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MMXXII
Primera edición
Introducción 9
1. Magia, religión y poder 13
2. La generación de estratos sociales en la entidad comunitaria 33
3. El modo tributario de producción 49
4. La entidad comunitaria en
la formación económico-social tributaria 61
5. El jefe de Estado y la unidad omnicomprensiva 81
6. El aparato de gobierno 97
7. El aparato de hegemonía 107
8. La ciudad 137
Conclusiones 161
Referencias 163
Introducción
9
Introducción
10
1
Magia,
religión
y poder
1. Magia, religión y poder
M arx sostiene que las formas más complejas explican las más simples.1 Así,
la anatomía del mono se explica a partir de la anatomía del hombre, la enti-
dad comunitaria a partir de la formación económico-social capitalista. Dur-
kheim piensa lo contrario: lo complejo se conoce por lo más simple. Dice:
Desde esta concepción, Durkheim pretende estudiar las formas más pri-
mitivas de religión para explicar la religión actual, sin percatarse de que el
andamiaje categorial actual es el que hace posible la identificación de la
religión primitiva. La sociedad capitalista hizo posible la construcción del
modelo teórico puro, modo capitalista de producción y su construcción
permitió identificar los modos comunista, esclavista, tributario y feudal.
El hombre se apropia de los objetos y fenómenos exteriores constru-
yendo figuras de pensamiento, ideas. Posee la facultad de sentir, conocer y
querer, señalada por Kant, que es la facultad de idealizar y la ejerce de manera
empírica, mágico-religiosa, artística y teórica como modo de apropiación de
lo real. Los modos de apropiación de lo real son consubstanciales a la especie,
pero las condiciones histórico-sociales de los sujetos determinan la forma de
su conciencia en la que alcanza plenitud cada uno de los modos de apropia-
ción de lo real.
La facultad humana de idealizar no consiste en “sustituir el mundo de
la realidad por un mundo diferente”, como Durkheim lo interpreta,3 sino
de apropiárselo subjetivamente de un modo determinado. En la entidad
1
Marx, K. 1989. Introducción general a la crítica de la economía política/1857, p. 117.
2
Durkheim, É. 1982. Las formas elementales de la vida religiosa, p. 387.
3
Durkheim, É. 1982. Las formas elementales de la vida religiosa, pp. 392-393.
13
1. Magia, religión y poder
4
Godelier, M. 1980. Economía, fetichismo y religión en las sociedades primitivas, p. 334.
5
Frazer, J. G. 1944. La rama dorada, p. 88.
14
Francisco Covarrubias Villa
15
1. Magia, religión y poder
10
Durkheim, É. 1982. Las formas elementales de la vida religiosa, p. 8.
11
Malinowski, B. 1948. Magia, ciencia y religión, p. 32.
12
Godelier, M. 1980. Economía, fetichismo y religión en las sociedades primitivas, p. 335.
13
Sujov, A. D. 1968. Las raíces de la religión, p. 11.
14
Hegel, G. W. F. 1981. Lecciones sobre la historia de la filosofía, p. 36.
15
Eliade, M. 2001. El mito del eterno retorno: arquetipos y repetición, p. 54.
16
Eliade, M. 2001. El mito del eterno retorno: arquetipos y repetición, p. 57.
16
Francisco Covarrubias Villa
[…] la vieja idea de ser el salvaje el más libre de los humanos. Es un esclavo,
y no de un amo visible, sino del pasado, de los espíritus de sus antecesores
muertos, que rondan sus pasos desde que nace hasta que muere y le gobier-
nan con cetro de hierro. Lo que ellos hicieron es la fuente del derecho, la ley
no escrita, a la que se debe una ciega e indiscutida obediencia.17
17
Frazer, J. G. 1944. La rama dorada, p. 75.
18
Frazer, J. G. 1944. La rama dorada, p. 34.
19
Frazer, J. G. 1944. La rama dorada, p. 82.
20
Durkheim, É. 1982. Las formas elementales de la vida religiosa, pp. 47-48.
21
Godelier, M. 1980. Economía, fetichismo y religión en las sociedades primitivas, p. 372.
17
1. Magia, religión y poder
Las piedras tienen un sexo; son capaces de engendrar; el sol, la luna, las
estrellas, son hombres o mujeres que experimentan y expresan sentimientos
humanos, mientras que, por el contrario, se concibe a los hombres como
animales o plantas. Este estado de indistinción se encuentra en el fondo de
todas las mitologías. De ahí el carácter ambiguo de los seres que los mitos
ponen en escena; no se pueden clasificar en ningún género definido, pues
participan a la vez en los más opuestos géneros.24
22
Sujov, A. D. 1968. Las raíces de la religión, p. 120.
23
Durkheim, É. 1982. Las formas elementales de la vida religiosa, p. 188.
24
Durkheim, É. 1982. Las formas elementales de la vida religiosa, p. 220.
25
Durkheim, É. 1982. Las formas elementales de la vida religiosa, p. 339.
18
Francisco Covarrubias Villa
26
Frazer, J. G. 1944. La rama dorada, p. 144.
27
Godelier, M. 1980. Economía, fetichismo y religión en las sociedades primitivas, pp.
373-374.
28
Durkheim, É. 1982. Las formas elementales de la vida religiosa, pp. 349-350.
19
1. Magia, religión y poder
29
Malinowski, B. 1948. Magia, ciencia y religión, p. 80.
30
Frazer, J. G. 1944. La rama dorada, p. 33.
20
Francisco Covarrubias Villa
31
Godelier, M. 1980. Economía, fetichismo y religión en las sociedades primitivas, p. 351.
32
Panty Neyra, O. 2015. “El modo de producción comunal tributario en las sociedades
Inca y Azteca”, pp. 60-61.
33
Ruz Lhuillier, A. 1981. “El modo de producción tributario en el área Maya”, p. 41.
21
1. Magia, religión y poder
Aunque el brujo del huerto es también, por regla general, el jefe de las acti-
vidades prácticas, estas dos funciones permanecen separadas con todo rigor.
Toda ceremonia mágica tiene su propio nombre distintivo, su tiempo apro-
piado y su lugar en el esquema de la labor, y, queda completamente fuera
del curso ordinario de las actividades. Algunas de éstas son ceremonias a las
que asiste toda la comunidad, todas son públicas en el sentido de que se sabe
cuándo se llevan a término y de que cualquiera puede estar presente. Se cele-
bran en parcelas seleccionadas dentro de los huertos y, dentro de tal parcela,
en un rincón especial. El trabajo es tabú en tales ocasiones, a veces sólo por
el tiempo que dura la ceremonia, a veces por uno o dos días.35
22
Francisco Covarrubias Villa
[…] por una u otra razón, a causa de la fortaleza o debilidad de sus condi-
ciones naturales, pensaron que poseían estos poderes mágicos en el más alto
grado, fueron paulatinamente apartándose de sus compañeros y llegaron a
ser una clase separada destinada a ejercer la influencia de mayor alcance en
la evolución política, religiosa e intelectual del género humano.38
37
Donovan, F. 1989. Historia de la brujería, p. 37.
38
Frazer, J. G. 1944. La rama dorada, p. 137.
23
1. Magia, religión y poder
24
Francisco Covarrubias Villa
En las religiones primitivas, las funciones del sacerdote y las del hechi-
cero estaban normalmente combinadas. El hombre rogaba a los dioses o
espíritus mediante plegarias o sacrificios, mientras, al mismo tiempo, su
dirigente religioso ejecutaba ceremonias y entonaba encantamientos que
en sí mismos podían lograr el fin deseado. Los ritos religiosos y los mágicos
se ejecutaban simultáneamente.41
41
Donovan, F. 1989. Historia de la brujería, p. 37.
25
1. Magia, religión y poder
26
Francisco Covarrubias Villa
44
Sujov, A. D. 1968. Las raíces de la religión, p. 36.
45
Frazer, J. G. 1944. La rama dorada, pp. 84-85.
27
1. Magia, religión y poder
46
Thompson, J. E. S. 1982. Historia y religión de los mayas, p. 209.
28
Francisco Covarrubias Villa
Entre el mago y los individuos que le consultan, como entre estos indivi-
duos entre sí, no existen lazos duraderos que los convierten en miembros de
un mismo cuerpo moral, comparable al que forman los fieles de un mismo
dios, los que observan un mismo culto. El mago tiene una clientela, no una
Iglesia, y sus clientes pueden perfectamente no tener ninguna relación entre
sí, hasta el punto de ignorarse mutuamente; incluso las relaciones que tienen
con el mago son generalmente accidentales y pasajeras; son de todo punto
parecidas a las de un enfermo con su médico.47
29
1. Magia, religión y poder
49
Platón. 2007. “Menón o de la virtud”, pp. 306-307.
50
Aristóteles. 2003. Ética nicomáquea, p. 176.
51
Sujov, A. D. 1968. Las raíces de la religión, p. 141.
52
Thomas, N. D. 1974. Envidia, brujería y organización ceremonial, pp. 78-79.
53
Frazer, J. G. 1944. La rama dorada, p. 151.
30
2
La generación
de estratos sociales
en la entidad comunitaria
2. La generación de estratos sociales
en la entidad comunitaria
33
2. La generación de estratos sociales en la entidad comunitaria
34
Francisco Covarrubias Villa
35
2. La generación de estratos sociales en la entidad comunitaria
56
Campagno, M. 2017. “Notas sobre el modo de producción asiático/tributario y las
sociedades antiguas”, pp. 23-24.
36
Francisco Covarrubias Villa
57
Panty Neyra, O. 2015. “El modo de producción comunal tributario en las sociedades
Inca y Azteca”, p. 60.
37
2. La generación de estratos sociales en la entidad comunitaria
[…] este tránsito no fue unilineal, como tampoco ha sido directo el paso de un
modo de producción a otro, sino que transcurre un largo período de transición,
que puede abarcar varios siglos. Uno de esos momentos, lo constituyeron las
sociedades de transición nacidas de la crisis del modo de producción comu-
nal, como la cultura egipcia en la primera fase de los nomos (6.000 a 4.000
a.c.), la sumeria (4.000 a.c.), la indú (antes del año 2.000 a.c.), las primeras
comunidades romanas (antes del siglo VI a.c.), las tribus germánicas y esla-
vas antes de los primeros siglos de nuestra era. La mayoría de estas forma-
ciones sociales se transformó en sociedades de clases, unas bajo el modo de
producción asiático y otras basadas en el modo de producción esclavista.58
Vitale supone que las sociedades Inca y Azteca son las primeras en esta-
blecer el modo tributario de producción en América. Cree que lo que
hubo antes fueron formas transicionales preparatorias del modo tributario:
cacicazgos, jefes regionales que “en algunas culturas, como los mayas,
llegó a generar embriones de Estado”,59 pero no es así. Los mayas, los
toltecas y los olmecas vivían en el modo tributario de producción en
ciudades templo en las que se ejercía el dominio tributario de las comu-
nidades asentadas en un territorio reducido. Las ciudades frecuentemente
se enfrentaban, por lo que la ciudad en la que se ejercía la dominación
cambiaba frecuentemente. Prueba de ello es que, cuando los aztecas lle-
garon al valle de México tuvieron que solicitar permiso a los tepanecas
para asentarse y éstos se lo concedieron a cambio de pagar tributo. Lo
mismo sucedió con los incas:
38
Francisco Covarrubias Villa
60
Godelier, M. 1980. Economía, fetichismo y religión en las sociedades primitivas, p. 180.
61
López Austin, A. 1989. Hombre-Dios, p. 162.
62
Palerm, Á. 1972. “La base agrícola de la civilización urbana prehispánica en Mesoamé-
rica”, p. 90.
39
2. La generación de estratos sociales en la entidad comunitaria
40
Francisco Covarrubias Villa
tribus. En el caso de los aztecas, el Tlatoani era elegido por los jefes
guerreros de los calpulli; después, una vez fundada Tenochtitlan con
cuatro barrios integrados cada uno por calpulli independientes, fueron los
representantes de cada uno de los barrios los electores.
[…] no todos los pueblos aborígenes atravesaron por este período de transi-
ción. En el momento de la conquista hispano-lusitana la mayoría de nues-
tras culturas indígenas estaba en la fase agroalfarera, manteniendo el modo
de producción comunal; más aún, algunos pueblos seguían siendo recolec-
tores, cazadores y pescadores.68
41
2. La generación de estratos sociales en la entidad comunitaria
69
Vitale, L. 1983. “Génesis y desarrollo del modo de producción comunal-tributario de
las formaciones sociales Inca y Azteca”, p. 104.
70
Vitale, L. 1983. “Génesis y desarrollo del modo de producción comunal-tributario de
las formaciones sociales Inca y Azteca”, p. 108.
42
Francisco Covarrubias Villa
43
2. La generación de estratos sociales en la entidad comunitaria
73
Garelli, P. 1974. “El trabajo en los estados del Asia Occidental antigua”, p. 70.
74
Palerm, Á. 2008. Antropología y marxismo, pp. 108-109.
75
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 75.
76
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 47.
44
Francisco Covarrubias Villa
[…] los esclavos de collera podían escaparse y huir cuando iban a ser ven-
didos en el mercado, quedando libres si alcanzaban a traspasar sus puertas y
llegar a los aposentos del palacio real, o si pisaban en el exterior del mercado
un excremento humano.77
77
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, pp. 75-76.
45
3
El modo tributario
de producción
3. El modo tributario de producción
49
3. El modo tributario de producción
su modelo teórico puro, dado que pronto se percató que este modo de
producción no devino modo capitalista, sino que fue la forma germánica
la que construyó el feudalismo sobre las ruinas del imperio romano y la
que engendró el modo capitalista de producción. De acuerdo con señala-
mientos del propio Marx, de Engels, Wittfogel, Godelier, Reyes Valencia,
Chesneaux y otros, se trata de un modo de producción y no de una forma
transicional a un modo de producción distinto a ella, como sucedió con las
formas antigua y germánica. Dice Chesneaux
50
Francisco Covarrubias Villa
83
Godelier, M. 1977. Teoría marxista de las sociedades precapitalistas, pp. 115-116.
84
Godelier, M. 1977. Teoría marxista de las sociedades precapitalistas, p. 152.
51
3. El modo tributario de producción
De las dos formas de evolución del modo de producción asiático, una hacia
un sistema esclavista, la otra hacia ciertas formas de feudalismo, la primera,
contrariamente a las concepciones dogmáticas de numerosos autores, nos
parece cada vez más singular, más excepcional.87
85
Godelier, M. 1977. Teoría marxista de las sociedades precapitalistas, p. 149.
86
Godelier, M. 1969. “El modo de producción asiático y los esquemas marxistas de evo-
lución de las sociedades”, p. 40.
87
Godelier, M. 1969. “El modo de producción asiático y los esquemas marxistas de evo-
lución de las sociedades”, p. 54.
88
Godelier, M. 1969. “El modo de producción asiático y los esquemas marxistas de evo-
lución de las sociedades”, p. 51.
52
Francisco Covarrubias Villa
[…] no sólo el modo asiático coexiste con todos los demás, sino que tam-
poco se puede encontrar en la argumentación de las Formen, ni en parte
alguna, ninguna sugerencia de que el modo antiguo se haya desarrollado a
partir de él. Debemos, por lo tanto, entender que Marx se refiere no a una
sucesión cronológica y ni siquiera a la evolución de un sistema a partir de su
predecesor (aunque éste es obviamente el caso del capitalismo y el feudalis-
mo), sino a la evolución en un sentido más general.89
Esta hipótesis teórica, nos parece, permitiría comprender por qué se recurre
cada vez más, a la noción de “modo de producción asiático” para aclarar épocas
y sociedades de Europa antigua (realezas creta-micénicas o etruscas), de África
negra (reinos e imperios de Mali, de Ghana, realeza de Bamún), de América
precolombina (grandes civilizaciones agrarias centroamericanas o andinas).90
53
3. El modo tributario de producción
92
Godelier, M. 1969. “El modo de producción asiático y los esquemas marxistas de evo-
lución de las sociedades”, p. 47.
93
Godelier, M. 1977. Teoría marxista de las sociedades precapitalistas, p. 70.
54
Francisco Covarrubias Villa
obras como caminos, canales y represas, entre otras. “El excedente, del que
antes se apropiaba la comunidad local, va ahora en parte, en este cuadro, a
los representantes de la comunidad superior”.94 Refiriéndose a los aztecas,
Reyes Valencia señala:
Pero, ¿qué sociedades pueden ser interpretadas a partir del concepto de modo
de producción tributario? Al responder a esta pregunta debemos limitarnos
en primer lugar a las sugerencias planteadas por Marx y Engels, para quienes
Turquía, Persia, Egipto, China, India y los antiguos celtas en Gales, y después
las sociedades precolombinas de México y Perú, deberían constituir casos
privilegiados en la aplicación del concepto de MPT. En segundo lugar, la
94
Godelier, M. 1969. “El modo de producción asiático y los esquemas marxistas de evo-
lución de las sociedades”, p. 23-24.
95
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 229.
55
3. El modo tributario de producción
56
Francisco Covarrubias Villa
97
Marx, K. 1989. “Formas que preceden a la producción capitalista”, p. 87. N.d.E. Los
corchetes dobles son del original.
98
Godelier, M. 1969. “El modo de producción asiático y los esquemas marxistas de evo-
lución de las sociedades”, p. 32.
57
4
La entidad comunitaria
en la formación
económico-social tributaria
4. La entidad comunitaria en la formación
económico-social tributaria
61
4. La entidad comunitaria en la formación económico-social
62
Francisco Covarrubias Villa
Podemos poner por ejemplo, para mencionar sólo los casos más conocidos,
la edad heroica de la Grecia de finales del segundo milenio antes de J. C., la
de India, que acaeció un centenar de años más tarde, y la que vivieron los
pueblos germánicos en el período que va del siglo IV al VI de nuestra era.
En cada una de estas tres épocas se comprueba la aparición de estructuras
políticas y sociales análogas, de conceptos religiosos más o menos similares y
de formas de expresión parejas. No hay duda, por lo tanto, de que las edades
heroicas acabadas de mencionar son el producto de causas idénticas.101
101
Kramer, S. N. 1985. La historia empieza en Sumer, p. 151.
102
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 248.
63
4. La entidad comunitaria en la formación económico-social
Existen algunos parecidos sorprendentes entre las epopeyas de las tres edades
heroicas indoeuropeas que han podido llegar hasta nosotros, tanto en lo que
hace referencia al contenido como en la forma. En primer lugar, en todos los
poemas de este género se trata principalmente de individuos. Sus autores se
han propuesto cantar las hazañas de unos héroes y no de celebrar la gloria de de-
terminados reinos o colectividades. Además, si por una parte es probable que al-
gunas de las aventuras relatadas tengan realmente una base histórica, por otra
parte no es menos seguro que sus autores no vacilaban en utilizar temas pura-
mente imaginarios; exageraban, por ejemplo, las virtudes del héroe, narraban
sueños proféticos y hacían intervenir a los dioses en sus narraciones. Desde
el punto de vista del estilo, los poemas épicos en cuestión se caracterizaban
por un empleo abusivo de epítetos convencionales, de prolijas repeticiones,
de fórmulas repetitivas y de descripciones a menudo ociosas, sin contar los
discursos, a los que reservan gran espacio.104
103
Kramer, S. N. 1985. La historia empieza en Sumer, p. 151.
104
Kramer, S. N. 1985. La historia empieza en Sumer, p. 152.
105
Kramer, S. N. 1985. La historia empieza en Sumer, pp. 158-159.
64
Francisco Covarrubias Villa
65
4. La entidad comunitaria en la formación económico-social
66
Francisco Covarrubias Villa
67
4. La entidad comunitaria en la formación económico-social
108
Gómez Giraldo, L. 1993. “Nacimiento y destino del concepto de economía natural”,
pp. 155-156.
109
López Austin, A. 1989. Hombre-Dios, p. 65; Marx, K. 1980. “Los borradores de
Marx”, p. 53; Correas, Ó. 2008. “La propiedad y las comunidades indígenas en México”,
p. 13.
68
Francisco Covarrubias Villa
110
Marx, K. 1980. “Los borradores de Marx”, p. 35.
111
Panty Neyra, O. 2015. “El modo de producción comunal tributario en las sociedades
Inca y Azteca”, p. 58.
69
4. La entidad comunitaria en la formación económico-social
70
Francisco Covarrubias Villa
El modo tributario no disuelve las comunidades agrarias, sino que las man-
tiene y les impone un tributo. Se trata de un aparato de dominio construi-
do y colocado por encima de la sociedad. Dice Campagno:
Una de ellas, que no cambia la forma de las relaciones sociales, pero modi-
fica parcialmente su contenido, consiste en el desarrollo general del despo-
tismo oriental, forma de Estado que hemos podido distinguir en el Perú,
en México, en Rusia y, por supuesto, también en Asia, y que desarrolla la
116
Marx, K. 1980. “Los borradores de Marx”, p. 36.
117
Campagno, M. 2017. “Notas sobre el modo de producción asiático/tributario y las
sociedades antiguas”, p. 24. N.d.E. “Inka” en original.
71
4. La entidad comunitaria en la formación económico-social
explotación del hombre por el hombre sin romper la estructura de las anti-
guas comunidades y sin transformar la antigua relación del individuo con
su comunidad de origen.118
Después, Godelier afirma que el modo tributario “es una de las formas
de transición de las sociedades sin clases a las sociedades de clases”.120 Son
formas transicionales de la entidad comunitaria a la sociedad de clases la
antigua, la eslava y la germánica, mas no el modo tributario. Éste es un
modo de producción como lo son el esclavista, el feudal y el capitalista; no
es una forma transicional, si bien toda formación social cambia permanen-
temente. Dicho de otra manera, el modo capitalista de producción es un
modelo teórico puro del cual se deducen los otros modos de producción
(comunista, tributario, esclavista, feudal y capitalista). Las formas transi-
cionales enuncian los procesos de transición de un modo de producción
a otro, como es el caso del tránsito de la entidad comunitaria al modo
tributario, al esclavista o al feudal o del capitalista al comunista por medio
del socialismo.
En algunos casos el Estado tributario no realizó grandes obras ni for-
mó grandes ciudades en las que se asentó un enorme poder político, sino
que creó ciudades-estado cuyo poder tenía un alcance territorial reducido
118
Godelier, M. 1980. Economía, fetichismo y religión en las sociedades primitivas, p. 20.
119
Godelier, M. 1980. Economía, fetichismo y religión en las sociedades primitivas, pp.
49-50.
120
Godelier, M. 1980. Economía, fetichismo y religión en las sociedades primitivas, pp.
49-50.
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73
4. La entidad comunitaria en la formación económico-social
74
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4. La entidad comunitaria en la formación económico-social
76
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130
Sauneron, S. 1974. “El trabajo en el Egipto antiguo”, pp. 103-105.
77
5
El jefe de Estado
y la unidad
omnicomprensiva
5. El jefe de Estado
y la unidad omnicomprensiva
Como el Estado es la forma bajo la que los individuos de una clase do-
minante hacen valer sus intereses comunes y en la que se condensa toda
la sociedad civil de una época, se sigue de aquí que todas las instituciones
comunes tienen como mediador al Estado y adquieren a través de él una
forma política.131
81
5. El jefe de Estado y la unidad omnicomprensiva
82
Francisco Covarrubias Villa
Los primeros soberanos de Sumer, por muchos y grandes que hayan podi-
do ser sus éxitos como conquistadores, no eran, sin embargo, unos tiranos
completamente libres de sus actos, unos monarcas absolutos. Cuando se
trataba de los grandes intereses del Estado, especialmente en cuestiones de
guerra y de paz, consultaban con sus más notables conciudadanos, reunidos
en asambleas. El hecho de recurrir a esta clase de instituciones “democráti-
cas” desde el tercer milenio a. de J. C., constituye una nueva aportación de
Sumer a la civilización.134
[…] a semejanza de todas las que existían en todas partes de los continentes,
y sus descripciones no tuvieron motivo para ir más allá de este único hecho.
133
Godelier, M. 1977. Teoría marxista de las sociedades precapitalistas, pp. 150-151.
134
Kramer, S. N. 1985. La historia empieza en Sumer, p. 39.
135
Morgan, L. H. 1980. La sociedad primitiva, p. 249.
83
5. El jefe de Estado y la unidad omnicomprensiva
136
Morgan, L. H. 1980. La sociedad primitiva, pp. 233-234.
137
Cervera Delgado, C. 2009. Pueblos indígenas de Guanajuato en el siglo XVI, pp.
132-133.
138
Sauneron, S. 1974. “El trabajo en el Egipto antiguo”, p. 109.
139
Vitale, L. 1983. “Génesis y desarrollo del modo de producción comunal-tributario de
las formaciones sociales Inca y Azteca”, p. 112.
140
Wittfogel, K. A. 2002. “Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totali-
tario”, p. 117.
84
Francisco Covarrubias Villa
Por supuesto que las comunidades sometidas sí formaban parte del Estado,
dado que sus tributos sostenían el aparato gubernamental.
El jefe de Estado del régimen tributario es elegido por el grupo do-
minante, combinando herencia y desempeño público principalmente en el
campo de la guerra. Dice López Austin:
[…] el Tlatoani era electo por una asamblea en la que participaban los más
distinguidos representantes del Estado, en la que posiblemente el Cihua-
cóatl y los cuatro funcionarios Tlacatéccatl, Tlacochcálcatl, Ezhuahuácatl y
Tlillancalqui tuviesen facultades de hablar primero o más prolijamente. El
electo, aparte de todos sus méritos militares y sus aptitudes gubernamenta-
les, tenía que ser hijo –como lo menciona el Códice Florentino– o nieto de
Tlatoaque anteriores, pues aunque el padre de Axayácatl, Tizócic y Ahuízotl
no fue Tlatoani, era hijo de Itzcóatl.142
141
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 82.
142
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, pp. 92-93.
143
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 149.
85
5. El jefe de Estado y la unidad omnicomprensiva
Sin embargo, basándose en planteamientos del propio López Austin, los azte-
cas formaron el Estado una vez que derrotaron a los tepanecas y se liberaron
de ellos. Antes, durante la migración, cada gens (calpulli) tenía sus propios je-
fes y fue al penetrar al valle de México que vivieron la necesidad de organizar-
se con un mando supremo, pero fracasaron y restablecieron la organización
original.144 Una vez asentados, los descendientes de los antiguos jefes (pipilt-
zin) incrementan su presencia en la toma de decisiones de las gens hasta que
Hasta este momento, en la sociedad Azteca no existe una clase social que
explote a otra y mucho menos un aparato de gobierno con carácter esta-
tal. Los tepanecas y los texcocanos sí poseen estructuras estatales y tienen
sometidos a varios pueblos a tributo, en tanto que los aztecas son una
comunidad tributaria de los tepanecas. Con el triunfo de la Triple Alian-
za, los pipiltzin sometieron a tributo a su propio pueblo y a varias de las
comunidades tributarias de Azcapotzalco; después, fueron conquistando y
sometiendo a otros pueblos cada vez más lejanos de Tenochtitlan.
Cada uno de los estados integrantes de la Triple Alianza contaba con
gobierno propio; el acuerdo de la confederación consistió en mantener
una alianza perpetua para acciones militares dirigidas por los mexicanos,
reparto de tributos y ayuda mutua en caso de desastres. Los tres estados
son la forma política de la formación social tributaria con su modo de
producción dominante.
El Estado tributario se caracteriza por un gigantesco aparato admi-
nistrativo integrado por la aristocracia religioso-militar, que abarca todos
los ámbitos de la vida social. Mayas, egipcios, tepanecas, aztecas, incas,
sumerios, texcocanos, entre otros, cuentan con ese enorme aparato ad-
ministrativo que a la vez constituye una clase social. En todos los casos,
144
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 24.
145
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 33.
86
Francisco Covarrubias Villa
[…] aparte de realizar hechos gloriosos, ser de la clase de los pipiltin –los
achcacauhtin–, o hacer cierto número de cautivos –cinco o seis para llegar
a otómil–, o realizar una hazaña determinada –para llegar a ilacatziuhqui,
volver a atacar al enemigo en caso de que el ejército mexicano se viese obli-
gado a huir, animándolo a regresar–, o realizar un número determinado de
hazañas, sin que se especificara cuáles –veinte hechos gloriosos para llegar
a cuáchic–...148
87
5. El jefe de Estado y la unidad omnicomprensiva
152
Cervera Delgado, C. 2009. Pueblos indígenas de Guanajuato en el siglo XVI, p. 131.
153
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 51; vid., Wit-
tfogel, K. A. 2002. “Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totalitario”, p.
135.
154
Wittfogel, K. A. 2002. “Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totali-
tario”, p. 148.
155
Wittfogel, K. A. 2002. “Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totali-
tario”, p. 151.
88
Francisco Covarrubias Villa
156
Wittfogel, K. A. 2002. “Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totali-
tario”, p. 151.
157
Godelier, M. 1977. Teoría marxista de las sociedades precapitalistas, pp. 66-67.
89
5. El jefe de Estado y la unidad omnicomprensiva
Las otras sociedades políticas a las que transitó la entidad comunitaria, es-
clavismo y feudalismo, establecieron relaciones sociales dominantes en los
territorios en los que fueron implantados estos modos clasistas de produc-
ción; el tributario mantuvo incólume la entidad comunitaria, pero la so-
metió a tributo administrado por una clase social gestada en la democracia
militar. Mientras que en la forma antigua la entidad comunitaria va transi-
tando a la sociedad de clases, en el modo tributario se reproducen las con-
diciones de existencia de las comunidades y la unidad omnicomprensiva.
158
Godelier, M. 1969. “El modo de producción asiático y los esquemas marxistas de
evolución de las sociedades”, p. 23.
159
Godelier, M. 1977. Teoría marxista de las sociedades precapitalistas, p. 149.
90
Francisco Covarrubias Villa
160
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 16.
161
Ruz Lhuillier, A. 1981. “El modo de producción tributario en el área Maya”, p. 41.
162
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 76.
163
Wittfogel, K. A. 2002. “Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totali-
tario”, p. 117.
164
Wittfogel, K. A. 2002. “Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totali-
tario”, p. 140.
91
5. El jefe de Estado y la unidad omnicomprensiva
92
Francisco Covarrubias Villa
En las formaciones sociales inca y azteca el Estado nació de una manera dis-
tinta al de la sociedad griega. Ya Marx y Engels habían esbozado dos formas
de generación del Estado: una, la europea, especialmente la griega, en que el
Estado surgió para amortiguar y regular las contradicciones de las fracciones
de la clase dominante, que era propietaria de la tierra, de esclavos y otros
medios de producción y circulación de mercancías; y otra, la “asiática”, en
que la clase dominante se confundía con el Estado, a través del cual ejercía
la dominación y la explotación, ya que no era poseedora de la tierra ni de los
medios de producción.170
169
Palerm, Á. 2008. Antropología y marxismo, p. 109.
170
Vitale, L. 1983. “Génesis y desarrollo del modo de producción comunal-tributario de
las formaciones sociales Inca y Azteca”, p. 110.
93
6
El aparato de gobierno
6. El apartado de gobierno
171
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, pp. 112-114.
172
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 42.
173
Wittfogel, K. A. 2002. “Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totali-
tario”, pp. 127-130.
174
Wittfogel, K. A. 2002. “Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totali-
tario”, pp. 124-125.
97
6. El aparato de gobierno
175
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 68.
176
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 48.
177
Wolf, E. R. 2008. “Presentación”, p. 32.
178
Palerm, Á. 2008. Antropología y marxismo, p. 109.
98
Francisco Covarrubias Villa
Las condiciones bajo las cuales las confederaciones nacen a la vida, y los
principios en que se basan, son notablemente sencillos. Surgen natural-
mente, con el tiempo, de elementos preexistentes. Allá donde una tribu
se había segmentado en varias, y estas subdivisiones ocupaban territorios
independientes pero contiguos, la confederación los reintegraba en una or-
ganización más elevada, a base de las gentes que en común poseían, y de
los dialectos afines a su habla. Los elementos materiales de la confederación
estaban en el sentimiento de parentesco encarnado en la gens, en el linaje
común de las gentes y en sus dialectos mutuamente inteligibles.
179
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 38.
180
Morgan, L. H. 1980. La sociedad primitiva, p. 179.
181
Morgan, L. H. 1980. La sociedad primitiva, p. 129.
99
6. El aparato de gobierno
100
Francisco Covarrubias Villa
184
Godelier, M. 1969. “El modo de producción asiático y los esquemas marxistas de
evolución de las sociedades”, pp. 35-36.
185
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 273.
101
6. El aparato de gobierno
Una, que no cambia la forma de las relaciones sociales, pero que modifica
parcialmente su contenido y el desarrollo general del despotismo oriental:
forma de Estado que se encuentra en Perú, Méjico, Rusia, lo mismo que en
Asia, y que promueve la explotación del hombre por el hombre, sin destruir
la estructura de las antiguas comunidades y sin transformar la antigua rela-
ción del individuo con su comunidad de origen.186
186
Godelier, M. 1977. Teoría marxista de las sociedades precapitalistas, pp. 116-117.
102
Francisco Covarrubias Villa
zan con las instituciones bajo las que viven. Cuando predomina el espíritu
militar, como entre los aztecas, surge naturalmente una democracia militar
bajo instituciones gentilicias. Tal gobierno no suplanta al espíritu libre del
pueblo ni debilita los principios de la democracia, sino que actúa con ellos
en armoniosa concordancia.187
La confederación azteca reunía tres tribus, los aztecas o mejicanos, los tez-
cucanos y los tlacopanos, lo que da los dos miembros superiores de la serie
orgánica social. [...] Los aztecas eran una de las siete tribus afines que habían
emigrado desde el norte, y se habían asentado en el valle de Méjico y sus cer-
canías, y que en la época de la conquista española eran de las tribus históricas
187
Morgan, L. H. 1980. La sociedad primitiva, p. 255.
188
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 119.
189
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 29.
103
6. El aparato de gobierno
104
Francisco Covarrubias Villa
191
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 280.
192
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, pp. 90-91.
193
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 134.
194
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 145-146.
105
6. El aparato de gobierno
106
Francisco Covarrubias Villa
195
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 120.
196
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 326.
197
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 293.
107
6. El aparato de gobierno
Los encargados de los calpullis tenían un control exacto sobre las tierras
pertenecientes al barrio y de cada uno de sus miembros, así como de su
calidad. Con seguridad, el Estado conocía el número de tributarios con que
contaba en cada momento. Conviene insistir una vez más en que el pago de
198
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, pp. 167-168.
199
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 165.
200
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 342.
108
Francisco Covarrubias Villa
[...] los delitos más severamente castigados eran los que se cometían contra
la “seguridad de la patria”: traición, espionaje, rebeldía, abandono de obliga-
ciones militares (insubordinación, indisciplina, abandono de puesto y robo
de prisioneros), asesinato de embajadores o correos del rey y protección a
enemigos. Esos delitos se castigaban con pena de muerte. Otras infracciones
sancionadas con la pena de muerte eran: cambiar los límites de las parcelas,
alterar los precios y medidas en el mercado, robar en el mercado, homicidio,
incesto, adulterio, mentira, chisme, ingresar sin permiso a los colegios de
mujeres, atentar contra la castidad de los hombres, despilfarrar la hacienda
heredada y embriagarse siendo joven (la ley no prohibía la embriaguez en
ocasión de bodas o fiestas y a los viejos mayores de cincuenta años).203
201
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 286.
202
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 128.
203
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 302.
109
6. El aparato de gobierno
110
Francisco Covarrubias Villa
204
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 222.
111
6. El aparato de gobierno
Dice Sauneron que los egipcios no han sido belicosos y que estuvieron consa-
grados al trabajo agrícola. Sin embargo, su aparato burocrático adquirió grandes
dimensiones. En el Egipto tributario la economía está centrada en la agricultura
al igual que en el valle de México. La vida de las comunidades agrarias egipcias
gira en torno a la crecida del río Nilo y el volumen de sus aguas. Las comuni-
dades agrarias egipcias habitaban pequeñas aldeas esparcidas por la ribera del
Nilo, cada una ubicada cerca de los terrenos de cultivo. Existen pocas ciudades
112
Francisco Covarrubias Villa
208
Godelier, M. 1969. “El modo de producción asiático y los esquemas marxistas de
evolución de las sociedades”, p. 22.
113
7
El aparato de hegemonía
7. El apartado de hegemonía
117
7. El aparato de hegemonía
religión no “es el sollozo de la criatura oprimida” pero sí “el opio del pue-
blo”, de las clases dominadas en la sociedad política; no es producto del
miedo y del temor del hombre a la naturaleza, sino del reconocimiento
del fracaso de la magia para influir en los fenómenos naturales. En vez de
intentar domeñar las fuerzas sobrenaturales contenidas en los objetos, se
reconoce la existencia de seres poderosos a los que es necesario suplicar
para que favorezcan un comportamiento favorable a la comunidad de
esas fuerzas.
Malinowski y Durkheim se manifiestan en contra de los planteamien-
tos de Marx y Engels respecto a la religión. Durkheim presenta una re-
flexión altamente relevante. Dice:
118
Francisco Covarrubias Villa
Las fuerzas religiosas son, pues, fuerzas humanas, fuerzas morales. Sin duda,
a causa de que los sentimientos colectivos no son capaces de adquirir con-
ciencia de sí mismos más que fijándose sobre objetos exteriores, las fuerzas
religiosas no han podido constituirse sin tomar de las cosas algunas de sus
características: de este modo, han adquirido una especie de naturaleza física;
en base a esto, han acabado por mezclarse con la vida del mundo material y se
ha creído poder explicar lo que en éste ocurre por intermedio de aquéllas.214
213
Durkheim, É. 1982. Las formas elementales de la vida religiosa, p. 42.
214
Durkheim, É. 1982. Las formas elementales de la vida religiosa, pp. 390-391.
119
7. El aparato de hegemonía
215
López Austin, A. 1989. Hombre-Dios, p. 51.
216
Thomas, N. D. 1974. Envidia, brujería y organización ceremonial, p. 114.
217
Durkheim, É. 1982. Las formas elementales de la vida religiosa, p. 210.
120
Francisco Covarrubias Villa
[…] los personajes que sacaron de Aztlan y Chicomóztoc a los mexicas son
los que aparecen siglos después, en la fundación: así queda dibujado en uno
de los códices que contiene en una sola lámina todo el itinerario y así se de-
duce de la pregunta que hace un anciano a los magos mexicas que van por
orden de Motecuhzoma Ilhuicamina y Tlacaélel al mundo mítico de Coate-
pec: ¿Qué ha pasado con aquellos conductores de pueblos que salieron del
monte de la serpiente al inicio de la migración? Sus nombres son iguales a los
que, congregados, iniciaron siglos después la vida de Mexico-Tenochtitlan.218
Esto implica que los aztecas antes de su salida de Aztlan, tenían religión,
dios tutelar que nació en la comunidad y un dirigente social con el que dios
se comunica. Y no sólo eso. Dice López Austin:
121
7. El aparato de hegemonía
con la llegada de los aztecas al valle de México: son sometidos a tributo por
los tepanecas; después, forman la Triple Alianza con Tlacopan y Texcoco
someten a los tepanecas y a todas las comunidades dominadas por éstos al
mismo modo tributario de producción.
Dios es creado a imagen y semejanza de su creador, el hombre, de ahí
que los hombres sobresalientes fuesen elevados a divinidad en momentos
históricos de gestación de la religión en el seno de la magia. La deificación
de dirigentes políticos se dio en las formaciones sociales que transitaron al
modo tributario de producción. Es el caso de los aztecas, los incas, los egip-
cios y los sumerios.
La construcción del mundo a imagen y semejanza del hombre incluye
a la magia y a la religión. La religión no crea al hombre sino el hombre a la
religión.220 Dice Malinowsky:
122
Francisco Covarrubias Villa
[…] se considera que los actos religiosos han sido fundados por los dioses,
héroes civilizados o antepasados míticos [...] entre los “primitivos” no sólo los
rituales tienen su modelo mítico, sino que cualquier acción humana adquiere
su eficacia en la medida en que repite exactamente una acción llevada a cabo
en el comienzo de los tiempos por un dios, un héroe o un antepasado...226
224
Sujov, A. D. 1968. Las raíces de la religión, p. 40.
225
López Austin, A. 1989. Hombre-Dios, p. 127.
226
Eliade, M. 2001. El mito del eterno retorno: arquetipos y repetición, pp. 18-19.
123
7. El aparato de hegemonía
Eliade se equivoca al atribuir una función ritual a la guerra. Todas las accio-
nes humanas tienen fundamento en las condiciones materiales de existen-
cia, aunque se representen de manera mágico-religiosa, artística o teórica.
El problema es la interpretación pues, en ocasiones la explicación no se
busca en esas condiciones materiales, sino en alguna de sus mediaciones
subjetivas, por ejemplo, explicar la religión como lucha contra la magia,
como relación con la subjetividad o como ritual y creencia. Dice Eliade:
Luchas, conflictos, guerras, tienen la mayor parte de las veces una causa y
una función rituales. Es una oposición estimulante entre las dos mitades del
clan, o una lucha entre los representantes de dos divinidades (por ejemplo,
en Egipto, el combate entre dos grupos que representaban a Osiris y a Seth),
pero siempre conmemora un episodio del drama cósmico y divino. En nin-
gún caso pueden explicarse la guerra o el duelo por motivos racionalistas.227
124
Francisco Covarrubias Villa
125
7. El aparato de hegemonía
231
Kramer, S. N. 1985. La historia empieza en Sumer, p. 65.
232
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, pp. 79-80.
126
Francisco Covarrubias Villa
Los aztecas creían que los bosques eran lugares inadecuados para la vida
humana, porque además de ser fríos y con fuertes vientos se podía ser víc-
tima de las fieras y los malhechores. A pesar del miedo que provocaban los
bosques, los mexicas tenían mucho cuidado en su preservación porque de
ellos se abastecían de madera para la construcción de obras hidráulicas, edi-
ficios, canoas, tambores, cervatanas, papel, jícaras, vasos y sillas, y además se
surtían de leña, carbón, incienso (copal) y resina.237
127
7. El aparato de hegemonía
cosa que puede comprobarse en varios terrenos. Sabemos, por ejemplo, que
las excavaciones nos han permitido descubrir gran cantidad de tabletas con
listas de formas gramaticales. Pero si, de hecho, semejantes catálogos deno-
tan la existencia de un conocimiento profundo de las clasificaciones de la
gramática, no se han encontrado en ninguna parte ni las menores trazas de
una sola definición, de una sola regla gramatical. De igual modo, entre los
numerosos documentos matemáticos salidos a la luz del día, como son las
tablas, los problemas y las soluciones a estos problemas, jamás se ha encon-
trado el enunciado de una ley general, de un axioma o de un teorema.238
238
Kramer, S. N. 1985. La historia empieza en Sumer, p. 42.
128
Francisco Covarrubias Villa
pues, considerar la existencia de toda una jerarquía entre los dioses, compa-
rable a la existencia entre los hombres. Y, por analogía con la organización
política de estos últimos, era natural admitir que en lo alto del panteón se
encontrase un dios supremo, reconocido por todos los demás como su rey
y soberano.239
Igual que los hombres, los dioses hacían sus proyectos y los realizaban; co-
mían y bebían, se casaban y criaban a una familia; mantenían un numeroso
servicio doméstico y se hallaban sujetos a todas las pasiones y debilidades
humanas. Es muy cierto que, en general, preferían la verdad y la justicia a la
mentira y la opresión, pero los móviles de sus acciones no siempre quedan
claros; al menos, a nosotros no nos resulta fácil elucidarlos.242
239
Kramer, S. N. 1985. La historia empieza en Sumer, p. 70.
240
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 306.
241
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 307.
242
Kramer, S. N. 1985. La historia empieza en Sumer, p. 71.
129
7. El aparato de hegemonía
243
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 310.
244
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 311.
245
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 312.
246
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 204.
130
Francisco Covarrubias Villa
131
7. El aparato de hegemonía
Teóricamente sustitutos del rey, los pontífices de los grandes cultos están,
en la práctica, al frente de inmensos dominios concedidos a los templos, y
su poder material, en algunas épocas, podrá competir ampliamente con el
de los reyes. Institución paralela al Estado, el dominio sacerdotal posee su
propia administración, y todo el mecanismo intermedio necesario para la
explotación de las tierras de que dispone; no hay que estudiarlo en detalle,
puesto que encontraremos, en sus diferentes niveles, las mismas formas de
actividad de que hablaremos acerca del Estado: en la base, la explotación
de las tierras y la cría del ganado; encima de ello, una administración que
asegure el cobro de los impuestos y de los ingresos en especie; almacenes y
graneros, y a veces astilleros; finalmente, talleres, de donde salen objetos de
arte comparables a los que producen los talleres reales.251
Dice Sujov que en Egipto “los sacerdotes eran dueños de 1/5 a 1/3 de
toda la superficie del país”252 y Thompson señala que, entre los mayas, el
sumo sacerdote educaba a sus futuros subalternos y que entre ellos había
una especialización: unos que presidían los sacrificios humanos, otros que
destacaban en la profecía, pero todos formando parte de un complejo
aparato eclesiástico.253
La religión nace asociada a las clases sociales y una vez que la socie-
dad adquiere forma política se institucionaliza como Iglesia. Mientras que
la magia es consubstancial a todo lo existente y poseída y practicada por
cualquier humano, el poder de la religión es reservado a los miembros de
250
López Austin, A. 1989. Hombre-Dios, p. 59; López Austin, A. 1961. La constitución
real de México-Tenochtitlan, p. 52.
251
Sauneron, S. 1974. “El trabajo en el Egipto antiguo”, p. 112.
252
Sujov, A. D. 1968. Las raíces de la religión, p. 53.
253
Thompson, J. E. S. 1982. Historia y religión de los mayas, pp. 211-213.
132
Francisco Covarrubias Villa
la Iglesia que a su vez forman parte del aparato político del Estado. La aso-
ciación de la religión a la clase dominante la convierte en instrumento de
dominación; “los dioses, que al principio personificaban las fuerzas de la
naturaleza, se convierten en protectores del poder estatal”.254 El Tlatoani y
el Inca son concebidos como generadores de las condiciones de existencia,
de la fertilidad de los campos y de las mujeres, por lo que debían retribuir
por los favores concedidos.
Toda la educación en el régimen tributario mexica estaba orientada a
formar miembros del Estado. La escuela mantenía el culto a Huitzilopo-
chtli y contaba con un aparato diferenciado: el telpochcalli, escuela de cal-
pulli al que asistían todos sus miembros masculinos y que estaba orientada
a la preparación militar; el Calmecac, escuela de los nobles; el tlamacazcalli,
escuela de sacerdotes; escuela para mujeres; el Tlillancalmécac, escuela para
gobernantes; Cuicacalco y Mecatlan, escuelas de música y danza.
254
Sujov, A. D. 1968. Las raíces de la religión, p. 52.
133
8
La ciudad
8. La ciudad
137
8. La ciudad
“atalaya” de las ciudades sumerias, el ziggurat, torre piramidal con pisos, que
unía el mundo divino al de los hombres. Una administración civil y religiosa,
cada vez más compleja, pulula por el barrio oficial de cada ciudad y responde
a una organización y a una especialización cada vez más detalladas de la vida
pública y de la privada. Alrededor del Palacio y del Templo, que también
sirven de universidad y de cuartel, se agrupan las casas de los ciudadanos, las
tiendas de los obreros, los almacenes, los depósitos, los graneros.255
Dice Kramer:
138
Francisco Covarrubias Villa
La aldea originalmente formada por los tenochcas sí fue integrada con base
en criterios parentales.
139
8. La ciudad
Los campesinos strictu sensu no integran una sociedad campesina, sino que
en cada modo de producción integran una clase social específica (con excep-
ción del auténtico régimen tribal, que es una sociedad sin clases). El carácter
de esta clase varía al cambiar el régimen económico.261
Si el campesinado fuese una clase social en sí, tendría como clase antagó-
nica al citadino, y en la ciudad habitan sujetos que pertenecen a diferentes
clases sociales, por ejemplo, en la ciudad de los regímenes tributario y
esclavista hay nobles, comerciantes, artesanos y esclavos. Sin embargo,
para Marco Antonio Reyes Valencia los campesinos son una clase en la
sociedad mexica al lado de burócratas y comerciantes, a pesar de que los
“campesinos” a los que él se refiere son miembros de entidades comunita-
rias y que en éstas no existen clases sociales, ni división social del trabajo.
Los miembros de los calpulli son denominados macehuales; dicho de otra
manera, los calpulli son comunidades agrarias y no comunas agrícolas;
en su interior no existen clases sociales y la división del trabajo está
basada en el sexo y la edad. Todos los macehuales realizaban múltiples ac-
tividades sin especialización laboral, por lo que la denominación expresa
la pertenencia a alguna de las entidades comunitarias y no a la ocupación
o al lugar de residencia.
260
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 349.
261
Calva, J. L. 1988. Los campesinos y su devenir en las economías de mercado, p. 233.
140
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8. La ciudad
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Francisco Covarrubias Villa
nuevos matrimonios se les asigna una parcela del tamaño que puedan cul-
tivarla y obtener de ella los satisfactores y el tributo requeridos; se trata de
parcelas desocupadas procurando que se le localicen en el mismo barrio al
que pertenece el recién casado. Los macehuales, miembros de los calpulli,
realizaban actividades agrícolas, pesca, caza, recolección y artesanía y se be-
neficiaba de las obras públicas, de protección en caso de guerra, educación
gratuita y culto religioso.
La demanda de parcelas familiares se mantiene equilibrada por la
muerte de macehuales en la guerra, la construcción de chinampas y la ocu-
pación de territorios de comunidades arrasadas por la guerra. En el régimen
tributario la guerra tiene una función preponderante. El linaje es adquirido
por hazañas guerreras o por el desempeño exitoso de funciones públicas;
el poder estatal se adquiere y conserva por medio de la guerra contra otras
comunidades; las comunidades sometidas aportan soldados al ejército co-
mandado por la nobleza gobernante; el estado de guerra permanente gene-
raba bajas que mantenía a la población en equilibrio con la tierra disponible
para la agricultura y la satisfacción de los servicios públicos. Refiriéndose a
los aztecas, dice Reyes Valencia:
Esas luchas exigían grandes sacrificios pues no solo se perdían los caídos
en combate, sino que además los prisioneros nunca regresaban ya que eran
sacrificados por los enemigos. En las contiendas militares no participaban
soldados profesionales sino la mayoría de los hombres aptos para la guerra.
En primer lugar, tomaban parte los jóvenes, es decir los hombres que
aún no poseían tierras ni tenían herederos. Las guerras de conquista y
las llamadas “guerras floridas” fueron uno de los principales mecanismos
que impidieron la carencia de tierra.268
143
8. La ciudad
269
Sujov, A. D. 1968. Las raíces de la religión, p. 51.
270
Sauneron, S. 1974. “El trabajo en el Egipto antiguo”, pp. 98-99.
271
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 143.
144
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272
Garelli, P. 1974. “El trabajo en los estados del Asia Occidental antigua”, pp. 13-14.
273
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 141.
274
Vitale, L. 1983. “Génesis y desarrollo del modo de producción comunal-tributario de
las formaciones sociales Inca y Azteca”, p. 109.
275
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 135.
145
8. La ciudad
276
Vitale, L. 1983. “Génesis y desarrollo del modo de producción comunal-tributario de
las formaciones sociales Inca y Azteca”, p. 93.
277
Palerm, Á. y E. Wolf. 1972. “Agricultura de riego en el viejo señorío del Acolhuacan”,
p. 141.
278
Palerm, Á. 1972. “Distribución geográfica de los regadíos prehispánicos en el área
central de Mesoamérica”, p. 64.
146
Francisco Covarrubias Villa
El igual que en las zonas agrícolas del Nilo, en las zonas de cultivo
del valle de México se construyeron diques, canales, acueductos y calzadas.
En el valle de México se controlaban las inundaciones y el riego y lavaban
el suelo salitroso con agua dulce. Los sistemas de retención y desagüe se
construyeron por todo el valle e integraron a todas las comunidades asen-
tadas en la zona. Sólo un gobierno central podría desarrollar y mantener
obras de estas dimensiones que no podían dejar fuera a ninguna comuni-
dad asentada en la región. La agricultura era acompañada por la pesca, la
caza y la recolección de vegetales, en tanto se forman nuevas ciudades y
en todas ellas florecen las artesanías y el comercio.279
Es en la transición de la entidad comunitaria al modo tributario o al
esclavista que se genera la más importante división del trabajo. Dice Marx:
279
Palerm, Á. y E. Wolf. 1972. “Sistemas agrícolas y desarrollo del área clave del imperio
texcocano”, p. 121.
280
Marx, K. y F. Engels. 1974. La ideología alemana, p. 55.
281
Cervera Delgado, C. 2009. Pueblos indígenas de Guanajuato en el siglo XVI, p. 134.
282
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 56.
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8. La ciudad
Tanto las comunidades que devinieron modo esclavista como las que
devinieron modo tributario de producción fundaron ciudades. La ciudad ge-
nera clases sociales y la clase social dominante organiza políticamente la socie-
dad para mantener su dominio. En el caso del régimen tributario, el lugar en
el que se asienta la aristocracia religioso-militar crece y se convierte en ciudad
y desde ahí domina a su propia comunidad y a otras comunidades cercanas.
La construcción del templo del dios principal activa la vida económica y so-
cial en torno suyo y son sus sacerdotes-jefes guerreros quienes se erigen en cla-
se dominante, no como propietarios de los medios de producción sino como
miembros del aparato de gobierno. La ciudad templo es la primera forma
asumida por el Estado tributario que reduce su dominio a las comunidades
más inmediatas, cuando las condiciones regionales así lo determinan, es decir,
cuando se está rodeado de otras ciudades templo o de un vasto territorio sin
poblar. La ciudad es considerada la morada del dios protector.283 Las ciudades
sumerias constituyeron casos típicos de ciudades templo.284
La ciudad imperio es el asentamiento de la aristocracia religioso-militar
que ha sometido a comunidades vecinas ubicadas en un amplio territorio en
el cual pueden existir aldeas y ciudades. Refiriéndose a Mesoamérica, Palerm
afirma que apareció el militarismo cuando, fundadas las ciudades, se enfren-
taron entre ellas por la posesión de las mejores tierras y el aprovechamiento
de corrientes de agua para irrigación.285 Fue al revés. Los núcleos urbanos sur-
gen de la emergencia de una clase religioso-militar que domina una región.
El militarismo entendido como la formación y el mantenimiento de un
ejército profesional, sólo es posible en una sociedad que genere grandes
excedentes de producción para sostenerlo, y esto fue posible sometiendo co-
munidades a tributo. Pero no basta con aumentar el número de tributarios; es
necesario aumentar la productividad de las comunidades sometidas para po-
der incrementar el volumen del tributo; he ahí la causa de realización de gran-
des obras hidráulicas. Entre más grande es el volumen del tributo mayor es
el número de miembros del ejército y de la burocracia que se puede sostener.
283
López Austin, A. 1989. Hombre-Dios, p. 80.
284
Garelli, P. 1974. “El trabajo en los estados del Asia Occidental antigua”, p. 10.
Palerm, Á. 1972. “Aspectos agrícolas del desarrollo de la civilización prehispánica en
285
Mesoamérica”, p. 10.
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286
Garelli, P. 1974. “El trabajo en los estados del Asia Occidental antigua”, p. 42.
149
8. La ciudad
287
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, pp. 146-147;
Thompson, J. E. S. 1982. Historia y religión de los mayas, p. 370.
288
Sauneron, S. 1974. “El trabajo en el Egipto antiguo”, p. 107.
289
Sauneron, S. 1974. “El trabajo en el Egipto antiguo”, p. 90.
290
Sauneron, S. 1974. “El trabajo en el Egipto antiguo”, pp. 106-107.
291
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, pp. 69-70.
292
Wittfogel, K. A. 2002. “Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totali-
tario”, pp. 127-128.
150
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293
Wittfogel, K. A. 2002. “Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totali-
tario”, pp. 135-136.
294
Godelier, M. 1969. “El modo de producción asiático y los esquemas marxistas de
evolución de las sociedades”, p. 24.
151
8. La ciudad
Eran los tributos en especie que las comunidades pagaban los que se con-
vertían en mercancía, al ser depositados por el Estado en manos de los co-
merciantes. El Estado controlaba los precios, ordenaba el mercado y daba
seguridad a los comerciantes en caminos y mercados; el ataque y el robo a
comerciantes por las rutas comerciales implicaba la guerra296 y la domina-
ción de las comunidades agresoras. Sin embargo, el comercio fue limitado
a la conversión a mercancías de los tributos en especie que excedían la sa-
tisfacción de las necesidades de los miembros del aparato gubernamental y
el dinero circuló exclusivamente entre comerciantes y gobierno.
Los comerciantes profesionales pagaban tributo en especie y hacían
fiestas y daban regalos al jefe del Estado. En los mercados locales y en los
tianguis se pagaba el tributo a recaudadores. El comercio se daba casi en
exclusividad con comunidades y el intercambio era de productos y no de
productos por dinero y de dinero por productos; la moneda tuvo poca
participación en la circulación de mercancías. Para cubrir la necesidad de
moneda, algunos artículos de alto valor cumplieron esa función.
La formación de ciudades en los sitios de residencia de la nobleza go-
bernante y la diversidad de funciones desarrolladas por ésta, hicieron posible
la separación de las comunidades agrarias, de un alto número de individuos
destinados a la manufactura de los artículos requeridos, naciendo así la arte-
sanía como primera modalidad de especialización laboral. Los miembros de
las comunidades agrarias diseñan y construyen los artículos que requieren
para realizar sus actividades cotidianas (agricultura, pastoreo, pesca, caza,
295
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, pp. 235-236.
296
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, pp. 288-289.
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Francisco Covarrubias Villa
Los objetos pagados como tributo por los artesanos y los pagados por las co-
munidades iban a las manos de la burocracia gubernamental; los excedentes
eran entregados a los comerciantes para su venta. Se trata principalmente
de objetos suntuarios orientados a mostrar el poder de los miembros de la
nobleza, de ahí que los artesanos fueran protegidos por ella y gozaran de
algunos privilegios como vivir en barrios propios, adorar sus propios dioses,
no trabajar la tierra, entre otros.
La zona de dominio de cada Estado tributario marca la zona de circu-
lación de mercancías de sus comerciantes, por el estrecho vínculo existente
entre éstos y la nobleza gobernante. La incorporación de comunidades do-
minadas significaba, para los comerciantes, la ampliación de sus mercados
297
Reyes Valencia, M. A. 2021. La formación social tributaria de los Aztecas, p. 126.
153
8. La ciudad
298
Kramer, S. N. 1985. La historia empieza en Sumer, p. 47.
154
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155
8. La ciudad
301
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, pp. 71-72.
302
Sauneron, S. 1974. “El trabajo en el Egipto antiguo”, p. 121.
303
Garelli, P. 1974. “El trabajo en los estados del Asia Occidental antigua”, p. 33.
304
Garelli, P. 1974. “El trabajo en los estados del Asia Occidental antigua”, p. 34.
305
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 71.
306
Sauneron, S. 1974. “El trabajo en el Egipto antiguo”, p. 119.
156
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307
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, pp. 126-127.
308
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 152.
309
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, pp. 127-128.
310
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 124.
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8. La ciudad
Los calpixqui contaban con auxiliares, los tetecuhtin, uno por cada calpulli
y los tianquizpan tlayacanque o directores del mercado. Los tetecuhtin re-
gistraban a los pobladores del calpulli. Algunos pueblos estaban sometidos
a un Estado en particular y otros a la Triple Alianza y el tributo tenía el
destino correspondiente.
Los ingresos del Estado tenían el destino siguiente:
311
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, p. 128.
312
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, pp. 124-125.
158
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313
Garelli, P. 1974. “El trabajo en los estados del Asia Occidental antigua”, pp. 48-49.
314
López Austin, A. 1961. La constitución real de México-Tenochtitlan, pp. 101-109.
159
Conclusiones
161
La persistencia de la entidad comunitaria en la formación económico-social tributaria
162
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Referencias
163
La persistencia de la entidad comunitaria en la formación económico-social tributaria
164
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165
La persistencia de la entidad comunitaria en la formación económico-social tributaria
166
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La persistencia de la entidad comunitaria
en la formación económico-social tributaria,
de Francisco Covarrubias Villa, se terminó de editar
para su versión electrónica en el mes de octubre
en los talleres gráficos de
Corrección: Sr Tarántula
Diseño de forro: Leo Mendoza
Maquetación: Julissa de la Torre Bucio
Cuidado de la edición: Miguel Ángel García y el autor
Morelia
Michoacán
México, MMXXIII