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Universidad Central de Venezuela

Escuela de Artes
1er. Semestre Sección. A
Artes Plásticas
Norka Castro

Worringer y arte egipcio

12\05\2023
I
Para poder dar una apreciación correcta del arte egipcio, necesitamos primero
examinar su cultura, la cual aparenta ser mágica y magnánima, llena de sabiduría
espiritual y de conocimientos varios, o al menos eso es lo que creemos por la noción
que nos han dado los egiptólogos de esta sociedad ancestral. Cierto es que el legado y
la influencia de estos, son imprescindibles, pero pese a que es una de las culturas más
estudiadas del mundo, ¿por qué no hay ningún tipo de explicación natural a su origen?
La respuesta es un tanto interesante, porque Egipto, no tuvo orígenes naturales. Los
indicios étnicos, indican que había una gran conglomeración de razas en Egipto,
provenientes de muchos lugares diversos, sin mencionar que su cultura es
completamente diferente de las demás que se le aproximaban, como dice Worringer
(1947) “El Egipto históricamente perceptible para nosotros, dista mucho de ser un todo
unitario y autóctono; más bien es una estratificación de los elementos étnicos,
originarios de todos los puntos del horizonte” (p9). Su fuerza activa y masculina, se ve
muy diferenciada de la fuerza pasiva y femenina de las civilizaciones orientales, de
hecho, su cultura se denota vacía de naturalismo y está regida por una necesidad
pragmática y civilizadora que convierten el basto y árido desierto en el que habitan, un -
por así decirlo- oasis artificial, Worringer(1947) afirma que “Es una virilidad sobria y
practica que solo conoce la necesidad de la empresa, no el goce de emprender, y que
no da un solo paso que no lleve miras de utilidad ”(p18). Hay que comprender que
Egipto es un lugar-en teoría-poco habitable, por lo que el desarrollo de la disciplina y la
técnica como método de supervivencia fue esencial. Podemos conseguir una
confirmación del carácter artificioso de Egipto al examinar como lograron convertir un
desierto infértil, en una tierra fecunda. Esta tarea fue llevada a cabo a través de la
sabiduría humana, que logro aprovechar un desastre natural como lo son las
inundaciones del Nilo, para poder hacer las tierras fértiles, Worringer 1 comenta “Así
como el moderno constructor de motores aprovecha los fenómenos de la explosión,
para convertirlos, por sabio cálculo, en una fuente de energía sumamente útil, así el
egipcio convierte la catástrofe de las inundaciones en un elemento de fecundidad
máxima”. Por lo que puede decirse que el mismo suelo de los egipcios, es artificial, por
lo tanto, las condiciones ambientales en las que se genera su cultura fueron
condicionado por ellos mismos, Worringer (1947) dice “Casi podría hablarse de una
domesticación de las fuerzas primarias” (p16). La mayor parte de culturas son
influenciadas por sus circunstancias, pero este no es el caso de Egipto, Worringer
(1947) piensa que “Egipto es el mayor caso de oasis, en la historia universal” (p13). Es
más evidente aún, su condición artificial, cuando pensamos en la insignificancia que
posee el eros en esta civilización, ya que como dice Worringer (1947) “toda cultura
próxima a la naturaleza, esta empapada de eros; en cambio, la cultura sublimada en
civilización, pierde este suelo cósmico materno, quedándole tan solo la diferencia de
sexos”. También es importante decir que Egipto tenía un carácter pacífico y
antiguerrero, de hecho, las guerras se libraban usando en la mayoría de casos,
mercenarios, Worringer (1947) insiste que “En Egipto hay instituciones militares, pero
no espíritu bélico” (p19). Su civilización era totalmente pragmática y conservadora en la
moral, en el arte, en las ciencias, en sus propia religión y dioses, incluso en la muerte.
Todo lo que no tuviera un uso practico perdía su interés. No poseían el mito del fin del
mundo, por su condición artificial, alejada de los caprichos de la naturaleza. Padecían
de una convicción que aboga por una total continuidad, Worringer (1947) explica “El
egipcio explica la vida como permanencia” (p22/23). De hecho, si investigamos bien su
lenguaje, nos daremos cuenta que para el egipcio la muerte es algo poco hablado, se
evita todo palabra con ella, se usan eufemismo, pero la muerte en general nunca es
mencionada, Worringer (1947) se queja acerca de esto “¡Y este pueblo, para quien la
muerte es una cosa insufrible y escándalo, ha sido llamada la tierra de la inmortalidad!”
(p27). Su magia, su ocultismo, su panteón de dioses, todos son el fondo exangüe y
carecen de cualquier lógica, Worringer2 dice “La impotencia religiosa del Egipto
histórico es tan evidente, que no se comprende como Egipto ha podido adquirir la
aureola de ser una de las tierras madres de la sabiduría religiosa. Solo por la fuerza
fascinadora de lo absurdo, se explica este enigma. Nada produce impresión tan
profunda como la paradoja”. Podríamos concluir que la imagen que nos vendieron de
Egipto es por decir lo menos, contradictoria. Egipto no es ni de lejos un lugar místico y
dominado por magia antigua, es más, una civilización exangüe que tuvo que crearse
una cultura propia, solo para poder satisfacer sus necesidades espirituales, morales,
artísticas, etc., dejando en claro su total sobriedad pragmática (Cabe resaltar que
Worringer menciona de manera insistente que lo más parecido a Egipto en la
modernidad, es América).

II
Esta exposición anterior nos permitirá dar una valoración al arte egipcio más recta y
desapasionada, una valoración acorde a su cultura, ya que su estigmatización, hace
que en general le demos valoraciones demasiado favorables, de hecho, Worringer 3 dijo
“El nimbo egipcio, después del escueto desciframiento de los jeroglíficos, y en especial
de los textos de las pirámides, hubiera ya empalidecido hace mucho tiempo, si no
estuvieran ahí esas pirámides, que son las que dicen la ultima palabra, una palabra que
parece condenar al silencio toda duda sobre la grandeza egipcia”. Es cierto que
algunas de sus monumentos son sublimes y parece sacrilegio ponerlos en duda, pero
igual hay que plantearnos el problema de su valoración, porque como dice Worringer
(1947) “Si el arte es en efecto, algo mas que una casual destreza técnica, debemos
considerar como imposible que un pueblo muestre en su arte un semblante distinto del
que muestre en el resto de su existencia cultural” (p46). Hay una clara seguridad y
unidad estilística, en el arte egipcio. Incluso podemos decir que el arte conservo su
esencia durante todos los periodos (desde el antiguo imperio hasta el nuevo imperio).
Lo cual hace a los egipcios un caso especial en la historia, pero seria errado decir que
nunca hicieron cambios, si hubo cambios, mas la esencia nunca cambio. Pero para dar
su valoración verdadera, debemos volver a pensar en las cualidades sociológicas de
Egipto. Al ser Egipto una civilización totalmente artificial, por lo tanto es muy difícil que
haya conseguido el empuje artístico que proviene de la naturaleza, haciendo que su
arte, al igual que su cultura, sea artificial, exangüe, frio e inexpresivo, pero por su falta
de empuje artístico, es probablemente lo que le haya dado esa uniformidad, ya que
donde hay empuje, suele haber un grandes cambios de idea, cosa que claramente no
pasa en Egipto, probablemente la fuerza del arte egipcio sea como dice Worringer 4 “Es
el vigor de la convención, que se sustituye a la falta de impulso natural. Las situaciones
culturales artificiosas, como las Egipto, desarrollan, precisamente por su artificio, es
decir, porque no hallan la eterna irracionalidad incalculable del instinto natural;
desarrollan, digo, una capacidad de convencionalismo, cuyo valor artístico no debe
estimarse en poco, siempre que no se confunda con los valores del empuje natural”.
Worringer (1947), como siempre, compara esto con la arquitectura americana, y dice al
respecto “Esa fuerza formal americana, es la falta de imaginación. En cambio, posee la
forma suprema de la racionalidad objetiva” (p50). Esta racionalidad objetiva es clara
también Egipto, que prefiere la recta y fría grandiosidad, y renuncia a toda de carácter
superfluo. Siendo su arquitectura dominada por la abstracción, logrando así, un
convencionalismo uniforme, y como dice Worringer (1947) “Solo a un pueblo artificial,
alejado de la naturaleza, le es posible encontrar tan rápida y seguramente esta
precisión objetiva del estilo arquitectónico.” (p51). La grandiosidad simplicidad de la
construcción egipcia, no debe ser subestimada, como dice Worringer (1947) “Carece
de tensión, de vehemencia” (p52). Luego Worringer (1947), prosigue aclarando las
dudas acerca de la cualidad artística de los egipcios “En resumen, al egipcio le falta
toda sensibilidad profunda; fáltale, pues, también toda sensibilidad artística. Esto le
allana el camino para el cultivo abstracto de la línea recta”. Es claro que algunas de sus
composiciones son heterogéneas, incluso un tipo de naturalismo, como lo es la esfinge,
pero también es cierto que los egipcios en general no tenían una fuerza creativa muy
grande, es bastante notable en su falta de demonología. Es clara la majestuosidad de
las pirámides, pero también siguen la misma estructura fría y racional anteriormente
hablada. Esta exageración de la magnificencia egipcia también es obvia en los
jeroglíficos, pero su complejidad es, en realidad, simple y algo decepcionante.
Worringer (1947) dice al respecto “Toda la existencia egipcia ha llegado a nosotros
como un jeroglífico, a cuyo desciframiento parecía no dejar la presión de la leyenda
egipcia sino también un solo camino, a saber; extraer de ellos multitud de secretos de
profunda sabiduría” (p65). Worringer (1947) continúa destruyendo su misticismo
diciendo “Y también aquí llegara el día en que, deprendidas las cortezas del secreto, no
se encuentre dentro de ellas ningún núcleo de valor” (p65). De hecho, los jeroglíficos
han demostrado no tener una lógica clara y tampoco una cohesión natural. Pero
Worringer (1947) en un apunte más positivo dice “Una vez encontramos el contraste
entre la esencia del material y el espíritu de la forma, que de el se apoderan. Los textos
jeroglíficos, considerados como un conjunto tipográfico, son de inmaculada pureza y de
enorme belleza en el cuño” (p69). Worringer (1947) continua su alabanza diciendo “La
distribución de la superficie, el fino calculo de la distancia entre las líneas, la
superposición y yuxtaposición de los caracteres, medida con exquisito tacto” (p69).
Pero cabe recalcar que, de igual manera, siguen siendo poco prácticos y absurdos. Se
piensa que los egipcios no les interesaba mucho el hecho de que los jeroglíficos fueran
poco cohesivos, Como dice Worringer (1947) “preferían la belleza tipográfica y la
claridad del conjunto” (p70). Podemos decir que la más abstracto de las expresiones
egipcias, está claramente llena de fallos. Pese a eso, su importancia sigue siendo
grande, como Worringer (1947) indica “Una cláusula egipcia de jeroglíficos es una
maravilla de estática absoluta” (p72). No cabe duda alguna que la civilización egipcia
es una contradicción andante, Magnánimos y de sublime belleza, pero sin emoción, sin
coherencia y ciertamente con poca imaginación, aunque, pero para no ser injustos, es
verdad, que sus dones son consecuencia de sus defectos, y viceversa. Por lo que tal
vez no son la mítica civilización de nuestra mente, un tanto ilusa, ha querido creer, pero
si son merecedores de nuestro respeto y de su relevancia.

III
Sin lugar a dudas los egipcios son los padres de la construcción utilizando piedras,
aunque es innegable, que, pese a su magnificencia monumental, la tarea que carreaba
el uso, la extracción y la transportación de este mineral, era monstruosa, una tarea
titánica que requería de una fuerza, una determinación y un deseo férreos, como el
acero. Es increíble, lo que los egipcios hicieron todo eso solo para poder realizar sus
hazañas arquitectónicas. Su voluntad y su negación a la caducidad y la fragilidad, los
llevaron a buscar el material más resistente que conocían, pero según Worringer (1947)
“Esta negación carece de heroísmo; es más bien el espontaneo imperativo de una fría
voluntad de potencia, que triunfa impasible sobre la voluntad de la naturaleza” (p78/79).
Buscaban una permanencia, una perduración, y una prolongación que se elevara sobre
la avenida del tiempo, en un estado particular, como Worringer (1947) dice de manera
concisa ” No significan una superación de la vida en la tensión del pensamiento de la
eternidad. No hay más allá en Egipto, sino solo una prolongación del más acá, en otra
forma” (p81). Parece que entre la muerte y la piedra hay una relación según los
egipcios, y no solo para los egipcios, de hecho, los judíos ven como máximo símbolo
de respeto, el poner rocas sobre las tumbas, pues las rocas, son por así decirlo,
eternas, Worringer (1947) añade “Hermoso y seductor, es afirmar que las mansiones
de los muertos, en contraposición a las de los vivos, eran construidas para la eternidad”
(p82). Es claro que en Egipto había un culto por los muertos, uno un poco primitivo,
pero con gran peso, en su forma de vivir. Es fácil decir o que el muerto era igual de
respetado que el propio vivo, incluso más, los rituales funerarios egipcios son únicos en
su tipo. Se aseguraban de cubrir sus necesidades en la otra vida, los protegían, y
también se protegían a sí mismos de ellos (aparentemente el miedo a los no muertos,
es más ancestral, que cualquier civilización). Había un claro interés que estos
sepulcros estuvieran en las alturas, ya que está más cerca de las “esferas divinas”.
Estos monumentos tienen una relación, o un parentesco con los dólmenes y los
menhires, quizás son alguna forma de evolución de estos. Su interés en las formas
geométricas, como el rectángulo, de hecho, tenían una devoción por el cuadrado, pues
este representaba los cuatro vientos, y las cuatro direcciones, siendo para ellos una
forma sagrada. Es importante decir que algunas las bases de la arquitectura fueron
formadas en el antiguo egipcio. Sin lugar a dudas, su arquitectura sigue dejando en
claro su condición de civilización artificial. Como ya podrán imaginar, la arquitectura
egipcia, solo es una expresión más de esta civilización, por lo que contiene, muchas de
las características anteriormente mencionadas, una utilidad ritualista y, un ocultismo
superficial, además del ya mencionado frio y objetividad característica de las
civilizaciones artificiales, pero es interesante saber, que tenían un especial interés por
la simetría que a veces se veía forzada, y la peculiaridad de que sus obras también
tenían una utilidad, de carácter histórico al relatar historias. Worringer (1947) diría al
respecto “Los espacios están calculados a regla y compas, pero no impregnados de
ritmos vivos” (p111).

IV
También hay que dejar en claro, pese a que este tema no es nuestro foco primordial,
que los egipcios tenían un entendimiento de la perspectiva muy básico, y un uso del
espacio peculiar, ya que no estaban muy conscientes del espacio a la hora de
construir, no había una razón especifica por la que escogían los espacios que usaban,
solo lo hacían, aunque es cierto, que debían de tener algún tipo de conocimiento
acerca de los ángulos del sol, pues muchas de sus obras están alineadas con él. Por lo
que es algo difícil saber a ciencia cierta.

1 Worringer (1947) (p15)


2 Worringer (1947) (p35)
3 Worringer (1947) (p45)
4 Worringer (1947) (p49)
Bibliografía
Worringer G.
1947
El arte egipcio, Problemas de su valoración
Revista de occidente Argentina
Buenos Aires
Se utilizo una versión física del libro para hacer este ensayo
Se que esto no va en el ensayo, pero si alguna vez leen el libro, tómense un trago cada
vez que mencione la relación de Egipto con América.

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