Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
12 de mayo de 2,022
1. Motivación:
Hermanos y hermanas: Iniciamos esta Hora Santa: En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo.
Señor Jesús, otro jueves más nos congregamos a tu lado, para acudir a esta audiencia
que nos concedes con mucha bondad cada jueves, para agradecerle los dones que nos ha
concedido y pedirle el don de la perseverancia.
Venimos a adorarte, Jesús, porque eres el Hijo de Dios, Uno con el Padre y el Espíritu
Santo. Vives desde siempre y para siempre. Posees la plenitud de la gracia y eres la
Sabiduría y la Verdad. Junto con el Padre creaste todas las cosas y te ha sido dado todo
el poder en el cielo y en la tierra. Eres digno de adoración, gloria y alabanza por siempre.
Canto de Entrada
Vamos a ponernos de rodillas para recibir al Señor Jesús, presente verdaderamente entre
nosotros en el Santísimo Sacramento del Altar.
Momento de Adoración:
Jesús, Tú eres el pan de vida, el que viene a ti, no tendrá más hambre. Señor Jesús, si no
comemos tu carne y no bebemos tu sangre no tendremos vida en nosotros. El que come
tu carne, Tú lo resucitarás, Señor Jesús, ¿A quién iremos Señor? Tú sólo tienes palabras
de vida eterna. Tú Señor, eres el pan bajado del cielo; el que coma de este pan, vivirá
para siempre. Jesús, el permanece en ti, da muchos frutos; quien no permanece en ti,
está muerto.
Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen,
no adoran, no esperan y no te aman… (Tres veces)
CANTO
Creemos Señor, que Tu eres quien nos ha concedido un corazón que es capaz de amar,
con sensibilidad para dar amor, sensibilidad ante el dolor de nuestro prójimo. Este corazón
que nos entregaste, nos induce a venir ante Jesús tu hijo para que sea Él quien ilumino
nuestros pensamientos y palabras para habla con su mismo lenguaje de amor y de paz.
Creemos, Jesús, en tu Palabra que es la que nos invita a la conversión, para que en ella
encontremos la paz interior. Creemos que Tú eres la vid y nosotros los sarmientos por lo
que debemos estar unidos plenamente a ti para poder dar frutos. Te contemplamos con
vida y realmente presente en la Eucaristía.
Creemos en Ti Espíritu Santo, en tu fuerza renovadora sobre la faz de la tierra, que nos
hace descubrir la presencia de Jesús en la Eucaristía. Llena a todos en este momento con
el fuego de tu amor para que fortalecernos en nuestra misión de promotores de amor y de
paz.
Háblanos Señor al corazón, porque tu palabra nos alienta y nos perdona, ilumina nuestra
vida y nos hace sabios con la sabiduría de Dios.
Canto
Tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte, a un
monte alto. Y se transfiguró delante de ellos su rostro se puso brillante como el sol y sus
vestidos se volvieron blancos como la nieve. En esto se aparecieron Moisés y Elías que
conversaban con él… Una nube luminosa les cubrió con su sombra y de la nube salió una
voz que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo mis delicias. Escúchenle”. Palabra
del Señor
REFLEXIÓN:
Esa gloria que nos espera a nosotros, sujetos ahora a tantas debilidades, nos la nuestra y
la avanza Dios en la escena incomparable del Tabor. Cristo aparece ante los discípulos
radiante, brillantísimo, esplendoroso, y enciende la creación entera en torno suyo con
todos los destellos de la gloria.
La gloria externa de Jesús no es más que el reverbero de la inundación de luz que
esconde dentro, aprisionada por su cuerpo todavía mortal. Y el grito del Padre es la
exteriorización de un gozo divino constante al ver encarnada, en el Hombre Jesús, toda la
belleza de la Divinidad.
Por otra parte, esta escena del Tabor es la manifestación de la realizad cristiana más
honda: el cristiano por el Bautismo, es un hijo de Dios, “participante de la naturaleza
divina” (2 Pedro 1,4), acrecentada continuamente por la Eucaristía, que recibida en la
Comunión, le llena de toda la vida de Dios: “Así como el Padre vive, y yo vivo por el Padre,
así el que me come vivirá por mi” (Juan 6,57)
Así debemos ver a Jesús en la Eucaristía. Oculto bajo los velos sacramentales, está aquí,
sin embargo, con el mismo esplendor que en el Cielo, y diciéndonos de continuo: ¡Animo!
¡Adelante! En medio de sus luchas, miren con los ojos de la fe mi gloria. Conmigo están
en la prueba y conmigo estarán en el premio. Con ustedes estoy en su lucha y pronto
ustedes estarán en la dicha de mi victoria.
Canto y Meditación.
Señor Jesús, tus nos has prometido habitar siempre con nosotros. Tú verdaderamente
llamaste a todos los cristianos a acercarse y compartir tu Cuerpo y tu Sangre. Pero
nuestros pecados nos han dividido y no está en nuestro poder compartir juntos la Santa
Eucaristía. Nosotros confesamos nuestro pecado y te pedimos: perdónanos y ayúdanos a
tomar los caminos de la reconciliación según tu voluntad. Abraza nuestros corazones con
el fuego del Espíritu Santo, concédenos el Espíritu de Sabiduría y de Fe; de audacia y de
paciencia; de humildad y firmeza; de amor y arrepentimiento, por las oraciones de la
Santísima Virgen Madre de Dios y de todos los Santos. A M E N
Señor Jesús, te aceptamos en nuestro corazón y en nuestra vida: queremos que Tú seas
nuestro Señor, perdona nuestros pecados, y purifícanos con tu Sangre Divina. Ponemos
ante ti nuestro sufrimiento y enfermedad. Sánanos, Señor, por el poder de tus gloriosas
llagas, por tu cruz y por tu preciosísima Sangre. Tú eres el buen pastor y nosotros somos
una de las ovejas de tu redil: ten compasión de nosotros. Tú eres siempre el mismo. Tú
tienes siempre el mismo poder; yo creo que Tú puedes sanarnos porque tienes la misma
compasión que tenías con los enfermos; porque eres la resurrección y la vida.
Por los ancianos enfermos y abandonados, para que encuentren consuelo en esta etapa
de su vida: JESUS EUCARISTÍA, FORTALÉCENOS.
Vamos a unirnos en este momento para presentarte nuestras necesidades. Después de
cada oración vamos a pedirte que nos sane de nuestras dolencias, de nuestras penas y
necesidades, y le decimos JESUS EUCARISTÍA, FORTALECENOS.
Por cada uno de los hermanos enfermos, para pronto recuperen su salud física y que por
medio de la Eucaristía fortalezcan su vida. JESUS EUCARISTÍA, FORTALÉCENOS.
Para que los niños abandonados, los huérfanos y las viudas, encuentren en nosotros el
consuelo de tu amor. JESÚS EUCARITÍA, FORTALÉCENOS.
Oración:
Oremos. Señor nuestro Jesucristo, que en este Sacramento admirable nos dejaste el
memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu
Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros los frutos de tu
redención.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
Alabanzas al Señor: