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50 Raffaele Nocera

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Johnson Confronts the World: American Foreign Policy, 1963-1968, Nueva York, rante la Guerra Fría se ha centrado, en términos generales y hasta fechas
Cambridge University Press, pp. 211-243. muy recientes, en su dimensión política. La cultural recibió atención en la
Westad, A. O. (2005), The Global Cold War. Third World Interventions and the medida en que era un elemento más a considerar para explicar o acercarse
Making of our Times, Cambridge, Cambridge University Press. a aquella, pero sin llegar a ser, en general, objetivo de atención en sí misma.
Se da un cierto paralelismo con lo ocurrido en los estudios sobre el tema
en Europa, centrados principalmente en la narración, análisis y/o inter-
pretación de los momentos principales del conflicto desde la perspectiva de
la historia política y las relaciones internacionales, si bien en este caso el
avance en la dimensión cultural ha sido notorio en las últimas décadas.1
El estudio de la dimensión cultural de la Guerra Fría en América Latina
es relativamente reciente, e incluso podríamos decir que en la mayor parte de
los países del continente es un aspecto cuasi desconocido. Como ha señalado
Joseph (2005: 89-120), la primacía de los paradigmas del imperialismo y del
dependentismo centraron la producción relativa a las relaciones Estados
Unidos-América Latina en torno a la política y la economía, olvidándose
de la dimensión cultural y produciendo interpretaciones dicotómicas en
donde ésta no ocupaba más que un lugar subsidiario. La obra coordinada
por Joseph, Le Grand y Salvatore (1993) fue un primer intento de cubrir
ese vacío e incorporar nuevas dimensiones, posibilidades y perspectivas a

* Trabajo realizado en el marco del proyecto de investigación incite09-210-098pr (dxii, Xunta


de Galicia).
1. Una síntesis documentada sobre la guerra fría cultural en Europa puede encontrarse en Sto-
nor Saunders (2001). Montero (2009) analiza con detalle la producción bibliográfica existente,
especialmente desde Estados Unidos, haciendo hincapié en los distintos enfoques y perspectivas
que fueron adoptando en las últimas décadas, así como sus logros y principales aportes.
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la historia de esa relación, cuestiones a las que nos referiremos más adelan- mos hasta qué punto América Latina fue campo del conflicto de bloques
te.2 La propuesta fue recogida por Spenser (2004) y otros autores, y a ello tras 1959. No cabe duda de que la crisis de los misiles de 1962 fue el gran
hay que sumar los aportes llegados en las últimas décadas desde la crítica momento protagonista de un país del área, Cuba, en la Guerra Fría. Pero
literaria (Franco, 2003; Mudrovcic, 1997; Gilman, 2003). más allá de eso, la reflexión que proponemos se refiere a si lo que se dio
Estos trabajos, así como algunas otras contribuciones parciales que irán en el continente a partir de entonces fue simplemente el traslado a Amé-
citándose a lo largo de estas páginas, constituyen el cuerpo fundamental rica Latina de la lógica, esquemas y fórmulas de aquel conflicto; o si, por
de nuestro conocimiento sobre la guerra fría cultural en América Latina. el contrario, a lo que asistimos es, sobre todo, a una expresión radical de
Se trata, en líneas generales, de un campo con escasa trayectoria histo- conflictos o diferencias, potenciadas por la coyuntura internacional, basa-
riográfica, a lo que debemos sumar, quizá, la insuficiente divulgación que das en concepciones que ya estaban latentes o habían sido protagonistas
puedan tener otros posibles estudios que puedan estar apareciendo a escala tiempo atrás: panamericanismo / intervencionismo / patio trasero por la
nacional. Por todo ello, no es fácil actualmente trazar un panorama certero parte norteamericana versus nacionalismo y antiimperialismo de parte de
y mínimamente completo –no digamos ya exhaustivo– del tema. ciertos sectores políticos latinoamericanos (nacionalistas y/o de izquierdas,
No va a ser tampoco ese nuestro objetivo ahora. Nos perece más perti- renovados tras el éxito castrista).
nente, en primer lugar, reflexionar sobre nuestro objeto de estudio, apor- Para Estados Unidos y en su relación con América Latina, la Guerra
tando al debate una serie de ideas que tienen más que ver con la forma de Fría pudo ser en cierta medida una excusa para reformular una política
comprender y profundizar en la cuestión que con un balance preciso de lo intervencionista ya vieja. Para los sectores del nacionalismo revolucionario
ya avanzado. Esto lo abordaremos en la segunda parte, no con ánimo de latinoamericano, fue un contexto propicio para intentar alcanzar sus aspi-
realizar una detallada revisión historiográfica, sino de trazar un panora- raciones políticas y sociales. Y en todo este panorama, la Unión Soviética a
ma general de los principales avances, reflexionar sobre posibles caminos duras penas estuvo presente. Fue más un argumento propagandístico que
a transitar y relacionarlos con la producción existente para otros ámbitos permitió ciertas políticas y la justificación de acciones concretas a Estados
geográficos y que, entendemos, puede ser de interés para avanzar en el Unidos que una realidad. Lo que se dio fue la expresión renovada de un
caso latinoamericano. conflicto ya viejo, que precede a la Guerra Fría y que de alguna forma ha
sobrevivido a ella; que adoptó diferentes formas y/o expresiones según el
período que analicemos, y que por tanto es parte consustancial de las re-
Reflexiones en torno a la guerra fría cultural en América Latina laciones con Estados Unidos, si bien en esos años se imbricó en el conflicto
internacional y la política de bloques por cuanto las interpretaciones de la
A cualquier lector, especializado o no, la primera imagen que le viene a realidad y los programas de acción de los distintos contendientes operaron
la cabeza al hablar de Guerra Fría y América Latina suele estar vincula- o se adecuaron, en cierto modo, a aquellos esquemas.
da con la Revolución Cubana y la crisis de los misiles. Esto es, hechos de La segunda reflexión tiene que ver con lo cultural. Planteada la cues-
naturaleza política. Si bien como muestra Katz (2004) hay una fase inicial tión de la Guerra Fría para América Latina en los términos señalados,
de la Guerra Fría en el continente a partir de 1946, desde hace décadas la ¿qué espacio ocupaba la cultura?, ¿hasta qué punto fue parte del conflicto
historiografía ha fomentado aquella idea, considerando en el mejor de los internacional?, ¿hubo una guerra fría cultural en América Latina similar a
casos lo sucedido en Guatemala en 1954 como un precedente menor.3 la que se describe para Europa occidental? En primera instancia, nuestra
Dos reflexiones nos sugieren la necesidad de matizar esta idea, o al me- respuesta es positiva. Si bien el desarrollo de la investigación histórica
nos nos obligan a tener en cuenta los precedentes de las relaciones entre sobre este particular es aún limitado, como hemos señalado, sabemos de
Estados Unidos y América Latina tanto en los primeros años de la Guerra la presencia en América Latina de ciertas prácticas propias de la guerra
Fría como antes de su nacimiento. La primera por cuanto nos pregunta- fría cultural europea: el Congreso por la Libertad de la Cultura y sus pu-
blicaciones, el trabajo de propaganda realizado por la usia, la existencia de
políticas enmarcadas en el concepto de diplomacia pública (en relación con
la intelectualidad o la educación), o la presencia de fundaciones privadas
2. Además, y sobre el papel que ocupa América Latina en la historiografía de la Guerra Fría norteamericanas.4
y el privilegio de esa dimensión geopolítica, véase Joseph (2004).
3. Véase, por ejemplo, Carr (1966) para los años 60 o el trabajo de Castañeda (1993) en un
análisis posterior al fin del conflicto de bloques. 4. El concepto “diplomacia pública”, así como los de “proyección cultural” y “política cultural”
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Pero a pesar de todo, podemos encontrar otros elementos que nos llevan cuestión a caballo entre dos esferas de conocimiento relacionadas pero con
a matizar el carácter de la guerra fría cultural en América Latina. Las rela- posibilidades de enfoque diferenciadas: la historia de las relaciones inter-
ciones culturales y las formas que estas adoptaron a partir de 1949 tuvieron culturales, por una parte, y la historia de las relaciones internacionales, por
claros precedentes –si es que no fueron directamente continuadoras de otras otra. Los vínculos o la combinación entre estos dos ámbitos disciplinares
previas, antes de la existencia misma de la Guerra Fría– desde la Primera permiten tres grandes alternativas que determinan no solo diversos espacios
Guerra Mundial y muy especialmente desde la década de 1930 con el uso de estudio, sino sobre todo distintas posibilidades de análisis, según sean
de la propaganda en la diplomacia pública o la presencia de fundaciones los intereses y objetivos buscados.
privadas que intervenían en el ámbito cultural con una clara e intencionada Aquí nos inclinamos por el más clásico de los tres, aunque renovado
estrategia política.5 claramente en las últimas dos décadas por el desarrollo de los estudios
Este y otros aspectos que iremos desarrollando a lo largo del texto nos culturales, entre otros: el abordaje de las relaciones interculturales como
llevan a reflexionar en torno a la definición del mismo objeto de estudio, una parte del estudio de las relaciones internacionales, en donde el factor
repitiendo la pregunta que planteábamos anteriormente: ¿hubo una guerra o la dimensión cultural sería una variable más para comprender la con-
fría cultural en América Latina similar a la que se describe para Europa ducta internacional de los Estados, al igual que los factores estratégicos,
occidental, en el sentido de un período especial, claramente delimitado y políticos o económicos. Con todo, mantenemos ciertas reservas. Visto desde
caracterizable, en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina? A los centros políticos del conflicto de bloques (Estados Unidos, en este caso),
falta de resolver plenamente la cuestión con el avance de estos estudios y la lo que analizaríamos es la acción cultural de un Estado en el exterior (su
reflexión compartida, de momento nos inclinamos a plantear estas páginas, diplomacia pública, en los términos definidos por Niño) como una faceta
a priori y como hipótesis, en otros términos: las relaciones culturales –como más de su política internacional; y en menor medida, la utilización de
parte de las relaciones internacionales– entre América Latina y Estados afinidades culturales para reforzar las estrategias internacionales propias
Unidos durante la Guerra Fría fueron un momento con características o la influencia de variables culturales a nivel micro en los mecanismos de
particulares en la historia de sus relaciones dado el contexto mundial en el decisión en la política exterior.6
que se desarrollaron (conflicto de bloques). Pero tienen claros precedentes Pero debemos tener en cuenta que al adoptar esta perspectiva de análisis
y dan continuidad, en muchos aspectos, a políticas previas. Es por ello que (relaciones Estados Unidos-América Latina), el actor principal o central es
entendemos nuestro objeto de estudio en un marco más amplio, con singu- un Estado-nación, y en ese caso lo que nos interesaría (el centro habitual de
laridades, pero que no se puede descontextualizar ni abordar fuera de ese muchas investigaciones) son sus políticas hacia otros países. En cambio, su
marco, pues ello nos llevaría a perder no solo perspectiva de análisis, sino contraparte no es un Estado-nación individual, sino muchos, comprendidos
también elementos clave sin los cuales las interpretaciones que se hagan o como un todo y para los cuales –a la expectativa de lo que nos digan investi-
las conclusiones que se extraigan tendrían serias limitaciones. gaciones especificas– no siempre hubo estrategias o políticas individuales de-
Estos dilemas en torno al carácter de la guerra fría cultural en América finidas desde el centro. Quizá, como mucho, adaptaciones locales. Pensemos,
Latina nos sugieren una cuestión fundamental: ¿cómo abordarla? El estudio por ejemplo, esta cuestión para el caso europeo, que tomado como bloque nos
de las relaciones culturales entre Estados, o entre distintas sociedades, pue- podría valer como elemento comparativo: ¿hubo una propuesta u objetivos
de ser enfocado desde diferentes perspectivas según sea el acento o interés básicos comunes y una estrategia global, con esas adaptaciones?, ¿o se trató
a destacar. Niño (2009: 25-29) ha reflexionado sobre el tema y plantea la más bien de proyectos diversos para cada país según sus particularidades,
aunque se compartiesen objetivos finales? (distintos caminos para llegar al
mismo sitio). La pregunta es qué diferencias había entre los proyectos que
se ejecutaron para cada país en Europa y cuán diferentes pudieron ser en
que se manejan en este capítulo son tomados de Niño (2009: 42-48), trabajo de especial interés América Latina, lo que en el futuro demandará la comparación tanto de las
a la hora de fijar ciertos conceptos propios de esta temática, o de comprender sus orígenes y la distintas políticas nacionales en cada área como de la una con la otra.7
adaptación que la historiografía ha hecho de ellos (teniendo en cuenta que no le son propios,
sino que fueron inventados en muchos casos por y para la acción gubernamental).
5. Niño (2009: 34) sitúa el nacimiento del uso de la cultura en la política exterior en los años
de la Primera Guerra Mundial. Fue entonces cuando el gobierno norteamericano creó la
primera oficina (Committee of Public Information, o Propaganda Ministry), destinada a la 6. Se trata de las tres líneas de investigación posibles que Niño (2009: 28-29) identifica al abor-
difusión de propaganda para contrarrestar la realizada por los alemanes, especialmente en dar las relaciones interculturales como parte del estudio de las relaciones internacionales.
México (Espinosa, 1976: 17). 7. Pensemos, por ejemplo, que en el caso europeo las revistas culturales se editan por país, lo
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Esto nos lleva a defender la necesidad de que el estudio de las relaciones Estado de la cuestión y perspectivas
culturales entre América Latina como conjunto y otros países (Estados Uni-
dos, en este caso) debe intentar perder la tradicional perspectiva asumida En 1938, el crecimiento de la influencia nazi en América Latina llevó
desde los centros de poder y dar voz a quienes generalmente se presentan al Departamento de Estado norteamericano a crear la Division of Cultural
como receptores, como meros protagonistas secundarios. Es decir, construir- Relations y el Interdepartamental Committee for Scientific and Cultural
se desde la periferia. La historia de las relaciones culturales entre Estados Cooperation, que tenían como objetivo el estrechamiento de lazos con el
Unidos y América Latina no debe ser solamente la de las ideas, actores y continente a través del intercambio de estudiantes, profesores y persona-
vehículos de influencia del primero en los países de la segunda, entendidos lidades prominentes (Espinosa, 1976: 89-107). Eran los primeros pasos de
estos además como un todo indiferenciado, y por tanto sin la diversidad y una nueva comprensión de las relaciones con América Latina, en donde
riqueza intrínseca que poseen. Y eso implica una revisión de las categorías adquirirían relevancia elementos intangibles que hasta ahora no habían
y perspectivas de partida en línea con lo que ha defendido Joseph (2005). sido preocupación específica de esas relaciones, por ejemplo, la imagen
Es el caso de la noción de imperialismo cultural, propia de las lecturas rea- pública o la creación de opinión.
lizadas en las décadas pasadas, pero que cada vez se revela más limitada Iniciada la Segunda Guerra Mundial, en 1940, se creó la Office of the
para descubrir la complejidad de las relaciones culturales para este período, Coordinator of Inter-American Affairs (ociaa), puesta bajo la dirección de
como ya han constatado diversos estudios (Ortiz, 2005; Montero, 2009). Nelson Rockefeller (Espinosa, 1976: 59). Como relata Franco (2003: 39-45),
De esta forma, enriqueceremos notoriamente tanto análisis como dis- el magnate petrolero había descubierto desde los años 30 el potencial per-
curso y no nos limitaremos al estudio de ciertas prácticas de diplomacia suasivo de la cultura de masas norteamericana, especialmente a través del
pública o propaganda, sino que lograremos comprender mucho mejor tanto cine de Hollywood y, sobre todo, de la animación de Disney.9 Había iniciado,
su impacto en las sociedades a las que estaban destinadas, como la forma sin saberlo, y desde luego antes de que se declarase, su particular guerra
en que esa relación modulaba al mismo tiempo al centro emisor. Se trata, fría cultural en América Latina, si bien no en el sentido que tendría poste-
por tanto, de ir más allá del mero estudio de las políticas que Estados Uni- riormente en el marco del conflicto de bloques, sino de la utilización de la
dos puso en práctica para influir en la cultura, intelectualidad y sociedad proyección cultural exterior en apoyo de la diplomacia pública de su país.
latinoamericana; es también abordar cómo eso influyó, qué logros tuvo en el El brillante trabajo de Jean Franco nos abre la puerta a este breve ba-
sentido de atraer a parte de esas sociedades (de cambiar sus tradicionales lance, que pretende por una parte destacar la importancia de ciertos temas
esquemas antiamericanos, en caso de existir), qué resistencias generó y qué para el conocimiento futuro de la guerra fría cultural en América Latina, y
grado de éxito tuvieron (entendido como lo que esas resistencias aportaron por otra, hacer referencia a bibliografía que consideramos de interés para
a sus sociedades para resistir o limitar la influencia externa). Y al tiempo, el caso. El punto de partida son los años 30 –en línea con los argumentos
por supuesto, cómo afectó a Estados Unidos.8 expuestos anteriormente– y el papel de la familia Rockefeller, con su funda-
ción a la cabeza. Como acabamos de señalar, su elección para la dirección de
la ociaa no era casual: Nelson Rockefeller era conocedor de América Latina
desde 1937, partidario del internacionalismo y la buena vecindad, presidente
del MoMA desde 1939,10 defensor de ideas que luego inspirarían la Alianza
para el Progreso pero que en los 30 eran bastante avanzadas en el marco de
que responde a un lógica de reconocimiento de las particularidades nacionales que no se da
las relaciones interamericanas, y que además comprendía perfectamente la
en América Latina, donde el proyecto es el mismo para todos, lo que implica una concepción o
visión del subcontinente como unidad monolítica o cuando menos de más caracteres comunes importancia de los vínculos de cultura y la política, como ya había demostra-
que de diferencias nacionales. Como señala Montero (2009: 85), algunos autores han apuntado, do la relación familiar con los muralistas mexicanos a comienzos de los 30
para el caso europeo, a la variación de los mensajes emitidos por la propaganda norteamericana
según fuese el receptor, algo que todavía debemos constatar para el caso latinoamericano.
8. Muchos estudios ya han trabajado sobre estas ideas para el caso de la guerra fría cultural
europea, fijándose en las posibilidades y alcances de la “americanización” en algunos países de
Europa occidental, en las resistencias que en ellos se dieron a la influencia cultural estadouni- 9. El papel de Disney en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina ha sido anali-
dense, e incluso los procesos de uniformización cultural que se dieron entre Europa y Estados zado en el trabajo clásico de Dorfman y Mattelart (1993 [1972]).
Unidos a lo largo del siglo xx y en donde también el emisor se vio afectado por su relación con 10. El Museum of Modern Art, con sede en Nueva York, había sido fundado por su familia en
el receptor. Para mayor detalle sobre la bibliografía y tesis fundamentales relativas a estos 1929. Desde fines de los 30 y sobre todo desde los 40, representaba el centro del modelo de
temas, véase Montero (2009: 78-88). exportación de la expresión artística norteamericana a Europa.

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