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LA FILOSOFÍA VIRAL DE BYUNG-CHUL

HAN.

Para los recelosos: sí, se puede. Es posible


que la filosofía se haga viral, atractiva, que
suscite curiosidad y máximo interés. Que se
comparta. Recientemente hemos vivido un
nuevo ejemplo: un artículo de El País sobre
el pensamiento del filósofo surcoreano-
alemán Byung-Chul Han, hace un par de
meses. Tuvo más de medio millón de
usuarios en los dos primeros días y fue el
contenido más visto de la web durante
muchos días. Pero ¿de qué habla Han y por
qué interesa tanto? Para empezar, utiliza un
lenguaje claro en libros que suelen ser
cortos. Se le entiende bien y eso es un gran
tanto a favor. Esto se conjuga con un fino
análisis de la sociedad actual y, lo más
importante, a mi juicio, habla de la
experiencia, de realidades que experimentamos en nuestro día a día, sobre todo
en el mundo del trabajo. Según Han, estos rasgos caracterizan nuestra sociedad y
nuestra vida.

1. El cansancio.

Vivimos en la sociedad del rendimiento y en ella impera, según Han, la vida activa
frente a la vida contemplativa. Han perdido importancia todas las actividades que
no son productivas, incluso el ocio no consumista, el descanso por el descanso,
como bien en sí mismo (y no para que nos permita trabajar más y mejor después).
Hasta tal punto esto es así que encontramos cómo la vida, el tiempo total dedicado
al trabajo, se está convirtiendo en un
factor de prestigio. Hay sociólogos que
advierten que, así como el factor
distintivo y de prestigio de la sociedad de
consumo es el comprar bienes caros, por
encima de su precio, el factor de
prestigio pronto será trabajar, incluso por
encima de lo necesario para la supervivencia. Si pensamos esto en un contexto en
el que el trabajo escaseará, más motivo aún para que se convierta en prestigioso.
2. Productividad y
creatividad.

En esa situación el individuo,


dice Han, pierde un rasgo
esencial de la condición
humana, la creatividad. Porque
hacer las cosas más rápido y de
forma más eficiente es lo
contrario de hacerlas de forma creativa. Él utiliza una metáfora muy buena, la de
andar. Cuando uno anda, puede hacer dos cosas: la primera, ir más deprisa;
entonces corre, pero en el correr no hay nada creativo ni diferente de andar,
simplemente es más veloz; la segunda es la danza. El humano es el único animal
que danza. Danzar sí es diferente de andar.¿Por qué ahora hay tanta preocupación
en el mundo empresarial por fomentar la creatividad? Porque en la sociedad digital,
y compleja, son necesarias mentes creativas e innovadoras para encontrar
soluciones a los problemas. Vemos carencia de creatividad, y es por una
preocupación excesiva por el rendimiento. Si todos somos sujetos del rendimiento,
¿qué queda de lo creativo, que es esencial para el ser humano?

Hay sociólogos que ya advierten que trabajar por encima de lo necesario para la
supervivencia pronto será un factor de prestigio.

3. ¿Autorrealización o autodestrucción?

En ese imperativo del rendimiento, el sujeto obedece a


un mandato, el de alcanzar toda su potencialidad. Y
eso, se nos dice en la sociedad actual, es posible
porque todo es posible. A mí, que me gusta mucho ver
en los anuncios la síntesis del “espíritu de nuestro
tiempo”, identifico este rasgo que señala Han con el “imposible is nothing” (nada es
imposible) que ha sido lema de Nike durante mucho tiempo. Estos llamamientos
que oímos por todos lados: “puedes ser lo que quieras”, “puedes llegar hasta donde
tú quieras”, nos llaman a la autorrealización, que según Han, se acaba convirtiendo
en autodestrucción. Y todo se da por ese afán de positividad, no por lo que se nos
restringe, sino por lo excesivo. Su libro La sociedad del cansancio describe bien
cómo resulta agotador “el devenir uno mismo”. Lo contrario es el fracaso, la
depresión y la pasividad. El personaje de Melville, Bartleby y su “preferiría no
hacerlo”, ejemplifica bien al individuo agotado.

4. Autoexplotación, hiperactividad, hiperatención.

Ya los individuos no son explotados por otros, sino que caemos en la


autoexplotación. Si en la sociedad industrial está dominada por las imposiciones y
las prohibiciones, lo característico de la sociedad del cansancio es su positividad.
Nada ocurre por imposición, sino que somos nosotros mismos los que nos sentimos
impelidos a sacarnos el máximo rendimiento a nosotros mismos.

Caemos así en otros dos rasgos muy evidentes de nuestra sociedad: la


hiperactividad y la hiperatención. Vivimos en la sociedad de la multitarea, que es,
según Han, lo característico del
animal de la selva, que lucha por
la supervivencia, pero no por la
vida. Vivir en la hiperactividad y
en la multitarea serían formas
degradadas de vivir, ya que, así
como el animal salvaje debe estar
atento a cualquier estímulo nuevo
que aparezca en el paisaje (un
depredador, un enemigo, etc.),
esa posible amenaza permanente
no se da en nuestras sociedades, por tanto, deberíamos desacostumbrar al cerebro
a estar constantemente atento. Sin embargo, lo estamos de las alertas de nuestros
aparatos electrónicos: avisos de un nuevo mensaje en Facebook, WhatsApp, etc.
La hiperactividad se convierte así en pasividad, porque es una actividad
permanente, pero mecánica.

Vivir en la hiperactividad y la multitarea son formas degradadas de vivir

La hiperatención es una atención múltiple, a mucha cantidad de cosas, pero


empobrecida y dispersa. Parece que estás atendiendo a diez cosas, pero la atención
que le prestas a cada una es tan débil, que realmente no prestas atenciones a nada.

La sobreestimulación y la hiperatención nos someten a lo que Han llama “violencia


neuronal”, porque es cierto que nuestro cerebro se ve muy dañado por la
hiperactividad y la hiperatención. Él sostiene que síndromes muy de nuestro tiempo
como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, o el trastorno límite de la
personalidad y el síndrome del desgaste ocupacional o del quemado (burnout) están
relacionados con esta violencia.

5. Las tres paradojas.

Todo es paradójico en nuestra forma de vida, según Han. La autorrealización se


convierte en autodestrucción; la hiperactividad se convierte en pasividad; la
coacción se vive como sensación de libertad. Todo nuestro sistema de vida parece
emerger de la más absoluta libertad individual y no es así. En la sociedad
disciplinaria, la que describía Foucault, había control y vigilancia, pero ahora
nosotros mismos nos exponemos para ser vigilados (entregando nuestros datos,
nuestros gustos, nuestra ubicación). Vivimos sin elegir, pero con la sensación de
libertad.

6. La falta de autenticidad.

En La expulsión de lo distinto (editado por


Herder), otro de sus libros, describe la total
homogeneidad de las sociedades actuales
en las que todos hacemos lo mismo y en las
que incluso el querer distinguirse y el querer ser auténtico forma parte de esa
homogeneidad. Frente a un mundo cambiante, incierto y complejo, la
homogeneidad nos da seguridad.

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7. La falta de sentido.

Han habla de una sociedad sin creencias (una sociedad secularizada) que ha dejado
incluso de creer en la realidad. Eso explicaría el auge de la posverdad. Ser una
sociedad que no cree en la realidad significa que los individuos, esos individuos
hiperactivos, mecanizados, que sólo trabajan y sólo rinden, no son capaces de
obtener sentido a través de la experiencia.

Yo añado que esa búsqueda de sentido sólo se puede hacer a través de las
humanidades. La poesía, la literatura, la
filosofía, pero no como actividades de
entretenimiento, sino de búsqueda, porque
la pérdida de sentido nos deja aún más
desorientados y más perdidos, y hace que
cobre sentido la actividad, la vida activa. En
esa búsqueda de sentido él reivindica la
vida contemplativa, la posibilidad de no hacer nada, dejar pasar el tiempo, incluso
hasta el aburrimiento. Ya lo observaron otros pensadores, como Walter Benjamin,
el aburrimiento profundo puede llegar a ser muy creativo.

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