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El arte rupestre a lo largo de su historia se ha visto permeada por los

grandes imperios y antiguas culturas, como la egipcia; Así lo menciona Assman,


pues según el egiptólogo la cultura egipcia asumió un rol significativo dentro del
desarrollo de occidente y esto a su vez provoco repercusiones en el desarrollo de
América; en un principio como se mencionó, los grupos sociales poseían un estilo
de vida nómada y un sistema económico basado en la caza y la recolección, es
así como se presupone que llegaron los primeros habitantes al continente
americano. La cultura egipcia es reconocida por su arquitectura y las
concepciones esotéricas y mágicas que hay entorno a ella, además por ser una
cultura de la cual datan los primeros rastros de escritura, los jeroglíficos, que en
principio fueron dilucidados como criptogramas.

Los estudios arqueológicos que se han realizado entorno al arte rupestre


son numerosos y sus aportes considerables, sin embargo la memoria histórica
también actúa como un ente primario dentro de la significación e interpretación en
los estudios , pues como se vivenció es más fructífero tener en cuenta la memoria
histórica, es decir, la reconstrucción de los hechos; en este caso, de la
significación y procesos culturales a los cuales se vio sometido este proceso de
escritura y legado cultural.

Ahora bien, dentro del texto planteado por Assman “el lugar de Egipto en la
historia de la memoria de occidente”, Cristoforo da Buaondelmonti trajo de la isla
Andros un manuscrito que contenía dos manuscritos del escritor Egipcio,
Horapollon Nilotes, sobre jeroglíficos egipcios, llamado “Hieroglyphika”, con el cual
se dio paso al discurso sobre lo gramatológico y al desencanto y desilusión del
antiguo Egipto, al descubrir que era un proceso natural y que no poseía el
significado místico o esotérico, concibiendo así una exclusión de la memoria
cultural, de modo que la cultura egipcia pasó a ser objeto de estudio del
historicismo.

Si bien es conveniente, podría decirse que en cierta medida la historia de la


escritura egipcia se ve reflejada dentro de la historia de la escritura indígena, pues
como lo dicen las cosmogonías indígenas de los Quillacingas y algunos otros
grupos étnicos, es una espiral o churo cósmico, la repetición una y otra vez de
paradigmas y hechos siempre se manifestaran a lo largo de la historia de cada
pueblo.

En este caso, el pueblo egipcio era considerado majestuoso y mágico,


como en determinado momento de la historia lo fue el pueblo indígena, no
obstante eran considerados inferiores, afirmaciones que más adelante dieron paso
al deseo de conocer objetivamente la cultura y asumirlos como objeto de estudio
dando cabida a la egiptología e indigenología respectivamente. Asimismo, el
deseo de indagar en especial el arte rupestre y los registros escritos de estos,
reconoce la creación de la “egiptosofía” y la “indigenosofía”. En algunos momentos
que iban más allá de “egiptología y egiptosofia”, “indigenologia e indigenosofia” se
vislumbraban las creencias infundadas del otro que admitía la argumentación
inválida de hechos y afirmaciones, dando lugar a lo que podría considerarse
“egiptomania” e “indigenomania”.

Finalmente y tras años de estudio, a los pueblos indígenas como le sucedió al


imperio egipcio se le dejo de lado, al encontrar la desilusión de frente, y evidenciar
que como antiguamente se había dicho estos procesos de escritura eran algo
natural, que conformaban los aspectos culturales de los pueblos, en tanto que
estos pueblos no hacían uso de ello con fines diferentes a los comunicativos, en
consecuencia perdieron su lugar de prestigio y espiritualidad.

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