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Delincuencia

Juvenil y
Daño Psíquico

Psicología
Forense

Psicología Forense. Pablo Rivarola Padros 1


Delincuencia - Violencia
juvenil
Aunque posiblemente la delincuencia juvenil no sea uno de los terrenos
más trabajados desde la Psicología Forense, consideramos que es
necesario hacer una breve referencia a ella. El motivo es que el
fenómeno de la violencia juvenil y en sí los delitos cometidos por
jóvenes, son una realidad social y no es extraño que al estar un joven
implicado en un delito, éste requiera de una valoración por parte del
perito psicólogo.

Por lo general, la intervención del forense en estos casos es cuando el


delito ha sido de una elevada gravedad (por ejemplo: homicidio,
agresiones sexuales o robos con violencia) y el tribunal requiere de un
diagnóstico sobre la situación del joven orientada hacia sus
posibilidades de tratamiento y reeducación.

La violencia juvenil
“La violencia surge como una estrategia de resolución de conflictos y
los jóvenes, por su estatus madurativo y en desarrollo, se enfrentan,
con una experiencia limitada, a conflictos variados. No es extraño

Especializada del Departamento de Justicia de Cataluña. Versión consultada:


www.gencat.cat/justicia/cejfe/ (16/04/11)
que en numerosas situaciones se presente la violencia. Consideremos
que cambios vitales y sociales acontecen a lo largo del proceso de
maduración, propio de la juventud, en cuanto que período de
importantes cambios individuales y sociales. Veamos un listado de
problemas que los jóvenes tienen con motivo de su proceso de
convertirse en adultos: cambios de vivienda/residencia, cambios en
su salud, formación de red de amigos y de pareja, dejar los estudios e
iniciar una profesión o empleo, utilización de coche o moto para su
autonomía personal, cambios en los hábitos de ocio y el
entretenimiento, nuevas actividades sociales, gestión del dinero y
afrontamiento a nuevas responsabilidades financieras, inserción
completa en el mundo del consumo. Muchos cambios, muchos
problemas, muchos retos y por tanto muchos riesgos de
conflictividad y, por ende, de violencia”. (Pueyo, A.) 1

1
Pueyo, A. Violencia juvenil: realidad actual y factores psicológicos implicados. (Dep. de Personalidad -
Facultad de Psicología - Universidad de Barcelona) www.ub.edu/personal/violencestudies.htm (16/04/11)

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Continuando con lo anteriormente expuesto por Pueyo, se podría decir
que los jóvenes están cortantemente enfrentados a las necesidades,
siendo estas similares a la de los adultos con ciertas salvedades ya que
los jóvenes, se enfrentan a necesidades de hándicaps, tales como
escasez de recursos para poder hacer frente a las necesidades, sin
perder de vista la falta de experiencia con la que cuentan como para
resolver problemas, viéndose condicionados por su corta edad. Esto
puede traer aparejadas una serie de consecuencias que los dirijan
directamente a implementar estrategias inapropiadas socialmente
como única salida o medio posible para resolver sus problemas.

Los jóvenes por su situación, siguiendo el argumento anterior de las


necesidades y recursos, son los individuos que tienen más razones para
ser violentos. Según el detective Poirot, se cumple que: tienen medios
(fuerza, capacidades mentales, etc.) oportunidades (ocio, falta de
supervisión, pocas responsabilidades) y motivos (necesidades) que
justifican el porqué estos individuos tienen mayores probabilidades de
comportarse más violentamente que los adultos. Los estudios
longitudinales indican que los adolescentes, casi todos ellos en algún
momento, realizan conductas anti-normativas y violentas, pero
solamente una pequeña proporción de ellos (un 6%) se convierten en
agresores o violentos persistentes. Estas carreras "violentas" se
constatan a los 12-13 años y se continúan más allá de los 17 y 18 años
(Fonagy, 2003).

Dado que los conflictos surgen en casi todas las interacciones que los
individuos humanos tienen a lo largo de su vida, con otros individuos,
con las organizaciones y los sistemas sociales, la violencia puede
aparecer en todos y cada uno de los momentos del desarrollo vital en
relación con todos sus interlocutores: padres, iguales, maestros,
parejas, grupos, entidades, etc. de ahí que la violencia aparezca con
múltiples formatos y tipos. Lo que une a todos estos tipos es que son
las personas quienes la ejercen y que siempre tienen una finalidad más
o menos patente y consciente por parte del agresor.

Hemos visto que la violencia juvenil tiene varias acepciones aunque


aparentemente tienen un significado unívoco y que todos
comprendemos en el lenguaje cotidiano. Pero cuando analizamos con
más detalle el significado de la violencia juvenil, entonces, aparece en
toda su magnitud la heterogeneidad de hechos que agrupa. En la
violencia juvenil se incluyen actos violentos que realizan niños,
menores, adolescentes, jóvenes y adultos-jóvenes. Así ¿supone lo
mismo (o tiene los mismos determinantes y consecuencias) que un
niño pegue a otro en el patio de un colegio de primaria o que un
muchacho de 19 años, interno en un centro de menores, golpee a otro
en el patio del centro?. Naturalmente que las diferencias son obvias
pero ambas, en un sentido amplio, son fenómenos que se acogen a la
etiqueta de "violencia juvenil”.

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En el caso de los adolescentes y jóvenes (especialmente cuando éstos
son imputables, es decir a partir de los 16 años según las leyes vigentes
en Argentina) desde los juzgados siempre se posee una mirada especial
hacia la reincidencia, al tiempo que, la posible reeducación de ellos. Es
por estos motivos que en la actualidad y a raíz de los diferentes estudios
que se han hecho con poblaciones adolescentes en el ámbito
correccional, se han valorado factores relevantes que intervienen en sus
conductas y que en la mayoría de casos pueden detectarse con claridad.
Así es posible diferenciar factores de riesgo (como por ejemplo:
aspectos personales, sociales o familiares) que pueden facilitar la
reincidencia delictiva como así también las conductas violentas o
transgresoras. Como, por otra parte los factores de protección que son
precisamente aquellos sobre los cuales es posible reforzar las conductas
pro-sociales y que servirán de soporte preventivo para evitar conductas
inapropiadas (contención familiar, escolarización, actividad deportiva,
grupo de pares prosociales, personas de referencia positiva.)

Los factores de riesgo son considerados como una serie de variables que
influencian de modo objetivo y causal, la conducta. En este caso en
particular hablar de factores de riego en los jóvenes, lo podemos
relacionar directamente con la violencia.

La probabilidad de cometer un hecho violento está condicionada por


una serie de factores, ya sea un delito, una falta, un comportamiento
anormal.

“Dos expertos en este campo de investigación criminológica, los


psicólogos canadienses Andrews y Bonta (1995) describen los factores
de riesgo de los comportamientos delictivos. Identifican los factores
principales:

1.- Actitudes antisociales / pro-violentas, valores, creencias y estados


emocionales alterados en sintonía con comportamientos violentos.

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2.- Agrupaciones pro-criminales y delictivas (bandas).

3.- Factores de personalidad (temperamento) que facilitan la


aparición de comportamientos violentos (psicopatía, TDAH, mala
socialización, impulsividad).

4.- Historia de comportamientos antisociales individuales: variedad


de delitos y faltas, número e intensidad de conductas violentas.

5.- Factores familiares: criminalidad familiar, falta de cuidados y


atención, baja estructuración familiar, abandono y malos tratos, etc.

6.- Bajos (nulos) niveles educativos, desempleo, falta de recursos


económicos

Y los secundarios:
7.- Clase social, etnia o grupo racial (emigrantes, barriosdormitorio,
etc.).

8.- "Malestar" o "estrés" personal producido por razones variadas:


anomia, ansiedad, depresión, adicción a tóxicos, etc. características
cercanas a lo que entendemos por enfermedad mental y, por último,

9.- Factores de naturaleza biológica neuropsicológica: alteraciones


hormonales, lesiones cerebrales, intoxicaciones, etc.

Además de estos factores de riesgo, de los cuales es fácil deducir los


que afectan más específicamente a los jóvenes, hay que añadir los
llamados factores de protección. Los factores de protección, son
aquéllos que potencialmente reducen la probabilidad de realizar
conductas de riesgo. Estos factores pueden influenciar los efectos de
las experiencias individuales que facilitan la adquisición de factores
de riesgo o pueden moderar la relación entre el riesgo y el
comportamiento violento.” (Pueyo, A.) 2

Los factores de protección frente a la


conducta antisocial
En el siguiente texto, se presentan los aspectos más destacados de una
investigación coordinada por la Dra. Raquel Bartolomé 3 de la
Universidad de Castilla sobre la conducta antisocial y violenta en
adolescentes, mostrando a través de la misma cómo los chicos
conforman un grupo de riesgo. Se plantean dos hipótesis:

2
Pueyo, A. Violencia juvenil: realidad actual y factores psicológicos implicados. (Dep. de Personalidad -
Facultad de Psicología - Universidad de Barcelona) www.ub.edu/personal/violencestudies.htm (16/04/11)

3
Bartolomé, R. (Coord.) (2009). Los factores de protección frente a la conducta antisocial. ¿Explican las
diferencias en violencia entre chicos y chicas? .Revista Española de Investigación Criminológica Articulo 3,
Número 7.

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a) Que chicas y chicos estén diferencialmente expuestos a los mismos
factores de riesgo/protección y b) que el efecto de esos factores sea
diferente en cada grupo. El objetivo de la investigación es indagar sobre
las semejanzas y diferencias de comportamiento entre chicas y chicos
adolescentes intentando dar respuestas a las hipótesis anteriormente
planteadas. Para ello se realizan auto informes entre 642 adolescentes
escolarizados de Albacete.

Introducción

Actualmente se observa un interés creciente por conocer las conductas


antisociales de adolescentes y jóvenes, este conocimiento tiene como
fin realizar acciones preventivas y tratamientos más exitosos sobre el
problema.

Al respecto, se plantea una línea de investigación dedicada a identificar


los factores de riesgo y protección frente a la conducta antisocial y
violenta. A pesar de lo que se vienen poniendo en práctica, todavía se
pueden observar fallas en las investigaciones de delincuencias en
cuanto a la diferencia de sexos/género (Belknap, 1996; Pollock, 1999).
Teniendo en cuenta las conductas antisociales y violencia, es
fundamental destacar la importancia que conllevan las variables tales
como sexo y edad, destacando que los varones están sobre
representados en los valores estadísticos sobre delincuencia.

Siguiendo con (Belknap y Holsinger, 1998; Chesney-Lind, 1997).


podemos destacar: ¿por qué los chicos delinquen más que las chicas? Y
también ¿por qué delinquen las chicas que lo hacen? Lo que se conoce
en la criminología como sexo/género. En general la mayoría de las
investigaciones y teorías sobre la “delincuencia juvenil” se realizan
sobre chicos. Este estado de cosas coloca a las chicas antisociales y
delincuentes en una clara situación de desventaja, ya que los
programas de prevención y/o intervención no se han diseñado
atendiendo a sus características y necesidades, sino a la de los chicos.

Retomando las hipótesis planteadas anteriormente, la primera plantea


la existencia de una exposición diferencial de chicos y chicas a los
mismos factores de riesgo /protección, haciendo referencia con esto a
la socialización diferencial. Señalando que las chicas tienen más
vínculos pro sociales con la escuela, los amigos y están más
supervisadas por los padres, factores que sirven para proteger frente a
la conducta antisocial de acuerdo con las teorías del control social.
(Chapple, Maquillan, Berdahl, 2005).

La segunda hipótesis plantea, las variables de riesgo/protección que


tienen efectos diferentes en chicos y chicas y que el sexo/género no es
una variable más, sino que afecta sustancialmente al impacto que las
experiencias, sucesos, etc. que tienen sobre los individuos (Heimer y
De Corser, 1999; Steffensmeier y Allan, 1996).

Para pensar lo anterior, a los investigadores les pareció clave entender


la conducta antisocial y violenta de los jóvenes, desarrollando como
motor de su investigación tres objetivos fundamentales:

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a) comprobar las diferencias y semejanzas entre chicos y chicas en
sus patrones de conducta antisocial,

b) analizar si existe una exposición diferencial de chicos y chicas a los


mismos factores de protección y

c) estudiar si los efectos de las variables de protección identificadas


tienen efectos diferentes en chicos y chicas.

Participantes:

La muestra está compuesta por 642 estudiantes de educación


secundaria obligatoria y post-obligatoria de tres centros de Albacete,
de los cuales 319 (49,7%) son chicos y 323 (50,3%) son chicas, con
edades entre los 12 y los 21 años (media de edad: 15,20 años).

Se seleccionaron centros de zonas con características socioeconómicas


distintas, dos de ellas en el ámbito urbano y uno en el ámbito rural.

Instrumentos:

El instrumento utilizado fue un cuestionario auto-aplicado


denominado encuesta sobre estilos de vida de los adolescentes,
diseñado por el centro de investigación en criminología de la UCLM
(Albacete). Para su diseño se ha utilizado ítems del ISRD I en lo referido
a las conductas antisociales y violentas (Rechea, Barberet y Montañ´s,
1995), y de Encuesta de muchachos y muchachas saludables de
California (California healthy kids, 2002), en especial a la parte dedica
a resiliencia (RYDM) y a factores de protección. Los ítems que miden
protección y resiliencia en el CHKS fueron seleccionados por su
relevancia en la literatura y elaborados por expertos en este tema
(Bernard, 1999; Constantine, Bernard y Días, 1999).

Loa factores de protección y resiliencia incluidos son: Factores


protectores externos como la familiares (relaciones con padres, altas
expectativas, oportunidad para la participación y supervisión), la
escuela (alta vinculación escolar, participación significativa y
percepción de trato justo por los profeso) y los amigos (nivel alto de
apoyo, amigos pro-sociales). Factores protectores internos apoyo social
en la resolución de problemas, empatía, auto- eficacia,
autoconocimiento, objetivos y actitudes hacia el futuro, resolución
pacifica de los problemas.
Procedimientos:

Los datos fueron recogidos en marzo y abril de 2004. El cuestionario se


administró en grupos, en horarios de tutoría para no interferir en el
curso normal de las clases. Se pidió a los adolescentes que constatasen
de forma individual y sincera, asegurándoles el anonimato y la
confidencialidad de los datos.

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Resultados:

Teniendo en cuenta el primer objetivo, se llevó a cabo el análisis de la


prevalencia, la frecuencia y la variedad de las conductas antisociales
cometidas por chicos y chicas. Los datos obtenidos por los
investigadores en cuanto a la prevalencia muestran que el porcentaje
de chicas y chicos que han cometido las conductas estudiadas es similar
en ambos grupos. En el caso de consumo de drogas legales es
ligeramente superior en las chicas. En cambio en conductas tales como
expulsión del centro escolar, vandalismo, llevar armas, participar en
peleas y comprar algo robado, los chicos arrojan porcentajes
superiores. Aquí podemos ver que los chicos llevaron a cabo conductas
violentas alguna vez en su vida, diferenciándose de las chicas.
En esta investigación se realizaron pruebas t, para conocer la diferencia
que hay entre chicos y chicas que representan a la frecuencia de
conductas, obteniendo como resultado que la incidencia en conductas
antisociales es semejante en ambos grupos, sólo que los chicos
presentan un grado ligeramente mayor. Sólo se pueden notar
diferencias bastante mayores por parte de los chicos en expulsiones del
centro educativo y en haberse emborrachado.

Para tener conocimiento de la variedad de conductas de cada uno de


los jóvenes de la muestra, se han demarcado tres índices: índice de
violencia, índice de conducta anti- normativa e índice de consumo. No
se observó gran diferencia en lo que respecta a la variedad de conductas
antisociales cometidas, ni de sustancias consumidas, pero sí hubo
diferencias en la variedad de conductas violentas, presentándose un
mayor grado en los chicos.

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Al obtener los resultados antes expuestos, los investigadores centraron
su atención en la diferencia entre chicos y chicas en conductas
violentas, comenzaron analizando si las chicas están más expuestas que
los chicos a las variables protectoras frente a la violencia. Los datos
arrojados sobre la exposición diferencial muestran que las chicas
tienen una mayor supervisión paterna, más interés en seguir
estudiando y su estilo de resolver problemas se centra más en la
comunicación y es más pacífico. Asimismo, presentan relaciones pro-
sociales con amigos, que hacen lo correcto. Las chicas están más
expuestas a factores de protección, tales como una mayor supervisión
familiar y vínculos con amigos pro sociales, que los chicos.

En relación a lo planteado, los investigadores se preguntaron ¿explica


esta exposición diferencial la menor tendencia de las chicas a participar
en conductas violentas? Respondiendo a esto, realizaron un análisis de
regresión logística, esto permite pronosticar la pertenencia a un grupo
a partir de diversas variables independientes. Tiene una función
similar al análisis discriminante, permitiendo trabajar con datos que
no cumplen los requisitos del análisis discriminante y con variables
dicotómicas. En este estudio, interesa saber cuáles de las variables
estudiadas, incluyendo el sexo, tiene un peso significativo para
discriminar entre sujetos de alto y bajo riesgo de conducta violenta.

Los resultados a los que arribaron, fueron que sólo tres variables tienen
efecto protector significativo tales como sexo (ser chica), la supervisión
familiar y la solución pacífica de problemas, mientras que buscan
apoyo social frente a los problemas. En contradicción a lo que se
esperaba, se incrementa significativamente el riesgo de ser violento.
Por lo tanto ser chica tiene un efecto protector que es independiente de
su mayor exposición a ciertos factores protectores.
Sin perder de vista el último objetivo del trabajo de investigación,
pretendieron aclarar si las diferencias respecto a las conductas
violentas entre chicos y chicas, se deben al efecto diferencial de los
factores protectores, entres los que se pueden rescatar alguno de ellos
como por ejemplo: vínculo escolar, participación significativa en la
escuela, trato justo de los profesores, participación significativa en
casa, expectativas familiares, relación con la madre, empatía,
autoeficacia, entre otros.

Lo anterior sirve para establecer que factores protectores tienen una


relación significativa con el índice de violencia en chicos y en chicas y
analizar si existe realmente diferencias en el efecto de estas variables,
hallándose correlaciones bivariadas entre las variables estudiadas con
el índice de violencia.

En esta investigación pudieron destacar que existen más factores que


tienen un efecto protector en los chicos que en las chicas y que la fuerza
de la relación es, en general, también mayor en los chicos.
Los factores que tienen efecto protector en los chicos son: la
participación significativa en la vida escolar, la supervisión familiar y
tener una buena relación con el padre. El factor que se relaciona más
fuertemente en chicas y chicos es la forma pacífica de resolver los
problemas, hablando o escribiendo.

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Los resultados arrojados indican que sólo hay dos factores que tienen
mayor efecto en las chicas, ellos son: tener amigos pro-sociales, que no
se metan en problemas y tener objetivos de futuro.

Conclusiones y Discusiones:

En la investigación realizada, se obtuvo información interesante pero a


la vez controvertida, sobre los factores protectores existentes frente a
la conducta violenta en chicas y chicos.

A modo de síntesis, se arrojaron los siguientes resultados: los chicos y


chicas presentan más semejanzas que diferencias en sus patrones de
conducta antisocial. Como muestran los resultados, y en consonancia
con estudios anteriores sobre el tema (Bartolomé, 2001), existe
actualmente una notable equiparación de las chicas respecto a los
chicos, destacándose las conductas de consumo y no de violencia. Estas
semejanzas entre ambos sexos se podrían explicar desde la
Criminología Evolutiva, que plantea que implicarse en conductas
antisociales es algo propio, incluso normativo, de la adolescencia
(Moffit, 1993 y 2006). A partir de esto, podríamos pensar la que la
conducta que las chicas comparten con los chicos es una forma
normativa en los jóvenes, sobre todo en contextos de ocio y con los
pares, que incluye la participación en conductas antisociales.

A pesar de las semejanzas encontradas entre ambos sexos en lo que


respecta a las conductas antisociales, se puede visualizar que las chicas
participan menos en conductas violentas. Los chicos presentan una
mayor incidencia y variedad de conductas violentas, lo que estaría
relacionado con una mayor probabilidad de continuar una carrera
delictiva. (Tolan y Gorman- Smith, 1998).

En esta reflexión sobre los resultados, surge la pregunta: ¿cómo


explicar estas diferencias? Según lo que demuestran los datos, las
chicas están más expuestas a factores de protección que los chicos. Sin
embargo, el análisis indica que las diferencias en las conductas
violentas, no se explica sólo por una exposición diferencial, sino que
también se pone en juego el sexo, variable de la cual se puede
pronosticar significativamente la conducta violenta. Las diferencias en
la violencia pueden estar relacionadas con la existencia de diferencias
tempranas bio- sociales que hacen que las chicas sean menos activas y
agresivas y que muestren una mayor tendencia a desarrollar problemas
de internalización como respuesta a ciertos riesgos (Keenan y Shaw,
1997; Leadbeater, Kupermine, Blatt y Hertzog, 1999), la socialización
también contribuye con esta diferenciación.

Para finalizar, según Bartolomé, 2001; Chapple et al., 2005; Weiler,


1999, se pudo observar que si existe un efecto diferencial, pero en
contradicción a los que se podría esperar, hay más factores protectores
sobre los chicos, quedando en contradicción con investigaciones antes
realizadas (Alarid et al., 2000). Teniendo en cuenta que los factores
estudiados en esta investigación tienen efecto protector, ¿por qué no
están finalmente los chicos más protegidos frente a la conducta
antisocial? Los investigadores piensan que estos resultados pueden ser
consecuencia del escaso conocimiento sobre la conducta violenta en las

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chicas que conlleva que los factores que las protegen a ellas todavía no
están bien identificados. La literatura se está haciendo eco de que
existen tantas contradicciones en los resultados obtenidos sobre la
cuestión género/delincuencia que es necesario mejorar el
conocimiento sobre las chicas, pero también cambiar cómo se plantean
las investigaciones.
Se deberían tener en cuenta a la hora de armar programas de
intervención y prevención dirigidos a las conductas violentas de las
chicas y los factores de protección que presentan.

El daño psíquico
Otro de los temas que deben destacarse en las valoraciones que puede
realizar el psicólogo forense dentro de su especialidad es la del daño
psíquico.

El daño psíquico es un perjuicio producido por un evento no previsible


o inesperado por la persona, a la que se le producen ciertas
perturbaciones modificando su interacción con el medio y le originan
alteraciones en el área afectiva, volitiva o ideativa.

Si el concepto de salud engloba lo orgánico con lo psíquico entendemos


al ser humano como una unidad. La salud implica el normal
funcionamiento de sus aparatos orgánicos y funcionalidades psíquicas
en adecuada disponibilidad para su interacción con el medio.

En muchas ocasiones, el daño psíquico está asociado a situaciones de


malos tratos, en el caso de los niños. Las situaciones de violencia
familiar o maltrato, suelen desencadenar graves alteraciones en el
correcto desarrollo psicológico de éstos. Aunque no se trate de

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situaciones “sorpresivas” o “inesperadas” son situaciones en las cuales
se presentan como víctimas vulnerables, donde no tienen la posibilidad
de modificarlas o hacer frente a ellas y por tanto quedan expuestas e
indefensas.

El Código Penal hará referencia a ello en los siguientes artículos:

“ARTÍCULO 89 – Se impondrá prisión de un mes a un año, al que


causare a otro, en el cuerpo o en la salud, un daño que no esté previsto
en otra disposición de este código.

ARTÍCULO 90 – Se impondrá reclusión o prisión de uno a seis años, si


la lesión produjere una debilitación permanente de la salud, de un
sentido, de un órgano, de un miembro o una dificultad permanente de
la palabra o si hubiere puesto en peligro la vida del ofendido, le hubiere
inutilizado para el trabajo por más de un mes o le hubiere causado una
deformación permanente del rostro.

ARTÍCULO 91 – Se impondrá reclusión o prisión de tres a diez años, si


la lesión produjere una enfermedad mental o corporal, cierta o
probablemente incurable, la inutilidad permanente para el trabajo, la
pérdida de un sentido, de un órgano, de un miembro, del uso de un
órgano o miembro, de la palabra o de la capacidad de engendrar o
concebir.

ARTÍCULO 94 – Se impondrá prisión de un mes a tres años o multa de


mil a quince mil pesos e inhabilitación especial por uno a cuatro años,
el que por imprudencia o negligencia, por impericia en su arte o
profesión, o por inobservancia de los reglamentos o deberes a su
cargo, causare a otro un daño en el cuerpo o en la salud.”

Al considerar al daño psíquico como un acontecimiento traumático, de


carácter imprevisto, es posible considerar que a mayor
imprevisibilidad, mayor será la intensidad del daño. Es decir si la
persona está por ser víctima de un robo y está viendo al agresor e inicia
una comunicación con éste, el daño de aquella situación no será la
misma que si la persona está durmiendo y una persona aparece en su
habitación y la golpea de repente para robarle.

Ante la aparición del episodio desencadenante, será la capacidad


predisponente de la persona la que permitirá o no absorberlo y
canalizarlo adecuadamente, determinando el nivel de tolerancia o de
frustración. El umbral de la tolerancia o frustración está en relación a
la organización yoica. A mayor o menor grado de fortaleza yoica
corresponden mayores o menores posibilidades del individuo para
reorganizarse psíquicamente.

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Los síntomas del daño psíquico
En los casos de existir daño psíquico se reconoce:
bloqueo o disminución de las diversas funciones del yo, accesos
emotivos incontrolables,
ira,
ataques convulsivos,
insomnio,
perturbaciones oníricas,
crisis de ansiedad,
confusión mental y
estados depresivos

Es de destacar la sintomatología del daño psíquico que se presenta en


víctimas de delitos violentos:

sentimientos negativos: humillación, vergüenza, culpa o ira;


ansiedad; preocupación constante por el trauma, con tendencia
a revivir el suceso; depresión; pérdida progresiva de confianza
personal como consecuencia de los sentimientos de indefensión
y desesperanza experimentados; disminución de la autoestima;
cambios en el sistema de valores, especialmente la confianza en
los demás y en la creencia de un mundo justo;
hostilidad, agresividad, uso de drogas; modificación de las
relaciones (dependencia emocional, aislamiento); aumento de
la vulnerabilidad; cambio drástico de estilo de vida, con miedo
a acudir a lugares habituales; disfunción sexual; alteraciones
en el rimo y contenido de los sueños.

Diagnosis del Daño Psíquico


El proceso habitualmente utilizado y recomendado para realizar una
valoración de daño psíquico es:

A) realizar una anamnesis exhaustiva para reconocer patologías


previas;

B) detectar el grado de debilitamiento psicofísico anterior al evento


traumático;

C) explicar el estado premórbido existente;

D) examinar se existe estado agravado posterior;

E) establecer la posible relación entre causa y concausa, entre la


sintomatología del individuo y el hecho determinante del
padecimiento;

F) verificar el daño;
G) estimar el daño, permanencia o transitoriedad;

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H) considerar las secuelas dañosas del individuo y

I) evaluar el contexto ambiental del individuo.

Individuo Suceso o situación Modificaciones


inesperada o que se presentan
a raíz de la
violenta
vivencia

¿Qué se ha
alterado en él?

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