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Voces: DELITO CULPOSO ~ FUERZAS ARMADAS ~ HOMICIDIO CULPOSO ~ TENENCIA DE ARMAS

DE GUERRA
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, sala VI(CNCrimyCorrec)(SalaVI)
Fecha: 10/06/1997
Partes: Tiesi, Sergio G.
Publicado en: LA LEY1998-D, 249 - DJ1998-2, 1074 - Colección de Análisis Jurisprudencial Elems. de
Derecho Penal y Procesal Penal - Director: Andrés José D'Alessio - Editorial LA LEY, 2005 , 74, con nota de
Alejandra L. Pérez;
Cita Online: AR/JUR/2507/1997

Sumarios:
1. -- Corresponde condenar por homicidio culposo al imputado que no obedeció, los pasos previstos para en su
entrenamiento como militar, manipular un arma, cuyo disparo accidental causó la muerte de la víctima.
2. -- A medida que aumenta la jerarquía y antigüedad en el escalafón militar, mayor es la aptitud y prudencia que
cabe exigir a ese personal en el manejo de armas, razón por la que evita la tenencia individual fuera de los actos
de servicio.
3. -- Los delitos culposos no requieren un conocimiento efectivo como los dolosos, basta la posibilidad de
conocimiento, la mera previsibilidad. El peligro que el acto encierra.

Texto Completo: 2ª Instancia. -- Buenos Aires, junio 10 de 1997.

El doctor Elbert dijo:

1. Los autos llegan a estudio del tribunal para resolver el recurso de apelación interpuesto por el defensor
oficial contra la sentencia de fs. 649/668, por la que se condena a Sergio G. Tiesi a la pena de dos años y nueve
meses de prisión, y nueve años de inhabilitación especial para usar y portar armas, con costas, como autor
plenamente responsable del delito de homicidio culposo (art. 84 Cód. Penal de la Nación).

A fs. 688/93 expresa agravios el defensor oficial, quien objeta la valoración de la prueba en base a la cual se
atribuye el hecho a Tiesi. Entiende la defensa que las actuaciones del sumario de prevención del Ejército sólo
poseen valor indiciario no corroborado. El fundamento del fallo sería una simple apreciación subjetiva del
juzgador. Objeta los dichos de los testigos mencionados a fs. 665, por no haber visto el desarrollo del suceso.
Afirma el esforzado defensor oficial que "no existe en el sumario órgano probatorio alguno que vincule de algún
modo a Tiesi con el suceso en estudio". Se explaya sobre el derecho de su asistido a ser mendaz y sobre el
significado de las pericias de fs. 129, 181, 216 y 299, y la posibilidad de que el suboficial Leyes hubiera dejado
o no colocado el seguro del fusil, así como la imposibilidad de que Tiesi previera el resultado o que hubiera en
su conducta causa alguna que le permitiese conjeturar un efecto probable, y actuar en consecuencia
"volitivamente". Para la defensa, no medió violación del deber de cuidado por imposibilidad de previsión, y no
existe prueba "de la participación" de Tiesi en el aspecto objetivo ni subjetivo; a lo sumo, se generaría una
situación de duda, por lo que solicita la revocación del fallo, absolviéndose al imputado.

2. No obstante la legitimidad de sus esfuerzos, resultan llamativos los argumentos de la defensa, ya que
según su enfoque, pareciera que entre el imputado y la víctima no hubiera habido relación alguna, y que todo el
razonamiento en que se basa el fallo estuviera constituido por meras apreciaciones subjetivas o presunciones del
juez, desarrolladas exclusivamente a partir del sumario de prevención del Ejército. Muy por el contrario, en los
autos está totalmente corroborada la presencia de Tiesi en el lugar del hecho, el 25 de junio de 1989 a las 7:30 de
la mañana, su carácter de jefe inmediato de la víctima, y la manipulación del fusil en el momento que se disparó.
También está plenamente probado en la causa que el disparo salido de ese fusil impactó en el soldado Alejandro
L. Elías, y que a resultas de las heridas causadas, éste falleció poco después cuando era trasladado al Hospital
Militar para su tratamiento. No cabe ni la más mínima duda acerca de la secuencia de los hechos y la relación
causal del comportamiento de Tiesi, el disparo y la herida mortal sufrida por Elías. Al respecto, el tribunal
comparte la correcta valoración de la secuencia fáctica, desenvuelta en el fallo de fs. 649/668. La defensa se
coloca en una posición de prueba negativa, dislocando las distintas constancias hasta un punto tal que por
momentos pareciera que el hecho no hubiera sucedido, o que es un simple resultado de la fatalidad, lo que,
como se demostrará, resulta inadmisible.

De las pericias practicadas no surge que el arma tuviese defectos de funcionamiento que desactivaran el

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seguro o posibilitaran que se disparase sola, o de una extrema sensibilidad que liberase disparos por simple
contacto físico. Así ha quedado probado con los dictámenes de fs. 129, 181 y 216/7. La cuestión central a
decidir ante estas constataciones, es, simplemente, si el hecho es atribuible al imputado a título culposo o no,
habiendo quedado descartada toda intención dirigida a producir el disparo que lesionara fatalmente a Elías. En
tal sentido, poco importa que Tiesi intente mejorar su situación personal variando o no sus dichos, en tanto la
interpretación racional de su conducta se subordine sin arbitrariedad al conjunto probatorio. El presente caso es
de interpretación relativamente fácil, por cuanto el deber de cuidado del sujeto activo está minuciosamente
delimitado por los reglamentos y usos militares. Resulta obvio subrayar el cuidado extremo en el manejo de
armas y materiales de guerra exigido en las instituciones militares, mediante un entrenamiento obsesivo del
personal, dirigido a una internalización rayana en el automatismo. Demás está decir que a medida que aumenta
la jerarquía y antigüedad en el escalafón militar, mayor es la aptitud y prudencia que cabe exigir a ese personal,
a diferencia de los soldados rasos, con menor compenetración y experiencia en los usos y técnicas del ejército.
La misma circunstancia que el material peligroso tenga una sala y contenedores especiales para su depósito,
demuestra que se evita por todos los medios la tenencia individual fuera de los actos de servicio. Por ello, la
obligación de cuidado de Tiesi era extrema, en el sentido de no manipular fusiles sin seguir la normativa
establecida. El hecho de que el arma hubiera sido dejada por otra persona sobre un escritorio, habiendo olvidado
un proyectil en la recámara y quitado el cargador, lejos de eximir a Tiesi de sus obligaciones, le imponía un
mayor cuidado que el habitual, exigible siempre que se manipula un arma ajena, desconociendo su estado de
alistamiento. Era imprescindible que el imputado colocase el arma en posición vertical, apuntando al techo,
quitase el seguro, desplazara la corredera varias veces, para verificar la existencia de vainas, y recién en ese
estado accionar la cola del disparador y colocar el seguro, antes de depositar el fusil en el armero. No hay
tratamientos alternativos a esta mecánica, y quien lo intente se hace pasible de severas sanciones reglamentarias.
La manipulación del fusil por Tiesi no obedeció a estos pasos al aprehender el arma. Se ignora si sus dedos se
introdujeron casualmente dentro del guardamonte, accionando el disparador o si lo accionó convencido de que
el arma estaba descargada, llevado por un exceso de confianza. Pero no cabe otra posibilidad, puesto que nadie
más manipuló el fusil al momento del disparo; tratándose de un arma en buen estado de funcionamiento, sólo
pudo haberse disparado por la acción torpe o desprevenida de Tiesi accionando el disparador, sea que primero
hubiese o no quitado el seguro. En cuanto a la conducta previa del suboficial Leyes olvidando un proyectil en la
recámara del fusil al quitar el cargador, dejando el arma descuidadamente sobre un escritorio, es preciso
analizarla para reconstruir la cadena causal. Si bien no cabe duda de que la conducta de Leyes fue imprudente, la
misma no determinó el resultado, ya que el arma no podía dispararse por sí misma. Era necesario una acción
subsiguiente, que la pusiera en funcionamiento, y ese fue el acto desarrollado por Tiesi, indiscutiblemente
determinante del resultado. Si omitimos mentalmente ese paso, el arma no se habría disparado jamás, salvo que
otra persona en su lugar hubiese cometido la misma torpeza. Dice la defensa que era imposible que Tiesi
previera el resultado, y que no pudo actuar "volitivamente". Cabe aclarar lo siguiente: Los tipos culposos no
requieren un conocimiento efectivo como los dolosos; basta la posibilidad de conocimiento, la mera
previsibilidad. El aspecto cognoscitivo consiste, simplemente, en la posibilidad de conocer el peligro que el acto
encierra, y ninguna excusa puede asistir al imputado en este sentido, como hemos visto antes. Ahora bien, el
aspecto conativo o de la voluntad, es mucho más simple aún: consiste en la voluntad de llevar adelante el acto
con los medios elegidos. Tiesi pudo haber preguntado de quién era el fusil, o haberse abstenido de tocarlo, o
haberlo tomado con las precauciones asimiladas en su entrenamiento profesional. En cambio, eligió manipularlo
del modo que lo hizo, desencadenando una tragedia irreparable con su imprudencia e inobservancia de los
reglamentos a cargo. Los testimonios de oficiales citados en el fallo a fs. 664 vta. son altamente significativos
para comprender la mecánica de lo acontecido. En cuanto al caso fortuito alegado por la defensa, el mismo
tampoco es admisible, ya que la hipotética producción del resultado era previsible para Tiesi. La ignorancia
invencible es el caso fortuito que no medió en el caso. Nadie puede justificar que para conocer el estado de un
arma deba procederse a accionarla, antes de verificarla debidamente. Otro hubiera sido el caso, si habiéndose
verificado el arma, un tercero la hubiese cargado en ignorancia del contralor, o de otro suceso que altere
ocultamente una verificación ya practicada. En este caso, la secuencia ha sido inversa, y no libera al imputado
de sus responsabilidades. En conclusión, comparto la evaluación de la prueba y la atribución de responsabilidad
al imputado. En cuanto a la pena principal elegida y su modo de cumplimiento, también comparto lo resuelto.
No así la inhabilitación impuesta, que puede morigerarse prudencialmente, atendiendo a las características del
hecho y la condición profesional del suboficial Tiesi.

Por lo expuesto, propongo al acuerdo que se confirme el fallo en cuanto fuera materia de apelación,
modificando la inhabilitación impuesta, reduciéndola a cinco años en el uso y portación de armas.

El doctor González dijo:

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Concuerdo con la solución que propone el distinguido colega preopinante, en base a los sólidos argumentos
de su voto. Mas debo disentir con la sensible reducción de la pena de inhabilitación que éste postula. Baso esta
discordancia en que la conducta negligente y la imprudencia puesta de manifiesto por el condenado condujo a
un desenlace fatal, cual fue el deceso de un joven que prestaba su servicio militar obligatorio a la época del
hecho. El mismo votante reconoce que Tiesi debió extremar la obligación de cuidado en el manejo de un arma
de uso común en los cuarteles militares, por lo que estimo que debe otorgársele el tiempo necesario para
remediar su incompetencia. De lo contrario, admitir que el encausado puede acceder en el futuro al beneficio de
la rehabilitación contemplada en el art. 20 ter del Cód. Penal, luego de transcurrido un plazo de reducida
duración en caso de adherir a la mengua propiciada, ello podría --a mi juicio-- tornar estéril la finalidad de dicha
sanción, que fue correctamente graduada por el sentenciante.

En consecuencia propongo al acuerdo la homologación del fallo recurrido, con la salvedad de que la pena de
inhabilitación impuesta para el uso y portación de armas deberá ser de siete años. Es mi voto.

El doctor Escobar dijo:

Adhiero a la propuesta del doctor González.

Por lo que resulta del acuerdo que antecede, el tribunal resuelve: I. Confirmar el punto dispositivo I del fallo
de fs. 648/668, en cuanto condena a Sergio G. Tiesi, como autor penalmente responsable del delito de homicidio
culposo, a la pena de dos años y nueve meses de prisión, cuyo cumplimiento se deja en suspenso, y costas;
reformándose en cuanto a la pena de inhabilitación especial para usar y portar armas, que se reduce a siete años
(arts. 26, 29 inc. 3º, 84, Cód. Penal y 143 y 144, Cód. de Procedimientos en Materia Penal). -- Carlos A. Elbert
(en disidencia parcial). -- Carlos A. González. -- Luis A. Escobar.

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