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La inseguridad ciudadana ocupa, en los últimos años, el puesto más alto entre las

preocupaciones de los peruanos. Múltiples noticias y eventos cotidianos, presenciados por los
ciudadanos, han alimentado la vinculación entre el aumento de la percepción de inseguridad
en las calles y la imagen de una juventud cada vez más inmersa en hechos de criminalidad y
violencia.

La violencia es un fenómeno social muy complejo de carácter multifactorial y multicausal, que


implica una respuesta impulsiva, en contra de las normas de convivencia pacífica, afectando,
perjudicando y agrediendo los derechos de las personas y la sociedad, principalmente los
referidos a la vida, la libertad, el desarrollo, la propiedad, etc. La violencia juvenil, es decir,
aquella ejercida por adolescentes y jóvenes, es una realidad que se ha visto agravada en los
últimos 20 años en el país. Dentro de las principales causas tenemos: La crisis económica que
generó un proceso migratorio a las principales ciudades en busca de nuevas oportunidades, el
desplazamiento de familias amenazadas por el terrorismo, con la consecuente desintegración
familiar y cultural, marginación y exclusión social, pobreza extrema, carencia de servicios
básicos, de salud y educativos; así como la falta de empleo y la crisis de valores. Es así que la
familia, en especial la mujer y el niño, se han visto vulnerados, generando problemas de
inadecuación social, manifestados principalmente en la proliferación de “Pandillas juveniles”,
“Barras Bravas” y “Pirañitas”. Su accionar comprende desde leves faltas hasta delitos que
requieren una intervención judicial. Al igual que la violencia, la problemática del consumo de
drogas en el Perú se ha incrementado en los últimos años. De ser considerado un país
mayormente productor, se observa un alarmante aumento del consumo interno de drogas
consideradas lícitas como el alcohol y el tabaco, así como de las drogas ilegales, cuya
producción, tenencia, comercialización y consumo están sancionados por la Ley, como la
marihuana, la cocaína, Pasta Básica de Coca y otras. La edad de inicio en el consumo ha
disminuido en los últimos años y se ha comprobado que la conducta delictiva está asociada a la
ingesta temprana de drogas tanto legales como ilegales.

En la actualidad, es común ser testigo - o víctima - de un acto de violencia en el que estén


involucrados adolescentes. Ataques a la propiedad pública y privada son comunes luego de
encuentros deportivos, asaltos a transeúntes por “pirañitas”, peleas callejeras entre pandillas,
etc., son parte de la vida cotidiana, principalmente en Lima y otras grandes urbes del país. Los
adolescentes en general actúan en grupo y bajo la influencia de sustancias psicoactivas. La
conducta delictiva se asocia a la ingesta temprana de drogas ilegales y con el abuso de alcohol
y, a su vez, la ingesta de alcohol y otras drogas se asocia con experiencias tempranas de
maltrato, abuso sexual y de alcoholismo en la familia (CEDRO, 1994). En un estudio realizado
en el Centro Juvenil de Lima Para ver trabajos similares o recibir información semanal sobre
nuevas publicaciones, visite www.monografias.com1 www.monografias.com (conocido
popularmente como “maranguita”) en el año de 1999, se observó que de 470 adolescentes
internos por haber cometido diversos delitos (infracciones), la gran mayoría refirió haber
consumido alcohol en fiestas o reuniones sociales (92%), y drogas ilegales como marihuana,
terokal y PBC. También expresaron en las entrevistas que cuando cometieron la infracción
estaban bajo los efectos de alguna droga, principalmente alcohol y PBC. Por tanto la presente
monografía pretende aproximarnos a la comprensión de las causas y motivaciones que llevan a
los adolescentes a desafiar la ley, así como la experiencia institucional con adolescentes
infractores que cumplen alguna medida socioeducativa en los centros juveniles y una
propuesta de intervención.
Familia y delincuencia juvenil

La familia como el primer espacio de socialización del niño, ejerce gran influencia en los
patrones conductuales y relacionales con el mundo que lo rodea. Por tanto cuando la familia
no desarrolla un vínculo funcional protector, promotor y armónico, puede sobrevenir la
inadaptación. Según Amando Vega (1994), las características familiares más frecuentemente
asociadas con la delincuencia son: • La antisocialidad de los padres. • Supervisión y disciplina
ineficaz. • Desavenencias y falta de armonía familiar, pobres relaciones entre padres e hijos. •
Familias numerosas y marginación social. Vacca (1998), explica que una familia disfuncional
puede conducir a uno o más de sus integrantes a desarrollar una determinada patología,
definiéndola como “un patrón de conductas desadaptativas e Para ver trabajos similares o
recibir información semanal sobre nuevas publicaciones, visite www.monografias.com2
www.monografias.com indeterminadas que presenta de manera permanente uno o varios
integrantes de una familia, y que al relacionarse con su membrecía se genera un clima propicio
para el surgimiento de patologías específicas e inespecíficas”. El mismo autor refiere que los
diversos tipos de familias disfuncionales propiciarán un clima psicopatológico al interior de la
misma, que afectará en diferente grado a los miembros del núcleo familiar, condicionando
patologías específicas: • Familias disfuncionales neurotigénicas • Familias disfuncionales
psicotigénicas • Familias disfuncionales psicopatogénicas, y • Familias disfuncionales
adictogénicas Cada una de las cuales y en contacto con los factores de riesgo compatibles con
cada uno de sus miembros y/o su factor predictivo correspondiente pueden incubar y
desencadenar los cuadros psicopatológicos respectivos. Por tanto, la adicción tendría lugar por
la conjunción de una serie de factores de riesgo que predisponen, exponen o facilitan que una
persona desarrolle un vínculo patológico con una SPA, actividad, aparato o persona que
desencadene en una posterior adicción. La posibilidad de “engancharse” y generar una
adicción se potencializa si el individuo posee un Factor Predictivo Positivo, referido a una
predisposición orgánica heredada (bioquímica, neurológica, fisiológica y psicológica),
dependiendo también del tipo de adicción desarrollada, por ejemplo, en el caso de SPA, se
observa que los consumidores de PBC, desarrollan rápidamente una psicopatización
secundaria. Dicha posibilidad disminuye si dicho individuo posee factores de protección
suficientes para enfrentar con éxito los riesgos a que todos en cierto momento, estamos
expuestos. Por ejemplo podemos citar como factores protectores el hecho de tener un trabajo
satisfactorio, pertenecer a clubes deportivos, organizar racionalmente su tiempo, ser asertivo,
etc. Entre los factores de riesgo tenemos los macrosociales, que son aquellos propios de la
estructura social, como la actitud permisiva de la sociedad frente a algunas sustancias, la
presión de grupo, la accesibilidad para obtener una droga, los mensajes publicitarios que
promueven el consumo y el gasto, la exclusión social, la corrupción, la pobreza, la falta de
oportunidades de trabajo, estudio y autorrealización en general, etc. Los factores
microsociales, están referidos al sistema familiar, la distribución de roles y responsabilidades,
las creencias, los patrones de crianza, etc. Principalmente las familias denominadas “Familias
Disfuncionales Adictógenas”, son aquellas que promueven el uso de drogas convencionales y
no convencionales. En este caso se observa maltrato entre los miembros, abuso de drogas
legales o ilegales, comportamientos obsesivos y compulsivos, alianzas patológicas, rigidez en
las normas y problemas de comunicación, entre otros. La característica de personalidad del
individuo puede ser un factor de riesgo individual, cuando existen rasgos disfuncionales como
baja tolerancia al estrés, baja autoestima, deficiente repertorio de habilidades sociales,
impulsividad, así como sentimientos de soledad, curiosidad y falta de apoyo emocional. Es así
que se puede afirmar que la adquisición de una conducta adictiva, convencional o no, posee
una etiología multicausal, es decir, tiene lugar debido a una combinación de factores
individuales y ambientales que se deben tener en cuenta en la prevención y tratamiento con la
finalidad de controlar y/o disminuir y extinguir - según el caso - aquellos elementos de riesgo y
predictivos, y reforzar, promover e incrementar los factores protectores o funcionales.

MENORES, ADOLESCENTES Y JÓVENES COMO AGRESORES Y AUTORES DE INFRACCIONES


PENALES: VARIABLES.

2.- MENORES, ADOLESCENTES Y JÓVENES COMO AGRESORES Y AUTORES DE INFRACCIONES


PENALES: VARIABLES. La delincuencia juvenil, al igual que la adulta, es fruto de diversas
variables que interactúan entre sí. No se puede atribuir a una causa concreta ni se puede
analizar de forma aislada. Por tanto, es un problema multidisciplinar y debe explicarse desde
muchos puntos de vista: el criminológico, el sociológico, el psicológico, el educativo y el penal,
entre otros muchos. 2.1. Aspecto Criminológico ¿Qué entendemos por delincuencia juvenil? El
autor Hans Joachim Schneider propone que “la delincuencia infantil y juvenil es un
comportamiento que se denominaría delito en el sentido jurídico-penal, si hubiera sido
cometido por un adulto”. Cito a este autor, en primer término porque, a diferencia de otros,
hace una distinción explícita entre delincuencia juvenil y criminalidad juvenil. Para Schneider,
el hecho de que en la infancia o la juventud se cometan actos delictivos no significa
necesariamente el inicio de una futura carrera delictiva. Mantiene la esperanza de que estos
comportamientos puedan ser temporales y episódicos. Cabe diferenciar entre la conducta
antisocial y la delincuencia juvenil. Un acto incívico o delictivo puntual no significa que el joven
sea delincuente o vaya a serlo. Sin embargo, hay que estar atento para percibir el límite:
dependerá de la acumulación de muchas de esas conductas y de su gravedad. Ahí radicará el
límite. En la mayoría de casos, estas acciones no precisaran de intervención judicial. Y si la
precisan, puede ser una única vez. Esas conductas pueden ir desapareciendo. No así en otros
casos: algunos autores establecen que la edad del primer delito es un índice claro de
probabilidad de cometer posteriores delitos. 2.2. Aspecto Sociológico No hay un retrato-robot
del joven que comete acciones delictivas: su edad, su procedencia social, su modelo educativo
son bien diversos, no responden a una pauta preestablecida. Las directrices de las Naciones
Unidas para la 7 prevención de la delincuencia juvenil (1990), acuñan un nuevo término:
jóvenes en situación de riesgo social. Hay unos factores de riesgo que pueden darnos pistas
sobre los jóvenes más susceptibles de caer en actuaciones delictivas. Puede darse la
circunstancia de que algunos jóvenes delincuentes hayan sobrepasado la mayoría de edad
penal y, sin embargo, no hayan alcanzado un desarrollo completo en su grado de madurez. Por
eso, se suelen considerar delincuentes juveniles todas aquellas personas menores de 25 años.
Sin embargo, sólo se aplicará la Ley del Menor a aquellos que estén por debajo de los 18 años.
2.3. Aspecto Psicológico Los jóvenes y adolescentes se encuentran aún en una fase de
maduración. Han dejado de ser niños pero aún no se les considera adultos. Este hecho
conlleva un sentimiento de inseguridad respecto a su posición en la sociedad que se traduce
en un intento de ser “como los mayores”. Al no conseguirlo, se derivan conductas caprichosas,
egoístas, impulsivas, exageradas, egocéntricas, etc. Cuando la situación evoluciona en
negativo, el menor, el adolescente, el joven, pueden convertirse en agresores, en autores de
infracciones penales o pueden desarrollar comportamientos incívicos o indisciplinados. 2.4.
Aspecto Educativo El menor, adolescente o joven se forma atendiendo a los “imputs” que
recibe, tanto de su entorno familiar, en la escuela, por sus amigos y por otros aspectos
ambientales y hábitos. Muchos de estas circunstancias pueden convertirse en los factores de
riesgo antes mencionados. - La familia: las normas de disciplina y la relación con los padres
juegan un papel vital en el comportamiento social (en este caso, antisocial) del menor. Tan
perjudicial puede ser una actitud demasiado laxa y falta de interés de los progenitores como
una actitud autoritaria que merme la comunicación. 8 - La escuela: el bajo rendimiento y el
fracaso escolar favorecen la delincuencia. La colaboración entre el centro y los progenitores es
básica. - Las amistades: el contacto con “malas influencias” aumenta el riesgo, aunque el
menor proceda de un ambiente socializado. Los jóvenes tienden a imitar las conductas más
cercanas. - Factores ambientales y hábitos: sus formas de ocio (TV, videojuegos, Internet)
pueden fomentar la violencia y la agresividad, la incomunicación y la pérdida de relaciones
sociales. El consumismo o la diversión van desplazando al esfuerzo. 2.5. Aspecto Penal No
todas las acciones delictivas acaban en un juzgado. Pero si implican medidas, hay que distinguir
entre dos de ellas: penales o administrativas. Las penales implican la naturaleza penal de la
norma infringida (Código Penal). Pueden dar lugar al enjuiciamiento y a la imposición de
sanciones de naturaleza penal. En el caso de los menores de entre 14 y 18 años que cometan
delitos y faltas se les aplica la LRRPM y las sanciones que se imponen son “medidas”, no
“penas” como en el caso de los adultos. Pueden ser privativas de libertad o no, pero todas ellas
comportaran un contenido educativo Además, el artículo 61.3 de la mencionada Ley establece
que la responsabilidad civil por los daños y perjuicios causados por los menores alcanza
solidariamente a los padres, y tutores legales del menor. En cuanto a las infracciones
administrativas, se refieren al incumplimiento de normas administrativas (conducir un coche
sin la correspondiente licencia) y que dará lugar a una sanción administrativa que, en ningún
caso, puede ser privativa de libertad. Al no haber en Derecho Administrativo una previsión
expresa de la imputabilidad de los menores para cumplir sanciones administrativas, se aplican
subsidiariamente las normas penales de la LORPM. Por ello, se permite imponer sanciones
administrativas (multas) a los menores a partir de los 14 años y se extiende la responsabilidad
civil subsidiaria a los representantes legales.

Tipos de delito:

Marco legal Como hemos visto, el consumo de sustancias puede llevar a la delincuencia
producto de un proceso de psicopatización secundaria y una estructura psicopática puede
llevar a la delincuencia y/o al consumo. Cuando se perpetúan actos antisociales que atentan
contra las normas o principios de convivencia y equidad social, la comunidad se protege
mediante leyes que sancionan estas desviaciones. Así, el individuo se ve confrontado con un
sistema legal y, de acuerdo a su edad, estado mental, gravedad del hecho, circunstancias, etc.,
será sujeto a un proceso judicial que determinará su inocencia o culpabilidad y de ser el caso,
se impondrá una pena o medida privativa de la libertad o en libertad, bajo ciertas condiciones.
En el caso de menores de edad, el Código de los Niños y Adolescentes establecen diversas
medidas socioeducativas, cuya finalidad es lograr la rehabilitación: • Protección, para aquellos
niños hasta los 11 años de edad, que han cometido alguna infracción. Esto incluye el cuidado
en el propio hogar, participación en un programa educativo de la comunidad o atención
integral en un establecimiento de protección (casa hogar). • Amonestación, para los
adolescentes a partir de los 12 a 17 años de edad y consiste en una llamada de atención por su
comportamiento por parte del Juez de Familia. La familia también es recriminada con el fin de
que presten mayor atención a la conducta de su hijo. • Prestación de Servicios a la Comunidad,
mediante el cual el adolescente se compromete a cumplir una serie de actividades en favor de
su comunidad por un plazo máximo de seis meses. • Libertad Asistida, en donde el adolescente
estará bajo la supervisión de un tutor por un máximo de ocho meses, quien deberá brindarle
promoción y orientación en su propio medio sociofamiliar. • Libertad Restringida, la cual
consiste en que el adolescente debe cumplir diariamente con asistir a un centro juvenil
abierto, con el fin de recibir orientación y capacitación ocupacional, por un plazo máximo de
doce meses. • Internación, medida privativa de la libertad para aquellos adolescentes que
hayan cometido actos graves (robo agravado, tráfico ilícito de drogas, violación, homicidio,
pandillaje pernicioso), por un plazo máximo de tres años, a excepción de seis años para
pandillaje pernicioso. El sistema penal juvenil en el Perú, está orientado a lograr una
rehabilitación que facilite la incorporación social productiva del adolescente y no simplemente
en la aplicación de una sanción. Aunque se ha avanzado mucho en este aspecto, aún queda un
largo camino que recorrer para lograr la paz social, puesto que el problema es multifactorial y
su solución requiere del compromiso e intervención de todos los actores sociales. En la
actualidad existen un promedio de 1000 pandillas juveniles solo en la ciudad de Lima y el 70%
de actos delictivos en la capital son ejecutados por éstas (Diario El Comercio). Estos actos van
desde arrebatos o hurto simple hasta asaltos con arma blanca o de fuego, violación y
homicidio. En los 10 Centros Juveniles que administra el Poder Judicial en todo el país, 09 son
para adolescentes con medida socioeducativa de internación, es decir, han cometido una
infracción considerada grave. Entre las infracciones o delitos más comunes están el robo
agravado (42.3%), la violación (19.3%), pandillaje pernicioso (08.6%), etc. (ver anexos). Muchos
de los cuales afirman haber estado bajo la influencia de alguna SPA al momento de cometer el
delito. Si bien los datos obtenidos pueden no representar enteramente la realidad (tendencia a
falsear), una gran cantidad de adolescentes refiere consumir o haber consumido alcohol
(77.6%). En menor proporción reconocen haber consumido marihuana, terokal y PBC. Es
interesante observar que un 11.3% de adolescentes presentó síntomas clínicos de
dependencia a una SPA

…..

La realidad detrás del mito ¿Qué lleva a un menor a delinquir? El constante aumento de los
conflictos sociales, ha incrementado el interés por el tema, tanto en los países industrializados
o centrales, como en los periféricos. Para comprender el interés por el análisis y la búsqueda
de soluciones para la delincuencia juvenil, es necesario ubicar este fenómeno dentro de la
problemática de la sociedad actual con una estructura en la que les toca vivir a los niños y
jóvenes de hoy, caracterizada por una complejidad cada vez mayor, en la que no es posible
que la sociedad simplemente contemple a los niños y jóvenes delincuentes como una sub-
especie dentro del sistema, de los cuales no se sienten responsables, y que es necesario
defenderse o repeler su accionar a cualquier precio. La delincuencia juvenil tiene su origen en
causas múltiples, sin que exista consenso general sobre ellas. Sin embargo, existen factores
recurrentes de la cantidad de variables que influyen en el fenómeno, como son: 1.- La
pertenencia a familias desestructuradas, y las dificultades que se producen en ocasiones para
conciliar la vida familiar y laboral. Estas carencias de afectividad y control conducen a algunos
jóvenes a buscar su compensación, ingresando a bandas o pandillas juveniles, dentro de las
cuales se suelen observar ciertos comportamientos transgresores, cuando no, conductas
antisociales, violentas y hasta delictivas, cuya adopción es requerida a sus integrantes para ser
aceptados o “validar” su pertenencia. 2.- El ausentismo o fracaso escolar, que estigmatiza y
facilita la adopción de comportamientos antisociales, permitiendo al niño adoptar 186
ANUARIO DEL CIJS (2008) la calle como espacio en el que comienza siendo víctima y luego
autor de agresión social. 3.- El desempleo, que origina situaciones de frustración,
especialmente entre jóvenes sin formación. 4.- El escaso control de parte de las autoridades
del expendio de alcohol, que favorece el consumo por parte de los jóvenes, y que generan
estados fisiológicos propendientes a la realización de actos violentos o imprudentes de riesgo.
5.- El uso de drogas y sustancias tóxicas que en muchos casos lleva al adicto a delinquir para
proporcionarse los medios que permitan sustentar su adicción. 6.- La insuficiencia o carencia
en la transmisión de valores pro sociales o cívicos, respeto a las normas, solidaridad,
generosidad, tolerancia, etc., que han sido sustituidos en las sociedades globalizadas por
valores utilitaristas e individualistas, provocando lentamente el surgimiento de cierta anomia
social. 7.- La transmisión por medios masivos de comunicación o video juegos destinados a
niños, sin control de mayores, de imágenes y actitudes violentas que contribuyen a fomentar
un sistema de valores en el que la violencia sea un recurso aceptable. Unido a esto, existe la
tendencia de ubicar a la delincuencia juvenil caracterizada por grupo de niños o adolescentes
dentro de un contexto social de miseria, pobreza, concentración urbana, agresiones sexuales y
desintegración familiar, que dificultan el proceso adecuado de socialización del niño. Esta
marginación presenta diseños deshumanizados que favorecen la aparición en sus habitantes
de sentimientos de angustia, resentimiento y agresividad3 . Los factores mencionados como
causas de la delincuencia juvenil, no se dan exclusivamente entre las clases sociales
marginadas o menos favorecidas, sino que muchos de ellos son compartidos por niños y
jóvenes de diferentes estratos sociales. ¿Qué es lo que hace que pese a la incriminación penal
a partir del día que cumplen los 16 años, incrementen la participación delictiva después de esa
edad, y más aún, después de los 18 años? En el origen de la trasgresión adolescente, se
mencionan como causas de los hechos que los niños a ciertas actitudes en contraposición a sus
familias y a las reglas sociales; otras, en cambio, responden a claros mandatos familiares o del
entorno. 3 Confr. CORTÁZAR, María Graciela: “Niños y Jóvenes en infracción a la ley penal.
Bases del nuevo sistema”. Artículo incorporado en: Derechopenalonline. 02/04/2008. Vocos,
María Teresa - Del paso de un Derecho Penal del Niño… 187 En el primer caso, el niño o joven
que delinque con el objeto de confrontar a su familia o las normas de convivencia, no es
exclusivo de las clases sociales menos favorecidas, ni de jóvenes analfabetos, o sumidos en la
pobreza e indigencia. Quien delinque para contradecir, hacerse notar, o simplemente
transgredir, lo hace producto de una exacerbación de actitudes provocativas adolescentes. En
estos casos, generalmente, la mayoría de edad o la iniciación en la vida adulta operará
positivamente en las conductas. En el segundo caso, cada vez más frecuente, la principal
conducta antisocial es la de los adultos que incitan, utilizan y hasta obligan o explotan al menor
en el delito. La provisión de drogas o armas de fuego a los jóvenes son conductas adultas, y
éstas son las que deben realmente ser perseguidas. La sociedad actual se caracteriza por un
acelerado debilitamiento de los sistemas tradicionales de apoyo para el desarrollo de la niñez y
la adolescencia, a los grupos sociales menos favorecidos se les están restringiendo cada vez
más el ejercicio y goce de derechos fundamentales como la salud, educación, vivienda,
desarrollo, en definitiva, un deterioro masivo del derecho a la vida; de allí que toda
estigmatización temprana servirá para confirmar a los jóvenes en el delito y no para apartarlos
de él. El principal sustento de toda sociedad está conformado por la familia, la escuela y los
sistemas de asistencia y recreación. Si estas instituciones básicas se reducen a su mínima
expresión resultando siempre insuficientes para la satisfacción de las necesidades de la
población juvenil, sin percatarnos de que la delincuencia juvenil es el resultado de la
combinación de diversos factores de riesgo y respuesta social, presentes en todas las
sociedades, en donde la pugna de antivalores como violencia, agresividad y consumismo se
imponen a los valores supremos de toda sociedad como la tolerancia, respeto, solidaridad y
justicia, entonces estamos destinados a conformarnos con detener chicos, manteniendo en la
impunidad a quienes lucran con las conductas delincuenciales de estos mismos jóvenes y de
muchos otros. Las armas y las drogas, provenientes del mundo adulto, cambiaron la naturaleza
del delito juvenil, transformándolos en hechos de violencia y muerte. La supuesta comisión de
un delito, el abandono, la falta de asistencia, el peligro moral o material o los simples
problemas de conducta, autorizan intervenciones judiciales privativas o restrictivas de la
libertad, decisiones éstas que se toman sin el cumplimiento mínimo de las garantías
Constitucionales contempladas para adultos delincuentes, en virtud de que al menor no se lo
puede juzgar, pero sí institucionalizar, a título “preventivo”, o por “su seguridad”. 188
ANUARIO DEL CIJS (2008) La gran estafa que realiza el Derecho Penal de Menores es la
aplicación indiscriminada de estas medidas de seguridad, legitimando intervenciones
desmesuradas, carentes de límites, con el argumento formal de que no son penas, sanciones o
castigos y que se utilizan para el bienestar del menor sin importar en realidad si son
imputables o inimputables4 . Una sociedad que se plantea la incriminación temprana de sus
hijos, sin apuntar a la responsabilidad de los delincuentes adultos, desplaza el centro de la
preocupación ético-social y utiliza a los niños como cortina de humo para ocultar su realidad:
es el delito de los adultos el que destruye las pautas de convivencia social.

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responsabilidad-decreto-legislativo-n-1348-1471548-8/#:~:text=El%20adolescente%20entre
%20catorce%20(14,su%20edad%20y%20caracter%C3%ADsticas%20personales.

03.- TIPOLOGÍA Y PERFILES DE LOS JÓVENES EN SITUACIÓN DE RIESGO La criminalidad es fruto


de una combinación de causas, si bien hay unos indicadores que podrían considerarse como
“factores de riesgo” en el período de la adolescencia. Por ejemplo: - Factores individuales:
desórdenes internos, hiperactividad, problemas de concentración, impaciencia, agresividad,
comportamientos antisociales o violentos, etc. - Factores familiares: padres delincuentes,
maltrato infantil, desentendimiento paterno, conflictos familiares, separación de padres e
hijos, etc. - Factores escolares: fracaso escolar, baja vinculación, absentismo escolar, cambios
frecuentes de colegios, etc. - Factores sociales y comunitarios: amigos delincuentes,
pertenencia a una banda, pobreza, acceso a drogas o armas de fuego, etc. Víctimas de la
discriminación social y excluidos de las decisiones importantes, muchos jóvenes carecen de
planes o proyectos de vida, y son considerados incapaces de adaptarse al medio social, por lo
cual toman la delincuencia como alternativa de supervivencia. El fácil acceso a las drogas, la
falta de oportunidades de empleo, salud, educación y espacios para la cultura y el deporte, la
desintegración familiar, la impunidad, entre otros factores, componen el contexto en el que
nace y crece la delincuencia juvenil. Hay algunas señales que pueden advertir del “peligro”. Por
ejemplo, las fugas del hogar, el absentismo escolar, la baja autoestima, las mentiras, el
consumo de alcohol y drogas, falta de expectativas, familias desestructuradas o problemas de
comunicación, entre otros muchos. Las características personales que suelen presentar los
adolescentes que delinquen se pueden agrupar de la siguiente manera, atendiendo a los
principales rasgos de la personalidad y a la reacción del individuo con el medio socio-familiar
en el que se desenvuelve:

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