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APUNTES GENERALES
OBJETIVOS
Quiere reflexionar sobre la naturaleza ética de la vida social porque la ve amenazada
en nuestro tiempo actual por cambios sociales y políticos encima de los males de la
humanidad de siempre i.e. corrupción, tensiones ideológicas (p.1)
El cambio es notable sobre todo en el proceso de extrema individualización de las
sociedades modernas (occidentales) que ha resultado en:
A) oscurecido la dimensión moral del vínculo social
B) un sistema de organización social cada vez más burocrático,
tecnocrático e impersonal
C) una reducción al bienestar en a fenómenos psicológicos de bienestar
sin profundidad ética
Quiere
I) volver a poner en el mapa la naturaleza intrínsecamente moral de las
relaciones sociales de reciprocidad (p.2)
II) resaltar de qué modo deberes y virtudes colorean las estructuras y
texturas éticas de la vida social
Reconoce que vivimos en un tiempo histórico único, aunque las preguntas siempre
son actuales a la condición humana en cualquier tiempo
Hace énfasis en particular al conflicto casi extremo entre una visión secularista y
religiosa de la existencia
Cree que la filosofía abre campo para que se consideren ambas posturas y se
establezcan puentes de dialogo y comunicación
I
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DEBER
La comunidad política, según Aristóteles, no solo se centra en la utilidad común, sino que
también tiene un carácter ético. La preocupación por la virtud cívica es esencial para la
existencia de una verdadera comunidad política. Aristóteles enfatiza que la política debe ir
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más allá de la mera administración técnica y debe abordar cuestiones éticas, especialmente la
justicia.
Se concluye que la convivencia en una sociedad política implica una actividad común que
genera vínculos específicos basados en el reconocimiento mutuo como seres libres e iguales.
La articulación ética es esencial para que una comunidad se considere verdaderamente
política, y la preocupación por la virtud cívica es necesaria para un gobierno justo. Por ende
la importancia
En este apartado, se aborda la relación entre la justicia política y los derechos humanos en el
contexto de la interacción entre seres libres e iguales. Se destaca que lo ético en este contexto
implica, en primer lugar, el respeto a las exigencias de la justicia, según la perspectiva
kantiana de tratar a la humanidad, en uno mismo y en los demás, siempre como fin y nunca
solo como medio.
Se examina la paradoja inherente a los derechos humanos según Hannah Arendt. Aunque se
proclaman como universales, dependen de la existencia efectiva de una comunidad política.
Arendt introduce la noción de "isonomia", destacando que los derechos humanos encuentran
su realización en un contexto relacional y político.
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debido a las personas. Se propone pensar en los derechos del hombre en términos éticos,
como derechos del otro hombre, y se enfatiza la responsabilidad y la preocupación por la
suerte del otro como fundamentos éticos de la vida social y la ciudad.
En este apartado, Aristóteles presenta la ciudad como una comunidad que va más allá de ser
simplemente un lugar para evitar injusticias o facilitar intercambios. En su visión, la ciudad
es una comunidad de casas y familias con el propósito de vivir bien y lograr una vida perfecta
y autosuficiente.
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destaca la importancia de garantizar condiciones económicas para el desarrollo, advierte
contra la subordinación exclusiva de la libertad y la inteligencia a fines económicos.
El filósofo introduce el concepto de concordia como una forma de amistad que culmina la
vida política, y que va más allá de simplemente evitar la injusticia. Aristóteles asume que
entre los seres humanos, naturalmente sociales y políticos, existen vínculos morales que
trascienden lo estrictamente exigido por la ley.
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Aristóteles distingue entre la justicia natural y legal, destacando que la justicia natural tiene
una fuerza constante en todas partes, mientras que la legal se basa en acuerdos y
estipulaciones establecidas. También explora la amistad por interés, diferenciando entre la
amistad moral y legal, y cómo la deuda en la amistad puede ser más subjetiva y dependiente
de las circunstancias.
El filósofo muestra que la medida del deber en amistad y justicia no puede determinarse a
priori, sino que es un asunto prudencial. Aristóteles resalta cómo emergen los deberes a partir
de la naturaleza de las relaciones, y cómo la consideración cuidadosa de las circunstancias
permite evaluar lo debido en cada caso.
Tomás destaca que todas las virtudes que implican referencia a otro guardan similitud con la
justicia en un punto central. Sin embargo, estas virtudes pueden diferir de la justicia por dos
razones fundamentales: en primer lugar, porque algunas virtudes nunca alcanzarían a cumplir
la igualdad en la razón de lo debido, como las deudas con Dios, los padres o los superiores,
que son objeto de virtudes como la religión, la piedad o la observancia; en segundo lugar,
porque lo debido en algunas virtudes no responde al criterio de igualdad de la justicia legal,
sino más bien a criterios prudenciales ajustados a las circunstancias.
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Tomás identifica deudas infinitas, como las obligaciones hacia Dios, los padres y los
antepasados, que son ontológicas y hacen referencia al hecho mismo de nuestra existencia.
Estas deudas, relacionadas con la religión, la piedad y la veneración, son reconocimientos de
la precariedad de nuestra naturaleza y enriquecen nuestras vidas personal y socialmente.
Además de las deudas infinitas, existen otras deudas más ordinarias, pero igualmente
exigentes, que difieren de la justicia por la falta de determinación de lo debido. Tomás hace
una distinción entre deberes legales y morales, similar a la que Aristóteles ya había
presentado. Estos deberes legales y morales, necesarios para la honestidad de las costumbres,
pueden ser preceptuados, es decir, objeto de un precepto o mandato. Tomás explica que el
precepto implica razón de deuda y tiene una fuerza coactiva para asegurar el cumplimiento de
lo debido.
Tomás también aborda la relación entre deberes morales y preceptos, señalando que no todo
lo debido es preceptuado por la ley. Distingue entre razones de deuda basadas en la razón
natural y en la norma de la ley. En este contexto teológico, Tomás destaca que los deberes
morales, al igual que los preceptos, pueden ser motivados por la autoridad del que manda o
por la utilidad de lo que se ordena. Este análisis proporciona una clave para entender la
transición de un enfoque relacional a un enfoque legal de los deberes, así como los
fundamentos de la ética moderna, donde autoridad y utilidad se convierten en los
fundamentos para la reconstrucción racional del orden moral.
En este apartado, se aborda la transición hacia las teorías éticas normativas modernas,
centrándose en las perspectivas de Kant y Hume. Ambas estrategias, aunque distintas,
presuponen un modelo ético-legal que se enfoca en el deber según está preceptuado por la
ley, alejándose así del deber tal como surge de las relaciones humanas.
En el caso de Kant, se destaca su definición directa del deber como la "necesidad de una
acción por respeto a la ley". Kant aborda los deberes de virtud como "deberes de obligación
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amplia", situándolos en el ámbito de la obligación del precepto. Tomás de Aquino también
utiliza términos similares, pero distingue entre actos de virtud que caen bajo la obligación del
precepto y aquellos que caen bajo la amonestación del consejo.
Se reconoce que la observación de Kant sobre la necesidad de una referencia a una ley
universal para realizar juicios sobre lo particular es válida. Sin embargo, se le reprocha que la
referencia a la ley llega demasiado pronto y desde arriba en su análisis, no permitiendo
apreciar la diversidad cualitativa de los deberes que se sigue del despliegue espontáneo de la
naturaleza social del hombre.
Hume, por otro lado, se muestra más cercano a Aristóteles al no interesarse en una
fundamentación racional del deber al estilo de Kant. Hume utiliza el lenguaje de las "virtudes
artificiales y naturales" y busca justificarlas empíricamente en la utilidad o el sentimiento,
evitando referencias a una razón o voluntad legisladora. Propone una explicación psico-social
del sentimiento moral asociado al cumplimiento de las normas de justicia, sugiriendo que
estos deberes surgen de normas introducidas para ordenar la vida social en beneficio de todos.
Aunque Hume intenta proporcionar una explicación naturalista de los deberes, no logra evitar
completamente una visión normativa de los deberes de justicia. Su genealogía del sentimiento
moral se presenta como un intento de reconstruir el bien honesto en términos de placer y
utilidad, pero aún conserva elementos normativos asociados con los deberes de justicia.
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7. LA CRITICA DE NIETZSCHE A LA MORAL
MODERNA
En este fragmento, Nietzsche critica a los psicólogos ingleses que intentan construir una
historia genética de la moral, preguntándose sobre sus motivaciones. Se cuestiona si su
enfoque en sacar a la luz la parte vergonzosa del mundo interior busca empequeñecer al
hombre, si es resultado de un pesimismo desengañado, o si hay una hostilidad subterránea
hacia el cristianismo.
Luego, se establece una conexión con Hume, aunque este, al ser escocés, podría estar exento
de la crítica directa de Nietzsche. Sin embargo, Nietzsche ve similitudes en la reconstrucción
de lo moral basada en el placer, utilidad y costumbre de Hume, que reflejan un sabor burgués
y una sociabilidad que desprecia.
Nietzsche destaca su conflicto entre lo humano y lo social, criticando lo que llama "la moral
del rebaño". Él aboga por una ética aristocrática que valora la distinción individual y se
posiciona en contra de la moral de los esclavos. Nietzsche busca un "pathos de la distancia"
que encuentra en Aristóteles y Kant, y critica la falta de este enfoque en las teorías utilitarias
o hedonistas.
Se explora la diferencia entre bienes naturales y nobles según Aristóteles, donde solo las
acciones virtuosas merecen el calificativo de bienes laudables. Nietzsche exaspera este
aspecto, destacando su desdén por la moral basada en la utilidad, lo placentero y lo
acostumbrado. Él busca un "pathos de la nobleza" que va más allá de la consideración de
deberes y se centra en la gratuidad y la intrínseca conveniencia a la razón.
Finalmente, Nietzsche contrasta su visión con la moral cristiana y la interpreta como enemiga
de la vida y la libertad, enfocándose en la compasión y la servidumbre. Se plantea la
discusión sobre la interpretación sesgada del cristianismo y la reducción de la noción de
"bueno" a "bueno para", excluyendo la posibilidad de algo absolutamente bueno. Se destaca
la importancia de reconocer la diferencia entre génesis y validez en los conceptos morales,
situando la moral en el ámbito de la razón humana y social, capaz de identificar algo absoluto
a través de las formas históricas
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RESUMEN
1. Animales Sociales y Políticos:
- Aristóteles sostiene que los humanos son seres sociales y políticos debido a su capacidad
única para la palabra, que va más allá de la simple voz.
- Contrasta la perspectiva de Aristóteles con la de Hume, quien atribuye la sociabilidad a la
simpatía, mientras que Aristóteles destaca la comunicación basada en valores objetivos
expresados a través de la palabra.
- La convivencia humana se fundamenta en la comunicación sobre valores objetivos, no
solo en la satisfacción de necesidades individuales.
- La comunidad política, según Aristóteles, busca bienes comunes morales y va más allá de
la mera utilidad.
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Destaca la interrelación entre lo político y lo doméstico, argumentando que la vida
política presupone la vida familiar.
Subraya la importancia de la libertad y la inteligencia en el desarrollo de las ciudades,
pero advierte contra la subordinación exclusiva a fines económicos.
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Nietzsche critica a los psicólogos ingleses que reconstruyen la historia genética de la
moral.
Contrasta su visión con Hume, destacando similitudes en la reconstrucción basada en
placer, utilidad y costumbre.
Aboga por una ética aristocrática que valora la distinción individual y critica la moral
del rebaño.
Contrapone su visión a la moral cristiana, destacando la importancia de reconocer la
diferencia entre génesis y validez en los conceptos morales.
En general, la autora argumenta a favor de una perspectiva ética que va más allá de la mera
utilidad y que destaca la importancia de las relaciones humanas, la comunicación basada en
valores objetivos y la preocupación por la bien común moral en la comunidad política.
ARGUMENTO RESUMIDO
La autora plantea la argumentación de que los vínculos sociales se fundamentan en última
instancia en vínculos morales al adentrarse en las perspectivas filosóficas de Aristóteles y
otros pensadores. La base de este argumento radica en la idea de que las sociedades humanas
no se forman únicamente con propósitos utilitarios o intereses compartidos, sino que están
profundamente interconectadas con valores morales y consideraciones éticas.
El texto argumenta que la comunicación dentro de una sociedad política, según Aristóteles, va
más allá de consideraciones pragmáticas para abarcar discusiones sobre lo que es justo,
injusto y moralmente correcto. Esta dimensión ética, centrada en valores compartidos y
principios morales, se convierte en el pegamento que une a las personas dentro de una
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sociedad. La autora sugiere que una comunidad política genuina, según Aristóteles, se
caracteriza no solo por la búsqueda de la utilidad común, sino también por un compromiso
ético con virtudes y bienes morales.
La exploración continúa al conectar esta base moral con el concepto de justicia y derechos
humanos. Se introduce la filosofía kantiana para enfatizar la idea de tratar a la humanidad
como un fin en sí mismo, destacando el valor intrínseco de los individuos. La autora analiza
cómo el reconocimiento de derechos y los principios de justicia están intrínsecamente
vinculados a un marco moral que va más allá de consideraciones legales o utilitarias.
El texto aborda la conexión entre ética y bien, destacando la perspectiva de Moore sobre la
indefinibilidad del bien en general. Sin embargo, el autor sostiene que la ética se centra
específicamente en el bien humano, guiado por la razón. Se reconoce la importancia de
investigar el bien en general, pero se enfatiza la relevancia de la ética en el bien práctico y
realizable por la libertad humana.
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Se menciona la doctrina platónica que sitúa al Bien más allá de las ideas, pero se subraya la
postura aristotélica que destaca el bien humano como operable y alcanzable. Se explora la
carga metafísica del concepto clásico de felicidad, relacionándola con la idea de un bien
deseable por sí mismo, esencial para la dirección de la vida.
Se destaca la distinción entre deberes legales y morales, así como la diferencia entre deberes
jurídicos y deberes de virtud, resaltando la idea de que la buena acción tiene un contenido
identificable, es decir, lo que llamamos "deber". Aristóteles y Tomás de Aquino, siguiendo
esta idea, mencionan el "modo de la virtud", mientras que Kant lo reduce a la determinación
fundamental de "obrar por deber".
El texto también aborda la idea de que la bondad de las acciones, a diferencia de la bondad de
los productos, requiere no solo la satisfacción de requisitos externos sino también una
disposición adecuada por parte del agente. Hume destaca que ninguna acción puede ser
virtuosa si no procede de un motivo virtuoso. Aristóteles y Kant, cada uno a su manera,
consideran esencial la disposición del agente para la moralidad. Aristóteles lo relaciona con la
esencia de la vida feliz, mientras que Kant lo asocia con lo que nos hace "dignos de ser
felices". Se subraya que en el obrar virtuoso hay algo que va más allá de lo prescrito por la
ley, ya que la virtud implica el modo en que realizamos las acciones virtuosas, aspecto que la
ley no puede prescribir.
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2. VIRTUD Y OBLIGACION
En este apartado, se aborda la crítica a la visión legalista de la ética y se destaca la
insuficiencia de clasificar los actos como prohibidos, permitidos y prescritos, ya que no
considera la bondad de las acciones supererogatorias ni las acciones moralmente
aconsejables, que, siendo buenas, no están prescritas por la ley.
Autores como Urmson, en "Saints and Heroes," y Elizabeth Anscombe, en "Modern moral
philosophy," cuestionan la comprensibilidad del término "deber" en la ética kantiana sin la
doctrina de la ley eterna. Stanley Hauerwas, en "Obligation and Virtue: Once More," sostiene
que la vida ética no se puede entender solo en términos de obligaciones y que el concepto de
deber presupone virtudes, ya que la comprensión de las acciones requerida por las
obligaciones morales está ligada a las virtudes.
Aunque se reconoce la diferencia entre la virtud como hábito operativo y el deber de virtud
como la obra que es fin del hábito, se argumenta que esto no implica la inexistencia de
deberes de virtud. Tomás de Aquino afirma que todos los actos de virtud pueden considerarse
prescritos por la ley natural, que, en su metafísica, puede referirse a la ley eterna. Se discute
la conveniencia de usar la noción de ley para explicar la distancia entre el ser y el deber ser, y
se sugiere la posibilidad de entender la ley moral de manera que abarque la acción virtuosa
como moralmente debida en general, sin anular la individualidad de la virtud. Tomás de
Aquino argumenta que los actos virtuosos son de ley natural porque la razón, inherente al
alma racional, impulsa naturalmente a obrar virtuosamente.
Kant, al introducir la noción de "autocoacción" en los deberes éticos, plantea una relación
entre el concepto de deber y la coerción por parte de la ley. A diferencia de Tomás, quien
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rechaza la idea de coacción en el contexto de la obligación moral, Kant sostiene que el
concepto de deber implica una coacción inherente.
Tomás subraya que la necesidad moral que afecta a agentes voluntarios se deriva del fin o
bien propuesto a la voluntad. La obligación moral, según Tomás, es hipotética y supone un
querer previo. Aunque la necesidad es hipotética, no se asemeja a los imperativos hipotéticos
kantianos, ya que la obligación tomista se basa en la realización del bien humano honesto, no
simplemente en la utilidad. La ley natural, según Tomás, ordena categóricamente hacer el
bien y actuar virtuosamente, no solo como medios para la felicidad, sino como componentes
intrínsecos del bien humano.
4. LA NATURALIDAD DE LO RACIONAL
Este fragmento explora la noción de que el bien moral está en consonancia con la naturaleza
más profunda del ser humano. Se hace referencia a filósofos como Platón y Aristóteles,
quienes sostienen que lo verdaderamente natural es lo racional. Aristóteles, por ejemplo,
afirma que las virtudes no van en contra de la naturaleza, sino que hay una aptitud natural
para recibirlas y perfeccionarlas a través de la costumbre.
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Se critica la perspectiva de Hume, que tiende a presentar el sentido moral y el deber moral
como productos tardíos del desarrollo o la civilización, sin reconocer la existencia de una
inclinación específica hacia el bien moral como tal. Se argumenta que los enfoques
naturalistas, aunque interesantes, no pueden capturar la realidad absoluta de la acción moral y
dejan fuera la dimensión moral fundamental.
Además, se menciona que Kant rechaza la definición tradicional de la virtud como hábito
debido al riesgo de asimilarla a un adiestramiento mecánico que descuida la motivación
correcta, haciendo superflua la libertad. Kant introduce la distinción entre hábito como
costumbre y hábito de la libertad.
Finalmente, se plantea que la visión naturalista de lo moral puede conducir a perder de vista
la dimensión intrínsecamente moral del vínculo social. Se aboga por comprender la vida
social en términos de vínculos morales que deben respetarse y fomentarse, destacando esto
como la principal contribución de la ética filosófica a la construcción de una sociedad más
humana.
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6. EXCURSUS SOCIOLOGICO
En este apartado, se aborda una digresión sociológica que destaca la proliferación de normas
administrativas y regulaciones burocráticas anónimas como un signo de la creciente lógica
tecnocrática que reemplaza "el gobierno de los hombres por la administración de las cosas".
Se argumenta que en las sociedades tardo-modernas, marcadas por procesos de
individualización, los individuos se enfrentan directamente al sistema, diluyendo los vínculos
morales que generan sociedades intermedias.
Se señala que la naturaleza moral del vínculo social se basa ontológicamente en la alteridad,
la existencia del otro, aunque epistemológicamente se hable de una prioridad de la ley. Se
destaca la importancia de tomar conciencia de la naturaleza moral del vínculo social para
contrarrestar la desconfianza y la justificación de las medidas de control, enfatizando que la
existencia de otros está constantemente recordada a través de la ley. Además, se apunta que
los "otros" no son completamente ajenos, ya que tienen una conexión con nosotros mismos,
generando un tipo específicamente humano de convivencia centrado en lo que es justo.
Se argumenta que es posible vivir la ley natural sin necesidad de hablar explícitamente de
ella. Se hace referencia a San Pablo, quien señala que los gentiles, sin la ley mosaica, son ley
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para sí mismos al cumplir naturalmente las prescripciones de la ley. Se destaca la
universalidad implícita en todo juicio sobre acciones particulares y se menciona que Kant
considera que la razón es práctica por sí misma, siendo las inclinaciones más bien obstáculos
para la razón.
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cumplir el deber "por deber", mientras que la concepción tomista de la ley natural incluye una
conexión intrínseca entre la ley y el bien, así como una dimensión apetitiva.
Tomás distingue entre el primer principio, que es la experiencia del bien, y el primer
precepto, que implica la orientación práctica hacia el bien y la evitación del mal. Destaca la
importancia de la sindéresis como la norma primera para las elecciones humanas, indicando
que el hombre, a través de su alma racional, realiza elecciones deliberadas de acuerdo con un
fin. A diferencia de Kant, Tomás no desconfía de la inclinación al bien y reconoce la
atracción intrínseca que tiene antes de la ley.
En resumen, Tomás de Aquino destaca la importancia del bien como el principio fundamental
de la razón práctica, la sindéresis como guía para las elecciones morales y la posibilidad de
rectificar el rumbo incluso en el contexto del pecado original.
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En este fragmento, Tomás de Aquino examina las inclinaciones naturales y su relación con
los preceptos de la ley natural. Tomás sostiene que, dado el primer principio de que el bien es
lo que todas las cosas apetecen, se derivan los preceptos de la ley natural en correlación con
los bienes que el hombre, por sus inclinaciones naturales, percibe como fines.
Se destaca que las inclinaciones naturales del hombre se corresponden con bienes que son fin
de inclinaciones naturales y que estos bienes son considerados por la razón como buenos y,
por ende, deben ser buscados. Tomás argumenta que el orden de los preceptos de la ley
natural está relacionado con el orden de las inclinaciones naturales del hombre.
El pasaje distingue tres ámbitos de bienes en relación con las inclinaciones naturales del
hombre: el bien relacionado con la conservación de la vida humana, el bien común con otros
animales (como la conjunción de los sexos y la educación de los hijos), y el bien
correspondiente a la naturaleza racional del hombre (como la búsqueda de la verdad acerca de
Dios y la vida en sociedad).
Tomás también reconoce que, en la práctica, estos bienes pueden ser problematizados y
relativizados por la razón particular de las personas, pero destaca que los preceptos
universales de la ley natural protegen estos bienes al prohibir deliberadamente atentar contra
ellos.
Finalmente, se enfoca en la inclinación específica del hombre como ser racional, donde se
decide el bien propio y específico de la naturaleza racional. Esta inclinación abre el espacio
de los deberes sociales y es fundamental para comprender la relación entre ética y religión,
así como la conexión entre la vivencia práctica de la ley natural y su fundamento metafísico.
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Reseña del Texto y Identificación de Argumento Principal:
Resumen General:
El texto explora la conexión entre ética y bien, centrándose en las perspectivas de filósofos
como Aristóteles, Kant y Tomás de Aquino. Examina la relación entre el bien humano y la
razón, destacando la relevancia de la ética en la práctica realizable por la libertad humana. Se
abordan temas como acciones consideradas deberes, virtud, obligación, y se exploran
tensiones filosóficas en estos conceptos.
3. Virtud y Obligación:
- Crítica a la visión legalista y exploración de acciones supererogatorias y moralmente
aconsejables.
- Diferencias entre la perspectiva de Tomás de Aquino y autores como Urmson y
Anscombe.
5. La Naturalidad de lo Racional:
- Consideración de la relación entre el bien moral y la naturaleza humana.
- Crítica a la perspectiva de Hume sobre la moral como producto tardío.
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6. Virtud, Costumbre y Habitus Libertatis:
- Relación entre el bien moral y la inclinación humana hacia lo racional.
- Contraste entre Tomás de Aquino y Hume en la explicación del comportamiento moral.
7. Excursus Sociológico:
- Digresión sobre la lógica tecnocrática en sociedades tardo-modernas.
- Reflexiones sobre la pérdida de vínculos morales y la importancia de la conciencia de la
naturaleza moral del vínculo social.
Argumento Principal:
El argumento principal del texto es que la ética está intrínsecamente relacionada con el bien
humano guiado por la razón. A través del examen de diferentes perspectivas
filosóficas, el autor aborda cuestiones fundamentales como deberes, virtud,
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obligación, y la conexión entre la ley natural y la razón práctica. Además, se destaca
la importancia de comprender la naturaleza moral del vínculo social y aboga por la
construcción de una sociedad más humana basada en vínculos morales respetados y
fomentados.
RESUMEN
Aristóteles y Kant son discutidos en relación con acciones virtuosas consideradas fines en sí
mismas, etiquetadas como "deberes". Se diferencian deberes legales y morales, destacando el
contenido identificable de las acciones buenas. Se destaca la importancia de la disposición del
agente, trascendiendo requisitos externos.
La alineación del bien moral con los aspectos más profundos de la naturaleza humana se
discute, criticando la perspectiva de Hume sobre el desarrollo tardío. Aquino contrasta con la
explicación de Hume sobre el comportamiento moral a través del artificio y la costumbre.
Kant rechaza la definición tradicional de virtud como hábito.
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Una digresión sociológica explora el impacto de las normas burocráticas en los lazos morales
en sociedades tardomodernas. A pesar de la aparente somatización, el control tecnocrático
socava la confianza moral de manera paradójica.
Aquino y la relación entre ley natural y razón práctica según Kant son explorados. La
autonomía de la razón práctica de Kant, su conexión con la ley universal y el papel de las
inclinaciones se discuten.
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conciencia moral inherente a la razón se encarga de recordar y evaluar la calidad ética de
nuestras acciones de manera constante.
1. CONCIENCIA MORAL
En el texto se aborda la conciencia moral como un juicio sobre la cualidad moral de los actos
humanos, derivado de comparar la intencionalidad con la ley de la razón práctica o ley
natural. Esta comparación, según Kant y Tomás de Aquino, constituye lo que Aristóteles
llamaría "verdad práctica", la conformidad de las elecciones deliberadas con un apetito recto,
rectificado por virtudes morales. La conciencia moral implica una evaluación constante de la
moralidad de nuestras acciones.
La noción de verdad práctica implica que el juicio de conciencia debe estar en concordancia
con la ley natural. San Pablo señala que accedemos a la ley natural no solo mediante la
conciencia propia, sino también contrastando nuestros juicios con los juicios de los demás. La
ética considera el punto de vista del agente pero también toma en cuenta la perspectiva del
observador externo, mostrando la naturaleza dual de nuestra conciencia.
El texto menciona la teoría del espectador imparcial, que busca explicar el juicio de
conciencia desde la perspectiva de un observador imparcial. Adam Smith destaca que los
actos elogiados no siempre son los que merecen elogio, generando desconcierto en el
"hombre interior". Este conflicto interno ilustra la dualidad de nuestra conciencia, con
elementos divinos y mortales, explicando la necesidad de apelar a un tribunal divino en
ciertos casos. Kant utiliza términos jurídicos al hablar de "enjuiciamiento" de la conciencia,
comparándolo con la sentencia de un "tribunal interior". Este juicio se impone por sí solo al
proyectar una acción, siendo constitutivo de la acción misma. Aunque puede haber errores en
las premisas más particulares, los principios universales de la razón son indefectibles. Kant
señala que las personas sin conciencia son aquellas que no consideran su sentencia,
destacando que, aunque en la vida civil pueden cumplir deberes por factores sociales
externos, en los deberes religiosos, la inconsciencia puede persistir, ya que depende de una
experiencia personal veritativa.
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2. LA ESPECIFIDAD DE LOS DEBERES RELIGIOSOS
En este texto, se explora la especificidad de los deberes religiosos, centrándose en la
reflexividad y la libertad que los caracterizan. Se destaca que la cualidad moral y el poder
vinculante de los deberes se determinan en la conciencia de cada individuo, siendo esto
especialmente cierto para los deberes religiosos. Estos se definen en un plano reflexivo,
donde el ser humano cuestiona la verdad y el sentido de su existencia en un ambiente de
libertad incompatible con la coacción externa.
Kant sugiere que los deberes religiosos son, en última instancia, deberes del hombre consigo
mismo, donde se "obliga" a reconocer otros deberes como mandatos divinos. Esta perspectiva
se deriva de su concepto de deber, que destaca la coacción y la necesidad de la experiencia
del otro. Sin embargo, esta interpretación, según el autor, podría pasar por alto la alteridad
inherente a todo deber.
Se contrasta la posición de Kant con la de Tomás de Aquino, quien aborda la religión como
deberes hacia otro, no solo hacia uno mismo. Tomás sostiene que el hombre comprende más
fácilmente tener deberes hacia Dios y el prójimo que consigo mismo. La posición de Tomás,
en comparación con la de Kant, enfatiza la referencia a un ser superior, Dios, y reconoce la
alteridad real en la intencionalidad de los deberes religiosos.
3. ETICA Y RELIGION
En este fragmento, se aborda la relevancia de examinar la relación entre ética y religión,
especialmente en el contexto actual donde ciertos conflictos y atrocidades se vinculan a
individuos o colectivos que se identifican como religiosos. Se reconoce que la religión puede
ser tanto un motivo de conflicto como una fuente de iniciativas pacíficas y solidarias.
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Se destaca que la relación entre ética y religión se ha vuelto una tarea prioritaria para los
filósofos morales, ya que la religión, en algunos casos, se percibe como un principio de
fanatismo y violencia. Ante esta situación, se plantea la cuestión de si la ética y la religión
son incompatibles o si pueden coexistir.
El autor menciona la posición de Kant, para quien tener una religión constituye un deber ético
que implica considerar otros deberes como mandatos divinos. Por otro lado, se contrasta esta
perspectiva con la de Tomás de Aquino, quien va más allá al afirmar que la virtud de la
religión no solo sanciona deberes morales, sino que también impera sobre las demás virtudes,
proporcionando un principio de orden superior.
Finalmente, se menciona que, al reconocer la religión como imperante sobre las demás
virtudes, se revela un nuevo principio de discernimiento y un nuevo nivel de libertad que está
vinculado a la realidad de la ley natural y a la conciencia de la condición de criaturas ante un
ser supremo. Este reconocimiento proporciona un fundamento más sólido para el sentido y la
libertad de seguir la ley moral.
En este fragmento, se explora la posición tomista sobre la ley natural como participación en
la ley eterna de Dios. Se destaca que la ley moral propuesta por Tomás de Aquino no es un
imperativo ciego, sino más bien la participación activa de la razón humana en la ley eterna
que gobierna el universo.
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Se introduce la noción de la ley natural como un "concepto límite", ya que, aunque es natural
y, por lo tanto, debería considerarse intrínseco, también es una ley, lo que implica un
principio extrínseco. Este concepto implica una paradoja, ya que se relaciona con la
naturaleza de la razón y su capacidad para participar activamente en la ley eterna de Dios.
Se contrasta la posición de Aristóteles, quien ve a Dios como el fin hacia el cual dirigir los
actos, pero no necesariamente como el creador del principio de orden en la mente humana.
En cambio, Tomás de Aquino sostiene que al crear a los seres humanos con razón, Dios
introduce un principio de orden que permite a las personas participar activamente en Su ley.
Se aborda la cuestión de la relación entre ética y religión, señalando que, según Tomás, la
obligación de honrar a Dios implica seguir lo que dicta la razón, cuyos principios son
accesibles a todos. Se discute la posibilidad de conflictos entre lo que Dios ordena y lo que
ordenan los hombres, atribuyendo tales conflictos a interpretaciones erróneas o a mandatos
contrarios a la razón.
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7. CONTEXTO DE LAS MODERNAS TEORIAS NORMATIVAS
En este fragmento, se aborda el contexto de las modernas teorías normativas, reconociendo la
transformación cultural que ha desdibujado los presupuestos metafísicos y antropológicos de
la postura tomista. Se menciona la radicalización de la dimensión subjetiva de la religión,
observada en obras como "Varieties of Religious Experience" de William James.
Se señala que las teorías normativas modernas surgieron con el propósito de proporcionar una
fundamentación racional para la obligatoriedad de las normas legales, en un contexto en el
que el derecho medieval y la referencia a una instancia sagrada entraron en crisis. Se destaca
que estas teorías asumieron la tarea de permitir la convivencia entre personas de diferentes
credos religiosos.
Se discute la idea de que las teorías de la ley natural en la Europa protestante durante la Edad
Moderna se presentaban como válidas racionalmente incluso "etsi Deus non daretur" (como
si Dios no existiera). Sin embargo, se señala la desconfianza en el alcance metafísico de la
razón en el ámbito protestante, lo que afectó la relación entre ética y religión y la concepción
del bien individual y común.
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autores modernos fundamentaron los preceptos de la ley natural en la preservación de la vida
social, a menudo articulada en torno al cumplimiento de leyes y contratos.
En este fragmento, se explora la relación entre la articulación tomista de ley humana, ley
natural y ley eterna y la idea de derechos inalienables. Se destaca que Tomás de Aquino,
aunque no suscribía la noción de derechos inalienables, sostenía que la ley humana, cuando
es justa, obliga en conciencia porque recibe legitimidad de Dios. Sin embargo, cuando la ley
humana es injusta, la obligación en conciencia cesa, y se debe obedecer a Dios antes que a los
hombres.
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Se aborda la contribución del cristianismo a desestabilizar la idea antigua de un poder político
omniabarcante y sagrado al introducir la idea de una autoridad moral y religiosa que puede
limitar las pretensiones totalitarias de la autoridad política sin ser ella misma política. Se
señala que, históricamente, la religión solía sancionar directamente el orden político, pero el
cristianismo cambió esto al introducir una autoridad moral y religiosa separada.
Se destaca que incluso la posibilidad de reconocer los derechos inalienables como más que
exigencias arbitrarias depende del reconocimiento común de un orden que nos precede.
Cuando el sustrato cultural común entra en crisis, la apelación a los derechos inalienables
puede percibirse solo como la afirmación de la conciencia individual frente al Estado, lo que
lleva a una defensa teórica basada en el voluntarismo.
CONCLUSIONES
En esta conclusión, se resalta el propósito general de las tres conferencias: subrayar y
profundizar en la dimensión moral del vínculo social. Se argumenta que las relaciones
humanas no pueden reducirse a placer, utilidad, emotividad y eficiencia sin distorsionar la
perspectiva del agente al actuar. En cambio, al afirmar la dimensión moral del vínculo social,
se preserva un lugar para lo noble, entendido no en términos individualistas, sino como una
exigencia interna de la razón.
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conexión entre el deber moral y el bien correspondiente a la naturaleza humana para alejar la
sospecha de que el orden moral sea solo dominación social interiorizada.
Se señala que la misma objeción de irracionalidad podría dirigirse al poder político cuando no
presenta más argumentos que la fuerza de los hechos o la inercia de la costumbre. Se
reconoce la presencia de casos de irracionalidad en el mundo real, a veces como conflictos
entre diversas formas de racionalidad histórica. Se destaca que el orden presente es
imperfecto en términos de sentido y que la religión, al plantear la pregunta última de nuestra
existencia, se sitúa en un ámbito reflexivo que busca dar razón última de nuestra existencia.
Se concluye que la religión, cultivada en libertad, es también garantía de libertad social.
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