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Horas Santas

ADViENTO

CiCLO B
Presentación
El tiempo de Adviento es un tiempo especial para la preparación de la
fiesta de Navidad, durante cuatro semanas estaremos preparando nuestro
camino espiritual a la conmemoración del ministerio de la Encarnación. El
mismo Señor que se hizo carne para habitar entre nosotros, es aquel que se
quiso quedar en el sacramento de la Eucaristía. Es por eso, que entorno a este
tiempo especial de preparación, en la Pastoral Litúrgica hemos querido
preparar este subsidio que ayude a sus comunidades como un tipo de
meditación en el momento de la hora santa comunitaria. Es una reflexión
orante de cada una de las lecturas del Evangelio de los domingos de Adviento,
para ser meditados el jueves previo a ese domingo, así, llegando al domingo,
nuestros fieles habrán ya meditado los textos y comprenderán mejor el
mensaje.

Que el Señor Jesús que se quiso hacer hombre para habitar entre
nosotros, habite también en sus corazones en esta Navidad. A 24 de
Noviembre de 2023.

Con aprecio:

Pbro. Martín Alfonso Mata Gallardo

Comisionado de la Pastoral Litúrgica de la Diócesis de La Paz.


I SEMANA DE ADVIENTO – CICLO B

*Nota, esta hora santa sirve de preparación espiritual para el Domingo


que se menciona, por tanto, ha de rezarse el jueves previo al I Domingo
de Adviento.

INTRODUCCIÓN

Después de haber celebrado la fiesta de Jesucristo Rey del universo y


recorrido las ferias de esa semana, nos encontramos con el comienzo del Año
Litúrgico en este próximo domingo de Adviento. Este domingo, aparte de
inaugurar un nuevo ciclo litúrgico inicia para nosotros la preparación a la
segunda fiesta más importante para nosotros los católicos: la Navidad, fiesta
donde conmemoramos la plenitud de los tiempos en el misterio de la
Encarnación.

Al comenzar el tiempo de Adviento, comenzaremos un tiempo de


espera gozosa de la venida de nuestro Señor, pues esto quiere decir
Adviento = ad venido, “venir, llegar”. Como es Cristo que viene, debo de
estar preparado, y así como cuando un familiar me va a visitar me pongo a
limpiar la casa, así también debo de preparar el pesebre de mi corazón, para
poder recibir a Jesús dignamente; y aunque no es tan duro como en la
Cuaresma, debe de existir en el corazón de todo cristiano un espíritu de
penitencia en estos días. Buscar abandonar al hombre viejo, para que sea
Cristo quien se encarne en mi vida y la transforme desde el interior.
MEDITEMOS LA PALABRA

EVANGELIO
Velen, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 13, 33-37

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Velen


y estén preparado s, porque no saben cuándo llegará el
momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja
su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y
encarga al portero que esté velando, así también velen
ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño
de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del
gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de
repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos:
permanezcan alerta”.

Palabra del Señor

R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Canto

Lector 1: El día y la hora son desconocidos pero sí sabemos “qué”


sucederá. Sabemos que Él vendrá porque así nos lo dijo, y sus palabras son
verdaderas. Cada año celebramos la Navidad, conmemoramos el misterio de
su primera venida, pero un día experimentaremos su segunda y definitiva
venida. Lo que importa es que cuando venga estemos atentos y nos encuentre
trabajando en aquello que nos encargó: anunciar la Buena Noticia. Debemos
de hacerlo una realidad presente en nuestra existencia, en nuestras
familias, trabajos,
escuelas…, en resumen, que Él esté vivo en nosotros para que nosotros
vivamos en Él.

Lector 2: El Señor sabe lo que nos conviene, es por eso que nos lo
pide. El jamás nos engañará y mucho menos sus palabras serán una amenaza
para impartirnos miedo. En sus palabras hay aquello que es para nuestra
salvación eterna. Es por lo anterior que no debemos de tomar a la ligera su
petición de estar alertas. Dios nos ha dado un tiempo precioso, no lo
desperdiciemos, más bien, invirtamos bien nuestro tiempo, para generar una
relación más profunda con él en el santísimo sacramento del altar, en nuestra
visita en el Sagrario y sobre todo, dándolo a conocer a todo el mundo.
Invirtamos todo nuestro tiempo para hacer el bien, para conocerlo más,
visitarlo en el Sagrario, darlo a conocer a los demás donde quiera que estemos.
Seamos un oasis de esperanza para los demás. Eso es estar en vela, estar
atentos y preparados. No son sólo palabras, son más bien acciones. No nos
durmamos en nuestra indiferencia y en nuestro egoísmo. Cada año
celebramos el inicio del Adviento, preparación para la Navidad. Año con
año Dios viene en la Navidad, hagámoslo presente en nuestros hogares y
en donde quiera que estemos.

Breve silencio y meditación

Canto

Lector 1: ¿Cómo queremos que el Señor nos encuentre? A cuántos de


nosotros nos gusta que nos reciban, especialmente después de un viaje.
Pensemos en aquellos momentos en que bajamos de un autobús o de un avión,
después de un largo viaje. ¿Acaso no nos gusta que alguien esté ahí
esperándonos para recibirmos? Y quizá vemos a un lado, vemos a otro y no
hay nadie para recibirmos. Vemos como la gente de nuestro alrededor se
abraza de felicidad: “Llegaste, qué bien”; pero a nosotros nadie nos viene al
encuentro.
¿Qué sentiría Jesús si, después de un largo viaje, viniera a nuestras vidas, pero
nadie, ni yo, ni mi familia, lo está esperando ni lo recibe? Más aún, ¿cómo nos
encontrará en esta Navidad que estaremos viviendo en pocas semanas? ¿Estará
feliz y contento: ¡Gracias por venir a verme, por recibirme!? O tal vez
sorprendido porque durante el año no pensamos en recibirle, y nos hemos
dedicado a malgastar los talentos que nos dio.

Lector 2: Como preparación para el Adviento, tomemos ahora nosotros


la iniciativa de prepararnos bien y de estar atentos. Estemos alertas, vigilantes,
para recibir al dueño de la miés. Este dueño que en Navidad viene como niño
indefenso. Preparemos nuestro corazón para recibirlo. Preparemos nuestro
hogar para que todos estemos en paz, reconciliados unos con otros.
Preparemos nuestro trabajo o escuela, para que se respire un ambiente de
solidaridad y cordialidad. Preparemos nuestra sociedad, para que el bien
esté siempre por encima del mal. Tomemos la iniciativa para hacerlo y no
esperemos a que nuevamente Cristo nos pida: ¡Estén preparados!, porque
ya lo estaremos. Nuestra preparación de Adviento es para la Navidad, pero
siempre teniendo en el horizonte que un día, que no sabemos cuál, volverá.

Breve silencio y meditación

Canto

Padre nuestro... Ave María (x3)... Gloria al Padre.


RECEMOS CON LA PALABRA

Lector 1: Escuchemos con atención estas breves oraciones, tratando de


hacerlas nuestras, que, aunque son otros labios los que hablan, sea nuestro
propio corazón el que afirme estos bellos deseos, a cada invocación
respondemos: R: Ven Señor Jesús.

Lector 2: Señor, sabemos que vendrás, no es que te hayas ido del todo,
no es que estemos solos, pues tu promesa fue que te quedarías con nosotros
todos los días hasta el fin del mundo, nosotros solamente esperamos tu seguda
venida y mientras eso sucede, conmemoramos el misterio de tu Encarnación.
Como no sabemos el día ni la hora en que vendrás, queremos estar alertas,
queremos estar atentos y despiertos. R: Ven Señor Jesús.

Lector 1: Como las vírgenes prudentes esperaban al esposo con sus


lámparas llenas de aceite, así queremos estar en vela. Como estaremos
despiertos, no llegarás al improviso, sino al contrario, nos encontrarás activos
trabajando por tu Reino; nos encontrarás venciendo nuestras luchas de cada
día con la bandera de tu voluntad. Y aunque no sabemos ni el día ni la hora,
seremos pacientes, pues nos damos cuenta que todo tiene su tiempo, bien lo
dice santa Teresa: la paciencia todo lo alcanza. El que espera sin desanimarse,
aprende a esperar el tiempo propicio, el tiempo de gracia: tu tiempo Señor R:
Ven Señor Jesús.

Lector 2: ¿Cuántas contingencias personales, familiares, sociales,


políticas o religiosas se presentarán? ¿Cuántas situaciones que se escapan de
nuestras manos y de nuestro poder harán que sea impaciente nuestra espera?
Pero como dice san Pablo: “en todo esto vencemos fácilmente por aquél que
nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni
principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni
criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo
Jesús, Señor nuestro” (Romanos 8,35.37-39). Es por eso que te pedimos,
Señor, a pesar de todo, permítenos estar atentos.

R: Ven Señor Jesús..

Lector 2: Señor, tu novedad no tiene hora, así tampoco tiene hora ni


límite la amistad, el servicio y la generosidad. Y así como no sabemos el día ni
la hora de tu venida y nuestra actitud de estar preparados debe de ser desde
hoy, mañana y siempre, así también la amistad, el servicio y la generosidad.
Permite Señor que este Adviento nos tenga alertas a los procesos de nuestro
espíritu, pero también permítenos estar atentos a la realidad que vivimos y a
los padecimientos y sufrimientos de las personas que caminan a nuestro lado.

Silencio y meditación
MOMENTO DE CONTEMPLACIÓN

Dejamos unos minutos de silencio para contemplar a Jesús Eucaristía,


después de un tiempo prudente se puede entonar un canto.

Contemplación que se hace alternada con el lector.

L: Tú que ya existías antes de todo tiempo.

R: Acércanos a tu Reino, Señor.

L: Tú que fuiste anunciado por los profetas.

R: Acércanos a tu Reino, Señor.

L: Tú que en tu Encarnación inauguraste la plenitud de los tiempo.

R: Acércanos a tu Reino, Señor.

L: Tú que te quieres encarnar en nuestras vidas y transformarlas.

R: Acércanos a tu Reino, Señor.

L: Tú que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al


conocimiento de tu Gloria.

R: Acércanos a tu Reino, Señor.

L: Tú qué nos estás preparando una habitación en la casa de tu Padre.

R: Acércanos a tu Reino, Señor.

L: Tú que nos pides velar porque no sabemos cuándo llegará el tiempo.

R: Acércanos a tu Reino, Señor.

L: Tú que vendrás coronado de Gloria y majestad.

R: Acércanos a tu Reino, Señor.

Padre nuestro... Dios te salve (x3)... Gloria al Padre.


ORACIÓN UNIVERSAL
Nota: El lector 1 lee la parte del número y el lector 2 la del guión..
Oremos, hermanos, a Cristo el Señor, que por nosotros anonadó a sí
mismo, y digámosle confiados: R: Ven, Señor Jesús.

1. Señor Jesús, que con tu encarnación ha salvado al mundo

— purifica nuestras almas y nuestros cuerpos de todo pecado. R.

2. No permitas que aquellos a quienes llamas hermanos por tu


Encarnación

— se alejen de ti por el pecado. R.

3. No permitas que aquellos a quienes has salvado con tu venida

— merezcan ser castigados en el día de tu juicio. R.

4. Cristo Jesús, que nunca alejas de nosotros tu bondad y tu amor,

— haz que alcancemos la corona inaccesible de Gloria. R.

5. Haz que los moribundos esperen confiadamente el encuentro con


Cristo, su juez,

— y gocen eternamente de tu presencia. R.

Padre nuestro…

ORACIÓN: Dios nuestro, que, compadecido del hombre caído y


sentenciado a muerte, quisiste redimirlo con la venida de tu Hijo, concede a
los que en esta Navidad han de postrarse ante él con humildad, para adorarlo
hecho niño en Belén, que merezcan gozar eternamente de la compañía de su
redentor. Amén.
II SEMANA DE ADVIENTO – CICLO B

INTRODUCCIÓN
Hecha por un lector:

¿Está la Iglesia preparando el camino para la manifestación de Dios?


Esta es la pregunta que el texto para este próximo Segundo Domingo de
Adviento nos presenta. Así como Juan el Bautizador preparó el camino para la
manifestación de Dios en la persona de Cristo, la Iglesia está llamada a
preparar el camino para que Dios se manifieste hoy.

El evangelio de S. Marcos comienza con la proclamación de Juan el


Bautizador. El escritor nos indica que estas son las buenas nuevas
— evangelión en griego — de Jesús, quien es proclamado el Ungido de Dios
— Christos — y quien es a la vez el Hijo de Dios. Estos primeros versos del
evangelio de S. Marcos están llenos de posibilidades para la persona que
predica este domingo. Cada palabra, cada movimiento dentro de esta perícopa
está llena de mensajes a los que la predicadora o el predicador pueden hacer
alusión1.

¿Podríamos nosotros mismos ser precursores del Señor en nuestros


ambientes? ¿Podríamos dar ese segundo paso: de la espera a preparar los
caminos del Señor? Pero no solo en nuestra vida, sino invitar a los hermanos,
a los que tengo cerca a preparar estos caminos.

1
https://www.workingpreacher.org/commentaries/revised-common-lectionary/second-sunday-of-advent-
2/comentario-del-san-marcos-11-8
MEDITEMOS LA PALABRA

EVANGELIO
Yo envío a mi mensajero.
Del santo Evangelio según san Marcos 1, 1-8
Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de
Dios. Como está escrito en el profeta Isaías: «Yo
envío a mi mensajero delante de ti, el cual
preparará tu camino; voz del que grita en el
desierto: “Preparad el camino del Señor,
enderezad sus senderos”»; se presentó Juan en el
desierto bautizando y predicando un bautismo de
conversión para el perdón de los pecados. Acudía
a él toda la región de Judea y toda la gente de
Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y
confesaban sus pecados. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa
de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y
proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco
agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con
agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
Palabra del Señor

R. Gloria a ti, Señor Jesús. Canto

Lector 1: En esta presentación que nos hace el evangelio de San Juan


sobre este otro Juan, se subraya el papel del Bautista en relación al Mesías. La
razón de ser de Juan el Bautista es el Mesías, ser su precursor, el que lo
anuncia, el que prepara sus caminos. Es una especie de señal del camino, que
señala a
Jesús. Y siempre mantiene su lugar sin salirse de él, sin pretender apoderarse
de un nombre y una función que no son los suyos; a pesar de que algunos
pensaban que Juan era el Mesías. Y en el momento en que los enviados de
los sumos sacerdotes le preguntan sobre esto, él no se apropia el nombre ni la
misión del Mesías. Una lección que deberían también aplicarse todos
aquellos que se apropian en algún campo una función de Mesías: ¡tantos
falsos Mesías han surgido! Y de paso también nos podemos aplicar esta
lección, todos: sólo Jesús es el Mesías2.

Lector 2: Juan es el testigo de la Luz. Así como Juan cumplió con su


papel de ser testigo de la Luz nos invita a serlo nosotros también. Nosotros
tambien estamos llamados a ser precursores del Señor en medio de nuestros
hermanos. Testigos de la luz: verdaderos testigos. Una luz que se nos muestra
y de la cual nosotros hablamos, porque aún conservamos en el corazón su
resplandor. Que maravilla es tener en el corazón el resplandor de la luz de
Jesús y nos deja una gran tarea: ser testigos de esa luz. Juan fue iluminado por
esa luz mientras aún era un bebé en el vientre de su madre, en el
momento de la visitación de María a santa Isabel él mismo saltó en su seno,
reconociendo la luz del sol resplandeciente que nace de lo alto. Lo mismo
sucedió para nosotros cunando nacemos a la vida nueva por el bautismo,
cuando habiendo encendido la vela del cirio el sacerdote dijo: “recibe esta
luz, para que aumente”. Y a nuestros padres y padrinos se les confió el
cuidado de esa luz, hoy la cuidamos nosotros mismos y podemos hacerla
resplandecer con mayor fuerza en nuestra vida de fe.
Breve silencio y meditación, Canto

2
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Lector 1: Una voz que clama en el desierto. El desierto es un lugar de
soledad y austeridad, esto indica la importancia que tiene el desconectarnos de
la vida cotidiana para conectarnos con el Señor. Es presisamente la
experiencia de desierto la que le ha dado a Juan una relación más íntima con
Dios y por eso tiene la autoridad moral para clamar: ¡Preparen los caminos,
enderecen los senderos! Gritar la necesidad de la conversión, es ser testigos
de la luz ¿Por qué se grita? Porque es un mensaje que debe hacerse oir en un
mundo de sordos e indiferentes. Se grita porque hay muchos ruidos que hoy
por hoy apagan la voz del mensajero. Estamos invitados a que también
nuestro testimonio sea fuerte, pues nuestra voz tiene más fuerza cuenado el
testimonio de vida grita en vez de nuestra voz. Nuestro testimonio se puede
purificar en una experiencia de desierto. Nuestro testimonio nos ayudará a
proclamar esta buena noticia en voz alta y sin temor, a pesar que nuestro
mensaje nos pueda llevar al martirio.

Lector 2: El santo que no se considera digno. Es interesante que un


hombre de Dios, un hombre que había generado una relación profunda con
Dios, un hombre que tenía la autoridad moral para invitar a todos a la
conversión y aún así, no se consideraba digno ni siquiera de desatarle las
correas de sus sandalias al Mesías. Esto, más allá de ser una actitud de falsa
humildad, es una actitud de profundo respeto a su Señor. Así nosotros
también debemos de reconocer la grandeza de Dios, adorarlo y
reconocerlo en Cristo. Juan lo reconoce como Mesías y quiere que nosotros
lo reconozcamos también como Señor, como Salvador, como Hijo. La fe de
Juan puede ser un modelo de fe para todos los creyentes: postrarnos ante
Jesús, que es nuestro Dios, aunque tampoco seamos dignos ni de besarle los
pies.
Padre nuestro... Ave María (x3)... Gloria al Padre.
RECEMOS CON LA PALABRA

Lector 1: Escuchemos con atención estas breves oraciones, tratando de


hacerlas nuestras, que, aunque son otros labios los que hablan, sea nuestro
propio corazón el que afirme estos bellos deseos, a cada invocación
respondemos: R: Preparemos el camino del Señor.

Lector 2: Señor Jesús, nos haz pedido el día de hoy ir contigo al


desierto y ahora en este momento de oración queremos meditar cuatro
verbos fundamentales que encontramos en la espiritualidad de Juan:
GRITAR, PREPARAR, CONVERTIRSE Y SER HUMILDES.

Lector 1: Señor Jesús, esta tarde queremos GRITAR. Queremos ser


también una voz que clame fuerte que tu eres Rey, que tu eres Señor y Mesías,
queremos que nuestra voz se escuche en todo el mundo. Queremos que el
mensaje del Evangelio sobrepase los ruidos de la modernidad y se haga
escuchar sobre todo en aquellos lugares más necesitados de tu infinita
misercorida. Queremos que esta voz, tu voz cambie el mundo. Solo te
pedimos una cosa, no permitas que tengamos miedo, no permitas que el
temor a ser criticados o rechazados nos impida gritar tu Palabra con voz
fuerte. R: Preparemos el camino del Señor.

Lector 2: Padre celestial, esta tarde queremos PREPARAR tus caminos


en nuestra vida y en la vida de nuestros hermanos, somos conscientes de que
vendrás y es por eso que queremos tener nuestro corazón preparado para
poderte recibir. Que nuestro corazón sea un pesebre para recibir al rey de
reyes y Señor de señores. La preparación debe de ser constante, de todos los
días y debemos
tener también una actitud vigilante porque no sabemos el día ni la hora. R:
Preparemos el camino del Señor.

Lectura 1: Esta tarde queremos CONVERTIRNOS. Es imposible


comenzar un camino de tu mano sin que surja el deseo desde el fondo de
nuestro corazón de convertirnos, de cambiar profundamente todas aquellas
acciones negativas que no nos permiten avanzar en el camino hacia tu
encuentro. A veces nuestra soberbia no nos permite reconocer que no
somos perfectos, que no somos seres terminados, reconocer que necesitamos
mejorar muchos aspectos de nuestra vida y aunque logremos avanzar, camino
siempre habrá por recorrer. R: Preparemos el camino del Señor.

Lector 2: Esta tarde, queremos SER HUMILDES. Reconocemos Señor


que por más servicios que tengamos en la iglesia, por más que recemos el
rosario todos los días o vayamos a misa, no somos dignos de que entres a
nuestra casa, pero te damos gracias porque esta gran obra no depende de
nuestra dignidad, sino de tu amor, de tu gran deseo de estar con nosotros
siempre, es por eso que vienes, porque te quieres quedar con nosotros para
siempre. R: Queremos subir a tu monte Señor.
MOMENTO DE CONTEMPLACIÓN

Dejamos unos minutos de silencio para contemplar a Jesús Eucaristía,


después de un tiempo prudente se puede entonar un canto.

Canto

Contemplación que se hace alternada con el


lector.

L: Tu que prefiguraste la venida de tu Hijo con la predicación de los


profetas

R: Endereza nuestros senderos Señor.

L: Tu que en Juan Bautista nos mandaste un precursor del Mesías.

R: Endereza nuestros senderos Señor

L: Tu que le diste autoridad moral al Bautista para invitarnos a la


conversión.

R: Endereza nuestros senderos Señor.

L: Tu que llevaste a Juan al desierto para purficarlo, purifícanos y…

R: Endereza nuestros senderos Señor.

L: Tu que en el Bautismo de Juan prefiguraste nuestro nuevo y


definitivo nacimiento por el agua y el Espíritu Santo.

R: Endereza nuestros senderos Señor

L: Tu que nos pides preparar el corazón para tu venida

R: Endereza nuestros senderos Señor.

Padre nuestro... Dios te salve (x3)... Gloria al


Padre.
ORACIÓN UNIVERSAL
Nota: El lector 1 lee la parte del número y el lector 2 la del guión..

Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, que por nosotros se despojó de su


rango, y digámosle confiados: Ven, Señor Jesús
1. Señor Jesús que con tu encarnación has salvado al mundo,
- purifica nuestras almas y nuestros cuerpos de todo pecado.
2. No permitas que aquellos a quienes llamamos hermanos por tu
encarnación
- se alejen de ti por el pecado.
3. No permitas que aquellos a quienes has salvado con tu venida
- merezcan ser castigados en el día de tu juicio.
4. Cristo Jesús, que nunca alejas de nosotros tu bondad y tu amor,
- haz que alcancemos la corona inmarcesible de gloria.
5. Te encomendamos, Señor, a nuestros hermanos que han sido separados
temporalmente de su cuerpo;
- haz que, muertos para el mundo, vivan eternamente para ti.
Padre nuestro…

ORACIÓN: Despierta, Señor, nuestros corazones y muévelos a


preparar los caminos de tu Hijo, para que por el misterio de su venida
podamos servirte con pureza de espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos. Amén.
III SEMANA DE ADVIENTO – CICLO B

INTRODUCCIÓN
Hecha por un lector:

En nuestras comunidades estamos necesitados de estos testigos de Jesús. La


figura del Bautista, abriéndole camino en medio del pueblo judío, nos anima a
despertar hoy en la Iglesia esta vocación tan necesaria. En medio de la
oscuridad de nuestros tiempos necesitamos «testigos de la luz».
Creyentes que despierten el deseo de Jesús y hagan creíble su mensaje.
Cristianos que, con su experiencia personal, su espíritu y su palabra, faciliten
el encuentro con él. Seguidores que lo rescaten del olvido y de la relegación
para hacerlo más visible entre nosotros.
Testigos humildes que, al estilo del Bautista, no se atribuyan ninguna función
que centre la atención en su persona robándole protagonismo a Jesús.
Seguidores que no lo suplanten ni lo eclipsen. Cristianos sostenidos y
animados por él, que dejan entrever tras sus gestos y sus palabras la
presencia inconfundible de Jesús vivo en medio de nosotros.
Los testigos de Jesús no hablan de sí mismos. Su palabra más importante es
siempre la que le dejan decir a Jesús. En realidad, el testigo no tiene la
palabra. Es solo «una voz» que anima a todos a «allanar» el camino que nos
puede llevar a él. La fe de nuestras comunidades se sostiene también hoy en
la experiencia de esos testigos humildes y sencillos que en medio de
tanto desaliento y desconcierto ponen luz pues nos ayudan con su vida a
sentir la cercanía de Jesús3.

3
https://www.eldiario.com.co/seccion-d/lectura-del-santo-evangelio-segun-san-juan-16-8-19-28/
MEDITEMOS LA PALABRA

EVANGELIO
Yo soy la voz del que grita en el desierto.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 1,6-8.19-28
Hubo un hombre enviado por Dios, que se
llamaba Juan. Éste vino como testigo, para
dar testimonio de la luz, para que todos
creyeran por medio de él. Él no era la luz,
sino testigo de la luz.

Éste es el testimonio que dio Juan el


Bautista, cuando los judíos enviaron desde
Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para
preguntarle: “¿Quién eres tú?” Él reconoció
y no negó quién era. Él afirmó: “Yo no soy
el Mesías”. De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” Él
les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?” Respondió: “No”. Le
dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los
que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?” Juan les contestó: “Yo soy la
voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como
anunció el profeta Isaías”.

Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron:


“Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?”
Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay
uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo
no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias”. Esto sucedió en
Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.
Palabra del Señor
R. Gloria a ti, Señor Jesús. Canto
Lector 1: Juan Bautista nos da testimonio de la LUZ del VERBO que
viene a iluminar nuestra vida, disipando toda oscuridad y tristeza. A la espera
de esta Luz Divina, el corazón goza anticipadamente de su presencia, aún en
medio de la noche. Tenemos aquí la primera invitación en este tercer
domingo: abrir nuestro corazón al testimonio de Juan el Bautista y creer de
verdad que Jesús viene como LUZ para disipar todas las tinieblas de nuestro
corazón. La iluminación es otra metáfora de la salvación que Jesús nos trae a
nuestra vida.

Lector 2: Las palabras del Bautista revelan que nuestra alegría se


sostiene sobre una certeza, que este desierto está habitado: «en medio de
vosotros —dice— está uno a quien no conocéis» (v 26). Se trata de Jesús, el
enviado del Padre que viene, como subraya Isaías «a anunciar la buena nueva
a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a
los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia
de Yahveh» (61, 1-2). Estas palabras, que Jesús hará suyas en el discurso de
la sinagoga de Nazaret (cf. Lucas 4, 16-19) aclaran que su misión en el
mundo consiste en la liberación del pecado y de las esclavitudes personales y
sociales que ello produce.

Breve silencio y meditación

Canto

Lector 1: Él vino a la tierra para devolver a los hombres la dignidad y la


libertad de los hijos de Dios que solo Él puede comunicar y a dar la alegría
por esto. La alegría del cristiano no se compra, no se puede comprar; viene
de la fe y del encuentro con Jesucristo, razón de nuestra felicidad. Y cuanto
más enraizados estamos en Cristo, cuanto más cercanos estamos a Jesús, más
encontramos la serenidad interior, incluso en medio de las contradicciones
cotidianas. Por eso
el cristiano, habiendo encontrado a Jesús, no puede ser un profeta de
desventura, sino un testigo y un heraldo de alegría. Una alegría a compartir
con los demás; una alegría contagiosa que hace menos fatigoso el camino de
la vida”.

Lector 2: Notemos que quien recibe con el corazón y con fe este


testimonio de Juan el Bautista, se transforma entonces en testigo humilde y
alegre de una Buena Noticia que ha recibido, que no proviene de él, aunque
pase por él para llegar a los demás. El Bautista, según el evangelio de Juan,
es el modelo por excelencia del testigo, que no se predica a sí mismo, sino que
señala a Jesús que viene.

Lector 1: Un detalle más – y no menor – sobre Juan el Bautista: se


define a sí mismo ante la pregunta sobre su identidad citando al profeta
Isaías, haciendo del mensaje del profeta Isaías su mensaje personal. Es decir,
define su identidad y su misión desde la Palabra de Dios. Jesús hará lo
mismo en Lc 4 aplicándose el texto de Isaías 61,1-2. Tenemos aquí otro
desafío para este adviento: buscar en la Palabra de Dios nuestra identidad
más profunda; y nuestra misión de cara al futuro para identificarnos con ella4.

Padre nuestro... Ave María (x3)... Gloria al Padre.

Canto

4
https://www.celam.org/cebitepal/lectio/lectio5fd25d3774ff1_10122020_1039am.pdf
RECEMOS CON LA PALABRA

Lector 1: Escuchemos con atención estas breves oraciones, tratando de


hacerlas nuestras, que, aunque son otros labios los que hablan, sea nuestro
propio corazón el que afirme estos bellos deseos, a cada invocación
respondemos: R: Haznos testigo de la luz.

Lector 2: En un mundo lleno de tinieblas, cuan necesaria Señor es tu


luz. La oscuridad no nos permite ver ni avanzar y si tratasemos de avanzar
así, en medio de la oscuridad, correríamos el riesgo de tropezar y
lastimarnos. Es por eso que tu luz es muy necesaria, la cual nos permitirá
dar pasos seguros en el camino de la fe, incluso nosotros mismos como
portadores de la luz podemos iluminar el camino de nuestros hermanos,
por eso Señor te pedimos: R: Haznos testigo de la luz.

Lector 1: Te pedimos, o Señor, que nos ayudes a comprender la


necesidad que tiene la Iglesia de tener TESTIGOS, verdaderos hombres y
mujeres santos y santas que sepan dar razón con su vida de la fe que
profesan. Que cada uno de nosotros seamos uno de ellos. Cuesta mucho
trabajo Señor, pero es tu gracia la que nos sostiene y es tu gracia la
que nos permite responder a la vida misma no como si fueramos del
mundo, sino como lo que somos en realidad: cristianos. Gracias Señor,
porque tu nos allanas el sendero. R: Haznos testigo de la luz.

Lector 2: Juan el Bautista no tomó para sí lo que a ti pertenecía,


aunque fueron muchas las ocasiones que se le presentó la tentación de
mostrarse a sí mismo como Mesías y alcanzar la fama personal, el decidió
ser humilde y tomar lo que a él si pertenecía, ser solamente precursor; es
por eso que te pedimos que nos hagas humildes, que arranques de raíz
nuestros
deseos de ser protagonistas, de buscar los aplausos, de ser el centro y que
aprendamos a darte a ti siempre el primer lugar. R: Haznos testigo de la luz.

Lector 2: Muchos no encuentran tiempo para encontrarse contigo,


Señor, porque se imaginan que lo tuyo son los templos, los silencios, los
desiertos, y como su vida transcurre entre agobios, prisas y rutinas, no te
encuentran, no sacan un rato para salirse del bullicio y viven con nostalgia
de Ti. Señor, que estás ahí dentro, que no tengo que hacer nada para
charlar contigo, que Tú eres más yo que yo mismo. Recuérdaselo a los que
no se lo creen, para que te disfruten aquí y ahora, en este momento, sin
esperar a ir a ningún sitio especial. Vivir un día sin Ti, es dejarnos morir, es
perder energía, es sentir poca energía, no nos podemos privar de
disfrutarte. Necesitamos necesitarte, queremos quererte, tenemos que
tenerte. Búscanos por todos los rincones, Señor5. R: Haznos testigo de la
luz.

Breve silencio y meditación

5
https://www.accioncatolicageneral.es/NOTICIAS/index.php/documentos/documento/view/327
MOMENTO DE CONTEMPLACIÓN

Dejamos unos minutos de silencio para contemplar a Jesús Eucaristía,


después de un tiempo prudente se puede entonar un canto.

Canto

Contemplación que se hace alternada con el


lector.

L: Tú que enviaste a Juan y ahora nos envías a nosotros.

R: Ayúdanos a ser testigos de la luz.

L: Tú que te escogiste un mensajero para que te preparara el camino.

R: Ayúdanos a ser testigos de la luz.

L: Tú que constantemente nos invitas a la conversión.

R: Ayúdanos a ser testigos de la luz.

L: Tú que nos lavaste por el bautismo y nos sigues lavando en el


sacramento de la penitencia.

R: Ayúdanos a ser testigos de la luz.

L: Tú que escuchas nuestros pecados y nos muestras tu misericordia.

R: Ayúdanos a ser testigos de la luz.

L: Tú qué nos muestras constantemente tu grandeza

R: Ayúdanos a ser testigos de la luz.

L: Tú que a través del Espíritu Santo nos muestras el camino que


debemos de seguir.

R: Ayúdanos a ser testigos de la luz.


ORACIÓN UNIVERSAL
Nota: El lector 1 lee la parte del número y el lector 2 la del guión..
Imploremos a Cristo, luz resplandeciente que brilla para los que habitan en
tierras de sombra, como anunciaron los profetas, y digámosle: R: Ven, Señor
Jesús.

1. Cristo, Palabra de Dios, que en el principio creaste todas las cosas y en


la etapa final del mundo tomaste nuestra naturaleza humana,
- ven y arráncanos de la muerte.
2. Luz verdadera que alumbra a todo hombre,
- ven y disipa las tinieblas de nuestra ignorancia.
3. Hijo único que estás en el seno del Padre,
- ven y danos a conocer el amor de Dios.
4. Cristo Jesús, que viniste a nosotros como Hijo del hombre,
- concede a cuantos te reciben el poder de ser hijos de Dios.
5. Tú que abres las puertas de todas las cárceles,
- admite en el festín de tus bodas a cuantos aguardan a su entrada.

Padre nuestro…

ORACIÓN: Señor, que la venida salvadora de tu Hijo alegre a tus siervos, a


quienes ahora entristece el peso de sus culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
IV SEMANA DE ADVIENTO – CICLO B

INTRODUCCIÓN
Hecha por un lector:

En esta cuarta semana de Adviento nos encontramos ya practicamente a


las puertas de la Navidad, hemos intentado llegar aquí con un corazón más
dispuesto, con un corazón más deseoso de Jesús, tenemos esperazanzas y
ansías de recibir al niño Jesús y alegrarnos con la inmensa bondad de Dios
que ha tenido misericordia de nosotros y nos ha mostrado su gran luz.

Este tiempo de Adviento, que meditamos nuevamente, reconocemos


que es bello tratar de revivir el amor de Dios en nuestra vida, aunque sean
misterios que se repiten año con año, no puede resultarnos tedioso, si amamos
realmente al Señor; él mismo no quiere que sea una Navidad más, sino un
día donde podamos decir: ¡Que bello es crecer y tener fe, que bello es
encontrarse con Jesús!

Así como María esperaba en silencio el anuncio, estemos con los oídos
bien preparados para poder escuchar el anuncio de Dios a cada uno de
nosotros; sabemos que a veces los caminos de Dios son misteriosos, sabemos
que a veces la voluntad de Dios es un poco dificil de comprender, pero en esta
cuarta semana de Adviento el Señor nos invita a hacer lo que María,
quien aunque no comprendía en su plenitud lo que el Ángel le revelaba, la
fe la movió a decir: hágase en mí según tu palabra.
MEDITEMOS LA PALABRA

EVANGELIO
Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo
Lectura del santo Evangelio según san Juan 9, 1.6-9. 13-17. 34-38

En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado


por Dios a una ciudad de Galilea, llamada
Nazaret, a una virgen que estaba comprometida
con un hombre perteneciente a la familia de
David, llamado José. El nombre de la virgen
era María. El Ángel entró en su casa y la
saludó diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia,
el Señor está contigo.» Al oír estas palabras,
ella quedó
desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel
le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a
luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo
del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará
sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.» María dijo
al Ángel:
«¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?» El
Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado
Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su
vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios.» María dijo entonces: «Yo soy la
servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho.» Y el Ángel se
alejó.
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús. Canto
Lector 1: Para los cristianos esta escena de La Anunciación puede ser
muy conocida, pero esto no implica que ya no tenga nada que decirnos. Por el
contrario, es uno de los pasajes bíblicos que está más cargado de significado y
cuya meditación podría tomarnos horas interminables. Vamos a fijarnos, de
manera especial en tres aspectos:

Lector 2: – El saludo del Ángel: Dice que “entrando en su presencia,


la saludó”. La expresión pone la majestad y la importancia del texto, no en
el ángel, sino en María. Incluso hay quien dice (y hay imágenes famosas que
lo refuerzan) que el saludo de “salve” que dio el ángel a María,
necesariamente, se hacía con una postración o inclinación. Si entendemos
todo esto, no nos parecerá raro que María se haya “turbado” ante el saludo
del ángel. Ella la “humilde esclava del Señor” se ve honrada por el ángel
como toda una reina.

Breve silencio y meditación

Canto

Lector 1: No temas: Esta expresión dicha a María, es también a través


de los tiempos para cada uno de nosotros. El Señor nos ha amado tanto como
para encarnarse en nuestra historia. Para hacer vida junto a nosotros y caminar
por nuestros caminos. No nos asustemos ante tanto amor y simplemente
abramos los brazos ante la abundancia de Su Gracia. Dejémonos amar por
Dios… sin miedos y con confianza. Demos un “Sí” como el de María.

Lector 2: Nada hay imposible para Dios: Esta es una verdad de fe que
todos decimos creer. Pero es tan importante que nos la repitamos
constantemente. Dios todopoderoso. Dios omnipotente. Son expresiones que
forman parte integral del credo que nos hace cristianos… entonces, porqué
dudo ante cada cosa que sucede en mi vida. Necesitamos aprender a confiar en
Dios
como el niño que se abandona en los brazos de su padre y saber que pase lo
que pase, Él no nos va a soltar y que al final, todo va a estar bien. Dios no solo
“todo lo puede” sino que también “quiere que todos se salven”; por lo tanto
solo hace falta que tú y yo confiemos en Él y nos dejemos salvar de cualquier
situación por la que estemos pasando6.

Padre nuestro... Ave María (x3)... Gloria al Padre.

6
https://www.cristonautas.com/evangelio-del-dia-lectio-divina-lucas-1-26-38-11/
RECEMOS CON LA PALABRA

Lector 1: Escuchemos con atención estas breves oraciones, tratando de


hacerlas nuestras, que, aunque son otros labios los que hablan, sea nuestro
propio corazón el que afirme estos bellos deseos, a cada invocación
respondemos: R: Levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará.

Lector 2: Señor, así como se lo dijiste a María por boca del Ángel (el
Señor esta contigo), nos lo dices ahora a nosotros también: “estoy contigo”.
Cuanta paz nos genera el saber que nos acompañas siempre, y así como María
fue invitada a alegrarse por esta realidad, nosotros nos alegramos también de
tu presencia generosa en nuestra vida. Estás ahí y no de manera pasiva,
estás actuando en medio de nosotros todos los días. R: Ayúdanos siempre a
decir que sí.

Lector 2: Te damos gracias Señor por el sí de María, sabemos que


habiendo llegado la plenitud de los tiempos tuviste a bien de escogerla para
realizar tu obra de salvación, tu plan de salvación estaba previsto así, pero
María Santísima siéndote obediente dijo que sí a pesar de todo. Queremos
Señor imitarla en la obediencia, queremos que nos des la facultad de decir
siempre que si a tu plan de salvación en nuestra vida. Para esto pedimos
también tu Esp R: Levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará.

Lector 2: Te damos gracias Señor por el sí de María, sabemos que


habiendo llegado la plenitud de los tiempos tuviste a bien de escogerla para
realizar tu obra de salvación, tu plan de salvación estaba previsto así, pero
María Santísima siéndote obediente dijo que sí a pesar de todo. Queremos
Señor imitarla en la obediencia, queremos que nos des la facultad de decir
siempre que si a tu plan de salvación en nuestra vida. Para esto pedimos
también tu Espíritu
Santo que nos ayude a discernir y conocer todo lo que viene de ti y rechazar
todo aquello que no vaya conforme a tu voluntad. R: Ayúdanos siempre a
decir que sí.

Lector 1: Gracias Señor Jesús por quitar nuestra ceguera espiritual, por
trasladarnos de las tinieblas a tu luz admirable, queremos ser testimonio de tu
amor y poder, y compartir a otros lo que has hecho en nuestra vida. Háznos
obedientes a tu Palabra para recibir tu bendición. Permítenos, o Señor, que
sigamos creciendo en nuestra vida cristiana, para que nosotros también
podamos dar testimonio del amor que nos tienes, un amor tan grande que
quisiste asumir la naturaleza humana para vivir entre nosotros y sacarnos de la
oscuridad. Sabemos también que hoy por hoy, hay muchos que caminan a
nuestro lado con ceguera espiritual, que seamos nosotros quienes les
mostremos tu preciosa luz. R: Ayúdanos siempre a decir que sí.

Breve silencio y meditación


MOMENTO DE CONTEMPLACIÓN

Dejamos unos minutos de silencio para contemplar a Jesús Eucaristía,


después de un tiempo prudente se puede entonar un canto.

Canto

Contemplación que se hace alternada con el lector.

L: Tú que enviaste a tu Ángel para encontrarse con María y comenzar


así tu obra salvadora.

R: Hágase en mí según tu palabra.

L: Tú que le dijiste a María: alégrate el Señor está contigo.

R: Hágase en mí según tu palabra.

L: Tú que quisiste elegir a una Virgen para que tu Hijo se encarnase y


habitara entre nosotros.

R: Hágase en mí según tu palabra.

L: Tú que a través de Ángel nos revelaste que tu Hijo se llamaría Jesús


que significa salvación.

R: Hágase en mí según tu palabra.

L: Tu que revelaste que tu Santo Espíritu operaría la obra de la


Encarnación.

R: Hágase en mí según tu palabra.


ORACIÓN UNIVERSAL
Nota: El lector 1 lee la parte del número y el lector 2 la del guión..

Invoquemos a Cristo, luz del mundo y alegría de todo ser viviente y digámosle
confiados: R. Señor, danos tu luz, la salvación y la paz.
1. Luz indeficiente y palabra eterna del Padre, tú que has venido a salvar a
los hombres,
- ilumina a los catecúmenos de la Iglesia con la luz de tu verdad. R.
2. No lleves cuenta de nuestros delitos, Señor,
- pues de ti procede el perdón. R.
3. Señor, tú que has querido que la inteligencia del hombre investigara los
secretos de la naturaleza,
- haz que la ciencia y las artes contribuyan a tu gloria y al bienestar de
todos los hombres. R.
4. Protege, Señor, a los que se han consagrado en el mundo, al servicio de
sus hermanos;
- que con libertad de espíritu y sin desánimo puedan realizar su ideal. R.
5. Señor, tú que abres y nadie puede cerrar, ilumina a nuestros difuntos
que yacen en tiniebla y en sombra de muerte,
- y ábreles las puertas de tu reino. R.

Padre Nuestro…

ORACIÓN.
Acoge benígno, Señor, nuestra súplica vespertina y haz que, siguiendo las
huellas de tu Hijo, fructifiquemos con perseverancia en buenas obras. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.

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