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La fuente principal de esta obra.

Ninguna de las obras de Shakespeare es original, todas


tienen un texto previo o más de uno, de donde él tomo lo principal de esa trama. Sobre
esas bases opera cambios muy significativos. Y en el caso de esta pieza, y en el caso de las
piezas históricas de S, que llevan nombres de reyes ingleses, la fuente principal es un texto
de historia: “Crónicas de Inglaterra, Escocia e Irlanda” de 1577. Ahí toma la historia de este
rey histórico de Escocia, que fue Macbeth histórico, que murió en el 1057 . Es decir, que la
acción de la obra está situada en el siglo XI, es decir, que nos remite a un mundo feudal,
bastante primitivo. Y lo interesante es que M histórico es un antepasado del rey Jacobo I,
que era quien reinaba en Inglaterra cuando Shakespeare compone esta obra, que se supone
que ya es principio del siglo XVII. Jacobo I VI de Escocia y I de Inglaterra, era descendiente
de Banquo, la obra tenía ese elemento de actualidad para cuando fue concebida y publicada
y el rey James tenía muy erudito, culto y estaba interesado en el tema de las brujas, de
hecho publicó algún tratado sobre las brujas. Esta obra toca ese aspecto de actualidad para
la época. Y las brujas, hacia finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII era una creencia
muy común de la época, la creencia en su existencia. Tanto para los estratos populares
como para la gente culta. El mismo rey de Inglaterra estaba convencido de su existencia.
Las brujas, como aparecen en la obra de Shakespeare, tienen las características que se le
atribuían popularmente: ligarse a ciertos animales, que eran como sus espíritus,
representantes de sus espíritus malignos. Esto de que tienen barba, mujeres barbadas, idea
de que manejan el clima, al principio de la tercera escena del I Acto, una de ellas habla de
producir tormentas que harán naufragar al esposo de una mujer a la que estuvieron
causándole maldades ese día. La idea de que eran causantes de pesadillas y alucinaciones
tiene que ver con esta creencia popular de las brujas. Las brujas forman parte del folclore
de la época y en este sentido hay un rasgo que se comparte con Sueño de una noche de
verano, no por las brujas, pero sí por las hadas que también provienen sus rasgos de la
creencia folclórica, que se les atribuía en general, y también habría un elemento de
influencia de la mitología clásica en las brujas de Macbeth, que es la alusión y en la
presencia en la obra de Hécate -esta deidad griega, relacionada con la magia, los hechizos y
el mundo de las sombras.

Las brujas: elemento que nos remite al foco central de nuestro programa, no del sueño,
pero como una manifestación sobrenatural que se percibe, no como algo que M ve, también
las ve Banquo y de cuya existencia se duda y también se duda de la percepción en un
punto. Antes de ir a la tercera escena, en donde M interactúa con ellas, las brujas abren la
obra con una escena breve: la primera del primer acto.
“Bello es feo y feo es bello” En inglés tiene un sonido aliterativo. FAIR IS FOUL, AND FOUL
IS FAIR. Foul es injusto y fair es justo. LA frase dice las dos cosas: lo justo es injusto, lo
injusto es justo. Juega con esa polisemia. Y planteando este problema de ¿cómo puede ser
algo bello y feo a la vez? Las brujas se asocian a cierta relativización de los valores o cierta
duda con respecto a qué es lo verdadero o qué no, que va a ser central para el problema de
Macbeth.

En la tercera escena del I Acto nos reencontramos con las brujas, que dialogan con
Macbeth, lo primero que él dice “un día tan feo y bello nunca he visto”, donde él aparece en
escena, aunque es anticipada su llegada. Usa las mismas palabras que las brujas, y también
dice algo parecido. El día es bello y feo. No sólo la forma sino también el significado parece
revelar cierta afinidad y conexión con las brujas. Y es un hecho de que a las brujas les
interesa hablarle a él, no a Banquo. De hecho, Banquo tiene que pedirles por él, para que le
revelen algo, sino no le dirigían la palabra. En la primera escena ellas dicen que se van a
reunir para hablar con M, esto sugiere entonces como cierto conocimiento de estos seres
sobrenaturales de que es Macbeth el que es más susceptible al tipo de trampa que le van a
tender. Las brujas saludan a M con los títulos que él tiene (Barón de Glamis y de Cadwor)
porque en la segunda escena el Rey de Duncan dio la orden de que se le de este título.
Macbeth ya tiene ese título pero no lo sabe aún, las b se lo anticipan con un efecto
dramático potente, le llega a Macbeth a continuación y por supuesto el parlamento decisivo
es el tercero: ¡Salud a tu, Macbeth, que serás rey!. Este grado de paralelismo entre los tres
parlamentos: si comparamos estas palabras que le dirigen las brujas a M, con los
parlamentos de las brujas cuando no están hablando con M, notamos una diferencia de
tono: cuando las brujas hablan entre ellas son más informales, más burlonas en su discurso,
y para dirigirse a M asumen una persona lingüística particular. Un tipo de discurso particular.
Cuando Banquo las interroga respecto a su suerte que le auspician a él recibe el mismo
tratamiento lingüístico, los tres parlamentos con los paralelismos. Acá reaparece el juego
con la aparente contradicción: ¡Salud! Menos que Macbeth, pero más grande. ¿Cómo puede
ser a la vez menos pero más grande? Menos feliz y mucho más feliz. Especie de juego de
oxímoron o de aparentes expresiones paradojales hace un poco a esa entidad lingüística de
las brujas.

Banquo, por su parte, en esta escena, es quien parece ver primero a las brujas y las
describe: ¿Quiénes son esas, tan escuálidas […] que no parecen habitantes de esta tierra y
sin embargo sobre ella se hallan? […]
Las obras de Shakespeare casi no tienen anotaciones, indicaciones escénicas originales
respecto con vestuario, lo que usaban como escenografía (aunque estaba bastante
despojado) y en el texto mismo de la obra está cómo deben verse estas brujas, deben verse
con una vestimenta extraña: deben tener barbas, y ese es un detalle interesante porque nos
habla de cierta indefinición genérica de estos seres. "Debeis ser mujeres, pero sus barbas
me impiden creerlo" esto tiene que ver con algo de Lady Macbeth, que diremos más
adelante.

Para nosotrxs como lectores de la obra también es la descripción que nos permite imaginar
a estos seres, que pertenecen a este limbo, que aparece en el parlamento de Banquo (¿son
ustedes habitantes de esta tierra?) No parecen humanas, pero aquí están. Cuando Macbeth
recibe los tres parlamentos, el que habla a continuación es Banquo y nuevamente señala la
reacción de Macbeth porque dice "mi buen señor por qué os sobrecogeis y temes a cosas
que suenan tan gratamente" y ahí nos da la pauta de cómo reacciona Macbeth, que se
sobrecoge, se sorprende. Y es válida la pregunta de Banquo: te están dando una buena
noticia. ¿Por qué la reacción es ambigua? Si Macbeth no se sorprende, no tiene esa reacción
del todo positiva es porque ya está esa idea asesinato. Enseguida aparece. Banquo vuelve a
hablarle a las brujas y les dice ¿sois fantásticas o son en efecto lo que aparentan ser? Este
fantastical nos interesa (seres fantásticos) porque es la idea de fantasía: especie de
imaginación. Si eso que están viendo es realidad o es producto de imaginación de la mente
y su capacidad productiva de imágenes.

Le hablan a B y luego M recibe la noticia de que tiene el cargo que las b le prometieron.
Cuando habla a solas con B, B hace la siguiente reflexión: es extraño y para atraernos a la
perdición [...] nos seducen con bagatelas para arrastrarnos perdidamente a las
consecuencias más terribles.

Acá vemos la sabiduría de B, que M no parece tener porque cae de lleno en esta trampa. Y
aparece esta idea el anticipo, que hemos asociado al sueño: lo profético, la premonición,
como un instrumento poderoso de estos seres que habitan ese limbo intermedio.

Las brujas, las hermanas fatídicas.

Encuentran a Macbeth en ese campo abierto, en ese páramo, desolado. También es


significativo. Hay ciertos espacios, lo vemos en Sueño de una noche de verano con el
bosque, que propenden todo este tipo de manifestaciones que podemos pensarlo como un
equivalente físico, espacial de ese limbo que asociamos con lo onírico, con las visiones o,
como en este caso, las manifestaciones sobrenaturales. Una vez que Macbeth ha recibido
todas las noticias tiene un pequeño soliloquio, lo que nos da acceso a la interioridad del
personaje, nos enteramos de qué está pensando y Macbeth reflexiona en estos términos.
"Se ha dicho dos verdades ... esta incitación sobrenatural no puede ser mala, no puede ser
buena..." Macbeth sigue en este terreno lingüístico de las brujas, de la contradicción. Que
parecen anularse entre sí.

Si es mala, ¿por qué me ha dado promesa de éxito?

Si es bueno, cuál es esa tentación que le eriza el cabello a M. La tentación del asesinato. Lo
que le prometieron las brujas le hace pensar en el asesinato. La imagen hórrida y la
fantasía. Las imágenes que produce la mente, que en este caso es el asesinato del rey, que
también altera físicamente a Macbeth, el corazón se desboca.

Y luego aparece "es peor el peligro real que un horror imaginario..." la idea del crimen que
no es sino quimera.

Sólo es lo que no es. Se ahoga en conjeturas.

Pero es y no es. La contradicción. El horror imaginario: la idea de que el crimen es una


quimera, algo a alcanzar, “sacude mi humanidad”. Es algo que nos habla de un rasgo del
personaje de Macbeth. Una fuerte vida interior y de esta capacidad imaginativa que vamos a
ver ante la inminencia del asesinato se le manifiesta como una visión la daga ensangrentada
o que ante la muerte de Banquo por él ordenada, se le manifieste el fantasma. Son como
acciones de esa mente, de esa capacidad imaginativa alterada y que alteran lo físico y la
persona.

En la quinta escena conocemos a Lady Macbeth. Pronuncia estas palabras a solas: "Eres
Glamis... temo tu carácter... La metáfora que emplea. estás empapado de leche de verdad
para tomar los atajos" el resto del parlamento es una reflexión de como ella duda de que
Macbeth vaya a estar lo suficientemente decidido para facilitar lo que las brujas le han
prometido, es decir, para cometer el asesinato y usa esta imagen, esta metáfora, la leche
como un fluido que representa, que asociamos con la bondad humana. A continuación Lady
M continua con estas palabras, esta especie de invocación a los espíritus: “Ven a mí…
cambiar mi leche en hiel…” Es una invocación directa a los espíritus del mal, que de algún
modo equivalen en palabras a una especie de transformación de Lady Macbeth en bruja.
“Unsex me here” palabra inventada de Shakespeare, sacarme el sexo. Sacarme la ternura.
Quítenme el sexo femenino, que está asociado a la ternura. Los pechos de la mujer, llena de
leche. La imagen de la madre amamantando es una imagen de ternura, Lady M está
pidiendo convertirse en todo lo contrario a eso. Y la teoría de los humores: ella quiere
deshacerse de la leche materna, y en cambio, llenarse de sangre espesa y de hiel (estos
otros fluidos ligados a la acción y al mal). Las brujas son estas mujeres con barbas, son
mujeres que no tienen los rasgos propios de su sexo: es una característica que asocia, de
algún modo, a las brujas con lady Macbeth. Pide no ser humana, de alguna manera. Al final
de estos parlamentos está la imagen de que la noche tape con su oscuridad el crimen que
van a cometer y esto podríamos usarlo o relacionarlo con la noche, que es el momento de
estas manifestaciones límbicas de lo sobrenatural de lo onírico. En esta obra, también tiene
que ver con la apelación constante a disfrazar las propias acciones, a cubrirlas. A presentar
una apariencia que no revela la esencia, que es algo que Lady Macbeth apela, que le indica
a su marido que deben llevar a cabo. Pero, como decíamos, luego en su estado de
sonambulismo sale a la superficie, se va a mostrar.

¿Es un puñal lo que veo ante mí, con el mango hacia mi mano? Primera escena del segundo
acto, que es antes de cometer el crimen, cuando Macbeth tiene la visión de la daga. La
visión producto de esa mente febril y alterada, la cuestión de los sentidos y la evidencia
contradictoria de los sentidos. La vista contempla eso allí, pero el tacto no lo puede percibir.
Esto plantea un conflicto: construimos nuestra realidad a partir de la evidencia de nuestros
sentidos. Si no podemos confiar en esa evidencia, aquí está la contradicción: no te puedo
tocar, pero sí te puedo ver. ¿En qué debo confiar? ¿Cómo puede ser las dos cosas a la vez?
¿Cuál es la realidad, cuál es la falsa? Este entendimiento de Macbeth dentro de todo lo que
le sucede. Es un puñal del pensamiento, “falsa creación de un cerebro delirante”. Daga
duplicada, la que él visualiza y la daga material, con la que va a cometer el crimen. Esta
escena es un dilema de las puestas en escena de la obra. ¿Qué hacer con esa vaga daga
que M está viendo? ¿Se la representa de alguna manera? Hay puestas en escena que optan
por construirla a través del parlamento y por las acciones del actor, que esa daga no se vea,
que sólo sea visible para Macbeth. Y estas líneas: proyecto sanguinario… Momento de
lucidez de Macbeth, donde se da cuenta que su mente está produciendo. Así como los
sueños reelaboran y traen elementos de la realidad que gestionan y tramitan en cierta
manera las visiones funcionan un poco así, estas visiones lúcidas con Macbeth despierto
funcionan así para él. Y en el final: esta es la que en la mitad del mundo la naturaleza
parece muerta y los malos ensueños… idea de la noche ligado al sueño, el sueño ligado a la
muerte, todos duermen, como si todo el mundo estuviera muerto, y es el momento de los
engaños, donde la mente no nos responde, la razón no opera para ordenar la experiencia y
permitir una comprensión.
Tener en cuenta la cuestión de los sentidos alterados en la lectura de la escena siguiente,
en este segundo acto. En donde el asesinato acaba de ser cometido. Macbeth y Lady M
están a solas y juntos en ese instante en lo profundo de la noche. Está presente
textualmente la alteración de los sentidos. Lo visual tiene mucho peso: Lady Macbeth dice
que lo hubiese matado ella si no fuera porque se parece a su padre viéndolo dormido. Lo
visual entra en juego de algún modo, hay una imagen que evoca a otra y parece frenar a
Lady M que no ha logado deshumanizarse, como había pedido en aquella escena anterior.
Cuando M vuelve y empieza a hablar con ella luego del asesinato encontramos una
alteración de lo auditivo, más que de lo visual: una voz que pareció escuchar: no durmáis
más Macbeth ha matado el sueño…

Como Lady Macbeth entra a la recámara, donde tuvo lugar el crimen, para dejar las dagas
ensangrentadas que M trajo consigo erróneamente luego de cometer los asesinatos. Mata a
los guardianes, a los que se supone que van a culpar del asesinato del rey. Cuando ella
entra a dejar las dagas, ve ese espectáculo terrible de la sangre y se mancha de las manos.
Lo táctil: la daga, ¿puedo tocarla? Veo la sangre, ¿pero puedo tocarla? Lo visual, lo táctil , lo
sensorial tan exacerbado ligado a estos estados alterados. Esta sangre con la que se
mancha Lady Macbeth al dejar las dagas, esa imagen que se imprimen en sus retinas, de la
sangre derramada, está en la base de su alteración que va a devenir en esa especie de
locura y perturbación que se manifiesta en su insomnio.

Esta idea de haber asesinado al sueño – sueño como sinónimo de la paz mental- se
continua más adelante, cuando en la segunda escena del tercer acto, Macbeth ya ha
accedido al trono y sin embargo no encuentra esa paz mental que sería deseable. Cuan
presente está el campo semántico del dormido y el sueño en estos comentarios de M, “que
perezcan … antes que dormir en la tortura de los sueños espantosos que me agitan cada
noche”. La vida adquiere una cualidad pesadillesca para Macbeth, por las noches sólo puede
tener sueños espantosos, en cambio los muertos gozan de ese sueño eterno, de ese sueño
sin sueño. Envidia a los muertos que pueden tener esa paz, que él mismo eliminó al cometer
su primer crimen.

La cuarta escena de ese tercer acto es la escena en la cual aparece el fantasma de Banquo
recién asesinado. Es la equivalente de la que luego va a ser la escena del insomnio de Lady
Macbeth. Como ella hace más adelante, que revela involuntariamente a través de sus
estados alterados eso que cuando está en estado de vigilia o de cordura trata de ocultar, su
culpabilidad, algo similar le sucede a Macbeth. La alteración de M pasa por la percepción de
ese fantasma. Escena compleja para llevar al escenario, porque hay algo que sólo un
personaje ve, y los demás personajes deben actuar como que no lo ven. En esa evidencia
conflictiva de los sentidos, se está imaginando, cobrando existencia visual la culpabilidad de
M. Se ve el contraste con Lady M que trata de instar a su marido para que se comporte de
forma normal, porque esa alteración que está evidenciando delante de sus invitados, pone
en evidencia su culpabilidad y anticipa la noticia de la muerte de Banquo, que casi nadie
sabe.

Primera escena del Acto IV, cuando M acude a las brujas. Él va en busca de ellas a pedirles
más revelaciones, más indicios en base a cuales prever su situación. No puede dormir
tranquilo, todo es preservar ese poder a costa del asesinato de todos los que lo amenacen
de alguna manera. Ahí se presentan cuatro visiones.

La primera es la más clara: la cabeza con armadura. Cada visión viene acompañada de un
parlamento. La persona lingüística que adoptan las brujas. Es muy cuidadoso qué le dicen a
Macbeth: en el modo en que le hablan está cifrada esta ambigüedad que hace posible
ciertas interpretaciones erróneas, en las que Macbeth va a caer y que por ende, son la
trampa que se le tiende. Aquí el parlamento es bien directa: cuidado con el Barón de Fife
(quien finalmente lo mate).

Las otras dos, van acompañada de parlamentos, el niño ensangrentado: puede ser una
representación proléctica, una anticipación de que fue extraído del vientre materno antes de
tiempo. Ese bebé ensangrentado puede ser Macduff, que salió antes del vientre “Sé cruel,
resuelto, audaz…” Es un parlamento engañoso, la interpretación que hace M es la que lo
tranquiliza: toda persona del mundo es nacido de mujer. No puede dañarme nunca. No
cuenta con este sentido más figurado de no haber nacido de mujer, sino de ser arrancado
del vientre materno, como dice Mcduff.

Lo mismo sucede con la imagen siguiente: el niño con una corona, con una rama. Las
imágenes son ambiguas. Que el chico tenga una rama puede que sea un chico sugiere la
idea del hijo (Macbeth es una obra muy ligada a la paternidad y de los hijos, porque parte
del drama de M es que no va a tener descendencia, en cambio de Banquo sí, de hecho de
su descendencia vendrán futuros reyes) Jacobo I de Inglaterra. Y aquí el parlamento:
Macbeth no será vencido hasta el día que contra él el Bosque descienda. El chico sugiere un
hijo, el chico con la rama podría sugerir que Malcom, el hijo del rey asesinado, que vendrá
con un ejercito a luchar contra M, pondrá en práctica esa treta de que sus soldados se
camuflen con las ramas del bosque de … Cuando se desplacen hacia el castillo con esas
ramas parezca que el bosque se mueve. Nuevamente hay un sentido figurado para la
expresión y una interpretación literal de M: el bosque no puede moverse y esto significa que
nunca caeré vencido. Las interpretaciones son M son fundamentalmente literales versus el
sentido que efectivamente se cumple, que es el sentido figurado. Cabe pensar que en esas
interpretaciones hay algo del orden del deseo de Macbeth: uno lee las cosas y las interpreta,
o lee los sueños o las manifestaciones en función de aquel sentido deseado, como siempre
una interpretación dice tanto más sobre lo que interpreta que lo que está siento
interpretado. Cuando Macbeth insiste, porque ellas no quieren mostrarle más, le presentan
una visión más: la sucesión de reyes con Banquo, que al final tiene un espejo, que es
multiplicar la visión de esos reyes como el infinito. Infinitos descendientes vendrán luego. Es
una imagen que puesta en escena en el momento en que fue concebida la obra era
agradable para el rey Jocobo I, que era uno de los descendientes de Banquo. Como
espectáculo apelaba al patriotismo. Es algo que no puede leerse erróneamente.

La primera escena del V Acto es la del sonambulismo de Lady Macbeth, donde escuchamos
su voz bajo los efectos de la alteración, donde parece esta acción de lavarse las manos, que
la visión alterada hace que ella percibe que no puede lavarse esa sangre de las manos en el
momento de ensangrentarse materialmente las manos salió diciendo que con un poco de
agua eso se lavaba. Esto está siendo retomado en esta contraposición de la sangre concreta
que efectivamente se puede lavar con un poco de agua y esta sangre de la mente, como la
daga de la mente de M, que no es tan fácil de eliminar. En este parlamento vemos como
Lady M reformula de elementos de la realidad y se acuerda de cuando le dije a M en el
banquete que Banquo estaba enterrado, no podía salir de la tumba y que por ende no podía
estar el fantasma allí. Y “Lo hecho no se puede deshacer” porque ese es otro rasgo
lingüístico: la tematización del hacer y el no hacer, lo que se hace y no se puede deshacer.
El asesinato de Duncan, a partir de ese hecho se pone en marcha la cadena de hechos
monstruosos. Cuando M sale de haber cometido el crimen dice “he hecho el hecho” en algún
punto es cómo no solo tematizar la cuestión de la acción, no se puede decir lo que se ha
hecho. Es tan terrible que es preferible nombrarlo así, de esta manera elíptica.

La caída de Macbeth, que se va produciendo en ese acto, va de la mano con la caída de sus
interpretaciones erróneas. Va en paralelo con ese proceso por el cual Macbeth entiende el
verdadero sentido, la interpretación correcta de eso que le dijeron las brujas y aquí lo vemos
explicitado: cuando el Bosque parece avanzar hacia el castillo donde Macbeth se ha
guarnecido con los que aún le queda. “Ya recelo de equívocos del diablo, que miente bajo
capa de verdad…” Equivocation: equívoco. La confusión, el error en la interpretación.
La tercera escena del Acto II, la escena inmediata al asesinato de Duncan. Es una escena en
la que han venido a buscar a Duncan, están llamando a las puertas del castillo. Y aparece
un personaje secundario, que es el portero. Mientras va yendo hacia la puerta hace
comentarios que no tienen que ver con la trama. Es una función de alivio cómico, después
de una escena con altísima tensión dramática, que es el asesinato del rey viene para aliviar
un poco esta escena breve donde el portero protesta porque le hacen abrir la puerta, es
para bajar el tono de la tensión dramática. Una de las cosas de las que habla el portero es
del equivoquista: jurar una cosa contra la otra. Contrarios en contra peso, de modo tal que
uno se anula al otro. La idea de la equivocación equivocada.

Revelación final: bastión interpretativo que cae es que nadie nacido de mujer podía matar a
Macbeth. Octava escena del quinto acto: se enfrentan en combate, uno a uno. “Mi vida está
bajo un hechizo…”

Desconfía del hechizo, pierde la esperanza y deja al ángel del mal de quien eres siervo.

En este final: las interpretaciones están hasta ultimo momento. Macbeth asume su destino
aludiendo a esas palabras de las brujas que él interpretó de esa manera y resultaron ser
otras. Momento de extraña grandeza para el personaje.

Macbeth es un monstruo, pero la obra nos ha dado tanto acceso a la vida mental del
personaje, de sus sufrimientos, de las elucubraciones de su psiquis, aún cuando es
innegable que es un tirano, un carnicero -como dice el mismo Mcduff en el final- pero a la
vez las obra nos ha demostrado tanto de esa interioridad que lo sentimos muy humano.
Efecto particular: cómo podemos empatizar con Macbeth, pero podemos.

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