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CORROSIÓN
• Tuberias de agua
• Concreto
Cuando la estructura de concreto está en contacto frecuente con agua que
contenga iones de cloruro (agua de mar), a través de la propia porosidad del
concreto puede llegar a las varillas de acero. En este momento se inicia la
corrosión del acero. La herrumbre que se va formando como resultado del
proceso de corrosión en el acero, por una parte disminuye la sección original de
la varilla, y por otra, hace perder la adherencia inicial y deseada entre el acero y
el concreto. El óxido de hierro formado (herrumbre) ocupa un volumen
aproximadamente cuatro veces mayor que el acero sin corroer. A medida que
se va formando herrumbre por la corrosión del acero, ésta ejerce una gran
presión sobre el concreto que lo rodea. Las fuerzas son de tal magnitud dentro
del concreto que provocan grietas que lo fragilizan, perdiendo éste sus buenas
propiedades mecánicas. El proceso continúa hasta que la herrumbre llega a
aparecer en la superficie del concreto y se pueden observar las estructuras
“manchadas”.
Sin embargo, ¿por qué existe la corrosión? podemos empezar diciendo que la
corrosión de los metales es en cierto sentido inevitable, una pequeña venganza que
se toma la naturaleza por la continua expoliación a que la tiene sometida el hombre.
Recordemos que los metales, salvo alguna que otra rara excepción, como los
metales nobles (oro, platino, etc., se encuentran en estado nativo en la Tierra), no
existen como tales en la naturaleza, sino combinados con otros elementos químicos
formando los minerales, como los óxidos, sulfuros, carbonatos, etc.
La experiencia nos ha enseñado que todos los metales que conocemos poseen
diferentes tendencias a corroerse. Es decir, unos serán más resistentes que otros a
reaccionar frente a un mismo medio. Ejemplo de esto son el oro y el hierro en agua
dulce. El primer metal posee una alta inmunidad frente al agua, conservando
inalteradas todas sus propiedades físicas y químicas. En cambio el hierro se
degrada y poco a poco se transforma en otro compuesto. El cuestionarnos el porqué
de tal diferencia entre uno y otro metal, es regresar a los orígenes automáticos de
los elementos químicos, es decir, a la estructura y composición atómica de los
metales en sí.
Medición de la corrosión
Básicamente todos los métodos que existen para lograr controlar la corrosión de los
materiales metálicos son intentos para interferir con el mecanismo de corrosión, de
tal manera que se pueda hacer que éste sea lo más ineficiente posible. Por ejemplo,
disminuyendo el flujo de electrones entre los componentes metálicos de la celda de
corrosión por el aumento de la resistencia eléctrica del metal, de alguna manera
disminuiría la corriente de corrosión y, por tanto, la velocidad de corrosión. Esto no
es practicable generalmente, pero disminuir el flujo de corriente en el componente
electrolítico de la celda de corrosión produciría el mismo efecto, y esto sí es
practicable.
Existen tres maneras de lograr lo anterior y por tanto de luchar contra la corrosión:
De esta forma, se puede lograr aislar el metal del contacto directo con el medio
agresivo (agua, suelo y atmósfera por lo general).
Recubrimientos protectores
Estos recubrimientos se utilizan para aislar el metal del medio agresivo. Veamos en
primer lugar aquellos recubrimientos-metálicos y no-metálicos que se pueden
aplicar al metal por proteger, sin una modificación notable de la superficie metálica.