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LOS SAPIENS Y EL LENGUAJE

Yuval Noah Harari

En Sapiens. Une brèvehistoire de l'humanité. Paris: Albin Michel,


2015.

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R.a06720c3396e38daabbd
LA REVOLUCIÓN COGNITIVA

Hace unos 150 000 años, los sapiens ya poblaban África oriental y hace solo 70 000 años que comenzaron
a invadir el resto del planeta. Aunque no eran los animales más fuertes y poderosos, sorprendentemente
rápido lograron alcanzar una posición hegemónica sobre las demás especies y empujaron a muchas otras a
la extinción. La mayoría de investigadores considera que esta posición dominante es el resultado de una
revolución de las capacidades cognitivas del sapiens. La aparición de las nuevas formas de pensar y
comunicar, desarrolladas entre hace 70 000 y 30 000 años, constituye esta revolución cognitiva crucial
para nuestra especie. Esta revolución fue posible antes que nada por su lenguaje. ¿Cuál es la
singularidad del lenguaje humano que permitió esto? ¿Qué poseía de tan particular esta nueva forma de
comunicarse? Existen varias teorías, que no son excluyentes entre sí, que lo explican.

Con la primera teoría, se puede afirmar que la respuesta más corriente es que este lenguaje tiene
una sorprendente flexibilidad. Por ello, podemos asociar un número limitado de sonidos y signos para
producir un número infinito de enunciados, cada vez con un significado diferente. Un mono verde puede
gritar a sus congéneres: ¡Cuidado, un león!; pero un sapiens puede contarles a sus amigos que esta
mañana, cerca del recodo del río, ha visto un león seguir a una manada de bisontes. Con esta información,
los miembros de su banda pueden reflexionar, discutir, planificar y ejecutar acciones complejas, por
ejemplo, decidir cómo espantar al león y cazar algún bisonte.

Según una segunda teoría, nuestro lenguaje habría evolucionado como un medio para compartir
datos sobre el mundo, y de ellos el más importante sería el que concierne, no tanto a los leones o bisontes,
sino a los mismos humanos. Nuestro lenguaje evolucionó como una forma de conversar. Según esta
teoría, el Homo sapiens es esencialmente un animal social. La cooperación social es la clave de nuestra
supervivencia y reproducción. Lo más importante para los humanos es saber quién, en su banda, odia a
quién, quién se acuesta con quién, quién es honrado, quién es tramposo. Las nuevas capacidades de este
sapiens moderno le han permitido, hace unos 70 000 años, conversar horas de horas y con esos datos, han
podido elaborar formas de cooperación más estrechas y refinadas con las que se consiguen grupos más
articulados que podían estar conformados hasta por unos 150 individuos. Muchos estudios corroboran
esta teoría. Hoy aún, la mayor parte de la comunicación humana se relaciona con la conversación:
correos electrónicos, llamadas telefónicas, chats, noticias periodísticas.

Ambas teorías, la de la conversación y la del león cerca del río, son ciertamente válidas. Sin
embargo, considero que la característica verdaderamente única de nuestro lenguaje es la capacidad para
transmitir informaciones sobre cosas que no existen . Hasta donde se sabe, solo los sapiens pueden
hablar de todo tipo de entidades que nunca han visto, tocado o sentido. Leyendas, mitos, dioses y
religiones, todos aparecieron con la revolución cognitiva. Muchas especies podían comunicar: ¡Cuidado,
un león!; pero esta revolución le permitió solo al sapiens decir: El león es el espíritu tutelar de nuestra
tribu. Así, se pudieron transmitir grandes cantidades de información sobre cosas que no existen realmente
como los espíritus tribales, las naciones, las sociedades anónimas o los derechos humanos. Desde
entonces, los sapiens han vivido en una doble realidad: por un lado, la realidad objetiva de los ríos, los
árboles y los leones; por otro, la realidad imaginaria de los dioses, las naciones y las sociedades
comerciales. La realidad imaginaria no es una mentira; al contrario, es algo en lo que todo el mundo cree;
y mientras esta creencia compartida se mantiene, ejerce una gran fuerza en el mundo. Las realidades
imaginarias compartidas permiten la cooperación entre un gran número de desconocidos y, también,
innovaciones bastante rápidas en materia de comportamiento social.

Así, el lenguaje nos permite no solo imaginar cosas, sino imaginarlas colectivamente. Los
científicos sociales llaman a estas realidades imaginarias compartidas “mitos” o “construcciones sociales”
y estas son parte fundamental de cada cultura. Esto permite al sapiens cooperar con muchos desconocidos
de manera flexible –a través de las relaciones y normas sociales– y dirigir el mundo, a diferencia de los
demás animales que no cuentan con esta herramienta.

UN ORDEN IMAGINARIO INTERSUBJETIVO

Un orden imaginario, como el cristianismo, el capitalismo o la democracia, permite la


cooperación de grupos enormes de individuos. Este orden imaginario es intersubjetivo; es decir, es un
conjunto de creencias compartidas por miles o millones de individuos.

Lo objetivo es independiente de la conciencia y de las creencias de la humanidad (por ejemplo, la


radioactividad). En cambio, el orden subjetivo depende de estas creencias, está en la conciencia de un
individuo. Pero ¿cómo llegan a creer los seres humanos en este orden imaginario subjetivo? Esto se debe
a que son educados en él sistemáticamente desde el nacimiento a través del proceso de socialización
temprana y, gracias a ello, este orden no se reconoce como subjetivo, como construido socialmente como
parte de una determinada cultura, sino que se considera natural. Tres factores permiten que los individuos
no se den cuenta de que este orden es imaginario, puramente subjetivo y no natural.

En primer lugar, este orden imaginario está incorporado en el mundo material. Por ejemplo, las
sociedades modernas valoran el individualismo: los niños aprenden que no deben prestar una atención
demasiado grande a la opinión que los demás tienen de ellos. Y esta mentalidad se refleja en los
elementos materiales como la arquitectura. Así, la casa moderna está construida siguiendo la concepción
individualista: está dividida en pequeñas habitaciones para que cada integrante del hogar tenga su propio
cuarto, con una puerta que se puede cerrar, con paredes y estantes que se pueden decorar como cada uno
fequiere. Un niño que crece en una casa de este tipo se percibirá a sí mismo como un individuo que goza
del derecho de diferenciarse de los demás. En la Edad Media, en cambio, no se creía en el
individualismo. El valor de las personas dependía de su lugar en la sociedad y de lo que los demás
pensaban y decían de ellas. Esto se reflejaba en los castillos medievales: el hijo de un noble no tenía un
cuarto propio con una puerta que podía cerrar; dormía en una sala común con otros muchos jóvenes y
estaba permanentemente expuesto a la mirada y al juicio de los demás. Crecer en este entorno hacía
evidente que el valor de cada uno dependía de su lugar en la jerarquía social y de la opinión que los
demás tenían de él.

En segundo lugar, este orden imaginario modela nuestros deseos. Hasta nuestros deseos más
personales están orientados por él. Actualmente, por ejemplo, la gente gasta enormes cantidades de
dinero para pasar sus vacaciones en el extranjero porque son adeptos del consumismo romántico. Este
mito moderno combina dos ideologías dominantes en la actualidad: el romanticismo y el consumismo. El
romanticismo nos dice que para desarrollar nuestro potencial humano debemos multiplicar las
experiencias, romper con la rutina diaria y alejarnos de nuestros espacios cotidianos para conocer la
cultura de otros pueblos. El consumismo nos dice que para ser felices debemos consumir los más posible
de productos y servicios. Cada publicidad televisiva insiste en que consumir un producto o servicio
mejorará nuestra vida. La unión de ambos ha creado un enorme “mercado de experiencias” que sustenta a
la industria del turismo. Pocos cuestionan estos mitos y la gran mayoría no es consciente de que estos
construyen nuestros deseos.

En tercer lugar, el orden imaginario es intersubjetivo. Existe en el seno de la red de


comunicación que enlaza la conciencia subjetiva de numerosos individuos. No importa que uno o varios
individuos cambien de creencias. Pero si la mayoría lo hace, este orden intersubjetivo cambiará o
desaparecerá. Aunque estas construcciones sociales no existen objetivamente como los fenómenos
físicos, su impacto es muy considerable. La mayoría de motores clave del comportamiento del ser
humano son intersubjetivos: la ley, el dinero, los dioses y las naciones. Para cambiar un imaginario
intersubjetivo hay que cambiar las mentalidades de millones de individuos. Esto solo es posible si se crea
otro orden intersubjetivo más poderoso que sustituya al anterior. Y esto se logrará únicamente a través de
una organización compleja: partidos políticos, movimientos ideológicos, culto religioso.

Este orden imaginario intersubjetivo permite superar las limitaciones biológicas y la lentitud de la
evolución natural del Homo sapiens. Así, por ejemplo, la evolución no ha dotado a los seres humanos de
la capacidad de jugar fútbol. Sí de piernas para patear, de hombros para dar golpes irregulares, de bocas
para insultar, pero esto no permite realizar un tiro libre o meter un gol. Sin embargo, los sapiens somos
capaces de jugar fútbol actuando cooperativamente con nuestro equipo y con el contrario; pero para eso
hay que conocer las reglas y seguirlas. Reglas que son compartidas y que nos permiten jugar. Lo mismo,
a mayor escala, ocurre con las naciones, las iglesias y las redes comerciales.

A pesar de las ventajas que estas redes supusieron para los sapiens, los órdenes imaginarios que
las sustentaron no eran ni neutros ni justos. Estos dividieron a la población en grupos organizados
jerárquicamente: hombres libres y esclavos, blancos y negros, ricos y pobres, hombres y mujeres. Y cada
sociedad pretende que su jerarquía es natural y justa, pero que la de los demás se sustenta en criterios
falsos y ridículos.

Gracias a que el lenguaje humano permite construir órdenes imaginarios compartidos por
millones de individuos que forman parte de culturas particulares, las sociedades se mantienen
cohesionadas y logran funcionar más o menos organizadamente. Esta revolución cognitiva explica el
lugar que el Homo sapiens ha logrado alcanzar frente a otras especies.

I. GUÍA DE LECTURA

1. ¿De qué manera se explica la invasión del planeta por parte de los sapiens y su posterior
hegemonía?
Por medio de la revolución cognitiva
2. ¿Qué teorías abordan la singularidad del lenguaje humano?, ¿qué opina el autor del texto acerca
de ellas?
3. ¿Qué son las ‘construcciones sociales’?, ¿por qué son decisivas para la especie y cómo se
relacionan con el lenguaje?
4. ¿Qué factores explican que los humanos no notemos que vivimos en un orden imaginario?
5. Elabore un párrafo argumentativo donde sustente si está de acuerdo con que los humanos estamos
regidos por un orden imaginario, puramente subjetivo y no natural.
6. Cree usted que «el orden imaginario modela nuestros deseos» Elabore un párrafo argumentativo
donde sustente su punto de vista.

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