproductivos comprenden derechos ya reconocidos en leyes na-
cionales y acuerdos internacionales. Conectados con la libertad sexual, el derecho a
la salud, y los derechos básicos de todas las parejas e individuos de decidir en forma
libre y responsable el número, espaciamiento y momento de sus niños. Para cumplir
con este derecho es indispensable que el Estado garantice el acceso a la información,
la educación, a los medios de atención médica y a métodos seguros, eficaces, asequi-
bles y aceptables de planificación en forma gratuita.

Por otro lado, la información sobre planificación familiar permite a los países
controlar o promover el crecimiento de su población incentivando medidas en
un sentido o en otro según sus propios objetivos demográficos.
Por último, la posibilidad de planificar dentro de una familia y su entorno el
crecimiento de esta según sus propias posibilidades sociales, económicas y normas
religiosas tiene un impacto positivo en la salud de la mujer / madre y la de los
niños, quizás evitando el aborto con prácticas inadecuadas, las infecciones y he-
morragias, principales causantes de la mortalidad materna. O las distintas formas
de malnutrición entre niños, subestimadas dentro de la estadística sanitaria, por la
presencia de patologías asociadas que figuran luego como principal causa de enfer-
medad o muerte en la infancia.
En la legislación Argentina el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación
responsable es aprobado mediante la Ley Nacional 25673 en la cual se reconoce que el
Derecho a la Salud comprende la Salud Sexual, y que esta incluye la posibilidad de desarro-
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llar una vida sexual gratificante y sin coerción, así como prevenir embarazos no deseados.
Promueve la “Consejería” en Salud Sexual y Reproductiva en los servicios de salud
pública de todo el país; es decir, la posibilidad de acceder gratuitamente a un ase-
soramiento de calidad que contribuya a la autonomía y a la toma de decisiones en
materia de salud sexual y reproductiva.
Al mismo tiempo, favorece la detección oportuna de enfermedades genitales
y mamarias, contribuyendo a la prevención y detección temprana de infecciones y
VIH/sida.
Sin embargo, debemos destacar que se aborda básicamente la problemática
del control de la fecundidad pero que deja sin abordar la infertilidad que también es
parte de los derechos reproductivos, quizás de menor impacto en la salud.

37
Regulación de la fecundidad

Los métodos para la regulación de la fecundidad se pueden clasificar en:

t Métodos basados en el conocimiento de la fertilidad de la mujer


Consiste en la abstención de las relaciones sexuales durante los días de ovula-
ción, los cuales se identifican por el cálculo de fechas, los cambios que se producen
en las secreciones vaginales y la temperatura corporal que se eleva ligeramente en
este período. Este método requiere mucha disciplina y, por ello, su eficacia va de
regular a baja, por lo que suele dar lugar a embarazos no deseados. No protege del
SIDA ni de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS)

t Métodos de barrera
Son aquellos que utilizan elementos que impiden que el espermatozoide lle-
gue a fecundar al óvulo y se denominan preservativos. El preservativo masculino o
condón posee una buena eficacia anticonceptiva si se usa correctamente, al igual que
el femenino y son los únicos que protegen contra el SIDA y las ITS. En cambio el
diafragma utilizado por la mujer no protege contra las infecciones.

t Métodos hormonales
Entre estos se destacan los anticonceptivos orales combinados (píldoras o
minipíldora) que requieren de una ingesta periódica (diaria) y controlada para ser
efectiva: actúan inhibiendo la ovulación. Pueden ser inyectables, también se colocan
de manera periódica pero con intervalos de uno a tres meses. Son efectivos como
contraceptivos pero no protegen del SIDA ni de ITS.

t Método mecánico
Es el ¨espiral¨ o dispositivo intrauterino (DIU). Se coloca dentro del útero y
su presencia impide que los espermatozoides lleguen al óvulo para fecundarlo. Es
efectivo. Tiene una vida útil de cinco a diez años y debe ser controlado periódica-
mente por el médico. No protege contra el SIDA ni ITS.
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t Métodos químicos
Son sustancias que inactivan los espermatozoides (espermaticidas) dentro de
la vagina para que no lleguen al óvulo (cremas, óvulos, esponjas) No se recomien-
da utilizarlos solos ya que no son suficientemente efectivos en general por su mala
utilización, tiempo de permanencia de las sustancias en la vagina, etc. No protegen
contra las infecciones sexuales ni el SIDA.
La esterilización femenina (ligadura de trompas) o masculina (vasectomía)
son también métodos anticonceptivos pero que se deben utilizar en casos especiales
ya que en general son irreversibles, y no protegen contra las infecciones que se pro-
ducen por contacto sexual.

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Impacto del uso de diversos métodos de anticoncepción en el
peso de la mujer

Existe aún controversia acerca del impacto del uso de los anticonceptivos ora-
les (ACO) y la ganancia de peso.
El peso de las mujeres saludables puede cambiar durante su ciclo menstrual.
Al inicio del ciclo aumentan algo de peso, que habitualmente pierden durante la
parte final del ciclo o finalización del sangrado menstrual. Este fenómeno se rela-
ciona probablemente con cambios hormonales que provocan sobre todo retención
de líquidos; mientras que en la etapa de la mujer adulta (etapa de la menopausia)
el impacto de estos cambios hormonales se relaciona a cambios en la composición
corporal, disminución de la masa muscular y disminución del metabolismo basal
corporal (1 a 2% durante cada década)
Hassan y col. en su investigación observaron variación ponderal en una co-
horte de mujeres que utilizaban DIU con cobre como método anticonceptivo. Ellos
establecieron “que existe una tendencia a la ganancia ponderal durante los años re-
productivos de las pacientes, que es independiente de los métodos anticonceptivos”.
Las razones del incremento de peso en mujeres que utilizan diversos métodos
de anticoncepción se encuentran ligadas más a factores genéticos, conductuales,
antecedentes de obesidad durante la niñez o adolescencia u obtuvieron durante el
primer embarazo un IMC elevado (obesidad).

Nutrición y Salud Reproductiva

La etapa reproductiva (vinculada a la procreación) de la mujer se inicia con la


menarca y termina con la menopausia, es decir que abarca desde aproximadamente
los doce años a los cincuenta y cinco años dependiendo de factores de distinta índole
(genéticos, biológicos, psicológicos) que determinan la edad de inicio y finalización
de esta etapa. Sin embargo las distintas etapas de crecimiento que atraviesa la mujer
dentro del período reproductivo requiere satisfacer una serie de necesidades de mi-
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cro y macronutrientes diferentes en cada uno de estos momentos que le permitan


mantener su estado nutricional y su salud.
El estado nutricional tiene importante efecto sobre la forma de reproducción
y la gestación de un niño/a. La malnutrición tiene efectos sobre la capacidad de fe-
cundidad, la producción de abortos espontáneos, el desarrollo durante el embarazo
de toxemia gravídica, retraso de la menarca, interrupción de los ciclos menstruales y
ovulación y nacimiento antes de término entre otros.
Durante la gestación la deficiencia de micronutrientes es causal de numerosas
entidades patológicas irreversibles, por ej. deficiente cierre del tubo neural.
La posibilidad de la pareja de definir sus intenciones de procreación teniendo
en cuenta su situación general, su idiosincrasia,etc. constituye un factor protector
sobre la salud de la mujer, de los niños y del entorno cercano (familia) como de la

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comunidad que define sus políticas sanitarias en salud sexual y reproductiva.

Bibliografía

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Progress Number 45 (1998). Disponible en www.who.int/hrp/progress/45/index.html.
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